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Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales

Secretaría General de Asuntos Sociales


Dirección General de Acción Social, del Menor y de la Familia

La Formación de los Profesionales


en el Ámbito de los
Malos Tratos a la Infancia

Curso de Teleformación
Contenidos: Enrique Gracia y Gonzalo Musitu
Diseño WEB: IR Formación y Servicios Sociales
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 1

Introducción al Curso

Los profesionales que trabajan en el ámbito de la protección del menor se


encuentran, sin duda, en una posición de extraordinaria responsabilidad. Estos
profesionales trabajan cotidianamente con una problemática que encierra una
gran complejidad y que conlleva un fuerte componente emocional, asumiendo
la responsabilidad de tomar decisiones que afectarán la seguridad y el
bienestar, actual y futuro, del menor. Determinar la conveniencia de que el
menor permanezca en el hogar familiar y, paralelamente, decidir qué
tratamiento/intervención puede modificar la dinámica familiar que crea y
mantiene los malos tratos o, por el contrario, aconsejar la separación temporal o
definitiva del menor de su entorno natural, valorando y anticipando los
beneficios y costos asociados con cualquiera de esas u otras decisiones, son
ejemplos que ponen de manifiesto las exigencias y responsabilidades asociadas
a este rol profesional.

La complejidad del trabajo con niños y sus familias en situaciones de malos


tratos, y la importancia e impacto de la decisiones que se toman en este ámbito,
exige que los profesionales dispongan de un amplio y sólido cuerpo de
conocimientos y habilidades, así como de oportunidades para su actualización
periódica. Si los niños maltratados necesitan de la ayuda de profesionales
cualificados, los profesionales requieren de una preparación y formación
efectiva para optimizar sus recursos y habilidades necesarios para proporcionar
ayuda a esos niños.

El presente curso de formación, dirigido fundamentalmente a profesionales


cuyo trabajo se desarrolla en el ámbito de la identificación, intervención y
prevención de los malos tratos, asume este planteamiento y tiene como objetivo
responder a esa necesidad de formación, mejora y actualización de
conocimientos teóricos y aplicados. Con esa finalidad, se ha realizado un
importante esfuerzo de integración a partir de la revisión y análisis de
materiales de formación empleados en otros ámbitos, de las prácticas actuales y
los supuestos sobre las que se basan, así como de la literatura profesional más
reciente en los diversos campos de conocimiento relacionados con la protección
y el bienestar de la infancia.

La evaluación del curso se realizará mediante los siguientes procedimientos:

 1.- Un seguimiento de las 13 actividades que obligatoriamente debe enviar el


alumno a los tutores y que ya están especificadas oportunamente a lo largo del
programa de formación. ( Indicadas con este icono)
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 2

 2.- La valoración de la participación y aportación del alumno en los 4 foros


temáticos que se propondrán a lo largo de curso para cada una de las unidades.
Los foros se realizarán mediante la página web del curso

Puedes descargarte la Ficha de Ayuda de Seguimiento de las Actividades… y así


conocer cuáles tienes que enviar al tutor y cuáles no.

Ficha de Ayuda de Seguimiento de las Actividades

 3.-Una autoevaluación del alumno que se realizará a partir de 4 tests


correspondientes a cada una de las unidades del programa. (Las
autoeveluaciones se realizarán conectándose con el servidor de Teleformación
del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales)
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 3

PLANTILLA DE AYUDA PARA LA ENTREGA DE ACTIVIDADES


Actividad 1 Actividad 2 Actividad 3 Actividad 4 Actividad 5 Actividad 6 Actividad 7
Doc 1 Doc 2 Doc 3 Doc 4 Doc 5,6,7,8 Doc 9
Lectura 1 Lectura 1 Lectura 2
Enviar al FORO 1
Módulo 1 tutor NO ENVIAR NO ENVIAR NO ENVIAR NO ENVIAR NO ENVIAR
Doc 10 Doc 11,12,13
Lectura 3
UNIDAD 1

Enviar al
Módulo 2 tutor NO ENVIAR
Doc 14 Actividad
Autoreferencial
Enviar al Enviar al
Módulo 3 tutor tutor
Doc 15 Sentimientos
y actitudes
Enviar al
Módulo 4 NO ENVIAR tutor
Doc 16, 17 Doc 18,19
Lectura 4 Lectura 4
UNIDAD 2

Módulo 1 NO ENVIAR NO ENVIAR


Doc 20, 21, Doc 24 Doc 25 Doc 26
22, 23 Lectura 1 Lectura 1 Lectura 1
Lectura 1 Enviar al FORO 2
Módulo 2 NO ENVIAR NO ENVIAR Enviar al tutor tutor
Doc 27 Doc 28,29 Doc 30 Doc 31,32
Lectura 5 Lectura 5

NO ENVIAR Enviar al NO ENVIAR NO ENVIAR


Módulo 1 tutor
Doc 33 Doc 34
Lectura 6 Lectura 6
UNIDAD 3

FORO 3
Módulo 2 NO ENVIAR NO ENVIAR
Fantasía Revisar Doc 35 Doc 36,37,38
dirigida respuestas Lectura 7 Lectura 7
Niveles de Lectura 7 Enviar al
riesgo tutor
Módulo 3 NO ENVIAR NO ENVIAR NO ENVIAR
Doc 39 Doc 40,41 Doc 37, 42, 43, 44
Lectura 5
Enviar al
Módulo 4 NO ENVIAR tutor Enviar al tutor
Doc 45 Fantasía
Lectura 9 dirigida
Separación
Módulo 1 NO ENVIAR NO ENVIAR
UNIDAD 4

Doc 46 Doc 47,48


Lecturas 5,9 Lecturas 8,9
Enviar al
Módulo 2 NO ENVIAR tutor
Doc 49 Doc 50

FORO 4 NO ENVIAR Enviar al tutor


Módulo 3
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 4

Objetivos del Curso

Los objetivos generales del curso de formación son los siguientes:

1. Proporcionar conocimientos acerca de los malos tratos en la infancia


(definiciones, teorías, factores de riesgo, indicadores, evaluación, estrategias
de intervención y prevención).

2. Mejorar las habilidades en el proceso de identificación, investigación y


toma de decisiones.

3. Capacitar para responder con mayor sensibilidad, autoconfianza y de


forma más informada ante situaciones de malos tratos.

El curso incorpora, por tanto, aspectos teóricos y prácticos, no como


dimensiones antagónicas, sino tratando de conjugar y establecer un puente de
conexión entre la discusión conceptual y la aplicación práctica. El programa
trata así, por una parte, de proporcionar información básica, definir términos y
establecer criterios uniformes que guíen y aseguren la consistencia en la
realización de investigaciones y en las decisiones resultantes; y, por otra parte,
de delimitar técnicas y procedimientos, así como proporcionar directrices
explícitas, que mejoren la habilidad y eficacia en la práctica profesional.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 5

Estructura y Contenidos del Curso

El curso consta de cuatro unidades temáticas, las cuales, a su vez, se


articulan alrededor de módulos temáticos específicos. Estas unidades temáticas,
cuya estructura y contenidos se describirán de forma más detallada
posteriormente, son las siguientes:

 Unidad 1. Los malos tratos en la infancia: aspectos conceptuales y


teóricos
o Módulo 1. La definición del maltrato infantil.
o Módulo 2. Los malos tratos en la infancia: explicaciones teóricas.
o Módulo 3. Factores de riesgo asociados con los malos tratos en la
infancia.
o Módulo 4. El trabajo con casos de malos tratos: la dimensión
emocional.

 Unidad 2. La identificación de los malos tratos


o Módulo 1. Características de los distintos estadios del desarrollo
evolutivo.
o Módulo 2. Indicadores físicos y conductuales de los distintos tipos
de malos tratos

 Unidad 3. El proceso de investigación y toma de decisiones


o Módulo 1. El proceso de investigación: la confirmación de los
malos tratos.
o Módulo 2. Técnicas de investigación.
o Módulo 3. La evaluación de riesgo.
o Módulo 4. La planificación y toma de decisiones.

 Unidad 4. El proceso de intervención. Tratamiento y prevención


o Módulo 1. Permanencia versus separación.
o Módulo 2. Prevención terciaria. Tratamiento.
o Módulo 3. Prevención secundaria y primaria.

La estructura del programa (dividido en cuatro unidades), obedece al objetivo de


cubrir en su totalidad el proceso de intervención psicosocial en casos de malos tratos,
analizando en profundidad sus componentes principales, componentes que
corresponden a cada una de las unidades temáticas. Estas unidades temáticas
pueden considerarse, aisladamente, como piezas complementarias e
interdependientes, cada una de ellas construyéndose a partir de la unidad
precedente, que deben ser conectadas e integradas unas con otras en una secuencia
lógica que configura el recorrido a lo largo del cual transcurre el proceso de la
protección e intervención en situaciones de malos tratos.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 6

UNIDAD 1 : Descripción
LOS MALOS TRATOS EN LA INFANCIA: ASPECTOS CONCEPTUALES Y
TEORICOS

La unidad temática que abre este programa tiene como propósito proporcionar
una introducción teórica y conceptual al fenómeno de los malos tratos en la
infancia. A lo largo de esta unidad se examinarán aspectos y cuestiones básicas
tales como ¿qué es el maltrato infantil?, ¿cómo se definen los malos tratos?, ¿por
qué ocurren los malos tratos?, ¿es una consecuencia de psicopatologías
individuales, son el resultado de una disfunción familiar o, por el contrario, son
el efecto de problemas sociales y factores culturales?.
No se trata de dar respuestas únicas o respuestas "correctas" a cada uno de estos
interrogantes sino, más bien, poner de manifiesto la complejidad y la naturaleza
multidimensional de la problemática de los malos tratos en la infancia, así como
destacar los puntos alrededor de los cuales se suscita una mayor controversia.
Esta unidad introductoria tiene como objetivo general establecer un marco
teórico de comprensión del maltrato infantil cuyo sentido no se agote en los
límites de la unidad que lo contiene, sino que, por el contrario, adquiera
relevancia como herramienta conceptual y marco de referencia en el contexto de
las posteriores unidades temáticas. Así, por ejemplo, el examen teórico de los
distintos factores de riesgo asociados con el maltrato infantil que se realiza en
esta primera unidad, vuelve a adquirir relevancia, esta vez en una dimensión
práctica, en la Unidad 3, donde se considera, en el contexto del proceso de
investigación y toma de decisiones, la evaluación de las condiciones de riesgo
en casos particulares.
La realidad de los malos tratos en la infancia no se enfrenta, tanto
profesionalmente como no profesionalmente, desde la neutralidad emocional.
Por el contrario, asumir esa realidad y, más aún, el contacto cotidiano con niños
maltratados y sus familias, despierta intensas y profundas emociones. La
importancia de ser consciente de esos sentimientos y emociones y de reconocer
su impacto en la práctica profesional, son, desde nuestra perspectiva, aspectos
fundamentales y, por tanto, serán objeto de análisis y reflexión en el apartado
que cierra esta unidad.
El examen y análisis de los aspectos anteriores configuran cuatro módulos
alrededor de los cuales se articula esta unidad:

-1. La definición del maltrato infantil.


-2. Los malos tratos en la infancia: explicaciones teóricas.
-3. Factores de riesgo asociados con los malos tratos en la infancia.
-4. El trabajo con casos de malos tratos: la dimensión emocional.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 7

UNIDAD 1 : Módulo 1 : Descripción


LA DEFINICIÓN DEL MALTRATO INFANTIL

Un problema básico en el ámbito del maltrato infantil, que todavía se plantea en


la actualidad, es la ausencia de definiciones ampliamente aceptadas que tengan
el potencial suficiente para permitir la comunicación, comparación y
generalización de observaciones, acciones y resultados entre los distintos
ámbitos y perspectivas desde los que se presta atención a esta problemática.
Los problemas que plantea la definición del maltrato infantil tienen, además,
importantes implicaciones prácticas. La forma en que se defina el maltrato
infantil puede afectar, por ejemplo, la clasificación de los casos y de su
severidad, la toma de decisiones respecto a las acciones, legales y sociales, que
deben ser emprendidas (por quién, cómo y en qué momento) e, incluso, la
percepción de quien maltrata y de quien es maltratado, por ellos mismos y por
los demás.
En este módulo se trata de clarificar los principales problemas que plantea la
conceptualización del maltrato infantil, con el objetivo último de establecer
definiciones operacionales de los distintos tipos de malos tratos. Los aspectos
que serán objeto de análisis en este módulo serán los siguientes:

- 1.La construcción social del concepto de malos tratos en la infancia.


- 2.Rango de amplitud y alcance de las definiciones.
- 3.La naturaleza multifacética del maltrato infantil.
- 4.Tipos de malos tratos: definiciones operacionales.

4.1.El maltrato físico. Formas de maltrato físico.


4.2.La negligencia. Formas de negligencia.
4.3.El maltrato psicológico. Formas de maltrato psicológico.
4.4.El abuso sexual. Formas de abuso sexual.
4.5.El maltrato institucional. Formas de maltrato institucional.

- 5.La definición legal de los malos tratos.


La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 8

UNIDAD 1 : Módulo 1 : Objetivos


LA DEFINICIÓN DEL MALTRATO INFANTIL

- Reconocer el significado de los malos tratos en la infancia como una


construcción social.
- Explicar porqué es difícil definir con claridad los malos tratos en la infancia.
- Apreciar que la definición utilizada tiene implicaciones en el modo en que se
considere la incidencia la prevención y el tratamiento de los malos tratos.
- Describir las cuatro principales formas de malos tratos.
- Identificar las comunalidades entre la distintas formas de malos tratos.
- Definir distintos tipos de lesiones y daños que puedan ser resultado de los
malos tratos.
- Definir los malos tratos en la infancia desde una perspectiva jurídico-legal.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 9

UNIDAD 1 : Módulo 1 : Actividad :1


EXPERIENCIAS Y EXPECTATIVAS

Objetivos:

- Facilitar el proceso de aprendizaje a partir de la experiencia propia .


Identificar experiencias, motivaciones y conocimientos en relación a los malos
tratos en la infancia.
- Identificar las expectativas del alumno acerca del curso de formación.

Procedimiento:

- El alumno debe cumplimentar el Documento de trabajo nº1 y remitirlo a los


tutores.

DOCU 1

Contenidos clave (claves para maximizar el rendimiento):

- Es importante que el alumno se responsabilice de su propio proceso de


aprendizaje asumiendo sus motivaciones y expectativas.
- El alumno debe tener presente las posibles diferencias entre las expectativas
individuales acerca del curso de teleformación y lo que el curso puede
realmente ofrecer.
- El curso se sustenta en la experiencia individual y trata de ofrecer nuevas
experiencias de aprendizaje.

Notas útiles:

- Esta actividad está conectada con la actividad siguiente al delimitar las


expectativas que se pueden alcanzar con este curso de formación.

Lecturas y materiales complementarios:

- No se requieren.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 10

DOCUMENTO DE TRABAJO Nº 1

EXPERIENCIAS Y EXPECTATIVAS

1 ¿Cuál es tu experiencia profesional en relación a los malos


tratos en la infancia?

2 Cuáles son tus motivaciones y preocupaciones acerca de los


malos tratos en la infancia.

3 ¿Cuál es tu grado de formación en relación a los malos


tratos en la infancia?

4 ¿Cuáles son tus expectativas acerca de este curso?


La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 11

UNIDAD 1 : Módulo 1 : Actividad :2


PRETEST

Objetivos:

- Facilitar al alumno la comprobación de sus conocimientos y la identificación


de las áreas en las que necesite centrar su atención de forma especial durante el
desarrollo del curso.
- Facilitar el contacto con los contenidos del curso.

Procedimiento:

- Se recomienda cumplimentar el Documento de trabajo nº2: Pretest, (se


recomienda imprimir el documento y cumplimentarlo por escrito para poder
utilizarlo posteriormente, o bien cumplimentarlo en pantalla y guardarlo en
disco duro).

- Al final del curso de formación cumplimentarás un postest que te permitirá


comprobar los conocimientos adquiridos en el curso.

DOCU 2

Contenidos clave (claves para maximizar el rendimiento):

- Este cuestionario recoge contenidos básicos que se encuentran en las cuatro


unidades del programa de formación.

Notas útiles:

- No olvides que este pretest volverás a utilizarlo al final del curso de formación
para comprararlo con el postest.

Lecturas y materiales complementarios:

- No se requieren.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 12

DOCUMENTO DE TRABAJO N 2
PRETEST

POR FAVOR, EVALUA TUS CONOCIMIENTOS EN LA SIGUIENTES


AREAS RELACIONADAS CON EL TRABAJO CON CASOS DE MALOS
TRATOS. SEÑALA CON UNA X EN EL LUGAR CORRESPONDIENTE

GRADO DE CONOCIMIENTO

AREA DE ALTO INTERMEDIO BAJO


CONOCIMIENTO

Por qué ocurren los


malos tratos en la
infancia

Identificación de los
malos tratos físicos

Identificación de la
negligencia

Identificación del
maltrato psicológico

Identificación de los
abusos sexuales

Técnicas de
entrevista

Características del
desarrollo evolutivo

Evaluación de riesgo

Elaboración de
informes

Técnicas de
intervención
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 13

UNIDAD 1 : Módulo 1 : Actividad :3


LA CONSTRUCCION SOCIAL DEL CONCEPTO DE MALOS TRATOS EN LA
INFANCIA

Objetivos:

1. Reflexionar sobre cómo el concepto de malos tratos se construye


socialmente en relación a los contextos culturales.
2. Ilustrar la importancia que los factores sociales y culturales tienen en la
forma en que se definen los malos tratos en la infancia.

Procedimiento:

Consulta el material que se encuentra disponible en la sección de los foros de la


plataforma del curso, lee las aportaciones de tus compañeros, reflexiona y
realiza tu aportación en el foro.

Contenidos clave (claves para maximizar el rendimiento):

Los malos tratos en la infancia están socialmente construidos en función de los


contextos históricos y culturales y las definiciones de malos tratos reflejan esas
construcciones.

Esta actividad ilustra el concepto de relatividad cultural en la definición


de malos tratos y pretende sensibilizar sobre la influencia que la
diversidad cultural tiene en la estructura familiar y en las prácticas de
socialización familiar.

Notas útiles:

- Puedes sustituir la "historia de un caso" por otra con la que te encuentres más
familiarizado (experiencia profesional o a través de los medios de
comunicación).
- Esta actividad se encuentra relacionada con la siguiente donde se analiza el
problema de la definición de los malos tratos.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 14

Lecturas y materiales complementarios:

- De Paúl, J. y Arruabarrena, M. I. (1996). Manual de protección infantil.


Barcelona: Masson. Capítulo 1.

- Gracia, E. y Musitu, G. (1993). El maltrato infantil: un análisis ecológico de los


factores de riesgo. Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales. Capítulo 1.

- Martínez, A. y De Paúl, J (1993). Maltrato y abandono en la infancia. Madrid:


Martínez Roca Capítulo 1.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 15

UNIDAD 1 : Módulo 1 : Actividad :4


DIFICULTADES EN LA DEFINICION DE LOS MALOS TRATOS

Objetivos:

- Analizar los problemas que plantea la definición de los malos tratos en la


infancia y sus implicaciones en la práctica profesional.

Procedimiento:

- Lee el Documento de trabajo nº 3: Dificultades en la definición de los malos


tratos y reflexiona sobre su contenido a partir de las preguntas que se presentan
al final del texto
DOCU 3

Contenidos clave (claves para maximizar el rendimiento):

1. Los problemas que plantea la definición del maltrato infantil pueden tener
importantes implicaciones prácticas.
2. La forma en que se defina el maltrato infantil puede afectar, por ejemplo, la
clasificación de los casos y de su severidad, la toma de decisiones respecto a
las acciones, legales y sociales, que deben ser emprendidas (por quién, cómo
y en qué momento) e, incluso, la percepción de quien maltrata y de quien es
maltratado, por ellos mismos y por los demás.
3. Una definición demasiado amplia puede causar ambigüedad acerca de lo
que constituye o no malos tratos en la infancia, o una definición demasiado
restringida puede dificultar la toma de decisiones para proteger a menores
en situación de riesgo antes de que ocurran daños irreversibles.
4. El maltrato infantil no es un fenómeno homogéneo. Existen importantes
diferencias con respecto a factores tales como la naturaleza de los actos de
maltrato, la intencionalidad del perpetrador, las circunstancias que llevan al
abuso y las consecuencias y secuelas del maltrato.
5. El maltrato infantil es un fenómeno complejo que involucra distintas
disciplinas y ámbitos profesionales. Como tal, el maltrato infantil puede ser
considerado, con distintos propósitos, como un problema médico, que
necesita ser diagnosticado y tratado; como un comportamiento criminal que
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 16

necesita ser definido en términos legales y perseguido; como un problema


social que necesita ser analizado como fenómeno social; como un problema
de protección del menor, mediante la dotación e intervención de los servicios
de protección del menor y, como un problema familiar, que necesita
entenderse en el contexto de la dinámica familiar.

Notas útiles:

- Esta actividad actúa como transición entre la actividad anterior (construcción


social) y la actividad siguiente (definiciones operacionales).

Lecturas y materiales complementarios:

1. De Paúl, J. y Arruabarrena, M. I. (1996). Manual de protección infantil.


Barcelona: Masson. Capítulo 1
2. Gracia, E. y Musitu, G. (1993). El maltrato infantil: un análisis ecológico de los
factores de riesgo. Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales. Capítulo 2.
3. Martínez, A. y De Paúl, J (1993). Maltrato y abandono en la infancia. Madrid:
Martínez Roca Capítulo 1
4. Arruabarrena, M.I., de Paúl, J., Torres, B. (1994). El maltrato infantil.
Detección, notificación, investigación y evaluación: definiciones y
manifestaciones. Indicadores. Cuaderno 1. Madrid. Programa de mejora del
Sistema de Atención Social a la Infancia (SASI). Ministerio de Asuntos Sociales
5. Barudy, J., Dantagnan, M. (2005). Los buenos tratos a la infancia. Barcelona.
Ed. Gedisa
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 17

DOCUMENTO DE TRABAJO N3

Dificultades en la definición de los malos tratos

Existen ciertos aspectos que inciden en las causas de las dificultades de la definición
de los malos tratos. Félix López hace la siguiente propuesta de estas posibles causas.

Léelos y luego contesta las preguntas que se presentan a continuación

– La inexistencia de comportamientos sencillos que podamos denominar malos


tratos.

– El establecimiento de los límites que separan lo que entendemos por buenos


tratos de lo que serían malos tratos.

– La relatividad temporal y cultural que caracteriza la conceptualización de los


malos tratos.

– La ambigüedad e inespecificidad de las definiciones existentes y de los


conceptos utilizados.

– La heterogeneidad intrínseca que caracteriza las situaciones y


comportamientos denominados malos tratos infantiles.

– Los diferentes ámbitos profesionales desde los que se aborda el problema.

– La percepción que del hecho abusivo tienen la víctima y el perpetrador, así


como el momento evolutivo y de desarrollo del niño.
Las definiciones operacionales de los diferentes tipos de malos tratos a la infancia
permiten llegar al establecimiento de una serie de indicadores de cada uno de ellos,
que se mostraran en la siguiente actividad. Los indicadores se refieren a indicadores
físicos, comportamientos y actitudes observables tanto en el niño como en el
cuidador.

- ¿Qué dificultades piensas que pueden surgir o te has encontrado en tu trabajo


diario en relación a la dificultad de consenso en lo que se refiere a la definición
de los malos tratos?

- ¿Qué requisitos piensas que son importantes para determinar la existencia de


un tipo de mal trato (maltrato físico, abandono físico, abandono emocional,
abuso sexual)?

- ¿Cómo crees que los nuevos aportes de los paradigmas del buen trato a la
infancia, los términos de resiliencia, las necesidades infantiles o de
capacidades parentales suficientes pueden afectar a las definiciones de malos
tratos a la infancia?

- ¿Que peso específico piensas que ha de tener la perspectiva evolutiva, la


existencia de daño real o potencial para el niño, y los factores de vulnerabilidad
en el niño ?.

- ¿Conoces alguna definición operacional del maltrato institucional?


La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 18

UNIDAD 1 : Módulo 1 : Actividad :5


DEFINICIONES OPERACIONALES

Objetivos:

- Analizar definiciones operacionales de las distintas formas de malos tratos.


- Analizar la importancia de disponer de criterios operacionales para cada uno
de los tipos o subcategorías de los malos tratos.

Procedimiento:

- Lee el Documento de trabajo nº 5: Definiciones operacionales.


- Reflexiona sobre la pertinencia de las categorías propuestas y sus definiciones.

DOCU 4

Contenidos clave (claves para maximizar el rendimiento):

- Aunque hay diversas categorizaciones, existe un amplio consenso en


considerar cuatro categorías básicas de malos tratos en la infancia: físico,
negligencia, psicológico y sexual. A lo largo del curso se trabajará
principalmente con esta categorización.
- Se han considerado otros subtipos de malos tratos como son: explotación
laboral, corrupción, maltrato prenatal, el síndrome de Munchaüsen por poderes
(aunque algunas tipologías lo incluyen dentro del maltrato físico). Estos
subtipos quedan recogidos en el Capítulo 1 de las Lecturas técnicas: Formas de
malos tratos: descripción y características.
- Algunas definiciones del maltrato psicológico han incorporado en este
concepto la distinción entre el "abuso" y la "negligencia" emocional. De esta
forma, se reconocía el hecho de que ciertos actos de maltrato emocional son
activos en su naturaleza -por ejemplo, ataques verbales o acciones deliberadas
que pretenden dañar emocionalmente al niño-, mientras que otros son de
naturaleza más pasiva -por ejemplo, la retirada de atención, la indiferencia y el
descuido de las necesidades emocionales del niño-. Sin embargo, la distinción
"activo/pasivo"- "abuso/negligencia" puede oscurecer la naturaleza
multifacética del maltrato emocional o psicológico. Por ejemplo, un acto de
rechazo activo de un niño puede estar vinculado, en unos casos, con la retirada
de la atención, y, en otros, con un incremento de los ataques verbales.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 19

En este sentido, parece más adecuado el concepto más amplio de maltrato


psicológico por el que se opta en este programa.
- Es posible el solapamiento entre las diversas categorías de malos tratos. (ej. es
difícil pensar en malos tratos físicos o abusos sexuales que no impliquen malos
tratos emocionales, sin embargo es posible pensar en malos tratos psicológicos
sin maltrato físico o sexual)
- En la categoría maltrato institucional se pueden incluir todas las categorías de
malos tratos: físicos, negligencia, psicológico y sexual.

Notas útiles:

- Esta actividad actúa como marco de referencia para la siguiente actividad


donde se especifican con mayor detalle las distintas formas de malos tratos en
cada categoría.

Lecturas y materiales complementarios:

- Capítulo 1 de las Lecturas técnicas: Formas de malos tratos: descripción y


características.

Lect.Téc. 1
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 20

DOCUMENTO DE TRABAJO N 4
DEFINICIONES OPERACIONALES

Malos tratos físicos: Cualquier acto no accidental producido


por un padre o cuidador que cause o pudiera haber causado
lesiones o daños físicos a un niño, estén relacionados o no con
la disciplina.

Negligencia: Daños físicos o psicológicos a un niño como


consecuencia de la falta seria de cuidado, supervisión o
atención, y privación de los elementos esenciales para el
desarrollo físico, emocional o intelectual del niño.

Maltrato psicológico: Conductas de los padres o cuidadores


tales como rechazar, aislar, ignorar o aterrorizar a un niño, así
como la privación de sentimientos de amor, afecto y seguridad,
que causan o pueden causar serios deterioros en el desarrollo
emocional, social e intelectual del niño.

Abuso sexual: Conductas de un padre o cuidador que


involucran o permiten involucrar a un niño o adolescente en
actividades de naturaleza sexual, que son inapropiadas a su
edad y desarrollo psicosexual, de las que no puede dar
consentimiento informado, o que han sufrido presionados por
la violencia, seducción, amenazas o engaños o que transgreden
los tabúes y normas familiares y sociales.

Maltrato institucional: Actos de omisión o comisión,


condiciones o acciones permitidas en el contexto de
organizaciones, sistemas de protección del menor, así como de
programas y procedimientos específicos, que violan los objetivos
del cuidado institucional del menor y que, por tanto, amenazan
el desarrollo físico, psicológico y emocional del niño.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 21

CAPÍTULO 1 – ÍNDICE DE CONTENIDOS

FORMAS DE MALOS TRATOS: DESCRIPCIÓN Y CARACTERÍSTICAS

1. MALOS TRATOS FÍSICOS

1.1 - LESIONES PRODUCIDAS POR AGENTES MECÁNICOS

1.1.A - CONTUSIONES

 contusiones externas

 contusiones internas

1.1.B - HERIDAS POR ARMA BLANCA Y ARMA DE FUEGO

1.2 - LESIONES PRODUCIDAS POR AGENTES FISICOS

1.3 - LESIONES PROVOCADAS POR AGENTES QUÍMICOS

1.4 - LESIONES POR AGENTES BIOLÓGICOS

1.5 – SÍNDROME DE MÜNSCHAUSEN POR PODERES

2 – ABUSO SEXUAL

2.1 – INCESTO

2.2 – VIOLACIÓN

2-3 – VEJACIÓN SEXUAL

2.4 – ABUSO SEXUAL SIN CONTACTO FÍSICO

2.5 – EXPLOTACIÓN SEXUAL

3 – NEGLIGENCIA

3.1 – SÍNDROME NO ORGÁNICO DE CRECIMIENTO

3.2 – ENANISMO PSICOSOCIAL

3.3 – MALNUTRICIÓN
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 22

3.4 – ALIMENTACIÓN INADECUADA

3.5 – CONDICIONES DE VIVIENDA INADECUADAS

3.6 – VESTIDO INADECUADO

3.7 – CONDICIONES PELIGROSAS PARA LA SALUD

3.8 – NEGLIGENCIA MÉDICA

3.9 – NEGLIGENCIA EDUCACIONAL

3.10 – FALTA DE SUPERVISIÓN

3.11 – ABANDONO

3.12 – NEGLIGENCIA Y TOXICOMANÍA PARENTAL

3.13 – MALTRATO PRENATAL

4 – MALTRATO PSICOLÓGICO

4.1 – RECHAZAR

4.2 – AISLAR

4.3 – ATERRORIZAR

4.4 – IGNORAR

4.5 – CORROMPER
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 23

CAPÍTULO 1

FORMAS DE MALOS TRATOS: DESCRIPCIÓN Y CARACTERÍSTICAS

1. MALOS TRATOS FÍSICOS

En esta categoría de maltrato se incluye cualquier acto intencional producido por


un padre o cuidador que cause o pudiera haber causado lesiones o daños físicos a un
niño.

Entendemos como lesión, bajo un punto de vista médico, toda alteración anatómica o

funcional producida a consecuencia de la acción de un agente externo.

Los agentes externos productores de lesiones pueden clasificarse en los cuatro grupos

siguientes:

 Agentes mecánicos

En el grupo de los agentes mecánicos, el de mayor importancia por su frecuencia, se


incluyen aquellos que inciden directamente sobre la superficie corporal (puños, uñas,
armas blancas, porras, armas de fuego, barras, martillos, etc.), en cuyo caso hablamos
de Traumatismo activo, y aquellos en los que es el cuerpo humano el que golpea
contra el objeto inmóvil, hablándose entonces de Traumatismo pasivo.

 Agentes físicos

Los agentes físicos incluyen la electricidad, el calor, el fuego, el frío, ... que producen
lesiones tales como quemaduras, electrocuciones, golpes de calor, congelaciones, etc.,
que afectan con frecuencia a los niños.

 Agentes químicos

Los agentes químicos, drogas, cáusticos, medicamentos, ... producen también con
frecuencia lesiones y lo hacen por dos mecanismos básicos:

- por contacto con la superficie corporal, lo que sucede con los cáusticos, o
- por acción a nivel sistémico, tras su ingreso en el cuerpo, como sucede con drogas,
medicamentos etc.
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 Agentes biológicos

Los agentes biológicos son los virus y las bacterias y tienen un papel fundamental en los
casos de negligencia, pero también pueden ser utilizados de forma intencional, tal y
como sucede en el Síndrome de Münchausen por poderes.

1.1 - LESIONES PRODUCIDAS POR AGENTES MECÁNICOS

Este grupo de lesiones es el más frecuentemente encontrado en los casos de


malos tratos a los niños, al igual que sucede con los adultos. Recordamos aquí que las
lesiones presentadas por los niños no difieren en lo esencial de las presentadas por
adultos y obedecen, básicamente, a los mismos mecanismos.

La lesiones producidas por agentes mecánicos pueden ser :

 Contusiones
 Heridas por arma blanca y por arma de fuego

1.1.A - CONTUSIONES

Las contusiones son lesiones producidas por la acción de cuerpos duros, de


superficie roma, que actúan sobre el organismo por intermedio de una fuerza viva más o
menos considerable. Los instrumentos contundentes son tan numerosos que podríamos
afirmar que todos los objetos que nos rodean son susceptibles de dicha acción. Así,
existen objetos expresamente construidos con esta función (porras, guantes de boxeo,
puños americanos), pero también son contundentes los órganos naturales de defensa y
ataque del hombre (manos, pies, uñas, la cabeza, ...) y objetos de uso común que,
ocasionalmente, se utilizan con este fin (piedras, bastones, martillos, barras de hierro,
...).

El mecanismos de acción, en este tipo de lesiones, no suele ser único, sino que
suelen asociarse efectos de presión, percusión, tracción, torsión y angulación, de una u
otra manera. Además, en la producción del daño, influyen otros múltiples factores:

- La fuerza viva o intensidad con que actúa la fuerza es fundamental. Por ejemplo,
una piedra lanzada con gran velocidad produce más daño que simplemente
presionada sobre la piel. Un objeto dotado de gran peso produce más daño que
otro más ligero.

- La mayor o menor área sobre la que actúa el agente. Un objeto de gran


superficie produce más daño si lesiona por una de sus aristas que si lo hace por
la superficie plana, al concentrarse más la fuerza en un punto.

- La posición de la víctima, su protección y el lugar del organismo sobre el que


actúa el agente. Así, no es lo mismo un pequeño pinchazo en una mano que en
un ojo.

Cuando las contusiones afectan a la piel, se habla de contusiones externas y


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cuando afectan a órganos internos, se habla de contusiones internas.

CONTUSIONES EXTERNAS

Las contusiones externas se clasifican para su estudio en tres grandes grupos:

 Las contusiones propiamente dichas


 Las erosiones
 Las heridas contusas

Las contusiones propiamente dichas producen, en función de la fuerza con la que se


aplican, un enrojecimiento o eritema, equimosis y hematomas.

El enrojecimiento o eritema es una lesión leve y transitoria que sólo se aprecia


cuando se explora al niño momentos después de la agresión.

Las equimosis son lo que se conoce habitualmente como cardenales o


moratones y son consecuencia de la rotura de pequeños vasos sanguíneos, lo que
produce el derrame de sangre subcutánea.

Los hematomas se producen por una mayor destrucción del tejido afectado,
acumulándose la sangre en una bolsa y produciendo, además del cambio de coloración
de la piel, un abultamiento de ésta. En el cuero cabelludo, se denominan vulgarmente
chichones.

En la aparición de las contusiones, el factor más importante es la fuerza que se


aplica sobre el cuerpo, pero existen muchos otros factores a tener en cuenta en sus
características.

Así, la sangre extravasada tiende a derramarse más en aquellas zonas en donde


tiene más espacio para ello. Eso sucede por ejemplo en los párpados y en el escroto. El
hecho de encontrar grandes hematomas en dichas zonas no implica, necesariamente,
que la agresión se haya producido en ese lugar, sino que la sangre ha podido emigrar
desde el punto de producción y acumularse allí por la mayor distensibilidad de estos
tejidos.

La cantidad de sangre que se extravasa, depende también de la mayor o menor


fragilidad de los vasos y de la coagulabilidad sanguínea. Todos sabemos que, en los
ancianos, se producen grandes equimosis y hematomas ante lesiones nimias, por su
mala coagulabilidad, y también que los niños presentan más hematomas que los adultos,
posiblemente por una mayor debilidad de los tejidos blandos y el menor volumen de los
tejidos que protegen a los vasos sanguíneos. Factores constitucionales, trastornos
sanguíneos, la acción de ciertos tóxicos y medicamentos, e incluso la obesidad,
condicionan la aparición de equimosis y hematomas. Los hematomas son más extensos
en las personas obesas por una mayor fragilidad del tejido graso frente a los
traumatismos.

La zona contundida también tiene importancia en la aparición de las contusiones.


Los traumatismos que inciden sobre zonas del cuerpo de mayor elasticidad, como el
abdomen o las nalgas, producen hematomas con menor frecuencia e intensidad que
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cuando inciden en zonas en las que existe un hueso subyacente, ya que entonces los
tejidos son presionados entre el hueso y el agente traumático. Así, un hematoma en una
nalga traduce la aplicación de una fuerza muy superior que si aparece en la espinilla.

La apariencia de severidad de un hematoma depende también de la profundidad


de la zona lesionada. Cuando ésta es muy superficial, la sangre derramada, aunque sea
poca, es muy visible. Cuando la lesión es muy profunda, el derrame sanguíneo, en un
primer momento, aunque sea mayor, tiene una expresión externa menos aparatosa. En
esto influye también el tiempo transcurrido entre la agresión y el examen de la víctima. El
hematoma se va haciendo más evidente con el paso de las horas. Por ello, un examen
precoz puede descartar la existencia de una lesión y poco tiempo después, por el paso
de la sangre que se encontraba en planos profundos a planos más superficiales,
aparece un gran hematoma que no deberemos de confundir con una segunda agresión.

El estudio y valoración de las contusiones debe de incluir también el de su


forma, tamaño y localización.

Inicialmente podemos afirmar que la forma básica que tienen las equimosis y
hematomas es redondeada. Sólo en algunos casos, estas lesiones dan información
acerca del objeto que las produjo. En estos casos, se habla de hematomas figurados
que, no siendo demasiado frecuentes, son muy importantes por la información que
ofrecen sobre el objeto causante de la agresión.

Por ejemplo, los golpes producidos por un bastón pueden tener una forma
rectangular que termina en un borde redondeado que recuerda el extremo distal del
bastón. Golpes efectuados con varas flexibles, cinturones, porras, etc., pueden producir
una lesión característica constituida por dos zonas equimóticas alargadas, paralelas
entre sí y separadas por una zona central de piel sana. Grupos de pequeñas equimosis
redondeadas, de alrededor de un centímetro de diámetro, son características de la
presión efectuada con el pulpejo de los dedos, generalmente por un mecanismo de
“agarre”. Suelen aparecer en los hombros, muñecas, tobillos, brazos, e incluso a ambos
lados del cuello, en los intentos de estrangulación. Las patadas, especialmente cuando
la víctima se encuentra en el suelo, pueden producir lesiones cuya forma recuerda al
dibujo de la suela de un zapato.

Los objetos cuadrangulares, como martillos, y también las hebillas metálicas, pueden
dejar marcas que recuerdan al objeto productor.

Rara vez los hematomas dan información sobre el tamaño del objeto utilizado.
Esto es así por la distensibilidad de la piel y también por los múltiples factores que
hemos descrito con anterioridad. Es importante anotar las dimensiones de las equimosis,
pero nunca un lego podrá hacer deducciones de trascendencia por el tamaño de un
cardenal.

Lo mismo sucede con la localización de las lesiones. Inicialmente, una contusión


aparece en la zona donde se ha aplicado la fuerza agresora. Pero un hematoma puede
localizarse en un lugar diferente. La sangre extravasada está sujeta al efecto de la
gravedad y a la posible obstrucción en su camino de planos óseos u otras estructuras
anatómicas. El caso más significativo es el de los hematomas en los párpados,
producidos por golpes en la frente y en el macizo craneal, en los que la sangre emigra,
por la existencia de un plano óseo subyacente y se acumula por gravedad, en el
párpado, donde, por la distensibilidad de la zona, adquiere un aspecto muy aparatoso.
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Cambios evolutivos. - Es conocido que los cardenales, moretones, chichones,


etc. cambian de color en su evolución. Por la difusión sanguínea, se producen con el
tiempo cambios que traducen el proceso de curación de las lesiones.

La sangre extravasada sufre el efecto de las enzimas tisulares que transforman la


hemoglobina de los glóbulos rojos en distintas sustancias dotadas de coloración, lo que
sucede en un orden secuencial. En los primeros momentos, se produce una lesión de
tonalidad rojo-oscuro, morado, casi negro, que va pasando a un rojo-marrón, verde
oscuro, verde más claro y finalmente amarillo que se va atenuando hasta desaparecer.

Se excluyen de esta norma las equimosis subungueales, las que aparecen


debajo de las uñas, que no cambian de coloración y sólo desaparecen con el crecimiento
de ésta, y las equimosis subconjuntivales, las que aparecen en la parte blanca de los
ojos, que se atenúan progresivamente, pero sin cambiar de tonalidad.

Clásicamente, se ha intentado establecer un calendario que nos permitiese


saber, en cada momento, una data fiable de cuando se produjo el hematoma.
Actualmente, se sabe que el número de factores que influye en su aparición es tan
variable que no pueden sacarse conclusiones veraces.

El tamaño y la profundidad de la extravasación hacen que, en los grandes


hematomas, coexistan zonas de distinta coloración, siendo siempre el centro más
oscuro. La edad de la víctima también influye y así, en los ancianos, llegan a no
desaparecer y, en los niños, se reabsorben mas fácilmente.

Aunque, a priori, hematomas de distinta coloración en una misma persona


indican agresiones producidas en distintos momentos, esto no siempre es así. Podemos
tener, a la vez, una equimosis subungueal negra, una subconjuntival roja, una equimosis
muy superficial verde amarillenta, y un hematoma profundo que está iniciando su
aparición en la piel, con su tonalidad rojo-amoratada.

En cualquier caso, sirva como guía que:

 Si un hematoma muestra un aspecto homogéneo y un color rojo-oscuro, es poco


probable que tenga más de dos días, excepto en ancianos.

 Si es de una coloración verdosa, al menos han transcurrido 18 horas desde su


producción.

 Si en el niño aparecen hematomas de distinta coloración, a priori, no se han


producido simultáneamente.

Hay que señalar aquí la gran dificultad que existe el la valoración de estas
lesiones en niños de raza negra, porque la tonalidad de su piel “esconde” las equimosis y
sus cambios de tonalidad. Un consejo en la práctica es comparar la zona afecta con la
contralateral, para ver si existe un abultamiento de la zona. No obstante, en ocasiones,
va a ser imposible, pues no se aprecia lesión alguna.

En niños de raza asiática existe la denominada “Mancha Mongólica” que puede


simular equimosis evolucionadas de gran extensión y pueden llevar a un diagnóstico
erróneo de malos tratos. Estas manchas no duelen a la palpación de la zona.
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EROSIONES

En sentido estricto, una erosión es una contusión externa superficial que sólo
afecta a la epidermis por lo que o no produce sangrado o éste es mínimo. Es lo que
conocemos vulgarmente como arañazos, rasponazos, etc. Son lesiones muy frecuente
en los niños dado que el mero contacto con una superficie rugosa o la aplicación de una
fuerza tangencial pueden producir el levantamiento de la capa superficial de la piel.

Sólo en algunas ocasiones, las erosiones reproducen de forma evidente el objeto


que las ha producido. Así son conocidas las erosiones ungueales de forma semicircular
que se producen con las uñas, las erosiones lineales múltiples, paralelas entre sí pueden
sugerir un arrastre, muchas veces con equimosis digitiformes asociadas, pero, en la
mayor parte de los casos, suelen ser únicamente arañazos de iguales características a
los que aparecen de forma accidental generalmente en los relieves óseos, como rodillas,
codos, nudillos de los dedos, ...

Su evolución incluye un mínimo sangrado que produce una costra sanguínea. En


los primeros momentos, alrededor del arañazo existe una tonalidad rosácea que es
indicativa de que la lesión es reciente.

Su valoración cronológica también está dificultada en los individuos de raza


negra ya que la propia tonalidad de la piel oculta ese tono rosáceo, por lo que siempre
tienen el aspecto de ser más antiguas de lo que son.

HERIDAS CONTUSAS

En este epígrafe nos encontramos con dos grandes grupos:

1. Las producidas por la acción de grandes objetos romos aplicados con una
fuerza considerable que produce un desgarro de la piel. También se incluyen
aquí aquellas en las que el objeto, además de aplicarse con gran fuerza,
tiene un saliente o una esquina que concentra gran parte de dicha fuerza
(puños, martillos. Planchas, ...).

2. Aquellas que inciden con menor fuerza, pero sobre un plano óseo
subyacente. Si este plano óseo es una cresta, el mecanismo de lesión es de
dentro a afuera, es el hueso el que lesiona la piel. Esto ocurre en los golpes
sobre las cejas y en las espinillas. Si el plano óseo subyacente es liso, como
ocurre en el cuero cabelludo, la piel se abre por el aplastamiento entre las
dos superficies.

Las heridas contusas puras son generalmente muy aparatosas, de forma


estrellada y con grandes laceraciones y hematomas perilesionales. Las heridas contusas
en las cejas, el cuero cabelludo y en otros salientes óseos pueden simular las producidas
con un cuchillo. Será la existencia de un plano óseo subyacente y la existencia de una
hinchazón de la zona las que nos permitirán aclarar su origen y diferenciarlas de las
producidas por un arma blanca.

Existen dos variedades de heridas contusas con características diferenciadas, las


mordeduras y los arrancamientos.
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Las mordeduras se producen por un mecanismo de presión, produciendo


hematomas y erosiones muy típicas y también con un proceso de tracción que puede
llegar a producir verdaderas heridas contusas. Se trata generalmente de lesiones muy
características que reproducen la arcada dentaria. Es importante anotar sus dimensiones
e incluso fotografiarlas. Hay que tener en cuenta que los niños se muerden entre ellos y
el tamaño de la lesión nos indicará si se ha producido o no por un adulto.

Las mordeduras más frecuentes son las producidas por animales, especialmente
los perros. Señalar aquí que una mordedura de perro rara vez reproduce toda la arcada
dentaria, que ésta en cualquier caso sería mayor que la humana y que produce heridas
puntiformes por la acción de los colmillos del animal, mucho más afilados y protruyentes
que los humanos.

Los arrancamientos son lesiones producidas por tracción y también a veces por
torsión. Afectan a zonas salientes del organismo, como las orejas, el pene, los testículos,
la nariz,... Son lesiones de bordes muy irregulares que habitualmente constituyen
urgencias médicas por lo que siempre van a ser valoradas por profesionales.

CONTUSIONES INTERNAS

Se incluyen aquí las que afectan a los músculos, huesos y órganos internos.

 Los músculos se lesionan con dificultad si están relajados, pero pueden


producirse roturas fibrilares y contusiones musculares.

 Los huesos son muy resistentes a la presión, especialmente en los niños, por su
elasticidad, pero menos a los mecanismos complejos de presión, torsión y
tracción, pudiendo producirse fracturas.

 Los órganos internos se lesionan con más dificultad, por hallarse bien protegidos
en el organismo por gruesas capas musculares o por el esqueleto óseo. Sin
embargo, en traumatismos de gran intensidad, pueden aparecer contusiones
cardíacas, del hígado, bazo, contusiones pulmonares, etc.

Las fracturas óseas suelen afectar a los huesos largos, por un mecanismo de
sacudida, suelen ser bilaterales y son más frecuentes en la tibia, el fémur y el húmero.
Muchas veces, no producen dolor por lo que el diagnóstico suele ser radiológico. Por
regla general, se asume que las fracturas de húmero en niños menores de 3 años y las
de fémur en niños menores de 1 son altamente sugestivas de malos tratos.

Pueden producirse también fracturas costales, más frecuentes en los arcos


posteriores y laterales. Generalmente son múltiples y bilaterales y son difíciles de
diagnosticar en fases precoces. Son debidas a un mecanismo de compresión torácica.

Finalmente, pueden aparecer también fracturas por traumatismo directo de


fracturas craneales complejas.

Las lesiones neurológicas son las que causan con más frecuencia la muerte
del niño. Los distintos tipos lesionales que se presentan, son los mismos que aparecen
en los traumatismos accidentales. Lo que debe de establecer la sospecha, es la
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incongruencia entre lo relatado por el cuidador y las lesiones existentes, así como la
posible coexistencia de lesiones asociadas. Como excusa suele alegarse la caída del
niño de baja altura. La literatura científica indica que en caídas de menos de 90cm, es
raro que un niño se produzca lesiones graves.

Las lesiones cerebrales más características son los hematomas subdurales,


producidos por el desplazamiento del cerebro del niño dentro del cráneo. Habrá que
sospechar de la existencia de lesiones graves, cuando existan vómitos, somnolencia,
convulsiones, aletargamiento, etc. En cualquier caso, el diagnóstico siempre es médico.

Esta también puede producirse sin violencia directa, como sucede con los
movimientos de aceleración-desaceleración provocados por la sacudida de la cabeza
en un niño pequeño.

El Síndrome del niño sacudido (Shaken Baby Syndrome), actualmente


también denominado Síndrome de Estrés Padres-Niño, se produce cuando un adulto
(padre o persona responsable) sujeta al niño por el tronco o los miembros, sacudiéndolo
con fuerza y violencia de adelante a atrás. La cabeza experimenta movimientos de
aceleración-desaceleración, con rupturas vasculares. En algunas ocasiones también
pueden observarse hematomas en las extremidades o hematomas y lesiones en el
pecho que apoyan el diagnóstico de que el niño ha sido víctima de esta forma de malos
tratos.

Frágiles venas cerebrales atraviesan el espacio existente entre el cerebro y el


cráneo. En los niños, estas venas, debido a su mayor fragilidad, pueden ser fácilmente
dañadas si la cabeza es sacudida. Si se dañan dichas venas, la sangre se introduce en
la cavidad existente entre el cerebro y el cráneo, creando un hematoma subdural. Estas
lesiones pueden causar permanentes daños cerebrales, convulsiones, retraso mental e,
incluso, la muerte.

En estos casos, se producen mecanismos de presión torácica, oscilaciones de la


cabeza en el plano anteroposterior, con un componente de rotación y una violenta
oscilación, a modo de latigazo, de las extremidades. A veces también se producen
lesiones al golpear al niño contra un objeto o lanzarlo o dejarlo caer al suelo durante la
maniobra.

Los síntomas cerebrales y subdurales pueden ir acompañados de lesiones


múltiples como hematomas en las extremidades, equimosis digitiformes por la sujeción
del niño, contusiones craneales de distinto grado, etc. Sin embargo, lo más característico
es la existencia de fracturas óseas, lesiones cerebrales y hemorragias oculares en niños
sin aparente traumatismo.

Las hemorragias retinianas son muy frecuentes, pero no son especificas de


estos casos, ya que, por sí solas, son frecuentes en los neonatos.

1.1.B - HERIDAS POR ARMA BLANCA Y ARMA DE FUEGO

Finalmente, señalar que los otros dos grandes grupos de lesiones producidas por
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agentes externos, las producidas por arma blanca y arma de fuego, son mucho menos
frecuentes en los casos de malos tratos a los niños. Son de importancia, pues causan
muchas veces la muerte.

Las más frecuentes son las de arma blanca. Suelen consistir en cortes con
cuchillos de cocina, cuchillas de afeitar y heridas punzantes producidas por agujas,
punzones, etc. Generalmente, son lesiones superficiales aunque realmente podemos
encontrarnos con toda la variedad lesional que se da en los adultos.

Las heridas cortantes se caracterizan por la existencia de una solución de


continuidad de la piel, con bordes lisos, sin hematoma subyacente. Los pinchazos
producen un pequeño punto sangrante que cura sin problemas salvo que radique en un
órgano de importancia, pudiendo producirse hemorragias internas, o en los ojos.

1.2 - LESIONES PRODUCIDAS POR AGENTES FISICOS

Las lesiones pueden ser también producidas por agentes físicos. Los agentes
físicos habitualmente utilizados en los malos tratos a los niños son el calor, el fuego y el
frío.

Las quemaduras térmicas son aquellas lesiones locales producidas por la acción
del calor originado en distintas fuentes como la llama, líquidos calientes, vapor, sólidos
incandescentes o el calor radiante.

Clásicamente, las quemaduras se dividen en tres grados según su profundidad:

1. Quemadura de primer grado. Es una lesión superficial caracterizada por


el enrojecimiento de la piel y el dolor por irritación de las terminaciones
nerviosas cutáneas. Sólo se afecta la capa superficial de la piel, la
epidermis.

2. Quemadura de segundo grado. Se afecta más profundamente la piel, el


corión y la dermis, en distintos grados. Clínicamente se caracterizan por la
aparición de flictenas o ampollas.

3. Quemadura de tercer grado. Se denomina así cuando se destruye la piel


en todo su espesor, afectándose también tejidos subyacentes.
Clínicamente se producen escaras, anestesia de la zona y destrucción
tisular.

La profundidad de la quemadura determina su gravedad, pero es también muy


importante su extensión. Aunque tradicionalmente se ha considerado que una
quemadura que afecta a un 10% de la superficie corporal es leve, de 1/3 de la superficie,
es grave y mortal cuando afecta a un porcentaje superior al 50%, actualmente se ha
mejorado el tratamiento, consiguiéndose supervivencias con mayor superficie quemada.

Los agentes implicados en las lesiones térmicas que nos encontramos en niños
maltratados, son los habitualmente disponibles en el ambiente doméstico (llamas,
líquidos calientes, vapores de la olla exprés, sólidos calientes como las planchas,
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cigarrillos encendidos, radiadores o el mismo calor del sol) y por ello están implicados
también en muchos accidentes domésticos. Muchas veces, se dispone únicamente para
realizar el diagnóstico de la incongruencia entre lo relatado por el agresor y las
características de la lesión que presenta el niño. Por ello, es necesario conocer las
características propias de las quemaduras producidas por los distintos agentes:

1. Las quemaduras producidas por la llama. Si las llamas son extensas,


se producen quemaduras de los tres grados, se afectan las ropas y los
cabellos y suelen ser quemaduras extensas, irregulares, anchas y con
dirección ascendente.

En los casos de malos tratos, suelen verse quemaduras de primer y


segundo grado, por exposición del niño a la llama, aunque pueden darse
casos de quemaduras graves e incluso de carbonizaciones.

2. Los líquidos calientes, sin embargo, siempre producen lesiones de


dirección descendente, como regueros, indicándonos la posición en que
se encontraba el niño cuando le cayó el líquido. Las ropas están mojadas
y no quemadas, y no se afectan los cabellos ni el vello corporal.

Suelen ser quemaduras extensas, pero de poca profundidad, siendo más


graves en los lugares en que ha sido más prolongado el contacto,
especialmente en las zonas empapadas.

Característica del maltrato es la quemadura que afecta a la boca y los


labios y produce regueros que parten de las comisuras labiales, al
administrarse al niño un líquido muy caliente.

También pueden producirse quemaduras por inmersión del niño en


líquidos calientes, de la totalidad o de una parte del cuerpo, apreciándose
entonces el nivel al que llegó el líquido como una línea claramente
delimitada de tejido afecto y tejido sano.

3. Las quemaduras producidas por sólidos calientes son muy frecuentes


en los casos de malos tratos. Los sólidos calientes producen lesiones que
reproducen la forma del objeto que las ha causado. Su extensión suele ser
pequeña, su profundidad variable en función del tiempo de aplicación y de
la temperatura del agente y los pelos de la zona suelen estar retorcidos,
pero no quemados.

Hay dos objetos utilizados con mucha frecuencia en los malos tratos: los
cigarrillos encendidos y las planchas calientes.

Los cigarrillos encendidos pueden producir lesiones de forma accidental,


por el paso del cigarrillo por una parte del cuerpo del niño, lo que origina
quemaduras alargadas, superficiales, en ocasiones con un extremo más
marcado. Cuando los cigarrillos se utilizan como agente lesivo intencional,
se aplican perpendicularmente a la superficie del cuerpo, lo que ocasiona
quemaduras muy características de forma redondeada. El hallar una única
quemadura de estas características debe de hacernos sospechar, pues no
es habitual que los niños se autolesionen, aunque se suelen encontrar
quemaduras en distintas partes del cuerpo y en zonas no accesibles al
niño. En algunos casos, se pueden encontrar en la lesión restos de ceniza
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que, por la presión aplicada en la quemadura, penetran en la herida.

Con las quemaduras producidas por la planchas calientes, sucede algo


similar. Es muy habitual que los niños toquen las planchas en momentos
de descuido, por desconocimiento del riesgo. Esto va a producir
quemaduras de mayor o menor tamaño, pero siempre superficiales, pues
el niño retira la mano rápidamente. Lo habitual, en los casos de malos
tratos, sin embargo, es encontrar una quemadura con una forma triangular
que reproduce la forma de la punta de la plancha, perfectamente
identificable y, generalmente, de mayor profundidad que la accidental, por
prolongar el agresor más el contacto.

También se pueden producir quemaduras de este tipo por abandono del


niño en contacto con un radiador, reproduciéndose entonces la forma de la
superficie radiante. Esto es más frecuente en casos de negligencia o
abandono.

4. La acción de vapores y gases en ignición es poco frecuente en los


casos de malos tratos a los niños. Los vapores pueden producir lesiones,
generalmente de forma accidental, por ejemplo al abrir antes de tiempo
una olla a presión. Se producen entonces quemaduras extensas, muy
superficiales que no forman regueros.

5. La acción del sol produce también quemaduras de distintos grados.


Estos casos se producen por negligencia en el cuidado de los niños o
abandono de los mismos. Se distinguen de las anteriores en que afectan
sólo a las zonas no cubiertas del cuerpo.

Las quemaduras, si son superficiales y sólo afectan a la epidermis, desaparecen


en dos o tres días, sin dejar ningún tipo de secuelas. Las de segundo grado, cuando
tienen una afectación no muy intensa de la dermis, curan totalmente en 10-14 días.
Cuando son más profundas, tardan 3 - 4 semanas, dejando cicatrices importantes. Las
quemaduras de tercer grado pueden sufrir graves complicaciones infecciosas y
sistémicas, necesitan de injertos para su cicatrización y dejan graves cicatrices muy
características.

Lo más frecuente es que una quemadura de primer grado cure sin secuelas y
una de segundo grado deje una cicatriz que simula una mancha coloreada, pardusca.

La existencia de procesos que producen también manchas de distintas


tonalidades en los niños, puede confundir al observador. Si se trata de manchas
rosáceas que simulan quemaduras recientes, habrá que tener en cuenta que éstas no
duelen, mientras que la quemadura reciente causa mucho dolor. Manchas parduscas
podrían confundirnos con cicatrices de quemaduras antiguas. Será el diagnóstico
dermatológico de dicha mancha o el conocimiento del padecimiento por parte del niño de
alguna enfermedad lo que nos oriente en el diagnóstico diferencial.

También el frío, con temperaturas de congelación, produce quemaduras locales,


menos frecuentes en la práctica. La acción del frío exterior produce hipotermias y
congelaciones, generalmente en casos de abandono o negligencia.

La electricidad doméstica produce lesiones con frecuencia, por descuido de los


cuidadores.
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1.3 - LESIONES PROVOCADAS POR AGENTES QUÍMICOS

Se incluyen aquí dos grandes grupos:

1. Las acciones de agentes químicos por contacto que son las


quemaduras producidas por ácidos y álcalis, cáusticos habituales en el
ambiente doméstico. Sustancias como la lejía, el amoníaco, la sosa
cáustica, etc., producen lesiones en piel, mucosas y en los ojos, cuando
existe contacto con los mismos, así como en el tubo digestivo, cuando se
ingieren. Se suele tratar de lesiones con carácter accidental, por descuido
o desconocimiento, pero también se dan casos de administración
intencional.

