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ASPECTOS FORMALES DE LA REDACCIÓN

DE UN TRABAJO DE INVESTIGACIÓN:
UNA PROPUESTA

Francisca Rosa Álamo Vera


Revisado en octubre 2011
Tabla de contenidos

1. Equilibrio interno del documento: la tabla de contenidos ........................... 5


2. La introducción y las conclusiones ....................................................... 6
3. La sección de Referencias ................................................................. 7
4. Los anexos .................................................................................... 9
5. Tipo de letra, márgenes y formato de párrafo ......................................... 9
6. Las ilustraciones............................................................................ 12
7. Las relaciones............................................................................... 13
8. ¿Cómo citar una obra? ..................................................................... 14
9. Algunas notas ortográficas y gramaticales ............................................. 15
ASPECTOS FORMALES DE LA REDACCIÓN DE
UN TRABAJO DE INVESTIGACIÓN: UNA PROPUESTA

Las sugerencias que se incluyen a continuación representan una guía que orientará
al investigador novel en la elaboración y redacción de un trabajo científico. En
ningún caso se ha pretendido ofrecer un documento dogmático ni normativo en las
directrices que aquí se indican; más bien, lo que se recoge es, en esencia, el estilo
que suele aplicar su autora a los textos que redacta. No obstante, aquellos
aspectos que hacen referencia al uso de la lengua española no han de ser obviados,
en la medida en que la Real Academia de la Lengua establece las normas
ortográficas y gramaticales que han de ser respetadas en las obras editadas en
nuestro idioma.

1. Equilibrio interno del documento: la tabla de contenidos

Cuando elaboramos una tabla de contenidos, en realidad lo que estamos haciendo


es distribuir el documento en partes que han de guardar cierta consistencia
interna. Esto, implícitamente, nos conduce a crear unos capítulos principales (es
decir, sin contar la introducción ni las conclusiones) de una extensión similar en la
medida de lo posible, condición que también ha de trasladarse a la división de
cada capítulo en apartados y subapartados. Pero no debemos entender que los
capítulos, apartados y párrafos tengan que responder a una métrica cual si de
versos se tratara, sino que se ha de vigilar el no caer en desequilibrios
significativos que puedan estar disfrazando la necesidad de fusionar o desdoblar
partes concretas del trabajo.

En la tabla de contenidos han de quedar claramente reflejadas las diferentes


partes/secciones, capítulos, apartados y subapartados que componen el trabajo
que el lector encontrará a continuación. Se recomienda evitar los títulos de cuatro
dígitos; si se ha de llegar a ese nivel de desglose, en el documento se inserta un
título sin enumerar. Cada uno de los títulos de la tabla de contenidos llevará
alineado a la derecha el número de página en que comienza. Resulta útil a este

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respecto aplicar la función de creación de tablas de contenidos que ofrecen
programas como el Microsoft Word.

Para documentos extensos, es recomendable hacer dos índices como mínimo: (a)
uno para los títulos de los elementos del documento –índice de contenidos- y (b)
otro para las ilustraciones (véase apartado 6), donde se recogerán los títulos de los
cuadros, tablas, gráficos o figuras, distinguiendo entre los diferentes bloques.

Los títulos no suelen llevar punto y final y se debe evitar el uso de las iniciales en
mayúscula, excepto en aquellos términos que la norma lingüística vigente
determina escribir en mayúscula. Si un título está dividido en dos partes, estas
suelen ser separadas con dos puntos; detrás de ellos, se recomienda utilizar la
inicial en minúsculas (como norma general, después de dos puntos se utiliza letra
minúscula si estos pueden ser sustituidos por una coma).

Al dar nombre a una parte del documento, se recomienda optar por títulos
relativamente cortos (máximo de 1,5 líneas), ya que el mensaje que transmiten
suele ser más claro, teniendo un mayor impacto comunicativo en el lector.

2. La introducción y las conclusiones

El trabajo de investigación ha de llevar un apartado de introducción al principio y


otro de resumen y conclusiones al final. En el primero de ellos se expondrán los
motivos que condujeron al autor a iniciar el trabajo que se presenta, así como los
objetivos generales que guiaron la realización del mismo. Tras esto, procede
presentar cómo se ha estructurado el informe a fin de dar respuesta a los objetivos
de estudio planteados, realizando una breve reseña de cada uno de los capítulos o
secciones que conforman el documento.

