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GUÍA RÁPIDA DE LECTIO DIVINA

Prepara y dispón el corazón


« El Maestro está aquí y te llama» Jn 11,28
Disponte para escuchar Baja el tono de tantas voces que nos invaden.
Pide al Espíritu Santo que te acompañe y guíe para captar la voz de Dios que habla a través de las
Escrituras.

1. LECTIO
<< Voy a escuchar lo que dice el Señor>> Sal 85 (84) ,9

Lee y relee el texto con atención y respeto. Procura captar el mensaje central del texto, la experiencia
de fe contenida en él.

No leas solo con los ojos, no leas como mero espectador. Que tu lectura sea escucha, deja que la
lectura te «afecte». Procura imprimir el texto en tu corazón.

Advierte la palabra, la imagen, el mensaje que queda repicando en ti. Date cuenta de hacia dónde
resuena tu corazón.

La pregunta que hacemos en este primer momento es; ¿Qué dice el texto? ¿Cuál es la experiencia de
fe contenida en él?

2. MEDITATIO

«María guardaba todas estas cosas meditándolas en su corazón» Lc 2,19

Profundiza. Rumia la Palabra que ha quedado repicando en ti y descubre el mensaje que encierra para
tu vida. Busca, descubre, asimila.

Deja que la Palabra escrute tu corazón, lo maraville, lo ponga en crisis. La Palabra se vuelve como un
espejo en el que te ves reflejado.

No temas. Aunque en el diálogo Dios te deje desnudo, al descubierto, también se te revela como más
grande que tu pobre corazón.

La pregunta que hacemos en este segundo momento es: ¿Qué dice de mí el texto? ¿Cómo me lee este
pasaje?

3. ORATIO

<<Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y Dios les abrirá>> Lc 11,9

Dirígete directamente a Aquel cuya Palabra has escuchado y acogido en t u corazón. Deja que se
despierte tu espíritu orante a través de la súplica, la alabanza, la intercesión.
Habla con Dios como u n amigo habla con su amigo, con total confianza.
Comprobarás que tu oración no se cierra en los límites de una relación exclusiva con Dios.
Se abrirá a la realidad eclesial, a la vida del mundo. Sus anhelos serán también los tuyos.
La pregunta que hacemos en este momento es: ¿Qué me hace decirle a Dios este texto?

4. CONTEMPLATIO
« Gusten y vean qué bueno es el Señor» Sal 34 (33),9

Déjate mirar por el Dios que te ama. Acepta que te entregue nuevos ojos para mirar al ser humano, al
mundo, para verle a él y conocer su voluntad.
Sentirás que no huyes de la realidad, sino que penetras en lo más profundo de la historia y del
designio salvador de Dios.
Poco a poco percibirás que esta experiencia te lleva al compromiso y a la acción para hacer presente
en el mundo el proyecto de Dios.
En este momento no hay pregunta. Es permanecer en calma ante Dios, consentir en ser mirados,
quedando abrazados a la Palabra que nos salva.

Agradece
«Señor Dios mío, te daré gracias por siempre» Sal 30
Para terminar la Lectio Divina, da gracias al Señor por el encuentro que has mantenido con él.
Agradece que te envíe junto a tus hermanos y hermanas para compartir con ellos la bendición que has
recibido, y para trabajar en comunión por un mundo de justicia y paz.

Discretio, deliberatio y actio

En algunos itinerarios basados en la Lectio Divina, después de la contemplación, se propone la actio


(compromiso), que suele ir precedida de un discernimiento y de una comunicación de la experiencia
con otros creyentes (discretio y deliberatio).

Tomado de “LECTIO DIVINA, UN ITINERARIO ANTIGUO CON POSIBILIDADES NUEVAS” Pag: 24 a 26


Editorial Verbo Divino. 2011
LECTIO DIVINA

HABLA, SEÑOR, QUE YO TE ESCUCHO


Durante unos momentos tomo conciencia de que no puedo comprender y asimilar la Palabra de Dios
solo con mis propias fuerzas. Elevo mis manos y mi corazón implorando la ayuda del Espíritu Santo.
• Momentos de silencio
• Disposición de apertura al Espíritu Santo
Ven, Espíritu Santo, abre mi corazón a las invitaciones de la Palabra.
Ven, Espíritu de Dios, ayúdame a palpitar al ritmo del corazón de Cristo para que siga encarnándose
en nuestro mundo.
Ven...

