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E d i t o r i a l
ACE RO
Xitlally Rivero Romero nació el 25 de diciembre de 1985
en el Distrito Federal, pero su infancia y adolescencia
transcurrieron en Hidalgo. Se graduó con honores de la
licenciatura en Letras Españolas por el Tecnológico de
Monterrey. Actualmente imparte talleres de creación literaria
para niños y adolescentes.
Cuentos y poemas de su autoría han sido publicados en
diversas revistas y periódicos de Hidalgo, el Distrito Federal
y Nuevo León. En 2003 recibió el premio de Literatura
Instantánea “A vuelo de pájaro”, organizado por el gobierno
de Nuevo León, y en 2005 obtuvo el segundo lugar en el
concurso de creación literaria convocado por el Instituto de la
Juventud de San Nicolás de los Garza.
Su poesía está antologada en Del silencio hacia la luz: Mapa
Poético de México, 2008.
© Xitlally Rivero Romero, 2008
© Editorial Acero, 2008
ISBN: 978-607-00-0709-5
MATILDA
2009
Avertencia al lector (o Redención)
Es ella, la otra,
la que olvida
la que huye
la que mata.
Es ella quien ríe ávida en la cama
la que no puede contra el ansia y se lanza a las uñas
a los gritos a los gatos
a golpear ideas lejanas contra las paredes.
No soy yo.
28/09/06
Sé que no soy precisa, pero mi subjetividad es como el
que-pase-buenas-noches-señorita de la mujer cuando me
trae la cuenta. Yo leyendo La biografía. Yo imaginando
que le cuento a Pablo que tiene que leer este libro que ahora
leo porque es la reencarnación de su tesis. Yo escribiendo
a Matilda que no soy precisa, pero que mi subjetividad
es como el que-pase-buenas-noches-señorita que me
dice la mujer cuando me trae la cuenta. Una frase tan
larga para tratar de encontrar una buena frase que pueda
decir te amo sin decirlo, que finalmente no encuentro. Yo
recreándome. Yo escribiendo esto en una servilleta de
papel cualquiera porque no aguanto las ganas y corro al
baño. Los ojos que me lloran. La risa que se me escapa y
hace voltear al que está a mi lado porque ya me ha visto
hablar y leer en voz alta y tener dos tazas de café en mi
mesa para dos pero estoy sentada sola. Y es que los ojos
me lloran. Esta vez como mera sublimación de lo que leo,
y no llanto de luto de una noche –también ahora- lejana,
que en ocasiones confundo con otros llantos. Y es que
yo misma no soy ya la de antes. La de antes de entrar
al café-restaurant atestado de estudiantes que fuman y
toman café irremediablemente. Uno no vuelve a ser el
mismo después de cruzar una calle, de leer un anuncio,
de tirar un lápiz, de tomar un helado, de ver una película,
de saludar a alguien, de olvidar una cita, de perderse
una noche. La noche urbana le teme a la oscuridad, por
cierto.
Unos ojos me recorren cada vez que voy al baño. Es
increíble la cantidad de veces que puede uno orinar en
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Matilda
una, dos, tres horas. Llevo aquí tres horas. Dos desde
que se fue Matilda. Quiero irme ya. Pero antes decido
despedirme de los ojos y me escapo al baño, y les sonrío
sin mirarlos cuando paso a su lado.
19 de septiembre
La salida nocturna se convirtió en velada en esa casa de
tantas otras noches que aún persisten. Un trago más, y el
aro y el labio cayeron en el sillón de la sala. Matilda y yo
reímos. Luego callamos. Yo sentía que el mundo tenía vida
propia –tal vez porque en realidad tiene vida propia- y
pensé que yo también caería en cualquier instante. Matilda
lo advirtió y me tomó en sus brazos. Me abandoné a él.
Cuando volví a abrir los ojos, Matilda subía las escaleras
conmigo en brazos. Le dije entre sueños que a la derecha
había un cuarto que no ocupaban. Sentí que se abría una
puerta, la cama debajo de mi cuerpo. Entreabrí los ojos:
comenzaba a clarear. Vi mi reloj: cinco de la mañana. Lo
último que vi fue a Matilda sentada a mi lado, recargaba
su cabeza en un brazo, y me miraba. Entonces la caída.
Después el vuelo. Enseguida unas imágenes nocturnas y
pasajeras.
Me desperté.
Empecé a amarlo al ver que seguía en la misma posición
en que lo había dejado. Me sonrió. Le sonreí. Vi mi reloj:
ocho de la mañana.
-Te ves preciosa cuando duermes.
-No me dirás que no has dormido.
-No podía dejar de verte.
-No te creo.
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Xitlally Rivero Romero
26 de agosto
Tengo la costumbre de mirar por la ventana de los autos,
de los autobuses. Supongo que no soy la única, que todos
lo hacemos. A mí me gusta hacerlo, no sé muy bien por
qué. Me gusta observar a todas las personas, imaginar
todas las historias con las que te cruzas a cada instante.
Cuando estoy contenta, todo lo que llega a mi vista se
me antoja hermoso. Cuando estoy triste, miro las cosas
llena de dudas. Pero siempre, contenta o triste, tengo la
sensación de que jamás olvidaré ese momento en que
estoy viendo por la ventana, que recordaré ese estado de
ánimo y lo que estaba pensando. Vivo el recuerdo. Aunque,
sinceramente, pocas veces o ninguna vuelvo a recordar lo
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Matilda
3 de marzo
Estoy agitada. Me tiempblan la smanos. Escucho ruidos
en mi cabeza. Estoy agitada. Las paredes me encierran…
Camino y desespero. Estoy agitada. Me detengo y me siento
más intranquila. Estoy agitada. Tomé los dmedicamentos.
Se supone que el efecto tarda una hora. Pero no puedo.
Estoy agitada. Como algo me perquisguiera. Mis ojos
húmedos. Estoy agitada. Tengo nganas de llorar y de
gritarle al mismo tiempo a alguien o arrojarl algo. Mejor
dejar de escribir. Estoy agitada. O no. estoy agitada.
Parece que sí calma.
Tengo miedo.
27 de agosto
Yo no sé qué tan cierto sea esto, pero creo que nunca
me había sentido tan feliz. Empiezo a sentir el deseo
de correr, la risa que sube de las entrañas a la boca,
la desesperación en mis uñas por apretar mi carne…
Entonces Matilda me abraza fuerte, muy fuerte… y mi
respiración se calma. Luego viene la tristeza, y con ella
los mareos, el cansancio, unas inmensas ganas de llorar…
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Xitlally Rivero Romero
2 de agosto
Regresar. Regresar es una palabra extraña. Extrañar
también lo es. Siento que son inexactas… terriblemente
ambiguas e inexactas. No sé. Aunque podrían alegarme
que cuál palabra es exacta, esas dos, particularmente
extrañar, me suenan de poco fiar. ¿A dónde se regresa?,
¿qué se extraña?, ¿cuándo se extraña uno?, ¿qué es
extraño?, ¿de dónde se regresa?
22/03
Me hubiese hecho polvo, y recorrería tu cuerpo una y
otra vez. Conocería mil lugares y tú nunca lo sabrías.
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Matilda
De: atlas18
Enviado el: Miércoles 05 de julio de 2006
19:02:07
Para: kadosh25
Asunto: qué te crees…?
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Xitlally Rivero Romero
21 de agosto
Yo no lo dije, fue Matilda. Y esto por sí solo encierra
una confesión por demás delatora: En tu cuarto, en tu
escritorio, sobre tus libros. Entre tu pluma, y las puntas
de esa pluma, entre tus fotos, tu rosa eterna, y ese frasco
de tinta sepia que jamás te has atrevido a usar. Eso ya no
lo dijo él, pero lo agrego. “Ahí, sobre tu orgullo”. Y yo no
dije nada y lo dejé besarme. Y ya no dijo más.
Una voz
Una voz.
Un eco.
Un chillido insistente que tiembla e insiste.
Una fragilidad hiere en las uñas y no estalla
estando ahí.
Una voz,
un eco
que desnuda.
Y una lágrima rasga
me adelgaza
me consume
agota el aire.
Una voz.
Un ojo un ojo
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Matilda
tantos ojos.
