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Título: Un paso de fe
Autora: Iva Kirilova Krasteva
Diseño y desarrollo del proyecto: Iva Kirilova Krasteva

Primera edición: Septiembre 2018

ISBN: 978-84-09-04738-3
Depósito legal: V-2681-2018

Printed in Spain - Impreso en España

Queda prohibida cualquier forma de reproducción, distribución,


comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la
autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción
de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la
propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. del Código Penal).

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A ti, mi amor, la perfecta mitad que Dios creó para que
mi vida fuera maravillosa. 


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Intro
Un paso de fe. Este es el título que el Señor me
mostró cuando comenzó a hablarme sobre este libro.
Ya hacía tiempo que se estaba formando en mi
cabeza y en mi corazón la idea de un libro de
devocionales y siempre que pensaba en ello, había
una buena excusa para pensar “en otro momento”.
“Tal vez cuando tenga más conocimientos bíblicos”,
“cuando sepa manejar bien un programa de
maquetación”, “cuando tenga los fondos económicos
para publicar la primera tirada”. Y así se sucedían los
motivos que me hacían retrasar este proyecto. Hasta
que hace unos días, mientras estaba orando, vino la
determinación “ahora es el momento, ya basta de
excusas”.
Mi cabeza de nuevo empezó a lanzar mensajes a
Dios: “pero Señor, no creo que esté preparada, si no
sé siquiera cómo voy a empezar, no sé sobre qué voy
a escribir, y aunque lo escriba, no sé maquetar…”. Y,
¿sabes qué me respondió Él? “Yo sí”. Ahí lo tuve
claro, no se trata de mí, de mis capacidades o mis
circunstancias, se trata de Él, de lo que quiere hacer a
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través de mí. Además Él ya lo tiene todo planeado,
solamente espera que yo decida confiar y empezar.
Así que este es mi propio y personal “paso de fe”.
Y si estás leyendo esto, es la prueba tangible de que
Dios es fiel y que Él es nuestro proveedor.

“Pues su amor inagotable por nosotros es poderoso; la


fidelidad del Señor permanece para siempre.” [Salmos
117:2] NTV.

“Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten.


Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá
bastante de sobra que compartir con otros.” [2 Cor. 9:8]
NTV.

Hoy comparto contigo mi emoción y deseo


enorme de ver qué tiene el Señor planeado con este
proyecto y dónde nos quiere llevar. Sí, a ti y a mí. Le
doy gracias a Dios porque Él ya tenía agendado este
momento en el que tú y yo nos conectamos de esta
manera tan especial y personal. Ya lo tenía planeado
desde antes incluso de crearnos. Y sólo pensar en ello
me hace alabarle con todo mi ser y agradecerle el
privilegio de formar parte de su perfecto plan.
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Es mi oración que el Señor toque y transforme tu
corazón a través de estas páginas y de aquello que
vayas experimentando este tiempo. Él encienda en ti
la pasión de una vida con Jesús, desde hoy y para
siempre. Dios te bendice grandemente.

¡Empecemos!

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Día 1: ¿Por que esperar?
Una cosa que me llama la atención en muchas
personas, aún desde la perspectiva de alguien que
lleva poco en los caminos de Dios, es que veo
conformidad. Y más que conformidad, en muchos
casos tal vez sería más acertado decir resignación. Por
un lado cuando nos va bien, cuando nuestras
necesidades son cubiertas y nos comparamos con
otros que lo pasan mal, pensamos ¿de qué me puedo
quejar? Así que nos conformamos con lo que
tenemos. Y por otro lado, cuando las cosas no van
tan bien como nos gustaría, aceptamos que es lo que
nos ha “tocado vivir” y pensamos en la esperanza
futura de lo que ha de llegar. Pero no llega. Parece
que las bendiciones de Dios nos estén esperando sólo
al otro lado.
Y yo me pregunto, ¿por qué esperar a la eternidad
si Dios nos ofrece sus bendiciones en esta tierra y en
esta vida?
Si bien es cierto que nadie nos habla de una vida
sin pruebas y sin dificultades, adoramos a un Dios de
lo imposible, aquel que puede cambiar toda
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situación; un Dios de abundancia, aquel que llena
nuestras copas de bendición. Así que extiende tus
manos y disponte a recibir aquello que el Señor tiene
para ti. Y esa es la clave, la disposición. Esto implica
estar dispuesto a hacer todo aquello que Dios te
mande hacer. Aún cuando no entiendas el por qué.
Estar dispuesto a asumir los cambios y salir de tu
zona de confort, porque una cosa es segura, los
cambios con Dios son siempre a mejor.

“Confía en el Señor con todo tu corazón; no dependas de


tu propio entendimiento. Busca su voluntad en todo lo
que hagas, y él te most rará cuál camino
tomar.” [Proverbios 3:5-6] NTV.

Cuando buscamos conocer la voluntad de Dios y


hacemos lo que nos pide, Él nos enseña el camino de
las bendiciones, que como regalos aparecen en
nuestro andar diario y nos dan la posibilidad de
experimentarle a Él hasta en las cosas más pequeñas.

“Me mostrarás el camino de la vida, me concederás la


alegría de tu presencia y el placer de vivir contigo para
siempre.” [Salmos 16:11] NTV.
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Yo se que hay más de Dios para mí, también más
de Él para ti, al alcance de nuestras manos, al alcance
de nuestra obediencia. Y tú, ¿te conformas o te
dispones a recibir más?

Te animo a que hagas esta oración conmigo:

“Señor, te doy gracias por las bendiciones que has


preparado para mí y te pido que me ayudes a disponer mi
corazón para recibirlas. Quiero experimentarte cada día,
ver tu mano en cada cosa y escuchar tu voz guiándome
por el camino de la vida, concediéndome la alegría de tu
presencia. En el nombre de Jesús, Amén.”

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Día 2: Falta de fe
Una de las frases que más escucho cuando hablo de
Jesús con personas que todavía no tienen una
relación con Él es “yo no tengo fe”. Y me encanta,
porque la primera cosa que debemos hacer para
poder recibir algo es reconocer que no lo tenemos.
La fe no es un don innato que algunos tienen y
otros no. No puede ser una excusa para decir que ‘no
creo en Dios porque no tengo la suficiente, o de
hecho no tengo ni una pizca’. Se trata de un regalo
que Dios nos da y “viene por oír la Buena Noticia
acerca de Cristo” (ver Romanos 10:17). Es una de las
bendiciones de las que hablábamos ayer, que el Señor
nos ofrece sin límite alguno. Veamos qué le dice el
apóstol Pablo a la iglesia de Galacia en su carta, que
es igual de aplicable para nosotros hoy en día:

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia,


benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza;
contra tales cosas no hay ley.” [Gálatas 5:22-23]
RVR1960 (Énfasis añadido).

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Estas son las bien conocidas manifestaciones del
Espíritu a través de su fruto. Aquí Pablo nos trata de
decir que cuando abrimos nuestro corazón a Jesús y
le aceptamos como Señor y Salvador, la obra
espontánea del Espíritu Santo es la que produce en
nosotros estas características, que reflejan la
naturaleza de Cristo. Son las virtudes que recibimos
como resultado de vivir para Dios. Y vemos que la fe,
es una de estas maravillosas virtudes.
En la Biblia leemos que la fe es “la confianza de
que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da
la certeza de las cosas que no podemos ver.” [Hebreos
11:1] NTV. Es creer en la verdad de Dios. Y además
el origen hebreo de fe, emunah, implica fidelidad a
aquello en lo que crees y firmeza en tus convicciones.
Entonces surge la pregunta ¿cómo voy a creer en
Jesús si no tengo fe? Y esta es la respuesta que el
mismo Jesús nos da:

“Todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a


todo el que llama, se le abrirá la puerta.” [Lucas 11:10]
NTV.