2. La acción de los agentes químicos tras su absorción, por vía oral,


respiratoria, intravenosa, etc. Se denomina intoxicación o
envenenamiento, términos básicamente sinónimos, aunque en la práctica
el de envenenamiento se reserva a los casos de administración de un
tóxico de forma intencional, con finalidad homicida.

Las intoxicaciones pueden ser accidentales, las más frecuentes, producidas por
error en la administración, en las dosis, o en la sustancia utilizada, por mal etiquetado o
desconocimiento de sus efectos. Se trata habitualmente de negligencias o descuidos en
el cuidado de los niños. Otras veces, el cuidador deja al alcance de los niños sustancias
peligrosas que éstos pueden ingerir produciéndose graves efectos.

Las intoxicaciones intencionales tienen en estos casos dos formas básicas:

1. El cuidador intoxica al niño con la intención de sedarlo. Se utilizan


entonces sustancias como el alcohol, cannabis, barbitúricos,
benzodiacepinas, codeína, etc.

2. El cuidador administra intencionadamente el tóxico con la finalidad de


castigar al niño o producirle un daño.

Habrá que sospechar de la administración de un tóxico a un niño, cuando


apreciemos estados de somnolencia, cambios en su carácter, en la conducta, vómitos, o
una enfermedad no explicada. El diagnóstico siempre es difícil, pues lo difícil es
sospecharlo y, muchas veces, es un hallazgo casual, al tratar al niño por una “aparente”
enfermedad. El número de venenos es altísimo, pues prácticamente todas las sustancias
pueden serlo si se aplican en dosis excesivas o en casos en los que no son necesarias,
pudiendo provocarse multitud de casos clínicos diferentes.

Actualmente, se considera también un maltrato a los niños el alentar, insistir o


permitir a un menor el consumo de alcohol, drogas u otras sustancias que alteren el
estado de ánimo, de forma frecuente o regular.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 35

1.4 - LESIONES POR AGENTES BIOLÓGICOS

Los virus y las bacterias pueden utilizarse como agente lesivo intencional. No es
frecuente sin embargo. Es más frecuente que, por error, descuido o negligencia, los
cuidadores permitan la acción de agentes infecciosos, por no llevar al niño al médico
para su oportuno tratamiento. Así, hay padres que además de lesionar a sus hijos, no
curan después correctamente sus heridas, produciéndose después la infección de las
mismas. También pueden darse casos de administración a sabiendas de comida en
evidente mal estado, como forma de vejación.

1.5 - SÍNDROME DE MÜNSCHAUSEN POR PODERES

Finalmente, debemos de estudiar una cuadro clínico complejo que puede incluir
mecanismos lesivos de todos los tipos descritos anteriormente. Es el Síndrome de
Münschausen por poderes.

El Síndrome de Münschausen es un cuadro clínico conocido por los


profesionales según el cual un adulto miente, manipula, se autoproduce síntomas, etc.,
con la finalidad de simular una enfermedad y ser atendido y cuidado, aunque tenga que
ser sometido a un sinfín de pruebas, tratamientos e incluso operaciones quirúrgicas.

En 1977, se acuñó un término nuevo al empezar a encontrar casos en los que el


adulto producía este tipo de síntomas en un niño. El término de Síndrome de
Münschausen por poderes se refiere a una forma particular del maltrato en la que los
padres, generalmente la madre, simula la existencia de una enfermedad en el niño con el
objetivo de buscar asistencia médica e incluso hospitalaria. Para ello puede utilizar
fármacos, mentir sobre los síntomas, inducir vómitos, falsear la temperatura, etc.

Se trata habitualmente de personas hiperprotectoras, cuidadores fieles que


establecen estrechas relaciones con el personal médico y que no permiten que nadie les
sustituya en su cuidados. Suelen requerir asistencia en distintos centros médicos y
hospitalarios e incluso en distintas ciudades. El hecho de que no exista un registro
unificado de historias clínicas, dificulta notablemente su desenmascaramiento.

Hay que sospechar de este problema cuando nos encontramos a un menor con
un cuadro clínico abigarrado, con resultados analíticos normales o extraños que no se
corresponde con una enfermedad conocida, que no mejora tras los tratamientos,
existiendo una relación temporal entre las reagudizaciones y la presencia del cuidador,
cuidador abnegado que no permite que le releven en el cuidado del niño, sobreprotector
y preocupado.

Una vez se sospecha el diagnóstico, hay que intentar separar al niño de su


madre o intentar sorprender a ésta en sus maniobras y recabar información médica de
otros centros donde pudiera haber sido atendido.

Los malos tratos infantiles son un problema importante difícil de descubrir y


eliminar que conlleva una morbilidad y mortalidad importante entre la población infantil.
La única forma de descubrirlos es mantenerse alerta y tener siempre en cuenta esta
posibilidad. Pero también deberemos de ser muy prudentes en nuestras valoraciones.
Ya hemos visto la cantidad de variables que existen en todos los tipos lesionales
descritos, lo que puede llevarnos a error en muchos casos. Esto puede tener
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 36

consecuencias importantes tanto para el niño que puede verse apartado de sus
progenitores, como para los padres que pueden verse inmersos falsamente en conflictos
judiciales.

Se deberá de sospechar de malos tratos siempre que veamos lesiones en un


niño pequeño que no deambula. Los niños menores de 6 meses no se lesionan por sí
mismos.

También se deberá de sospechar de malos tratos en aquellos niños que


presentan lesiones múltiples, en lugares de difícil acceso que no suelen lesionarse
accidentalmente, lesiones de distinta coloración y producidas por distintos agentes
lesivos coexistiendo en un mismo niño.

Hay que sospechar siempre en aquellos casos en los que el aspecto de la lesión,
su cronología o localización “no cuadran” con la explicación dada por el cuidador.
También en aquellos casos en los que se descubren accidentalmente lesiones antiguas
que no fueron atendidas en su momento.

Niños descuidados, malnutridos, tristes, con actitudes extrañas ante sus


cuidadores, con alteraciones del nivel de conciencia, ... Actitudes extrañas de los
cuidadores, recelosos, muchas veces preocupados en exceso ante lesiones leves o
francamente desinteresados ante lesiones graves, ...

Muchas veces, sólo el estar alerta y pensar en esa posibilidad, además del
sentido común, nos ayudará en el descubrimiento de estos casos.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 37

2. ABUSO SEXUAL

Por Abuso Sexual se entiende todas aquellas conductas de un padre, cuidador


u otro adulto que involucran o permiten involucrar a un niño o adolescente en
actividades de naturaleza sexual, que son inapropiadas a su edad y desarrollo
psicosexual, de las que no puede dar consentimiento informado, o que ha sufrido
presionado por la violencia, seducción, amenazas o engaños o que transgreden los
tabúes y normas familiares y sociales.

Entre las formas más comunes de abuso sexual se encuentran los siguientes
tipos:

2.1. Incesto

El Incesto hace referencia al contacto físico sexual o relación sexual por un


pariente de consanguinidad lineal (padre / madre, abuelo / abuela o por hermano /
hermana, tío / tía, sobrino / sobrina). Se incluye también el contacto físico sexual con
figuras adultas que estén cubriendo de manera estable el papel de figuras parentales
(padres acogedores, adoptivos, padrastros, parejas estables, educadores de centros,
etc.).

2.2. Violación

La Violación se define como el contacto físico sexual o relación sexual de una


persona adulta con un menor exceptuando los casos señalados en el apartado anterior
como incesto.

2.3. Vejación sexual

La Vejación Sexual consiste en una conducta sexual con un menor dirigida a


estimular o gratificar las necesidades o deseos sexuales del abusador.. Incluye:

 El tocamiento o manoseo intencionado de los genitales o partes íntimas


incluyendo los senos, área genital, ingle, la parte interna de los muslos y
nalgas, o las ropas que cubren estas partes por parte del adulto hacia el niño.
 Alentar, forzar o permitir que el niño toque de manera inapropiada las mismas
partes del perpetrador.

2.4. Abuso sexual sin contacto físico

El Abuso sexual sin contacto físico incluye;

 Solicitud indecente a un niño o seducción verbal explícita.


 Exponer los órganos sexuales a un niño con el propósito de obtener excitación
o gratificación sexual, agresión, degradación o propósitos similares.
 Realizar el acto sexual intencionadamente en la presencia de un menor con el
objeto de buscar la excitación o la gratificación sexual, agresión, degradación u
otros propósitos semejantes.
 Masturbación en presencia de un niño o de una niña.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 38

2.5. Explotación sexual

La Explotación sexual se refiere a la utilización de menores en la producción


de pornografía o en prostitución infantil.

Factores a considerar en el abuso sexual

Factores físicos

Aunque con frecuencia los abusos sexuales no producen lesiones físicas, entre
los indicadores secundarios y lesiones de este tipo de abuso se encuentran los
siguientes:

 Dificultades para caminar o sentarse.


 Traumas físicos o irritación en el área ano-genital (dolores, picazón,
hemorragias, magulladuras, desgarros, hinchazón, etc.).
 Infecciones genitales o del tracto urinario.
 Enfermedades venéreas.
 Presencia de esperma en el área ano-genital, boca o en la ropa.
 Embarazo.

Factores Comportamentales

Indicadores sexuales

Dentro de los indicadores sexuales pueden diferenciarse tres tipos de indicadores


que pueden alertar de la posibilidad de que un niño o niña sea víctima de abusos
sexuales: conductas sexuales, conocimientos sexuales y afirmaciones acerca de
actividades sexuales. Estos indicadores son particularmente relevantes en edades
tempranas, puesto que no son lo suficiente mayores para haber recibido educación
sexual y resulta improbable a esas edades haber participado o haber sido expuesto a
situaciones sexuales.

1. Conductas sexuales. Seis diferentes tipos de conductas sexuales pueden ser


indicadores de abusos sexuales.

a) Masturbación excesiva. Aunque desde el punto de vista del desarrollo, la


masturbación y la autoexploración son conductas normales, la masturbación
compulsiva, producirse lesiones durante la masturbación, una excesiva frecuencia o su
realización durante episodios de vulnerabilidad o alteración emocional, pueden indicar
un patrón anormal de masturbación como resultado de los abusos sexuales. En este
sentido, es importante en la consideración del caso determinar si la conducta se
encuentra dentro de límites normales, así como tener presente las posibles causas de
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 39

la conducta, considerando otros posibles orígenes (por ejemplo, se ha observado una


excesiva masturbación como resultado de la falta de estímulo y atención, así como
consecuencia del castigo de esta conducta).

b) Interacción sexual con iguales. La actividad sexual con iguales puede ser una
reacción al abuso sexual. En estos casos, la precocidad puede ser el resultado de una
sobreestimulación sexual del menor, también la conducta sexual puede presentar
aspectos compulsivos. Igualmente, aquí es importante diferenciar entre conductas que
desde el punto de vista del desarrollo son normales de aquellas que pueden indicar el
abuso sexual. Sin embargo, conductas sexuales como fellatio, cunnilingus, analingus o
sexo anal, puesto que son menos comunes y aceptadas son, con mayor probabilidad,
indicadores de abusos sexuales.

c) Agresiones sexuales a otros niños más pequeños o vulnerables. Este posible


síntoma del abuso sexual puede ser consecuencia de la identificación de la víctima
con el agresor sexual como una forma de manejar el trauma de la victimización,
intentando así superar los sentimientos de vulnerabilidad. Puesto que esta forma de
respuesta puede llegar a hacerse crónica, se hace evidente la importancia del
reconocimiento temprano y la intervención.

d) Conductas sexuales con adultos. Acciones o comportamientos verbales


sexualizados hacia personas adultas es otro posible indicador de abusos sexuales.
Estos patrones de conductas pueden ser el resultado de una socialización que lleva al
menor a esperar de los adultos comportamientos sexuales y a percibir la interacción
sexual como un vehículo de demostrar o recibir atención.

e) Conducta seductiva. El conocimiento de que invitaciones sexuales abiertas son


inapropiadas es más probable en menores de edades más avanzadas que han sido
abusados sexualmente que en los de menor edad (conocimiento que se obtiene tanto
a partir de las amenazas del agresor para evitar el descubrimiento de los abusos, de
las reacciones a invitaciones sexuales, o de otras fuentes de información). Sin
embargo al igual que con los más pequeños, estos menores han sido socializados
desde edades tempranas como objetos sexuales y pueden persistir en conductas
sutiles que pueden ser percibidas como seductivas (con frecuencia el menor no
percibe sus acciones como seductivas y no puede entender las reacciones que esas
conductas elicitan en los otros).

f) Promiscuidad. Cuando un menor que ha sido objeto de abusos sexuales llega a la


adolescencia, una posible consecuencia de la victimización puede ser la promiscuidad
(aunque con frecuencia estas víctimas experimentan poco o ningún placer sexual).

2. Conocimientos sexuales. Un indicador de posibles abusos sexuales en menores


de corta edad son los conocimientos sexuales que van más allá de los que se
esperaría en el estadio de su desarrollo evolutivo. En ese sentido, cuando en edades
tempranas un menor sabe qué es la penetración digital, la erección, la eyaculación, o
qué es o qué se siente durante la penetración vaginal o anal, fellatio o cunnilingus, o
qué color o sabor tiene el semen, la posibilidad del abuso sexual necesita ser
explorada.

3. Afirmaciones sexuales. Con frecuencia la diagnosis del abuso sexual se basa en


afirmaciones del menor. En ocasiones, el menor no sabe que el abuso sexual es
inapropiado y realiza esas afirmaciones inadvertidamente (por ejemplo, un menor
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 40

haciendo sus necesidades y afirmando que le duele la región anal como


consecuencia de una penetración). En otros casos, sin embargo, el menor es
consciente de lo inapropiado del abuso sexual y puede haber sido amenazado si
descubre los abusos. Debido a sentimientos de miedo o vergüenza, el descubrimiento
de los abusos puede retrasarse desde semanas hasta años.

Indicadores no sexuales

Los indicadores no sexuales pueden subdividirse en las siguientes categorías:


desórdenes funcionales, problemas emocionales, problemas conductuales y
problemas en el desarrollo.

Los desórdenes funcionales incluyen problemas del sueño (pesadillas, miedo a la


oscuridad, hablar durmiendo), enuresis, encopresis y desórdenes del apetito (anorexia
o bulimia).

Problemas emocionales. Como consecuencia de los abusos sexuales pueden


operarse cambios en la personalidad del menor. Depresión, ansiedad, retraimiento,
fantasías, conductas regresivas, falta de control emocional y fobias son posibles
resultados de los abusos sexuales.

Problemas de conducta, tales como agresión, fugas, conductas delictivas, uso de


alcohol y drogas, conductas autodestructivas e intentos de suicidio pueden ser el
resultado de abusos sexuales.

Los abusos sexuales pueden dar lugar también a problemas en el desarrollo


cognitivo (retrasos en el habla, problemas de concentración y de rendimiento
académico), motor y social (problemas en el desarrollo de relaciones con los demás).
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 41

3. NEGLIGENCIA

La Negligencia se define operacionalmente como aquellos daños físicos o


psicológicos que se producen a un niño como consecuencia de la falta seria de
cuidado, supervisión o atención y privación de las necesidades esenciales para el
desarrollo físico, emocional o intelectual del niño.

Los niños pueden exhibir diferentes síntomas de negligencia en distintos


estadios de su desarrollo. Los niños de corta edad son los que tienen una menor
capacidad para verbalizar una situación de negligencia. Un niño con pobres ganancias
de peso, irresponsivo para su grupo de edad, una musculatura inapropiadamente
flácida (posiblemente, como consecuencia de estar acostado en su cuna durante
períodos de tiempo excesivos), puede estar siendo objeto de negligencia. Los daños
que puede ocasionar la negligencia también son mayores en este período evolutivo,
puesto que el niño no es capaz de satisfacer independientemente sus necesidades.

Durante el período preescolar y escolar, los niños se encuentran


frecuentemente bajo la supervisión de adultos (guarderías infantiles y escuelas), lo que
permite observar con mayor facilidad posibles síntomas de negligencia. Son
especialmente relevantes los síntomas continuos, puesto que la negligencia tiende a
ser crónica, más que episódica. Posibles indicadores o síntomas de negligencia
durante este período son hambre constante, pobre higiene, vestidos inapropiados (por
ejemplo, insuficiente abrigo durante el invierno), fatiga constante y necesidades físicas
o médicas desatendidas. Durante el período escolar, niños excesivamente
dependientes, tímidos, deprimidos, pasivos o viviendo continuamente en un mundo de
fantasía pueden estar exhibiendo síntomas de negligencia.

En la preadolescencia y adolescencia, existe la posibilidad de que un niño sea


etiquetado erróneamente como un delincuente cuando, de hecho, estos niños pueden
estar luchando por satisfacer sus propias necesidades físicas básicas, o las de un
hermano menor, como consecuencia de la negligencia de que son objeto.

Las formas de negligencia que comúnmente ocurren en el contexto familiar


incluyen:

3.1. Síndrome no orgánico del crecimiento

Diagnóstico médico que se da a aquellos bebés y niños que no presentan un


progreso normal en su desarrollo físico en ausencia de una enfermedad orgánica. El
peso, altura y desarrollo motor están significativamente por debajo del promedio de
crecimiento normal. Si el niño es ingresado en un hospital, generalmente se produce
una ganancia sustancial de peso.

Las causas del Síndrome no orgánico del crecimiento pueden ser:

a) Desórdenes en el apego de los padres con el hijo, normalmente en el apego


madre-hijo, que se manifiestan después de los tres primeros meses.
b) La naturaleza o temperamento del niño puede ser un importante determinante
de la respuesta parental. Los niños con cólicos o los niños que duermen en
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 42

exceso y nunca lloran, aunque estén hambrientos, pueden jugar un importante


papel en la forma en que los padres les responden.
c) Otros factores pueden ser el estrés marital, los problemas económicos o una
prolongada separación entre la madre y el niño al nacer a causa de la
hospitalización.
d) Cuando el niño tiene más de seis meses comienza a organizar su conducta y
desarrolla una mayor independencia. Un niño que se siente frustrado en sus
esfuerzos por adquirir una mayor independencia, puede comenzar a "luchar"
con sus padres y afirmar su control en aquellas pocas áreas donde lo posee. El
apetito es una de esas pocas áreas donde los padres no pueden ejercer su
control sobre el niño.

Factores a considerar

En un 10 por ciento de estos casos existe una causa orgánica que ocasiona el
retraso del crecimiento (graves problemas de riñón o corazón, enfermedad intestinal,
error genético del metabolismo o lesión cerebral). El resto de casos son producto de
una relación padre-hijo deteriorada que se manifiesta en una negligencia severa en
relación al cuidado físico y emocional del niño.

Sean las causas de este síndrome orgánicas o no, éste puede ser reconocido
por una serie de características físicas. El profesional debe aprender a identificar a
estos niños y solicitar una evaluación médica inmediata si se sospecha la existencia
de este síndrome ya que, si no reciben inmediata atención médica, pueden llegar a
morir o a sufrir importantes lesiones cerebrales. Los niños que padecen el Síndrome
no orgánico del crecimiento, en primer lugar, presentan un bajo peso anormal para su
edad. Como consecuencia, se hace más lento su crecimiento en cuanto a la altura.
Una manifestación de que este Síndrome ya es más severo es el tamaño pequeño de
la cabeza y el retraso en el crecimiento del cerebro. Las consecuencia a largo plazo de
este Síndrome son, además de una menor estatura, el retraso mental, las dificultades
de aprendizaje y el retraso en las habilidades lingüísticas.

Las tablas de crecimiento son un instrumento muy útil para diagnosticar el


Síndrome no orgánico del crecimiento; en ellas se recoge el patrón de crecimiento del
niño en altura y peso. Generalmente son cumplimentadas por personal médico o
sanitario.

3.2. Enanismo psicosocial

El retraso en el crecimiento acompañado por diversos grados de retraso


intelectual, retraso en el desarrollo y retraso emocional puede ser considerado en el
contexto del Enanismo Psicosocial, condición que se da en niños más mayores que en
el caso del Síndrome no orgánico del crecimiento. Mientras que el Síndrome no
orgánico del crecimiento ocurre como consecuencia de un cuidado inadecuado, el
Enanismo Psicosocial es el resultado de un cuidado adverso, en el que la comida
juega un papel patológico en la deteriorada relación entre los padres o cuidadores y el
niño. Por otra parte, es bastante común encontrar maltrato físico unido al Enanismo
Psicosocial (AAPC, 1991).
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 43

Algunas de las características de este Síndrome son (AAPC, 1991):

a) Retraso severo del crecimiento. La altura puede estar afectada de una


forma más severa que el peso, particularmente en los niños más mayores.
b) Retraso en la maduración esquelética.
c) Una apariencia infantil debida a los rasgos faciales y el tamaño de la
cabeza, que son consistentes con su reducida estatura.
d) Conductas estereotípicas, esto es, conductas pasivas y retraídas o
agresivas y crueles, incluyendo autolesiones, pudiendo manifestar ambos
tipos de conducta de forma intermitente.
e) Habla inmadura y retrasada; deambulación nocturna y frecuentes rabietas
violentas.
f) Apetito voraz y extraños hábitos alimenticios como, por ejemplo, comer
cosas del cubo de la basura.
g) Hábitos de bebida excesivos o anormales (polidípsia), tales como beber de
la taza del water.
h) Retraso del desarrollo.

3.3. Malnutrición

La malnutrición puede definirse como la carencia en el organismo de


sustancias alimenticias necesarias o apropiadas que puede ser ocasionada por el
consumo de alimentos inadecuados, por la carencia de alimentos o por una cantidad
insuficiente de vitaminas. La malnutrición, su tratamiento y sus efectos son similares a
los producidos en el Síndrome no orgánico del crecimiento. La diferencia entre estas
dos condiciones se encuentra en la edad del niño. Además, la negligencia alimenticia
puede no ser voluntaria, siendo en la mayoría de las ocasiones causada por la
pobreza y la falta de educación.

Algunas señales físicas de desnutrición pueden ser:

 Una disminución en la masa y grasa corporal; costillas muy prominentes; a


menudo el niño es descrito como un "saco de piel y huesos".
 Pelo ralo, fino y seco. Es muy fácil arrancárselo o cae de forma espontánea.
 A menudo el niño está pálido y sufre de anemia.
 Sudoración excesiva.
 La cara tiene una apariencia envejecida.
 La piel está arrugada.
 A menudo el abdomen es protuberante.
 Pulso y presión sanguínea anormal, infecciones frecuentes, patrones de sueño
anormales y un nivel de actividad física y mental reducido.
 Algunos niños pueden rechazar el alimento o sufrir vómitos y diarrea cuando lo
ingieren.

3.4. Alimentación inadecuada


La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 44

La alimentación inadecuada hace referencia al fracaso de los padres o


personas responsables del niño para proporcionar o tener disponible el alimento
adecuado para mantener el funcionamiento normal del niño. No es tan severo como la
malnutrición o el Síndrome no orgánico del crecimiento. Algunos ejemplos de casos de
alimentación inadecuada pueden ser:

 El niño que de forma frecuente y repetida pierde algunas de las comidas diarias
o que frecuentemente recibe cantidades insuficientes de alimento.
 El niño que de forma frecuente y repetida pide comida a los vecinos, existiendo
información de que no está siendo bien alimentado.
 Cuando el niño es alimentado frecuentemente con alimentos nocivos
considerando su edad, su condición física y la etapa del desarrollo en la que se
encuentra.

Factores a considerar

a. Factores del niño

 La edad.
 La etapa del desarrollo en la que se encuentra el niño.
 Las condiciones físicas del niño, particularmente si el niño necesita una dieta
especial.
 Las capacidades mentales de niño, particularmente relacionadas con la
capacidad del niño para obtener y prepararse la comida.

b. Factores del incidente

 Frecuencia de las ocasiones en la que se produce una alimentación


inadecuada.
 Duración de la alimentación inadecuada.
 Historia previa de alimentación inadecuada.
 Disponibilidad de alimento adecuado.

3.5. Condiciones de vivienda inadecuadas

Se trata del voluntario incumplimiento del deber de procurar al niño una


vivienda segura y con las condiciones sanitarias adecuadas, que lo proteja de
cualquier tipo de riesgos. Algunos ejemplos de condiciones de vivienda inadecuada
serían los siguientes:

 Que el niño carezca de vivienda o cobijo.


 Que la vivienda que habita el niño se encuentre en ruinas.
 Que la vivienda posea una instalación eléctrica en malas condiciones y que
suponga peligro para el niño (ej. cableado eléctrico al aire).
 Que la vivienda posea unos defectos serios en su estructura.
 Que la vivienda corra peligro de incendio o no cumpla unos requisitos mínimos
de protección contra los incendios.
 Que la vivienda disponga de una calefacción o fuente de calor insegura.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 45

Factores a considerar

Una familia puede vivir en una casa que no reúna las condiciones óptimas
debido a que su situación económica o de cualquier otro tipo le impida conseguir algo
mejor. Sin embargo, la simple existencia de muebles rotos, hacinamiento o desastre
en la vivienda no son por sí mismos indicadores de que sea necesaria la intervención
de profesionales de protección del menor. debe proponer la intervención siempre que
las condiciones representen un peligro para la salud o seguridad del niño, sin que ello
signifique que exista negligencia. Con más razón habrá intervención si, además de
existir peligro, los padres no tienen intención de corregir la situación, pues en este
caso la atribución de intención a los padres denota posibilidad por su parte de cambiar
la situación. En este caso sí hay negligencia.

a. Factores del niño

 Edad del niño.


 Etapa de desarrollo del niño.
 Condición física del niño, particularmente cuando ésta puede ser agravada por
unas condiciones de vivienda inadecuada.
 Capacidades mentales del niño; particularmente hay que tener en cuenta la
capacidad del niño para comprender los peligros que puede suponer unas
condiciones de vivienda inadecuadas.

b. Factores de la vivienda

 Frecuencia del problema.


 Duración del problema.
 Historia previa de condiciones de vivienda inadecuadas.

3.6. Vestido inadecuado

Voluntario incumplimiento del deber de procurar al niño una ropa adecuada


para su salud y bienestar. El niño necesita algunos elementos básicos de ropa, tales
como ropa interior, zapatos y vestidos que le proporcionen protección de las
condiciones climáticas. Además, para asegurar una higiene adecuada la ropa debe
estar razonablemente limpia. Algunos ejemplos de este tipo de negligencia serían los
siguientes:

 No proporcionar al niño la ropa adecuada para protegerlo de los diferentes


factores climáticos.
 No proporcionar al niño vestidos o ropa interior limpia.
 Vestir al niño con ropa o zapatos demasiado pequeños o demasiado grandes
para su talla.

Factores a considerar

a. Factores del niño

 Edad del niño.


La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 46

 Etapa de desarrollo del niño.


 Condición física del niño, particularmente aquellos aspectos físicos
relacionados con condiciones que pueden agravarse por la exposición a las
inclemencias climáticas.
 Capacidades mentales del niño, particularmente relacionadas con la capacidad
del niño para conseguir una ropa adecuada.

b. Factores del incidente

 Frecuencia del incidente.


 Duración del incidente.
 Condiciones climáticas tales como calor o frío extremo.

3.7. Condiciones peligrosas para la salud

El niño, la vivienda o la ropa con que se viste al niño no reúne unas


condiciones higiénicas mínimas hasta el punto de que la salud del niño puede verse
menoscabada. Esta categoría puede incluir situaciones como las siguientes:

 En el lugar donde se encuentra un niño pequeño hay alimentos podridos,


mohosos o infectados de insectos.
 Excrementos de animales o seres humanos amenazan la salud del niño;
existencia de excrementos animales o humanos que permanecen durante días
en el suelo o en lugares donde es fácil el acceso para el niño.
 Presencia de veneno, alcohol u otras sustancias nocivas que suponen un
peligro para el niño.
 Ropa sucia o mohosa apilada y dejada por lugares de la casa donde el niño
tiene fácil acceso.
 Agua estancada en la pila del baño o en la bañera que indican unas
condiciones de los elementos de la fontanería insalubres.
 Plaga de insectos o roedores que amenaza la salud del niño.
 Existencia de escalones rotos o parte de una barandilla rota que podría
provocar la caída o lesión del niño.

Factores a considerar

Para poder determinar la existencia de negligencia por parte de los padres o


adultos responsables del niño, se debe prestar una atención especial a las condiciones
físicas del niño y a las condiciones de la vivienda. Otros factores a considerar son:

a. Factores del niño

 Edad del niño; es más fácil que resulten perjudicados por estas condiciones los
niños menores de seis años.
 Etapa de desarrollo del niño.
 Condición física del niño.
 Capacidades mentales del niño.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 47

b. Factores del incidente

 Severidad de las condiciones.


 Frecuencia de las condiciones.
 Duración de las condiciones.

3.8. Negligencia médica

Voluntario incumplimiento del deber de procurar al niño el cuidado o atención


médica necesaria para un problema de salud o enfermedad del niño que si no se trata
adecuadamente puede provocar serios problemas de salud a largo plazo. También se
incluye en este tipo de negligencia el no seguir las indicaciones médicas o tratamiento
prescrito para una enfermedad o problema de salud determinado, de forma que
pueden darse consecuencias negativas para el niño a largo plazo. Se encuentran
también en esta categoría la falta de tratamiento, alimentación y cuidados adecuados
para niños con problemas de salud desde el nacimiento, así como no proporcionar una
atención médica adecuada debido a las creencias religiosas de los padres,
provocando en el niño graves problemas de salud.

Cuando un niño con una enfermedad o hándicap crónico serio que es tratable
médicamente sufre frecuentes hospitalizaciones o deterioros significativos debido a
que los padres ignoran las recomendaciones médicas, puede determinarse la
existencia de negligencia en los cuidados médicos. Esta forma de negligencia puede
dividirse en cuatro categorías:

a) Enfermedad grave aguda. Los casos de enfermedad grave aguda son lo que
normalmente se considera emergencias. Ejemplos de negligencia que se
incluyen en esta categoría sería que los padres se nieguen a dar permiso para
la realización de una transfusión de sangre que salve al niño de un shock, o el
negarse a llevar al hospital a un niño gravemente deshidratado.
b) Enfermedades crónicas que requieren tratamiento de por vida, tales como el
asma o la diabetes que necesitan control, medicación o terapia continua y que
si no son tratadas requieren de intervención. La negligencia se produciría si los
padres no le proporcionan al niño estos cuidados.
c) Enfermedades que incapacitan al niño o que pueden provocar la incapacidad
de éste. Esta categoría incluye aquellas enfermedades que pueden incapacitar
al niño o provocar desfiguraciones permanentes si no son tratadas
adecuadamente. Algunos ejemplos son los niños con glaucoma o cataratas
congénitas que podrían quedarse ciegos si no son operados.
d) Cuidado de la salud general del niño: revisiones pediátricas y vacunaciones.
Los pediatras informan a los padres de las revisiones y vacunaciones
necesarias para el correcto desarrollo del niño. Se produciría negligencia si los
padres no cumplen con los requisitos mínimos en cuanto a este tipo de
atención médica preventiva.

Factores a considerar
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 48

 Edad del niño, particularmente relacionada a su capacidad para obtener el


tratamiento adecuado.
 Etapa de desarrollo del niño.
 Condición física del niño.
 Seriedad de los problemas de salud actuales.
 Resultados probables si el problema de salud actual no es tratado
médicamente y la seriedad de dichos resultados.
 Si generalmente son aceptados los beneficios de los tratamientos prescritos.
 Si generalmente se reconocen los efectos colaterales o daños asociados al
tratamiento prescrito.

3.9. Negligencia educacional

Cuando un padre o cuidador no proporciona al niño el desarrollo educativo


apropiado. El problema que se identifica más a menudo con la negligencia educacional
es el absentismo escolar. En un sentido más amplio, la negligencia educacional
también puede relacionarse con la falta de implicación o cooperación de los padres en
las obligaciones o actividades escolares del niño o la resistencia de los padres a
cooperar con programas especiales o intervenciones recomendadas por la escuela.

3.10. Falta de supervisión

Cuando un niño es dejado sin atención o bajo el cuidado de otros niños


demasiado jóvenes para protegerlo de posibles daños, o cuando la supervisión de los
padres es inadecuada (dejar a un niño en la calle sin supervisión o cuando la
desatención permite que un niño manipule o ingiera sustancias tóxicas o realice
actividades peligrosas).

Los padres tienen la responsabilidad de cuidar o supervisar a sus hijos o


procurarles una supervisión adecuada cuando ellos no pueden hacerlo. Por
supervisión adecuada se entiende que las necesidades básicas del niño en relación a
la comida, vestido, cobijo, salud y cuidado están cubiertas.

La necesidad de supervisión varía según la edad y el desarrollo evolutivo del


niño. Un bebé (de 0 a 24 meses) tiene alguna movilidad pero no puede valerse por sí
mismo y debe estar bajo el cuidado constante de una persona adulta. Los niños de
dos a cuatro años necesitan un espacio más amplio para explorar. Pueden caminar,
escalar, no tienen sentido del peligro y deben ser vigilados de cerca para que no
sufran ningún daño. Los niños en edad preescolar (de 4 a 6 años) pueden jugar solos
pero aún no se les puede hacer responsables de cubrir sus necesidades básicas de
comida, vestido, etc. Los niños en edad escolar (de 6 a 12 años) pueden no estar
preparados para cuidar de sí mismos incluso por cortos periodos de tiempo. Por
supuesto, un niño que aún no puede ser responsable de cuidarse a sí mismo no será
un cuidador competente de otro niño más pequeño.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 49

Factores a considerar

a. Factores del niño

 La edad del niño y el periodo evolutivo en el que se encuentra, particularmente


relacionados con la capacidad para emitir juicios.
 Las condiciones físicas del niño, particularmente relacionadas con la capacidad
del niño para protegerse o cuidarse a sí mismo.
 Las capacidades mentales del niño, particularmente aquellas habilidades
relacionadas a la capacidad para comprender la situación.

b. Factores paternos

 Presencia o accesibilidad del padre.


 Cuánto tiempo necesita el padre para llegar hasta donde se encuentra el niño.
 Si el padre puede ver u oír al niño.
 Si se puede localizar al padre telefónicamente.
 Edad del padre.
 Si el cuidador es lo suficientemente maduro para asumir la situación.
 Condiciones físicas del padre.
 Si el padre es capaz de realizar juicios adecuados sobre el bienestar del niño.

c. Factores del incidente

 Frecuencia de la ocurrencia.
 Duración de la ocurrencia.
 Momento del día o la noche en que ocurre el incidente.
 Ubicación del niño.

3.11. Abandono

Abandono significa que un padre o persona legalmente responsable del


cuidado de un menor muestra con su conducta que renuncia a sus derechos y
obligaciones parentales o de cuidado del niño. Algunos ejemplos de abandono por
parte de los padres incluyen conductas tales como dejar a un niño delante de una
puerta o dejar a un niño en algún lugar con la intención aparente de no regresar.

En los casos en que existe sospecha de que se ha producido abandono de un


niño por parte de sus padres dejándolo al cuidado de otra persona, deben tenerse en
cuenta las siguientes consideraciones:

 Si las expectativas del tiempo de duración del cuidado del niño son razonables.
 Si el fracaso paterno de regresar o comunicarse es debido a la actuación del
cuidador que impide o dificulta el contacto del niño con sus padres.
 Si el fracaso de regresar o comunicarse de los padres ocurre a pesar de su
capacidad de regresar o comunicarse.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 50

3.12. Negligencia y toxicomanía parental

La toxicomanía parental puede llevar a graves problemas de negligencia en el


cuidado de los niños. Una de las muchas consecuencias que pueden derivarse de la
drogodependencia de los padres (en concreto de la madre) es que un recién nacido
presente síndrome de abstinencia.

Recién nacido con síndrome de abstinencia. En este caso, un bebé de menos


de 28 días de edad exhibe un crecimiento o patrones neurológicos anormales cuando
hay amplia evidencia de que la madre era adicta a alguna sustancia durante el
embarazo. Esto incluye al bebé con dependencia física de cualquier droga ilegal, como
cocaína, heroína, marihuana, LSD, metadona o anfetamina.

Se ha descrito un cuadro específico identificado como Síndrome de


Alcoholismo Fetal, caracterizado por retraso en peso, talla y perímetro cefálico,
anomalías faciales, malformaciones cardíacas, anomalías menores de las
articulaciones y de amplitud de los movimientos, retraso del desarrollo y deficiencia
mental (Gómez de Terreros, 1995). Este síndrome es poco frecuente y los bebés que
lo desarrollan suelen estar agitados e hiperactivos, con temblores intensos durante
unas 72 horas, y posteriormente, letargia durante unas 48 horas, para volver a una
actividad normal. Pueden sufrir convulsiones.

En relación con la cocaína se han descrito retrasos de crecimiento intrauterino


con una disminución desproporcionada del perímetro cefálico, malformaciones
genitourinarias, cardíacas y del sistema nervioso central. Clínicamente, los niños
pueden tener aspecto normal o presentar alteraciones neurológicas, aumento del tono
muscular, temblores, movimientos deficientes, alteraciones del equilibrio, trastornos en
el sueño y la alimentación, alteraciones visuales, irritabilidad y pobre interacción social.
A las dos u ocho semanas pueden presentar síndrome de abstinencia manifestando
irritabilidad, hipertonía e intranquilidad en el sueño.

En cuanto a la heroína, esta droga provoca precozmente un síndrome de


abstinencia y también secuelas neurológicas (Gómez de Terreros, 1995).

3.13. Maltrato prenatal

Se define el Maltrato Prenatal como la falta de cuidado, por acción u omisión,


del cuerpo de la futura madre o autosuministro de drogas o sustancias que, de una
manera consciente o inconsciente, perjudican al feto de que es portadora.

Es evidente que todo aquello que influye negativamente en la madre, influye a


su vez en el feto. Estas influencias negativas pueden ser físicas, psíquicas o sociales
(Gómez de Terreros, 1995):

Influencias físicas

Entre las influencias físicas negativas para el feto se encuentran las siguientes:

 Medicación excesiva o inadecuada.


La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 51

 Consumo inadecuado de tabaco.


 Determinadas enfermedades maternas (por ejemplo, SIDA o enfermedades de
transmisión sexual).
 Consumo de alcohol y otras drogas.

Influencias psíquicas

 Rechazo del embarazo


 Alteraciones psicológicas
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 52

4. MALTRATO PSICOLÓGICO

El maltrato psicológico consiste en conductas de los padres o cuidadores tales


como rechazar, aislar, ignorar o aterrorizar a un niño, así como la privación de
sentimientos de amor, afecto y seguridad, que causan o pueden causar serios
deterioros en el desarrollo emocional, social e intelectual del niño.

De acuerdo con Garbarino et al. (1986), el maltrato psicológico es un patrón de


conductas psicológicamente destructivas, y se define como actos u omisiones de un
adulto que amenazan el desarrollo de la identidad y la competencia social de un niño.
En esta categoría se incluyen agresiones verbales (amenazas, insultos, sarcasmos,
desprecios continuos, gritos, etc.), respuestas impredecibles e inconsistentes,
constantes disputas familiares, comunicación caracterizada por dobles mensajes y
privación de experiencias sociales normales. El maltrato emocional o psicológico
puede adoptar cinco formas (Garbarino et al., 1986):

4.1. Rechazar

El adulto rehúsa reconocer la importancia y legitimidad de las necesidades del


niño. El adulto trata al niño de forma diferente a como trata a sus compañeros o
hermanos sugiriendo, por lo tanto, que el niño le desagrada.

En general, el rechazo implica conductas que comunican o constituyen


abandono. Por ejemplo, los padres o cuidadores pueden evitar tocar o mostrar afecto
al niño o evitar ser conscientes de sus deseos o necesidades. El rechazo es
considerado leve cuando se reduce a incidentes aislados. Es moderado cuando es
frecuente y más generalizado. Cuando el rechazo es categórico, absoluto y muy
frecuente, se define como severo. Las manifestaciones de rechazo características de
los diferentes estadios evolutivos serían las siguientes:

Infancia. Los padres no aceptan las primeras manifestaciones de apego del niño, es
decir, los padres evitan las respuestas espontáneas y naturales del bebé al contacto
humano, impidiendo la formación de las primeras relaciones. Las conductas
específicas que se producen por parte de los padres son el abandono y el rechazo a
devolver sonrisas y vocalizaciones.

Primera niñez. Los padres excluyen activamente al niño de las actividades


familiares. Las conductas específicas indicativas de rechazo podrían ser, entre otras,
no llevar al niño en las salidas familiares o rechazar los gestos afiliativos del niño (por
ejemplo, los abrazos).

Edad escolar. Los padres le transmiten consistentemente al niño que lo valoran de


forma negativa y que tienen un concepto negativo de él. Las conductas específicas por
parte de los padres son, por ejemplo, la frecuente utilización de etiquetas tales como
"el tonto", "monstruo", etc. o el frecuente desprecio de los deseos del niño.

Adolescencia. Los padres evitan ser conscientes del cambio en cuanto a los roles
sociales que el niño debe asumir para adquirir una mayor autonomía y auto-
determinación. Los padres tratan al adolescente como si fuera un niño pequeño,
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 53

someten al adolescente a frecuente humillación verbal y duras críticas o expulsan al


adolescente de la familia.

4.2. Aislar

El adulto impide al niño el acceso a experiencias sociales habituales y


normales, impide la formación de amistades y hace creer al niño que está solo en el
mundo. Se le niega al niño la posibilidad de satisfacer sus necesidades de interacción
o comunicación con iguales o adultos dentro o fuera de casa. El aislamiento incluye:

 El confinamiento del niño o el imponerle unas restricciones a su libertad de


movimiento en su entorno no razonables.
 El imponerle unas limitaciones no razonables en sus relaciones sociales con
sus iguales o adultos en la comunidad.

En su forma leve el aislamiento implica fracaso en proporcionar las ocasiones y


oportunidades normales de interacción social. Se convierte en moderado cuando
implica esfuerzos activos para eludir las interacciones sociales y severo cuando los
padres realizan todos los esfuerzos posibles para que el niño no tenga contacto con
nadie. Las manifestaciones de aislamiento características de los diferentes estadios
evolutivos serían las siguientes:

Infancia. Los padres niegan al niño la experiencia de establecer patrones de


interacción activa con ellos o con otros adultos. Algunas conductas específicas son
dejar al niño en su habitación sin atenderlo durante largos períodos de tiempo o negar
el acceso al niño a otras personas interesadas por él (por ejemplo, amigos íntimos de
la familia).

Primera niñez. Los padres enseñan al niño a evitar el contacto social a través de la
relación padres-hijo. Castigar los contactos sociales con adultos o niños y evitar que el
niño tenga oportunidades de contacto social serían algunas de las conductas
específicas que podrían darse en esta etapa.

Edad escolar. Los padres intentan retirar al niño de las relaciones sociales normales
con sus iguales. Como conductas específicas que se pueden dar por parte de los
padres en esta etapa estaría el prohibir al niño jugar con otros niños, prohibir al niño
que invite a otros niños a casa o retirar al niño del colegio.

Adolescencia. Los padres tratan de impedir que el niño participe en actividades


organizadas o informales fuera de casa. Los padres prohiben al niño que pertenezca a
clubes, equipos deportivos o realice actividades extraescolares; también pueden hacer
que el niño no vaya al colegio con la finalidad de que realice tareas domésticas (por
ejemplo, cuidar de sus hermanos) o castigar al niño por implicarse en experiencias
sociales normales (por ejemplo, tener una cita).

4.3. Aterrorizar
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 54

El adulto ataca verbalmente al niño, crea un clima de miedo, intimida y asusta


al niño y le hace creer que el mundo es caprichoso y hostil. Se encuentran en esta
categoría todas aquellas conductas de la persona que cuida al niño que amenazan a
éste o que le hacen creer de alguna forma que le pueden dañar físicamente, matarlo,
abandonarlo o que sitúan en una situación que se identifica como peligrosa al niño o a
algún ser u objeto querido del niño. Aterrorizar incluye las siguientes situaciones:

 Situar al niño en circunstancias impredecibles o caóticas.


 Situar al niño en situaciones que se identifican como peligrosas.
 Marcar expectativas rígidas o no realistas con la amenaza de pérdida, daño o
peligro si éstas no se cumplen.
 Amenazar o utilizar violencia contra el niño.
 Amenazar o utilizar violencia contra un ser u objeto querido por el niño.

En general, aterrorizar implica amenazar al niño con castigo extremo o vago


aunque siniestro, estimular intencionadamente un miedo intenso, crear un clima de
amenaza impredecible, o crear expectativas inalcanzables y castigar al niño si no las
logra. En su forma leve implica arbitrariedad y el uso de técnicas de disciplina de
intimidación. Cuando implica amenaza directa al sentimiento de seguridad cotidiano
del niño, se incluye en la categoría de práctica moderada. Para calificarla de severa,
esta práctica debe implicar amenazas dramáticas, misteriosas o extraordinarias. En las
distintas etapas evolutivas, las conductas parentales o de los adultos responsables del
niño que se incluyen en esta forma de maltrato serían las siguientes:

Infancia. Los padres, consistente y deliberadamente violan la tolerancia para el


cambio y los estímulos intensos del niño. Las conductas específicas podrían ser, entre
otras, la burla, intimidar, responder de forma extrema e impredecible a la conducta del
niño.

Primera niñez. Los padres utilizan gestos y afirmaciones verbales extremas para
intimidar, amenazar o castigar al niño. Por ejemplo, amenazas verbales de daño
extremo o "misterioso" (producido por fantasmas, monstruos, etc.) o frecuentes
comportamientos furiosos contra el niño que se alternan con periodos de afecto
artificial.

Edad escolar. Los padres sitúan al niño ante dobles vínculos intolerables ("Mal si lo
haces, mal si no lo haces"). Algunas conductas específicas de esta forma de maltrato
en esta etapa son exponer al niño a demandas o emociones extremadamente
inconsistentes, forzar al niño a elegir entre el padre o la madre, cambios frecuentes de
las "reglas del juego" en la relación padres-hijo y criticar constantemente sin tener en
cuenta los éxitos del niño.

Adolescencia. Los padres amenazan al niño con humillarlo públicamente. Por


ejemplo, los padres pueden amenazar al niño con revelar características de la
conducta del adolescente que le avergüence en gran medida que lo sepan sus iguales
u otros adultos (mearse en la cama por la noche, experiencias sexuales previas, etc.).
Ridiculizar al niño públicamente.

4.4. Ignorar
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 55

El adulto no proporciona la estimulación ni la responsividad esencial para el


desarrollo del niño, impide su crecimiento emocional y su desarrollo intelectual. Los
adultos responsables del niño actúan de forma que ignoran sus intentos y necesidades
de interacción (fracasan en la expresión de afecto, cuidado y amor al niño) y no
muestran emociones en su interacción con el niño. Esta forma de maltrato psicológico
incluye:

 Mostrarse indiferente y desimplicado ya sea por incapacidad o por falta de


motivación.
 Interactuar sólo cuando es absolutamente necesario.
 Fracasar en la expresión de afecto, cuidado y amor al niño.

En general, ignorar se refiere a que los padres no están disponibles


psicológicamente para el niño, es decir, que únicamente se preocupan de sí mismos y
son incapaces de responder a las conductas del niño. En su forma leve, el ignorar se
hace evidente en la falta de atención continuada al niño durante los periodos de
contacto (por ejemplo, durante las comidas o en los momentos en que padres e hijo
están reunidos después del trabajo o escuela). En su forma moderada, el ignorar
implica periodos prolongados de no disponibilidad, con la implicación de que los
padres erigen una "barrera de silencio". Cuando los niños parecen no tener un acceso
emocional o interaccional real a sus padres, se puede hablar de ignorar en su forma
severa. En contraste con el rechazo, que es activo y abusivo, ignorar es una forma de
maltrato con un carácter pasivo y negligente. Las manifestaciones de ignorar a un niño
características de los diferentes estadios evolutivos serían las siguientes:

Infancia. Los padres fracasan en responder contingentemente a los


comportamientos sociales espontáneos del bebé que forman las bases para el apego.
Algunas conductas específicas de esta forma de maltrato en esta etapa del desarrollo
son el no responder a las vocalizaciones espontáneas del bebé o no darse cuenta y
responder al desarrollo de las competencias del bebé.

Primera niñez. Existe un patrón de frialdad y falta de afecto en el trato parental con
el niño, un fracaso en implicarse en las actividades diarias del niño y un
distanciamiento del niño de las interacciones sociales. Por ejemplo, rechazar el
implicarse en una conversación en el momento de las comidas o dejar al niño durante
largos periodos de tiempo sin la supervisión de un adulto con el que esté
emocionalmente implicado.

Edad escolar. Los padres fracasan en proteger al niño de amenazas o en ponerse


de parte del niño cuando se les hace conscientes de la necesidad de ayuda. En esta
etapa pueden darse conductas tales como no proteger al niño de ataques de sus
hermanos u otros miembros de la familia, no mostrar interés en la evaluación del niño
realizada por sus profesores y otros adultos o fracasar en ayudar al niño cuando éste
lo requiere para resolver problemas con sus iguales.

Adolescencia. Los padres abandonan su rol parental y no muestran interés por el


niño. Rechazan el diálogo acerca de las actividades o intereses del niño; se
concentran en otras relaciones que desplazan al adolescente como objeto de afecto.

4.5. Corromper
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 56

El adulto des-socializa al niño, le estimula a implicarse en conductas


destructivas, refuerza esa desviación e incapacita al niño para las experiencias
sociales normales. El adulto estimula al niño a desarrollar conductas inapropiadas
(auto-destructivas, antisociales, criminales, desviadas u otras conductas
desajustadas). Algunas formas de corrupción son:

 Modelar, permitir o estimular conductas antisociales (por ejemplo, prostitución,


pornografía, iniciación en actividades criminales, abuso de sustancias, violencia
contra otros y corrupción de otros).
 Modelar, permitir o estimular conductas evolutivamente inapropiadas (por
ejemplo, que el niño asuma un rol inverso -satisfacer las necesidades
emocionales de los padres en lugar de a la inversa-, infantilización, realizar los
sueños no alcanzados por los padres).
 Estimular u obligar al abandono de la autonomía evolutivamente apropiada a
través de la extrema sobreprotección, intrusismo y/o dominación (por ejemplo,
permitiendo poca o ninguna oportunidad de apoyo de las ideas, sentimientos y
deseos del niño; control excesivamente minucioso de las actividades cotidianas
del niño).
 Restringir o interferir el desarrollo cognitivo.

En líneas generales, corromper se refiere a aquellas conductas paternas que


"des-socializan" al niño y le refuerzan en patrones antisociales o desviantes,
particularmente en las áreas de agresión, sexualidad o abuso de sustancias. Tales
conductas tienden a hacer al niño incapaz de disfrutar de experiencias sociales
normales. En su forma leve, los padres dan la impresión de estimular la conducta
precoz inadecuada del niño en el área de la sexualidad, agresión o abuso de
sustancias. Reforzar al niño en conductas delincuentes constituye una forma
moderada de corrupción. Crear un patrón de conducta continuado que provoca el
riesgo de una disfunción social permanente (por ejemplo, adicción, frigidez, realización
de actos sexuales compulsivos o repetidos actos de violencia) se consideraría
corrupción severa. En las distintas etapas del desarrollo la corrupción puede
manifestarse de las siguientes formas:

Infancia. Los padres exponen al niño a riesgo al reforzar el desarrollo de hábitos


aberrantes y/o creando adicciones.

Primera niñez. Los padres refuerzan de forma inadecuada la agresión y la


sexualidad precoz. Se estimula al niño a pegar a otros niños o se le implica
sexualmente con otros adultos o adolescentes.

Edad escolar. Los padres recompensan al niño por robar, abusar de sustancias,
pegar a otros niños o por conductas sexuales precoces. Algunas conductas
específicas son estimular al niño a atacar a otros niños, exponer al niño a pornografía,
alentar el uso de drogas, reforzar las conductas sexualmente agresivas o implicar al
niño sexualmente con adultos.

Adolescencia. Los padres implican al niño en formas más intensas y socialmente


inaceptables de conducta sexual, agresividad y utilización de drogas o alcohol. Por
ejemplo, implicar al adolescente en la prostitución, premiando la agresividad,
premiando la conducta delincuente dirigida a sus iguales y adultos o a miembros de la
familia utilizados como "chivo expiatorio", o alentar el tráfico y uso de drogas o el
abuso de alcohol.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 57

Con posterioridad a la clasificación de Garbarino et al. (1986), Brassard y Gelardo


(1987) realizan una clasificación del maltrato psicológico en la que añaden dos
categorías más:

Degradar. Esta forma de maltrato se relaciona con la categoría de rechazo, tal y


como era definido por Garbarino. Por degradar se entiende humillar públicamente al
niño, llamarlo "estúpido" o con apelativos similares y etiquetarlo de inferior.

Explotar. Esta forma de maltrato estaría muy relacionada con algunos aspectos de
lo que Garbarino et al. (1986) definen como corrupción. En este caso, explotar
implicaría vejar sexualmente al niño, mantener al niño en casa desempeñando un
papel de sirviente o subordinado a los padres en lugar de ir a la escuela o alentar al
niño a participar en la producción de pornografía.

Factores a considerar en el maltrato psicológico

Hay que tener en cuenta que el maltrato psicológico a menudo está relacionado
con el daño físico. El aterrorizar, por ejemplo, frecuentemente va unido a actos o
amenazas de violencia física y puede producir úlceras. Las conductas relacionadas
con el ignorar al niño pueden estar asociadas con malnutrición y provocar retrasos en
el desarrollo físico e intelectual del niño. Los desórdenes en el habla, retrasos en el
desarrollo físico o el retraso no orgánico del desarrollo, pueden ser algunos de los
indicadores físicos del maltrato psicológico.

El maltrato psicológico debe ser considerado tanto en forma directa como


indirecta. Por ejemplo, el niño puede ser aterrorizado con violencia directa hacia él
mismo o con violencia en su presencia hacia algo o alguien que él quiere. El niño
puede ser maltratado siendo directamente estimulado a mentir, pegar, utilizar drogas o
llegar a implicarse en actividades sexuales desviadas o ser maltratado a través de la
observación de estas conductas por parte de poderosos modelos de rol.

Factores del desarrollo. Es necesario tener en cuenta las variables evolutivas,


particularmente en relación a los tipos de maltrato psicológico que son más probables
y la relativa vulnerabilidad a las consecuencias negativas en los distintos estadios de
crecimiento. Por ejemplo, el ignorar al niño puede tener su mayor impacto en los
primeros años de vida, cuando el niño necesita en mayor medida un cuidado afectivo.

Las variables ecológicas han de ser tenidas en cuenta en todos sus niveles
(intrapersonal, relaciones interpersonales diádicas, relaciones íntimas con la familia o
pequeños grupos, red social y comunidad). Por ejemplo, la severidad del maltrato
psicológico es mayor cuando son varios miembros o la familia en su totalidad los que
acosan a la víctima.

El maltrato psicológico rara vez se manifiesta a través de indicadores físicos.


Los malos tratos psicológicos pueden observarse con mayor frecuencia a través de
indicadores comportamentales, aunque esos indicadores puede que no sean
inmediatamente evidentes. Algunos de los indicadores comportamentales del maltrato
psicológico son:

 Desórdenes conductuales tales como retraimiento y conducta antisocial.


 Demuestra extremos conductuales, pasividad o conducta agresiva extrema.
 Se muestra receloso, pesimista, deprimido, ansioso, preocupado.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 58

 Signos de desórdenes emocionales, tales como movimientos rítmicos


repetitivos, ausencia de comunicación verbal o física, o atención excesiva a los
detalles.
 Excesiva rigidez y conformismo.
 Conductas adultas inapropiadas o excesivamente infantiles.
 Desórdenes del apetito, enuresis, desórdenes del sueño, compulsividad,
histeria, obsesiones, fobias e hipocondría.
 Retrasos en el desarrollo cognitivo y emocional.
 Excesiva preocupación por complacer a las figuras de autoridad.
 Fugas de casa.
 Pobre autoestima.
 Intentos de suicidio.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 59

UNIDAD 1 : Módulo 1 : Actividad :6


FORMAS DE MALOS TRATOS

Objetivos:

- Identificar distintas formas de malos tratos físicos, negligencia, maltrato


psicológico y abuso sexual.
- Definir con claridad cada tipo específico de malos tratos, facilitar su
reconocimiento y clasificación para proporcionar una mayor confianza en la
toma de decisiones

Procedimiento:

- Lee los siguientes Documentos de trabajo:

Documento de trabajo nº 6: Formas de malos tºratos: malos tratos físicos


Documento de trabajo nº 7: Formas de malos tratos: negligencia
Documento de trabajo nº 8: Formas de malos tratos: maltrato psicológico
Documento de trabajo nº 9: Formas de malos tratos: abuso sexual

- A continuación sería conveniente que el alumno estudie la categorización de


formas de malos tratos que recoge el Capítulo 1 de las Lecturas técnicas: Formas
de malos tratos: descripción y características.

DOCU 5

DOCU 6

DOCU 7

DOCU 8

Contenidos clave (claves para maximizar el rendimiento):

- Los documentos de trabajo recogen de forma sucinta las principales formas de


malos tratos organizadas alrededor de las cuatro categorías fundamentales
definidas en la actividad anterior (definiciones operacionales): malos tratos
físicos, negligencia, maltrato psicológico y abuso sexual.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 60

- La categoría maltrato institucional incluye las cuatro categorías de malos


tratos anteriores, razón por la cual no se incluye como una categoría distinta.
- La Lectura técnica nº 1 recoge un número más amplio de formas de malos
tratos. Estas formas se analizan en profundidad y se incluyen un conjunto de
recomendaciones y factores a considerar que facilitan su reconocimiento y
clasificación.
- Es importante la consulta de la lectura técnica para adquirir una mayor
confianza en el proceso de toma de decisiones.

Notas útiles:

- Esta actividad se encuentra estrechamente relacionada con los contenidos del


Módulo 2 de la Unidad 2.

Lecturas y materiales complementarios:

- Capítulo 1 de las Lecturas técnicas: Formas de malos tratos: descripción y


características.

- De Paúl, J. y Arruabarrena, M. I. (1996). Manual de protección infantil.


Barcelona: Masson. Capítulo 1.

- Gómez de Terreros, I. (1996). Los profesionales de la salud ante el maltrato


infantil. Granada: Comares. Capítulo 7.

- Gracia, E. y Musitu, G. (1993). El maltrato infantil: un análisis ecológico de los


factores de riesgo. Madrid: Ministerio de Asuntos Sociales. Capítulo 2.

- Martínez, A. y De Paúl, J (1993). Maltrato y abandono en la infancia. Madrid:


Martínez Roca Capítulo 1.

- M. Oñorbe, M. García y J. A. Díaz (Dir.) (1995), Maltrato infantil: Prevención,


diagnóstico e intervención desde el ámbito sanitario (Documentos técnicos de
salud pública nº 22). Madrid: Consejería de Salud.

