Sunteți pe pagina 1din 13

Título: INTERVENCIONES GRUPALES EN ADOLESCENCIAS VULNERABLES.

UNA APUESTA A LA SINGULARIDAD

Autores:

Aguirre Ayelén; aguirre.ayelen05@gmail.com

Barceló Catalina; ​barcelocata@gmail.com

Guio Nise, Nuria R; nuria.guionise@gmail.com

Pérez Juan Ignacio; juanignacioperezjip@gmail.com

Quirós Margarita; margaritasquiros@gmail.com

Institución de referencia​: Facultad de Psicología, Universidad Nacional de Mar del Plata,


Argentina

RESUMEN

El siguiente trabajo se enmarca en el Proyecto de Extensión Compartiendo Realidades de la


Facultad de Psicología UNMdP, Bs As, Argentina. Se presentan algunas reflexiones en
torno a las experiencias compartidas con adolescentes que se encuentran albergados
transitoriamente en Hogares Convivenciales de la ciudad de Mar del Plata por haber sido
vulnerados en sus derechos fundamentales.
Compartiendo Realidades se enmarca en los fundamentos de la Ley de Salud Mental (Ley
26.657) y en los principios de la Ley de Protección Integral de los Derechos de las Niñas,
Niños y Adolescentes (ley 26.061). En este marco referencial y a través de intervenciones
grupales, nos proponemos propiciar procesos de subjetivación en adolescentes
institucionalizados teniendo como norte el reforzamiento, restitución o promoción de los
derechos de niñas, niños y adolescentes.

Las intervenciones se sostienen en una mirada singularizada que se presenta como sostén
ante la diferencia, propiciando la escucha de diferentes registros del desamparo subjetivo y
la construcción colectiva de otras modalidades vinculares.

PALABRAS CLAVES:

Adolescencias - Vulnerabilización de derechos - Institucionalización - Dispositivos grupales


de intervención - Singularización

Introducción

Compartiendo Realidades es un proyecto de extensión integrado por estudiantes y


graduados de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Mar del Plata,
Buenos Aires, Argentina, enmarcado en l​os fundamentos de la Ley de Salud Mental
enfocada en los Derechos Humanos (Ley 26.657) y en los principios de la Ley de Protección
Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes (ley 26.061).

Desde el inicio de la formalización como Proyecto de Extensión, nos han preocupado las
problemáticas vinculadas con la vulnerabilización psicosocial y sus efectos tanto en el
registro de las subjetividades como en el registro de lo social y lo comunitario. Comenzamos
el abordaje de algunos de estos problemas con un colectivo de adultos que habían estado
por largo tiempo en situación de calle (2013-14). A partir de 2014 continuamos en esta línea
de trabajo con púberes y adolescentes que viven transitoriamente en un hogar convivencial,
por haberse vulnerado uno o varios de sus derechos fundamentales ​revelando una
compleja problemática que implica la necesidad de fortalecer espacios y prácticas
subjetivantes para estos colectivos.

Marco teórico desde el cual pensamos nuestra práctica


Diversos autores (Medina, 2009; Di Iorio, 2010; Bustelo Graffigna, 2005; Volnovich,1999.)
coinciden en señalar que las problemáticas de la infancia y adolescencia se presentan como
emergente de la fragmentación y fractura social, resultado de las políticas neoliberales y del
abandono paulatino por parte del Estado en relación a la regulación social.

Las dificultades o imposibilidades que atraviesan estos colectivos, permite significar las
condiciones de precariedad y fragilidad como “procesos de vulnerabilización” (Fernández, A
M., López, M., 2005). Nos parece importante pensar la problemática de la vulnerabilidad en
términos de procesos, puesto que permite pensar a la misma no como un estado, sino como
la consecuencia de factores histórico-sociales que dan lugar a dicha problemática. Pensar a
la vulnerabilidad como un estado propio de aquellos que la padecen, invisibiliza las causas
a partir de las cuales esos procesos hoy se hacen cada vez más presentes en los sujetos
actuales. En estos procesos, la pérdida o fragilización de los vínculos familiares y de
referencia, de las capacidades y recursos psíquicos y sociales son las afectaciones que
más perduran en el tiempo y las que resultan más invisibilizadas.

