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LA TRANSICIÓN ESPAÑOLA DESDE PARAGUAY

A TRAVÉS DE LA PRENSA GENERALISTA NACIONAL

Eduardo Tamayo Belda


Universidad Autónoma de Madrid

Paraguay es un país desconocido y poco estudiado; se trata de un pequeño


enclave fondeado en el corazón de Sudamérica cuya historia e imaginario
nacional se han escrito, a menudo, en clave de aislamiento —como una isla
rodeada de tierra—, de olvido y de extrañamiento del resto de los relatos
constitutivos del pasado común de América Latina y de la sociedad global.
En opinión del historiador Ignacio Telesca “la producción historiográfica
sobre el Paraguay es escasa en relación con otras regiones” y hasta hace unos


Eduardo Tamayo Belda (Madrid, 1984) es historiador por la Universidad Autónoma de
Madrid (España) y magíster en ciencia política por la Universidad Nacional de Asunción
(Paraguay). En los últimos años, ha trabajado como docente en varias universidades paraguayas
dirigiendo e impartiendo materias de historia y ciencias sociales tanto de modalidad presencial
como de educación a distancia en modalidad virtual; también ha participado como ponente,
organizador y asistente en seminarios, congresos y otros encuentros académicos en España,
Paraguay, y otros países de Europa y América Latina. Actualmente realiza un doctorado en
historia contemporánea sobre las relaciones hispanoparaguayas de la segunda mitad del siglo
XX en la Universidad Autónoma de Madrid, donde también imparte materias de historia y
política internacional en los grados de Historia y de Estudios Internacionales.
Contacto: eduardo.tamayo@uam.es

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años esta producción estaba “casi en su totalidad escrita en el extranjero”1.
Salvo por el todavía polémico y determinante capítulo de la Guerra Guasú a
mediados del siglo XIX —o Guerra contra la Triple Alianza— y por los aspectos
referentes a las misiones jesuíticas, el resto de las publicaciones sobre Paraguay
son pocas o de escaso impacto en el panorama académico internacional, y acaso
nacional. En este sentido, y en algunos aspectos, resulta razonable considerar
que los estudios sobre la historia de Paraguay son incipientes2, aunque en la
última década se están produciendo importantes avances en la dirección de
cubrir vacíos historiográficos más que relevantes en su historia nacional, su
inserción internacional y sus relaciones bilaterales.
Pero si nos centramos en los estudios acerca de las relaciones bilaterales
entre Paraguay y España, entonces podemos afirmar que éstos son casi
inexistentes salvo por algunos estudios parciales y desconectados entre sí, no
existiendo una visión de conjunto de ese proceso relacional. En uno de los más
recientes trabajos sobre el estado de la cuestión de la relación entre América
Latina y España3, se señala que “las relaciones de la antigua metrópoli con las
repúblicas centroamericanas, Bolivia, Ecuador y Paraguay no han sido apenas
objeto de estudio”, debido probablemente al “perfil bajo revestido por dichas
relaciones en la mayoría de los casos citados”4; en concreto, de la historia de las
relaciones hispanoparaguayas se menciona que existe “un desinterés mutuo”
debido a la falta de estudios previos y a una supuesta “práctica inexistencia de
relaciones comerciales o migratorias”5 entre los dos países (una apreciación que
no es del todo correcta, aunque sí es cierto que se trata de una cuestión de
estudio más compleja al no existir las mismas conexiones y facilidades
académicas entre estos dos países y las que existen entre España y otras

1 Ignacio Telesca, “Escribir la historia en Paraguay. Modos y lugares de producción”, Papeles de


trabajo. La revista electrónica del IDAES, 6, 2010, p. 2.
2 Es muy pertinente el citado análisis sobre el desarrollo del campo historiográfico paraguayo

actual y las razones de la limitación del mismo que se encuentra en Ibid., pp. 1-14.
3 David Jorge (coord.), Tan lejos, tan cerca. Miradas contemporáneas entre España y América Latina,

Valencia, Tirant Humanidades, 2018.


4 Agustín Sánchez Andrés, “La historia de las relaciones entre España e Hispanoamérica: un

estado de la cuestión”, David Jorge (coord.), Tan lejos, tan cerca. Miradas contemporáneas entre
España y América Latina, Valencia, Tirant Humanidades, 2018, p. 161.
5 Ibid., p. 189.

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repúblicas latinoamericanas). Es por ello que “la historia de las relaciones
hispanoparaguayas está, por tanto, pendiente de escribirse en su totalidad”,
sentenciaba el texto6, razón por la cual trabajos en la dirección del que aquí se
presentan resultan, más que necesarios, perentorios, al objeto de no perder la
estela del conocimiento de la mutua relación entre ambos Estados y entre
ambas sociedades, identidades, culturas, etc., pues existen multitud de
relaciones históricas en este sentido que están pasando inadvertidas para los
investigadores y la ciudadanía en general de ambos países.
En 1939 acababa en España la guerra civil, iniciada tras el golpe de Estado
fallido de varios militares en 1936 que condujo a un conflicto que se prolongó
por los siguientes tres años, conflicto saldado finalmente con la victoria militar
del bando sublevado. El general Francisco Franco se alzó entonces con el poder
del país, constituyendo un Estado Nuevo bajo preceptos políticos, inicialmente,
de clara naturaleza fascista, que a lo largo de las décadas siguientes irán
variando para adaptarse a los discursos internacionales que permearán la
política internacional, y con los que Franco hubo de converger para no perder el
crédito internacional lentamente adquirido por el régimen una vez finalizada la
Segunda Guerra Mundial.
En 1954, quince años después del fin del conflicto fratricida en España, y a
9.000 kilómetros de Madrid, en la pequeña ciudad de Asunción —capital de la
República del Paraguay—, el general paraguayo Alfredo Stroessner daba un
golpe de Estado que provocó la caída del anterior presidente, y pocos días
después se celebraban unas elecciones a las que él mismo concurría como único
candidato, asumiendo la presidencia a mediados de ese mismo año.
Durante treintainueve y treintaicinco años respectivamente, Franco y
Stroessner dirigieron con puño de hierro sus Estados (el primero entre 1939 y
1975, y entre 1954 y 1989, el segundo). En ambos casos se consolidaron
regímenes no democráticos, personalistas, autoritarios, con preeminencia de los
sectores militares en la política, y que se valieron de una represión continuada
—con fases diferenciadas en cada período— para manejar políticamente el país

