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Centro
de estudios
mexicanos y
centroamericanos
Representaciones del espacio político en las tierras altas de
Guatemala | Alain Breton

El palimpsesto maya
Violencia, comunidad y territorio en el conflicto guatemalteco

Yvon Le Bot
Traductor: Marie-Lorraine Figueroa
p. 17-28

Texto completo
1 “La más hermosa aventura de nuestras vidas”, “la ofensiva de los fusiles en
flor”... A principios de los años setenta, un puñado de “sembradores del lento
árbol de la felicidad” inauguran la guerra en tierra maya adueñándose de una
primera aldea, “con una flor colocada en la boca de los fusiles”1. ¿De qué
manera esta “guerra florida” se transformó en una pesadilla, en “la más sucia
de las guerras”?
2 Las etapas, los mecanismos y las modalidades de este deslizamiento fueron
analizados en otra parte2. Aquí enfocaremos este deslizamiento desde el punto
de vista de su relación con la territorialidad, perspectiva que conduce, ella
misma, a destacar la importancia de la cuestión del control de las poblaciones,
de la cuestión de lo político, de la cookies
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la dimensión estatal, entre lo local y lo nacional, entre la costumbre y la


modernidad?

EL CENTRO Y LA PERIFERIA EL ESPACIO SIMBOLICO


3 La guerrilla se formó y se preparó a la guerra, de 1972 a 1975, al amparo del
bosque, más allá de las montañas que delimitan el espacio localizable de las
comunidades y el espacio histórico de los Ixiles, de los K’iche’s, de los Achi’es,
de los Poq’omes...3, en una tierra a menudo todavía incógnita, aun cuando
ésta era a veces y parcialmente reivindicada por las gentes de Nebaj. de Chajul
o de Cotzal y aun cuando había sido emprendido el largo recorrido hacia esas
tierras bajas del norte : creación de cooperativas del Ixcán y de la Zona Reyna
con familias venidas de los Altos, de los departamentos de Huehuetenango y
del Quiché, y migración (cuyos primeros pasos son antiguos), menos
planificada y menos enmarcada, de los Q’eqchi’es de Alta Verapaz, también
ellos en búsqueda de tierras libres4.
4 A partir de 1974-1975, los guerrilleros emprendieron la subida a las tierras
altas y acercarse a las comunidades, en particular como primera etapa, a las
del “triángulo ixil” (los Q’eqchi’es permanecieron más impermeables a las
tentativas de penetración de la guerrilla5). Después de la etapa propedéutica
de las “piruetas en el espacio”6, comienzan las cosas serias : el reto que
representan las comunidades campesinas indígenas y que no supieron aceptar
las guerrillas “foquistas” de los años sesenta en América Latina7.
5 Sin embargo la visión del mundo de la guerrilla sigue ubicándose en los
antípodas del etnocentrismo comunitario indígena. En esta visión, la
espacialidad está estructurada según el eje ciudad-campo; el polo es la capital,
sede del poder político, respecto al cual las tierras altas son más o menos
periféricas o marginales, según su grado de lejanía y la importancia de la
presencia estatal (el Ejército Guerrillero de los Pobres, o EGP, decidió
implantarse al norte del Quiché porque, según él, esta región estaba
abandonada por el Estado y se encontraba fuera de su control e influencia8).
Cualquiera que haya sido su firme voluntad de arraigarse dentro de las
comunidades y de hacer reinar en éstas “su gobierno invisible”9, la guerrilla
tiende a eludirlas, a envolverlas o se limita a hacer incursiones con fines de
colecta de información, de reclutamiento y de aprovisionamiento10, dejando a
veces allí algunos dirigentes clandestinos, encargados de organizar “grupos de
autodefensa” y “fuerzas irregulares locales”. Frecuentemente se queda o se
retira sobre sus márgenes, basada “más allá del río” o “en el monte”. Las
montañas y los bosques constituyen el campo privilegiado que la guerrilla
guatemalteca se designó, a nivel nacional :
El sistema de Los Cuchumatanes y las planicies selváticas comprendidas en los
departamentos de Huehuetenango y El Quiché; las llanuras del Peten; la
cordillera de la Sierra Madre, en los departamentos de San Marcos,
Quetzaltenango y Solóla; las sierras de Chama y Chuacús, en los departamentos
de Alta y Baja Verapaz, respectivamente, así como la sierra de Las Minas y sus
prolongaciones ñor-orientales, forman el escenario actual o potencial de la
guerra de guerrillas rural11.
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6 Sin embargo, a nivel de la sociedad local, todo se ordena, toma sentido y se
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juega a partir del pueblo, Al centro
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realiza en las aldeas operaciones relámpagos, que lleva a cabo reuniones y


ejecuta a notables y colaboradores del ejército, que incendia los edificios
municipales. Ésta celebró su “toma” de Nebaj (21 de enero de 1979) como un
momento crucial de su acción. Mas, nunca ocupó un pueblo
permanentemente. En cambio, el ejército se instala en los pueblos : sus
guarniciones y destacamentos ocupan sitios simbólicos, por lo general
alrededor de la plaza central, frente a la ceiba, algunas veces dentro de la
iglesia y sus dependencias, y recurre también a escenografías, a menudo
sangrientas (por ejemplo, la masacre de Nebaj del 3 de marzo de 1980
corresponde a la acción de la guerrilla un año antes)12, frecuentemente con la
ayuda de los ladinos (como en la masacre cometida en el pueblo de Rabinal el
15 de septiembre de 1981, “día de la independencia”13). En efecto, los ladinos
consideran el pueblo como su feudo. A partir de este campo atrincherado
(aquellos que vivían en las aldeas se repliegan en el pueblo), bandas de
asesinos llevan a cabo (en San Andrés Sajcabajá, en Nebaj, en Rabinal por
ejemplo) una “caza al indio” cuyas primeras víctimas son habitualmente
indígenas que se habían atrevido a desafiar su monopolio tradicional en las
esferas del comercio y del poder local. Otros prefieren huir ante la “amenaza
india”. A final de cuentas, y a pesar de las masacres, sin duda alguna la
violencia habrá contribuido a que los ladinos tiendan cada vez más a retirarse
de las tierras altas14.
7 Sabemos con qué sentido simbólico está cargado el sitio ceremonial : su
fundación por los antepasados, cargadores de ajaw15 y edificadores de la
iglesia16; su centralidad indiscutida, lo cual hace de ello un factor esencial de
los conflictos locales, desde su (re)fundación en el siglo hasta nuestros
días. Con el terremoto ocurrido en 1976, numerosas iglesias coloniales se
vinieron abajo mientras que la mayoría de los templos recientes, construidos
con materiales modernos, resistieron. ¿Cómo no ver aquí un oráculo? En
Joyabaj, faltó poco para que los tractores quitaran por completo los
escombros de la iglesia, llevándose también la fachada; en San Andrés
Sajcabajá, incluso algunos protestantes reconocen que, a pesar de todo, la
reconstrucción de la iglesia tendría un valor simbólico para la comunidad,
pero, a más de quince años después de la catástrofe, todavía no se ha hecho
nada, mientras que se han multiplicado los templos evangelistas. Los
evangelistas buscan apartarse también espacialmente, tanto de la costumbre
como de la Iglesia católica, estando esta última acusada de haber tomado el
relevo de aquella, de haber asumido, al menos parcialmente, su herencia, de
no haber roto radicalmente con el “paganismo” y, aun más, de haber tenido
compromisiones con él. Insisten en situarse “entre la gente”, aunque no
desprecian la competencia para ocupar un lugar céntrico, un edificio visible e
imponente (véase el templo de tres pisos de la Iglesia Elim en Santiago
Atitlán).
8 Es también a la luz de esta carga simbólica, que se debe analizar la ocupación
profanatoria de numerosas iglesias por los militares durante los años de
violencia, y los rumores —fundamentados o no— según los cuales algunas de
estas iglesias y de sus partes anexas (en San Andrés Sajcabajá, en Zacualpa, en
San Pedro Jocopilas, Este
en San
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vuelto “subversivo” y que, Al enacceder
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acontecimientos, fragmentados y estallados, frecuentemente inexplicados, de


