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PSICOLOGÍA Y CULTURA EN LA ADOLESCENCIA, JUVENTUD Y ADULTEZ

Prof.: Olivia Fernández


Alumnos: Paola Di Santo
Agustín O´shee
Emanuel Maranzana

VIOLENCIA FAMILIAR
FUNDAMENTACIÓN:

La violencia es un fenómeno caracterizado por la intensidad de las vivencias que conllevan.


Forma parte de nuestra experiencia cotidiana y se manifiesta, a veces de forma invisible, en las
interacciones sociales diarias, así como en diferentes tipos de mensajes que son consumidos
por la sociedad a través de los diversos medios de comunicación. Podría decirse que la
violencia circula en nuestro entorno constantemente, a veces, incluso, sin que lo notemos, y
otras veces llega a naturalizarse por su cotidianeidad y porque no afecta directamente al
individuo.

Nuestra sociedad se encuentra atravesada por la violencia y, como en toda sociedad de clases,
se establecen relaciones de poder entre dominadores y dominados, donde aparece la
opresión, el autoritarismo y la discriminación. Un sistema verticalista en donde las figuras de
poder se muestran impunes ante el avasallamiento de las clases más bajas y en donde se
estimula la meritocracia nutrida por las corporaciones. La desigualdad social se ve traducida a
violencia en diversos ámbitos y se esparce por toda la población sin distinción alguna pero con
rasgos distintivos por el entorno en el que se desarrolla.

A su vez, la sociedad convive con otros tipos de violencia que se suceden en silencio, y por lo
tanto, no son noticia: mortalidad infantil, desocupación, carencia de buenos servicios
sanitarios, salarios paupérrimos, escasez de vivienda, inseguridad, etc. Problemáticas
características de una sociedad regida por el capitalismo.

En el transcurso de los últimos años se comenzó a notar un fenómeno a nivel mundial con
respecto a la imágen de la mujer, un movimiento que encontró el empoderamiento y dejó en
evidencia todo el sistema patriarcal, desbordado de discriminación y violencia de género.
A su vez, se comenzaron a evidenciar cada vez más casos que suceden en la esfera más privada
de cada individuo, la violencia doméstica. Casos en los que el maltrato llega a perder los límites
morales y pueden herir física y/o mentalmente a cualquiera de los individuos que componen el
grupo familiar. En muchos casos, las secuelas de estos hechos se siguen replicando de forma
generacional.

En el ámbito escolar, es importante tener en cuenta el rol específico del docente, siendo éste
quien debe desarrollar la tarea de prevención primaria y detectar posibles conflictos, para
poder generar un entorno de contención y convertirse en guía en el momento de buscar
ayuda. Llevar a cabo un tratamiento y la resolución de la situación conflictual, corresponderá a
especialistas.

La violencia en las escuelas es una problemática que registra varios grados, desde la
violencia física entre alumnos, amenazas a docentes o hechos que pueden poner al
menor en conflicto con la ley penal, como manifestaciones de mayor visibilidad; hasta
violencias cotidianas entre pares, más naturalizadas, silenciadas, más simbólicas que
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físicas, y no por esto menos arrasadoras de la subjetividad que las otras.


DESARROLLO:

En nuestro mundo privado, familia y amigos, buscamos por todos los medios evitar que el
maltrato circule y nos dañe; pero la violencia se desarrolla en todo tipo de circunstancias y
ámbitos: social, político, económico y, por supuesto, el familiar. Sin embargo, en nuestra
sociedad concebimos la idea de familia como un reducto de amor en donde nos parece
inaceptable la coerción física o psíquica.

La violencia doméstica o familiar no es un problema moderno, pero sólo en las últimas décadas
la sociedad parece preocupada por ponerlo de manifiesto y hallar soluciones.

El término “violencia familiar” hace referencia a una situación de poder y alude a todas las
formas de abuso que se dan en las relaciones entre los miembros de la familia, entendiendo
por relación de abuso a toda conducta que, por acción u omisión, ocasiona daño físico y/o
psicológico a otro miembro de la familia. Para hablar de violencia familiar, esta relación de
abuso debe ser crónica, permanente o periódica. En este concepto no se incluyen situaciones
de maltrato infrecuente o esporádico.