6 Ibid.

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y controlar la opinión pública, entre la cual las voces discordantes con el
régimen no eran toleradas, y serían silenciadas violentamente, o por
mecanismos menos evidentes y de difícil registro, como los propios de la
presión social, el miedo, o la amenaza7.
Los recorridos de ambos regímenes —en todo caso con importantes
coincidencias en sus fases de desarrollo económico, características políticas, y
ciertos aspectos sociales— no son motivo de estudio en este trabajo8; sin
embargo, lo que aquí es relevante y se propone explicar no pasa por la
comparativa entre ambos sistemas políticos y sus desarrollos históricos, sino
por el cruce de los discursos de estos dos Estados en la etapa en que sus
regímenes no coincidieron políticamente, período que discurre desde la muerte
del caudillo en España en 1975 hasta la fecha en la que el dictador paraguayo es
depuesto tras un golpe militar perpetrado desde el interior del propio régimen
stronista, en 1989.
Desde 1975, España asiste a un proceso acelerado de cambio social y
político que, a pesar de hundir sus raíces en una serie de transformaciones
anteriores de la sociedad española9, en pocos años va a convertir el régimen
heredado de la dictadura en un sistema constitucional y democrático (con todas
las reservas y matices que hayan de hacerse a esta afirmación) 10. Paraguay, en
cambio, se encontraba entonces en plena dictadura, y el régimen stronista se
hallaba plenamente consolidado11, y si en los últimos años de la dictadura en
España Franco era un personaje abandonado por la práctica totalidad de la
comunidad internacional —incluyendo la Iglesia—, con las democracias

7 José Carlos Rodríguez y Judith Rolón (coords.), Informe Final. Tomo I. Síntesis y Caracterización
del Régimen, Asunción, Comisión de Verdad y Justicia, 2008, p. 141.
8 El autor de esta comunicación realizó dicho estudio en el año 2016, cuyos resultados presentó

en el Primer Encuentro de Politólogos/as del Paraguay, en la mesa de Política Comparada, en julio de


ese año, celebrado en la ciudad de Asunción y organizado por la ACIPP y la Universidad
Católica de Asunción.
9 Álvaro Soto, Transición y cambio en España 1975-1996, Madrid, Alianza, 2005, pp. 384-387.
10 Javier Tussell, Historia de España en el siglo XX 4. La transición democrática y el gobierno socialista,

Madrid, Santillana, 2007.


11 Andrew Nickson, “El régimen de Stroessner (1954-1989)”, Ignacio Telesca (coord.), Historia del

Paraguay, Asunción, Taurus, 2014, pp. 280-281.

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occidentales esperando la muerte del anciano dictador12, Stroessner no viviría
esa situación hasta mediados de la década de los 80, y en esos años 70 su
posición política estaba fuertemente consolidada tanto en el país como en la
región del Cono Sur latinoamericano. Entre los pocos mandatarios que a
mediados de los 70 se avenían a visitar con agrado al dictador español figuró,
precisamente, Alfredo Stroessner, quien de hecho realizó una visita oficial de
cinco días en julio de 1973. El diario español ABC recogió así las palabras del
general Stroessner a su llegada a Barajas: “Venimos para servir la causa de esta
hermandad, cada día más fuerte, para afrontar juntos el desarrollo”13.
En lo que sigue, se aborda el objetivo de este trabajo, consistente en la
realización de una exploración en torno a la percepción del proceso de
transición española vista, principalmente, a través de los principales diarios y,
por tanto, mediada en gran medida por el enfrentamiento de discursos políticos
entre un Estado paraguayo que —merced a un férreo control de la prensa
nacional— trataba de evitar la propagación de ideas de corte socialista o
comunista (al tiempo que renegaba del debate democrático), y una sociedad
civil y una oposición política paraguayas que aspiraban a un mayor
aperturismo y pluralidad que condujeran a la democratización del sistema
político paraguayo, en sintonía con algunos de los acontecimientos que estaban
teniendo lugar en la España de la Transición.
Para ello, se ha recurrido a fuentes de prensa generalista publicada en
Paraguay entre los años 1975 y 1977. La razón de este acotamiento tan estrecho
del proceso de transición español se debe a que, dada la escasa extensión de este
trabajo, se ha considerado conveniente tratar —de entre los varios hechos o
acontecimientos del proceso que tuvieron relevancia o repercusión significativa
en Paraguay— exclusivamente tres de ellos, los tres que más aparecieron
recogidos en la prensa paraguaya de aquellos primeros años de democracia en
España: la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975, la coronación de Juan

12 Álvaro Soto (coord.), Historia de la España actual 1939-2000. Autoritarismo y democracia, Madrid,
Marcial Pons, 2001, pp. 125-129.
13 “Franco recibió al Presidente del Paraguay en el Aeropuerto de Barajas”, ABC, 17 de julio de

1973, p. 19.

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Carlos I dos días después, y la legalización del partido Comunista de España en
abril de 1977.
Se han trabajado otros momentos de la transición, pero finalmente se ha
decidido centrar este trabajo exclusivamente en estos tres, por ser aquéllos —los
dos primeros— que definen la postura y relación inicial entre el régimen
político paraguayo y el cambio político que se avecinaba en España por la
muerte del dictador, y por tratarse el de la legalización del PCE de un tema
especialmente sensible para un país en el que no estaba legalizado y en el que el
régimen hacía gala internacional de un anticomunismo exacerbado (de hecho,
en 1979, Asunción será la sede de la XII Conferencia Anual de la Liga
Anticomunista Mundial)14.
A partir de las fuentes se infieren una serie de valoraciones y análisis de la
confrontación de discursos: el de un Estado autoritario que trataba de evitar la
penetración de ideas que pudieran amenazar el estatus quo (Paraguay), y el de
un segundo Estado (España) donde los cambios políticos evidenciaban un
discurso diferente, compartido —en parte— por los sectores sociales y políticos
paraguayos contrarios al régimen de Stroessner.