la crónica del tiempo de guerra (lo cual se ilustra repetidamente a través de la
siguiente declaración : “Los asesinos no pudieron ser identificados”)18.
9 Entre más se aleja uno del centro, más oscuras se vuelven las cosas, más entra
uno en el campo de la guerrilla, o de grupos militares o paramilitares que se
hacen pasar por la guerrilla (lo contrario pudo igualmente haberse producido
en tal o cual caso)19. Estas regiones pronto desertadas por todos los ladinos se
vuelven igualmente inseguras para los indígenas, quienes las habían vuelto a
ocupar desde un siglo o más. Ya no se pueden cultivar las parcelas alejadas del
centro. Los mercados, elementos esenciales de la unidad comunitaria y de los
intercambios entre comunidades, así como de la inserción de la comunidad
dentro de la sociedad global, están paralizados o desmantelados. En
particular, este es el caso de los mercados de pueblos y aldeas que se habían
multiplicado en la sierra de Chuacús durante los últimos decenios. El espacio
de la comunidad se contrae y ésta se encuentra de esta manera amenazada en
uno de sus principales componentes, la dimensión territorial.
10 Desplazándose a lo largo de las sierras de los Cuchumatanes y de Chuacús,
siguiendo las líneas de cresta, a cubierto de los encinares, la guerrilla se
traslada de una sierra a otra pasando por las estribaciones ampliamente
taladas. Desde el punto de vista de los miembros de las comunidades —por lo
menos de algunos de ellos—, los guerrilleros pertenecen al mundo marginal
llamado qaq’es : terreno baldío, sin cultivo, “basurero” en donde incursionan
los merodeadores, los vagabundos20. Su aparición y la de las bandas de
asesinos tienden a conferir este carácter al conjunto de la periferia y de los
confines : ya no se puede acceder a los sitios primordiales, ni a los lugares de
culto sobre la cumbre de los cerros (tal como el Chuiscarbal arriba de San
Andrés Sajcabajá, ni a la montaña de Juil más allá de Chajul), ni a veces
tampoco a sitios más cercanos (las ruinas de Q’umarkaaj cerca de Santa Cruz
o las de Kajyub arriba de Rabinal).
11 El espacio simbólico de la comunidad, estructurado en torno a la centralidad
del pueblo, se encuentra en peligro de una desintegración que favorecería la
lógica de los actores nacionales, volviéndose las “comunidades” municipios
comunes y corrientes dentro de una estructura administrativa homogénea y
un espacio frío, centrados en la capital. Los revolucionarios afirmaron varias
veces su voluntad de arrancar las comunidades de lo que suponen ser su
insularidad, de desenclavarlas, y, por otro lado, los programas establecidos
por el ejército, que consisten en un tratamiento militaro-administrativo de los
territorios y de sus habitantes, están guiados por un proyecto de “reducción”,
de desplazamiento, de reagrupamiento y de enmarcación de las poblaciones.
Las migraciones de poblaciones realizaron, al menos parcialmente, esta
homogeneización : para las poblaciones desarraigadas por la violencia,
trasladadas a la Costa Sur o a la capital, el etnocentrismo comunitario
tradicional corre el peligro de desaparecer. Mientras que desde la Conquista
todas las tentativas deliberadas y planificadas de reducción habían finalmente
fracasado, ¿habrá tenido la guerra como efecto el condenar, a plazo, la
“irreductibilidad” de la cultura maya?
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12 En varias épocas, en el pasado, la región que se extiende de Jakawitz a


Tzamaneb, de Q’umarkaaj-Utatlán a Kajyub, de Sacapulas y Santa Cruz del
Quiché a Cubulco y Rabinal, revistió una importancia estratégica crucial21.
Después de la caída de Utatlán (1524), sirvió de cabeza de puente en las
tentativas de penetración en las “tierras de guerra” que seguían siendo por
una parte las regiones de Rabinal y de Cobán, y por otra las montañas y los
bosques al norte. A partir del año 1540, sirvió de base trasera a la empresa
dominicana para la transformación de la primera de estas “tierras de guerra”
en provincia de la Vera Paz. Pero, todavía durante un siglo, la segunda fue
considerada como insumisa, en manos de los “infieles de las montañas de
Lacandón, Chol y Sierra de Sacapulas”, lo cual induce a Jean Piel a sugerir
una continuidad entre la resistencia a la Conquista y la guerrilla reciente :
“Los confines al norte de los Altos guatemaltecos son por tanto, durante largo
tiempo, una ‘frontera’. Bajo la variante de un frente de colonización pionera y
de guerrillas antigubernamentales, ellos lo son todavía en 1972, cuando
comienza nuestra encuesta en el terreno”22. Pero también podríamos subrayar
las discontinuidades y las diferencias : la colonización de la frontera agrícola
del norte de los departamentos del Quiché y de Huehuetenango se presenta
más bien como una reconquista territorial indígena (en particular en contra
de las adjudicaciones de estas tierras hechas por la Reforma liberal de finales
del siglo ); el grupo armado que se implanta allí en 1972 es en mayoría no-
indio y es guiado por otro proyecto que el de la defensa o de la recuperación
de las tierras indígenas; sin embargo la convergencia que opera, a
continuación, en esta zona y en las tierras altas, con el movimiento
comunitario sobre la defensiva se realiza por medio de los elementos que
mejor expresan los objetivos de modernización y de integración de este
movimiento; los sectores más apegados a la tradición serán en cambio los más
recalcitrantes. Por lo demás, al menos desde el final del siglo . la guerrilla
ya no fue una de las vías de resistencia indígena en Guatemala. Algunas veces
los indígenas tomaron las armas23, pero se trató de sublevaciones
circunscritas en el tiempo y en el espacio, de carácter estratégico limitado y
llevadas a cabo por grupos poco móviles. A diferencia de los Mapuches, de los
Miskitos, de los Paez o de los Campas por ejemplo, los Mayas guatemaltecos
de hoy no se refieren a una tradición guerrera. Y, por su lado, las guerrillas
recientes no se valieron explícita y públicamente de ningún precedente
autóctono : al contrario de las de Tupac Amaru o de Tupac Katari en los
Andes, las figuras de Atanasio Tzul y de Lucas Águilar no son reivindicadas;
las referencias a las luchas de resistencia a la conquista española son evasivas
y furtivas, como si los dirigentes guerrilleros temieran ver puesta en duda su
propia herencia cultural hispánica.
13 Durante este conflicto, la sociedad local fue atenazada por dos fuerzas que se
desplegaban una y otra conforme a estrategias político-militares. La
importancia de la región no se debía al hecho de que era una zona de frente
(en la guerra de guerrilla y de contraguerrilla, no hay frente militar, y en
ningún momento del conflicto guatemalteco hemos asistido a una guerra de
posición del tipo de la del Salvador entre 1980 y 1983), sino al hecho de que
era una zona intermediaria, de contacto
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Para y de por
más información, la población, sino
favor, consulta en lapolítica
nuestra realidad, el más allá(actualizada
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el 25 de junio de 2018).
Al acceder 24
(o Negro) era “zona oscura”, zona ade este sitio, aceptas
guerrilla . Elel lado
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los Chuacús era
(excepto avanzadas de los insurgentes por períodos limitados) controlado
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principalmente por las fuerzas armadas, en particular a partir de la fuerte


guarnición de Santa Cruz.
14 Desde su fundación en 1538, se presenta a Santa Cruz del Quiché, también
llamada Santa Cruz Utatlán, como la ciudad heredera de la capital de los
K’iche’s. Tuvo un papel motor en el movimiento de emancipación indígena, en
su formación y difusión, y, después, en su radicalización y articulación con la
guerrilla. Algunos de los líderes indígenas más notorios —Emeterio Toj,
Domingo Hernández, Fabián Pérez— son originarios de este municipio, y
Pablo Ceto, aunque nativo de Nebaj. estudió en Santa Cruz y comenzó allí su
vida de militante. Después de los “golpes en el hormiguero”, asestados en
Chupol (Chichicastenango) y en las otras bolsas de la rebelión en el
departamento de Chimaltenango y en el sur del Quiché, la contraofensiva
lanzada a finales de 1981 y principios de 1982 por el general Benedicto Lucas,
habría intentado recuperar el terreno, tanto al pie de los Chuacús como en la
sierra25. De San Pedro Jocopilas (Pamesebal [Pamesal], Chitucur) a Joyabaj
(Xoncá, Xeknup, Cruz. Ch’ich’, Churaxaj)26, pasando por San Bartolomé
Jocotenango (Tacachat, Las Canoas, Sinchaj), San Andrés Sajcabajá
(Pacagüex-Mixcolajá)27, Santa Cruz, Chichicastenango, Chiche, Chinique y
Zacualpa28 gran número de pueblos y aldeas fueron el teatro de masacres,
saqueos y destrucciones (véase figura 1).
Figura 1. Mapa general de la región del Quiché oriental y de Baja
Verapaz [Dibujo Denise Douzant y A. Breton].

Localización de los pueblos y aldeas lilailas en el artículo de Yvon Le Bot.