Frente a esta realidad, en nuestro país, a partir del año 2005 se producen importantes
avances en la legislación mediante la sanción de la ley ​26.061 de Protección Integral de los
Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes y la del derecho a la protección de la salud
mental de todas las personas (Ley 26.657).

La ley ​de Protección Integral de Niños, Niñas y adolescentes tiene la particularidad de


reconocerlos como sujetos diferentes de los adultos y consecuentemente garantizarles
derechos específicos: derecho a la vida, a la dignidad y a la integridad personal, a opinar,
ser oídos y que sus opiniones sean tenidas en cuenta, a la identidad, a la intimidad, salud,
educación, entre otros. No obstante ​las políticas públicas que deben garantizar la plena
vigencia de estos derechos resultan ser precarias, discontinuas e insuficientes, dificultando
que dichos derechos se hagan realmente efectivos a través de prácticas concretas;
produciendo la paradoja de volver a vulnerabilizar los derechos de niños, niñas y
adolescentes. Aspecto que muchas veces queda invisibilizado tras las discursividades que
generalmente circunscriben únicamente al ámbito familiar las situaciones de vulneración de
derechos relacionadas con el maltrato, las violencias, los abusos y las carencias.

Desde los diferentes discursos institucionales, profesionales, judiciales, escolares, se


configura un pensamiento de las familias de quienes son institucionalizados como ​familias
deficitarias​, responsables exclusivas de los heterogéneos motivos productores de la
vulneración de derechos. Discursividades que por su insistencia y repetición tienden a
despolitizar problemáticas complejas y multideterminadas; y como consecuencia posicionan
a estos jóvenes y sus familias en un lugar inevitable, del cual salir no es tarea sencilla. En
este escenario, cierto sector de la niñez y adolescencia es mirado y pensado como carente,
en déficit, desamparados, deprivados, construyendo un tipo particular de subjetividad, “​el
niño y adolescente carente​”.

En relación a esto, un aspecto fundamental en la implementación de las políticas de


ampliación de derechos se vincula con las nociones y sentidos existentes en relación a la
infancia y adolescencia. Significaciones imaginarias construidas socio-históricamente
acerca de lo que es un niño/niña/ adolescente, se presentan como sentidos que
universalizan y delimitan lo “normal” y lo “anormal”, legitimando ciertas formas de habitar
esa niñez/adolescencias y dejando por fuera otras formas posibles. Significaciones y
representaciones que tienden a homogeneizar a estos grupos sociales, reproduciendo en
las prácticas desigualdades e invisibilizando diferencias y singularidades​.

Es en el entramado de las instituciones y a través de las acciones y prácticas cotidianas


donde se materializan los discursos de derechos como de los imaginarios existentes de lo
que es y debe ser ese niño/niña o adolescente, lo qué es y no es una familia, lo que debe
ser una madre; lo que puede o no, un niño/ adolescente. Este entramado se presenta como
campo de lucha entre: los sentidos instituidos, y los que derivan de las nuevas legislaciones,
por un lado; y las necesidades y deseos singulares de los niños/niñas o adolescentes, por
otro.

Por su parte, los/las adolescentes se encuentran en un estado de mayor vulnerabilidad


psíquica respecto del mundo adulto, debido a las transformaciones y a los duelos propios de
la etapa que deben atravesar (del cuerpo, de la infancia, de sus modelos parentales, entre
otros). Lerner (2006) explica que la creación de la subjetividad siempre es en función del
vínculo con otro, con su contexto, o sea, en la intersubjetividad. Otro significativo e
instituciones que permitan aportar “consideraciones, otros relatos y explicaciones a las
convulsiones que asiduamente agitan el tránsito adolescente”. (p.9). Como sostiene el
autor, es en la intersubjetividad donde los/las adolescentes deben encontrar tramas
vinculares de regulación y contención que configuren situaciones de amparo y
apuntalamiento (Kaes, 1991) y que les ofrezcan cierto sostén simbólico a partir de los
cuales puedan transitar sus propias búsquedas. En contextos caracterizados por procesos
de vulnerabilización psicosocial, las experiencias de adolescentes ante el desvalimiento
familiar y desamparo social incrementan la fragilidad e incertidumbre de los procesos que
deben tramitar.

La complejidad de las diversas situaciones por las que atraviesan niños/as y adolescentes
albergados en instituciones/ hogares, hace inevitable la interrogación acerca de los efectos
en su constitución psíquica, en la estima de sí mismos, en las posibilidades de reconfigurar
vínculos de confianza, en las posibilidades de imaginar un presente y futuro diferente.

