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Curso de Teleformación
Contenidos: Enrique Gracia y Gonzalo Musitu
Diseño WEB: IR Formación y Servicios Sociales
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 1
Introducción al Curso
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Módulo 2 tutor NO ENVIAR
Doc 14 Actividad
Autoreferencial
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Módulo 3 tutor tutor
Doc 15 Sentimientos
y actitudes
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Módulo 4 NO ENVIAR tutor
Doc 16, 17 Doc 18,19
Lectura 4 Lectura 4
UNIDAD 2
FORO 3
Módulo 2 NO ENVIAR NO ENVIAR
Fantasía Revisar Doc 35 Doc 36,37,38
dirigida respuestas Lectura 7 Lectura 7
Niveles de Lectura 7 Enviar al
riesgo tutor
Módulo 3 NO ENVIAR NO ENVIAR NO ENVIAR
Doc 39 Doc 40,41 Doc 37, 42, 43, 44
Lectura 5
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Módulo 4 NO ENVIAR tutor Enviar al tutor
Doc 45 Fantasía
Lectura 9 dirigida
Separación
Módulo 1 NO ENVIAR NO ENVIAR
UNIDAD 4
UNIDAD 1 : Descripción
LOS MALOS TRATOS EN LA INFANCIA: ASPECTOS CONCEPTUALES Y
TEORICOS
La unidad temática que abre este programa tiene como propósito proporcionar
una introducción teórica y conceptual al fenómeno de los malos tratos en la
infancia. A lo largo de esta unidad se examinarán aspectos y cuestiones básicas
tales como ¿qué es el maltrato infantil?, ¿cómo se definen los malos tratos?, ¿por
qué ocurren los malos tratos?, ¿es una consecuencia de psicopatologías
individuales, son el resultado de una disfunción familiar o, por el contrario, son
el efecto de problemas sociales y factores culturales?.
No se trata de dar respuestas únicas o respuestas "correctas" a cada uno de estos
interrogantes sino, más bien, poner de manifiesto la complejidad y la naturaleza
multidimensional de la problemática de los malos tratos en la infancia, así como
destacar los puntos alrededor de los cuales se suscita una mayor controversia.
Esta unidad introductoria tiene como objetivo general establecer un marco
teórico de comprensión del maltrato infantil cuyo sentido no se agote en los
límites de la unidad que lo contiene, sino que, por el contrario, adquiera
relevancia como herramienta conceptual y marco de referencia en el contexto de
las posteriores unidades temáticas. Así, por ejemplo, el examen teórico de los
distintos factores de riesgo asociados con el maltrato infantil que se realiza en
esta primera unidad, vuelve a adquirir relevancia, esta vez en una dimensión
práctica, en la Unidad 3, donde se considera, en el contexto del proceso de
investigación y toma de decisiones, la evaluación de las condiciones de riesgo
en casos particulares.
La realidad de los malos tratos en la infancia no se enfrenta, tanto
profesionalmente como no profesionalmente, desde la neutralidad emocional.
Por el contrario, asumir esa realidad y, más aún, el contacto cotidiano con niños
maltratados y sus familias, despierta intensas y profundas emociones. La
importancia de ser consciente de esos sentimientos y emociones y de reconocer
su impacto en la práctica profesional, son, desde nuestra perspectiva, aspectos
fundamentales y, por tanto, serán objeto de análisis y reflexión en el apartado
que cierra esta unidad.
El examen y análisis de los aspectos anteriores configuran cuatro módulos
alrededor de los cuales se articula esta unidad:
Objetivos:
Procedimiento:
DOCU 1
Notas útiles:
- No se requieren.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 10
DOCUMENTO DE TRABAJO Nº 1
EXPERIENCIAS Y EXPECTATIVAS
Objetivos:
Procedimiento:
DOCU 2
Notas útiles:
- No olvides que este pretest volverás a utilizarlo al final del curso de formación
para comprararlo con el postest.
- No se requieren.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 12
DOCUMENTO DE TRABAJO N 2
PRETEST
GRADO DE CONOCIMIENTO
Identificación de los
malos tratos físicos
Identificación de la
negligencia
Identificación del
maltrato psicológico
Identificación de los
abusos sexuales
Técnicas de
entrevista
Características del
desarrollo evolutivo
Evaluación de riesgo
Elaboración de
informes
Técnicas de
intervención
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 13
Objetivos:
Procedimiento:
Notas útiles:
- Puedes sustituir la "historia de un caso" por otra con la que te encuentres más
familiarizado (experiencia profesional o a través de los medios de
comunicación).
- Esta actividad se encuentra relacionada con la siguiente donde se analiza el
problema de la definición de los malos tratos.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 14
Objetivos:
Procedimiento:
1. Los problemas que plantea la definición del maltrato infantil pueden tener
importantes implicaciones prácticas.
2. La forma en que se defina el maltrato infantil puede afectar, por ejemplo, la
clasificación de los casos y de su severidad, la toma de decisiones respecto a
las acciones, legales y sociales, que deben ser emprendidas (por quién, cómo
y en qué momento) e, incluso, la percepción de quien maltrata y de quien es
maltratado, por ellos mismos y por los demás.
3. Una definición demasiado amplia puede causar ambigüedad acerca de lo
que constituye o no malos tratos en la infancia, o una definición demasiado
restringida puede dificultar la toma de decisiones para proteger a menores
en situación de riesgo antes de que ocurran daños irreversibles.
4. El maltrato infantil no es un fenómeno homogéneo. Existen importantes
diferencias con respecto a factores tales como la naturaleza de los actos de
maltrato, la intencionalidad del perpetrador, las circunstancias que llevan al
abuso y las consecuencias y secuelas del maltrato.
5. El maltrato infantil es un fenómeno complejo que involucra distintas
disciplinas y ámbitos profesionales. Como tal, el maltrato infantil puede ser
considerado, con distintos propósitos, como un problema médico, que
necesita ser diagnosticado y tratado; como un comportamiento criminal que
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 16
Notas útiles:
DOCUMENTO DE TRABAJO N3
Existen ciertos aspectos que inciden en las causas de las dificultades de la definición
de los malos tratos. Félix López hace la siguiente propuesta de estas posibles causas.
- ¿Cómo crees que los nuevos aportes de los paradigmas del buen trato a la
infancia, los términos de resiliencia, las necesidades infantiles o de
capacidades parentales suficientes pueden afectar a las definiciones de malos
tratos a la infancia?
Objetivos:
Procedimiento:
DOCU 4
Notas útiles:
Lect.Téc. 1
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 20
DOCUMENTO DE TRABAJO N 4
DEFINICIONES OPERACIONALES
1.1.A - CONTUSIONES
contusiones externas
contusiones internas
2 – ABUSO SEXUAL
2.1 – INCESTO
2.2 – VIOLACIÓN
3 – NEGLIGENCIA
3.3 – MALNUTRICIÓN
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 22
3.11 – ABANDONO
4 – MALTRATO PSICOLÓGICO
4.1 – RECHAZAR
4.2 – AISLAR
4.3 – ATERRORIZAR
4.4 – IGNORAR
4.5 – CORROMPER
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 23
CAPÍTULO 1
Entendemos como lesión, bajo un punto de vista médico, toda alteración anatómica o
Los agentes externos productores de lesiones pueden clasificarse en los cuatro grupos
siguientes:
Agentes mecánicos
Agentes físicos
Los agentes físicos incluyen la electricidad, el calor, el fuego, el frío, ... que producen
lesiones tales como quemaduras, electrocuciones, golpes de calor, congelaciones, etc.,
que afectan con frecuencia a los niños.
Agentes químicos
Los agentes químicos, drogas, cáusticos, medicamentos, ... producen también con
frecuencia lesiones y lo hacen por dos mecanismos básicos:
- por contacto con la superficie corporal, lo que sucede con los cáusticos, o
- por acción a nivel sistémico, tras su ingreso en el cuerpo, como sucede con drogas,
medicamentos etc.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 24
Agentes biológicos
Los agentes biológicos son los virus y las bacterias y tienen un papel fundamental en los
casos de negligencia, pero también pueden ser utilizados de forma intencional, tal y
como sucede en el Síndrome de Münchausen por poderes.
Contusiones
Heridas por arma blanca y por arma de fuego
1.1.A - CONTUSIONES
El mecanismos de acción, en este tipo de lesiones, no suele ser único, sino que
suelen asociarse efectos de presión, percusión, tracción, torsión y angulación, de una u
otra manera. Además, en la producción del daño, influyen otros múltiples factores:
- La fuerza viva o intensidad con que actúa la fuerza es fundamental. Por ejemplo,
una piedra lanzada con gran velocidad produce más daño que simplemente
presionada sobre la piel. Un objeto dotado de gran peso produce más daño que
otro más ligero.
CONTUSIONES EXTERNAS
Los hematomas se producen por una mayor destrucción del tejido afectado,
acumulándose la sangre en una bolsa y produciendo, además del cambio de coloración
de la piel, un abultamiento de ésta. En el cuero cabelludo, se denominan vulgarmente
chichones.
cuando inciden en zonas en las que existe un hueso subyacente, ya que entonces los
tejidos son presionados entre el hueso y el agente traumático. Así, un hematoma en una
nalga traduce la aplicación de una fuerza muy superior que si aparece en la espinilla.
Inicialmente podemos afirmar que la forma básica que tienen las equimosis y
hematomas es redondeada. Sólo en algunos casos, estas lesiones dan información
acerca del objeto que las produjo. En estos casos, se habla de hematomas figurados
que, no siendo demasiado frecuentes, son muy importantes por la información que
ofrecen sobre el objeto causante de la agresión.
Por ejemplo, los golpes producidos por un bastón pueden tener una forma
rectangular que termina en un borde redondeado que recuerda el extremo distal del
bastón. Golpes efectuados con varas flexibles, cinturones, porras, etc., pueden producir
una lesión característica constituida por dos zonas equimóticas alargadas, paralelas
entre sí y separadas por una zona central de piel sana. Grupos de pequeñas equimosis
redondeadas, de alrededor de un centímetro de diámetro, son características de la
presión efectuada con el pulpejo de los dedos, generalmente por un mecanismo de
“agarre”. Suelen aparecer en los hombros, muñecas, tobillos, brazos, e incluso a ambos
lados del cuello, en los intentos de estrangulación. Las patadas, especialmente cuando
la víctima se encuentra en el suelo, pueden producir lesiones cuya forma recuerda al
dibujo de la suela de un zapato.
Los objetos cuadrangulares, como martillos, y también las hebillas metálicas, pueden
dejar marcas que recuerdan al objeto productor.
Rara vez los hematomas dan información sobre el tamaño del objeto utilizado.
Esto es así por la distensibilidad de la piel y también por los múltiples factores que
hemos descrito con anterioridad. Es importante anotar las dimensiones de las equimosis,
pero nunca un lego podrá hacer deducciones de trascendencia por el tamaño de un
cardenal.
Hay que señalar aquí la gran dificultad que existe el la valoración de estas
lesiones en niños de raza negra, porque la tonalidad de su piel “esconde” las equimosis y
sus cambios de tonalidad. Un consejo en la práctica es comparar la zona afecta con la
contralateral, para ver si existe un abultamiento de la zona. No obstante, en ocasiones,
va a ser imposible, pues no se aprecia lesión alguna.
EROSIONES
En sentido estricto, una erosión es una contusión externa superficial que sólo
afecta a la epidermis por lo que o no produce sangrado o éste es mínimo. Es lo que
conocemos vulgarmente como arañazos, rasponazos, etc. Son lesiones muy frecuente
en los niños dado que el mero contacto con una superficie rugosa o la aplicación de una
fuerza tangencial pueden producir el levantamiento de la capa superficial de la piel.
HERIDAS CONTUSAS
1. Las producidas por la acción de grandes objetos romos aplicados con una
fuerza considerable que produce un desgarro de la piel. También se incluyen
aquí aquellas en las que el objeto, además de aplicarse con gran fuerza,
tiene un saliente o una esquina que concentra gran parte de dicha fuerza
(puños, martillos. Planchas, ...).
2. Aquellas que inciden con menor fuerza, pero sobre un plano óseo
subyacente. Si este plano óseo es una cresta, el mecanismo de lesión es de
dentro a afuera, es el hueso el que lesiona la piel. Esto ocurre en los golpes
sobre las cejas y en las espinillas. Si el plano óseo subyacente es liso, como
ocurre en el cuero cabelludo, la piel se abre por el aplastamiento entre las
dos superficies.
Las mordeduras más frecuentes son las producidas por animales, especialmente
los perros. Señalar aquí que una mordedura de perro rara vez reproduce toda la arcada
dentaria, que ésta en cualquier caso sería mayor que la humana y que produce heridas
puntiformes por la acción de los colmillos del animal, mucho más afilados y protruyentes
que los humanos.
Los arrancamientos son lesiones producidas por tracción y también a veces por
torsión. Afectan a zonas salientes del organismo, como las orejas, el pene, los testículos,
la nariz,... Son lesiones de bordes muy irregulares que habitualmente constituyen
urgencias médicas por lo que siempre van a ser valoradas por profesionales.
CONTUSIONES INTERNAS
Se incluyen aquí las que afectan a los músculos, huesos y órganos internos.
Los huesos son muy resistentes a la presión, especialmente en los niños, por su
elasticidad, pero menos a los mecanismos complejos de presión, torsión y
tracción, pudiendo producirse fracturas.
Los órganos internos se lesionan con más dificultad, por hallarse bien protegidos
en el organismo por gruesas capas musculares o por el esqueleto óseo. Sin
embargo, en traumatismos de gran intensidad, pueden aparecer contusiones
cardíacas, del hígado, bazo, contusiones pulmonares, etc.
Las fracturas óseas suelen afectar a los huesos largos, por un mecanismo de
sacudida, suelen ser bilaterales y son más frecuentes en la tibia, el fémur y el húmero.
Muchas veces, no producen dolor por lo que el diagnóstico suele ser radiológico. Por
regla general, se asume que las fracturas de húmero en niños menores de 3 años y las
de fémur en niños menores de 1 son altamente sugestivas de malos tratos.
Las lesiones neurológicas son las que causan con más frecuencia la muerte
del niño. Los distintos tipos lesionales que se presentan, son los mismos que aparecen
en los traumatismos accidentales. Lo que debe de establecer la sospecha, es la
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 30
incongruencia entre lo relatado por el cuidador y las lesiones existentes, así como la
posible coexistencia de lesiones asociadas. Como excusa suele alegarse la caída del
niño de baja altura. La literatura científica indica que en caídas de menos de 90cm, es
raro que un niño se produzca lesiones graves.
Esta también puede producirse sin violencia directa, como sucede con los
movimientos de aceleración-desaceleración provocados por la sacudida de la cabeza
en un niño pequeño.
Finalmente, señalar que los otros dos grandes grupos de lesiones producidas por
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 31
agentes externos, las producidas por arma blanca y arma de fuego, son mucho menos
frecuentes en los casos de malos tratos a los niños. Son de importancia, pues causan
muchas veces la muerte.
Las más frecuentes son las de arma blanca. Suelen consistir en cortes con
cuchillos de cocina, cuchillas de afeitar y heridas punzantes producidas por agujas,
punzones, etc. Generalmente, son lesiones superficiales aunque realmente podemos
encontrarnos con toda la variedad lesional que se da en los adultos.
Las lesiones pueden ser también producidas por agentes físicos. Los agentes
físicos habitualmente utilizados en los malos tratos a los niños son el calor, el fuego y el
frío.
Las quemaduras térmicas son aquellas lesiones locales producidas por la acción
del calor originado en distintas fuentes como la llama, líquidos calientes, vapor, sólidos
incandescentes o el calor radiante.
Los agentes implicados en las lesiones térmicas que nos encontramos en niños
maltratados, son los habitualmente disponibles en el ambiente doméstico (llamas,
líquidos calientes, vapores de la olla exprés, sólidos calientes como las planchas,
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 32
cigarrillos encendidos, radiadores o el mismo calor del sol) y por ello están implicados
también en muchos accidentes domésticos. Muchas veces, se dispone únicamente para
realizar el diagnóstico de la incongruencia entre lo relatado por el agresor y las
características de la lesión que presenta el niño. Por ello, es necesario conocer las
características propias de las quemaduras producidas por los distintos agentes:
Hay dos objetos utilizados con mucha frecuencia en los malos tratos: los
cigarrillos encendidos y las planchas calientes.
Lo más frecuente es que una quemadura de primer grado cure sin secuelas y
una de segundo grado deje una cicatriz que simula una mancha coloreada, pardusca.
Las intoxicaciones pueden ser accidentales, las más frecuentes, producidas por
error en la administración, en las dosis, o en la sustancia utilizada, por mal etiquetado o
desconocimiento de sus efectos. Se trata habitualmente de negligencias o descuidos en
el cuidado de los niños. Otras veces, el cuidador deja al alcance de los niños sustancias
peligrosas que éstos pueden ingerir produciéndose graves efectos.
Los virus y las bacterias pueden utilizarse como agente lesivo intencional. No es
frecuente sin embargo. Es más frecuente que, por error, descuido o negligencia, los
cuidadores permitan la acción de agentes infecciosos, por no llevar al niño al médico
para su oportuno tratamiento. Así, hay padres que además de lesionar a sus hijos, no
curan después correctamente sus heridas, produciéndose después la infección de las
mismas. También pueden darse casos de administración a sabiendas de comida en
evidente mal estado, como forma de vejación.
Finalmente, debemos de estudiar una cuadro clínico complejo que puede incluir
mecanismos lesivos de todos los tipos descritos anteriormente. Es el Síndrome de
Münschausen por poderes.
