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DERECHO CIVIL V
2014
APUNTE N° 2. LAS FUENTES DE LAS OBLIGACIONES. LOS
CONTRATOS EN PARTICULAR.
EL CONTRATO DE COMPRAVENTA Y EL CONTRATO DE
PERMUTA *
II.- CARACTERÍSTICAS
1. - Es un contrato bilateral , en el que las partes se obligan
recíprocamente. En otras palabras, origina dos obligaciones recíprocas
que consisten una en dar una cosa y la otra en pagarla en dinero.
Ambas obligaciones son esenciales en la compraventa, pero no son las
únicas. Las otras obligaciones que existen en este contrato, son
accesorias a estas dos obligaciones esenciales, porque no existirían si
alguna de ellas no tuviere a su vez existencia.
Así, el vendedor tiene sobre sí la obligación de saneamiento, que
comprende el saneamiento de la evicción y de los vicios redhibitorios (art.
1837). Esta obligación no es otra cosa que una consecuencia de la
obligación del vendedor de dar la cosa.
Son las obligaciones de dar la cosa y la de pagar su valor en dinero las
que constituyen la esencia del contrato de compraventa. De tal manera
que si una de estas obligaciones no existe, no hay compraventa o esta
degenera en un contrato distinto (art. 1444). 4
2.- Es un contrato conmutativo , por regla general: es conmutativo en el
sentido de que las obligaciones recíprocas de las partes se miran como
equivalentes. Pero el carácter conmutativo no es de la esencia del
contrato de compraventa; de modo que puede faltar este carácter
conmutativo y el contrato de compraventa no va a degenerar en otro
contrato distinto.
Es frecuente que la compraventa verse sobre una posibilidad incierta de
ganancia o pérdida y, en ese caso, el contrato no va a ser conmutativo,
sino que va a ser aleatorio.
3.- Es un contrato consensual , por regla general. Esto se desprende del
art. 1801, inciso primero. Por excepción es solemne en los casos a que se
refiere su inciso segundo, esto es, en la venta de los bienes raíces,
servidumbres y censos y la de una sucesión hereditaria, de tal suerte que
dicha venta no es perfecta mientras no se haya otorgado la respectiva
escritura pública.
4.- Es un contrato oneroso porque las partes contratantes se gravan
recíprocamente, una en beneficio de la otra.
5.- Es un contrato principal , porque subsiste por sí mismo sin necesidad
de otro contrato. El contrato de compraventa no está destinado a
asegurar el cumplimiento de una obligación principal.
6.- Es un título traslaticio de dominio y, aún más, es el típico ejemplo (art.
703). De esto se desprende una consecuencia importante: en Chile, por el
solo contrato de compraventa no se transfiere el dominio. Del contrato de
compraventa solamente surgen derechos y obligaciones personales entre
las partes. Es decir, el comprador puede exigir que se le entregue la cosa
y, como contrapartida, el vendedor exigir el pago del precio. En Chile,
para que se opere la adquisición del dominio, además del contrato de
compraventa, se requiere que se realice la tradición de la cosa.
2.- El precio
Es el objeto de la obligación del vendedor. Define lo que se entiende por
precio el art.1793 en su frase final: "el dinero que el comprador da por la
cosa vendida se llama precio".
El precio es un elemento esencial del contrato de compraventa, tanto
como lo es la cosa vendida, de tal manera que si en el contrato de
compraventa no hay precio, en definitiva no habría contrato por carecer
éste de objeto (faltaría el objeto de la obligación del vendedor).
Requisitos del precio en el contrato de compraventa
a.- Tiene que ser real,
b.- Tiene que ser determinado,
c.- Tiene que ser pactado en dinero.
a.- Tiene que ser real: esto significa que el precio tiene que ser fijado de
tal manera que quede de manifiesto que el acreedor (vendedor) tiene
derecho a exigirlo y que el deudor (comprador) tiene la obligación de
pagarlo.
