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Inicio > Blogs > La cueva del fauno > Antígona, una lección de dignidad y rebeldía ante los abusos del poder (y III)

La cueva del fauno


Antígona, una lección de dignidad y
rebeldía ante los abusos del poder
(y III)
11 Ago 2018 / ARÍSTIDES MÍNGUEZ BAÑOS  /  Antígona

Regala libros, regala aventuras

Venta en LibrosCC

Dotado con 3.000 euros


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pandemia"

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Lasheras

POESÍA

18 Nov 2016

Como una sola flor


desesperada, Juana de
Ibarbourou

POESÍA

Las dos anteriores entregas las dedicábamos a conocer los 16 Oct 2018

antecedentes familiares de nuestra heroína según lo transmitido por


Carlos Blanco: de la pasión
Sófocles, uno de los más grandes trágicos que ha regalado a la
por saber al delirio de
Humanidad Grecia, a la que debemos, a Atenas en concreto, la soñar
invención y el entablamento del teatro. Se dice que Sófocles, nacido POESÍA

en torno al 496 a.C. en Colono, una aldea de la capital del Ática, y 03 Ago 2018

muerto en el 406 a.C., llegó a componer sobre 130 obras, pero los
dioses han querido que hasta hoy sólo nos hayan llegado 7 completas. Cuerpos perdidos en las
morgues, de Xaime
La figura de Antígona aparece tratada en 3 de ellas.
Martínez

POESÍA
La cronología de estas piezas es contraria al orden temporal de los
24 Oct 2018
hechos mitológicos que narra. Así, las vicisitudes que llevaron a
Edipo a arrancarse los ojos, tras saber que había matado a su padre y
In the Bleak Midwinter, de
se había casado con su madre, son narradas en Edipo Rey, compuesta Christina Rossetti
entre 10 y 14 años después de Antígona. La continuación de las POESÍA

desgracias con las que ha de cargar Edipo como castigo divino a los 25 Sep 2018
crímenes de su progenitor las hemos podido conocer leyendo Edipo Oda a la inmortalidad, de
William Wordsworth
en Colono, la última de las obras sofocleas conservadas, compuesta
POESÍA
no mucho antes de su muerte, ya con 90 años. El desenlace de la
02 May 2020
maldición que se ensaña con los descendientes de Layo lo vamos a
vivir releyendo Antígona, estrenada en torno al 441 a.C., cuando el Entradas recientes

autor contaba con unos 55 años.


+ Recientes + Visitadas

El primero de los artículos de


"En esta tragedia esta trilogía dedicada a Antígona «La buena suerte», la
nueva novela de Rosa
Antígona desempeña un lo consagramos a Edipo Rey, en
Montero
la que nuestro personaje
papel secundario, pero NOTICIAS
aparece como una niña y es
suficiente como para 27 junio, 2020

introducida junto con su


saberla el báculo de su hermana Ismene, para Los 20 mejores cineastas
procreador en su funesto reconfortar a su padre y que españoles de la historia
destino" éste se las encomiende a su SERIES Y PELÍCULAS

27 junio, 2020
cuñado y tío Creonte, cuando el
monarca ya se ha arrancado los ojos. La niña no tiene texto ninguno y
sólo aparece para despertar la compasión de los espectadores ante el Un lugar en la memoria

destino que la aguarda. SERIES Y PELÍCULAS

27 junio, 2020

El segundo artículo se lo dedicamos a Edipo en Colono. En ella ya


aparece un poco mejor definida nuestra heroína. Su amor filial la ha Los aplausos no
impelido a acompañar a su padre en su vagabundeo cuando éste es significan nada

expulsado de Tebas por sus propios hijos varones. En esta tragedia RURITANIA

27 junio, 2020
Antígona desempeña un papel secundario, pero suficiente como para
saberla el báculo de su procreador en su funesto destino. Es la que lo
Chani Cabeza de Vaca
acompaña en sus miserias, la que mendiga por él su sustento, la que
NARRATIVA
“anda siempre errante, la infeliz, conmigo, sirviendo de guía a un anciano,
27 junio, 2020
vagando unas veces por el agreste bosque sin alimento y descalza, y otras
padeciendo bajo frecuentes lluvias o bajo los ardientes calores del sol,
Plegaria al sol, de
¡infortunada! Piensa que son secundarias las ventajas de la estancia en
Ramón Emeterio
casa si su padre tiene alimento” (Edipo en Colono). Betances

