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¿Por qué muchas víctimas de violación tienen recuerdos fragmentados o

incompletos?
James Hopper, Ph.D.

En medio de una violación, el circuito cerebral del miedo toma el control, mientras que otras partes claves
del cerebro dejan de funcionar parcialmente o del todo. Eso es lo que debe pasar y es lo que explica la
naturaleza fragmentada e incompleta de los recuerdos de la mayoría de víctimas de violación.

Una puerta se abre y un oficial de policía se encuentra en la mira de una pistola. En un segundo, su cerebro
se enfoca en la pistola. Gracias a la visión de túnel en el momento, más tarde el recordará pocos detalles
que su cerebro percibió como innecesarios para su sobrevivencia inmediata. ¿Tenía bigote el hombre que
disparó? ¿De qué color tenía el cabello? ¿Con qué ropa andaba?

Después, cuando intenta escribir su reporte, el oficial puede frustrarse por no poder recordar detalles
importantes, sentirse confundido sobre muchos otros detalles, e incluso recordar algunos de forma
incorrecta. Sin embargo, también recuerda con gran precisión las cosas en que su cerebro se enfocó en
ese momento. Es posible que nunca las olvide.

La reacción inmediata del oficial y sus recuerdos limitados, no son resultados de una falta de
entrenamiento. Su cerebro reaccionó a una situación de peligro de muerte en la manera en que debe. Los
cerebros de las víctimas de violación sexual reaccionan de la misma manera durante el terror del ataque.

En los entrenamientos que realizo para oficiales de policía, fiscales, jueces, profesionales de la educación
superior y comandantes militares sobre las memorias de las víctimas de violación, ha sido útil compartir
lo que conocemos sobre cómo las experiencias traumáticas afectan el funcionamiento de tres regiones
cerebrales claves.

Una es la corteza prefrontal. Esta es la parte del cerebro que nos permite concentrar la atención y donde
decidimos conscientemente y no donde el miedo o el deseo lo demandan. También nos permite pensar
racionalmente y considerar las opciones, en lugar de reaccionar por reflejo o hábito. Usted está usando
la corteza prefrontal en este momento para concentrar la atención en estas palabras, para descartar otras
cosas que están pasando alrededor o dentro suyo y tal vez para parar y reflexionar sobre lo que yo he
escrito.

Pero si escuchara disparos y gritos cerca, su cerebro de repente entraría en un estado diferente. El circuito
cerebral del miedo, que incluye una pequeña estructura llamada la amígdala, tomaría las riendas. Una de
las primeras acciones de la amígdala es rápidamente perjudicar a la corteza prefrontal, tal vez hasta
clausurarla, por medio de segregar una oleada de químicos de estrés.

Material elaborado por Jim Hopper en el marco del Diplomado “Los derechos de los niños, niñas y adolescentes
víctimas de delitos sexuales y el sistema judicial”. Queda prohibido copiar, reproducir, distribuir, publicar, transmitir,
difundir, o en cualquier modo explotar cualquier parte de este material sin la autorización previa por escrito del autor.
Todos los derechos reservados. Abril 2019. www.jimhopper.com
¿Por qué sucede esto? Ahora los humanos dominamos el planeta, pero evolucionamos de haber sido
presa y clausurar la corteza prefrontal es la forma de sobrevivir cuando detenerse a pensar significa
convertirse en el almuerzo de un predador. Más bien, cuando el circuito cerebral del miedo domina, el
cerebro puede contar con visión de túnel y reflejos y hábitos que nos salvan la vida.

Inevitablemente, en algún momento de una experiencia traumática, como una balacera o una violación,
el circuito cerebral del miedo toma las riendas, en lugar de la corteza prefrontal. Cuando lo hace, controla
donde va la atención. Puede ser por ejemplo el sonido de disparos, las expresiones faciales frías o
emocionadas del violador o su mano en el cuello de la víctima. Puede ser en una planta en la habitación
o el ventilador en el cielo raso, como intento de “escaparse” de las horribles sensaciones corporales.

De cualquier forma, las memorias tienden a ser fragmentadas, no todos los detalles que podría captar una
cámara de video, o el cerebro cuando no está en estado de terror. Sólo aquellos fragmentos que llaman
la atención del miedo quedan guardados en la memoria por seguro.

Por último, el circuito cerebral del miedo afecta una tercera área clave del cerebro: el hipocampo. Este
guarda los eventos que llaman la atención en la memoria de corto plazo y también los puede almacenar
como memorias de largo plazo.