No se puede llorar una culpa aprendida
desde el encierro
y la negación,
desmentidos ambos.
Por eso el frío de mis brazos que te llama,
por eso la ingenua humedad absorbida en tus labios,
el temblor de mis dedos en tus manos
la ansiedad recurrente y vespertina.
Una voz.
Un eco.
Un zumbido incitante que tiembla e insiste.
Dos ojos: tus ojos.
Hace frío esta noche que se cierra en tus brazos.
30/09
¿Por qué cuando hacemos el amor hablamos en secreto?
Hoy llegaste a buscar mi cama. “No veo nada”, dijiste.
Yo pasé mi cuerpo al lado derecho para hacerte espacio.
“¿Qué haces? Sé que te gusta el otro lado”. Y me empujaste
con tu cuerpo. “¿O me equivoco?” En realidad me basta
estar en la orilla y no en el centro, te respondí. Pero ahora,
con más calma, no, no te equivocas, Matilda. Me gusta el
lado izquierdo porque puedo acostarme de lado, sentir y
ver el vacío desde esa orilla, y recargarme en el costado
que no guarda el corazón. Una vez leí que si duermes
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Xitlally Rivero Romero
08/10
Uno de mis mayores temores es quedarme encerrada
en un baño. Así que lo primero que hago cuando entro
a uno, es asegurarme que haya posibilidad de escape en
caso de que la puerta quede atorada. Algo psicótico, lo
sé, pero no puedo evitarlo. Además ya me ocurrió dos
veces. Se cayó la perilla y mi uña no alcanzaba a accionar
el mecanismo que abría la puerta. Empecé a inquietarme.
Curiosamente fue una de las escasas ocasiones en que mi
mente estaba pensando en tantas otras cosas que olvidó
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Matilda
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Xitlally Rivero Romero
29 de octubre
Si me vengo
a vivir contigo,
¿me prometerías
un pedazo de carne los domingos,
una hojita de azucena
para oler en la almohada,
un queso en el refrigerador,
un beso de lengua
entre las pesadillas?
Diane Di Prima
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Matilda
kadosh dice:
eres la posibilidad en sí
kadosh dice:
para sí
kadosh dice:
de sí
kadosh dice:
de todo
kadosh dice:
tú haces posible el mundo
atlas dice:
ya lo sabía , jeje
kadosh dice:
si ya lo sabes entonces para qué te digo más
atlas dice:
jajaja te amo
kadosh dice:
declaro cerrado este paréntesis
atlas dice:
que haces?
kadosh dice:
escribo
kadosh dice:
prosa
atlas dice:
gut gut
kadosh dice:
porque el poema que comenzaba se cortó, no te
digo gracias a quién
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Xitlally Rivero Romero
atlas dice:
jeje
kadosh dice:
y sí, es un reclamo
kadosh dice:
aunque en realidad creo que me gusta no poder
hacerte buenas poesías
kadosh dice:
así sigues siendo sólo mío
kadosh dice:
así no te doy a los demás
kadosh dice:
así sólo yo puedo apresarte a mi antojo
kadosh dice:
el enamorado es un egoísta
kadosh dice:
a cambio puedo abordarte desde la narrativa
kadosh dice:
así es distinto
kadosh dice:
es un ser ficticio
kadosh dice:
amado por un ser ficticio
kadosh dice:
narrado por una Sofía que tampoco existe y sin
embargo es
atlas dice:
jaja qué loco esta eso
kadosh dice:
estoy loca
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Matilda
kadosh dice:
loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca,
loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca,
loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca,
loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca,
loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca,
loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca,
loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca, loca,
loca, loca,
atlas dice:
ya lo sabía por eso me gustas más
atlas dice:
a dónde vas a querer salir??
kadosh dice:
a donde sea, sólo tengo ganas de caminar por ahí
contigo, perderme en la luz de los faros
kadosh dice:
tomar un trago
atlas dice:
oks
kadosh dice:
pero si estás cansado y prefieres ir a dormir,
comprenderé
atlas dice:
no, quiero estar contigo
30 de septiembre
Me vine, a vivir contigo, por supuesto, y la promesa del
beso de lengua entre las pesadillas se hizo acto. Y aunque
no he encontrado la hojita de azucena en la almohada,
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Xitlally Rivero Romero
9 de octubre
Me gustan las cartas. Puede verse en la letra si la mano
temblaba mientras escribía, se percibe la humedad en
donde hubo lágrimas. Siempre he postergado escribirle
al poeta. Mas creo que ahora se hace imperiosa esa
necesidad. César, enemigo de su propio nombre, amigo
indiscutible de las letras.
Sólo lo he visto un par de veces. Una en Zacatecas.
Ambos fenómenos extraños insertos en un ambiente en
el que, aparentemente, se conocían todos. Así que los
anteojos, precisamente, nos hermanaron, y nos sentamos
en la misma mesa con nuestros cinco tacos tomados
del bufete que se ofrecía. El intercambio de correos. El
singular reencuentro gracias a otra causalidad acerca
de no sé qué cosas, en Monterrey. Eran, además, mis
primeros meses en esta ciudad cálida.
Ahora ya han pasado años desde aquel último
encuentro. Pero en la última ocasión que tuvimos de
hablarnos, alcancé a pedirle su dirección, esta vez física,
y la conversación se perdió en una promesa de escribirnos
mutuamente, a la manera tradicional. Finalmente ambos
somos unos nostálgicos empedernidos que a veces se
niegan a desligarse de ciertas costumbres.
“Escribir cartas, sin embargo”, me dice Kafka, “significa
desnudarse ante los fantasmas que están evidentemente
al acecho. Los besos escritos no llegan a destino pues son
bebidos por los fantasmas a lo largo del trayecto.” Entonces
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Matilda
10 de octubre
Esta soy yo. Soy esta chica de gafas y cabello mal recogido,
de playera, pantalón de mezclilla, tenis y libros en las
manos. Soy esta chica que se pregunta si escribir tenis o
tennis. Que se pregunta esta noche si tardarás mucho en
llegar. Porque bostezo cada cinco minutos, y me debato
entre la delicia que es despertarme con tus besos cuando
me encuentras dormida, y la sonrisa de tu rostro al ver
que te estaba esperando. Y abrasarme en tus brazos.
Ayer te has desesperado por primera vez conmigo. Eran
las diez de la noche, y a esa hora me pongo impertinente.
¡Claro! Eran las diez de la noche, a esta hora me pongo
simple. “Sí, y no me dejas trabajar”. Se cortó mi risa. Es
la primera vez que te escucho ese tono de voz hacia mí.
Perdón, dije a media voz. Mejor sigo leyendo. “Sí, mejor
sigue leyendo”. Recibí un mensaje de mi hermano. Me
invitaba a cenar. Tenía hambre, y además hacía tiempo
que no charlaba con él. Te lo dije. Asentiste y continuaste
en tu trabajo. Cartera, llaves, celular, hice el repaso.
Tomé mi bolsa y te di un beso en la frente. Me voy pues,
te veo más tarde. “Sí”. Mi cara de puchero. Que termines
pronto.
Mi cintura y tu cabeza. Volví a besarte en la frente y
pediste mis labios. Había en tus ojos la mirada de un
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Xitlally Rivero Romero
13 de octubre
Por la madrugada…
¿Siento celos? Es una hermosa dedicatoria. Lo pensé
desde el primer momento en que dos palabras parecieron
crecer y saltarme a la vista para ser leídas antes que las
demás. Un nombre. Un sustantivo. Curiosamente mi
mente dio por hecho el verbo: ser. El Verbo. ¿Son celos? No
puedo negar que es una hermosa dedicatoria, y no puedo
negarle una sonrisa complaciente. ¿Has sentido celos por
mí? Entonces mujer pide unirse a las palabras escogidas
de la frase para grabarse en mí. Mujer. Verbo. Mis deseos
puestos en evidencia por tus palabras dirigidas a alguien
que no soy yo.