Hay que sospechar de este problema cuando nos encontramos a un menor con
un cuadro clínico abigarrado, con resultados analíticos normales o extraños que no se
corresponde con una enfermedad conocida, que no mejora tras los tratamientos,
existiendo una relación temporal entre las reagudizaciones y la presencia del cuidador,
cuidador abnegado que no permite que le releven en el cuidado del niño, sobreprotector
y preocupado.
consecuencias importantes tanto para el niño que puede verse apartado de sus
progenitores, como para los padres que pueden verse inmersos falsamente en conflictos
judiciales.
Hay que sospechar siempre en aquellos casos en los que el aspecto de la lesión,
su cronología o localización “no cuadran” con la explicación dada por el cuidador.
También en aquellos casos en los que se descubren accidentalmente lesiones antiguas
que no fueron atendidas en su momento.
Muchas veces, sólo el estar alerta y pensar en esa posibilidad, además del
sentido común, nos ayudará en el descubrimiento de estos casos.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 37
2. ABUSO SEXUAL
Entre las formas más comunes de abuso sexual se encuentran los siguientes
tipos:
2.1. Incesto
2.2. Violación
Factores físicos
Aunque con frecuencia los abusos sexuales no producen lesiones físicas, entre
los indicadores secundarios y lesiones de este tipo de abuso se encuentran los
siguientes:
Factores Comportamentales
Indicadores sexuales
b) Interacción sexual con iguales. La actividad sexual con iguales puede ser una
reacción al abuso sexual. En estos casos, la precocidad puede ser el resultado de una
sobreestimulación sexual del menor, también la conducta sexual puede presentar
aspectos compulsivos. Igualmente, aquí es importante diferenciar entre conductas que
desde el punto de vista del desarrollo son normales de aquellas que pueden indicar el
abuso sexual. Sin embargo, conductas sexuales como fellatio, cunnilingus, analingus o
sexo anal, puesto que son menos comunes y aceptadas son, con mayor probabilidad,
indicadores de abusos sexuales.
Indicadores no sexuales
3. NEGLIGENCIA
Factores a considerar
En un 10 por ciento de estos casos existe una causa orgánica que ocasiona el
retraso del crecimiento (graves problemas de riñón o corazón, enfermedad intestinal,
error genético del metabolismo o lesión cerebral). El resto de casos son producto de
una relación padre-hijo deteriorada que se manifiesta en una negligencia severa en
relación al cuidado físico y emocional del niño.
Sean las causas de este síndrome orgánicas o no, éste puede ser reconocido
por una serie de características físicas. El profesional debe aprender a identificar a
estos niños y solicitar una evaluación médica inmediata si se sospecha la existencia
de este síndrome ya que, si no reciben inmediata atención médica, pueden llegar a
morir o a sufrir importantes lesiones cerebrales. Los niños que padecen el Síndrome
no orgánico del crecimiento, en primer lugar, presentan un bajo peso anormal para su
edad. Como consecuencia, se hace más lento su crecimiento en cuanto a la altura.
Una manifestación de que este Síndrome ya es más severo es el tamaño pequeño de
la cabeza y el retraso en el crecimiento del cerebro. Las consecuencia a largo plazo de
este Síndrome son, además de una menor estatura, el retraso mental, las dificultades
de aprendizaje y el retraso en las habilidades lingüísticas.
3.3. Malnutrición
El niño que de forma frecuente y repetida pierde algunas de las comidas diarias
o que frecuentemente recibe cantidades insuficientes de alimento.
El niño que de forma frecuente y repetida pide comida a los vecinos, existiendo
información de que no está siendo bien alimentado.
Cuando el niño es alimentado frecuentemente con alimentos nocivos
considerando su edad, su condición física y la etapa del desarrollo en la que se
encuentra.
Factores a considerar
La edad.
La etapa del desarrollo en la que se encuentra el niño.
Las condiciones físicas del niño, particularmente si el niño necesita una dieta
especial.
Las capacidades mentales de niño, particularmente relacionadas con la
capacidad del niño para obtener y prepararse la comida.
Factores a considerar
Una familia puede vivir en una casa que no reúna las condiciones óptimas
debido a que su situación económica o de cualquier otro tipo le impida conseguir algo
mejor. Sin embargo, la simple existencia de muebles rotos, hacinamiento o desastre
en la vivienda no son por sí mismos indicadores de que sea necesaria la intervención
de profesionales de protección del menor. debe proponer la intervención siempre que
las condiciones representen un peligro para la salud o seguridad del niño, sin que ello
signifique que exista negligencia. Con más razón habrá intervención si, además de
existir peligro, los padres no tienen intención de corregir la situación, pues en este
caso la atribución de intención a los padres denota posibilidad por su parte de cambiar
la situación. En este caso sí hay negligencia.
b. Factores de la vivienda
Factores a considerar
Factores a considerar
Edad del niño; es más fácil que resulten perjudicados por estas condiciones los
niños menores de seis años.
Etapa de desarrollo del niño.
Condición física del niño.
Capacidades mentales del niño.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 47
Cuando un niño con una enfermedad o hándicap crónico serio que es tratable
médicamente sufre frecuentes hospitalizaciones o deterioros significativos debido a
que los padres ignoran las recomendaciones médicas, puede determinarse la
existencia de negligencia en los cuidados médicos. Esta forma de negligencia puede
dividirse en cuatro categorías:
a) Enfermedad grave aguda. Los casos de enfermedad grave aguda son lo que
normalmente se considera emergencias. Ejemplos de negligencia que se
incluyen en esta categoría sería que los padres se nieguen a dar permiso para
la realización de una transfusión de sangre que salve al niño de un shock, o el
negarse a llevar al hospital a un niño gravemente deshidratado.
b) Enfermedades crónicas que requieren tratamiento de por vida, tales como el
asma o la diabetes que necesitan control, medicación o terapia continua y que
si no son tratadas requieren de intervención. La negligencia se produciría si los
padres no le proporcionan al niño estos cuidados.
c) Enfermedades que incapacitan al niño o que pueden provocar la incapacidad
de éste. Esta categoría incluye aquellas enfermedades que pueden incapacitar
al niño o provocar desfiguraciones permanentes si no son tratadas
adecuadamente. Algunos ejemplos son los niños con glaucoma o cataratas
congénitas que podrían quedarse ciegos si no son operados.
d) Cuidado de la salud general del niño: revisiones pediátricas y vacunaciones.
Los pediatras informan a los padres de las revisiones y vacunaciones
necesarias para el correcto desarrollo del niño. Se produciría negligencia si los
padres no cumplen con los requisitos mínimos en cuanto a este tipo de
atención médica preventiva.
Factores a considerar
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 48
Factores a considerar
b. Factores paternos
Frecuencia de la ocurrencia.
Duración de la ocurrencia.
Momento del día o la noche en que ocurre el incidente.
Ubicación del niño.
3.11. Abandono
Si las expectativas del tiempo de duración del cuidado del niño son razonables.
Si el fracaso paterno de regresar o comunicarse es debido a la actuación del
cuidador que impide o dificulta el contacto del niño con sus padres.
Si el fracaso de regresar o comunicarse de los padres ocurre a pesar de su
capacidad de regresar o comunicarse.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 50
Influencias físicas
Entre las influencias físicas negativas para el feto se encuentran las siguientes:
Influencias psíquicas
4. MALTRATO PSICOLÓGICO
4.1. Rechazar
Infancia. Los padres no aceptan las primeras manifestaciones de apego del niño, es
decir, los padres evitan las respuestas espontáneas y naturales del bebé al contacto
humano, impidiendo la formación de las primeras relaciones. Las conductas
específicas que se producen por parte de los padres son el abandono y el rechazo a
devolver sonrisas y vocalizaciones.
Adolescencia. Los padres evitan ser conscientes del cambio en cuanto a los roles
sociales que el niño debe asumir para adquirir una mayor autonomía y auto-
determinación. Los padres tratan al adolescente como si fuera un niño pequeño,
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 53
4.2. Aislar
Primera niñez. Los padres enseñan al niño a evitar el contacto social a través de la
relación padres-hijo. Castigar los contactos sociales con adultos o niños y evitar que el
niño tenga oportunidades de contacto social serían algunas de las conductas
específicas que podrían darse en esta etapa.
Edad escolar. Los padres intentan retirar al niño de las relaciones sociales normales
con sus iguales. Como conductas específicas que se pueden dar por parte de los
padres en esta etapa estaría el prohibir al niño jugar con otros niños, prohibir al niño
que invite a otros niños a casa o retirar al niño del colegio.
4.3. Aterrorizar
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 54
Primera niñez. Los padres utilizan gestos y afirmaciones verbales extremas para
intimidar, amenazar o castigar al niño. Por ejemplo, amenazas verbales de daño
extremo o "misterioso" (producido por fantasmas, monstruos, etc.) o frecuentes
comportamientos furiosos contra el niño que se alternan con periodos de afecto
artificial.
Edad escolar. Los padres sitúan al niño ante dobles vínculos intolerables ("Mal si lo
haces, mal si no lo haces"). Algunas conductas específicas de esta forma de maltrato
en esta etapa son exponer al niño a demandas o emociones extremadamente
inconsistentes, forzar al niño a elegir entre el padre o la madre, cambios frecuentes de
las "reglas del juego" en la relación padres-hijo y criticar constantemente sin tener en
cuenta los éxitos del niño.
4.4. Ignorar
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 55
Primera niñez. Existe un patrón de frialdad y falta de afecto en el trato parental con
el niño, un fracaso en implicarse en las actividades diarias del niño y un
distanciamiento del niño de las interacciones sociales. Por ejemplo, rechazar el
implicarse en una conversación en el momento de las comidas o dejar al niño durante
largos periodos de tiempo sin la supervisión de un adulto con el que esté
emocionalmente implicado.
4.5. Corromper
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 56
Edad escolar. Los padres recompensan al niño por robar, abusar de sustancias,
pegar a otros niños o por conductas sexuales precoces. Algunas conductas
específicas son estimular al niño a atacar a otros niños, exponer al niño a pornografía,
alentar el uso de drogas, reforzar las conductas sexualmente agresivas o implicar al
niño sexualmente con adultos.
Explotar. Esta forma de maltrato estaría muy relacionada con algunos aspectos de
lo que Garbarino et al. (1986) definen como corrupción. En este caso, explotar
implicaría vejar sexualmente al niño, mantener al niño en casa desempeñando un
papel de sirviente o subordinado a los padres en lugar de ir a la escuela o alentar al
niño a participar en la producción de pornografía.
Hay que tener en cuenta que el maltrato psicológico a menudo está relacionado
con el daño físico. El aterrorizar, por ejemplo, frecuentemente va unido a actos o
amenazas de violencia física y puede producir úlceras. Las conductas relacionadas
con el ignorar al niño pueden estar asociadas con malnutrición y provocar retrasos en
el desarrollo físico e intelectual del niño. Los desórdenes en el habla, retrasos en el
desarrollo físico o el retraso no orgánico del desarrollo, pueden ser algunos de los
indicadores físicos del maltrato psicológico.
Las variables ecológicas han de ser tenidas en cuenta en todos sus niveles
(intrapersonal, relaciones interpersonales diádicas, relaciones íntimas con la familia o
pequeños grupos, red social y comunidad). Por ejemplo, la severidad del maltrato
psicológico es mayor cuando son varios miembros o la familia en su totalidad los que
acosan a la víctima.
Objetivos:
Procedimiento:
DOCU 5
DOCU 6
DOCU 7
DOCU 8
Notas útiles:
Lect.Téc. 1
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 61
DOCUMENTO DE TRABAJO N 5
FORMAS DE MALOS TRATOS: Malos tratos físicos
En esta categoría se incluyen daños como resultado de castigos
físicos severos, agresiones deliberadas con instrumentos (cuchillos, cigarrillos,
correas…) o sin instrumentos, así como cualquier otro acto de crueldad física
hacia los niños
Las formas más comunes de maltrato físico incluyen:
— Golpes con instrumentos.
— Golpes con las manos.
— Producir quemaduras o escaldaduras intencionalmente.
— Patadas.
— Exposición a la intemperie deliberada.
— Encerrar o atar.
— Estrangulación, asfixia.
— Heridas con objetos cortantes o punzantes.
— Envenenamiento.
— Ahogamiento.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 62
DOCUMENTO DE TRABAJO N 6
FORMAS DE MALOS TRATOS: Negligencia
Las formas de negligencia que comúnmente ocurren en el contexto
familiar incluyen:
— Síndrome de retraso no orgánico en el desarrollo. El peso, altura y
desarrollo motor de un niño, se encuentra significativamente por
debajo del promedio normal de tasa de crecimiento de los niños
normales, sin causa orgánica que justifique este hecho. Este síndrome
es más corriente entre los niños de corta edad y, generalmente, es
debido a la falta de alimentos y a la deprivación emocional.
— Negligencia en la alimentación. Cuando la alimentación de un niño es
insuficiente en cantidad, así como cuando la dieta no reúna la calidad
y nutrientes apropiados. En su extremo, este tipo de negligencia
puede dar lugar a la malnutrición del niño (El síndrome de retraso en
el desarrollo es un caso específico de negligencia nutricional y
psicológica).
— Falta de supervisión. Cuando un niño es dejado sin atención o bajo el
cuidado de otros niños demasiado jóvenes para protegerlo de posibles
daños, o cuando la supervisión de los padres es inadecuada (dejar a
un niño en la calle sin supervisión o cuando la desatención permite
que un niño manipule o ingiera sustancias tóxicas o realice
actividades peligrosas).
— Abandono. Cuando un niño es completamente desatendido durante
largos períodos de tiempo.
— Higiene inadecuada.
— Vestidos insuficientes o inadecuados. Ropa sucia, rota o vestidos
inadecuados para las condiciones climatológicas.
— Negligencia médica. Cuidado médico y dental inadecuado, incluyendo
la negligencia en proporcionar la medicación de forma adecuada.
— Negligencia educacional. Cuando un padre o cuidador no proporciona
al niño el desarrollo educativo apropiado. El problema que se identifica
más a menudo con la negligencia educacional es el absentismo
escolar.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 63
DOCUMENTO DE TRABAJO N 7
FORMAS DE MALOS TRATOS: Maltrato psicológico
De acuerdo con Garbarino et al. (1986), el maltrato emocional es un
patrón de conductas psicológicamente destructivas, y se define como actos u
omisiones de un adulto que amenazan el desarrollo de la identidad y la
competencia social de un niño. En esta categoría se incluyen agresiones
verbales (amenazas, insultos, sarcasmos, desprecios continuos, gritos…),
respuestas impredecibles e inconsistentes, constantes disputas familiares,
comunicación caracterizada por dobles mensajes, y privación de experiencias
sociales normales. El maltrato emocional o psicológico puede tomar cinco
formas:
— Rechazar: El adulto rehusa reconocer la importancia y legitimidad de
las necesidades de un niño.
— Aislar: El adulto impide al niño el acceso a experiencias sociales
habituales y normales, impide la formación de amistades y hace creer
al niño que está solo en el mundo.
— Aterrorizar: El adulto ataca verbalmente al niño, crea un clima de
miedo, intimida y asusta al niño, y le hace creer que el mundo es
caprichoso y hostil.
— Ignorar: El adulto no proporciona la estimulación y responsividad
esencial para su desarrollo, impide su crecimiento emocional y su
desarrollo intelectual.
— Corromper: El adulto des-socializa al niño, le estimula a implicarse en
conductas destructivas, refuerza esa desviación e incapacita al niño
para las experiencias sociales normales.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 64
DOCUMENTO DE TRABAJO N 8
FORMAS DE MALOS TRATOS: Abuso sexual
Entre las formas más comunes de abuso sexual se encuentran:
— Incesto: Contacto físico sexual o relación sexual por un pariente de
consanguinidad lineal (padre/madre, abuelo/a o por hermano/a, tio/a,
sobrino/a). se incluye también el contacto físico sexual con figuras
adultas que estén cubriendo de manera estable el papel de figuras
parentales (padres adoptivos, padrastros, parejas estables...).
— Violación: Contacto físico sexual o relación sexual por una persona
adulta con un menor exceptuando los casos señalados en el apartado
anterior como incesto.
— Vejación sexual: Conducta sexual con un menor cuando tal contacto,
estimulación o interacción es usado para la estimulación o
gratificación de las necesidades o deseos sexuales de un adulto.
Incluye:
• El tocamiento/manoseo intencionado de los genitales o partes
íntimas.
• Alentar, forzar o permitir que el niño toque de manera inapropiada
las mismas partes del perpetrador.
— Abuso sexual sin contacto físico: incluye
• Solicitud indecente a un niño o seducción verbal explícita.
• Exponer los órganos sexuales a un niño con el propósito de
obtener excitación/gratificación sexual, agresión, degradación o
propósitos similares.
• Realizar el acto sexual intencionadamente en la presencia de un
menor con el objeto de buscar la excitación o la gratificación
sexual, agresión, degradación u otros propósitos semejantes.
• Masturbación en presencia de un niño/a.
