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Es diferente de un proyecto del docente porque el protagonismo es del estudiante hace que sea
él con sus compañeros los que plantean la pregunta impulsora, definen el producto que quieren
construir, acuerdan sobre los criterios e instrumentos de evaluación, planifican y llevan a cabo
un producto que presentan a la comunidad y evalúan y valoran el proceso y el producto logrado.
Comparten muchas características solo que en el Aprendizaje en Servicio se debe realizar una
acción para “servir” a la comunidad.
La duración depende del proyecto, pero les recomendamos para empezar comenzar con
proyectos acotados en el tiempo (no más de un mes y medio) hasta que se apropien los docentes
y los estudiantes de la metodología. Es bueno “jugar el juego completo”, como dice Perkins, en
un tiempo acotado. Concluido un proyecto se puede abrir otro, incluso a partir de preguntas
surgidas del proyecto anterior.
Puede haber ABP institucionales donde cada curso elabora un proyecto específico sobre un gran
proyecto escolar. Puede haber proyectos llevados a cabo entre distintos cursos de una misma
escuela o proyectos compartidos con cursos de otras escuelas. También pueden ser proyectos
áulicos. Les recomendamos comenzar por un proyecto áulico cuando recién comienzan a
trabajar con esta metodología.
Puede construirse un producto único por curso o también puede cada equipo dentro del curso
hacer un producto específico sobre la misma problemática. Por ejemplo, si trabajan sobre la
problemática del covid-19 cada grupo podría elaborar un producto diferente pero
complementario para la difusión de las características del virus y la prevención, por ejemplo: un
video, una infografía, un afiche, un poscast (o audio), etc.
No necesariamente. Depende de las preguntas que se hagan los estudiantes y del producto. Hay
que analizar qué áreas o disciplinas pueden aportar (y desde qué contenidos o capacidades) a
responder la pregunta y a elaborar y presentar el producto.
Si en vez de un poscast, deciden elaborar una antología virtual de cuentos, deberán tener en
cuenta la ortografía, la diagramación gráfico espacial, la ilustración (y tal vez puedan articular
con el profesor de Artes Visuales).
¿Los docentes de diferentes áreas o disciplinas deben compartir estar todo el tiempo con los
estudiantes durante el proceso?
Mientras los estudiantes desarrollan un ABP, se pueden trabajar otros contenidos con otras
metodologías (propiciamos que sean metodologías activas). Las áreas que no están involucradas
en el proyecto pueden continuar con el desarrollo de su propuesta educativa. Incluso, por
ejemplo, si los estudiantes están elaborando cuentos para una antología virtual para ser
compartida por internet, mientras se desarrolla el proceso de elaboración de los cuentos, se
pueden incorporar apoyos en forma de instructivos o secuencias didácticas sobre ortografía, uso
del diccionario, distintas estructuras sintácticas útiles para describir un personaje o para iniciar
o finalizar un cuento, etc. Estos contenidos son necesarios para elaborar buenos cuentos,
aunque no estén trabajados a modo de proyectos en sí mismos (por ejemplo, no estamos
trabajando un ABP de Ortografía o de Gramática en este caso sino de Escritura).
Por otra parte, es importante que el docente realice un seguimiento del proceso, a partir de una
serie de evidencias para realizar una retroalimentación oportuna y ajustada al curso en su
conjunto, a cada grupo y a cada estudiante si es necesario, para que vayan mejorando durante
el proceso. Cada estudiante en función de los criterios de evaluación planificados puede
proponerse un objetivo semanal para ir avanzando en el logro de ese objetivo o alcance personal
y registrar su avance en su bitácora y el docente acompaña este proceso con la
retroalimentación. Hay una serie de rutinas de pensamiento (estrategias didácticas para realizar
y registrar este proceso. Puede encontrarlas en Comunidad Atenea).
Luego, cuando se deba calificar o acreditar al alumno, se traducirán los logros parciales o finales
del proceso en notas. Incluso, se puede pedir a los alumnos que se autocalifiquen en función de
los criterios y/p rúbricas trabajadas. Si hay dos o más docentes involucrados en el proyecto, cada
uno evalúa los aspectos que desarrolló y entre todos evalúan la presentación del producto final
y la valoración de la experiencia.
En el ABP, hay dos planificaciones simultáneas. Por una parte, los estudiantes planifican su
proceso (siempre orientados por el docente a través de estrategias didácticas específicas) y
elaboran su pregunta impulsora, la definición de objetivos del proyecto, del producto final y
especifican las tareas (definiendo tiempos y responsables), la presentación del producto,
además de elaborar criterios de evaluación con los cuales se auto y coevaluarán a lo largo del
proceso y en la valoración final. Por otra parte, el docente también planifica sus clases para guiar
la planificación, el desarrollo y la evaluación del proyecto. Por ejemplo, cuando los alumnos
definen la pregunta impulsora, el docente debe planificar una clase o sesión que permita la
indagación, con estrategias didácticas que posibiliten que todos los chicos se escuchen y una
metodología para acordar la pregunta impulsora y que agrupe a las otras preguntas que fueron
surgiendo y les proponga que elaboren una rúbrica para evaluar el proceso realizado en este
momento y les pide que registren el proceso en sus diarios de ruta o bitácoras y para eso les
sugiere plantillas o formatos para hacerlo.