La muerte de Franco, 20 de noviembre de 1975


La presencia de Franco había condicionado la vida política en España desde
finales de los años 30 pero, tras su fallecimiento el 20 de noviembre de 1975, las
posibilidades de construir un nuevo régimen democrático se ampliaban. El
proceso que se abrió ante la sociedad española en aquel noviembre de 1975 era
esperanzador, y al mismo tiempo llegaba cargado de incertidumbre. La
transición española se llevó a cabo con importantes trazas de improvisación y,
como el propio Felipe González afirmaba, “nadie tenía un programa
perfectamente acabado que llevó a la práctica y nadie sabía lo que tenía que

14Lorena Soler, “Redes y organizaciones anticomunistas en Paraguay. La XII Conferencia Anual


de la Liga Anticomunista Mundial, realizada en Asunción en 1979”, Páginas, 24, 2018, pp. 55-73.

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pasar; lo que sí había era una buena dosis de sentido común y también una
lucha, en el sentido noble del término”15.
Aquel 20 de noviembre la noticia de la muerte de Franco corrió como la
pólvora entre los medios latinoamericanos, y el diario paraguayo ABC Color
abría la portada de su edición con la noticia del fallecimiento del dictador
español: “El Generalísimo Franco Murió Esta Madrugada”16, incluyendo una
fotografía de Franco y los datos básicos del fallecimiento, además del anuncio
de una visita oficial del Gobierno paraguayo a España, en la que —por cierto—
no figuró Stroessner. Otro de los diarios más importantes del país, Última Hora,
publicaba en portada “Honras generales al General Franco”17. Como recogieron
las páginas de estos diarios, el Gobierno de Stroessner decretó ocho días de
“Duelo Oficial” por el fallecimiento del dictador, y ordenó a todas las
instituciones paraguayas —civiles y militares, así como también los buques de
la Armada— a ondear sus banderas a media asta durante ese período18. Bajo la
foto de Franco, Última Hora hacía un repaso de la vida y obra del dictador, y
finalizaba señalando que “larga será aún la controversia sobre Franco, el
hombre que, según Churchill, tuvo más relevancia en la vida española desde los
tiempos de Carlos V”19. Conocido como El Decano de la prensa nacional
paraguaya, el diario La Tribuna —fundado en 1925 y disuelto en 1983—
publicaba al día siguiente la noticia del velatorio de Franco con cierta
emotividad, a pesar de haber sido uno de los periódicos más críticos con el
régimen: “España vela a su Caudillo”20. Sin embargo, recogía también La
Tribuna algunas de las palabras y perspectivas de los exiliados españoles en
Francia, así como de las oposiciones territoriales y políticas internas 21, y las
opiniones de algunos miembros ilustres de la colectividad española en
Paraguay, como fueron los casos de Luis de los Reyes Ruiz (por entonces

15 Álvaro Soto, Transición y cambio…, op. cit., p. 33.


16 “El Generalísimo Franco Murió Esta Madrugada”, ABC Color, 20 de noviembre de 1975, pp. 1-
3.
17 “Honras generales al General Franco”, Última Hora, 20 de noviembre de 1975, p. 1.
18 Ibid.
19 Ibid.
20 “España vela a su Caudillo”, La Tribuna, 21 de noviembre de 1975, p. 1.
21 “Gran euforia de los vascos”, La Tribuna, 21 de noviembre de 1975, p. 2.

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gerente de Iberia en Asunción), Justo Corrales García (gerente del Banco
Exterior), Manuel Peña Villamil (presidente del Instituto de Cultura Hispánica),
o Luis Federico Fontclara (presidente de la Sociedad Española de Socorros
Mutuos) cuyos testimonios fueron recogidos en las páginas de este diario:
“eterna gratitud”, “uno de los grandes hombres de su tiempo”, o “gobernante
como pocos” fueron algunas de las afirmaciones que aparecieron en estos
testimonios, carentes por completo de alusiones directas a la represión del
régimen o al término democracia, que no aparece recogido entre las opiniones de
los entrevistados por el diario22.
Es interesante también revisar el tratamiento a la noticia del diario Patria,
vocero oficial del Partido Colorado paraguayo —el partido de Stroessner—,
publicación que constituía la principal bajada de línea del dictador y sus más
próximos colaboradores hacia los funcionarios y militantes colorados, y de
ellos, a la sociedad paraguaya. El 21 de noviembre, Patria publicaba “Ha Muerto
el Generalísimo Franco”, una extensa nota en portada en la que, tras narrar la
vida y obra de Franco, decía como sigue:

He aquí la historia caliente de España y también la de su Caudillo el


Generalísimo Francisco Franco Bahamonde, en simbiosis perfecta con el alma de
su heroico pueblo, en las horas amargas de su larga vía crucis y en las venturosas
de los días que corren. Franco ha muerto, pero su espíritu formidable de
paradigma singular impregna ya hasta la última capilaridad de la vida eterna de
su Patria. El Paraguay, que jamás desoyó el llamado de amor a la Madre Patria,
guarda recuerdos gratísimos de los nobles sentimientos de amistad de su
Caudillo hacia nuestro pueblo, traducidos en tantos vínculos de cooperación y
coronados por la honra insigne de su cariñosa hospitalidad a nuestro Conductor,
el General del Ejército don Alfredo Stroessner, en ocasión de su visita,
especialmente invitado por el Generalísimo Francisco Franco Bahamonde, en
197323.