Frente a esta situación, la institucionalización es pensada como una medida de protección


por un ​plazo determinado, tendiente a ​administrar lo medios necesario para restituir los
derechos ​vulnerados de los niños/adolescentes. Es un tipo de medida que debe ser
excepcional, limitada en el tiempo y que se debe sostener en tanto persistan las causas que
la originaron. Sin embargo, en reiteradas ocasiones resultan indeterminadas cuando se trata
niños y adolescentes de sectores socioeconómicos desfavorecidos.

En este contexto y en el marco del trabajo del Grupo de Extensión Compartiendo


Realidades, observamos niñas, niños y adolescentes que viven en hogares convivenciales o
de tránsito; por haberse vulnerado uno o varios de sus derechos; víctimas de políticas
públicas precarias o discontinuas, víctimas de violencia, abusos y maltrato, niños y
adolescentes conocedores de múltiples registros del desamparo, ante los cuales ​creemos
que es esencial propiciar espacios de sostén para la subjetivación de sus trayectorias
singulares.

Nuestra metodología de trabajo

Desde nuestro Equipo de Trabajo, pensamos que los ​dispositivos grupales pueden
constituirse en espacios privilegiados para la elaboración singular y colectiva de lo
traumático y vulnerabilizante; dispositivo que habilita procesos de subjetivación con otros,
en tanto es posible articular la problemática singular con lo que es común (comunitario).
Instrumento a través del cual pueden producirse transformaciones subjetivas,
deconstrucciones y construcciones en las propias formas de hacer y de pensar y en la
generación de nuevos lazos sociales y/o la reconstrucción de aquellos perdidos o
deteriorados. Espacios-soportes que alojan la posibilidad de hacer experiencias que
restituyan la confianza, que operen sobre la desligadura vincular, los sentimientos de
desvalimiento, el desinvestimiento del presente y del futuro, la dificultad para pensar y sentir
tan ligados a los colectivos vulnerabilizados. Espacios-soportes para la emergencia de lo
nuevo, lo creativo.
La composición del grupo de adolescentes con el que se trabaja, es cambiante y
heterogénea tanto en relación a sus historias de vidas, causas por los cuales están alojados
en el Hogar, vinculación o no con sus grupos familiares, trayectorias por otras instituciones,
procesos de adopción, niveles de escolarización y diferentes experiencias de vida. Sin
embargo, algo que les es común es el de haber sido vulnerados en sus derechos
fundamentales (abandonos, violencias, abusos, desamparos). Es decir que, a las
necesidades, temores, conflictos de la convivencia y problemáticas propias de la
adolescencia se suma lo proveniente singular de la vulneración de derechos. En este
entrecruzamiento se sostienen y articulan las intervenciones de nuestro Proyecto.

Nuestro trabajo con los y las adolescentes prioriza el abordaje de aquellos emergentes
singulares, grupales e institucionales que sean significativos para los y las adolescentes en
cada encuentro, en función de las temáticas, intereses, momentos, cambios y conflictivas
existentes, tratando de generar un espacio participativo en el que sus ideas y opiniones
puedan ser expresadas librementes y tenidas en cuenta, que puedan escucharse y ser
escuchados, no solo por el Equipo de extensionistas sino también por los otros
compañeros.

Las/los adolescentes son invitados a participar “los que quieran” y “cuando quieran”, esta
propuesta ha resultado importante para la apropiación del espacio, a la vez que permite
poner en juego el derecho a elegir y asociarse libremente. No deja de ser significativo que
conociendo esta premisa de trabajo desde la Dirección en ocasiones les indican que “es
obligatorio”. Dilucidar junto con los adolescentes esta tensión ha permitido poner en
palabras vivencias de lo arbitrario, la confrontación con los adultos y finalmente elegir… “​Si
puedo elegir, entonces me quedo​”.