Por su parte, el capítulo o apartado de resumen y conclusiones recogerá


brevemente las principales reflexiones y conclusiones teóricas y prácticas, así
como las implicaciones del trabajo realizado (¿qué hemos aportado?, ¿qué hemos
aprendido? ¿qué puntos fuertes destacaríamos de nuestro trabajo?, etc.), sus

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limitaciones (¿qué puntos débiles tiene el trabajo?, ¿por qué los resultados no son
generalizables?, etc.) y las recomendaciones para realizar contribuciones a esta
línea de trabajo en el futuro (¿cómo se podría complementar y mejorar el trabajo
que se ha presentado?).

3. La sección de Referencias

A la lista situada al final del documento (o, alternativamente, al final de cada


capítulo) que recoge todas las obras citadas en el texto se le denomina
referencias. Por contra, bajo el título bibliografía recogeremos la relación de
todas las obras que han sido consultadas, independientemente de que las hayamos
citado o no, lo cual puede resultar oportuno en determinadas ocasiones, como por
ejemplo cuando, para hacernos una idea general de alguna materia sobre la que
nos estemos documentando, consultamos diferentes fuentes en una etapa de
indagación inicial.

Como recomendación general, a medida que se va redactando el documento, se ha


de ir elaborando la lista de las obras citadas. Esta elaboración gradual de la
sección de referencias nos evitará el que perdamos la pista a una determinada
obra y al final nos veamos obligados a excluirla del trabajo. A este respecto, es
necesario comprobar que todas las referencias que están en el texto se hallan en
el apartado correspondiente y que no se incluye en este ninguna obra que no haya
sido citada. Una forma útil de comprobarlo es buscar en el texto los números 19 y
20, con lo cual el tratamiento de textos detectará todos los años comprendidos
entre 1900 y 2099. Todos los autores hallados se van anotando en un documento
aparte, sin formatos (negritas, cursivas, subrayados, etc.), y se ordenan
alfabéticamente. Al final, se realiza una sencilla comprobación entre las obras que
hemos hallado citadas en el trabajo y aquellas que están incluidas en las
referencias.

Cada tipo de referencia bibliográfica ha de atender a un formato determinado.


Como norma general, se escribirán con mayúsculas todas las palabras principales
del título de una obra (es decir, exceptuando artículos y preposiciones); los títulos

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de los artículos, comunicaciones y ponencias presentadas en congresos y capítulos
de libro irán solo con la inicial en mayúscula y, si van separados con dos puntos,
después de ellos se utilizará minúscula. Un posible estilo a seguir es:

Artículo:

Skok, J.E. (1989). «Toward a definition of strategic management for the public sector».
American Review of Public Administration. Vol. 19, Nº 2: 133-147.

Libro:

Nutt, P.C. y Backoff, R.W. (1992). Strategic Management of Public and Third Sector
Organizations: A Handbook for Leaders. San Francisco, Jossey-Bass.

Libro de editores:

Levine, A. & Associates (Eds.) (1989). Shaping Higher Education's Future: Demographic
Realities and Opportunities, 1990-2000. San Francisco, Jossey-Bass.

Si se trata de un solo editor, se pone «(Ed.)».

Artículo en un libro de editores:

Easterlin, R.A. (1989). «Demography is not destiny in higher education», en Levine, A. &
Associates (Eds.). Shaping Higher Education's Future: Demographic Realities and Opportunities,
1990-2000. San Francisco, Jossey-Bass: 135-141.

Tesis doctoral no publicada:

Duncan, R.J. (1971). The Effects of Perceived Environmental Uncertainty on Organizational


Decision Unit Structure: A Cybernetic Approach. Tesis doctoral. Yale University.

Tesis doctoral publicada:

Agwu, P.A. (1992). Strategic Planning in Higher Education: A Study of Application in Arkansas
Senior Colleges and Universities. UMI Dissertation Services.

Trabajo presentado en un congreso:

Robbins, S.R. y Duncan, R.B. (1987). «The formulation and implementation of strategic vision:
a tool for change». Documento presentado en la 7th Strategic Management Society Conference,
Boston.