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Esto ya no es una respuesta solo para los que no
creen en Dios. Tal vez tú como creyente, al igual que
me ha pasado a mí muchas veces, has sentido que
tienes falta de fe. Si es así, pide y se te dará. Yo lo
hago cada día, le pido a Dios fe ilimitada; la clase de
fe que me permita creer en cada una de las promesas
que el Señor me da en su Palabra; la clase de fe que
me mantenga firme en tiempos de dificultad y
aquella que me ayude a ser fiel a Dios en toda
circunstancia. Así que si no crees, tan solo pide la fe
para creer.

“Así que les digo, sigan pidiendo y recibirán lo que piden;


sigan buscando y encontrarán; sigan llamando, y la
puerta se les abrirá.” [Lucas 10:9] NTV.

Hoy te hago una pregunta: ¿has aceptado a Jesús


en tu corazón? Tan solo hace falta una breve oración.

“Señor Jesús, me arrepiento de mis pecados. Reconozco


que tú moriste en la cruz por mí y que eres el Hijo de
Dios. Hoy abro a ti mi corazón y te pido que entres para
ser mi Señor y Salvador. En tu nombre, Amén.”

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Día 3: Decidir orando
El año pasado me apunté a clases de guitarra con mi
hija. Yo en realidad quería apuntarme a piano, pero
Noa prefería guitarra. Así que cedí y me apunté con
ella, por aquella imagen de estar tocando las dos
juntas un mismo instrumento. Cuando llevábamos
varios meses y ya había empezado a coger soltura con
los acordes, empezó a complicarse mi horario y ya no
me era ni tan cómodo ni tan fácil ir a clase. Por lo
que, de un día para el otro, llamé a la academia y dije
que quería desapuntarme. De hecho, llegué a hablar
con el profesor y despedirme de él.
Cuál fue mi sorpresa al decirme la dueña de la
academia que ya me habían cobrado el mes completo
y sólo estábamos a principios. Así que decidí al
menos, terminarlo. Al día siguiente de clase mi
profesor me trajo las partituras de la canción de
alabanza “Tu fidelidad es grande”. Él sabía que yo era
cristiana aunque muy pocas veces hablábamos del
tema. Todavía siento la emoción al recordar el
momento en el que Josué, mi profesor, cantó la

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canción y sentí que ahí estaba Dios, mostrándome
que Él es fiel y que las casualidades no existen.
Resultó que Josué era (y es) pastor en una iglesia
de Gandía, donde dos semanas después de esa clase
empecé a congregarme y donde he encontrado la
familia en Cristo que tanto anhelaba. Me sorprendió
de tal manera toda la situación, que sólo pude dar
gracias a Dios por su paciencia y pedir perdón por
tomar a la ligera lo que parecen decisiones de poca
importancia, sin consultar con Él.
Esto es tan solo un ejemplo de algo que sí salió
bien a pesar de mi falta, pero no puedo evitar pensar
en todo lo que me he perdido por tomar decisiones
por mi cuenta. En esa ocasión aprendí a consultar
todo con mi Padre Celestial, poner cada decisión en
sus manos, dejando que Él me guíe por el camino
correcto, confiando en Él y no en mí. Porque a veces
el primer paso de fe que nos pide el Señor es poner
en oración aquello que nos ronda la cabeza o el
corazón.
El libro de Timothy Keller, La oración, plantea
que la oración es una conversación con Dios en la
que a nosotros se nos habló primero. Por lo que
nuestra oración es la respuesta a lo que Dios ya nos
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ha hablado. Es Él quien nos llama a orar, a pedir, a
consultar, al haber generado con antelación el deseo
en nosotros. Luego espera nuestro paso de fe de
ponerlo en oración, para poder mostrarnos el camino
o concedernos aquello que pedimos.
Si nos fijamos, es lo mismo que hacemos nosotros
con nuestros hijos. Yo le hablaba a Noa de lo bonita
que es la música, lo que me gustaría que tocáramos
un instrumento juntas. Ella se entusiasma con la idea
y me pide que nos apuntemos a clase de guitarra.
Entonces yo le concedo lo que me pide. Aunque
ahora tengo mis dudas sobre quién puso qué en el
corazón de quién. ¡Qué grande es Dios y qué
perfectos son sus planes!

“Pues Dios trabaja en ustedes y les da el deseo y el poder


para que hagan lo que a él le agrada” [Filipenses 2:13]
NTV.

Hoy te propongo lo siguiente. Escribe dos


decisiones que tengas pendientes de tomar:
1.
2.

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Ponlas en oración pidiéndole a Dios que te
muestre cuál es el mejor camino en cada caso.
Después de orar, tómate unos minutos para escuchar
lo que el Señor tiene que decir.

Escribe debajo la respuesta que Dios te dio para


cada una:
1.
2.

Haz de esto una costumbre y te asegurarás de


caminar en la voluntad de Dios, que siempre es
agradable y perfecta.

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Día 4: Sus tiempos
Recuerdo cuando era pequeña y el tiempo parecía
que no pasaba, los veranos eran interminables, los
meses de clase más todavía y no podía creer cuando
me decían que cuando me hiciera mayor todo
cambiaría. Justo hablaba de esto con mi marido el
otro día porque llevamos unos años en los que parece
que alguien apretó el botón de rebobinado hacia
adelante y se le olvidó soltarlo.
Las semanas pasan sin darnos cuenta, cambiamos
de estación tan rápido que me parece que hasta las
plantas se están preguntando qué ocurre. Y es que no
solo va rápido el tiempo, sino la vida en sí misma. El
estrés está a la orden del día, la frase “no tengo
tiempo” está en boca de muchos y la impaciencia
empieza a ser consecuencia de toda esta situación.
Ya no nos sirve la frase “todo lo bueno se hace
esperar”. Lo queremos todo ahora. La conexión a
internet tiene que ser la más rápida porque si la web
tarda cero coma dos segundos en cargar ya nos
molesta. Los envíos de las cosas que compramos por
internet tienen que ser de envío 24 horas porque “lo
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quiero tener ya”. Si queremos algo nos lo compramos
sin demora aunque sea a plazos, ya veremos cómo
hacemos para pagarlo luego. ¡Hasta en la cocina! En
mi caso, desde que he aprendido a utilizar la olla a
presión, sólo cocino con ella. ¿Quién quiere esperar
hora y media para cocer las legumbres si pueden
estar en quince minutos? Y la lista podría continuar.
Y de repente, empezamos a ser igual de exigentes
con Dios. Oramos pidiendo algo y le añadimos el
ahora. Cuando el Señor en su inmensa sabiduría no
nos da enseguida lo que queremos, empezamos a
plantearnos si de verdad nos escuchó, si no se habrá
olvidado, “qué hice mal para que no atienda mis
peticiones”, etc. En lugar de eso, debemos recordar
que tener fe en Dios es confiar en sus tiempos.

“Sin embargo Dios lo hizo todo hermoso para el momento


apropiado.” [Eclesiastés 3:11] NTV.

Hay cosas que no se pueden adelantar en el


tiempo si queremos poder disfrutarlas realmente.
Volviendo a la cocina, podemos utilizar la
máquina más moderna para hacer la mezcla de un
bizcocho en a penas unos pocos minutos, pero
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necesita un tiempo concreto de horneado. Sabemos
lo que ocurre si lo sacamos antes de tiempo, ¿verdad?
Pues bien, las personas somos como esos bizcochos.
Dios no tiene prisa, ni le falta el tiempo; es paciente
y bondadoso. Por eso nos hornea con amor, el tiempo
necesario para hacernos madurar y poder entonces
recibir de Él lo que tiene para nosotros y lo que tanto
estamos pidiendo. En el momento apropiado.

“Si deseamos algo que todavía no tenemos, debemos


esperar con paciencia y confianza.” [Romanos 9:25]
NTV.

De vez en cuando viene bien echar la vista atrás


para ver el camino recorrido, todo lo aprendido y ser
conscientes de que, si bien el tiempo parece que pasa
volando, Dios lo usa de una manera perfecta.
Hagamos lo mismo y tengamos fe en sus tiempos.

Mientras leías esto, tal vez el Señor te ha hecho


pensar en algo concreto, algo que ha tardado más de
lo esperado en llegar o que tal vez todavía no ha
llegado. Te animo a que lo escribas a continuación.

