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Taller de danza teatro a

distancia
Estudiante: Iginia Macuaran

Cédula de Identidad: 23.734.743

Preguntas:

Por favor, describa como ha sido su experiencia con los ejercicios de


respiración.

A raíz de estos ejercicios he sido más consciente de mi forma de respirar, que


siempre había sido un poco desastrosa, lo que como consecuencia hacía que
mi voz fuera inestable en ciertas ocasiones. Desde que nací, tengo algunas
limitaciones físicas a causa de enfermedades respiratorias, por lo que la
respiración, en algunos momentos, es una cosa que me da problemas. Los
ejercicios ayudan mucho en ese sentido, pero además de eso, son excelente
un método de relajación a nivel físico y mental, en especial tras una situación
de estrés. Creo que cuando estás relajado, de forma natural la voz sale más
clara y se proyecta mejor de modo que los demás comprenden más
eficazmente lo que decimos y eso es lo que sucede en mi caso. En lo
particular, me estreso mucho constantemente, no es algo bueno en lo absoluto,
este tipo de ejercicios disminuyen el nivel de mi ansiedad y estrés.

Proceso de creación del personaje:

Preparé un espacio en mi sala y acomodé una mesa pequeña para el


encuentro, con sus respectivas sillas. Me pareció el lugar ideal, así que me
esmeré en ser cuidadosa con los detalles, quizá porque tiendo a ser
perfeccionista y también porque pensaba en tener la mayor comodidad posible.
Puse una música ligera, a un volumen bajo que no fuera capaz de interrumpir
la conversación sino solo amenizar. Para ello utilicé el instrumental de una
canción de un artista coreano que me gusta mucho. Además, para beber,
dispuse un par de vasos con agua fría, porque el calor y la charla siempre
provocan sed. Mi ropa era cómoda para estar en casa, sin estar desaliñada. No
quería causar mala impresión.

Al esperar su llegada me sentí nerviosa, porque quería que todo saliera bien.
Pero luego, solo respiré profundo y me dejé fluir. Recibí a mi invitada con una
sonrisa pequeña. En un principio, hubo un poco de timidez, pero poco a poco
nos fuimos sintiendo relajadas. Me dijo su nombre, se llama Amanda, que tiene
treinta y cinco años y es una apasionada maestra de escuela que adora a los
niños y ama enseñar. Ella es sin duda más habladora que yo, muy simpática,
desbordaba energía. Ríe mucho, muchísimo, y es vivaz, estrambótica, risueña.
Parece que su buen humor no tiene fin y me hace preguntarme de dónde sale
tanta energía. En un arranque de valor y curiosidad se lo pregunté, y ella, por
supuesto, se echó a reír y me comentó que ha aprendido a ser feliz porque
tiene que darle el ejemplo a su hija, que era ella también la razón por la que
escogió su profesión. Hubo preguntas, unas tantas cada vez; a veces ni
siquiera era necesario que yo cuestionara algo, porque ella, amable, me
contaba sobre sí.

Su cabello es negro, corto y lacio con un flequillo, su piel pálida. Su rostro es


ligeramente alargado, con una nariz pequeña, unos labios finos, unas cejas
casi inexistentes y unos ojos bastante grandes y expresivos con los que parece
decírtelo todo sin tapujos. Su voz tiende a ser fuerte, habla alto y claro, a
diferencia de mí, pero es una voz agradable. A veces canta y baila de la nada,
de forma espontánea. Con ciertas palabras que le recordaban canciones, ella
simplemente improvisaba y tarareaba algo. Eso fue bastante particular. Suele
llevar jeans y camisetas, prefiere llevar el pelo corto ya que si es muy largo le
molesta y dice que no es agradable para el clima caluroso. A simple vista
parece una persona seria, pero eso está alejado de la realidad. Ella tiene
gestos muy marcados, hace muecas pronunciadas con su rostro al expresarse
y eso es tan divertido de observar.

Ella me dijo que venía de la isla de Margarita, que desde muy pequeña se
mudó a Puerto La Cruz, pero que extrañaba tanto aquel hermoso lugar de
nacimiento. Le pregunté que si se marcharía si se le presentara la oportunidad,
y me respondió que no, que ya tenía una vida hecha aquí y que no tenía
sentido mudarse a estas alturas. Le di la razón, me parecía comprensible,
aunque yo soy más bien aventurera, y amaría un buen viaje para tener
experiencias nuevas.

