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Una mirada en torno a la mirada de Rómulo Bustos

Lingüística y literatura- VI
Presentado Por: María José De Ávila Pérez- Santiago Zambrano

Rómulo Bustos Aguirre, poeta nacido en el caribe colombiano, está en la duda hasta el

escepticismo, luego lo existencial, hasta una búsqueda de la transcendencia; dejando a lo largo de su

poética imágenes recurrentes para dar cuenta de dicha transcendencia. Sin embargo, para hablar de la

poesía de Aguirre, habría que hablar del silencio como momento donde el hablante lirico se

contempla así mismo y lo que hay a su alrededor, es más que todo una poesía reflexiva, de su

infancia, los momentos recordados de su madre y hermana, y objetos que van llenando la vida de

sentido; una fascinación a ese diario vivir junto a la familia, madre, hermanas, juegos. Etc., y lleno

de amor, de pequeños actos que le dan sentido y belleza a la vida, hasta llegar a una reflexión en la

soledad del adentro.

“Hay alguien que yo sé morándome

Arrastra sus alas de ángel sonámbulo

como quien busca una puerta

 entre largos corredores” (Hay alguien que yo sé morándome)

Lo cotidiano es llevado a un punto transcendental constitutivo del ser. Donde solamente algo tan

común como el cuadro y su inclinación, puede ser comparado con la edificación del alma, esto es

decir que tendemos a no ser completamente estables como un cuadro que queremos que se vea

perfectamente equilibrado y no, siempre, con el tiempo quizás, esa balanza se inclina, es igual a decir

que el alma humana no es perfectamente equilibrada, ahora bien, este equilibrio en un mundo Judeo-

cristiano, es en términos de bueno o malo, la maldad como algo oscuro, así pues el alma no es

completamente buena, siempre se descubre oscura.

“Como sucede con los cuadros que cuelgan


en las paredes

cada mañana sorprendes

una leve inclinación de tu adentro

Cada mañana crees corregir este desnivel

Pero entre la primera posición y la segunda

queda siempre un residuo

una brizna de polvo que se acumula

Sobre esta oscura aritmética se edifica tu alma”

Nos invita pues, a no tener miedo a la incertidumbre porque de la misma manera que sucede con

un infante que siente curiosidad con el mundo, que lo indaga, lo prueba y lo pregunta, y va siendo él

en la medida que interactúa con el mundo, así mismo nosotros vamos siendo. Obviamente un infante

en su plenitud sin las ataduras sociales que le inculcan moralidad. De hecho, es esta misma

moralidad, del relato religioso judeo-cristiano, de la que nos hace dudar.

“Morir ahogado no es solo costumbre de río

El polvo al polvo. El polvo al agua

Quizás en otro barro amasado” (Costumbre de rio)

Si bien hay desde el primero de sus libros una duda escéptica sobre dios, también hay una imagen

obsesiva de alas, que se traduce como esas ganas de transcender que es ya su sagrado, y es por tanto

una interpretación de cuerpo como algo que perdió su divinidad y que siente la nostalgia de no tener

alas o tenerlas, pero no saberlas usar.


“Tal vez

llevamos alas a la espalda

Y no sabemos”

La infancia, referente presente en la obra de Bustos; es la poseedora del cielo, una entidad

sagrada que se ha perdido, pero que no deja de ser ese lugar mágico, donde existen juegos,

imaginación, música, luz, un paraíso sin traumas ni problemas, que encontramos en este mundo, no

en un Dios que no nos da certeza; paraíso que es arrasado por el porvenir del tiempo que nos roba el

encanto para volver todo ironía, dejando solo trozos del paso del tiempo, arrojándonos en un destino

escombro y desencantado que no queremos.

“En verdad la infancia de mi memoria “real” no es hechizada, fue más bien habitada por un
sentimiento de soledad y miedo. Por eso me gusta particularmente la imagen de la infancia que
elabora Héctor Rojas Herazo en su conocido texto sobre el tema. El asunto es un poco complejo. El
primer movimiento para la invención de esa infancia, de  ese “reino vegetal” y materno, es la
intención de rechazar mi infancia “real”. Para ello saqueo la imagen de la infancia que tienen mis
hermanos. Yo escuché sus recuerdos y quise tener un mundo como ellos lo vivieron” [ CITATION
Róm16 \l 9226 ]

“El ángel estaba asomado a la ventana

bajo la enredadera llamada trompeta de ángeles

Pero él no tocaba sus trompetas sino que repetía

“dame un poco de ese dulce de tamarindo” (La visita)

Por otra parte, Dios es desechado y negado ese relato religioso dador de “sentido”, para tener un

hablante lírico entregado hacia sí mismo, constructor de sus viajes y referentes divinos; puesto que

no hay certeza de un más allá, porque cada día volvemos a ficcionalizar ese paraíso. Por ello es

necesario construir un reino de este mundo, un mundo trascendente, con sus cotidianidades,

dualidades, naturaleza y garras, un mundo donde no somos mejores ni peores, donde todos somos

mortales, e moscas y de ángeles, conjugados entre la luz y la sombra. Por hecho es necesario la
muerte de dios, sin embargo, una muerte que es digerida. En este sentido diríamos que la

transcendencia se incorpora o se piensa desde adentro, desde lo íntimo. Un transito de lo afuera hacia

dentro que no deja de preguntar y de dudar sobre la religión, luego de preguntarse si será conveniente

comerse a dios (ese algo) que ya tiene mucho tiempo expuesto al aire libre.

“Algunos separan una porción y la llevan para sus casas

Otros se preguntan si será conveniente

Comer de un alimento que ha estado tanto tiempo expuesto a la intemperie.” (Escena de Marbella)

Bibliografía
Aguirre, R. B. (23 de febrero de 2016). Entrevista al poeta Rómulo Bustos Aguirre. (G. T. Ruiz,
Entrevistador)
Aguirre, R. B. (2018). De moscas y de angeles . Bogota : Pontificia Universidad Javeriana.

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