— Explotación sexual: utilización de menores en la producción de
pornografía o en la prostitución infantil.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 65
Objetivos:
Procedimiento:
DOCU 9
Notas útiles:
Lect.Téc. 2
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 67
ÍNDICE
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 68
4.1. Antecedentes
4.1. La Convención sobre los Derechos del Niño: génesis y caracteres
3.1. Introducción
3.2. La Constitución de 1978
4. EL MALTRATO EN LA LEGISLACIÓN
4.1. Introducción
4.2. La protección penal
5. ANEXO LEGISLACIÓN
6. BIBLIOGRAFÍA
El concepto infancia dista mucho de ser objetivo o universal. Por una parte,
porque cada sociedad, cada cultura, cada forma de vida, define explícita o
implícitamente qué debe entenderse por infancia, cuáles son sus
características, y, en consecuencia, qué períodos de la vida incluye. Por otra
parte, diversos historiadores y otros estudiosos1 nos han mostrado cómo en
diferentes momentos históricos de una misma cultura el significado del
concepto también ha ido cambiando2.
evolucionando. Así, la noción de infancia que hoy en día tenemos y que nos
parece una evidencia fuera de toda duda5, no ha existido ni mucho menos a lo
largo de todos los tiempos, sino que por el contrario es una creación reciente,
que emerge definitivamente sólo después de la revolución industrial. La idea,
por ejemplo, de que el niño o la niña es un sujeto de derechos no quedará
plasmada en la normativa internacional hasta la aprobación por la Asamblea
General de las Naciones Unidas de la Convención de los Derechos del Niño el
20 de noviembre de 19896.
5
PANCHÓN IGLESIAS, Carme, "Manual de pedagogía de la inadaptación social", Ed. Dulac,
Barcelona, 1998, pág. 11, sostiene que las definiciones o el modelo de infancia que predominan o se
aceptan en las sociedades occidentales se convierten en el patrón universal, el modelo ideal que responde
al discurso de la clase social dominante; esta clase social intenta que los niños y las niñas, mediante la
educación, se conviertan en agentes perpetuadores del sistema socioeconómico que se identifica como
normal.
6
PICONTÓ NOVALES, Teresa, "La protección de la infancia. Aspectos sociales y jurídicos", Ed.
Egido, Zaragoza, 1996, pág. 89, sustenta que de una visión panorámica que incluya también el proceso
histórico de la protección de la infancia, podría deducirse que el niño tiene tres categorías de derechos: "el
derecho a beneficiarse de algo", en el que se incluirían la alimentación, medicinas, cuidados, afecto. Esta
es la dimensión adoptada por la ONU en la Declaración de los Derechos del Niño de 1959. En segundo
lugar, el niño tiene "derecho a ser protegido de cualquier cosa", esto es, de aquello que atenta o puede
atentar a su integridad física o psíquica, ya sean malos tratos, tortura, explotación laboral. Por último,
estaría el derecho del niño a "hacer algo, alguna actividad", como puede ser la de expresarse, participar en
las decisiones que afecten a su vida.
7
A este respecto COTS i MONER, Jordi, “La Declaració Universal dels Drets de l’Infant”, Estudis Rosa
Sensat, Edicions 62, Barcelona, 1979, pág. 33, afirma que en el siglo XVIII empieza a concretarse un
cambio de actitud con respecto a la infancia. Y añade a continuación que Jean J. Rousseau, con su tratado
de pedagogía "Emile" (publicado en 1762) es el símbolo de ese cambio.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 71
Los niños, hasta finales del siglo XIX habían sido vendidos, encarcelados,
torturados, utilizados en trabajos durísimos desarrollados en el interior de las
minas y de las fábricas como consecuencia del proceso de industrialización.
Fue durante esa época que empezó a surgir la concepción del menor como
sujeto digno de protección. En la consecución de dicho logro participaron de
forma importante las aportaciones realizadas por las ciencias sociales,
especialmente por la psicología, la pedagogía y la sociología.
No obstante, habrá que esperar hasta el siglo XX para que la infancia sea
tenida en cuenta como tal. El hecho más relevante acaecido durante el pasado
siglo fue, sin duda, la aprobación por las Naciones Unidas, en 1989, de la
Convención sobre los Derechos del Niño que encuentra sus antecedentes en la
Declaración de los Derechos del Niño aprobada, en 1959, y en la denominada
Declaración de Ginebra, aprobada en 1924. Frente a las dos anteriores, la
Convención de 1989 aporta dos grandes novedades. En primer lugar no es ya
un texto meramente declarativo de principios genéricos - la Declaración de
Ginebra enunciaba cinco, y la Declaración de 1959 incluía diez - sino un
instrumento jurídico vinculante; en segundo lugar, la concepción
exclusivamente tuitiva, es sustituida por una nueva y distinta concepción que
afirma que el niño es sujeto de derechos. El niño es, para la Convención, un
sujeto en desarrollo, pero un sujeto de derechos, y no sólo de derechos
pasivos, es decir derechos a recibir prestaciones de los adultos, sino también
de derechos activos como la libertad de conciencia, pensamiento y religión, la
libertad de expresión e información, la libertad de asociación y reunión o el
derecho de participación. En otras palabras, cabe decir que la Convención
termina con aquella vieja concepción del niño/a de ser visto como los aún-no -
aún-no adultos, aún-no responsables, aún-no capaces, aún-no competentes,
aún-no fiables, aún-no con los mismos derechos; aún-no dignos de ser
escuchados frente a la categoría de los adultos representada por la idea de los
ya-sí8.
8
VERHELLEN, Eugeen, "Convention on the Rights of the Child", Garant Publishers, Gent, 1997, pág.
16, que recoge en nuestro entorno CASAS, Ferran, “Infancia: perspectivas psicosociales”, Ed. Paidós,
Barcelona, 1998, pág. 33
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 72
La idea de que los/as niños/as han de gozar de sus propios derechos no tuvo
demasiada aceptación, como concepto internacional, hasta finalizada la
Segunda Guerra Mundial. No obstante, cuando la necesidad de unos derechos
específicos para los menores empezó a ser reconocida, su inserción definitiva
en una ley internacional todavía tardó un centenar de años en producirse10.
Será pues durante las dos últimas décadas del siglo XX que el reconocimiento
de derechos a los niños experimentará un impulso considerable. Más allá de
nuestras fronteras, en el plano internacional la aprobación y casi universal
ratificación de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del
Niño constituye un hito de trascendental importancia en este proceso.
2.1 Antecedentes
9
MELIÁ LLÁCER, Reyes, “La protección internacional de los Derechos de los Niños”, Revista General
del Derecho, nº. 536, Volumen II, 1989, pág. 2914, defiende que es a partir del siglo XX que el menor
comienza a cobrar la importancia que merece, por lo menos en el plano teórico, dado que llevar a la
práctica los derechos del niño significa la iniciación de una amplia labor de reeducación de la sociedad.
10
Los activismos a favor de los derechos del niño han sido múltiples y variados a lo largo del siglo XX.
Dejando a un lado los intentos realizados desde la comunidad internacional, destacan en el ámbito externo
los movimientos surgidos en Estados Unidos en los años 60 y 70, como el "child liberationism", liderado
por autores como John Holt y Richard Farson, que defendían una equiparación legal entre adultos y niños
ante la ley, promoviendo la adjudicación de los derechos de participación a los niños; o el "child
protectionism", con Henry Foster a la cabeza, que preconizaba una mayor protección del niño, como ser
más necesitado, en un mundo de adultos. Para un análisis más detallado de estos movimientos
vid.VEERMAB, P.E., "The rights of the child and the changing image of childhood", Ed. Martinus
Nijhoff, Dordrecht, 1992, págs. 134-138.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 73
El futuro que habría podido tener la Declaración de Ginebra se vio frustrado por
el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Finalizado este conflicto, y teniendo
muy recientes sus dramáticas consecuencias, las Naciones Unidas elaboraron
la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).
También una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas
quisieron redactar su propia Carta para la infancia, y el día 20 de noviembre de
1959 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración
Universal de los Derechos del Niño - Resolución 1386 (XIV) de la Asamblea
General de las Naciones Unidas, de 20 de noviembre de 1959 -. Dicha
declaración aunque parte de los principios anteriormente adoptados - en la
Declaración de Ginebra -, es más progresiva en sus contenidos, no sólo porque
refleja la evolución considerable que se había producido desde el año 1924 en
el campo de la protección a la infancia, sino que, además, fue completada con
otros principios que transformaron dicho documento en una verdadera Carta de
las Naciones Unidas.
Nos ofrece una imagen global de la infancia. A diferencia de lo que hemos visto
que sucedía en la Declaración de Ginebra de 1924 y en la Declaración
Universal de los Derechos del Niño de 1959, instrumentos internacionales que
se limitaban a incidir en la infancia en situación de riesgo, la Convención de las
Naciones Unidas del año 1989 está dirigida a toda la infancia, como grupo
social universal, estableciendo los derechos que les asisten en los diferentes
ámbitos.
Que niños y niñas adquieran pleno estatus social como sujetos de derechos,
implica un profundo cambio de perspectiva; no sólo tienen derecho a ser
protegidos, a ser atendidos de sus problemas y ante sus carencias, sino que
también tienen derechos civiles y políticos, claramente vinculados a las
libertades básicas, y, en su promoción a la calidad de vida.
13
La Convención regula en sus artículos 43 y 44 el Comité de los Derechos del Niño, que se crea con la
finalidad de examinar los progresos realizados en el cumplimiento de las obligaciones contraídas por los
Estados Partes en la Convención. Este Comité está integrado por dieciocho expertos independientes - para
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 76
3.1 INTRODUCCIÓN
El análisis relativo a las fuentes del régimen jurídico de las personas menores
de edad en España ha de partir, necesariamente, de lo dispuesto en nuestra
norma fundamental, pues en ella se contienen, como sucede con el resto de la
materia jurídica, sus enunciados o principios fundamentales.
conocer la identidad de los miembros del mencionado Comité ver la página web de la Oficina del Alto
Comisionado para los Derechos Humanos; http://www.ohchr.org - que se reúnen tres veces al año en
períodos de sesiones de 4 semanas de duración cada una de ellas. Su sede se encuentra en la ciudad suiza
de Ginebra. El mecanismo de garantía del cumplimiento del articulado de la Convención consiste en el
compromiso de los Estados de presentar al Comité informes sobre las medidas adoptadas para dar efecto
a los derechos reconocidos en el texto de la Convención y sobre el progreso realizado. Dichos informes
deben presentarse a los dos años de la fecha en la que entra en vigor la Convención para cada Estado
Parte - initial reports - y, posteriormente, cada cinco años - periodic reports -. NEWELL, Peter y
HODGKIN, Rachel "Implementation Handbook for the Convention on the Rights of the Child", Ed.
Unicef, New York, 1998, págs. 575-584.
14
Seguiremos las tres etapas marcadas por ALONSO PÉREZ, Mariano, "La situación jurídica del menor
en la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del menor, de modificación del Código
Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil: luces y sombras", en Actualidad Civil, nº. 2, Enero 1997, págs.
20-22.
15
Vid. Tabla anexa con la normativa vigente a nivel autonómico en materia de protección a la infancia.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 77
18
A título de ejemplo, podemos apuntar que el Parlamento de Cataluña ha hecho efectiva dicha
competencia con la aprobación de la Ley 27/2001, de 31 de diciembre, de justicia juvenil. El Preámbulo
de la mencionada norma señala en este sentido que la ejecución de las medidas de protección y de
reforma que adoptaban los tribunales tutelares de menores correspondía a las antiguas juntas provinciales
de protección de menores y, a partir del momento de los traspasos de servicios en el ámbito territorial de
Cataluña, a la Generalidad.
19
Vid. GIMÉNEZ SALINAS, Esther, “Protección de menores” en “Comentarios del Estatuto de
Autonomía de Cataluña”, Vol. II, Ed. Instituto de Estudios Autonómicos, Barcelona, 1990, págs. 188-
189.
20
Un estudio comparado de las disposiciones originarias relativas a la asunción de competencias en
materia de asistencia social y servicios sociales por parte de los distintos Estatutos de Autonomía lo
encontramos en MINISTERIO DE ADMINISTRACIONES PÚBLICAS, “Estatutos de Autonomía por
materias”, Ed. Ministerio para las Administraciones Públicas, Madrid, 1991, págs. 572-574.
21
Ley Orgánica 3/1982, de 9 de junio, del Estatuto de Autonomía de La Rioja. BOE, nº. 146, de 19 de
junio de 1982.
22
Ley Orgánica 8/1981, de 30 de diciembre, del Estatuto de Autonomía de Cantabria. BOE, nº. 9, de 11
de enero de 1982.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 80
Por último tres son los Estatutos de Autonomía que recogen de forma
específica y unitaria la atribución de competencias en materia de atención y
protección de la infancia y la adolescencia. Se trata de País Vasco33,
Cataluña34 y Andalucía35.
31
El artículo 49.1.27 de la Ley Orgánica 1/2006, de 10 de abril, de Reforma del Estatuto de Autonomía
de la Comunidad Valenciana, BOE, nº. 86, de 11 de abril de 2006, hace referencia a “instituciones
públicas de protección y ayuda de menores, jóvenes, emigrantes, tercera edad, minusválidos y demás
grupos o sectores sociales requeridos de especial protección incluida la creación de centros de protección,
reinserción y rehabilitación”. Respetando de esta forma el redactado del antiguo artículo 31.27 de la Ley
Orgánica 5/1982, de 1 de julio, del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana. BOE, nº. 164, de
10 de julio de 1982.
32
En iguales términos el artículo 31.1.20 de la Ley Orgánica 9/1982, de 10 de agosto, del Estatuto de
Autonomía de Castilla-La Mancha. BOE, nº. 195, de 16 de agosto de 1982, se pronuncia del siguiente
tenor: “asistencia social y servicios sociales. Promoción y ayuda a los menores, jóvenes, tercera edad,
emigrantes, minusválidos y demás grupos sociales necesitados de especial atención, incluida la creación
de centros de protección, reinserción y rehabilitación”.
33
Establece el artículo 10.14 de la Ley Orgánica 3/1979, de 18 de diciembre, del Estatuto de Autonomía
del País Vasco. BOE, nº. 306, de 22 de diciembre de 1979: “organización, régimen y funcionamiento de
las instituciones y establecimientos de protección y tutela de menores, penitenciarios y de reinserción
social, conforme a la legislación general en materia civil, penal y penitenciaria”.
34
Artículo 166.3 de la Ley Orgánica 6/2006, de 19 de julio, de reforma del Estatuto de Autonomía de
Cataluña. BOE, nº. 172, de 20 de julio de 2006.
35
Casi idéntico redactado nos ofrece el artículo 13.23 de la Ley Orgánica 6/1981, de 30 de diciembre, del
Estatuto de Autonomía de Andalucía. BOE, nº. 9, de 11 de enero de 1982. Dicho precepto habla de
“instituciones públicas de protección y tutela de menores respetando la legislación civil, penal y
penitenciaria”.
36
Para ROCA i TRIAS, Encarna, “El nuevo derecho catalán sobre la familia”, Revista Jurídica de
Cataluña, nº. 1, 1999, pág. 10, en el contexto constitucional, el artículo 39 C.E. establece un sistema
calificado como mixto. Ello significa que la protección económica, social e incluso jurídica de la familia
no queda limitada a los poderes públicos, sino que implica a los propios interesados, primordialmente a
través de las obligaciones derivadas de la potestad, la tutela y los alimentos entre parientes. En este
mismo sentido vid. ROCA i TRIAS, Encarna, “Familia, familias y Derecho de la familia”, Anuario de
Derecho Civil, nº. 4, 1990, pág. 1056. También, ROCA i TRIAS, Encarna: “Familia y cambio social (De
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 82
la casa a la persona)”, Ed. Cuadernos Cívitas, Madrid, 1999, pág. 33, 66-68 y 222, defiende que el
Derecho español no se basa en una contraposición sector público v. sector privado, sino en una
cooperación entre ambos sectores, ya que las finalidades esenciales se obtendrán por medio de la
atribución a cada uno de ellos de unas funciones específicas, en lo que se ha denominado sistema mixto.
37
BORRAS RODRÍGUEZ, Alegría, “El interés del menor como factor de progreso y unificación del
Derecho internacional privado”, en su discurso de ingreso en la Academia de Jurisprudencia y
Legislación de Cataluña, Revista Jurídica de Cataluña, nº. 4, 1994, pág. 965, considera que la superación
de la distinción entre lo público y lo privado es patente en esta materia – refiriéndose a los derechos de la
infancia -. Para esta autora es importante el hecho de que la cuestión ahora no se encuentra en el estricto
ámbito de lo tradicionalmente denominado “privado”, sino que hay una fuerte incidencia de la actividad
pública, lo cual ha forzado también la evolución de la materia. Así, una cuestión perteneciente
tradicionalmente al ámbito de la familia, cual es la protección de los menores, dispone ahora de una
amplia proyección de carácter público, en atención, precisamente, al interés superior del menor, que
excede del círculo estrictamente familiar. A esta misma conclusión llega FERNÁNDEZ MASÍA,
Enrique, “Las entidades públicas y la protección de los menores extranjeros en España”, Actualidad Civil,
nº. 19, mayo, 1998, págs. 427-428, al considerar que las formas de protección de los menores han sufrido
una profunda transformación en las últimas décadas reflejándose, básicamente, en la creciente
acentuación de la dimensión pública frente a la puramente privada, en la mayoría de los Ordenamientos
jurídicos.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 83
38
En opinión de O’DONNELL, Daniel, “La Convención sobre los Derechos del Niño: estructura y
contenido”, en los materiales del Curso dirigido a especialistas del área jurídica de la niñez organizado
por el Instituto Interamericano de la Niñez, Ed. Instituto Interamericano de la Niñez, 2005, pág. 10, el
artículo 5 de la Convención sobre los Derechos del Niño, relativo al papel de los padres en el ejercicio de
los derechos del niño, recoge un principio general que constituye la piedra angular de la Convención. Las
responsabilidades, los derechos y los deberes de los padres hacia el/la niño/a, de acuerdo con el anterior
principio, son dobles: por una parte, ha de permitirle ejercer los derechos reconocidos en la Convención, y
por otro ha de proporcionarle “la dirección y orientación apropiadas” para su ejercicio. Ambas funciones,
la permisiva y la orientadora, han de ser consonantes con la “evolución de las facultades del niño”.
