Sunteți pe pagina 1din 3

Desarrollo artístico e intelectual

Terakoya, la escuela de educación privada

Kaitai Shinsho, primer tratado japonés de anatomía, publicado en 1774.


Durante el periodo, Japón estudió progresivamente las técnicas y avances
científicos occidentales (llamados rangaku) a través de la información y libros
recibidos de los comerciantes holandeses en Dejima. Las áreas de mayor estudio
incluían la geografía, medicina, ciencias naturales, astronomía, arte, idiomas,
conceptos de física tales como el estudio del fenómeno eléctrico y mecánica.
También existió un gran desarrollo de las matemáticas, en una corriente totalmente
independiente a la del mundo occidental. Esta fuerte corriente se llamó wasan.

El florecimiento del neoconfucionismo fue el mayor desarrollo intelectual del


periodo. El estudio del confucionismo se había mantenido activo durante mucho
tiempo por clérigos budistas, pero durante esta época este sistema de creencias
llamó fuertemente la atención sobre la concepción del hombre y la sociedad. El
humanismo ético, el racionalismo y la perspectiva histórica del neoconfucionismo
fueron tomados como modelo social. Para mediados del siglo XVII, el
neoconfucionismo se convirtió en la filosofía legal dominante y contribuyó
directamente en el desarrollo del sistema nacional de aprendizaje, kokugaku.33 Su
principal virtud para el régimen shogunal era su hincapié en las relaciones de
jerarquía, sumisión al superior y obediencia, que se extendieron a toda la sociedad
y facilitaron la conservación del sistema feudal.34

La creciente aplicación del neoconfucionismo así como el estudio avanzado


contribuyeron a la transición del orden político y económico de las clases
sociales. Se desarrollaron nuevas leyes, se instituyeron nuevos sistemas
administrativos. Una nueva visión de gobierno y sociedad emergieron en búsqueda de
un mandato más comprensivo. Cada persona tenía un lugar distinto en la sociedad y
se esperaba que trabajara de forma que cumpliera su misión en la vida. Los
ciudadanos debían ser gobernados con benevolencia por parte de aquellos asignados a
mandar. El gobierno era todo poderoso pero al mismo tiempo responsable y humano.
Aunque el neoconfucionismo influyó en el sistema de clases sociales no se aplicó de
la misma forma como se acostumbraba en otros países como China, donde los soldados
y los clérigos ocupaban el último peldaño de las clases sociales, mientras que en
Japón algunos de estos miembros constituían a la élite de gobierno.

La vida espiritual experimentaba con la cultura tradicional, basada en los


principios budistas, y los principios confucionistas. Dos formas distintas de
concebir la vida: el budismo condecía una gran importancia al mundo ultraterrenal y
el confucionismo otorgaba una mayor fuerza al humanismo y a la práctica.

Miembros de la clase samurái añadieron las tradiciones del bushido a su ideología y


renovaron su interés en la historia de Japón, dando como resultado el bushidō. En
nuevo estilo de vida llamado chōnindō surgió en ciudades como Osaka, Kioto y Edo,
el cual aspiraba a alcanzar las cualidades del bushido como la diligencia,
honestidad, honor, lealtad y frugalidad. El estudio de matemáticas, astronomía,
cartografía, ingeniería y medicina también fue alentado. La búsqueda de nuevas
formas de entretenimiento de la nueva cultura se conocieron como ukiyo e incluían
geishas, música, historias populares, teatro Kabuki, bunraku, poesía, y arte, el
cual queda reflejado con el estilo conocido como ukiyo-e. La literatura también
gozó de grandes talentos como Chikamatsu Monzaemon o Matsuo Bashō.

Las transformaciones legislativas y administrativas influenciaron las revoluciones


intelectuales y culturales. Durante la vigencia del Orden Tokugawa, se desarrolló
la educación en todos los ámbitos. Se establecieron varios centros educativos para
satisfacer las necesidades de las distintas clases sociales. En cada dominio feudal
se establecieron escuelas para enseñar a los hijos de familias de samuráis;
impartían asignaturas de carácter cultural y moral y técnicas marciales.

Los agricultores reclamaban sus necesidades de educación e instrucción. A partir


del siglo xv, empezaron a aparecer terakoyas (escuela del templo) en las que se
enseñaban lectura, escritura y aritmética a los niños pertenecientes a la clase
media, sobre todo en las zonas urbanas. Se componía de una clase y un maestro, y
acudían de veinte a treinta alumnos. En las comunidades rurales existían escuelas
para los hijos de los miembros ricos de la clase comerciante y de los agricultores.

Dibujos Ukiyo-e comenzaron a producirse a finales del siglo XVII pero hasta 1764
Harunobu produjo la primera impresión policromática. Diseñadores de la siguiente
generación como Torii Kiyonaga y Utamaro crearon elegantes representaciones de
cortesanos. El estilo de Ukiyo-e cobró una gran importancia durante el siglo XIX e
incluso muchos pintores occidentales como Edgar Degas o Vincent Van Gogh se vieron
influenciados por sus técnicas (véase Japonismo).

El budismo y el sintoísmo siguieron siendo una parte importante de la sociedad


japonesa del periodo Edo. El budismo mezclado con neoconfucionismo proveyeron de
estándares de comportamiento social y aunque ya no contaban con la misma fuerza
política que en el pasado, éste era promovido y practicado por las clases
superiores. Con la prohibición del cristianismo en 1640 el budismo se vio
beneficiado ya que el bakufu ordenó que todos los habitantes se tenían que
registrar en alguno de los templos. De esta forma, mientras que el budismo sirvió
de base social, el sintoísmo sirvió de base al sistema político y ayudó a preservar
la identidad nacional.