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Documento corporativo (es decir, sin autor):

Gobierno de Canarias (1999). Presupuestos Generales de la Comunidad Autónoma de Canarias


para 1999.

Si, además, cuenta con editorial y lugar de edición, se han de indicar después
del título de la obra.

Documento obtenido en Internet:

Andersen, V. y Lawrie, G. (2002). «Improving public sector governance through better strategic
management», en línea, 2GC Active Management. Working paper. May.
«http://www.2gc.co.uk/pdf/2GC-IPSG.pdf» [Fecha de consulta: 5 de junio de 2002].

Algunos documentos descargados de Internet indican cómo han de ser


referenciados.

4. Los anexos

En ocasiones, utilizamos información que apoya al contenido principal del


documento, pero consideramos que su inclusión en el mismo puede romper el hilo
discursivo de la presentación de nuestra investigación. Así, tablas de datos de
fuentes primarias o secundarias, normativa legal, un cuestionario o guion de
entrevista, etc. son llevados a lo que denominamos anexo. Los anexos han de ser
situados al final del documento, después de las referencias, enumerados
correlativamente en función de su llamada en el texto principal.

5. Tipo de letra, márgenes y formato de párrafo

Para el texto principal se recomienda una letra de tamaño 12, con un espacio
interlineal que puede oscilar entre 1,2 y 1,5. En cuanto al tipo de letra, Arial y
Times New Roman suelen ser los más empleados. A título informativo, la letra del
logotipo de la ULPGC es Trebuchet MS.

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Se recomienda poner los encabezados, pies, notas al pie y números de página en
una letra de menor tamaño que el resto del documento. Normalmente se utiliza el
tamaño 10. Una nota al pie ha de ser utilizada cuando la información que aporta es
marginal para el contenido del párrafo en que se remite al lector a ella. Estas
notas llevarán una numeración correlativa para todo el trabajo de investigación.
Para las ilustraciones (que serán tratadas en el siguiente apartado), se podrá
utilizar una letra negrita de tamaño 12 en el título y de tamaño 10 sin negrita en la
fuente.

Las páginas irán enumeradas correlativamente desde la primera página del


documento, es decir, se ha de contar desde aquella en que se indica el título del
trabajo y firman autores y directores/coordinadores, si procede. Cuando se
imprime a doble cara, los reversos de las páginas también computan en la
numeración, aunque estén en blanco. A este respecto, si se opta por incluir una
portada para cada capítulo, aunque no debe llevar el número de página que le
corresponde, sí será considerada en la numeración global del documento. En
cuanto a la fuente para el número de página, se recomienda que sea la misma que
para el texto, aunque, como ya hemos comentado, de menor tamaño.

Si se opta por una encuadernación a doble cara para el documento, se ha de tener


en cuenta la posición del número de página. En este caso, es preferible que su
lugar en la página sea en la parte inferior y centrado y, si se coloca en la parte
superior, se alternará entre margen izquierdo en páginas pares y derecho en
impares. En las páginas apaisadas se suprimen el encabezado y la numeración,
aunque el número de la página es computable.

Los márgenes han de establecerse teniendo en cuenta el tipo de encuadernación y


de impresión -a una cara o a doble cara- que se vaya a realizar. Como estándar,
son aceptables unos márgenes superior, inferior, izquierdo y derecho de 2,5 cm
cada uno. Sin embargo, estos pueden ampliarse o reducirse en función de que se
vaya a imprimir a una sola cara o a doble cara y de cuántos centímetros del
margen izquierdo se prevé que ocupe el encuadernado del documento (téngase en

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cuenta, por ejemplo, que la encuadernación con anillas ocupa menos espacio que
la de imprenta).

A algunas personas les gusta escribir comenzando el párrafo con una sangría de la
primera línea. Este uso, cada vez menos generalizado, tiene sentido cuando los
párrafos cuentan con la misma separación o interlineado entre las líneas que están
dentro del párrafo que entre un párrafo y el siguiente. Sin embargo, si se opta por
separar los párrafos (por ejemplo, con dos retornos o intros o estableciendo en el
formato dejar espacio antes/después del párrafo), no debería utilizarse la sangría
de la primera línea del párrafo. En otras palabras, se ha de optar por un modelo o
por otro: la separación de párrafos con espacio en blanco y con sangría de primera
línea es un estilo redundante. En este documento, como se puede comprobar, se
utiliza la primera de estas alternativas.