Lect.Téc. 1
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 61

DOCUMENTO DE TRABAJO N 5
FORMAS DE MALOS TRATOS: Malos tratos físicos
En esta categoría se incluyen daños como resultado de castigos
físicos severos, agresiones deliberadas con instrumentos (cuchillos, cigarrillos,
correas…) o sin instrumentos, así como cualquier otro acto de crueldad física
hacia los niños
Las formas más comunes de maltrato físico incluyen:
— Golpes con instrumentos.
— Golpes con las manos.
— Producir quemaduras o escaldaduras intencionalmente.
— Patadas.
— Exposición a la intemperie deliberada.
— Encerrar o atar.
— Estrangulación, asfixia.
— Heridas con objetos cortantes o punzantes.
— Envenenamiento.
— Ahogamiento.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 62

DOCUMENTO DE TRABAJO N 6
FORMAS DE MALOS TRATOS: Negligencia
Las formas de negligencia que comúnmente ocurren en el contexto
familiar incluyen:
— Síndrome de retraso no orgánico en el desarrollo. El peso, altura y
desarrollo motor de un niño, se encuentra significativamente por
debajo del promedio normal de tasa de crecimiento de los niños
normales, sin causa orgánica que justifique este hecho. Este síndrome
es más corriente entre los niños de corta edad y, generalmente, es
debido a la falta de alimentos y a la deprivación emocional.
— Negligencia en la alimentación. Cuando la alimentación de un niño es
insuficiente en cantidad, así como cuando la dieta no reúna la calidad
y nutrientes apropiados. En su extremo, este tipo de negligencia
puede dar lugar a la malnutrición del niño (El síndrome de retraso en
el desarrollo es un caso específico de negligencia nutricional y
psicológica).
— Falta de supervisión. Cuando un niño es dejado sin atención o bajo el
cuidado de otros niños demasiado jóvenes para protegerlo de posibles
daños, o cuando la supervisión de los padres es inadecuada (dejar a
un niño en la calle sin supervisión o cuando la desatención permite
que un niño manipule o ingiera sustancias tóxicas o realice
actividades peligrosas).
— Abandono. Cuando un niño es completamente desatendido durante
largos períodos de tiempo.
— Higiene inadecuada.
— Vestidos insuficientes o inadecuados. Ropa sucia, rota o vestidos
inadecuados para las condiciones climatológicas.
— Negligencia médica. Cuidado médico y dental inadecuado, incluyendo
la negligencia en proporcionar la medicación de forma adecuada.
— Negligencia educacional. Cuando un padre o cuidador no proporciona
al niño el desarrollo educativo apropiado. El problema que se identifica
más a menudo con la negligencia educacional es el absentismo
escolar.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 63

DOCUMENTO DE TRABAJO N 7
FORMAS DE MALOS TRATOS: Maltrato psicológico
De acuerdo con Garbarino et al. (1986), el maltrato emocional es un
patrón de conductas psicológicamente destructivas, y se define como actos u
omisiones de un adulto que amenazan el desarrollo de la identidad y la
competencia social de un niño. En esta categoría se incluyen agresiones
verbales (amenazas, insultos, sarcasmos, desprecios continuos, gritos…),
respuestas impredecibles e inconsistentes, constantes disputas familiares,
comunicación caracterizada por dobles mensajes, y privación de experiencias
sociales normales. El maltrato emocional o psicológico puede tomar cinco
formas:
— Rechazar: El adulto rehusa reconocer la importancia y legitimidad de
las necesidades de un niño.
— Aislar: El adulto impide al niño el acceso a experiencias sociales
habituales y normales, impide la formación de amistades y hace creer
al niño que está solo en el mundo.
— Aterrorizar: El adulto ataca verbalmente al niño, crea un clima de
miedo, intimida y asusta al niño, y le hace creer que el mundo es
caprichoso y hostil.
— Ignorar: El adulto no proporciona la estimulación y responsividad
esencial para su desarrollo, impide su crecimiento emocional y su
desarrollo intelectual.
— Corromper: El adulto des-socializa al niño, le estimula a implicarse en
conductas destructivas, refuerza esa desviación e incapacita al niño
para las experiencias sociales normales.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 64

DOCUMENTO DE TRABAJO N 8
FORMAS DE MALOS TRATOS: Abuso sexual
Entre las formas más comunes de abuso sexual se encuentran:
— Incesto: Contacto físico sexual o relación sexual por un pariente de
consanguinidad lineal (padre/madre, abuelo/a o por hermano/a, tio/a,
sobrino/a). se incluye también el contacto físico sexual con figuras
adultas que estén cubriendo de manera estable el papel de figuras
parentales (padres adoptivos, padrastros, parejas estables...).
— Violación: Contacto físico sexual o relación sexual por una persona
adulta con un menor exceptuando los casos señalados en el apartado
anterior como incesto.
— Vejación sexual: Conducta sexual con un menor cuando tal contacto,
estimulación o interacción es usado para la estimulación o
gratificación de las necesidades o deseos sexuales de un adulto.
Incluye:
• El tocamiento/manoseo intencionado de los genitales o partes
íntimas.
• Alentar, forzar o permitir que el niño toque de manera inapropiada
las mismas partes del perpetrador.
— Abuso sexual sin contacto físico: incluye
• Solicitud indecente a un niño o seducción verbal explícita.
• Exponer los órganos sexuales a un niño con el propósito de
obtener excitación/gratificación sexual, agresión, degradación o
propósitos similares.
• Realizar el acto sexual intencionadamente en la presencia de un
menor con el objeto de buscar la excitación o la gratificación
sexual, agresión, degradación u otros propósitos semejantes.
• Masturbación en presencia de un niño/a.
— Explotación sexual: utilización de menores en la producción de
pornografía o en la prostitución infantil.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 65

UNIDAD 1 : Módulo 1 : Actividad :7


LA DEFINICION LEGAL DE LOS MALOS TRATOS

Objetivos:

- Ofrecer el marco jurídico legal de la protección del menor en el estado español.


- Analizar las definiciones legales de los malos tratos en la infancia en las
distintas autonomías.

Procedimiento:

- Lee y reflexiona sobre los contenidos del Documento de trabajo nº 10: La


definición legal de los malos tratos.

DOCU 9

Contenidos clave (claves para maximizar el rendimiento):

- La ley regula los principios generales de actuación frente a situaciones de


desprotección social, incluyendo la obligación de la entidad pública de
investigar los hechos que conozca para corregir la situación mediante la
intervención de los Servicios Sociales o, en su caso, asumiendo la tutela del
menor por ministerio de la ley.
- La ley establece la obligación de toda persona que detecte una situación de
riesgo o posible desamparo de un menor, de prestarle auxilio inmediato y de
comunicar el hecho a la autoridad o sus agentes mas próximos. Con carácter
específico se prevé, asimismo, el deber de los ciudadanos de comunicar a las
autoridades públicas competentes la ausencia del menor, de forma habitual o
sin justificación, del centro escolar.
- Se puede calificar de innovadora la distinción en la ley, dentro de las
situaciones de desprotección social del menor, entre situaciones de riesgo y de
desamparo que dan lugar a un grado distinto de intervención de la entidad
publica. Mientras en las situaciones de riesgo, caracterizadas por la existencia
de un perjuicio para el menor que no alcanza la gravedad suficiente para
justificar su separación del núcleo familiar, la citada intervención se limita a
intentar eliminar, dentro de la institución familiar, los factores de riesgo. en las
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 66

situaciones de desamparo, donde la gravedad de los hechos aconseja la


extracción del menor de la familia, aquella se concreta en la asunción por la
entidad pública de la tutela del menor y la consiguiente suspensión de la patria
potestad o tutela ordinaria.
- A lo largo de la Ley subyace una preocupación basada en la experiencia
extraída de la aplicación de la Ley 21/1987, por agilizar y clarificar los trámites
de los procedimientos administrativos y judiciales que afectan al menor, con la
finalidad de que éste no quede indefenso o desprotegido en ningún momento.
Esta es la razón por la que, además de establecerse como principio general, el de
que toda actuación habrá de tener fundamentalmente en cuenta el interés del
menor y no interferir en su vida escolar, social o laboral, se determina que las
resoluciones que aprecien la existencia de la situación de desamparo deberán
notificarse a los padres, tutores y guardadores en un plazo de cuarenta y ocho
horas, informándoles asimismo, y a ser posible, de forma presencial y de modo
claro y comprensible, de las causas que dieron lugar a la intervención de la
Administración y de los posibles efectos de la decisión adoptada.

Notas útiles:

- Es indispensable que el alumno estudie el marco legal que contempla la


protección del menor en su propia Comunidad Autónoma

Lecturas y materiales complementarios:

- Lectura Técnica nº 2: la definición legal de los malos tratos.

- Enlaces a normativa de protección 2007

Lect.Téc. 2
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 67

PROTECCIÓN A LA INFANCIA EN LA LEGISLACIÓN


ESPAÑOLA. ESPECIAL INCIDENCIA EN LOS MALOS
TRATOS

Por Isaac Ravetllat Ballesté


Prof. Asociado de la Facultad de Derecho de la Universidad de Barcelona
Prof. Tutor de la Universidad Nacional de Educación a Distancia
Prof. Escuela Universitaria de Trabajo Social y Educación Social Pere
Tarrés
Investigador del Instituto de Infancia y Mundo Urbano (CIIMU)

ÍNDICE
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 68

1. LA INFANCIA COMO CATEGORÍA SOCIAL

1.1. Consideraciones iniciales


1.2. Evolución a lo largo de los tiempos
1.3. El siglo XX ¿el siglo de la infancia?

2. LA CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO

4.1. Antecedentes
4.1. La Convención sobre los Derechos del Niño: génesis y caracteres

3. LA PROTECCIÓN DE LA INFANCIA EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO


ESPAÑOL

3.1. Introducción
3.2. La Constitución de 1978

3.2.1. Caracteres generales y tratamiento de los derechos de la infancia


en el texto constitucional
3.2.2. Competencia normativa en materia de protección a la infancia
3.2.3. El modelo constitucional de protección a la familia y al menor

3.3. Las Leyes reformadoras del derecho de la persona y de la familia del


período 1981-1987
3.4. La Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del
menor

4. EL MALTRATO EN LA LEGISLACIÓN

4.1. Introducción
4.2. La protección penal

4.2.1. El maltrato familiar


4.2.2. Delitos contra los derechos y deberes familiares
4.2.3. Delitos de explotación sexual de los menores

4.3. La protección civil

4.3.1. Prevención de las situaciones de desprotección


4.3.2. Actuaciones en situación de riesgo
4.3.3. Configuración legal de la declaración de desamparo

5. ANEXO LEGISLACIÓN

6. BIBLIOGRAFÍA

1 LA INFANCIA COMO CATEGORÍA SOCIAL


La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 69

1.1 Consideraciones iniciales

La infancia es, sin duda, en nuestra conceptualización actual un período válido


por sí mismo. Está constituida por un grupo en edad vulnerable que es preciso
proteger. El objeto de esta protección y cómo se organiza la misma, depende,
entre otras cosas, de la concepción que socialmente se tenga de la misma.

El concepto infancia dista mucho de ser objetivo o universal. Por una parte,
porque cada sociedad, cada cultura, cada forma de vida, define explícita o
implícitamente qué debe entenderse por infancia, cuáles son sus
características, y, en consecuencia, qué períodos de la vida incluye. Por otra
parte, diversos historiadores y otros estudiosos1 nos han mostrado cómo en
diferentes momentos históricos de una misma cultura el significado del
concepto también ha ido cambiando2.

Lo anterior nos lleva a afirmar que el concepto niño/a no es natural, sino


cultural, histórico, aunque sobre una base natural, y por tanto varía
culturalmente la percepción que se tiene sobre él3. No hay, así, que considerar
estrictamente natural lo que a lo sumo es normal en nuestra propia cultura a
modo de producto social histórico4.

Entendemos, en definitiva, que no hay una realidad intangible que podamos


asociar con el término "niño/a" o con el concepto "infancia", un ser y un estado
esencial que esperan ser descubiertos, definidos y realizados, de manera que
podamos cuestionarnos y decir a los otros "así es como son los/as niños/as,
esto es la infancia". Existen, por el contrario, multiplicidad de niños y de
infancias, cada uno construido, elaborado e interpretado por "nuestras propias
concepciones sobre la infancia y de lo que los niños son o deberían ser".

De acuerdo con lo anterior, a lo largo de la historia de la humanidad la


concepción que la gente ha tenido respecto de los niños y las niñas ha ido
1
En Francia destaca la obra de Philippe Ariès, uno de los primeros autores contemporáneos en
emprender un estudio profundo sobre la aparición y posterior evolución del concepto infancia (vid.
ARIÈS, Philippe, "El niño y la vida familiar en el Antiguo Régimen", versión castellana de Naty García
Guadilla, Ed. Taurus, Madrid, 1987). En el ámbito anglosajón resaltar las aportaciones de Lloyd
Demause, psicólogo norteameriacano que puso en tela de juicio las teorías de Philippe Ariès (vid.
DEMAUSE, Lloyd, "Historia de la Infancia", Ed. Alianza Universidad, Madrid 1982). Finalmente en
España, autores como Buenaventura Delgado, Dolors Renau i Manen, Montserrar Roig, José Leal Rubio
y Pedro Voltes, han realizado sus pequeñas aportaciones a la bibliografía especializada sobre el tema.
2
CYRULNIK, Boris, "Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina la vida", Ed.
Gedisa, Barcelona, 2002, pág. 112, afirma que las culturas se pasan la vida cambiando y cuando no
cambian, mueren.
3
LINAZA, Josetxu, "Desarrollo, educación y derechos de la infancia", en Infancia y Sociedad, nº. 27-28,
Octubre 1994, pág.45, defiende que la noción misma de infancia es un invento social para lograr una
mejor adaptación de los seres humanos a medios muy diversos.
4
CAPELLA, Juan Ramón, "Fruta prohibida", Ed. Trotta, Madrid, 1997, pág. 32.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 70

evolucionando. Así, la noción de infancia que hoy en día tenemos y que nos
parece una evidencia fuera de toda duda5, no ha existido ni mucho menos a lo
largo de todos los tiempos, sino que por el contrario es una creación reciente,
que emerge definitivamente sólo después de la revolución industrial. La idea,
por ejemplo, de que el niño o la niña es un sujeto de derechos no quedará
plasmada en la normativa internacional hasta la aprobación por la Asamblea
General de las Naciones Unidas de la Convención de los Derechos del Niño el
20 de noviembre de 19896.

Estos cambios en las actitudes y en las instituciones relacionadas con la


infancia no se han ido desarrollando de forma aislada o fortuita; sino que, por el
contrario, hay que comprenderlos como resultados de procesos sociales más
amplios, de índole económica y política.

1.2 Evolución a lo largo de los tiempos

El concepto de infancia como categoría psicosociológica comienza a esbozarse


con claridad a mediados del siglo XVI, y no cobrará fuerza hasta mitades del
siglo XVIII, cuando se logra establecer una relación de causalidad entre la
posibilidad de supervivencia del niño y los cuidados que se le prodigan7.

Este reconocimiento de la infancia está íntimamente ligado a la instauración de


la familia moderna; institución basada, en términos generales, en la idea del
amor conyugal; en el reconocimiento discriminado de los roles parentales y
filiales; en la instauración de un derecho sucesorio como garantía de
transmisión de los bienes personales y en la preocupación por la salud y
educación de sus miembros.

5
PANCHÓN IGLESIAS, Carme, "Manual de pedagogía de la inadaptación social", Ed. Dulac,
Barcelona, 1998, pág. 11, sostiene que las definiciones o el modelo de infancia que predominan o se
aceptan en las sociedades occidentales se convierten en el patrón universal, el modelo ideal que responde
al discurso de la clase social dominante; esta clase social intenta que los niños y las niñas, mediante la
educación, se conviertan en agentes perpetuadores del sistema socioeconómico que se identifica como
normal.
6
PICONTÓ NOVALES, Teresa, "La protección de la infancia. Aspectos sociales y jurídicos", Ed.
Egido, Zaragoza, 1996, pág. 89, sustenta que de una visión panorámica que incluya también el proceso
histórico de la protección de la infancia, podría deducirse que el niño tiene tres categorías de derechos: "el
derecho a beneficiarse de algo", en el que se incluirían la alimentación, medicinas, cuidados, afecto. Esta
es la dimensión adoptada por la ONU en la Declaración de los Derechos del Niño de 1959. En segundo
lugar, el niño tiene "derecho a ser protegido de cualquier cosa", esto es, de aquello que atenta o puede
atentar a su integridad física o psíquica, ya sean malos tratos, tortura, explotación laboral. Por último,
estaría el derecho del niño a "hacer algo, alguna actividad", como puede ser la de expresarse, participar en
las decisiones que afecten a su vida.
7
A este respecto COTS i MONER, Jordi, “La Declaració Universal dels Drets de l’Infant”, Estudis Rosa
Sensat, Edicions 62, Barcelona, 1979, pág. 33, afirma que en el siglo XVIII empieza a concretarse un
cambio de actitud con respecto a la infancia. Y añade a continuación que Jean J. Rousseau, con su tratado
de pedagogía "Emile" (publicado en 1762) es el símbolo de ese cambio.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 71

Para el historiador francés Philippe Ariès el pasaje desde la indiferencia y el


desapego afectivo por los niños, al apego afectivo y preocupación por su
suerte, más propio de la vida moderna, se apoyó en otro cambio social
significativo: el de la separación de la vida privada de la vida pública. En la
medida en que las relaciones familiares pasaron a desarrollarse en la intimidad
y privacidad de la casa, y ésta dejó de ser un lugar abierto, una prolongación
de la vida social en la calle, cambió la relación entre los miembros de la familia
y, por ende, entre los padres y los hijos.

Los niños, hasta finales del siglo XIX habían sido vendidos, encarcelados,
torturados, utilizados en trabajos durísimos desarrollados en el interior de las
minas y de las fábricas como consecuencia del proceso de industrialización.
Fue durante esa época que empezó a surgir la concepción del menor como
sujeto digno de protección. En la consecución de dicho logro participaron de
forma importante las aportaciones realizadas por las ciencias sociales,
especialmente por la psicología, la pedagogía y la sociología.

No obstante, habrá que esperar hasta el siglo XX para que la infancia sea
tenida en cuenta como tal. El hecho más relevante acaecido durante el pasado
siglo fue, sin duda, la aprobación por las Naciones Unidas, en 1989, de la
Convención sobre los Derechos del Niño que encuentra sus antecedentes en la
Declaración de los Derechos del Niño aprobada, en 1959, y en la denominada
Declaración de Ginebra, aprobada en 1924. Frente a las dos anteriores, la
Convención de 1989 aporta dos grandes novedades. En primer lugar no es ya
un texto meramente declarativo de principios genéricos - la Declaración de
Ginebra enunciaba cinco, y la Declaración de 1959 incluía diez - sino un
instrumento jurídico vinculante; en segundo lugar, la concepción
exclusivamente tuitiva, es sustituida por una nueva y distinta concepción que
afirma que el niño es sujeto de derechos. El niño es, para la Convención, un
sujeto en desarrollo, pero un sujeto de derechos, y no sólo de derechos
pasivos, es decir derechos a recibir prestaciones de los adultos, sino también
de derechos activos como la libertad de conciencia, pensamiento y religión, la
libertad de expresión e información, la libertad de asociación y reunión o el
derecho de participación. En otras palabras, cabe decir que la Convención
termina con aquella vieja concepción del niño/a de ser visto como los aún-no -
aún-no adultos, aún-no responsables, aún-no capaces, aún-no competentes,
aún-no fiables, aún-no con los mismos derechos; aún-no dignos de ser
escuchados frente a la categoría de los adultos representada por la idea de los
ya-sí8.

1.3 El siglo XX ¿el siglo de la infancia?

8
VERHELLEN, Eugeen, "Convention on the Rights of the Child", Garant Publishers, Gent, 1997, pág.
16, que recoge en nuestro entorno CASAS, Ferran, “Infancia: perspectivas psicosociales”, Ed. Paidós,
Barcelona, 1998, pág. 33
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 72

A medida que avanza el siglo XX9 se empieza a extender la noción de que la


infancia es un grupo vulnerable. Por el hecho de serlo, no necesita ni reclama
privilegios. Quiere, simplemente, ocupar el lugar que le corresponde en la
sociedad.

La idea de que los/as niños/as han de gozar de sus propios derechos no tuvo
demasiada aceptación, como concepto internacional, hasta finalizada la
Segunda Guerra Mundial. No obstante, cuando la necesidad de unos derechos
específicos para los menores empezó a ser reconocida, su inserción definitiva
en una ley internacional todavía tardó un centenar de años en producirse10.

Será pues durante las dos últimas décadas del siglo XX que el reconocimiento
de derechos a los niños experimentará un impulso considerable. Más allá de
nuestras fronteras, en el plano internacional la aprobación y casi universal
ratificación de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del
Niño constituye un hito de trascendental importancia en este proceso.

Dicho documento, considerado como una Constitución de Derechos, ya que


recoge derechos de muy diversa naturaleza y los enuncia teniendo en cuenta la
singular situación del niño como ser humano en proceso de desarrollo, deberá,
por tanto, servirnos de guía a la hora de emprender el análisis de la evolución
sufrida por la normativa infantil - con esta expresión hacemos referencia a
todas aquellas normas (civiles, penales, administrativas) que incidan de
manera directa o indirecta en los derechos del niño -, tanto a nivel interno como
internacional, durante el siglo XX.

2 LA CONVENCIÓN SOBRE LOS DERECHOS DEL NIÑO

De acuerdo con lo anterior, desarrollamos a continuación los que consideramos


como aspectos más relevantes de la norma que representó ese punto de
inflexión positivo en el tratamiento legal de la infancia, destacando en primer
lugar cuáles fueron sus antecedentes, para posteriormente resaltar las
características fundamentales de dicho documento internacional.

2.1 Antecedentes

9
MELIÁ LLÁCER, Reyes, “La protección internacional de los Derechos de los Niños”, Revista General
del Derecho, nº. 536, Volumen II, 1989, pág. 2914, defiende que es a partir del siglo XX que el menor
comienza a cobrar la importancia que merece, por lo menos en el plano teórico, dado que llevar a la
práctica los derechos del niño significa la iniciación de una amplia labor de reeducación de la sociedad.
10
Los activismos a favor de los derechos del niño han sido múltiples y variados a lo largo del siglo XX.
Dejando a un lado los intentos realizados desde la comunidad internacional, destacan en el ámbito externo
los movimientos surgidos en Estados Unidos en los años 60 y 70, como el "child liberationism", liderado
por autores como John Holt y Richard Farson, que defendían una equiparación legal entre adultos y niños
ante la ley, promoviendo la adjudicación de los derechos de participación a los niños; o el "child
protectionism", con Henry Foster a la cabeza, que preconizaba una mayor protección del niño, como ser
más necesitado, en un mundo de adultos. Para un análisis más detallado de estos movimientos
vid.VEERMAB, P.E., "The rights of the child and the changing image of childhood", Ed. Martinus
Nijhoff, Dordrecht, 1992, págs. 134-138.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 73

Los primeros intentos de creación de una asociación internacional para


proteger a la infancia aparecieron en el año 1913, pero la Primera Guerra
Mundial impidió su consolidación, que finalmente se produjo el año 1921 en
Bruselas. La Cruz Roja había creado en el año 1920 en Ginebra, la Unión
Internacional de Socorro a los Niños, con atenciones especiales en tiempos de
guerra, y proclamaba la Declaración de los Derechos del Niño el 24 de
septiembre de 1924 (firmada y conocida como la Declaración de Ginebra).

La Declaración de Ginebra fue una obra personal de la inglesa Eglantyne Jebb,


fundadora el año 1919 de la asociación inglesa Save the Children Fund (SCF) y
promotora el año siguiente de la Union Internationale de Secours aux Enfants
(UISE).

La Declaración consiste en un documento breve, simple y redactado en un


lenguaje directo que recoge las necesidades más elementales de la infancia.

El futuro que habría podido tener la Declaración de Ginebra se vio frustrado por
el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Finalizado este conflicto, y teniendo
muy recientes sus dramáticas consecuencias, las Naciones Unidas elaboraron
la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948).

También una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas
quisieron redactar su propia Carta para la infancia, y el día 20 de noviembre de
1959 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración
Universal de los Derechos del Niño - Resolución 1386 (XIV) de la Asamblea
General de las Naciones Unidas, de 20 de noviembre de 1959 -. Dicha
declaración aunque parte de los principios anteriormente adoptados - en la
Declaración de Ginebra -, es más progresiva en sus contenidos, no sólo porque
refleja la evolución considerable que se había producido desde el año 1924 en
el campo de la protección a la infancia, sino que, además, fue completada con
otros principios que transformaron dicho documento en una verdadera Carta de
las Naciones Unidas.

2.2 La Convención sobre los Derechos del Niño: génesis y caracteres

El 20 de noviembre de 1989, la Asamblea General de las Naciones Unidas


adoptó, por unanimidad, la Convención sobre los Derechos del Niño, quedando
abierta a la firma de los Estados el 20 de enero de 1990 y entrando en vigor el
2 de septiembre del mismo año.

El texto, gestado a partir de las propuestas del Gobierno polaco se estructura


en tres partes: el Preámbulo, que esboza los principios básicos fundamentales;
el articulado, que define las obligaciones de los Estados Partes y, por último,
las disposiciones de ejecución, que establecen, además de las condiciones
para su entrada en vigor, la forma de verificarse y promoverse el cumplimiento
de la Convención.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 74

La Convención es el instrumento de derechos humanos que más ratificaciones


ha recibido en toda la historia. Todos los países del mundo excepto dos han
ratificado sus disposiciones. A fecha de mayo de 2007, son 193 los Estados
que han ratificado o se han adherido a ella. Estados Unidos de América y
Somalia han firmado el texto de la Convención - el primero el 16 de febrero de
1995 y el segundo el 9 de mayo de 2002 - pero todavía no han procedido a su
ratificación11. Asimismo, el texto de la Convención ha supuesto un gran paso
hacia adelante porque, por primera vez, se recogen por escrito en un único
documento todos los derechos del niño. De manera general podemos afirmar
que las características más destacadas de la Convención son las siguientes:

Se trata de un documento con fuerza jurídica obligatoria. Así, cuando un


Estado ratifica el texto de la Convención queda automáticamente vinculado al
cumplimiento de su contenido. El carácter vinculante ha de entenderse
íntimamente conectado con la consideración del menor como ser autónomo: el
hecho de que el instrumento que recoge sus derechos sea un instrumento
jurídico, y no una declaración de buenas intenciones, indica que las
pretensiones que puedan tener los niños para la protección de sus derechos no
sólo interesan a la humanidad en general, sino que vinculan a los Estados
signatarios de la Convención. Este último inciso se completa con la
consideración de este tratado internacional como una norma self-executing –
de ejecución inmediata -. La aplicabilidad directa de las normas de la
Convención en el ordenamiento jurídico español se produce, por tanto, sin
necesidad de medidas normativas de desarrollo.

Nos ofrece una imagen global de la infancia. A diferencia de lo que hemos visto
que sucedía en la Declaración de Ginebra de 1924 y en la Declaración
Universal de los Derechos del Niño de 1959, instrumentos internacionales que
se limitaban a incidir en la infancia en situación de riesgo, la Convención de las
Naciones Unidas del año 1989 está dirigida a toda la infancia, como grupo
social universal, estableciendo los derechos que les asisten en los diferentes
ámbitos.

Se produce un pleno reconocimiento del niño/a como verdadero "sujeto de


derechos". Desde el campo de la psicología social se considera que el texto de
la Convención instaura el conocido como principio de las tres "P(s)": protección,
provisión y participación12.

El término provisión es utilizado para referirse a todos aquellos derechos


contenidos en la Convención que dan acceso a los niños/as a ciertos bienes y
servicios; tales como el derecho a crecer y a desarrollarse con plenitud (artículo
11
Para un seguimiento exhaustivo y actualizado de cuál es el estado de ratificaciones del Convenio de
1989, así como de sus dos Protocolos facultativos, acudir a la página web de la Oficina del Alto
Comisionado para los Derechos Humanos; http://www.ohchr.org
12
Dicho principio es introducido por Verhellen y seguido en nuestro país por Ferran Casas.
VERHELLEN, Eugeen, "Convention on the Rights of the Child", Garant Publishers, Gent, 1997, págs.
80-81. CASAS, Ferran, “Infancia: perspectivas psicosociales”, Ed. Paidós, Barcelona, 1998, pág. 219.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 75

6), el derecho a la salud (artículo 24), el derecho a la educación (artículos 28 y


29), el derecho a beneficiarse de la seguridad social (artículo 26).

Dentro del concepto protección, en cambio, se comprende el derecho de todo/a


niño/a a ser protegido/a frente a cualquier acción u omisión que pueda
perjudicar su normal desarrollo integral; protección frente a cualquier tipo de
abandono o malos tratos (artículo 19) y frente a cualquier forma de explotación
(artículos 32 a 36).

Finalmente, al hablar de participación quiere hacerse referencia al derecho que


asiste a todo/a niño/a a expresar su opinión y a que ésta sea tenida en cuenta
en todos los asuntos que le afecten, en función siempre de su edad y madurez
(artículo 12).

Ligado con la característica anterior, la Convención también reconoce de


manera expresa a la infancia, por primera vez a lo largo de toda la historia, la
titularidad de "derechos civiles y políticos"; básicamente de los artículos 12 a
16, en los que se regulan respectivamente los siguientes derechos: a ser
escuchado; a la libertad de expresión; a la libertad de pensamiento, conciencia
y religión; a la libertad de asociación; y el derecho a la intimidad.

Con anterioridad a la adopción de éste instrumento internacional por parte de la


Asamblea General de las Naciones Unidas, el/la niño/a venía siendo
considerado/a tan solo como un "objeto" (pasivo) de protección, ya que se
consideraba que tan sólo se debía intervenir si era evidente que sucedía algo
negativo. Nos movíamos, por tanto, dentro del campo de la "protección", o de
los denominados "derechos de supervivencia".

Que niños y niñas adquieran pleno estatus social como sujetos de derechos,
implica un profundo cambio de perspectiva; no sólo tienen derecho a ser
protegidos, a ser atendidos de sus problemas y ante sus carencias, sino que
también tienen derechos civiles y políticos, claramente vinculados a las
libertades básicas, y, en su promoción a la calidad de vida.

Otro concepto importante que introduce la Convención, y que ya había sido


apuntado tímidamente en la Declaración Universal de los Derechos del Niño,
es que todas las medidas respecto de la infancia deben estar basadas en la
consideración del "interés superior del niño", convirtiéndose éste en el principio
rector que debe orientar toda acción a favor del bienestar de la infancia -
artículo 3 -.

La Convención contiene una "cláusula de difusión", en virtud de la cual los


Estados Partes se comprometen a dar a conocer ampliamente sus principios y
sus disposiciones por medios eficaces y apropiados (artículo 42), y establece
mecanismos de control13 con la finalidad de examinar los progresos realizados

13
La Convención regula en sus artículos 43 y 44 el Comité de los Derechos del Niño, que se crea con la
finalidad de examinar los progresos realizados en el cumplimiento de las obligaciones contraídas por los
Estados Partes en la Convención. Este Comité está integrado por dieciocho expertos independientes - para
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 76

en el cumplimiento de las obligaciones contraídas por los Estados que la han


ratificado (artículo 43).

3 LA PROTECCIÓN DE LA INFANCIA EN EL ORDENAMIENTO JURÍDICO


ESPAÑOL

3.1 INTRODUCCIÓN

Nuestro Ordenamiento jurídico ha sido permeable, a las evoluciones


producidas a nivel internacional. Así, un mero repaso de la normativa española
posterior a la Constitución de 1978, nos muestra el efecto que provocó en
nuestra legislación, estatal y autonómica, esa nueva sensibilidad que se venía
gestando fuera de nuestras fronteras. Este movimiento legislativo coincidió en
el tiempo con el despegue o expansión de las Comunidades Autónomas que en
gran medida han ido marcando su "política" en lo que respecta a las políticas
de infancia, a través de su actividad parlamentaria.

España, con la implantación del sistema democrático tras la desaparición del


régimen franquista, podríamos decir que ha recorrido, en el iter de protección
jurídica de las personas menores de edad, tres etapas fundamentales14: 1) La
Constitución de 1978; 2) las reformas del Código Civil iniciadas en 1981 e
introducidas hasta 1987; 3) la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de
Protección Jurídica del Menor; amén de la rica normativa reciente tuitiva de los
menores en las Comunidades Autónomas15.

3.2 LA CONSTITUCIÓN DE 1978

El análisis relativo a las fuentes del régimen jurídico de las personas menores
de edad en España ha de partir, necesariamente, de lo dispuesto en nuestra
norma fundamental, pues en ella se contienen, como sucede con el resto de la
materia jurídica, sus enunciados o principios fundamentales.

conocer la identidad de los miembros del mencionado Comité ver la página web de la Oficina del Alto
Comisionado para los Derechos Humanos; http://www.ohchr.org - que se reúnen tres veces al año en
períodos de sesiones de 4 semanas de duración cada una de ellas. Su sede se encuentra en la ciudad suiza
de Ginebra. El mecanismo de garantía del cumplimiento del articulado de la Convención consiste en el
compromiso de los Estados de presentar al Comité informes sobre las medidas adoptadas para dar efecto
a los derechos reconocidos en el texto de la Convención y sobre el progreso realizado. Dichos informes
deben presentarse a los dos años de la fecha en la que entra en vigor la Convención para cada Estado
Parte - initial reports - y, posteriormente, cada cinco años - periodic reports -. NEWELL, Peter y
HODGKIN, Rachel "Implementation Handbook for the Convention on the Rights of the Child", Ed.
Unicef, New York, 1998, págs. 575-584.
14
Seguiremos las tres etapas marcadas por ALONSO PÉREZ, Mariano, "La situación jurídica del menor
en la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del menor, de modificación del Código
Civil y de la Ley de Enjuiciamiento Civil: luces y sombras", en Actualidad Civil, nº. 2, Enero 1997, págs.
20-22.
15
Vid. Tabla anexa con la normativa vigente a nivel autonómico en materia de protección a la infancia.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 77

Básicamente pueden apuntarse dos grandes contenidos relativos al régimen


jurídico constitucional de la infancia en España. Por una parte, el catálogo de
los derechos fundamentales en la medida en que son aplicables a los niños,
niñas y adolescentes. Por otra, los títulos de distribución competencial entre los
distintos entes territoriales, fundamentalmente Estado y Comunidades
Autónomas – artículos 148 y 149 de la Constitución -. Todo ello enmarcado,
además, dentro de la cláusula de Estado Social que define nuestro actual
sistema político, cláusula que adquiere especial significación al referirse a la
protección y derechos de la niñez.

3.2.1 Caracteres generales y tratamiento de los derechos de la infancia


en el texto constitucional.

La primera consideración que cabe hacer es que la regulación contenida en la


Constitución de 1978 sobre esta materia es dispersa. No existe, pues, un
precepto o bloque de disposiciones específicamente destinados a establecer
las líneas esenciales del régimen jurídico de las personas menores de edad,
sino que será preciso realizar un recorrido por el texto constitucional para ir
componiendo las diversas normas básicas que conforman los presupuestos de
la ordenación legal de esta materia.

Si nos detenemos en el catálogo constitucional de derechos fundamentales y


libertades públicas - Sección Primera del Capítulo II del Título Primero -
comprobaremos como el texto de la Carta magna no hace referencia explícita
alguna a los sujetos de dichos derechos fundamentales - más allá de la
distinción entre ciudadanos y extranjeros -. A pesar de ese silencio hay
suficientes indicios como para afirmar que los derechos que se reconocen de
manera general a "todos", deben entenderse igualmente referidos a los niñas,
niñas y adolescentes, considerados como personas.

Dentro de la propia Constitución, el artículo 10.1 proclama la dignidad de la


persona. Al hablarse de "persona" no puede hacerse una distinción entre
persona mayor y persona menor de edad, lo que vendría reforzado por el
artículo 14, que sintetiza en su contenido la prohibición a la discriminación entre
otras razones, por edad. En este sentido, el propio Preámbulo de la
Constitución hace referencia a la voluntad de la Nación española de "proteger a
todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos
humanos".

Por lo que a la mención específica de la infancia se refiere, el texto


constitucional apenas reúne tres citas expresas a la misma. El artículo 39.4 que
establece que "los niños gozarán de la protección prevista en los acuerdos
internacionales que velan por sus derechos", el artículo 20.4 que prevé como
límite a la libertad de expresión "la protección de la juventud y de la infancia", y
el artículo 27.1 referente al derecho a la educación que, obviamente, está
dirigido al menor como sujeto paradigmático - aunque nada se diga al respecto
-. El hecho de que “todos tengan derecho a la educación” y que las personas
cuantitativamente más beneficiadas de este derecho sean niños y niñas -
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 78

recordar que la escolarización obligatoria y gratuita hoy en día se extiende de


los seis hasta los dieciséis años - nos lleva a afirmar plenamente que los
menores de edad son los principales titulares de este derecho.

En definitiva, la Constitución además de impulsar las grandes reformas del


Derecho de familia, hace del menor titular de una serie de derechos
fundamentales, refuerza su valoración como persona y lo configura como un
ser participativo y creador. También, el texto constitucional, al igual que los
instrumentos internacionales de protección de los derechos del menor, en
general, y la Convención sobre los Derechos del Niño en particular, sitúa a los
progenitores como primeros responsables de la crianza y desarrollo de los
hijos/as, y sólo de manera subsidiaria el Estado asumirá los deberes y las
cargas que implica la asistencia y la educación de los menores – artículo 39 de
la C.E.-

3.2.2 Competencia normativa en materia de protección a la infancia.


Hacia un tratamiento autónomo progresivo de la materia

El segundo gran bloque de aspectos relativos al estatuto del menor16 que se


contienen en la Constitución se refiere a la distribución competencial entre los
distintos niveles territoriales. Dicha distribución se ordena, principalmente, en
los artículos 148 y 149 C.E., si bien hay que tener en cuenta otros preceptos
del texto constitucional.

Así, sin abandonar todavía el marco constitucional de referencia, debe ponerse


de relieve cómo tras un momento inicial en que un gran número de Estatutos de
Autonomía – principios de los años ochenta – optaron por contemplar el ámbito
de la protección a la infancia como un subapartado o anexo dentro del sector
normativo propio de los servicios sociales, reproduciendo así el modelo imperante
a finales del siglo XIX, la tendencia actual, en cambio, paulatinamente se ha
venido alterado para pasar a contemplar dicha materia desde una perspectiva
particular e individualizada.

De manera previa, no obstante, debe distinguirse con claridad entre la potestad


propiamente protectora – medidas de atención a los menores en situación de
riesgo o desamparo17 – y la potestad reformadora – respuestas legales frente al
16
El propio Tribunal Constitucional ha declarado que la Convención de las Naciones Unidas sobre los
Derechos del Niño, la Carta Europea de los Derechos del Niño y la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero,
de Protección Jurídica del Menor, constituyen “el estatuto jurídico indisponible de los menores de edad
dentro del territorio nacional, en desarrollo de lo dispuesto en el artículo 39 de la C.E., y muy
particularmente en su apartado 4. A estos efectos, el estatuto del menor es, sin duda, una norma de orden
público, de inexcusable observancia para todos los poderes públicos”. Sentencia del Tribunal
Constitucional 141/2000, de 29 de mayo (FJ 5).
17
La denominada función protectora (tutelar) en sentido estricto fundamenta la intervención pública, no
en las conductas (o potenciales conductas) asociales o delictivas del menor sino, en el incumplimiento (a
pesar de que esté justificado) de los derechos civiles propios de la potestad o de la guarda o,
sencillamente, cuando no están las personas a las que corresponde aquella responsabilidad, teniendo que
ser suplidas estas carencias.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 79

menor infractor -. En el primero de los supuestos nos encontramos frente a


una materia específicamente de carácter civil y administrativo, cuyo desarrollo
normativo y ejecución se atribuye de manera exclusiva a las Comunidades
Autónomas – artículos 148.1.20 y 149.1.8 C.E. -, mientras que en el segundo
de los casos, nos situamos en un plano estrictamente penal – justicia juvenil -
que, de acuerdo con el reparto competencial previsto en el propio texto
constitucional, corresponde exclusivamente al Estado – artículo 149.1.6 C.E. -.
En este último ámbito las Comunidades Autónomas tan sólo se reservan la
posibilidad de legislar en aspectos relativos a la ejecución de las medidas
dictadas por los Juzgados de menores18.

La transposición y el desarrollo efectuado de las previsiones constitucionales a


las que acabamos de hacer mención por parte de los Estatutos de Autonomía
de las distintas Comunidades Autónomas nos lleva a distinguir tres grandes
grupos de normas estatutarias en virtud de cual haya sido la técnica legislativa
empleada para asumir y hacer efectivas las competencias en el ámbito de la
atención y la protección de los derechos de la infancia19.

El primero de ellos se caracterizaría por no contener un título competencial


específico que habilite a la Comunidad Autónoma en cuestión para el desarrollo
de la normativa de atención a la infancia y a la adolescencia, sino que, por el
contrario, se vienen a emplear indistintamente los términos genéricos de
asistencia, bienestar social y servicios sociales, asistencia social y desarrollo
comunitario. En resumen, se prevé o engloba dicho ámbito de actuación dentro
de lo que sería la política global de asistencia y bienestar social, desarrollando
de este modo la previsión del ya mencionado artículo 148.1.20 CE. En este
grupo se encuadraron inicialmente20 las Comunidades Autónomas de La
Rioja21, Cantabria22, Asturias23, Murcia24, Aragón25, Extremadura26, Madrid27,

18
A título de ejemplo, podemos apuntar que el Parlamento de Cataluña ha hecho efectiva dicha
competencia con la aprobación de la Ley 27/2001, de 31 de diciembre, de justicia juvenil. El Preámbulo
de la mencionada norma señala en este sentido que la ejecución de las medidas de protección y de
reforma que adoptaban los tribunales tutelares de menores correspondía a las antiguas juntas provinciales
de protección de menores y, a partir del momento de los traspasos de servicios en el ámbito territorial de
Cataluña, a la Generalidad.
19
Vid. GIMÉNEZ SALINAS, Esther, “Protección de menores” en “Comentarios del Estatuto de
Autonomía de Cataluña”, Vol. II, Ed. Instituto de Estudios Autonómicos, Barcelona, 1990, págs. 188-
189.
20
Un estudio comparado de las disposiciones originarias relativas a la asunción de competencias en
materia de asistencia social y servicios sociales por parte de los distintos Estatutos de Autonomía lo
encontramos en MINISTERIO DE ADMINISTRACIONES PÚBLICAS, “Estatutos de Autonomía por
materias”, Ed. Ministerio para las Administraciones Públicas, Madrid, 1991, págs. 572-574.
21
Ley Orgánica 3/1982, de 9 de junio, del Estatuto de Autonomía de La Rioja. BOE, nº. 146, de 19 de
junio de 1982.
22
Ley Orgánica 8/1981, de 30 de diciembre, del Estatuto de Autonomía de Cantabria. BOE, nº. 9, de 11
de enero de 1982.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 80

Castilla-León28 y Galicia. De todas ellas, actualmente, tan sólo Galicia29


mantiene sin desmembrar ese tronco común y presuntuosamente
omnicomprensivo de la acción social. El resto de Comunidades Autónomas,
superando ya la conocida como primera generación de normas sobre servicios
sociales30, han introducido, a través de sendas modificaciones de su normativa
estatutaria, menciones específicas sobre el ámbito de la protección de la
infancia, que vienen a fragmentar, a disgregar esa idea de política global, de
sistema unitario que había impregnado toda la legislación social hasta esos
momentos.

Un segundo conjunto englobaría aquellas Autonomías que lo plantean en un


terreno amplio y genérico mezclado con otros conceptos. Éste sería el caso de
23
El artículo 10. 1. p) de la Ley Orgánica 7/1981, de 30 de diciembre, del Estatuto de Autonomía del
Principado de Asturias - BOE, nº. 9, de 11 de enero de 1982 -, preveía que el Principado de Asturias
“tiene la competencia exclusiva en materia de asistencia y bienestar social, incluida la política juvenil”.
SOSA WAGNER, Francisco, “Comentarios al artículo 10” en BOCANEGRA SIERRA, Raúl (Dir.),
“Comentarios al Estatuto de Autonomía de la Comunidad Autónoma del Principado de Asturias”, Ed.
Ministerio para las Administraciones Públicas. Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid,
1987, pág. 122, se pronuncia en el sentido de que el fundamento constitucional de este precepto – se
refiere al 10.1. p) del EA del Principado de Asturias – se encuentra en el artículo 148.1.20 de la CE.
Además, dicho autor considera que la redacción del Estatuto viene a confirmar la generalidad y amplitud
del concepto contenido en la Constitución, del que tan sólo resultan excluidas las prestaciones
asistenciales que se producen en el sistema de la Seguridad Social, por ser éste un concepto distinto del de
“asistencia social”
24
Ley Orgánica 4/1982, de 9 de junio, del Estatuto de Autonomía de Murcia. BOE, nº. 146, de 19 de
junio de 1982.
25
En su redacción originaria el artículo 35.1.19 de la Ley Orgánica 8/1982, de 10 de agosto, del Estatuto
de Autonomía de Aragón - BOE, nº. 195, de 16 de agosto de 1982 -, atribuía a la Comunidad autónoma
de Aragón competencias exclusivas en materia de asistencia, bienestar social y desarrollo comunitario”.
En este sentido, EMBID IRUJO, Antonio, “Protección de menores” en EMBID IRUJO, Antonio (Dir.),
“Derecho público aragonés. Estudios sobre el derecho de la Comunidad Autónoma de Aragón”, Ed. El
Justicia de Aragón, Zaragoza, 1990, págs. 673-674, definía dicho precepto como un fiel reflejo del
artículo 148.1.20 de la CE que ofrece a todas las Comunidades Autónomas – si así lo quieren sus
Estatutos – la posibilidad de ejercer competencias en materia de asistencia social.
26
Ley Orgánica 1/1983, de 25 de febrero, del Estatuto de Autonomía de Extremadura. BOE, nº. 49, de 26
de febrero de 1983.
27
Ley Orgánica 3/1983, de 25 de febrero, del Estatuto de Autonomía de la Comunidad de Madrid. BOE,
nº. 51, de 1 de marzo de 1983.
28
Ley Orgánica 4/1983, de 25 de febrero, del Estatuto de Autonomía de Castilla y León. BOE, nº. 52, de
2 de marzo de 1983.
29
Vid. artículo 27.23 de la Ley Orgánica 16/1995, de 27 de diciembre, del Estatuto de Autonomía de
Galicia. BOE, nº. 310, de 28 de diciembre de 1985.
30
Esta primera generación de normas sobre servicios sociales tuvo como horizonte el fijar un sistema
basado en los principios de centralización en la planificación y descentralización en la gestión, a los que
van íntimamente unidos los principios de globalidad, coordinación y universalidad. Esa política global de
acción social iba dirigida a colectivos muy heterogéneos – menores, tercera edad, minorías étnicas,
personas sin recursos económicos, inmigrantes, desarraigados -.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 81

la Comunidad Valenciana31 o Castilla-La Mancha32, que hacen referencia a


asistencia social y a servicios sociales y a instituciones públicas de protección y
ayuda de menores, jóvenes, emigrantes, tercera edad, disminuidos y demás
grupos o sectores sociales que requieren de una especial protección, incluida
la creación de centros de protección, reinserción y rehabilitación. Parece
también claro que, en este caso, dichos enunciados deben cohonestarse de
nuevo con el artículo 148.1.20 CE.

Por último tres son los Estatutos de Autonomía que recogen de forma
específica y unitaria la atribución de competencias en materia de atención y
protección de la infancia y la adolescencia. Se trata de País Vasco33,
Cataluña34 y Andalucía35.

3.2.3 El modelo constitucional de protección a la familia y al menor.

Nuestra Constitución ha acogido en el artículo 39 un sistema de protección de


la familia y salvaguarda de los menores calificado por la doctrina como mixto, o
parcialmente público, basado en la colaboración entre el ámbito privado y el
público36, en el sentido que las finalidades se cumplen por el Estado - sistemas

31
El artículo 49.1.27 de la Ley Orgánica 1/2006, de 10 de abril, de Reforma del Estatuto de Autonomía
de la Comunidad Valenciana, BOE, nº. 86, de 11 de abril de 2006, hace referencia a “instituciones
públicas de protección y ayuda de menores, jóvenes, emigrantes, tercera edad, minusválidos y demás
grupos o sectores sociales requeridos de especial protección incluida la creación de centros de protección,
reinserción y rehabilitación”. Respetando de esta forma el redactado del antiguo artículo 31.27 de la Ley
Orgánica 5/1982, de 1 de julio, del Estatuto de Autonomía de la Comunidad Valenciana. BOE, nº. 164, de
10 de julio de 1982.
32
En iguales términos el artículo 31.1.20 de la Ley Orgánica 9/1982, de 10 de agosto, del Estatuto de
Autonomía de Castilla-La Mancha. BOE, nº. 195, de 16 de agosto de 1982, se pronuncia del siguiente
tenor: “asistencia social y servicios sociales. Promoción y ayuda a los menores, jóvenes, tercera edad,
emigrantes, minusválidos y demás grupos sociales necesitados de especial atención, incluida la creación
de centros de protección, reinserción y rehabilitación”.
33
Establece el artículo 10.14 de la Ley Orgánica 3/1979, de 18 de diciembre, del Estatuto de Autonomía
del País Vasco. BOE, nº. 306, de 22 de diciembre de 1979: “organización, régimen y funcionamiento de
las instituciones y establecimientos de protección y tutela de menores, penitenciarios y de reinserción
social, conforme a la legislación general en materia civil, penal y penitenciaria”.
34
Artículo 166.3 de la Ley Orgánica 6/2006, de 19 de julio, de reforma del Estatuto de Autonomía de
Cataluña. BOE, nº. 172, de 20 de julio de 2006.
35
Casi idéntico redactado nos ofrece el artículo 13.23 de la Ley Orgánica 6/1981, de 30 de diciembre, del
Estatuto de Autonomía de Andalucía. BOE, nº. 9, de 11 de enero de 1982. Dicho precepto habla de
“instituciones públicas de protección y tutela de menores respetando la legislación civil, penal y
penitenciaria”.
36
Para ROCA i TRIAS, Encarna, “El nuevo derecho catalán sobre la familia”, Revista Jurídica de
Cataluña, nº. 1, 1999, pág. 10, en el contexto constitucional, el artículo 39 C.E. establece un sistema
calificado como mixto. Ello significa que la protección económica, social e incluso jurídica de la familia
no queda limitada a los poderes públicos, sino que implica a los propios interesados, primordialmente a
través de las obligaciones derivadas de la potestad, la tutela y los alimentos entre parientes. En este
mismo sentido vid. ROCA i TRIAS, Encarna, “Familia, familias y Derecho de la familia”, Anuario de
Derecho Civil, nº. 4, 1990, pág. 1056. También, ROCA i TRIAS, Encarna: “Familia y cambio social (De
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 82

de seguridad social, servicios sociales, organismos públicos de protección a la


infancia, por ejemplo – y por los particulares – alimentos entre parientes,
obligaciones propias derivadas de la filiación, pensiones en caso de
separación/divorcio -.

Así, el citado artículo 39 C.E. en sus cuatro apartados, diseña un programa


constitucional, que trata de asegurar que toda persona menor de edad se
desarrolle de manera plena y adecuada, interviniendo en el mismo dos tipos de
fuerzas: la privada, a través de las obligaciones que la Constitución impone a la
familia. Y la pública, mediante el desarrollo de la protección integral que se
garantiza a los hijos y a aquellos que deben contribuir a alcanzarla de una
manera efectiva.

De esta forma, se concibe la actuación del Estado como un mecanismo de


garantía de los derechos fundamentales de los ciudadanos, y es por ello que
los poderes públicos no pueden restar indiferentes ante ciertos problemas,
deben por el contrario, proveer soluciones y no dejar que sean los propios
particulares los que de manera exclusiva los solventen. Éstos y el Estado
deben colaborar, por tanto, de manera estrecha en alcanzar el grado de
bienestar que corresponde37. Así, el Derecho de familia ya no puede ser
considerado como un sistema que afecte exclusivamente a intereses
particulares, sino que, por el contrario, ha ido adquiriendo de manera paulatina
un fuerte contenido público, con aspectos que se refieren tanto a la
imperatividad de las normas que regulan los procesos relacionados con
cuestiones de Derecho de familia, como la asistencia social de todo tipo que
debe prestar la Administración pública a dicha institución. Esa naturaleza de
orden público, de ius cogens, justificará una interpretación específica, finalista,
de algunas normas concretas en favor de los menores de edad.

la casa a la persona)”, Ed. Cuadernos Cívitas, Madrid, 1999, pág. 33, 66-68 y 222, defiende que el
Derecho español no se basa en una contraposición sector público v. sector privado, sino en una
cooperación entre ambos sectores, ya que las finalidades esenciales se obtendrán por medio de la
atribución a cada uno de ellos de unas funciones específicas, en lo que se ha denominado sistema mixto.
37
BORRAS RODRÍGUEZ, Alegría, “El interés del menor como factor de progreso y unificación del
Derecho internacional privado”, en su discurso de ingreso en la Academia de Jurisprudencia y
Legislación de Cataluña, Revista Jurídica de Cataluña, nº. 4, 1994, pág. 965, considera que la superación
de la distinción entre lo público y lo privado es patente en esta materia – refiriéndose a los derechos de la
infancia -. Para esta autora es importante el hecho de que la cuestión ahora no se encuentra en el estricto
ámbito de lo tradicionalmente denominado “privado”, sino que hay una fuerte incidencia de la actividad
pública, lo cual ha forzado también la evolución de la materia. Así, una cuestión perteneciente
tradicionalmente al ámbito de la familia, cual es la protección de los menores, dispone ahora de una
amplia proyección de carácter público, en atención, precisamente, al interés superior del menor, que
excede del círculo estrictamente familiar. A esta misma conclusión llega FERNÁNDEZ MASÍA,
Enrique, “Las entidades públicas y la protección de los menores extranjeros en España”, Actualidad Civil,
nº. 19, mayo, 1998, págs. 427-428, al considerar que las formas de protección de los menores han sufrido
una profunda transformación en las últimas décadas reflejándose, básicamente, en la creciente
acentuación de la dimensión pública frente a la puramente privada, en la mayoría de los Ordenamientos
jurídicos.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 83

En definitiva, en el actual sistema, las responsabilidades se comparten entre la


familia y los poderes públicos. En este sentido, el artículo 39 del texto
constitucional atribuye tanto a los progenitores como a los poderes públicos la
responsabilidad de brindar asistencia y protección a los menores. Por un lado,
los poderes públicos tienen la responsabilidad de diseñar e implementar
políticas públicas y planes nacionales de infancia dirigidos a garantizar la plena
efectividad de sus derechos, tanto en los aspectos personales como sociales,
en el ámbito de la familia, la salud, la educación, la justicia, la cultura, el
consumo o el ocio. Por otra parte, nuestro Ordenamiento jurídico encomienda
de manera preferente a los progenitores la obligación de prestar, en el seno de
la familia, determinadas funciones encaminadas a dar efectividad a los
derechos fundamentales de los menores.

Así, a pesar de tratarse de un ámbito en el que coexisten dos ordenamientos


distintos – que, además, responden a principios en muchas ocasiones
antagónicos -, debe recalcarse el carácter subsidiario de la actuación pública
respecto de lo que son las responsabilidades que, en primer término,
corresponden a quienes tienen a los menores a su cargo. Ahora bien, las
Administraciones públicas no son del todo ajenas a esta tarea privada, sino que
se les reserva el deber de colaborar con la familia con el fin de favorecer y
hacer posible en todo caso que los progenitores, tutores o guardadores
cumplan con sus obligaciones hacia los niños y los adolescentes38.

Además, de colaborar con la familia en el ejercicio de sus funciones de


asistencia y protección de los menores, las Administraciones públicas quedan
obligadas a velar para que dicho encargo se haga efectivo. De tal manera que,
sólo en tanto éstos - progenitores, tutores, o guardadores - falten al
cumplimiento de sus deberes respecto del menor, se aplicarán las medidas de
protección pública previstas legalmente39.

38
En opinión de O’DONNELL, Daniel, “La Convención sobre los Derechos del Niño: estructura y
contenido”, en los materiales del Curso dirigido a especialistas del área jurídica de la niñez organizado
por el Instituto Interamericano de la Niñez, Ed. Instituto Interamericano de la Niñez, 2005, pág. 10, el
artículo 5 de la Convención sobre los Derechos del Niño, relativo al papel de los padres en el ejercicio de
los derechos del niño, recoge un principio general que constituye la piedra angular de la Convención. Las
responsabilidades, los derechos y los deberes de los padres hacia el/la niño/a, de acuerdo con el anterior
principio, son dobles: por una parte, ha de permitirle ejercer los derechos reconocidos en la Convención, y
por otro ha de proporcionarle “la dirección y orientación apropiadas” para su ejercicio. Ambas funciones,
la permisiva y la orientadora, han de ser consonantes con la “evolución de las facultades del niño”.
Asimismo, la Carta Europea de los Derechos del Niño, aprobada por Resolución A3-0172/92, de 8 de
julio de 1992, establece en su artículo 8 apartado once que “corresponde a los padres en prioridad el dar al
niño una vida digna y , en la medida de sus recursos financieros, los medios para satisfacer sus
necesidades”. Seguidamente se dispone que “los Estados deberán asegurar a los padres la oportuna
asistencia en las responsabilidades que les competen, a través de los correspondientes organismos,
servicios y facilidades sociales”. Vid. también en este sentido el artículo 12.2 de la Ley Orgánica 1/1996,
de 15 de enero, de protección jurídica del menor en el que se prevé que “los poderes públicos velarán para
que los padres, tutores o guardadores desarrollen adecuadamente sus responsabilidades, y facilitarán
servicios accesibles en todas las áreas que afectan al desarrollo del menor”.
39
DE PALMA DEL TESO, Ángeles, “La protección de los menores por las administraciones públicas”,
Revista Jurídica de Cataluña, nº. 2, 2004, pág. 41, considera que la actuación administrativa protectora se
guía por el principio de subsidiariedad progresiva, esto es, el alcance e intensidad de la intervención de
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 84

3.3 LAS LEYES REFORMADORAS DEL DERECHO DE LA PERSONA Y


DE LA FAMILIA DEL PERÍODO 1981-1987

La familia ha sufrido incesantes reformas en la última década que parcialmente


se han visto influenciadas por la reivindicación de los derechos del niño40. La
Ley de 13 de mayo de 1981 reformó el Código Civil en materia de patria
potestad, reconociendo al menor de edad capacidad para el ejercicio de los
derechos de la personalidad, y ampliando su participación mediante la
audiencia ante diversos aspectos familiares y contractuales, al mismo tiempo
que suprimió la distinción entre filiación legítima e ilegítima e introdujo la
investigación de la paternidad. La Ley de 7 de julio de 1981 (comúnmente
conocida como "Ley del divorcio") introdujo asimismo la audiencia de los
menores "si tienen suficiente juicio" y, en todo caso, cuando son mayores de 12
años.

La familia, por tanto, ha pasado por un proceso de democratización que ha


alcanzado a todos sus miembros incluidos el niño y la niña.

Nos encontramos, por tanto, ante un nuevo esquema legal de relaciones


paterno/materno-filiales basado en un modelo familiar participativo y en el
principio del interés superior del niño. Ello implica sustituir el concepto todavía
influyente de patria potestad por el de responsabilidad parental.

