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Angustia-violencia

SIGNOS Jaime I. Szpilka*

R
ecorrer y construir el tema de la violencia nos implica en la
presentación de varios espacios y contextos desde los cuales
abordarla, sociales, políticos, filosóficos, etc. Pero el punto de
partida fundamental que me interesa abordar desde el psicoaná-
lisis no puede dejar de referirse a la paradoja ética y lógica que la
estructura edípica instituye en el sujeto humano.
Así nos importan ciertas reflexiones sobre el mito del génesis
acerca de la curiosa prohibición divina de comer del árbol del bien
y del mal, que, sin embargo, introducirían al sujeto en una existen-
cia ética. Ciertos cabalistas, y entre ellos especialmente Moisés de
León, citado por Ch. Mopsik en su Cábala y los cabalistas (6) (10),
insistían en que la diferencia entre lo animal y lo humano giraba
esencialmente sobre el concepto de “nada”. La nada sería, así, el
“invento” humano fundamental o, mejor dicho, la nada y lo humano
se efectúan en un mismo movimiento. La nada no tiene sino mítica-
mente una existencia previa “per se”, ya que la concepción, la crea-
ción, la conservación y la experimentación de la nada, tienen todo
que ver con la particular ética interdictiva que crea la estructura
edípica en la instauración del inconsciente. De esa instauración se
produce el radical desgarro del campo de lo natural que autono-
miza a toda significación de cualquier expresionismo naturalista,
culminando con la creación del concepto de falo. Y justamente en
esa restricción ética donde lo simbólico nace no representando a
lo natural sino produciendo a lo simbolizado “après-coup” como lo
*Jaime Szpilka
Psicoanalista titular en
que cae por efecto de la simbolización misma, se cumple el presa-
función didáctica gio de la serpiente. Ésta le había dicho a Eva que Dios no deseaba
de la Asociación
Psicoanalítica Argentina que comieran del árbol de la ciencia del bien y del mal porque,
y de la Sociedad junto a Adán, devendrían también dioses. La consecuencia es la
Psicoanalítica de Madrid
primera expulsión del paraíso. Y es justamente a partir de la crea-
jszpilka@inicia.es ción de la nada que el sujeto humano deviene en un dios, ya que

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solamente “ex-nihilo” puede comenzar a trabajo como analistas donde una y otra
crear un mundo. Distinto, en cambio, es el vez repetimos ese movimiento violento
conocimiento que se obtiene del árbol de para romper la confluencia circular entre
la vida a través del cual solamente se co- fantasma y recuerdo. Una y otra vez re-
noce de acuerdo a fines de preservación petimos la violenta expulsión del paraíso
animal natural, es decir, que se conoce desde el árbol de la ciencia del bien y del
todo porque no se conoce nada, en tan- mal para que el pasado no sea futuro rea-
to lo cognoscible no tiene merma alguna lizado y se convierta en futuro a realizarse
por mor de lo simbólico. Así no hay “homo en el tiempo infinito de una imposibilidad
sapiens” antes del “homo moralis” (9)(10), de ser (8).
