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• Seguir el código ético y profesional establecido y por las normas generales
de trabajo.
1. ACUERDO DE COACHING
Asimismo, es importante destacar que cada acuerdo está vivo y sujeto a que
cualquiera de las partes proponga modificaciones y/o cambios durante el
proceso.
En línea con lo anterior, cualquiera de las partes podrá solicitar la revisión del
acuerdo. Incluso, llegado el caso, plantear la posibilidad de que alguna de las
partes pueda estar incumpliéndolo. Esta revisión se enfocará como una
oportunidad para preguntar y aprender, como una ocasión para descubrir algo
y tomar decisiones al respecto.
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Si el coachee no sintiera suficiente confianza con su coach, lo recomendable,
responsable y ético por parte del o de la coach profesional sería abordarlo de
forma honesta. E incluso, si fuera oportuno, dar por concluido el proceso de
coaching.
3. PRESENCIA DE COACHING
4. ESCUCHA ACTIVA
5. PREGUNTAS PODEROSAS
• desarrollar su potencial.
6. COMUNICACIÓN DIRECTA
Es la capacidad que posee todo coach para devolver de forma sencilla y clara a
su coachee los puntos clave que afloren a lo largo de su propio discurso, dentro
de la conversación de coaching. Para establecer con su coachee un canal de
comunicación directa, el coach debe ser capaz de reflejar con eficacia las ideas,
conceptos, emociones y/o acciones de su coachee, que sean relevantes a la hora
de alcanzar su objetivo. Esta habilidad de los coaches requiere adaptarse al
lenguaje de su clientela, siendo fiel a sus palabras.
7. CREAR CONCIENCIA
Esta es una competencia crucial que todo/a coach debe realizar con su
clientela. Implica que su coachee se dé cuenta de los objetivos que quiere
conseguir.
Los coachees deben ser conscientes, tanto de las decisiones y los aspectos
emocionales que rodean a sus objetivos, como de los patrones y creencias que
han generado a lo largo de su vida y que les son propicios para alcanzar
resultados.
Es muy difícil que una persona consiga observarse objetivamente a sí misma.
Por ello, el principal cometido profesional consistiría en convertirse en un espejo
en el que su coachee se pueda mirar.
Una vez que se ha tomado conciencia del trabajo que hay que hacer, del objetivo
que el coachee ha vislumbrado que desea conseguir, comienza una nueva fase:
la gestión del cambio. Es decir, cómo pasar desde donde está hasta donde quiere
llegar.
Para garantizar que un cambio tenga éxito es fundamental percibir que la nueva
situación va a ser mejor que la presente. Afrontar un cambio supone salir de un
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estadio actual de equilibrio (zona de confort) para alcanzar un statu quo
diferente en un futuro.
Al iniciar este proceso, comienza una época de cambios, de turbulencias, que
producirán cierta inestabilidad e incertidumbre ante el resultado final. En esta
nueva fase, nuestra mayor amenaza podría ser la resistencia al cambio. Para
vencerla se hace imprescindible la modificación de ciertos hábitos.
La resistencia al cambio procede del miedo a lo desconocido, que se manifiesta
en forma de dudas sobre la capacidad para afrontar las transformaciones, o
temor a perder la actual zona de confort.
9. DISEÑAR ACCIONES
Así pues, dentro de cada sesión, es necesario proponer un plan de acción que
se revisará en el siguiente encuentro, para medir el avance a lo largo del proceso.
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Las acciones, tareas y actividades que tiene que realizar el coachee entre sesión
y sesión son una de las claves diferenciadoras del coaching respecto de otras
disciplinas.
Una vez que coach y coachee han recorrido juntos las fases previas de reflexión,
evaluación, toma de conciencia y diseño de acciones, es fundamental la gestión
del progreso, porque si no se realiza un buen seguimiento corremos el riesgo de
que el proceso de coaching se estanque.
Los coaches son los catalizadores que, como profesionales, facilitan que sus
coachees desarrollen todo su potencial. No obstante, el avance hacia la
consecución de la meta —así como la responsabilidad de efectuar las tareas
oportunas y las acciones que conlleva el proceso— depende en última instancia
de los propios coachees.
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Esto es lo que en coaching ontológico se conoce como la Teoría del observador,
que propone que las personas vemos el mundo (lo interpretamos y explicamos)
de acuerdo con el observador que somos (modelo mental predominante), lo que
nos hace tomar alguna de las acciones posibles dentro del conjunto limitado de
posibilidades que mi observación me permite, lo cual me permite obtener
determinados resultados en la vida.
Digamos que no me alcanza el tiempo para realizar todo lo que quiero hacer, lo
cual me genera insatisfacción y malos resultados.
