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Kayser, W. (1954). Introducción. El objeto de la ciencia de la literatura.

Concepto e
historia de la ciencia de la literatura. En Interpretación y análisis de la obra literaria (pp.
15-31). Madrid: Gredos.
El ..sbjcto de la ciencia de la literatura 15

EL OB.ffiTO DE LA CIENCrA
DE LA LIT B R A T U R A

Hay ciencias que son correlativas a un determinado circulo de


objetos. Por ejemplo: todo lo que pertenece al mundo de los soní-
dos está incluido- en la ciencia acústica. Hay. en cambio, objetos
que caen dentro del campo de acción de diversas ciencias. Un
rosque puede ser objeto de la botánica. de la geografía, de la eco-
Oo.."mía nacional. etc. La unidad de cada ciencia está, pues. consti-
tuida por una perspectiva especial.
La ciencia de la literatura parece indicar su propio objeto con
el término literatura. Pero ¿qué quiere decir "líteratura"? De
acuerdo con el significado de la palabra, abarca todo el lenguaje
escrito. Es innegable. sin embargo. que hay también otras ciencias
que tienen por objeto. en su totalidad o en gran parte, textos "lite-
ranos". Más aún: un texto jurídico o religioso. un diccionario. una
carta comercial. etc., no pertenecen, evidentemente. al número de
los objetos de la ciencia de la literatura. Por otra parte, si esta cien-
cia posee objetos propios y no está constituida sólo por perspectí-
\'3.S especiales y homogéneas, estos objetos tienen que formar un
grupo más restringido dentro de la "literatura". El siglo XVIII deli-
mitó claramente uno de estos circulas. al que denominó "poesía";
:1 verso marcaba la línea divisoria. y el que hacía versos era vate
o poeta, Todavía Schiller llamaba al autor de novelas "medio her-
m3.DO" del poeta. Peró en el siglo XVIII se acumulaban también du-
das acerca de si el verso era un verdadero criterio. si sería capaz
de distinguir la producción poética de la no poética. Para los ro-
minticos alemanes, las leyendas y las novelas son los géneros "poé-
ticos por excelencia". y SheUey formula esta Crase: "The disunctíon
bctwccn poets and prose-writers is a vulgar error". Realmente, en
la actualidad. para nosotros. prosistas como Flaubert, Dickens,
Kcllcr, Gabriel Miró. E~ de Queiroz. etc.• se emparejan con los
autores de versos. Que un drama esté escrito en verso o en prosa
nos parece, con razón, indiferente para su esencia como obra poé-
tica. Sería absurdo reconocer cualidades de obra poética sólo a la
versión de' Lphigenie, de Goethe, escrita en verso, negando para
16 Introducción
siempre el título de poema al Freí Luiz de Satis". porque su autor.
después de algunas dudas. se decidió por la prosa; o dividir las
comedias de Moliere en un grupo poético y otro apoético, o también,
en el caso de Shakespeare, eliminar parte de las escenas. Gran
parte del público de un teatro ni siquiera nota si un drama se re-
presenta en verso o en prosa (esto ocurre tanto por culpa de quien
lo escucha como de quien 10 representa). En cambio. no podemos
considerar auténticos poemas obras eruditas versificadas, como De
rerum natura, de Lucrecio, las crónicas rimadas de la Edad Media
o los ensayos en verso. A partir del Romanticismo, los términos
"poesía" (Dichtung} y "poeta" (Dichter) han sufrido una gran evo-
lución en su significado intrínseco, por un proceso mucho más
rápido en las lenguas germánicas que en las románicas. Las obras
poéticas en prosa o en verso están muy próximas entre sí, mien-
tras que, para nuestra manera de sentir. se hallan totalmente ale-
jadas de un texto jurídico o científico. Para marcar la Unea divi-
soria no basta que unas obras sean producto de la fantasía y otras
no. También el hombre de ciencia necesita fantasía, y ¿quién
osará afirmar que la fantasía de un historiador es verdaderamente
inferior a la de un poeta que escribió una novela histórica o reela-
boro un tema literario ya muchas veces tratado?
Por este camino es imposible formular un criterio que permita