Bajo estos términos no será precio real el simulado, ni tampoco el irrisorio
o ridículo, entendiéndose por tal a aquel que no guarda ninguna
proporcionalidad con el valor de la cosa vendida, de tal forma que queda
de manifiesto que no hay un propósito serio entre las partes de que ese
precio sea exigible.
Debe considerarse también que si bien el precio tiene que ser real, no es
requisito del precio que tenga equivalencia con el valor de la cosa
vendida, porque la falta de equivalencia entre los valores y el precio 11
cobran importancia jurídica solamente cuando da origen a la lesión
enorme en materia de compraventa de bienes raíces (arts. 1889 y 1891).
b.- El precio tiene que ser determinado : lo que significa que debe
conocerse la cantidad precisa de dinero que constituye el precio. Esa
cantidad puede estar precisamente establecida en el contrato, o bien,
puede ser determinada por reglas o datos contenidos en el contrato (art.
1461, incisos primero y segundo).
Así por ejemplo, la venta de cosa fungible al precio corriente de plaza, es
una venta con precio determinable en su cantidad por los datos que
contiene el contrato de compraventa. En este caso se aplica la regla del
art. 1808.
Luego, la determinación del precio puede hacerse de cualquier modo
explícito en el contrato y ello va a constituir una de las materias objeto de
la interpretación del contrato. En relación con la determinación del precio,
hay un principio fundamental, y es que "jamás el precio puede quedar al
arbitrio de uno solo de los contratantes" (art. 1809, inciso segundo). En
caso contrario, se estaría yendo en contra de lo dispuesto en el art. 1801,
inciso primero.
Sin embargo, esto no es obstáculo para que las partes convengan que la
fijación del precio quede en manos de un tercero (art. 1809, inciso
primero).
c.- El precio tiene que ser pactado en dinero : lo que la ley exige es que
el precio se pacte en dinero. Por consiguiente, no es forzoso que se
pague en dinero, ya que puede suceder que después de celebrado el
contrato de compraventa se produzca en relación con el precio una
novación o una dación en pago. En estos casos, si bien el precio se
estipuló en dinero, no se va a pagar de esa forma.
Si el precio no se pacta en dinero, sino que se conviene que el valor va a
consistir en una cosa, no vamos a estar ante un contrato de compraventa,
sino ante un contrato de permuta (art. 1897).
Puede darse como alternativa también que las partes convengan un precio
que va a consistir parte en dinero y parte en especie. En este caso, se
plantea el problema de si estamos ante una compraventa o ante una
permuta. La ley da la solución al problema, señalando en el art. 1794, de
acuerdo al cual "se entenderá permuta si la cosa vale más que el dinero; y
venta en el caso contrario".
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IV.- LAS SOLEMNIDADES EN EL CONTRATO DE COMPRAVENTA
En esta materia debemos partir de un principio básico: el contrato de
compraventa es por regla general consensual , esto es, se perfecciona por
el acuerdo de las partes en la cosa y en el precio, sin necesidad de
cumplir con formalidades externas. Sólo por excepción el contrato de
compraventa se convierte en solemne.
Lo que sucede es que hay casos en que el legislador, en atención a la
importancia de la cosa que es objeto de la compraventa o en atención a la
voluntad de las partes, hace que este contrato que es consensual, pase a
ser solemne.
Los requisitos esenciales del contrato de compraventa son el
consentimiento, la cosa vendida y el precio, requisitos que no pueden
faltar jamás. Pero hay otros que, aun cuando no son indispensables para
que la compraventa adopte forma material, sí lo son para que adopte
forma jurídica. Esto requisitos que en ciertos casos se hacen
indispensables para la existencia misma del contrato de compraventa son
las solemnidades, esto es, aquellas formalidades externas que deben
cumplirse para que el contrato produzca efectos jurídicos. Estas
formalidades pueden establecerse por la ley o por la voluntad de las
partes.