No estás en casa. Me pregunto si es por ello que me
decidí a tomar tu libro. Hacía tiempo que no lo hacía. Y
en lugar de dormirme como me había propuesto, paso
la noche leyéndote. Y termino aquí cuestionándome
sobre qué es lo que siento. Después de todo qué son los
celos. Debo aquí agregar que, además, si son celos lo que
siento, enseguida siento una voz que me indica que no
tengo derecho a sentirlos, ni a imaginar la posibilidad
siquiera de sentirlos. Fue algo que ya fue. Es algo que
yo soy capaz de comprender, y me atrevo a agregar que
la relación que tenías con ella era una relación que yo
admiraba. Entonces ya no hay marcha atrás. Me descubro
indagando en mis archivos y encuentro fotos de ustedes.
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Matilda
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Xitlally Rivero Romero
13 de octubre
Aún por la madrugada
“¿Morirías por mí?”, dijiste el día que llegaste ebrio. Vivo
por ti. “Excelente respuesta”. Supe de inmediato que no
recordarías eso al despertar. Y tú, ¿morirías por mí?,
te dije cuando despertaste. Me miraste contrariado.
Respondiste que sí, que por supuesto. Yo me reí. No, no te
acordabas. Te lo conté ayer y hasta entonces fuiste capaz
de acompañarme en mi risa. No quiero olvidar ese día.
No quiero olvidar el sentimiento.
No sé si sean celos o no. Pero sé que cuando miro las
fotografías en que sales con ella, mi corazón palpita
de cualquier manera al posar mis ojos en los tuyos. Al
recordar la sensación en mis manos al recorrer tu rostro.
Como si temiera quedarme ciega un día y quisiera tener
grabado en la piel cada rinconcito tuyo.
De: atlas18
Enviado el: Miércoles, 24 de mayo de 2006
01:03:44
Para: kadosh25
Asunto: para Kadosh…
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Matilda
14 de octubre
Llegué temprano a clase y lo hallé recargado en la pared
con una playera de los Héroes del Silencio. O llegué
temprano a clase y lo escuché hablando de ellos con Carlos.
O los encontré cantando una rola de los Héroes. O no.
Fue en una fiesta, de las primeras a las que asistí, y ellos
dos estaban cantando. O me subí a su carro por alguna
razón, y traía el disco de éxitos que a veces escucha. En
realidad no lo recuerdo. Y en realidad no importa. Lo
que sí recuerdo es que apenas me di cuenta me emocioné
enseguida. Conocía a pocas personas que gustaran tanto
de los Héroes y me acerqué a decirle que teníamos ése
gusto en común. No esperaba una reacción específica
por parte suya pero, a cambio, me miró, dejó salir una
especie de “ah”, y me sentí muy tonta. Afortunadamente
llegó alguien más, con quien ya había cruzado unas
palabras, y fue fácil desentenderme de su indiferencia.
Otro día lo confundí con alguien que mencionó, en otra
clase, también de las primeras, su gusto por Machado.
Nuevamente llegué temprano y lo hallé a él. Le pregunté
si era el que había declarado el gusto por el poeta. Me
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Xitlally Rivero Romero
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Matilda
28 de abril
Mi padre. Hoy hablé de mi padre. En el kinder una niña
contó que su padre ya no vivía con ellos, que su madre le
aseguraba que llegaba tarde a casa y por eso no lo veía.
Luego empezaron a decirle que su papá tenía que irse de
viaje por asuntos del trabajo. Ella decía que desde siempre
supieron que los había abandonado.
Recordé las palabras de mi propia madre. Los viajes de
trabajo, las horas de llegada. Me asusté. Entonces esperé
esa noche a que se durmieran mis hermanos, mayores
ambos, y pedí conferencia con mi madre. Me senté a la
mesa y le pedí lo propio. Ella me miró con curiosidad.
“Madre”, le dije, “te voy a hacer una pregunta, pero quiero
que me respondas con toda honestidad”. Mi madre todavía
recuerda cada detalle de esa noche. “¿Qué mi papá ya no
vive con nosotros?” Mi madre botó de la risa. “¡Claro que
vive con nosotros! ¿Por qué me preguntas eso?” Le conté
lo del kinder. “Lo que pasa es que realmente llega muy
tarde y se va temprano, y tú todavía estás dormida y no
lo ves. Tu padre trabaja mucho. Y también tiene que ir a
la escuela, como tú, pero él va por las noches. Pero para
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Xitlally Rivero Romero
02/20
¿Quieres ser mi memoria? Me dirás que yo vestía de
blanco y yo recordaré el vestido corto que tanto me gusta.
Hablarás de mi risa, del brillo en mis pupilas, recitarás
lo que dije y las cosas que tú respondías. Recordaré que
fui yo la que te di los pormenores esa tarde de lo que no
alcanzaste a ver. Me dirás que tú vestías de azul y yo
recordaré el número de botones, las botas que llevabas
puestas cuando añadas que eran las cafés, tus favoritas. Y
hasta me atreveré a agregar que te quedaste dormido con
tu cabeza entre mis piernas, que apuré mi vaso de un solo
trago y lo deposité, delicada, en el piso, junto al sillón. Que
retiré unos cabellos de tu frente y te miré dormir. Pero
eso siempre será una duda, porque eso tú no lo puedes
recordar. Y no sabré si lo inventé, o si fue un sueño, o si tú
me dijiste que te hubiera gustado que yo hiciera eso.
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Matilda
15 de octubre
Amanecí triste pero cómo retenerlo si sé que tiene trabajo.
Prometió volver pronto como adivinando mi tormenta y
yo, con una sonrisa en los labios, lo tranquilicé diciendo
que hiciera sus cosas con calma. Mas apenas se fue y soy
incapaz de hacer algo. Mi cerebro me pesa y me asaltan
las lágrimas. Respiro profundo. Ni siquiera tuve ánimos
para desayunar. Intento leer. Imposible. Siento las hojas
en mis manos y quiero lanzarlas en un grito. Las hojas
se esparcen y con ellas mi llanto. Él podría entrar en ese
momento y ver la escena. Patético. Tendría que recoger
y ordenar cada hoja. Olvidaría qué llevo leído y tendría
prácticamente que volver a empezar. Veo la hora. Casi la
una de la tarde y no vuelve. Recorro teléfonos. No se me
ocurre a quién hablarle. Mi estómago reclama alimento.
Tal vez por eso la jaqueca.
Y de pronto ahí estoy: acurrucada contra la pared. El
microondas me avisa que mi comida está lista. No quise
cocinar hoy. No tengo ánimos. La comida no me sabe.
Habrá olvidado ponerle sazonador al pollo. O quizá soy
yo. El agua me produce náuseas.
Sudo tu nombre
Sudo tu nombre
(inevitable tu sexo).
Sudo tu nombre.
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Xitlally Rivero Romero
17 de septiembre
“Sofía, ¿puedo pedirte un favor?” Asentí. “Cuida lo que
haces en tus episodios maniacos.” Me extrañé. “Si hay
algo que me pondría muy triste… es que me engañaras.”
Bajé la cabeza y callé. “¿Qué pasa?, ¿crees que lo harías?”
Volví a asentir. “¿Si te dijera que ya sé qué va a pasar?” Te
creo. ¿Qué va a pasar con nosotros?
La emoción en su rostro, la humedad en sus ojos…
Más tarde…
El miedo. Siempre el miedo. Una visión recurrente. Yo
iba corriendo, el suelo bajo mis pies caía, saltaba con los
brazos extendidos, pero no lo lograba. Era ya muy tarde.
Sólo con Matilda he superado el miedo al espejo. Sólo
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Matilda
3 de abril
Un poeta o se suicida o no es poeta.
De: atlas18
Enviado el: Lunes, 17 de Julio de 2006
21:29:45
Para: kadosh25
Asunto: bon soir madmoiselle!!!
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Xitlally Rivero Romero
5 de mayo
Tenía consulta. Vi acercarse la hora y no hice ningún
movimiento. Alguien llamó a la puerta. Había olvidado
que vendría por mí para acompañarme. No quería ir. Sabía
exactamente lo que me dirían. Abrí la puerta y entró. Hizo
notar que era tarde. Mentí. Debía terminar unas tareas.