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Ahora puedes orar dándole gracias a Dios por
estar al control de todo. Que te ayude a ver si lo que
estás pidiendo forma parte de su voluntad. Pídele
paciencia si lo necesitas. Dile que confías en Él. Pero
sobre todo agradécele por hacer que las cosas
sucedan en el mejor momento. Él conoce tu corazón
y te responderá porque te ama inmensamente.

“Mi futuro está en tus manos” [Salmos 31:15] NTV.


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Día 5: El poder del testimonio
A menudo escucho en la iglesia, en conferencias y
eventos cristianos esta pregunta: ¿ha hecho Dios algo
por ti? Y la respuesta que viene a mi mente, es otra
pregunta: ¿por dónde empiezo? Dios no ha hecho
algo por mí, lo ha hecho todo.

“Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo,


para que todo el que crea en él no se pierda, sino que
tenga vida eterna.” [ Juan 3:16] NTV.

Desde crearme hasta dar a su hijo para pagar la


deuda de mis pecados, regalándome por gracia la
vida eterna, junto con todo lo que hay entre medias.
Y si a esto le añadimos todas las bendiciones que
recibo a diario, sí, decir que lo ha hecho todo por mí
es una afirmación adecuada. Dios ha hecho por mí y
por cada uno de nosotros mucho más de lo pedido,
mucho más de lo esperado y sobre todo, mucho más
de lo merecido. Porque así es Dios, lleno de gracia y
bondad, como nos dice Pablo en Efesios 1:7.

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Ahora yo tengo una pregunta para ti: ¿a cuántas
personas le cuentas al día lo que Dios ha hecho y
sigue haciendo por ti?

“Den gracias al Señor y proclamen su grandeza; que todo


el mundo sepa lo que él ha hecho.” [1 Crónicas 16:8]
NTV.

La palabra proclamen siempre me hace recordar a


la expresión gritar a los cuatro vientos. Y eso es lo que
se nos pide que hagamos, que contemos a todo aquel
que se cruce en nuestro camino la grandeza del
Señor. Se nos pide que demos el paso de fe de dar
testimonio. Y digo paso de fe porque no siempre es
fácil y nos vemos frenados por el “qué dirán”, por el
“qué pensarán de mí”. Y ahí es donde debemos
ejercer la fe, sabiendo que “nadie que confíe en Él será
jamás avergonzado” [Salmo 25:3]. Y sólo el
testimonio compartido será el que dé fruto.
A veces es suficiente con decir que sigues a Cristo.
De esta forma todo lo que hagas bien será asociado a
Él ante los ojos de los que saben que Él está en tu
vida. Otras veces ofrecer orar por alguien puede
marcar la diferencia y ablandar un corazón duro,
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abriendo la puerta a que Dios obre en esa vida.
Aunque lo que a mí más me gusta es contar en
detalle cómo Dios obra sus milagros en mi vida,
desde los más pequeños hasta los más grandes. Y es
que cuando otros vean lo que Dios hace en tu vida,
tendrán ganas de conocerle y recibir también de Él.
Cuando hace dos años mi canal de Youtube Scrap
i Pebre cogía carrerilla y crecía de una manera que no
podía creer, el Señor me dijo que era momento de
contar en un vídeo que era cristiana. No sé cuánto
tiempo tardé en dar el paso, frenada por dudas y
mentiras del enemigo. Hasta que por fin me animé y
debo reconocer que busqué la manera menos
llamativa de contarlo. Hice un video en el que
enseñaba mi estudio o scraproom, y puse la Biblia
sobre el escritorio para que se viera en el vídeo. ¡Qué
paciente es Dios! No era lo que Él me había pedido
y aún así utilizó ese pequeño paso para algo enorme.
Fueron tantos los mensajes y correos recibidos de
personas que me contaban que también eran
cristianas, que me decían que mi valentía les había
abierto los ojos y sabían que ellas también debían
compartir sobre el Señor. Ahora miro hacia atrás y
veo que no es valentía, sino un enorme privilegio y
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parte de mi deber como seguidora de Cristo. Valentía
es ir a predicar a países donde hay verdadera
persecución, hacer la obra de Dios en los lugares más
desfavorecidos. Lo mío tan solo fue dar a penas una
gota cuando el Señor me ha dado océanos enteros.
Cuando digo que Dios usó ese hecho para algo
enorme es porque a raíz de ahí comencé a hacer
vídeos de Bible Journaling (decoración de Biblia),
puse en marcha mi otro canal de Youtube Caminando
junto a Él y Dios me ha llevado por diferentes partes
de España dando testimonio y talleres a mujeres de
diferentes iglesias y denominaciones. Y te puedo
asegurar que no es por ser yo, sino por quién es Dios,
por lo mucho que me ama y por lo mucho que te
ama a ti.

¿Qué tal si pones en oración con quién quiere el


Señor que compartas algo que Él ha hecho en tu
vida? Pregúntale y anota aquí los nombres de tres
personas que el Señor te indique:

1.
2.
3.
29
Una vez que tengas los nombres, anímate a
quedar con esas personas y contarles tu relación con
Dios y cómo Él obra en tu vida.
En esta página puedes anotar cómo fueron los
encuentros y cómo el Señor ha utilizado tu
testimonio en la vida de estas personas.

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Día 6: ¡Acción!
Hace unos días hablábamos sobre el paso de fe como
el hecho de orar por aquello que Dios ha puesto en
nuestro corazón, o cuando queremos tomar una
decisión, para que el Señor nos muestre el camino
correcto. Hoy vamos a ver el paso de fe como una
acción, dando el paso de ponernos manos a la obra.
Recuerdo que cuando estaba en quinto de
Educación Primaria (en aquel entonces conocido
como E.G.B.), una de las cosas que más me gustaba
eran las redacciones que teníamos que hacer para la
asignatura de Lengua. Un día una profesora de otro
curso entró en clase para consultar algo con mi
profesora de lengua. Justo en ese momento ella
estaba entregando unas redacciones corregidas, iba
diciendo los nombres de los alumnos y nosotros nos
levantábamos a recoger la nuestra. Dijo mi nombre,
me acerqué a su mesa y, dirigiéndose a la profesora
que había entrado, dijo: “esta niña va a ser escritora”.
Es evidente que mi autoestima de niña de once años
se multiplicó y fue algo que siempre guardé en mi

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corazón. Años después en el instituto, mis
compañeros me acusaban de que mis trabajos eran
copiados de internet y ya en la universidad, me pasé
los años de carrera redactando los trabajos en grupo
que teníamos que hacer. Éramos más maduros, ya no
me acusaban de copiar sino que todos sacábamos
provecho de aquello que se me daba bien.
Tal vez te estés preguntando por qué te cuento
todo esto. Pues bien, hace un año que el Señor puso
en mi corazón escribir para Él. Y hace un año que yo
estoy orando por esto. Mi oración se podría resumir
en algo así como “Señor, dame la capacidad”. Y ahí
estaba Dios, con toda su paciencia, respondiendo
cada vez: “¿cómo vas a saber si tienes o no la
capacidad si no te pones a ello?”.
¿Cuántas veces le pedimos a Dios cosas que Él ya
nos ha dado la capacidad de hacer? Él espera que nos
pongamos en marcha, que empecemos a actuar. De
esta manera es como le damos la oportunidad de que
coloque todas las cosas para nuestro bien. Y tenemos
su promesa.

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“Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de
quienes lo aman y son llamados según el propósito que él
tiene para ellos.” [Romanos 9:28] NTV.

En primer lugar oramos para que el Señor nos


muestre el camino que debemos tomar. En segundo
lugar empezamos a actuar, o lo que es lo mismo,
empezamos a caminar por la senda mostrada, con la
fe de que Dios nos equipó para ella. Yo le pedí al
Señor que me diera la capacidad de escribir y Él me
recordó que eso ya lo había hecho hace mucho.
Ahora me tocaba a a mí, sentarme y comenzar a
escribir.
Si no actuamos, limitamos a Dios. Si damos el
paso de fe, el Señor puede comenzar a disponer las
cosas para nuestro bien. Además:

“La fe sin obras está muerta.” [Santiago 2:26]


RVR1960.