POESÍA
Son, pues, las hembras las que, según su padre, actúan como
27 junio, 2020
hombres, pues afrontan con él su sino y lo atienden en todo
momento, mientras que los varones actúan como mujeres, ya que
Artículos de Pérez-Reverte
han decidido quedarse en casa atendiendo sólo a sus asuntos
particulares. Las chicas Bond a las que
amé
También es Antígona la que intercede ante un coro de ancianos de EL BAR DE ZENDA

Colono por su progenitor cuando éstos quieren expulsarlo del 22 Jun 2020

sagrado bosquecillo de las Euménides en el que el anciano se ha


La tercera Alejandra
refugiado, sabedor de que ése será el lugar en el que las parcas EL BAR DE ZENDA

15 Jun 2020
habrán de poner fin a sus padecimientos.

Vuelve a tener relevancia nuestro personaje en la tragedia arriba


citada cuando intenta convencer a su hermano Polinices de que El hombre al que pude
deponga sus aviesas intenciones de atacar con un ejercito su propia matar

patria. Éste, maldito por su padre, se empecina en sus odios EL BAR DE ZENDA

08 Jun 2020
fratricidas y se muestra dispuesto a llevar la guerra a sus lares.
Sabedor por la maldición de Edipo de que allí le espera la muerte, Autores y colaboradores en Zenda
sólo le pide a Antígona e Ismene que no permitan su deshonra y que
velen por que su cadáver reciba los preceptivos ritos funerarios.

Llegamos de este modo a lo que


canta Sófocles en su Antígona, la "La tragedia se abre con
más antigua de las tragedias de Antígona, que ha sacado a
la trilogía edípica conservada.
su hermana Ismene de la Hemeroteca
Fue estrenada, a lo que parece,
cama para mantener una
en las Grandes Dionisias del 442  junio 2020 (306)
o 441 a.C. y el autor se hizo con
entrevista en secreto
la corona al mejor tragediógrafo.
frente a la inmensa mole  mayo 2020 (360)

La ciudad quedó tan impactada del palacio real de


Bienvenidos a Zenda
por la fuerza de los versos Tebas"
sofocleos que al año siguiente
acabó eligiéndolo estrategos para la guerra contra la isla de Samos, en
la que se batió a las órdenes del mismísimo Pericles. No con mucha
fortuna: la flota que comandaba fue batida por el enemigo.

La tragedia se abre con Antígona, que ha sacado a su hermana Ismene


de la cama para mantener una entrevista en secreto frente a la
«Zenda es un territorio de libros y
inmensa mole del palacio real de Tebas. amigos. Sean bienvenidos. Feliz
estancia y felices libros.»

“¡Oh Ismene, mi propia hermana, de mi misma sangre!, ¿acaso sabes cuál


Arturo Pérez-Reverte
de las desdichas que nos vienen de Edipo va a dejar de cumplir Zeus en
nosotras mientras aún estemos vivas? Nada doloroso ni sin desgracia,
vergonzoso ni deshonroso existe que yo no haya visto entre tus males y los
míos” (la traducción de este pasaje y de todos los que hemos usado en
esta trilogía de artículos se la debemos a Assela Alamillo, en la
edición de las Tragedias de Sófocles ofrecida por la Biblioteca Gredos).
La mayor informa a la benjamina del último edicto de su tío Creonte,
regente actual de la ciudad cadmea tras la muerte del rey Etéocles,
hermano de ambas, a manos de su propio hermano Polinices, el cual
había armado un ejército para atacar sus muros patrios a fin de
vengarse de Etéocles por no haberle cedido la corona cuando tocaba,
según lo acordado.

Creonte ha dictado que se entierre siguiendo la costumbre a


Etéocles, “a fin de que resultara honrado por los muertos de allí abajo. En
cuanto al cadáver de Polinices, muerto miserablemente, dicen que, en un
edicto a los ciudadanos, ha hecho publicar que nadie le dé sepultura ni le
llore, y que le dejen sin lamentos, sin enterramiento, como grato tesoro
para las aves rapaces que avizoran por la satisfacción de cebarse”.