En general la violencia es ejercida sobre los miembros más débiles de la familia: niños, mujeres
y ancianos y es el adulto masculino quien más frecuentemente utiliza las distintas formas de
abuso. Existen casos de hombres maltratados, pero constituyen alrededor del 2% de los casos.
Las formas de abuso que existen son:
● Físicas
● Sexuales
● Emocionales

El tema de la violencia familiar es un problema social. Comúnmente, se cree que al


desarrollarse en el ámbito privado de la familia, es una problemática de cada individuo. Pero si
consideramos que cualquier acto de violencia de una persona contra otra es un crimen, este
problema deja de ser privado para ser social, dado que los mismos se proyectan sobre la
comunidad con distintas manifestaciones, respondiendo éstas al origen del acto sufrido
pasivamente.

Por ejemplo, personas sometidas a situaciones crónicas de violencia familiar presentan:


debilitamiento progresivo, traduciéndose en enfermedades psicosomáticas, depresión,
disminución en el rendimiento laboral, etc. Los niños que aprenden en su hogar modelos de
relación violentos tienden a reproducirlos a través de conductas delictivas o actos de maltrato.

En la mitad de los hogares argentinos se ejerce alguna forma de violencia. Muchas de estas
situaciones pasan inadvertidas porque el maltrato es de índole psicológico no dejando huellas
observables en lo físico. Pero las mismas dejan “marcas” en lo psíquico a quienes las padecen.

Hay quienes sostienen que la familia es la institución social más violenta.


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Shauss afirma que “la violencia en la familia es más común que el amor y la palabra hogar no
siempre está asociada con las palabras calor, intimidad, tranquilidad y seguridad”.
Debemos tener en cuenta que la organización social de la familia se da dentro de un contexto
cultural en el cual vemos que la violencia no solo es aceptada sino también es tolerada y, a
veces, estimulada. Puede ocurrir en cualquier clase social, en ambos sexos, en todos los niveles
educacionales y en cualquier etapa del desarrollo familiar.

Cada familia tiene su propia organización interna, determinadas características de la


organización posibilitan la aparición de fenómenos violentos:

● Una organización jerárquica fija e inamovible basada en desigualdades naturales


● La distribución desigual de poder,
● Interacción rígida
● Fuerte adhesión a los modelos dominantes de género
● Consenso social con respecto al abuso ejercido dentro del ámbito privado familiar lo
que legitima al agresor y dejar indefensa a la víctima.

En toda situación de violencia aparecen dos actores: una víctima y un victimario.


Ambos forman parte del sistema familiar, con subsistencias del mismo. Se conectan
interrelacionando su fuerza y sus debilidades personales; convergen y contribuyen a
situaciones que tienen la particularidad de potenciar violencia, es decir, de convertirse en
actos violentos.

La víctima puede ser descrita como una persona vulnerable, pasiva, complaciente,
dependiente, a la cual le cuesta escapar de la dura situación abusiva. Por lo general están física
o emocionalmente incapacitados para denunciar la situación en la que se encuentran. Diversos
factores pueden influir en esto: el miedo, la vergüenza, etc., manifestando baja autoestima,
depresión y miedo a no ser queridos, el sentirse culpables de generar la situación en la que se
hallan.

El victimario es frecuentemente un miembro de la familia. Diversos estudios sobre los


victimarios permiten caracterizarlos como poseedores de baja autoestima y de temperamento
explosivo. Starr describe a las personas capaces de ejercer violencia como “de personalidad
posesiva, con dificultad para comprender situaciones y enfrentarlas e incapaces de exteriorizar
sus culpas”.

En Argentina existen leyes sobre la violencia familiar, como la ley Nª 14509 y la ley Nª 12569.
Ésta última, en el artículo Nº 1 dice: “A los efectos de la aplicación de la presente ley se
entenderá por VIOLENCIA FAMILIAR, toda acción, omisión, abuso, que afecte la integridad
física, psíquica, moral, sexual y/o la libertad de una persona en el ámbito del grupo familiar,
aunque no configure delito”.

Como se mencionó anteriormente, el maltrato y el abuso no siempre presentan huellas físicas


fácilmente visibles, pero siempre dejan su marca en la conducta. La observación sensible, la
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actitud receptiva y la escucha atenta, son los mejores recursos para identificar al niño o niña
maltratado.