También la mirada pública sobre el abandono de los menores ha cambiado de


signo. La Ley 21/1987, de 11 de noviembre (mal llamada "Ley de adopción")
supuso una revolución en la materia. La Ley sustituye el concepto de abandono
por el concepto mucho más amplio, mucho más completo, de desamparo. Se
introduce también la figura de la "tutela automática ex lege" por parte de la
Administración Pública – lo que vino a suponer una administrativización de la
protección de la infancia en el Estado español -. Debe destacarse, en este
sentido, el debate doctrinal que suscitó tal cuestión, especialmente en lo
referente a si la intervención previa de la Administración priva de la necesaria
tutela judicial a un derecho tan básico como la patria potestad. Aspecto que
posteriormente vino a aclarar la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de
protección jurídica del menor, al establecer como efecto de la tutela automática
la mera suspensión de la patria potestad.

las Administraciones públicas vendrá condicionado por el grado de desatención o desprotección que sufra
el menor en el seno de su familia. Para ALBERDI, Inés, “La nueva familia española”, Ed. Taurus,
Madrid, 1999, págs. 56 y 68-71, la familia ya no es la única institución responsable de la infancia y los
servicios sociales asumen de forma subsidiaria estas responsabilidades en caso de que aquélla
desaparezca o no cumpla con sus obligaciones.
40
FERNÁNDEZ MASÍA, Enrique, op. cit. pág. 428, estima que España no ha sido una excepción a esta
evolución – se refiere el autor al aumento de la preocupación por los derechos de la infancia y al papel
que de manera progresiva han ido asumiendo los poderes públicos para garantizarlos -, y el interés del
Estado por asegurar la plasmación de determinadas políticas y principios vinculados a la protección del
menor se ha concretado desde la importante reforma del Código Civil en 1981 en una serie de textos
caracterizados por la gran preocupación de desarrollar el artículo 39 de la Constitución y en especial, por
la idea de “dotar al menor de un adecuado marco jurídico de protección”.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 85

La Ley 21/1987 también se destaca por incorporar, por primera vez en nuestro
Código civil, la figura del acogimiento, que se une al listado de medidas
protectoras de la infancia en situación de desamparo y por regular todo un
régimen nuevo de adopción.

Por último, destacar la previsión legal de que todas las decisiones que tome la
Administración Pública en el ejercicio de sus competencias protectoras de
menores de edad – resoluciones administrativas - pueden ser revisadas por los
Tribunales de Justicia ordinarios – resoluciones judiciales -, así como el papel
relevante que se otorga al Ministerio Fiscal como eje vertebrador de la
protección socio-jurídica de las personas menores de edad, en todas sus
manifestaciones.

A partir de este mismo escenario, queda claro que el espíritu de la Ley ha


cambiado en algo fundamental; el carácter asistencialista que tenía la
legislación anterior, aquí, se pierde. El artículo 172 del Código civil, en su
nueva redacción, señala de manera expresa que la primera finalidad del órgano
tutor de la Comunidad Autónoma, es procurar la reincorporación del menor a su
familia de origen. Ya no se trata únicamente de prevenir el riesgo o de separar
al niño o niña de la situación difícil en la que pudiera encontrarse, sino de que
reparado el daño que haya podido sufrir, se le busque una alternativa de vida,
priorizando el retorno a su familia de origen, y si ello no es posible a través del
acogimiento o de la adopción.

3.4 LA LEY ORGÁNICA 1/1996, DE 15 DE ENERO, DE PROTECCIÓN


JURÍDICA DEL MENOR

Finalmente, la última escala de este itinerario en torno a los derechos del


menor lo constituye la aprobación por parte del legislador español de la
controvertida Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero.

El nuevo espíritu que late en las anteriores normas se condensa en el artículo


2.2 de la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero: "Las limitaciones a la
capacidad de obrar de los menores se interpretarán de forma restrictiva",
principio no exento de complejidad. Se da aquí lo que expresivamente se tituló
"contradicción entre paternalismo y liberalismo". En primer lugar porque, por un
lado, se hace un reconocimiento general a la capacidad del menor, disponiendo
que las incapacidades se interpreten de forma restrictiva, y por otro, se coarta
esa libertad e imponen limitaciones a su capacidad de obrar en aquellos
aspectos que al legislador, llevado por su afán proteccionista, le parece que
deben intervenir los poderes públicos, incluso contradiciendo la voluntad tanto
del menor como del propio legislador. Esta incoherencia se comprueba en el
propio articulado de la ley41.

41
Una muestra significativa es la del derecho de asociación del menor (artículo 7º) del que se ha dicho
que no se sabe si tienen o no capacidad, y cuál es el ámbito de la misma. NÚÑEZ MUÑIZ, C., "Algunas
consideraciones sobre la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del menor", en la
Ley nº. 4135, Octubre 1996.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 86

Puede afirmarse que la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de protección


jurídica del menor, ha venido a profundizar en los principios de protección
integral del menor y del superior interés de aquél al sintonizar con la nueva
filosofía surgida de la Convención de los Derechos del Niño, de las Naciones
Unidas, de 30 de noviembre de 198942, que ha dejado su impronta no sólo en
el marco internacional sino también en muchas de las políticas sociales y
educativas del menor en el interior de algunos países europeos.
Particularmente, la Ley española reconoce a los menores como titulares de una
serie de derechos y, entre ellos; el "derecho a ser oído" en todos aquellos
procesos administrativos o judiciales que le afecten. Por otro lado, como
correlato de sus derechos de protección esta Ley extiende las obligaciones
para con las personas menores de edad, entre otros, a aquellos profesionales
que por razón de su trabajo (por ejemplo, maestros, pediatras, trabajadores
sociales, psicólogos, educadores sociales) conozcan de la desatención de que
está siendo objeto un menor, en especial, y a los ciudadanos, en general;
quienes deberán además de auxiliarle, poner dicha situación en conocimiento
de las autoridades competentes.

Por su relevancia para proteger el interés del menor, que no siempre será
coincidente con el de los adultos, el artículo 9 regula el derecho de aquél a ser
oído no sólo en el ámbito familiar sino en cualquier procedimiento
administrativo o judicial que vaya a afectarle. A pesar de reconocer el legislador
la categoría de derecho al interés del menor a ser escuchado; paradójicamente
añade en el apartado 3 de este artículo que puede verse privado de este
derecho el menor aunque él mismo hubiese solicitado ejercerlo,
conformándose con establecer la paupérrima cautela de que en tal caso la
denegación "será motivada y comunicada al Ministerio Fiscal".

42
En este sentido se pronuncia VARELA GARCÍA, Carlos, “Comentarios a la Ley Orgánica 1/1996, de
15 de enero de protección jurídica del menor: principios programáticos y normas de conflicto”,
Actualidad Civil nº. 12, marzo, 1997, pág. 266, quien manifiesta que la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de
enero, reconoce a los menores todos los derechos fundamentales inherentes a la persona, sin perjuicio de
la protección integral a que se refiere la Ley; por su parte NÚÑEZ MUÑIZ, Carmen, “Algunas
consideraciones sobre la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del menor, La Ley,
Vol. 5, nº. 4135, octubre, 1996, pág. 1483, afirma que la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, supone un
paso más en esta evolución – se refiere a los derechos de la infancia -, y trata de hacerse eco del distinto
status social del niño como consecuencia de las transformaciones sociales y culturales operadas en
nuestra sociedad; también LEAL PÉREZ OLAGU, Mª Luisa, “Comentarios a la Ley Orgánica 1/1996, de
15 de enero, de protección jurídica del menor, de modificación parcial del Código Civil y de la Ley de
Enjuiciamiento Civil”, La Ley, Vol. 2, nº. 3986, marzo, 1996, pág. 1310, defiende que en España durante
los últimos años se ha incrementado la demanda social para incorporar los principios de la Convención a
nuestro derecho positivo, impulsando un instrumento legislativo que contemple al menor como sujeto de
los derechos constitucionalmente reconocidos; finalmente, PICONTÓ NOVALES, Teresa, "La protección
de la infancia. Aspectos sociales y jurídicos", Ed. Egido, Zaragoza, 1996, pág. 93, considera que la Ley
Orgánica 1/1996, de 15 de enero, ha profundizado en los principios de protección integral y del superior
interés del menor al sintonizar con la nueva filosofía de sus derechos, surgida al calor de la Convención
de 1989.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 87

También la Ley de 1996 introduce por primera vez en nuestro Ordenamiento


jurídico la diferencia, dentro de las situaciones de desprotección social de la
infancia, entre situaciones de riesgo (artículo 17) y situaciones de desamparo
(artículo 18), que dan lugar a distintos grados de intervención de la Entidad
Pública.

4 EL MALTRATO EN LA LEGISLACIÓN

4.1 INTRODUCCIÓN

No podemos esperar del Derecho que sea quien elabore los conceptos
referidos a los fenómenos sociales. Incluso la expresión en términos jurídicos
de las realidades sociales, es decir, su plasmación en normas, no tendrá lugar
nunca con carácter previo a la constatación de dicha realidad. Es por ello, que
de manera previa a emprender la ardua tarea de normar, el legislador debería
constatar en todo caso cuál es la realidad social sobre la que pretende
intervenir. Por lo que al ámbito del maltrato infantil se refiere, debe dejarse
constancia de la dificultad en la obtención de datos, tanto a nivel estatal como
autonómico que nos permitan identificar con claridad el fenómeno de
referencia. No se cuenta todavía en España con estudios sistemáticos ni
registros suficientes y homologados.
Según datos recogidos entre los años 2001 y 2005, las cifras sobre maltrato
infantil en el ámbito familiar siguen aumentando en nuestro país. Así, se ha
pasado de 2.614 casos a 6.43843. Además, dichos datos confirman la tendencia
de que las niñas no sólo siguen siendo las principales víctimas de los maltratos,
sino que la distancia respecto a los niños sigue aumentando. En el año 2001, el
55% de las víctimas de maltrato fueron niñas y el 44% niños, mientras que en
el año 2005, el 63’3% fueron niñas y el 36’7% correspondía a niños.
Por lo que al tipo de maltrato más frecuente entre la población infantil en el
ámbito familiar se refiere, las cifras también son claras; la negligencia y el
abandono ocupan el primer lugar, el maltrato emocional y el maltrato físico van
a continuación y, finalmente se sitúan la mendicidad y el abuso sexual44.

Para dar respuesta a esa situación, el Derecho plantea la posibilidad de utilizar


dos caminos para la reglamentación de las conductas provocadoras de
maltrato. La sanción en el ámbito penal buscando la reprensión del causante, y
la protección en el ámbito civil propiciando la ayuda y superación de la
situación a la víctima menor de edad.

4.2 LA PROTECCIÓN PENAL

43
Datos extraídos a partir de los Anuarios Estadísticos de la Secretaría de Estado y Seguridad del
Ministerio del Interior.
44
Para profundizar en estos datos cuantitativos vid. GÓMEZ GRANELL, Carme (Dir.), “La infancia en
cifras España”, Ed. Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, Madrid, 2006, págs. 152-158.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 88

El artículo 19.1 de la Convención sobre los Derechos del Niño señala que “los
Estados Partes adoptarán todas las medidas legislativas, administrativas,
sociales y educativas apropiadas para proteger al niño contra toda forma de
perjuicio o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o
explotación, incluido el abuso sexual, mientras el niño se encuentre bajo la
custodia de los padres, de un representante legal o de cualquier otra persona
que lo tenga a su cargo”. De entre las mencionadas medidas legislativas
ocupan un lugar privilegiado las de carácter penal, debido al particular efecto
disuasorio que se les presume.

En este sentido, el Derecho Penal, siguiendo su vocación de última ratio del


ordenamiento jurídico, se ocupa de proteger los bienes jurídicos más
importantes frente a los ataques más graves que dichos bienes puedan sufrir.
Los bienes jurídicos personales de mayor importancia son la vida, la integridad
física y moral, la salud, la libertad, la intimidad y el honor, y, naturalmente, son
los mismos para las personas menores de edad que para los adultos45. Los
ataques más graves a esos bienes personales son aquellos que se encaminan
directamente a lesionar dichos bienes, y que el legislador sanciona con los
delitos de homicidio, lesiones, detenciones ilegales, amenazas, coacciones,
agresiones y abusos sexuales. Estos delitos pueden tener como sujeto pasivo
tanto a un mayor como a un menor, aunque existen algunos tipos específicos o
agravaciones específicas, para los casos en los cuales la acción recae sobre
un menor.

El Código Penal español de 1995 no contiene ninguna rúbrica dedicada de


manera específica a la seguridad personal del menor, pero no por ello debe
afirmarse que no reconoce la especial vulnerabilidad de los menores y la
necesidad de protegerlos frente a las situaciones de desamparo.

4.2.1 El maltrato familiar

El artículo 153 del Código Penal sanciona los malos tratos físicos y psíquicos
ejercidos en el ámbito familiar. Dicho artículo recoge la redacción dada por la
Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral
contra la Violencia de Género. Este artículo con anterioridad ya había sido
modificado respecto de su inicial redacción, por la Ley Orgánica 14/1999, de 9
de junio y por la Ley orgánica 11/2003, de 29 de septiembre, en lo que supone
un claro ejemplo de inseguridad jurídica, inestabilidad y provisionalidad
normativa46.

La nueva redacción dada al artículo 153 del Código Penal otorga al Juez la
posibilidad, “cuando lo estime adecuado al interés del menor o incapaz”, de
inhabilitar al sujeto activo del delito para el ejercicio de la patria potestad, tutela,

45
LÁZARO GONZÁLEZ, Isabel (Coord.), “Los menores en el Derecho español”, Ed. Tecnos, Madrid,
2002, págs. 375-376.
46
LAMARCA PÉREZ, Carmen (Coord.), “Derecho Penal. Parte Especial”, Ed. Colex, Madrid, 2005,
pág. 81.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 89

curatela, guarda o acogimiento, como pena accesoria al de la privación de


libertad o de trabajos en beneficio de la comunidad, para los casos en que el
ejercicio de la violencia se realice sobre un menor, o en presencia de éste. Esta
medida había sido muy reivindicada y esperada desde diversos sectores
sociales, y a pesar de la amplia reforma penal operada por la Ley Orgánica
14/1999, de 9 de junio, de modificación del Código Penal y de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal en materia de protección a las víctimas de malos
tratos, tuvo que aguardarse hasta la reforma realizada por la Ley Orgánica
11/2003, de 29 de septiembre, para que fuera introducida, pero eso sí como
pena accesoria. Con la reforma del año 2004 parece que se ha perdido una
gran oportunidad para establecer legalmente que la inhabilitación especial para
estos roles sea una de las consecuencias principales del delito, y no una mera
pena accesoria, al menos para los supuestos en que la violencia física o
psíquica afecte de manera directa o indirecta a un menor47.

La pena prevista en el artículo 153 del Código Penal para el responsable del
delito de malos tratos varía según que la víctima – sujeto pasivo- del delito sea
o haya sido la esposa, o mujer del agresor, o haya estado ligada a él por una
análoga relación de afectividad aun sin convivencia, o se trate de persona
especialmente vulnerable que conviva con el autor (niños, ancianos, enfermos),
en cuyo caso la pena será la de privación de libertad de 3 meses a un año.

Llegados a este punto, debe traerse a colación el controvertido artículo 154 del
Código civil, precepto éste que al regular el contenido de la patria potestad,
establece que “los padres podrán corregir razonable y moderadamente a los
hijos”. Idéntica facultad confiere el artículo 268 del Código civil a los tutores con
respecto a los menores que se encuentren a su cargo. Por esta razón surge la
duda acerca de si cabrá eximir de responsabilidad criminal por la causa
prevista en el artículo 20.7 del Código Penal – obrar en el ejercicio legítimo de
un derecho, oficio o cargo – a los progenitores que incurran en las conductas
previstas en el artículo 153 y que aleguen el ejercicio de su derecho de
corrección con respecto a sus hijos/as. Parece evidente que dicha
argumentación estaría fuera de toda lógica jurídica, más aún teniendo en
cuenta que los medios empleados para la corrección deberán ser moderados y
razonables, en el sentido de adecuados y proporcionados a la edad del niño/a,
a la gravedad de la conducta cometida, al fin educativo que se pretenda
conseguir y en todo caso buscando siempre el interés superior del menor.

4.2.2 Delitos contra los derechos y deberes familiares

Una vez analizado el delito de maltrato familiar, no puede obviarse que la


especial vulnerabilidad de los niños y niñas implica que la protección de los

47
Esta omisión había sido ya reivindicada en el II Plan Integral Contra la Violencia Doméstica, donde se
expresaba la necesidad de estudiar los mecanismos oportunos para hacer más eficaz la posibilidad legal
de suspender el régimen de visitas y comunicación con el agresor respecto de sus hijos, así como, la
necesidad de incorporar al delito de malos tratos la pena de inhabilitación especial para el ejercicio de la
patria potestad, tutela, curatela, guarda o acogimiento en los casos de violencia física o psíquica , cuando
el interés del menor lo aconsejare.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 90

bienes jurídicos personales más importantes de los mismos, no pueda


reducirse a sancionar las agresiones directas a dichos bienes. En efecto,
castigar el delito de homicidio no es suficiente para proteger la vida de un/a
niño/a, porque sino hay alguien que lo alimente también va a morir, y otro tanto
puede decirse del resto de sus bienes jurídicos personales. Es por ello que
para que la protección de la persona menor de edad sea eficaz es preciso
castigar también aquellas conductas que supongan un desamparo del mismo,
porque esa situación de desprotección da lugar a una situación de peligro para
su vida, su integridad física.

En este sentido protege directamente la seguridad personal del menor el delito


tipificado en el artículo 226 del Código Penal (abandono de familia), en el que
se sanciona el incumplimiento de los deberes legales de asistencia al menor.
Asimismo, también tienen ese mismo objetivo, las figuras delictivas contenidas
en los preceptos 229, 230, 232 y 618 del Código Penal, que castigan las
conductas de abandono del menor y la utilización de menores para la
mendicidad. También debe tenerse presente el comportamiento recogido en el
artículo 189.4 del Código Penal, de no impedir la corrupción o prostitución del
menor. Otras conductas atentatorias contra los derechos y deberes familiares
son las citadas a continuación a modo de listado:

- Quebrantamiento de los deberes de custodia (artículo 223 del Código


Penal).
- Inducción de menores al abandono de domicilio (artículo 224 del Código
Penal).
- Sustracción de menores (artículo 225 bis del Código Penal).
- Amenazas (artículo 169 del Código Penal).
- Secuestro (artículo 163 del Código Penal).

4.2.3 Delitos de explotación sexual de los menores

El artículo 34 de la Convención sobre los Derechos del Niño recoge el


compromiso de los Estados Parte de proteger al niño contra todas las formas
de explotación y abusos sexuales. Con este fin, se establece que los Estados
Partes tomarán todas las medidas de carácter nacional, bilateral y multilateral
que sean necesarias para impedir, en particular: a) la incitación o coacción para
que un niño se dedique a cualquier actividad sexual ilegal; b) la explotación del
niño en la prostitución u otras prácticas sexuales ilegales; y c) la explotación del
niño en espectáculos o materiales pornográficos48.

Por explotación sexual se entiende la utilización de personas menores de edad


en actividades de contenido sexual persiguiendo, en la mayoría de los casos,
además de la satisfacción del deseo sexual de los potenciales clientes, un fin
lucrativo. Generalmente se vienen considerando insertas en la noción de
explotación sexual, conductas tales como el aprovechamiento y la promoción

48
Vid. en este sentido el Protocolo Facultativo a la Convención sobre los Derechos del Niño relativo a la
Venta de Niños, la Prostitución Infantil y la Utilización de Niños en la Pornografía. Resolución de la
Asamblea General de las Naciones Unidas A/RES/54/265 de 25 de mayo de 2000.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 91

de la prostitución ajena, la elaboración y el tráfico de material pornográfico, la


promoción de espectáculos de carácter exhibicionista, el tráfico internacional de
seres humanos con fines sexuales y todas aquellas actividades relacionadas
con el fenómeno del turismo sexual.

Conscientes de la trascendencia que ha alcanzado la explotación sexual de


mujeres y niños, así como del carácter eminentemente transnacional que ha
ido adquiriendo el fenómeno, los diferentes organismos internacionales han
redoblado sus esfuerzos – en especial, a partir de la década de los noventa –
tratando de arbitrar soluciones eficaces y conjuntas al problema. Con este
motivo, en los últimos años han visto la luz numerosos instrumentos jurídicos y
planes de actuación, tanto a nivel internacional, como regional - Unión Europea
- y nacional que han tratado de dar respuesta al fenómeno en sus diferentes
facetas.

La consecuencia directa en España de las diferentes iniciativas adoptadas más


allá de sus fronteras fue la aprobación de la Ley Orgánica 11/1999, de 30 de
abril, a la que le siguió, con menor alcance, la Ley Orgánica 15/2003, de 25 de
noviembre. En virtud de dichas normas, se amplían las figuras delictivas
previstas por el Código Penal en relación con la explotación sexual, al tiempo
que se introducen modificaciones y se incrementan las penas en el resto de los
delitos sexuales. Asimismo, la Ley Orgánica 11/1999 inserta algunos cambios
en materia de Derecho procesal penal, con la intención de facilitar la
persecución y la punición de la explotación sexual de seres humanos. En
concreto, los preceptos en los que actualmente se incriminan conductas que se
consideran constitutivas de explotación sexual infantil son los enumerados a
continuación:

- Prostitución de menores (artículos 187, 188 y 189 del Código Penal).


Dichos preceptos sancionan básicamente las conductas que consisten
en inducir, promover, favorecer y facilitar la prostitución de un menor de
edad (menor de 18 años). No obstante, la norma no incluye entre las
actividades delictivas la del cliente de prostitución.
- Pornografía y exhibicionismo infantil (artículo 189, apartados 1 y 2 del
Código Penal). Después de las modificaciones introducidas por la Ley
Orgánica 15/2003, que entró en vigor el pasado 1 de octubre de 2005,
se introdujo el delito de posesión de material pornográfico y se amplió la
definición de material pornográfico hasta comprender también la
pseudopornografía – manipulación de imágenes que corresponden a un
menor real pero obtenidas fuera de un contexto sexual y que se insertan
en una escena pornográfica.
- Corrupción de menores (artículo 189.4 del Código Penal). A pesar de la
dificultad de proporcionar una definición del concepto de corrupción de
menores, se ha venido interpretando como la iniciación o el
mantenimiento de un menor en una vida sexual prematura o precoz,
infamante y envilecedora.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 92

Una vez analizados los delitos de explotación sexual de los menores, debe
advertirse que el panorama de la protección penal de los menores en materia
sexual no se agota con los tipos penales referidos a la explotación sexual, sino
que es necesario completarlo con el resto de los delitos contra la libertad e
indemnidad sexuales: la agresión sexual (artículos 178 a 180 del Código Penal)
y el abuso sexual (artículos 181 a 183 del Código Penal). La diferencia
fundamental entre las agresiones y los abusos sexuales viene determinada por
la presencia o ausencia de actos violentos o intimidatorios.

4.3 LA PROTECCIÓN CIVIL

Sin perjuicio de las instituciones de protección del menor propias del Derecho
de Familia (Responsabilidad parental, tutela, curatela, defensor judicial), existe
hoy en España todo un sistema de medidas de protección susceptibles de ser
englobadas en las categorías del Derecho público.

Puesto que la competencia en este ámbito ha sido asumida por las


Comunidades Autónomas – ver anexo de normativa vigente -, es la legislación
de éstas la que constituye el marco normativo fundamental en relación con la
protección de la infancia, si bien los demás entes públicos territoriales – entes
locales – tendrán un cierto grado de participación en la medida en que puedan
verse afectados en sus respectivos intereses.

El concepto amplio de protección de menores que sigue la legislación


autonómica es determinante de las técnicas que, en aplicación de aquél, se
contempla en los distintos textos legales. Así, se considera que los poderes
públicos, no sólo han de intervenir en situaciones de desprotección efectivas –
para lo cual cuenta con los instrumentos tradicionalmente previstos en la
legislación civil autonómica: declaración de desamparo y guarda administrativa
voluntaria – sino que su actuación ha de extenderse tanto a la prevención de
las mismas como a la comprobación de la correcta inserción familiar y social
del menor una vez superada la situación de desprotección49.

4.3.1 Prevención de las situaciones de desprotección

La prevención tiene como finalidad primordial el evitar la producción de una


situación de riesgo para el niño/a en el seno familiar. Por ello, las medidas que
se contemplan tienen que ver con el apoyo técnico y económico a las familias.
Las primeras consisten en intervenciones de carácter social y terapéutico a
favor del menor y su propia familia. Por su parte, el apoyo económico a las
familias que carezcan de recursos suficientes se concretará a través de ayudas
económicas de carácter preventivo y temporal para la atención de las
necesidades básicas de los menores.

49
LÁZARO GONZÁLEZ, Isabel (Coord.), “Los menores en el Derecho español”, Ed. Tecnos, Madrid,
2002, pág. 349.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 93

Dentro de las medidas de prevención se incluyen también campañas y


programas informativos tendentes a evitar el deterioro familiar, a disminuir los
factores de riesgo y a sensibilizar a la sociedad sobre la problemática del
maltrato infantil50.

4.3.2 Actuaciones en situación de riesgo

La Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de protección jurídica del menor y


prácticamente toda la normativa autonómica51 sobre la materia ha diferenciado
las situaciones de riesgo de las situaciones de desamparo. Se considera
situación de riesgo aquella que suponga un perjuicio de cualquier índole para el
menor sin llegar a ser lo suficientemente grave como para declararlo en
situación de desamparo. Existiría, pues, un perjuicio real para el menor, que
justificará una cierta intervención de la Administración, actuación administrativa
que tiene como límite la imposibilidad de que la medida de protección suponga
separación del niño o niña de su núcleo familiar52. La normativa autonómica,
cada vez más, trata de precisar en qué ocasiones procede la declaración de
situación de riesgo, con el fin de reducir en lo posible una discrecionalidad poco
adecuada, por no decir abiertamente incompatible, con este tipo de
intervenciones. Un buen ejemplo de ello, lo constituirían tanto la Ley de
Promoción, Atención y Protección de la Infancia en Castilla y León (artículo 48),
como la Ley de Protección de Menores de las Islas Baleares (artículo 60) y la
Ley Navarra de Promoción, Atención y Protección de la Infancia y la
Adolescencia (artículo 45), que prevén expresamente como hecho constitutivo
de situación de riesgo la utilización del castigo físico o emocional sobre la
persona menor de edad que, sin constituir un episodio severo o patrón crónico
de violencia, perjudique su desarrollo.

Declarada la situación de riesgo – a través de un procedimiento administrativo,


iniciado por el órgano local o autonómico competente -, la legislación
autonómica contempla diversas medidas de intervención para corregir la
situación de riesgo, las cuales, por definición, habrán de tener lugar en el seno
familiar, del que no cabe en ningún caso extraer al menor. En consecuencia, se

50
Una mención específica a la prevención del maltrato infantil la encontramos en el artículo 23 de la Ley
17/2006, de 13 de noviembre, integral de la atención y de los derechos de la infancia y la adolescencia en
las Islas Baleares. También la Ley Foral Navarra, 15/2005, de 5 de diciembre, de promoción, atención y
protección a la infancia y a la adolescencia, hace especial hincapié en sus artículos 31 a 33 en el carácter
prioritario de las actuaciones de prevención. En ese mismo sentido se pronuncia el artículo 36 de la Ley
14/2002, de 25 de julio, de Promoción, Atención y Protección a la Infancia en Castilla y León.
51
Una excepción sería la normativa catalana en la que no se establece tal distinción. En este sentido vid.
VILLAGRASA ALCAIDE, Carlos. et al., "Infancia y legislación" en GÓMEZ-GRANELL, CARME
(coord.) "La infancia y las familias a inicios del siglo XXI", Ed. Instituto de Infancia y Mundo Urbano,
Vol. 5, Barcelona, 2002; RAVETLLAT BALLESTÉ, Isaac, “Nuestras leyes sobre infancia (Breve
resumen normativo sobre infancia, adolescencia y familia)” en La Ley de Cataluña y Baleares, nº. 574,
2006, págs. 1-4.
52
En este sentido se manifiesta el artículo 17 de la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección
Jurídica del Menor.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 94

adoptarán medidas de apoyo familiar de carácter económico, educativo,


asistencial o terapéutico dirigidas a promover y garantizar el desarrollo integral
de los menores.

4.3.3 Configuración legal de la declaración de desamparo

La modificación del Código Civil, de 21 de noviembre de 1987, introdujo el


concepto de desamparo en nuestra legislación civil como elemento central para
la protección jurídica ante cualquier situación de maltrato. En este sentido el
artículo 172.1 del Código Civil – en redacción dada por la Ley Orgánica 1/1996,
de 15 de enero, de protección jurídica del menor – regula el concepto de
desamparo como instrumento que permite englobar situaciones bien diferentes
susceptibles todas ellas de que le sea facilitado amparo al menor que las
padece.

Se considera como situación de desamparo la que se produce de hecho a


causa del incumplimiento, o del imposible o inadecuado ejercicio de los
deberes de protección establecidos por las leyes para la guarda de menores,
cuando éstos queden privados de la necesaria asistencia moral o material.

Características esenciales de la declaración de desamparo:

a) Situación objetiva o de hecho. Se trata de atender a datos puramente


externos, sin valorar causas ni intenciones y excluyendo toda idea o causación
culpabilística. No se considera la declaración de desamparo como una sanción
ante el comportamiento de los progenitores, sino como una forma de protección
urgente del niño/a ante la situación en la que se encuentra. Así, si el menor
fuese atendido por un tercero – guardador de hecho – ello debería excluir la
declaración de desamparo.

b) Falta de asistencia material o moral. Para que el desamparo pueda ser


apreciado por la Entidad Pública competente se exige un resultado final,
consistente en que el menor se vea privado de asistencia sea esta moral –
velar por el menor, cuidarlo, convivir con él, tenerlo en su compañía, asistirlo,
educarlo, transmitirle valores, proporcionarle cariño, atenciones y afecto – o
material – proporcionar al menor todo lo necesario para el sustento, habitación,
vestido y asistencia médica, velar por su salud y seguridad – o ambas.

c) Incumplimiento, o imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de


protección establecidos por la leyes para la guarda de los menores. De acuerdo
con este tercer requisito, la declaración de desamparo tiene lugar como
consecuencia de un incumplimiento del contenido personal de la potestad o de
la tutela. Dicho incumplimiento puede consistir:

- En ausencia (ejercicio imposible) de cumplimiento. Se caracteriza por


una omisión general, por una desatención total.
- O en defecto (inadecuado ejercicio) de cumplimiento. En este caso los
deberes inherentes a la potestad o a la tutela se ejercitan, pero en el
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 95

contexto de una realización irregular o inidónea, ya sea por medio de


conductas activas (agresiones) o pasivas (negligentes).

d) Ausencia de plazo de duración. No se exige ningún plazo de duración para


apreciar el estado de desamparo, en contraste con la regulación anterior a la
reforma de 1987 que establecía un plazo de 30 días continuos de desatención
del menor para que éste pudiera ser declarado abandonado.

e) No precisa la declaración judicial. Así, se atribuye la apreciación del


desamparo a las Entidades Públicas competentes para la protección de
menores y no a la autoridad judicial.

Sin perjuicio de la anterior definición, ciertamente genérica en su formulación,


las leyes de las Comunidades Autónomas han procedido a dar su propio
concepto de situación de desamparo, concretando en la mayoría de los casos
una serie de situaciones que determinan la mencionada declaración por parte
del organismo público competente. Una vez más, las diferencias entre las
distintas leyes autonómicas son notables. A pesar de ello, las causas que
suelen aparecer recogidas son las enumeradas a continuación:

1. El abandono voluntario del menor por parte de su familia.


2. La ausencia de escolarización habitual del menor.
3. Los malos tratos físicos o psíquicos o abusos sexuales por parte de
las personas de la unidad familiar o de terceros con consentimiento
de éstas.
4. La inducción a la mendicidad, delincuencia o prostitución, o cualquier
otra explotación económica del menor de análoga naturaleza.
5. La drogadicción o alcoholismo habitual del menor con el
consentimiento o la tolerancia de los padres o guardadores.
6. El trastorno mental grave de los progenitores, tutores o guardadores
que impida el normal ejercicio de la patria potestad o la guarda.
7. Drogadicción habitual de las personas que integran la unidad familiar.
8. La convivencia en un entorno socio-familiar que deteriore gravemente
la integridad moral del menor o perjudique el desarrollo de su
personalidad.
9. La falta de las personas a las que corresponda ejercer las funciones
de guarda o cuando éstas se hallen imposibilitadas o en situación de
ejercerlas con peligro grave para el menor.
10. Cualesquiera otras situaciones que traigan causa del incumplimiento
o del inadecuado ejercicio de la potestad, la tutela o la guarda sobre
el menor.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 96

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 100

LOS MALOS TRATOS A LA INFANCIA EN LA


LEGISLACIÓN

Por Tomás Merín Cañada


Licenciado en Derecho
Diplomado en Derecho del Menor
Director de la Fundación Aldaba

Madrid, 30 de junio de 2002


IN DICE

1. POLÍTICA SOCIAL DEL MENOR

1.1. La infancia

1.2. La acción protectora

1.2.1. Las Instituciones

1.2.2. El Sistema

1.3. La protección social se generaliza

1.3.1. Bienestar-Justicia

1.4. La naturaleza de la intervención

2. EL SISTEMA ESPAÑOL DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA

2.1. Antecedentes

2.2. Fundamentación legal del Sistema

2.2.1.La Constitución

2.2.2. La Ley 21/1987, de 11 de noviembre

2.2.3. La Convención de Derecho del niño

2.2.4. Legislación Autonómica

2.2.5. La Ley Orgánica 1/1.996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor

3 EL MALTRATO EN LA LEGISLACIÓN

3.1. La protección penal

3.2. La protección civil

4. CONDUCTAS PARA EL BUEN TRATO

BIBLIOGRAFÍA

101
1. POLÍTICA SOCIAL DEL MENOR.

1.1. La infancia

Es sobradamente conocido que la infancia no ha tenido apenas historia,


porque no ha tenido reconocimiento como grupo social hasta fechas muy recientes. De
tal modo es esto así, que ya en 1979 escribía el Dr. Bosch Marín "el niño acaba de
nacer" como comentario a una frase de Laín Entralgo, que él mismo recogía, del
siguiente tenor literal, "Sólo bien entrado el siglo XX ha ganado plena madurez la
consideración científica del niño". Más recientemente el Catedrático de Psicología
evolutiva Dr. J. Linaza nos dice " están aún cercanos los días en que se concebía al
niño como a un adulto en miniatura y en los que se le negaba esa diferencia cualitativa
respecto al modo de actuar y pensar del adulto".

El concepto moderno de familia comienza a constituirse, según señala el


sociólogo francés Philippe Meyer, siguiendo a P. Ariés, de la mano de la ordenación
del espacio urbano por los iluminados del siglo XVII y ello abrió la posibilidad a la
aparición del concepto de infancia como categoría sociológica, cuya construcción se
acentuó con la aparición y extensión de la escuela pública y el reconocimiento de un
período, en el inicio de la vida de las personas, especialmente dedicado al aprendizaje
y la instrucción.

En esa misma línea el profesor norteamericano J. Garbarino considera la


infancia como un invento de las sociedades industrializadas, una especie de escudo
protector que libera a los niños de las exigencias que la sociedad tiene respecto de los
adultos.

Ese proceso de desarrollo conceptual de la infancia, provocó al mismo


tiempo la aparición, no de una, sino de dos infancias, o mejor de dos clase de niños.

Por un lado la infancia, que perdido el carácter comunal de las formas de


vida propias del antiguo régimen, inicia el camino de la privacidad familiar dentro de un
esquema de normalización de determinadas pautas de comportamiento social. Dentro
de éstas los campos esenciales de la socialización, o del aprendizaje de la convivencia
en sociedad, van a ser la familia y la escuela. La primera, con el carácter fundamental
de relaciones privadas y bajo el principio de la autoridad paterna como base
indiscutible, y la segunda como espacio público de relación.

El segundo grupo de niños es la infancia de la pobreza, los niños y niñas


nacidos de los grupos de población de menor capacidad económica, que se ven en la
mayor parte de ocasiones explotados mediante agotadores trabajos en industrias y
minas, de la mano de la primera revolución industrial, y en otras ocasiones,
abandonados por su familia por no tener capacidad para darles alimento y ofrecerle
una vida con dignidad.

Ambas situaciones propician un deseo de abandono de la realidad que


les empuja hacia formas de vida marginales, que fácilmente provocan su absorción por
ocupaciones como la prostitución o la delincuencia, dependiendo de que sean mujeres
u hombres respectivamente.

102
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 103

Frente a esa doble situación de marginación, se crea una cierta


conciencia social, en las clases medias, favorecida por la fuerte influencia social de la
religión, que comienza a expresarse a inicios del siglo XIX y que va a propiciar la
aparición de los modernos Sistemas de Protección de Menores.

Sistemas que nacidos de una motivación pietista y misericordiosa,


confunden, en el tratamiento ofrecido a los menores beneficiarios de su actividad,
situaciones de alteración de las normas de convivencia con otras de desamparo
afectivo y material o incluso maltrato en el seno de la propia familia, provocando
situaciones de una tremenda injusticia.

Son numerosos los autores que, desde distintos puntos de vista y


posiciones científicas diversas, han formulado criticas contra ese Sistema de doble
entrada (reforma-protección) pero con un solo efecto real sobre la población
(marginación).

Platt, de Leo, González Zorrilla, Gimenez Salinas, Movilla, Calvo Cabello,


junto a otros muchos han lanzado duras y atinadas criticas contra lo que tal Sistema
representaba. "El efecto conseguido no ha sido una mayor tutela de los derechos de
esos menores marginados, sino una tasa más alta de internados en Instituciones, de
encarcelados y de criminalización de los menores pertenecientes al subproletariado y
bajo proletariado." "La caridad se convertía así en mecanismo difuso de control social
de los pobres y de los alienados". "No cabe la menor duda de que el movimiento de
salvación del niño tuvo poco de liberal y mucho de conservador y regresivo".

Alejándonos de las consideraciones más referidas a situaciones jurídico-


penales y centrándonos en el ámbito estrictamente protector, se trata todavía de una
fase en la que el padre sigue siendo "propietario del hijo" como lo avala su posibilidad
de ejercer el derecho de corrección e incluso solicitar el concurso de la Autoridad, para
imponer su criterio frente a la voluntad contraria o rebelde del hijo; solo le
condicionaban dos limitaciones, la vida del hijo, contra la que no podía atentar, y su
propia pobreza, lo que justificaba la intervención "protectora" del Estado.

1.2 La acción protectora

La naturaleza de la acción protectora del menor tiene su origen en


criterios de piedad que se expresan y operan en términos benéficos y de puro
asistencialismo, ajenos a cualquier idea de rehabilitación o a cualquier medida de
prevención.

El concepto de protección de la infancia ha sufrido importantes


modificaciones a lo largo de la historia de conformidad con la evolución de las propias
sociedades. Desde los conceptos puramente caritativos de la Edad Media hasta las
ideas "redentoristas" de los "Salvadores del niño" de Norteamérica o el carácter
reivindicativo y clasista de la lucha contra el trabajo infantil desarrollada por sindicatos y
asociaciones obreras, hasta el componente pietista de algunos "reformadores sociales"
de finales del siglo pasado y principios del presente.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 104

La propia evolución del concepto de protección de la infancia y con él, de su


finalidad, hizo generar la idea que en cada momento histórico se ha tenido de los
servicios a ofrecer a la población infantil que debía ser protegida. De manera
esquemática podemos sintetizar esa evolución en dos grandes etapas o modos de
expresión de la acción protectora:

1.2.1 Las Instituciones

Los antecedentes históricos imponían las instituciones como respuesta


idónea para la retirada de la vía pública de cuantos menores resultaran exponentes de
las contradicciones sociales a través de sus formas de vida marginales
independientemente de las causas que las originaran.

La tradición aportaba Casas de Beneficencia, Casas de Misericordia,


Patronatos y otras muestras semejantes de la acción benéfica, que son recuperadas o
simplemente continúan siendo utilizadas como base de nuevas experiencias
"integrales", que con el paso del tiempo y el perfeccionamiento de su carácter
autárquico, darían paso a lo que se bautizó como "institución total", en la que el menor
encuentra todas "sus necesidades" satisfechas, por lo que sus salidas de la Institución
son escasas.

El mantenimiento en ese ambiente institucional se prolonga


indefinidamente y los procesos de internamiento se mantienen prácticamente hasta la
edad de incorporación al trabajo, cuando no hasta la mayoría de edad, o al menos
hasta la incorporación al servicio militar.

La respuesta social así ofrecida cumple una doble función, se facilita la


asistencia más esencial a quienes no están siendo adecuadamente atendidos por sus
propios familiares por una parte, pero por otra se elimina de la convivencia social la
imagen del niño-niña pobre, marginado, conflictivo, etc.

La atención en estas macroinstituciones venía avalada por la perspectiva


de proteger a los menores de las situaciones “irregulares” en que pudieran
encontrarse, entendiendo por tales todas aquellas que no respondieran a las
conductas normalizadas. D esa e manera eran igualmente internados, por tiempo
indefinido, para su protección, huérfanos, vagos, delincuentes, explotados, maleantes,
fugados del hogar familiar, abandonados, mendigos, rebeldes, maltratados, etc.

El síndrome, posteriormente denominado “hospitalismo”, los estados


abandónicos, que producían traumáticos procesos de introversión, incomunicación,
graves dificultades de aprendizaje, inmadurez emocional, etc. estaban a la orden del
día.

La institución crea sus propios mecanismos de defensa y reproducción,


generando unas formas de vida plenamente acomodadas al mantenimiento del
modelo. Las resistencias a cualquier modalidad de cambio nacían de los intereses
más elementales de quienes veían satisfecha, a través de la acción institucional su
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 105

medio de vida, su vocación, su seguridad, o la propia acción apostólica a que


dedicaba su vida.

1.2.2.El Sistema

Paulatinamente, se produce, un paso importante desde la idea de


Institución como única alternativa, a la de Sistema, entendiendo éste como un conjunto
de recursos racionalmente organizados y capacitados para ofrecer diferentes
respuestas a las situaciones diversas con las que haya que operar.

El carácter evolutivo del proceso hace que en muchos momentos


coexistan ambos modos en un mismo entorno comunitario, e incluso el personalismo y
el fomento de una cierta acción carismática no es ajena a la acción de un importante
número de entidades privadas, aún en nuestros días.

La evolución en las formas de comprensión y expresión de la protección


a la infancia, no son ajenas tampoco al papel que en cada momento histórico, juegan
los niños y niñas en relación al propio Sistema. La intencionalidad de los operadores
determina en gran medida la metodología, y claro está la eficacia, del Sistema, y
coloca al menor en situación de objeto de protección o de sujeto de la protección.

El papel del menor dentro del sistema queda íntimamente relacionado


con el reconocimiento de sus derechos. Conforme éste es más claro y amplio, el papel
protagonista del menor se vivifica, asumiendo la función de sujeto de la protección
siendo el objeto los derechos que se le reconocen.

Estas fórmulas de protección, que encierran unas, ocultas pero reales,


formas de control social, se muestran en su expresión pública como un conjunto de
acciones protectoras de los menores desvalidos.

Se trata de una situación ciertamente perversa, a los menores, en tanto


que incapaces se les debe dar una "especial" protección, que deben ejercer los padres
o tutores. Por esa condición de protegidos se les excluye de la posibilidad de ostentar
derechos reconocidos al conjunto de la ciudadanía, (con ciertas restricciones en
función del sexo) desde la Revolución Francesa, los derechos humanos.

En la medida en que los menores desvalidos no pueden recibir dicha


"protección" de sus padres, el Estado se la ofrece, si bien la práctica la convierte en
una modalidad de control social, que los aparta de las formas de atención socialmente
normalizadas, cuyo resultado más evidente es el etiquetamiento y la marginación
social.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 106

Los cambios habidos en la percepción del papel social de la infancia, la


incorporación de nuevas disciplinas y nuevos profesionales al mundo de la protección
infantil, las nuevas posibilidades educativas abiertas por las nuevas tecnologías y los
medios de comunicación, entre otros factores, han propiciado cambios legislativos en
diferentes países del mundo. Ello a su vez ha favorecido la extensión de un importante
movimiento de renovación y la consolidación internacional de una nueva concepción
jurídica y social de la etapa infantil.

1.3. La protección social se generaliza.

La aparición de la protección de la infancia de manera sistemática a partir


del siglo pasado y principios del actual en la mayoría de los países, hizo que se
configurara cono un sistema autónomo, con un marcado carácter benéfico-asistencial,
y en general con un cierto aislamiento respecto a lo que empezaba a configurarse
como sistema generalizado de protección social, es decir, la Seguridad Social.

El desarrollo tras la Segunda Guerra Mundial del modelo de Estado del


Bienestar en Europa occidental, permite establecer un proceso revisor de los sistemas
de Seguridad Social existentes y de manera especial su complementación a través de
unos servicios sociales de carácter comunitario y universal. Es el momento en que la
protección a la infancia se incorpora a estos nuevos modelos de actuación quedando
integrada de manera homogénea en los sistemas de protección generalizados.

En todo caso nuestro país queda, por sus peculiares condiciones


políticas, al margen de esa evolución y prolonga la vigencia del anterior modelo
prácticamente hasta la reforma postconstitucional del Sistema de Protección de
Menores en 1.987

La acción de protección encierra un doble componente, de acción social


y de intervención jurídica, que genera una tensión permanente en cuanto a la
determinación de la verdadera naturaleza de la actividad protectora, con las
importantes consecuencias que ello conlleva.

Una de las primeras expresiones de esa tensión es sin duda ninguna el


papel que en esa acción protectora deben desarrollar los jueces frente a las
Administraciones Públicas, y dicha tensión se resuelve, casi siempre con dificultades,
con formulas diferentes de asignación de responsabilidades entre los operadores
jurídicos y sociales.

El mayor o menor énfasis a la hora de valorar la intervención del aparato


jurídico y la exigencia de responsabilidades judicialmente ó el entendimiento de la
intervención protectora con un marcado acento terapéutico, establece una sustancial
diferencia que exige generar un clima de confianza que facilite la colaboración de los
diferentes grupos que intervienen en la acción de protección.

Fruto de esa misma tensión nacen, como paliativo, las pasarelas, o puentes de
comunicación entre el procedimiento jurídico de exigencia de responsabilidades y los
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 107

procedimientos, también jurídicos, pero en algunos casos no judiciales sino


administrativos, de intervención protectora.

1.3.1. Bienestar-Justicia

De todo lo apuntado queda un claro debate abierto entre dos


concepciones, que llevadas a sus extremos, pueden ser antagónicas pero que en la
práctica de la actuación cotidiana están llamadas a convivir y complementarse, una
visión propicia a la intervención jurídica, que antepone la responsabilidad a otras
consideraciones y otra que autolimita la intervención al apoyo psico-social.

Jean Zermatten, Juez de Menores de Sión (Suiza) que fue Presidente de


la Asociación Internacional de Magistrados de la Juventud y la Familia, presentó una
ponencia en un Seminario sobre ¿Qué lugar ocupa el niño en nuestros Sistemas
Judiciales? celebrado por dicha Asociación en San Lorenzo del Escorial en marzo de
1.993, en la que abordaba de una manera directa esa contradicción entre lo que el
llamaba sistema de protección y sistema de justicia, preguntándose cuál de los dos
debía ser determinante a la hora de configurar el sistema del futuro.

Partía de un rechazo de ambos modelos a los que caracterizaba así:

Sistema de protección:

a) Parte de la consideración del menor como una víctima, lo cual es un mito.

b) El limite de separación entre acto infractor y situación de peligrosidad es muy


borroso, lo que permite una capacidad de intervención excesivamente amplia a las
autoridades.

c) Los criterios de aplicación de medidas son muy subjetivos, muy abstractos,


facilitando la discrecionalidad del Juez, lo que no es satisfactorio.

d) Las nociones de cuidado y tratamiento dejan planear una gran incertidumbre sobre
la clase y duración de las medidas protectoras.

El modelo de protección, dice Zermatten, peca de excesiva generosidad


y lleva la marca de los espíritus bienintencionados que estuvieron en el origen de los
Sistemas de Protección de menores. Basándose en la defensa del interés del menor
se abre la puerta a abusos importantes por rechazar criterios objetivos.

Sistema de justicia:

a) Resulta poco sostenible declarar al niño libre de elegir su destino, de gobernar su


existencia y de poder efectuar elecciones que tomen en consideración intereses
legítimos de otros e intereses necesarios de la vida en comunidad. El menor debe
aprender esta libertad, no la recibe por el hecho de nacer.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 108

b) La libertad que el menor va a adquirir es progresiva y pasa por dos planos: sus
responsabilidad no puede ser plena y debe estar en función de su evolución, y la
sanción nunca puede ser la única respuesta a sus actos.

c) La dependencia del menor de su medio impone la necesidad de un mínimo de


protección.

d) El reconocimiento de la identidad jurídica del menor de edad conduce a reforzar sus


derechos formales, pero contribuye a vaciar la Jurisdicción de su especificidad.

e) Existen serias dudas sobre los objetivos perseguidos por el modelo de justicia:
prevención general y retribución.

El modelo de justicia concluye el Magistrado, es muy rígido y parte de un


postulado incorrecto: los niños no son adultos responsables, pero lo pueden llegar a
ser. Ello manifiesta tendencias muy peligrosas de penalización completa de la
intervención, y un riesgo, que partiendo de la responsabilidad no se traten más que los
síntomas.

J. Roberts trabajadora social escocesa, señala como en los casos de


maltrato infantil el choque entre los principios de bienestar y justicia pueden llevarnos a
posibles consecuencias negativas. El sistema de bienestar se fundamenta en la
defensa del interés del menor, el de Justicia en la primacía de la ley como expresión de
la voluntad y del interés colectivo.

El reto de futuro, para los actuales Sistemas de Protección de menores


de los países desarrollados, es sin duda avanzar en la construcción de un Sistema de
Protección Jurídico-social de la infancia capaz de salvar tales contradicciones de modo
que garantías procedimentales e interés de los menores no se planteen como
opuestos, y la aplicación de la justicia sirva para aumentar el bienestar infantil.

1.4. La naturaleza de la intervención

En adelante, cualquier acción legislativa en materia de atención y


protección de la infancia, tiene que estar fundamentada en los elementos siguientes:

1. En primer lugar un entendimiento actualizado de la función de los


padres respecto de los hijos. Ya no caben los poderes absolutos ni en la privacidad de
la familia.

2. La patria potestad entendida como asistencia de todo orden (Artículo


39 Constitución Española) y ejercida en forma compartida por el padre y la madre.

3. El interés público en el buen ejercicio de las funciones de asistencia a


los hijos y el carácter subsidiario de la intervención de la Administración pública.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 109

4. La prevalencia del interés del menor de edad frente a cualquier otro


legítimo equivalente concurrente.

5. El reconocimiento de los derechos de los que el menor como titular


tiene un ejercicio exclusivo por su carácter personalísimo.

6. El entendimiento del menor de edad como persona con la plena


dignidad que su condición le otorga y el reconocimiento que el ordenamiento jurídico le
debe. No en función del hombre o mujer que será mañana sino en su propia condición
de persona menor de edad.

7. Concepción globalizada de la persona menor de edad como titular del


derecho a que le sean satisfechas sus necesidades subjetivas.

8. Reconocimiento de la persona menor de edad como sujeto activo de la


acción protectora, en tanto que titular del derecho subjetivo a ser protegido y
determinación de la defensa de sus derechos como el objeto de aquella acción.

9. Nueva visualización de la familia como marco de relaciones estables


entre sus miembros, nacidas del afecto y la mutua voluntad de convivir y no solo del
reconocimiento institucional,

10. Nueva percepción de los núcleos de convivencia familiar como


núcleos de aprendizaje de la convivencia social, y por ello de modos de relación
solidarios, igualitarios y democráticos entre sus miembros.

Este conjunto de aseveraciones tiene que dar sentido y razón a los actos
normativos que pretendan promulgarse por los legisladores, así como a las propias
acciones de intervención socio-familiar de carácter protector que se planteen llevar a
cabo los poderes públicos. De no ser así se realizará una labor calificable, cuando
menos, de incompleta, dependiendo del contenido de la norma, del funcionamiento del
Sistema y de su naturaleza real, las consideraciones concretas que pueda merecer.

2. EL SISTEMA ESPAÑOL DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA

2.1. Antecedentes

La preocupación por la infancia estaba presente en nuestra legislación


desde antiguos tiempos y ya el Fuero Juzgo, como señala Mendizábal Oses en su
Derecho de Menores, contiene prescripciones encaminadas a proteger a los menores.

Se deben recordar dos instituciones tradicionalmente citadas como


antecedentes remotos de la Protección de Menores actual, el Padre de Huérfanos,
instituido por Pedro IV de Aragón, en la ciudad de Valencia en el siglo XIV, perviviendo
hasta finales del XVIII; y los Toribios, Hogar de acogida de menores creado en Sevilla
por Toribio de Velasco en el siglo XVIII. A ellas se refiere G. M. Ybarra, primer
presidente del Tribunal de Menores de Bilbao en sus Temas de Formación del Centro
de Estudios de Amurrio,
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 110

En el siglo XIX, se manifiesta con gran intensidad una especial


preocupación por la infancia, si bien referida, principalmente, a la explotación laboral,
como consecuencia de la presión que el incipiente movimiento obrero lograba ejercer
en relación con las condiciones dramáticas en que muchos pequeños eran obligados a
trabajar en fábricas y minas, lo que produjo que las primeras leyes protectoras tuvieran
marcado carácter de protección laboral, como la Ley Benot de 1873, que prohibía el
trabajo de los menores de 10 años.

No obstante algunos años antes, en 1849, la Ley General de


Beneficencia, había organizado la acción caritativa pública, dentro de la cual los
menores abandonados y huérfanos eran objeto de atención de los Poderes públicos.
Posteriormente en la Legislación sobre régimen local de 1.903 se ratificó la obligación
de las Diputaciones Provinciales de subvenir a sus necesidades mediante el
mantenimiento de la Inclusa y el Orfanato provinciales.

Por aquellas fechas se inicia también la actividad de los Patronatos,


como instituciones mixtas o transitorias entre los modos tradicionales y los nuevos que
iban a nacer con el fin de siglo. Como ejemplo significativo podemos citar el Patronato
de Menores Abandonados y Presos creado por Ramón Albó en Barcelona

Por otra parte, la influencia doctrinal de la Iglesia Católica se dejó sentir


en la legislación española de finales del siglo XIX y principios del XX, lo que dió cierto
tinte paternalista a nuestra normativa de protección a la infancia.

En lugar de incorporar la protección de los menores abandonados o


maltratados a la legislación general, la visión "misericordiosa" hizo que la regulación del
amparo "al desvalido sin familia o que la tiene incapaz o indigna" fuera objeto de una
legislación especial que distinguía tales situaciones de las reguladas con carácter
general por el Derecho de Familia en el Código Civil. No se consideraban normas
propias para su aplicación a la familia tipo de aquella sociedad, sino a sectores
marginales, a los que tampoco parecía haber un gran interés en integrar.

Nacen así, con el siglo XX, las primeras normas especificas de protección
de menores: la Ley de 23 de julio de 1.903 relativa al abandono, mendicidad y
vagancia de los niños, la Ley de 12 de agosto de 1904 de Protección de la Infancia
promovida por el médico Manuel Tolosa Latour, cuyo Reglamento vio la luz en 1.908,
las Leyes de Tribunales Tutelares de Menores de agosto y noviembre de 1.918
promovidas por Montero Ríos y su Reglamento de 1.919.

Dicha legislación sufrió numerosas modificaciones tanto en tiempos de la


II República como por el régimen surgido de la guerra civil, lo que propicio que se
preparara una refundición de toda la normativa vigente que clarificara y sistematizara
las reglas que mantenían su eficacia en esta materia.

Nace de ese modo el antecedente más inmediato de la regulación actual,


formado por el Decreto de 11 de junio de 1.948 que aprueba el texto refundido de la
Ley de Tribunales Tutelares de Menores y el Decreto de 2 de julio de 1948, en el que
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 111

se refundía la legislación de Protección de Menores existente, recreándose la Obra de


Protección de Menores como Organismo autónomo de la Administración del Estado y
dependiente del Ministerio de Justicia

En dichos textos al espíritu paternalista y pietista que impregnaba la


anterior normativa, se sumó el carácter reaccionario que inspiraba el régimen político
de la época. El menor era el objeto de la protección, ello daba una finalidad
meramente reparadora a la posible intervención, que se limitaba a separar al niño del
medio habitual, pero sin plantear ninguna estrategia rehabilitadora de la convivencia
familiar.

José Manuel Villanueva caracterizaba la actuación de los órganos


protectores de la siguiente manera:

 Divergencia que con respecto a nociones básicas de la acción protectora se da con


excesiva frecuencia entre órganos judiciales y socio-educativos.

 Se interviene en los casos con independencia de la cualificación profesional,


 Privacidad y oscuridad de mecanismos empleados.
 Criterios simplistas en procesos de acogimiento y adopción.
 Acumulación de funciones jurisdiccionales y asistenciales en un mismo
organismo administrativo.

 Organización fuertemente centralista.


 Modelo relacional interdisciplinario de jerarquía orgánica.
 Indefensión del menor frente a la decisión judicial.
 Doble juego de papeles del Juez: juzgador y defensor
 Monolitismo interpretativo del menor y sus necesidades.
 Paralización y esclerotización del derecho protector.
 Aislamiento
 Institucionalización total, estigmatizadora, masificada y excluyente.
 Modelo autárquico
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 112

 Con un carácter complementario pero incidiendo de forma más exclusiva en la


perspectiva de la intervención, aporta el pedagogo Juan Carlos Mato los siguientes
elementos:

 Internamiento masivo de niños.


 Atención masificada e indiferenciada
 Escasez de sensores sociales e institucionales del maltrato infantil.
 Atención aislada del contexto social y familiar.
2.2 Fundamentación legal del sistema.

El marco normativo general para la protección de los menores en España


está constituido actualmente por el texto constitucional y las normas contenidas en el
Código Civil, sin perjuicio de la protección penal, que reprime determinadas conductas
de los adultos, agresivas respecto a los derechos o personas de los menores de edad.

NORMATIVA ESTATAL DEL SISTEMA DE PROTECCIÓN DE MENORES

2.2.1. La Constitución

La Constitución de 1978 ha abierto la puerta de nuestro derecho positivo


a un tratamiento moderno y normalizador de la protección de los menores de edad. En
su artículo 39 regula la protección debida a los hijos en particular y a los niños en
general.

Del mencionado artículo se desprenden alguna consecuencias de gran


importancia para el posterior desarrollo legislativo. Son destacables: el principio de
igualdad entre sí y de trato de los hijos, la reconversión del concepto convencional de
la patria potestad como autoridad, con la introducción del término "asistencia", y la
universalización y normalización de la protección debida a los niños conforme a lo
previsto en los acuerdos internacionales que velan por sus derechos.

El texto Constitucional ha sido favorablemente acogido por todos los


sectores doctrinales y profesionales, Ruiz Vadillo ha valorado positivamente tres
elementos:
1º El establecimiento de una asistencia global, espiritual y materia,
genérica.