la delimitación de un círculo más estrictamente "literario". Para
conseguir esto, hay que partir del siguiente principio: (todo texto
literario (en el sentido más amplio de la palabra) es un conjunto
estructurado de frases, fijado por símbolos. Las frases. alineadas
unas tras otras en el texto de los ejercicios de una gramática para
el estudio de cualquier regla, no forman un conjunto estructurado;
por 10 tanto, no constituyen un texto literario.
E] conjunto estructurado de frases es portador de un conjunto
estructurado de significados En la naturaleza de la lengua reside
la posibilidad de que las palabras y frases "signifiquen" algo. Pero
llegamos al punto en que se revela la particularidad del texto lite-
rario-poético.
"Es una tarde serena"... esta frase, podríamos considerarla, tal
vez. C9g.l0. parte de una conversación banal entre dos personas
que hablan del tiempo y de lo que van a hacer. Los significados
El objeto de la ciencia de la literatura 17
se refieren. en este caso, a realidades que existen independiente-
mente del ttuc habla. (Realidad, aquí, no indica sólo objetos
perceptibles sensorialrnente, sino también nociones abstractas y obje-
tos ideales del lenguaje matemático. como punto, línea, triángu-
lo, etc), En nuestro ejemplo se trata de hechos absolutamente rea-
les: hoy, en este día, la tarde está serena. Sin embargo, si leemos
estas palabras en el punto en que están insertas, es decir, como
primer verso de una poesía de Zorrilla, debemos interpretarlas
de forma totalmente diferente, so pena de falsear su sentido. Los
significados de las palabras no se refieren a hechos reales. Al con-
trario. los hechos adquieren aquí un no sé qué de extrañamente
irreal: al menos, una existencia peculiar, absolutamente diversa
de la realidad. Los hechos o, mejor diríamos. la objetividad (que.
naturalmente. abarca también seres. sentimientos, acontecimientos)
existe sólo como realidad evocada por estas frases poéticas. Las
frases del poema tienen la capacidad de provocar su propia obje-
tividad. Acerca de la tarde del día tal o cual podemos hacer innu-
merables observaciones. La objetividad en aquel verso está cons-
tituida por las frases que la producen, y la ligazón en este caso es
tan estrecha que el mundo del poema sería totalmente diverso si
alterásemos lo más mínimo en el lenguaje, por ejemplo la colo-
eación de las palabras. el ritmo. el sonido, la medida del verso.
Logramos así dos criterios para distinguir. dentro de la "litera-
tura' en su acepción más amplia, un círculo más estrecho. Son
estos: la capacidad especial que tiene el lenguaje literario para
provocar una objetividad su; generis, y el carácter estructurado
dclconjunto, por el cual 10 "provocado" se torna una unidad. To-
do cuanto en aquella poesía de Zorrilla ha de surgir aún queda
dentro del horizonte trazado por el primer verso.
El circulo así delimitado puede designarse con una expresión
usada desde hace mucho: "Bellas letras" (Be/les Lettres), En eier-
[OS casos es difícil trazar la línea. divisoria, Aunque reconozca-
mos francamente esta dificultad y admitamos que es fácil la inva-
sión de una zona por la ptra (¿cuántas veces no sustituimos la
imagen que conservamos dcc.un paisaje. de una ciudad. por la
imagen que nos sugiere la obra?, y ¿quién no ha leído alguna vez
una poesía como si fuese escrita expresamente para su situación
INmtPRF.TACIÓS - 2
18 Introducción
en aquel momento?) esto no quiere decir que sea ilícito hablar
de las Bellas Letras como de un círculo especial. En cuanto al
verso. que hubo de ser destronado como criterio exterior. se le
ha restituido toda su dignidad. Sus innegables afinidades con las
Bellas Letras se explican por energías peculiares del verso. que
ayudan a provocar una objetividad especial. En el primer verso del
poema de ZorriUa vemos cómo el ritmo. la medida y la cadencia
colaboran en la construcción y caracterización del mundo poético.