ya que no hay nada para saber ni conocer Cuando Freud abandona el aparen-
antes de que se crea la ignorancia sosteni- temente perfecto edificio del Proyecto (3)
da por la nada que la ley moral del bien y para una psicología científica, se deshace
del mal introducen en la interdicción edípi- una visión simplista respecto al concepto
ca del goce pleno con lo real materno. No de naturaleza al cual los psicoanalistas
considerar la importancia de la nada como frecuentemente idealizamos como si en-
diferencia, lleva a una idealización de la contráramos en ella una materialidad on-
naturaleza (“Deus sive natura” de Spinoza), tológica firme donde aprehender y definir
a una humanización de lo animal y a una mejor al sujeto que pretendemos desve-
animalización de lo humano, muy en boga lar, su significado, su ética, su verdad, todo
en muchos desarrollos contemporáneos, el cortejo metafísico que en la fascinación
que achatan el valor esencial que desde por la presencia patente e intemporal del
Freud adquirió el Edipo como complejo ente donde reside la eternidad del ser,
nuclear de las neurosis. Si es así, la angus- oculta al mismo tiempo la epifanía del ser
tia al igual que la violencia humana tienen mismo como ente que adviene a la pre-
todo que ver, a diferencia de la agresión sencia. Es a partir de la primacía de lo sim-
animal con la institución ética. Una prime- bólico y de la ley edípica que comienza a
ra violencia, la ley que instituye el bien y el considerarse una serie de desnaturaliza-
mal, inaugura un desgarro de algo que se ciones subjetivas que implican violencia y
constituye “après-coup” como la naturale- angustia. Toda desnaturalización implica
za opuesta a la cultura y que la nada como fundamentalmente la dolorosa constitu-
diferencia impedirá para siempre conci- ción de un antes que no fue y que des-
liar, aunque por eso mismo el sujeto debe pués no puede ser, es decir, que constitu-
procurarse la creación de un mundo nue- ye la imposibilidad. Y si la violencia genera
vo frente a un mundo anterior que nunca la imposibilidad, también se ejerce como
se tuvo y, sin embargo, sujeto a constante intento de deshacerla, mientras que la an-
pérdida. Si la violencia produce ese des- gustia señala el atasco del sujeto entre lo
garrón, la angustia expresa en función de que no fue y lo que no puede ser (lo “un-
la nada que se constituye la imaginería de hemlich”), como que no puede deshacerse
un todo que tanto lo asfixia como signo de lo que no fue ni soportar lo que no es.
ambiguo del atrapamiento en la vieja mo- Recordemos la famosa frase de mayo del
rada que no puede abandonar y el nuevo 68: “sed realistas, pedid lo imposible”. Ya
mundo al que tiene que acceder, marcado Lacan, en su seminario del 21 de noviem-
ya por el dolor que experimenta por el re- bre de 1962 (5), L’angoisse, signe du désir,
cuerdo de lo perdido. Todo esto no puede nos muestra el “impasse” que se crea en
dejarnos ajenos a la violencia de nuestro Hegel en la imposibilidad a nivel imagina-

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rio que crea la violencia de desear el deseo de ser la criatura sexual animal que jamás
del otro, en el modo de concebir tanto al podrá estar a la altura de su nombre, de
otro como al objeto. Si deseo el deseo del su ley o de su ideal. Como que el simple
otro como objeto, solamente cabe que me sentimiento de si animal no basta para
ubique como objeto del otro, lo cual como certificar al ser, ya que solamente la culpa
sujeto autoconsciente me es intolerable y que surge en la fractura de la unidad nar-
de lo que solamente me cabe salir a tra- cisista imaginariamente perdida inaugura
vés de un nuevo acto de violencia. Salvo, la significación psíquica inconsciente. La
como agrega Lacan, que el otro interese a angustia tiene lugar en esa fractura donde
mi deseo en la medida de lo que le falta y se debate lo animal o lo humano, su antes
que él no sabe, y que es el único circuito natural que no fue y su desnaturalización
para poder encontrar lo que le falta a mi subjetiva que no lo deja ser. Así no puede
propio deseo. sorprendernos que los casos princeps de
Narciso es mudo sin Edipo y Edipo Freud, Hans y El hombre de los lobos, gi-
habla sobre Narciso herido (2) (9). Para re- ren alrededor de los pequeños sujetos en
cuperar a “his majesty the baby” se recons- un vínculo peligroso y fascinante con un
truye el ideal perdido en los padres en el caballo y un lobo, como representantes no
momento mismo en que sus normas y lí- solamente de la figura del padre castrador
mites sustentan la primera represión de lo sino de la animalidad con la que pleitean
que “après-coup” deviene en libido inces- en su devenir humanos.