15 La Baja Verapaz es otra zona tapón, otra región de paso, de penetración de la
guerrilla por el norte y de confrontación con el ejército29. Aquí también, el
conflicto se manifestó por centenas y hasta miles de muertos, con un
paroxismo a finales de 1981-principios de 1982. En este caso también,
primero tomó la forma de una “guerra civil local” entre ladinos e indígenas (la
masacre ya mencionada del 15 de septiembre de 1981 en Rabinal) así como
entre indígenas costumbristas e indígenas modernistas, estos últimos
organizados dentro del marco del Comité de Unidad Campesina (CUC)30. La
comunidad de Xokok (Rabinal), feudo de costumbristas celosos de su control
sobre el sitio precolombino de Chwitinamit y conocidos por su sed de tierras,
que los pusieron enEste conflicto en cookies
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los habitantes
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del valle del río Chixoy, sirvió de brazo armado para la represión en la región.
Sembrando la muerte alrededor, en las comunidades o sectores de
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comunidades que dudaban de la autoridad costumbrista o que desafiaban
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directamente al poder central (los habitantes, todos indígenas, del pueblo de


Río Negro opuestos a su evacuación a causa de la construcción de la presa
hidroeléctrica)31, Xokok defendía su supremacía sobre las tierras de los
confines de Rabinal así como su acceso a las tierras de la montaña más allá
del río Chixoy, y eliminaba las bases sociales de la progresión de la guerrilla.
Ni en Baja Verapaz como tampoco en el Quiché, el ejército hacía la diferencia
entre el CUC y el EGP, precipitando por la represión la fusión de los dos, la
disolución de la lucha social en la lucha armada.
16 Fue en esta región —en los pueblos de los municipios de San Bartolomé
Jocotenango (como Mulubá)32, de Joyabaj, de Cubulco y de Rabinal (donde el
ejército explota desacuerdos antiguos entre cubuleros y rabinaleb)— donde
fueron formadas, por la iniciativa del general Benedicto Lucas García, jefe del
Estado Mayor y hermano del presidente, algunas de las primeras patrullas de
autodefensa civil (PAC), antes de la generalización en las tierras altas, por
Efraín Ríos Montt, de este sistema de control del territorio y de las
poblaciones.
17 El derrocamiento del clan Lucas García (consequencia del golpe de Estado
dirigido por Ríos Montt el 23 de marzo de 1982) no puso un término a la
violencia en la región. En las semanas y meses que siguieron, masacres33,
cometidas por el ejército o, bajo sus órdenes, por las PAC, tuvieron lugar por
ejemplo en Chichicastenango (Semeja I y Semeja II, Agua Escondida, Saquiyá,
Patzibal. Matzul)34, en Santa Cruz (Chorecales, Xesic, Choacamán, Chitalul y
Chajbal—), en Santa Rosa Chujuyub35, en Chinique (Ximbaxuc—), en
Zacualpa, en Chiché (Los Cerritos), en San Pedro Jocopilas (La Montaña,
Xoljuyub, La Estanzuela y Comitancillo). Las masacres que azotaron este
último municipio parecen estar directamente relacionadas con operaciones de
control dirigidas en aquel entonces por el ejército en la carretera estratégica
que une a Santa Cruz del Quiché, y por lo tanto el centro del país, con el norte
del Quiché, en particular con el “triángulo ixil”. uno de los bastiones de la
guerrilla36. En 1982 y 1983, las masacres continuaron también en Baja
Verapaz, en particular en la sierra de Chuacús (Plan de Sánchez, Konkul,
Xeabaj, La Cumbre, Kumatza, Chwatewa, Chichupak)37.
18 Sin embargo, según las informaciones —los testimonios concuerdan—, la
violencia disminuyó en esta región, con la llegada al poder de Ríos Montt y
con el establecimiento de su estrategia “Fusiles y Frijoles”. En todo caso, la
guerrilla tuvo, a partir de esa fecha, que abandonar la mayoría de los
campamentos en los Chuacús y retirarse más allá del río Negro con la parte
más gruesa de sus fuerzas, dejando a su suerte a las bases campesinas.
19 Aunque el ejército seguía aventurándose en las montañas, no lo hacía sino
acompañado, guiado y protegido por patrullas de autodefensa civil. En regla
general, durante este conflicto, los militares se desplazan por las carreteras
(de las cuales mandan limpiar previamente las orillas), en caso de necesidad
construyen o mandan construir nuevas carreteras (es una de las tareas
asignadas a los habitantes en el programa “Fusiles y Frijoles”), mientras que
los guerrilleros se desplazan por los caminos y senderos de montaña,
limitando sus operaciones sobre las carreteras así como en los pueblos.
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ELmás
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20 El clan de los Lucas García tenía una concepción esencialmente geográfica
(i.e. “lacostiana”) de la guerra : ante la amenaza
Salir que la guerrilla hacía pesar
sobre la capital y el centro del país, su reacción fue de soltar la tenaza, de
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apartar la amenaza, de aplastar a la población y de retomar el control del


territorio. Con Ríos Montt se establece una estrategia más compleja en donde
la reconquista del territorio se acompaña de una reconquista de las almas y de
una voluntad de volver del revés a la población.
21 Lo siguiente ocurrió en un pueblo del Quiché : el ejército, sospechando
infiltraciones de la guerrilla en el pueblo, había ejecutado allí a varias
personas, entre las cuales a varios ladinos. Los ladinos parlamentaron con los
militares y obtuvieron armas. Organizaron una banda que, en la noche,
sacaba a los indígenas de sus casas (cuatro o cinco cada vez); sus cadáveres
aparecían en la madrugada a orillas del pueblo. Al observar estas maniobras y
al descubrir a los responsables, los indígenas decidieron, en vez de
denunciarlos (lo cual hubiera resultado demasiado peligroso), proponer al
ejército (que quería hacer creer que los asesinatos eran el hecho de la
guerrilla) que ellos mismos aseguraran la vigilancia. Las autoridades militares
aprovecharon la oportunidad, dieron armas a ese grupo y de esto nació la PAC
en el pueblo. La iniciativa provenía en este caso de la misma población
indígena y tenía primero como objetivo el de poner término a la “caza al
indio” a la que se dedicaban los ladinos autóctonos. Fue rápidamente
aprovechada y proseguida por los militares, utilizada con fines
contrainsurreccionales, aplicada en otros lugares e instituida como elemento
central de una estrategia de control de la población38. La aparición de las PAC
corresponde en efecto al momento del vuelco en el cual la violencia “loca” —
cuyos principales autores eran las bandas locales de ladinos, con el aval del
ejército, y que se abatía sobre la población civil indígena de manera
relativamente indiscriminada, sin distinguir a los que podían tener lazos con
la guerrilla de los que no los tenían (por lo tanto una violencia “loca” con un
carácter claramente racista)— se transmuta en una violencia más
directamente controlada por el ejército, utilizando las PAC, y más claramente
guiada por una racionalidad contrainsurreccional.
22 En el pueblo mencionado, como en muchos otros, los responsables de la
patrulla aceptaron aún con más facilidad esta orientación puesto que se
habían convencido de que la presencia y las operaciones de la guerrilla habían
provocado toda esta violencia. Fue entonces por su propia voluntad e
iniciativa que éstos se lanzaron en operaciones en la periferia del pueblo y,
cada vez más lejos, en la montaña alrededor. Exigieron solamente que la
obligación no se limitara a los indígenas conforme a la práctica habitual, sino
que los ladinos fueran igualmente obligados a patrullar, bajo sus órdenes, e ir
“al contacto” de los guerrilleros en las montañas, cosa que nunca se habían
arriesgado a hacer39. Los iniciadores de la patrulla mantenían así su objetivo
primero —el de controlar a los ladinos— y, por otro lado, hacían suyo el del
ejército : recuperar la fracción de la población indígena “engañada” por la
guerrilla (que había huido hacia las alturas y que se había puesto bajo su
protección) y aislar a ésta de sus bases. Hubo golpes y víctimas en las
patrullas. “Lo que era para mí más doloroso, comenta uno de los que habían
sido patrulleros desde el principio, es que los guerrilleros hayan matado a
varios de los nuestros”. No era siempre fácil tampoco convencer a los civiles
bajo influencia de la guerrilla que la
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23 En un pueblo vecino, que experimentó un proceso militar similar en cuanto a