En general, las primeras páginas de todos estos diarios estuvieron


dedicadas entre los días 20 y 21 de noviembre a la muerte de Franco, su figura
histórica, las ceremonias previstas por su defunción, la inminente coronación
real, y algunos otros aspectos menores de la actualidad política española. Poco

22 “Pérdida Para España”, La Tribuna, 21 de noviembre de 1975, p. 7.


23 “Ha Muerto el Generalísimo Franco”, Patria, 21 de noviembre de 1975, p. 1.

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o nada depararon estos diarios generalistas —salvo en contadas excepciones a
lo largo de esos primeros días— en las características políticas del régimen que
moría con el caudillo, como la falta de libertades civiles, la represión, la falta de
pluralidad política en el Gobierno, las transformaciones que venían dándose en
la sociedad civil española desde antes de la muerte del dictador, o incluso los
debates políticos y las polémicas que desde comienzos de los años 70 se estaban
produciendo acerca del futuro del país y las posibilidades de transitar hacia un
régimen democrático desde la legalidad e institucionalidad impuesta por la
dictadura en las décadas anteriores24.
Una de las pocas excepciones que sí mencionaron las posibilidades del
nuevo régimen fue ABC Color en su edición del 21 de noviembre, en la que
incluye una noticia bajo el título “La gran interrogante que envuelve la figura
de Juan Carlos de Borbón”; en ésta aparecen recogidas inquietudes, actitudes e
intereses de los grupos de oposición al régimen franquista: “Las dos alianzas
opositoras españolas rivales […] emitieron un manifiesto conjunto solicitando al
rey que convoque a un plebiscito y que permita a los españoles elegir el
gobierno que deseen”25. Y es que, como también recogió el cable publicado por
ABC Color, “el príncipe Juan Carlos designado por Franco para sucederlo, es
políticamente desconocido”26.
Durante los días siguientes, las noticias sobre el entierro de Franco en el
Valle de los Caídos —de donde ha sido exhumado hace escasos días—, se
sucedieron intercaladas con las de la coronación de Juan Carlos I, que se aborda
a continuación.

La coronación de Juan Carlos I, 22 de noviembre de 1975


La distancia y el tiempo que separan a los países latinoamericanos del último
período histórico en que se encontraron bajo el dominio de la monarquía

24 Álvaro Soto, ¿Atado y bien atado? Institucionalización y crisis del franquismo, Madrid, Biblioteca
Nueva, 2005, pp. 135-136.
25 “La gran interrogante que envuelve la figura de Juan Carlos de Borbón”, ABC Color, 21 de

noviembre de 1975, p. 2.
26 Ibid.

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hispánica ha generado que la visión popular de esta institución esté a medio
camino entre la realidad y la ficción, entre lo actual y lo medieval, o entre el
atractivo de la solemnidad protocolaria regia de una institución ancestral y el
vano cotilleo amarillista sobre una familia famosa.
Sin embargo, y quizá precisamente por ese halo de ficción medieval
arrastrada hasta la actualidad, existió y existe en países como Paraguay un
cierto interés por los acontecimientos que rodean a la Casa Real española,
percibida como algo anacrónico pero, pese a ello —o quizá por ello—
interesante y atractivo a la opinión pública paraguaya, más por curiosidad
involuntaria que por un interés epistemológico real por la comprensión del
sistema político español.
Es por esto que las noticias, sucesos o acontecimientos políticos que tienen
que ver con la Monarquía —sobre todo coronaciones, dación de títulos,
ceremonias, o influencia política— generan mucho interés y despiertan la
inquietud de la población paraguaya, algo que igualmente se fomenta desde los
medios de comunicación, que suelen hacerse eco hasta la actualidad de lo que
acontece a los miembros de la realeza española, y lo vienen haciendo desde
hace décadas.
Volviendo a lo que nos ocupa, es preciso señalar que, si la muerte del
anciano dictador avivó enormemente el interés de los medios de comunicación
paraguayos por los acontecimientos de España por su inevitable e indiscutible
trascendencia política para España —y también para los países que, como
Paraguay, podían verse envueltos o en el camino de la tercera oleada de
democratizaciones—, la coronación de Juan Carlos I también despertó una
importante fascinación, y todos los diarios paraguayos de ámbito nacional que
han podido ser consultados recogieron en sus portadas del 22 y el 23 de
noviembre de 1975 la noticia sobre la coronación real.
ABC Color publicaba el mismo 22 de noviembre la noticia de la inminente
jura de Juan Carlos I como rey de España, mientras hablaba de que “miles de

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españoles desfilaban ante el ataúd del caudillo”27, e indicaba que “el flamante
rey se dirigirá a todo el pueblo, que durante mucho tiempo disfrutó la paz y el
progreso ofrecidos por el régimen” —frase en absoluto inocente, por tener una
fuerte carga de simbología política en Paraguay28— “a costa de casi ningún
derecho político”, confesaba el diario. No obstante, esta confesión no era trivial,
pues Stroessner permitía la participación política minoritaria de un sector de
oposición tolerada desde 1967, con lo que el lector paraguayo podía extraer la
conclusión de que, en su caso, Stroessner había sido capaz de replicar esa “paz”
y ese “progreso” franquistas, incluso concediendo ciertos derechos políticos,
que incluían la celebración de elecciones cada cinco años, aunque estas fueran
totalmente fraudulentas29. En cualquier caso, la noticia de ABC Color afirmaba
que “fuentes informadas destacaron que el monarca no anunciará ningún
cambio de corte democrático”, y se hacía eco de que algunos “observadores
políticos aseguraron que el ejército estaría dispuesto a otorgar un mayor grado
de liberalización, pero de ninguna manera hasta el punto de permitir la
legalidad de partidos como el comunista” (que sí acabó sucediendo un par de
años después).
Al día siguiente, el 23 de noviembre, media portada de ABC Color estaba
ocupada por la foto de la jura de Juan Carlos I con un gran titular que decía
“Juan Carlos I reina desde ayer en España”30 y dedicaba las dos primeras
páginas del diario a la cuestión afirmando en un enorme titular que cubría las
dos caras del diario que “Juan Carlos Prometió Reformas al Jurar Ayer como