Antes de seguir adelante hay que conocer que, según la mentalidad


griega en épocas clásica y anteriores, enterrar a los muertos es un
deber sacrosanto. Dejar a alguien insepulto es condenarlo a vagar
eternamente en el mundo umbrío que media entre la vida y la
muerte, por lo que perseguirán con saña a sus parientes al no haber
cumplido con ellos los rituales funerarios pertinentes. Sólo a los
ladrones de templos y a los delincuentes ejecutados se les dejaba
insepultos, para perpetuar su condena también en el mundo de
ultratumba.

Ejemplos de la importancia de rendir los honores fúnebres a


parientes y amigos nos los proporciona ya el propio Homero en el
canto undécimo de su Odisea. Odiseo ha de descender al Hades a
sugerencias de la hechicera Circe para entrevistarse con el adivino
Tiresias, a fin de que le indique cómo regresar a Ítaca. Nada más
entrar al reino de los muertos, Ulises se encuentra con el espíritu de
su compañero Elpénor, que ha muerto en la isla de la hechicera sin
que los demás se dieran cuenta, y pide a su amigo y señor que vuelva
donde Circe y dé conveniente sepultura a su cadáver. Así lo hará el
héroe antes de proseguir su viaje.

Situación que vemos repetida


"El castigo que Creonte casi 8 siglos después de Homero,

quiere imponer, por cuando el romano Virgilio


homenajea con su Eneida al
tanto, al cadáver de
aedo haciendo descender al
Polinices choca de lleno
Averno a su héroe Eneas. Antes,
con las tradiciones más en la entrevista del troyano con
sagradas que se han ido la Sibila de Cumas, ésta le dice
transmitiendo que ha muerto un amigo suyo
secularmente en el seno sin que él se hubiese apercibido
de las familias" y que deberían enterrarlo según
los cánones divinos antes de
proseguir sus aventuras. Este
amigo era Miseno y el lugar donde fue sepultado recibió su nombre:
el cabo Miseno.

El castigo que Creonte quiere imponer, por tanto, al cadáver de


Polinices choca de lleno con las tradiciones más sagradas que se han
ido transmitiendo secularmente en el seno de las familias. Antígona y
su hermana se enfrentan al penoso dilema de obedecer las leyes de la
polis, dictadas por el nuevo rey, o de ser fieles a las leyes de la familia
y al derecho de los muertos a ser sepultados. Para más inri, el tirano
ha dictado pena de muerte por lapidación pública para quien
desobedezca sus mandatos.

Ante esta tesitura Antígona quiere saber de Ismene si ella la ayudaría


a cumplir los rituales funerarios con su hermano proscrito. La menor
se aterroriza ante los propósitos de su hermana e intenta disuadirla
para que obedezca las órdenes de la polis, anteponiéndolas al derecho
de familia, a lo que dictan los dioses.

“Y ahora piensa con cuánto mayor infortunio pereceremos nosotras dos,


solas como hemos quedado, si, forzando la ley, transgredimos el decreto o
el poder del tirano. Es preciso que consideremos, primero, que somos
mujeres, no hechas para luchar contra los hombres, y, después, que nos
mandan los que tienen más poder, de suerte que tenemos que obedecer en
esto y en cosas aún más dolorosas que ésas. Yo, por mi parte, pidiendo a
los de abajo que tengan indulgencia, obedeceré porque me siento
coaccionada a ello. Pues el obrar por encima de nuestras posibilidades no
tiene ningún sentido”.

Antígona se convence de que ha de ser ella sola la que sepulte a su


hermano y se muestra dispuesta a afrontar las terribles
consecuencias si fuera descubierta.

“Sé tú como te parezca. Yo lo enterraré. Hermoso será morir haciéndolo.


Yaceré con él al que amo y me ama, tras cometer un piadoso crimen, ya
que es mayor el tiempo que debo agradar a los de abajo que a los de aquí.
Allí reposaré para siempre. Tú, si te parece bien, desdeña los honores a los
dioses”.

Ismene intenta alegar que ella no deshonra a los dioses, sino que le
es imposible actuar en contra de las leyes de la ciudad, el gran
conflicto latente en esta tragedia. Ambas hermanas desaparecen cada
una por su lado. Antígona en busca de su destino e Ismene regresa a
la seguridad del palacio.