la formación de las PAC, unos patrulleros, en particular muchos ex
guerrilleros, fueron incorporados de manera más orgánica en el ejército. Esta
fracción de la población indígena, jóvenes principalmente, vino a constituir
un elemento decisivo en la lucha antiinsurreccional; al avanzar sobre un
terreno que conocía bien, y en donde los militares no se atrevían a
aventurarse solos, originó algunos de los principales reveses de la guerrilla en
esta zona. Más tarde, algunos de estos jóvenes recibieron una beca para ir a
estudiar en la Escuela Militar; entre ellos figuran algunos de los primeros
indígenas guatemaltecos que accedieron al grado de oficiales.
24 Para los indígenas que tomaron la iniciativa de formar patrullas o que
adhirieron voluntariamente a ellas, semejante decisión se inscribía en una
lógica comunitaria, era impulsada por el objetivo prioritario de salvar a sus
familias, a “sus gentes”, a su comunidad, y de sustraerlos de las masacres.
Para ellos, quedaba claro que para lograrlo tenían que oponerse a la guerrilla
—puesto que ésta no tenía otra estrategia que la del enfrentamiento (lo que
provocaba las reacciones del ejército), y que, además, resultaba incapaz de
proteger a la población. “¿Quién es responsable de todos estos problemas?
preguntaba un observador a un indígena encontrado sobre un camino cerca
de Nebaj. Sin vacilar un instante, éste contestó : ”Los guerrillos [no dijo
“guerrilleros” sino “guerrillos”]... Son ellos quienes engañaron a todo el
mundo con sus mentiras... Dividieron a todo el mundo, mitad contra mitad...
Pero gracias a Dios, el pueblo se unió de nuevo... Cuando todos los que se han
equivocado se dieron cuenta de todas estas mentiras y que comenzaron a
sufrir del hambre y a carecer de ropa, empezaron poco a poco a regresar de la
montaña”40.
25 El impacto de la lógica comunitaria, el rechazo de la división (y por lo tanto de
la lógica de clases de los revolucionarios) no es únicamente el hecho de los
costumbristas.

ESPACIO, VIOLENCIA Y PODER


26 La guerrilla entrevió, aquí o allá, el beneficio que podía sacar al fundamentar
su legitimidad en la de los antiguos mitos:
“Cuando los guerrilleros bajan de la montaña, los habitantes de las aldeas
indígenas los reciben besándoles las manos. En la tradición maya-quiché existe
una leyenda según la cual los hombres vestidos de verde como el quetzal [...]
bajarán de la montaña y continuarán la guerra de liberación en contra de los
españoles interrumpida hace ya cuatrocientos cincuenta años. Para los
indígenas el beso de mano es reservado a las personalidades importantes de la
comunidad. Saludar de esta forma a los combatientes significa esencialmente
reconocer que son ellos quienes continúan la tradición maya; que esta tradición
está resurgiendo y que tiene un papel vital y decisivo en el proceso de liberación
guatemalteca. Un proceso revolucionario que no sólo es militar, sino igualmente
político y religioso”41.

27 Semejante interpretación de la historia y de la costumbre hace eco al


acercamiento literario del mundo indígena característico del razonamiento de
42
algunos militantes oEste simpatizantes de ylarecopila
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parcialmente, nuestra indígenas
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: según un (actualizada el 25 de junio de 2018).
antropólogo
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estadounidense, un anciano k’iche’ decía que :
“los guerrilleros de hecho eran mandadosSalir
por la Tierra Sagrada para vengar las
injusticias cometidas hacia los indígenas; puesto que. a veces, tienen la misma
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apariencia que ellos, descalzos y harapientos, y, otras veces, son grandes, con
buenas botas y con la cara amarilla. Rumores corrían de que Tecun Uman, el
gran héroe Quiché estaba de vuelta y que vivía en el interior del volcán Tacaná
con numerosos guerreros”43.

28 Frecuentemente, sin embargo, para los defensores de la costumbre, los


guerrilleros, cuando no eran simplemente mus, es decir “extranjeros”
(muchos eran indígenas pero pertenecían en general a otras comunida des
que a aquellas en las cuales ellos operaban), permanecían intrusos,
“vagabundos”, culpables de desorden, pescadores en río revuelto,
interviniendo en los conflictos locales internos, las más de las veces sin que se
les pidiera. No tenían acceso al estatuto de ajaw...44, título que, en cambio, se
otorga a personas o instancias pertenecientes a las diferentes esferas del
sistema del poder, por ejemplo a las autoridades del gobierno o de la
hacienda. Para el mundo costumbrista, la guerrilla no pudo sustituir su
legitimidad a la del poder político, de los militares y de la oligarquía —el que
el poder sea legítimo no quiere decir que sea justo : aun siendo legítimo, el
poder se caracteriza por el capricho, la arbitrariedad, el abuso, el exceso; todo
indica que, al menos a ratos, el poder tiene sed de sangre : ¿acaso, no
participa el ajaw del poder solar? ¿no se alimenta el sol de sacrificios? La
guerrilla, en cambio, se quedó irrevocablemente —o ha sido devuelta— en la
zona de sombra, del lado de los modernistas, de aquellos que emprendieron
cambiar completamente la costumbre y que pusieron de esta manera en
peligro el orden del mundo.
29 Esta transgresión no podía más que provocar la ira de los ajaw, y se tuvo que
pagar el precio por ello. La guerra que ellos iniciaron era una guerra sucia,
una guerra “basurienta”, cuyo lugar era el qaq’es. Por lo demás, la gente habla
de “violencia” más que de “guerra”.
30 ¿No será sin embargo preocupante el rechazo del desorden, mezclado con el
rechazo del conflicto, de la iniciativa, de la posibilidad de invención y de
variación? ¿Existiría en la representación maya de lo político, un respeto
permanente de la autoridad, una tendencia a confortar el autoritarismo —
hasta incluso, detrás de las prácticas del consenso, tendencias hacia un
comunitarismo total, exclusivo, que habría encontrado una articulación,
desde la Colonia, con una tradición autoritaria hispánica?

INTERROGACIONES
31 ¿Se ha preservado el corazón del universo simbólico maya, que los
costumbristas conciben como algo indestructible? ¿Ha guardado la tradición
bastante fuerza para alimentar e irrigar dinámicas de recomposición y de
reproducción comunitarias?
32 Al obligar importantes fracciones de la población indígena a desplazarse a
México, sobre la Costa Sur, en las ciudades ¿la guerra no ha acelerado un
proceso de dispersión ya bien avanzado por la atomización de los
minifundios? ¿La pérdida de las tierras y la pérdida del territorio no
resultarán ineluctablemente en la pérdida de la cultura y de la identidad? ¿No
será la “desterritorialización”, que culmina en la emigración hacia la ciudad,
Este sitiode
una condena irremediable utiliza
todocookies y recopila algunos
un universo simbólicodatosque
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no se puede
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disociar de una representación del territorio y de su inscripción en el cosmos?
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¿Será posible que nazca una nueva versión de la cultura y de la identidad
maya en medio urbano? La respuesta a esta Salirúltima pregunta depende, en

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particular, del destino del proyecto, en parte indeterminado, de una élite


intelectual maya.
33 Hubiéramos podido creer que el campo fuera exangüe, vaciado de sus élites
por las masacres y las migraciones —en particular de esta fracción de las
comunidades que había impulsado el movimiento de emancipación y de
modernización y que se había formado en su seno. Sin embargo, uno no
puede más que sorprenderse por la fuerza y la persistencia de la unidad y de
las dinámicas comunitarias.
34 Hoy, diez años después de los momentos más negros, después de todas esas
exacciones, de tantos excesos, las comunidades se encuentran a sí mismas,
vuelven a recobrar sus marcas, vuelven a ocupar los confines, vuelven a
apropiarse del espacio y de los lugares primordiales, así como de los lugares
de culto. La tradición se muestra con más ostentación, a veces vinculada con
el culto católico. En Kajyub (Rabinal), “la tradición, que consistía en decir la
misa sobre el supuesto lugar de la tumba de Job Toj en el grupo A, cada año
en la Ascensión, fue abandonada durante varios años pero se ha reanudado
recientemente”45. En San Andrés Sajcabajá, la costumbre continuó en la
periferia y el primer cura residente después de la guerra, él mismo indígena46,
invitaba a los costumbristas a oficiar con él y los acompañaba en sus propios
lugares de culto, por ejemplo en el Chuiscarbal —una cosa que era
inconcebible en los años sesenta y setenta. A falta de poder mandar
reconstruir la iglesia, destruida durante el terremoto, uno de sus objetivos era
de poder decir la misa en su recinto, siquiera para ocupar de nuevo el lugar
central, o sea el suelo de la iglesia. Mientras tanto, él y sus acólitos se veían
obligados a ocupar los locales anexos. Debido a la guerra, la Iglesia católica
experimentó varias decenias de regresión, y vuelve a encontrarse en la misma
situación que cuando, desde bastiones periféricos, sitiaba el lugar central del
culto, ocupado en aquella época por los costumbristas; la diferencia es que
hoy este lugar está vacío y que, para reconquistarlo, la Iglesia trata de unirse
con sus adversarios de antes, o sea los costumbristas. En Chiché, como en San
Andrés, se ven procesiones que reunen catequistas y costumbristas, los cuales
ayer se desgarraban unos a otros. Parece que la voluntad de supervivencia de
la comunidad pudo rehacerse.
35 El hecho de que los mercados también reanudaron manifiesta una voluntad
estorbada durante mucho tiempo pero obstinada que está obrando por la
resurrección de la economía campesina.
36 El territorio está marcado por la violencia que rompió y despedazó el tejido
social (es significativo que uno de los factores locales de la violencia en San
Andrés haya sido el control del título colectivo de propiedad, al cual los dos
campos, tanto los ladinos como la comunidad indígena, atribuían una
importancia desmedida respecto a su valor instrumental). No obstante, los
muertos que están diseminados en este territorio, los cementerios
clandestinos esparcidos en éste, consolidan su estatuto de tierra de los
antepasados, con la condición de que los muertos sean nombrados,
rememorados, “recordados” por la comunidad, que no sean olvidados en un
espacio que se ha vuelto anónimo, en un espacio “frío” : “que vengan juntas,
47
reunidas, las almas de Estenuestros
sitio utilizaantepasados”
cookies y recopila . Es por datos
algunos esto personales.
que el discurso
paramás
Para “llamar a las almas”
información, nombra
por favor, consultaanuestra
cada muerto
políticayde elprivacidad
lugar en donde fue tirado
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o enterrado —sin olvidar aAllos acceder a este sitio, aceptas
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para quienes falta una parte de
la información— y menciona también a las almas que no tienen a nadie “quien
se acuerde de ellas”48. Este rito que consiste Salir en nombrar para reunir, en