27 “Juan Carlos Jura Hoy como Rey”, ABC Color, 22 de noviembre de 1975, p. 2.
28 La consigna Paz y Progreso era uno de los lemas predilectos del stronismo, y caló tan hondo en
la sociedad paraguaya como aquella otra máxima de que con Stroessner se podía dormir con las
ventanas abiertas. Incluso en la actualidad, estos dichos siguen teniendo fuerza y relevancia
política en el país, y de tanto en tanto surgen elementos noticiables que lo recuerdan, como el
caso de mediados de septiembre de 2014, cuando apareció una pintada en un muro de la
Facultad de Derecho de la UNA que decía “Paz y Progreso”, la cual terminó por ser cubierta —
parece que por estudiantes de Filosofía UNA— por la consigna “Dictadura Nunca Más”. A
continuación se citan dos noticias sobre la cuestión: “Guerra de pintadas: ‘Dictadura nunca más’
reemplaza a ‘Paz y Progreso’”, Ultimahora.com, 17 de septiembre de 2014; Claudia Merlos, “Ni
paz ni progreso”, Abc.com.py, 19 de septiembre de 2014.
29 Andrew Nickson, El régimen de…, op. cit., pp. 280-281.
30 “Juan Carlos I reina desde ayer en España”, ABC Color, 23 de noviembre de 1975, p. 1.

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Nuevo Rey de España”31. En otra de las columnas, se repasaba el discurso
pronunciado por Juan Carlos I, y en esta ocasión el análisis era eminentemente
político y abordaba abiertamente algunos importantes aspectos de la
democratización del país y la apertura política: “ese párrafo [en referencia a
parte de la transcripción del discurso] fue interpretado como una definición de
la apertura política y del proceso de democratización que se propone
desarrollar en las primeras etapas de su reinado”32, y sostenía también la noticia
que “el primer discurso de un rey español, después de 44 años, parece abrir una
atmósfera de expectativa como prólogo de una posible apertura política y
democratización, que marcarán el epílogo definitivo de 39 años de franquismo”.
Última Hora también salía en portada, el 22 de noviembre, con la noticia:
“Juan Carlos I, XVI Rey de España”33, y en páginas interiores titulaba “Juan
Carlos Prometió Ejercicio Efectivo de las Libertades”34; no obstante, en esta
nota, el diario se hacía eco del enaltecimiento que el nuevo Rey hizo de la figura
del difunto dictador y de su lealtad al régimen que lo situó ahí: “Tras hacer un
elogio a la ‘figura excepcional’ del General Franco, el nuevo rey, en su mensaje
leído minutos después de jurar las leyes fundamentales del reino y los
principios del ‘Movimiento Nacional’, prometió hacer ‘tarea de gobierno’ la
‘participación de todos los españoles en la tarea común’”.
La Tribuna también publicaba el día 22 en portada “Juan Carlos asume
hoy”35, pero al día siguiente prácticamente la totalidad de su tapa, con letras a
color, estaba dedicada al juramento del monarca, con dos grandes fotos donde
se apreciaba la jura por parte del Rey en una, y en otra a la familia real —Rey,
reina, príncipe e infantas— atendiendo la ceremonia. Durante días, La Tribuna
mantiene un importante seguimiento de los acontecimientos políticos en
España, principalmente focalizándose en las acciones y decisiones políticas del

31 “Juan Carlos Prometió Reformas al Jurar Ayer como Nuevo Rey de España”, ABC Color, 23 de
noviembre de 1975, pp. 2-3.
32 “Quedó inaugurado el post-franquismo político”, ABC Color, 23 de noviembre de 1975, p. 3.
33 “Juan Carlos I, XVI Rey de España”, Última Hora, 22 de noviembre de 1975, p. 1.
34 “Juan Carlos Prometió Ejercicio Efectivo de las Libertades”, Última Hora, 22 de noviembre de

1975, p. 2.
35 “Juan Carlos asume hoy”, La Tribuna, 22 de noviembre de 1975, p. 1.

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monarca; es sin duda el diario que mayor atención prestó en continuidad al
proceso de coronación y lo que implicaba políticamente.
El diario Patria, por su parte, continuaba esos días ensalzando la figura
caída del dictador, pero anunciaba: “Juan Carlos I, Proclamado Rey de
España”36, y aseveraba que “miles de españoles gritaron hoy aquí ‘viva el rey’
cuando Juan Carlos de Borbón se disponía a entrar en las cortes”.
En general, la prensa paraguaya se hizo eco de la coronación, con especial
atención al aspecto visual de la misma —todos los diarios publicaron fotos del
momento de la jura y de la corona real, por lo atractivo del simbolismo
monárquico, tan ajeno a la realidad política paraguaya contemporánea. La
figura del Rey fue tratada, en general, como la de un continuador de la obra del
régimen anterior, ante quien se abría la posibilidad de emprender el camino
democrático o mantenerse en las estructuras sociales y políticas autoritarias
anteriores.

La legalización del PCE, 9 de abril de 1977


Un impulso vital al aperturismo y la pluralidad política durante la transición
española fue la legalización del Partido Comunista de España el 9 de abril de
1977, en medio de un contexto de cambio de la imagen del partido37, en gran
medida debida al comportamiento de la militancia comunista tras el atentado
de la extrema derecha contra el despacho de abogados laboralistas del PCE a
inicios de ese mismo año. La del PCE era una “peculiar situación”38, pues el
partido estaba ya en una situación de tolerancia real desde el mes de diciembre
del año anterior, y desde la cabeza del partido se estaban produciendo los
primeros contactos importantes con el resto de la oposición, sin que estuviera
claro, sin embargo, que el resultado sería la legalización del partido. No
obstante, la presión política y jurídica —en un país que pretendía constituirse

36 “Juan Carlos I, Proclamado Rey de España”, Patria, 23 de noviembre de 1975, p. 8.