tuosa que hay que resignar. Como que pa- Si hacer consciente lo inconsciente
radojalmente para recuperar un narcisis- insiste en establecer un saber, producir lo
mo primario, una plenitud supuestamente inconsciente insiste en una destitución, en
perdida, que antes no fue y después dejó una promesa, en una interrogación, en un
de ser, se hace necesaria una escisión psí- instante donde el agujero se crea, el es-
quica, una ignorada represión gracias a pacio se abre y la máscara cae. Se salva
la cual se recupera imaginariamente una así en esa operación ética la verdad en el
unidad perdida. Pero al erigirse el ideal lugar de su imposibilidad, sustrayendo a la
que nos humaniza, la vida ya no vale la palabra su tentación totalitaria. ¡Que lo im-
pena de ser vivida por sí misma si no tiene posible sea imposible para todos! ¡Que no
un sentido, y el sentido queda fuera de la haya un padre de la horda de la palabra!
vida misma. Lo único fuera de la vida mis- Como que toda palabra que se precie éti-
ma y que soporta al sentido es el signifi- ca tiene que sufrir el dolor de su merma.
cante, y en tanto atraviesa nuestra vida de Y es en ese difícil alumbramiento a la pa-
cabo a rabo, vivimos más para salvar nues- labra, en la violencia de ese alumbramien-
tro buen nombre y honor, trascendiendo to, donde la angustia juega un lugar en el
cualquier racionalidad natural de acuerdo cual podemos acompañar a J. Lacan como
a fines de supervivencia animal (9). siendo la única que no engaña.
Desnaturalizar al inconsciente im- Desde otra perspectiva, la promoción
plica creer en su constitución en torno a jubilosa del ser humano en su racionali-
una palabra que hace ley, tras lo cual gran dad como ser parlante, paradójicamente,
parte de la cuestión del ser se “normali- quedó destronada con la revolución freu-
za” alrededor de la culpa. Cuando el suje- diana. El porque se dice se puede decir
to queda atravesado por un nombre que vira a porque se dice hay algo que se quie-
funciona como ideal, acusa a la palabra re saber y decir que justamente por eso
tanto como es acusado por ella. Culpable mismo se nos hurta. Y la hipótesis del in-

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consciente, dando cuenta de esa pérdida, el momento mítico de la significación pri-
implica la maldición que se gesta en el ser mordial que pasa por la palabra-ley pater-
por efecto del habla. na, inaugurando la primera interdicción de
Quien no es sujeto de la palabra goce con lo real al proferir: “¡Ésta es tu ma-
nada ignora y nada tiene por saber, por lo dre!”, con lo cual comienza el intríngulis de
cual tampoco se le presenta el problema la cuestión. Porque más allá de la semán-
de la verdad. Verdad que antes de hablar tica vulgar donde ‘madre’ se refiere a una
no era, no había nada para decir ni nada cascada perceptual empírica de un mun-
para callar, pero que después de hablar do razonablemente organizado, instaura
paradójicamente dejó de ser. ¿Cómo re- la primera castración del sentido.
cuperar una pérdida de lo que nunca fue? ‘Madre’ es el primer significado que
Por eso me interesa citar al filósofo Ma- da la razón de lo que toda significación
nuel Cruz que refiriéndose a su maestro implica, ya que todas las interrogaciones
Emilio Lledó en su 80 cumpleaños titula del después refieren monótonamente la
su elogio “Todo cuanto ignoro lo aprendí misma interdicción de goce con lo real,
de él”, enfatizando que la exhortación ilus- una negatividad y una ausencia en el lugar
trada al saber, el grito moderno de guerra de la cosa significada del mundo, un sen-
kantiano “sapere aude”, de manera nece- tido que no se agota en ninguna cosa de
saria tiene un reverso, atrévete a ignorar. lo real. Y por eso el júbilo tautológico “tu
Porque en el comienzo no hay silencio, no madre es tu madre” del porque se dice, se
hay nada, sino un insoportable ruido que puede decir, se vela en la institución del
hay que saber silenciar y anonadar. Aquí porque se dice no se puede decir. Aquí
me interesa discriminar el vacío como rui- yace el motor de la interminable búsqueda
do físico y la nada como efecto legal. del sentido de la vida, que se persigue her-
La herida narcisista se produce como menéuticamente (Heidegger, Gadamer,
paraíso perdido “après-coup” que nunca Ricoeur), que se quiere conformar a las re-
se tuvo, excavada sobre el fracaso del sig- glas empíricas de la lógica positivista (Wi-
nificado que no puede agotar su sentido ttgenstein, Carnap, etc.), o que finalmente
en lo real. Desde esta perspectiva, se con- se quiere ignorar en las deconstrucciones
sidera la instauración ética del inconscien- posmodernas (Derrida, Lyotard, etc.).
