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Urge una respuesta unificada de empresarios

y Gobierno ante la crisis sanitaria y económica

Las proposiciones de unos y otro obedecen a dos visiones diferentes y


tienen destinatarios distintos; he aquí algunas propuestas que podrían aceptarse y
constituirse en un puente entre el sector empresarial, el sindical y el Gobierno.

Por Vicente Javier Solís Granados


Previo a la pandemia, México tenía un crecimiento del Producto Interno
Bruto (PIB) de -0.1% en 2019, con la crisis sanitaria y la parálisis de las
actividades económicas aquí y en Estados Unidos, es inevitable la caída del PIB y
el aumento del desempleo, ¿qué hacer frente a la contingencia sanitaria y
económica? Las respuestas del Presidente de la República y del Sector
Empresarial se sitúan claramente en dos paradigmas diferentes, y urge encontrar
puentes para una respuesta unificada ante la crisis.
El Presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) planteó que quien
tiene recursos puede resistir la crisis, que la gente pobre no, por lo que los
recursos públicos deben apoyar a los pobres. Por ello, su propuesta, el Plan para
el Bienestar y el Empleo, tiene como ejes: aumentar a 22 millones de población en
pobreza los beneficios de los programas sociales, otorgar 2 millones 100 mil
créditos personales, de vivienda, y a micro y pequeñas empresas, y crear 2
millones de nuevos empleos para reactivar la economía y fortalecer el mercado
interno.
Las propuestas concretas son: ampliar la cobertura de los programas
sociales para llegar este año al 100% de familias pobres, invertir en vivienda,
infraestructura y servicios en zonas de pobreza, acelerar la ejecución de sus
proyectos estratégicos económicos como el Aeropuerto de Santa Lucía, el
Ferrocarril del Istmo, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, la rehabilitación de
seis refinerías, la modernización de los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, el
plan de infraestructura con alianzas público-privadas, fortalecer Pemex, otorgar
créditos a trabajadores del sector público y pequeñas empresas familiares; en
respuesta a los empresarios, la devolución del IVA con prontitud, propuesta que se
financiará con el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios,
fideicomisos, Banca de Desarrollo, ahorros por la eliminación de la corrupción y el
programa de austeridad, sin aumentar impuestos.
El Consejo Coordinador Empresarial (CCE) considera que es necesario
proteger a las empresas y al empleo, por lo que proponen una serie de medidas:
un programa de infraestructura con alianzas público-privadas, inversión privada en
infraestructura energética, un programa de sustitución de exportaciones chinas a
Estados Unidos, la depreciación acelerada de nuevas inversiones, créditos con
fondos públicos, apoyos económicos para subsidiar empleo y salarios por 60 días,
garantías para empresas con problemas de liquidez, diferir impuestos y
contribuciones, regreso a labores escalonado en sectores y regiones con personal
de bajo riesgo, devolución rápida de IVA, compensación universal para todo el
año.
El Presidente AMLO criticó estas propuestas, usando el referente de las
acciones ante situaciones de crisis en apoyo al empresariado de gobiernos
anteriores: las medidas aumentaron la deuda pública para financiar el rescate,
sólo beneficiaron a grandes empresas y bancos que recibieron privilegios fiscales,
aumentó la corrupción, se privatizaron las ganancias y se socializaron la pérdidas,
aumentaron los precios de combustibles y servicios públicos, disminuyó el gasto y
la inversión pública en seguridad social y los afectados fueron los trabajadores que
perdieron empleos y salarios y los pobres del país, aumentó la pobreza y
desigualdad.