Entonces, en ciertos casos especiales, el contrato de compraventa, para
perfeccionarse, además del consentimiento, de la cosa vendida y del
precio, debe cumplir con ciertas solemnidades que pueden ser legales o
voluntarias.
El hecho de que las solemnidades se establezcan por ley o por la voluntad
de las partes, tiene importancia por las consecuencias que se derivan en
uno y otro caso, pues no es lo mismo una solemnidad establecida por ley
que una impuesta por voluntad de las partes.
1.- Solemnidades legales
Las solemnidades que la ley impone al contrato de compraventa pueden
dividirse en:
a) Solemnidades ordinarias, que rigen respecto de todo contrato de
compraventa que tenga por objeto ciertos y determinados bienes
taxativamente señalados por el legislador. Estas solemnidades no
pueden faltar nunca en las ventas que las requieren como requisito
esencial para la existencia del contrato.
b) Solemnidades especiales: las exige la ley en ciertas ventas que se
celebran en determinadas condiciones o entre determinadas personas.
Por ello es que estas solemnidades tienen un carácter muy particular.
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La regla general es que las solemnidades especiales no se exijan en
consideración a la naturaleza del acto o contrato, sino en atención al
estado o calidad de las personas a quienes pertenecen los bienes que se
venden. Algunos sostienen que más que estar frente a solemnidades,
estamos aquí ante formalidades especiales.
a.- Solemnidades legales ordinarias :
La ley exige el cumplimiento de esta clase de solemnidades en los
siguientes contratos de compraventa, enumerados en el art. 1801:
i.- Contrato de compraventa de bienes raíces.
ii.- Contrato de compraventa de censos.
iii.- Contrato de compraventa del derecho de servidumbre.
iv.- Contrato de compraventa del derecho de herencia.
En estos casos, la solemnidad consiste en que el contrato de compraventa
se otorgue por escritura pública. La posterior inscripción en el Registro
Conservatorio de Bienes Raíces es la tradición del derecho real y no tiene
carácter de solemnidad.
En relación con esto, es menester considerar la situación que se plantea
con respecto a los inmuebles por adherencia y por destinación. Si el
contrato de compraventa versa sólo sobre estos inmuebles, es decir, si la
venta de estos bienes se efectúa separadamente del predio a que
acceden, estamos en presencia de una venta de cosas muebles, en
calidad de muebles por anticipación. Por el contrario, si la venta
comprende conjuntamente el inmueble por naturaleza y los inmuebles por
adherencia o destinación, estaremos en presencia de un contrato de
compraventa que versa sobre inmuebles.
La importancia de esta distinción radica en que si se venden
separadamente los inmuebles por adherencia o destinación del predio a
que acceden, se trataría de una venta de bienes muebles y, por
consiguiente, queda sometida a las normas dadas para los muebles,
bastando para que el contrato sea perfecto el consentimiento de las partes
en cuanto a la cosa y el precio; y si alguna escrituración se requiere, es
sólo para los efectos probatorios (art.1708 y 1709).
b.- Solemnidades legales especiales :
Hay ciertos casos en que la ley exige el cumplimiento de ciertas
formalidades y lo hace atendiendo a la calidad o estado de la persona a
quien pertenece el bien que se vende.
Hay ciertos casos en que la venta de bienes raíces pertenecientes a
ciertas personas requiere además de la escritura pública, la autorización
del interesado o bien la autorización judicial con conocimiento de causa. A 14
esta situación se refiere, por ejemplo, el art. 1754, en materia de venta de
bienes raíces pertenecientes a una mujer casada en sociedad conyugal.
En otros casos se requiere la autorización judicial y, además, pública
subasta, como sucede en la venta de bienes raíces de una persona sujeta
a guarda (arts. 393 y 394).
Algunos han estimado que estas son solemnidades legales especiales.
Pero la verdad es que no tienen este carácter, sino que son formalidades
exigidas en consideración a la calidad o estado del dueño del bien que se
vende.