Y contra lo que imaginé, sacó un libro de su mochila y
dijo que aprovecharía para leer un poco. Contrariada,
le hice pasar a mi recámara. Lo veía entre líneas, desde
mi escritorio, sentado a mi lado en el sillón rojo. Veía su
cabello, sus lentes, su barba de algunos días, sus manos
recorriendo el libro. Sus labios. De pronto todo remitió
a sus labios… Y a unos apasionados labios con piercing,
a unos labios con bigote algo avejentados, a unos labios
carnosos y desagradables, a unos labios rígidos aunque
jóvenes, a unos labios que ya no recuerdo pero sé que
eran amables, a unos labios escurridizos y ajenos, a unos
labios posesivos y gruesos. Todos ellos visitantes de mis
labios en sólo una semana.
Cerré los ojos. Quise llorar. Una semana. Sólo
había transcurrido una semana.
La carcajada. La breve pausa y la carcajada arremete.
Recuerdo que estoy siendo observada pero no importa.
Todo lo contrario. Me sé observada. Humedezco mis
labios y ladeo mi cabeza al observarlo. “¿Qué te pasa?”
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Matilda
Perdí la noche
Perdí la noche.
Y en el ocaso azul de mis ideas
todo expiró humillado. Perdí el día,
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Xitlally Rivero Romero
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Matilda
Enero 2006
22 de octubre
Despierto. Empieza a clarear. Bostezo y parpadeo un par
de veces. Veo el reloj: todavía puedo dormir un poco.
Acostada así, abrazada a tu pecho, con una pierna encima
tuyo y el cobijo de tus brazos, alcanzo a distinguir mi seno
izquierdo. Una mancha rosada, un círculo diminuto que
se distingue en la piel. Increíble, un año del suceso y la
marca sigue ahí. Vuelvo a bostezar y esta vez te despierto.
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Xitlally Rivero Romero
Credo
Creo en tu lengua.
Creo en el surco instantáneo que recreas tembloroso.
Creo en cada sombra que se pierde en tu regazo.
Creo en la sima inalcanzable de tus manos.
Creo en la esquina
en el vértice
en la orilla.
Creo en las diminutas estatuillas que destruyes cuando
me nombras.
Creo en tu risa
escasa inesperada incomprensible.
Creo en el rito olvidadizo de quererte.
Creo en el sueño,
en el arco insomnio de soñarte etéreo,
Creo en la estúpida creación que es abarcarte.
Creo en el hondo vacío de mi cáliz.
Creo en tu nombre,
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Matilda
19 de octubre
Marco a tu número. ¿Dónde estás? “Ya voy para la casa.”
¿No vas a venir por mí? “Me dejaste esperando media
hora, mejor me vine.” Pero ya terminé. “Bueno voy para
allá.” No, si no quieres no, puedo tomar un taxi. “¿Cómo
crees? Ya, mujer, ya di la vuelta, llego en cinco minutos.”
-Pisteaste. Dijiste que estabas trabajando.
-Sí, estaba trabajando, pero Pablo destapó una botella
de vino para celebrar la tesis. Y pues ya, tomamos un par
de copas en lo que terminábamos.
-Pudiste haberme hablado para avisarme que te
tardarías.
Silencio. Tomas mi mano.
-Perdón, se me fue el tiempo. Como dijiste que apenas
venías para acá pensé que nos daba tiempo de terminar
un punto. Me dejé llevar por el trabajo, no vi la hora, perdí
la noción del tiempo.
-Me dejaste esperando.
Otro silencio. Damos una vuelta.
-Ponte el cinturón –te obedezco.
-Mira. Te guardé un pedazo de chocolate. Pablo fue
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Xitlally Rivero Romero
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Matilda
Febrero 2006
20 de mayo
Cuando vuelvo a la casa de mis padres, salta la sensación
de que todo vuelve a la normalidad, de que todo estará
bajo control, de que todo estará como antes. No lo pienso
exactamente con esas palabras, pero lo siento.
Recuerdo que antes era capaz de controlar mis
pensamientos y emociones y conducirlas a donde yo
quería, recuerdo que también era capaz de hacer lo mismo
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Xitlally Rivero Romero
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Matilda
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Xitlally Rivero Romero
Momento
Bajo el caudal de luz:
una madeja oscura de gruesas notas,
un asomo de calma entre tenues pestañas,
un ritmo palpitante que desvanece en ecos;
el abandono grácil de una arena inquietante,
el calor envolvente que se traduce en guiño,
y este cuerpo que conozco de fisura en fisura.
Es absurdo no mirarte.
Esta noche
hay una alfombra de albor en cada orilla del mundo,
un caminar incierto en apuradas señas,
un asombro profético en el racimo de tu vientre.
25 de octubre
Me gusta verlo manejar. El poderío que lo rodea, la
precisión de sus movimientos, la seguridad con que
cambia de velocidad, mira todo al mismo tiempo, y toma
el volante. La manera en que mira el espejo retrovisor
antes de cambiar de carril y pareciera como si el tráfico
le abriera paso, siempre encuentra espacio donde quiere
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Matilda
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Xitlally Rivero Romero
En secreto…
Humíllate,
en mi tibieza de muslo hay caracolas
que añoran un castigo de tirano.
Humíllame,
traga mi carne,
quiebra mis uñas.
embarra de lujuria mis temblores,
Quiero humedad de canto.
23 de octubre
Tengo dos días de mirar por la ventana. Llueve. Quisiera
sentarme a la orilla de la cama. Nuestra cama. Duermes.
Tengo dos días de mirar por la ventana. Sigue lloviendo.
Llueve. Parpadeas. Se abre el mundo…
A poco te adormeces. La ventana centellea, se escurre
entre mi carne la neblina. No quiero levantarme y me
levanto. Hay que lavar las sábanas. Debo recordarte que
arregles la cafetera. Hace frío. Tengo frío. Se me cuela en
las piernas un hormigueo blanco y casi húmedo, y vuelvo
a la cama. Sientes mi frío y me arropas con tu cuerpo.
Puedo mirar por la ventana. Llueve. Llovemos. Siento
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Matilda
27 de agosto
Odio cuando pasa esto. Odio cuando Matilda no está en
casa y todos los ruidos crecen y duelen en el oído y todas
las cosas miran y la casa se hace enorme pero el cuarto se
hace cada vez más pequeño y una maldita sirena tiene que
sonar desde la calle para meterse justo aquí en mi cuarto
y agrandarse en mi cabeza y yo que odio tanto las sirenas
y tengo miedo y al mismo tiempo unas ganas inmensas
de placer y casi quiero masturbarme pero no quiero yo,
no quiero, quiero que sea alguien más el que me toque
pero Matilda no está en casa.
Tengo miedo.
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Xitlally Rivero Romero
Marzo 2006
16 de octubre
Fui a Tampico cuando tenía seis o siete años. Mi padre
hacía muchos viajes por su trabajo, y nos concedió un viaje
a cada uno de mis hermanos y a mí para acompañarlo. A
mí me tocó Tampico. El viaje no pudo ser mejor. Ahora
creo que hubiese disfrutado cualquier sitio, por el simple
hecho de ir a un viaje de trabajo con mi padre.
Era la primera vez que me subía a un avión. Y sin
embargo no recuerdo mucho de esa primera experiencia,
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Matilda
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Xitlally Rivero Romero
Una tarde
Tengo una mordida en el dorso de mi mano:
fueron mis dientes
fue la mano izquierda.
Pensaba en ti.
04/08
Se desgarra mi vientre… siento cómo se desgarra… ese
ardor que sube en mis entrañas y revienta en lágrimas.
I’m not here, this isn’t happening…
La carne entre mis uñas, la sangre de mis labios. Se
desgarra mi vientre… I’m not here… I’m not here…
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Matilda
4 de mayo
El deseo. La respiración agitada. El coqueteo cínico.
Palabras que se me escurren por todos lados y yo no
pongo frenos. Cómo quisiera bailar esta noche. Me come
el ansia, la cosquilla en mis uñas, la desesperación de mi
cintura por sentirse apretada.
Saldré esta noche.
Un temblor
Un temblor
que se aisla
se aferra
y se instala
para irse luego.
Un temblor que se adueña del sinsentido en mi cabeza
y me azota
contra nada.
Un peso abrumador que desconcierta
y obliga
a detenerse
a esperar un momento
a buscar un vaso de agua.