En el transcurrir de los encuentros, hemos trabajado temas relacionados con la convivencia,


situaciones de violencia y agresiones -en el hogar y en sus escuelas-, vínculos y conflictos
con los adultos a cargo en la institución y con los adultos de sus familias; interrogaciones
acerca del futuro, proyecto de vida, estrategias de autovalimiento. Temas que desde las
intervenciones intentamos transversalizar con los derechos vulnerados y sus efectos
(identificaciones, defensas, repeticiones), señalando a su vez los recursos que los
adolescentes poseen o estrategias que han podido armar. En otras ocasiones el encuentro
“fue esperado” para plantear conflictos entre ellos, poder decir-decirse, en un espacio
resguardado, ser escuchados y llegar a ciertos acuerdos; impactantes momentos de
subjetivación y ejercicio de autonomía.
Los niños-niñas y adolescentes expresan, a su modo, sus deseos, necesidades y temores;
enojos, peleas, huidas, contestaciones, rechazos, desconfianzas, representan en la
subjetividad de cada quién, un discurso que necesita ser interpretado. La agresividad, en
los múltiples rostros que se presenta no sólo es síntoma de lo autodestructivo o resultado
de “conductas aprendidas”; en algunos niños-adolescentes expresa desde su
histórico-vivencial el reaseguro de poder “ser”. Ser alguien, existir, modalidades restitutivas
ante la angustia aniquilante de no existir para el otro. Y para esto se necesita de este otro
que les de un lugar. En relación a esto, es que se trata de brindar un espacio en el que se
pueda dar palabras a esos actos que les permitan significar lo vivido, lo que temen o lo que
los angustia. En algunas ocasiones, se producen, entre ellos mismos, construcciones que
arman una trama simbolizante; momentos de recomposición y restitución psíquica surgidas
desde las experiencias y el sufrimiento psíquico compartido.

El trabajo grupal, pensado desde Equipo de extensión, promueve la circulación de la


palabra y emociones de los y las adolescentes, a través de distintas modalidades, en
ocasiones a través del grupo reflexión/taller, otras desde el arte a través del dibujo y
trabajos plásticos, y otras desde el cuerpo en movimiento con la dramatización de escenas
y distintos recursos lúdicos. ¿​Podemos actuar​? Nos preguntan en reiterados encuentros. El
despliegue de escenas imaginadas, construidas o vividas, generalmente acordadas por todo
el grupo, posibilitan el pensarse y pensar al otro, conectarse con sus emociones, y ubicarse
en otros roles; de adolescentes a padres, a cuidadores/as, a directores de instituciones,
entre otros, visibilizando distintos tipos de vínculos y formas de ejercer el poder,
reactualizando situaciones vividas y desplegando escenas deseadas, disparadores que
posibilitan la elaboración grupal de las temáticas anteriormente referenciadas.

Si bien existe una planificación y temáticas para cada encuentro, el grupo de extensionistas
tiene un alto entrenamiento en lo que se ha denominado “planificación flotante” (Barzani, C,
A ; 2012) . Producir una evaluación en situación de lo que está aconteciendo (peleas,
huidas, reingresos, adopciones express, reencuentros…) y desde allí proponer una
actividad acorde a ese momento y cambiarla si es necesario. En muchas ocasiones son los
propios adolescentes los que proponen “​hagamos un juego”, “representemos esto”,
“hablemos”​, o conformando dos o tres grupos que a través de distintas técnicas se abordan
distintos aspectos de una misma situación o problemática. Trabajar “en situación” exige al
Equipo interviniente una sólida y dúctil formación en la coordinación grupal y en el objetivo
de las intervenciones. Se trata de componer un espacio que haga posible alojar lo que
pueda venir, en el sentido que enunciara Jorge Larrosa (2000).

Entendemos que el vínculo de confianza generado con los adolescentes (y que es


transmitido a los chicos/as que van ingresando), se apuntala en la presencia sostenida en el
tiempo de los integrantes del Equipo, el tipo de intervenciones (no intrusivas, respetando los
tiempos de espera ) y el interés por los devenires en cada uno de ellos. Esta construcción
ha permitido sortear momentos en que el Equipo fue puesto en “jaque” (“​¿Por qué siguen
viniendo Uds.. no se aburren?”; “No creo en los psicólogos y en lo que dicen”; “¿De verdad
creen que nosotros podemos cambiar?”​). Entrecruzamientos de la necesidad adolescente a
la confrontación con los adultos, de ejercer y poner a prueba sus derechos a opinar, diferir,
poner en duda y a expresarse libremente. Frente a la incertidumbre constante en la que
viven los y las adolescentes, la permanencia del equipo de trabajo ​“los psicólogos de la
facultad” permite alojarlos en un espacio diferente, que aportando una cierta estabilidad
vincular, les permite apropiarse de dicho espacio y desplegar allí toda su singularidad.