te y su fundamento en torno a la estruc- En este momento inaugural, lo re-
tura edípica que inaugura la esencial des- primido queda postulado como un bien
naturalización subjetiva. Es lo que Freud “natural” articulado a un mal moral, mien-
considera como identificación primordial tras que el bien moral queda unido a lo se
con el padre de la prehistoria personal, considera como un mal natural. Se crea,
identificación primaria “vera” que conminó así, una paradoja lógica y ética donde,
al sujeto a ser otra cosa que el ser biológi- en torno a la ley del Edipo, se constituye
co u ontológico que fue, deviniendo sujeto un bien en el mal y un mal en el bien. La
humano de los ideales de la cultura, y que discriminación que el alemán hace entre
dice que lo humano es ser lo que no se es “Gute” y “Wohl”, lo bueno moral y lo bue-
y no ser lo que se es. Como que se identifi- no en función de lo placentero y agrada-
ca al sujeto que antes no fue y después no ble, el bienestar, y entre “Böse” y “Weh”,
puede ser, con quien le muestra la direc- lo malo moral y lo malo en función de lo
ción de su deseo como realización imposi- displacentero y desagradable para el su-
ble (“así como yo has de ser”; “así como yo jeto, su malestar, es altamente fecunda y
no has de ser”). Y aquí es esencial señalar apoya la sutil distinción kantiana tanto del

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bien como del mal, fundamentados por un de la imposibilidad, castración, silencio de
lado en una empiria subjetiva basada en la pulsión de muerte, o se subvierte en
el placer y el dolor; por otro lado, en un omnipotencia, haciendo ruido a través de
objeto formal “a priori” que permite una un acto de violencia. Cuando la impoten-
universalidad soportada por una ley gene- cia no deviene imposibilidad deviene vio-
ral. Sólo en la concepción freudiana del lencia, lo que finalmente logra, igual que
Edipo, “Gute” no se desprende de “Wohl” y el niño que destruye su juguete, quedarse
“Böse”, no sigue linealmente a “Weh”. Hay solamente con el vacío de la cosa.
un entrecruzamiento radical que culmina Podríamos pensar que la pulsión de
en todo lo contrario, ya que todo lo que muerte es la consecuencia de la asunción
se relaciona con el “Wohl” del sujeto va ética que la estructura edípica introduce
acabar articulándose con “Böse”, y todo lo en la subjetividad. Más allá del principio
que se relaciona con el “Weh” del sujeto va de placer, es más allá del principio de pla-
acabar articulándose con “Gute”. Así, en el cer en conjunción con el bien natural del
momento de interdicción edípica, lo bue- sujeto. En el célebre apartado V de “Más
no y lo malo ligados a una experiencia em- allá del principio de placer”, insiste Freud
pírico-natural sufre la radical subversión en que todas las formaciones sustitutivas
de que todo el aparato de placer-displa- y aun todas las sublimaciones, no basta-
cer cae bajo el peso categorial de la ley. La rían para cancelar la tensión pulsional, y
paradoja de un bien en el mal y un mal en la constante diferencia entre lo esperado
el bien, abre la vía fecunda para una ética y hallado engendra el famoso factor pul-
subjetiva más allá de la moral natural con- sionante que no admite ningún aferra-
vencional de lo bueno y de lo malo, dan- miento a lo establecido, sino que acicatea
do lugar a una constante elección entre el hacia delante sin ninguna domesticación
bien moral o el bien natural, y el mal moral y sin meta ni clausura. Hacia atrás no hay
o el mal natural. Con ello se abre la puerta vuelta posible por obra de la represión
tanto a las grandes gestas heroicas como y hacia delante la realización es siempre
a las mayores perversiones de la humani- asintótica. Es la imposible realización de
dad (10). una diferencia insoluble, que sostiene al
Se originan muchos malentendidos deseo como perenne. La violencia estalla
en la relación entre pulsión de muerte, cuando, en lugar de soportar la diferencia
agresión y destructividad. El que haya una como causa, y deseo es siempre diferen-
imposible satisfacción, un resto pulsional cia, se apunta a la anulación de la diferen-
constante, nos da cuenta, en última ins- cia con el objeto meta. Se busca, así, la in-
tancia, de la impotencia del sujeto frente diferencia que finalmente culmina con la
a lo real. Lo que antes no fue y después ruptura del orden simbólico.
