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Yo, Juan, soy el que oyó y vio estas cosas. Y cuando oí y vi, me postré para adorar a los pies del ángel que me
mostró estas cosas. Y me dijo: No hagas eso; yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos los profetas y de los que
guardan las palabras de este libro. Adora a Dios. [Apocalipsis 22:8–9]
Quisiera referirme a la adoración. Hay dos razones, al menos. Una es que fuimos creados para adorar (Efesios 1:
3-6). Éste es el propósito supremo de toda existencia: la adoración a Dios. Dios creó el universo para que mostrara
la dignidad de Su gloria. El salmista así lo declara en el Salmo 19. 1 “ Los cielos cuentan la gloria de Dios, el
firmamento anuncia la obra de sus manos”. Y nos creó a nosotros para que pudiéramos ver esta gloria y reflejarla.
La otra razón es que necesitamos reedificar una visión común de qué es la adoración y para qué nos reunimos
los domingos. ¿Qué es? ¿Por qué lo hacemos? ¿Cómo lo hacemos?
ADORA A DIOS
No quiero hacer una exposición de ese texto demasiado exhaustiva, sólo quiero que escuchemos el sencillo
mandamiento que se nos entrega en este pasaje: "Adora a Dios". El ángel dijo a Juan, cuando cayó a los pies del
ángel: "No hagas eso; yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos los profetas y de los que guardan las palabras de
este libro. Adora a Dios.
En otras palabras, no adores a los ángeles, ¡adora a Dios! No adores las cosas, ¡adora a Dios! No adores a las
personas ¡adora a Dios! No menosprecies a Dios, ¡adora a Dios!
Éste es el último capítulo de la Biblia, y éste es el deber supremo del hombre: ¡adorar a Dios! Y estas palabras
dadas a Juan son FIELES Y VERDADERAS.
Luego, lo que encontramos en el Nuevo Testamento, quizás para nuestra sorpresa, es un grado absolutamente
sorprendente de indiferencia hacia la adoración como un ritual externo, y una intensificación absolutamente
radical de la adoración como una experiencia interna del corazón.
NO HAY REUNIONES LLAMADAS "SERVICIOS DE ADORACIÓN" EN EL NUEVO TESTAMENTO
Comencemos con un hecho sorprendente, a saber, que en las epístolas del Nuevo Testamento hay muy poca
instrucción que lidie explícitamente con la adoración congregacional (lo que llamamos servicios de adoración).
No es que no hubiera reuniones: 1ra a los Corintios 14:23 habla de "toda la iglesia se reúne", Hechos 2:46 habla
de la iglesia primitiva diciendo que "continuaban unánimes en el templo y partiendo el pan en los hogares", y
Hebreos 10:25 dice: "no dejando de congregarnos". Pero esto no es mucho, y lo sorprendente es que incluso
cuando se tiene en perspectiva a estas reuniones, los apóstoles no hablan específicamente de "adoración".
En el Antiguo Testamento, la palabra más común para adoración es la palabra hebrea hishtahvah (o alguna forma
de esa palabra). Su significado básico es "inclinarse", en el sentido de reverencia, respeto y honor. Aparece 171
veces. En el Antiguo Testamento griego, 164 de las veces en que se menciona esta palabra hebrea, es traducida
con la palabra griega proskuneo.
En el Nuevo Testamento griego, esta es la palabra fundamental para adoración: proskuneo. La palabra es común
en los evangelios (aparece 26 veces), las personas a menudo se inclinaban en adoración ante Jesús. Y es común
en el libro de Apocalipsis (21 veces), porque los ángeles y ancianos en el cielo, a menudo, se inclinaban ante Dios.
Pero, en las epístolas de Pablo solo aparece una vez en 1ra a los Corintios 14:25, donde los creyentes (por el
poder de la profecía), se postran y confiesan a Dios en la reunión de los santos. Y no aparece en las cartas de
Pedro, Santiago, o Juan.
Es sorprendente que la palabra fundamental para adoración esté prácticamente ausente de las cartas del Nuevo
Testamento. ¿Por qué? ¿Por qué es que las mismas epístolas escritas para ayudar a la iglesia a ser lo que debe
ser en ésta época, están carentes, casi totalmente de esta palabra y de su enseñanza específica en lo relativo a la
adoración congregacional?