37 En febrero de 1977 ya había sido legalizado el PSOE, pero el caso del PCE era distinto porque
este partido mantuvo durante la dictadura una actividad significativa, mayor en todo caso que
la presencia del PSOE en la oposición al régimen. Álvaro Soto, Transición y cambio…, op. cit., p.
81.
38 Javier Tussell, Historia de España…, op. cit., p. 90.

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en un pleno Estado de Derecho— forzó a la definitiva aceptación del PCE en el
ordenamiento jurídico partidario español. Para la opinión pública, además, la
legalización era un paso de “imperiosa”39 necesidad si se quería dar la
suficiente veracidad a todo el proceso de transición.
La noticia de la legalización del PCE en España llegó rápidamente a un
Paraguay cuyo régimen aún mantenía en estas mismas fechas una fuerte
dialéctica del discurso anticomunista, principalmente extendido a través del
periódico vocero del mismo, el diario Patria, que cada tanto publicaba columnas
o textos en esa línea, como la serie de artículos firmados por el Dr. Cosme
Codas bajo el epígrafe Anti Marxismo y Marxismo, donde afirmaba que “al
enfrentar al Marxismo y su caballo de batalla el Comunismo, las razones
expuestas deben ser positivas a la causa no Marxista”40. En estas circunstancias,
la relación del régimen stronista con la noticia de la legalización del PCE
español era necesariamente conflictiva y contradictoria.
En los cuatro diarios generalistas que pudieron ser consultados, la noticia
del reconocimiento del PCE tuvo cierta repercusión a partir del día 10 de abril.
ABC Color alcanzó a publicar una breve nota ese mismo día en la que hacía
referencia a las circunstancias básicas que rodearon el acontecimiento, sin
mayor análisis de las consecuencias de la decisión41. Ese día 10, La Tribuna
sacaba también una nota breve, pero en portada42, en la que recogía algunas
palabras de Santiago Carrillo desde París. Al día siguiente, el diario Última Hora
se hizo eco también con dos breves notas: una primera en la que recogía fuertes
críticas de Manuel Fraga a la legalización del PCE43 y una segunda nota en la
que se explicaban los inminentes regresos de Dolores Ibarruri y Rafael Alberti a
España para ponerse al frente de las candidaturas del PCE por Asturias y
Cádiz, respectivamente, y se anunciaba un gran mitin comunista para las fechas

39 Ibid., p. 93.
40 Cosme Codas, “Anti Marxismo y Marxismo (1er artículo) Estudio crítico”, Patria, 11 de abril
de 1977, p. 4.
41 “Legalizan al PC español”, ABC Color, 10 de abril de 1977, p. 4.
42 “España legalizó al Partido Comunista”, La Tribuna, 10 de abril de 1977, p. 1.
43 “Repudian al PC español”, Última Hora, 11 de abril de 1977, p. 5.

502
siguientes en Madrid44. El último en reflejar el acontecimiento fue el ya
mencionado diario oficialista Patria, que no publicó ninguna noticia hasta el día
14, y cuando lo hizo, fue en realidad para dar pábulo a la reacción militar45 por
la decisión del Gobierno de legalizar el PCE46. El diario Patria no volvió a hacer
mayor referencia a la cuestión en sus páginas de los días siguientes,
evidenciando que, muy probablemente, la noticia era terriblemente incómoda
para el régimen stronista, que prefirió guardar silencio al respecto antes que
enturbiar las relaciones exteriores con España o dar mayor repercusión a la
noticia internamente, que podría suponer la movilización de la oposición no
legalizada en Paraguay.
Los días 11, 13 y 14, ABC Color publicó noticias algo más extensas que esas
notas iniciales, en las que recogía la disidencia y las quejas internas en España
por la legalización, tanto la tensión evidenciada a nivel deportivo47 como por el
ruido de sables en las Fuerzas Armadas48. El 11 de abril, La Tribuna también se
hacía eco de la protesta castrense por la legalización del Partido Comunista en
España49, aunque el día 17 publicó otra noticia50 donde explicaba el rechazo en
España de una parte importante de la política y la sociedad civil a la
intervención militar en el proceso de democratización, rechazo evidenciado en
el comunicado conjunto de los principales diarios españoles —incluyendo el
diario gubernamental Arriba— en el que criticaban a los extremistas
conservadores por entorpecer el proceso democrático y aconsejaban al Ejército
mantenerse al margen de dicho proceso. Ese mismo día 17, ABC Color había
publicado una noticia51 en la que trataba la convocatoria de elecciones en

44 “La ‘Pasionaria’ a la cabeza”, Última Hora, 11 de abril de 1977, p. 5.


45 Roberto Muñoz Bolaños, “Las Fuerzas Armadas y la legalización del PCE”, Rubrica
Contemporánea, 4, 2013, pp. 101-120.
46 “España: El Ejército Parece Haber Conjurado Brote de Disidencia en las Fuerzas Armadas”,

Patria, 14 de abril de 1977, p. 8.


47 “España: Empieza a divorciarse la política y el deporte”, ABC Color, 11 de abril de 1977, p. 6.
48 “Malestar en las Fuerzas Armadas españolas”, ABC Color, 13 de abril de 1977, p. 5; “España:

Suárez se esfuerza por superar la disidencia existente en la Armada”, ABC Color, 14 de abril de
1977, p. 4.
49 “Protesta castrense en España por legalizar el comunismo”, La Tribuna, 11 de abril de 1977, p.

2.
50 “En España Condenan a la Derecha y al Ejército”, La Tribuna, 17 de abril de 1977, p. 2.
51 “España, en el umbral de la democracia”, ABC Color, 17 de abril de 1977, p. 4.

