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A LA FUERZA ARMADA NACIONAL

A los militares institucionales que aún tiene el país: 

Los venezolanos somos herederos de la lucha por la independencia encabezada por nuestro libertador Simón
Bolívar. Fieles a ese legado es nuevamente el momento de romper las cadenas que nos quiere imponer la tiranía.

Los venezolanos y el mundo pedimos un cambio urgente para Venezuela, y nosotros día a día, trabajamos para
conseguir ese objetivo. Por eso, en uso de las atribuciones que me confiere el único poder legítimamente
constituido, pero especialmente en nombre de los millones de venezolanos que sufren por la terrible acción de un
régimen tiránico, me dirijo a los soldados patriotas que quedan en la Fuerza Armada Nacional en la
conmemoración de nuestra independencia.

La institución militar debe ser el baluarte de las instituciones republicanas y factor de armonía y progreso, es por
ello que no debe estar sometida a parcialidades políticas, ni al servicio exclusivo de una persona. Debe ser motivo
de repudio que el General Vladimir Padrino López haya afirmado hoy, día de nuestra independencia, que las
fuerzas democráticas “no serán poder político en Venezuela mientras exista una FANB como la que hoy tenemos”.

Estas palabras reflejan lo que la tiranía y sus cómplices pretende de la institución militar: convertirla en los
secuestradores de la soberanía popular.

El juramento que hace cada uno de sus efectivos realiza hace de la patria el ideal más sublime de su vida y en
consecuencia asume valerosamente su defensa y desarrollo, buscando siempre tener una organización moderna,
flexible y esencialmente profesional. 

El más sagrado de los deberes militares es el amor a la Patria, el respeto y admiración constante hacia sus
Libertadores. Los militares venezolanos no pueden seguir subordinándose a un individuo acusado de narcotráfico,
que cede nuestra soberanía a oficiales y agentes de inteligencia extranjeros (cubanos y rusos) y grupos
irregulares como el ELN que atenta contra muchos oficiales y poblaciones indígenas de nuestro país.

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Ustedes, más que nadie, saben que la situación es insostenible. Hoy no tenemos gasolina, alimentos o medicinas;
los servicios públicos no funcionan; y si sumamos las consecuencias que podría dejar la pandemia del COVID a
nuestra amada patria, el escenario futuro es aterrador, pues el régimen ya no tiene la gobernabilidad sobre el
país. Por ello, el tirano pretende que los militares venezolanos sean el instrumento represor de este bando de
canallas. Ustedes no están aislados de esta terrible realidad. Muchos de sus familiares sufren las consecuencias.
Incluso, sus compañeros de armas son víctimas de la violencia y muchos otros son víctimas de injustos
encarcelamientos, torturas y hasta asesinatos, como el del capitán Acosta Arévalo. 

Tengo la convicción que a la institución militar le corresponde un papel de primer orden en la construcción de una
democracia próspera, justa y plural. Una democracia en la que podremos:

1. Honrar a la institución militar, premiando criterios de mérito, escalafón, capacidad en ascensos,


promociones y asignaciones de mando, así como impulsando la educación, eliminando el culto a la
personalidad estableciendo una doctrina acorde a las amenazas que atentan contra el desarrollo de
Venezuela.

2. Invertir los recursos necesarios para que la Fuerza Armada cuente con capacidades de primera línea, sin
compromisos irresponsables con ningún país en el exterior. Para ello es imperante la recuperación real de
sistemas de los sistemas armas, mediante un sostenido y continuo proceso logístico.

3. Atender inmediatamente a los aspectos socioeconómicos de la oficialidad, la tropa y sus familias


duramente golpeadas por la crisis que atravesamos.

4. Recuperar el monopolio del uso de las armas por parte de los soldados de la República.

5. Desalojar del país y de sus instituciones a extranjeros que han impuesto conductas ajenas a nuestro
gentilicio y que nos vinculan con los más abyectos propósitos de terroristas y bandas criminales.

6. Generar la confianza de los venezolanos en sus hombres de uniforme, como exponentes de las virtudes
ciudadanas que han permitido el nacimiento y consolidación de la nacionalidad y que nos harán sentir
orgullosos de su accionar al aportar con su esfuerzo, sacrificio y desprendimiento al desarrollo nacional.

Si triunfamos como país, en el rol que me corresponda en esa nueva Venezuela, no les quepa duda de que seré
el primero en impulsar una política pública acorde a la grandeza de nuestra Fuerza Armada.

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Soldados: Los venezolanos merecemos un país libre, un país de oportunidades, un país en el que se respete la
dignidad humana, se valore el trabajo y se fomente la solidaridad entre las personas y en que se privilegie el
interés común. Estoy consciente que es un desafío enorme, pero tenemos los mejores hombres y mujeres que
país alguno quisiera tener y dirigir tales recursos es un reto a mi capacidad y condiciones que he decidido
aceptar, pero necesito del concurso de todos Ustedes para aliviar la pesada carga que sufre nuestro pueblo.

En el día de la independencia, los venezolanos aspiran que cada uno de ustedes honre el compromiso con la
patria. Es hora de que la Fuerza Armada recupere su fortaleza institucional y el papel protagónico que la tiranía le
arrebató.

El momento de actuar es ahora.

JUAN GERARDO GUAIDÓ MÁRQUEZ

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