Hace su entrada el coro entonando un canto en el que se narra el


enfrentamiento entre Etéocles y Polinices y la muerte de ambos, que,
“tras colocar en posición sus lanzas —ambas poderosas—, obtuvieron los
dos su lote de muerte común”.

Al coro se le une Creonte, que ha sustituido como tiranos al caído


Etéocles. Su parlamento es una completa declaración de intenciones
sobre cómo ve él que ha de ser gobernar.

“Pero es imposible conocer el alma, los sentimientos y las intenciones de


un hombre hasta que se muestre experimentado en cargos y en leyes. Y el
que al gobernar una ciudad entera no obra de acuerdo con las mejores
decisiones, sino que mantiene la boca cerrada por el miedo, ése me
parece… que es el peor. Y al que tiene en mayor estima a un amigo que a
su propia patria no lo considero digno de nada”.

Con estos mimbres ha tomado


la decisión sobre los dos hijos "La acción es
de Edipo muertos en fratricida interrumpida por la
enfrentamiento: a Etéocles, que
aparición de uno de los
defendía los muros patrios, se le
guardias que velaban por
tributarán los ritos sagrados
que al cadáver de
prescritos por los dioses para
acompañar a los héroes al
Polinices no se le
Hades; mas a Polinices, reo de acercara nadie para
haber armado un ejército contra tributarle los honores"
los suyos, “ha sido ordenado por
un heraldo a esta ciudad que
ninguno le tribute los honores postreros con un enterramiento, ni le llore.
Que se le deje sin sepultura y que su cuerpo sea pasto de las aves de rapiña
y de los perros, y ultraje para la vista”. Y todo esto con pena de muerte
para el que desobedezca este mandato, no lo olvidemos.

La acción es interrumpida por la aparición de uno de los guardias que


velaban por que al cadáver de Polinices no se le acercara nadie para
tributarle los honores. El desdichado guardián confiesa que ha
acudido forzado por su mala suerte a comunicar una pésima nueva,
que podría acarrearle a él y a sus compañeros la muerte: alguien ha
cubierto de polvo el cadáver insepulto para honrarlo como se merece.
Ninguno de los allí presentes habría osado hacerlo, temerosos de la
ira del tirano, pero tampoco han podido descubrir quién lo ha hecho,
a lo que el corifeo replica que tal vez haya sido obra de los dioses. Lo
cual desata la ira de Creonte, que niega cualquier intervención divina
y achaca la acción a una conspiración de descontentos con su
mandato, que han comprado a alguien para que la ejecute por ellos.

Vienen a continuación unos famosos versos en boca de Creonte


donde se abomina de los efectos perniciosos del dinero:

“Ninguna institución ha surgido peor para los hombres que el dinero. Él


saquea las ciudades y hace salir a los hombres de sus hogares. Él instruye
y trastoca los pensamientos nobles de los hombres para convertirlos en
vergonzosas acciones. Él enseñó a los hombres a cometer felonías y a
conocer la impiedad de toda acción. Pero cuantos por una recompensa
llevaron cabo cosas tales concluyeron, tarde o temprano, pagando un
castigo”.
¡Cuántas verdades atemporales en estos versos cantados ya en el siglo
V a.C.! ¡Cuántas enseñanzas nos sigue transmitiendo Grecia cual
madre amorosa! ¡Cuánta miseria en el alma de los que quieren
borrar todo rastro de Grecia, de Roma y de las Humanidades de
nuestra cultura y de nuestro sistema educativo! Han decidido
sacrificarlas todas para que nadie cuestione que su verdadero becerro
de oro es, precisamente, el dinero y que éste está por encima del
resto de seres humanos, que no pertenezcan a sus almibaradas y
vacuas élites.

Creonte sospecha, pues, que alguien ha comprado a los guardianes


para desobedecer sus órdenes y los amenaza con una muerte entre
torturas si no le traen al verdadero culpable.

El guardián se retira mientras que el coro entona otro afamado canto


glosando las características del hombre:

“Muchas cosas asombrosas existen y, con todo, nada más asombroso


que el hombre. (…) Se enseñó a sí mismo el lenguaje y el alado
pensamiento, así como las civilizadas maneras de comportarse, y
también, fecundo en recursos, aprendió a esquivar bajo el cielo los
dardos de los desapacibles hielos y los de las lluvias inclementes.
Nada de lo por venir le encuentra falto de recursos. Sólo del Hades no
tendrá escapatoria”.