Volviendo a la metáfora del camino, de nada nos


sirve tener fe en la ruta que nos marca el Señor si no
decidimos comenzar a andar por ella. Si confías en
Dios, empieza a actuar, Él se hará cargo del resto.
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Hoy te quiero preguntar, ¿hay algo en tu corazón
que desees hacer pero no te sientes preparado o
preparada? Si Dios lo puso dentro de ti, es porque ya
te equipó con lo necesario para ponerte manos a la
obra.
Escribe a continuación tres pasos de acción que
puedes dar para acercarte a este deseo y permite que
Dios se encargue del resto.

1.
2.
3.

35
Día 7: Fe pequeña y fe grande
A comienzos del año 2018 mi marido y yo
comenzamos a ser vir en el Ministerio de
Matrimonios de nuestra iglesia, donde organizamos
eventos para familias tanto de la iglesia como de
fuera, con la intención de servirles, que conozcan a
Dios y así fomentar el estilo de familia tradicional
bíblica.
Cada pareja se responsabiliza de una sección del
ministerio y una de las cosas que tuvo más relevancia
en las primeras reuniones fue el hecho de aprender a
delegar en otros. Esto se debe a que por experiencia
es sabido que tratamos de hacernos cargo hasta de
las cosas más pequeñas y el resultado no suele ser
bueno, ya que acabamos agotados y las cosas que son
más importantes pueden quedar desatendidas.
Con Dios nos pasa algo similar. En muchas
ocasiones no sabemos delegar en Él. Las cosas que
consideramos fáciles tratamos de hacerlas por
nuestras propias fuerzas y tan sólo recurrimos al
Señor cuando la cosa se pone fea o nos damos cuenta

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que “aquí hace falta un milagro”. Por lo que
podríamos decir que tratamos de ejercer una fe
grande, cuando no somos capaces de ejercer una fe
pequeña.
El problema es que muchas veces esto no da
resultado porque, por decirlo de alguna manera, no
estamos entrenados para la fe grande. Venimos
cansados de la carga de las pequeñas cosas y cuando
viene la cosa grande nos falta confianza en que Dios
proveerá, nos entran dudas de si nos escuchará, no
somos capaces de esperar los tiempos del Señor, etc.
Si ejercemos fe en las pequeñas cosas y las
dejamos en manos de Dios, nos estamos entrenando
para ejercerla en las cosas mayores que están por
venir.

“Entrégale tus cargas al Señor y él cuidará de ti; no


permitirá que los justos tropiecen y caigan.” [Salmos
55:22] NTV.

Cuando leemos entrégale tus cargas, no nos dice


sólo las cargas grandes, sino todo aquello que suponga
una carga para ti, por minúscula que sea. Pon en
oración y recibe ayuda del Señor hasta en las cosas
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más pequeñas. Aligera tu carga del día a día y
deléitate en los cuidados de Dios, que se hace cargo
hasta de los detalles más diminutos. Porque muchas
veces no nos hacen tropezar las piedras grandes, sino
aquellas pequeñas que no vemos. Y si tienes fe, el
Señor no permitirá que tropieces.
Hace dos meses organizamos una reunión al aire
libre, del equipo de trabajo del Ministerio de
Matrimonios. La lluvia amenazaba y oramos
pidiendo como “niños caprichosos” que no lloviera y
pudiéramos disfrutar del día, aún teniendo una
alternativa por si llovía. Dios nos lo concedió y fue
maravilloso vernos mimados por Él.
Más recientemente tuvimos el Retiro de
Matrimonios para el que también había pronóstico
de lluvia y en esta ocasión sí habría afectado mucho
porque muchas de las actividades eran al aire libre. El
Señor ya nos había mostrado su cuidado en la cosa
pequeña y en fe volvimos a pedir sol. Y Dios fue fiel.
Tuvimos no sólo buen clima, sino un tiempo
maravilloso compartiendo su presencia.

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“Si Dios no se guardó ni a su propio hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿no nos dará también todo lo
demás?” [Romanos 8:32] NTV.

Entrena tu fe y delega en el Señor hasta las cosas


más pequeñas. Rompe con la mentira del enemigo
de que “Dios no tiene tiempo para tus cosas”. Él
desea cuidar de ti. Él es nuestro Dios Todopoderoso,
posee todo el tiempo del mundo y lo que es más
importante: todo el amor. Así que comienza a
deleitarte en sus cuidados.

¿Te has identificado en algún momento con el


pensamiento “no quiero molestar a Dios con mis
cosas”? ¿Qué puedes empezar a delegar hoy mismo
en Él?

39
Día 8: Dependiendo de Dios
Mi hijo Luca acaba de cumplir cuatro años. Estos
últimos meses ha dado un estirón importante y su
capacidad comunicativa ha mejorado mucho. Habla
sin parar, razona, entiende lo que se le dice y además
con lo grande que está no puedo evitar pensar con
pena, que ya no tengo bebé sino un niño que cada
día está más mayor. Y aún así tanto él como Noa, mi
hija de siete años, siguen siendo pequeños y me doy
cuenta cómo, en muchas ocasiones, espero de ellos
comportamientos y acciones que no les corresponden
a su edad.
Hace unos días por la noche estábamos con la
sesión de ducha. Se nos había hecho un poco tarde,
yo estaba bastante cansada y ellos un poco revoltosos.
Ahí fui consciente de las ganas que tenía que
crecieran y fueran un poco más independientes con
las cosas del día a día. Hasta llegué a decirle a Noa,
mientras le estaba ayudando a secarse y peinarse, que
eso lo tendría que hacer sola cuando tuviera ocho
años. Su respuesta fue: “Entonces ya no seré tu niña

40
pequeña”. Y como madre, mi corazón se rompió en
dos.
Dios nos ha dado la capacidad de ser padres para
poder entender el amor que Él siente por nosotros
como Padre Celestial. El Apóstol Juan nos dice:
“Miren con cuanto amor nos ama nuestro Padre que nos
llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos!” [1 Juan 3:1]
NTV. Pero entre su paternidad y la nuestra, es obvio
que hay muchas diferencias por salvar. Una de ellas
es la independencia. Como padres esperamos que
nuestros hijos crezcan, se desarrollen y se
independicen. Lo consideramos ley de vida y
necesario para que la sociedad crezca. Nuestro error
está en pensar que como hijos e hijas de Dios,
nuestro Padre también espera que crezcamos, nos
independicemos y empecemos a hacer las cosas por
nuestras propias fuerzas. Y esto no es así. Dios es
nuestro Padre Eterno y a sus ojos nosotros siempre
seguiremos siendo niños que necesitan de Él hasta
para las cosas más sencillas. Y si bien Él nos equipa y
nos da capacidades para actuar, espera que lo
hagamos cogidos de su mano, dependientes de Él en
cada nuevo desafío, una vez que sepamos “peinarnos”
como Él nos enseñó.
41
“Esperaba con anhelo que me llamaran ‘Padre’, y quise
que nunca se alejaran de mí.” [ Jeremías 3:19] NTV.

El amor por nuestros hijos es uno de los más


grandes que experimentamos y aún así en ocasiones
nos quejamos. Hay situaciones que nos cansan o nos
cuestan. Pero recordemos que nosotros somos hijos e
hijas de un Dios Todopoderoso con un amor
inagotable, dispuesto a ayudarnos con todo lo que
necesitemos, esperando que dependamos de Él en
cada situación.

“Entrega al Señor todo lo que haces, confía en él y él te


ayudará.” [Salmos 37:5] NTV (énfasis añadido).

¿En qué aspectos de tu vida consideras que has


tratado de ser independiente de Dios?