2º Que esa asistencia debe prestarse por ser padre o madre, que es lo
definitivamente importante, no por ser titular de la patria potestad que es lo accesorio.

3º Es aplicable a todos los hijos, cualquiera que sea su origen y


naturaleza.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 113

Por su parte, Rico Pérez recuerda como el apartado 4º del artículo


constitucional, que hace referencia a que los niños gozarán de la protección prevista en
los acuerdos internacionales que velan por sus derechos fue finalmente incluido
gracias a la presión ejercida por Unicef y otras entidades, criticando el uso de la
expresión niños en lugar de la más genérica de infancia.

El Código Civil ha resultado afectado por esta orientación constitucional.


Con la reforma del mismo efectuada en 1987, a la vez que se culmina la revisión
postconstitucional del derecho de familia, se propicia la transformación de las
estructuras de protección de la infancia en nuestro país.

2.2.2. La Ley 21/1987, de 11 de noviembre.

La norma que vino a desarrollar las bases del texto constitucional y a


establecer los ejes del sistema actual, fue la Ley 21/87, de 11 de noviembre, por la que
se modificó el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil, incorpora la protección de
menores al Código Civil. Este es uno de los aportes más fundamentales que hace.

Anteriormente, el Sistema se fundamentaba en la especialización, la


protección de menores no formaba parte del derecho civil, y por ello tampoco del
derecho de familia. Había una legislación especial, fruto también de aquella ideología a
la que nos hemos referido.

La Ley sustituye el concepto de abandono por el concepto mucho más


amplio, mucho más completo, de desamparo. Se crea la tutela por ministerio de la Ley.
Se incorpora la figura del acogimiento, entrando como nueva institución jurídica en el
Código y se regula todo un régimen nuevo de adopción.

Se establece la supervisión de toda la actuación de la Administración


Pública por parte del Ministerio Fiscal, el cual se configura como eje vertebrador de la
protección socio-jurídica de los menores de edad, en todas sus vertientes.

Por último, todas las decisiones que toma la Administración Pública en el


ejercicio de sus competencias protectoras de menores de edad, pueden ser revisadas
por los Tribunales de Justicia ordinarios. Desaparece la función civil o protectora de los
Tribunales de Menores, transformados ya en Juzgados, que se especializan a partir de
la nueva situación creada por esta Ley en las facultades de reforma o aspectos
penales o disciplinares de la protección de menores.

Tres efectos fundamentales deben destacarse de lo que ha supuesto la


Ley 21/87 en el sistema de protección de menores en España.

La mal llamada desjudicialización, de la que se ha hablado con gran


prevención, por considerar que se estaba hurtando a la natural fiscalización judicial la
toma de decisiones en beneficio de la Administración. Sin embargo, debemos
destacar que los Tribunales Tutelares de Menores, que eran los órganos que
adoptaban, hasta 1987, esas decisiones, no formaban parte de la Administración de
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 114

Justicia, sus titulares no eran jueces de carrera, eran, eso sí, licenciados en Derecho
designados por el Ministerio de Justicia. Pero no eran jueces profesionales, no
formaban parte de la carrera judicial. Aunque eso comenzó a cambiar a finales de la
década de los 70, el proceso fue lento y parcial.

El nuevo sistema establece una primera intervención y toma de


decisiones por parte de la Administración (Comunidades Autónomas) pudiendo ser
revisadas todas sus actuaciones por el Juzgado de Primera Instancia competente
territorialmente. Con tal sistema parece poderse concluir que la pretendida
desjudicialización es cuando menos relativa, si es que podemos seguir hablando de
ella.

La Ley 21/87 al establecer el control del Poder Judicial sobre los actos de
la Administración, esta judicializando en rigor, por primera vez está interviniendo el
Poder Judicial con todas sus consecuencias y, además, está participando en funciones
de supervisión y control de la acción tutelar el Ministerio Fiscal.

Se produce una descentralización, esta sí que es manifiesta, ya que


anteriormente era el Ministerio de Justicia a través de un organismo autónomo quien
desarrollaba toda esta actuación en el conjunto del territorio.

Estas competencias se transfieren a cada Comunidad Autónoma lo que


les permite agruparlas junto con el resto de las políticas sociales que le han sido
transferidas por el Estado. Con ello el tercero de los efectos que habíamos señalado,
la incorporación de la protección de menores a la política general de servicios sociales
que desarrolla cada Comunidad Autónoma al ser competencia exclusiva de estas
Administraciones, según mandato constitucional.

Dos principios orientadores fundamentales inspiran la Ley 21/87, la


integración familiar, y el beneficio del menor, así lo señala la propia exposición de
motivos.
Se debe introducir un nuevo elemento, el interés del menor a partir de la
Ley 21/87 cobra relevancia como nuevo valor de interés público. En consecuencia se
reconoce que los poderes públicos, tienen una obligación, una responsabilidad frente al
menor, que es garantizar que su interés en todo momento sea prevalente, como dice la
propia Ley, sobre cualquier otro legítimo concurrente y equivalente.

Por ello se crea la tutela por ministerio de Ley para velar por el interés y
cuidado del menor en todo momento. También se limita la posibilidad de promover
adopciones a las personas privadas, salvo en unos supuestos excepcionales que
recoge la propia Ley, y a de ser, la administración protectora quien haga al Juez
competente la propuesta de adopción del menor. Por último, la Administración Pública,
debe intervenir en todo proceso de acogimiento.

A partir de este mismo escenario, queda claro que el espíritu de la Ley ha


cambiado en algo fundamental,. el carácter asistencialista que tenía la legislación
anterior, aquí, se pierde. El artículo 172 del Código Civil, en su nueva redacción, señala
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 115

expresamente que la primera finalidad del órgano tutor de la Comunidad Autónoma,


es procurar la reincorporación del menor a su familia de origen.

Con esa frase tan simple se ha querido promover un cambio radical en


toda la política de atención al menor, en las técnicas y estrategias de protección que en
nuestro país se venían desarrollando.

Ya no se trata de prevenir el riesgo o de separar de la situación difícil en


la que pudiera encontrarse a la persona menor de edad, sino de que reparado el daño
que haya podido sufrir, se le busque una alternativa de vida, en primer lugar con su
propia familia, y sino a través del acogimiento o la adopción.

Este nuevo planteamiento ha obligado a afrontar la necesidad de trabajar


con las familias, cosa que hasta el momento de entrada en vigor de la Ley en el año
87, no era habitual.

Esto ha provocado la aparición de recursos nuevos en nuestra red de


atención que vienen a abrir esa posibilidad de rehabilitación que anteriormente no
existía.

2.2.3. La Convención de Derechos del Niño de 1989

Un nuevo paso verdaderamente importante en materia de


reconocimiento de derechos públicos y de protección de los menores, se da en 1989
con la aprobación de la Convención de Derechos de la Infancia en la Asamblea
General de Naciones Unidas

La Convención, conforme es ratificada por cada uno de los países que lo


hace, pasa a integrarse en su Derecho interno con rango equivalente al de una Ley
aprobada por su propio Parlamento. Lo cual quiere decir que obliga a cuantos en él
viven y a las autoridades del país, que no sólo tienen que cumplirla, sino también la
obligación de hacerla cumplir.

La Convención es el elemento que faltaba para el reconocimiento de la


personalidad jurídica plena de la infancia, en tanto que inicia el reconocimiento del
derecho a la participación política y social de los menores de edad. No desaparece la
distinción entre mayores y menores, los menores siguen teniendo derecho a una
especial protección, y por ello tienen algunas restricciones en sus posibilidades de
actuación que deben salvar con el concurso de un mayor de edad (padre, madre, o
tutor), pero eso no impide que se les reconozca "su capacidad", para el desarrollo de
papeles o funciones sociales.

Esta evolución jurídica del reconocimiento de las condiciones de vida de


los menores y de su status social, ha tenido su paralelismo en el campo de las ciencias
de la conducta humana, la pedagogía, la psicología, la sociología, etc., nos han
permitido aproximarnos a una visión de los niños y de las niñas que nos facilitan verlos
como tales, con todas sus realidades y potencias, con todos sus valores y limitaciones,
como seres de hoy y no de futuro, como personas, en fin, que por la especial condición
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 116

evolutiva en que se encuentra el desarrollo de su personalidad, requieren un trato


diferenciado respecto de los adultos, pero no por ello limitativo de sus capacidades.

Hacer un análisis de la Convención excede las posibilidades de este


texto, en todo caso cabe señalar la importancia de su mera existencia, de su contenido,
aunque como instrumento jurídico internacional haya merecido alguna criticas
doctrinales.

La Convención recoge todo un catálogo de derecho y facultades, así


como garantías para su efectividad. Destacamos a continuación los más significativos
con relación a las condiciones de vida y atención.

RELACIÓN DE DERECHOS
CONTENIDOS EN LA CONVENCIÓN
DERECHOS COMPRENDE ARTICULO

A LA VIDA 6

A LA IDENTIDAD 7y8
 inscripción inmediata 7,1
 a un nombre 7.1
 a una nacionalidad 7.1
 conocer a sus padres y 7.1
ser cuidado por ellos
A LA INTEGRACIÓN FAMILIAR 9 y 10
 no ser separado de los 9.1
padres contra su voluntad
salvo interés del niño.
 participación en la toma 9.2
de decisiones en caso de
separación.
 relación con los padres. 9.3 y 10.2
 información sobre la
situación de familiares 9.4
separados.
 reunificación familiar 10.1
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 117

DE OPINIÓN 12
 expresar su opinión 12.1
libremente en cuantos
asuntos le afecten

A LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN 13
 libertad de difundir 13.1
informaciones e ideas de
todo tipo y por cualquier
medio
DE ACCESO A LA INFORMACIÓN 13 Y 17
 libertad de buscar y 13.1
recibir informaciones e ideas
de todo tipo y por cualquier
medio
 acceso a información de 17
diversas fuentes
DE PENSAMIENTO  14
 libertad de pensamiento, 14.1
conciencia y religión.
DE ASOCIACIÓN Y REUNIÓN  15
 libre asociación 15.1
 libertad de celebrar 15.1
reuniones pacíficas
A LA INTIMIDAD  16
 no injerencias arbitrarias 16.1
ilegales en su vida privada
 ni en su familia
 ni en su domicilio
 ni en su correspondencia
 ni ataques ilegales a su
honra y reputación.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 118

DE PROTECCIÓN Y CUIDADO 9,14,18,19,


20, 32 a 37
 en caso de maltrato o 9.1 y 19.1 y
descuido de sus padres. 20.1
 de asistencia a los 14.2, 18.2 y
padres para el buen 27.2
desempeño de sus
funciones.
 contra la explotación 32.1
económica y el trabajo peli-
groso o inadecuado.
 uso de estupefacientes y
explotación en su produc- 33.1
ción o tráfico.
 contra toda forma de 34.1
explotación o abuso sexual.
 contra toda explotación 36
perjudicial .
 para no ser sometido a 37.a)
tortura o pena de muerte
 para no ser privado 37.b)
ilegalmente de libertad
A LA SALUD 24 y 25
 al disfrute del más alto 24.1
nivel posible de salud y a los
servicios para el tratamiento
de las enfermedades y la
rehabilitación
 derecho a exámenes 25
periódicos del tratamiento
aplicado en caso de
internamiento
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 119

A BENEFICIARSE DE LA 26
SEGURIDAD SOCIAL
A UN NIVEL DE VIDA 27
ADECUADO
A LA EDUCACIÓN 28

A LA PROPIA CULTURA, 30 y 31
RELIGIÓN E IDIOMA MINORI-
TARIO O INDÍGENA
AL OCIO Y LA CULTURA 31
 al descanso y el esparci- 31.1
miento, al juego y las activi-
dades recreativas.
 a participar libremente 31.1
en la vida cultural y las artes
AL DERECHO INTERNACIONAL 38
HUMANITARIO  para el respeto de las 38.1
normas que afecten a niños.
 a no tomar directamente 38.2
parte en hostilidades.
A GARANTÍAS PENALES 40
 a recibir un trato digno 40.1
 al respeto de las 40.2
garantías procesales y de la
presunción de inocencia.

La Convención genera la necesidad de que algunos de sus preceptos,


que son meros reconocimiento de derechos de los menores, sean desarrollados por la
legislación nacional, a fin de darles efectividad mediante los mecanismos y
procedimientos adecuados para poderlos ejecutar y garantizar

2.2.4. Legislación Autonómica

Las Administraciones de las diferentes Comunidades Autónomas han


autorregulado la organización de estas competencias por lo que existen notables
diferencias entre algunas de ellas.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 120

Tras el proceso de transferencia de competencias en materia de


protección de menores de la Administración Central del Estado a las Comunidades
Autónomas, únicamente Cataluña se decidió a legislar en la materia. La Ley 11/1985,
de 13 de julio, de protección de menores, marcaba de esta manera un hito y sentaba
un precedente.

El Gobierno de Cataluña iniciaba con esta Ley un proceso de


diferenciación en el ejercicio de estas competencias, que ya había tenido algunas otras
manifestaciones (residencia de las mismas en la Consejería de Justicia, Dirección
General específica etc.) y que las tendría más acusadamente en el futuro.

Uno de los elementos más importantes en ese sentido es la existencia de


un Derecho civil catalán que permite una importante autonomía legislativa, no ya en el
campo puramente administrativo del ejercicio de la competencia descentralizada, y su
organización (como en todas las demás Comunidades), sino que en este caso la
diferencia va a procurar marcarse desde la propia normativa sustantiva de la acción
protectora, desde el Derecho de Familia y en general el Derecho civil especial catalán.

La explicación es simple, no se considera, de inicio, integrada la


protección de menores en el ámbito del Derecho civil catalán, pero a partir del hecho
de incluir la regulación de la protección en el Código civil para el Derecho común en
1.987, y dada la fase expansiva del Derecho civil catalán, que se inaugura, o mejor se
incrementa, con su desarrollo postconstitucional, se vislumbra un proceso de
convergencia cuyo final está anunciado.

A raíz de la publicación de la Ley 21/1987, de 11 de noviembre, que


determinó el cambio del Sistema público de Protección de menores, se creó la
necesidad en casi todas las Comunidades, de establecer normativa reguladora del
ejercicio de las competencias que se recibían, ahora ya como propias, al haber sido
definidas como exclusivas, en las disposiciones referentes a la materia en el Bloque
Constitucional, y haberse efectuado la transferencia en la mayor parte de ellas.

La modificación del Código Civil de 11 de noviembre de 1.987 supuso


una auténtica renovación del Sistema de Protección de menores. Sus disposiciones
imponen a las Comunidades Autónomas la necesidad de establecer normas
regulando los procedimientos que van a seguirse en cada caso y la organización de los
servicios para el ejercicio de las nuevas competencias.

Muchas salieron del paso, con normativa reglamentaria, solo Aragón


publico una Ley nueva, la Ley 10/1.989, de 14 de diciembre, de protección de
menores.

Cataluña hizo una modificación de su Ley de 1.985 a efectos de


reasignación de competencias administrativas, pero sin relación alguna con los temas
de que venimos hablando, haciéndose ajustes provisionales de su normativa a la
nueva legislación estatal por vía reglamentaria.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 121

Dos años después publica la Ley 37/1991, de 30 de diciembre, de


protección de menores desamparados y de la adopción, la cual, continuando el
proceso anteriormente señalado, incluye en la Compilación del Derecho Civil de
Cataluña un texto que determina la aplicación en esta materia de la Ley especial
catalana con exclusión del Código civil que queda únicamente como derecho supletorio
(artículo 6).

En 1.989, se había aprobado por la Asamblea General de Naciones


Unidas, como ya se ha dicho, la Convención de Derechos del Niño, ratificada al año
siguiente por el Parlamento Español. Este hecho, hizo pensar que pronto habría una
Ley del Estado reguladora de los derechos del niño, concretando las condiciones de
aplicabilidad de la Convención en nuestro país, así como las garantías para el ejercicio
de los derechos reconocidos a los menores.

La Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del


Menor, vendría más adelante precisamente a cumplir esa función.

Tras la reforma del 87 las Comunidades Autónomas han asumido el


papel central en esta materia, por lo que también les corresponde legislar en el ámbito
de sus competencias el desarrollo último que dé eficacia practica a la legislación
estatal, al Código Civil y también a la nueva Convención

Para ello se inician procesos de elaboración de nuevas leyes en


Valencia, Extremadura, Madrid, Asturias, Andalucía, Cataluña, Murcia, y Baleares,

En la mayor parte de las Comunidades, también en las que no se cita, se


ha estado trabajando desde el año 1.987 con normativa reglamentaria, salvo en
Cataluña y Aragón, que como se dijo, ya habían elaborado Leyes.

La Ley estatal pese a ser reiteradamente anunciada no acababa de ver la


luz. Algunas Comunidades Autónomas, sintieron la necesidad de dictar sus propias
Leyes sin esperar a la del Estado, como habría sido lo deseable para un desarrollo
sistemático y coherente.

Desde el 10 de noviembre de 1.994, hasta el 27 de julio de 1.995, en


ocho meses, se publican siete Leyes de otras tantas Comunidades Autónomas.

El anuncio de la remisión a las Cortes del proyecto de Ley de Protección


Jurídica del Menor, sorprende a algunas Comunidades con su propio proyecto de Ley
en trámite parlamentario, por lo que ya no pudieron sino ultimar dicha tramitación.
Hecho por otra parte urgente dada la proximidad del fin de la Legislatura. Otras tenían
los trabajos más atrasados y pudieron frenar la elaboración de los anteproyectos, a fin
de dar tiempo a que se publicara previamente la Ley estatal.

Con posterioridad a la publicación de la Ley de Protección Jurídica del


Menor en 1996 se produce una nueva oleada de elaboración de leyes por los
Parlamentos autonómicos de la que nacen otras 7 Leyes.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 122

Recientemente se ha iniciado por Aragón un nuevo ciclo de elaboración


normativa sustituyendo una ley anterior, siguiendo el camino ya recorrido en sucesivas
ocasiones por Cataluña, comunidad que ha demostrado ser la de mayor fecundidad
legislativa en esta materia.

Como resultado de esa acción normativa generalizada tenemos el


vigente mosaico legislativo que constituye el armazón sobre el que se construye el
Sistema Público de Protección a las Infancia y del que se da cuenta en el siguiente
cuadro:

CONSTITUCIÓN 1978
CÓDIGO CIVIL redacción según reformas de 1987 y 1996
LEY 21/1987, DE ADOPCIÓN de 11 de noviembre
CONVENCIÓN DE DERECHOS DEL NIÑO 1.989
LEY ORGÁNICA 1/1996, DE PROTECCIÓN JURÍDICA DEL MENOR
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 123

LEGISLACIÓN AUTONÓMICA VIGENTE EN MATERIA DE PROTECCIÓN A LA


INFANCIA A FECHA 30-05-2002

AÑO C.C. A.A. FECHA NOMBRE

1985 CATALUÑA 13-07 PROTECCIÓN DE MENORES


1988 CATALUÑA 21-11 MODIFICA LA LEY DE 1985
1989 ARAGÓN 14-12 PROTECCIÓN DE MENORES
1991 CATALUÑA 30-12 PROTECCIÓN DE MENORES DESAMPARADOS
Y DE LA ADOPCIÓN
1994 EXTREMADURA 10-11 PROTECCIÓN Y ATENCIÓN DE MENORES
1994 VALENCIA 05-12 DE LA INFANCIA
1995 ASTURIAS 27-01 PROTECCIÓN DEL MENOR
1995 BALEARES 21-03 DE APLICACIÓN DE MEDIDAS JUDICIALES
SOBRE MENORES INFRACTORES
1995 BALEARES 21-03 GUARDA Y PROTECCIÓN DE LOS MENORES
DESAMPARADOS
1995 MURCIA 21-03 DE LA INFANCIA
1995 MADRID 28-03 GARANTÍAS DE LOS DERECHOS DE LA
INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA
1995 CATALUÑA 27-O7 ATENCIÓN Y PROTECCIÓN DE LOS NIÑOS Y
LOS ADOLESCENTES
1997 CANARIAS 07-02 ATENCIÓN INTEGRAL A LOS MENORES
1997 GALICIA 09-07 DE LA FAMILIA LA INFANCIA Y LA
ADOLESCENCIA
1998 LA RIOJA 18-03 DEL MENOR
1998 ANDALUCÍA 20-04 DE LOS DERECHOS Y LA ATENCIÓN AL MENOR
1998 CATALUÑA 15-07 CÓDIGO DE FAMILIA
1999 CASTILLA-LA M. 31-03 DEL MENOR
1999 CANTABRIA 28-04 PROTECCIÓN A LA INFANCIA Y A LA
ADOLESCENCIA
2001 ARAGÓN 02-07 ATENCIÓN A LA INFANCIA Y LA ADOLESCENCIA

Salvada la situación de Cataluña que ha acomodado la regulación de la


protección a la infancia en el marco del derecho civil catalán, y alguna otra excepción
(Navarra) con una aplicación limitada del derecho propio; las demás Comunidades
ejercen sus competencias en el ámbito administrativo y en desarrollo de las
competencias atribuidas por la Ley 21/1987 y ahora ratificadas por la Ley Orgánica
1/1996. La normativa sustantiva queda reservada a la regulación del Código civil.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 124

Es cierto que nos movemos en terreno confuso entre el Derecho


administrativo y el Derecho civil, ello facilita o al menos explica algunas de las
diferencias, especialmente de enfoque, que existen entre las diversas leyes que han
visto la luz. Diferencias no solo de contenido sino de planteamiento de la propia
acción normativa, del objeto de la norma y de su contenido material.

Diferentes criterios nos permiten una aproximación sistemática al


conjunto de cuerpos legales:

 El carácter uniprovincial o pluriprovincial de la Comunidad Autónoma determina en


gran medida criterios organizativos.
 El peso político de territorios históricos o la insularidad configuran los modos de
estructuración de competencias entre las diferentes Administraciones intra -
Comunidad.
 El momento de elaboración de cada norma.

El criterio más esencial en cuanto a diferenciación de productos


legislativos responde a la voluntad expresada del legislador en cuanto al objeto de la
norma. Una primera distinción cabe entre leyes referidas a medidas frente a
situaciones de conflicto social o las dirigidas a la protección jurídica y social del menor.

Dentro de estas últimas aún es posible diferenciar según se sitúe la


norma en la regulación estricta de las competencias de protección o afronte una visión
más amplia y ambiciosa de determinación de garantías de ejercicio de los derechos
reconocidos a la infancia.

Desde la visión que proporciona esta última distinción, las leyes


aprobadas se pueden dividir claramente grupos, uno casos en los que el contenido de
la Ley se ciñe a aspectos procedimentales y de estricta acción protectora, otro grupo
en que se procura establecer un marco mucho más general de garantías de los
derechos de la infancia y un último de carácter mixto.

A) Las Leyes de protección, son normas cuyo cometido esencial es


aplicar la Ley 21/1987 en el respectivo territorio, dando al mismo tiempo directrices y
pautas de funcionamiento a las Administraciones públicas de la respectiva
Comunidad. Principales muestras son las leyes de Aragón, Asturias, Baleares,
Cataluña (Ley 37/1991), y Extremadura.

B) Las Leyes de garantías de derechos, tiene por objetivo


fundamental establecer el marco legal que permita dar satisfacción a las necesidades
esenciales de los menores de edad en sus diferentes etapas evolutivas. Tiene las
limitaciones competenciales correspondientes y por eso no pueden llegar a instituirse
como unos Códigos de la Minoría de edad, pero pretenden dar una respuesta global a
las demandas de crianza, formación y socialización de niños y adolescentes, con todas
sus consecuencias. Ejemplos son las leyes de Cataluña (Ley 8/1995), y Madrid (Ley
6/1995, de Garantías de los Derechos de la Infancia y la Adolescencia). En esta
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 125

tendencia se puede enmarcar también la reciente Ley Aragonesa.

C) Hay un tercer grupo, que podemos denominar mixto o ecléctico, del


que forman parte entre otras las normas de Andalucía, Canarias, Cantabria, Galicia,
Murcia y La Rioja. Son en su mayoría normas posteriores a la Ley Orgánica que
aunque entran de manera muy detallada en la regulación de la intervención protectora,
incluyen el reconocimiento de algunos derechos y también una variable regulación de
garantías para su ejercicio. En todo caso son normas no homogéneas entre sí, que
reflejan el influjo, en distintos grados y sobre diferentes campos, de las elaboradas
anteriormente, por lo que se aprecian diferencias importantes entre ellas.

Finalmente cabe hacer una breve referencia a la Ley valenciana que


muestra una cierta originalidad. Se ha dicho que se trata de una ley sociológica, en
todo caso no es una norma al uso habitual y se parece más a un plan de intervención
que a una norma y en ese sentido se puede afirmar que es un documento más social
que jurídico.

En general las normas de las Comunidades Autónomas tienen vocación


complementaria y de desarrollo de la normativa estatal, salvado el caso de Cataluña en
la que la intención es claramente alternativa. Ello no ha impedido el que algunas Leyes
entren en terrenos aparentemente vedados, cual la determinación de supuestos de
desamparo, ya que tal hecho viene regulado en el Código civil y por lo tanto es de
competencia estatal su modificación.

La exposición de motivos de la Ley de Baleares reflexiona en el sentido


indicado, señalando que lo que se regula se hace en la vertiente administrativa o
pública, sobre el marco de derecho privado previamente establecido por la Ley estatal.
Ello es cierto con carácter general pero hay algunas excepciones que claramente lo
ponen en cuestión. Como ejemplo podemos indicar la evidente contradicción con el
derecho común de la propia ley balear que permite la suspensión del derecho de
visitas por decisión administrativa.

2.2.5. La Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor.

La Ley de protección jurídica del menor ha recibido por amplios sectores


sociales una cálida acogida, no ha sido tan clara la reacción de los sectores
profesionales, pues si las personas más directamente involucrados en la gestión de los
recursos protectores en términos generales la han alabado, sectores académicos y
doctrinales han mostrado mayores reticencias.

Las primeras críticas surgieron al hilo de la adopción de determinados


criterios metodológicos, como la utilización de una ley especial.

También se ha criticado el hecho de no recoger la totalidad de los


derechos reconocidos por la Convención a los menores lo que le da un carácter de
parcialidad en su contenido, por otra parte se ha dicho que la Ley no deja de ser una
operación de maquillaje en tanto que las modificaciones que se introducen no son tales
o no son jurídicas.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 126

Se ha argumentado por el Fiscal González Soler que esta Ley ha venido


a consumar la desmembración del sistema de protección infantil español en tantos
trozos como Comunidades Autónomas existen, personalmente creo que la
consumación de dicha desmembración, en el caso de que se admita su existencia, hay
que situarla en elementos normativos anteriores, y que frente a dicha realidad, que no
problema, esta norma ni aporta ni quita nada.

Quizá la crítica más severa la ha recibido en un trabajo del profesor de la


Universidad Autónoma de Madrid Liborio Hierro, elaborado cuando todavía se estaba
trabajando sobre el Proyecto de Ley.

Manifiesta el autor cuales deben ser los objetivos de la futura Ley y cita entre
otros:

1 Consolidar la situación jurídica del menor de edad como titular de derechos


fundamentales.

2 Desarrollar legalmente un nuevo esquema de relaciones paterno/materno-filiales


basado en un modelo familiar participativo y en el principio del interés superior del niño.

3 Distinguir edades en la configuración de las formas de ejercicio y disfrute de los


diferentes derechos, superando la dicotomía mayor-menor edad.

4 Corregir y completar el nuevo planteamiento de la tutela pública.

Aunque hasta bien entrado el año 1.993 se había estado trabajando en


un anteproyecto que respondía a tales objetivos, a la fecha de escribir el trabajo en
1.994, el texto subsistente había quedado reducido a los temas de protección y poco
más.

El profesor Hierro expresaba con cierta amargura como lo que se queda


por el camino no son los textos en si suprimidos, sino lo que representaban de nueva
perspectiva del ordenamiento jurídico, inspirado por la idea de que el niño es titular de
derechos.

Finalmente el texto de la Ley no fue objeto de tan tremenda reducción


como la que se planeaba cuando la critica del profesor Hierro, aunque no se han
cubierto más que uno y medio de los cuatro objetivos por él señalados. Eso nos
permite mantener, aunque en una versión algo reducida, la casi plena validez de su
critica.

Se puede concluir que la ley es de desigual calidad, en su primera parte


se limita a recoger algunos de los derechos reconocidos en la Convención del 89,
iniciando algún leve desarrollo, tarea por otro parte compleja en función del diverso
régimen jurídico que afecta a algunos derechos.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 127

En relación con las actuaciones protectoras encierra algunos


importantes aciertos que vienen a cubrir lagunas dejadas por la Ley del 87, por ejemplo
la regulación de la situación de riesgo, como paso previo a la situación consolidada de
desamparo procurando evitar una intervención mucho más radical, la nuevas
condiciones de realizar las notificaciones, la ampliación de la tipología del acogimiento,
la posibilidad de acordar el acogimiento provisional por la Entidad Pública etc.

3. EL MALTRATO EN LA LEGISLACIÓN

No podemos esperar del Derecho que sea quien elabore los conceptos
referidos a los fenómenos sociales. Incluso la expresión en términos jurídicos de las
realidades sociales, es decir, su plasmación en normas, no tendrá lugar nunca con
carácter previo a la constatación de dicha realidad, ya sea en un plano científico o
simplemente en el de la común consideración social general. Y ello es aún más de ese
modo si por Derecho entendemos o nos referimos al ordenamiento positivo, a las
normas. Entonces esa subordinación temporal o metodológica estará impuesta por la
naturaleza de la acción jurídica, y por el propio método de elaboración y aplicación de
las normas.

El Derecho, y especialmente el Derecho positivo, es un conjunto de


reglas dirigidas a ordenar y regular la vida social, a partir de la experiencia previa
(historia) de una Comunidad y del legislador, con la intención de prevenir, reducir y
solucionar, si es posible, los potenciales conflictos de intereses entre los miembros de
esa Comunidad.

El Derecho también crea realidades sociales a partir de las normas y


especialmente de las instituciones jurídicas, en el caso de fenómenos como el de la
familia y sus relaciones internas, la situación del Derecho es plural, compleja. El
Profesor Diez-Picazo la ha descrito como un esquema semejante al de dos círculos
secantes de modo que se configuran tres partes, la primera ajena al Derecho, la última
referida al Derecho en general y la parte común formada por el Derecho de familia.

Desde el ámbito social, relacional si se quiere, en todo caso metajurídico,


existen situaciones, hechos, que en tanto no adquieren reconocimiento público de su
existencia, no pueden ser objeto de la actividad del legislador. Cuando éste actúa,
puede hacerlo estableciendo una regulación interna del funcionamiento del núcleo
familiar (Derecho de familia) o puede incluso, a partir de la relevancia social que
determinados hechos familiares pueden encerrar, que afectan a criterios esenciales de
convivencia social, establecer reglas en otros ámbitos del Derecho y del ordenamiento
(Derecho Penal).

Esa dualidad plantea la posibilidad de utilizar dos caminos para la


reglamentación de las conductas provocadoras de maltrato. La sanción en el ámbito
penal buscando la reprensión del causante, y la protección en el ámbito civil
propiciando la ayuda y superación de la situación a la victima.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 128

3.1. La protección penal

Si la denuncia pública del maltrato a la infancia no se produjo hasta la


segunda mitad del presente siglo, pese a la mayor o menor certidumbre de su
existencia, la acogida de tales hechos, como concepto, en el ámbito legal, tenía que
ser necesariamente posterior.

Circunscrito el análisis del fenómeno a nuestro país, es notorio que aún


debemos de hablar de fechas más próximas. Pues el concepto de maltrato
propiamente no ha entrado en nuestro ordenamiento hasta fechas muy recientes.

Aunque la Legislación de Protección de Menores de 1.948 ya


contemplaba la posible intervención pública en caso de maltrato de los hijos por sus
padres, artículo 9, 3º A) de la Ley de Tribunales Tutelares de Menores, este concepto
quedaba incluido dentro del más amplio de incumplimiento de los deberes de
asistencia inherentes a la patria potestad, y se entendía referido casi con exclusividad a
las actividades de cuidado y crianza.

Por otra parte la protección penal quedaba enmarcada dentro de los tipos
comunes del delito y la falta de lesiones, sin existir tipificación específica referida a los
malos tratos a los hijos, ni al concepto más amplio de maltrato en el seno de la familia.
También existían previsiones respecto a abusos sexuales u otras formas de
explotación pero enmarcadas siempre en los conceptos generales de los respectivos
delitos y en todo caso con alguna especificación en cuanto a las penas aplicables.

La reforma parcial del Código Penal, llevada a término en 1989, responde


también a los rasgos de protección genérica contemplados por el Articulo 39 de la
Constitución, tipifica como delitos o faltas un amplio conjunto de conductas atentatorias
contra la integridad, la salud, la dignidad y el desarrollo de los menores, que intenta
ofrecer una cobertura suficiente para la protección de éstos y la represión de quienes
cometieran aquellos.

En relación con el ejercicio de violencia física contra menores, además de


la regulación general sobre el homicidio, y los tipos específicos ya existentes de
parricidio e infanticidio, se ha creado el tipo especial de malos tratos.

De igual manera se creo como nuevo tipo delictivo, el uso de menores


para mendigar.

El nuevo Código Penal aprobado por Ley Orgánica 10/1.995, de 23 de


noviembre tipifica en su artículo 153 el delito de malos tratos "El que habitualmente
ejerce violencia física sobre su cónyuge o persona a la que se halla ligado de forma
estable por análoga relación de afectividad, o sobre los hijos propios o del cónyuge o
conviviente, pupilos, ascendientes o incapaces que con él convivan o que se hallen
sujetos a la potestad, tutela, curatela o guarda de hecho de uno u otro, será
castigado...
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 129

Elemento clave para iniciar la clara diferenciación entre el ámbito


protector y las otras tareas asumidas por la Protección de Menores fue la descripción
del síndrome del niño maltratado. Realizada inicialmente por Tardieu, seguido de
Jhonson, ambos en 1868, no tuvo eco social trascendente hasta que mediado el siglo
XX se produjeron nuevas observaciones y publicaciones de Caffey, Silverman,
Woolley, Evans y sobre todo Kempe en 1.961. Fue la obra de este último pediatra la
que logro extender y consolidar la noción de maltrato infligido por los propios padres
como un factor importantísimo en las necesidades de atención sanitaria de los
menores. Ello vino a poner en cuestión los criterios habituales manejados sobre la
patria potestad y la capacidad de corrección de los padres sobre sus hijos.

El concepto de maltrato no ha quedado limitado a la inicial concepción del


síndrome, sino que actualmente encierra una diversidad de conductas activas y
pasivas, en todo caso perjudiciales para el menor que las padece.

Diversos autores establecen categorizaciones diversas con relación a las


diversas manifestaciones del maltrato, Enrique Gracia y Gonzalo Musitu recogen las
formas de maltrato definidas por el National Center on Child Abuse and Neglect
basándose en un importante estudio realizado en 1981. Nos pueden servir de pauta
para contrastar con los tipos que recoge el ordenamiento penal español.

a) Abuso Físico:

- Delito de Maltrato art. 153

- Delito de Lesiones art. 147 y ss.

- Falta de lesiones art. 617.2

b) Abuso sexual:

- Delito de abuso sexual art. 182.1

- Delito de exhibicionismo art. 185

- Delito de provocación art. 186

c) Abuso emocional:

- Delito de amenazas art. 169

- Delito de secuestro art. 163

d) Negligencia física:

- Delito de Abandono art. 229.2


La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 130

- Falta por denegación de auxilio Art. 618

- Delito de alteración de paternidad art. 220.

e) Negligencia educativa:

- Delito de incumplimiento de los deberes de asistencia art. 226

f) Negligencia afectiva:

- Delito de cesión para mendigar art. 232

- Delito de no impedir la prostitución art. 189

Pocos años después de la aprobación y entrada en vigor del Código penal se


pudo comprobar que la protección ofrecida no recogía de manera exhaustiva las
diferentes manifestaciones de agresiones de adultos a derechos de los menores, por
ello se han producido posteriormente sendas modificaciones.

La primera realizada a través de la Ley Orgánica 11/1999 de 30 de abril, está


centrada en materia de libertad e indemnidad sexual. Entre otras modificaciones
importantes esta ley se caracteriza por que:

 Endurece en general las penas por los delitos contra la libertad sexual
 Se abre la posibilidad de que los Tribunales españoles juzguen los delitos de
prostitución y corrupción de menores de edad cometidos por españoles o
extranjeros fuera del territorio español, matizándose la necesidad de que el
hecho fuere delito en el lugar de comisión.
 Se eleva a trece años la edad de la victima de abusos sexuales para que su
consentimiento sea irrelevante a efectos de la penalización de los hechos.

 Se introduce el delito de corrupción de menores.


 Se castiga de manera expresa la utilización de menores para la elaboración
de materiales pornográficos, así como producción, venta, distribución,
exhibición, e incluso tenencia con aquellos fines.
 Se amplía la figura del acoso sexual.
Posteriormente la Ley Orgánica 14/1999, de 9 de junio, introdujo algunas
modificaciones legales para mejorar la protección a las víctimas de malos tratos. Una
de las iniciativas de mayor interés de esta norma es la dirigida a evitar la doble
victimización que sufren lo largo del proceso judicial quienes han sufrido una agresión
de este tipo al verse obligadas a la confrontación con el agresor, estableciéndose
fórmulas que limitan tales encuentros.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 131

3.2. La protección civil

La modificación del Código Civil de 21 de noviembre de 1987 introdujo el


concepto de desamparo, en nuestra legislación civil, como elemento central para la
protección jurídica ante cualquier situación de maltrato y la generación de cuantas
consecuencias jurídicas y de hecho, tanto de carácter reparador, rehabilitador o
represor tuvieran que tener lugar.

Con anterioridad se encontraba ya regulada la posible suspensión ó


privación de la Patria potestad por el incumplimiento de sus deberes inherentes. Tanto
desde una perspectiva meramente civil, ó de derecho de familia, como desde la penal
por la comisión de delitos que hacían al autor indigno de ostentar dicha potestad.

El artículo 172 del Código civil establece el concepto de desamparo como


instrumento que permite englobar situaciones bien diferentes susceptibles todas ellas
de que le sea facilitado amparo al menor que las padece.

Se considera situación de desamparo la que se produce de hecho a


causa del incumplimiento, o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de
protección establecidos por las leyes para la guarda de los menores, cuando estos
queden privados de la necesaria asistencia moral o material.

El desamparo así enunciado por la Ley 21/1.987 vino a sustituir al


concepto de abandono de la legislación anterior.

El concepto tiene en opinión de Vargas Cabrera unos contornos de


notable amplitud, en los que caben supuestos caracterizados por la diversidad de las
circunstancias que determinan la estructuración de las causas que lo producen

El análisis del precepto nos permite especificar supuestos de hecho


incluidos en sus diversas modalidades que facilitan la identificación de conductas
especificas en el ámbito del maltrato:

a) Incumplimiento de los deberes de protección, supuesto en el que nos


aproximamos a la figura del abandono, el que no cumple, el que no está, o el que no
quiere estar. A los efectos de la apreciación de la situación de desamparo es
irrelevante pues lo que importa es el resultado " situación que se produce de hecho".

Como señala Manuel Feliu, la expresión "de hecho" tiene implicaciones


de diversa índole, por un lado neos lleva a atender a datos puramente externos, sin
valorar la intención, ni las causas. D a la exigencia de que el desamparo sea efectivo,
actual y real. Por último el uso de esta expresión parece querer resaltar el carácter
inmediato que debe tener la protección.

b) Imposible ejercicio de los deberes de protección. Aquí el hecho


determinante se cifra en la imposibilidad de facilitar la protección, aunque se quiera
hacerlo, hay razones que lo impiden, enfermedad, prisión, viajes etc.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 132

c) Inadecuado ejercicio de los deberes de protección, en este supuesto


se produce un mal uso, no adecuado, no ajustado a las necesidades del menor, por
medio de conductas activas (agresiones) o pasivas (negligentes).

El resultado ha de ser necesariamente que el menor se vea privado de


asistencia sea este moral ( afectiva, relacional, emocional, intelectual, etc.) o material
(alimentación, higiene, salud, estimulación, etc.) o ambas. Es imprescindible para
poder apreciar el desamparo que este efecto se produzca, como bien señala Miguel
Angel Pérez Alvarez, no bastando que se produzca la falta de ejercicio o el ejercicio
inadecuado es preciso que se produzca, además el resultado privativo. De no ser así
no habría situación de desamparo, sino de riesgo.

Las Leyes de Cataluña, Asturias, Baleares y Murcia, han establecido


criterios de concreción del desamparo. Desde una dudosa capacidad legislativa para
ello, salvo en el caso catalán.

Es la Ley Catalana la que especifica que existe desamparo cuando:

 Faltan las personas a quien corresponde ejercer la guarda

 Las personas a quien corresponde ejercer la guarda están imposibilitadas para


ejercerla.

 Las personas a quien corresponde ejercer la guarda están en situación de ejercerla


con grave peligro para el menor.

 Cuando se aprecie cualquier forma de incumplimiento de los deberes de


protección.

 Cuerdo se aprecie cualquier forma de ejercicio inadecuado de los deberes de


protección.

 Cuando falten a los menores los elementos básicos para el desarrollo integral de su
personalidad.

 Cuando el menor presenta signos de malos tratos físicos

 Cuando el menor presenta signos de malos tratos psíquicos

 Cuando el menor presenta signos de abusos sexuales

 Cuando el menor presenta signos de explotación

 Cuando el menor presenta otros signos de análoga naturaleza a los anteriores.

La ley de Extremadura aporta situaciones como:


La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 133

 El abandono voluntario del menor

 El trastorno mental grave de los padres

 La drogadicción habitual de las personas que formas parte de la unidad familiar

 El alcoholismo habitual de las personas que formas parte de la unidad familiar

 La inducción a la mendicidad

 La inducción a la delincuencia

 La inducción a la prostitución

La ley de Baleares aporta un supuesto no recogido por las anteriores:

 Ejercicio deficiente o inadecuado, voluntario o involuntario, de las funciones de


guarda inherentes a la patria potestad o tutela, generador de graves peligros para el
menor en el orden moral o material.

La Ley de Murcia no aporta ningún supuesto que no este ya contemplado


por las tres leyes citadas pero merece la pena destacar que adelantándose a lo que
más tarde establecería la Ley de Protección Jurídica del Menor prevé la situación de
riesgo definiéndola como:

Aquella situación en la que por sus circunstancias personales o por


influencias de su entorno o extrañas, exijan la adopción de medidas de prevención y
rehabilitación para evitar situaciones de desamparo o de inadaptación

La aplicación de todos estos conceptos requiere una especial técnica,


que para no actuar con injusticia debe ser rigurosa, pero que la practica a demostrado
no ser inasequible. Las criticas vertidas con motivo del alumbramiento del concepto y
las tremendas desgracias que su uso iba a representar se ha quedado por suerte en
"agua de borrajas". Los sistemas de protección de menores de las diferentes
Comunidades gozan, globalmente, de buena salud. y la situación de los menores
protegidos ha mejorado notablemente gracias en parte también a esta legislación.

La aparición de la nueva Ley de Protección Jurídica del Menor, viene a


dar respuesta a otras necesidades de la Protección de los Menores en España, pero
no hace grandes aportaciones a la configuración del maltrato, manteniendo el concepto
de desamparo como el instrumento capital de la intervención. Es destacable señalar la
incorporación del concepto de situación de riesgo que debería estar permitiendo una
mejor graduación de las intervenciones, una detección temprana de las situaciones
susceptibles de intervención protectora, y en consecuencia una mayor eficacia de la
acción preventiva.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 134

4. CONDUCTAS PARA EL BUEN TRATO

Las conductas debidas ó deseables, en el ámbito de las relaciones


paterno-filiales, se encuentran reguladas en el marco más amplio de las relaciones
familiares y por lo tanto de las normas del Derecho de Familia contenidas en el Código
Civil. No se trata de normas de buena práctica, sino de mandatos que se corresponden
más con una ordenación de la realidad y la convivencia, o si se quiere en términos más
coloquiales de las "reglas de juego" en el seno de la familia. En el mejor de los casos
son reglas mínimas (por ejemplo el derecho de alimentos) que no expresan lo que
deberían ser pautas ideales de conducta, sino umbrales ó elementos básicos de las
mismas.

Tales reglas nunca están aisladas de otras consideraciones o valores,


morales, ideológicos, culturales, que se corresponden, lógicamente, con los existentes
en la sociedad en el tiempo en que fueron promulgadas. Ello provoca la necesidad de
la revisión periódica de su contenido especialmente cuando se constata el cambio de
conductas socialmente aceptadas por la mayoría de la sociedad.

La regulación de las relaciones paterno-filiales vigente actualmente en el


Código civil, data de 1.981, año en que se inició la revisión del Derecho de Familia a la
luz de los derechos y valores sociales contenidos en la Constitución de 1.978.

El texto, contenido en el artículo 154 del Código señala el contenido de la


patria potestad, nombre por el que se conoce la relación que une al padre y la madre
con sus hijos hasta que cumplen la mayoría de edad, o se emancipan, que siempre se
ejerce, dice el Código, en beneficio de los hijos, de acuerdo a su personalidad, y
comprende los siguientes deberes y facultades:

1º Velar por ellos, tenerlos en su compañía, alimentarlos, educarlos y procurarles una


formación integral.

2º Representarlos y administrar sus bienes.

Los padres tienen la obligación de oír a sus hijos siempre antes de tomar decisiones
que les afecten, si ya tuvieran suficiente juicio. En caso de necesidad podrán solicitar la
ayuda de la autoridad y pueden también corregir razonable y moderadamente a sus
hijos.

Es evidente que estos textos no agotan el tema del buen trato a los
menores, son meros enunciados de una superficial aproximación al contenido real de
esa especial relación que comparten padre, madre e hijos. Relación que se sigue
denominando en nuestro derecho patria potestad, siguiendo la tradición romana,
aunque ya en algún país de la Unión Europea se ha procedido a su actualización, no
solo en el contenido sino también en la nomenclatura. En España ha existido algún
breve intento rápidamente frustrado. Y ello pese a que la Constitución cuando se
refiere al tema art. 39, no utiliza esa expresión sino que con acierto habla de la
asistencia de todo orden que los padres deben a sus hijos. Quizá la Alta Norma nos
esté marcando el camino por el que deba discurrir el futuro.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 135

Especial mención merece la frase referida a la posibilidad de corregir


razonablemente a los hijos, herencia derivada del antiguo derecho de corrección que
aún se mantiene de manera anacrónica en nuestra legislación pese a las reiteradas
peticiones para su sustitución por una visión más educativa y menos disciplinaria.

En relación con las buenas prácticas en el cuidado de los hijos podemos


destacar algunos elementos para la reflexión:

Por una parte hoy existe un marco general que define la buena práctica
en las relaciones adultos - infancia, que son las normas y derechos contenidos en la
Convención de Derechos del Niño a la que anteriormente nos hemos referido.

También hemos señalado ya que la relación paterno - filial ha salido en


gran parte del ámbito íntimo familiar. Hoy se considera socialmente relevante como se
produce el cuidado de niñas y niños por sus padres y por ello los poderes públicos
pueden llegar a ejercer un control sobre su desarrollo, interviniendo cuando se estime
que existe un riesgo o perjuicio para los hijos.

La fijación de normas o criterios de buen trato esta necesariamente


determinada por el reconocimiento de necesidades y derechos de las personas
menores de edad.

La determinación de necesidades de cuidado y crianza, de educación y


desarrollo viene siendo objeto de numerosos estudios desde hace varias décadas,
fundamentalmente desde los planos pedagógico, psicológico y jurídico.

Una buena práctica basada en la satisfacción de las necesidades, no


puede reducirse al ámbito estricto de la relación familiar. Incluye la cobertura del
conjunto de las necesidades de desarrollo personal y social y en consecuencia el papel
de la familia se expande en tanto que se convierte en uno de los marcos esenciales de
referencia de la vida cotidiana de las niñas y los niños desde el cual se debe promover
la satisfacción de todas las necesidades, aunque muchas deban ser satisfechas por
otros agentes sociales (escuela, sistema sanitario, medios de comunicación etc.)

El núcleo familiar debe ser visto con un doble papel, el específico de las
relaciones familiares, función esencial desde el momento del nacimiento en que aporta
una identidad y condiciona la estructuración de la personalidad del niño y, además
como el marco relacional desde el que se facilita la asistencia precisa para la
satisfacción de las necesidades.

La concreción de derechos de la infancia como garantía de la satisfacción


de sus necesidades básicas y subjetivas parte de la Convención reiteradamente citada,
pero tiene determinaciones muy explicitas en la legislación. Las reformas legislativas
llevadas acabo en desarrollo y aplicación de la Convención de 1989 están suponiendo
un importantísimo avance, por ejemplo en América Latina, en España hay muestras
muy significativas en la legislación elaborada por las Comunidades Autónomas como
ya se apuntó.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 136

El ordenamiento jurídico inició hace tiempo la consideración de la menor


edad como una etapa de la vida de las personas que requiere una especial atención y
protección normativa. Si bien fue en el ámbito laboral donde en el siglo XIX comenzó a
expresarse esa nueva visión, paulatinamente se ha ido extendiendo a muchas otras
facetas de la vida cotidiana.

Hoy, la protección jurídica de los menores de edad se expresa en normas


que afectan a cuestiones tan diversas como la calidad de los alimentos destinados al
consumo infantil, normas de seguridad vial específicas, elementos de seguridad en los
juguetes o el mobiliario urbano, pasando por cuestiones tan fundamentales como el
derecho a la educación y la escolarización obligatoria o la prohibición de trabajar hasta
los 16 años.

Sin embargo, en el ámbito de las relaciones de convivencia, en el espacio


de la relación personal entre los niños y los adultos y particularmente sus padres o
cuidadores, el derecho no puede pretender llegar a establecer pautas de vida
cotidiana.

Intentar que el Poder, a través de normas jurídicas, reglamente las


relaciones personales es asumir un grave riesgo que abre la puerta a la irracionalidad.
Eso no puede significar una ausencia absoluta de normas. Sino la búsqueda de un
equilibrio. Las normas son necesarias para determinados aspectos y momentos, pero
no tienen por que serlo para todo y siempre.

Conviene recordar lo señalado páginas atrás cuando se aportaban


elementos de reflexión sobre la naturaleza de la acción protectora, todos ellos deben
tener cabida también a la hora de afrontar las buenas prácticas en el cuidado y
atención
No podemos dejar de mencionar el carácter relativo del concepto de
buena práctica si lo ponemos en relación con elementos culturales, sociales, de
valores, religiosos, etc.

La buena practica en las relaciones personales no existe sino partimos de


que la mejor siempre es plural, diversa, dependiente de las circunstancias concretas de
cada caso. No cabe hablar de la buena práctica sino de las buenas prácticas.

No se puede olvidar que el derecho contiene un elemento coactivo para


su eficacia. Esa coacción es poder y el poder no es un buen aliado de las relaciones
personales, de las relaciones familiares.

Sugiero que se utilice el poder del derecho para combatir el maltrato, no


para imponer una determinada buena práctica aunque será positivo divulgar cuantas
formas conozcamos de buenos tratos para que nadie alegue ignorancia para justificar
el maltrato.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 137

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competencia, la ley aplicable, el Convenio relativo a la competencia, la ley
reconocimiento, la ejecución y la aplicable, el reconocimiento, la ejecución y la
cooperación en materia de cooperación en materia de responsabilidad http://hcch.e-vision.nl/upload/text34s.pdf
responsabilidad parental y de medidas parental y de medidas protectoras de los niños y
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Convenio de La Haya sobre autoridad


Convenio que determina cual es la autoridad
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de protección de menores, de 5 de
competente y la ley aplicable en materia de http://www.educa.rcanaria.es/Usr/Apdorta/ley/v0000053.htm
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Reglas de las Naciones Unidas para la Su objetivo es el de establecer unas normas


protección de los menores privados de mínimas aceptadas por las Naciones Unidas para
libertad. Resolución de la Asamblea la protección de los menores privados de libertad, http://www.unhchr.ch/spanish/html/menu3/b/h_comp37_sp.htm
General de las Naciones Unidas compatibles con los derechos humanos y las
Internacional 45/113 de 14 de diciembre de 1990 libertades fundamentales.
Protocolo facultativo de la Convención
sobre los Derechos de la Infancia
relativo a la participación de los niños Protocolo que aumenta de 15 a 18 años la edad
y niñas en los conflictos armados. en que se permite la participación en los
Resolución de la Asamblea General conflictos armados y prohibe el reclutamiento http://www.ohchr.org/spanish/law/crc-conflict.htm
de las Naciones Unidas forzoso de soldados menores de 18 años.
A/RES/54/263, de 25 de mayo de
Internacional 2000
Protocolo facultativo de la Convención
sobre los Derechos del Niño relativo a
la venta de niños y niñas, la
prostitución infantil y la utilitzación de Protocolo que complementa la Convención sobre
niños y niñas en la pornografía. los Derechos del Niño en materia de venta, http://www.unhchr.ch/spanish/html/menu2/dopchild_sp.htm
Resolución de la Asamblea General prostitución y pornografía infantil.
de las Naciones Unidas
A/RES/54/263, de 25 de mayo de
Internacional 2000
Convención de las Naciones Unidas
Primer texto que a nivel internacional nos ofrece
sobre los Derechos del Niño.
una imagen global de la infancia y plasma por
Resolución de la Asamblea General
escrito todos sus derechos. Introduce el http://www.ohchr.org/spanish/law/crc.htm
de las Naciones Unidas 44/25, de 20
paradigma de la protección integral de la infancia.
Internacional de noviembre de 1989
Reglas mínimas de las Naciones
Unidas para la Administración de Resolución de la Asamblea General de las
justicia de menores (Reglas Beijing). Naciones Unidas en que se fijan las bases de
Resolución de la Asamblea General toda política y normativa en materia de justicia http://www.unhchr.ch/spanish/html/menu3/b/h_comp48_sp.htm
de las Naciones Unidas 40/33, de 28 juvenil.
Internacional de noviembre de 1985

Declaración Universal de los Derechos Documento considerado como uno de los antecedentes
del Niño. Resolución de la Asamblea de la Convención de las Naciones Unidas sobre los
General de las Naciones Unidas 1386 Derechos del Niño de 1989.Contiene once principios o http://www.unhchr.ch/spanish/html/menu3/b/25_sp.htm
(XIV), de 20 de noviembre de 1959 directrices básicas de protección a la infancia.
Internacional
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 141

Declaración Universal de los Derechos


Resolución de la Asamblea General de les
Humanos. Resolución de la Asamblea
General de las Naciones Unidas 217A
Naciones Unidas en la que se recogen los http://www.unhchr.ch/udhr/lang/spn.htm
derechos fundamentales de todo ser humano.
(III), de 10 de diciembre de 1948
Internacional
Documento redactado por la inglesa Eglantyne
Declaración de Ginebra sobre los Jebb que fue adoptado por la Sociedad de
Derechos de la Infancia, de 26 de Naciones. Recoge de manera breve y simple http://www.droitsenfant.com/geneve.htm
septiembre de 1924 cuáles son las necesidades más elementales de
Internacional la infancia.

Reglamento de la Comunidad Europea


(CE) nº. 2201/2003 del Consejo, de 27
de noviembre de 2003, relativo a la Reglamento que afecta a los procedimentos civiles
relativos al divorcio, la separación legal y la nulidad del http://eur-
competencia, el reconocimiento y la
ejecución de resoluciones judiciales en
matrimonio, así como a las cuestiones referentes a la lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=CELEX:32003R2201:ES:
responsabilidad parental sobre los hijos comunes de los
materia matrimonial y de cónyuges.
HTML
responsabilidad parental sobre hijos
Europa comunes

Carta que viene a reforzar la protección de los


Carta de los Derechos Fundamentales derechos fundamentales a tenor de la evolución
de la Unión Europea de la sociedad, del progreso social y de los http://www.europarl.europa.eu/charter/pdf/text_es.pdf
avances científicos y tecnológicos.
Europa

Convenio elaborado por el Consejo de Europa en


Convenio europeo de Estrasburgo, de
que se reconoce el derecho de los niños y las
25 de enero de 1996, sobre ejercicio
niñas a ejercer sus derechos ante las autoridades http://conventions.coe.int/Treaty/en/Treaties/Html/160.htm
de los derechos de la infancia
públicas.
Europa
Convenio europeo de Luxemburgo, de
20 de mayo de 1980, relativo al Prevé la cordinación y la colaboración entre las
reconocimiento y a la ejecución de Autoridades Centrales de los Estados
decisiones en materia de custodia de contratantes en materia de custodia de niños y http://www.lexarxius.com/cin/cust.htm
niños y niñas, así como al niñas.
Europa restablecimiento de la custodia
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 142

Convenio Europeo para la Protección


Convenio elaborado por el Consejo de Europa
de los Derechos Humanos y las http://www.uc3m.es/uc3m/inst/MGP/JCI/02-tribunaleuropeodhumanos-
que tiene como finalidad la protección de los
Libertades Fundamentales, de 4 de cedh.htm
derechos humanos en el ámbito europeo.
noviembre de 1950
Europa
Resolución del Parlamento europeo
sobre estrategias para prevenir el Resolución del Parlamento de Europa que marca
http://www.malostratos.org/images/pdf/17%20ene%20resolucion%20p
tráfico de mujeres y niños vulnerables las estrategias a seguir para luchar de manera
a la explotación sexual, de 17 de eficaz contra el tráfico de mujeres y niños. e.doc
Europa enero de 2006

Resolución sobre medidas de Resolución del Parlamento de Europa relativa a http://eur-


protección de menores en la Unión la protección de la infancia en el ámbito de la lex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=CELEX:51996IP0393:ES:
Europea, de 12 de diciembre de 1996 Unión Europea. HTML
Europa

Noma fundamental del ordenamiento jurídico


Constitución española de 1978
español. http://www.juridicas.com/base_datos/Admin/constitucion.html

España
Ley Orgánica 8/2006, de 4 de
diciembre, por la que se modifica la Ley que endurece las condiciones de la Ley
Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de http://www.boe.es/boe/dias/2006/12/05/pdfs/A42700-42712.pdf
reguladora de la responsabilidad penal la responsabilidad penal de los menores.
España de los menores

Ley 15/2005, de 8 de julio, que Instaura el nuevo sistema de separación y


modifica el Código Civil y la Ley de divorcio. Potencia la figura de la mediación
Enjuiciamiento Civil en materia de familiar. Prevé la figura de la custodia http://civil.udg.es/NORMACIVIL/estatal/familia/L15-05.htm
separación y divorcio compartida.
España
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 143

Ofrece una nueva redacción del artículo 44 del


Ley 13/2005, de 1 de julio, que
Código Civil. De tal manera que la acepción del
modifica el Código Civil en materia de
término cónyuge será la de persona casada con http://civil.udg.es/NORMACIVIL/estatal/familia/L13-05.htm
derecho a contraer matrimonio
otra, con independencia del sexo de las mismas.
España
Decreto 1774/2004, de 30 de julio, por
el que se aprueba el reglamento de la Norma que desarrolla las previsiones de la Ley
Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero, Orgánica 5/2000, de 12 de enero, reguladora de http://www.boe.es/boe/dias/2004/08/30/pdfs/A30127-30149.pdf
reguladora de la responsabilidad penal la responsabilidad penal de los menores.
España de los menores

Ley que abarca tanto los aspectos preventivos,


Ley Orgánica 1/2004, de 28 de
educativos, sociales y de atención a las víctimas, http://estaticos.elmundo.es/documentos/2004/06/sociedad/malostratos/
diciembre, de medidas de protección
como la normativa civil que incide en el ámbito ley-1-2004.pdf
integral contra la violencia de género
familiar y de convivencia.
España
Regula la orden de protección de las víctimas de
Ley 27/2003, de 31 de julio,
violencia doméstica que unifica los diferentes
reguladora de la Orden de protección
de las víctimas de la violencia
instrumentos de amparo y tutela de estos delitos http://www.juridicas.com/base_datos/Penal/l27-2003.html
y faltas, mediante un procedimento judicial
doméstica
España sencillo y rápido.