Es. pues. legítimo afirmar que las Bellas Letras son el objeto
especial de la ciencia de la literatura. y que, frente a los otros tex-
tos. este objeto se presenta como algo suficientemente diferenciado.
Contra este punto de vista han surgido algunas objeciones. El
más apasionado defensor de una delimitación más restringida del
objeto es el filósofo italiano Benedetto Crece, que nos expone con
gran claridad sus ideas en la obra La Poesia. lntroduzione al/a
Critica e Storia del/a Poesia e della Letteratura. Croce separa rigu-
rosamente la poesía de la literatura. La "espressione letteraria" es
un fenómeno de la civilización y de ia sociedad. lo mismo que la
cortesía. Consiste en la armonización de las "espressioni non poe-
tiche" (como "le passionalí, prosastiche e oratorie o eccitanti") con
la "espressione poética", La literatura no posee, pues, sustancia
propia; es simplemente la hermosa vestidura de 10 sentimental-
subjetivo. de lo discursivo, de lo recreativo y de Jo instructivo: las
cuatro clases de literatura admitidas por Croce. Podríamos aceptar
esta clasificación. Sin embargo. quedamos sorprendidos al conocer
todo lo que. según Crece, no pertenece a la Poesía y está separado
de eUa por un abismo. Entre los excluidos no figuran sólo orado-
res. científicos, y.. sobre todo. historiadores; aparecen también Ho-
racio, Fielding, Seott, Manzoni, Victor Huso. Schiller con su Gui-
llermo Tell, Os Lusiadas, Byron, Musset, Moliere. En ninguno de
ellos se manifiesta, según Croce, el fenómeno poético (o sólo se
manifiesta parcialmente). y, por 10 tanto. son ignorados por la
Critica e Storia della Poesia.
Pruébase así que las manifestaciones de Croce sobre lo literario
por un lado y lo poético por otro (identidad del contenido y de la
forma. expresión de la completa humanitas, intuición de lo particu-
lar en lo universal y viceversa. sumisión a la belleza una e indivi-
El objeto de la ciencia de la literatura 19
sit-lel no son suficientes para determinar infaliblemente a qué clase
pertenece una obra. En Croce parece ser su receptividad especial
para el lirismo la determinante de sus juicios. Y así. todos los pa-
sajes de una obra que sean puntos básicos de la estructura, por
esto mismo incurren. a priori. en la sospecha de apoéticos, (En
cambio, para nosotros la estructura es una cualidad esencial de las
bellas letras.)
Sea como fuere. no nos parece lcgíttmo excluir de entre los ob-
jetos de la ciencia de la poesía a Moliere. Os Lusiadas, Fielding,
Horacío, etc. Y, para separar las producciones escritas por histo-
riadores, científicos y oradores. basta el ya mencionado criterio:
que las bellas letras producen su propia objetividad.
Es vasto el ámbito de las bellas letras, Así se evita la situación
a que llegó Croce, movido por SU actitud. Pudiera decirse que,
después de escritos los libros sobre Dante. Ariosto, Gocthe, la poe-
sía española, etc., la Critica e Storia del/a Poesía ha llegado a su
termino y tiene que esperar la aparición de nuevos poetas. POI
otra parte, atribuir tan vasto ámbito a las bellas lctras no implica
~I que toda la materia que comprenden pertenezca a la misma cate-
goría. Persiste una diferencia entre Poesía y Literatura, y la orien-
tación de Crece y su clasificación de la literatura nos parece exce-
~me como base para una diferenciación más rigurosa.
Si. además. hemos comprobado ya que los términos de "poe-
sia' y "poeta" no están delimitados en su significación por el
-·.erso", tenemos que añadir ahora, como conclusión positiva. que
su nueva significación está determinada por el horizonte de su ca-
tegoría. Poeta y poesía se han convertido en nociones valorativas.
Es indiscutible que en la poesía surge la esencia poética en su más
iatrmsece pureza. No es posible, sin embargo. trazar con nitidez
las líneas que separan la Poesía y las bellas letras y no podemos
indicar ninguna particularidad ontológica que nos permita deli-
mitar la Poesía como área aislada.