42
43
Día 9: Corazón agradecido
A la hora del desayuno: “Mamá, no me has calentado
la leche como a mi me gusta”. A la hora de la ducha:
“mamá, se te ha olvidado dejarme preparada la ropa”.
Cuando vuelvo de algún sitio: “¿por qué no me has
traído algo?”. Este tipo de frases son bastante usuales
en boca de mis hijos y me hacen pensar que cuando
uno se acostumbra a lo bueno, no sólo nota su
ausencia cuando no lo recibe, sino que también lo
exige porque lo ha asimilado como un derecho, algo
que le corresponde como parte de su identidad.
Podríamos decir que esto para los hijos es
comprensible; al fin y al cabo son nuestros hijos y
esperan todo eso y mucho más de nosotros. Sin
mencionar el hecho de que es nuestra respon-
sabilidad suplir sus necesidades. Además si saben que
reciben de sus padres determinadas cosas, y de
repente les falta algo de lo habitual, lo reclaman. El
problema viene cuando lo cotidiano (o aquello
aceptado como derecho) pierde valor o no se aprecia
porque se han acostumbrado. Y nosotros como hijos,

44
tendemos a hacer lo mismo con nuestro Padre
Celestial.
Llevamos dos días hablando sobre depender de
Dios y esperar en Él hasta para las cosas más
minúsculas; de ejercer la fe en las pequeñas cosas y
confiar en la provisión del Padre. Por eso hoy
tenemos que hacer hincapié en la importancia de
darle gracias por todo.
Cuando aprendemos a esperar en el Señor y Él
responde, corremos el riesgo de confiarnos y
comenzar a recibir las bendiciones como algo seguro,
algo que tiene que ocurrir, o como comentábamos
más arriba, un derecho. Esto nos hace, en muchas
ocasiones, dejar de dar gracias e incluso adoptar una
actitud arrogante, como niños caprichosos y
exigentes.
Cuando mis hijos toman esa actitud me da mucha
pena, porque siento que no se dan cuenta que eso
que me reclaman, son los actos que yo hago movida
por mi amor por ellos y que va mucho más allá de mi
responsabilidad de cubrir sus necesidades o derechos
como hijos míos. Pero cuando recibo un simple
“gracias mami”, te puedo asegurar que el gozo que

45
siento inunda mi corazón de una manera muy
especial y me hace sonreír de oreja a oreja.
Por eso, por pequeña que pueda parecer la
bendición recibida, incluso cuando no es lo que
esperabas o habías pedido, carga tu corazón de
gratitud a Dios, porque de esta forma le estarás
glorificando, le estarás honrando, reconociendo su
amor por ti y además cumpliendo su voluntad.

“Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la


voluntad para ustedes, los que pertenecen a Cristo
Jesús.” [1 Tesalonicenses 5:18] NTV.

Haz sonreír a Dios con un corazón agradecido.


Escribe a continuación tres motivos de gratitud
sencillos, de esos que normalmente pasas por alto y
ora dando gracias a Dios. Imagina cuál feliz po-
demos hacerle si convertimos esto en una costumbre.

1.
2.
3


46
47
Día 10: Legado de fe
Una de las principales preocupaciones cuando
tenemos familia es qué les vamos a dejar cuando nos
vayamos de este mundo. En muchas ocasiones
pensamos más en la herencia que dejaremos que en el
legado. Y es que hay una gran diferencia. Cuando se
habla de herencia, se hace referencia a los bienes
materiales: dinero, casa, terrenos y demás cosas de
este mundo. Mientras que el legado es inmaterial e
intangible y a la vez, mucho más importante que
cualquier bien material que podamos proporcionar a
las generaciones venideras. Porque dejar un legado
nos da la posibilidad de establecer la base y el
fundamento que puede mantener a nuestra familia
en el camino correcto hacia el Señor.
Igual que pasamos la vida trabajando para ofrecer
un futuro próspero a nuestros hijos y una buena
herencia, es igual o más importante trabajar para
dejar también un gran legado.
Ahora bien, ¿qué sucede si nos vamos sin dejar
herencia material? ¿Quiere decir que nuestra familia

48
vaya a ser pobre toda la vida? Probablemente no
porque según la Biblia, cada uno tenemos la
capacidad de producir y obtener riquezas:

“Acuérdate del Señor tu Dios. Él es quien te da las


fuerzas para obtener riquezas.” [Deuteronomio 8:18]
NTV.

Pero, ¿qué sucede si nos vamos sin dejar un buen


legado? Esto puede suponer la diferencia entre la
salvación o la perdición de nuestra familia. De ahí
que dejar un legado de fe es fundamental. La fe
sincera, el esperar en Dios, se debe aprender en casa.
Un ejemplo de esto lo podemos ver en la Biblia
cuando Pablo le dice a Timoteo en su segunda carta:

“Me acuerdo de tu fe sincera, pues tú tienes la misma fe


de la que primero estuvieron llenas tu abuela Loida y tu
madre, Eunice, y sé que esa fe sigue firme en ti.” [2
Timoteo 1:5] NTV.

Este legado debe dejarse enseñando la fe a través


de la Palabra de Dios, viviendo la fe en nuestro día a
día y amando la fe, que nos abre las puertas al cielo.
49
Si nuestros hijos, sobrinos, niños de nuestro
entorno, son testigos no sólo de nuestra fe sino de
cómo Dios responde a ella, les estamos ayudando a
crecer y madurar en su propia fe, un legado que
seguirá firme en ellos toda la vida.
En casa hace ya tiempo que cada vez que alguien
tiene un dolor, se encuentra mal, o está enfermo, lo
primero que hacemos es orar por sanidad, ya sea un
resfriado que un golpe contra el pico de la mesa (esto
es muy habitual) o cualquier otra cosa. Realmente
hemos experimentado milagros en esta faceta de
nuestra relación con Dios y cada día soy testigo de la
fe que tienen mis hijos en la sanidad que Dios hace
en nosotros.
Hoy mismo hemos ido al campo a pasear y Luca
se ha caído. Se ha hecho un corte en el labio por la
parte interior y tenía todos los dientes llenos de
sangre. Hemos orado en familia y a los pocos
minutos no había sangre ni tampoco dolor. Al verle
correr y jugar de nuevo le digo: “Ya estás mejor,
¿no?”. Y su respuesta: “Sí, ha sido Dios.”
Está en nuestras manos enseñar la fe y practicarla
a diario, de manera que nuestros hijos y todos los
niños de nuestro entorno no solo la vean, sino
50
también la vivan y la amen por lo que Dios hace a
través de ella, en nuestra vida y también en la de
ellos.
Para mí este es uno de los temas más importantes
en cuanto a nuestra fe, porque afecta directamente a
las generaciones venideras y por tanto, al futuro del
mundo. Por eso me gustaría que te plantearas hoy
cómo es tu fe. ¿Se puede percibir en tu entorno?¿Se
puede ver?¿Tal vez demostrar a través de tus actos?
Si tienes dudas, te animo que le pidas a Dios que
te muestre estrategias para que tu fe dé como
resultado un legado rico para las siguientes
generaciones. Pasa un tiempo en oración sobre esto y
anota aquello que el Señor te muestre.

51
Día 11: Caminando por fe y no
por vista
A medida que vamos ejerciendo la fe, nos vamos
acostumbrando poco a poco a ver la mano de Dios
en nuestro día a día. Tanto en cosas que hemos
pedido en oración, como otras que forman parte del
cuidado de nuestro Padre, sin que hayamos pedido
nada al respecto. Me vienen a la mente esas
situaciones en las que te das cuenta que había un
peligro del que has sido protegido cuando éste ya ha
pasado y sólo de pensar en lo que podría haber
ocurrido, se te ponen los pelos de punta.
Hace unas semanas, por ejemplo, estábamos
teniendo problemas con la puerta del garaje que una
vez abierta se volvía a cerrar. Era un peligro porque
no tenía todavía el detector de presencia instalado y
allá iban los 300 kilos de madera maciza sin importar
lo que hubiera en medio. El truco era esperar unos
segundos que se quedara abierta y si no se cerraba, ya