Dado que mi observador me dice que no estoy cumpliendo con todas mis
responsabilidades, quizá un poco más de eficacia y otro tanto de eficiencia me
podrían ayudar, por lo que, en un aprendizaje de primer nivel (operativo), decido
que puedo realizar algunas acciones como inscribirme a un curso de “Manejo
efectivo del tiempo”, ver algún tutorial en YouTube que me ayude a organizarme
mejor, o levantarme más temprano para aprovechar las primeras horas del día
en que me encuentro con mayor energía, por citar algunos ejemplos. Sin
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embargo, luego de ejecutarlas por un tiempo, me doy cuenta de que algo mejoró,
pero al final termino sintiendo la misma insatisfacción de antes porque vuelvo
a darme cuenta de que no termino con todo lo que tengo que hacer.
Si mi reflexión es más profunda, intento un aprendizaje de segundo nivel
(interpretativo) y me pregunto: ¿Qué hace que siempre termine insatisfecho? Y
me doy cuenta de que por más que me esfuerzo, no logro cumplir con todo lo
que me propongo; de que son muchas las responsabilidades que asumo y me
cargo a la espalda; de que la mayor parte de esas responsabilidades no son
mías, sino que yo las asumí porque alguien me lo pidió; de que no puedo decir
“no” cuando alguien me pide algo; de que siempre estoy buscando complacer a
los demás para que me acepten; de que siento que no soy valioso y lo intento
compensar diciendo “sí” a todo lo que me piden y de otras cosas más. Esos
“darme cuenta” son el inicio para iniciar un aprendizaje de segundo nivel
(operativo) pues me permite ver el observador que estoy siendo y eso me abre
nuevas posibilidades, saliendo de las acciones operativas y comenzando a
actuar de una manera diferente, revalorándome, mejorando mi autoestima y
aprendiendo a decir “no” cuando debo hacerlo. El aprendizaje de segundo nivel
(transformacional) ha comenzado.
Sin embargo, mis modelos mentales todavía están allí y, aunque ahora han
salido de la transparencia y puedo darme cuenta de por qué interpreto como lo
hago, puedo intentar un aprendizaje de tercer nivel (transformacional) al trabajar
directamente en ellos, para cambiar lo que ya no me está sirviendo
(desaprender) y comenzar a aprender cosas diferentes.
De ahí que no todos los seres humanos respondamos de igual forma ante los
mismos estímulos. El mismo evento, para alguien puede ser una tragedia que
hace que se suma en la depresión y se aleje del mundo, pero para otro puede
ser una oportunidad para valorar, honrar y cuidar algo.
Su autoría no está del todo clara, aunque Graham Alexander, Alan Fine y Sir
John Whitmore han sido grandes contribuidores al mismo. Si bien se piensa
que su autor es el primero de los tres, ha sido gracias a Sir John Whitmore por
quién más se ha dado a conocer dicho modelo.
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Etapas del modelo
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Si este segundo punto queda bien definido, será posible detectar las
oportunidades y los obstáculos existentes y también responder a
preguntas como: ¿Dónde estoy actualmente? ¿Qué necesito para el
objetivo? ¿Qué situaciones son un obstáculo para mis metas?
Algunos coach suelen emplear en esta parte del modelo Grow el siguiente
método de trabajo:
Para detallar las acciones hay que pensar en el espacio, tiempo y cómo
se llevarán a cabo. Por otro lado, se recomienda analizar los siguientes
aspectos: pasos para efectuar cada acción; acciones que podrían dar
mejores resultados; recursos necesarios y cómo se conseguirán; y diseño
de indicadores de evaluación.
Esta etapa final del modelo Grow consolida la toma de decisiones en las
preguntas qué, cuándo y quién. Las acciones se realizarán a través de su
descripción exacta, evaluando las diferentes opciones del negocio.
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Si se suman estos ingredientes que proceden del modelo GROW se cosecharán
los frutos del logro de objetivos recorriendo las cuatro etapas descritas: metas,
realidad, opciones y voluntad.
El proceso de coaching se transforma, con este modelo, en un recorrido de
autoconocimiento y conocimiento, en el que las preguntas nos darán la clave
para transitarlo, de una forma radicalmente diferente y estableciendo un diálogo
fértil. Este se traduce en una mayor creatividad personal y colectiva.
De esta manera, las preguntas funcionan como una lente de aumento que
incrementa la visión sobre diversos aspectos de la realidad que se quieren
clarificar. Además, actúan a modo de zoom fotográfico: una secuencia de
preguntas comienza por lo general para ir centrándose en el detalle.
En general, son abiertas, comienzan con por qué, cuándo, cuánto/ o, cuál/es y
contienen presuposiciones positivas y potenciadoras.
A manera de ejemplo
• Will: el camino a seguir se traduce a las acciones que llevaré a cabo, como
reducir algunos de los platos que cocino, cambiar algunos alimentos y
eliminar otros de mi dieta, además de realizar un plan de control
quincenal.
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