También se ha de evitar que una línea de un párrafo pueda quedar sola al final o al
principio de una página. En algunas aplicaciones informáticas, esto viene recogido
como evitar líneas viudas y huérfanas o mantener texto junto. Dentro de las
tablas se puede fijar que una fila no quede dividida en dos páginas.

Se ha de cuidar no insertar dos espacios, en vez de uno, entre una palabra y otra.
Para evitar que queden dobles espacios en el documento, se recomienda ejecutar
la función de buscar y reemplazar dos espacios por un espacio dos veces (así
controlaremos también la posibilidad de haber pulsado tres veces sobre la barra
espaciadora).

Se ha de evitar el abuso de la negrita en el cuerpo de un texto, quedando


reservado su uso para los títulos. De todos modos, en ocasiones redactamos
párrafos que están tratando temas susceptibles de llevar un título propio, optando
en estas ocasiones por destacar con negrita las palabras de cada párrafo que, en
cierto modo, constituirían un subtítulo.

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6. Las ilustraciones

Al elaborar cualquier trabajo de investigación, podemos distinguir diferentes tipos


de ilustraciones de uso generalizado. Aquí destacamos las siguientes, por ser quizá
a las que más ampliamente se recurre en nuestra rama de conocimiento:

Cuadro: Contiene información sintetizada que no se desea comentar de forma


extensa en el cuerpo del documento. Suele utilizarse más para recoger texto.
Ejemplo, un cuadro con un resumen de las principales investigaciones sobre un
tema concreto.

Tabla: Contiene información numérica, básicamente las estadísticas


relacionadas con el trabajo de campo u otras que hayamos obtenido de fuentes
secundarias.

Gráfico: Imagen que resume datos numéricos, distinguiendo entre gráficos de


barras, de puntos, de pastel, etc.

Figura: Cualquier dibujo, esquema, etc. que nos dé una imagen que apoye al
texto. Por ejemplo, cómo se ha desarrollado un determinado proceso.

Se debe intentar no ser redundante en el uso de las ilustraciones. En otras


palabras, si hemos insertado una tabla de datos no hagamos también un gráfico
que recoge los datos de esa tabla, siendo más recomendable optar por una o por
otra forma de presentar esa información.

Cada vez que insertemos en el texto un cuadro, una tabla, un gráfico o una figura,
este ha de haber sido citado en el párrafo que le precede si la distribución del
texto en la página así lo permite; en caso contrario, se ha de situar al principio de
la siguiente página y continuar escribiendo en la página en que ha sido citado
hasta completarla al máximo posible.

Las ilustraciones han de llevar un número correlativo para cada tipo, un título y
una fuente. El número puede ser reiniciado con cada capítulo, comenzando en tal
caso el número de la ilustración con el número del capítulo seguido de un punto y

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el número de la ilustración. Por ejemplo, cuadro 2.5, que será el quinto cuadro del
capítulo segundo.

Si la ilustración ha sido obtenida de una obra (libro, artículo, etc.), en la fuente de


la misma se ha de indicar el autor, año y página. Si es creación del investigador, se
ha de indicar con la expresión Elaboración propia. Si es resultado de
modificaciones realizadas sobre la ilustración original, se ha de señalar con el
texto Elaboración propia a partir de Autor (año:página).

Es importante que cada categoría de ilustración guarde homogeneidad de criterios.


Por ejemplo, todos los cuadros han de ser elaborados utilizando los mismos tipos
de línea (simple, gruesa, doble, etc.) en cada parte de los mismos. A este
respecto, si se prevé que el original impreso del trabajo va a ser fotocopiado, se
recomienda no usar sombreados en las celdas, puesto que, al reproducir las copias,
estos pierden calidad y generan un efecto borroso en las celdas afectadas.

7. Las relaciones

Cuando se desea relacionar categorías, características, ventajas, inconvenientes,


etapas, etc., se ha de seguir siempre el mismo criterio. Una alternativa es:

Si la relación está incluida dentro de un párrafo, se puede elegir una de estas


opciones: (a), (b), (c),...; (1), (2), (3),...; o bien (i), (ii), (iii),...