Dos paradigmas

Es evidente que las propuestas del Gobierno y de los empresarios


obedecen a dos paradigmas, a dos visiones diferentes y tienen destinatarios
distintos, para el Presidente AMLO el modelo neoliberal está en crisis y se
requiere un nuevo modelo de desarrollo, sus referentes son el modelo de
desarrollo estabilizador en México y el New Deal (Nueva Distribución) del
Presidente de EU Franklin. D. Roosevelt, ambos basados en las ideas de Keynes
de fortalecimiento de la acción del Estado frente al mercado para regular la
economía, salir de la crisis, invertir en obra pública y programas de bienestar
social, aumentar el empleo y los salarios, redistribuir la riqueza hacia la población
más vulnerable para estimular la demanda y de allí la producción, y mejorar las
condiciones económicas y sociales de la población.
El Presidente AMLO promueve un modelo de economía mixta de
inspiración keynesiana que tiene sus raíces en el nacionalismo revolucionario del
desarrollo estabilizador centrado en la redistribución de la riqueza para eliminar la
pobreza, disminuir la desigualdad y fortalecer el mercado interno, critica la versión
neoliberal y corrupta del capitalismo de cuates en México, no al capitalismo en sí,
su visión privilegia el desarrollo endógeno sin excluir al sector externo de la
economía, acepta el funcionamiento de los mercados, a las grandes, medianas,
pequeñas y microempresas, siempre y cuando paguen sus impuestos y
contribuciones, mejoren los salarios, cumplan con la ley, en particular la laboral y
fiscal, aumenten su inversión en infraestructura, en alianzas público-privadas,
eliminen la corrupción en sus negocios, impulsen la democracia económica, pero
considera que los recursos del Estado son limitados y deben destinarse a quienes
no tienen recursos, a los pobres.
Los empresarios han defendido la no intervención del Estado en la
economía y el libre funcionamiento de los mercados, ideas impulsadas por el
liberalismo económico y por el neoliberalismo, pero consideran que en tiempos de
crisis el Estado debe intervenir para apoyar a las empresas y mercados en riesgo
para reducir el impacto en el desempleo.

Las propuestas

En este contexto, considero una serie de propuestas que podrían aceptarse


y ser un puente entre el sector empresarial, el sector sindical y el Gobierno:
1. Incluir a los trabajadores en el concepto de pobres. El 57% de la
población ocupada recibe entre 0 y dos salarios mínimos y el 53% no tiene
seguridad social; 70% percibe menos de 3 salarios mínimos y un alto porcentaje
pasará a las filas del desempleo por la crisis y la innovación tecnológica; como
ejemplo, entre 2012 y 2020 Volkswagen redujo en 45% su plantilla laboral.
Así, las medidas del Gobierno de protección a los pobres deben incluir
medidas para proteger los empleos e ingresos de los trabajadores pobres, que son
la gran mayoría, considerando que el salario y las prestaciones son la mejor fuente
de distribución del ingreso, por lo que debe impulsarse un Programa de
conservación de empleos en empresas en riesgo, para identificarlas, hacer un
diagnóstico de su situación y definir apoyos, dirigido por la Secretaría de Hacienda
y el gabinete económico, y apoyado por una Comisión del Empleo en la que
participen en un ejercicio de diálogo social ante la crisis empresarios, sindicatos y
universidades.
2. Respetar las premisas del Gobierno de no más deuda pública y
fortalecimiento de las finanzas públicas, mediante el cumplimiento de obligaciones
fiscales en general, y focalizando los apoyos a las empresas en riesgo que puedan
tener las consideraciones fiscales especiales de diferimiento de impuestos y
contribuciones, garantías, depreciación acelerada, apoyos económicos, estas
medidas están acordes a las recomendaciones de Naciones Unidas y la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), basadas en tres pilares: proteger a
los trabajadores en el lugar de trabajo, sostener los puestos de trabajo y los
ingresos, y sostener los puestos de trabajo y los ingresos.
3. El diálogo social para la unidad frente a la contingencia sanitaria y
económica debe sentar las bases para analizar el modelo de desarrollo incluyente
y humanista que requerimos, existen referentes de que es posible; acrecentar las
diferencias y una posible ruptura entre el Gobierno y el Sector empresarial en
tiempos del coronavirus y la recesión sólo puede agudizar la crisis y los
damnificados.

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