Asimismo, la Carta Europea de los Derechos del Niño, aprobada por Resolución A3-0172/92, de 8 de
julio de 1992, establece en su artículo 8 apartado once que “corresponde a los padres en prioridad el dar al
niño una vida digna y , en la medida de sus recursos financieros, los medios para satisfacer sus
necesidades”. Seguidamente se dispone que “los Estados deberán asegurar a los padres la oportuna
asistencia en las responsabilidades que les competen, a través de los correspondientes organismos,
servicios y facilidades sociales”. Vid. también en este sentido el artículo 12.2 de la Ley Orgánica 1/1996,
de 15 de enero, de protección jurídica del menor en el que se prevé que “los poderes públicos velarán para
que los padres, tutores o guardadores desarrollen adecuadamente sus responsabilidades, y facilitarán
servicios accesibles en todas las áreas que afectan al desarrollo del menor”.
39
DE PALMA DEL TESO, Ángeles, “La protección de los menores por las administraciones públicas”,
Revista Jurídica de Cataluña, nº. 2, 2004, pág. 41, considera que la actuación administrativa protectora se
guía por el principio de subsidiariedad progresiva, esto es, el alcance e intensidad de la intervención de
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 84
las Administraciones públicas vendrá condicionado por el grado de desatención o desprotección que sufra
el menor en el seno de su familia. Para ALBERDI, Inés, “La nueva familia española”, Ed. Taurus,
Madrid, 1999, págs. 56 y 68-71, la familia ya no es la única institución responsable de la infancia y los
servicios sociales asumen de forma subsidiaria estas responsabilidades en caso de que aquélla
desaparezca o no cumpla con sus obligaciones.
40
FERNÁNDEZ MASÍA, Enrique, op. cit. pág. 428, estima que España no ha sido una excepción a esta
evolución – se refiere el autor al aumento de la preocupación por los derechos de la infancia y al papel
que de manera progresiva han ido asumiendo los poderes públicos para garantizarlos -, y el interés del
Estado por asegurar la plasmación de determinadas políticas y principios vinculados a la protección del
menor se ha concretado desde la importante reforma del Código Civil en 1981 en una serie de textos
caracterizados por la gran preocupación de desarrollar el artículo 39 de la Constitución y en especial, por
la idea de “dotar al menor de un adecuado marco jurídico de protección”.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 85
La Ley 21/1987 también se destaca por incorporar, por primera vez en nuestro
Código civil, la figura del acogimiento, que se une al listado de medidas
protectoras de la infancia en situación de desamparo y por regular todo un
régimen nuevo de adopción.
Por último, destacar la previsión legal de que todas las decisiones que tome la
Administración Pública en el ejercicio de sus competencias protectoras de
menores de edad – resoluciones administrativas - pueden ser revisadas por los
Tribunales de Justicia ordinarios – resoluciones judiciales -, así como el papel
relevante que se otorga al Ministerio Fiscal como eje vertebrador de la
protección socio-jurídica de las personas menores de edad, en todas sus
manifestaciones.
41
Una muestra significativa es la del derecho de asociación del menor (artículo 7º) del que se ha dicho
que no se sabe si tienen o no capacidad, y cuál es el ámbito de la misma. NÚÑEZ MUÑIZ, C., "Algunas
consideraciones sobre la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del menor", en la
Ley nº. 4135, Octubre 1996.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 86
Por su relevancia para proteger el interés del menor, que no siempre será
coincidente con el de los adultos, el artículo 9 regula el derecho de aquél a ser
oído no sólo en el ámbito familiar sino en cualquier procedimiento
administrativo o judicial que vaya a afectarle. A pesar de reconocer el legislador
la categoría de derecho al interés del menor a ser escuchado; paradójicamente
añade en el apartado 3 de este artículo que puede verse privado de este
derecho el menor aunque él mismo hubiese solicitado ejercerlo,
conformándose con establecer la paupérrima cautela de que en tal caso la
denegación "será motivada y comunicada al Ministerio Fiscal".
42
En este sentido se pronuncia VARELA GARCÍA, Carlos, “Comentarios a la Ley Orgánica 1/1996, de
15 de enero de protección jurídica del menor: principios programáticos y normas de conflicto”,
Actualidad Civil nº. 12, marzo, 1997, pág. 266, quien manifiesta que la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de
enero, reconoce a los menores todos los derechos fundamentales inherentes a la persona, sin perjuicio de
la protección integral a que se refiere la Ley; por su parte NÚÑEZ MUÑIZ, Carmen, “Algunas
consideraciones sobre la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del menor, La Ley,
Vol. 5, nº. 4135, octubre, 1996, pág. 1483, afirma que la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, supone un
paso más en esta evolución – se refiere a los derechos de la infancia -, y trata de hacerse eco del distinto
status social del niño como consecuencia de las transformaciones sociales y culturales operadas en
nuestra sociedad; también LEAL PÉREZ OLAGU, Mª Luisa, “Comentarios a la Ley Orgánica 1/1996, de
15 de enero, de protección jurídica del menor, de modificación parcial del Código Civil y de la Ley de
Enjuiciamiento Civil”, La Ley, Vol. 2, nº. 3986, marzo, 1996, pág. 1310, defiende que en España durante
los últimos años se ha incrementado la demanda social para incorporar los principios de la Convención a
nuestro derecho positivo, impulsando un instrumento legislativo que contemple al menor como sujeto de
los derechos constitucionalmente reconocidos; finalmente, PICONTÓ NOVALES, Teresa, "La protección
de la infancia. Aspectos sociales y jurídicos", Ed. Egido, Zaragoza, 1996, pág. 93, considera que la Ley
Orgánica 1/1996, de 15 de enero, ha profundizado en los principios de protección integral y del superior
interés del menor al sintonizar con la nueva filosofía de sus derechos, surgida al calor de la Convención
de 1989.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 87
4 EL MALTRATO EN LA LEGISLACIÓN
4.1 INTRODUCCIÓN
No podemos esperar del Derecho que sea quien elabore los conceptos
referidos a los fenómenos sociales. Incluso la expresión en términos jurídicos
de las realidades sociales, es decir, su plasmación en normas, no tendrá lugar
nunca con carácter previo a la constatación de dicha realidad. Es por ello, que
de manera previa a emprender la ardua tarea de normar, el legislador debería
constatar en todo caso cuál es la realidad social sobre la que pretende
intervenir. Por lo que al ámbito del maltrato infantil se refiere, debe dejarse
constancia de la dificultad en la obtención de datos, tanto a nivel estatal como
autonómico que nos permitan identificar con claridad el fenómeno de
referencia. No se cuenta todavía en España con estudios sistemáticos ni
registros suficientes y homologados.
Según datos recogidos entre los años 2001 y 2005, las cifras sobre maltrato
infantil en el ámbito familiar siguen aumentando en nuestro país. Así, se ha
pasado de 2.614 casos a 6.43843. Además, dichos datos confirman la tendencia
de que las niñas no sólo siguen siendo las principales víctimas de los maltratos,
sino que la distancia respecto a los niños sigue aumentando. En el año 2001, el
55% de las víctimas de maltrato fueron niñas y el 44% niños, mientras que en
el año 2005, el 63’3% fueron niñas y el 36’7% correspondía a niños.
Por lo que al tipo de maltrato más frecuente entre la población infantil en el
ámbito familiar se refiere, las cifras también son claras; la negligencia y el
abandono ocupan el primer lugar, el maltrato emocional y el maltrato físico van
a continuación y, finalmente se sitúan la mendicidad y el abuso sexual44.
43
Datos extraídos a partir de los Anuarios Estadísticos de la Secretaría de Estado y Seguridad del
Ministerio del Interior.
44
Para profundizar en estos datos cuantitativos vid. GÓMEZ GRANELL, Carme (Dir.), “La infancia en
cifras España”, Ed. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, 2006, págs. 152-158.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 88
El artículo 19.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño señala que “los
Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas,
sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de
perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o
explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la
custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona
que lo tenga a su cargo”. De entre las mencionadas medidas legislativas
ocupan un lugar privilegiado las de carácter penal, debido al particular efecto
disuasorio que se les presume.
El artículo 153 del Código Penal sanciona los malos tratos físicos y psíquicos
ejercidos en el ámbito familiar. Dicho artículo recoge la redacción dada por la
Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral
contra la Violencia de Género. Este artículo con anterioridad ya había sido
modificado respecto de su inicial redacción, por la Ley Orgánica 14/1999, de 9
de junio y por la Ley orgánica 11/2003, de 29 de septiembre, en lo que supone
un claro ejemplo de inseguridad jurídica, inestabilidad y provisionalidad
normativa46.
La nueva redacción dada al artículo 153 del Código Penal otorga al Juez la
posibilidad, “cuando lo estime adecuado al interés del menor o incapaz”, de
inhabilitar al sujeto activo del delito para el ejercicio de la patria potestad, tutela,
45
LÁZARO GONZÁLEZ, Isabel (Coord.), “Los menores en el Derecho español”, Ed. Tecnos, Madrid,
2002, págs. 375-376.
46
LAMARCA PÉREZ, Carmen (Coord.), “Derecho Penal. Parte Especial”, Ed. Colex, Madrid, 2005,
pág. 81.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 89
La pena prevista en el artículo 153 del Código Penal para el responsable del
delito de malos tratos varía según que la víctima – sujeto pasivo- del delito sea
o haya sido la esposa, o mujer del agresor, o haya estado ligada a él por una
análoga relación de afectividad aun sin convivencia, o se trate de persona
especialmente vulnerable que conviva con el autor (niños, ancianos, enfermos),
en cuyo caso la pena será la de privación de libertad de 3 meses a un año.
Llegados a este punto, debe traerse a colación el controvertido artículo 154 del
Código civil, precepto éste que al regular el contenido de la patria potestad,
establece que “los padres podrán corregir razonable y moderadamente a los
hijos”. Idéntica facultad confiere el artículo 268 del Código civil a los tutores con
respecto a los menores que se encuentren a su cargo. Por esta razón surge la
duda acerca de si cabrá eximir de responsabilidad criminal por la causa
prevista en el artículo 20.7 del Código Penal – obrar en el ejercicio legítimo de
un derecho, oficio o cargo – a los progenitores que incurran en las conductas
previstas en el artículo 153 y que aleguen el ejercicio de su derecho de
corrección con respecto a sus hijos/as. Parece evidente que dicha
argumentación estaría fuera de toda lógica jurídica, más aún teniendo en
cuenta que los medios empleados para la corrección deberán ser moderados y
razonables, en el sentido de adecuados y proporcionados a la edad del niño/a,
a la gravedad de la conducta cometida, al fin educativo que se pretenda
conseguir y en todo caso buscando siempre el interés superior del menor.
47
Esta omisión había sido ya reivindicada en el II Plan Integral Contra la Violencia Doméstica, donde se
expresaba la necesidad de estudiar los mecanismos oportunos para hacer más eficaz la posibilidad legal
de suspender el régimen de visitas y comunicación con el agresor respecto de sus hijos, así como, la
necesidad de incorporar al delito de malos tratos la pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la
patria potestad, tutela, curatela, guarda o acogimiento en los casos de violencia física o psíquica , cuando
el interés del menor lo aconsejare.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 90
48
Vid. en este sentido el Protocolo Facultativo a la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la
Venta de Niños, la Prostitución Infantil y la Utilización de Niños en la Pornografía. Resolución de la
Asamblea General de las Naciones Unidas A/RES/54/265 de 25 de mayo de 2000.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 91
Una vez analizados los delitos de explotación sexual de los menores, debe
advertirse que el panorama de la protección penal de los menores en materia
sexual no se agota con los tipos penales referidos a la explotación sexual, sino
que es necesario completarlo con el resto de los delitos contra la libertad e
indemnidad sexuales: la agresión sexual (artículos 178 a 180 del Código Penal)
y el abuso sexual (artículos 181 a 183 del Código Penal). La diferencia
fundamental entre las agresiones y los abusos sexuales viene determinada por
la presencia o ausencia de actos violentos o intimidatorios.
Sin perjuicio de las instituciones de protección del menor propias del Derecho
de Familia (Responsabilidad parental, tutela, curatela, defensor judicial), existe
hoy en España todo un sistema de medidas de protección susceptibles de ser
englobadas en las categorías del Derecho público.
49
LÁZARO GONZÁLEZ, Isabel (Coord.), “Los menores en el Derecho español”, Ed. Tecnos, Madrid,
2002, pág. 349.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 93
50
Una mención específica a la prevención del maltrato infantil la encontramos en el artículo 23 de la Ley
17/2006, de 13 de noviembre, integral de la atención y de los derechos de la infancia y la adolescencia en
las Islas Baleares. También la Ley Foral Navarra, 15/2005, de 5 de diciembre, de promoción, atención y
protección a la infancia y a la adolescencia, hace especial hincapié en sus artículos 31 a 33 en el carácter
prioritario de las actuaciones de prevención. En ese mismo sentido se pronuncia el artículo 36 de la Ley
14/2002, de 25 de julio, de Promoción, Atención y Protección a la Infancia en Castilla y León.
51
Una excepción sería la normativa catalana en la que no se establece tal distinción. En este sentido vid.
VILLAGRASA ALCAIDE, Carlos. et al., "Infancia y legislación" en GÓMEZ-GRANELL, CARME
(coord.) "La infancia y las familias a inicios del siglo XXI", Ed. Instituto de Infancia y Mundo Urbano,
Vol. 5, Barcelona, 2002; RAVETLLAT BALLESTÉ, Isaac, “Nuestras leyes sobre infancia (Breve
resumen normativo sobre infancia, adolescencia y familia)” en La Ley de Cataluña y Baleares, nº. 574,
2006, págs. 1-4.
52
En este sentido se manifiesta el artículo 17 de la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección
Jurídica del Menor.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 94
BIBLIOGRAFÍA
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Ed. Martinus Nijhoff, Dordrecht, 1992.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 99
1.1. La infancia
1.2.2. El Sistema
1.3.1. Bienestar-Justicia
2.1. Antecedentes
2.2.1.La Constitución
3 EL MALTRATO EN LA LEGISLACIÓN
BIBLIOGRAFÍA
101
1. POLÍTICA SOCIAL DEL MENOR.
1.1. La infancia
102
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 103
1.2.2.El Sistema
Fruto de esa misma tensión nacen, como paliativo, las pasarelas, o puentes de
comunicación entre el procedimiento jurídico de exigencia de responsabilidades y los
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 107
1.3.1. Bienestar-Justicia
Sistema de protección:
d) Las nociones de cuidado y tratamiento dejan planear una gran incertidumbre sobre
la clase y duración de las medidas protectoras.
Sistema de justicia:
b) La libertad que el menor va a adquirir es progresiva y pasa por dos planos: sus
responsabilidad no puede ser plena y debe estar en función de su evolución, y la
sanción nunca puede ser la única respuesta a sus actos.
e) Existen serias dudas sobre los objetivos perseguidos por el modelo de justicia:
prevención general y retribución.
Este conjunto de aseveraciones tiene que dar sentido y razón a los actos
normativos que pretendan promulgarse por los legisladores, así como a las propias
acciones de intervención socio-familiar de carácter protector que se planteen llevar a
cabo los poderes públicos. De no ser así se realizará una labor calificable, cuando
menos, de incompleta, dependiendo del contenido de la norma, del funcionamiento del
Sistema y de su naturaleza real, las consideraciones concretas que pueda merecer.
2.1. Antecedentes
Nacen así, con el siglo XX, las primeras normas especificas de protección
de menores: la Ley de 23 de julio de 1.903 relativa al abandono, mendicidad y
vagancia de los niños, la Ley de 12 de agosto de 1904 de Protección de la Infancia
promovida por el médico Manuel Tolosa Latour, cuyo Reglamento vio la luz en 1.908,
las Leyes de Tribunales Tutelares de Menores de agosto y noviembre de 1.918
promovidas por Montero Ríos y su Reglamento de 1.919.
2.2.1. La Constitución
2º Que esa asistencia debe prestarse por ser padre o madre, que es lo
definitivamente importante, no por ser titular de la patria potestad que es lo accesorio.
Justicia, sus titulares no eran jueces de carrera, eran, eso sí, licenciados en Derecho
designados por el Ministerio de Justicia. Pero no eran jueces profesionales, no
formaban parte de la carrera judicial. Aunque eso comenzó a cambiar a finales de la
década de los 70, el proceso fue lento y parcial.
La Ley 21/87 al establecer el control del Poder Judicial sobre los actos de
la Administración, esta judicializando en rigor, por primera vez está interviniendo el
Poder Judicial con todas sus consecuencias y, además, está participando en funciones
de supervisión y control de la acción tutelar el Ministerio Fiscal.
Por ello se crea la tutela por ministerio de Ley para velar por el interés y
cuidado del menor en todo momento. También se limita la posibilidad de promover
adopciones a las personas privadas, salvo en unos supuestos excepcionales que
recoge la propia Ley, y a de ser, la administración protectora quien haga al Juez
competente la propuesta de adopción del menor. Por último, la Administración Pública,
debe intervenir en todo proceso de acogimiento.
