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Las relaciones entre música y mito

Levi Strauss señala las relaciones que hay entre los mitos y la música en la
constitución del sistema tonal. La relación resulta de un análisis estructural que consiste en
aislar las propiedades individuales y transponerlas a otro plano. La comparación entre mito
y música va de la mano de la suscitación en los oyentes de estructuras mentales comunes a
ambos. El sistema de los mitos es de orden lingüístico, y la música tiene características del
lenguaje pero no puede traducirse literalmente.

Resulta curioso que no vincule directamente la música con la pintura, pero la razón
de esto es que ambas no son análogas. La pintura está relacionada directamente con lo
sensible, los colores responden a la naturaleza, mientras que los sonidos son del orden de la
cultura, del intelecto. En la naturaleza hay ruidos, por lo tanto la analogía se establece entre
ruidos y colores.

Una de las conexiones que se establece entre mito y música se da en el hecho de que
ambos son lenguajes que trascienden el lenguaje articulado, y necesitan para existir una
dimensión temporal. Señalamos aquí la distinción que hace Levi Strauss entre tiempo
fisiológico y tiempo psicofisiológico del oyente. El primero es diacrónico e irreversible y es
en donde se manifiesta el aspecto externo del mito, que está conformado por los sucesos
históricos de una sociedad, de donde ella hace un recorte de para construir el mito. El
equivalente en la música serían los sonidos físicamente posibles, de los cuáles cada sistema
musical hace una selección de los más apropiados para su propia constitución.

El tiempo psicofisiológico concierne a los aspectos neuropsíquicos, dentro de los


cuáles están la memoria, la potencia de atención, y la periodicidad de las ondas cerebrales y
de los ritmos orgánicos. En este tiempo se manifiesta el aspecto interno del mito, el cual se
relaciona con la recurrencia de los temas y los paralelismos, la longitud de la narración, los
retornos. Para que todo esto sea percibido la mente debe estar despejada. Aquí el paso del
tiempo es anulado. En la música esta situación se produce mediante dos enrejados: uno
fisiológico en el que predomina el uso de ritmos orgánicos, y uno cultural en el que hay
relaciones jerárquicas entre los sonidos musicales. Estos se encuentran organizados, según
el criterio de cada cultura, en un sistema de intervalos.

Otra conexión entre mito y música se da en la relación existente entre emisor y


receptor. En la música el objetivo del compositor es alterar las continuidades que se dan
dentro de los enrejados fisiológico y cultural, sin destruir su fundamento. Esas
discontinuidades generadas por el compositor producen la emoción musical que se da en el
oyente, cuando el compositor juega con la percepción y la previsión del auditor. Aquí se
produce el placer estético, en la acumulación de emociones, en los desafíos y soluciones
que propone el compositor en su obra y el auditor intenta superar. El oyente, al escuchar,
revive la intención del compositor, y descubre el mensaje enunciado por éste último. El
compositor emite mensajes en un lenguaje inteligible pero que es intraducible. Una melodía
solo es traducible a otra melodía al igual que un mito solo puede traducirse en otro mito.
Los mensajes que emite la música son comprensibles por la mayoría, pero solo unos pocos
los pueden emitir. Debido a esta exclusividad el compositor es considerado como una
especie de dios. De manera inversa ocurre en los mitos, el oyente recibe un mensaje de
origen desconocido, sobrenatural, análogo a ese dios que es el compositor. Los mitos no
tienen autor, ya que las circunstancias de creación del mito son colectivas. No hay diálogo
en él, los mitos no son cuestionados sino creídos y pertenecen al orden del relato.

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