10 de agosto
Había que celebrar e invitamos a Carlos. Y como días
más tarde ocurriría, la salida nocturna se convirtió en
reunión, y la reunión se convirtió en velada. No supe
en qué momento salimos. No supe en qué momento
recordaste mi deseo de romper botellas. De pronto la
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Xitlally Rivero Romero
6 de octubre
… Pero no era ella. Sus ojos vacíos. Sólo su cuerpo. Era
sólo su cuerpo.
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Matilda
Lo he dicho
Lo he dicho de la única manera posible
o de la más aproximada
y lo he dicho pensando en la sonrisa que tendrías si me
escucharas
porque siempre es tarde
y nunca temprano
hay que andar corriendo para ver si se alcanza un pedazo
de bruma antes de irse a dormir
Leí que las olas humedecen
aquellas cosas
pero es que el llanto de ola se va hacia todas partes
y lo riega todo.
20 de octubre
La narración y descripción de un sueño es, a veces, una
inútil búsqueda de ilusiones cobardes. Ayer Manuel decía
que sólo hay tres cosas que rigen la vida del hombre: el
hambre, la sed y el sexo. Yo me arriesgaría a ponerme
abstracta y diría que lo que rige entonces es la necesidad-
deseo. Si todo es hambre, sed y sexo, ¿por qué rehuyo la
vista a mi desnudez?
Es increíble que bloquee las cosas hasta tal punto. Es
increíble que tenga que releer mi diario para comprender
por qué no me siento bien. Es increíble que borre las
causas… que borre los recuerdos o los desconecte… Escribo
mi diario para no peder mi vida… Mejor no escribir para
no recordar. Y es cierto, no recuerdo por qué escribí eso
cuando lo encuentro en el diario. Increíble.
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Xitlally Rivero Romero
Nombres
I
Te llamé mar,
pero tus límites se hicieron inhóspitos y, siendo ola, me
ahogaba.
Te llamé río,
Pero tu juguetona inconstancia me quebró entre rocas
y terminé confusa.
Te llamé arena,
y por buscarte me hice a la orilla hasta secarme.
Pero no bastó.
II
Mar extendido a cuestas
en la marea taciturna y vespertina
Río sin nombre, escurridizo, que llora a veces.
Arena
y, por buscarte, me hice a la orilla
hasta secarme.
Pero no basta.
III
Hoy te llamo desierto
(alguna vez fuiste mar, me dices).
Y te llamo ráfaga,
torbellino, borrasca
(¿cómo llegarías hasta mí?
¿cómo llegaste?).
Pero ninguno basta.
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Matilda
17 de noviembre
Tengo frío.
29 de octubre
Me duele mi vida con un peso de siglos. Tantas cosas y
nada. Me siento anciana y sin embargo mi cara redonda
de la niña que en el fondo no he dejado de ser. Quemarme
la piel para quemarme el dolor de un deseo frustrado. Soy
una niña.
La esperanza es una mujerzuela: se da a cualquiera y
por cualquiera te abandona.
12 de diciembre
Al terminar una película, al cerrar un libro, al dejar de
mirar una pintura, al terminar una pieza de música, al
salir de una exposición fotográfica, al terminar de ver un
espectáculo de danza, al doblar la calle luego de un edificio
magnífico, al terminar de comerme una escultura… queda
esta sensación que jamás he podido expresar.
Curiosamente, pese a que gusto de hacer mil cosas a un
tiempo, hay obras de arte que me exigen total atención. Y
son las que producen esto. Esta sensación de globo inflado
de éxtasis, este constante aspirar aire sin que me canse,
este temblor en mis manos, este ver todo con una extraña
luz y una sonrisa inexplicable. Un continuo repetir de
todo y nada. Un cerrar los ojos y sentirme en paz. En
armonía. Tal vez pueda englobarlo pero la palabra aun
dista de contener lo que siento. A la sazón creo que todo
es posible.
A veces la excitación es tal que no puedo contenerla. El
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Xitlally Rivero Romero
29 de octubre
Estaba aburrida y recorrí mi agenda. Enero, comida con
Matilda. Febrero, comida con Matilda. Marzo, comida
con Matilda.
-¡Astuto! Me invitabas a salir una vez al mes. Abril…
¿por qué en abril no me invitaste a comer?
-Porque para abril ya venía a tu casa regularmente.
-Oh, es cierto. Venían tú y Carlos a embriagarse con mi
hermano.
-Pues no andaba usted tan lejos, muchachita. De hecho
fue en abril cuando te llevé a tu cuarto.
-Oh, ¡es cierto! Jaja. Me hubieras besado ese día.
-No te hubieras dejado.
-A veces me das miedo.
Abrió la regadera. Ya pasaba del medio día. Lo salpiqué
al entrar y sus pasos automáticos hacia atrás, su gemido,
me tomó ambas manos. Adoro hacer eso. El agua está
tibia y agradable para mí, así que no puede vengarse. Para
Matilda aún está fría.
-¡Arg! Te voy a sacar así, desnuda, afuera.
Me río cada vez que amenaza, mas no insisto. Sé que
sería capaz de hacerlo. Dejé caer el agua así tibia hasta
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Matilda
21 de diciembre
26/11
¿Cuánto tardará el tiempo para decirme que todo ha
terminado?
Tarde o temprano, en el teatro del mundo, el desengaño
eterno de lo público y lo privado llega a avisarte que se
cierra el telón. La caída.
Sólo podré cerrar los ojos.
Pero por vez primera y como siempre, las palabras me
habrán traicionado, y serán pedazos de viento… como
siempre pedazos de viento…
Es la segunda vez, maldita sea, que me quedo sola en la
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Xitlally Rivero Romero
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Matilda
toledano dice:
tiene internet inalámbrico y alámbrico por si no lo
sabias
kadosh dice:
jajajaja, ya pues, luego qué pasó?
toledano dice:
bueno, casi a punto de chocar se desvio tantito y
se estrello con un arbol
toledano dice:
y nos pidieron ayuda para sacarla
toledano dice:
estoy todo jodido
kadosh dice:
buórale
kadosh dice:
entonces? estás bien?
toledano dice:
bueno el sabado en la madrugada me dio un
calambre bien cabron en la pierna derecha
toledano dice:
desde el pie hasta el gluteo, y todavia tenia el
musculo cansado
y luego empuje la ram
toledano dice:
y como que me quiso dar en toda la pierna, pero
no, no ha pasado todavia pero si me duele cuando
camino, pero solamente es cansacio
toledano dice:
lo unico que me preocupa es que hoy baje la temo
y me de un calambre porque si eso pasa, voy a
tener la pierna bien madreada
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Xitlally Rivero Romero
kadosh dice:
ouch, pero ya te fuiste a checar?
toledano dice:
no, solamente es cansancio
toledano dice:
si el dolor me dura mas de dos dias voy al fisio
toledano dice:
si me aparece morete, posiblemente es un
desgarre
toledano dice:
pero no creo no hice tanto esfuerzo el viernes-
sabado madrugada
toledano dice:
y lo que hice no te lo voy a contar
kadosh dice:
jajaja, ya pues, te mueres de ganas por contarlo
kadosh dice:
suéltalo de una vez
toledano dice:
no, neta, no te lo voy a contar
kadosh dice:
es en serio?
toledano dice:
si
kadosh dice:
entonces para qué me dejas picada, infeliz?
toledano dice:
jaja sorry, pero ya me debias varias a parte
kadosh dice:
ah! me indigno
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Matilda
kadosh dice:
pues quédate con tu anécdota, entonces
toledano dice:
esa era la idea
kadosh dice:
bueno, y ahorita qué haces?
toledano dice:
reviso unas cosas para mi tarea de arte, tengo
que crear un cuadro de expresionismo abstracto
basado en un tema mitico
toledano dice:
de hecho tengo la idea
toledano dice:
pero estoy agarrando ideas de pollock y otros, el
mito de sisifo
kadosh dice:
bien, bien
toledano dice:
creo que ya salio la idea
toledano dice:
pegamento y mucho polvo de gis
toledano dice:
jaja amo la escritura automatica
toledano dice:
y tambien la pintura automatica
toledano dice:
t u que haces?