Algunas historias de la literatura parecen estar en contradicción
con nuestra determinación del objeto de la ciencia de la literatura.
En 13 Histoire de la littérature [rancalse de lanson encontramos
capitulos sobre filósofos. oradores. historiadores. El motivo de esta
inclusión fue la calidad artística de los textos tratados, que se aproo
20 Introducción
xirnaban a las "bellas letras". La Cambridge History 01 English
Literature va todavía más lejos. Abarca conscientemente "the li-
terature of science and philosophy, and that oí polítics and eco no-
míes ...• the newspaper and magazine ... domestic lctters and street
songs: accounts of travel and records of sport". Si los autores han
admitido la noción de "literatura" en su sentido más amplio. o si.
penetrados de la convicción de que las bellas letras son un fenó-
meno social e histórico, dan también indicaciones sobre la tierra
en que hunde sus raíces, es cuestión que dejaremos en suspenso.
Trátase aquí. en primer lugar. de cómo debe ser escrita la historia
de la literatura, problema que podemos reservar para otra ocasión.
Además, la contradicción al determinar el objeto es s610 aparente.
Estos autores no tocan el área particular de las bellas letras, y di-
fícilmente pondrán en duda que sean éstas el objeto propio de la
ciencia de la literatura. Nosotros, sin embargo, reconocemos que,
además del objeto propiamente dicho de la ciencia de la literatu-
ra, existen ciertos problemas histérico-literarios que llevan necesa-
riamente a la inclusión de otros objetos.
El más importante de estos objetos es la figura del poeta. Por
principio debemos subrayar que el poeta no es inmanente al texto
literario; que, para comprender la obra, no es imprescindible co-
nocer bien al autor. El poeta no está incluido en el objeto de la
ciencia de la literatura. ~sta no necesita desistir de su trabajo, ni
debe la historia de la literatura abandonar la pluma. cuando se
trata de cuentos de hadas. canciones poputares y otras obras de
origen anónimo o colectivo. Debemos acentuar esta separación con
toda nitidez, en oposición a una teoría ya en desuso que unfa al
poeta con el texto de modo inaceptable. Había casos extremos en
que, olvidando el texto como verdadero objeto de la ciencia de la
literatura, se dejaba a un lado la obra realizada lingüísticamente
para apreciar "la obra en el alma del autor": era ésta la que el lec-
tor debía reproducir en sí, y la crítica literaria estaba llamada a
reconstruirla en su máxima pureza. Esta teoría, divulgada a fines
del siglo pasado. aún tiene adeptos en trabajos de fecha más re-
ciente. Por ejemplo. en su obra La Biographie de I'oeuvre litté-
raire. Esquisse d'une méthode critique, Pierre Audiat nos dice:
"Elle (l'oeuvre) représente une période daos la vie de l'écrivain,
Concepto e historia de la ciencia de la literatura 21
période qu'on pourrait A la rigueur chronométrer... L'oeuvre est
esscntiellement un acte de la vie menta le.,." {Pág. 39 Y ss.).
La liberación de esta interpretación psicologista se la debemos
también a la fenomenología.
los dos trabajos más importantes de estos últimos tiempos para
la determinación del objeto de la ciencia de la literatura y de la
esencia de los textos literarios pertenecen uno al investigador po-
laco Roman Ingarden, discípulo del filósofo Husserl: Das litera-
rische ~Kunslwerk, y el otro, a Günther Müller: tlber die Seins-
weise VOIl Dlchtung, (Otros trabajos recientes se indican en la bi-
bliografía, al fin del libro.)
Si la obra poética como tal constituye indudablemente el obje-
to central de la ciencia de la literatura, no podemos, sin embargo.
dejar de admitir en una zona más vasta en tomo a ese centro las
cuestiones referentes al origen, fuentes, génesis. actuación. influen-
cias y significado con relación a corrientes. épocas, etc.; especial-
mente las cuestiones que nos llevan al poeta y que de él se ocupan.
Así nos aproximamos al concepto de la ciencia de la literatura y
sus ramificaciones.