Por supuesto, yo le conté sobre mí, porque se veía muy interesada en


conocerme de vuelta; el hablar solo de ella no le parecía justo. Le dije que me
gustaba la lluvia y el frío, ella remilgó un poco diciéndome que prefería el calor
y que la lluvia, cuando era muy fuerte, le daba un poquitito de miedo.

Esa vez se despidió de mí siendo efusiva, clamando que su hija la esperaba


para hacerle el almuerzo y se marchó no sin antes prometerme volver otro día.

¿Cuál es la diferencia, por pequeña que pueda ser, existente entre yo


misma y el personaje conforme se describe en el poema, y conforme lo
visualizo yo?

Hay muchas diferencias entre mi personaje y yo. Yo soy más delgada, baja y
de piel más oscura. Mis ojos son pequeños, mis labios y cejas bastante más
gruesos, mi cabello es rizado y tiende a esponjarse. En cuanto a la
personalidad, yo soy más tímida, mi voz no es tan fuerte y, si la suya es grave,
la mía es aguda. Mientras ella tiene un vozarrón que hace que todos le presten
atención, yo hablo más bajo y con calma, a veces tan bajo que nadie me
escucha y debo repetir. Ella sonríe mostrando todos sus dientes, yo sonrío a
labios cerrados. Su piel se ve suave y tersa, mi piel está marcada por cicatrices
de un acné ya curado. Ella es madre, tiene una hija y está casada, yo soy
quince años más joven, sin pareja ni hijos. Su atención casi entera la tiene su
hija, mi atención está en los estudios, todavía no tengo intenciones de formar
una familia propia. Es apasionada, dice las cosas sin pelos en la lengua, se ríe
a carcajadas, se le da fácil hacer chistes y ser graciosa cuando gusta; mi risa
es, en comparación, muy ligera, siempre que intento hacer un chiste tiende a
ser malo y las veces en que soy graciosa son aquellas en las que no pretendo
serlo.

¿Cómo fue su experiencia en la realización del ejercicio un “Encuentro”?

Fueron momentos divertidos. La verdad es que este ejercicio sacó a relucir


muchas partes de mí que desconocía, me ayudó a ser capaz de disociar mi
“yo” de esta persona ajena, de darle rasgos distintivos y una personalidad y
características propias, diferentes a mí, de otorgarle profundidad y meterme en
su piel, sentirlo y, de ese modo, poder expresarlo. Crear esta imagen a fondo,
hacerle cobrar vida e interactuar con el personaje fue un proceso interesante,
significativo y que me ha ayudado no solo en el ámbito de la danza y teatro,
sino también en otros aspectos, como en el desarrollo de personajes para la
creación de piezas literarias. Valoro mucho este aprendizaje.

¿Cómo me sentí con las sugerencias que me dio la facilitadora para las
lecturas de esta segunda semana del Taller de danza teatro a distancia?

Me fue bastante fácil sentirme conectada con el personaje gracias a esas


sugerencias. Algunas de ellas yo ya había pensado en hacerlas, por lo que
resultó grandioso y algo sorpresivo que la profesora realizara recomendaciones
similares. El estar en un ambiente tan relajado hizo que la experiencia resultara
cómoda, como si estuviera manteniendo una charla con una amiga, a la vez
que fue relajante e inspirador.

¿Cómo ha sido mi experiencia esta semana con la lectura del texto?

Conforme avanzo en su estudio y las lecturas se hacen algo cotidiano, me doy


cuenta de que el texto se va adhiriendo a mi mente y se convierte en algo que
está en mis pensamientos muy seguido; a veces incluso me encuentro
recitándolo sin darme cuenta y, cuando eso pasa, entonces decido compartirlo
con quien sea que esté hablando. Me he tomado la libertad de charlar sobre el
poema con otras personas. Se vuelve más y más familiar con el tiempo y me
atrevería a decir que cada vez que lo leo me gusta más.

¿Cómo ha sido su experiencia durante esta segunda clase del Taller de


danza teatro?

Me pareció más dinámica y divertida que la anterior, lo que me hace


preguntarme y sentir curiosidad sobre cómo será la siguiente clase. Me ha
gustado bastante, especialmente la idea de retratar a mi personaje, de darle
una apariencia y de tratarlo como a una persona tan viva como yo.

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