Los maestros requieren de especial sensibilidad para detectar si un niño es objeto de maltrato,
porque frecuentemente éste por vergüenza o para proteger a otros miembros de la familia,
encubre la situación. Deben tener presente que para quien está creciendo en un ambiente
violento, la violencia no es cuestionada e incluso, puede parecer el único modo de expresar los
afectos. Un padre o una madre agresivos y/o abusadores, significan un peligro real para la
salud y la vida del niño, pero generalmente son su principal o único referente afectivo y
además, la violencia de los padres produce un sentimiento contradictorio de afecto, rechazo y
dependencia emocional en el niño.

A veces, el niño o niña denuncia explícitamente el maltrato que sufre. La actitud receptiva de
los docentes puede animar a estos nìños a confiarse. En estos casos es indispensable disponer
una escucha atenta y sobre todo:

● Creer en la palabra del niño o niña


● No culpabilizarl@ en ningún caso.
● Investigar la verdad
● Consultar con otros profesionales.
● Recurrir a las autoridades correspondientes.

Los niños o adolescentes víctimas de violencia familiar pueden presentar:

● Trastornos de conducta y dificultades en el aprendizaje


● Enojo, frustración y poco control personal.
● Tristeza, depresión, desordenes de comportamiento
● Ausencias del colegio, comportamiento delictivo
● Aislamiento, soledad, temor
● Poca autoestima y sensación de impotencia
● Constante temor hacia el hogar y los padres
● Confusión e inseguridad
● Asunción de la violencia como familiar
● Posible uso de la violencia como normal
● Posible uso de violencia en la escuela. Conductas violentas como repetición de los
vivido en el hogar
● Riesgo de comportamiento o pensamientos suicidas
● Alto porcentaje de conductas delictivas
● Exagerada necesidad de sobresalir o llamar la atención
● Agresividad o pasividad excesiva frente a otros niños
● Retraimiento frente a otros niños como producto de sentirse despreciable
● Dificultad para entenderse con sus padres
● Pesadillas nocturnas.
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A su vez, la violencia sufrida en el círculo familiar, a veces se ve trasladada al ámbito escolar. Es


un fenómeno que existe desde hace muchos años, pero no hace mucho se comenzaron a
realizar estudios y aparecieron los primeros grupos de apoyo para éstos niñ@s estigmatizad@s
que trabajan a la par de la escuela.

Bullying: Literalmente, del inglés, “bully” significa matón o agresor. En este sentido se trataría
de conductas que tienen que ver con la intimidación, tiranización, aislamiento, amenaza,
insultos, sobre una víctima o víctimas señaladas.

El primer autor que definió este fenómeno fue Olweus: (Olweus realizó análisis cuantitativos
sobre el problema de agresividad intimidatoria entre escolares, en la década del 70 en Suecia,
extendiéndolo a los países escandinavos). “...un alumno es agredido o se convierte en víctima
cuando está expuesto, de forma repetida y durante un tiempo, a acciones negativas que lleva a
cabo otro alumno o varios de ellos.” Implica a veces el golpear o dar patadas a otros
compañeros de clase, burlarse, ignorarlo, “hacerlo a un lado”, etc.

La palabra “bullying” se utiliza para describir estos diversos tipos de comportamientos no


deseados por niños y adolescentes. A veces, es un individuo quien hace el “bullying”, o un
grupo (banda). Lo más importante no es la acción en sí misma, sino los efectos que produce
entre sus víctimas.

C.A.F.E.R.

El Centro de Ayuda a la Familia en Riesgo (C.A.F.E.R.) es una institución que desde 1990 se fue
constituyendo en una respuesta confiable y válida a las problemáticas familiares y, por ende,
sociales de Mar del Plata y su zona de influencia. Cuentan con una sede ubicada en la calle
Bolívar 4252, en la ciudad de Mar del Plata, con la cual se pueden comunicar telefónicamente
al (0223) 475-9485.

Ya llevan 20 años desarrollando una intensa tarea de atención, prevención y llevan a cabo
diversos programas centrados en las problemáticas de familia.