kadosh dice:
analizo “altazor” con el poliedro retórico de la tesis
de Pablo
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Xitlally Rivero Romero
toledano dice:
sabes
toledano dice:
estas enferma
toledano dice:
pero eso ya es estar dañanda
toledano dice:
cercana a la zona de desastre
kadosh dice:
wooo
toledano dice:
niña nel, eso es maloç
kadosh dice:
ayer fuimos a la fiesta en casa de ricardo
kadosh dice:
y me estaban acosando
toledano dice:
jajaja
kadosh dice:
y yo feliz de la vida alimentando mi ego jajaja
toledano dice:
exacto me lo imagin
kadosh dice:
hasta que el vato se empezó a acercar acá
mucho
kadosh dice:
y yo... aaaahh! Matilda!!!
kadosh dice:
pero mira qué chistosos los celos de Matilda
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Matilda
kadosh dice:
no dijo nada y era más que evidente que el vato me
andaba coqueteando y en cambio se puso celoso
cuando dije que yo quería acosar a un trompetista
después del concierto
toledano dice:
jajaja te tiene medida, sabe cuando vas a
mariconear
kadosh dice:
jajajajaja
kadosh dice:
bueno, pero sólo lo iba a acosar superficialmente,
toca bien chido la trompeta tiene unos pulmones
que wow
kadosh dice:
además la misma Matilda admitió que acababa de
descubrir que la trompeta era bastante erótica
toledano dice:
jajaja
kadosh dice:
oh, creo que ya entendí
toledano dice:
chales
15 de abril
Tengo que confesar, en la intimidad del diario que, a veces,
sólo a veces, vuelvo a sentirme triste. Sin explicación
alguna. Me siento triste. Y es que, como lo he dicho desde
que Matilda entró a mi puerta, han llegado los días más
felices, los días más tranquilos, los días de más armonía.
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Xitlally Rivero Romero
28 de mayo
Suspendida… porque cada molécula se disuelve en el
universo…
Suspendida.
7 de febrero de 2007
La otredad. Pero él no es el otro.
15 de julio de 2005
…Quizá por eso la angustia y la tristeza luego
del sexo. Omne animal triste post coitum. Porque se
busca ser con el otro, ser en el otro. Y como tanto lo
cantó Machado, el otro… es siempre lo otro… En efecto,
Machado distinguía el otro como el objeto de amor, de lo
otro, un querer ser lo que no se es, un querer ser más de
lo que se es y se puede ser. Entonces, cuando el amor se
traduce en un sentimiento de irremisible ausencia, viene
el fracaso del amor, la soledad. Una soledad mucho más
terrible cuanto que es consciente. Y surgen las ideas, y
llega el conocimiento y nace la poesía… Entonces caigo
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Matilda
27 de agosto
¿Qué camino eligirás, Matilda, cuando te desesperes de
mí? ¿El de mis padres, con sus expectativas y su amor, de
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Xitlally Rivero Romero
15 de junio
Mejor no escribir para no recordar.
Sólo sé que bajo el agua de la regadera se fue al caño
más que llanto.
24 de julio
-Pues sí, tu amiga está loca.
-Eso te hace atractiva. Te da un plus.
“Te da un plus”. Pensé que la frase era un cumplido de
lo más trivial y poco trabajado que podría haber dicho.
Pensé que era una frase más para quedar bien conmigo,
y no precisamente una muy buena. Pero estuve pensando
en ella toda la noche, durante la fiesta. No me gustó la
música, no me gustó el alcohol que me ofrecieron, no me
gustó el clima. Pero estaba a gusto.
En algún momento, cuando el alcohol dominaba mis
palabras, me encontré cantando en público, improvisando
versos. Matilda no estaba. Pregunté si alguien lo había
visto. No había nada delatador en la pregunta. No lo había.
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Matilda
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Xitlally Rivero Romero
kadosh dice:
Por eso las pausas
los silencios,
los cadáveres,
las manos,
el cuello
Tienes miedo.
kadosh dice:
Por eso el hábito de mirarte las manos,
las citas nocturnas que luego se cancelan,
el sollozo del martes y la risa del viernes.
Tienes miedopor eso tu obsesión por los tacones
y las olas largas.”
atlas dice:
jejejejeje sí, así eras
kadosh dice:
ahora cómo soy?
atlas dice:
ya no tienes miedo
atlas dice:
bueno, sí pero menos y a otras cosas
atlas dice:
:P
kadosh dice:
:P
atlas dice:
aaahh me dieron ganas de defecar
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Matilda
06/11/05
Antecedentes familiares, directos, atávicos y
colaterales:
Hay o ha habido en su familia algún individuo nervioso,
epiléptico, loco, histérico, alcohólico, sifilítico, suicida o
vicioso: Abuelo alcohólico, suicidio a los 70 años. Por lo
menos tres casos de suicidio identificados en la familia.
Tío abuelo con antecedentes de alcoholismo, consumo de
drogas e intentos suicidas. Antecedente de dos intentos
de suicidio del padre. El primero cuando era adolescente,
con la ingesta de diversos medicamentos. En el segundo,
ya con treinta años aproximadamente, con un objeto
punzocortante. La madre frustró el segundo intento.
Rasgos obsesivos por el lado materno.
Mientras dormía…
Te aspiro
vibración del aire
la piel ceñida de piel
y en el fondo esos ojos tuyos que se desdoblan en
hermosuras inaprensibles
-como tarea de diccionario-
y te abarco
sin mirarte
te devoro
sin moverme
Y si me muevo
tu regazo
se me escurre en la marea que es amarte
soluble arena.
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Xitlally Rivero Romero
01 de noviembre
Son sus ojos. Las imágenes. En la esquina, con los ojos
abiertos, llorosos, sentada en el piso. Arrojar objetos,
papeles, por todas partes con mis lágrimas. Gritar. Correr
y gritar y llorar. Pero sus ojos. Son sus ojos. Y su aroma. Y
como entonces, desde ese día, en abril (no, en mayo; no,
en abril), todo se desvanece, se desenfoca, se desfocaliza.
Negro el fondo. Yo me debato entre las sábanas. Mis
lágrimas ahogan la garganta, ocultan mi voz. No sé qué
estoy diciendo. No recuerdo qué decía. Me veo bajo su
rostro, bajo sus brazos. No sé qué estoy diciendo. Lloro.
Abro los ojos. Ahí están los suyos. ¿Cuánto tiempo lleva
ahí?, ¿qué he dicho? No importa. Matilda habla ahora. No
sé que está diciendo. Su voz me calma. Y sus ojos. Son sus
ojos los que me mantienen. Su mirada lo que me mantiene
y no me deja caer, o subir.
Fue en abril. O en mayo. No, fue en abril. Matilda dice
que fue en abril.
En la nada
En la sequía
en un pozo de mar
hay un algo
que desgarra débilmente
en el filo del viento
y adormece
de fatiga
deshidratante
agobiada.
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Matilda
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Xitlally Rivero Romero
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Matilda
kadosh dice:
huevos a la mexicana
kadosh dice:
ahora sí tengo variedad
atlas dice:
jeje pues sorprendeme
kadosh dice:
jajaja nooo! dime qué quieres
atlas dice:
ya te dije
atlas dice:
o quieres que yo te sorprenda??
kadosh dice:
suena tentador
atlas dice:
bueno tons yo te hago de desayunar
kadosh dice:
jaja bueno
kadosh dice:
y mientras yo preparo las cosas para la comida...
enchiladas verdes, wee!!
atlas dice:
ya dijiste
atlas dice:
me parece
06 de noviembre
“A ver, ¿qué hicimos el viernes?” Mis ojos se agrandan. No
lo recuerdo, pero recuerdo que el jueves nos quedamos en
cama toda la tarde, que fuimos a comprar los boletos para
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Xitlally Rivero Romero
07 de agosto
Estoy esperando a que llegues mientras unos gritos
aparecen entre mi cuarto. Pero tengo la frente fría. Te
llamé a media noche para decirte que mi piel ardía, que
quería volver a dar el salto, y hoy pensaba en ello mientras
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Matilda
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Xitlally Rivero Romero
kadosh dice:
jajajaja
kadosh dice:
fíjate, qué distintos
kadosh dice:
tú, como yo, no te fijas en el sentido sino en la
forma, en la impresión general, en el feeling
kadosh dice:
matilda diría que si no transmite un mensaje la
forma no tiene valor
geminis dice:
g g g.. pues diferentes aproximaciones
kadosh dice:
sips
Maravíllense:
Voy a intentar hacer un salto que recorra temojurias e
ilusiones
que no sé a dónde me llemuestre
que sigo estaré aquí estará siempre todo,
aquí.