CONCEPTO B HISTORIA D'E LA


CIENCIA DE LA LITERATURA

Este libro quiere ser una iniciación al trabajo de la ciencia de


la literatura. No se propone estudiar o presentar una obra deter-
minada o un determinado poeta, ni una época o un género literario
en sus peculiaridades. Aunque no falten ejemplos prácticos. éstos
sirven solamente para ilustrar una forma de trabajo o determinadas
nociones básicas, generales. El conjunto de las cuestiones teéri-
cas o. si nos es dado emplear una palabra de mayor responsabili-
dad. su sistema, es 10 que constituye la ciencia de la literatura.
Como ciencia viva, su sistema no conoce límites ; bien 10 demues-
tran las modificaciones que ha sufrido en los últimos decenios.
Además, toda obra reciente de importancia trae consigo una mo-
dificación. Quien quiera penetrar en la ciencia de la literatura no
espere ser conducido de la mano por un guía experto, por cami-
22 Introducción
nos seguros. hacia metas fijas. Tan pronto como penetre más pro-
fundamente en el estudio y en la investigación. será invitado in-
cesantemente a tomar una posición propia y a decidir; no pocas
veces se verá asaltado por dudas acerca de la utilidad de los ca-
minos seguidos hasta entonces y no sabrá con certeza si ha cense-
guido avanzar bastante ni si lo ha hecho en la dirección debida.
Una parte muy importante de las cuestiones teóricas es la que se
refiere a la esencia de la obra poética.
Teniendo en cuenta que la poesía. como ya hemos hecho notar.
se caracteriza como potencia especial del lenguaje. su investiga-
ción y estudio constituyen una parte de la ciencia lingüística. La
ciencia de la literatura y la ciencia lingüística están íntimamente
unidas. En la práctica se ha producido realmente una separación.
y la especialización ha seguido acentuando la unilateralidad. Esta
evolución. sin embargo, no está de acuerdo con las cosas. y perju-
dica a la eficacia del trabajo. El historiador de la literatura tiene
que poseer sólida cultura lingüística, incluso cuando se dedica al
estudio de obras escritas en su lengua materna. y el lingüista
ganará mucho investigando el lenguaje donde éste vive con más
intensidad. es decir. en la poesía.
Las tentativas para determinar la esencia de la obra poética no
son características del pensamiento moderno. La Poética de Arís-
t6teles es uno de los primeros grandes monumentos de la refle-
xi6n sobre la esencia poética. Sólo la conocemos por algunos frag-
mentos: no obstante, ha ejercido gran influjo sobre otras muchas
tentativas posteriores. El que se ocupe de la esencia de la tragedia.
aún hoy se verá obligado a acudir a Aristóteles. Siguiendo, pues.
su ejemplo. llamaremos Poética a la parte de la ciencia de la lite-
ratura que intenta abarcar la esencia de la poesía y de las obras
de arte poéticas. Más adelante veremos cómo puede dividirse en
determinadas zonas de problemas. En todo caso. representa el
círculo más interior de la ciencia de la literatura.
Hemos citado la Poética de Aristóteles como uno de los prime-
ros monumentos de la ciencia de la literatura. En la época roma-
na destaca especialmente la obra de Horado Epistula ad Pisones.
que. a partir de Ouíntiliano, se conoce por el título De arte poetica.
Estas dos obras. además de otras. como Orator, Panitiones, To-
Concepto e historia de la ciencia de la literatura 23
pica, de Cicerón; la Rhetorica ad Herennium; la lnstitutio Ora-
toria de Quintiliano, etc., influyeron en los esfuerzos teóricos de
los humanistas y, más tarde, en los pensadores de los siglos XVll Y
XVIlI. Debido al espíritu especial predominante en estos siglos, to-
dos los esfuerzos realizados en el terreno de la Poética se hicieron
siempre con la idea de encontrar leyes firmes que sirviesen de
orientación a la poesía. Las Poéticas de esta época eran normati-
vas y exigían que la práctica se sometiera a sus normas.
Así, pues, quien se ocupe de la poesía de aquella época, para
su completa comprensión tiene que conocer estas Poéticas, que son
a la vez jalones en la historia de la ciencia de la literatura. Sena-
lamas algunas de las más importantes, comenzando por obras que
se refieren a las poéticas de la Edad Media;
B. Faral, Les Arts poétiques du 12t et 13t si~cle. París, 1923.
H. Brinkrnann, Zu Westn 11M Form mittelalterlicher Djchtung, Halle, 1928.
C. H. Haskins, Studies in medieval culture. Oxford, 1929.
O. Bacci, Lo Critica Letteraria (dCllr Anlic!Jila classtca al Rlnascimento],
Milán.
H. Glunz, Die Llterariisthetlk des Millelalters. Bochum, 1937.
E. R. Curtius, ZlIr Lituarlistlletik des Mitteialters. Zeitschr. f. romano Philol..
1938.
Idem, Dichtung IInd Rhetorik im Mittelalttr. Deutsche Vierteljahrsschr. f.
Geistessesch. u. Literaturwiss, 1938.
ldern, Europiilsche Literatur ufld lateinisches Mittelalltr. Berna, 1948.
August Buck, ltallenlsch« Diclllungslellren. Teíl l. Yom Mitttlalter bis zum
Ausgang der Renaissance, Tesis, Kiel, 1942.
J. W. H. Atkins, English Uttrary Criliclsm: th« mrdjtval phase. Cambridge,
1943.