RELACIÓN DE DERECHOS
CONTENIDOS EN LA CONVENCIÓN
DERECHOS COMPRENDE ARTICULO
A LA VIDA 6
A LA IDENTIDAD 7y8
inscripción inmediata 7,1
a un nombre 7.1
a una nacionalidad 7.1
conocer a sus padres y 7.1
ser cuidado por ellos
A LA INTEGRACIÓN FAMILIAR 9 y 10
no ser separado de los 9.1
padres contra su voluntad
salvo interés del niño.
participación en la toma 9.2
de decisiones en caso de
separación.
relación con los padres. 9.3 y 10.2
información sobre la
situación de familiares 9.4
separados.
reunificación familiar 10.1
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 117
DE OPINIÓN 12
expresar su opinión 12.1
libremente en cuantos
asuntos le afecten
A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN 13
libertad de difundir 13.1
informaciones e ideas de
todo tipo y por cualquier
medio
DE ACCESO A LA INFORMACIÓN 13 Y 17
libertad de buscar y 13.1
recibir informaciones e ideas
de todo tipo y por cualquier
medio
acceso a información de 17
diversas fuentes
DE PENSAMIENTO 14
libertad de pensamiento, 14.1
conciencia y religión.
DE ASOCIACIÓN Y REUNIÓN 15
libre asociación 15.1
libertad de celebrar 15.1
reuniones pacíficas
A LA INTIMIDAD 16
no injerencias arbitrarias 16.1
ilegales en su vida privada
ni en su familia
ni en su domicilio
ni en su correspondencia
ni ataques ilegales a su
honra y reputación.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 118
A BENEFICIARSE DE LA 26
SEGURIDAD SOCIAL
A UN NIVEL DE VIDA 27
ADECUADO
A LA EDUCACIÓN 28
A LA PROPIA CULTURA, 30 y 31
RELIGIÓN E IDIOMA MINORI-
TARIO O INDÍGENA
AL OCIO Y LA CULTURA 31
al descanso y el esparci- 31.1
miento, al juego y las activi-
dades recreativas.
a participar libremente 31.1
en la vida cultural y las artes
AL DERECHO INTERNACIONAL 38
HUMANITARIO para el respeto de las 38.1
normas que afecten a niños.
a no tomar directamente 38.2
parte en hostilidades.
A GARANTÍAS PENALES 40
a recibir un trato digno 40.1
al respeto de las 40.2
garantías procesales y de la
presunción de inocencia.
CONSTITUCIÓN 1978
CÓDIGO CIVIL redacción según reformas de 1987 y 1996
LEY 21/1987, DE ADOPCIÓN de 11 de noviembre
CONVENCIÓN DE DERECHOS DEL NIÑO 1.989
LEY ORGÁNICA 1/1996, DE PROTECCIÓN JURÍDICA DEL MENOR
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 123
Manifiesta el autor cuales deben ser los objetivos de la futura Ley y cita entre
otros:
3. EL MALTRATO EN LA LEGISLACIÓN
No podemos esperar del Derecho que sea quien elabore los conceptos
referidos a los fenómenos sociales. Incluso la expresión en términos jurídicos de las
realidades sociales, es decir, su plasmación en normas, no tendrá lugar nunca con
carácter previo a la constatación de dicha realidad, ya sea en un plano científico o
simplemente en el de la común consideración social general. Y ello es aún más de ese
modo si por Derecho entendemos o nos referimos al ordenamiento positivo, a las
normas. Entonces esa subordinación temporal o metodológica estará impuesta por la
naturaleza de la acción jurídica, y por el propio método de elaboración y aplicación de
las normas.
Por otra parte la protección penal quedaba enmarcada dentro de los tipos
comunes del delito y la falta de lesiones, sin existir tipificación específica referida a los
malos tratos a los hijos, ni al concepto más amplio de maltrato en el seno de la familia.
También existían previsiones respecto a abusos sexuales u otras formas de
explotación pero enmarcadas siempre en los conceptos generales de los respectivos
delitos y en todo caso con alguna especificación en cuanto a las penas aplicables.
a) Abuso Físico:
b) Abuso sexual:
c) Abuso emocional:
d) Negligencia física:
e) Negligencia educativa:
f) Negligencia afectiva:
Endurece en general las penas por los delitos contra la libertad sexual
Se abre la posibilidad de que los Tribunales españoles juzguen los delitos de
prostitución y corrupción de menores de edad cometidos por españoles o
extranjeros fuera del territorio español, matizándose la necesidad de que el
hecho fuere delito en el lugar de comisión.
Se eleva a trece años la edad de la victima de abusos sexuales para que su
consentimiento sea irrelevante a efectos de la penalización de los hechos.
Cuando falten a los menores los elementos básicos para el desarrollo integral de su
personalidad.
La inducción a la mendicidad
La inducción a la delincuencia
La inducción a la prostitución
Los padres tienen la obligación de oír a sus hijos siempre antes de tomar decisiones
que les afecten, si ya tuvieran suficiente juicio. En caso de necesidad podrán solicitar la
ayuda de la autoridad y pueden también corregir razonable y moderadamente a sus
hijos.
Es evidente que estos textos no agotan el tema del buen trato a los
menores, son meros enunciados de una superficial aproximación al contenido real de
esa especial relación que comparten padre, madre e hijos. Relación que se sigue
denominando en nuestro derecho patria potestad, siguiendo la tradición romana,
aunque ya en algún país de la Unión Europea se ha procedido a su actualización, no
solo en el contenido sino también en la nomenclatura. En España ha existido algún
breve intento rápidamente frustrado. Y ello pese a que la Constitución cuando se
refiere al tema art. 39, no utiliza esa expresión sino que con acierto habla de la
asistencia de todo orden que los padres deben a sus hijos. Quizá la Alta Norma nos
esté marcando el camino por el que deba discurrir el futuro.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 135
Por una parte hoy existe un marco general que define la buena práctica
en las relaciones adultos - infancia, que son las normas y derechos contenidos en la
Convención de Derechos del Niño a la que anteriormente nos hemos referido.
El núcleo familiar debe ser visto con un doble papel, el específico de las
relaciones familiares, función esencial desde el momento del nacimiento en que aporta
una identidad y condiciona la estructuración de la personalidad del niño y, además
como el marco relacional desde el que se facilita la asistencia precisa para la
satisfacción de las necesidades.
BIBLIOGRAFIA
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Convenio de La Haya relativo a la
competencia, la ley aplicable, el Convenio relativo a la competencia, la ley
reconocimiento, la ejecución y la aplicable, el reconocimiento, la ejecución y la
cooperación en materia de cooperación en materia de responsabilidad http://hcch.e-vision.nl/upload/text34s.pdf
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España de los menores
Ley Orgánica 1/1996 de Protección Reconoce al menor como sujeto de derechos con
Jurídica del Menor, de 15 de enero, de una capacidad progresiva para ejercerlos.
modificación parcial del Código Civil y Introduce la distinción entre situación de http://civil.udg.es/normacivil/estatal/persona/PF/Lo1-96.htm
de la Ley de Enjuiciamiento Civil desamparo y situación de riesgo.
España
Ley 21/1987, de 11 de noviembre, por
Desjudiciliza el sistema de protección a la
la que se modifican determinados
infancia, introduce la figura de la declaración de http://www.congreso.es/constitucion/ficheros/leyes_espa/l_021_1987.p
atículos del Código Civil en materia de
desamparo e introduce modificaciones en materia df
adopción y otras formas de protección
de filiación adoptiva.
España de los menores
Ley Vasca 3/2005, de 18 de febrero, Ley que tiene como finalidad la atención y
http://www.euskadi.net/cgi-
de atención y protección a la infancia y protección de la infancia y la adolescencia en el
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Autonómica
(País Vasco)
Ley 18/2003, de 4 de julio, de apoyo a Establece las bases y las medidas para una
las familias política de apoyo y protección a la familia http://www.boe.es/boe/dias/2003/08/08/pdfs/A30698-30708.pdf
Autonómica
(Cataluña)
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 148
Decreto 338/1986, de 18 de
Se crean los equipos de atención a la infancia y
noviembre, de regulación de la
atención a la infancia y la
la Adolescencia (EAIA) como servicios http://www.gencat.net/benestar/dgaia/normes/d33886.htm
Autonómica especializados
adolescència en alto riesgo
(Cataluña)
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 13
13
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 14
Objetivos:
- Analizar las diferentes explicaciones teóricas de los malos tratos a partir del
estudio de un caso.
- Sensibilizar acerca de la importancia de las explicaciones teóricas de los malos
tratos.
Procedimiento:
- Elabora un listado con las causas que a tu juicio explican esa situación de malos
tratos.
- Agrupa las explicaciones o causas que has propuesto en estas tres categorías:
individual, familiar y sociocultural.
DOCU 10
Notas útiles:
14
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 15
- Si lo deseas puedes utilizar para realizar esta actividad un caso de actualidad que
haya surgido en tu comunidad o que se haya difundido recientemente por los
medios de comunicación.
- El desarrollo de esta actividad es fundamental para la consecución de los objetivos
de la actividad siguiente.
- No se requieren
15
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 16
DOCUMENTO DE TRABAJO N 10
HISTORIA DE UN CASO
HISTORIA de un niño
16
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 17
Objetivos:
Procedimiento:
DOCU 11
DOCU 12
DOCU 13
Notas útiles:
- Como decía Kurt Lewin (un gran científico social), "nada hay más práctico que una
buena teoría".
- Es fundamental la comprensión de los principios que definen las perspectivas
teóricas para una mejor integración de los contenidos de las unidades posteriores.
- Capítulo 3 de las lecturas técnicas: Explicaciones teóricas del maltrato infantil: los
factores de riesgo
Lect.Téc. 3
CYRULNIK, B. (2001) Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina
la vida- Ed. Gedisa - Barcelona
18
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 19
DOCUMENTO DE TRABAJO N 11
EXPLICACIONES TEÓRICAS
Explicaciones basadas en características individuales
Desde esta perspectiva se considera que son las características de
personalidad y los desórdenes psicopatológicos de los padres los principales
factores explicativos del maltrato infantil. Entre esas características se han
considerado variables biológicas que pueden explicar la tendencia de una persona a
ser violenta, o condiciones como el alcoholismo que pueden predisponer o
determinar la conducta violenta.
También desde esta perspectiva se han explicado los malos tratos
considerando las experiencias que los perpetradores tuvieron en su infancia. Esta
idea, descrita comúnmente como "la transmisión intergeneracional de los malos
tratos" plantea que los adultos llegan a maltratar a sus hijos porque ellos mismos
fueron víctimas de los malos tratos en su infancia. Esta conexión entre las
experiencias de la infancia y la conducta posterior como padre se ha explicado
recurriendo bien a mecanismos psicodinámicos o de aprendizaje.
Finalmente se ha planteado que las características y conducta del niño
pueden contribuir a su propio maltrato. Desde esta punto de vista, ciertas
características tales como el nacimiento prematuro, bajo peso al nacer, handicaps
físicos o psíquicos harían al niño más vulnerable a los malos tratos puesto que su
cuidado sería más difícil y menos recompensante que el de un niño normal.
19
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 20
20
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 21
DOCUMENTO DE TRABAJO N 12
EXPLICACIONES TEÓRICAS
El modelo ecológico
Después de más de tres décadas de investigación en el área del maltrato
infantil, puede concluirse que ninguno de los modelos teóricos anteriores tiene
suficiente poder explicativo y que, en cualquier episodio de malos tratos, son
múltiples los factores que operan simultáneamente.
Dado los múltiples correlatos del maltrato infantil operando en diferentes
niveles de análisis, algunos investigadores han intentado organizar los factores de
riesgo y procesos identificados, de forma conceptual o teóricamente significativa.
Surge así, como respuesta a la necesidad ampliamente reconocida de integrar los
distintos acercamientos a la etiología del maltrato infantil, el Modelo Ecológico o
Ecosistémico del maltrato infantil. Desde esta perspectiva, se considera que el
maltrato infantil puede ser mejor comprendido si se considera como un producto
final de una disfunción fundamental en un complejo ecosistema con numerosas
variables interactuando. Así, el maltrato infantil estaría múltiplemente determinado
por fuerzas que actúan en el individuo, en la familia, en la comunidad y en la cultura
en la que el individuo y la familia están inmersos.
21
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 22
22
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 23
23
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 24
De hecho los códigos y las leyes que definen las formas del maltrato se
cambian continuamente en numerosos países, haciendo ajustes sucesivos a
los cambios sociales.
24
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.El código civil español: “Situación que se produce de hecho a causa del
incumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de
protección establecidos en las leyes para la guarda de menores, cuando éstos
queden privados de la necesaria asistencia moral o material”. Un enfoque
negativo, centrado en conceptos pasivos como “protección y guarda”, con una
referencia a necesidades muy imprecisa: necesidades morales y materiales.
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Por otra parte, como sucede en otros ámbitos, finalmente han sido los
anglosajones, muy especialmente, los americanos, los que han hecho más
estudios y han definido más sus propuestas, con lo que se produce una
occidentalización del concepto de maltrato infantil, un concepto siempre
relativo a la cultura y la sociedad, que, sin embargo, pretende, en la práctica,
pasar por “universal”.
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National Incidence Study), hecha por Runyan (2005), deja bien a las claras
coincidencias y discrepancias, con un grado de acuerdo que oscila, según los
tipos y subtipos de maltrato, entre el 37% y el 82% . Si además tenemos en
cuenta en cada tipo y subtipo, perpetrador, edad de la víctima, “severidad”,
“cronicidad”, la “duración”, etc., el grado de complejidad y la dificultad para
operacionalizar y consensuar las codificaciones es grande.
Uno de los esfuerzos más gigantescos que se han hecho para poner a
prueba los sistemas de clasificación es el Estudio Longitudinal sobre Maltrato y
Negligencia de los Menores (LONGSCAN) (Runyan, 2005), coordinado desde
la Universidad de Carolina del Norte (USA). Se trata de un seguimiento de
1435 menores en riesgo, desde los 4 a los 20 años. En este estudio se
intentan tener en cuenta las tres clasificaciones antes citadas, examinado sus
semejanzas y diferencias, a la vez que tiene en cuenta el valor predictivo sobre
los efectos del maltrato en años posteriores.
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Carencia de Supervisión:
Carencia de vigilancia,
Entorno,
Cuidadores sustitutivos.
Negligencia Moral/Legal/Educativa
Drogas/Alcohol.
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Este nuevo enfoque debe hacerse explícito y desde la óptica del buen
trato, en lugar de estar solo implícito o emerger de manera circunstancial en
las clasificaciones. Por ejemplo, La clasificación antes citada de la Universidad
de Carolina del Norte, especialmente en el apartado dedicado al maltrato
emocional hace referencia a tres necesidades básicas de la infancia: la
seguridad, la estima y la autonomía. Algo que nosotros venimos proponiendo
de manera explícita y formal en nuestra propuesta de Necesidades de la
Infancia.
Las ventajas de este modelo son evidentes, dado que toma como
referencia el bienestar infantil. Este enfoque nos parece especialmente útil
para un enfoque preventivo del maltrato infantil.
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a.- Nos propone una meta (el bienestar infantil) siempre distante. Una
utopía que debe actuar como referencia exigente para que toda sociedad
mejore el bienestar de la infancia y proponga conceptos de maltrato más
exigentes cada vez. Bienestar y maltrato son dos polos de un continuo, cuyo
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límite debe marcar cada sociedad y las leyes; pero teniendo en cuenta que la
aspiración es ir acercando ese límite al bienestar.
Como indica el gráfico, el concepto de maltrato es relativo, por lo que
conviene que cada vez sea más exigente, incluyendo todo lo que vulnera de
forma importante el bienestar del menor, acercando a todos los menores del
mundo, cada vez más, al cumplimiento de sus derechos humanos.
MALTRATO BUENTRATO
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d.- Señala los factores de riesgo que deben ser evitados, para que no
se consume el maltrato. Factores de riesgo no solo de maltrato en sus formas
más graves, sino de inadecuada satisfacción de las necesidades de la infancia.
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DERECHOS HUMANOS
DERECHOS DE LA INFANCIA
LEYES
LEYES EN FAVOR DE LA INFANCIA
CÓDIGO PENAL
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CAPÍTULO 3
EXPLICACIONES TEÓRICAS DEL MALTRATO INFANTIL:
LOS FACTORES DE RIESGO
INTRODUCCIÓN
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De acuerdo con esta interpretación, estas teorías difieren entre ellas con respecto al
nivel de generalidad que asumen.
Dado los múltiples correlatos del maltrato infantil operando en diferentes niveles de
análisis, algunos investigadores han intentado organizar los factores de riesgo y procesos
identificados, de forma conceptual o teóricamente significativa. Surge así, como respuesta a la
necesidad ampliamente reconocida de integrar los distintos acercamientos a la etiología del
maltrato infantil, el Modelo Ecológico o Ecosistémico del maltrato infantil (Garbarino, 1977;
Belsky, 1980). Ambos autores, con algunas diferencias, desarrollan su marco conceptual a
partir del Modelo Ecológico del desarrollo humano propuesto por Bronfenbrenner (1977, 1979)
y mantienen, desde esta perspectiva, que el maltrato infantil puede ser mejor comprendido si
se considera como un producto final de una disfunción fundamental en un complejo ecosistema
con numerosas variables interactuando. Este es también el caso del modelo de las cuatro
precondiciones formulado por David Finkelhor para el caso específico del abuso sexual.