Si la relación está fuera de un párrafo, se puede optar por símbolos como «•»,
« », «–», etc., iniciando cada punto de la relación con uno de estos símbolos,
detrás del cual se añadirá una sangría de párrafo (del mismo modo que se está
haciendo en esta página). Los tratamientos de textos cuentan con una opción
para realizar esta sangría insertando el símbolo elegido. Ahora bien, se ha de
utilizar el mismo símbolo, así como las mismas distancias de sangría al margen
izquierdo, a lo largo de todo el documento para desgloses que se sitúan en un
mismo nivel. Así mismo, en documentos como una tesis doctoral se recomienda
la sobriedad en el empleo de estos símbolos; en otras palabras, evitar iconos
como la carita feliz y similares.

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8. ¿Cómo citar una obra?

Uno de los principales obstáculos que nos encontramos la primera vez que nos
enfrentamos a la elaboración de un trabajo de investigación para el cual se han
estado utilizando distintas referencias bibliográficas es saber cómo citar una obra
en el texto, para lo cual los puntos siguientes pueden representar una guía de
criterios útil:

Cuando insertamos en el texto lo que un autor ha afirmado en su escrito:


(Autor, año).

Cuando insertamos en el texto un comentario que indica que tal autor ha


afirmado algo: Autor (año) sostiene que...

Cuando insertamos en el texto una cita copiada literalmente: el texto ha de ir


entre comillas («...») y se ha de indicar al final del mismo, entre paréntesis, el
autor, el año y la/s página/s de la obra donde se halla la cita (por ejemplo:
Teece, 1990:24-25). Alternativamente, la cita textual se puede combinar con el
punto anterior.

Cuando en una cita textual se omite parte de su texto original, este ha de ser
sustituido por: [...].

Cuando en una cita textual se añade texto, este ha de ser insertado entre
corchetes: [texto añadido].

Cuando citamos a varios autores, tanto dentro de un paréntesis como en el


texto principal, estos irán separados con punto y coma, y ordenados siguiendo
algún criterio común para todo el documento: orden alfabético o cronológico.

Cuando tenemos varias obras de un mismo autor y año, se consignará una letra
minúscula después del año, comenzando por la a: Teece (1990a) y Teece
(1990b), o bien Teece (1990ab) si se citan juntas las dos referencias. La letra a
se asignará a la primera de las obras coincidentes en autor y año que sea citada
en el documento, y así sucesivamente.

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Cuando una obra pertenezca a tres o más autores, hasta un máximo de cinco, se
escribirá el primer apellido de todos ellos la primera vez que se incluya la cita
en el documento; en veces posteriores, se indicará el apellido del primer autor
seguido de la expresión et al. (en cursiva). Si son más de cinco autores, se
utilizará esta expresión desde la primera vez que se cite la obra. En el apartado
de referencias sí han de incluirse los apellidos e iniciales del nombre de todos
ellos.

Cuando no estamos incluyendo todas las obras que tratan lo que estamos
estudiando, se señala con «e.g.,» antes de los nombres de los autores: (e.g.,
Hambrick y Mason, 1984; Teece, 1990).

9. Algunas notas ortográficas y gramaticales

A lo largo de algunos años revisando escritos de estudiantes y de compañeros de


trabajo, he ido observando determinados patrones comunes de errores al redactar
trabajos de investigación y otros informes. En los puntos siguientes trataré de
sintetizarlos a fin de que centremos la atención en ellos y podamos evitarlos:

Los signos de puntuación, paréntesis, comillas, corchetes, guiones, etc. van


unidos al texto al que afectan, es decir, sin dejar un espacio entre ellos y dicho
texto. Por ejemplo: (texto), «texto», -texto- o [texto]. No obstante, cuando se
utilice la raya para contener un texto aclaratorio o complementario, y con el
mismo lleguemos hasta el final del párrafo, la raya que cierra la frase no se
pone. Ejemplo: Estos aspectos que acabamos de comentar pueden observarse en
el cuadro 1.3 -donde se recoge una síntesis de la literatura.