Aquí.
Un salto.
Y al final a donde estoy.
Pero seremos no mismo.
Habré encontralado la huella cero,
imposible original siempre único.
Habré triunfado.
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Matilda
16 de agosto
Esta náusea. Esta eterna náusea.
Las autoridades de Corea del Norte pidieron ayuda
de emergencia al Programa Mundial de Alimentos, al
argumentar que 330 mil personas se quedaron sin hogar
debido a las torrenciales lluvias registradas desde el
pasado 6 de agosto.
Este dolor que me sube desde la rodilla y quiere
culminar en llanto.
El equipo de rescate que pretende llegar hasta los seis
trabajadores atrapados en la mina de Huntington, oyeron
ruidos de origen no precisado, un hecho que revivió la
esperanza de encontrarlos con vida.
Este querer escribir, y escribir, y ya no querer escribir.
El saldo es de al menos 337 muertos y 827 heridos,
situándose el epicentro en la región de Ica, a 265 kilómetros
al sur de la capital peruana, donde la devastación fue total:
decenas de personas sepultadas debajo de sus humildes
viviendas caídas en medio de la noche, caminos y puentes
destruidos. Chincha y Pisco fueron otras localidades
sumamente afectadas.
Este imaginar que abandono todo y me voy corriendo a
cualquier parte para que escape el llanto. Pero no lo hago.
Ya no lo hago.
Esta última fue destruida en un 70% y los cadáveres
permanecían en sus calles sin que las autoridades se
dieran abasto para recogerlos.
No puedo creerlo. Como cuando era niña, un golpe en
la rodilla ha desatado el llanto. Aquí: frente a todos. En
mí: a quien no le gusta que le vean llorar.
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Matilda
Catarsis
Que la duda me abochorne y adelgace
en la brisa
frágil
e incisiva
Incursiona en la tarea navegante de las horas
en la luz que se cuela de los árboles.
02/08
Entonces me encuentro sobre una voz amicrofonada que
va llamando, sin anunciarse, a los pocos individuos que
se agrupan en una sala improvisada junto a un balón.
Nunca he entendido por qué el aplauso antes de que
halguien hable. Sí, con h, como anuncio mudo del que
hablará.
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Xitlally Rivero Romero
Una voz curiosa. ¿Un aula? Una risa por ahí se asoma y
calla. ¿Niño índigo?
¿En qué reside el humor literario?
¿En qué reside el éxito de una lectura?
Medicamentos ilegales. Ya no hay marcha atrás. Aunque
escuche el nombre de alguna bebida o la palabra cogerse,
no hay marcha atrás.
Medicamentos.
Y me recuerdo acurrucada a Matilda apenas hace
unos días ante el remordimiento de un intercambio de
palabras.
“Siempre tan luminosa, Matilda. Siempre.”
Matilda.
Matilda.
Cómo me gusta que Matilda empiece con “m”, como
mujer.
Siempre.
Matilda.
Qué palabras más bonitas. Bonitas, que no hermosas.
Me gusta el uso español del “que”.
La verdadera Matilda dice que suena raro. A mí me
gusta.
¿Acaso he descubierto…?
No lo sé.
Matilda espejo
Matilda guía
Matilda manía
Manía de Matilda
Matilda Maldita
Maldita Matilda
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Matilda
Transparencias
I
Dame tu boca
(En la sábana
del estrépito
ocurrente
-de ola, tal vez-
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Matilda
10/08
Intento escribir pero no funciona. Apenas alcanzo a
garabatear unas palabras. Y es que todo fluye tan rápido
y quiero decir tantas cosas y pienso tantas cosas y tanto.
Carro, luces, noche, música, velocidad, loco, escribir,
notar, volumen, encuentro, locura.
14/08
Necesito azúcar. ¿Necesito azúcar? Necesito azúcar.
Hay cosas que se vuelven redundantes.
24 de abril
Escribo como maniaca y Matilda propone conseguir una
cadena de perro para que lo lleve a pasear. Confieso que
no me disgusta la idea. Recarga su cabeza en mis piernas
y continuo escribiendo mientras, en el suelo, él parece
pensar en cosas lejanas y femeninas. Yo escribo de él. Y
yo sé que lo lee y me sonrío. Habrá que darle permiso
para un pedacito de ego. Sólo un pedacito, para que no se
vuelva amenaza la costumbre de dejarlo verme sin pudor,
plenamente desnuda, confiada a desaparecer en cualquier
momento, y termine conociéndome.
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Xitlally Rivero Romero
12 de junio
Lo extraño. Al fin lo he admitido. Lo extraño. Es que extrañar
es una palabra tan ambigua. Acabo de masturbarme y,
como pocas veces, me siento tremendamente vacía. Casi
siempre termino, me miro al espejo mientras lavo mis
manos, y noto el color encendido en mis mejillas que me
da un no sé qué de autosuficiencia. Sé que suena hasta
extravagante y es que es cierto. Privar a alguien, desterrar,
admirar o causar extrañeza, esquivar, rehusarse, advertir
la falta de alguien, sentir pena por su ausencia. Esta vez
no me hallé bonita, ni un poco simpática, ni siquiera
distinguí el rojo en las mejillas. Recuerdo la primera vez
que se quedó en casa, y me noto mucho más mojada que
hace un rato.
27 de agosto
Llego al auto y cierro la puerta. Siento al instante mi
rostro mojado; no húmedo, mojado. Cuando siento que
ya ha pasado mucho tiempo, cuando noto que el calor
sigue presente pero ha dejado de molestarme, me decido
a regresar con Matilda.
El camino es eterno, me da risa. No importa cuán largo
me parezca, de un momento a otro llegaré con Matilda.
Y lo veo desde lejos, con su sonrisilla peculiar del
momento. Aunque el mar está delante no veo más que
su sonrisa. Su sonrisa de Matilda que me recibe con una
cámara. Pero yo estoy ansiosa, quiero sentir el mar. Así
que me lanzo y Matilda tras de mí. De un momento a otro
la arena se humedece y se hunde bajo mis pies. Entonces
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Matilda
23 de junio
No puedo olvidar esa mañana. “¿Has iniciado el día
con un orgasmo?” Lo miré extrañada –extrañar no es
una buena palabra- y felino se lanzó a mí. Movimientos
gatunos de Matilda. Se deslizó en mi cuerpo y me quitó
el short que traía puesto. Y yo pensando en los vecinos,
en las persianas abiertas, en el grito que sentía venir a mi
garganta. “¿Lista para irte al trabajo?”
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Xitlally Rivero Romero
24 de junio
Fue una tarde. Una tarde cálida. Yo empapada de sudor.
Y sin embargo había un no sé qué de frescura. La luz
se me colaba entre mis manos en la expectativa de lo
desconocido. El cosquilleo incesante de la novedad.
Todo era nuevo y conocido a un tiempo. La aventura. La
aventura y la frustración. El sonido del tren facilitó mis
risas, mis saltos, mi esplendor. Un millar de piedras que
pedían atención, que prometían ser grandes. Un camino
eterno que algún tiempo es río y que en ese instante se
quebraba a mis pasos. Una subida, unos cuantos pasos y
el destino prometido.
La luz. Sobre todo la luz. Encegueciéndome en el reflejo
de una arena incierta. La búsqueda de formas geométricas
y el encuentro. Una extensión de algo inasible. La alegría
en mi rostro por la aventura y la frustración de Matilda.
Me sentí un poco culpable por mostrarme alegre.
Entonces caí en la cuenta, claro, los cientos de casitas
que invadían la zona. El paso del hombre por la región.
Los postes de luz que entorpecían la vista. El eco de una
música escuchada en aquella dirección, tal vez aquella
casa… Y sin embargo a mi vista todo aquello era nuevo,
todo aquello era hermoso.
Regresamos al auto. Se escucharon dos portazos. Un
motor. Un ruido que se aleja. Y yo me quedé mirando por
la ventana aquel lugar al que imaginaba no volver, como
aquel día en mi infancia en que me dije, mirando por la
ventana del auto que manejaba mi madre, que “ella nunca
olvidaría esa tarde, esa mirada tras la ventanilla que se
perdía en una ilusión que acababa de morir”.