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llamar y convocar para reconstituir la comunidad en la unicidad de los vivos y


los muertos, se inscribe en una lógica diferente de la que consiste en abrir los
cementerios clandestinos49 : una, que busca la reconciliación y la paz de las
almas, la reconstitución o la reproducción de la comunidad, obra por su
permanencia; la otra, que responde a exigencias éticas y políticas tal y como
están definidas por las declaraciones de los derechos humanos, consiste en
una denuncia y una protesta a nombre de un ideal de Estado de derecho. Sin
embargo, esas dos lógicas, la comunitaria por un lado y la de la ciudadanía y
de la universalidad por el otro lado, tal vez no son inconciliables. No está
prohibido esperar una nueva expresión, en Guatemala, de lo que Michel de
Certeau veía en desarrollo en numerosas sociedades indígenas de América
Latina : “este cuerpo torturado y este otro cuerpo que es la tierra alterada,
forman el principio de donde renace, una vez más, la voluntad de construir
para sí una asociación política”50. La recomposición del tejido social requiere
hacer resurgir el texto antiguo, enterrado, oculto, juntar los fragmentos rotos
y dispersos, y enlazarlos con los discursos y las prácticas de la modernidad.
37 Pedimos al doctor Pedro Carrasco que nos perdone por el desvío de conceptos
por el cual introducimos este artículo, pero, pensándolo bien, la analogía no
está totalmente desprovista de pertinencia. El concepto de “guerra florida”
(guerra de rapto ritualizada) no es de ninguna manera aplicable a la aventura
romántica de la que soñaban los revolucionarios. Por otra parte, el concepto
náhuatl de “guerra-basura” o “guerra basurienta” refleja una ruptura de
legitimitad dinástica, también la participación de las mujeres en la guerra, el
aplastamiento de uno de los dos protagonistas y la dispersión de los vencidos.
La guerra que se dió en Guatemala durante los últimos decenios tenía como
fin una ruptura revolucionaria, y, por lo tanto, implicaba una discontinuidad
de legitimidad política; la guerrilla siempre exhaltó la imagen de la mujer
combatiente, joven indígena, las armas en la mano51 (esto, que era una prueba
de emancipación para los modernistas, era inaceptable para los ancianos), y el
ejército acaba, a su vez, de introducir mujeres-soldados en varios de sus
destacamentos del Quiché y de Baja Verapaz. Cada uno de los dos
protagonistas, tanto el poder como la guerrilla, buscaba la destrucción del
otro. Antes de haber sido parcialmente reunida, en nuevos “pueblos de
reducción”, la población fue dispersada, desplazada y, siendo la víctima de
una estrategia de la tierra arrasada, de destrucción de la vivienda, de las
cosechas y del ganado, condenada a refugiarse y a errar en los barrancos, en
las montañas y en los bosques. Esta guerra era desorden, exceso y
transgresión. Iba mucho más allá de los actos de represión por los cuales el
poder frecuentemente había logrado en el pasado restablecer un orden
agitado o puesto en peligro. Rebasando igualmente los marcos rituales y el
cuadro de las categorías simbólicas, la guerra era, bajo todos sus aspectos,
escandalosa. Recordemos las protestaciones de los sobrevivientes de la
masacre de San Francisco (Nentón) : “¿Qué falta hemos cometido? [...] ¡No
debemos nada!”. Sin embargo, en esta protesta de inocencia también está
implícito el reconocimiento de que la acción y las miras de la guerrilla (de los
“guerrillas”) son una falta, una causa de división y de caos52, aun siendo los
militares, los grupos Este
paramilitares y las bandas
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personales.
de la
Para casi
más totalidadpor
información, de favor,
las masacres. Más profundamente,
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en negativo lade junio de 2018).
el 25
Al acceder
idea de que toda esta violencia a este sitio,
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transgresión al
respeto del principio de autoridad (ajaw), de la ley costumbrista. La
aceptación de la muerte, la transmutación Salir de la masacre en sacrificio

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expiatorio por los veintitrés “comuneros” de un pueblo de Chichicastenango,


colaboradores de la guerrilla53, podría significar una voluntad de pagar una
deuda, de restablecer las relaciones de reciprocidad asimétrica con los
poderes tutelares (abandonados y engañados desde hace ya varios decenios
por una fracción creciente de la comunidad), de restaurar la ley comunitaria y
de esta manera parar la espiral de la violencia. ¿Será el sacrificio54 la
antinomia de la “guerra sucia” y un medio para salir de ésta? ¿Habrá que ver
en semejantes conductas una reminiscencia de antiguas “sociedades de
sacrificio” y una resistencia de parte de éstas al aplastamiento o
transformación por “sociedades de masacre”55? El inmenso esfuerzo para
escapar a la repetición y a la regresión, para dominar su destino y construir el
porvenir, que desempeñaron los indígenas modernistas durante las últimas
decenias, no es por tanto totalmente vano : está renaciendo hoy día, tomando
múltiples formas y obrando en varias direcciones.

Notas
1. Payeras 1980 : 27, 35, 92 y 100. En el presente artículo, los grupos armados y los otros
protagonistas mencionados son los que intervinieron en la región en laque se centran
nuestras investigaciones, o sea El Quiche y la Baja Verapaz. En otras regiones, durante el
mismo período, se notan variantes en cuanto a los actores y a sus estrategias.
2. Véase Le Bot 1992.
3. A los guerrilleros les sorprendió encontrar allí ruinas de antiguas ciudades precolombinas
(véanse Payeras 1980 : 71-72. y la película de Jean-Marie Simonet, La guerre des Muyas.
1983).
4. Breton & Arnauld 1991 : 40: Payeras 1980 : 39.
5. Mario Payeras evoca el “hermetismo” y desconfianza de los Q’eqchi’es. y narra un primer
contacto que tuvo lugar al principio de la guerrilla y que casi le lue Fatal (ibid. : 37-38).
6. Ibid. : 79.
7. “En nuestro pensamiento estaba presente la derrota de Bolivia —la guerrilla solitaria en la
selva, perseguida y sin base campesina” (ibid. : 18).
8. “Planteamos romper la soga por su parte más delgada”, escribe Rolando Morán,
comandante en jefe del EGP en el prefacio de Los días de la selva (p. 12). “El punto más débil
de la pita” es otra expresión predilecta de los guerrilleros (véanse por ejemplo la revista
mexicana Por Ésto, n° 7, 1.3-8-1991. y Payeras 1991 : 15).
9. Payeras 1980 : 67.
10. Payeras 1991 : 15.
11. Ibid. : 75.
12. Otros ejemplos : el 25 de enero de 1980, guerrilleros entran a Zacualpa y a Joyahaj en
donde incendian el puesto de policía, “luego realizaron un mitin al que invitaron libremente a
la gente. Al terminar invitaron a colaborar económicamente con la guerrilla para poder
comprar armas. La gente ayudó espontáneamente. Los guerrilleros después de ésto se
retiraron sin causar ningún daño [...]”. Los militares llegaron pisando sus huellas, torturaron
y mataron a once personas en Joyabaj (testimonio de un turista publicado por Comunicado
Violencia-Diócesis-Quiché). De julio a noviembre de 1981. la guerrilla multiplica las
operaciones en los pueblos de la región : el 19 de julio, para marcar el segundo aniversario de
la revolución sandinista, el EGP ataca puestos de pol ¡cía. alcaldías municipales y realiza
operaciones de propaganda en Chichicastenango, Chinique. Santa Cruz, Patzité, San Antonio
Uotenango, Joyabaj. San Pedro. San Bartolo. Canilla— (según Parte de guerra del EGP
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lechado en 24-7-1981), lo que genera represalias sobre la población civil de parte de los
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militares. Es también en los meses de julio-agosto de 1981 cuando el poder destruye las bases
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de la guerrilla en la capital, preludio de la contraofensiva en el campo que llega al
departamento del Quiché en el mes de noviembre.
Salir
13. Testimonio de A. Breton; véase también Americas Watch 1984: 106.