El modelo psicopatológico fue el primer retrato teórico de los padres que maltratan a
sus hijos que surgió en este área de estudio. Desde esta perspectiva se considera que son las
características de personalidad y los desórdenes psicopatológicos de los padres los principales
factores explicativos del maltrato infantil. Sin embargo las investigaciones que han intentado
distinguir entre padres que maltratan y padres que no maltratan a sus hijos sobre la base de
medidas de personalidad y síntomas psicopatológicos, indican que sólo un porcentaje reducido
de casos de malos tratos (alrededor de un 10%) pueden ser atribuidos únicamente a rasgos de
personalidad, desórdenes mentales o psicopatologías.
Es interesante cuestionarse por qué, a pesar de la falta de evidencia científica, el
modelo psiquiátrico todavía ejerce una notable influencia. En primer lugar, si consideramos las
respuestas emocionales que despierta el maltrato infantil y el hecho de que con frecuencia
parece imposible encontrar una explicación racional al trato cruel de un niño por sus padres o
cuidadores, no resulta sorprendente que tienda a aplicarse un modelo que defina esas
acciones como el resultado de aberraciones o enfermedades. Incluso sociólogos pueden verse
tentados a utilizar este modelo. Un sociólogo, Richard Gelles, pionero en la investigación de la
violencia en la familia y uno de los primeros en desmitificar el modelo psicopatológico, nos
proporciona, en este sentido, una ilustradora anécdota. Este investigador, junto con otros
colegas, había realizado una evaluación médica y psicosocial de una niña que había sido
sumergida en una bañera llena de agua hirviendo, sufriendo importantes quemaduras. Cuando
uno de sus colegas le preguntó que pensaba del caso, este investigador respondió: "cualquiera
capaz de realizar algo así tiene que estar loco". ¿Pero no fuiste tú quien escribió en 1.973 que
el modelo psicopatológico era un mito, fue la respuesta del colega?, a lo que Richard Gelles
respondió: "me trae sin cuidado lo que yo haya escrito, yo sólo sé lo que he visto".
En segundo lugar, mientras que sí suele reconocerse el hecho de que fuera del ámbito
familiar, la agresión y la violencia es un potencial compartido por todos los individuos, existe un
rechazo generalizado a aceptar el potencial de las familias de llegar a ser violentas, lo que
supone, curiosamente, aplicar de forma diferente los estándares conductuales comúnmente
aceptados al grupo familiar. En este sentido un modelo psicopatológico refuerza una ideología
"ellos" versus "nosotros" que permite distanciarse del problema, puesto que este modelo
implica que los padres que maltratan a sus hijos son "diferentes" (es decir, enfermos mentales,
psicópatas, etc.) (Zigler y Hall, 1989). Por último, y en relación con lo anterior, este modelo
etiológico, de acuerdo con el cual los malos tratos son un fenómeno extraño e infrecuente, y
cuando tienen lugar son como consecuencia de alguna patología o desorden mental,
virtualmente absolvía a la sociedad de cualquier contribución en la aparición del maltrato
infantil.
La ausencia de resultados consistentes que apoyen una explicación exclusivamente
psicopatológica no condena, sin embargo, su valor. Este modelo es, esencialmente, un intento
de comprender las características individuales de los padres que maltratan a sus hijos en
relación a sus experiencias previas y necesidades actuales. De esta forma, la atención se
centra principalmente en los padres y relega procesos y variables situacionales a un segundo
término.
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Aunque numerosos padres que maltratan a sus hijos pueden experimentar dificultades
emocionales o conductuales, no se ha obtenido un conjunto de factores o rasgos de
personalidad consistente que caracterice a los padres maltratadores. Entre las características
que se han observado en padres que maltratan a sus hijos se encuentran una pobre
autoestima, escasa inteligencia, impulsividad, hostilidad, aislamiento y soledad, ansiedad,
depresión y apatía, rigidez, miedo al rechazo, poca tolerancia a la frustración, narcisismo,
inmadurez y dependencia, desconfianza, neuroticismo, abuso de sustancias y conducta
delincuente.
También se ha sugerido otro conjunto de problemas relacionados con la falta de
habilidades y conocimientos como una característica de los padres maltratadores. Entre éstos
se incluyen una falta de habilidades parentales (incluyendo un uso excesivo del castigo
corporal), un escaso autocontrol y pocas habilidades de afrontamiento y una falta general de
habilidades interpersonales. La falta de conocimientos de los padres acerca del desarrollo
infantil puede resultar en expectativas inapropiadas. Estas expectativas inadecuadas pueden
tener como consecuencia el castigo injustificado cuando los padres esperan de sus hijos
conductas que no se corresponden con su estadio evolutivo como, por ejemplo, pegar a un
niño de un año por no controlar sus esfínteres. Las actitudes inapropiadas pueden también
contribuir a los malos tratos, por ejemplo, aceptando la violencia como una forma de resolver
los problemas o considerando a los hijos como una propiedad. Otras situaciones específicas
como un embarazo no deseado, enfermedades, una pobre capacidad para empatizar con los
hijos, pueden incrementar la probabilidad de los malos tratos, en particular cuando la familia se
encuentra aislada socialmente y bajo condiciones de estrés.
La etiqueta de "padre abusivo" puede inducir a error, puesto que implica que un padre
posee un conjunto rasgos estables, uniformes y fácilmente distinguibles de aquellos padres que
no maltratan a sus hijos. Las características psicológicas de los padres que maltratan a sus
hijos son demasiado variadas y dependientes de variables situacionales para apoyar este
punto de vista uniforme de los padres. Por ejemplo, algunos padres que poseen muchas de
estas características "predisposicionales" del maltrato (historia de violencia, pobre control de
los impulsos, habilidades parentales limitadas...) pueden no llegar nunca a maltratar a sus
hijos, debido a circunstancias favorables que evitan esas acciones (un hijo fácil de manejar, el
apoyo del cónyuge..). Igualmente, numerosos padres que han maltratado a sus hijos
manifiestan pocas, o ninguna, de las características "predisposicionales" y, sin embargo,
presiones o exigencias extremas desencadenan la situación de maltrato. Debido a que
individualmente los padres abusivos no poseen todas, o incluso la mayoría, de las
características psicológicas señaladas por los distintos estudios, el problema que se plantea es
cómo sopesar la importancia de esos factores.
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Nueve de esos niños tenían padres con una historia de maltrato; sin embargo, no se
detectó el maltrato en 40 padres con similares historias en su infancia. Dado que únicamente
se detectó el maltrato infantil en 9 de los 49 padres con una historia de maltrato, el porcentaje
de transmisión intergeneracional ofrecido por los autores fue del 18%.
Sin embargo, si este estudio hubiera sido realizado retrospectivamente, únicamente
con los padres que fueron identificados por el posterior maltrato de sus hijos, la asociación
entre la historia de maltrato y el subsecuente maltrato de los hijos hubiera sido
desproporcionada y erróneamente alta. En ese supuesto, puesto que 9 de cada 10 de los
padres que maltrataban a sus hijos tenían una historia de maltrato, el porcentaje se situaría en
el 90%. Así, empleando un diseño de investigación prospectivo, Hunter y Kilstrom demostraban
que la mayoría de los padres que habían sido maltratados no maltrataban a sus hijos (82%).
Aunque los resultados de este estudio no pueden generalizarse, debido a la naturaleza no
representativa de la muestra, a las limitaciones asociadas con la fuente de datos utilizados para
detectar los incidentes de maltrato y al hecho de que el seguimiento no se extendió más allá de
un año, este estudio ilustra claramente la superioridad de un diseño prospectivo y subraya la
necesidad de interpretar los estudios retrospectivos con cautela.
Una evaluación final de la evidencia empírica disponible, lleva a la conclusión de que la
transmisión del maltrato infantil entre generaciones dista mucho de ser una consecuencia
inevitable del hecho de haber sido maltratado. Ciertamente, se necesitan nuevos trabajos en
este área, no sólo para obtener una mejor comprensión de los procesos generales involucrados
en la transmisión intergeneracional, sino también para explorar e identificar los factores y
condiciones asociadas con la discontinuidad intergeneracional.
Mecanismos de transmisión
Los procesos mediante los cuales se produce la transmisión del maltrato de una
generación a otra no son bien conocidos. Aunque una gran parte de las hipótesis de trabajo se
han derivado de la teoría del aprendizaje social, la interpretación de la continuidad así como de
la discontinuidad intergeneracional realizada desde la teoría del vínculo ha adquirido un papel
cada vez más relevante.
La investigación realizada desde la perspectiva del aprendizaje social sugiere que las
lecciones que el niño aprende en el hogar mediante el modelado, contingencias de refuerzo o
aprendizaje observacional, desempeñan un rol significativo como mecanismo de transmisión El
niño aprende que la agresión es apropiada y este aprendizaje incrementa la probabilidad de
que en la madurez este niño repita con sus hijos los patrones violentos de conducta. Además,
los niños maltratados desarrollarían con mayor probabilidad reglas que apoyan la conducta
violenta si las acciones de los padres se consideraban normativas, si el maltrato se
acompañaba de razonamientos verbalizados y si el maltrato ocurría como una medida de
disciplina siguiendo a una transgresión.
Desde la perspectiva de la teoría del vínculo, se considera que los vínculos tempranos
que se establecen entre el niño y su cuidador, proporcionan el prototipo de las relaciones
posteriores. A través de las primeras experiencias con su cuidador, el niño desarrolla
expectativas acerca de la disponibilidad de los otros en momentos de necesidad, así como un
modelo complementario de sí mismo como digno (o indigno) de ser cuidado. De acuerdo con
Bowly (1980), el niño que desarrolla vínculos seguros, probablemente posee un modelo de
representación en el que las figuras de vínculo aparecen disponibles, responsivas y apoyativas,
y un modelo complementario de sí mismo como una persona que, al menos, puede ser querida
y valorada. Con la confianza en sí mismo y en los otros, este niño desarrollará con mayor
probabilidad relaciones basadas en el amor y la confianza. Por el contrario, los niños cuyas
necesidades no han sido apropiadamente satisfechas desarrollan expectativas de acuerdo con
las cuales el cuidado y la consideración no son disponibles y no se puede confiar en los otros.
Estos niños, como adultos tendrán, probablemente, mayores dificultades en establecer
relaciones basadas en el apoyo, así como en proporcionar un cuidado adecuado a sus hijos.
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La característica más elemental de la familia que puede dar cuenta de la alta incidencia
de la violencia, es el hecho de que sus miembros ocupan muchas horas al día interactuando
entre sí. Aunque este es un factor importante, sin embargo, la razón violencia en el ámbito
familiar y violencia experimentada fuera de la familia excede con mucho a la razón tiempo de
interacción en la familia y tiempo de interacción fuera de la familia. Es decir si se compara la
familia con otros grupos en los que el tiempo de interacción es también elevado, como por
ejemplo los grupos de trabajo, se hace evidente la necesidad de considerar algunas
características distintivas adicionales.
Rango de actividades e intereses.
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El hecho de que la familia esté compuesta por personas de diferentes edades y sexos,
junto con las diferencias generacionales y sexuales que pueden llevar a interpretaciones
absolutamente distintas de los hechos, hacen de la familia un terreno especialmente abonado
para que surja el conflicto.
Roles atribuidos.
Junto con el problema de la edad y las diferencias sexuales, el hecho de que los roles
familiares y el estatus sean asignados, en una proporción muy considerable, en función de las
características biológicas más que de los intereses y competencia, incrementa el potencial de
conflicto en la familia. Este riesgo de conflicto que genera el carácter sexista de la organización
familiar es especialmente alto al coexistir esta estructura en el contexto de una sociedad con
una ideología igualitaria. No obstante, incluso sin esta inconsistencia ideológica, el potencial de
conflicto es alto puesto que, por ejemplo, es inevitable que no todos los maridos tengan la
competencia necesaria para cumplir con su rol de líder prescrito culturalmente
Privacidad de la Familia
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Las relaciones de la familia nuclear son inestables de por sí, ya que la estructura de la
familia está en continuo cambio como resultado de su ciclo vital (nacimiento, madurez de los
hijos, muertes). Las crisis que estos cambios provocan han sido desde hace tiempo
reconocidos, y combinadas con la implicación emocional que es típica de las relaciones
familiares, convierte al grupo familiar en un lugar donde se generan niveles de estrés más altos
que en otros grupos.
Aprobación normativa.
Las normas culturales legitiman el uso de la violencia entre los miembros de la familia
en situaciones donde el uso de la fuerza física supondría una seria transgresión moral o legal si
ocurriera entre personas no vinculadas por lazos familiares, lo cual se ilustra en el derecho de
los padres de utilizar la fuerza física.
Socialización en la violencia y su generalización.
El alto nivel de violencia en el ámbito familiar puede ser explicado en parte en relación
al hecho de que la violencia se experimenta en primer lugar en la familia y, paradójicamente,
entre aquellas personas que basan su relación en el amor. Operacionalmente, esto se traduce
en el uso del castigo físico como práctica educativa. De este modo, una primera consecuencia
es la asociación del amor con la violencia. El niño aprende que aquellos que más le aman son
también aquellos que le pegan y que tienen el derecho de hacerlo. La segunda consecuencia,
no intencionada, es que se justifica el uso de la violencia cuando algo es realmente importante.
Estas lecciones indirectas no se limitan únicamente a ofrecer un modelo para el tratamiento
posterior de los futuros hijos, sino que llegan a ser una parte fundamental de la personalidad
del individuo, creándole una determinada visión del mundo que llega a generalizarse a otras
relaciones sociales, especialmente en las relaciones más próximas como las de marido-esposa
o padres-hijos. Estas consideraciones sugieren que la experiencia temprana del castigo físico
sitúa las bases preliminares para la legitimidad normativa de todos los tipos de violencia, pero
especialmente de la violencia intrafamiliar.
Según las consideraciones anteriores, la familia puede considerarse como un grupo de
individuos que, a pesar de su pertenencia involuntaria a la misma, mantienen un elevado nivel
de implicación personal y emocional y que disponen de información potencialmente destructiva
acerca de los puntos fuertes y débiles de los demás. Si esta mezcla no resultara ya lo
suficientemente explosiva, pueden encontrarse aún nuevos puntos de tensión en las
diferencias de edad y sexo, en los conflictos de rol y en la ausencia de intimidad, facetas, todas
ellas, predecibles en la vida familiar.
Como vemos, existen ciertos costos derivados de la pertenencia al grupo familiar. Sin
embargo, paradójicamente, eludir las "obligaciones" implícitas a esta pertenencia, supone
renunciar a una de las fuentes más importantes (en la mayoría de los casos) de calor, afecto y
seguridad. El dilema parece ser, tanto para los miembros de la familia, como para aquellos que
trabajan en el ámbito de la violencia familiar, determinar en qué punto los costos de esta
pertenencia exceden a los beneficios.
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Como se ha observado repetidamente, los padres que maltratan a sus hijos no sólo
responden de forma diferente a situaciones hipotéticamente conflictivas que requieren la
elección de prácticas de disciplina, sino que sus elecciones difieren de las de los otros padres.
Efectivamente, estos padres parecen responder a sus hijos de forma funcionalmente no
contingente. Esta circunstancia, además de hacer impredecible la vida para el niño, tiene
importantes consecuencias en las relaciones paterno-filiales. Las recompensas proporcionadas
consistentemente sobre bases no contingentes pueden, eventualmente, perder la capacidad de
actuar como refuerzos positivos. De esta forma, los padres que responden no
contingentemente a sus hijos están perdiendo una de las principales fuentes de influencia
sobre sus hijos: el uso de incentivos positivos. Esto puede explicar, además, el hecho de que
los padres que maltratan a sus hijos exhiban frecuencias menores de conducta positiva. En
otras palabras, los esfuerzos de estos padres por utilizar conductas positivas para controlar la
conducta de los hijos puede haberse debilitado como resultado de la falta de éxito.
Por otra parte, es importante considerar el rol que desempeña el ajuste marital en las
relaciones con los hijos. Diversos estudios han observado que en las familias en las que tienen
lugar los malos tratos es frecuente el conflicto conyugal. Así, por ejemplo, se ha observado que
las familias que utilizaban tácticas agresivas (tanto físicas como verbales) para resolver las
disputas conyugales tendían a adoptar estrategias similares con sus hijos. En la medida en que
el castigo físico hacia los niños es socialmente más aceptado que la violencia física hacia el
propio cónyuge, el maltrato infantil puede ser el resultado de un desplazamiento de la agresión.
De esta forma, al actuar la agresión hacia el niño como una vía de escape, el padre no
agresivo puede beneficiarse del maltrato y, por lo tanto, lo consiente pasivamente o incluso lo
alienta. En este sentido, se ha considerado que el padre no abusivo contribuye al maltrato del
hijo de las siguientes formas: 1) aceptando abiertamente o alentándolo de forma sutil, 2)
urgiendo al otro padre al empleo de la disciplina con el hijo, 3) acusando al cónyuge de no ser
un buen padre y, 4) rechazando al cónyuge y, por lo tanto, provocando el desplazamiento de
las emociones del padre rechazado hacia el hijo.
Del castigo físico al maltrato infantil: el ciclo de la coerción
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Los investigadores en los años 60, en general, descartaron cualquier rol causal de los
factores sociales en la etiología del maltrato infantil. En estos mismos trabajos, sin embargo, se
ofrecía apoyo empírico a la hipótesis de que la prevalencia del maltrato infantil es mayor en
familias con un estatus socioeconómico bajo. La investigación realizada en la década de los
años setenta, más sensible a factores sociales como la desigualdad y la pobreza, confirmó la
hipótesis de que la violencia familiar tiene lugar con mayor frecuencia en familias con un
estatus educativo y ocupacional bajo.