503
España —con el PCE ya legalizado— con cierta normalidad, y expresaba la
decisión del Gobierno de haber legalizado a casi todos los partidos políticos.
Más allá del silencio de Patria, y de la normalización de la noticia de la
legalización del PCE en los diarios ABC Color y La Tribuna, el periódico Última
Hora jugó un papel confuso, quizá por imparcial: como ya se ha dicho,
inicialmente se hizo eco del argumentario de Fraga y también de las decisiones
de Ibarruri y Alberti, pero en los días 15 y 16 de abril, sin embargo, publicitó la
crisis abierta con las Fuerzas Armadas, cargando principalmente contra la
figura de Suárez. En una nota titulada Tribulaciones del señor Suárez52, se
afirmaba que “valiente e inteligente o torpe e impolítico podrían ser los
calificativos a aplicar al señor Adolfo Suárez, según sea el cristal con que uno
mire, en la cuestión del reconocimiento del partido comunista español”, para
después plantear dos importantes interrogantes: “¿Podría haber ignorado al
frente comunista el señor Suárez? ¿Hubiera sido congruente y recomendable
desahuciar a los izquierdistas?”, cuestionamientos que se respondía a
continuación con un ambiguo “Estas son preguntas muy difíciles de contestar si
uno no está bailando en el mismo ruedo explosivo de la actualidad española”,
para terminar decantándose por una solución intermedia, al afirmar que
“pensamos, a la distancia, que el señor Suárez —probablemente con
aquiescencia del rey— se haya decidido por el SI, como un mal menor para el
futuro de España”. Sin embargo, “nada en política es gratuito” —continuaba el
artículo— y “el reconocimiento legal al PC, un poco tardíamente parece tener
consecuencias en el alto nivel gubernamental”.
Pero la legalización del Partido Comunista complicó bastante la situación
política española, en lo que constituyó “uno de los temas más espinosos de la
transición”53, resultando ser una “auténtica pesadilla”54 para el Gobierno,
debido a la presión que ejercieron ciertos sectores inmovilistas y conservadores,
entre ellos buena parte del Ejército; de ello se harían también eco los diarios

52 “Tribulaciones del señor Suárez”, Última Hora, 15 de abril de 1977, p. 5.


53 Álvaro Soto, Transición y cambio…, op. cit., p. 83.
54 Ibid.

504
paraguayos. Así, el día 20 de abril, ABC Color publicaba una amplia noticia55
sobre la reducción de las tensiones que habían surgido en esos días entre
Gobierno y Fuerzas Armadas por la legalización del PCE, tensiones que se
redujeron a raíz de la carta enviada a todos los generales, oficiales y suboficiales
del Ejército español por el general Félix Álvarez Arenas, en la que afirmaba su
apoyo al Gobierno y la buena voluntad de éste, así como la no determinación de
las Fuerzas Armadas a intervenir en la política; la noticia cerraba diciendo que
“la última carta del Ministerio del Ejército parece poner punto final a la
intervención de los militares en los asuntos políticos”.
El día 22, La Tribuna publicaba una pequeña nota56 donde exponía la
determinación del Gobierno de Suárez de impedir que los militares
incidentasen ni participaran en la política española, después de la crisis abierta
por la legalización del PCE. En general, en estos días desaparecen las noticias
sobre la cuestión de la legalización del PCE en los diarios paraguayos tras la
rebaja de la tensión en España.
La cuestión había suscitado bastante interés en Paraguay: la legalización
de un partido comunista era algo controvertido en el país, y que sucediera en
un Estado bien conocido, con múltiples vínculos políticos, culturales y
económicos, lo hacía más llamativo aún. Sin embargo, la cuestión era compleja,
y la cobertura de la misma fue de diferentes maneras, desde el silenciamiento
del asunto por parte de Patria a las coberturas un poco más plurales de Última
Hora, evidenciándose también una cierta cautela en los medios al tratar el tema,
por el riesgo de señalamiento y acoso del régimen si las noticias hubieran sido
excesivamente indulgentes o benévolas en su tratamiento del éxito del PCE por
su legalización definitiva y oficial en España. A diferencia de otras noticias
sobre política española, esta no era una cuestión fácil de encajar en el Paraguay
del período. Se daba, además, la circunstancia de que en el desarrollo de los
acontecimientos que en España giraron en torno a la legalización del PCE se
produjo —como ya se ha indicado— un enfrentamiento entre la cúpula militar

55 “España: Reafirmó el Ejército su lealtad al gobierno”, ABC Color, 20 de abril de 1977, p. 7.


56 “Vedan la política a militares españoles”, La Tribuna, 22 de abril de 1977, p. 2.

505
y el Gobierno civil, y una reacción de la prensa, la política y la sociedad contra
el estamento militar por intentar intervenir en el proceso de transición; la
discusión sobre la presión social en España por el apartamiento de los militares
de la política nacional no era, lógicamente, del interés de Stroessner ni de sus
colaboradores, muchos de ellos militares, como él mismo.

Comentarios finales
La revisión de la cobertura mediática en la prensa paraguaya de tres de los
principales episodios de la transición española, realizada a través de la lectura y
el análisis de las noticias aparecidas sobre la cuestión en los principales diarios
generalistas del Paraguay en este período, arroja algunas conclusiones para la
reflexión y el análisis.
Primero, es ciertamente reseñable la tolerancia hacia la existencia de una
cierta pluralidad de opinión en la prensa paraguaya del período57, a pesar de
estar el país inmerso de pleno en un régimen personalista y autoritario como
fue la dictadura del general Alfredo Stroessner, pese a lo cual el seguimiento del
aperturismo democrático español entre 1975 y 1977 pudo ser reflejado con
cierto detalle por los periódicos paraguayos, sin que al parecer esto supusiera
un inconveniente determinante al régimen; las noticias acerca de cada uno de
los momentos analizados se suceden en casi todos los periódicos durante
algunos días, una continuidad que estaría indicando también que no hubo
presión —o al menos no excesiva— por parte del régimen stronista para frenar