Para pasmo general vuelve a


"Tiene lugar el primer aparecer el guardián

gran agón o enfrentamiento arrastrando tras de sí a


del drama: Creonte contra Antígona: él mismo la ha

Antígona" sorprendido enterrando al


cadáver que Creonte había
prohibido enterrar. Confesó que
fue ella también la que lo hizo la primera vez.

Tiene lugar el primer gran agón o enfrentamiento del drama: Creonte


contra Antígona. El tirano le pregunta a su sobrina si era consciente
de las consecuencias que iba a arrostrar al desobedecer su edicto. La
joven responde que sí y se atreve a replicarle:

“No fue Zeus el que los ha mandado publicar, ni la Justicia que vive con los
dioses de abajo la que fijó tales leyes para los hombres. No pensaba que tus
proclamas tuvieran tanto poder como para que un mortal pudiera
transgredir las leyes no escritas e inquebrantables de los dioses. Éstas no
son de hoy ni de ayer, sino de siempre, y nadie sabe de dónde surgieron. No
iba yo a obtener castigo por ellas de parte de los dioses por miedo a la
intención de hombre alguno. Sabía que iba a morir… Y si muero antes de
tiempo, yo lo llamo ganancia… Así, a mí no me supone pesar alcanzar este
destino. Por el contrario, si hubiera consentido que el cadáver del que ha
nacido de mi madre estuviera insepulto, entonces sí sentiría pesar. Ahora,
en cambio, no me aflijo”.

El corifeo alaba su bravura y determinación, pero Creonte asevera


que de nada le valdrán. Aun siendo hija de su propia hermana, a él no
le temblará el pulso a la hora de ratificar su sentencia de muerte.
Culpa también a Ismene por haber sido cómplice del acto y pide que
sea traída a su presencia.

Entre tanto se establece un bello diálogo entre el tirano y la acusada,


en el que aquél le quiere echar en cara que ha ofendido a su otro
hermano al dar sepultura al impío, a lo que Antígona replica: “Mi
persona no está hecha para compartir el odio, sino el amor”.

Cuando es hecha venir Ismene, Creonte la acusa de complicidad en


el crimen, a lo que la recién venida responde afirmativamente, ya
que se muestra deseosa de afrontar el castigo impuesto a su
hermana. Antígona la disuade y le dice que ella ya está muerta, por lo
que su hermana ha de seguir con vida, como eligió al no secundar sus
planes primigenios.

Ismene intenta ablandar a Creonte recordándole que su hijo Hemón


está prometido con Antígona y que, castigándola a ella, lo castiga
también a él. Pero el tirano se muestra inflexible, inhumano:
“ISMENE: ¿Y vas a dar muerte a la prometida de tu propio hijo?

CREONTE: También los campos de otras se pueden arar.

ISMENE: No con la armonía que reinaba entre ellos dos.

CREONTE: Odio a las mujeres perversas para mis hijos.

ANTÍGONA: ¡Oh queridísimo Hemón! ¡Cómo te deshonra tu padre!

CREONTE: Demasiadas molestias me producís tú y tu matrimonio.

CORIFEO: ¿Vas a privar, en verdad, a tu hijo de ésta?

CREONTE: Hades será quien haga cesar estas bodas por mí.”

Como vemos, el tirano se está encastillando en sus designios, inmune


a las consecuencias que éstos puedan ocasionar en los que lo rodean,
rozando el pecado de cometer hýbris o desmesura en la soberbia,
algo que los dioses castigan con contundencia.

Las dos jóvenes son conducidas, presas, al interior del palacio a la


espera de que se cumplan sus destinos. En el siguiente estásimo el
coro entona un lamento sobre las desgracias que ha debido afrontar
la casa de los Labdácidas, a la que pertenecen Edipo y su progenie,
canto que es interrumpido por la aparición de Hemón, hijo de
Creonte, que empieza confesando ante las preguntas de su padre:

“Padre, tuyo soy y tú me guías rectamente con excelentes consejos que yo


seguiré. Ningunas bodas son para mí más importantes de obtener que tu
recta dirección”.