Ley Orgánica 15/2003, de 25 de


Su Disposición Final Segunda introduce la figura
noviembre, por la que se modifica la
Ley Orgánica 10/1995, de 23 de
de la acusación particular en los procesos de http://www.juridicas.com/base_datos/Penal/lo15-2003.html
justicia juvenil.
noviembre, del Código Penal
España

Regula la responsabilidad penal de las personas


Ley Orgánica 5/2000, de 12 de enero,
mayores de 14 años y menores de 18 por la
reguladora de la responsabilidad penal
comisión de hechos tipificados como delito o falta http://noticias.juridicas.com/base_datos/Penal/lo5-2000.html
de los menores
en el Código Penal.
España

Especial referencia al Libro IV (De los procesos


Ley 1/2000, de 7 de enero, de
Enjuiciamiento Civil
especiales), Título I (De los procesos sobre http://www.juridicas.com/base_datos/Privado/l1-2000.html
capacidad, filiación, matrimonio y menores).
España
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 144

Ley 18/1999, de 18 de mayo, de Modifica el artículo 9, apartado 5 del Código Civil.


modificación del artículo 9, apartado 5, Artículo que recoge la norma de conflicto http://www.juridicas.com/base_datos/Privado/l18-1999.html
del Código Civil. aplicable a las adopciones internacionales.
España
Ley Orgánica 14/1999, de 9 de junio,
de modificación del Código Penal de
Prevé mecanismos de protección efectiva de las
1995, en materia de protección a las
víctimas de malos tratos. http://www.juridicas.com/base_datos/Penal/lo14-1999.html
víctimas de malos tratos y de la Ley de
España Enjuiciamiento Criminal
Ley Orgánica 11/1999, de 30 de abril,
de modificación del Título VIII (Delitos Revisa los tipos penales para asegurar una
contra la intimidad y la libertad sexual) verdadera protección de la integridad y la libertad http://www.juridicas.com/base_datos/Penal/lo11-1999.html
del Libro II (Delitos y sus penas) del sexual de los menores e incapaces.
España Código Penal

Ley Orgánica 1/1996 de Protección Reconoce al menor como sujeto de derechos con
Jurídica del Menor, de 15 de enero, de una capacidad progresiva para ejercerlos.
modificación parcial del Código Civil y Introduce la distinción entre situación de http://civil.udg.es/normacivil/estatal/persona/PF/Lo1-96.htm
de la Ley de Enjuiciamiento Civil desamparo y situación de riesgo.
España
Ley 21/1987, de 11 de noviembre, por
Desjudiciliza el sistema de protección a la
la que se modifican determinados
infancia, introduce la figura de la declaración de http://www.congreso.es/constitucion/ficheros/leyes_espa/l_021_1987.p
atículos del Código Civil en materia de
desamparo e introduce modificaciones en materia df
adopción y otras formas de protección
de filiación adoptiva.
España de los menores

Ley de Enjuiciamiento Civil. Real


Se mantiene vigente su Libro III (Jurisdicción
Decreto promulgado el 3 de febrero de
voluntaria). http://www.juridicas.com/base_datos/Privado/lec.l3p1t1.html
1881
España
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 145

Ley con vocación de universalidad, que regula


Ley 1/2006, de 28 de febrero, de todas las competencias y potestades de la
protección de menores de La Rioja Comunidad Autónoma de La Rioja en materia de http://www.boe.es/boe/dias/2006/03/23/pdfs/A11297-11319.pdf
Autonómica protección de menores.
(La Rioja)
Ley de la Comunidad Autónoma de Ley que trata de conseguir las condiciones
Baleares 17/2006, de 13 de favorables que garanticen a las personas
noviembre, integral de la atención y menores de edad que se hallen en el territorio de http://www.boe.es/boe/dias/2006/12/13/pdfs/A43725-43752.pdf
Autonómica los derechos de la infancia y la las Illes Balears, el ejercicio y desarrollo de los
(Baleares) adolescencia derechos que le corresponden.

Ley que tiene como finalidad asegurar la atención


Ley Foral 15/2005, de 5 de diciembre,
integral de la infancia y la adolescencia en el
de promoción, atención y protección a
ámbito territorial de la Comunidad Foral de http://www.boe.es/boe/dias/2006/01/02/pdfs/A00004-00029.pdf
Autonómica la infancia y la adolescencia
Navarra.
(Navarra)

Ley Vasca 3/2005, de 18 de febrero, Ley que tiene como finalidad la atención y
http://www.euskadi.net/cgi-
de atención y protección a la infancia y protección de la infancia y la adolescencia en el
la adolescencia ámbito territorial del País Vasco. bin_k54/bopv_20?c&f=20050330&s=2005059
Autonómica
(País Vasco)

Ley 14/2002, de 25 de julio, de Ley que tiene como finalidad asegurar la


Autonómica promoción, atención y protección a la protección integral de la infancia y la http://noticias.juridicas.com/base_datos/CCAA/cl-l14-2002.html
(Castilla y infancia de Castilla y León adolescencia en Castilla y León.
León)
Decreto 93/2001, de 22 de mayo, por
el que se aprueba el reglamento de Reglamento de la Generalidad valenciana que
http://www.sindicdegreuges.gva.es/legislacion/bienestar%20social/Med
medidas de protección jurídica del regula los procedimientos de adopción de
menor de la Comunidad Autónoma de medidas tutelares. idas%20de%20Proteccion%20Juridica%20del%20Menor.html
Autonómica
(Valencia) Valencia

Ley que tiene como finalidad asegurar la


Ley 12/2001, de 2 de julio, del
promoción y la protección del ejercicio de los
gobierno de Aragón, de la infancia y la
derechos reconocidos a la infancia y la http://www.reicaz.es/textosle/boa/ley/20010012/20010012.htm
Autonómica adolescencia en Aragón
adolescencia en Aragón.
(Aragón)
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 146

Decreto de 20 de diciembre de 2000, http://www.ceuta.es/servlet/Satellite?pagename=Ceuta%2FCommon%


Regula la estructura orgánica y funcional del área
Reglamento que regula la estructura
de menores de la Ciudad Autónoma de Ceuta 2FSearch%2FLuceneSearch&sitepath=PortalIns&site=CeutaIns&type=
orgánica y funcional del área de
respecto a la protección de los menores en Boletin&searchtext=4026&section=SeccionInfoOficial&onesection=true
Autonómica menores de la Ciudad Autónoma de
siuación de dificultad social.
(Ceuta) Ceuta &Submit=buscar
Decreto 40/2000, de 15 de marzo, que
aprueba el reglamento de Reglamento que regula el sistema de
organización y funcionamiento de los organización y funcionamiento de los centros de
centros de atención de menores atención a los menores de la Comunidad http://www.gobcan.es/boc/2000/044/004.html
Autonómica dentro del ámbito territorial de la Autónoma Canaria.
(Canarias) Comunidad Autónoma de las Canarias

Ley que tiene como finalidad la atención y


Ley 17/1999, de 28 de abril, de
protección de la infancia y la adolescencia en el
protección de la infancia y
ámbito territorial de la Comunidad Autónoma de http://noticias.juridicas.com/base_datos/CCAA/ct-l7-1999.html
Autonómica adolescencia de Cantabria
Cantabria
(Cantabria)

Ley reguladora del marco jurídico de actuación


Ley 3/1999, de 31 de marzo, del en orden a la promoción, atención y protección
Autonómica menor de Castilla - La Mancha del menor en el ámbito territorial de Castilla - La http://www.cortesclm.es/paginas/leyes/4/Ley03-99.htm
(Castilla La Mancha
Mancha)

Decreto 54/1998, de 17 de abril, que


Este Decreto regula el procedimiento
regula las actuaciones de desamparo
de los menores en el ámbito de la
administrativo que debe seguirse para proceder a http://www.gobcan.es/boc/1998/055/001.html
Autonómica declarar a un menor en situación de desamparo.
Comunidad Autónoma de las Canarias
(Canarias)

Ley que establece el marco jurídico de actuación http://www.fed-


Ley andaluza 1/1998, de 20 de abril, en materia de promoción y protección de los
de los derechos y la atención al menor derechos de la infancia en el ámbito territorial de alandalus.es/legislacion/6SERVICIOSSOCIALES/ley_derechos_y_aten
Autonómica la Comunidad Autónoma de Andalucía. cion_al_menor.pdf
(Andalucía)

Llei que té com a objectiu garantir la protecció


Llei 3/1997, de 9 de juny, gallega de la
família, la infància i l'adolescència
jurídica econòmica i social de la família, la http://www.boe.es/boe/dias/1997/07/11/pdfs/A21394-21407.pdf
Autonómica infància i l'adolescència a Galícia.
(Galicia)
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 147

Ley que tiene como finalidad garantizar la


Ley canaria 1/1997, de 7 de febrero, atención integral a los menores en el ámbito
de atención integral a los menores territorial de la Comunidad Autónoma de las http://www.gobcan.es/boc/1997/023/001.html
Autonòmica Canarias.
(Canarias)
Ley que tiene como objetivo asegurar dentro del ámbito
Ley 6/1995, de 28 de marzo, de competencial de la Comunidad de Madrid, las garantías
garantías de los derechos de la necesarias para el ejercicio de los derechos reconocidos http://www.madrid.org/wleg/servlet/Servidor?opcion=VerHtml&nmnorm
infancia y la adolescencia de la a la infancia por la Constitución, la Convención sobre los a=484&cdestado=P
Autonómica Comunidad de Madrid Derechos del Niño y el ordenamiento jurídico en su
(Madrid) conjunto.

Ley que tiene por objeto regular de manera integral la


actuación de las intituciones públicas valencianas, los http://www.pre.gva.es/L/BASIS/DIARIO/WEBBDLGV/TEXTO_INSERCI
Ley 7/1994, de 5 de diciembre, de la
Generalidad Valenciana, de la Infancia
agentes sociales y los ciudadanos, para conseguir la ON_DOGV_C/DDW?W=CODIGO_INSERCION%3D%271994/902748
atención e integración de la infancia en todos sus
Autonómica ámbitos de convivencia.
%27
(Valencia)

Ley de la Junta de 'Extremadura Ley que tiene como objetivo garantizar la


Autonómica 4/1994, de 10 de noviembre, de protección jurídica del menor en la Comunidad http://doe.juntaex.es/pdfs/doe/1994/1340O/94010004.pdf
(Extremadur atención y protección a los menores Autónoma de Extremadura.
a)

Ley que tiene como objetivo establecer el marco


Ley 3/1995, de 21 de marzo, de la
infancia de la Región de Murcia
de actuación en orden a la protección de la http://www.juridicas.com/base_datos/CCAA/mu-l3-1995.html
Autonómica infancia y el respeto a sus derechos e intereses.
(Murcia)
Ley 3/2005, de 8 de abril, de modificación
de la Ley 9/1998, del Código de Familia, de
Ley que elimina la restricción legal a la adopción
la Ley 10/1998, de uniones estables de
por parte de parejas homosexuales http://www.lexarxius.com/lea/mlcat.htm
pareja, y de la Ley 40/1991, del Código de
Autonómica Sucesiones, en materia de adopción y tutela
(Cataluña)

Ley 18/2003, de 4 de julio, de apoyo a Establece las bases y las medidas para una
las familias política de apoyo y protección a la familia http://www.boe.es/boe/dias/2003/08/08/pdfs/A30698-30708.pdf
Autonómica
(Cataluña)
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 148

Ley 8/2002, de 27 de mayo, de modificación


de la Ley 37/1991, de 30 de diciembre, Actualiza la Ley 37/1991, regulando el
sobre medidas de protecciónde los menores
incremento de respuestas protectoras y de
desamparados y de la adopción, y de
recursos e introduce la figura de los adolescentes http://www.boe.es/boe/dias/2002/06/19/pdfs/A22280-22284.pdf
regulación de la atención especial a los
Autonómica adolescentes con conductas de alto riesgo con conductas de alto riesgo social.
(Cataluña) social

Regula la actuación de la Administración de la


Ley 27/2001, de 31 de diciembre, de Generalidad o de otras entidades públicas o
justicia juvenil privadas en la ejecución de las medidas http://www.boe.es/boe/dias/2002/02/08/pdfs/A05173-05187.pdf
Autonómica adoptadas por el Juez de Menores.
(Cataluña)

Regula la filiación (biológica, por naturaleza o


Ley 9/1998, de 15 de julio, del Código adoptiva) de una manera global. También recoge
de Familia el concepto de declaración de desamparo y de http://www.boe.es/boe/dias/1998/08/19/pdfs/A28310-28344.pdf
Autonómica guarda administrativa.
(Cataluña)
El Instituto Catalán del Acogimiento y de la Adopción
Ley 13/1997, de 19 de noviembre, de (ICAA) se crea con la finalidad de contribuir a potenciar
creación del Instituto Catalán del una política global de acogimientos simples en familia
Acogimiento y de la Adopción ajena y de adopciones, nacionales e internacionales y
Autonómica de agilizar los procedimientos correspondientes.
(Cataluña) http://www.boe.es/boe/dias/1998/01/02/pdfs/A00142-00145.pdf
Ley 8/1995, de 27 de julio, de atención
Ley que enumera los derechos básicos de la
y protección de la infancia y la
adolescencia y de modificación de la
infancia y que introduce modificaciones en la http://civil.udg.es/normacivil/cat/Persona/PF/L8-95.htm
Autonómica redacción de la Ley 37/1991, de 30 de diciembre.
Ley 37/1991
(Cataluña)
Decreto legislativo 17/1994, de 16 de
Ordena, estructura, promueve y garantiza el
noviembre, que aprueba el texto
derecho a un sistema de servicios sociales de
refundido de las leyes 12/1983,
responsabilidad pública en el ámbito territorial de http://www.gencat.net/benestar/dgaia/normes/dl1794.htm
Autonómica 26/1985 i 4/1994, en materia de
Cataluña.
(Cataluña) asistencia y servicios sociales
Se regulan todas las cuestiones relativas a la
Ley 37/1991, de 30 de diciembre,
protección de la infancia y la adolescencia por
sobre medidas de protección de los
menores desamparados y de la
parte del organismo público competente en la http://www.gencat.net/benestar/icaa/normes/l371991.htm
Autonómica materia, así como las medidas protectoras
adopción
(Cataluña) aplicables.
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 149

Convierte el Observatorio de la Infancia y la


Decreto 129/2006, de 9 de mayo, del Adolescencia de Cataluña creado por el Decreto
Observatorio de los Derechos de la 369/2000, en el actual Observatorio de los Derechos de http://www.gencat.net/benestar/dgaia/normes/d12906.htm
Infancia la Infancia, adscrito al Departamento de Acción Social y
Autonómica Ciudadanía
(Cataluña)
Decreto 75/2006, de 11 de abril, de
desarrollo de la Ley 8/1995, de 27 de Determina los órganos competentes de las
administraciones públicas de Cataluña encargados de la
julio, de atención y protección de los incoacción, instrucción y resolución de los expedientes http://www.upf.edu/bib/dret/sintesi/2006/da75.htm
Autonómica niños, niñas y adolescentes, en el sancionadores incoados en virtud de la Ley 8/1995
(Cataluña) ámbito sancionador
Regula la atención social primaria, mediante una norma
que define el modelo de atención primaria y establece el
Decreto 27/2003, de 21 de enero, de escenario de mínimos, para que, en función de sus
la atención social primaria competencias, las corporaciones locales responsables http://www.gencat.net/benestar/dgaia/normes/d2703.htm
Autonómica realicen la programación de los servicios en sus
(Cataluña) territorios.
Decreto 62/2001, de 20 de febrero, de
modificación parcial del Decreto
Modificación que supone la creación del Comité
2/1997, de 7 de enero, de aprobación
del Reglamento de protección de los
Técnico de Evaluación de Declaraciones de http://civil.udg.es/normacivil/cat/Persona/PF/D62-01.htm
Desamparo
Autonómica menores desamparados y de la
(Cataluña) adopción
Crea un órgano asesor de participación externa, para
Decreto 369/2000, de 21 de que actue como un instrumento específico para al
noviembre, del Observatorio de la desarrollo, el seguimiento, el debate, el estudio y la http://www.gencat.net/benestar/oiac/decret.htm
Infancia y la Adolescencia divulgación de políticas protectoras de la infancia y la
Autonómica adolescencia.
(Cataluña)
Estableix el procediment per a l'assumpció de funcions
Decreto 2/1997, que aprueba el
tutelars, l'exercici de la tutela i la guarda administrativa;
Reglamento de protección de menores dispone una clasificación de los centros de atención a la
desemparados y de la adopción, infancia; regula el procedimiento del acogimiento familiar http://www.gencat.net/benestar/icaa/normes/d21997.htm
Autonómica modificado parcialmente por el simple y del acogimiento preadoptivo y finalmente,
(Cataluña) Decreto 127/1997 dispone el procedimento para la adopción internacional.
Decreto 127/1997, de 27 de mayo,
que modifica parcialmente el Decreto Da nueva redacción a los Títulos III y IV del
2/1997, de 7 de enero, de aprobación Reglamento de Protección de los menores
del Reglamento de protección de los desamparados y de la adopción aprobado por el http://civil.udg.es/normacivil/cat/Persona/PF/D127-97.htm
Autonómica menores desamparados y de la Decreto 2/1997, de 7 de enero.
(Cataluña) adopción
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 150

Actualiza las condiciones funcionales y la


Decreto 284/1996, de regulación del tipología de los servicios y establecimientos
sistema catalán de Servicios Sociales sociales, y también las prestaciones http://www.gencat.net/benestar/dgaia/normes/d28496.htm
Autonómica econonómicas
(Cataluña)

Decreto 338/1986, de 18 de
Se crean los equipos de atención a la infancia y
noviembre, de regulación de la
atención a la infancia y la
la Adolescencia (EAIA) como servicios http://www.gencat.net/benestar/dgaia/normes/d33886.htm
Autonómica especializados
adolescència en alto riesgo
(Cataluña)
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 13

UNIDAD 1 : Módulo 2 : Descripción


LOS MALOS TRATOS EN LA INFANCIA: EXPLICACIONES TEÓRICAS

El objetivo de este módulo es examinar un amplio rango de perspectivas teóricas


que han tratado de explicar el fenómeno del maltrato infantil. Se trata de analizar las
divergencias y puntos de compatibilidad entre los diversos acercamientos teóricos,
su relevancia para la comprensión de las distintas formas de malos tratos y los
puntos en los que estas teorías entran ideológicamente en conflicto. Las perspectivas
teóricas que se han seleccionado se han ordenado a lo largo de una escala que
comprende diferentes niveles de análisis.

UNIDAD 1 : Módulo 2 : Objetivos


LOS MALOS TRATOS EN LA INFANCIA: EXPLICACIONES TEÓRICAS

- Diferenciar los distintos niveles de análisis en la explicación de los malos tratos.


- Identificar los aspectos más relevantes de las diferentes explicaciones teóricas.
- Explicar las implicaciones de las distintas perspectivas teóricas en la prevención y
el tratamiento de los malos tratos.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 14

UNIDAD 1 : Módulo 2 : Actividad :1


ANALISIS DE UN CASO

Objetivos:

- Analizar las diferentes explicaciones teóricas de los malos tratos a partir del
estudio de un caso.
- Sensibilizar acerca de la importancia de las explicaciones teóricas de los malos
tratos.

Procedimiento:

- Lee individualmente el Documento de trabajo nº 10: historia de un caso.

- Elabora un listado con las causas que a tu juicio explican esa situación de malos
tratos.

- Agrupa las explicaciones o causas que has propuesto en estas tres categorías:
individual, familiar y sociocultural.

- Remite a los tutores el resultado de tu trabajo.

- En la actividad siguiente contrastarás tus aportaciones con las explicaciones


teóricas propuestas por los científicos sociales.

DOCU 10

Contenidos clave (claves para maximizar el rendimiento):

- Es importante que escribas espontáneamente, sin analizar su pertinencia, todas las


posibles causas que te sugiera la lectura del caso, puesto que no se trata de evaluar
lo correcto o incorrecto de tus propuestas.
- Todas las aportaciones pueden integrarse en las tres categorías propuestas:
individual, familiar y sociocultural. Como verás después estas categorías no son
mutuamente excluyentes sino que se complementan entre sí.

Notas útiles:
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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 15

- Si lo deseas puedes utilizar para realizar esta actividad un caso de actualidad que
haya surgido en tu comunidad o que se haya difundido recientemente por los
medios de comunicación.
- El desarrollo de esta actividad es fundamental para la consecución de los objetivos
de la actividad siguiente.

Lecturas y materiales complementarios:

- No se requieren

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 16

DOCUMENTO DE TRABAJO N 10
HISTORIA DE UN CASO

HISTORIA de un niño

Hassan es el mayor y único hijo varón de una familia con cuatro


hijos. Sus hermanas van a la escuela, pero él no asiste al Instituto del
barrio, al parecer porque trabaja con su tío, que es vendedor. En diferentes
ocasiones se le ha visto pidiendo comida y dinero a la gente a altas horas de
la noche. Su apariencia es desaseada, huele mal y su indumentaria no
corresponde a la estación del año. Se muestra arisco si alguien se interesa
por su situación

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 17

UNIDAD 1 : Módulo 2 : Actividad :2


EXPLICACIONES TEÓRICAS

Objetivos:

- Examinar diferentes perspectivas teóricas que explican los malos tratos en la


infancia.
- Analizar similitudes y divergencias entre los distintos acercamientos teóricos.
- Discutir la relevancia de las diferentes perspectivas teóricas para la comprensión de
los malos tratos.

Procedimiento:

- Lee el Documento de trabajo nº 11: Explicaciones teóricas y contrástalo con los


resultados de la actividad anterior.

- A continuación lee el Documento de trabajo nº 12: Explicaciones teóricas (modelos


explicativos integradores) y el Documento de trabajo nº 13: Ponencia de Félix López
en el VIII Congreso Estatal de Infancia Maltratada. A partir de los contenidos analiza
las limitaciones de los modelos individual, familiar y sociocultural, así como de los
modelos explicativos integradores. Reflexiona sobre la importancia de incorporar el
concepto de buenos tratos a la infancia en las explicaciones teóricas.

DOCU 11
DOCU 12
DOCU 13

Contenidos clave (claves para maximizar el rendimiento):

- Asumir una u otra orientación teórica repercute significativamente en la praxis


profesional.
- La asunción de modelos integradores facilita la cooperación interprofesional y
evita descartar aspectos relevantes en la comprensión de los malos tratos.
- Las formulaciones teóricas analizadas no representan necesariamente puntos de
vista radicalmente opuestos. Por el contrario, y en lugar de ser considerados como
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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 18

rivales en un debate teórico, estos acercamientos pueden considerarse como


colaboradores potenciales que dirigen nuestra atención a diferentes correlatos,
aspectos y manifestaciones del maltrato infantil. De acuerdo con esta interpretación,
estas teorías difieren entre ellas con respecto al nivel de generalidad que asumen.
- En el Capítulo 3 de las Lecturas técnicas: Explicaciones teóricas del maltrato
infantil: los factores de riesgo se analizan en profundidad los contenidos de los
documentos de trabajo 11 y 12. Es importante consultar esta lectura técnica para que
dispongas de una base más sólida para interiorizar los contenidos de los módulos y
unidades siguientes.

Notas útiles:

- Como decía Kurt Lewin (un gran científico social), "nada hay más práctico que una
buena teoría".
- Es fundamental la comprensión de los principios que definen las perspectivas
teóricas para una mejor integración de los contenidos de las unidades posteriores.

Lecturas y materiales complementarios:

- Capítulo 3 de las lecturas técnicas: Explicaciones teóricas del maltrato infantil: los
factores de riesgo

Lect.Téc. 3

BARUDY, J.: (1998) El dolor invisible de la infancia Ed. Paidós - Barcelona

BARUDY, J. y DANTAGNAN, M. (1999) Guía de valoración de competencias


parentales - Ed. IFIVF. Barcelona

CYRULNIK, B. (2001) Los patitos feos. La resiliencia: una infancia infeliz no determina
la vida- Ed. Gedisa - Barcelona

ECHEBURÚA, E. (2004) Superar un trauma. El tratamiento de las víctimas de sucesos


violentos - Ed. Pirámide - Psicología. Madrid

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 19

DOCUMENTO DE TRABAJO N 11
EXPLICACIONES TEÓRICAS
Explicaciones basadas en características individuales
Desde esta perspectiva se considera que son las características de
personalidad y los desórdenes psicopatológicos de los padres los principales
factores explicativos del maltrato infantil. Entre esas características se han
considerado variables biológicas que pueden explicar la tendencia de una persona a
ser violenta, o condiciones como el alcoholismo que pueden predisponer o
determinar la conducta violenta.
También desde esta perspectiva se han explicado los malos tratos
considerando las experiencias que los perpetradores tuvieron en su infancia. Esta
idea, descrita comúnmente como "la transmisión intergeneracional de los malos
tratos" plantea que los adultos llegan a maltratar a sus hijos porque ellos mismos
fueron víctimas de los malos tratos en su infancia. Esta conexión entre las
experiencias de la infancia y la conducta posterior como padre se ha explicado
recurriendo bien a mecanismos psicodinámicos o de aprendizaje.
Finalmente se ha planteado que las características y conducta del niño
pueden contribuir a su propio maltrato. Desde esta punto de vista, ciertas
características tales como el nacimiento prematuro, bajo peso al nacer, handicaps
físicos o psíquicos harían al niño más vulnerable a los malos tratos puesto que su
cuidado sería más difícil y menos recompensante que el de un niño normal.

Explicaciones basadas en las características de la familia y de la


interacción paterno-filial
Desde esta perspectiva se sugiere que los malos tratos son un "problema
familiar" resultado de las características del grupo familiar y de las características de
la interacción entre sus miembros. En general, desde este punto de vista, se
considera a la familia como un sistema que necesita entenderse en términos de los
patrones de interacción y comunicación, así como de los roles que adoptan sus
miembros. Así, se ha propuesto que en una familia normal el sistema funcionaría
adecuadamente, mientras que los malos tratos serían un "síntoma" de familias
disfuncionales.
Dentro de esta categoría, otras explicaciones han considerado el maltrato
infantil en el contexto de las prácticas parentales de socialización. Desde esta
perspectiva se propone un modelo continuo de la conducta parental en un extremo
del cual se encontrarían aquellas prácticas más severas y abusivas hacia el niño,
mientras que en el otro extremo se encontrarían los métodos que promocionan el
desarrollo social emocional e intelectual. También se ha propuesto la existencia de
un patrón de interacción entre padres e hijos -el ciclo de la coerción- a partir del cual
se intenta explicar el desarrollo de la agresión en la familia. Desde este punto de
vista el niño también es parte de un patrón circular de interacciones negativas o

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 20

disfuncionales que elicitan, mantienen, e incluso incrementan la agresión entre los


miembros de la familia.
Finalmente, dentro de esta categoría de explicaciones se ha considerado
que la familia, como grupo social y como institución de la sociedad, posee algunas
características distintivas que hacen de ella un grupo especialmente propenso a la
violencia.

Explicaciones basadas en factores sociales y culturales


Desde esta perspectiva, los numerosos factores de estrés que generan las
condiciones sociales y que deterioran el funcionamiento familiar, así como la
naturaleza violenta de nuestra sociedad con valores y prácticas culturales que
alientan el uso de medios violentos para la resolución de conflictos, son los
principales responsables del maltrato infantil. Desde esta perspectiva, los padres
son víctimas de fuerzas sociales tales como el desempleo, factores
socioeconómicos o el aislamiento social.
Asimismo, se ha propuesto dentro de esta categoría que el maltrato infantil
se encuentra inevitablemente entrelazado con un conjunto de valores, actitudes y
creencias acerca de la infancia, la familia y la paternidad, a saber: la aprobación
cultural del uso del castigo corporal y la agresión verbal como prácticas de disciplina
de los niños, la idea profundamente arraigada de la privacidad de la vida familiar y
la creencia de que los niños son una propiedad que puede ser manejada de
acuerdo con la libre elección de los padres, así como con el aspecto más amplio de
los derechos de la infancia.
Dentro de esta categoría de explicaciones se incluiría la perspectiva
feminista, centrada fundamentalmente en los abusos sexuales. Aunque existen
diversas interpretaciones, en general, se considera desde esta perspectiva que las
desigualdades de poder entre hombres, mujeres y niños y la construcción social de
la sexualidad masculina en términos de poder, dominación y control son los
elementos centrales en la explicación de la violencia hacia la mujer y los abusos
sexuales. Así los abusos sexuales serían un acto de violencia y un ejemplo de
abuso de poder del hombre, característico de una sociedad patriarcal.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 21

DOCUMENTO DE TRABAJO N 12
EXPLICACIONES TEÓRICAS

Modelos explicativos integradores

El modelo ecológico
Después de más de tres décadas de investigación en el área del maltrato
infantil, puede concluirse que ninguno de los modelos teóricos anteriores tiene
suficiente poder explicativo y que, en cualquier episodio de malos tratos, son
múltiples los factores que operan simultáneamente.
Dado los múltiples correlatos del maltrato infantil operando en diferentes
niveles de análisis, algunos investigadores han intentado organizar los factores de
riesgo y procesos identificados, de forma conceptual o teóricamente significativa.
Surge así, como respuesta a la necesidad ampliamente reconocida de integrar los
distintos acercamientos a la etiología del maltrato infantil, el Modelo Ecológico o
Ecosistémico del maltrato infantil. Desde esta perspectiva, se considera que el
maltrato infantil puede ser mejor comprendido si se considera como un producto
final de una disfunción fundamental en un complejo ecosistema con numerosas
variables interactuando. Así, el maltrato infantil estaría múltiplemente determinado
por fuerzas que actúan en el individuo, en la familia, en la comunidad y en la cultura
en la que el individuo y la familia están inmersos.

El modelo de las cuatro precondiciones de Finkelhor


En el caso particular del abuso sexual, se ha propuesto un modelo
explicativo que, al igual que el modelo ecológico, trata de organizar los distintos
factores y procesos que se han asociado con la ocurrencia de los abusos sexuales.
Al igual que para comprender lo malos tratos físicos, la negligencia y el maltrato
psicológico el modelo ecológico organiza los factores explicativos de acuerdo con
categorías individuales, familiares, sociales y culturales, este modelo integra esas
categorías en un modelo teórico comprensivo para explicar los abusos sexuales,
necesidad que se explica por la complejidad del problema. Este modelo se basa en
cuatro precondiciones que deben cumplirse antes de que ocurra el abuso sexual y
que integran tanto factores psicológicos como sociológicos.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 22

DEL MALTRATO AL BUENTRATO, DE LA PROTECCIÓN


AL CUIDADO: LA NECESIDAD DE UN DISCURSO EN
POSITIVO SOBRE LAS NECESIDADES DE LA
INFANCIA.

Félix López Sánchez. Universidad de Salamanca.

¿Pero qué es el maltrato?


Aunque todas las personas tienen una cierta idea de lo que es el
maltrato infantil, resulta extremadamente difícil de precisar profesionalmente
este concepto.
Por ejemplo, en el caso, aparentemente más fácil, del maltrato físico, es
sabido que cada cultura, momento histórico y sociedad ponen el límite en un
lugar diferente. Así, mientras unos se pronuncian por el rechazo a toda forma
de castigo físico, otros hablan de la utilidad de un cachete bien dado e incluso
de la bondad educativa del tortazo, sin precisar claramente que se entiende
por cachete o tortazo. De hecho, hasta hace pocas décadas se defendía
abiertamente que "la letra con sangre entra", animando a los padres y a los
profesores a que pegaran a los alumnos, si era necesario.
Más difícil aun puede ser definir las formas de maltrato emocional.

Entre las dificultades para definir el maltrato están las siguientes:


a.- Las conductas de maltrato son muy heterogéneas. Por ejemplo, el
maltrato físico y emocional, la negligencia y el abuso sexual no tienen muchas
cosas en común, por lo que es muy difícil dar una definición de maltrato
operativa que las contemple a todas.
Por ejemplo, mientras en el maltrato físico activo hay conductas
coercitivas y violentas, en el abuso sexual puede que el patrón de conducta del
abusador sean las caricias afectivas y sexuales.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 23

b.- La definición puede centrarse en cosas distintas: la conducta del


maltratador, los efectos en la víctima, el código penal, etc. En general, la
legislación y los conceptos profesionales se han centrado más en la conducta
del que maltrata, porque el enfoque predominante durante décadas ha sido el
penal, tomando como posibles maltratadores a los padres. Finalmente
“maltratar” es hacer o dejar de hacer algo que provoca daños en el menor
maltratado; pero el concepto se centra fundamentalmente en indicar cuando el
maltratador supera ciertos límites, por que lo que se pretende es tomar
decisiones sobre su posible mala conducta.
Un ejemplo bien significativo de esta dificultad se hace patente cuando se
intentan clasificar los abusos sexuales a menores. Mientras es claro que se
considera como maltrato el que un familiar, educador o persona con autoridad
abuse del menor, los diferentes autores no saben que hacer cuando se trata de
un abuso sexual cometido por un desconocido, porque por un lado, desde el
punto de vista de la víctima sufre maltrato; pero por otro, desde el punto de
vista del Sistema de Protección, no hay ningún cuidador o persona
responsable que perseguir. Por ello pasa a considerarse un tema policial y
judicial, no de Protección de Menores.

c.- La operacionalización o medida que diferencia el maltrato del no


maltrato conlleva dificultades objetivas y está sujeta a apreciaciones culturales,
profesionales, legales y judiciales que cambian con frecuencia y son diferentes
entre culturas y sociedades.
Así por ejemplo, a nosotros nos parece evidente que hacer trabajar a un
menor de forma asalariada o esclava es una forma de maltrato; mientras en
numerosas sociedades (la nuestra hasta hace unas décadas) se considera
normal el trabajo de un menor, siempre que no revista alguna forma de abuso.
Incluso en alguna sociedad el trabajo de los menores es una forma de
integración y cooperación con la familia y, por ello está valorada, si no es en
condiciones inadecuadas.

d.- Estamos hablando de un problema cuyas dimensiones


desconocemos. Solo una pequeña parte de los casos de maltrato son
detectados. Los estudios que hay son autonómicos, no nacionales, y se suelen
centrar en datos de incidencia (casos en los que ha intervenido la
administración durante un tiempo determinado). Estos datos sobre la
incidencia reflejan más la conciencia social que hay del problema y las
prácticas profesionales que su verdadera dimensión. Serían necesarios
estudios nacionales sobre la prevalencia (investigación sobre muestras

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 24

representativas de la población); y solo tenemos un estudio nacional sobre los


abusos sexuales a menores (López y Otros 1994).

En realidad es muy importante comprender que, además de la


heterogeneidad de las situaciones a las que se refiere, el concepto de maltrato
está condenado a ser impreciso y relativo a cada cultura y momento histórico,
porque se centra “en lo que hacen mal los padres o cuidadores”; y “lo que
hacen mal” se define desde cada sociedad, desde cada código penal, desde
cada ley de menores. No se basa en un discurso (conocimientos) sobre la
infancia, al menos no directamente, sino en lo que en cada sociedad se
considera “mal hacer”, “mal trato” a la infancia.

Así se explica que en unos sitios se persigan unas conductas y en otros


otras, que en un momento histórico se considere maltrato una cosa y en otro
otra. Por ejemplo, los abusos sexuales no eran prevenidos, detectados y
perseguidos (salvo excepciones muy dramáticas) hasta hace pocos años; hoy
se han convertido en una obsesión en algunos países, como en Estados
Unidos.

Basta conocer la historia de los cambios de los códigos penales y de las


leyes de protección de cada país para comprender este relativismo. Incluso es
suficiente comparar la forma en que se definen en cada país determinados
tipos de maltrato. Por ejemplo mientras que en el abuso sexual en unos
países, como en nuestro, pone el acento en señalar los 13 años como edad a
partir de la cual los menores pueden consentir tener actividad sexual, en otros
el criterio fundamental es la asimetría de edad entre víctima y perpetrador
(cinco años en numerosos países).

De hecho los códigos y las leyes que definen las formas del maltrato se
cambian continuamente en numerosos países, haciendo ajustes sucesivos a
los cambios sociales.

A pesar de estas dificultades el maltrato ha sido definido reiteradamente,


aunque sin conseguir un verdadero consenso. Por ejemplo:

.Naciones Unidas, en Derechos de los Menores: “Toda violencia, perjuicio


o abuso físico o mental, descuido o trato negligente, malos tratos o

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 25

explotación, mientras que el niño de encuentra bajo la custodia de los padres,


de un tutor o de cualquier otra persona que le tenga a su cargo”. Se centra en
los maltratadores y en un enfoque negativo: lo que no hay que hacer.

.El código civil español: “Situación que se produce de hecho a causa del
incumplimiento o del imposible o inadecuado ejercicio de los deberes de
protección establecidos en las leyes para la guarda de menores, cuando éstos
queden privados de la necesaria asistencia moral o material”. Un enfoque
negativo, centrado en conceptos pasivos como “protección y guarda”, con una
referencia a necesidades muy imprecisa: necesidades morales y materiales.

.El Observatorio de la Infancia de España ofrece otro concepto más rico y


complejo: “Acción, omisión o trato negligente, no accidental, que prive al niño
de sus derechos y su bienestar, que amenacen y/o interfieran su ordenado
desarrollo físico, psíquico y/o social, cuyos autores pueden ser personas,
instituciones o la propia sociedad”. Mejora mucho otros conceptos porque toma
como referencia los derechos y el bienestar de la infancia, señalando lo que se
hace (acción), lo que no se hace (omisión) o se hace de forma inadecuada
(negligencia). Pero, puesto que el enfoque es finalmente penal, se sigue
focalizando en la búsqueda de culpables (cuyos autores lo hacen de forma no
accidental).

El mismo concepto de “protección”, complementario al de maltrato, y que


se usaba como forma de denominar la institución pública creada en relación al
maltrato infantil (Protección de menores) tiene esta misma óptica negativa del
maltrato: proteger de peligros, proteger de conductas de maltrato. Siempre se
trata de una perspectiva negativa.

Necesidad de una nueva perspectiva: EL BUENTRATO y los


CUIDADOS
Por ello creemos que hay que introducir una nueva manera de pensar y
una forma distinta de enfocar la protección de la infancia: es la perspectiva del
“BUENTRATO”, es la perspectiva de los “CUIDADOS” de la infancia. Se trata
de adoptar una nueva perspectiva, la del buentrato, sin abandonar la anterior,
la del maltrato; la de los cuidados, sin abandonar la de protección.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 26

MODELO DESDE LA PERSPECTIVA DEL MALTRATADOR:


MALTRATO Y PROTECCIÓN.

Hasta ahora el modelo de deficiencia es el predominante. Focaliza la


conducta del maltratador y los daños o carencias sufridos por los menores.
Las preguntas básicas que se hacen desde este modelo son:
-¿Qué de inadecuado ha hecho la familia, la institución, etc.?
-¿Qué daños ha producido o puede producir en el menor?
-¿Esa conducta del maltratador y esos daños superan hasta tal grado
los límites que es necesario tomar medidas de protección?

Este modelo es especialmente útil para tomar decisiones jurídico-


penales, porque señala el maltratador y el daño producido, facilitando la toma
de decisiones legales sobre si los responsables de los menores pueden
mantener la tutela y sobre si es o no adecuado que el menor conviva con
ellos. Ha sido el modelo predominante y aquel por el que se guían los servicios
de protección de menores y el sistema judicial.

Pero esta manera de proceder, aun siendo necesaria, tiene muchas


limitaciones y problemas, porque acaba ocupándose únicamente de casos muy
extremos y sólo si son de una u otra forma denunciados; no focaliza los
recursos positivos de la familia maltratadora que podrían dar lugar a que fuera
adecuado mantener al menor en ella, con ciertas ayudas; y, lo que nos parece
más grave, no facilita el que se tomen las decisiones desde un punto de vista
complejo y global, teniendo en cuenta la oferta posterior que se le va a hacer al
menor, una vez que se ha declarado "culpables o incapaces" a sus padres. El
caso extremo, hoy más infrecuente, se daba cuando un menor era separado
de los padres y llevado a una residencia, donde por unas razones u otras,
acababa sufriendo maltrato institucional.

Este modelo, en todo caso, es necesario, especialmente para la toma de


decisiones en relación con los cambios de tutela y cambios de cuidadores. Es
decir, cuando se trata de tomar decisiones dramáticas sobre las personas o
instituciones que “maltratan” a un niño o una niña. Finalmente los jueces tienen
que tomar decisiones sobre unos supuestos “límites”, por más que estos
puedan ser imprecisos y cambiantes, como lo es el código penal y lo son las
leyes de protección de menores. Las leyes son elaboradas y cambiadas por

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 27

cada sociedad continuamente, también las referidas a la infancia. Lo que


hemos de procurar es que, aun aceptando que siempre sean relativas, tengan
como referencia el “bienestar” de la infancia, de ahí la importancia, como
veremos, de la segunda alternativa.

De hecho cuando analizamos, desde una perspectiva histórica y


comparativa, lo que ha sido el tratamiento del tema del “maltrato” (De Paúl,
2005; Herrenkohl, 2005) se descubre este relativismo inevitable.

Aunque desde esta perspectiva, los profesionales e investigadores no


han dejado de intentar superar este relativismo, proponiendo criterios y
taxonomías de maltrato con la pretensión de que hubiera consenso entre
profesionales, incluso de diferentes países. Los esfuerzos han sido reiterados,
pero siempre parcialmente exitosos (Child Abuse and Neglect, N° 29, 2005:
número monográfico sobre el tema), porque una y otra vez aparecen
discrepancias y situaciones nuevas que son definidas como maltrato.

A pesar de estas limitaciones, es evidente que estos trabajos están


aumentando el consenso entre los profesionales y mayor acuerdo entre las
leyes de los países occidentales, pero también, a medida que avanzan, han
creado taxonomías y criterios cada vez más complejos. De hecho, no se ha
conseguido lo que podríamos llamar un DSM del maltrato infantil.

Por otra parte, como sucede en otros ámbitos, finalmente han sido los
anglosajones, muy especialmente, los americanos, los que han hecho más
estudios y han definido más sus propuestas, con lo que se produce una
occidentalización del concepto de maltrato infantil, un concepto siempre
relativo a la cultura y la sociedad, que, sin embargo, pretende, en la práctica,
pasar por “universal”.

En años bien cercanos, 1993, un informe de la National Research Counsil


(NRC) indicaba que se habían hecho pocos progresos en la clarificación y
operacionalización de los conceptos y tipos de maltrato, por lo que las
prácticas eran muy diferentes entre países y entre profesionales.

La comparación entre las tres clasificaciones más reconocidas (CPS:


Child Protective Sercives; MCS: Maltreatment Classification System y NIS:

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 28

National Incidence Study), hecha por Runyan (2005), deja bien a las claras
coincidencias y discrepancias, con un grado de acuerdo que oscila, según los
tipos y subtipos de maltrato, entre el 37% y el 82% . Si además tenemos en
cuenta en cada tipo y subtipo, perpetrador, edad de la víctima, “severidad”,
“cronicidad”, la “duración”, etc., el grado de complejidad y la dificultad para
operacionalizar y consensuar las codificaciones es grande.

Uno de los esfuerzos más gigantescos que se han hecho para poner a
prueba los sistemas de clasificación es el Estudio Longitudinal sobre Maltrato y
Negligencia de los Menores (LONGSCAN) (Runyan, 2005), coordinado desde
la Universidad de Carolina del Norte (USA). Se trata de un seguimiento de
1435 menores en riesgo, desde los 4 a los 20 años. En este estudio se
intentan tener en cuenta las tres clasificaciones antes citadas, examinado sus
semejanzas y diferencias, a la vez que tiene en cuenta el valor predictivo sobre
los efectos del maltrato en años posteriores.

La clasificación MCS, propuesta por Barnett y Otros (1993) fue


modificada para este estudio (MMCS: Modified MCS) incluyendo
codificaciones para los tipos y subtipos, así como el grado de severidad. Se
trata posiblemente de la clasificación mejor estandarizada y más completa. Por
ello incluimos aquí su estructura básica.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 29

MMCS: Modified Maltreatment Coding Scheme

TIPO DE MALTRATO SUBTIPO DE MALTRATO

Maltrato Físico -en Cabeza, Torso, Nalga, Brazos o


Piernas;
-Manejo violento, Ahogar,
Quemar, Zarandear;
-No descrito el subtipo.

Abuso sexual Exposición de conductas


Explotación sexual
Molestar
Penetración.

Negligencia Fallo en la provisión de:


Alimento, Higiene,
Vestido, Abrigo/refugio,
Medicamentos.

Carencia de Supervisión:
Carencia de vigilancia,
Entorno,
Cuidadores sustitutivos.

Abuso emocional 27 Subtipos:


Salud y Seguridad Psicológicas: 10
Aceptación y Estima: 8
Autonomía apropiada a la edad: 4
Restricción: 5

Negligencia Moral/Legal/Educativa
Drogas/Alcohol.

Cada forma de maltrato es definida de forma operacional, estableciendo


criterios de diferenciación bastante precisos y, a su vez, es clasificada en
diferentes grados de severidad, con ejemplos en casi todos los casos.

Basta comparar esta clasificación, una de las más fundamentadas, y la


ofrecida por De Paúl (2005), Díaz Huerta (1997) y en las Guías de las
diferentes Autonomías de España o por el propio Observatorio Nacional (2001)
entre nosotros, para observar importantes coincidencias, pero también
importantes discrepancias en la forma de fundamentarlas, operacionalizarlas y
usarlas.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 30

Todo ello hace necesario un especial esfuerzo para establecer el


consenso profesional entre profesionales, comunidades y países. Un buen
ejemplo es el esfuerzo que está realizando la Universidad de Carolina del
Norte, basándose sobre todo en la investigación.

En todo caso, este enfoque de maltrato y protección”, más centrado en


los efectos dañinos sobre los menores y las conductas inadecuadas de los
padres y las instituciones, debe ser completado con otro que tome como
referencia básica lo que los menores son y lo que los menores necesitan para
desarrollarse bien.

Este nuevo enfoque debe hacerse explícito y desde la óptica del buen
trato, en lugar de estar solo implícito o emerger de manera circunstancial en
las clasificaciones. Por ejemplo, La clasificación antes citada de la Universidad
de Carolina del Norte, especialmente en el apartado dedicado al maltrato
emocional hace referencia a tres necesidades básicas de la infancia: la
seguridad, la estima y la autonomía. Algo que nosotros venimos proponiendo
de manera explícita y formal en nuestra propuesta de Necesidades de la
Infancia.

MODELO DESDE LA PERSPECTIVA DEL BUEN CUIDADOR:


BUENTRATO

Es necesario, por tanto, un segundo modelo que parta del


concepto de bienestar, como derecho del menor, y defina el maltrato como
“acción, omisión o trato negligente, no accidental, que prive al niño de sus
derechos y su bienestar, que amenacen y/o interfieran su ordenado desarrollo
físico, psíquico y/o social, cuyos autores puedan ser personas, instituciones o
la propia sociedad” (como hace el Observatorio Nacional de la Infancia); pero
que defina y operacionalice lo que se entiende por bienestar y proponga qué
cuidados requiere el conseguirlo.

Las ventajas de este modelo son evidentes, dado que toma como
referencia el bienestar infantil. Este enfoque nos parece especialmente útil
para un enfoque preventivo del maltrato infantil.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 31

Este enfoque tiene, a su vez dos versiones complementarias:

a.- La versión sociopolítica: formulada en forma de derechos de los


menores. Se trata de una declaración de derechos de la infancia,
consensuados por la mayor parte de los países que se usa como referencia
para la acción social, política y, hasta cierto grado, jurídica.
Una versión que es necesaria y que fomenta las transformaciones
sociales, que pretende ser universal, pero está sujeta a cambios producidos
por acuerdos políticos internacionales.

b.- Una versión científico/profesional: caracterizada por un discurso


fundamentado sobre las necesidades humanas y las necesidades de la
infancia.
Pretende ser un discurso sobre las características de la especie humana
y sus necesidades, para conseguir un desarrollo más óptimo, tomando como
referencia, en el caso concreto de los menores, el bienestar de la infancia y su
adecuada socialización.
Esta óptica científico/profesional está también sujeta a cambios. Pero el
origen de estos cambios no son los cambios en los códigos penales, ni en los
acuerdos entre políticos de diferentes países, sino en el debate científico y
profesional.
Creemos que esta óptica científico/profesional debe servir de
fundamento y referencia a las otras: la sociopolítica (las declaraciones de
derechos de la infancia) y la penal (las prácticas jurídicas con los
menores maltratados).

Las limitación mayor de este enfoque es la dificultad para aplicarlo


penalmente, ya que si se tuviera radicalmente en cuenta tendería a exigir
condiciones de máximos (las que aseguran el bienestar), que son a las que
aspiramos, y no de mínimos (los límites que donde empieza el maltrato), que
es como funciona el sistema jurídico.

Pero a pesar de estas dificultades, es posible, como parcialmente hacen


ya algunas clasificaciones como la MMCS, el usar este discurso sobre las
necesidades para fundamentar los derechos de la infancia, las clasificaciones
de maltrato que usan los profesionales, las leyes de la infancia y los códigos
penales.

31
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 32

En realidad, debajo de toda definición y clasificación de tipos de maltrato


hay un discurso implícito sobre el buentrato y sobre lo que los menores
realmente necesitan ¿Por qué no hacer explícito y operacional este discurso?

LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS COMO PERSPECTIVA INTEGRADORA Y


UNIVERSAL: LAS NECESIDADES DE LA INFANCIA.
Por todo ello, consideramos que es conveniente y necesario mantener el
primero de los modelos, especialmente cuando se trata de tomar decisiones
judiciales, mientras el segundo nos parece más útil para el trabajo preventivo y
para el diseño de la intervención con los menores maltratados. Nosotros
hemos dado contenido a este segundo modelo a partir de una teoría de las
necesidades de los menores (López, 1995)que fundamentamos y
desarrollamos más en un nuevo libro (López, 2006). Visión que completamos
con una nueva clasificación de necesidades y una propuesta de factores
protectores y de riesgo en relación con cada una de estas necesidades. Los
factores protectores que se indican en el esquema sirven para diseñar
intervenciones preventivas, mientras señalar los riesgos son es útil para tomar
decisiones en los servicios de protección de menores y a los juzgados.

De lo que se trata, desde nuestro punto de vista, es de tener en cuenta


que todo menor tiene una serie de derechos referidos a la satisfacción de
sus necesidades fundamentales. Estos deben ser la referencia de fondo,
que oriente la prevención, la toma de decisiones y la ayuda. El maltrato
debe ser visto, en este contexto, como la superación de ciertos límites por
acción (maltrato físico o cualquier forma de maltrato activo) u omisión
(negligencia, abandono, etc.), límites que son diferentes según la cultura y el
momento histórico. De esta manera, se acaba reconociendo que el concepto
de maltrato es relativo a la cultura, la legislación y la práctica profesional,
pero no lo son, sin embargo, las necesidades y derechos que deben ser
considerados universales. Una referencia universal que es especialmente útil
por varias razones:

a.- Nos propone una meta (el bienestar infantil) siempre distante. Una
utopía que debe actuar como referencia exigente para que toda sociedad
mejore el bienestar de la infancia y proponga conceptos de maltrato más
exigentes cada vez. Bienestar y maltrato son dos polos de un continuo, cuyo

32
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 33

límite debe marcar cada sociedad y las leyes; pero teniendo en cuenta que la
aspiración es ir acercando ese límite al bienestar.
Como indica el gráfico, el concepto de maltrato es relativo, por lo que
conviene que cada vez sea más exigente, incluyendo todo lo que vulnera de
forma importante el bienestar del menor, acercando a todos los menores del
mundo, cada vez más, al cumplimiento de sus derechos humanos.

MALTRATO BUENTRATO

Ayer Hoy Mañana

(Concepto penal, (Necesidades


universales)
relativo y cambiante)

Se trata de un continuo en el que la frontera entre el maltrato y


buentrato es histórica/cultural/social. Frontera que deseamos sea cada vez
más clara y exigente en la evitación de todas las formas de maltrato. La
inclusión de una descripción y operacionalización de las formas de buentrato y
de una fundamentación en un discurso sobre las necesidades hará ir
cambiando las prácticas educativas y profesionales en favor de una infancia
que vaya alcanzando cada vez mayor grado de bienestar.

Los objetivos son así ambiciosos:


-Detectar, definir y aprender a operar profesionalmente sobre todas las
formas de maltrato, las viejas y las nuevas, las que ya están bien reconocidas
y las silenciadas.
-Construir una sociedad en la que las familias, la escuela, la sanidad, los
servicios de protección y la propia organización de cada comunidad sepa como
bientratar a la infancia, porque reconoce cuales son las necesidades de los
niños y las niñas, de los adolescentes y de los futuros adultos, sabe como
satisfacerlas y dedica recursos prioritarios para ello. Una sociedad en la que
los propios menores participan activamente en su construcción, como
veremos.

33
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 34

b.- Esta propuesta es una referencia crítica frente a aquellas formas,


que ya son consideradas maltrato en sociedades más avanzadas en el
tratamiento de la infancia (por ejemplo, el hacer trabajar a un menor), pero que
aún son permitidas en otras sociedades. Pero también una referencia crítica en
las sociedades avanzadas ante lo que podríamos llamar nuevas formas de
maltrato; por ejemplo, la exposición virtual a una sexualidad adulta muy
explícita y corrosiva y, por poner otro ejemplo bien distante, la comida rápida e
inadecuada que llena nuestra sociedad de menores y adultos obesos.

c.- Esta teoría de las necesidades orienta los trabajos de promoción


positiva del desarrollo, cambiando el sentido de los servicios sociales
que no debería limitarse a actuar cuando hay problemas, sino a evitarlos y, aún
más, a fomentar el bienestar de la infancia.

d.- Señala los factores de riesgo que deben ser evitados, para que no
se consume el maltrato. Factores de riesgo no solo de maltrato en sus formas
más graves, sino de inadecuada satisfacción de las necesidades de la infancia.

e.- Igualmente aparecen con claridad los factores protectores que


deben promocionarse, tanto para favorecer el bienestar como para sobrevivir a
posibles malostratos.

f.- Sirve como referencia para tomar decisiones profesionales, porque


no se trata únicamente de tener en cuenta si ha habido o no maltrato, sino el
grado en que las alternativas que se le pueden ofrecer a un menor solucionan
sus necesidades. Por ejemplo, con frecuencia se ha separado a un menor de
la familia porque le maltrataban, pero no se ha tenido en cuenta, si la
residencia que se le asignaba, respondía a las necesidades del menor, o
incluso, si en ella se daban ciertas formas de maltrato. O, por poner un ejemplo
más, se evaluaba el maltrato familiar, pero no los recursos positivos que
mantenía esa familia para satisfacer las necesidades del hijo por sí misma o
con ciertas ayudas, con las que se podría conseguir que esa familia funcionara
adecuadamente.

g.- Pone el acento en los que necesitan los menores no en como


han sido o son convencionalmente determinadas instituciones. Por
ejemplo, permite, como veremos, revisar y plantear de forma adecuada el
concepto y funciones de la familia, en lugar de convertir la supuesta protección

34
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 35

de los menores en una forma de legitimar determinados tipos de familia, como


el católico y occidental.

En definitiva se trata de saber “cómo somos y qué necesitamos para


vivir mejor”, entendiendo por ello el mayor bienestar subjetivo y el bienestar
evaluado con criterios de salud.

El siguiente esquema puede servir para entender nuestra propuesta,


ubicando en ella nuestra aportación: la DESCRIPCIÓN Y FUNDAMENTACIÓN
DE LAS NECESIDADES DE LA INFANCIA.

35
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 36

CARACTERÍSTICAS DE LA ESPECIE HUMANA

NECISIDADES DE LA ESPECIE HUMANA


NECESIDADES DE LA CRÍA DE LA ESPECIE HUMANA
PRACTICAS FAMILIARES Y PROFESIONALES OPTIMIZADORAS

DERECHOS HUMANOS
DERECHOS DE LA INFANCIA

LEYES
LEYES EN FAVOR DE LA INFANCIA
CÓDIGO PENAL

CLASIFICACIONES DE MALTRATO INFANTIL


PRÁCTICAS PROFESIONALES

EL MOVIMIENTO SE DEMUESTRA ANDANDO:


Vamos a poner solo unos ejemplos que demuestran la utilidad de este
doble enfoque.

Primer ejemplo: los abusos sexuales y la sexualidad infantil.


Hace unos años los sexólogos me decían: no entendemos que te
dediques también a estudiar los abusos sexuales a menores; eso lo hacen los
conservadores, ya exageran ellos bastante.

Y a la vez me decían algunos que se dedican al maltrato infantil: no


entendemos que te preocupe tanto la sexualidad infantil.

En efecto, unos estaban dispuestos a reconocer un problema, el de los


abusos, negando o no ocupándose del buen trato de la sexualidad infantil.

36
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 37

Otros aplaudían mis trabajos sobre sexualidad infantil, pero se


escandalizaban de mis trabajos sobre los abusos.

¿Y si pensamos, de verdad, en la infancia, en lugar de en


nuestra profesión o, aun peor, trabajar desde nuestros prejuicios?

Es evidente que hay que CUIDAR LA SEXUALIDAD INFANTIL


EN POSITIVO, porque es una dimensión importante del desarrollo y la
vida de los menores; pero, a la vez, HAY QIE PREVENIR, DETECTAR
Y PERSEGUIR LOS ABUSOS SEXUALES A MENORES.

¿Por qué tuve yo el acierto de iniciar este enfoque sobre la


sexualidad y los abusos? El lector ya tiene la respuesta: porque no
olvidé ninguno de los dos enfoques.

Las consecuencias sobre el trabajo son evidentes. Por indicar una


bien clara: estamos en desacuerdo con los programas de prevención
de abusos que se aplican de forma aislada y son sexofóbicos (la
mayoría de los anglosajones); mientras defendemos la educación sexual
en positivo y, en ese marco, la prevención de los abusos.

Pero hay otras muchas, pero comentaré solo una más:


estamos convencidos que los abusos sexuales tienen hoy un sobreefecto
negativo en la infancia por el mal tratamiento de la sexualidad en
general e infantil en particular. Si uno además de abusado es sometido
a cosas que denominamos asquerosas, sucias, bajas, impuras, etc.,
los efectos negativos son aun mayores.

Segundo ejemplo: pegar a un menor y tocar-acariciar a un menor.

Tercer ejemplo: ¿Debemos señalar nuevas formas de


maltrato, referidas a aspectos esenciales del buentrato que han sido
olvidados?