En relación a esto, consideramos de gran importancia como parte de nuestra metodología


de trabajo con los y las adolescentes, los espacios de reunión de equipo. En ese poner el
cuerpo, la presencia de los otros nos interpela, nos transforma y nos invita a reflexionar y
reposicionarnos constantemente en nuestra práctica y en nuestros modos de pensar la
problemática. En estos encuentros habilitamos un espacio para poder visibilizar los
emergentes, efectos y dinámicas del dispositivo grupal, tomarnos el tiempo para pensar a
cada adolescente en su singularidad, analizar las dificultades e inquietudes respecto a la
coordinación y recursos implementados. Pero por sobre todo, es un espacio para compartir
y trabajar la propia implicancia emocional y afectaciones, que en muchas ocasiones nos
atraviesa de diversas formas e intensidades; siendo este trabajo sobre nosotros mismos
como equipo y en cada participante, indispensable para continuar acompañando y
habilitando ese espacio compartido.

Conclusiones

En la travesía singular del acompañamiento a los chicos y chicas, en ocasiones nos


encontramos conmocionados ante lo que se despliega en los encuentros. Emociones
encontradas se presentan ante la alegría compartida de festejos, reencuentros, regresos
auspiciosos a sus familias y en otros momentos ante lo caótico, el desconcierto y cierto
desamparo al no entender lo que pasa. Nos proponemos habilitar tiempos de espera y
sostén para lo que pueda advenir. Tiempo de espera y sostén para alojar la posibilidad de
que puedan hablar en “nombre propio”, trabajo sostenido de renuncia a que estos
niños-niñas y adolescentes sean como imaginamos que deberían ser.

Cada encuentro se nos presenta como una posibilidad de crear algo nuevo, de construir
entre todos nuevos apuntalamientos subjetivos ante el desamparo vivido por las y los
adolescentes. Creemos que la grupalidad es una máquina potenciadora de procesos de
sostén y acompañamiento en donde los/las adolescentes reeditan constantemente su
mundo y su forma de vivirlo. Es en el encuentro con los otros, en la escucha de otras formas
posibles, o de otras miradas y sentires, que cada uno va transformando poco a poco la
realidad percibida como única e imposible de transformar. El dispositivo de intervención
grupal, permite en ese encuentro, deconstruir, interpelar y volver a construir desde una
lógica deseante, y por tanto, singular, nuevas formas de habitar lo propio. En otros términos,
esto último no es otra cosa que ejercer el derecho de ser niños/as y adolescentes en
nombre propio, superando las nominaciones externas que homogeneizan, fragilizan e
imposibilitan el despliegue singular de cada uno de ellos.

Para finalizar, consideramos que la Extensión es trabajo hacia otros y ​con los otros. Es
aprender a equivocarse en situación, a escuchar sin amordazar a ese otro que nos habla,
aprender a compartir nuestras inseguridades y a sostenernos en nuestros compañeros. La
extensión es ensayar la transformación social, y terminar transformándonos nosotros en
cada encuentro con esa realidad. Es una construcción colectiva diaria, que se nutre de la
horizontalidad y de la humildad de quienes pareciera que ya saben todo, pero demuestran
que todavía tienen mucho por aprender. La extensión es el espacio en donde se habilita al
cuerpo a la flexibilidad del acontecer, y se lo invita a romper con las estructuras de lo ya
sabido. Es la posibilidad de entrenar el rol en la permeabilidad y la apertura ante lo incierto,
y es el espacio en donde la autocrítica que surge del error, es el motor más interesante para
el aprendizaje.

Aprendemos de los aciertos y de las dudas de nuestros compañeros, así como también de
los/las chicos/as con los que trabajamos. Escuchamos e intentamos aprender del saber de
esos otros que han protagonizado por mucho tiempo una historia de silenciamiento e
invisibilidad. Se trata, entonces, de permitirse salir de ese lugar de saber, sin perder de
vista que los conocimientos son parte de nuestros anteojos y de la forma de concebir la
realidad, pero también dejarse penetrar por aquello que el otro tiene para aportarnos y
nosotros desconocemos. Creemos que es una construcción conjunta en que todos nos
enriquecemos mutuamente: “La diversidad, produce otras subjetividades y otras realidades.
Es potencia de transformación y nos conecta con afectos más solidarios e inclusivos”
(C.Pavlovsky, 2011)
Bibliografía

Acuña J, Aguirre, A, Barceló, C, Buzzela P, Pérez J, Quirós M, Revaneira, P & Ruiz M

(2016)​. ​Desamparo social y subjetivo: Algunos invisibles e invisibles en el cuidar ​En el VII

Congreso Marplatense de Psicología.“De un Paradigma Tutelar al Paradigma de Derechos”​.