A lo que Creonte responde en


un largo parlamento donde "Hemón le replica que
justifica por qué ha condenado a como padre y gobernante
muerte a la prometida de su
él tiene razón, pero no
vástago con sentencias como las
puede pasar por alto que
que siguen:
tal vez él, su hijo,
“Por tanto, hijo, tú nunca eches a también tenga razón en
perder tu sensatez por causa del algunas cosas"
placer motivado por una mujer,
sabiendo que una mala esposa en
la casa como compañera se convierte en eso, en un frío abrazo”.

“Al que la ciudad designa se le debe obedecer en lo pequeño, en lo justo y


en lo contrario… No existe un mal mayor que la anarquía. Ella destruye las
ciudades, deja a los hogares desolados. Ella es la que rompe las líneas y
provoca la fuga de la lanza aliada. La obediencia, en cambio, salva gran
número de vidas entre los que triunfan.

Y, así, hay que ayudar a los que dan las órdenes y en modo alguno dejarse
vencer por una mujer. Mejor sería, si fuera necesario, caer ante un
hombre, y no seríamos considerados inferiores a una mujer”.

Hemón le replica que como padre y gobernante él tiene razón, pero


no puede pasar por alto que tal vez él, su hijo, también tenga razón
en algunas cosas. Confiesa que le han llegado habladurías en las que
la ciudad justifica las acciones de Antígona por dar prioridad a las
leyes divinas ante las humanas y que lamentan sordamente su
condena, por lo que le suplica que haga ceder su cólera y medite su
condena, poniéndole como ejemplo a los árboles que ceden en las
torrenteras cuando hay tormentas: éstos conservan sus ramas,
mientras que los que ofrecen resistencia son arrancados de cuajo.

Ante estas palabras Creonte estalla en furia y le recrimina a su hijo


que interceda por una criminal confesa. Llega a pedir que traigan a
Antígona para que sea ejecutada en presencia de su hijo, a lo que éste
responde “va a morir, ciertamente, y en su muerte arrastrará a alguien”,
y se marcha prendido de cólera.

Creonte no se deja conmover y mantiene, inflexible, la condena a


Antígona, aunque reconoce que Ismene es inocente, por lo que no
será ejecutada.

Tras la gran tensión vivida en escena, el coro ejecuta un bellísimo


canto, cuajado de lirismo, en honor de Eros, el dios del amor y de la
atracción sexual.

“Eros, invencible en la batalla, Eros que sobre las fieras te precipitas, que
pernoctas en las tiernas mejillas de las doncellas. Vas y vienes por las olas
del mar y habitas en las agrestes moradas. Nadie de ti, ni entre los
inmortales ni entre los hombres, criaturas efímeras, puede escapar. Quien
te posee, enloquecido queda”.

Un grupo de esclavos aparece conduciendo a Antígona hacia el lugar


donde va a ser sepultada en vida. Es entonces cuando la heroína, en
un conmovedor gesto de humanidad, se derrumba:

“Vedme, ¡oh ciudadanos de la tierra patria!, recorrer el postrer camino y


dirigir la última mirada a la claridad del sol. Nunca habrá otra vez. Pues
Hades, el que a todos acoge, me lleva viva a la orilla del Aqueronte sin
participar del himeneo y sin que ningún himno me haya sido cantado
delante de la cámara nupcial, sino que con Aqueronte celebraré mis
nupcias”.

Se lamenta por no poder casarse


"En ningún momento en vida como todas las

Antígona reniega de lo doncellas, sino que la obligan a


contraer esponsales con
que ha hecho, pero sí
Aqueronte, el río del dolor, uno
llora los infortunios que
de los cursos fluviales del
han perseguido a su inframundo. El corifeo le replica
familia hasta casi que ha sido ella la que se lo ha
exterminarla a causa de buscado al desobedecer los
los pecados de sus mandatos del tirano.
ancestros"
En ningún momento Antígona
reniega de lo que ha hecho, pero
sí llora los infortunios que han perseguido a su familia hasta casi
exterminarla a causa de los pecados de sus ancestros, a lo que el coro
responde: “Ser piadoso es una cierta forma de respeto, pero de ninguna
manera se puede transgredir la autoridad de quien regenta el poder. Y, en
tu caso, una pasión impulsiva te ha perdido”.

