Esta conferencia de Yokoi Kenji, es un reflejo de lo que somos y la clara evidencia
del actuar diario de quienes habitan, no solo en ciudad Bolívar, sino todo el territorio nacional, y todo este actuar nos indicia el expositor que es originario de la gran cantidad de mitos con las que hemos crecido en Colombia. Es normal para el colombiano escuchar a diario la palabra pobreza y compartir conversaciones que tengan que ver con la aparente difícil situación que se vive en el país. El presidente no sirve, se roban la plata, hay corrupción, el subsidio no llegó, pobre pero limpio, pobre pero remendado, no tenemos para comer hoy, todo está caro y hasta no hay nada que hacer, son algunas de las frases de los mitos que reflejan la pobre mentalidad de los habitantes del segundo país más rico en biodiversidad y uno de los más fuertes del mundo en recursos naturales no renovables. Sin embargo, como lo deja en evidencia Yokoi Kenji, si esa pregunta se le hace a un extranjero, la respuesta es totalmente opuesta a quien se ha creído que vive en uno de los países más pobres del mundo. Si le preguntamos a un colombiano ¿Cómo está Colombia?, de seguro diría que mal, hay llevándola. Pero la realidad es que el país está bien. El extranjero lo sabe, por eso viene, invierte y aprovecha todo el potencial de este amplio territorio. Claro que lo triste es que el colombiano nunca descubre que está en uno de los países más ricos de toda la tierra. Esa pobreza mental y de espíritu, atada a una cultura transmitida a su vez de generación en generación, es retroalimentada por una clase dirigente dedicada a mantenerla a través de programas que permitan a la comunidad y a sus aparentes líderes, seguir convencidos que estamos en un país de pobres. O entonces cómo explicar que países como Japón, con escasas tierras para sembrar, donde buena parte de la comida se produce en invernaderos, no tiene esmeraldas, minerales, bosques, ni recursos naturales, y su extensión es menor a la Amazonía colombiana, y donde en esa pequeña isla conviven 130 millones de habitantes, sea la tercera potencia económica del mundo. Y cómo entender que Colombia, el segundo país con mayor diversidad biológica del mundo, 35 especies de plantas en todo su territorio, vertebrados, aves, reptiles, anfibios, peces, centenares de páramos, yacimientos de petróleo, carbón, oro, níquel, plata, platino, esmeraldas, café, gas, esmeraldas, frutas, verduras, dos costas, ríos, tierras cultivables, ganado y flores, ¿tenga una mentalidad tan pobre y no figure en la economía mundial? Todo indica que el pecado colombiano de tener esta mentalidad de pobreza es generacional y nos remonta a la época de la colonia. Mientras los japoneses, y otras sociedades europeas y norteamericanas aprendieron a ser disciplinados, solidarios, a trabajar en equipo, en Colombia hay egoísmo, se improvisa, responsabilidad, falta mucha disciplina y aún permanece el mito de que existen razas superiores con mayor inteligencia y se menosprecia la capacidad de quienes nacen en el país. Para colmo de males los líderes políticos siguen transmitiendo esta idiosincrasia de hacer creer al pueblo colombiano que vivimos en un país pobre, es solo para tenerlos sometidos y engañados lejos de la realidad, y así ellos en su corrupción poder seguir desangrando los recursos de la nación. Y es que para nadie es un secreto que a los líderes políticos les conviene tenerlos analfabetas, sometidos, y con esa pobreza mental y espiritual con la que se vive en Colombia. Esta conferencia deja como aprendizaje que los japoneses no son más inteligentes que los colombianos, la única verdad es que la cooperación, la disciplina y el trabajo en equipo, fueron algunos de los aspectos que llevaron a los japoneses a apoderarse de las mejores empresas constructoras de carros, celulares, motos, televisores, radios y toda la electrónica mundial. No fue la inteligencia, fue la disciplina.