57 Los ciclos de represión, en todo caso, tendieron a ser cíclicos, con picos y valles, con
dificultades para la libertad de expresión en Paraguay entre 1974 y 1976, y entre 1983 y 1984, a
pesar de estar garantizada sobre el papel en la Constitución de 1967. El Gobierno hostigaba
(sobre todo en esas etapas de mayor presión política) a aquellos medios que trataban de
mostrarse independientes políticamente del régimen. Por lo general, bastaban las detenciones
periódicas de los periodistas, las visitas de los inspectores a las sedes, o las amenazas contra
impresores y anunciantes para hacer entrar en razón a los directores de los diarios, pero a veces
ni si quiera esto era suficiente, y algunos diarios llegaron a ser hasta clausurados, como ocurrió
con La Tribuna y Última Hora en 1979, cuando el Gobierno respondió con una clausura temporal
de ambos por haber informado sobre las inundaciones de una manera “supuestamente
‘alarmista’” a la ciudadanía. Virginia Bouvier, El ocaso de un sistema. Encrucijada en Paraguay,
Asunción, Intercontinental/Ñanduti Vive, 2012, pp. 35-39.

506
el desarrollo periodístico que cubría las noticias de cambio político que llegaban
desde España.
En segundo lugar, y en línea con ese aperturismo mencionado en el
párrafo anterior, cabe destacar que no todos los periódicos trataron de igual
modo estas noticias llegadas de España, lo cual es lógico habida cuenta de que
variaban en ellos las ideologías de sus editoriales, así como su afinidad o
distanciamiento del régimen stronista. En este sentido, el diario Hoy mostró
quizá un mayor atrevimiento en este sentido (en años posteriores, además, este
periódico realizaría una cobertura detallada y en un tono nada desalentador de
la victoria socialista en 1982, publicando incluso opiniones de políticos
contrarios al régimen stronista esperanzados con la victoria de Felipe
González).
En el otro extremo de la cobertura, el diario Patria cuidó en casi todas las
ocasiones no despertar especial simpatía en sus redacciones por el proceso de
apertura política de España, vinculando todo el proceso a los actos
protocolarios de fallecimiento de Franco o coronación de Juan Carlos I,
procurando esquivar la brecha democrática abierta. Mientras, otros diarios
analizados, como Última Hora, ABC Color o La Tribuna, realizaron un
seguimiento constante de las noticias sobre España, con intensidad discontinua
según el acontecimiento, y también con variaciones en su aproximación a
conceptos o ideologías que el stronismo rechazaba. No obstante, no debe caer
en el olvido que la mayoría de los diarios eran tolerados por el régimen merced
a una cierta lealtad o afinidad personal —al menos inicial— de los directores de
estos periódicos al general Stroessner, aunque la construcción histórica
posterior del pasado de algunos de estos diarios los haya configurado —gracias
en gran medida al financiamiento de terceros países— como supuestos
opositores al Gobierno, aunque en origen se sometieran sin excesivo pudor58, sin
dejar de mencionar que en la última década del régimen se mostraron más

58 “Historias de la dictadura: la verdad, de algunos”, E’a.com.py, 3 de noviembre de 2012.

507
intransigentes con los crímenes y las injusticias de la dictadura, y comenzaron a
padecer también los efectos de la censura estatal59.
El tercer comentario que vale señalar tiene que ver con la apreciación de
una cierta progresividad en la amplitud del discurso político de los periódicos
paraguayos detrás de las noticias sobre España, y así, si en los primeros años de
la transición española —entre 1975 y 1977, etapa descrita en esta
comunicación— los medios paraguayos resultaron ser algo más moderados a la
hora de dar pábulo mediático a ideas francamente vedadas por el régimen
stronista —como el socialismo o el comunismo—, sin embargo, en los últimos
años 70 y a comienzos de los 80, las apreciaciones de los medios paraguayos —
que no se han podido incluir aquí— estarían indicando que estas reservas
parecen estar más superadas, y la figura de Felipe González y el perfil político
del Partido Socialista Obrero Español son ampliamente descritos y abordados
por los diarios, que además los relacionan con la consolidación democrática y la
posibilidad de apertura de un nuevo ciclo político muy importante para
España.
Por último, un cuarto comentario. Fueron pocas las noticias —tan sólo en
algunas ocasiones y en un par de diarios— que realizaron analogías o trataron
de relacionar la transición democrática española con el devenir de la política
nacional paraguaya. Si bien —como ya se ha indicado en párrafos anteriores—
hubo una cierta libertad y pluralidad en la cobertura de los acontecimientos de
España, no parece que hubiera intención clara por parte de los medios
paraguayos de señalar las carencias o contradicciones democráticas del régimen
que vivían. Valga como ejemplo las circunstancias políticas de los partidos
comunistas en uno y otro país: cuando en 1977 los diarios paraguayos se
hicieron eco de la legalización del Partido Comunista Español, lo hicieron en
gran medida en relación al ruido de sables y a las dificultades de asimilación de
dicha legalización por parte de algunos sectores políticos, civiles o militares en
España; sin embargo, la cobertura de la noticia no pasó —en ninguna ocasión
que haya sido revisada para este trabajo— por el planteamiento de la situación

59 “Censura en el régimen”, Abc.com.py, 1 de noviembre de 2012.

508
del Partido Comunista Paraguayo, el cual estaba no sólo proscrito de la política,
sino firmemente perseguido por el régimen, y sus miembros estuvieron
amenazados constantemente por la violencia del Estado hasta 1989, con la caída
de Stroessner. Esta circunstancia, así como otras de similar naturaleza también
observadas en la prensa paraguaya del período, estarían probablemente
evidenciando un mayor autocontrol —o autocensura— por parte de los medios
paraguayos a la hora de involucrar al régimen stronista en las discusiones sobre
democracia, Estado de derecho, o aperturismo y pluralidad políticas que venían
de la mano de las noticias que llegaron desde España al Paraguay al menos
durante los primeros años de la Transición española.

509

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