1. LEO LA PALABRA (LECTIO)


El Salmo 51 (50) es una oración riquísima con la que han rezado, y siguen haciéndolo, miles de
creyentes. Ahora me corresponde a mí realizar una lectura orante, lenta y saboreada de este texto.
Dios quiere encontrarse conmigo en sus palabras.
• Comienza proclamando el Salmo 51 (50). Despacio, sin prisas.
• Mientras lees:
- Deja que el texto se imprima en tu corazón.
- Escucha. Date cuenta de cuáles son las palabras que quedan repicando en ti.
- Subraya esas palabras, vuelve a leerlas, repítelas internamente saboreándolas.
• Lee y relee hasta que algunos pasajes queden grabados en tu corazón.

Cuando percibas que algunas palabras o frases acuden constantemente a ti, que no dejan de repicar
con insistencia, a modo de notas que suenan reiteradamente en tu interior, comienza la Meditación.

2. LA PALABRA ME LEE (MEDITATIO)


La Palabra escuchada está llamando a mi corazón, quiere decir algo de mí, de mis actitudes, de mi
compromiso. Es el momento de confrontarme personalmente con la Palabra.
• Me miro en las palabras, en las frases, que no han parado de resonar en mi interior durante la
lectura del salmo. ¿Qué dicen de mí?:
- Ten piedad, amor, ternura: ¿Vivo desde la certeza de un Dios que es padre-madre?
-Yo reconozco mi culpa: ¿Qué hago para solucionar el daño personal y estructural que han causado
mis pecados?
- Crea en mí un corazón nuevo, dame tu Espíritu; Como persona renovada por el Espíritu Santo, ¿cómo
puedo establecer unas relaciones sociales más fraternas? ¿Cómo puedo sembrar piedad, amor,
ternura, al estilo de Jesucristo?

• Mientras meditas:
- No tengas prisa. Quédate en una palabra, en una de las notas que repican en tu interior. Entra en
diálogo, saborea, déjate cuestionar.
- No te quedes en un escrupuloso examen de conciencia, no te pierdas en la mera introspección.
Déjate atraer por el Dios que quiere conformarte a imagen de su Hijo.
- Permite que la Palabra te sugiera una nueva lectura del presente, de tu presente, de la realidad
social, eclesial y mundial.
Cuando empieces a percibir la grandeza del don de Dios, o cuando te sientas rebasado por la misión
que se te confía, es el momento de la Oración.

3. ORO LA PALABRA (ORATIO)


El salmo me ha hecho consciente una vez más de mi/nuestro pecado, pero también me ha revelado
que Dios es, ante todo, bondad y misericordia. Me dirijo a él como un hijo ante el padre/madre que le
quiere.
• Ten piedad, amor, ternura
- Tú eres un Dios de piedad: mi vida te importa mucho, no soy indiferente para ti.
- Tú eres un Dios de amor, me acerco a t i con toda confianza; t u amor, que tanto necesito, sanará
mis heridas y me abrazará de nuevo a tu corazón.
- Tú eres u n Dios de ternura: aunque me he alejado de ti, de la comunión contigo, me llevas en ti
como una madre lleva a su hijo dentro.
Yo reconozco mi culpa. Recréame, dame tu Espíritu.

Ante ti. Señor, no quiero buscar excusas ni justificaciones. El pecado, personal y estructural, es
una realidad presente en mi vida. Conviérteme en criatura nueva, abre mis labios para que pueda
decir a todo el mundo lo que has hecho conmigo. Y que tu amor en mí sea fermento para continuar
implicándome, con mis hermanos, en la edificación de tu Reino.

• Mientras oras:
- Permite que tu oración sea verbal, pero también corporal, gestual. Deja que entre en juego tu
creatividad y que se implique todo tu ser
- Dirígete a Dios con total confianza. Alaba, da gracias, pide, intercede.
- Recuerda que en esta palabra que Dios pronuncia en tu vida no estás solo. Estás unido a tus
hermanos y hermanas en la fe. Dios te entrega, con ellos, una misión hacia el mundo.
Cuando percibas que sobra toda palabra, quédate sumergido en la Palabra. Déjate atraer hasta el don
de la Contemplación.

4. LA PALABRA ME ATRAE (CONTEMPLATIO)


• Maravíllate del Dios que se inclina sobre ti, que habla a tu corazón con amor y misericordia.
• Déjate atraer por este Dios padre-madre. Acepta ser engendrado de nuevo como hijo en el seno de
la Trinidad.
• Festeja en tu corazón su amor más fuerte que cualquier pecado, su amor más poderoso incluso que
la muerte.
Te doy gracias, Señor
• Agradece las huellas que la Palabra ha dejado en tu corazón y el encuentro que has mantenido.
• Formula un compromiso de vida para el día de hoy.
• Continúa viviendo, junto a tus hermanos y hermanas, gozoso por el don recibido y como portador
de la misericordia de Dios.

Tomado de “LECTIO DIVINA, UN ITINERARIO ANTIGUO CON POSIBILIDADES NUEVAS” Pag: 40 a 43


Editorial Verbo Divino 2011

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