Irrumpe Creonte echándole en cara al coro que la haya dejado


lamentarse por su propia muerte y apremia a que sea conducida al
túmulo donde ha de ser enterrada viva. Antígona redobla su canto
fúnebre en su propio honor, aunque se muestra convencida de que
será bien querida por todos sus difuntos por no haber permitido que
Polinices quedara insepulto y acaba con esta reflexión, en la que
parece cuestionarse si su actuación ha sido la correcta:

“Porque con mi piedad he adquirido fama de impía. Pues bien, si esto es lo


que está bien entre los dioses, después de sufrir, reconoceré que estoy
equivocada. Pero si son éstos los que están errados, ¡que no padezcan
sufrimientos peores que los que ellos me infligen injustamente a mí!”.

En ningún momento se arrepiente de lo hecho. En ningún momento


se derrumba y suplica por su vida ante el tirano. Al contrario, lo
maldice si al final los dioses dictaminan que ha sido ella la que ha
obrado correctamente.

El coro introduce un paréntesis recordando a tres personajes de la


mitología que han afrontado un destino semejante al de la propia
Antígona: Dánae, Licurgo y Cleopatra (no confundir con la reina
egipcia homónima).
El canto del coro es seguido por la irrupción del adivino ciego
Tiresias, al que ya vimos en Edipo Rey y a quien, varias generaciones
después, encontraremos en el Hades, a donde Odiseo irá a
consultarlo sobre la mejor manera de llegar a Ítaca. Tiresias revela a
Creonte los funestos augurios que ha detectado, símbolos de que los
dioses abominan del edicto del tirano. Le pide que rectifique.

“Recapacita, pues, hijo, ya que el


equivocarse es común para todos "Creonte se empecina en
los hombres, pero, después que ha su obcecación y se niega
sucedido, no es hombre irreflexivo
a rectificar, acusando al
ni desdichado aquel que, caído en
adivino de haber
el mal, pone remedio y no se
participado en una
muestra inflexible. La obstinación,
ciertamente, incurre en
conspiración contra su
insensatez”. regencia"

Creonte se empecina en su
obcecación y se niega a rectificar, acusando al adivino de haber
participado en una conspiración contra su regencia. Tiresias le
desvela cuál será su futuro por haber pecado de hýbris, algo muy
odioso a los dioses y que éstos castigan, inmisericordes:

“Y tú, por tu parte, entérate también de que no se llevarán ya a término


muchos rápidos giros solares antes de que tú mismo seas quien haya
ofrecido, en compensación por los muertos, a uno nacido de tus entrañas a
cambio de haber lanzado a los infiernos a uno de los vivos, habiendo
albergado indecorosamente a un alma viva en la tumba, y de retener aquí,
privado de los honores, insepulto y sacrílego, a un muerto que pertenece a
los dioses infernales. Estos actos ni a ti te conciernen ni a los dioses de
arriba, a los que estás forzando con ello. Por ello, las destructoras y
vengadoras Erinias del Hades y de los dioses te acecharán para prenderte
en estos mismos infortunios. Considera si hablo sobornado. Pues se harán
manifiestos, sin que pase mucho tiempo, lamentos de hombres y mujeres
en tu casa”.

Aterrado ante estas predicciones, el tirano intenta rectificar y ordena


que lo acompañen sus sirvientes para enterrar a Polinices y liberar a
Antígona.

El coro interrumpe la acción con un canto a Dionisos, el Baco


romano, nacido precisamente de la unión de Zeus con una joven
también cadmea o tebana, Sémele. Canto al que sigue la aparición de
un mensajero, personaje crucial en el mundo de la tragedia antigua.
Según lo prescrito por
"La reina Eurídice, Aristóteles en su Poética, en la

esposa de Creonte, ha tragedia no se debe producir


ninguna muerte ni acto
asistido a las palabras
truculento en escena. Ha de ser
del mensajero y
un mensajero o heraldo quien
desaparece de escena de relate al espectador esos actos
forma brusca, dejando ominosos. Cobra, así, una
preocupados al coro y al crucial importancia el papel de
heraldo, que entra a mensajero y suele estar
palacio para interesarse desempeñado por el mismo
por ella" actor protagonista, tras
cambiarse de máscara. Así, en
este caso en concreto, lo más
probable es que el actor que encarnara a Antígona diera ahora vida al
mensajero.

Éste descubre que Hemón, el hijo de Creonte, se ha dado muerte a sí


mismo en la cámara mortuoria de Antígona al descubrir que la
doncella se había suicidado ahorcándose como último acto de
rebeldía. Hemón se clavó una espada en el costado ante la atónita
mirada de su padre y tras haber intentado matarlo después de
haberle escupido en la cara, ciego de odio.