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14. En el país ixil en particular, los ladinos han perdido una parte importante de su poder
local, político y económico, sustituidos a menudo por indígenas en los puestos que antes
ocupaban : en las alcaldías municipales, en el sistema de contratación de mano de obra, en el
comercio; presionados por la guerrilla, también cedieron una parte importante de las tierras
que habían acaparado desde el final del siglo : tal es el caso de la familia Brol, propietaria
de la finca San Francisco en Cotzal, que, de las 6,800 hectáreas, no conserva más que la parte
sembrada más densamente en cafetales, y de la cual uno de los herederos proclama ahora que
¡“la tierra es de quien la trabaja”! Las tierras de las fincas de colonos de los Herrera Ibargüen
fueron distribuidas entre sus ocupantes (Stoll 1990: 7). Sin embargo algunos enclaves ladinos
permanecieron relativamente al margen del conflicto : tal es el caso, por ejemplo, en Canilla,
municipio que tiene su origen en la formación de una hacienda a principios del siglo y
cuya población esta formada por dos tercios de ladinos. A pesar del incendio de la alcaldía
municipal por la guerrilla y de las operaciones en los pueblos de los alrededores, los
habitantes del pueblo (90% ladinos) no solicitaron protección militar y no formaron patrullas
de autodefensa civil.
15. “La palabra ajaw designa un título, ligado a una función (o a la función) de padre, de
guardián, de protector, de responsable” (Breton 1989 : 3).
16. En Rabinal. las obras de reconstrucción de la iglesia, llevadas a cabo por el IDAEH
después del terremoto de 1976, sacaron a la luz osamenta enterrada en el sótano de la iglesia
— Este descubrimiento acarreó una reacción violenta (y apasionada) de parte de los
“tradicionalistas” quienes mandaron interrumpir inmediatamente las obras, convocaron al
gobernador y obtuvieron que no se tocara a los cimientos del edificio : eran, sin duda, los
restos de los “constructores-antepasados” que se autoenterraron allí al terminar la
construcción de la iglesia, cuando apareció el sol por primera vez. Hasta 1717, el perímetro de
la iglesia abrigaba el cementerio del pueblo que. después, fue trasladado al Calvario. El suelo
de la iglesia es por lo tanto considerado como la morada de los primeros antepasados —¡y los
curas lo saben! (A. Breton, com. pers.).
17. La peor persecución en contra de la Iglesia católica en El Quiché tuvo lugar bajo Lucas
García (1978-1982). Defendiéndose de haber realizado una guerra de religión, el general Ríos
Montt (1982-1983) alega que la Iglesia del Quiché se habría reconstituido mientras que él era
jefe del Estado, y que habría dado la orden a su ministro de la defensa. Mejía Victores, de
restituir a la institución católica los edificios y los locales religiosos ocupados por el ejército.
Sin embargo resulta que la separación protestantes/católicos fue utilizada masivamente como
motor de la lucha antiinsurreccional bajo su presidencia.
18. El hecho de que los Mayas se sitúen en una temporalidad diferente de la occidental, y el
carácter a veces repetitivo de las masacres, dificultan mucho el establecimiento de una
cronología precisa de los hechos.
19. Véase por ejemplo Payeras 1980 : 33.
20. Testimonio de a. Breton relativo a Rabinal (el termino qaq' es designa en particular la
parte no cultivada del terreno doméstico, en donde se deposita la basura doméstica, en donde
andan rodando los puercos en busca de comida). Hay que notar que en el Perú, los
campesinos andinos califican a los guerrilleros del Sendero luminoso de puriruna, o sea “los
hombres que caminan”, en oposición con los residentes sedentarios de las comunidades. Es
todavía más difícil que en Guatemala decir a que campo pertenecen los hombres en armas
(“Los soldados se visten como Sendero y los ‘terrucos’ se visten como soldados. Llevan
máscaras. En una ocasión tuvimos que procurar vestimentas a los militares para que
pudieran hacerse pasar por campesinos. ¿Cómo podríamos decir quién es quién?”, declara un
campesino, interrogado sobre los autores de una masacre), pero unos y otros son a menudo
extraños a la comunidad (Isbell 1990 : 5 y 7).
21. M.-C. Arnauld evoca “las relaciones políticas, militares y económicas que sostuvieron las
sociedades locales del Quiché oriental y de la Baja Verapaz con los Estados k’iche’-kaqchikel,
en plena expansión en el Postclásico”, y recuerda que uno de los rasgos arqueológicos de la
región es la existencia de numerosos
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estratégica y defensiva” (1989 : 126-130); en otros lados, y más precisamente a propósito lade junio de 2018).
zona de Tres Cruces-Pueblo Viejo-Chichaj. habla de “región de enfrentamicntos
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entidades sociopolíticas” (Arnauld & Fauvet Berthelot 1990 : 7).
22. Piel 1989 : 30-32. Salir