Entre las solemnidades legales y estas formalidades legales hay una
notoria diferencia, porque la omisión de la escritura pública -solemnidad
legal en el contrato de compraventa de bienes raíces-, produce como
consecuencia la nulidad absoluta de este contrato; en cambio, la omisión
de la formalidad legal tiene como sanción la nulidad relativa del contrato
de compraventa.
Reglas especiales
De conformidad al art. 1835, las reglas dadas en los artículos referidos se
aplican a cualquier todo o conjunto de efectos o mercaderías. Así por
ejemplo, si se vende una biblioteca y al entregarse ella faltan o sobran
unidades, se van a poder aplicar las reglas de los arts.1832 y 1833, de
acuerdo con el contenido de las estipulaciones contractuales.
Tratándose de inmuebles la aplicación de esta regla sobre la venta en
relación a la cabida de los artículos referido, no excluye la aplicación de
las normas sobre la lesión enorme, cuando ella fuere procedente.
Gastos de la entrega
Los gastos en que se debe incurrir para la entrega de la cosa vendida al
comprador son de cargo del vendedor, a menos que en el contrato se
haya estipulado otra cosa (arts. 1806 y 1805).
Acciones del comprador en contra del vendedor que no cumple de la
obligación de entregar
Puede suceder que el vendedor no cumpla la obligación de entregar que
le impone el contrato de compraventa, o bien, que la cumpla
imperfectamente, esto es, no ajustándose a lo estrictamente estipulado.
Por el hecho de ser la compraventa un contrato bilateral que no se puede
dejar sin efecto por la voluntad de una de las partes, este incumplimiento
por parte del vendedor no produce por sí solo la extinción del contrato de
compraventa. Por el contrario, el contrato de compraventa subsiste
plenamente quedando entregado a la voluntad del comprador el hacerlo
subsistir o ponerle fin.
En el hecho, esta inejecución del contrato produce como consecuencia
entregar al comprador la posibilidad de elegir entre dos acciones que
tienen objetivos distintos:
1. - Una acción que persigue la entrega de la cosa, es decir, el
cumplimiento de la obligación del vendedor.
2. - Otra que persigue la resolución del contrato, esto es, poner término al
contrato de compraventa.
Estas dos acciones se encuentran establecidas en el art. 1826, inciso
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segundo, norma que no hace otra cosa que repetir lo establecido en el art.
1489.
Pero aquí se nos plantea el problema de establecer cuándo se entiende
que el vendedor no ha dado cumplimiento de su obligación de entregar la
cosa vendida. Hemos señalado que la obligación del vendedor comprende
la entrega de la cosa en el lugar y tiempo convenido, con todos sus frutos
y accesorios. En otras palabras, esta obligación, además de la entrega
propiamente tal comprende un conjunto de varias otras cosas, las cuales,
consideradas globalmente, forman la obligación de entregar. Por ello y
considerando que los arts. 1826, inciso segundo, y 1489 establecen que el
comprador podrá ejercer cualquiera de las dos acciones mencionadas en
caso que el vendedor no cumpla su obligación de entregar, cabe concluir
que el incumplimiento de cualquiera de aquellas partes que conforma la
obligación de entregar, da derecho al comprador para demandar el
cumplimiento o la resolución del contrato, con la correspondiente
indemnización de perjuicios.
Además, reafirma esta opinión el hecho de que el art. 1489 utiliza la
expresión "...lo pactado", y lo pactado en el caso de la compraventa se
refiere tanto a la entrega de la cosa en sí misma como a la de sus frutos y
accesorios en el lugar y tiempo convenido. Por consiguiente, el
incumplimiento por el vendedor de cualquiera de estos aspectos coloca al
comprador en la posibilidad de ejercer cualquiera de las dos acciones
mencionadas.