no puede ser, no puede ser abarcado ni La pulsión de muerte no es lo puro
aprehendido ni gozado. La pulsión de desligado sin más, sino lo que apunta a
muerte en sí misma no es ni violencia ni desligarse en función de la ligazón, que in-
tendencia efectiva hacia la muerte biológi- siste en perpetuar la diferencia para siem-
ca, sino el modo que en el sujeto humano pre jamás entre lo esperado y lo hallado.
se presenta la negatividad implicada por También podríamos definir a la pulsión de
el significante (4). El sujeto atravesado por muerte en la conjunción del goce fálico
lo simbólico tiene más bien con lo real con la cosa, como una de las figuras del in-
una relación desesperada, y la impotencia cesto. Así podemos entender que el sujeto
frente a lo real o culmina en la aceptación humano viva por algo distinto que la vida

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misma y que su plegamiento moral, acatar norma y el sentido común califican como
la diferencia, esté siempre, además, atra- tal. Vimos cómo el falo juega un rol central
vesado por una elección ética que plantea en la emergencia de la significación, como
un precio a pagar por no acatarla. Así, de boya inconsciente de todo decir, en tanto
la imposible repetición de un mítico haber todo decir se sostiene solamente sobre la
sido, se pasa a la repetición de lo que nun- falta que el falo sostiene en su imposibili-
ca fue, nunca es y nunca podrá ser (10) (8). dad, manifestando la imposible referencia
No tomar al inconsciente como ór- natural, inyectando sentido y sin sentido a
gano natural es lo que hace al psicoaná- la significación, rescatándola de su tauto-
lisis irreductible a cualquier alianza con logía objetivante: “Mi madre es mi madre”,
las neurociencias o a cualquier otra con- que mata la dialéctica entre el significa-
cepción naturalista sobre el sufrimiento do, el sentido y el sin sentido. Pero si esa
humano, que sólo apunta al sujeto animal función se trastoca, en lugar de ser mar-
de una preservación racional a fines de ca de la imposible articulación, adquiere
supervivencia. Justamente porque apunta referencia a una plenitud que solamente
a que el sufrimiento humano se constitu- destaca como índice de una naturaleza
ye en el nudo de la paradoja ética y lógica bruta, “hay o no hay falo”, como que si lo
que trama nuestra existencia. Es en esa hay no falta nada y que si falta puede ha-
identificación mínima con la prescripción berlo. Y ese desfallecimiento del falo como
de la ley, en esa hiancia entre significa- significante de la falta tanto aparece en la
do y sentido sostenida por el falo como estructura perversa como en toda expe-
lo imposible, que se establece al mismo riencia traumática grave en el campo de
tiempo un ordenamiento entre el bien y la sexualidad. Si el falo no vela, se produce
el mal moral, y el bien y el mal natural que un grave defecto en la desnaturalización
permite una estructuración y discrimina- subjetiva, por lo que en sus múltiples fi-
ción entre preconsciente e inconsciente guraciones imaginarias y reales juegue un
y entre el Yo y lo reprimido, solucionando papel tan preponderante en el escenario
parcialmente el conflicto insoluble de la de la perversión. Escenario que ya viene
paradoja lógica y ética que nos atraviesa. dado por la perversión estructurante en la
No en vano, Freud insistía en que la neu- articulación del goce con la ley: “Mi padre
rosis era el negativo de la perversión. En me pega, mi padre me ama” (9).