POÉTICAS DEL HUMANISMO:

Hieronimus Vida (1S20 Ó 1S27).


Trissino (l S29 6 1563).
Ant, Viperanus (1558, 1579).
Ant. Ríceobonus (1S87).
J. Pontanus (l594).
G. H. Vossius (1647).
I..a más importante es la de JuUo _César EscaJrcer~: Poetices libri seplem
11561).
24 1ntroduccián
Obras expositivas: K. Borinski, Die Poetik der Renalssance, 1886; J. E. Spin-
garn, A History 01 literary Criticism in th~ Renalssance. Nueva York,
1925; C. Trabalza, La Critica Letterarla ne! Rlnascimento (Sloria dei
g~IICTi letterari}; Milán.

POÉTICAS ",AllANAS:

Minturno, A rte poetica (1563).


Castclvetro, Commentario a Aristotele (1570).
Ta$SO, Dlscorsi delr Arte (lS87).
Muralori, Perjetta l'oesia (1705-6).
Giovan Vicenzo Gravina, Ragion poetica (1708).
Obras expositivas : K. Vossler, Poetische Theorlen in der ltalien. Frühr~na{s­
sanee, J900; C. TrabaIza, Y. supra.

POÉTICAS FRANcrSAS:

Du 8ellay, Dé/ense el lllustratian (1 S49).


Jules de la Mesnardiere (1640).
los autores que tomaron parte en la "qutrcl/e du Cid" Y en la "querell«
des anclens et modernes",
Boileau, Art po¡'iqu~ (1674).
P. André, Essa! sur le Beau (1711l.
De la Motte, Discour. sur la tragldie (1723).
Voltaire, Essa; sur la po¡sle lpiqllt (1726-29).
Batteux, Les beaux-A rts rMllllS 11 11/1 méme princlpe (1746).
Diderot, Sur le Beau (1751).
Obras ex positivas : René Bray, La [ormatlon de la doctrine classlque m
France, 2.- ed, París, 1931: Georges Lote, LA poétique classlque au
XVIl' siécl«,

PO~T1CAS ESPAÑOLAS:

Lépez Pinciano, Filoso/la antigua poética (1596).


tope de: Vega, Art« IIIl~l'O de hacer comedias (1609).
Francisco de Cascales, Tablas poéticas (J617).
Gracían, Agudeza y Arte de [lIgenio (1648).
Luzan, Poética (J737).
Arteaga, De la belleza ideal (1789).
Obra ex positiva : Mcnéndez Pelayo, Historia d~ las Ideas Estéticas t"n Es-
paila. S vols, Madrid, 1940.
Concepto e historia de la ciencia de la literatura 25

PotrlCAS ALEMAN.o\S:

Opitz, Bucl: von der deUIschfll Poeterel (1624).


Georg Ph. Harsd~rffer. Poel;le",.r Triehler (1647-1653).
Gottsehed, Krlüsche Dlcñtkunst (1730).
Breitinger, Critisch« DichtkulUl (1740).
B~umgarten, Aesthetik (1750-58).
Lessíng, Laokoon (1766).
ldern, Hamburgisehe Dramaturgie (1767-69), etc,
Su!zcr, Ifllgemdnt Theorie der schanen Künst« (177 1-7S).
Obra expositiva ; B. Markwardl, Geschiciue der Poelik t, Halle, 1937.

PotnCAS INOl.J:SAS:

G. Puttenham, Art 01 EIIglish Poaie (1589).


Dryden, Essay 011 dramatlc Poe:ry (1688).
Pope, Essay 0/1 Crittcísm (1711).
Hogarth, AlIalysis 01 Beauly (1753).
Burke, Th« sublime artd bearuillll (17S6).
Lord Kames, The elemetu« 01 Crltleism (1762).
Hugh Blair, Lectures 011 Rhetoric artd Belles-Lettres (1783).
Obras expositivas, Saintsbury, Histo" 01 Criticismo 1902 $S. J. W. H. Atkins,
ElIglish Literary Criticísmr The Renoscence. Londres, 1947.

