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Tres nuevos libros sobre religión

15 marzo, 2016 | Escrito por Alejandro Frigerio

El multifacético dios de los pueblos por Inés Hayes (publicado originalmente en la revista Ñ)

Tres libros recientes abordan por un lado, la religiosidad en las villas y, por el otro, los complejos
vínculos entre religión, política y sexualidad.

Qué ha cambiado en la concepción actual de la religión, se


pregunta Renée de la Torre, especialista en diversidad religiosa
de México en el prólogo al libro Creer en las villas, devociones y
prácticas religiosas en los barrios precarios de la Ciudad de
Bue-nos Aires (Biblos), dirigido por Ana Lourdes Suárez. Su
respuesta es más que elocuente: “Lo que ha cambiado es la
descentralización del catolicismo bajo el modelo parroquial. Y
esto no es cualquier cosa: constituyó un régimen de ordenamiento
religioso territorial que en nuestro continente duró más de
quinientos años. La parroquia estuvo pensada desde el Medioevo
para regular, desde un modelo de religión institucional jerárquico,
la actividad de una comunidad de creyentes (homogéneamente
católica) circunscripta en un territorio”. Creer en las villas…
recorre los barrios precarios de la Ciudad de Buenos Aires (Villa
21-24 de Barracas, 31 de Retiro, 1- 11-14 del Bajo Flores, el
aglomerado de Soldati y el de Lugano) y se sumerge en las
creencias más profundas de sus habitantes: “Ya no es válido
hablar de religión: necesitamos, ante todo, hablar de
religiosidades múltiples y diversas”, dice De la Torre en el prólogo. Y es que en las barriadas
populares no sólo hay imágenes de vírgenes católicas, de Cristo y de santos sino también santuarios
que enaltecen figuras como las del Gauchito Gil, San La Muerte o la Difunta Correa. En los pasillos
que serpentean las casas, en su gran mayoría sin cloacas ni agua potable, lo sagrado adquiere otra
dimensión: son esas mismas figuras humanas, inmortalizadas por el pueblo, las que personifican la

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justicia y la igualdad. En palabras de De la Torre: “Pareciera que el milagro es el gran relevo de las
promesas no cumplidas por la modernidad, que no ha podido instalar las vías institucionalizadas
para acceder a los servicios, para curar las enfermedades, para proteger a los pobladores, para
establecer justicia o para crear accesos igualitarios a ciertos beneficios que se suponen son
ciudadanos”. Según el relevamiento llevado a cabo por el equipo de investigación dirigido por Ana
Lourdes Suárez, cuatro de cada diez personas en las villas de la Ciudad de Buenos Aires afirmaron
que habían hecho alguna promesa religiosa; y casi la mitad manifestó haberla hecho a la Virgen, a
un santo o a Cristo. El 82% de la población encuestada afirmó ser devota. Las dos vírgenes que más
se mencionaron en las encuestas fueron la de Caacupé (de la cultura paraguaya), la de Luján
(patrona de Argentina) y en tercer lugar las vírgenes de Guadalupe (patrona de América) y la de
Fátima, seguidas por las de Copacabana y Urkupiña (ambas de la cultura boliviana). Más de la
mitad de quienes viven en estos barrios tienen un altar en su casa. Y en relación con la confianza en
las instituciones, las dos que lideran la lista, con porcentajes mayores al 80%, son la Iglesia Católica
y la parroquia del barrio. Gendarmería y Cáritas las siguen con porcentajes de entre el 70 y el 80%.
Luego siguen las organizaciones sociales y la Policía, que concentran entre el 50 y el 60% de la
confianza. En cuanto a los actores sociales, los médicos son las personas en quienes más se confía
(92,2%), los maestros y el Papa Francisco los siguen con el 85%, mientras que los sacerdotes
concentran el 76%, los vecinos el 52% y los pastores evangélicos el 34%. “La gente acude a lo
religioso para encontrar sentidos profundos a sus vidas, a sus problemas, a sus dolores y alegrías.
En la religión, entre otros aspectos, encuentran respuestas que la ciencia y la técnica no pueden dar,
hallan sentido frente a las injusticias, encuentran bases morales sobre las que juzgar los actos
propios y de los demás. La dimensión religiosa es fundamental en la formulación de creencias
espirituales y morales, que a su vez se traducen en relaciones sociales que afectan la vida de las
personas”, sostiene Lourdes Suárez. Creer en las villas… deja claro que el sentido que profesan los
habitantes de estos barrios de la ciudad de Buenos Aires no tiene que ver con el subyugo de la
dominación ni, por el contrario, con el sentimiento de liberación, sino con el sentido convertido en
disyuntiva, que hace padecer pero también actuar para encontrar soluciones a las diferentes
problemáticas de la vida diaria.