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23. R. Carmack (1988 :47) señala, por ejemplo, un levantamiento armado en 1830 en La
Estancia, pueblo contiguo a Q'umarkaaj-Utatlán, la antigua capital de los K’iche’s. La
Estancia es uno de los puntos en donde se opera, dramáticamente, la caída de la sociedad
k’iche’ dentro de la guerra a finales de 1970 y a principios de los años ochenta. La dispersión
que sigue a la masacre realizada en esta última fecha se presenta como una lejana réplica de
la que siguió a la destrucción de Q'umarkaaj-Utatlán en 1524 (Piel 1989 : 92).
24. Payeras habla de un “territorio de la guerrilla”, pero en los hechos no hubo una “zona
liberada”.
25. La guerrilla multiplica las operaciones tendiendo a frenar la progresión del ejército en la
región. Señalemos como ejemplos : una operación en el pueblo de Zacualpa y sabotajes sobre
la carretera de Joyabaj el 13 de noviembre de 1981; el sabotaje de generadores eléctricos y de
un puente-sobre la carretera de Santa Cruz a San Andrés Sajcabajá y Canilla el mismo día;
ataques a fuerzas policiacas y militares en San Pedro Jocopilas los días siguientes; la
ocupación de San Bartolo y la destrucción del edificio municipal el 23 de noviembre; etc.
(Noticias de Guatemala [ndg]. n° 74. 16-12-1981). Hubo enfrentamientos con el ejército en
enero de 1982 en Joyabaj, Zacualpa. Patzité. San Antonio Ilotenango. San Pedro Jocopilas...
(NDG, n° 76).
26. En febrero de 1982. el ejército y patrullas de civiles organizadas desde esta época en
Joyabaj habrían matado a 320 campesinos, saqueado y destruido los pueblos de la zona de
Xeknup-Cruz Ch’ich’-Churaxaj (NDG. n° 79, 12-4-1982. p. 16). De nuevo una centena de
campesinos habrían sido matados en Churaxaj el 15 de abril de 1983 (NDG, n° 93).
27. Sobre los acontecimientos de Pacagüex y las masacres cometidas en San Bartolo en enero
de 1982. véanse Iglesia Guatemalteca en el Exilio 1984, y Frank & Wheaton 1984 : 71.
28. Según una información policiaca, desmentida más tarde por el ejército. 200 personas
(mujeres, niños y ancianos) habrían sido matadas en cuatro aldeas de Zacualpa (Potrero
Viejo, Xieojol, Hacienda San José y San Antonio Sinaché en marzo de 1982 (Prensa Libre, 11-
3-1982). El jefe de la patrulla civil de San Antonio Sinaché cometió otros asesinatos en 1984
(Americas Watch & Physicians for Human Rights 1991 :65-76). Zacualpa. que durante un
tiempo en los años setenta tuvo como cura al irlandés McKenna. luego combatiente
guerrillero, fue uno de los municipios más golpeados por la violencia : ésta habría dejado un
saldo de 5.000 víctimas. 300 viudas y 1,000 huérfanos; según la misma encuesta, cinco
aldeas habrían sufrido masacres (PAVA 198.3).
29. Ya el primero de todos los focos de guerrilla de los años sesenta se había establecido
arriba del valle del Motagua. en la parte de la sierra de Chuacús que separa al departamento
de Baja Verapaz del centro del país. El sobreviviente más notorio del grupo —¿el único
sobreviviente?—, el que después se hará llamar Gaspar Ilom, fue encarcelado durante algunos
meses en Salamá en donde, según dijo, descubrió la cara indígena del país. Más tarde, los
pocos indígenas que participaron a esta guerrilla de la sierra de las Minas y en particular
“Pascual”, el único de ellos que tuvo un papel dirigente, eran originarios de Rabinal, como lo
eran igualmente los cuatro indígenas que formaban parte del grupo inicial del EGP que
penetró en el norte del Quiché en 1972 (Payeras 1980: 24). Según Americas Watch (1984 :
105), desde sus orígenes, esta misma organización de guerrilla habría implantado un núcleo
en Baja Verapaz. Más probablemente, hasta finales de los años setenta, la guerrilla operaba
desde sus campamentos del norte del río Negro, o sea desde la sierra de los Cuchumatanes y
la sierra de Chama (véanse sin embargo las notas siguientes).
30. El CUC buscó implantarse en Baja Verapaz en los años 1978-1980; una de las víctimas de
la masacre de la embajada de España en enero de 1980 era de Rabinal (Fernández 1988 : 16,
18 y 29 y testimonio personal de uno de los organizadores).
31. Alrededor de 3,500 personas del valle tenían que ser desplazadas. Según Ricardo Falla :
“la zona ha sido desde tiempo atrás terreno controlado por el Ejército Guerrillero de los
Pobres, el cual por ejemplo obstaculizaba el transporte por las carreteras del proyecto,
cobrando, para poder transitar, impuestos de guerra. Esta es la razón por la cual, según
Esteque
indican testigos extranjeros sitio utiliza cookies
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recopila hidroeléctrico,
algunos datos personales.
el ejército tenía en
Para
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a la guerrilla.” el 25 de junio de 2018).
(Tribunal
Permanente de los Pueblos 1984 Al acceder
: 198). aRecalcitrante
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al desplazamiento y sospechada de
tener lazos con la guerrilla (el 5 de marzo de 1980, un enfrentamiento con el ejército había
Salir
causado la muerte de ocho personas de las cuales dos eran soldados), la comunidad de Río
Negro (800 habitantes) fue particularmente afectada : el 7 de enero de 1981. el ejército
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comete allí una masacre (NDG, n° 59, 26-1-1981) (Según un testimonio obtenido por A.
Ichon, 55 habitantes de la Vega Santo Domingo, cerca de Xokok, fueron matados a palazos y a
piochazos el 4 de diciembre de 1981 [Ichon 1982]); después de un ataque, el 7 de febrero de
1982, de la guerrilla contra una patrulla paramilitar ya organizada a esta fecha en Xokok
(NDG, n° 79,12-4-1982, p. 20). 73 aldeanos de Río Negro convocados en este úllimo pueblo
por las autoridades policiacas, son ejecutados allícon arma blanca o por estrangulación el 13
de febrero de 1982 [testimonio de un sobreviviente obtenido por A. lehon tíos semanas
después de los acontecimientos (ihid.)]; el 28 de lebrero, la guerrilla ataca a un grupo de
militares en Pueblo Viejo (Baja Verapaz). matando a cinco soldados; el 3 de abril mata a ocho
paramilitares en Muacabae (¿Nimaqabaj?), municipio de Rabinal: el 14 de abril efectúa
“mítines revolucionarios” en los municipios de Cubulco y Rabinal (para estas últimas tres
informaciones, véase NDG. n° 80. 15-5-1982. p. 13. 14 y 15); al día siguiente, 15 de abril de
1982. se comete otra masacre sobre la población de Río Negro : según la versión que da una
fuente cercana de la guerrilla. 173 personas —únicamente mujeres y niños— habrían sido
matadas y los cuerpos colgados en los árboles. NDG. n° 82. 15-8-1982. p. 8 y n° 102. marzo de
1984 (Esta versión, dudosa en particular [pero no únicamente] en cuanto al número de
muertos —a comparar con el de la masacre del 13 de febrero de 1982—, plantea un problema).
El EGP reivindica una operación en Cubulco el 7 de junio de 1982 (“Ocupación militar de
poblado y sabotaje. Seriamente dañados edificios gubernamentales y cuatro bajas a policía”,
NDG, ibid., p. 23). Entre las otras masacres efectuadas en esta zona, mencionemos la que fue
cometida el 13 de septiembre de 1982 en Agua Fría, un pueblo al norte de Río Negro, por
militares auxiliados por civiles: esta masacre fue bastante semejante a la de San Francisco
(Nentón) según la versión de la que sería la única sobreviviente (citada por R. Falla en
Tribunal Permanente de los Pueblos 1983 : 200).
32. El EGP habría ocupado un poblado de San Bartolo el 11 de marzo de 1982. y habría tenido
un enfrentamiento con un grupo paramilitar (NDG, n° 79. 12-4-1982. p. 23).
33. Tribunal Permanente de los Pueblos 1984; Amnesty International 1987 : 147-156; NDG.
n° 82. 15-8-1982: e investigación personal.
34. En 1983. una evaluación de PAVA hecha en Chichicastenango (municipio de unos 70.000
habitantes) proporciona el número de 2,355 huérfanos y alrededor de 3.000 viudas. Por otra
parte. Krueger & Enge (1985) hablan de 1.000 viudas.
35. En San Andrés Sajcabajá, muchos se interrogan aún sobre la identidad de los autores del
atentado informado de esta manera por Amnesty International (1987: 151): “Alrededor del 25
de abril |I982|: Doce campesinos murieron en Cantón Namaj (¿Mamaj?), Santa Rosa
Chujuyub. El Quiché, cuando al camión en el cual viajaban le lanzaron una bomba. Ocho de
los muertos eran : Gonzalo Quiñones Sical (de 45 años). Floridalma Quiñones (de 56 años).
Odeteh Quintana (de 16 años). Blanca de León (de 22 años). Mercedes Reyes. Celedonia
Uriz.ar. Santos Urizar y Víctor Urizar” (es de notar que las personas mencionadas son todas
ellas ladinas, en cambio no se sabe si eran todas de Sajcabajá). Este caso no es más que uno
entre muchos otros, pero las circunstancias y las modalidades del atentado son singulares
(NDG. n° 82. hacen mención de 14 campesinos matados en Sajcabajá el 19 de abril de 1982 :
¿se tratará de la misma masacre?). Por otra parte. Prensa Libre del 2-6-1982 señala la llegada
a la capital de refugiados de Sajcabajá huyendo la violencia.
36. Hay que relacionar varias masacres cometidas en la región de Santa Cruz del Quiché a
finales de marzo y en abril 1982 por las fuerzas de represión con operaciones de la guerrilla
(véase por ejemplo NDG. n° 80. 15-5-1982. p. 5. o el enfrentamiento del 22 de mayo en La
Puerta señalado en NDG. n° 81, 15-6-1982). Las autoridades se aprovechan de tales
circunstancias para infundir dudas en cuanto a los autores de las masacres : así es como el
departamento de Estado norteamericano se adjudica la versión oficial para imputar las
muertes de Ximbaxuc (a principios de abril de 1982 (aun enfrentamiento entre guerrilla y
patrullas civiles, o atribuir las de Saquillá (el 18 de mayo) a guerrilleros disfrazados de
miembros de las fuerzas de seguridad (carta del subsecretario de Estado. Thomas Enders. a
Amnesty International, publicada en El Gráfico, 13-10-82). Sobre la masacre de Ximbaxuc,
véase también Carmack 1988Este :sitio
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37. Según R. Falla, quien reproduce testimonios detallados sobre la masacre de Plan de
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Sánchez, ésta habría hecho de 2(X) a 250 víctimas y habría tenido lugar el 18 de julio de 1982,
es decir al día siguiente del de San Francisco Nentón (Tribunal Permanente de los Pueblos
1983 : 201). Entre agosto y octubre de 1983, el ejércitoSalir habría matado a varias decenas de

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aldeanos, incluso mujeres y niños, en Konkul, Xeabaj. Kumatza, Chwatewa. La Cumbre y


