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RESUMEN
Las intervenciones se sostienen en una mirada singularizada que se presenta como sostén
ante la diferencia, propiciando la escucha de diferentes registros del desamparo subjetivo y
la construcción colectiva de otras modalidades vinculares.
PALABRAS CLAVES:
Introducción
Desde el inicio de la formalización como Proyecto de Extensión, nos han preocupado las
problemáticas vinculadas con la vulnerabilización psicosocial y sus efectos tanto en el
registro de las subjetividades como en el registro de lo social y lo comunitario. Comenzamos
el abordaje de algunos de estos problemas con un colectivo de adultos que habían estado
por largo tiempo en situación de calle (2013-14). A partir de 2014 continuamos en esta línea
de trabajo con púberes y adolescentes que viven transitoriamente en un hogar convivencial,
por haberse vulnerado uno o varios de sus derechos fundamentales revelando una
compleja problemática que implica la necesidad de fortalecer espacios y prácticas
subjetivantes para estos colectivos.
Las dificultades o imposibilidades que atraviesan estos colectivos, permite significar las
condiciones de precariedad y fragilidad como “procesos de vulnerabilización” (Fernández, A
M., López, M., 2005). Nos parece importante pensar la problemática de la vulnerabilidad en
términos de procesos, puesto que permite pensar a la misma no como un estado, sino como
la consecuencia de factores histórico-sociales que dan lugar a dicha problemática. Pensar a
la vulnerabilidad como un estado propio de aquellos que la padecen, invisibiliza las causas
a partir de las cuales esos procesos hoy se hacen cada vez más presentes en los sujetos
actuales. En estos procesos, la pérdida o fragilización de los vínculos familiares y de
referencia, de las capacidades y recursos psíquicos y sociales son las afectaciones que
más perduran en el tiempo y las que resultan más invisibilizadas.
Frente a esta realidad, en nuestro país, a partir del año 2005 se producen importantes
avances en la legislación mediante la sanción de la ley 26.061 de Protección Integral de los
Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes y la del derecho a la protección de la salud
mental de todas las personas (Ley 26.657).
La complejidad de las diversas situaciones por las que atraviesan niños/as y adolescentes
albergados en instituciones/ hogares, hace inevitable la interrogación acerca de los efectos
en su constitución psíquica, en la estima de sí mismos, en las posibilidades de reconfigurar
vínculos de confianza, en las posibilidades de imaginar un presente y futuro diferente.
Desde nuestro Equipo de Trabajo, pensamos que los dispositivos grupales pueden
constituirse en espacios privilegiados para la elaboración singular y colectiva de lo
traumático y vulnerabilizante; dispositivo que habilita procesos de subjetivación con otros,
en tanto es posible articular la problemática singular con lo que es común (comunitario).
Instrumento a través del cual pueden producirse transformaciones subjetivas,
deconstrucciones y construcciones en las propias formas de hacer y de pensar y en la
generación de nuevos lazos sociales y/o la reconstrucción de aquellos perdidos o
deteriorados. Espacios-soportes que alojan la posibilidad de hacer experiencias que
restituyan la confianza, que operen sobre la desligadura vincular, los sentimientos de
desvalimiento, el desinvestimiento del presente y del futuro, la dificultad para pensar y sentir
tan ligados a los colectivos vulnerabilizados. Espacios-soportes para la emergencia de lo
nuevo, lo creativo.
La composición del grupo de adolescentes con el que se trabaja, es cambiante y
heterogénea tanto en relación a sus historias de vidas, causas por los cuales están alojados
en el Hogar, vinculación o no con sus grupos familiares, trayectorias por otras instituciones,
procesos de adopción, niveles de escolarización y diferentes experiencias de vida. Sin
embargo, algo que les es común es el de haber sido vulnerados en sus derechos
fundamentales (abandonos, violencias, abusos, desamparos). Es decir que, a las
necesidades, temores, conflictos de la convivencia y problemáticas propias de la
adolescencia se suma lo proveniente singular de la vulneración de derechos. En este
entrecruzamiento se sostienen y articulan las intervenciones de nuestro Proyecto.
Nuestro trabajo con los y las adolescentes prioriza el abordaje de aquellos emergentes
singulares, grupales e institucionales que sean significativos para los y las adolescentes en
cada encuentro, en función de las temáticas, intereses, momentos, cambios y conflictivas
existentes, tratando de generar un espacio participativo en el que sus ideas y opiniones
puedan ser expresadas librementes y tenidas en cuenta, que puedan escucharse y ser
escuchados, no solo por el Equipo de extensionistas sino también por los otros
compañeros.