52
podíamos pasar. Pues bien, en una ocasión esperé
esos segundos de cortesía y empecé a sacar el coche
con la vista fija en la parte delantera para no golpear
el lateral del copiloto, cuando de repente vi que la
puerta del garaje estaba cerrándose y se encontraba
ya a tan sólo unos centímetros de mi ventanilla.
Cerré los ojos esperando lo inevitable, pero nada
ocurrió. Ahí estaba yo, con el coche a mitad sacar y
ahí estaba Dios, con la puerta detenida a mitad
cerrar. Estoy segura que no podemos ni imaginar las
veces que el Señor se manifiesta en nuestras vidas y
ni siquiera nos damos cuenta, pero ¡qué bonito es
cuando somos conscientes y podemos dar gloria a
Dios!
En otras ocasiones ocurre lo contrario.
Necesitamos de su protección, oramos, esperamos,
volvemos a orar y aquello que representa un peligro
se sigue acercando amenazante. La mano de Dios no
se ve por ningún lado y parece (tan sólo parece) que
se haya olvidado de nosotros. De esta sensación
hablábamos unos días atrás, en relación a los tiempos
del Señor. La única diferencia es que aquello era un
deseo no cumplido y ahora estamos hablando de una
necesidad.
53
En ocasiones así, debemos ser conscientes que a
veces Dios, como soberano, no abre nuestros ojos a lo
que está haciendo porque quiere que confiemos, sin
importar las circunstancias. Ya que una cosa es
segura, lo veas o no, Él está actuando siempre a tu
favor.
La decisión está en tus manos. Puedes dudar y
preferir actuar por tu cuenta ante su supuesta
ausencia. O puedes disponer en tu corazón elegir una
relación de amor y confianza hacia Dios, caminando
por fe y no por vista, esperando en Él.

“Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la


esperanza y el amor.” [1 Corintios 13:13] NVI.

De esta manera, usas las tres virtudes y, si bien no


puedes controlar lo que sucede, sí puedes elegir
minuto a minuto descansar en el Señor y su
protección. Porque Dios es fiel y nos deja esta
promesa:

“El Señor protege a todos los que lo aman.” [Salmos


145:20] NTV.

54
¿Hay alguna circunstancia a día de hoy en la que
estés empezando a dudar de la protección de Dios?
Anótala debajo y deja espacio para escribir más
adelante cómo intervino Él.
Hoy puedes comenzar a confiar en el Señor. Él
sabe el esfuerzo que supone y la fe que requiere, por
ello su recompensa será grande.
Decide caminar por fe.

55
Día 12: Amando a Dios
Dios te ama. Hagas lo que hagas, seas como seas,
Dios te ama. Y lo hace sin límites, sin condiciones,
de una manera que nuestra mente humana es
incapaz de comprender sin su ayuda. Y no sólo eso,
sino que además lo que busca Dios es que tú
también lo ames y estés en perfecta relación con Él,
como estaban Adán y Eva antes de pecar. Pero las
personas estamos creadas de forma que no podemos
amar aquello que no conocemos, por eso se trata de
una decisión personal, el querer conocer a Dios y
recibir así el entendimiento que necesitamos, para
estar en una relación de amor con Él.

“Que el Señor les guíe a un entendimiento total y a la


expresión plena del amor de Dios, y a la perseverancia
con paciencia que viene de Cristo.” [2 Tesalonicenses
3:5] NTV.

Si estamos dispuestos a tomar la decisión, el


Señor nos guiará hacia el entendimiento. Y ¿cuál es

56
el paso que debemos dar? Veamos qué nos dice el
Apóstol Pablo:

“Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones,


arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente
capaces de comprender con todos los santos cuál sea la
anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de
conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento,
para que seáis llenos de toda la plenitud de
Dios.” [Efesios, 3:17-18] RVR1960.

Para que habite Cristo por la fe en vuestros


corazones. Me gusta también la traducción en la
versión NTV, que dice “Entonces Cristo habitará en el
corazón de ustedes a medida que confíen en él”. Si por fe
le damos el lugar que le corresponde a Cristo en
nuestro corazón, Él nos dará el entendimiento y el
conocimiento sobre Dios y su amor; aquel que nos
capacitará para cumplir con lo que Jesús mismo nos
manda:

“Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu


alma y con toda tu mente.” [Mateo 22:37] NTV.

57
Jesús nos dice que este es el mandamiento más
importante, pero que todavía hay un segundo
mandamiento que es igual de importante:

“Ama a tu prójimo como a ti mismo.” [Mateo 22:39]


NTV.

Porque una vez que tenemos el entendimiento,


cuando comprendemos, recibimos y abrazamos el
amor de Dios, lo que sale de nosotros no puede ser
otra cosa que amor, por Dios y por consiguiente por
nuestro prójimo. Y es que el amor por el prójimo es
la demostración de que verdaderamente estamos en
una relación de amor con Dios.

“Tres cosas durarán para siempre: la fe, la esperanza y el


amor; y la mayor de las tres es el amor.” [1 Corintios
13:13] NTV (énfasis añadido).

Y aunque pueda sonar sencillo, el amor al prójimo


no siempre es tarea fácil. ¡Cuántas personas hay en
nuestra vida que a veces son tan difíciles de amar! Y
quién sabe cuán difíciles de amar somos nosotros
mismos para otros.
58
¿Qué personas han pasado por tu mente leyendo
el párrafo anterior? Pídele a Dios que te dé sus ojos y
su corazón. Que te muestre cómo ama Él a cada
persona y que te enseñe a hacer lo mismo. Te aseguro
que tus relaciones cambiarán sobremanera.


59
Día 13: Intimidad con Dios
¿Quién no se ha enamorado alguna vez? Forma parte
de nuestro ser: te fijas en alguien, empieza a gustarte
y cuando te quieres dar cuenta has caído en ese
estado de embriaguez de amor, que te lleva a hacer
locuras que no son nada propias de ti. Con razón se
dice aquello de “¿qué estarías dispuesto a hacer por
amor?”.
A veces es algo que va creciendo poco a poco,
otras veces es algo instantáneo, como cuando conocí
a mi marido, Andrés. La primera vez que le vi sentí
un vuelco en mi corazón y tuve claro que ya estaba
hecho: enamorada hasta la médula.
Alguna de las características del amor es que
cambia vidas, abre nuevos caminos y te lleva a nuevas
situaciones; te da un nuevo enfoque bajo el que
tomar decisiones, te puede llegar hasta a transformar.
En definitiva, altera totalmente tu vida.
Recuerdo los primeros meses de relación con
Andrés. Vivíamos a 150km de distancia y había días
en los que cogía un autobús y dos trenes para llegar a

60
su ciudad, verle quince minutos y volver donde yo
vivía. Íbamos al cine y nos perdíamos la película
porque no podíamos dejar de mirarnos.
Yo estaba en plena edad universitaria donde se
salía de noche “día sí y día también”, pero todo eso
dejó de importarme porque si no lo podía compartir
con él ya no me interesaba. Me pasaba los días y las
noches en casa escribiéndole correos electrónicos
(todavía no había Whatsapp) y contando las horas
que faltaban para vernos. Nada suponía un sacrificio,
cualquier cosa era válida y hecha con alegría, si me
permitía pasar tiempo con él o cultivar nuestra
relación.
Esto mismo ocurre con Dios. Cuando decidimos
dar el paso y comenzar una relación con el Señor, el
amor que despierta Él en nosotros es capaz de
remover nuestra vida entera, con el objetivo de
profundizar más en nuestra relación de amor,
conocerle más, intimar con Él.
A mi siempre me ha gustado leer. He devorado
libros de todo tipo de géneros. Pero desde que conocí
a Dios, no recuerdo haber leído más que una o dos
novelas. Todo el tiempo que tengo para la lectura lo
dedico a leer la Biblia y libros cristianos que me
61
hablen de Él. Le escribo cartas, madrugo para tener
momentos de paz con Él, y durante el día, allá donde
miro me recuerda que Él está conmigo.
El problema es que igual que el enamoramiento
es común en la relación con nuestra pareja y la
relación con Dios, también lo es caer en la rutina.
Cuando ya tenemos establecida la relación, hay un
punto en el que hacer que la llama de la pasión del
amor siga encendida, es una decisión que debemos
hacer y actuar en consecuencia. Porque si nos
dejamos llevar, la llama se apaga, el día a día nos
consume y en lugar de vivir el amor cada día,
recordamos con cariño lo bonito que fue cuando nos
conocimos.
Con Dios nos pasa que caemos en las costumbres
y tradiciones, oramos para bendecir la comida o antes
de dormir (si no nos quedamos dormidos), vamos a
la iglesia una vez por semana, leemos algún pasaje
bíblico para tacharlo de la lista de tareas y decimos
de vez en cuando “Que Dios te bendiga”. Poco más.
Para cuando nos queremos dar cuenta el amor se fue
y quedó la rutina.
Yo llevo diez años con mi marido y cada día elijo
que nuestra relación siga siendo una historia de
62
amor. Para ello hace falta dedicación, tiempo
compartido de calidad, demostrarle que le amo con
hechos, no solo con palabras. Es evidente que es cosa
de dos y si la otra persona no hace lo mismo, es fácil
que la cosa acabe mal. Pero con Dios no tenemos ese
obstáculo, porque Él nos ama y está ansioso por
demostrarlo cada día, sólo espera que nosotros
estemos dispuestos a corresponderle, para mantener
la llama encendida. Y la única manera de hacerlo es
pasando tiempo con el Señor, teniendo intimidad
con Él.
¿De qué manera? La Biblia, como siempre, nos da
las claves.

“Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión.”


[Efesios 6:18] NTV.

“Estudia constantemente este libro de instrucciones.


Medita en él de día y de noche para asegurarte de
obedecer todo lo que allí está escrito. Sólo entonces
prosperarás y te ira bien en todo lo que hagas.” [ Josué
1:8] NTV.

63
“Pero que se alegren todos los que en ti se refugian; que
canten alegres alabanzas por siempre.” [Salmos
5:11-12] NTV.

Ora. Sin cesar. Que no sea impedimento el “yo no


tengo tiempo”. Puedes hacerlo conduciendo,
cocinando, lavando platos, caminando por la calle.
Cualquier momento es bueno para levantar una
oración de gratitud hacia Dios, decirle cuánto le
amas y contarle lo que pesa en tu corazón.
Lee la Biblia. ¿Te imaginas si tuviéramos la
posibilidad de leer un libro sobre nuestra pareja que
contara todo lo que ha sucedido en su vida, que te
desvelara hasta los detalles más pequeños de su ser,
para ayudarte a entender todo lo que sucede en
vuestra relación? Yo no dudaría ni un segundo en
leerlo y releerlo. Así es la Biblia, y no solo nos da
toda la información que necesitamos saber sobre
Dios y sobre nosotros, sino que además es la
herramienta más preciosa que el Señor tiene para
comunicarse con nosotros. Orar y no leer la Biblia es
como hablarle a nuestra pareja y no escuchar lo que
nos tiene que decir.

64
Alaba al Señor. Cuéntale a los demás lo que Dios
hace por ti, escucha música de alabanza, cántale,
escríbele poemas, cartas, lo que se te ocurra con el
propósito de alabarle. Porque Él merece eso y mucho
más.
Haz esto y comenzarás a vivir una nueva historia
de amor con el Señor, en una luna de miel
interminable, de viaje por los lugares más preciosos
de la vida.

Hoy me gustaría que tomaras un tiempo para


plantearte: ¿dónde estoy en mi relación con Dios?
¿Qué puedo hacer para que mi intimidad con Él
crezca? De las tres cosas fundamentales para
fomentar esta intimidad (orar, leer la Palabra y
alabarle), ¿qué tengo que reforzar de manera
especial?
Recuerda que Dios te ama. Profundamente. Y con
Él nada está perdido. Está esperando que des el paso
de acercarte a Él.

65
Día 14: La sabiduría que trae
la intimidad
Me impresiona mucho cómo el Señor ha ido
creando las relaciones y los vínculos en las personas
para que nos ayuden a entender la relación que
podemos tener con Él. Ayer hablábamos del proceso
de enamoramiento y cómo mantener intimidad con
Dios, mientras veíamos que esto es igual en nuestra
relación de pareja.
¿Qué es lo siguiente que ocurre en una relación?
Cuanto más conocemos a la persona que tenemos al
lado, por lo general mayor es la amistad que se
genera. De hecho, debiera ser que nuestra pareja
fuera también nuestro mejor amigo.
¿Recuerdas que ayer te decía que me pasaba los
días escribiendo correos electrónicos a mi marido?
En esos correos le contaba todo lo que me pasaba
durante los días que no nos veíamos, porque él se
había convertido en mi amigo y confidente. Me daba

66
la impresión que si no le contaba algo era como si no
hubiera ocurrido. Todo lo quería compartir con él,
incluso en la distancia. Hoy día seguimos igual,
contándonos todo aquello que no hemos podido
compartir juntos. De nuevo, lo mismo ocurre en
nuestra relación con Dios.

“Ustedes ahora son mis amigos, porque les he contado todo


lo que el Padre me dijo.” [ Juan 15:15] NTV.

A medida que avanzamos en nuestra relación de


amor y confianza con el Señor, Él se hace nuestro
amigo. Así nos lo dice Jesús en este versículo y
además vemos que hay un factor común en la
amistad: “Les he contado todo” nos dice Jesús. De
hecho, el habernos contado todo se convierte en este
versículo, en la causa de la amistad. Otra manera de
decirlo sería: “como os he contado todo lo que el Padre me
dijo, ahora somos amigos”.
¿Cómo nos cuenta Jesús todo lo que el Padre le
dijo? A través del Espíritu, en la intimidad. Mientras
oramos, mientras leemos la Biblia, cuando pasamos
tiempo con Él. Por lo tanto, cuando tenemos

67
intimidad con Dios, una de las consecuencias es la
sabiduría que recibimos.

“¡Pues el Señor concede sabiduría! De su boca proviene el


saber y el entendimiento.” [Proverbios 2:6] NTV.

¿De donde proviene el saber? De su boca. ¡Cuán


importante es pararse a escuchar la voz de Dios! Que
nuestra conversación no sea un monólogo, sino que
aprendamos también a pasar tiempo escuchándole a
Él. Porque los buenos amigos también están ahí para
eso: escuchar.
Ahora bien, una cosa que difiere entre el escuchar
a nuestros amigos o escuchar a Dios es que, en el
primer caso, el beneficio habitualmente es para el que
habla y necesita ser escuchado por un buen amigo,
mientras que con Dios el beneficio es nuestro. ¡La
información que recibimos es tan valiosa! Por eso no
se trata de simple información; es llamada sabiduría.
¿Y para qué nos sirve la sabiduría?

“Entonces comprenderás lo que es correcto, justo e


imparcial y encontrarás el camino que debes seguir. Pues
la sabiduría entrará en tu corazón, y el conocimiento te
68
llenará de alegría. Las decisiones sabias te protegerán; el
entendimiento te mantendrá a salvo.” [Proverbios
2:9-11] NTV.

Imposible explicarlo mejor. La sabiduría te guiará


por el camino correcto en la vida y te mantendrá a
salvo. La sabiduría es protección de Dios. Escucha a
Dios, recibe su sabiduría y con ella la protección
divina.

Hoy te invito a una pequeña reflexión: ¿de qué


manera puede la sabiduría de Dios ser protección
para ti en tu día a día?