Pero para que el comprador pueda ejercer estas acciones en caso de que
el vendedor no cumpla su obligación de entregar, es necesaria la
concurrencia de alguna de las siguientes condiciones o requisitos:
1. - Que el deudor (vendedor) esté constituido en mora de entregar.
2. - Que la mora sea imputable a hecho o culpa del vendedor.
3. - Que el comprador haya pagado el precio, o bien, que se allane a
pagarlo, o que se le haya conferido un plazo para efectuar dicho
pago.
Si no concurre este último requisito, ante la demanda del comprador el
vendedor podrá oponer la excepción contemplada en el art. 1552 (que
contempla el principio de que la mora purga la mora).
Finalmente, señalemos que la ley le confiere al vendedor un derecho de
retención, porque puede suceder que se celebre un contrato de
compraventa y el comprador no estuviera obligado a pagar el precio de
inmediato y, una vez celebrado el contrato de compraventa, se produzca
una disminución de la fortuna del comprador que haga temer al vendedor
un posible no pago del precio. En este caso, el vendedor no está obligado
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a entregar la cosa, aun cuando se haya estipulado un plazo para el pago
del precio, mientras no se pague el precio o se le asegure
convenientemente su pago (art. 1826 inciso final).
1. El saneamiento de la evicción :
Consiste en la obligación del vendedor de garantizar al comprador la
posesión pacífica de la cosa, esto es, una posesión que no sea perturbada
por terceros. Por esta misma razón es que se denomina también
"obligación de garantía".
Esta obligación será aplicable cuando el comprador es perturbado en su
posesión por terceros que pretenden derechos sobre la cosa vendida.
El art. 1838 señala que hay evicción de la cosa comprada, cuando el
comprador es privado del todo o parte de ella, por sentencia judicial .
Evicción parcial
Como su nombre lo indica, es la privación que sufre el comprador de parte
de la cosa que compró en virtud de una sentencia judicial y por una causa
anterior al contrato de compraventa.
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Consecuencia de la resolución de la compraventa :
En esta materia hay algunas reglas especiales:
1. - La regla general en materia de resolución es que producida ésta no se
deben los frutos percibidos en el tiempo intermedio (tiempo que va entre
la celebración del contrato y su resolución). Pero cuando la resolución
se produce por el no pago del precio, el comprador va a tener que
restituir los frutos, ya sea totalmente cuando no ha pagado nada, o
parcialmente en proporción a la parte no pagada, en caso de que haya
habido un pago parcial (art. 1875).
2. La regla general en materia de resolución es que tratándose del pago
de expensas y deterioros se presume la buena fe del deudor resolutorio.
Pero tratándose del contrato de compraventa, se presume legalmente la
mala fe del comprador que no ha pagado el precio, salvo que este
pruebe lo contrario, es decir, que no por culpa de él la cosa ha sufrido
un deterioro tan grande que le impide pagar el precio (art. 1875, inciso
tercero). El hecho de que se presuma legalmente la mala fe del
comprador significa que si éste no puede comprobar lo contrario en los
términos del art. 1875 inciso tercero, se le van a reembolsar solamente
las expensas necesarias que hubiere hecho, pero no las útiles ni las
voluptuarias, pudiendo en este caso, sí llevarse las materiales, siempre
que concurran los requisitos de los arts. 910 y 911.
3. - Si hubiese habido arras, la resolución del contrato de compraventa por
no pago del precio faculta al vendedor para retenerlas si las hubiera
recibido o para exigirlas dobladas si las hubiera dado (art. 1875).
4. - En el art. 1876, inciso primero, se señala que la resolución por el no
pago del precio, respecto a los efectos que produce en relación con los
terceros poseedores, se rige por los arts. 1490 y 1491. El art. 1876,
inciso segundo, establece un resguardo en favor del tercero,
consagrando una inadmisibilidad probatoria amplia en su favor cuando
en la escritura se dice que se pagó el precio, ya que en tal caso se
admiten solamente dos pruebas en contrario: la de la nulidad de la
escritura o la de la falsificación de la escritura.