Una apreciación inicial de la evidencia disponible, permitiría concluir que el maltrato
infantil ocurre, principalmente, en los estratos sociales más desfavorecidos. Es éste, sin
embargo, un aspecto polémico que ha suscitado numerosas críticas.
Sin duda, la objeción más importante que se ha planteado a la conclusión anterior, es
la sobrerrepresentación de familias de bajo estatus socioeconómico en la mayoría de los
estudios realizados, como consecuencia de un sesgo sistemático en el proceso de muestreo.
En general, en estos estudios, la información empleada procede de casos "oficiales" de
maltrato, es decir, aquellos casos conocidos y detectados, principalmente, por agencias
sociales e instituciones públicas.
Ciertas familias, principalmente las pobres, llegan con mayor frecuencia a la atención
de los servicios formales e informales y profesionales en el ámbito del maltrato infantil, mientras
que las familias más acomodadas disponen de mayores recursos y movilidad que les permiten
mantener su privacidad y aislamiento y, por tanto, ocultar con mayor facilidad los episodios de
maltrato.
Asimismo en el proceso de identificación la clase social constituye un importante factor
en la toma de decisiones, especialmente en los casos fronterizos donde el punto de corte no
está claro, produciéndose así un sesgo debido a los efectos del etiquetado. Los estudios que
utilizan casos de maltrato conocidos y detectados no son, por lo tanto, representativos de la
realidad del maltrato en su conjunto. De acuerdo con este planteamiento el maltrato puede
producirse de manera similar en todos los estratos sociales, pero sólo se conocen y detectan
los de los estratos sociales más desfavorecidos, al ser los que acceden con mayor frecuencia a
los servicios sociales.
Probablemente la sobrerrepresentación de las familias con estatus socioeconómico
más bajos en los estudios y estadísticas del maltrato infantil no es únicamente resultado de
sesgos en el muestreo, sino que el maltrato infantil tiene lugar realmente con mucha mayor
frecuencia en los estratos sociales más desfavorecidos.
Estrés
Dos de los aspectos paradójicos de la familia son los altos niveles de estrés y violencia
presentes en este grupo social. La paradoja reside en que la familia es, al mismo tiempo, uno
de los más violentos grupos o instituciones de la sociedad y es también el grupo donde la
mayoría de las personas pueden encontrar apoyo y amor. Otra ironía de la vida familiar es el
hecho de que aunque la familia es un lugar donde las personas pueden encontrar un respiro de
las tensiones de la vida cotidiana, la familia es al mismo tiempo un grupo con niveles altos de
conflicto y estrés inherentes a su propia naturaleza.
Una fuente de estrés en la familia es el hecho de que, además de las diferencias y
conflictos que surgen normalmente entre dos o más personas, la familia ha construido en su
estructura básica la denominada batalla de los sexos y el conflicto generacional. Una segunda
fuente de estrés es inherente a lo que se espera socialmente de una familia. Por ejemplo, se
espera que una familia proporcione a sus hijos la alimentación, el vestido y la vivienda
adecuados, cuando la sociedad no siempre proporciona a las familias los recursos necesarios
para hacerlo. Otro ejemplo, es la expectativa de que las familias críen y eduquen niños sanos,
bien ajustados, observantes de la ley e inteligentes que puedan "salir adelante en la vida". El
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estrés ocurre debido a que estos rasgos y las oportunidades de "salir adelante", son factores
que en mayor o menor medida se encuentran más allá del control de cualquier familia.
Estas consideraciones apoyan el argumento de que un importante factor que puede
ayudar a explicar el maltrato infantil es el estrés y el conflicto que con frecuencia caracteriza la
vida familiar. De hecho, virtualmente todos los acercamientos teóricos al maltrato infantil han
adscrito al estrés un mayor o menor protagonismo en su etiología. El planteamiento que
subyace a estos acercamientos es que el maltrato infantil es una expresión de la carencia de
recursos o habilidades para manejar y superar situaciones que conllevan altos niveles de
estrés. Numerosos estudios han puesto de manifiesto que las familias violentas no sólo se
encuentran sometidas a altos niveles de estrés, sino que, además, presentan características
que las hacen más propensas a responder a la presión psicológica con la violencia, en lugar de
desarrollar comportamientos adaptativos. Aunque los resultados de estos estudios se refieren a
las relaciones entre el nivel de estrés y el maltrato infantil, esto no significa que el estrés sea
una causa directa del maltrato infantil. La violencia es sólo una de las posibles respuestas al
estrés, entre las respuestas alternativas se encuentran la pasividad, la resignación o el
desarrollo de desórdenes psicológicos tales como la depresión.
Además, en la conceptualización del rol del estrés en el maltrato infantil, es necesario
considerar al estrés no únicamente como un fenómeno objetivamente cuantificable, sino como
un fenómeno subjetivo que debe ser entendido en términos de las interpretaciones cognitivas
del individuo y la familia. El estrés puede considerarse así, como una función de la interacción
entre las exigencias de una situación, definidas subjetivamente, y la capacidad real o percibida
de un individuo o grupo para responder a esas exigencias.
Aunque un gran número de estudios que han analizado las relaciones entre el estrés y
distintas formas de violencia familiar se han basado en medidas generales del nivel de estrés,
otro conjunto de investigaciones han centrado su atención en el análisis de la asociación entre
la violencia familiar y situaciones y condiciones específicas de estrés, tales como los problemas
económicos, condiciones inadecuadas de vivienda, el desempleo o ser padre único.
Desempleo
Entre los primeros y más importantes estudios que destacaron el vínculo entre el
desempleo y el maltrato infantil, se encuentra el realizado por Gil (1970, 1971) con una muestra
representativa de la totalidad de los Estados Unidos, el primero de estas características que se
llevó a cabo. De los 1300 casos de maltrato que se analizaron, cerca de la mitad de los padres
habían perdido su trabajo el año inmediatamente anterior al incidente de maltrato. El reanálisis
de Light (1973) de estos datos reveló, además, que el desempleo era el factor único que con
más frecuencia diferenciaba entre las familias donde tenía lugar el maltrato y las familias
adecuadas. Asimismo, el desempleo maternal, cuando una madre soltera no puede encontrar
empleo, se ha asociado con deprivaciones materiales y maltrato físico y negligencia.
Los procesos por los que el desempleo puede llevar a desencadenar el maltrato son
probablemente distintos. El mero hecho de la pérdida del trabajo está asociado con
circunstancias frustrantes tales como la escasez de recursos económicos que pueden dar
cuenta de esa relación. Además, el sentimiento de impotencia que resulta de ser destronado
como proveedor de los recursos de la familia puede alimentar la violencia familiar
especialmente cuando ese estatus puede ser recobrado utilizando la fuerza con los niños. Por
otra parte, el maltrato puede ser simplemente una consecuencia del incremento del contacto
con los hijos (con un consecuente incremento del conflicto), como resultado del mayor tiempo
que el padre desempleado se encuentra en la casa.
Otros aspectos del mundo del trabajo, distintos a la pérdida del empleo o el subempleo,
han sido vinculados con problemas en las relaciones familiares. Así, por ejemplo, se ha
observado una relación entre los atributos de la ocupación parental, en particular de los padres,
y los valores que se mantienen acerca de los resultados de las prácticas educativas parentales.
Otros aspectos, tales como la absorción en el trabajo y la insatisfacción laboral han
sido también vinculados con las relaciones paterno-filiales. Así, por ejemplo, se ha observado
que a medida que los padres dedicaban más tiempo y energía a sus ocupaciones laborales,
más impacientes e irritables se mostraban con sus hijos.
Por otra parte, la experiencia del trabajo llega al contexto familiar a través del estado
emocional del padre que trabaja, lo que, en cambio, determina en parte su disponibilidad para
otros miembros de la familia, en especial los hijos. De acuerdo con esta interpretación, cuando
los trabajadores se encuentran estresados y alterados en el trabajo, debido al conflicto, la
sobrecarga, el aburrimiento, y la sobrerrutinización de las habilidades, llegan preocupados,
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fatigados e irritables al hogar e intentan crear un "espacio personal" entre ellos y otros
miembros de la familia, bloqueando el contacto con ellos. Si los niños no mantienen este
espacio, el padre puede responder de forma irritable y colérica.
Padre único
Distintos estudios han observado una mayor frecuencia de casos de maltrato infantil en
familias con padre único. Específicamente, se ha observado una mayor prevalencia de madres
solteras en familias con problemas de maltrato. La significación de la elevada frecuencia de
padres únicos entre los padres que maltratan a sus hijos, puede interpretarse de diferentes
formas. En la literatura acerca del maltrato infantil, ser padre único se considera generalmente
como una fuente de estrés, en el que la responsabilidad de la crianza de un niño recae sobre
una única persona. Otro factor asociado con ser padre único y que es una fuente adicional de
estrés son los problemas económicos. Los problemas económicos se encuentran entre las
principales fuentes de estrés para numerosas personas y el estatus de padre único, en
particular en las mujeres, está fuertemente relacionado con bajos ingresos. Sin embargo, en la
literatura sobre apoyo social, el estatus marital se considera como un indicador de apoyo
social. El argumento es que las personas casadas, en general, experimentan niveles más altos
de apoyo social procedente del cónyuge, que las personas solteras, reduciendo las relaciones
con la pareja el impacto emocional de los sucesos estresantes.
Otros estresores tales como condiciones inapropiadas de vivienda, el número de hijos y
la pobreza en general, han sido considerados también como antecedentes importantes del
maltrato infantil. Es importante señalar, sin embargo, que estas fuentes particulares de estrés
están frecuentemente relacionadas con un estatus socioeconómico bajo. Puesto que las
familias socioeconómicamente más desfavorecidas experimentan, comparativamente, un
número desproporcionado de estresores y, además, una gran mayoría de familias donde tienen
lugar los malos tratos proceden de estratos sociales muy desfavorecidos, ello podría dar lugar
a una confusión operacional entre las variables estrés y estatus socioeconómico bajo. En este
sentido, y puesto que la mayoría de familias con un estatus socioeconómico bajo no maltratan
a sus hijos, las relaciones entre estresores asociados con la pobreza y el maltrato infantil deben
ser interpretadas con cautela.
No obstante, aunque fuentes particulares de estrés pueden estar relacionadas con la
clase social, un modelo general de estrés en el maltrato infantil no es necesariamente
dependiente del estatus socioeconómico. La formulación de una teoría adecuada del estrés
social debería reconocer la naturaleza multifactorial del maltrato infantil, indicando cómo
distintos factores de estrés se combinan e interactúan para producir sus efectos, especificando
la forma en que el estrés social interactúa con la dinámica familiar, dando como resultado los
malos tratos. Asimismo, dicha teoría debería explicar porqué unas mismas condiciones
objetivas de estrés no siempre conducen al maltrato infantil.
Aislamiento social y maltrato infantil
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Alguna de las formas por las que estas redes influyen en el funcionamiento familiar es
proporcionando apoyo emocional y material, reforzando las normas sociales y ofreciendo
oportunidades para aliviar el estrés. Las familias que maltratan a sus hijos, en general, carecen
de esa "tabla de salvación", de forma que durante períodos donde los niveles de estrés son
particularmente altos, la familia no encuentra una vía de escape, al no poder recurrir a amigos,
familiares o incluso a servicios institucionalizados en busca de apoyo emocional y material.
Asimismo, y en relación con el anterior, se ha propuesto un proceso explicativo de la
asociación entre el aislamiento social y el maltrato infantil que enfatiza el rol de la conformidad
social. Este planteamiento se basa fundamentalmente en la conceptualización de los sistemas
de apoyo desarrollada por Caplan (Caplan, 1974; Caplan y Killilea, 1976). Desde esta
perspectiva, los sistemas de apoyo desempeñan funciones sociales críticas que son relevantes
en la dinámica del maltrato infantil. En términos de Caplan, "las personas tienen distintas
necesidades específicas que necesitan ser satisfechas a través de relaciones interpersonales
duraderas, tales como el amor y el afecto, la intimidad que proporciona la libertad de expresar
los sentimientos fácilmente, la validación de la identidad personal y los sentimientos de valía, el
apoyo en el manejo de las emociones y el control de los impulsos". Cuando una familia está
socialmente aislada ello significa que se encuentra alejada de sistemas de apoyo personales,
es decir, de aquellos conjuntos de relaciones que proporcionan ayuda, apoyo y feedback y que,
en términos de Caplan "dicen a los individuos lo que se espera de ellos y les guían en lo que
tienen que hacer", sistemas que "vigilan y juzgan" el desempeño del rol parental. De esta
forma, estos sistemas de apoyo actúan como mecanismos de feedback que controlan la
conducta parental y, a su vez, proporcionan modelos de rol parental alternativos. En este
sentido, se ha planteado que, en la medida en que pocas personas tienen acceso al hogar,
existen pocas oportunidades para el escrutinio informal de las prácticas de crianza y disciplina
y, por tanto, para el feedback corrector cuando se violan los estándares aceptados por la
comunidad.
Vecindarios de alto riesgo, familias de alto riesgo
Como sugiere la evidencia disponible, el maltrato infantil se concentra entre las familias
social, económica y psicológicamente en situación de alto riesgo. Sin embargo, de acuerdo con
Garbarino y Sherman (1980), una comprensión más completa de la dinámica del maltrato
infantil debe, además, identificar e investigar entornos de alto riesgo. La premisa que subyace a
este planteamiento es que el entorno social está íntimamente relacionado con el clima
existente en la familia. Cuando el ajuste mutuo familia-entorno fracasa, se incrementa el riesgo
de que el clima familiar se deteriore y se generen patrones negativos de interacción, deterioro
del cual el maltrato infantil es una manifestación potencial.
La comunidad como sistema geográfico y social actúa como un elemento de conexión
entre la familia y la estructura social más amplia y es, asimismo, el vehículo a través del cual
tiene lugar la socialización, el control social, la participación social y la ayuda mutua. Cuando
una comunidad cumple estas funciones facilita a la familia el desarrollo y ajuste adecuado, sin
embargo, cuando estas funciones no se cumplen, se incrementa un clima de riesgo social.
Las familias donde tiene lugar el maltrato se encuentran con frecuencia alejadas de
sistemas de apoyo e influencias prosociales. Además, ciertas características de la comunidad y
un clima social negativo pueden ser condiciones que favorecen la aparición del maltrato infantil.
En comunidades donde no existe un sentido de identidad y de responsabilidad colectiva y
donde las condiciones de vida dominantes se caracterizan por la pobreza, el desempleo, la
delincuencia, pobres condiciones de vivienda y carencia de servicios y recursos materiales y
sociales, el maltrato infantil puede aparecer con mayor probabilidad.
Un conocido estudio llevado a cabo por Garbarino y Sherman (1980), hizo evidente la
estrecha interrelación entre ciertas características de la comunidad y el maltrato infantil. En
este estudio se examinaron las diferencias actitudinales entre dos vecindarios con similares
características socioeconómicas y demográficas, pero con distintas tasas de maltrato infantil.
Estos autores observaron que los miembros de las comunidades con bajas tasas de maltrato
consideraban a su vecindario como un lugar estimulante y apoyativo, mientras que en la
comunidad con altas tasas de maltrato, las actitudes hacia la comunidad eran negativas. Estas
familias, consideraban al vecindario donde vivían como un lugar no adecuado para criar y
educar a sus hijos. Además, de los resultados obtenidos en esta investigación surgía un patrón
consistente que permitía caracterizar a la comunidad de alto riesgo como socialmente
empobrecida en relación al vecindario de bajo riesgo. Algunas de las características distintivas
del vecindario de alto riesgo era un menor uso del vecindario como un recurso para la
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supervisión de los niños, menores recursos comunitarios para el cuidado de los niños de
madres trabajadoras y una falta, en general, de ayuda mutua entre vecinos. La diferencia más
notable entre ambos tipos de vecindarios fue el grado de disponibilidad de redes sociales de
vecinos que desempeñaran tareas concretas para los padres, tareas dirigidas principalmente a
reducir el estrés económico y las cargas personales. Este estudio no sólo hizo evidente el
"efecto vecindario" sino que, además, puso de manifiesto la sensibilidad de los padres a la
forma en que determinadas características de una comunidad establecen un clima particular
que afecta a las relaciones familiares.
Del estudio de Garbarino y Sherman (1980) se desprendía la conclusión de que las
familias más necesitadas y con escasos recursos tendían a agruparse en unas mismas zonas
de residencia. Las relaciones en la comunidad con otras familias que se encuentran en una
situación similar difícilmente constituirán un apoyo social positivo. Como señala Garbarino,
estas relaciones actuarán más bien, como un mecanismo que reforzará una visión apática y
fútil del mundo como un lugar injusto y donde las personas como ellos siempre sufren. Estos
contextos también pueden reforzar en los padres la idea de que el maltrato se justifica en tales
circunstancias, por motivos de disciplina o para prevenir que sus hijos adapten cualquier forma
de desviación social, como la delincuencia. Estas familias no se encuentran aisladas
socialmente en sentido estricto, sino que se encuentran aisladas de sistemas de apoyo
prosociales constructivos, así como del mundo más allá de su empobrecida comunidad.
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infantil en la medida en que los padres eduquen a sus hijos en una sociedad donde la violencia
alcanza niveles con frecuencia desproporcionados, donde el castigo corporal se acepta como
una técnica de disciplina y donde el concepto de paternidad se construye en términos de
posesión.