El vínculo entre religión y política es tan antiguo como la propia


humanidad. En Religión: estudios antropológicos sobre sus
problemáticas, editado por Juan Mauricio Renold (Biblos),
Nicolás Panotto identifica una relación de doble vía: “lo religioso
(con sus discursos teológicos, sus actores y sus estructuras
institucionales) interpela lo político, actuando como instancia
hermenéutica en diversos niveles: reapropiándose de sentidos y
prácticas sociales (como gobierno, política, ciudadanía, derechos,
militancia, Estado, nación, etc.), determinando la acción de los
diversos actores sociales (especialmente a través del lugar de las
comunidades eclesiales y las organizaciones civiles religiosas)».
Pero lo político, dice Panotto, también influye en lo religioso
porque interviene en la construcción de sentido, por ejemplo,
cuando agentes sociales toman elementos del campo religioso
para legitimar cosmovisiones políticas. Además, regula sus
prácticas ya que el Estado y el campo judicial son instancias de
legitimación y de control de la diversidad de creencias. Por otro
lado, a través de las diversas maneras en que los sujetos
(individuos o instituciones) se reapropian de lo religioso para la construcción de sus discursos y
prácticas cotidianas.

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En este sentido, Juan Marco Vaggione y Juan Cruz Esquivel en
Permeabilídades activas, religión, política y sexualidad en la
Argentina democrática (Biblos), exponen el debate que se abre
entre las concepciones religiosas de la vida y las políticas
públicas sobre derechos sexuales y reproductivos. “En
Latinoamérica, si bien la tensión y la complejidad de las
relaciones entre políticas, religiones y sexualidad atraviesan la
historia institucional de los países, el ingreso de los derechos
sexuales y reproductivos a las agendas públicas inicia una etapa
diferente. La ideología que sustenta estos derechos, producto en
gran medida de los movimientos feministas y por la diversidad
sexual, confronta de forma directa con la herencia religiosa en la
cultura así como las múltiples influencias políticas de las distintas
jerarquías religiosas.” Dicen los autores que los cambios en las
formas de regular el orden sexual respecto de temáticas como la
educación, la contracepción, el aborto, la identidad de género o
los derechos de personas gays y lesbianas visibilizan y reactivan
las complejas interacciones entre la religión y la política. Así, afirman los doctores en sociología e
investigadores del Conicet, la politización de la sexualidad y la reproducción ha implicado, en
general, una reactivación de algunos actores religiosos en defensa pública de sus sistemas de
creencias. “Si, por un lado, los movimientos feministas y por la diversidad sexual buscan
desinstitucionalizar los marcos legales y las políticas públicas para permitir una inscripción más
pluralista de la sexualidad, los sectores más intransigentes de las diversas religiones han
considerado la defensa de la familia (natural) una prioridad no sólo espiritual, sino principalmente
política.” Este antagonismo, señalan Vaggione y Esquivel, es constitutivo de las políticas
contemporáneas tanto en los escenarios transnacionales como en diferentes países. Y agregan: “El
debate sobre este con-junto de derechos, más allá de sus tensiones y limitaciones, requiere volver a
preguntarse sobre las fronteras, móviles y porosas, entre lo religioso y lo político en las sociedades
contemporáneas”.

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