Chichupak (Americas Watch 1984: 104-118). Una fuente informa de 33 campesinos matados
en este último pueblo el 19 de abril de 1982 (NDG. n° 82, 15-8-1982). Los miembros de
nuestro equipo de investigación pudieron observar un despoblamiento relativo de las partes
altas de los Chuacús en el período 1980-1984. Por otra parte. Amnesty International (ibid. :
148) señala el asesinato de trece campesinos en Nicabaj (¿Nimaqabaj?). municipio de
Rabinal, “hacia el 3 de abril de 1982”. aunque sin precisar quienes fueron los autores; es
probable que se trate del mismo acontecimiento que el mencionado por una fuente próxima
del EGP como un enfrentamiento en Nicabaj el 4 de abril de 1982 entre guerrilleros y una
banda de paramilitares, enfrentamiento que provocó la muerte de doce de estos últimos
(NDG, n° 80, 15-5-1982, p. 14, según Prensa Libre). La versión del ejército, aceptada por el
departamento de Estado norteamericano (véase carta de Thomas Enders, op. cit.). no es tan
diferente : el 3 de abril, aproximadamente 200 guerrilleros habrían atacado el poblado de
Nicabaj. dejando 13 muertos entre los miembros de la PAC que trataron de resistir— (Que
nosotros sepamos. Nicabaj no figura entre las masacres denunciadas por las organizaciones
allegadas a la guerrilla).
38. Más tarde, cuando los habitantes mostraban cierta reticencia para continuar los turnos de
patrulla, los militares los amenazaban : no vengan a pedirnos ayuda cuando vuelva a haber
“desapariciones”! (véase Stoll 1990:4).
39. En otro pueblo, el mismo cura tuvo la obligación de participar a las patrullas (A. Breton,
com. pers.).
40. Burin des Roziers 1988 : 67.
41. Richard & Meléndez 1982 : 249-250.
42. Rodrigo Asturias quien toma su seudónimo con consonancia indígena. Gaspar Ilom. de
un personaje literario, hace prueba sin embargo de más prudencia que Pablo Richard y
Guillermo Meléndez en su interpretación de la expectativa milenarista que, él también,
descubre en el seno de la población indígena : “creo que esto tiene que ver también —aunque
tal vez podría ser algo aventurado hacer afirmaciones como estas— con una expectativa
histórica que se había venido manteniendo dentro del pueblo natural a través de la tradición
oral. Nosotros nos empezamos a sorprender a finales del 71, en la sierra y en las aldeas, al
encontrar testimonios o expresiones por parte de las familias de los combatientes o entre los
primeros ancianos organizados que se siguen manteniendo e incluso han adquirido otro nivel
ahora, en cuanto a que el abuelo de un abuelo le había dicho que algún día de la montaña iban
a bajar unos hombres que iban a liberar al pueblo. Eso es tan sorprendente que lo he
encontrado en la zona mame, en la zona cakchiquel, y en la zona sutuíl, de una u otra forma.
Yo creo que hay que interpretarlo como un elemento de la tradición, de la memoria y de la
esperanza que un pueblo que ha sido sometido a la colonización, y que crea su leyenda o crea
su expectativa para sobrellevar esa situación [...]” (citado por Harnecker 1983 : 96).
43. Conde 1991 : 226. Encontramos bajo la pluma de Robert M. Carmack una variante de este
rumor (¿sacada de la misma fuente?): “Un chaman de una comunidad vecina de Santa Cruz
anunciaba que Tecum. el héroe indio, mártir de la conquista española, había regresado sobre
la tierra. Según estas opiniones. Tecum había regresado ¿ ‘para llevar la justicia a Guatemala’?
Significativamente se decía que había traido con él dos millones de ‘guerreros’ (guerrillos
rojos), aunque fueran autorizados a presentarse al combate únicamente por grupos de dos o
tres a la vez” (Carmack 1988 :69). ¿Verdes, amarillos o rojos? : las diferentes versiones no
concuerdan sobre el color de estos libertadores.
44. “En Rabinal pertenecen al nivel ajaw los poderes y representaciones siguientes : Vírgenes
y Santos. Jesús. Iglesia y Cabildo. Sacristía y Convento. Cielo y Tierra, Sol. así como el
Gobierno y el Presidente de la República” (Breton 1990). Sin embargo, según este autor, no se
excluye totalmente que, al principio, los guerrilleros hayan podido también beneficiar de esta
imagen.
45. M.-C. Arnauld, com. pers. Sin embargo, ciertas zonas, severamente afectadas, la gente
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del “maldito
pueblo” de Xokok (testimonio de AlM.-F.
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Berthelot).
46. Este cura indígena era el padre David Ventura Lux Herrera que murió a principios de
Salir quedan sin aclarar. En 1988. había
1992 de un accidente de autómovil cuyas circunstancias

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sido echado fuera de la parroquia de Chichicastcnango por las patrullas de autodefensa civil.
En relación con este hecho, una residente indígena del pueblo comentaba lo siguiente : “como
todos en la comunidad patrullan, entonces los obligaron a todos a que participaran a esta
manifestación. La verdad es que ... pues yo no sé porqué ellos decidieron pues hacer esta
manifestación. Porque viéndolo bien, el padre, al saber verdad, no sé si tendrá unos errores o
el hable de otras cosas, pero viéndolo bien, yo creo que lo que habla el padre de
Chichicastenango es más que todo sobre la cultura : y como eso, respecto a la cultura, a unos
que le cae mal, podríamos decir que los ladinos, verdad, esos no les gusta, no les ineresa con
respecto a esto, porque Ud sabe que ellos se sienten los superiores. Ahora pues de lo que es de
la cultura lo quieren dejar atrás [...]” (entrevista realizada por J. Arnauld. notas manuscritas).
47. Extracto de un discurso para “llamar a las almas” transcrito por A. Breton (1989, véase
también 1990 : 4).
48. Ibid. En los Andes peruanos también, uno de los aspectos más intolerables de la guerra es
que impide llevar a cabo los ritos funerarios según la costumbre : “[...] 'No podemos ni
siquiera proteger los derechos de nuestros muertos o de nuestros desaparecidos. Ya no
controlamos nada', declara un campesino que cuenta cómo el ejército impidió a las viudas de
una comunidad que enterraran a sus muertos y no permitió a las gentes de una aldea vecina
(Pago) que asistieran al velorio fúnebre. 'Esas pobres mujeres tuvieron que enterrar solas a
sus muertos, como si enterraran perros’ [...]” (Isbell, op. cit. : 7).
49. Amnesty International 1991; Americas Watch & Physicians for Human Rights 1991.
50. M. de Certeau, op. cit. : 6.
51. La guerrilla indígena del Quintin Lame en Colombia difunde imágenes muy similares (C.
Gros, com. pers.).
52. Después de la muerte de un comerciante y usurero ladino, ejecutado por la guerrilla en un
pueblo del Quiché, y en los funerales de quien poca gente acudió, “uno de los ancianos dijo :
'La ley que gobierna la faz de la tierra se ha ido. La única autoridad que permanece es el
Mundo [divinidad de la tierra]”(citado por Conde 1991 : 226).
53. Véase Le Bot 1991.
54. Sólo sugerimos aquí un posible eje de reflexión : los recientes acontecimientos se hacen
eco del esquema sacrificial, cuya importancia en la antigua civilización maya (autosacrificio
de los gobernantes, sacrificio de los cautivos) bien se conoce. Ahora bien, la evocación de la
idea desacrificio, de la idea de una transmutación de la masacre en sacrificio —aun cuando
esa idea sólo se evoca para ser rechazada, en negativo— parece ser aquí el hecho de la gente
común. i.e. de las víctimas de la violencia, que no son ni mandatarios ni prisioneros de
guerra. ¿También serán impregnadas las conductas de los verdugos y torturadores de esta
misma idea?
55. Todorov 1982.

Autor

Yvon Le Bot
Del mismo autor

El palimsesto maya. Violencia,


comunidad y territorio en el conflicto
guatemalteco in Representaciones del
espacio político en las tierras altas de
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mexicanos y centroamericanos, 1993


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Postface - Le sociologue et le voyageur in


Le multiculturalisme au concret, Presses
Sorbonne Nouvelle, 2012

Marie-Lorraine Figueroa (Traductor)


© Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 1993

Condiciones de uso: http://www.openedition.org/6540

Referencia electrónica del capítulo


BOT, Yvon Le. El palimpsesto maya: Violencia, comunidad y territorio en el conflicto
guatemalteco In: Representaciones del espacio político en las tierras altas de Guatemala:
Estudio pluridisciplinario en las cuencas des Quiché oriental y de Baja Verapaz [en línea].
Mexico: Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 1993 (generado el 30 avril 2020).
Disponible en Internet: <http://books.openedition.org/cemca/2380>. ISBN:
9782821846081. DOI: https://doi.org/10.4000/books.cemca.2380.

Referencia electrónica del libro


BRETON, Alain (dir.). Representaciones del espacio político en las tierras altas de
Guatemala: Estudio pluridisciplinario en las cuencas des Quiché oriental y de Baja Verapaz.
Nueva edición [en línea]. Mexico: Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 1993
(generado el 30 avril 2020). Disponible en Internet:
<http://books.openedition.org/cemca/2373>. ISBN: 9782821846081. DOI:
https://doi.org/10.4000/books.cemca.2373.
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