Sin duda, la integración más completa y minuciosa de los distintos factores de riesgo
del maltrato infantil ha sido la llevada a cabo por Belsky (1980) en su Modelo Ecológico. Este
modelo, que amplía y extiende el propuesto por Garbarino (1977), se encuentra entre los
modelos más comprehensivos del maltrato infantil propuestos hasta la fecha.
En su ya clásico trabajo, Belsky (1980) resume así las principales propuestas teóricas
del modelo ecológico:
a) El maltrato infantil está múltiplemente determinado por fuerzas que actúan en el
individuo, en la familia, en la comunidad y en la cultura en la que el individuo y la familia están
inmersos.
b) Estos determinantes múltiples están ecológicamente anidados uno dentro de otro; y,
consecuentemente,
c) Gran parte de los conflictos que han caracterizado el estudio del maltrato infantil (y
que, posiblemente, incluso han obstruido su progreso) son más aparentes que reales.
El modelo formulado por Belsky integra la conceptualización de los contextos donde
tiene lugar el desarrollo, propuesto por Bronfenbrenner (1977, 1979) en su modelo ecológico
del desarrollo humano, y el análisis del desarrollo ontogenético propuesto por Tinbergen
(1951). Así, la división del espacio ecológico propuesta por Bronfenbrenner en micro-macro- y
exosistemas, junto con el análisis del desarrollo de la conducta de Tinbergen (1951),
proporcionan un esquema útil para integrar y considerar simultáneamente los distintos
contextos implicados en el maltrato infantil, así como las diferencias individuales de los padres
que tienen lugar como resultado de las historias personales en el desarrollo.
El resultado de esta síntesis es un modelo conceptual que permite ordenar de forma
coherente, en cuatro niveles de análisis, los factores y procesos explicativos que se han
considerado contribuyen a la etiología del maltrato infantil. Estos niveles son: a) desarrollo
ontogenético, b) el microsistema, c) el exosistema, d) el macrosistema.
El desarrollo ontogenético representa la herencia que los padres que maltratan a sus
hijos traen consigo a la situación familiar y al rol parental. El microsistema representa el
contexto inmediato donde tiene lugar el maltrato, es decir, la familia. El exosistema representa,
en términos de Bronfenbrenner, "las estructuras sociales, tanto formales como informales (por
ejemplo, el mundo del trabajo, el vecindario, redes de relaciones sociales, la distribución de
bienes y servicios), que no contienen en sí mismas a la persona en desarrollo, aunque rodea y
afecta el contexto inmediato en el que se encuentra la persona y, por lo tanto, influye, delimita o
incluso determina lo que ocurre allí". Finalmente, el macrosistema representa los valores
culturales y sistemas de creencias que permiten y fomentan el maltrato infantil a través de la
influencia que ejercen en los otros tres niveles, el individuo, la familia y la comunidad,.
Este marco conceptual no sólo enfatiza el rol causal potencial que cada uno de esos
factores desempeña individualmente, sino que, además, reconoce explícitamente su
interacción en la etiología del maltrato infantil. Concretamente, delinea las relaciones
estructurales entre los factores individuales, familiares, sociales y culturales que han sido
identificados por distintos estudios como agentes causales del proceso del maltrato infantil.
Estas relaciones y efectos interactivos los expresa Belsky en los siguientes términos: "Al tiempo
que los padres que maltratan a sus hijos entran en el microsistema familiar con una historia
evolutiva que puede predisponerles a tratar a sus hijos de forma abusiva o negligente
(desarrollo ontogenético), fuerzas generadoras de estrés, tanto en el entorno inmediato de la
familia (microsistema), como más allá de ésta (exosistema), incrementan la posibilidad de que
tenga lugar un conflicto entre padre e hijo. El hecho de que la respuesta de un padre al
conflicto y estrés tome la forma del maltrato infantil es una consecuencia de la experiencia de
los padres de su infancia (desarrollo ontogenético) y de los valores y prácticas de crianza
infantil que caracterizan la sociedad o subcultura en la que el individuo, la familia y la
comunidad están inmersos".
No obstante, una conceptualización completa de los factores asociados con la etiología
del maltrato infantil debería incluir tanto factores de riesgo como factores de compensación.
Según este planteamiento la conducta parental está determinada por el equilibrio relativo entre
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Aunque existe un mayor o menor consenso acerca de las causas específicas de los
malos tratos en la infancia, si que existe un amplio acuerdo en considerar que los malos tratos
ocurren como resultado de múltiples fuerzas o factores que tienen un impacto en la familia, que
interactúan y se refuerzan mutuamente y que eventualmente pueden resultar en los malos
tratos. El riesgo de que un niño llegue a ser maltratado es, por tanto, el resultado del patrón de
interacción que se establece entre ellos, sus familias y el entorno que les rodea. Es importante
reconocer que la mayoría de los padres no intentan dañar a sus hijos, sino que, más bien, los
malos tratos son el resultado de una combinación de factores: psicológicos, de la interacción
familiar y socioculturales. La probabilidad de que unos padres maltraten a sus hijos será mayor
si ellos mismos sufrieron la deprivación emocional en su infancia o fueron víctimas de los malos
tratos; si se encuentran aislados y carecen del apoyo de la familia o amigos; si tienen una
pobre autoestima y no se sienten queridos; si son emocionalmente inmaduros; si son
drogodependientes o si se encuentran sometidos a condiciones elevadas de estrés. Con
frecuencia los padres que maltratan a sus hijos sienten remordimientos por su conducta
aunque, con frecuencia, sus propios problemas les impiden detener su conducta..
Debe enfatizarse que aunque ciertos factores se encuentran con frecuencia presentes
en las familias donde tienen lugar los malos tratos, ello no significa que la presencia de esos
factores siempre tengan como resultado el abuso o la negligencia. Los profesionales que tienen
la responsabilidad de intervenir en casos de malos tratos deben reconocer que las causas de
este problema son múltiples y que se encuentran en interacción, y que la evaluación e
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intervención en las familias debe realizarse de forma individualizada. Lo que podría ser la
causa en una familia puede que no lo sea en otra, y los factores que pueden determinar los
malos tratos en una familia puede que no lo hagan en otra familia.
FACTORES DE RIESGO DEL MALTRATO INFANTIL
INDIVIDUALES FAMILIARES SOCIOCULTURALES
Factores parentales Interacción Paterno-Filial Ambito laboral
Diversos autores han considerado que existen distintos factores asociados con
diferentes formas de malos tratos (físicos, negligencia, sexuales y psicológicos). De nuevo,
aunque con frecuencia determinados factores se hayan asociado con ciertos tipos de maltrato,
ello no significa que esos factores se encontrarán siempre presentes o que su presencia lleve
siempre a un tipo u otro los malos tratos.
De acuerdo con la obra de Vernon R. Wiehe (1996), Working with child abuse and
neglect , los factores que fomentan el maltrato pueden distribuirse en función del tipo del
maltrato -negligencia, maltrato físico, psicológico y abuso sexual- y del ámbito en que ese
factor aparece -individual, familiar y social/cultural. En el análisis de los factores asociados a
cada tipo de maltrato seguiremos su trabajo.
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ejemplo, el asumir un cuidado excesivo de los hijos sin ayuda de nadie. Esta expectativa puede
impedir que la madre desarrolle una carrera profesional o ayude financieramente al desarrollo
familiar, incrementándose de este modo el estrés en la propia madre y en la familia.
Expectativas poco realistas sobre los hijos son el control de las necesidades de aseo,
desaparición del llanto o los logros en las actividades extracurriculares.
Estrés. Problemas financieros o conyugales así como la existencia de experiencias
vitales negativas pueden generar estrés en los padres que, a su vez, merme la capacidad de
éstos para criar a sus hijos y les ponga en una situación de riesgo de maltrato.
Habilidades inadecuadas en los padres. Un escaso conocimiento de las habilidades
parentales puede estar asociado al maltrato físico. De este modo, la frustración de los padres y
su incapacidad para afrontar con efectividad los problemas de la educación de los hijos puede
desembocar en la utilización de diversas formas de castigo corporal como un mecanismo para
mantener el control sobre los propios hijos.
Rol inverso. El rol inverso se produce cuando se espera que los hijos sean
responsables de la felicidad y bienestar emocional de los padres. Esta inversión del rol a
menudo está asociada a la deprivación emocional de los padres en su infancia, una
deprivación de la que pretenden resarcirse a través del rol inverso. Debido a que la paternidad
y la maternidad implica frecuentemente dar más de lo que se recibe, tanto en los aspectos
materiales como emocionales, en este tipo de padres es posible que la percepción de esta
situación poco recíproca lleve a la aparición de conductas que implican maltrato físico y
psicológico hacia los hijos.
Falta de empatía hacia las necesidades del menor. El cuidado de los hijos exige
empatía en los padres -esto es, una capacidad de identificarse con cómo siente el hijo y
responder adecuadamente a ese sentimiento. Los padres poco empáticos tienden a mostrar
mayor maltrato físico que los padres empáticos. Así, un padre empático, al ponerse en la
situación de su hijo, no empleará el uso del cinturón ni le dará bofetadas, precisamente, porque
se para a pensar en cómo él se sentiría, si fuese su hijo, y le trataran de esa forma. De la
misma forma, la empatía del padre y la madre hacia el hijo le permiten entender mejor
determinadas conductas de éste que, de otro modo, pudieran irritarles o predisponerles hacia
conductas con el hijo que implicaran maltrato físico (llantos, rabietas, etc.).
Consumo de sustancias. El consumo de sustancias en los padres está relacionado
con la presencia de conductas de maltrato. Así, parece que el consumo de alcohol en los
padres está más relacionado con el maltrato físico, mientras que el consumo de cocaína lo está
con el abuso sexual. Por su parte, el consumo de sustancias durante el embarazo también está
relacionado positivamente con la presencia de maltrato en la infancia.
Relación con el niño. El compañero de la madre ha mostrado ser el cuidador no
parental que más maltrata al menor, incluso cuando su papel como cuidador es muy reducido y
dedica muy poco tiempo a ello. Son varias las razones que pueden explicar este hecho. En
primer lugar, su uso de la violencia puede constituir un recurso para camuflar su falta de
legitimidad hacia el menor. En segundo lugar, puede ser una respuesta ante una situación
percibida como amenazante -como sería una coalición de la madre y el hijo contra él. En tercer
lugar, la violencia podría explicarse por la falta de vínculo entre el menor y el cuidador.
Edad de la madre. La edad en que la madre tuvo al hijo, más que la edad en que se
produce el maltrato, está consistentemente relacionada con la presencia de maltrato físico.
Cuanto más joven es la madre más maltrato se produce, debido probablemente a su
inmadurez, falta de educación e, incluso, bajos ingresos.
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Pobreza. Una causa de maltrato físico son los bajos ingresos. A menudo estos bajos
ingresos están relacionados con la discriminación de la mujer en el mercado laboral, cuyos
ingresos son sistemáticamente menores que el de los hombres. La pobreza limitaría el acceso
de las madres a los recursos educativos y comunitarios; unos recursos que podrían mitigar los
efectos del maltrato físico. Además, los cambios económicos no deseados también están
asociados con la presencia de maltrato físico.
Aislamiento social. El maltrato físico también viene asociado a la incapacidad para
acceder a los servicios de ayuda y a la red social. Estos recursos podrían mitigar el estrés en
los padres en aquellas circunstancias especialmente estresantes o difíciles.
Creencias culturales y religiosas sobre el castigo físico. Algunas creencias
culturales y religiosas pueden apoyar la idea de la utilización del castigo corporal, incluyendo
fuertes latigazos o la utilización de palos, que podrían catalogarse como maltrato físico. Los
textos bíblicos, tomados literalmente, se utilizan en ocasiones para justificar el maltrato.
8. FACTORES ASOCIADOS CON EL MALTRATO PSICOLÓGICO
El maltrato psicológico no sólo es una forma diferente de maltrato sino que a menudo
es un componente de las otras formas de maltrato. De este modo, los factores asociados con
los otras formas de maltrato son también aplicables al maltrato psicológico. A continuación se
presentan algunos factores específicamente asociados con el maltrato psicológico.
8.1. Factores individuales
Los padres que reprimen sus emociones (dolor, tristeza, alegría, ira) pueden esperar lo
mismo de sus hijos y, por tanto, no responder a sus necesidades emocionales. Algunos
factores culturales pueden reforzar esta conducta parental. Los hijos pueden responder a esta
negación de las emociones en sus padres con un sentimiento de no ser querido y deseado.
Este comportamiento parental puede catalogarse como una forma de maltrato psicológico.
8.2. Factores familiares
Chivo expiatorio. Los hijos pueden ser los chivos expiatorios de los problemas
maritales: los padres pueden culpar a los hijos de sus problemas. Esto puede ocurrir cuando
los padres culpan al hijo de los problemas de la pareja, al asociar los problemas económicos
familiares con la presencia del hijo o proyectando frustraciones diciéndole al hijo que se parece
al otro miembro de la pareja. Este comportamiento contiene una fuerte dosis de maltrato
psicológico debido a que se le hace sentir al hijo que es responsable de los problemas de sus
padres o, lo que es peor, que hubiera sido mejor que él no hubiera nacido.
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I. El abusador potencial debe tener alguna motivación para abusar sexualmente del
menor
II. Se deben superar las inhibiciones internas con las que se encuentra en su
motivación
III. El abusador potencial debe superar las barreras externas con las que se encuentra
IV. Se debe superar la resistencia del menor a ser abusado sexualmente.
NIVEL DE EXPLICACIÓN
INDIVIDUAL SOCIO/CULTURAL
Precondición I:
Factores relacionados
con la motivación para
abusar sexualmente
Congruencia Emocional - Desarrollo emocional estancado - Requisito masculino para ser dominante y
- Necesidad de sentirse poderoso y ejercer control poderoso en las relaciones sexuales
- Necesidad de deshacer el daño de un trauma infantil que se
revive constante-mente
- Identificación narcisista del self con un joven o infante
Activación sexual - Experiencia sexual en la infancia que fue traumatizante o -Pornografía infantil
que condicionó fuerte- mente -Representaciones eróticas de los niños en
- Aprendizaje del interés sexual en los niños a partir de otra la publicidad
persona -Tendencia masculina a sexualizar todas
- Mala atribución de claves las necesidades emocionales
- Anormalidad biológica
Precondición IV: - El menor está emocionalmente inseguro o deprivado -Falta de apoyo social
Factores que - El menor no tiene nociones de lo que es el abuso infantil -Barreras a la igualdad de la mujer
predisponen a superar - Se da una situación de confianza inusual entre el menor y el -Erosión de las redes sociales
la resistencia del abusador -Creencia en la privacidad de la familia
menor - Coerción - El menor no ha tenido educación sexual
- Desprotección social del menor
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posiblemente del maltrato psicológico, pueden hacer que el menor sea más vulnerable a la
atención y el afecto de un adulto potencialmente abusador. La falta de información sexual
también puede incrementar la probabilidad de un menor de sucumbir a los intentos sexuales
del adulto. La confianza y el respeto que la víctima siente por el adulto -el respeto de una niña
por un miembro próximo de la familia o el de una alumna por su profesor- puede también
socavar la resistencia del menor al abuso. Finalmente, las amenazas de daño físico por parte
del adulto pueden eliminar la resistencia del menor al abuso (los esfuerzos de un menor por
evitar los abusos sexuales pueden ser irrelevantes cuando el adulto usa la fuerza y la
coerción).
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Objetivos:
Procedimiento:
- Lee el siguiente escrito para poder realizar la actividad del punto siguiente:
- Revisa los factores de riesgo del DOCU 14 e intenta, a partir de ellos, hacer
una propuesta de factores de protección. Envía el resultado a los tutores.
DOCU 14
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Notas útiles:
- No se requieren
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Objetivos:
Procedimiento:
Piensa en una familia que hayas conocido (puede que sea la tuya propia, alguna
que recuerdas de tu infancia, de alguna amistad, de tu experiencia profesional,
etc.) y a la que recuerdes por su especial buen trato a la infancia. Puede ser una
familia que reconozcas que trata bien a los niños o simplemente una familia
donde recuerdas haber estado a gusto en su presencia. Tómate tu tiempo para
pensar sobre este punto y seleccionarla adecuadamente. No importa que la
conozcas poco o que sólo tengas una idea vaga o intuitiva de que se trata de
una familia bien tratante o con un buen funcionamiento.
Reflexiona sobre qué aspectos serían los que te ayudan a creer que realmente se
trata de una familia bien tratante. Detecta aquellos factores importantes y haz
una lista, sin pensar mucho en la estructura.
Para completar la actividad, realiza una hipótesis de las posibles causas que
puedan justificar que esa familia sea de esa manera. Es una hipótesis, que
además no vamos a validar. Puede ser que surjan aspectos de transmisión
generacional, de desarrollo personal, de estructura familiar, de planificación, de
red social, etc.
Remite a los tutores tus reflexiones sobre qué te aporta como profesional esta
visión.
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- No se requieren
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DOCUMENTO DE TRABAJO N 14
FACTORES DE RIESGO: SINTESIS
FACTORES DE RIESGO DEL MALTRATO INFANTIL
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Objetivos:
Procedimiento:
DOCU 15
Notas útiles:
- No se requieren
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DOCUMENTO DE TRABAJO N 15
SENTIMIENTOS Y EMOCIONES DEL PROFESIONAL ANTE LOS MALOS
TRATOS A LA INFANCIA
5. Cuando realizo una visita a un hogar donde ser produce abuso sexual, mi
sentimiento es.......................................
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Objetivos:
Procedimiento:
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Notas útiles:
- No se requieren
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