Este resguardo es solo respecto de terceros, de tal manera que entre las
partes podrá probarse que no hubo pago del precio de la compraventa,
aun cuando en la escritura se diga lo contrario y las únicas limitaciones
que pudieran existir aquí son las de la prueba testimonial de acuerdo con
el valor de la cosa (arts. 1708 y 1709). Si llega a probarse que no hubo
pago del precio, no obstante haberse pagado, se va a poder pedir la
resolución del contrato o que se declare simulado.
1. El Pacto Comisorio
2. El Pacto de Retroventa
Art. 1881. y sgtes.
Es aquel por el cual el vendedor se reserva la facultad de recobrar la cosa
vendida, reembolsando al comprador la cantidad determinada que se
estipulare, o en defecto de esta estipulación lo que haya costado la
compra (art. 1881). Ej: don Pedro vende un automóvil, pero se reserva el
derecho de recuperarlo en el plazo de un año, reembolsando el dinero
pagado.
Se trata entonces de una venta sujeta a una condición resolutoria
ordinaria potestativa que depende de la sola voluntad del acreedor
(vendedor), la que, por lo tanto, es válida.
En términos prácticos el pacto de retroventa es una verdadera caución, ya
que el comprador va a recibir la cosa y no la va a devolver hasta que se le
restituya el precio que dio por ella, o la cantidad que se hubiere
estipulado. Es decir, en el ejemplo, en vez de constituir una prenda, se
vende con pacto de retroventa. Pero, por otra parte, puede utilizarse como
una forma de préstamo de dinero a una persona que es propietario de una
cosa y de la cual no desea desprenderse. En el ejemplo, el dueño del
automóvil lo vende y así obtiene dinero y después recupera la cosa
devolviendo el precio, es decir, pagando el préstamo. De esta forma,
puede evitar constituir otras garantías que le pueden resultar más
onerosas, o bien, puede utilizarse por personas que no tienen acceso al
crédito por alguna razón.
3. El Pacto de Retracto
Se trata de una venta sujeta a una condición resolutoria que consiste en 48
que, si dentro de cierto plazo, que no puede pasar de un año, se presenta
un tercero como comprador ofreciendo un mejor precio que el que se
estipuló en la compraventa, se va a producir la resolución de ésta, a
menos que el comprador o su adquirente mejore el precio en los mismos
términos (art. 1886). Por lo tanto:
a. El plazo para mejorar la compra no puede exceder de un año.
b. Para evitar la resolución, el comprador o la persona que
hubiere adquirido de él la cosa puede mejorar la compra en
los mismos términos que el nuevo comprador.
Una vez producida la resolución en virtud del pacto de retracto se aplican
a éste las mismas reglas aplicables al pacto de retroventa.
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Requisitos
1. Que la lesión sea enorme en los términos del art. 1889 .
La lesión debe revestir cierta gravedad pues al legislador no le interesa
cualquier desigualdad en la equivalencia de las prestaciones, ya que
siempre hay un margen razonable de utilidad y de pérdida, pero ese
margen necesariamente debe tener un límite. Es por esto que cuando
reviste cierta gravedad, esto es, cuando adquiere el carácter de enorme,
el legislador autoriza que se rescinda el contrato. Hay que tener presente
que la lesión puede ser invocada por ambas partes:
a) Por el vendedor, cuando el precio que recibe es inferior a la mitad
del justo precio de la cosa vendida.
b) Por el comprador, cuando el justo precio de la cosa que compra
es inferior a la mitad del que paga por ella.
La regla del art. 1889 parte de una misma base para el comprador y para
el vendedor, cual es que la lesión resulta de la comparación del verdadero
precio de la cosa con el precio que efectivamente se paga por ella. El
problema que se plantea es establecer cuál es el justo precio en una
compraventa. La única pauta que entrega el Código Civil es en el art.