PornCAS PORnrallESAS:

Luís António Vemey, Verdadeiro Método de ESllldar (1746-1747).


Francisco José Freiré, Arte pot/ica (1748).
Francisco de Pina de Sá e de Melo, Arte pobica (1765).
Soares Barbosa, Poética de Horácio (1791).
Obras expcsidvas: Hernñni Cidade, O conceito da Poesla como tspressáo
da Cultura. Coimbra, 1945.

Una característica de las Poéticas citadas (y de las muchas que


no mencionamos) era su posición normativa. El "crítico" creía
tener en eUa las normas para comprender y juzgar toda obra lite-
raria en cuanto tal. Idénticas medidas podían servir para aqui-
latar el valor de todas las obras de todos los tiempos y pueblos,
pues, según el pensamiento de la Ilustración, solamente había una
26 Introducción
estética poética y un único "gusto". Han llegado hasta nosotros
esquemas prácticos para la valoración, con los cuales se investiga
ba el mérito de cada poeta según determinadas categorías {inven-
tio, verstiicano, constructio, etc.), y se le concedían de O a 20 pun-
tos. A Homero se le adjudicó siempre la puntuación más alta.
Pero en el siglo XVIII debía dar comienzo otra forma teórica del
estudio de la poesía. Si hasta entonces se había reconocido, si-
guiendo a Horacio, que "prodesse et delectare" eran las verdade-
ras funciones del arte de poetizar, y también sus cualidades consti-
tutivas. ahora se observaba que en la propia vivencia literaria eran
impresionadas otras facetas del alma. además de las del deleite
estético y de la comprensión intelectual.
Para comprender mejor el nuevo modo de sentir. puede servir-
nos un ejemplo que muchos lectores conocen por experiencia. lle-
gamos a una ciudad desconocida y paseamos por sus calles. De
repente nos encontramos ante un edificio, tal vez una iglesia. sor-
prendente por sus nobles proporciones. por la armonía de todas sus
partes. por su belleza. Reconocemos en ella. por ejemplo. un mo-
numento gótico. pero quisiéramos saber algo más... Luego nos
enteramos de que se trata de una construcción del siglo XIX. En-
tonces se apodera de nosotros un sentimiento de vergüenza, y el
suelo parece querer huimos bajo los pies. Se ha quebrado. repen-
tinamente. el contacto íntimo con la obra. Persiste, sin duda. la
impresión artística: no se ha movido de su sitio ni una sola pie-
dra. Pero la emoción estética. para el observador moderno. ha
constituido. evidentemente. sólo una parte de la impresión gene-
ral. Había pensado escuchar un mensaje transmitido por la obra.
y al fin ha oído una mentira. Había creído tener ante sí la realiza-
ción plástica de un deseo de expresión. su realización necesaria y
única. y se encuentra con una confesión de impotencia artística.
No ha observado la obra sólo como monumento estético. sino, en
una palabra. como documento.
Ahora. un ejemplo inverso. Oímos una poesía. Nos causa poca
impresión: es poco lo que nos dice. Después sabemos que es de
un poeta al que apreciamos mucho. La leemos de nuevo, y nos pa-
rece como si la poesía fuera otra. aunque no se ha alterado ni
una sola palabra. Ahora la encontramos significativa. llena de ve-
Concepto e historia de la ciencia de la literatura 27
lada riqueza. Se nos presenta ahora. en este horizonte más amplio,
como documento. como expresión de un creador. La vivencia de
la obra como documento es una vivencia de lo individual y. al
mismo tiempo. de lo histórico. No discutimos aquí si esta viven-
cia representa enriquecimiento o empobrecimiento de la emoción
estética pura; nos limitamos a señalar que esta evolución funda-
mental en la emoción que producen las obras de arte no se realizó
hasta el siglo XVJII. La nueva actitud atestigua simultáneamente
rasgos esenciales de la producción poética y de los impulsos que
la motivaron. Así se produjo una modificación en la manera de
interpretar la poesía y en la concepción del artista. El siglo XVUl
creó las nociones adecuadas al nuevo estado de cosas y formuló
las nuevas cuestiones que se planteaban.
Los precursores de esta nueva orientación fueron sobre todo
pensadores ingleses y alemanes. He aquí algunos de los nuevos
conceptos de la ciencia de la literatura:
1) A toda obra de arte son inherentes un "sentido" propio y
