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PSICOLOGÍA EVOLUTIVA
Un aspecto fundamental de nuestra especie es el hecho de que, sin una total dependencia materna en
los primeros meses de vida no podríamos sobrevivir, pero esto, no se refiere solamente al plano
biológico sino también, al origen del aparato psíquico. Por ejemplo, el marasmo se lo conoce como una
enfermedad que lleva a la muerte debido a la falta de estímulos.
De tal suerte, podríamos graficar la formación del psiquismo mediante el esquema del “peine”.
Inconsciente
Preconciente
Aparición de la palabra y
Huellas origen del pensamiento
Mnémicas (9 meses aprox.)
Para explicar este esquema decimos que el recién nacido llega al mundo sin conciencia. El polo
perceptivo biológicamente constituido comienza a recibir estímulos internos y externos sin poder
todavía decodificarlos, puesto que no hay un adentro y un afuera de la conciencia.
Por ejemplo, pensemos en un bebé que llora porque sus sensores biológicos recogen el estímulo de
algún dolor o malestar. Solo el instinto maternal o los intentos de “ensayo y error” de la madre, podrán
hacer posible la identificación de la causa del llanto del bebé para de esa manera poder satisfacer su
demanda o necesidad.
Ahora supongamos que el bebé llora por hambre y como consecuencia de esto su madre lo alimenta.
Esta ligazón entre la necesidad biológica y la satisfacción proveniente del pecho materno constituye
un primer eslabón de una larga cadena de aprendizaje y lo que en un futuro tendrá que ver con la
adquisición del lenguaje.
El hecho que el bebé pueda ligar el hambre con el pecho, hará que su llanto suene de tal o cual manera
en una precaria forma de identificación, simultáneamente hará lo mismo con otras necesidades
biológicas.
Las huellas mnémicas, por ende, serán aquellos estímulos que si bien llegaron al sistema sensorial
del bebé quedan almacenados en el inconsciente. Las más importantes funciones biológicas serán las
que alcancen más rápidamente el estado preconciente y por lo tanto, todo lo que está allí podrá
empezar a hacerse conciente solo con el hecho de que el bebé enfoque su atención.
En cambio, aquellas huellas mnémicas que quedan en el inconsciente, no podrá acceder directamente a
la conciencia puesto que antes tiene que pasar por el preconciente para alcanzar algún tipo de
significación, dado que el contenido del inconsciente no tiene sentido aparente.
Hasta los primeros 2 meses de vida el bebé no distingue un objeto de otro y su estado simbiótico con
su madre hace de ella, apenas una extensión de su propio ser. Entre los 2 y los 6 meses comienza a
afinarse la percepción cuando se le acerca una persona; y hacia el final de este período comienza a
seguir los movimientos del rostro esbozando sonrisas en respuesta del estímulo de los adultos.
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A partir del mes 6to. Hasta el 8vo. mes aparecen los miedos a lo extraño y la clara diferenciación de las
personas que no son mamá. Precisamente esta estación evolutiva del bebé se la conoce con el nombre
de angustia de separación y constituye el primer reciclaje del “motor” existencial
FASES PREVIAS:
Fase autística normal (de 0 a 1 mes de vida): se llama fase autística normal porque solo existe un
aparato psíquico indiferenciado, dedicado solo a descargar tensiones. Su líbido está orientada al
mantenimiento de su vida vegetativa.
No hay relación con los objetos ni sin objetos.
Fase simbiótica normal (de 2 a 3 mes de vida): Tiene una oscura conciencia del objeto que
satisface sus necesidades. Se comienza a fisurar la caparazón autística. Su líbido comienza a dirigirse a
la periferia sensoperceptiva formándose un escudo protector selectivo y receptivo. Se forma la unidad
dual de la simbiosis con los objetos (todavía no los distingue porque no tiene conciencia de ser él
diferenciado de su entorno).
FASES DE SEPARACIÓN-INDIVIDUACIÓN:
Segunda: sub fase de EJERCITACIÓN PSICOMOTRIZ (se superpone con la anterior, llega hasta
los 16 o 18 meses)
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• Exigencia del niño de la participación materna constante.
• La aceptación materna de esta ambivalencia le permite al bebé empezar a
autorrepresentarse.
• Hay un avance rápido de la individuación: mayor conciencia de la separación y mayor
resistencia a la misma, busca el contacto corporal con su madre.
• Se relaciona con ella a través de la comunicación verbal y el juego.
• Al llegar a los 18 meses aparecen las “jerigonzas”, es decir, quiere expresar algo y señala,
escucha y decodifica señales sencillas.
• A los 2 años puede tener entre 2 y 20 palabras claras dependiendo de la influencia y
estimulación del entorno
• Primeros signos de agresión dirigida que coinciden con la etapa anal (manipulación de los
afectos).
• Se resiste a aceptar sustitutos maternos pero comienza a tomar importancia el padre.
EL LENGUAJE ARTICULADO
Cuando el niño consigue representar las cosas se dice que aparece la función semiótica (o de los
signos) que se traduce en palabras. Por ejemplo:
= ARBOL
(Significado) (Significante)
De tal suerte, el Juego es el “trabajo” más importante que desarrolla el niño puesto que con esto trata de
relacionar su mundo afectivo y mucho de sus huellas mnémicas de su inconsciente con algún
significante. Sin esta capacidad representativa el niño no podría jugar.
Las imitaciones diferidas a partir de que ya puede representar una escena que no está en el presente le
proporciona el aprendizaje de la retención de imágenes. Junto con su memoria, que ejercita recordando
y evocando verbalmente situaciones del pasado, conforman los síntomas de una buena salud psíquica
que evoluciona favorablemente.
(Nota: Entre los autores que más han investigado acerca de las fases evolutivas y la salud psíquica de los
niños se encoentran:: M. Malher, Wallon, Gesell, Spitz, P. Levin, E. Berne, entre otros)
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Prof. Lic. Marcelo de la Peña
E-mail: marcelodelape@yahoo.com.ar
Tel/fax: (02246) 42-0996