Pero el miedo afecta la habilidad del hipocampo de codificar información contextual, como el diseño de
la habitación, y la habilidad de codificar la secuencia de los hechos, tales como si el violador se quitó la
camisa antes o después de decir algo.

Esta concientización de cómo las situaciones traumáticas y aterradoras alteran el funcionamiento cerebral
viene de décadas de estudios de investigación, que continúan dándonos importantes conocimientos
nuevos. Recientemente, se ha demostrado que inmediatamente cuando el miedo o estrés comienzan, el
hipocampo brevemente entra en estado de “súper codificación”. La persona puede recordar vívidamente
lo que estaba pasando justo antes y justo después de que se dio cuenta de un ataque, incluyendo la
información contextual y la secuencia de eventos. Pero después de eso, el hipocampo entra en un estado
diferente, en que se dedica a codificar esa información inicial y no lo que pasa después.

De nuevo, esto tiene sentido, pues para la sobrevivencia de un animal es más importante recordar cómo
predecir un ataque, no lo que pasó después o durante. Los reflejos, hábitos y voluntad permiten la
sobrevivencia. El hipocampo tiene capacidad limitada de procesar información, igual que la corteza
prefrontal y la memoria de un smartphone o teléfono inteligente. Cuando está inundado de químicos de
estrés y concentrado en codificar información para predecir eventos, puede absorber poca información
nueva, especialmente sobre contextos y secuencias complejas.

Por todas estas razones, es comprensible que las víctimas de violación tengan memorias vívidas de lo que
pasó justo antes de que empezara el miedo y de lo que era crítico para sobrevivir después de eso. Es
totalmente comprensible que la mayoría de sus recuerdos de la violación tiendan a ser fragmentados,

Material elaborado por Jim Hopper en el marco del Diplomado “Los derechos de los niños, niñas y adolescentes
víctimas de delitos sexuales y el sistema judicial”. Queda prohibido copiar, reproducir, distribuir, publicar, transmitir,
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incompletos y sin secuencia clara. La intoxicación por drogas o licor no cambia estos hechos básicos, a
menos que la persona se desmaye, ya que nada o casi nada se puede recordar.

Es claro que este entendimiento de cómo el trauma y el miedo afectan el cerebro y la memoria, tiene
vastas implicaciones para el sistema criminal y judicial. Así como no es razonable esperar que todas las
victimas de violación griten o se defiendan. Tampoco es razonable esperar que alguien que sufrió un gran
trauma (ya sea víctima, policía o soldado) recuerde el evento traumático de la misma manera en que
recuerda otros eventos. Recuerdan algunos aspectos de la experiencia traumática con detalles vívidos,
que podrían pasar décadas tratando de olvidar; mientras que no recuerdan otros aspectos del todo o solo
en fragmentos confusos y revueltos, incluyendo aquellos que desearían poder recordar.

Aún oficiales de policía que no han estudiado el trauma y el cerebro, entienden esto bastante bien,
especialmente cuando se trata de sus propias experiencias traumáticas de su trabajo. Saben que a la hora
de escribir un reporte, es difícil recordar todo lo que pasó durante un arresto violento o una escena de
crimen horrible. Saben que lo que llamó su atención y entró en sus memorias puede ser muy diferente de
lo que sus compañeros recuerdan. También saben que es difícil o imposible recordar la secuencia exacta
de los eventos.

Es hora de que los oficiales de policía, fiscales, jueces y todos nosotros que escuchamos o leemos sobre
las víctimas de violación, entendamos que lo mismo sucede en los cerebros y las memorias de las víctimas,
que se están esforzando para recordar qué les pasó.

James W. Hopper, PhD, es consultor independiente y profesor a tiempo parcial en Psicología en el


Departamento de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Harvard. Ha realizado investigaciones sobre
la neurobiología del trauma y capacita a investigadores, fiscales, jueces, profesionales de la educación
superior y comandantes militares sobre sus implicaciones.

Material elaborado por Jim Hopper en el marco del Diplomado “Los derechos de los niños, niñas y adolescentes
víctimas de delitos sexuales y el sistema judicial”. Queda prohibido copiar, reproducir, distribuir, publicar, transmitir,
difundir, o en cualquier modo explotar cualquier parte de este material sin la autorización previa por escrito del autor.
Todos los derechos reservados. Abril 2019. www.jimhopper.com

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