Las siglas se escriben sin puntos y las abreviaturas con los puntos
correspondientes. Ejemplo de sigla, Pyme (se admite solo la inicial en
mayúscula por su uso generalizado y porque se puede vocalizar; si no, iría toda
la sigla con letras mayúsculas); ejemplo de abreviatura, EE.UU. (nótese que en
este ejemplo el punto de la abreviatura ya cierra la frase, no siendo necesario
un segundo punto y final).

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Los puntos suspensivos siempre son tres. Cuando se opta por un etcétera, puede
ponerse la palabra completa o su abreviatura, en cuyo caso se ha de escribir
etc. (con el punto correspondiente).

Los signos de cierre de interrogación (?) y exclamación (!) hacen la misma


función que un punto y seguido o un punto final, de modo que con ellos finaliza
la frase sin necesidad de colocar un punto tras ellos.

No se ha de poner una coma entre el sujeto y el verbo de una frase, excepto


cuando la frase es muy larga y se busca con ello forzar una pausa en la lectura.

Los vocablos y expresiones de otros idiomas se escriben en cursiva. Así mismo,


se puede extender esta norma a las locuciones del latín. Como norma general,
se recomienda consultar el Diccionario de la Real Academia Española y escribir
el término tal y como ahí está recogido (con o sin cursiva).

Las palabras a las que se desea dar un sentido distinto a lo que significan han de
ir entrecomilladas, pero cuando se pretende destacar una palabra (por ejemplo,
porque es un concepto que se está presentando), se utilizará la cursiva.

Los números se escriben con letra hasta el treinta. A partir del 31, se expresará
la cifra, excepto cuando se esté comenzando un párrafo. No obstante, si en un
mismo párrafo tenemos números menores y mayores que treinta, se pondrán
todos ellos con las cifras.

Es obligatorio poner la tilde a las mayúsculas.

La palabra test no tiene plural en castellano, dado que no existe el uso de


pronunciar tres consonantes finales en nuestra lengua (el test, los test).

El plural de ítem es ítems y se mantiene la tilde a pesar de ser una palabra llana
acabada en s.

La palabra Internet se escribe con mayúscula.

Se tiende a la supresión de la t del prefijo post. Ejemplo, se opta por posgrado


en lugar de postgrado.

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Cuando un sustantivo se utiliza como adjetivo (aposición), no debería llevar
plural (por ejemplo, factores clave, estados miembro, etc.). En cualquier caso,
la RAE admite que se use plural siempre y cuando no se trate de un sustantivo
incontable. Por ejemplo, nunca podremos escribir cheques gasolinas, sino
cheques gasolina.

El verbo haber, en frases impersonales, no lleva plural. Así, si decimos hay tres
factores, habremos de decir había tres factores o hubo tres factores (y nunca
habían o hubieron).

Cuando se indica que algo se intenta alcanzar, se pretende conseguir, etc., el


verbo (intenta, pretende) no va en plural, porque la frase es impersonal. Por
ejemplo, se pretende alcanzar los siguientes objetivos.

La expresión en base a es incorrecta en nuestra lengua. En su lugar, se ha de


emplear con base en o sobre la base de.

La expresión en relación a tiene un uso limitado a la comparación de una


magnitud con otra; por ejemplo, el número de habitantes de Gran Canaria en
relación a la población de toda Canarias. En los demás casos, las expresiones
correctas son con relación a o en relación con.

No se debe utilizar la expresión a nivel de cuando aquello de lo que estemos


hablando no sea susceptible de una distinción por niveles.

El uso del gerundio sustituyendo a una frase que comience con un que más el
verbo es incorrecto. Ejemplo: Los autores de las obras consultadas, concluyendo
los aspectos más relevantes de sus trabajos... debería escribirse como Los
autores de las obras consultadas, que (o quienes) concluyen los aspectos más
relevantes de sus trabajos...

Si redactamos con dos sustantivos seguidos o precedidos de un adjetivo, este


debería ir en plural y en concordancia de género. Ejemplo, la planificación y la
dirección estratégicas.

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Como regla general, se recomienda consultar el Diccionario de la Lengua Española
y el Diccionario Panhispánico de Dudas cuando se suscite alguna duda ortográfica o
gramatical con respecto al uso de un término, expresión o locución. Ambos son
editados por la Real Academia Española de la Lengua (RAE) y están disponibles en
la página web «www.rae.es», desde donde también es posible realizar consultas
lingüísticas a la RAE.

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