la perversión vera, cuyo núcleo esencial Junto a esta falla, se desarticula y se
es siempre el sadomasoquismo, el sujeto desautoriza al inconsciente como órgano
deviene un ateo del inconsciente. Si no se ético, y la ley moral, lo “Gute” que implica
cree en la mítica palabra del padre: “¡Ésta siempre un “Weh”, el silencioso pesar del
es tu madre!”, se trastoca la relación con lo desgarro de lo natural, deja de diferenciar-
real, fracasa la interdicción y falla el pasaje se de lo “Böse”. Al fracasar, la desnaturali-
del estatuto del instinto a pulsión. Se pro- zación subjetiva y creer que se sigue una
duce una vanagloria del naturalismo, un ética natural no se discrimina adecuada-
hipernaturalismo que deshace la “perver- mente la paradoja de un bien en el mal y
sión” normalizante que implica la interdic- de un mal en el bien; deja de funcionar lo
ción del goce en lo real, y la entrada en el que debería ser un puro “Weh” de una ne-
universo de lo imposible donde imperan gatividad en silencio, de un todo imposible
el significado, el sentido y el sinsentido. en la positividad limitada del principio de
Como que se denuncia violentamente que placer, y la conjunción entre sufrimiento
no hay nada menos natural que lo que la y goce hace estallar el más allá del prin-

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cipio de placer en lo placentero, se goza salir del “impasse” de un relativismo ético
sufriendo y haciendo sufrir, y se sufre go- insoluble. Alain Badiou (1) también lo exi-
zando, hay un bien, el mal, y un placer en ge desde el campo de la filosofía a tenor
el displacer que se realizan. Como si se im- de la decepción de las ciencias humanas,
pusiera el nietzschiano más allá del bien y del descalabro de las grandes empresas
del mal, la pulsión de muerte deja de labo- colectivas que llevarían a una supuesta
rar en silencio y tiene lugar la gran orgía emancipación y que resultaron un fracaso
sadomasoquista. en el respeto de la singularidad y contra
El desfallecimiento del falo como sig- la barbarie de lo inhumano, y finalmente
nificante de la falta produce, además, una frente a la reaparición de las pasiones re-
confusión entre poder performativo y po- accionarias, religiosas y racistas.
der legal, tan bien ilustrado por el chiste Podríamos proponer, entonces, que
del señor que orina a la vista de todos en la violencia legítima debería, siguiendo al
Hyde Park y que, increpado por el “bobby” estilo de las máximas kantianas, implicar
de que eso no se puede hacer, contes- un nuevo paradigma ético, una ética del
ta burlonamente: “¿Y cómo yo puedo?”. no-todo (no el sacrificio de querer al pró-
Esta confusión es lo que otorga al acto jimo como a sí mismo) que consiste en no
perverso ese matiz hiperrealista, como si colocar en el otro el propio dolor de existir,
la realidad despojada o trastocada de su ni la falta en ser que surge de la constitu-
elemento simbólico emergiera como un ción de lo imposible. Y la única razón ética
exceso monstruoso que la convierte en que como psicoanalistas podríamos tener
extraña y bizarra, como si resaltara una frente al sádico, al torturador, al fanático,
naturaleza imposible que antes de la sim- al asesino, etc., es que imputar al otro ese
bolización no fue y que es forzada violen- dolor de existir y esa falta en ser los des-
tamente a ser cuando después no puede tituye de su condición humana. Esta máxi-
ser, cobrando un matiz estético y siniestro ma implicaría quitar a la ética cualquier re-
“Unheimlich”, un desvelamiento excesivo manente narcisista donde pudiera caber
de los cuerpos en una monotonía porno- la sospecha de revertir en el propio sujeto
gráfica donde no se distingue lo vivo de lo el bien realizado en el otro, ignorando al
muerto. Es la hiperrealidad monstruosa inconsciente. ¿Habrá, entonces, una sub-
que se experimenta, por ejemplo, cuando versión que permite una trasgresión crea-
se visita el campo de exterminio de Aus- tiva y que llamamos sublimación, donde
chwitz (10). se puede jugar con la ley sin destruir su
Claro que nos queda la difícil pregun- esencia? Esa es la nobleza del deseo, que
ta de si toda violencia es perversa, si no sin realizarse en la imposible vuelta atrás
hay violencias legítimas. Solamente desde ni en ninguna meta hacia delante, marca
una ética natural, se puede ubicar al mal con su “esto no es” a la diferencia perenne
en una determinada tendencia pulsional, como objeto de su causa y, por lo tanto,
ya que desde la paradoja que explicita- propende la transformación.