1889, inciso segundo, según el cual el justo precio se refiere al tiempo del
contrato. Siendo así, por ejemplo, en el evento que se celebre un contrato
de promesa de celebrar un contrato de compraventa, el justo precio se
mira al momento de la compraventa y no al de la promesa. Así lo ha
resuelto la Corte Suprema.
2. Que la compraventa sea susceptible de rescindirse por lesión
enorme .
No toda compraventa puede rescindirse por lesión enorme, sino que
solamente la de Inmuebles, quedando así nuevamente el trato más
preferente y resguardado que el legislador da a los inmuebles por sobre
los muebles.
El que la lesión enorme se admita sólo sobre los inmuebles tiene además
como razón, que los muebles cambian de valor con mayor facilidad. Pero
tratándose de Inmuebles, hay que tener presente que la lesión enorme no
se aplica a la venta de éstos cuando ella se hace por el ministerio de la
justicia (art. 1891). La razón es que en esas ventas hay una intervención
del poder judicial y además porque el precio se determina en pública
subasta, con lo cual se excluye toda posibilidad de lesión o abuso por
parte del comprador.
Efectos
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La parte que sufre los efectos de la lesión, sólo puede accionar en contra
de la contraparte pidiendo la rescisión de la venta. Es decir, que se deje
sin efecto el contrato y que se proceda a las restituciones mutuas como
ocurre para el caso de la nulidad.
En cambio, el culpable de la lesión puede solicitar que se le rebaje el
precio o bien se le complete éste (según sea comprador o vendedor).
Esto porque este derecho de hacer subsistir el contrato devolviendo el
exceso o pagando la diferencia, se lo confiere la ley solamente al culpable
de la lesión. Aún más, este derecho puede ejercitarlo sólo una vez que se
ha dictado la sentencia que declara la rescisión. (art. 1890, inciso
primero).
Declarada la rescisión de la venta por lesión enorme por sentencia
judicial, la parte a quien le es imputable la lesión (culpable), tiene un
derecho opcional:
1. Completar el precio o devolver la diferencia. En este caso va a
subsistir el contrato y debemos distinguir a quién es imputable la
lesión:
a. Imputable al comprador: este completa el precio pagando la
diferencia. Para establecer a cuanto asciende la diferencia,
ella debe permitir completar el justo precio, menos un 10 por
ciento. Ejemplo. Si el justo precio es de $1000 y el vendedor
ha recibido $400, el comprador debe completar $900, ya que
ese es el justo precio con deducción de la décima parte.
b. Imputable al vendedor: este tiene que restituir el exceso de
precio recibido. Es decir, va a tener que pagar una diferencia,
y para determinarla se aumenta el justo precio en un 10 por
ciento. Ejemplo: si el justo precio es $1000 y el comprador ha
pagado $2500, debemos aumentar el justo precio en un 10 por
ciento lo que nos da $1100. El exceso, entonces, que debe
restituir es de sólo $1400.
2. Aceptar la rescisión enorme con todas sus consecuencias. Es decir,
se allana a ella, quedando así extinguido y sin efecto el contrato de
compraventa, lo que, en otras palabras, significa que se produjo la
rescisión del mismo. Pero esta rescisión no es en realidad una
nulidad, sin embargo produce sus mismos efectos, presentándose
las siguientes diferencias:
a. El comprador no restituye ni intereses ni frutos, sino a contar del día
en que se notificó la demanda (art. 1890, inciso segundo).
b. Las partes no se reembolsan los gastos ordinarios por la
celebración del contrato (art. 1890, inciso segundo).
c. El comprador no está obligado a indemnizar los deterioros de la 51
cosa, salvo que se hubiere aprovechado de ellos (art. 1894).
d. Los derechos reales con que el comprador haya gravado la cosa
antes de la rescisión, no caducan de pleno derecho por la sola
declaración de rescisión, sino que el comprador va a tener que
cancelar esos gravámenes para devolver la cosa sin ellos al
vendedor (art. 1895).
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