37
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 38

CAPÍTULO 3
EXPLICACIONES TEÓRICAS DEL MALTRATO INFANTIL:
LOS FACTORES DE RIESGO
INTRODUCCIÓN

La abundante investigación desarrollada durante más de tres décadas en el ámbito del


maltrato infantil ha permitido identificar numerosos correlatos y factores de riesgo que operan
en diferentes niveles de análisis. En concreto, estos estudios han dirigido su atención,
respectivamente, a variables individuales (padres e hijos), de la interacción familiar y del
contexto social y cultural, situando así el énfasis o peso específico en una u otra variable o
conjunto de variables como factores explicativos del maltrato infantil.
En general, estos distintos niveles de análisis se corresponden con las orientaciones o
modelos que, tradicionalmente, han guiado y ejercido una mayor influencia en la elaboración
teórica y en la investigación en el área del maltrato infantil. Así, desde un Modelo Psicológico-
Psiquiátrico, el primer retrato teórico de los padres que maltratan a sus hijos que surgió en este
área de estudio, se considera que son las características psicológicas y los desórdenes
psicopatológicos de los padres los principales factores explicativos del maltrato infantil. Este
modelo es un ejemplo de lo que se ha denominado teorías unitarias o de factor único.
El Modelo Sociológico o Sociocultural, reorientación teórica que tuvo lugar en los
comienzos de los años setenta como reacción crítica al modelo psicopatológico, supuso el
reconocimiento de la importancia del contexto donde ocurre el maltrato infantil. De acuerdo con
este modelo, las condiciones sociales que deterioran la vida familiar y los valores y prácticas
culturales que sostienen y justifican el uso de la violencia son los principales responsables del
maltrato infantil. Desde esta perspectiva, los padres son víctimas de fuerzas sociales tales
como el desempleo, factores socioeconómicos o el aislamiento social. Además, la aprobación
cultural de la violencia como un recurso adecuado para la resolución de conflictos, proporciona
el fundamento para el uso del castigo corporal con los niños.
Tanto en el modelo psicológico-psiquiátrico como en el modelo sociológico se asume
de forma implícita que las relaciones paterno-filiales son unidireccionales, con los padres
únicamente ejerciendo la influencia en el subsistema de las relaciones familiares. El Modelo
Socio-Interaccional supone así, en este contexto, un cambio en este supuesto básico, situando
el énfasis en las influencias bidireccionales entre los miembros de la familia, en los
antecedentes que pueden precipitar el maltrato y en los factores que pueden mantener el uso
excesivo del castigo físico. Aunque este modelo, basado en el paradigma de la teoría del
aprendizaje, reconoce la naturaleza multidimensional del maltrato infantil, su atención se centra
fundamentalmente en el análisis de los patrones disfuncionales de interacción entre padres e
hijos tales como la reciprocidad de la conducta aversiva, el refuerzo inapropiado de la
conducta, el uso inefectivo del castigo físico, así como en procesos cognitivos y afectivos tales
como atribuciones de conducta, percepciones, interpretaciones de eventos y expresión del
afecto, como mediadores de las interacciones padres-hijos. En el contexto más amplio de esta
orientación teórica, se sitúa, asimismo, el modelo de efectos principales de las características
del niño o modelo centrado en la vulnerabilidad del niño. De acuerdo con este modelo, ciertas
características físicas y conductas del niño, en interacción con la experiencia y competencia
parental, así como con altos niveles de estrés en la familia, pueden actuar como condiciones
precipitantes del maltrato.
Sin embargo, después de casi tres décadas de investigación en el área del maltrato
infantil, puede concluirse que ninguno de los modelos teóricos anteriores tiene suficiente poder
explicativo y que, en cualquier episodio de malos tratos, son múltiples los factores que operan
simultáneamente. El hecho de que ninguna teoría pueda explicar todas las clases de violencia
parental es, quizás, poco sorprendente, ya que no parece haber un ejemplo típico de maltrato,
como no parece haber un factor siempre presente y relevante para todos los casos.
En años recientes, no obstante, las distinciones entre las anteriores formulaciones
teóricas aparecen progresivamente menos claras, reflejando el hecho de que comparten
importantes comunalidades y no representan necesariamente puntos de vista radicalmente
opuestos. Por el contrario, y en lugar de ser considerados como rivales en un debate teórico,
estos acercamientos pueden considerarse como colaboradores potenciales que han dirigido
nuestra atención a diferentes correlatos, aspectos y manifestaciones del maltrato infantil.

38
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 39

De acuerdo con esta interpretación, estas teorías difieren entre ellas con respecto al
nivel de generalidad que asumen.
Dado los múltiples correlatos del maltrato infantil operando en diferentes niveles de
análisis, algunos investigadores han intentado organizar los factores de riesgo y procesos
identificados, de forma conceptual o teóricamente significativa. Surge así, como respuesta a la
necesidad ampliamente reconocida de integrar los distintos acercamientos a la etiología del
maltrato infantil, el Modelo Ecológico o Ecosistémico del maltrato infantil (Garbarino, 1977;
Belsky, 1980). Ambos autores, con algunas diferencias, desarrollan su marco conceptual a
partir del Modelo Ecológico del desarrollo humano propuesto por Bronfenbrenner (1977, 1979)
y mantienen, desde esta perspectiva, que el maltrato infantil puede ser mejor comprendido si
se considera como un producto final de una disfunción fundamental en un complejo ecosistema
con numerosas variables interactuando. Este es también el caso del modelo de las cuatro
precondiciones formulado por David Finkelhor para el caso específico del abuso sexual.

1. EXPLICACIONES BASADAS EN CARACTERÍSTICAS INDIVIDUALES

El modelo psicopatológico fue el primer retrato teórico de los padres que maltratan a
sus hijos que surgió en este área de estudio. Desde esta perspectiva se considera que son las
características de personalidad y los desórdenes psicopatológicos de los padres los principales
factores explicativos del maltrato infantil. Sin embargo las investigaciones que han intentado
distinguir entre padres que maltratan y padres que no maltratan a sus hijos sobre la base de
medidas de personalidad y síntomas psicopatológicos, indican que sólo un porcentaje reducido
de casos de malos tratos (alrededor de un 10%) pueden ser atribuidos únicamente a rasgos de
personalidad, desórdenes mentales o psicopatologías.
Es interesante cuestionarse por qué, a pesar de la falta de evidencia científica, el
modelo psiquiátrico todavía ejerce una notable influencia. En primer lugar, si consideramos las
respuestas emocionales que despierta el maltrato infantil y el hecho de que con frecuencia
parece imposible encontrar una explicación racional al trato cruel de un niño por sus padres o
cuidadores, no resulta sorprendente que tienda a aplicarse un modelo que defina esas
acciones como el resultado de aberraciones o enfermedades. Incluso sociólogos pueden verse
tentados a utilizar este modelo. Un sociólogo, Richard Gelles, pionero en la investigación de la
violencia en la familia y uno de los primeros en desmitificar el modelo psicopatológico, nos
proporciona, en este sentido, una ilustradora anécdota. Este investigador, junto con otros
colegas, había realizado una evaluación médica y psicosocial de una niña que había sido
sumergida en una bañera llena de agua hirviendo, sufriendo importantes quemaduras. Cuando
uno de sus colegas le preguntó que pensaba del caso, este investigador respondió: "cualquiera
capaz de realizar algo así tiene que estar loco". ¿Pero no fuiste tú quien escribió en 1.973 que
el modelo psicopatológico era un mito, fue la respuesta del colega?, a lo que Richard Gelles
respondió: "me trae sin cuidado lo que yo haya escrito, yo sólo sé lo que he visto".
En segundo lugar, mientras que sí suele reconocerse el hecho de que fuera del ámbito
familiar, la agresión y la violencia es un potencial compartido por todos los individuos, existe un
rechazo generalizado a aceptar el potencial de las familias de llegar a ser violentas, lo que
supone, curiosamente, aplicar de forma diferente los estándares conductuales comúnmente
aceptados al grupo familiar. En este sentido un modelo psicopatológico refuerza una ideología
"ellos" versus "nosotros" que permite distanciarse del problema, puesto que este modelo
implica que los padres que maltratan a sus hijos son "diferentes" (es decir, enfermos mentales,
psicópatas, etc.) (Zigler y Hall, 1989). Por último, y en relación con lo anterior, este modelo
etiológico, de acuerdo con el cual los malos tratos son un fenómeno extraño e infrecuente, y
cuando tienen lugar son como consecuencia de alguna patología o desorden mental,
virtualmente absolvía a la sociedad de cualquier contribución en la aparición del maltrato
infantil.
La ausencia de resultados consistentes que apoyen una explicación exclusivamente
psicopatológica no condena, sin embargo, su valor. Este modelo es, esencialmente, un intento
de comprender las características individuales de los padres que maltratan a sus hijos en
relación a sus experiencias previas y necesidades actuales. De esta forma, la atención se
centra principalmente en los padres y relega procesos y variables situacionales a un segundo
término.

39
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 40

1.1. Características individuales de los padres que maltratan a sus hijos

Aunque numerosos padres que maltratan a sus hijos pueden experimentar dificultades
emocionales o conductuales, no se ha obtenido un conjunto de factores o rasgos de
personalidad consistente que caracterice a los padres maltratadores. Entre las características
que se han observado en padres que maltratan a sus hijos se encuentran una pobre
autoestima, escasa inteligencia, impulsividad, hostilidad, aislamiento y soledad, ansiedad,
depresión y apatía, rigidez, miedo al rechazo, poca tolerancia a la frustración, narcisismo,
inmadurez y dependencia, desconfianza, neuroticismo, abuso de sustancias y conducta
delincuente.
También se ha sugerido otro conjunto de problemas relacionados con la falta de
habilidades y conocimientos como una característica de los padres maltratadores. Entre éstos
se incluyen una falta de habilidades parentales (incluyendo un uso excesivo del castigo
corporal), un escaso autocontrol y pocas habilidades de afrontamiento y una falta general de
habilidades interpersonales. La falta de conocimientos de los padres acerca del desarrollo
infantil puede resultar en expectativas inapropiadas. Estas expectativas inadecuadas pueden
tener como consecuencia el castigo injustificado cuando los padres esperan de sus hijos
conductas que no se corresponden con su estadio evolutivo como, por ejemplo, pegar a un
niño de un año por no controlar sus esfínteres. Las actitudes inapropiadas pueden también
contribuir a los malos tratos, por ejemplo, aceptando la violencia como una forma de resolver
los problemas o considerando a los hijos como una propiedad. Otras situaciones específicas
como un embarazo no deseado, enfermedades, una pobre capacidad para empatizar con los
hijos, pueden incrementar la probabilidad de los malos tratos, en particular cuando la familia se
encuentra aislada socialmente y bajo condiciones de estrés.
La etiqueta de "padre abusivo" puede inducir a error, puesto que implica que un padre
posee un conjunto rasgos estables, uniformes y fácilmente distinguibles de aquellos padres que
no maltratan a sus hijos. Las características psicológicas de los padres que maltratan a sus
hijos son demasiado variadas y dependientes de variables situacionales para apoyar este
punto de vista uniforme de los padres. Por ejemplo, algunos padres que poseen muchas de
estas características "predisposicionales" del maltrato (historia de violencia, pobre control de
los impulsos, habilidades parentales limitadas...) pueden no llegar nunca a maltratar a sus
hijos, debido a circunstancias favorables que evitan esas acciones (un hijo fácil de manejar, el
apoyo del cónyuge..). Igualmente, numerosos padres que han maltratado a sus hijos
manifiestan pocas, o ninguna, de las características "predisposicionales" y, sin embargo,
presiones o exigencias extremas desencadenan la situación de maltrato. Debido a que
individualmente los padres abusivos no poseen todas, o incluso la mayoría, de las
características psicológicas señaladas por los distintos estudios, el problema que se plantea es
cómo sopesar la importancia de esos factores.

1.2. La transmisión intergeneracional de los malos tratos

En su revisión de la investigación desarrollada en los años 70, Richard Gelles identificó,


entre las conclusiones más consistentes de los estudios empíricos y revisiones de la literatura,
la aparición de un "ciclo de la violencia" como uno de los principales factores relacionados con
la ocurrencia del maltrato infantil y de la violencia conyugal. De acuerdo con este "ciclo de la
violencia", los niños maltratados, en su madurez, llegarán a ser padres que maltratan a sus
hijos, produciéndose así una transmisión del maltrato de generación en generación.
Comprensiblemente, la abrumadora presencia de esta observación en la literatura confería a
esta noción un estatus prácticamente axiomático.
Sin embargo, la evidencia empírica que proporcionaban esos estudios resultaba menos
convincente. El valor de estos primeros estudios, basados en su gran mayoría en historias de
casos clínicos, se reducía notablemente debido a los numerosos problemas metodológicos que
presentaban, entre los que se incluían el uso de muestras no representativas, la ausencia de
grupos de comparación y la carencia de criterios formales para términos como "historia de
maltrato" y "maltrato actual". El estudio llevado a cabo por Steele y Pollock (1968) nos
proporciona un buen ejemplo de ello.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 41

Este informe se encuentra entre los más ampliamente citados, a pesar de la


advertencia de los autores de que el "estudio del grupo de padres utilizado no debe
considerarse como una prueba estadística útil de ningún concepto". En este estudio, los
autores señalan que todos los padres, en observación psiquiátrica por las lesiones no
accidentales que causaron a sus hijos, recrearon las prácticas que experimentaron en su
propia infancia. Sin embargo, también se señala que algunos padres afirmaron que "nunca le
habían puesto la mano encima al hijo", lo que deja un amplio margen de incertidumbre acerca
de lo que se entiende por las prácticas educativas experimentadas que estaban siendo
recreadas. Posteriormente, Steele y Pollock amplían este punto afirmando que "todos los
padres habían experimentado en su infancia un sentimiento generalizado de continuas e
intensas exigencias de sus padres", lo que aleja notablemente esta definición de lo que implica
habitualmente la hipótesis intergeneracional. Además, en este estudio no se empleó un grupo
de comparación adecuado, lo que dificulta determinar si estas experiencias son generalizables
a los padres que maltratan a sus hijos o únicamente ciertas para los adultos que reciben
tratamiento psicológico. Aunque este estudio fue, ciertamente, valioso en la generación de
hipótesis acerca de las posibles relaciones entre el maltrato recibido en la infancia y el maltrato
de los propios hijos, no puede considerarse como una evidencia conclusiva en apoyo de la
hipótesis intergeneracional.
No obstante, estudios mejor controlados tienden a confirmar esta asociación y permiten
evaluar más apropiadamente la validez de la hipótesis intergeneracional.

La hipótesis intergeneracional: evidencia empírica

Recientemente, las medidas de autoinformes estandarizados (cuestionarios escritos,


entrevistas estructuradas) se han convertido en la principal fuente de datos de los estudios que
han investigado la transmisión intergeneracional del maltrato infantil. La utilización de este tipo
de medidas proporcionan a estas investigaciones una mayor corrección metodológica que los
estudios basados en entrevistas clínicas, estudios de casos o archivos e informes escritos
(hospitales, policía, servicios sociales). Además, en estos estudios los términos "historia de
maltrato" y "maltrato actual" se encuentran definidos consistentemente, se emplean grupos de
comparación y se evalúan asimismo otros factores etiológicos.
En todos los estudios que han utilizado medidas de autoinforme como la principal
fuente de datos, se han obtenido consistentemente diferencias entre los padres que maltratan a
sus hijos y los padres en el grupo de comparación en la variable "historia de maltrato". Sin
embargo, también en estos estudios se observa un considerable solapamiento entre los dos
grupos de padres estudiados. Esto implica que, aunque entre los padres que maltratan a sus
hijos es más común una historia de maltrato, numerosos padres que no señalan haber
experimentado el maltrato en su infancia maltratan a sus hijos y que padres que sí fueron
maltratados no repiten el maltrato con sus propios hijos.
Asimismo, es importante diferenciar entre la evidencia empírica proporcionada por los
estudios retrospectivos y los estudios prospectivos. En los estudios retrospectivos, los padres
públicamente identificados por el maltrato de sus hijos pueden distorsionar la información
acerca de su propia infancia. Además, estos estudios producen lo que se denomina el "error
etiológico", es decir, mientras que retrospectivamente, la historia de maltrato conduce de forma
aparentemente inevitable al maltrato, prospectivamente el ser maltratado no lleva
necesariamente al maltrato, haciéndose evidente las múltiples posibles trayectorias y
resultados en el desarrollo.
El estudio llevado a cabo por Hunter y Kilstrom (1979), ilustra de forma llamativa cómo
las variaciones en el diseño experimental (retrospectivo versus prospectivo) pueden afectar los
resultados obtenidos en la investigación. En este estudio se entrevistaron 282 padres de niños
recién nacidos que se encontraban bajo cuidados intensivos debidos al nacimiento prematuro.
La información acerca de la infancia de los padres, así como de otros aspectos (salud,
interacción social..), se obtuvo mediante entrevistas semiestructuradas, incluyendo la historia
de maltrato e incidentes de maltrato físico así como de negligencia. El maltrato actual se
determinó mediante la búsqueda en los registros oficiales de informes que confirmaban el
maltrato físico o negligencia, cuando los niños tenían un año de edad. En la entrevista inicial,
49 padres señalaron haber tenido una historia de maltrato físico y negligencia. En el
seguimiento, 10 niños en el estudio fueron identificados como maltratados.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 42

Nueve de esos niños tenían padres con una historia de maltrato; sin embargo, no se
detectó el maltrato en 40 padres con similares historias en su infancia. Dado que únicamente
se detectó el maltrato infantil en 9 de los 49 padres con una historia de maltrato, el porcentaje
de transmisión intergeneracional ofrecido por los autores fue del 18%.
Sin embargo, si este estudio hubiera sido realizado retrospectivamente, únicamente
con los padres que fueron identificados por el posterior maltrato de sus hijos, la asociación
entre la historia de maltrato y el subsecuente maltrato de los hijos hubiera sido
desproporcionada y erróneamente alta. En ese supuesto, puesto que 9 de cada 10 de los
padres que maltrataban a sus hijos tenían una historia de maltrato, el porcentaje se situaría en
el 90%. Así, empleando un diseño de investigación prospectivo, Hunter y Kilstrom demostraban
que la mayoría de los padres que habían sido maltratados no maltrataban a sus hijos (82%).
Aunque los resultados de este estudio no pueden generalizarse, debido a la naturaleza no
representativa de la muestra, a las limitaciones asociadas con la fuente de datos utilizados para
detectar los incidentes de maltrato y al hecho de que el seguimiento no se extendió más allá de
un año, este estudio ilustra claramente la superioridad de un diseño prospectivo y subraya la
necesidad de interpretar los estudios retrospectivos con cautela.
Una evaluación final de la evidencia empírica disponible, lleva a la conclusión de que la
transmisión del maltrato infantil entre generaciones dista mucho de ser una consecuencia
inevitable del hecho de haber sido maltratado. Ciertamente, se necesitan nuevos trabajos en
este área, no sólo para obtener una mejor comprensión de los procesos generales involucrados
en la transmisión intergeneracional, sino también para explorar e identificar los factores y
condiciones asociadas con la discontinuidad intergeneracional.
Mecanismos de transmisión

Los procesos mediante los cuales se produce la transmisión del maltrato de una
generación a otra no son bien conocidos. Aunque una gran parte de las hipótesis de trabajo se
han derivado de la teoría del aprendizaje social, la interpretación de la continuidad así como de
la discontinuidad intergeneracional realizada desde la teoría del vínculo ha adquirido un papel
cada vez más relevante.
La investigación realizada desde la perspectiva del aprendizaje social sugiere que las
lecciones que el niño aprende en el hogar mediante el modelado, contingencias de refuerzo o
aprendizaje observacional, desempeñan un rol significativo como mecanismo de transmisión El
niño aprende que la agresión es apropiada y este aprendizaje incrementa la probabilidad de
que en la madurez este niño repita con sus hijos los patrones violentos de conducta. Además,
los niños maltratados desarrollarían con mayor probabilidad reglas que apoyan la conducta
violenta si las acciones de los padres se consideraban normativas, si el maltrato se
acompañaba de razonamientos verbalizados y si el maltrato ocurría como una medida de
disciplina siguiendo a una transgresión.
Desde la perspectiva de la teoría del vínculo, se considera que los vínculos tempranos
que se establecen entre el niño y su cuidador, proporcionan el prototipo de las relaciones
posteriores. A través de las primeras experiencias con su cuidador, el niño desarrolla
expectativas acerca de la disponibilidad de los otros en momentos de necesidad, así como un
modelo complementario de sí mismo como digno (o indigno) de ser cuidado. De acuerdo con
Bowly (1980), el niño que desarrolla vínculos seguros, probablemente posee un modelo de
representación en el que las figuras de vínculo aparecen disponibles, responsivas y apoyativas,
y un modelo complementario de sí mismo como una persona que, al menos, puede ser querida
y valorada. Con la confianza en sí mismo y en los otros, este niño desarrollará con mayor
probabilidad relaciones basadas en el amor y la confianza. Por el contrario, los niños cuyas
necesidades no han sido apropiadamente satisfechas desarrollan expectativas de acuerdo con
las cuales el cuidado y la consideración no son disponibles y no se puede confiar en los otros.
Estos niños, como adultos tendrán, probablemente, mayores dificultades en establecer
relaciones basadas en el apoyo, así como en proporcionar un cuidado adecuado a sus hijos.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 43

De acuerdo con la teoría propuesta por Bowly , estos modelos internos de


representación de sí mismo, de los otros y de las relaciones que se establecen con los demás,
se derivan de las historias relacionales tempranas y pueden explicar la continuidad en el
maltrato. Según Bowly, presumiblemente, la probabilidad de la transmisión de generación en
generación de estos patrones de interacción distorsionados, se incrementa cuando las
experiencias tempranas negativas no se recuerdan e integran y no se forman modelos internos
de representación coherentes de las relaciones con los otros. Asimismo, esta teoría, puede ser
útil para intentar comprender las discontinuidades en el ciclo del maltrato, si se tiene en cuenta
otras clases de relaciones interpersonales que pueden ser especialmente relevantes, como la
disponibilidad de una relación emocionalmente apoyativa (además de la relación basada en el
maltrato) en la infancia, una relación terapéutica profesional en un periodo determinado de la
vida y/o, la formación de una relación estable y satisfactoria con un adulto en la madurez. Estas
experiencias proporcionarían las bases para el desarrollo de modelos alternativos o
transformados de relaciones y permitirían la formación de relaciones positivas con los propios
hijos a pesar de haber experimentado el maltrato.

1.3. Características de la víctima

Numerosos investigadores han analizado la posibilidad de que las características y


conducta del niño contribuyan a su propio maltrato, posibilidad que ha sido descrita como el
modelo de efectos principales de las características del niño (o modelo centrado en la
vulnerabilidad del niño). Este modelo descansa principalmente sobre la evidencia obtenida por
estudios que han analizado las relaciones entre ciertas características del niño, tales como
nacimiento prematuro, bajo peso al nacer, handicaps físicos o psíquicos o hiperreactividad, y el
maltrato infantil. Es importante destacar a este respecto, que el supuesto que subyace a estos
estudios, pocas veces hecho explícito, es que algunos niños cuyo cuidado es difícil y no
recompensante provocan el maltrato de los padres que, en otras circunstancias, con niños
normales, no maltratarían.
Entre las observaciones más comunes en estos estudios se encuentra la asociación
obtenida entre el nacimiento prematuro y bajo peso al nacer y el maltrato infantil. Además,
algunos estudios sugieren que el largo período de separación entre la madre y el niño
prematuro en el período de postparto, incrementa el riesgo de estos niños de ser maltratados,
debido a las dificultades que se producen en el proceso de vinculación afectiva entre la madre
y el hijo. Este planteamiento asume que un padre que tiene la oportunidad de establecer
vínculos afectivos con su hijo será más sensible a sus necesidades y señales y, por lo tanto,
será más probable que ejerza un control efectivo sobre conductas como la irritabilidad y el
llanto que potencialmente pueden provocar la conducta agresiva del padre. Otras
características del niño asociadas con el maltrato infantil han sido los handicaps físicos o
psíquicos, enfermedades frecuentes y severas y problemas de conducta tales como
irritabilidad, hiperactividad, retraimiento social y problemas en el sueño y alimentación.
Sin embargo, una revisión de la literatura acerca de los efectos de los niños con
características de riesgo en la conducta de los padres, sugiere que esas características,
consideradas aisladamente, no son suficientes para inferir si un niño será víctima del maltrato.
Revisiones o estudios observacionales ponen de manifiesto la capacidad de respuesta de los
padres, así como el poder de influencia del entorno, para superar las dificultades tempranas en
el desarrollo del niño y la incapacidad de predecir el maltrato de esos niños únicamente sobre
la base de sus características físicas o de su conducta.
Es importante destacar que la mayoría de estos estudios son retrospectivos, es decir,
se analizan casos de maltrato ya identificados, lo que imposibilita la separación de los efectos
de las características del niño, de la posibilidad de que la pobre calidad de la conducta parental
determine ciertas características del niño.
Desde una perspectiva del desarrollo, se propone una interpretación de los efectos de
las características del niño en el contexto de las características de los padres y el entorno. De
acuerdo con estos autores, los adultos pueden ser considerados padres "adecuados" en
cualquier punto dado en el tiempo, en la medida en que sean capaces de ser sensibles y de
responder a las señales apropiadas del niño y posean los recursos personales y económicos
suficientes para satisfacer sus necesidades.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 44

En la medida en que un niño con diferencias individuales extremas se encuentre en


una familia cuyos padres puedan no ser "adecuados", las características de ese niño pueden
empeorar una situación ya de por sí difícil. Ese niño puede llegar a ser una víctima del maltrato,
no debido a sus propias características, sino debido a que el niño añade una nueva carga a un
sistema familiar ya incapaz o sometido a altos niveles de estrés.

2. EXPLICACIONES BASADAS EN LAS CARACTERÍSTICAS DE LA FAMILIA Y DE LA


INTERACCIÓN PATERNO-FILIAL

2.1. La familia: un grupo especialmente violento

Existe un rechazo generalizado a aceptar el potencial de las familias de llegar a ser


violentas. Diversos autores coinciden en afirmar que, en general, las personas tienen la
necesidad de considerar a las familias violentas como diferentes de la propia familia y de otras
conocidas. Sin embargo, tal distanciamiento del problema no se justifica si consideramos que la
prevalencia de la violencia familiar es tal que podemos describirla como un aspecto o faceta
"normal" de nuestra sociedad.
Por el contrario, sí suele reconocerse el hecho de que fuera del ámbito familiar, la
agresión y la violencia es un potencial compartido por todos los individuos, lo cual supone,
curiosamente, aplicar de forma diferente los estándares conductuales comúnmente aceptados
al grupo familiar. Fuera de la familia no resulta extraño esperar que los individuos busquen
satisfacer sus propias necesidades antes que atender las de los demás. Sin embargo, se
espera que dentro de la familia las necesidades individuales pasen a ocupar un segundo plano,
en beneficio de las necesidades del grupo familiar.
La alta incidencia de la violencia en el seno de la familia, ha llevado a autores como
Gelles y Straus (1979) a considerar este grupo social como la institución más violenta de
nuestra sociedad (exceptuando el ejército en tiempos de guerra). Este hecho sugiere la
necesidad de un examen de aquellas características que distinguen a la familia de otros grupos
sociales. La familia, aunque comparte ciertas características con otros grupos, como grupo
social y como institución de la sociedad, posee algunas características distintivas que hacen de
ella, según estos autores, un grupo especialmente propenso a la violencia.
Gelles y Straus (1979) identificaron aquellos aspectos y características únicas de la
familia que, como grupo social, contribuyen a hacer de ella una institución propensa a la
violencia. Características que, paradójicamente, son las mismas que hacen de la familia un
entorno íntimo, cálido y apoyativo.
Tiempo de exposición al riesgo.

La característica más elemental de la familia que puede dar cuenta de la alta incidencia
de la violencia, es el hecho de que sus miembros ocupan muchas horas al día interactuando
entre sí. Aunque este es un factor importante, sin embargo, la razón violencia en el ámbito
familiar y violencia experimentada fuera de la familia excede con mucho a la razón tiempo de
interacción en la familia y tiempo de interacción fuera de la familia. Es decir si se compara la
familia con otros grupos en los que el tiempo de interacción es también elevado, como por
ejemplo los grupos de trabajo, se hace evidente la necesidad de considerar algunas
características distintivas adicionales.
Rango de actividades e intereses.

Mientras que las interacciones sociales no familiares se centran en propósitos


específicos, la naturaleza del grupo familiar facilita que las interacciones cumplan un amplio
rango de actividades, con lo cual se crean más situaciones y sucesos que pueden provocar
disputas y frustraciones.
Intensidad de la implicación.

Desde un punto de vista cualitativo, la interacción familiar es también única en sus


características.
El grado de compromiso de los miembros de la familia con la interacción es mayor, de
forma que las insatisfacciones y disputas en la familia alcanzan un rango de implicación -al
menos normalmente- mayor que si las mismas situaciones ocurrieran fuera de la familia.
Actividades implicativas.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 45

Numerosas interacciones en la familia son propiamente conflictos estructurados en


forma de "suma cero" (qué programa de la televisión ver, qué coche comprar), en las que
siempre hay "ganadores" y "perdedores".
Asimismo, son de igual importancia las intrusiones en el propio espacio personal,
motivadas por los estilos o hábitos de otros miembros de la familia (mayor o menor orden y
cuidado de las cosas, hábitos de comida...).
Derecho a la influencia.

La pertenencia a la familia conlleva el derecho implícito a influir en la conducta,


actitudes y valores de los otros miembros, lo que intensifica frecuentemente los desacuerdos y
conflictos.
Consecuentemente, la insatisfacción con las actividades y conductas de otro miembro
de la familia se incrementan con los intentos de cambiar esos comportamientos. Igualmente,
Garbarino (1977) se refiere a estos probables puntos de conflicto familiar al describir los costos
psicológicos que supone la pertenencia al grupo familiar. Desde su punto de vista, no existe la
privacidad en la familia, puesto que el tiempo y los recursos de cada miembro se consideran,
por descontado, pertenecientes a todos los miembros, y las actividades y obligaciones están
continuamente supervisadas y manipuladas.
Por otra parte, la pertenencia a la familia proporciona un conocimiento detallado de los
otros miembros de la familia. En este sentido, Gelles (1979) describe las "biografías sociales"
de los miembros de la familia como demasiado "familiares", familiaridad que proporciona el
conocimiento de las vulnerabilidades individuales y que puede ser utilizado contra otros
miembros en momentos de conflicto y competitividad.
Discrepancias de sexo y edad.

El hecho de que la familia esté compuesta por personas de diferentes edades y sexos,
junto con las diferencias generacionales y sexuales que pueden llevar a interpretaciones
absolutamente distintas de los hechos, hacen de la familia un terreno especialmente abonado
para que surja el conflicto.
Roles atribuidos.

Junto con el problema de la edad y las diferencias sexuales, el hecho de que los roles
familiares y el estatus sean asignados, en una proporción muy considerable, en función de las
características biológicas más que de los intereses y competencia, incrementa el potencial de
conflicto en la familia. Este riesgo de conflicto que genera el carácter sexista de la organización
familiar es especialmente alto al coexistir esta estructura en el contexto de una sociedad con
una ideología igualitaria. No obstante, incluso sin esta inconsistencia ideológica, el potencial de
conflicto es alto puesto que, por ejemplo, es inevitable que no todos los maridos tengan la
competencia necesaria para cumplir con su rol de líder prescrito culturalmente
Privacidad de la Familia

En numerosas sociedades, especialmente en las sociedades urbanas-industrializadas,


la estructura normativa del parentesco aísla a la familia de los controles sociales y,
consecuentemente, resulta con frecuencia prácticamente imposible penetrar en la intimidad
familiar, investigar los conflictos intrafamiliares y, obviamente, ofrecer ayuda y asistencia en
tales circunstancias.
Pertenencia involuntaria.

Las relaciones de nacimiento son totalmente involuntarias y no pueden finalizarse


(mientras que pueden existir ex-maridos o ex-mujeres, no hay ex-hijos o ex-padres). Además,
las relaciones conyugales tienen en muchas ocasiones aspectos no voluntarios (las
expectativas sociales del matrimonio como un compromiso a largo plazo se expresan en la
frase "hasta que la muerte nos separe"). Por otra parte, existen recompensas y constricciones
emocionales, materiales y legales que frecuentemente hacen la pertenencia al grupo familiar
inescapable social, física o legalmente. Así, cuando surgen conflictos o insatisfacciones, la
alternativa de resolverlos "marchándose", a menudo no existe en la práctica (al menos en lo
que se percibe como práctico o posible).
Alto nivel de estrés.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 46

Las relaciones de la familia nuclear son inestables de por sí, ya que la estructura de la
familia está en continuo cambio como resultado de su ciclo vital (nacimiento, madurez de los
hijos, muertes). Las crisis que estos cambios provocan han sido desde hace tiempo
reconocidos, y combinadas con la implicación emocional que es típica de las relaciones
familiares, convierte al grupo familiar en un lugar donde se generan niveles de estrés más altos
que en otros grupos.
Aprobación normativa.

Las normas culturales legitiman el uso de la violencia entre los miembros de la familia
en situaciones donde el uso de la fuerza física supondría una seria transgresión moral o legal si
ocurriera entre personas no vinculadas por lazos familiares, lo cual se ilustra en el derecho de
los padres de utilizar la fuerza física.
Socialización en la violencia y su generalización.

El alto nivel de violencia en el ámbito familiar puede ser explicado en parte en relación
al hecho de que la violencia se experimenta en primer lugar en la familia y, paradójicamente,
entre aquellas personas que basan su relación en el amor. Operacionalmente, esto se traduce
en el uso del castigo físico como práctica educativa. De este modo, una primera consecuencia
es la asociación del amor con la violencia. El niño aprende que aquellos que más le aman son
también aquellos que le pegan y que tienen el derecho de hacerlo. La segunda consecuencia,
no intencionada, es que se justifica el uso de la violencia cuando algo es realmente importante.
Estas lecciones indirectas no se limitan únicamente a ofrecer un modelo para el tratamiento
posterior de los futuros hijos, sino que llegan a ser una parte fundamental de la personalidad
del individuo, creándole una determinada visión del mundo que llega a generalizarse a otras
relaciones sociales, especialmente en las relaciones más próximas como las de marido-esposa
o padres-hijos. Estas consideraciones sugieren que la experiencia temprana del castigo físico
sitúa las bases preliminares para la legitimidad normativa de todos los tipos de violencia, pero
especialmente de la violencia intrafamiliar.
Según las consideraciones anteriores, la familia puede considerarse como un grupo de
individuos que, a pesar de su pertenencia involuntaria a la misma, mantienen un elevado nivel
de implicación personal y emocional y que disponen de información potencialmente destructiva
acerca de los puntos fuertes y débiles de los demás. Si esta mezcla no resultara ya lo
suficientemente explosiva, pueden encontrarse aún nuevos puntos de tensión en las
diferencias de edad y sexo, en los conflictos de rol y en la ausencia de intimidad, facetas, todas
ellas, predecibles en la vida familiar.
Como vemos, existen ciertos costos derivados de la pertenencia al grupo familiar. Sin
embargo, paradójicamente, eludir las "obligaciones" implícitas a esta pertenencia, supone
renunciar a una de las fuentes más importantes (en la mayoría de los casos) de calor, afecto y
seguridad. El dilema parece ser, tanto para los miembros de la familia, como para aquellos que
trabajan en el ámbito de la violencia familiar, determinar en qué punto los costos de esta
pertenencia exceden a los beneficios.

2.2. El maltrato infantil en el contexto de la interacción familiar

Dimensiones de la conducta parental: los estilos de socialización

Desde la perspectiva de la socialización, el maltrato infantil se considera no como un


fenómeno social aislado o como el resultado de desórdenes psicológicos de los padres, sino,
más bien, como el producto de prácticas de socialización que sancionan el uso de la violencia y
de técnicas de poder asertivo con los hijos.
Con frecuencia, los padres que maltratan a sus hijos son considerados como personas
diferentes o distintas de los padres no abusivos. El maltrato infantil tiende a percibirse como
una práctica tan inconcebible o perversa que ha dado lugar a una falsa dicotomía que separa y
define a los padres "abusivos" en relación a los padres "normales". De forma similar, las
características negativas asociadas con este problema se atribuyen a todos los padres
identificados como "abusivos", mientras que se asume que las características positivas de los
padres "adecuados" se encuentran ausentes en los padres que maltratan a sus hijos y son
propias únicamente de los padres "normales". El supuesto que subyace a esta dicotomía es
que la conducta parental y la motivación para interactuar positivamente con los hijos es un
fenómeno natural y universal basado intrínsecamente en el mejor interés de los niños. Aquellos

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 47

que no poseen esta habilidad o deseo, presumiblemente, pueden situarse en la categoría de


"abusivo" o "negligente" y pueden ser identificados y etiquetados como "anormales" o
"desviantes" .
Una conceptualización alternativa, que evita esta falsa dicotomía entre prácticas
parentales de socialización, se basa en un modelo continuo de la conducta parental. En un
extremo de ese continuo se encontrarían aquellas prácticas más severas y abusivas hacia el
niño, en el otro extremo se encontrarían los métodos que promocionan el desarrollo social
emocional e intelectual. De esta forma, este modelo también enfatiza aquellos estilos
parentales que no logran satisfacer las necesidades del niño, como por ejemplo la carencia de
afecto físico, elogios verbales o una comunicación paterno-filial deficiente.
De acuerdo con este modelo, el maltrato infantil puede considerarse en términos del
grado en que un padre utiliza estrategias de control negativas e inapropiadas con sus hijos. En
ese sentido, algunas formas de maltrato infantil, pueden entenderse como el extremo al que un
padre puede llegar en la disciplina que emplea con sus hijos. Considerar el maltrato infantil en
el contexto de las prácticas parentales de disciplina no significa negar o disminuir la seriedad
de sus consecuencias en el niño sino, más bien, es intentar dirigir la atención hacia aquellos
aspectos de los malos tratos que parecen prácticas parentales "habituales", excepto en
términos del grado de severidad que alcanzan.
El maltrato infantil en el contexto de la disciplina parental

Como se ha observado repetidamente, los padres que maltratan a sus hijos no sólo
responden de forma diferente a situaciones hipotéticamente conflictivas que requieren la
elección de prácticas de disciplina, sino que sus elecciones difieren de las de los otros padres.
Efectivamente, estos padres parecen responder a sus hijos de forma funcionalmente no
contingente. Esta circunstancia, además de hacer impredecible la vida para el niño, tiene
importantes consecuencias en las relaciones paterno-filiales. Las recompensas proporcionadas
consistentemente sobre bases no contingentes pueden, eventualmente, perder la capacidad de
actuar como refuerzos positivos. De esta forma, los padres que responden no
contingentemente a sus hijos están perdiendo una de las principales fuentes de influencia
sobre sus hijos: el uso de incentivos positivos. Esto puede explicar, además, el hecho de que
los padres que maltratan a sus hijos exhiban frecuencias menores de conducta positiva. En
otras palabras, los esfuerzos de estos padres por utilizar conductas positivas para controlar la
conducta de los hijos puede haberse debilitado como resultado de la falta de éxito.
Por otra parte, es importante considerar el rol que desempeña el ajuste marital en las
relaciones con los hijos. Diversos estudios han observado que en las familias en las que tienen
lugar los malos tratos es frecuente el conflicto conyugal. Así, por ejemplo, se ha observado que
las familias que utilizaban tácticas agresivas (tanto físicas como verbales) para resolver las
disputas conyugales tendían a adoptar estrategias similares con sus hijos. En la medida en que
el castigo físico hacia los niños es socialmente más aceptado que la violencia física hacia el
propio cónyuge, el maltrato infantil puede ser el resultado de un desplazamiento de la agresión.
De esta forma, al actuar la agresión hacia el niño como una vía de escape, el padre no
agresivo puede beneficiarse del maltrato y, por lo tanto, lo consiente pasivamente o incluso lo
alienta. En este sentido, se ha considerado que el padre no abusivo contribuye al maltrato del
hijo de las siguientes formas: 1) aceptando abiertamente o alentándolo de forma sutil, 2)
urgiendo al otro padre al empleo de la disciplina con el hijo, 3) acusando al cónyuge de no ser
un buen padre y, 4) rechazando al cónyuge y, por lo tanto, provocando el desplazamiento de
las emociones del padre rechazado hacia el hijo.
Del castigo físico al maltrato infantil: el ciclo de la coerción

Determinadas contingencias interpersonales o patrones de interacción en la familia


parecen incrementar la probabilidad de que se desencadene el maltrato infantil. Patterson y sus
colaboradores, desde la perspectiva del aprendizaje social (Patterson Social Learning Project),
describieron un patrón de interacción entre padres e hijos -el ciclo de la coerción- a partir del
cual intentaban explicar el desarrollo de la agresión en la familia.
A través de observaciones en el hogar de las secuencias de conducta que ocurrían con
mayor frecuencia en familias agresivas y no agresivas, Patterson y sus colaboradores
identificaron un patrón coercivo particular que elicitaba, mantenía, e incluso incrementaba la
agresión entre los miembros de la familia. De acuerdo con este proceso coercitivo, cuando una
persona presenta un estímulo aversivo, la segunda persona responderá probablemente con
otro estímulo similar, si el estímulo aversivo inicial parece alterable. El intercambio aversivo con

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 48

frecuencia continúa creciendo en intensidad y puede involucrar a otros miembros de la familia,


hasta que una persona retira el estímulo aversivo; en este punto la otra persona retira,
asimismo, el estímulo aversivo, rompiendo por el momento este ciclo de intercambios. Sin
embargo, desde el momento en que la persona que fuerza primero a otro miembro de la familia
a retirar su conducta aversiva ha sido alentada por el éxito, será más probable que use
conductas altamente aversivas y las dirija de nuevo en el futuro hacia el miembro sumiso de la
familia. A través de este proceso de interacción coercitiva en la familia, los niños pueden
aprender rápidamente a ser tanto iniciadores como víctimas de la agresión, mientras que,
inadvertidamente, entrenan a sus padres a ser altamente punitivos desde el momento en que
las respuestas agresivas de alta intensidad de los niños pueden, en cambio, elicitar tácticas
disciplinares aversivas de alta intensidad de los padres con el propósito de suprimir esas
conductas. Un padre que carece de conocimientos acerca de las técnicas de control efectivas
de los niños puede ser particularmente vulnerable a este ciclo, en el que el uso de la agresión
física, que eventualmente puede causar lesiones corporales en el niño, es reforzado por éste.
Aunque estos intercambios coercitivos pueden ocurrir en todas las familias, de acuerdo
con Patterson y sus colaboradores, son más frecuentes en familias con hijos agresivos. Estos
niños responden al castigo de los padres, continuando o incrementando su conducta aversiva,
aproximadamente en una proporción doble que los niños no agresivos. Una razón que puede
explicar la persistencia del mal comportamiento del niño, es el uso de los padres de formas
inefectivas e inconsistentes de castigo. Así, en estas familias, la combinación de prácticas de
disciplina inefectivas y las características del niño pueden hacer más común el desarrollo de
ciclos coercitivos.
Con el tiempo, las interacciones entre los miembros de la familia llegan a ser cada vez
menos positivas y más negativas afectando al sistema familiar en su conjunto. Este incremento
de intercambios negativos y hostiles reduce a su vez las interacciones caracterizadas por
emociones positivas. En este sentido, Patterson (1981) observó que los patrones de interacción
familiar coercitivos con frecuencia estaban acompañados de otros patrones disfuncionales en
la interacción familiar, tales como la evitación de la interacción entre los miembros de la familia,
ausencia de actividades realizadas en común, problemas de comunicación y el desarrollo de
conflictos conyugales.

3. EXPLICACIONES BASADAS EN FACTORES SOCIALES Y CULTURALES

El modelo sociológico o sociocultural, reorientación teórica que tuvo lugar en los


comienzos de los años setenta como reacción crítica al modelo psicopatológico, supuso el
reconocimiento de la importancia del contexto social y cultural en el que tienen lugar los malos
tratos. De acuerdo con este modelo etiológico, los numerosos factores de estrés que generan
las condiciones sociales y que deterioran el funcionamiento familiar, así como la naturaleza
violenta de nuestra sociedad con valores y prácticas culturales que alientan el uso de medios
violentos para la resolución de conflictos, son los principales responsables del maltrato infantil.
Desde esta perspectiva, los padres son víctimas de fuerzas sociales tales como el desempleo,
factores socioeconómicos o el aislamiento social. Asimismo, una premisa básica del modelo
sociológico, es que el maltrato infantil se encuentra inevitablemente entrelazado con un
conjunto de valores, actitudes y creencias acerca de la infancia, la familia y la paternidad, a
saber: la aprobación cultural del uso del castigo corporal y la agresión verbal como prácticas de
disciplina de los niños, la idea profundamente arraigada de la privacidad de la vida familiar y la
creencia de que los niños son una propiedad que puede ser manejada de acuerdo con la libre
elección de los padres, así como con el aspecto más amplio de los derechos de la infancia.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 49

3.1. Factores sociales de riesgo asociados con el maltrato infantil

En su revisión de la investigación realizada en el ámbito de la violencia familiar en la


década de los años 70, Richard Gelles identificaba, junto con el ciclo o transmisión
intergeneracional de la violencia, tres factores sociales de riesgo principales repetidamente
relacionados con el maltrato infantil: el estatus socioeconómico, el estrés -categoría en la que
se incluían el desempleo, problemas económicos y ser padre único- y el aislamiento social.
Estatus Socioeconómico

Los investigadores en los años 60, en general, descartaron cualquier rol causal de los
factores sociales en la etiología del maltrato infantil. En estos mismos trabajos, sin embargo, se
ofrecía apoyo empírico a la hipótesis de que la prevalencia del maltrato infantil es mayor en
familias con un estatus socioeconómico bajo. La investigación realizada en la década de los
años setenta, más sensible a factores sociales como la desigualdad y la pobreza, confirmó la
hipótesis de que la violencia familiar tiene lugar con mayor frecuencia en familias con un
estatus educativo y ocupacional bajo.
Una apreciación inicial de la evidencia disponible, permitiría concluir que el maltrato
infantil ocurre, principalmente, en los estratos sociales más desfavorecidos. Es éste, sin
embargo, un aspecto polémico que ha suscitado numerosas críticas.
Sin duda, la objeción más importante que se ha planteado a la conclusión anterior, es
la sobrerrepresentación de familias de bajo estatus socioeconómico en la mayoría de los
estudios realizados, como consecuencia de un sesgo sistemático en el proceso de muestreo.
En general, en estos estudios, la información empleada procede de casos "oficiales" de
maltrato, es decir, aquellos casos conocidos y detectados, principalmente, por agencias
sociales e instituciones públicas.
Ciertas familias, principalmente las pobres, llegan con mayor frecuencia a la atención
de los servicios formales e informales y profesionales en el ámbito del maltrato infantil, mientras
que las familias más acomodadas disponen de mayores recursos y movilidad que les permiten
mantener su privacidad y aislamiento y, por tanto, ocultar con mayor facilidad los episodios de
maltrato.
Asimismo en el proceso de identificación la clase social constituye un importante factor
en la toma de decisiones, especialmente en los casos fronterizos donde el punto de corte no
está claro, produciéndose así un sesgo debido a los efectos del etiquetado. Los estudios que
utilizan casos de maltrato conocidos y detectados no son, por lo tanto, representativos de la
realidad del maltrato en su conjunto. De acuerdo con este planteamiento el maltrato puede
producirse de manera similar en todos los estratos sociales, pero sólo se conocen y detectan
los de los estratos sociales más desfavorecidos, al ser los que acceden con mayor frecuencia a
los servicios sociales.
Probablemente la sobrerrepresentación de las familias con estatus socioeconómico
más bajos en los estudios y estadísticas del maltrato infantil no es únicamente resultado de
sesgos en el muestreo, sino que el maltrato infantil tiene lugar realmente con mucha mayor
frecuencia en los estratos sociales más desfavorecidos.
Estrés

Dos de los aspectos paradójicos de la familia son los altos niveles de estrés y violencia
presentes en este grupo social. La paradoja reside en que la familia es, al mismo tiempo, uno
de los más violentos grupos o instituciones de la sociedad y es también el grupo donde la
mayoría de las personas pueden encontrar apoyo y amor. Otra ironía de la vida familiar es el
hecho de que aunque la familia es un lugar donde las personas pueden encontrar un respiro de
las tensiones de la vida cotidiana, la familia es al mismo tiempo un grupo con niveles altos de
conflicto y estrés inherentes a su propia naturaleza.
Una fuente de estrés en la familia es el hecho de que, además de las diferencias y
conflictos que surgen normalmente entre dos o más personas, la familia ha construido en su
estructura básica la denominada batalla de los sexos y el conflicto generacional. Una segunda
fuente de estrés es inherente a lo que se espera socialmente de una familia. Por ejemplo, se
espera que una familia proporcione a sus hijos la alimentación, el vestido y la vivienda
adecuados, cuando la sociedad no siempre proporciona a las familias los recursos necesarios
para hacerlo. Otro ejemplo, es la expectativa de que las familias críen y eduquen niños sanos,
bien ajustados, observantes de la ley e inteligentes que puedan "salir adelante en la vida". El

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estrés ocurre debido a que estos rasgos y las oportunidades de "salir adelante", son factores
que en mayor o menor medida se encuentran más allá del control de cualquier familia.
Estas consideraciones apoyan el argumento de que un importante factor que puede
ayudar a explicar el maltrato infantil es el estrés y el conflicto que con frecuencia caracteriza la
vida familiar. De hecho, virtualmente todos los acercamientos teóricos al maltrato infantil han
adscrito al estrés un mayor o menor protagonismo en su etiología. El planteamiento que
subyace a estos acercamientos es que el maltrato infantil es una expresión de la carencia de
recursos o habilidades para manejar y superar situaciones que conllevan altos niveles de
estrés. Numerosos estudios han puesto de manifiesto que las familias violentas no sólo se
encuentran sometidas a altos niveles de estrés, sino que, además, presentan características
que las hacen más propensas a responder a la presión psicológica con la violencia, en lugar de
desarrollar comportamientos adaptativos. Aunque los resultados de estos estudios se refieren a
las relaciones entre el nivel de estrés y el maltrato infantil, esto no significa que el estrés sea
una causa directa del maltrato infantil. La violencia es sólo una de las posibles respuestas al
estrés, entre las respuestas alternativas se encuentran la pasividad, la resignación o el
desarrollo de desórdenes psicológicos tales como la depresión.
Además, en la conceptualización del rol del estrés en el maltrato infantil, es necesario
considerar al estrés no únicamente como un fenómeno objetivamente cuantificable, sino como
un fenómeno subjetivo que debe ser entendido en términos de las interpretaciones cognitivas
del individuo y la familia. El estrés puede considerarse así, como una función de la interacción
entre las exigencias de una situación, definidas subjetivamente, y la capacidad real o percibida
de un individuo o grupo para responder a esas exigencias.
Aunque un gran número de estudios que han analizado las relaciones entre el estrés y
distintas formas de violencia familiar se han basado en medidas generales del nivel de estrés,
otro conjunto de investigaciones han centrado su atención en el análisis de la asociación entre
la violencia familiar y situaciones y condiciones específicas de estrés, tales como los problemas
económicos, condiciones inadecuadas de vivienda, el desempleo o ser padre único.
Desempleo

Entre los primeros y más importantes estudios que destacaron el vínculo entre el
desempleo y el maltrato infantil, se encuentra el realizado por Gil (1970, 1971) con una muestra
representativa de la totalidad de los Estados Unidos, el primero de estas características que se
llevó a cabo. De los 1300 casos de maltrato que se analizaron, cerca de la mitad de los padres
habían perdido su trabajo el año inmediatamente anterior al incidente de maltrato. El reanálisis
de Light (1973) de estos datos reveló, además, que el desempleo era el factor único que con
más frecuencia diferenciaba entre las familias donde tenía lugar el maltrato y las familias
adecuadas. Asimismo, el desempleo maternal, cuando una madre soltera no puede encontrar
empleo, se ha asociado con deprivaciones materiales y maltrato físico y negligencia.
Los procesos por los que el desempleo puede llevar a desencadenar el maltrato son
probablemente distintos. El mero hecho de la pérdida del trabajo está asociado con
circunstancias frustrantes tales como la escasez de recursos económicos que pueden dar
cuenta de esa relación. Además, el sentimiento de impotencia que resulta de ser destronado
como proveedor de los recursos de la familia puede alimentar la violencia familiar
especialmente cuando ese estatus puede ser recobrado utilizando la fuerza con los niños. Por
otra parte, el maltrato puede ser simplemente una consecuencia del incremento del contacto
con los hijos (con un consecuente incremento del conflicto), como resultado del mayor tiempo
que el padre desempleado se encuentra en la casa.
Otros aspectos del mundo del trabajo, distintos a la pérdida del empleo o el subempleo,
han sido vinculados con problemas en las relaciones familiares. Así, por ejemplo, se ha
observado una relación entre los atributos de la ocupación parental, en particular de los padres,
y los valores que se mantienen acerca de los resultados de las prácticas educativas parentales.
Otros aspectos, tales como la absorción en el trabajo y la insatisfacción laboral han
sido también vinculados con las relaciones paterno-filiales. Así, por ejemplo, se ha observado
que a medida que los padres dedicaban más tiempo y energía a sus ocupaciones laborales,
más impacientes e irritables se mostraban con sus hijos.
Por otra parte, la experiencia del trabajo llega al contexto familiar a través del estado
emocional del padre que trabaja, lo que, en cambio, determina en parte su disponibilidad para
otros miembros de la familia, en especial los hijos. De acuerdo con esta interpretación, cuando
los trabajadores se encuentran estresados y alterados en el trabajo, debido al conflicto, la
sobrecarga, el aburrimiento, y la sobrerrutinización de las habilidades, llegan preocupados,

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fatigados e irritables al hogar e intentan crear un "espacio personal" entre ellos y otros
miembros de la familia, bloqueando el contacto con ellos. Si los niños no mantienen este
espacio, el padre puede responder de forma irritable y colérica.
Padre único

Distintos estudios han observado una mayor frecuencia de casos de maltrato infantil en
familias con padre único. Específicamente, se ha observado una mayor prevalencia de madres
solteras en familias con problemas de maltrato. La significación de la elevada frecuencia de
padres únicos entre los padres que maltratan a sus hijos, puede interpretarse de diferentes
formas. En la literatura acerca del maltrato infantil, ser padre único se considera generalmente
como una fuente de estrés, en el que la responsabilidad de la crianza de un niño recae sobre
una única persona. Otro factor asociado con ser padre único y que es una fuente adicional de
estrés son los problemas económicos. Los problemas económicos se encuentran entre las
principales fuentes de estrés para numerosas personas y el estatus de padre único, en
particular en las mujeres, está fuertemente relacionado con bajos ingresos. Sin embargo, en la
literatura sobre apoyo social, el estatus marital se considera como un indicador de apoyo
social. El argumento es que las personas casadas, en general, experimentan niveles más altos
de apoyo social procedente del cónyuge, que las personas solteras, reduciendo las relaciones
con la pareja el impacto emocional de los sucesos estresantes.
Otros estresores tales como condiciones inapropiadas de vivienda, el número de hijos y
la pobreza en general, han sido considerados también como antecedentes importantes del
maltrato infantil. Es importante señalar, sin embargo, que estas fuentes particulares de estrés
están frecuentemente relacionadas con un estatus socioeconómico bajo. Puesto que las
familias socioeconómicamente más desfavorecidas experimentan, comparativamente, un
número desproporcionado de estresores y, además, una gran mayoría de familias donde tienen
lugar los malos tratos proceden de estratos sociales muy desfavorecidos, ello podría dar lugar
a una confusión operacional entre las variables estrés y estatus socioeconómico bajo. En este
sentido, y puesto que la mayoría de familias con un estatus socioeconómico bajo no maltratan
a sus hijos, las relaciones entre estresores asociados con la pobreza y el maltrato infantil deben
ser interpretadas con cautela.
No obstante, aunque fuentes particulares de estrés pueden estar relacionadas con la
clase social, un modelo general de estrés en el maltrato infantil no es necesariamente
dependiente del estatus socioeconómico. La formulación de una teoría adecuada del estrés
social debería reconocer la naturaleza multifactorial del maltrato infantil, indicando cómo
distintos factores de estrés se combinan e interactúan para producir sus efectos, especificando
la forma en que el estrés social interactúa con la dinámica familiar, dando como resultado los
malos tratos. Asimismo, dicha teoría debería explicar porqué unas mismas condiciones
objetivas de estrés no siempre conducen al maltrato infantil.
Aislamiento social y maltrato infantil

El aislamiento social de las familias ha sido repetidamente confirmado como un


significativo factor de riesgo estrechamente asociado con el maltrato infantil. De hecho,
prácticamente toda investigación que ha examinado el aislamiento social como una variable
etiológica, ha obtenido una asociación entre esta variable y el maltrato infantil. En este sentido,
Garbarino (1977) ha llegado a sugerir que el aislamiento social de las familias de fuentes
potenciales de apoyo social es una condición necesaria para que tenga lugar el maltrato
infantil.
Con frecuencia, las familias en las que tiene lugar el maltrato infantil se encuentran
aisladas no sólo de instituciones y sistemas formales de apoyo social, sino también de redes
informales de apoyo social tales como familiares, vecinos y amigos. Los estudios que han
confirmado la estrecha relación existente entre el aislamiento social y el maltrato infantil son
muy numerosos. La ausencia de contactos sociales, la escasa o nula participación en grupos y
organizaciones, así como factores actitudinales hacia el vecindario y la comunidad, han sido
variables claramente asociadas con el maltrato infantil. Como ponen de manifiesto estos
estudios, los padres que maltratan a sus hijos prefieren resolver sus problemas por su cuenta,
establecen pocas relaciones fuera del hogar, evitan actividades que implican el contacto con
otros adultos e incluso desalientan el desarrollo de vínculos sociales de sus hijos.
Se han propuesto diversos mecanismos por los que el aislamiento social de las familias
puede influir negativamente en la conducta parental. De acuerdo con Bronfenbrenner (1977),
las redes sociales son una estructura social que rodea a la familia y afecta a su funcionamiento.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 52

Alguna de las formas por las que estas redes influyen en el funcionamiento familiar es
proporcionando apoyo emocional y material, reforzando las normas sociales y ofreciendo
oportunidades para aliviar el estrés. Las familias que maltratan a sus hijos, en general, carecen
de esa "tabla de salvación", de forma que durante períodos donde los niveles de estrés son
particularmente altos, la familia no encuentra una vía de escape, al no poder recurrir a amigos,
familiares o incluso a servicios institucionalizados en busca de apoyo emocional y material.
Asimismo, y en relación con el anterior, se ha propuesto un proceso explicativo de la
asociación entre el aislamiento social y el maltrato infantil que enfatiza el rol de la conformidad
social. Este planteamiento se basa fundamentalmente en la conceptualización de los sistemas
de apoyo desarrollada por Caplan (Caplan, 1974; Caplan y Killilea, 1976). Desde esta
perspectiva, los sistemas de apoyo desempeñan funciones sociales críticas que son relevantes
en la dinámica del maltrato infantil. En términos de Caplan, "las personas tienen distintas
necesidades específicas que necesitan ser satisfechas a través de relaciones interpersonales
duraderas, tales como el amor y el afecto, la intimidad que proporciona la libertad de expresar
los sentimientos fácilmente, la validación de la identidad personal y los sentimientos de valía, el
apoyo en el manejo de las emociones y el control de los impulsos". Cuando una familia está
socialmente aislada ello significa que se encuentra alejada de sistemas de apoyo personales,
es decir, de aquellos conjuntos de relaciones que proporcionan ayuda, apoyo y feedback y que,
en términos de Caplan "dicen a los individuos lo que se espera de ellos y les guían en lo que
tienen que hacer", sistemas que "vigilan y juzgan" el desempeño del rol parental. De esta
forma, estos sistemas de apoyo actúan como mecanismos de feedback que controlan la
conducta parental y, a su vez, proporcionan modelos de rol parental alternativos. En este
sentido, se ha planteado que, en la medida en que pocas personas tienen acceso al hogar,
existen pocas oportunidades para el escrutinio informal de las prácticas de crianza y disciplina
y, por tanto, para el feedback corrector cuando se violan los estándares aceptados por la
comunidad.
Vecindarios de alto riesgo, familias de alto riesgo

Como sugiere la evidencia disponible, el maltrato infantil se concentra entre las familias
social, económica y psicológicamente en situación de alto riesgo. Sin embargo, de acuerdo con
Garbarino y Sherman (1980), una comprensión más completa de la dinámica del maltrato
infantil debe, además, identificar e investigar entornos de alto riesgo. La premisa que subyace a
este planteamiento es que el entorno social está íntimamente relacionado con el clima
existente en la familia. Cuando el ajuste mutuo familia-entorno fracasa, se incrementa el riesgo
de que el clima familiar se deteriore y se generen patrones negativos de interacción, deterioro
del cual el maltrato infantil es una manifestación potencial.
La comunidad como sistema geográfico y social actúa como un elemento de conexión
entre la familia y la estructura social más amplia y es, asimismo, el vehículo a través del cual
tiene lugar la socialización, el control social, la participación social y la ayuda mutua. Cuando
una comunidad cumple estas funciones facilita a la familia el desarrollo y ajuste adecuado, sin
embargo, cuando estas funciones no se cumplen, se incrementa un clima de riesgo social.
Las familias donde tiene lugar el maltrato se encuentran con frecuencia alejadas de
sistemas de apoyo e influencias prosociales. Además, ciertas características de la comunidad y
un clima social negativo pueden ser condiciones que favorecen la aparición del maltrato infantil.
En comunidades donde no existe un sentido de identidad y de responsabilidad colectiva y
donde las condiciones de vida dominantes se caracterizan por la pobreza, el desempleo, la
delincuencia, pobres condiciones de vivienda y carencia de servicios y recursos materiales y
sociales, el maltrato infantil puede aparecer con mayor probabilidad.
Un conocido estudio llevado a cabo por Garbarino y Sherman (1980), hizo evidente la
estrecha interrelación entre ciertas características de la comunidad y el maltrato infantil. En
este estudio se examinaron las diferencias actitudinales entre dos vecindarios con similares
características socioeconómicas y demográficas, pero con distintas tasas de maltrato infantil.
Estos autores observaron que los miembros de las comunidades con bajas tasas de maltrato
consideraban a su vecindario como un lugar estimulante y apoyativo, mientras que en la
comunidad con altas tasas de maltrato, las actitudes hacia la comunidad eran negativas. Estas
familias, consideraban al vecindario donde vivían como un lugar no adecuado para criar y
educar a sus hijos. Además, de los resultados obtenidos en esta investigación surgía un patrón
consistente que permitía caracterizar a la comunidad de alto riesgo como socialmente
empobrecida en relación al vecindario de bajo riesgo. Algunas de las características distintivas
del vecindario de alto riesgo era un menor uso del vecindario como un recurso para la

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 53

supervisión de los niños, menores recursos comunitarios para el cuidado de los niños de
madres trabajadoras y una falta, en general, de ayuda mutua entre vecinos. La diferencia más
notable entre ambos tipos de vecindarios fue el grado de disponibilidad de redes sociales de
vecinos que desempeñaran tareas concretas para los padres, tareas dirigidas principalmente a
reducir el estrés económico y las cargas personales. Este estudio no sólo hizo evidente el
"efecto vecindario" sino que, además, puso de manifiesto la sensibilidad de los padres a la
forma en que determinadas características de una comunidad establecen un clima particular
que afecta a las relaciones familiares.
Del estudio de Garbarino y Sherman (1980) se desprendía la conclusión de que las
familias más necesitadas y con escasos recursos tendían a agruparse en unas mismas zonas
de residencia. Las relaciones en la comunidad con otras familias que se encuentran en una
situación similar difícilmente constituirán un apoyo social positivo. Como señala Garbarino,
estas relaciones actuarán más bien, como un mecanismo que reforzará una visión apática y
fútil del mundo como un lugar injusto y donde las personas como ellos siempre sufren. Estos
contextos también pueden reforzar en los padres la idea de que el maltrato se justifica en tales
circunstancias, por motivos de disciplina o para prevenir que sus hijos adapten cualquier forma
de desviación social, como la delincuencia. Estas familias no se encuentran aisladas
socialmente en sentido estricto, sino que se encuentran aisladas de sistemas de apoyo
prosociales constructivos, así como del mundo más allá de su empobrecida comunidad.