mos, la dirección de la cura siempre debe La angustia es señal del sujeto en
tener en cuenta al mal en función de un “souffrance”, entre el antes que no fue y el
otro inconsciente. Y, sin embargo, necesi- después que no puede ser, y en su atas-
tamos construir una ética mínima radical co deja de circular como lo que un signifi-
que pueda emanar de la ley edípica para cante representa para otro significante. La
atravesar la paradoja ética del bien en el violencia es el intento de deshacer la im-
mal y del mal en el bien, que nos permita posibilidad, y en su versión perversa fuer-

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za la marcha hacia atrás o hacia delante, para una comprensión diferente del signi-
transformando en meta al objeto causa ficado, la ética, las pulsiones y, por ende,
del deseo en la suposición de que si no la concepción del inconsciente en general.
hay prohibición desaparece la imposibili- Dentro de este marco, se intenta un reco-
dad; aunque finalmente, en la ruptura de rrido sintético para poder reflexionar so-
la diferencia, se termine encontrando con bre dos fenómenos singulares: la angustia
el vacío de la cosa. y la violencia. Para eso importa sostener
Si el inconsciente es un órgano ético, a ultranza el valor de lo que Freud deno-
nuestra tarea es promover y sostener la minó el complejo nodular de las neurosis,
experiencia de lo imposible, experiencia porque es la estructura del Edipo, la que,
que se reduce en los intentos cada vez en última instancia, implica la verdad de la
más actuales de humanizar a lo animal o verdad como falta, y asegura la instaura-
de animalizar a lo humano. Como si con ción de lo imposible.
el afán de una supuesta armonía y per-
fección natural se buscara una cada vez Bibliografía
mayor adecuación del sujeto a su objeto,
a la verdad como correspondencia y ade- Badiou, A. La filosofía otra vez. Errata Natu-
cuación, a la verificación como “Eureka” rae: Madrid.
del encuentro perfecto de la razón con la Freud, S. Introducción del narcisimo. Vol. XIV.
verdad, y a la creencia de que, a través de S.E.
la ciencia moderna, por ejemplo, las neu- ________Proyecto para una psicología. Vol. I. S.E.
rociencias, se podrán realizar los mitos del Juranville, A. Lacan y la filosofía. P.U. 1984.
ser del saber y de la objetividad. Como si París.
se quisiera suponer que el incesto es po- Lacan, J. Seminario del 21.2.1962. Du Seuil.
sible. De allí que se hace tan importante París.
sostener que la esencia de lo psicoanalí- Mopsik, Ch. Cabala y Cabalistas. Albin, Mi-
tico pasa por poder insistir en el valor de chel. 2005. París.
lo que Freud denominaba el complejo no- Szpilka, J. Deseo de Filosofía, deseo de psicoa-
dular de las neurosis, porque la estructura nálisis. Rev. APM-65.12. Madrid.
del Edipo es, en última instancia, la verdad ________La cura psicoanalítica. Tecnipublicacio-
de la verdad como falta y la que, por ende, nes. 1988. Madrid.
constituye lo imposible (11). ________Creer en el inconsciente. Síntesis. 2002.
Madrid.
Resumen ________La razón psicoanalítica, una razón edí-
pica. Mentecata. 2014. Madrid.
Freud, a través de sus sucesivas desna- ________Reflexiones sobre la angustia.
turalizaciones subjetivas, creó las bases RUP.114.2012. Montevideo.

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