Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
MADEMS Español,
Historia, Sociedad y Educación,
Dr. Juan Fidel Zorrilla Alcalá,
Alumna: Gabriela Arriaga Calzada.
En el presente ensayo se hace una reflexión del panorama mexicano que envuelve la
lectura, vista como un proceso de construcción de conocimiento y comprensión de la
realidad. Asimismo, este trabajo hace una reflexión de la lectura en varios rubros: como
proceso de enseñanza aprendizaje; como parte de la formación de ciudadanos y como
parte de la comprensión cognitiva que nos hace seres sociales. De esta manera, pretendo
abrir el camino hacia mi trabajo recepcional, respondiendo a la pregunta ¿es posible
enseñar la importancia de los textos literarios, específicamente los correspondientes al
siglo XIX mexicano, y causar una identificación con la cultura artística nacional, al tiempo
que se desarrolle un gusto por el goce estético de los mismo? En este contexto
educativo, se tienden a despreciar las literaturas nacionales de ese periodo, dejando de
lado la importancia de las mismas para la formación de nuestra actual literatura, por tanto,
es imprescindible para mi estudio el contextualizar y dimensionar el problema de la lectura
de textos literarios en México, la estructura del programa de literatura en las diferentes
instituciones de bachillerato y reflexionar sobre la importancia de la lectura como un
proceso de enseñanza-aprendizaje que permite la comprensión de realidades y la
construcción del conocimiento.
De acuerdo con Gabriel Zaid: Leer por gusto es algo que se contagia (…).
Tradicionalmente en México, muy pocos adquirían ese gusto en casa. Para la mayoría, el
foco de contagio era la escuela: sus maestros, compañeros y amigos (…) las aulas
presagiaban que, en el futuro, se multiplicarían (letras libres, 2006). Sin embargo, la
realidad que se vive día a día en el bachillerato es otra.
Desde hace más de veinticinco años, el esfuerzo educativo ha sido intenso. Según
cifras oficiales, México ocupa 1.7 millones de maestros en cada ciclo escolar. Sin
embargo, la población escolar ha subido de 21.5 a 32.7 millones. En el caso específico
del área de la enseñanza de lengua y literaturas, según la Encuesta nacional de lectura
del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, dos de cada tres entrevistados declaran
leer lo mismo o menos que antes, a fines del 2005: sólo el 30% declaró leer más; el 13%
dice que jamás ha leído un libro; y cuando se pregunta a los que no están en ese caso
cuál fue el último libro que leyó, la mitad dice que no recuerda. El 40% dice que ahora lee
menos. Dos años antes, en la Encuesta nacional de prácticas y consumo culturales,
también de Conaculta, el 37% dijo que de los 6 a los 22 años acostumbraba leer más, es
decir, en plena edad escolar. Si de los entrevistados se escoge a los que tienen de 23 a
45 años (o sea los beneficiarios del gran impulso educativo), los números empeoran. El
45% (en vez del 40%) declara leer menos, de los cuales casi todos (90% en vez de 83%)
dicen que leían más cuando tenían de 6 a 22 años. Esto implica que no se fomentó la
lectura como ejercicio intelectual en ninguno de los niveles educativos.
Los entrevistados calificados como los que no leen dan varias explicaciones que
intentan justificar su posición ante la lectura, la primera de las cuales (69%) es que no
tienen tiempo. No obstante, cuando se les preguntó directamente la causa de esta apatía
a la lectura, sólo el 9% dice que en México no se lee por falta de tiempo, el resto
considera que la gente no lee, en primer lugar, por falta de interés o flojera. Cabe
mencionar que un aspecto interesante de la encuesta es que muestra claramente que el
interés (o desinterés) de los padres en la lectura se reproduce en los hijos.
De esta manera, y de acuerdo con Platón, se corrobora la idea de que son las
instituciones educativas las que, en conjunto con en el estado, deben estar a cargo de esa
educación formal.