Organizado por la Facultad de Psicología de la UNMDP, Mar del Plata.

Acuña J, Aguirre, A, Barceló, C, Buzzela P, Pérez J, Quirós M, Revaneira, P & Ruiz M

(2016) ​Desamparo social y subjetivo: De historias singulares a historias compartidas​. En el

VII ​Congreso Marplatense de Psicología. “De un Paradigma Tutelar al Paradigma de

Derechos”​. Organizado por la Facultad de Psicología de la UNMDP, Mar del Plata.

Castoriadis, C (1975). ​La institución imaginaria de la sociedad. Barcelona, España:

Tusquets Editores

Barzani, C & Crosta, A (2012) ​Abordaje interdisciplinario en el trabajo con niñas, niños y
adolescentes en situación de vulnerabilidad​. ​Recuperado en
https://www.topia.com.ar/articulos/abordaje-interdisciplinario-trabajo-ni%C3%B1-ni%C3%B1
os-y-adolescentes-situaci%C3%B3n-vulnerabilidad

Bustelo Graffigna, E​. ​(2005). ​Infancia en Indefensión. ​Salud colectiva​, ​1​(3), 253-284.
Recuperado en 12 de septiembre de 2016, de
http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-82652005000300002&lng
=es&tlng=es

Castoriadis, C. (1981). ​Significaciones imaginarias y lógica conjuntista-identitaria​. En: ​El

pensamiento de Cornelius Castoriadis.​ Vol II. Ediciones Proyecto Revolucionario, 2008.


Castoriadis, C. (2002)​. ​Figuras de lo pensable, ​Fondo de Cultura Económica, México

Castoriadis, C. (2005)​, ​Los dominios del hombre. Las encrucijadas del laberinto ​Gedisa,

Barcelona.

Fernández, A.M. & López, M. (2005)​. Vulnerabilización de los jóvenes en Argentina:


política y subjetividad, ​Revista Nómadas​. Bogotá. Universidad Central de Bogotá, Colombia.
Págs. 132 a 139.

Iorio, J. (2010). ​Infancia e institucionalización: abordaje de problemáticas sociales actuales.


Pesquisas e Práticas Psicossociais 4(2), São João del-Rei, Jul. 2010

Kaës, R. (1991) ​Apuntalamiento múltiple y estructuración del psiquismo​. En Revista de

Psicología y Psicoterapia de Grupo, vol. XV, 3/4, (págs. 23-52)

Lerner. H (2006) ​Ser o estar Adolescente. Interrogantes y cuestiones de la


contemporaneidad​. Recuperado en:
https://www.dropbox.com/s/h9vvzmbaejea78d/SER_O_ESTAR_ADOLESCENTE.pdf?dl=0

Ley 26.657. ​Derecho a la Protección de la Salud Mental. Boletín Oficial de la República


Argentina, Buenos Aires, 2 de Diciembre de 2010. Recuperado en: www.infoleg.gob.ar

Ley N° 26061. ​De Protección Integral de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes​.
Boletín Oficial de la República Argentina, Buenos Aires, 21 de Octubre de 2005.
Recuperado en:​ ​www.infoleg.gob.ar

Medina, M (2009). Crisis Social e Infancia. Alojar el desamparo. Congreso Internacional de


Investigación y Práctica Profesional en Psicología XVI. Facultad de Psicología. Universidad
de Buenos Aires, Buenos Aires

Pavlovsky, C (2011) ​Psicodrama Grupal Hoy: Clínica de la Diversidad​. ​En Actualidad


Psicológica​. Recuperado en: ​www.psicodrama.com.ar

Volnovich, J. (1999) Los cómplices del silencio.Infancia,subjetividad y prácticas


institucionales. Edit. Lumen. Buenos Aires.

S-ar putea să vă placă și