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Matilda
15 de octubre
Apareció ante mí, desnuda, envuelta premeditadamente
en las sábanas sabiendo que yo iba a mirarla.
-Entró en el baño, síguela –ordenó Matilda.
Yo la seguí. Entré en el baño. Su mirada en el espejo.
Su risa quebrando en serpentinas inasibles que yo no
entendía o no quería entender. Apagué la luz para no
tener miedo.
Una brisa blanquecina y olorosa. Una brisa que no
podía mantenerse en pie, que se abandonaba, escurridiza.
Un recuerdo. Un sabor conocido. Un roce húmedo y
continúo. Una suavidad casi olvidada. Un encuentro,
indefinido, entre mis dedos, y luego firme. Y el roce
crece, retrocede. Y el roce avanza. Un trazo instintivo.
Otro encuentro. Una caricia tibia que transforma, hasta
abrirse. Cuatro pétalos tersos que conducen al abismo.
Dos roces húmedos, continuos. Simultáneos. Un algo que
ablanda. Que funde. Que enardece. Que sofoca a la brisa
blanquecina y olorosa. Y la convierte en aguas densas que
se adhieren a mi tacto.
-Me gustan las flores con labios intensos -me dijo.
-Son orquídeas -le respondí.
20 de diciembre
Ese fantasma se pasea en los recónditos lugares de la locura
matutina. Porque hay distintas clases de locura a cada
hora del día. La locura vespertina se parece a un estallido
de fuegos artificiales prendidos por un niño en Noche
Buena y al perro que persigue inútilmente a esas luces. La
locura nocturna se asemeja a un espasmo melódico que
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Xitlally Rivero Romero
Un pretexto
De un párpado colgado en cualquier parte
se desprende una imagen que me llama,
que me agolpa a la entrada de una noche
y se cuela en el dolor que hay en mi espalda.
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Matilda
17 de junio
“Las tuyas son más grandes” me dice. Además tú no tienes
joroba, agrega. ¿Cómo es que siempre sabe qué decir?
Matilda me hace mar…
La primera vez que me llevó al desierto, me sorprendí
que fuera el extremo opuesto a mi deseo eterno de mar…
Mas al llegar y caminar de su mano… con ese calor… con
su calor… recordé la canción: al final, después de todo, no
somos tan distintos.
11 de junio de 2007
Y así como llegó, se fue… Ya no estoy triste. Ya puedo
disfrutar plenamente otra vez.
Un encontrar respuesta…
Un lenguaje original:
aí aiiiiiiiiiiiiií au oh au au.
Who would have known that a boy like him…
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Xitlally Rivero Romero
Sin nombre
Hiere la boca del estómago
se hunde un algo agudo.
Las manos duelen
se adelgazan
y recorre en los nervios un ácido que contrae y retuerce.
A veces el dolor se hace náusea
y se escapa en hormigas que anidan el cerebro.
De: kadosh25
Enviado el: Miércoles, 25 de julio de 2007
01:03:44
Para: atlas18
Asunto: …
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Matilda
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Matilda
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Matilda
4 de mayo
¿Qué tendrá la noche que me pone melancólica? No es la
primera vez que escribo eso. Desde que inició este año
de repente me pongo triste por las noches. Me molesta.
Porque en realidad estoy muy feliz pero no puedo evitar
esa tristeza… ¿Por qué me pongo así? Pienso en lo del
trastorno. A mí me parece que Matilda no cree mucho en
eso. No sé, entonces, lo que es.
07/08
Yo también te extraño. Te extraño porque tú, Matilda,
entre todas, eres la única persona con la que no me siento
ajena. Porque contigo no me siento sola. Porque contigo
se puede hablar de todo, de la vida y de la muerte, de
lo trivial y lo que no parece tan trivial, de lo moral y lo
inmoral y lo amoral.
Te amo por amoral, Matilda.
07/09
Te amo porque tú no llevas máscara, porque te limitas
a cerrar tu puerta y mostrarte en las ventanas, sin
ostentación, a quien le interese. Y entonces, poco a poco,
decides ir levantando velos a quien se acerque a amarte.
Te amo porque no andas ansioso por ahí, dando voces.
Porque escuchas. Y observas. Mientras yo, Matilda, no
paro de asombrarme del mundo y quiero cantarlo a cada
instante.
Más tarde…
Ya no te enojes con el mundo, Matilda. Pero por qué el
otro tiene que ser el otro, Matilda. Por qué el mundo se
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Xitlally Rivero Romero
14 de abril
Y cuando menos lo esperaba, ahí está otra vez. Totalmente
inesperado. Y ahí estoy yo otra vez huyendo de los espacios
cerrados, de las personas, de las miradas, de los ruidos,
de las luces. Ahí estoy yo en un columpio, a mitad de la
noche, con las luces que se quiebran por mis lágrimas.
Ahí estoy yo otra vez acurrucándome en un rincón del
baño, huyendo a gatas ante la persecusión de Matilda.
Ahí estoy yo otra vez en la regadera. Y Matilda apaga la
luz y yo, miedosa siempre, corro a prenderla en cuanto
sale. Ahí estoy yo llamando a Matilda y ahí está Matilda
abrazándome. Dice que es Matilda, mi amante, mi novio,
mi esposo: nadie va a lastimarme. Ahí estoy yo tomando
su mano y levantándome de la cama. Y subo al carro para
dejar a Olivia. Pero es demasiado: las luces, los cambios
de estación de radio, el movimiento, las voces: “Que se
calle todo, por favor, que se calle”. Olivia se disculpa y
apaga el radio. El silencio es tenso para ella. Puedo
sentirlo pero no me importa. Que se calle todo, por favor.
Que se calle. Tomo un suéter que encuentro y me tapo
los ojos, los oídos, la nariz. La migraña: ya me duelen los
olores. Llegamos a casa de Oli y ella baja. “Despídete de
Oli”, me dice papá Matilda. Y yo hago señas tímidas desde
el asiento trasero. “Ven acá”, dice Matilda amante. Y yo
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Matilda
Amado:
te descubro infinito en el orgasmo.
Anúlame tú en el espacio de tus manos,
anúlame tú, el de delicias imposibles,
anúlame tú, el de temblores absolutos,
descárgame en ti al filo de mi grito,
grito de ti y tu nombre en la demencia
de tenerte en mi boca y abrirme en tu regazo.
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Xitlally Rivero Romero
Amado,
agota el giro.
Te abro la puerta:
05/12
Cierro los ojos. Siento unos labios sobre los míos. Abro
los ojos confundida por la sensación de sorpresa y
confortabilidad. Exactamente igual que la primera vez.
Perdida en la sorpresa de la paz de ese beso, me separé,
risueña. Matilda dijo unas palabras que ya no recuerdo
y me atrajo hacia él, bruscamente tierno. Nos besamos.
Exactamente igual que ahora.
Entonces el alcohol, ahora la excitación. He decidido
no tomar medicamentos. Lo único que quiero estable
en mi vida es estar juntos. Las luces me golpean, se
agrandan y me golpean. Sé que estoy alterada mas estoy
en sus brazos. Mi corazón se agita de golpe y pronto va
apagándose. Cierro los ojos. Sé que Matilda me habla y
pregunta si estoy bien. Quiero decirle que estoy bien pero
mi cuerpo no responde. Escucho que intenta encender el
carro. No prende. Sé que Matilda me habla y pregunta si
estoy bien. El carro no enciende porque tiene la alarma.
Toma mi mano. Dice mi nombre. Sé que está diciendo mi
nombre.
Todo se va quedando en silencio.
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Matilda
19 de septiembre
Empecé a amarlo una tarde de mayo en que estaba
aburrida. Y pensé que sería divertido salir a la calle y
enamorarme.
Pero tenía consulta. Y no tenía transporte ni dinero.
Recorrí teléfonos y lo hallé a él.
Llamó a mi puerta.
Lo dejé entrar:
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Xitlally Rivero Romero
A él...
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Matilda
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Esta edición de Matilda terminó de imprimirse el 10 de abril de
2009, en los talleres de Editorial Acero, en Monterrey.
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