Fin del shogunato


Declive del shogunato Tokugawa
El final de este periodo es llamado bakumatsu. Las causas del final de este periodo
son objeto de una gran controversia pero se puede ver que el factor común fue la
apertura obligatoria de Japón hacia el resto del mundo por parte del Comodoro
Matthew Perry y su armada conocida como los “barcos negros”, los cuales dispararon
a la ciudad de Tokio.

El shogunato Tokugawa no colapsó simplemente por sus fallas intrínsecas. La


intrusión de los extranjeros ayudaron a precipitar una compleja lucha política
entre los bakufu y la coalición de los críticos. La continuidad del movimiento
anti-bakufu a mediados del siglo xix finalmente terminaría por derrocar el
shogunato Tokugawa. Desde el principio el shogunato intentó restringir la
acumulación de bienes en las familias e intentó fomentar la política “de vuelta a
tierra”, en donde los granjeros, los productores primordiales, eran la persona
ideal dentro de la sociedad.

A pesar de los esfuerzos para restringir los bienes, el estándar de vida para los
habitantes urbanos y rurales aumentó significativamente durante el periodo, en gran
parte por el periodo de paz que se vivió en esta época.

Un reto importante que tuvo que enfrentar la clase política fue la naciente clase
emprendedora. El ideal gubernamental de una sociedad agraria falló ya que no era
compatible ni realista con la nueva distribución comercial. Una serie de sequías y
por lo tanto pérdida de cosechas completas dieron como resultado veinte grandes
hambrunas entre 1675 y 1837. El malestar entre los campesinos aumentó y para
finales del siglo XVIII protestas masivas contra impuestos elevados y escasez de
comida se volvieron casi rutinarias. Familias ahora sin hogar se volvieron en
granjeros arrendatarios mientras que los pobres de las zonas rurales se desplazaron
a las ciudades. Como la fortuna de las familias antes acomodadas disminuyó, otros
pudieron acumular más tierras por lo que surgió una nueva clase granjera acomodada.
Las personas que pudieron beneficiarse fueron capaces de diversificar su producción
y contratar empleados, mientras que otros quedaban disgustados. Muchos samurái
pasaron tiempos difíciles e incluso se vieron forzados a producir artesanías o
trabajar a sueldo para comerciantes.

Aunque Japón fue capaz de adquirir y refinar una amplia variedad de conocimientos
científicos, el rápido proceso de industrialización de los países occidentales
durante el siglo XVIII creó por primera vez una gran diferencia en términos de
tecnología y armamento entre Japón y el resto de los países industrializados,
forzando al país a abandonar su política de aislamiento y contribuyendo el fin del
régimen Tokugawa.

Las intrusiones de los occidentales aumentaron en los comienzos del siglo XIX.
Barcos de guerra rusos y comerciantes se establecieron en Karafuto (en la isla de
Sajalín, llamado óblast de Sajalin bajo el control ruso y soviético) y en las islas
Buril, de las cuales las del Sur son consideradas como islas del Norte de Hokkaidō.
Un barco de guerra inglés entró al puerto de Nagasaki buscando enemigos holandeses
en 1808, además de que se incrementó el avistamiento de barcos de guerra y
balleneros en las décadas de 1810 y 1820. Barcos balleneros y mercantes de los
Estados Unidos también hicieron su arribo a costas japonesas. Aunque los japoneses
hicieron una serie de pequeñas concesiones y permitieron algunos desembarcos, lo
que intentaban era mantener fuera del país a los extranjeros en su totalidad. El
Rangaku se volvió crucial no sólo para entender a los bárbaros “extranjeros”, sino
para valerse por sí mismos sin la ayuda de los occidentales.

Para la década de los 1830 existía un sentimiento generalizado de crisis. La


hambruna y los desastres naturales tuvieron grandes consecuencias en la población.
El malestar generalizado derivó en una revuelta de campesinos en contra de
oficiales y mercaderes en Osaka en 1837 y aunque esta revuelta tan sólo duró un
solo día, causaron un efecto dramático general. Algunos consejeros del shogun
creían que la solución residía en el regreso al espíritu marcial, imponer más
restricciones al comercio extranjero, suprimir el rangaku, censurar la literatura y
eliminar los “lujos” del gobierno y de la clase samurái. La oposición vio la
oportunidad de terminar con los Tokugawa y utilizaron la bandera política del sonnō
jōi (“Reverenciar al emperador, expulsar a los bárbaros”), el cual llamaba a la
unidad bajo el mandato imperial y se oponía a la intrusión de extranjeros. La
preocupación del bakufu aumentó al conocer de los logros de los occidentales en
establecer enclaves coloniales en China después de la primera guerra del Opio de
1839-1842, por lo que se implementaron más reformas, sobre todo económicas, para
tratar de fortalecer el país en contra de la amenaza extranjera.

Japón rechazó una demanda de los Estados Unidos (que aumentó considerablemente su
presencia en la región Asia-Pacífico en esta época) de establecer relaciones
diplomáticas en julio de 1846 presentada por el Comodoro James Biddle.

S-ar putea să vă placă și