Los desempeños propuestos por el CAB giran en torno a dos grandes apartados: la
competencia literaria y la reflexión sobre la literatura. Es decir, se espera que el estudiante
se acerque al fenómeno literario a través de un método de análisis específico, e infiera,
reflexione, sobre el mundo estético leído, y preferentemente dé cuenta de sus puntos de
vista mediante la elaboración de un texto oral o escrito. Si el punto de llegada de todo
currículum escolar es lograr el desempeño de habilidades en sus estudiantes, en la
práctica los buenos propósitos se quedan en el camino. En la mayoría de los programas y
planes de estudio, lo que los alumnos tienen que aprender se organiza a partir de
contenidos (algunas veces con intenciones de convertirse en aprendizajes o
desempeños). De esta manera, los planes y programas de lengua y literatura se diseñan
pensando en la estructura de los currículos de las carreras de la facultad (como si fuera
un hecho que todos los estudiantes que toman la materia de literatura en el bachillerato, la
cursarán pensando en que en un futuro serán profesionales de la literatura). En el caso
específico de la selección de contenidos que conforman los programas de la enseñanza
de la literatura y el fomento de la lectura en los bachilleratos citados, preconizan dos
formas de acercar al estudiante al texto literario:
Desde esta lógica, la preocupación principal de los cursos que diseñamos los
docentes de literatura tendrá que estar orientada a considerar como Metas de
Comprensión Abarcadoras, los siguientes aspectos:
2. La lectura literaria
Joëll Bahloul considera que la lectura no es una práctica social únicamente porque
clasifica o está clasificada en la jerarquía de los niveles sociales, sino también porque da
origen a interacciones e intercambios sociales. (…) La lectura está totalmente imbricada
en la organización y las condiciones sociales. (Bahloul, 2002)
El hábito por la lectura y la escritura es más una actitud ante la vida que la
capacidad de decodificar y reproducir lenguaje. Pero, ¿y la escuela? ¿Qué papel juega en
todo esto? Ahí aprendemos a mirar las virtudes que encierran los libros, desde otros
ángulos entendemos que leer nos hace mejores ciudadanos, nos proporcionan
herramientas de análisis que pretenden profundizar en lo leído.
3. Conclusión
Sin embargo, ese “develar” es tarea de los especialistas. Hoy en día, los profesores
hemos complicado a nuestros estudiantes de bachillerato el camino al gusto y placer por
la lectura. Diseñamos programas de apoyo a la enseñanza de la literatura que van desde
enseñar a leer literatura bajo el auspicio de la teoría literaria excesiva, hasta buscar la
suplantación de la obra cinematográfica por la literaria, sin dimensionar y dar el lugar que
cada manifestación artística merece. Virginia Woolf alguna vez dijo: ¿Cómo se debe leer
un libro?; por cierto, el único consejo que una persona puede darle a otra sobre la lectura
es que no acepte consejos. Siempre hay en nosotros un demonio que susurra “amo esto,
odio aquello” y es imposible callarlo.
Tal vez lo único que tendríamos que enseñar a nuestros alumnos es a escucharse
a sí mismos, para que detecten sus demonios y aprendan a seleccionarlos, y después...
los compartan.
No hay que olvidar que la lectura es una praxis personal, más que una empresa
educativa. Se lee por gusto, por placer, por el interés de descubrir. Bloom refiere que toda
práctica de la lectura nos debe permitir encontrar, en aquello que sintamos próximo,
aquello que podamos usar para sopesar y reflexionar, y que nos llene de la convicción de
compartir una naturaleza única, libre de la tiranía del tiempo. En términos reales, el
postulado de Bloom alude a que en la práctica educativa el único propósito tendría que
ser: allanar el camino al estudiante para que encuentre a Shakespeare, por poner algún
ejemplo, y después permitir que el autor de Romeo y Julieta encuentre a nuestros
estudiantes.
De ahí que uno de los más grandes retos para la enseñanza de la literatura en el
nivel medio superior sea abandonar el conocimiento enciclopédico que ofrecen las
historias literarias y centrar los esfuerzos en el desarrollo de la habilidad lectora de los
estudiantes, a través de la reflexión y el reconocimiento de los múltiples factores que
inciden en "lo literario", del conocimiento de aquellas convenciones que conforman los
distintos géneros y la práctica directa de la lectura de textos literarios.
Por último, se expone que no basta con conocer y comprender la organización del
actual mecanismo escolar sino que es necesario de conocer la evolución histórica del
sistema escolar puesto que evoluciona continuamente y se acaba el ensayo aplicando el
método científico a la forma en que se ha formado y desarrollado la enseñanza
secundaria en Francia.
Bibliografía
Ciberhemerografía