La reina Eurídice, esposa de Creonte, ha asistido a las palabras del


mensajero y desaparece de escena de forma brusca, dejando
preocupados al coro y al heraldo, que entra a palacio para interesarse
por ella.

Retorna Creonte abrumado por


la desgracia. Se culpa por haber "Cada vez más necesarias
porfiado en sus yerros, con las antígonas y los
amargos lamentos. Lamentos
dioses que castiguen la
que va a redoblar cuando salga
hýbris de esos nuevos
de nuevo a escena el mensajero
y comunique que Eurídice se ha
tiranos"
suicidado maldiciéndolo y
culpándolo de la muerte de su hijo.

Creonte es ayudado a salir de escena mientras invoca la muerte. Las


palabras del corifeo ponen un espectacular colofón a esta obra
maestra:
“La cordura es con mucho el primer paso de la felicidad. No hay que
cometer impiedades en las relaciones con los dioses. Las palabras
arrogantes de los que se jactan en exceso, tras devolverles en pago grandes
golpes, les enseñan en la vejez la cordura”.

En un interesante artículo de Santiago Alba Rico en el que se glosa la


situación de los muertos insepultos al intentar atravesar el
Mediterráneo comparándolos con Polinices y con Palinuro, personaje
de la Eneida, se nos desvela que el crítico estadounidense George
Steiner consideró, en su imprescindible Antígonas. La travesía de un
mito universal por la historia de Occidente que la obra de Sófocles
mantenía toda su lozanía en el mundo actual. En ella estarían todos
los conflictos que definen la condición humana: entre hombre y
mujer, entre jóvenes y viejos, entre individuo y sociedad, entre vivos
y muertos, entre humanos y dioses. Pocas son las obras maestras de
la literatura que acojan en sí estos cinco conflictos todos juntos, de
ahí la inmortalidad de la Antígona de Sófocles.

En esta sociedad deshumanizada donde a los creontes del


neoliberalismo salvaje, en aras de elevar altares a su dios dinero, no
les tiembla la mano a la hora de saquear a una nación y dejar a sus
ciudadanos en la miseria, endeudados eternamente, sin apenas
derechos ni condiciones dignas de vida (véase lo que al infausta
Troika ha hecho, por ejemplo, con Grecia) son cada vez más
necesarias las antígonas y los dioses que castiguen la hýbris de esos
nuevos tiranos.


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ARÍSTIDES MÍNGUEZ BAÑOS

Arístides Mínguez Baños es profesor de Latín en un instituto público


de Murcia. Desde 1996 viene trabajando, además, con grupos de teatro
escolar y amateur, para los que escribe y dirige sus propias obras.
Tiene publicadas para Ediciones Clásicas dos comedias, El Juicio de
Paris (1996) y Caligae Magnificus (2004). Así mismo, la Junta de
Andalucía editó una obra colectiva en la que participó con otros dos
compañeros, Nuestros paisanos los Romanos, que obtuvo el Primer
Premio en el X Concurso Joaquín Guichot. Escribe también los guiones
de los vídeos Vivimos con la Filosofía, RomAmor y Gracias, Grecia, este
último con más de 700.000 visitas en You Tube. En reconocimiento a
esto fue nombrado Ciudadano Honorario de la isla de Quíos e islas
Enusas (Grecia). En 2017 publica con Editorial Círculo Rojo Hidria, un
cuento mitológico ilustrado por Nùria Castillo.

2 comentarios Ordenar por Lo s más ant iguo s

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Sara Ana Mejias Pinilla


[11:56, 4/7/2019] Ignacio: ht t p://www.aisge.es/alberto-conejero-70-ant igona-en...

: Alberto Conejero,que es un gran autor t eat ral, escribe est e bello art ículo. Creo que t e
int eresará.
Gracias por t u aport ación al conocimiento de la cult ura clásica.
Me gusta · Responder · 51 s

Mikel Cabrera
Es digno de agradecer t us esfuerzos por difundir la cult ura hellenist ica y civilizadora
frent e a la barbarie del pragmat ismo del éxito económico y social desaforado de las
élit es sean art íst icas o deport ivas.
Me gusta · Responder · 44 s

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