Las/los adolescentes son invitados a participar “los que quieran” y “cuando quieran”, esta
propuesta ha resultado importante para la apropiación del espacio, a la vez que permite
poner en juego el derecho a elegir y asociarse libremente. No deja de ser significativo que
conociendo esta premisa de trabajo desde la Dirección en ocasiones les indican que “es
obligatorio”. Dilucidar junto con los adolescentes esta tensión ha permitido poner en
palabras vivencias de lo arbitrario, la confrontación con los adultos y finalmente elegir… “Si
puedo elegir, entonces me quedo”.
Si bien existe una planificación y temáticas para cada encuentro, el grupo de extensionistas
tiene un alto entrenamiento en lo que se ha denominado “planificación flotante” (Barzani, C,
A ; 2012) . Producir una evaluación en situación de lo que está aconteciendo (peleas,
huidas, reingresos, adopciones express, reencuentros…) y desde allí proponer una
actividad acorde a ese momento y cambiarla si es necesario. En muchas ocasiones son los
propios adolescentes los que proponen “hagamos un juego”, “representemos esto”,
“hablemos”, o conformando dos o tres grupos que a través de distintas técnicas se abordan
distintos aspectos de una misma situación o problemática. Trabajar “en situación” exige al
Equipo interviniente una sólida y dúctil formación en la coordinación grupal y en el objetivo
de las intervenciones. Se trata de componer un espacio que haga posible alojar lo que
pueda venir, en el sentido que enunciara Jorge Larrosa (2000).
Conclusiones
Cada encuentro se nos presenta como una posibilidad de crear algo nuevo, de construir
entre todos nuevos apuntalamientos subjetivos ante el desamparo vivido por las y los
adolescentes. Creemos que la grupalidad es una máquina potenciadora de procesos de
sostén y acompañamiento en donde los/las adolescentes reeditan constantemente su
mundo y su forma de vivirlo. Es en el encuentro con los otros, en la escucha de otras formas
posibles, o de otras miradas y sentires, que cada uno va transformando poco a poco la
realidad percibida como única e imposible de transformar. El dispositivo de intervención
grupal, permite en ese encuentro, deconstruir, interpelar y volver a construir desde una
lógica deseante, y por tanto, singular, nuevas formas de habitar lo propio. En otros términos,
esto último no es otra cosa que ejercer el derecho de ser niños/as y adolescentes en
nombre propio, superando las nominaciones externas que homogeneizan, fragilizan e
imposibilitan el despliegue singular de cada uno de ellos.
Para finalizar, consideramos que la Extensión es trabajo hacia otros y con los otros. Es
aprender a equivocarse en situación, a escuchar sin amordazar a ese otro que nos habla,
aprender a compartir nuestras inseguridades y a sostenernos en nuestros compañeros. La
extensión es ensayar la transformación social, y terminar transformándonos nosotros en
cada encuentro con esa realidad. Es una construcción colectiva diaria, que se nutre de la
horizontalidad y de la humildad de quienes pareciera que ya saben todo, pero demuestran
que todavía tienen mucho por aprender. La extensión es el espacio en donde se habilita al
cuerpo a la flexibilidad del acontecer, y se lo invita a romper con las estructuras de lo ya
sabido. Es la posibilidad de entrenar el rol en la permeabilidad y la apertura ante lo incierto,
y es el espacio en donde la autocrítica que surge del error, es el motor más interesante para
el aprendizaje.
Aprendemos de los aciertos y de las dudas de nuestros compañeros, así como también de
los/las chicos/as con los que trabajamos. Escuchamos e intentamos aprender del saber de
esos otros que han protagonizado por mucho tiempo una historia de silenciamiento e
invisibilidad. Se trata, entonces, de permitirse salir de ese lugar de saber, sin perder de
vista que los conocimientos son parte de nuestros anteojos y de la forma de concebir la
realidad, pero también dejarse penetrar por aquello que el otro tiene para aportarnos y
nosotros desconocemos. Creemos que es una construcción conjunta en que todos nos
enriquecemos mutuamente: “La diversidad, produce otras subjetividades y otras realidades.
Es potencia de transformación y nos conecta con afectos más solidarios e inclusivos”
(C.Pavlovsky, 2011)
Bibliografía
(2016). Desamparo social y subjetivo: Algunos invisibles e invisibles en el cuidar En el VII
Tusquets Editores
Barzani, C & Crosta, A (2012) Abordaje interdisciplinario en el trabajo con niñas, niños y
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Castoriadis, C. (2005), Los dominios del hombre. Las encrucijadas del laberinto Gedisa,
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