La idolatría de los otros aspectos de la realidad se halla junto a la idolatría
del aspecto síquico. El vitalismo, que deifica una corriente eternamente f lu- yente de vida, está no menos idólatramente dirigida que la religión del senti- miento. El historicismo moderno, que pone su esperanza para la humanidad en el desarrollo cultural interminable, es no menos idólatra que el materia- lismo moderno, el cual declara que el aspecto del movimiento investigado por las ciencias naturales es el principio y fin de la realidad. ¿Hemos ahora empezado a ver cómo el motivo religioso básico de nuestra vida gobierna y determina nuestra visión entera de la realidad? ¿No es obvio que una antítesis irreconciliable se halla operando entre la religión cristiana y el servicio a un ídolo? A la luz del conf licto entre los diferentes motivos básicos, ¿podemos todavía mantener que la religión cristiana es significa- tiva sólo para nuestra vida de fe y no para nuestra visión de la realidad? ¡Ciertamente no! En este punto no podemos escapar de nosotros mismos. La religión cristiana no puede ser negociada. No es un tesoro que podamos encerrar entre las reliquias en una cámara interna. O bien es una levadura que permea toda nuestra vida y pensamiento, o no es más que una teoría que no logra tocarnos internamente. ¿Pero, qué tiene que ver el motivo cristiano básico con las necesidades concretas de la acción política y social? Este es el asunto clave hoy, especial- mente para aquellos que atestiguaron la liquidación de los varios partidos y organizaciones políticos cristianos durante la guerra. Después de todo, uno podría argumentar, las confesiones cristianas no ofrecen respuestas a las cuestiones políticas y sociales del tiempo presente. Es ciertamente verdad que las confesiones de la iglesia no abordan estos problemas. Su carácter eclesiástico les impide que se aventuren en los asuntos sociales. Pero si el motivo básico de la religión cristiana opera en nuestras vidas, entonces cam- bia radicalmente incluso nuestra visión de la naturaleza interna del Estado y su relación con las otras esferas sociales. Con el motivo básico cristiano descubrimos los principios verdaderos para la vida política y para la vida social como un todo. Por ende, la antítesis entre estos principios y los de una orientación apóstata debe necesariamente ser expresada.
SOCIEDAD Y SOBERANÍA DE LAS ESFERAS
Como un principio del orden de la creación, la soberanía de las esferas
también pertenece a la segunda estructura de la realidad. Se aplica a la estructura de formas sociales, tales como la familia, el Estado, la iglesia, la escuela, la empresa económica y demás. Como con los aspectos de la realidad, nuestra visión de la naturaleza interna, la relación mutua y la coherencia de las diferentes esferas sociales está gobernada por nuestro punto de partida religioso. El motivo básico cristiano penetra a la unidad radical de todas