un "contenido".
2} La obra es la "expresión" de un creador.
3) El poeta es el prototipo del espíritu creador.
4) Al lado del poeta, el siglo XVIII reconoce como individua-
lidades creadoras el "espíritu de la época" y el "espíritu del
pueblo",
5) La obra poética es un documento "histórico", De acuerdo
con la nueva concepción de la historia en el siglo XVIII, resultó
imprescindible para la comprensión absoluta de una obra conocer
sus premisas históricas. En su apreciación de Shakespeare, Herder
nos ofrece un ejemplo de cómo el conocimiento de la historia de
Grecia. lo mismo que el de la historia de Inglaterra, puede ser útil
para la comprensión del drama griego o isabelino.
Se abrían nuevos caminos que, en parte, fueron seguidos. Al
lado de la valoración estética de la poesía surgió la interpretaci6n
hist6rica y descriptiva: junto a la "poética" aparece la verdadera
historia de la literatura. Las ramas de la historia de la literatura
universal y nacional fueron convertidas por el romanticismo en dis-
ciplinas científicas. Mientras hombres como Young, Hume, Wincke1-
mann, Herder. etc., se convertían en propulsores de las nuevas
28 lntroduccián
ideas. Mme. de Stacl (De LAllemagne} y Augusto Wilhelm
Schlegcl (lIor/esunge" iiber dramatische Kunst und Literatur) po-
nían en práctica el nuevo método de pensar. Si no eran los prime-
ros ni los mejores intérpretes. eran los que sabían obtener mayo-
res efectos. En todas las universidades fueron fundándose poco a
poco nuevas cátedras de literatura; éstas se convirtieron en cen-
tros de estudio teórico de la literatura. aunque precisamente en
esta rama la contribución de escritores, críticos o simples aficiona-
dos sea de mayor importancia que en casi todas las demás cien-
cias. Sobre todo hay que mencionar a los poetas mismos. que en
Francia. hasta Jos tiempos más recientes. disputan el terreno a los
científicos "profesionales".
E] centro de gravedad del trabajo se inclinaba en el siglo XIX,
en un principio. hacia la historia de la literatura. mientras que la
poética, desacreditada y comprometida por las tendencias norma-
tivas del siglo XVIIJ. sólo era favorecida por pensadores aislados.
Durante algún tiempo pareció que la ciencia de la literatura y la
historia de la literatura eran una sola cosa. Dentro de la historia
de la literatura, la noción del poeta. del creador. se reveló como la
más fecunda. Basta consultar la mayoría de las historias de la li-
teratura, aún hoy representativas. para comprobar que, en el fono
do. no son más que un encadenamiento de monografías sobre
poetas.
El llamado positivismo limitaba el trabajo práctico sobre to-
do a tres sectores: edición crftica de los textos, investigación de
las fuentes y de la génesis de las obras y, por último. estudio minu-
cioso y lo más completo posible sobre las circunstancias de la vida
del poeta. En estas tres zonas de investigación consiguió la his-
toria de la literatura del siglo XIX resultados realmente extraordi-
narios. Pero con la derrota filosófica del positivismo se logró di-
latar 1:1s bases y principios teóricos, abriendo así nuevos horizontes
a las diversas modalidades de trabajo. Desde fines del siglo pasa-
do se han anunciado y comprobado numerosos métodos nuevos.
de tal forma que la contradicción de las opiniones ha ocasionado
la crisis de la crítica literaria. Además de la filosofía, la ciencia
del arte. la sociología. la biología y otras ciencias han ejercido
sobre ella una influencia más o menos decisiva.
Concepto e historia de la ciencia de la Iltenuura 29
La discusión puede transformarse en cooperación utilísima y
productiva una vez que se imponga la certeza de que toda la cien-
cia de la poesía tiene en las bellas letras una zona nuclear como
objeto propio. cuya perseverante investigación constituye su prin-
cipal tarea. En los últimos decenios se ha renovado el interés por
la investigación de la esencia de la poesía. La poética surge al la-
do de la historia de la literatura con igualdad de derechos. y se le
reconoce la primacía como área central de la ciencia de la lite-
ratura.

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