3.2. Valores y normas culturales

Para algunos teóricos sociales, la naturaleza violenta de nuestra sociedad y la


aprobación cultural del uso de medios violentos para la resolución de conflictos sociales,
explican parcialmente los altos índices de maltrato infantil en la sociedad occidental
contemporánea. Nicholas Hobbs (1980) calificaba al maltrato infantil como el producto de una
sociedad abusiva y violenta, recogiendo así la opinión de que el nivel de violencia en una
sociedad parece reflejarse en el nivel de violencia en la familia.
Otra cuestión importante es si la aceptación general del castigo físico como una
práctica de disciplina, es un factor relacionado con los niveles de maltrato infantil en la
sociedad. Numerosos autores mantienen que el maltrato infantil continuará siendo un problema
en la medida en que el castigo corporal permanezca como una forma aceptable de disciplina.
Por ejemplo, en nuestro país, una encuesta de ámbito nacional realizada por encargo de la
Comisión Interministerial de la Juventud, reveló que el 16.5% de los padres se situaban en los
niveles medio alto (11.7%) y alto (4.8%) de una escala de agresividad y violencia física (esta
escala consideraba conjuntamente actitudes y manifestaciones de conducta relativas al uso de
gritos, cachetes, azotes, bofetadas, administración de fármacos sin receta y al uso ocasional de
palizas y golpes con objetos contundentes, como medios para controlar la conducta del niño).
En este mismo estudio, el 15.8% de los padres manifestaba conocer personalmente algún caso
de malos tratos.
El hecho de que el maltrato infantil sea un suceso poco común en culturas donde el
castigo es una estrategia de disciplina infrecuente, parece apoyar el planteamiento que vincula
la implantación social del uso del castigo físico y la prevalencia del maltrato infantil en una
sociedad. Entre esos países destaca, sin duda, el caso de Suecia, que en 1979 declaró
oficialmente el uso del castigo físico con los niños como una práctica abusiva constitutiva de
delito.
Por otra parte, aunque el maltrato infantil está considerado en nuestra cultura como un
comportamiento claramente desviante, la escasa uniformidad en la transmisión de actitudes
acerca de la conducta parental, valores en conflicto, rápidos cambios sociales, el declive de la
familia extensa y el consiguiente incremento del aislamiento de las familias y el surgimiento de
nuevas estructuras familiares, pueden ser elementos importantes para entender el contexto
cultural en el que se produce el maltrato infantil.
Finalmente, son también numerosos los autores que comparten la opinión de que el
maltrato infantil se encuentra inevitablemente entrelazado con el aspecto más amplio de los
derechos de la infancia y, en particular, con la creencia de que los niños son una propiedad que
puede ser manejada de acuerdo con la libre elección de los padres. En este sentido, el declive
del maltrato infantil como un fenómeno cultural, puede tener lugar únicamente en la medida en
que se produzca en la sociedad una reconceptualización y redefinición del estatus y derechos
de los niños. Para Belsky (1980), sin embargo, a pesar de que se han realizado importantes
avances en la lucha por los derechos de los niños, es dudoso que pueda eliminarse el maltrato

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 54

infantil en la medida en que los padres eduquen a sus hijos en una sociedad donde la violencia
alcanza niveles con frecuencia desproporcionados, donde el castigo corporal se acepta como
una técnica de disciplina y donde el concepto de paternidad se construye en términos de
posesión.

4. MODELOS EXPLICATIVOS INTEGRADORES: EL MODELO ECOLÓGICO

Sin duda, la integración más completa y minuciosa de los distintos factores de riesgo
del maltrato infantil ha sido la llevada a cabo por Belsky (1980) en su Modelo Ecológico. Este
modelo, que amplía y extiende el propuesto por Garbarino (1977), se encuentra entre los
modelos más comprehensivos del maltrato infantil propuestos hasta la fecha.
En su ya clásico trabajo, Belsky (1980) resume así las principales propuestas teóricas
del modelo ecológico:
a) El maltrato infantil está múltiplemente determinado por fuerzas que actúan en el
individuo, en la familia, en la comunidad y en la cultura en la que el individuo y la familia están
inmersos.
b) Estos determinantes múltiples están ecológicamente anidados uno dentro de otro; y,
consecuentemente,
c) Gran parte de los conflictos que han caracterizado el estudio del maltrato infantil (y
que, posiblemente, incluso han obstruido su progreso) son más aparentes que reales.
El modelo formulado por Belsky integra la conceptualización de los contextos donde
tiene lugar el desarrollo, propuesto por Bronfenbrenner (1977, 1979) en su modelo ecológico
del desarrollo humano, y el análisis del desarrollo ontogenético propuesto por Tinbergen
(1951). Así, la división del espacio ecológico propuesta por Bronfenbrenner en micro-macro- y
exosistemas, junto con el análisis del desarrollo de la conducta de Tinbergen (1951),
proporcionan un esquema útil para integrar y considerar simultáneamente los distintos
contextos implicados en el maltrato infantil, así como las diferencias individuales de los padres
que tienen lugar como resultado de las historias personales en el desarrollo.
El resultado de esta síntesis es un modelo conceptual que permite ordenar de forma
coherente, en cuatro niveles de análisis, los factores y procesos explicativos que se han
considerado contribuyen a la etiología del maltrato infantil. Estos niveles son: a) desarrollo
ontogenético, b) el microsistema, c) el exosistema, d) el macrosistema.
El desarrollo ontogenético representa la herencia que los padres que maltratan a sus
hijos traen consigo a la situación familiar y al rol parental. El microsistema representa el
contexto inmediato donde tiene lugar el maltrato, es decir, la familia. El exosistema representa,
en términos de Bronfenbrenner, "las estructuras sociales, tanto formales como informales (por
ejemplo, el mundo del trabajo, el vecindario, redes de relaciones sociales, la distribución de
bienes y servicios), que no contienen en sí mismas a la persona en desarrollo, aunque rodea y
afecta el contexto inmediato en el que se encuentra la persona y, por lo tanto, influye, delimita o
incluso determina lo que ocurre allí". Finalmente, el macrosistema representa los valores
culturales y sistemas de creencias que permiten y fomentan el maltrato infantil a través de la
influencia que ejercen en los otros tres niveles, el individuo, la familia y la comunidad,.
Este marco conceptual no sólo enfatiza el rol causal potencial que cada uno de esos
factores desempeña individualmente, sino que, además, reconoce explícitamente su
interacción en la etiología del maltrato infantil. Concretamente, delinea las relaciones
estructurales entre los factores individuales, familiares, sociales y culturales que han sido
identificados por distintos estudios como agentes causales del proceso del maltrato infantil.
Estas relaciones y efectos interactivos los expresa Belsky en los siguientes términos: "Al tiempo
que los padres que maltratan a sus hijos entran en el microsistema familiar con una historia
evolutiva que puede predisponerles a tratar a sus hijos de forma abusiva o negligente
(desarrollo ontogenético), fuerzas generadoras de estrés, tanto en el entorno inmediato de la
familia (microsistema), como más allá de ésta (exosistema), incrementan la posibilidad de que
tenga lugar un conflicto entre padre e hijo. El hecho de que la respuesta de un padre al
conflicto y estrés tome la forma del maltrato infantil es una consecuencia de la experiencia de
los padres de su infancia (desarrollo ontogenético) y de los valores y prácticas de crianza
infantil que caracterizan la sociedad o subcultura en la que el individuo, la familia y la
comunidad están inmersos".
No obstante, una conceptualización completa de los factores asociados con la etiología
del maltrato infantil debería incluir tanto factores de riesgo como factores de compensación.
Según este planteamiento la conducta parental está determinada por el equilibrio relativo entre

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 55

los factores de riesgo (factores que incrementan la probabilidad de ocurra el maltrato) y


factores de compensación (factores que disminuyen esta posibilidad) que experimenta una
familia. Los malos tratos tendrían lugar únicamente cuando los factores de riesgo-transitorios o
crónicos- sobrepasan o anulan cualquier influencia compensatoria.
Estos factores de compensación pueden ordenarse, asimismo, de acuerdo con los
niveles ecológicos de análisis propuestos por Belsky. Así, por ejemplo, entre los factores de
compensación en el nivel del desarrollo ontogenético se encontrarían un elevado CI, el
reconocimiento de las experiencias tempranas de maltrato, la resolución de no repetir el ciclo
de los malos tratos y una historia de relaciones positivas con un padre así como habilidades o
talentos especiales. En el nivel del microsistema se incluirían factores de compensación tales
como tener hijos físicamente sanos, disponer del apoyo del cónyuge o pareja y la seguridad
económica. En el nivel del exosistema se han identificado como importantes factores de
compensación: disponer de apoyos sociales efectivos, escasos sucesos vitales estresantes,
una fuerte y apoyativa afiliación religiosa, experiencias escolares positivas y buenas relaciones
con los iguales, así como intervenciones terapéuticas. Finalmente, en el nivel del
macrosistema, la prosperidad económica, valores y normas culturales opuestas al uso de la
violencia y la promoción cultural del sentido de responsabilidad compartida en el cuidado de los
niños pueden considerarse como factores de compensación.
Cicchetti y Rizley (1981) realizan una distinción adicional entre los factores de riesgo,
en términos de la duración de sus efectos. Los "factores de vulnerabilidad" representarían las
características o condiciones de riesgo crónicas que podrían describirse como déficits en la
historia evolutiva (experiencias en la infancia negativas tales como rechazo emocional y falta
de calor afectivo), características del niño (handicaps congénitos) o características de la
personalidad (pobre autoestima, problemas psicológicos). Los factores de riesgo transitorios
representarían aquellos estresores circunstanciales de corto término que podrían, por ejemplo,
pertenecer a la categoría de las relaciones conyugales (disputas conyugales, divorcio o muerte
de un cónyuge), del ámbito laboral (problemas en el trabajo) o características del niño
(enfermedad, malos resultados en la escuela). Asimismo, los factores de apoyo o
compensación pueden considerarse en términos de su larga o corta duración. Así, por ejemplo,
un cónyuge afectuoso y considerado, un vecindario cohesivo y activo, o un niño adaptable e
inteligente, pueden considerarse como factores "protectores" o compensatorios de rango
amplio, mientras que incrementos en el salario o la ayuda de familiares o amigos en el cuidado
de los niños se podrían considerar como factores potencialmente protectores transitorios.
De acuerdo con este modelo de factores de riesgo, los antecedentes del maltrato
infantil pueden ser comprendidos únicamente desde una perspectiva multifactorial, en la que
las múltiples influencias de distintos factores de riesgo y de compensación o protección se
consideren simultáneamente.

4.1. Factores ecológicos de riesgo

Aunque existe un mayor o menor consenso acerca de las causas específicas de los
malos tratos en la infancia, si que existe un amplio acuerdo en considerar que los malos tratos
ocurren como resultado de múltiples fuerzas o factores que tienen un impacto en la familia, que
interactúan y se refuerzan mutuamente y que eventualmente pueden resultar en los malos
tratos. El riesgo de que un niño llegue a ser maltratado es, por tanto, el resultado del patrón de
interacción que se establece entre ellos, sus familias y el entorno que les rodea. Es importante
reconocer que la mayoría de los padres no intentan dañar a sus hijos, sino que, más bien, los
malos tratos son el resultado de una combinación de factores: psicológicos, de la interacción
familiar y socioculturales. La probabilidad de que unos padres maltraten a sus hijos será mayor
si ellos mismos sufrieron la deprivación emocional en su infancia o fueron víctimas de los malos
tratos; si se encuentran aislados y carecen del apoyo de la familia o amigos; si tienen una
pobre autoestima y no se sienten queridos; si son emocionalmente inmaduros; si son
drogodependientes o si se encuentran sometidos a condiciones elevadas de estrés. Con
frecuencia los padres que maltratan a sus hijos sienten remordimientos por su conducta
aunque, con frecuencia, sus propios problemas les impiden detener su conducta..
Debe enfatizarse que aunque ciertos factores se encuentran con frecuencia presentes
en las familias donde tienen lugar los malos tratos, ello no significa que la presencia de esos
factores siempre tengan como resultado el abuso o la negligencia. Los profesionales que tienen
la responsabilidad de intervenir en casos de malos tratos deben reconocer que las causas de
este problema son múltiples y que se encuentran en interacción, y que la evaluación e

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 56

intervención en las familias debe realizarse de forma individualizada. Lo que podría ser la
causa en una familia puede que no lo sea en otra, y los factores que pueden determinar los
malos tratos en una familia puede que no lo hagan en otra familia.
FACTORES DE RIESGO DEL MALTRATO INFANTIL
INDIVIDUALES FAMILIARES SOCIOCULTURALES
Factores parentales Interacción Paterno-Filial Ambito laboral

- Historia de malos tratos - Desadaptada - Desempleo


- Historia de desatención severa - Ciclo ascendente de conflicto y agresión - Pobreza
- Rechazo emocional y falta de calor - Técnicas de disciplina coercitivas - Pérdida del rol
afectivo en la infancia - Pérdida de autoestima y poder
- Carencia de experiencia en el cuidado del Relaciones de pareja - Estrés conyugal
niño - Insatisfacción laboral
- Ignorancia acerca de las características - Conflicto conyugal - Tensión en el trabajo
evolutivas del niño y sus necesidades - Estrés permanente
- Historia de desarmonía y ruptura familiar - Violencia y agresión Redes sociales de apoyo
- Pobre autoestima - Hijos no deseados
- Bajo C.I. Configuración familiar - Aislamiento Social
- Pobres habilidades interpersonales - Tamaño familiar - Falta de apoyo social
- Falta de capacidad empática - Padre único - Escasa utilización de recursos formales
- Poca tolerancia al estrés de apoyo
- Estrategias de Coping inadecuadas - Alta movilidad social
- Problemas psicológicos
Factores culturales
Características del niño
- Aprobación cultural del uso de la violencia
- Prematuro - Aceptación cultural del castigo corporal en
- Bajo peso al nacer la educación de los niños
- Poco responsivo. Apático - Actitud hacia la infancia. Los niños como
- Problemas de conducta posesión
- Temperamento difícil - Actitud hacia la Familia, la mujer, la
- Hiperactivo paternidad-maternidad
- Handicaps físicos

5. FACTORES ASOCIADOS A DISTINTOS TIPOS DE MALTRATO INFANTIL

Diversos autores han considerado que existen distintos factores asociados con
diferentes formas de malos tratos (físicos, negligencia, sexuales y psicológicos). De nuevo,
aunque con frecuencia determinados factores se hayan asociado con ciertos tipos de maltrato,
ello no significa que esos factores se encontrarán siempre presentes o que su presencia lleve
siempre a un tipo u otro los malos tratos.
De acuerdo con la obra de Vernon R. Wiehe (1996), Working with child abuse and
neglect , los factores que fomentan el maltrato pueden distribuirse en función del tipo del
maltrato -negligencia, maltrato físico, psicológico y abuso sexual- y del ámbito en que ese
factor aparece -individual, familiar y social/cultural. En el análisis de los factores asociados a
cada tipo de maltrato seguiremos su trabajo.

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 57

6. FACTORES ASOCIADOS A LA NEGLIGENCIA

6.1. Factores individuales

No está claro que exista un tipo de personalidad característico en los padres


negligentes. Si bien en las primeras investigaciones en este área parecía comprobarse que
éstos eran infantiles, poco responsables, dependientes, impulsivos e incapaces de tomar
responsabilidades, lo cierto es que las deficiencias tanto teóricas como metodológicas de esos
trabajos acabaron por persuadir a los investigadores de la poca consistencia de los resultados.
En la actualidad, se ha comprobado que los procesos de estrés y el consumo de sustancias
estupefacientes pueden fomentar el cuidado negligente de los hijos. Además, cuando se
produce esta conducta negligente en las madres, la probabilidad de depresión también
aumenta.
6.2. Factores familiares

Ausencia del padre. La ausencia del padre constituye a menudo un desencadenante de


las conductas negligentes en la madre. Habitualmente, esta ausencia implica también un nivel
de ingresos bajo y la pérdida del apoyo emocional que pudiera necesitarse en los momentos
más difíciles de la educación de los hijos.
Disfunción en las relaciones padres-hijos. En las familias en las que existe negligencia
predomina un flujo negativo de comunicación padres-hijos. Este flujo negativo puede reflejar
una escasa preparación para ser padres, lo que también explicaría que se produzcan
conductas negligentes en el cuidado de los hijos.
Distanciamiento entre los miembros de la familia. La incapacidad de los padres para
atender debidamente las necesidades físicas y emocionales del menor se asocia a menudo
con una forma de negligencia conocida como 'retraso en el crecimiento'. Esta ausencia de
atención parental está asociada frecuentemente a la existencia de estrés o crisis familiares.
Estas crisis pueden incluir desde el desempleo, la enfermedad física o las dificultades
financieras y exigen de la familia una respuesta adaptativa rápida; en ocasiones, esta
respuesta no se produce, bien debido a la intensidad y persistencia del estresor o a la poca
capacidad de afrontamiento de la familia. Cuando éste es el caso, los patrones de
comunicación en la familia se deterioran y es posible que las necesidades emocionales y
físicas del menor pasen a un segundo plano. No siempre el estrés es la causa del
distanciamiento entre los padres, a veces este es un patrón generacional en los miembros de la
familia.
6.3. Factores sociales y culturales

Pobreza. La pobreza es un importante factor de riesgo en la negligencia.


Aislamiento social. Es frecuente encontrar que aquellas madres que son negligentes
en el cuidado de sus hijos mantienen poco contacto con los vecinos o la comunidad y, en
general, muestran una red social menos numerosa y eficaz para proporcionarles apoyo. Este
aislamiento, a su vez, les impide acceder a aquellos recursos de la comunidad que le
ayudarían a mejorar en el cuidado de sus hijos.
7. FACTORES ASOCIADOS CON EL MALTRATO FÍSICO

7.1. Factores individuales

Adultos maltratados en su infancia. La teoría intergeneracional del maltrato es


frecuentemente citada al hablar de las causas del maltrato físico. Esta teoría sugiere que
aquellos menores que fueron víctimas de maltrato físico, maltratarán físicamente a sus hijos
una vez que sean padres. Aunque ser maltratado físicamente puede suponer un riesgo de que
esa persona, en su vida adulta, maltrate a sus hijos, existe una serie de circunstancias que
pueden mitigar e incluso impedir que ello ocurra. Estas circunstancias incluyen desde la
experiencia del cónyuge que no sufrió maltrato, el compromiso de los padres de no dar el
mismo trato a sus hijos que ellos recibieron, hasta el aprendizaje de nuevas formas de
disciplina que no pasan por el maltrato físico.
Expectativas inapropiadas. Los padres que mantienen expectativas poco realistas
sobre ellos mismos y sus hijos pueden utilizar el maltrato físico cuando estas expectativas no
se ven satisfechas. Una expectativa poco realista de los padres hacia sí mismos puede ser, por

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 58

ejemplo, el asumir un cuidado excesivo de los hijos sin ayuda de nadie. Esta expectativa puede
impedir que la madre desarrolle una carrera profesional o ayude financieramente al desarrollo
familiar, incrementándose de este modo el estrés en la propia madre y en la familia.
Expectativas poco realistas sobre los hijos son el control de las necesidades de aseo,
desaparición del llanto o los logros en las actividades extracurriculares.
Estrés. Problemas financieros o conyugales así como la existencia de experiencias
vitales negativas pueden generar estrés en los padres que, a su vez, merme la capacidad de
éstos para criar a sus hijos y les ponga en una situación de riesgo de maltrato.
Habilidades inadecuadas en los padres. Un escaso conocimiento de las habilidades
parentales puede estar asociado al maltrato físico. De este modo, la frustración de los padres y
su incapacidad para afrontar con efectividad los problemas de la educación de los hijos puede
desembocar en la utilización de diversas formas de castigo corporal como un mecanismo para
mantener el control sobre los propios hijos.
Rol inverso. El rol inverso se produce cuando se espera que los hijos sean
responsables de la felicidad y bienestar emocional de los padres. Esta inversión del rol a
menudo está asociada a la deprivación emocional de los padres en su infancia, una
deprivación de la que pretenden resarcirse a través del rol inverso. Debido a que la paternidad
y la maternidad implica frecuentemente dar más de lo que se recibe, tanto en los aspectos
materiales como emocionales, en este tipo de padres es posible que la percepción de esta
situación poco recíproca lleve a la aparición de conductas que implican maltrato físico y
psicológico hacia los hijos.
Falta de empatía hacia las necesidades del menor. El cuidado de los hijos exige
empatía en los padres -esto es, una capacidad de identificarse con cómo siente el hijo y
responder adecuadamente a ese sentimiento. Los padres poco empáticos tienden a mostrar
mayor maltrato físico que los padres empáticos. Así, un padre empático, al ponerse en la
situación de su hijo, no empleará el uso del cinturón ni le dará bofetadas, precisamente, porque
se para a pensar en cómo él se sentiría, si fuese su hijo, y le trataran de esa forma. De la
misma forma, la empatía del padre y la madre hacia el hijo le permiten entender mejor
determinadas conductas de éste que, de otro modo, pudieran irritarles o predisponerles hacia
conductas con el hijo que implicaran maltrato físico (llantos, rabietas, etc.).
Consumo de sustancias. El consumo de sustancias en los padres está relacionado
con la presencia de conductas de maltrato. Así, parece que el consumo de alcohol en los
padres está más relacionado con el maltrato físico, mientras que el consumo de cocaína lo está
con el abuso sexual. Por su parte, el consumo de sustancias durante el embarazo también está
relacionado positivamente con la presencia de maltrato en la infancia.
Relación con el niño. El compañero de la madre ha mostrado ser el cuidador no
parental que más maltrata al menor, incluso cuando su papel como cuidador es muy reducido y
dedica muy poco tiempo a ello. Son varias las razones que pueden explicar este hecho. En
primer lugar, su uso de la violencia puede constituir un recurso para camuflar su falta de
legitimidad hacia el menor. En segundo lugar, puede ser una respuesta ante una situación
percibida como amenazante -como sería una coalición de la madre y el hijo contra él. En tercer
lugar, la violencia podría explicarse por la falta de vínculo entre el menor y el cuidador.
Edad de la madre. La edad en que la madre tuvo al hijo, más que la edad en que se
produce el maltrato, está consistentemente relacionada con la presencia de maltrato físico.
Cuanto más joven es la madre más maltrato se produce, debido probablemente a su
inmadurez, falta de educación e, incluso, bajos ingresos.

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7.2. Factores familiares

Interacción padres-hijo. Los padres pueden maltratar al menor como un último


esfuerzo para ganar control sobre él, o al menos alcanzar algún equilibrio en su relación con él.
La principal causa de la pérdida de este equilibrio es, con frecuencia, la poca capacidad de los
padres para enseñar al menor habilidades sociales apropiadas. La consecuencia de esta
incapacidad es que los padres perciben, correctamente, que han perdido el control sobre el hijo
y creen, erróneamente, que éste les está manipulando. Esto produce una espiral de
agresividad en la relación en ambas partes que, posiblemente, genere prácticas que implican
violencia física en alguno o ambos de los padres como una forma de ganar control.
Composición familiar. El género del menor, su edad y el tamaño familiar son factores
asociados con el maltrato físico. Así, las niñas sufren maltrato físico más a menudo que los
niños. Además, el riesgo de maltrato físico severo es mayor en el grupo más joven (menos de
dos años). En familias con cuatro o más hijos hay más maltrato físico que en aquellas familias
más pequeñas.
7.3. Factores sociales y culturales

Pobreza. Una causa de maltrato físico son los bajos ingresos. A menudo estos bajos
ingresos están relacionados con la discriminación de la mujer en el mercado laboral, cuyos
ingresos son sistemáticamente menores que el de los hombres. La pobreza limitaría el acceso
de las madres a los recursos educativos y comunitarios; unos recursos que podrían mitigar los
efectos del maltrato físico. Además, los cambios económicos no deseados también están
asociados con la presencia de maltrato físico.
Aislamiento social. El maltrato físico también viene asociado a la incapacidad para
acceder a los servicios de ayuda y a la red social. Estos recursos podrían mitigar el estrés en
los padres en aquellas circunstancias especialmente estresantes o difíciles.
Creencias culturales y religiosas sobre el castigo físico. Algunas creencias
culturales y religiosas pueden apoyar la idea de la utilización del castigo corporal, incluyendo
fuertes latigazos o la utilización de palos, que podrían catalogarse como maltrato físico. Los
textos bíblicos, tomados literalmente, se utilizan en ocasiones para justificar el maltrato.
8. FACTORES ASOCIADOS CON EL MALTRATO PSICOLÓGICO

El maltrato psicológico no sólo es una forma diferente de maltrato sino que a menudo
es un componente de las otras formas de maltrato. De este modo, los factores asociados con
los otras formas de maltrato son también aplicables al maltrato psicológico. A continuación se
presentan algunos factores específicamente asociados con el maltrato psicológico.
8.1. Factores individuales

Los padres que reprimen sus emociones (dolor, tristeza, alegría, ira) pueden esperar lo
mismo de sus hijos y, por tanto, no responder a sus necesidades emocionales. Algunos
factores culturales pueden reforzar esta conducta parental. Los hijos pueden responder a esta
negación de las emociones en sus padres con un sentimiento de no ser querido y deseado.
Este comportamiento parental puede catalogarse como una forma de maltrato psicológico.
8.2. Factores familiares

Chivo expiatorio. Los hijos pueden ser los chivos expiatorios de los problemas
maritales: los padres pueden culpar a los hijos de sus problemas. Esto puede ocurrir cuando
los padres culpan al hijo de los problemas de la pareja, al asociar los problemas económicos
familiares con la presencia del hijo o proyectando frustraciones diciéndole al hijo que se parece
al otro miembro de la pareja. Este comportamiento contiene una fuerte dosis de maltrato
psicológico debido a que se le hace sentir al hijo que es responsable de los problemas de sus
padres o, lo que es peor, que hubiera sido mejor que él no hubiera nacido.

59
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 60

Patrones de comunicación padres-hijo. El maltrato psicológico puede verse, en la


comunicación padres-hijos, como un intercambio aversivo (focalizando en lo que los hijos
hacen mal) y una ausencia de elementos prosociales (refuerzo verbal). La comunicación
basada en el intercambio aversivo puede reforzar las conductas negativas en el hijo
(quejumbroso, molesto, maleducado) para ganar la atención en los padres que, en una espiral
de intercambios negativos, lo que genera es más maltrato emocional. Esta comunicación
aversiva de los padres tiene un efecto negativo en la autoestima de los hijos.
Expectativas inapropiadas. Si el hijo no cumple las expectativas de los padres, que
pueden ser poco realistas o excesivamente inapropiadas con respecto a la capacidad del hijo,
ello tendrá un efecto negativo en su autoconcepto, autoestima y autoconfianza. Este tipo de
expectativas poco realistas son habituales cuando los padres comparan al menor con un
hermano/a con diferentes habilidades y recursos. En otras ocasiones este tipo de expectativas
surgen de la falta de conocimiento en los padres del estadio evolutivo en que se encuentra el
menor y las habilidades cognitivas y sociales que ha desarrollado hasta ese momento. Los
padres pueden utilizar el maltrato psicológico para presionar a los hijos a que alcancen este
tipo de expectativas.
8.3. Factores sociales y culturales

Estrés. La excesiva tensión y estrés en la vida de los padres pueden insensibilizar a


éstos en lo que respecta a las necesidades emocionales de sus hijos. Esto puede provocar
sentimientos de rechazo en el menor. Entre los factores de estrés asociados con esta forma de
maltrato emocional se encuentran el de la familia numerosa, problemas financieros, y consumo
de alcohol y drogas en los padres, así como un clima general en la familia en el que esté
ausente el apoyo emocional entre los miembros de la familia.
Roles sexuales estereotipados. Tratar a los hijos de forma diferente en función del
género puede provocar situaciones de maltrato psicológico. Las creencias parentales y las
expectativas que estos mantienen sobre los comportamientos en cada género pueden influir en
cómo se trata a los hijos, con la consecuencia de que no se permite a los hijos desarrollar
todas sus potencialidades. La conducta de los padres puede ser reforzada por sus creencias
religiosas y culturales así como por los estereotipos de género que aparecen en los medios de
comunicación.
9. FACTORES ASOCIADOS CON EL ABUSO SEXUAL

9.1. Psicopatología del maltratador

Históricamente, las teorías del abuso sexual se han centrado en la psicopatología de


quien está abusando, afirmando que este tipo de personas sufrían algún tipo de desviación y
que esa era la causa del abuso. Este tipo de teorías se han venido contrastando
fundamentalmente en personas en prisión, pero sólo una parte muy pequeña de los
abusadores sexuales están prisión. Además, estas personas en prisión no constituyen una
muestra representativa de los adultos que realizan algún tipo de abuso sexual con sus hijos.
El abuso sexual no es producto únicamente de una desviación patológica del
comportamiento de quien abusa. En general, el interés sexual por los niños es más común de
lo que generalmente se cree en nuestra cultura. Este interés está estimulado en parte por la
pornografía y la sexualización de los niños en los medios de comunicación, por ejemplo
haciéndoles asumir roles de adultos en miniatura.
9.2. El modelo de las cuatro precondiciones de finkelhor

En el caso particular del abuso sexual, se ha propuesto un modelo explicativo que, al


igual que el modelo ecológico, trata de organizar los distintos factores y procesos que se han
asociado con la ocurrencia de los abusos sexuales. Al igual que para comprender lo malos
tratos físicos, la negligencia y el maltrato psicológico el modelo ecológico organiza los factores
explicativos de acuerdo con categorías individuales, familiares, sociales y culturales, este
modelo integra esas categorías en un modelo teórico comprensivo para explicar los abusos
sexuales, necesidad que se explica por la complejidad del problema.

60
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 61

El modelo de Finkelhor para comprender el abuso sexual se basa en la existencia de


cuatro precondiciones que deben cumplirse para que el abuso se produzca. Este modelo
incorpora factores psicológicos y sociológicos y puede generalizarse para explicar diferentes
tipo de abuso sexual tanto en el ámbito intra como extrafamiliar. Las cuatro precondiciones a
las que se refiere, incluyen:

I. El abusador potencial debe tener alguna motivación para abusar sexualmente del
menor
II. Se deben superar las inhibiciones internas con las que se encuentra en su
motivación
III. El abusador potencial debe superar las barreras externas con las que se encuentra
IV. Se debe superar la resistencia del menor a ser abusado sexualmente.
NIVEL DE EXPLICACIÓN

INDIVIDUAL SOCIO/CULTURAL
Precondición I:
Factores relacionados
con la motivación para
abusar sexualmente
Congruencia Emocional - Desarrollo emocional estancado - Requisito masculino para ser dominante y
- Necesidad de sentirse poderoso y ejercer control poderoso en las relaciones sexuales
- Necesidad de deshacer el daño de un trauma infantil que se
revive constante-mente
- Identificación narcisista del self con un joven o infante

Activación sexual - Experiencia sexual en la infancia que fue traumatizante o -Pornografía infantil
que condicionó fuerte- mente -Representaciones eróticas de los niños en
- Aprendizaje del interés sexual en los niños a partir de otra la publicidad
persona -Tendencia masculina a sexualizar todas
- Mala atribución de claves las necesidades emocionales
- Anormalidad biológica

Bloqueo - Conflicto edípico - Normas represivas sobre la masturbación


- Ansiedad de castración y el sexo extramatrimonial
- Miedo a las mujeres
- Experiencia sexual traumática con una persona adulta
- Habilidades sociales inadecuadas
- Problemas matrimoniales
Precondición II: - Alcohol - Tolerancia social sobre el interés sexual
Factores que - Psicosis hacia los niños
predisponen a superar - Desorden en los impulsos - Sanciones judiciales leves contra el abuso
los inhibidores - Senilidad - Ideología a favor de las prerrogativas de
internos - No inhibición del incesto en la dinámica familiar los padres
- Tolerancia social para la realización del
abuso bajo los efectos de alguna sustancia
- Pornografía infantil
- Incapacidad del hombre para identificarse
con las necesidades del menor

Precondición III: - Madre ausente o enferma


Factores que - Madre distante o poco protectora del menor
predisponen a superar - Madre dominada o también abusada por el padre
las inhibiciones - Aislamiento social de la familia
externas - Oportunidades para estar a solas con el menor
- Falta de supervisión del menor
- Disposición de las personas y habitaciones para dormir

Precondición IV: - El menor está emocionalmente inseguro o deprivado -Falta de apoyo social
Factores que - El menor no tiene nociones de lo que es el abuso infantil -Barreras a la igualdad de la mujer
predisponen a superar - Se da una situación de confianza inusual entre el menor y el -Erosión de las redes sociales
la resistencia del abusador -Creencia en la privacidad de la familia
menor - Coerción - El menor no ha tenido educación sexual
- Desprotección social del menor

61
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 62

Precondición I: Motivación para el abuso sexual. La precondición I sugiere que


existen razones en los adultos para interesarse sexualmente por los niños. Estas tres razones
son: congruencia emocional, activación sexual y bloqueo. La congruencia emocional sugiere
que un adulto puede encontrar gratificación en un menor . Esta gratificación es más emocional
que sexual (la relación sexual con un menor satisface algún tipo de necesidad emocional. como
necesidad de poder y control, necesidades infantiles, narcisismo..). Dado que en la relación
sexual con el menor existe también un componente no sexual, el adulto puede sentirse más a
gusto con un menor que con otra persona adulta debido a su baja autoestima o a un
estancamiento en su desarrollo psicológico. Las relaciones sexuales con un menor le pueden
permitir al adulto satisfacer otras necesidades emocionales debido a la sensación de control y
seguridad que este tipo de relación con el menor tiene frente a las relaciones sexuales con
otros adultos. De acuerdo con la perspectiva feminista del desarrollo psicosocial, la fuente de
este necesidad de poder y control deriva de la socialización masculina. Los hombres son
socializados para mantener el control y ser dominantes, mientras que la mujer es educada en
la pasividad y la sumisión.
La segunda motivación que encuentra un adulto en las relaciones sexuales con un
menor es la excitación que le provoca el menor. A parte de la satisfacción de necesidades
emocionales, a algunos adultos les excitan los menores. No está claro por qué a algunos
adultos les excitan más los menores que a otros, pero sí parece que esta excitación está más
extendida de lo que se piensa. Algunos factores parecen incidir en esta excitación: la
sexualización de los menores en los medios de comunicación, el historial de traumas sexuales
del adulto durante su infancia, y factores biológicos como los niveles hormonales o la
composición cromosómica.
Finalmente, el bloqueo se refiere a la incapacidad del adulto para satisfacer sus
necesidades emocionales y sexuales con otros adultos. El bloqueo puede derivarse de previos
intentos infructuosos de gratificación sexual con adultos. Por ejemplo, un hombre puede
experimentar impotencia o rechazo en una relación sexual, con el resultado de que la actividad
sexual con otro adulto esté asociada a la frustración y sentimientos desagradables.
Consecuentemente, el adulto puede acudir a un menor del que posea algún control y asegurar
de este modo el éxito en la relación sexual. El bloqueo también puede derivar de una relación
matrimonial insatisfactoria en la que la posibilidad de gratificación sexual satisfactoria con la
hija se ve como muy probable. Desde el punto de vista de la teoría feminista, esta última
orientación ha sido muy criticada ya que implica que la mujer, desde una posición de sumisión,
al no plegarse a los deseos del hombre, desplaza la actividad sexual de éste hacia la hija.
Precondición II: Superación de los inhibidores internos. Para que el abuso sexual
tenga lugar es necesario, además de la motivación, la superación de inhibidores internos que
actúan en contra de esos motivos. En ese sentido la desinhibición es un requisito para que
tengan lugar los abusos sexuales. Los inhibidores internos pueden estar ausentes o ser
superados por el adulto, aumentando la probabilidad de que se produzca la conducta de abuso
sexual. Entre los factores que pueden suprimir esta inhibición están el abuso de sustancias, la
psicosis, y el escaso control de los impulsos. La teoría feminista añade que las inhibiciones
para abusar sexualmente disminuyen cuando la sociedad culpa a la víctima más que al
perpetrador del abuso. Culpando a la víctima, el adulto encuentra una justificación de su
conducta. La creencia de que el hogar es el territorio privado de un hombre en el que él tiene el
privilegio de hacer lo que le plazca puede ser interpretado por algunos adultos como una
opción de cometer abuso sexual intrafamiliar.
Precondición III: Superación de los inhibidores externos. Mientras que las
condiciones I y II se centran en la conducta del adulto, las precondiciones III y IV lo hacen en el
entorno cultural y social en el que se produce el abuso sexual así como en la víctima del abuso.
La precondición III sugiere que se deben superar los inhibidores externos al adulto y el menor
para que el abuso ocurra. Se espera de los padres que proporcionen protección al menor.
Cuando los padres están física o psicológicamente ausentes (muerte, divorcio, enfermedad) la
probabilidad del abuso aumenta. El aislamiento social y físico de las familias, así como el tipo
de privacidad en los dormitorios, también puede incrementar la vulnerabilidad de la víctima.
Entre los factores externos es particularmente importante la supervisión que recibe el menor de
otras personas. Miembros de la familia, vecinos e iguales pueden ejercer una influencia
inhibidora en las acciones de un potencial agresor.
Precondición IV: Superación de la resistencia en el menor. El potencial abusador
debe influir, socavar o superar de alguna manera la resistencia ofrecida por el menor. La
inseguridad emocional del menor o la deprivación afectiva en la que se encuentra, derivada

62
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 63

posiblemente del maltrato psicológico, pueden hacer que el menor sea más vulnerable a la
atención y el afecto de un adulto potencialmente abusador. La falta de información sexual
también puede incrementar la probabilidad de un menor de sucumbir a los intentos sexuales
del adulto. La confianza y el respeto que la víctima siente por el adulto -el respeto de una niña
por un miembro próximo de la familia o el de una alumna por su profesor- puede también
socavar la resistencia del menor al abuso. Finalmente, las amenazas de daño físico por parte
del adulto pueden eliminar la resistencia del menor al abuso (los esfuerzos de un menor por
evitar los abusos sexuales pueden ser irrelevantes cuando el adulto usa la fuerza y la
coerción).

63
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 64

UNIDAD 1 : Módulo 3 : Descripción


FACTORES DE RIESGO ASOCIADOS CON LOS MALOS TRATOS EN LA
INFANCIA

Aunque un factor de riesgo no es una "causa", el conocimiento de los factores,


circunstancias o sucesos que pueden precipitar los malos tratos o que hagan su
ocurrencia más probable, proporciona una herramienta conceptual útil en el
ámbito aplicado.
La abundante investigación desarrollada durante más de tres décadas en el
ámbito del maltrato infantil ha permitido identificar numerosos correlatos y
factores de riesgo que, al igual que las perspectivas teóricas analizadas en el
módulo anterior, pueden ordenarse en diferentes niveles de análisis:

-1. Factores individuales.


Padres/cuidadores.
1.1. Historia de malos tratos en la infancia.
1.2. Características psicológicas, emocionales y físicas de los padres o
cuidadores.
1.3. Conocimientos y habilidades acerca de las prácticas educativas, y
expectativas acerca de los hijos.
1.4. Abuso o dependencia de sustancias químicas o alcohol.
Niños.
1.6. Edad.
1.7. Conducta del niño.
1.8. Responsividad del niño a los padres o cuidadores.
1.9. Enfermedades, discapacidades.
- 2. Factores del contexto familiar.
2.1. Interacción padres hijos/prácticas de disciplina.
2.2. Relaciones de pareja o cuidadores.
- 3. Factores socioculturales.
3.1. Estresores (problemas económicos, desempleo, movilidad).
3.2. Sistemas de apoyo social de la familia.
3.3. Aprobación cultural del castigo corporal.
3.4. Actitud hacia la infancia.
3.5. La construcción social del concepto de paternidad.

64
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 65

UNIDAD 1 : Módulo 3 : Objetivos


FACTORES DE RIESGO ASOCIADOS CON LOS MALOS TRATOS EN LA
INFANCIA

El alumno debe ser capaz al finalizar este modulo de:


Identificar los principales conjuntos de factores de riesgo que se han asociado al
maltrato infantil.
Describir y dar ejemplos de:
- Factores psicológicos o de personalidad que puedan estar relacionados
causalmente con los malos tratos.
- Características del niño que se consideran factores de riesgo potenciales en los
malos tratos.
- Dinámicas de las interacciones padres-hijos relacionadas con los malos tratos.
- Factores de estrés, familiares o ambientales, que pueden contribuir al maltrato
infantil.
- Valores culturales o subculturales que pueden relacionarse con los malos
tratos en la infancia.
Describir la importancia de analizar los malos tratos en el contexto del
individuo, la familia, el ambiente social y los valores culturales.
Describir las implicaciones que los diferentes factores de riesgo tienen en los
programas de intervención y prevención.

65
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 66

UNIDAD 1 : Módulo 3 : Actividad :1


ANÁLISIS DE UN CASO

Objetivos:

-Reflexionar sobre la existencia de factores individuales, familiares, sociales y


culturales que inciden de manera positiva o negativa sobre el trato a la infancia.

Procedimiento:

- Lee el siguiente escrito para poder realizar la actividad del punto siguiente:

“La importancia de la satisfacción de las necesidades infantiles y la protección


de los derechos de la infancia dependen del mundo adulto. Por lo tanto, se han
de analizar qué factores protegen, apoyan, nutren y trabajan a favor del
cumplimiento de esas dos premisas y qué otros factores dificultan o dañan el
desarrollo infantil.

A menudo nuestra formación ha incidido en el estudio de los factores de


gravedad y riesgo. Por lo tanto, nos hacemos especialistas en la detección de
estos factores. Eso es correcto, ya que trabajamos con situaciones que pueden
tener un alto riesgo para los niños y niñas de esas familias. El riesgo reside en
invisibilizar los factores de protección que puedan también existir en la
familia”.

- Revisa los factores de riesgo del DOCU 14 e intenta, a partir de ellos, hacer
una propuesta de factores de protección. Envía el resultado a los tutores.

DOCU 14

Contenidos clave (claves para maximizar el rendimiento):

1. Las formas de tratar a la infancia está múltiplemente determinadas por


fuerzas que actúan en el individuo, en la familia, en la comunidad y en la
cultura en la que el individuo y la familia están inmersos

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 67

2. Todas las aportaciones pueden integrarse en las tres categorías


propuestas: individual, familiar y sociocultural. Estas categorías no son
mutuamente excluyentes, sino que se complementan entre sí.
3. Aunque ciertos factores se encuentran con frecuencia presentes en las
familias donde tienen lugar los malos tratos, ello no significa que la
presencia de esos factores siempre tenga como resultado los malos tratos.
4. No siempre los factores que pueden desencadenar los malos tratos en
una familia, lo hacen en otra

Notas útiles:

- El contenido de esta actividad está relacionado con el análisis de las


explicaciones teóricas descritas en el módulo anterior. Asimismo, estos
contenidos son particularmente relevantes para el estudio de unidades
posteriores, especialmente el módulo que hace referencia a la evaluación de
riesgo.

Lecturas y materiales complementarios:

- No se requieren

67
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 68

UNIDAD 1 : Módulo 3 : Actividad :2


ACTIVIDAD AUTOREFERENCIAL

Objetivos:

- Reflexionar sobre los factores de protección infantil y los posibles


mecanismos de creación de los contextos de buen trato a la infancia a
través de una actividad de autoreferencia para poder ampliar la visión
sobre el tema del trato del mundo adulto a la infancia.

Procedimiento:

Esta actividad es autoreferencial. Para realizarla, asegúrate de que tienes el


tiempo y el espacio necesario para dedicarte a ella.

Piensa en una familia que hayas conocido (puede que sea la tuya propia, alguna
que recuerdas de tu infancia, de alguna amistad, de tu experiencia profesional,
etc.) y a la que recuerdes por su especial buen trato a la infancia. Puede ser una
familia que reconozcas que trata bien a los niños o simplemente una familia
donde recuerdas haber estado a gusto en su presencia. Tómate tu tiempo para
pensar sobre este punto y seleccionarla adecuadamente. No importa que la
conozcas poco o que sólo tengas una idea vaga o intuitiva de que se trata de
una familia bien tratante o con un buen funcionamiento.

Reflexiona sobre qué aspectos serían los que te ayudan a creer que realmente se
trata de una familia bien tratante. Detecta aquellos factores importantes y haz
una lista, sin pensar mucho en la estructura.

Reorganiza lo escrito en relación a aspectos individuales, familiares, sociales, o


culturales.

Para completar la actividad, realiza una hipótesis de las posibles causas que
puedan justificar que esa familia sea de esa manera. Es una hipótesis, que
además no vamos a validar. Puede ser que surjan aspectos de transmisión
generacional, de desarrollo personal, de estructura familiar, de planificación, de
red social, etc.

Piensa en alguna de las familias que más te esté preocupando en la actualidad.

Remite a los tutores tus reflexiones sobre qué te aporta como profesional esta
visión.

68
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 69

Contenidos clave (claves para maximizar el rendimiento):

 El paradigma de buen trato puede aportarnos nuevas claves para


entender lo que es deseable en una familia en relación al cuidado de su
progenie.
 La detección de los factores de protección nos pueden dar luz sobre áreas
preservadas en el funcionamiento familiar que, a menudo, quedan
invisiblizadas si sólo se trabaja para la detección de los factores de riesgo.
 Estas áreas preservadas pueden ser objetivo de la intervención social
para afianzarlas y trabajar a partir de ellas y de los logros que se
consigan en la dinámica familiar.

Lecturas y materiales complementarios:

- No se requieren

69
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 70

DOCUMENTO DE TRABAJO N 14
FACTORES DE RIESGO: SINTESIS
FACTORES DE RIESGO DEL MALTRATO INFANTIL

INDIVIDUALES FAMILIARES SOCIOCULTURALES

Factores parentales Interacción Paterno-Filial Ambito laboral

— Historia de malos tratos — Desadaptada — Desempleo


— Historia de desatención — Ciclo ascendente de — Pobreza
severa conflicto y agresión — Pérdida del rol
— Rechazo emocional y — Técnicas de disciplina — Pérdida de autoestima y
falta de calor afectivo en la coercitivas poder
infancia — Estrés conyugal
— Carencia de experiencia Relaciones de pareja — Insatisfacción laboral
en el cuidado del niño — Tensión en el trabajo
— Ignorancia acerca de las — Conflicto conyugal
características evolutivas — Estrés permanente Redes sociales de apoyo
del niño y sus necesidades — Violencia y agresión
— Historia de desarmonía — Hijos no deseados — Aislamiento Social
y ruptura familiar — Falta de apoyo social
— Pobre autoestima Configuración familiar — Escasa utilización de
— Bajo C.I. recursos formales de apoyo
— Pobres habilidades — Tamaño familiar — Alta movilidad social
interpersonales — Padre único
— Falta de capacidad Factores culturales
empática
— Poca tolerancia al estrés — Aprobación cultural del
— Estrategias de Coping uso de la violencia
inadecuadas — Aceptación cultural del
—Problemas psicológicos castigo corporal en la
educación de los niños
Características del niño — Actitud hacia la
infancia.
— Prematuro — Los niños como
— Bajo peso al nacer posesión
— Poco responsivo. — Actitud hacia la Familia,
— Apático la mujer, la paternidad-
— Problemas de conducta maternidad
— Temperamento difícil
— Hiperactivo
— Handicaps físicos

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La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 71

UNIDAD 1 : Módulo 4 : Descripción


EL TRABAJO CON CASOS DE MALOS TRATOS: LA DIMENSION EMOCIONAL

En los módulos anteriores se ha tratado de establecer un marco teórico y


conceptual relevante para el ámbito aplicado. Sin embargo, el trabajo con casos
de malos tratos requiere no sólo de herramientas conceptuales o técnicas. El
trabajo con niños maltratados y sus familias, independientemente del nivel en
que se trabaje con esta problemática (identificación, investigación, toma de
decisiones, intervención...), involucra intensas y profundas emociones y
sentimientos e implica, además, ideas actitudes y creencias personales. El
profesional, independientemente de su experiencia, no debería asumir que se
puede responder a una situación de malos tratos desde la neutralidad
emocional y evitando la influencia de las propias actitudes y valores. Es
importante admitir esos sentimientos y actitudes y reconocer su influencia y, si
es el caso, busca el apoyo adecuado para manejar el impacto emocional que
puede producir el trabajo con casos de malos tratos en la infancia. El objetivo
del presente módulo es reflexionar acerca de la importancia de identificar esos
sentimientos y emociones y de reconocer su impacto potencial en la práctica
profesional.

UNIDAD 1 : Módulo 4 : Objetivos


EL TRABAJO CON CASOS DE MALOS TRATOS: LA DIMENSION EMOCIONAL

El alumno debe ser capaz al finalizar este modulo de:


Reconocer y manejar sus propios sentimientos ante situaciones de malos tratos.
Describir la forma en que las respuestas emocionales pueden afectar las
interacciones con los niños víctimas de los malos tratos y con sus padres o
cuidadores.
Describir cómo los sentimientos y emociones personales pueden afectar los
valoraciones y acciones profesionales.

71
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 72

UNIDAD 1 : Módulo 4 : Actividad :1


EL ABUSO SEXUAL: SENTIMIENTOS Y EMOCIONES

Objetivos:

- Facilitar la reflexión acerca de los sentimientos y emociones que suscitan el


trabajo con casos de abusos sexuales a menores.
- Sensibilizar al profesional de la importancia de reconocer sus propias
emociones en las situaciones de malos tratos.

Procedimiento:

- Responde al cuestionario "el abuso sexual: sentimientos y emociones"


(Documento de trabajo nº 15).

DOCU 15

Contenidos clave (claves para maximizar el rendimiento):

- La finalidad de este ejercicio es facilitar el contacto con los sentimientos que


generan o podrían generar el trabajo con casos de malos tratos y en particular
con casos de abuso sexual.

Notas útiles:

- La realización de este ejercicio facilita el desarrollo de las siguientes


actividades.

Lecturas y materiales complementarios:

- No se requieren

72
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 73

DOCUMENTO DE TRABAJO N 15
SENTIMIENTOS Y EMOCIONES DEL PROFESIONAL ANTE LOS MALOS
TRATOS A LA INFANCIA

Instrucciones: A continuación encontrarás una serie de afirmaciones que giran


en torno a la intervención frente diferentes situaciones de malos tratos a la
infancia y que tienes que completar. Por favor, lee cuidadosamente las
recomendaciones antes de responder a cada una de las afirmaciones.

• Este ejercicio es exclusivamente para uso personal. No tienes que


compartir la información.
• Toda información es confidencial.
• Responde a las frases en el orden en que aparecen.
• Si no lo deseas no completes las frases. Esta lista es sólo para tu uso
personal.
• Si te sientes incómodo/a no sigas respondiendo.
• Trata de responder con una sola palabra.

1. Cuando pienso en situaciones de violencia vividas como observador o


participante, siento ...............................................

2. Al pensar en un niño o una niña agredidos físicamente, me viene a la


cabeza....................................................

3. Delante de un niño o una niña que es desatendida gravemente por sus


cuidadores, siento..............

4. Al intervenir en una situación donde la niña o el niño es maltratado


psicológicamente por sus cuidadores, siento................................

5. Cuando realizo una visita a un hogar donde ser produce abuso sexual, mi
sentimiento es.......................................

6. Ante una relación abusiva, mi sentimiento hacia la madre


es........................................

7. Ante una relación abusiva, mi sentimiento hacia el padre


es…..........................................

8. Ante una relación abusiva, mi sentimiento hacia la víctima


es......................................

73
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 74

UNIDAD 1 : Módulo 4 : Actividad :2


SENTIMIENTOS Y PRÁCTICA PROFESIONAL

Objetivos:

- Identificar situaciones que generen sentimientos y emociones negativas en la


práctica profesional.
- Identificar alternativas de respuesta ante situaciones que generan sentimientos
o emociones negativas.
- Analizar las implicaciones que los sentimientos personales pueden tener en la
intervención.

Procedimiento:

- Escribe en un papel los sentimientos y actitudes que te haya despertado la


realización de la actividad anterior con respecto a las actitudes y sentimientos
sobre el abuso sexual y asignalas a las siguientes categorías: padres, niños y a ti
mismo como profesional.

- A continuación analiza los posibles efectos negativos que estos sentimientos


pueden tener en la práctica profesional

.- Finalmente, reflexiona sobre las posibles respuestas alternativas que


emplearse ante reacciones emocionales negativas y remite a los tutores el
resultado de tu trabajo.

Contenidos clave (claves para maximizar el rendimiento):

- Los sentimientos y actitudes moldean las acciones y decisiones del profesional.


- La comprensión de los propios sentimientos acerca de la naturaleza de los
malos tratos, de los perpetradores y de la víctima es de una gran importancia.
- El profesional puede experimentar sentimientos en conflicto acerca de la
intervención, las decisiones que tiene que tomar y acerca de su propio rol
(reacciones viscerales versus ayuda a la familia). Si se es capaz de reconocer y
aceptar esos sentimientos se pueden superar con mayor facilidad la indecisión y
el bloqueo que puede producir la situación.
- El profesional debe ser consciente de que su habilidad para reconocer los
malos tratos depende de su voluntad para aceptar la posibilidad de su

74
La Formación de los Profesionales en el Ámbito de los Malos Tratos a la Infancia.- 75

ocurrencia. La resistencia para aceptar la ocurrencia de situaciones de malos


tratos constituye un obstáculo para una intervención apropiada.
- Si el profesional no está preparado para enfrentarse a la incertidumbre, o si se
siente incómodo por no ser capaz de reparar la situación, puede producirse una
tendencia a minusvalorar la validez de alegaciones. Si el profesional
minusvalora la posibilidad de los malos tratos es posible que se tienda a cerrar
el caso prematuramente.
- Los sentimientos personales van a influir en la efectividad de forma
determinante. Se tomarán decisiones apropiadas con mayor probabilidad si se
evita realizar juicios de valor.

Notas útiles:

- Los contenidos de esta actividad también son aplicables a otras formas de


malos tratos (físicos, negligencia y maltrato psicológico).
- Las actividades de este módulo son particularmente relevantes para integrar
adecuadamente los contenidos de módulos posteriores, especialmente los
dedicados a la entrevista y la intervención terciaria y secundaria.

Lecturas y materiales complementarios:

- No se requieren

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