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Trastornos depresivos
Los trastornos depresivos son un problema de salud pública por su alta prevalencia, por las
complicaciones que supone (sobre todo la más temible que es el suicidio). Estos trastornos
pueden cronificarse con episodios de repetición durante toda la vida. Se caracterizan por
una tristeza de una intensidad o una duración suficiente como para interferir en la
funcionalidad y, en ocasiones, por una disminución del interés o del placer despertado por
las actividades. Se estima que cada una de cinco personas sufrirá en algún momento de su
vida de depresión, de estas, solo el 50% estarán tratados y de este 50% solo la mitad tendrá
un tratamiento correcto. Los trastornos depresivos son más comunes en mujeres (1/5),
mientras que en hombres es (1/10), es más común en la tercera edad y tiene una morbilidad
asociada en ambos sexos con enfermedades físicas y otros trastornos psiquiátricos.
Definición
Etiología y fisiopatología
Las pruebas de que existe transmisión genética de la depresión unipolar no tienen tanto
peso como en el trastorno bipolar, pero en los gemelos monocigotos existe un índice mayor
de concordancia (46%) que en los hermanos dicigotos (20%), y hay pocos datos de que
exista algún efecto del entorno familiar común.
Las alteraciones neuroendocrinas que reflejan los signos y síntomas neurovegetativos son:
1) aumento de la secreción de cortisol y de hormona liberadora de corticotropina (CRH,
corticotropin-releasing hormone), 2) aumento del tamaño de las suprarrenales, 3) descenso
de la respuesta inhibidora de los glucocorticoides a la dexametasona y 4) res- puesta
amortiguada de la tirotropina (TSH, thyroid-stimulating hormone) a la inyección de
hormona liberadora de tirotropina (TRH, thyroid-releasing hormone). Los tratamientos
antidepresivos normalizan estas anomalías. La depresión mayor también se relaciona con
un aumento de las citocinas proin amatorias, lo cual también se normaliza con los
antidepresivos.
Las variaciones diurnas en la intensidad de los síntomas y las alteraciones en los ritmos
circadianos de varios factores neuroquímicos y neurohumorales sugieren que las diferencias
biológicas podrían ser consecuencia de un defecto primario en la regulación de los ritmos
biológicos. En los pacientes con depresión mayor se observa constante- mente disminución
del tiempo de inicio del sueño de movimientos oculares rápidos (REM) (latencia de REM),
aumento de la densidad de REM y, en algunos sujetos, reducción de la etapa IV del sueño
con ondas δ lentas.
Aunque los antidepresivos inhiben la recaptación de neurotransmisores en unas horas, sus
efectos terapéuticos casi siempre se obtienen varias semanas después, lo que implica a los
cambios adaptativos en los sistemas de segundos mensajeros y factores de transcripción
como posibles mecanismos de acción.
Clasificacion
En la quinta edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-5), se
clasifican algunos tipos de trastornos según los síntomas específicos:
Diagnostico
Lo primero luego de sospechar depresión mayor, es determinar si es unipolar o bipolar, o si
forma parte de 10 a 15% de los casos secundarios a otra enfermedad o al abuso de
sustancia. Se debe valorar también el riesgo de suicidio a través de un interrogatorio
directo.
Tratamiento
La depresión pasa muchas veces desapercibida y se trata incorrectamente en mucho de los
casos. Muchos de los pacientes que muestran pesimismo, desinterés y escasa autoestima
responden a un tratamiento antidepresivo.
Si se determinan planes específicos de suicidio o factores de riesgo (antecedentes de previo
intento, desesperanza profunda, enfermedades concomitantes, abuso de sustancia,
aislamiento social), se debe remitir al paciente a un especialista en el área de inmediato. La
presencia de ansiedad, angustia o agitación aumenta significativamente el riesgo de suicidio
a corto plazo.
Los SSRI, como fluoxetina, sertralina, paroxetina, citalopram y escitalopram tienen menor
frecuencia de efectos secundarios anticolinérgicos, sedantes y cardiovasculares pero,
posiblemente, mayor incidencia de molestias digestivas, alteraciones del sueño y disfunción
sexual, en comparación con los TCA. También la acatisia, con una sensación interior de
inquietud y ansiedad además de aumento de la actividad motora, puede ser más frecuente,
sobre todo durante la primera semana de tratamiento. Un problema importante, además de
las interacciones medicamentosas, es el riesgo del “síndrome serotoninérgico”, que se cree
debido a la hiperestimulación de los receptores de 5HT 1A del tallo encefálico y que se
caracteriza por mioclonía, agitación, cólicos abdominales, hiperpirexia, hipertensión y, en
algunos casos, la muerte. Ello obliga a vigilar estrechamente su combinación con los
agonistas serotoninérgicos. La elección entre los SSRI depende principalmente de las
variaciones de su semivida, el cumplimiento del tratamiento, la toxicidad y el riesgo de
provocar interacciones farmacológicas nocivas. Por ejemplo, la fluoxetina y su metabolito
activo más importante, la norfluoxetina, tienen una semivida combinada de casi siete días,
lo que implica que tardan alrededor de cinco semanas en alcanzar concentraciones de
estado de equilibrio y que se necesita un periodo similar para su eliminación del organismo
una vez que se suspende el fármaco. Todos los SSRI pueden alterar la función sexual, con
disminución de la libido, impotencia o dificultad para llegar al orgasmo. La disfunción
sexual suele originar falta de cumplimiento de las órdenes terapéuticas y es importante
preguntar al paciente específicamente sobre tal situación. La disfunción sexual a veces se
reduce al disminuir la dosis, al suspender los fines de semana el uso de los fármacos (dos a
tres veces al mes) o cuando se administran amantadina (100 mg tres veces al día), betanecol
(25 mg tres veces al día), buspirona (10 mg tres veces al día) o bupropión (100 a 150
mg/día). La paroxetina al parecer tiene mayores efectos anticolinérgicos que la fluoxetina o
la sertralina, y esta última conlleva un menor riesgo de originar interacciones
medicamentosas adversas que las dos anteriores. Entre los efectos adversos raros de los
SSRI están angina por vasoespasmo y prolongación del tiempo de protrombina. Entre los
SSRI disponibles, el escitalopram es el más específico y al parecer no ejerce efectos
inhibidores específicos en el sistema de P450.
Excepto citalopram y escitalopram, todos los SSRI pueden inhibir una o más enzimas del
citocromo P450. Dependiendo de la isoenzima específica inhibida, pueden afectar de
manera impresionante el metabolismo de otros fármacos administrados simultáneamente.
Por ejemplo, la fluoxetina y la paroxetina pueden causar aumentos drásticos en el nivel
sanguíneo de antiarrítmicos del tipo 1C porque inhiben la isoenzima 2D6, mientras que la
sertralina actúa sobre 3A4 y altera la concentración sanguínea de carbamazepina y
digoxina.
Los MAOI son muy eficaces, especialmente en el tratamiento de la depresión atípica, pero
conllevan el riesgo de causar crisis hipertensivas cuando se acompañan de alimentos con
abundante tiramina o de simpaticomiméticos, por lo que no están indicados como
tratamiento de primera elección. Este riesgo puede evitarse con el uso transdérmico de
selegilina en dosis bajas. Sus efectos secundarios más frecuentes son hipotensión
ortostática, ganancia de peso, insomnio y disfunción sexual. Los MAOI no deben
administrarse en proximidad temporal con los SSRI, a causa del riesgo de inducir un
síndrome serotoninérgico, ni tampoco con TCA, por los posibles efectos hiperadrenérgicos.