Cuentan a su vez, desde el año 2014, con una página web donde no sólo se difunden las
distintas actividades que llevan a cabo en la ONG, sino que brindan, a los visitantes y usuarios,
información sobre cada una de las especialidades y programas que se desarrollan, un área de
descargas gratuitas de textos científicos, artículos y enlaces, que puedan ser de utilidad a
investigadores y visitantes en general, que quieran contar con información confiable, sobre
distintas problemáticas. El sitio está dividido en áreas específicas como: atención psicológica,
psicopedagogía. programa de violencia escolar, biblioteca, (bullying) programa de menores en
conflicto con la ley penal, programa crecer en mi barrio, programa de salud sexual
reproductiva, entre otros. A su vez, se puede encontrar información para poder contactarse
con la institución.

También cuenta con foros de debate, entre ellos, el primer foro que se abre en nuestro país
sobre bullying, donde los jóvenes que son víctimas de acoso escolar por parte de sus
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compañeros podrán dejar sus comentarios y preguntas a los profesionales que se dedican a la
prevención de esta forma de discriminación y violencia escolar. También se podrá participar
del foro sobre salud sexual, coordinado por el Dr. Lelio Grandi.

Aquellas escuelas o instituciones que quieran solicitar talleres sobre estos temas, podrán
hacerlo de una manera sencilla y eficaz, a través del envío, desde esta página, de un formulario
de solicitud, ingresando a www.cafer.org.ar

Su misión es promover la ayuda y el bienestar social de la comunidad poniendo especial


énfasis en los lazos familiares para la obtención de una mejor calidad de vida de los grupos
sociales más vulnerables, a través de un sistema de prevención, asesoramiento y asistencia a
los grupos familiares envueltos en situación de violencia, trabajan conjuntamente desde las
diversas áreas para poder acompañar y buscar soluciones a los problemas presentes

CONCLUSIÓN

Desde nuestra postura como docentes, es fundamental el estar atentos a los cambios
repentinos, actitudes o malestares que puedan presentar l@s estudiantes, para poder actuar
lo más rápido posible ante indicios de cualquier tipo de violencia.

Podemos acompañar a las familias en la búsqueda de soluciones, orientarlas junto a


profesionales para revertir la situación. El éxito de la intervención requiere de una acción
coordinada entre todos los que se ven involucrados en el problema. El trabajo en equipo es
imprescindible para estos casos, ya que se debe tomar medidas en todos los ámbitos en los
que l@s niñ@s se ven insertos.

Desde nuestro rol docente podemos:

● Instruirnos acerca de las diversas problemáticas que confluyen en violencia, cómo y


por qué suceden, así como rasgos característicos que pueden llegar a presentar
víctimas de abuso. Ésto nos ayudará en una pronta detección y nos servirá para
comprender algunas reacciones o actitudes que puedan llegar a presentar l@s
alumn@s. Juzgar sin tener conocimientos al respecto, o intuitivamente puede generar
confusión o malentendidos.
● Presentar charlas y coloquios con especialistas que puedan profundizar e informar a
l@s estudiantes y familias, promoviendo la búsqueda de ayuda para aquellos que la
precisen, generando un espacio de confianza y acercándonos más a los grupos
familiares.
● Realizando actividades de prevención primaria con l@s alumn@s y sus familias
(Entendiendo por prevención primaria al conjunto de acciones dirigidas a disminuir o
eliminar los factores de riesgo que afectan a las familias y predisponen la existencia del
maltrato a l@s niñ@s).
● Realizar tareas de sensibilización y capacitación sobre las necesidades evolutivas de
l@s niñ@s.
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Emanuel Maranzana

● La escuela como institución y cada uno de nosotros como docentes debemos ser
capaces de revisar las propias actitudes hacia el control de las conductas de l@s niños
y adolescentes.
● Ofrecer a los alumnos el espacio y las oportunidades para experimentar formas no
violentas de resolución de los conflicto. Las asambleas, los consejos de aula y todo
medio que estimule la participación democrática en la vida escolar, pueden ser un
buen recurso.
● Promover el rol afectivo, como soporte emocional por parte de l@s docentes y pares,
generando vínculos de confianza y respeto para con l@s niñ@s, siempre acompañado
de la transmisión de valores y la construcción moral-social. Generar una coordinación
junto con los grupos de ayuda y asistencia, para lograr un trabajo conjunto, abarcativo
y eficiente ante las problemáticas presentes.

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