69
Día 15: Obedecer de todo corazón
Pierdo la cuenta de las veces que le digo a mis hijos
que hagan algo concreto durante el día. De hecho,
los padres tendemos a hacer eso, ¿cierto? “Termínate
el desayuno”, “recoge la mesa”, “no hagas eso que te
vas a hacer daño”, y podríamos seguir con un largo
etcétera de órdenes que damos para educar a
nuestros hijos. Mientras los niños son pequeños
reciben órdenes sencillas y a medida que se van
haciendo mayores éstas se van complicando.
Cuando les digo a mis hijos que hagan algo, no
espero que lo cumplan por temor a las consecuencias
si no lo hacen, o sólo porque soy su madre. Espero
que lo hagan por amor a mí, y digo esto de manera
algo egoísta porque si ellos están bien yo estoy bien.
Y sin duda ellos estarán mejor si hacen lo que les
digo que si hacen lo que ellos quieren, por lo menos
hasta que alcancen la madurez necesaria para tomar
sus propias decisiones.
Tal vez hay muchas órdenes pequeñas que no son
tan trascendentales y aún así deben ser cumplidas,

70
porque es un entrenamiento para ellos. Si aprenden a
obedecer en las pequeñas cosas, obedecerán también
en las grandes.
Además espero que obedezcan sabiendo que todo
lo que yo les pida va a ser bueno para ellos. Cuando
obedecen de buena gana, no solamente reciben la
bendición (el buen resultado de su acto) sino que me
demuestran que me aman, que confían en mí y que
saben que es por su bien. Un ejemplo sencillo es
cuando les pido que se laven los dientes. Cuando lo
hacen, están recibiendo la bendición de tener unos
dientes sanos y limpios, mientras que a la vez me
están obedeciendo.
Nuestra obediencia a Dios debe ser igual.
Obedecer lo que Dios nos dice, nos abre las puertas a
la bendición de ese acto, a la vez que le honramos a
Él, porque la obediencia es una preciosa manera de
demostrarle cuánto le amamos. Como hijos suyos, Él
quiere que estemos bien y quiere cubrirnos de sus
bendiciones, pero se espera algo de nosotros. Jesús
dijo:

“Si me aman, obedezcan mis mandamientos. ”


[ Juan 14:15] NTV
71
A medida que mi hija Noa va creciendo, después
de cada petición mía, recibo de ella un “¿Por qué?”.
Ella busca entender mis motivaciones, busca conocer
cuál es la ventaja de hacer eso que de normal no le
apetece hacer; quiere evidencias de que de verdad el
resultado que obtendrá será bueno. Es más, empieza
a evaluar si le compensa obedecer para recibir ese
resultado concreto.
En este punto surge un problema, porque su
evaluación viene desde una visión incompleta sobre
la vida (la suya propia) que, debido a su corta edad, la
puede llevar a error en muchas cosas. Volviendo al
ejemplo de los dientes, ella desconoce los efectos de
las caries a largo plazo o no sabe lo importante que
es la higiene bucal, por lo tanto cuando yo respondo
con el argumento de las caries, ella sigue insistiendo
en que tampoco pasa nada si le salen caries. Mi
objetivo como madre en estas situaciones es
conseguir que confíe en mí y que tan solo obedezca,
por su propio bien (incluso siendo que yo me puedo
equivocar) hasta que crezca y pueda entender.
Cuando pienso en la obediencia a Dios me doy
cuenta que en muchas ocasiones, igual que niños
pequeños, no obedecemos porque no vemos el fin
72
último de lo que se nos pide; no entendemos para
qué se nos pide y evaluamos sin conocimiento si nos
compensa obedecer o no, pensando que nosotros
sabemos mejor lo que nos conviene.
Es ahí cuando entra en juego la fe y la confianza
en Dios que, como Padre, sólo nos pide que hagamos
cosas para nuestro bien. Y Él no se equivoca, como sí
me puede pasar a mí como madre en muchas
ocasiones, siempre será mejor obedecerle. El
entender puede esperar, el obedecer no. De hecho, la
obediencia abre las puertas al entendimiento. Incluso
hay mandamientos que si no los obedecemos nunca
llegaremos a entender. A medida que crezcamos
espiritualmente, recibiremos de la sabiduría y el
entendimiento de Dios, como vimos ayer. Mientras
tanto, obremos con fe y obediencia. Seamos como el
Salmista que dijo:

“Enséñame tus decretos oh Señor y los cumpliré hasta el


fin. Dame entendimiento y obedeceré tus enseñanzas; las
pondré en práctica con todo mi corazón.” [Salmos
119:33-34] NTV.

73
Camina en los mandatos de Dios y te estarás
asegurando que andas en su voluntad, con el mejor
resultado posible para ti, honrando al Señor.

¿Cómo de necesario es para ti entender el motivo


de los mandatos de Dios para cumplirlos?¿Hasta qué
punto condiciona tu obediencia conocer el objetivo
del mandamiento?¿Piensas que esto te puede estar
perjudicando de alguna manera? Escribe tus
reflexiones.

74
75
Día 16: ¿Cómo usa el Señor la
obediencia?
Nada de lo que hagamos es en vano cuando lo
hacemos para el Señor. Y todo es utilizado por Él
para más de lo que nos podemos imaginar.
Ayer hablábamos sobre las buenas consecuencias
que acarrea obedecer a Dios, ya que todo aquello que
Él nos dice que hagamos es para nuestro bien. Es
más, es lo perfecto para nosotros en cada situación.
Nosotros por nuestra cuenta seríamos incapaces de
acertar lo que más nos conviene porque lo pensamos
y evaluamos con un conocimiento limitado, mientas
que Dios es omnisciente. Todo lo sabe y su plan está
perfectamente trazado para ti y para mí. Sólo
debemos confiar y obedecer.
Además el Señor en su bondad, utiliza la
obediencia para algo más, de nuevo para nuestro
beneficio. A través de la obediencia nos ayuda a pulir

76
asperezas de nuestra forma de ser. Y con esto me
refiero a cómo somos, no las cosas que hacemos.
Esto es debido a que obedecer implica tener que
escoger entre nuestra voluntad y su voluntad para
nosotros, sabiendo que la suya siempre es mucho
mejor. Nos enseña a ser humildes, dejando nuestro
orgullo de lado. Nos educa a no cuestionar al Señor.
Y cada vez que obedecemos, hacemos un pequeño
ejercicio, un pequeño entrenamiento que nos hace
más fácil este acto que tanto honra a Dios y además
nos beneficia. Y la humildad que vamos haciendo
nuestra, no sólo nos aleja del pecado del orgullo, sino
que además nos hace ser un poco más como Cristo.
Por otro lado la obediencia nos enseña a estar bajo
autoridad. En este caso bajo la autoridad de Dios,
que se puede extrapolar a nuestra vida diaria y ser
beneficioso para nuestras relaciones con personas de
autoridad superior a nosotros, ya sean padres, jefes,
cuerpos de seguridad, etc. De hecho, un líder sólo
puede llegar a serlo si sabe primero estar bajo
autoridad.
Esto lo podemos ver en las iglesias. Un líder de
jóvenes será buen líder si está bajo la autoridad del
Pastor. El Pastor será buen líder si permanece bajo la
77
autoridad de Dios. Y Cristo mismo nos dejó el mejor
ejemplo. ¿Por qué todos le seguían? Porque
primeramente estuvo bajo la autoridad del Padre.
Ten en cuenta una cosa: todos estamos llamados a
ser líderes. Porque líder es aquel que lidera, o dirige a
otros hacia algún lugar. Jesús nos llama a liderar a
otros a sus pies. Y para conseguirlo debemos estar
alineados con la voluntad del Padre. ¿Cómo?
Obedeciendo.
Y aún hay algo más. Nuestra obediencia puede
inspirar a otros a obedecer también. No solamente en
nuestra familia, sino en nuestro entorno.
Recuerdo al principio de comenzar a caminar con
Jesús, sólo bendecíamos los alimentos cuando
estábamos en casa. Si salíamos a comer o cenar fuera,
la oración desaparecía de escena. Hasta que el Señor
me hizo darme cuenta de que parecía que nos
estuviéramos avergonzando. En ese momento sí que
me avergoncé delante del Señor por actuar de esa
manera y desde ese día en adelante oramos y
bendecimos la mesa allá donde estemos. Al principio
mi marido se sentía incómodo, pero mi acto de
obediencia le inspiró y ahora es él el que toma la
iniciativa. Además, orar en público es muestra directa
78
sobre nuestra identidad en Cristo, lo que nos ha
abierto muchas puertas para hablar sobre el Señor
con otras personas.
Un pequeño acto de obediencia. ¿Qué obtengo a
cambio? Ahora siempre consumimos alimentos
bendecidos, con este acto exaltamos al Señor y le
honramos poniéndole a Él por encima del mundo (el
qué dirán, la vergüenza, etc.), surgen oportunidades
para cumplir con el llamado de liderar a otros hacia
Dios y además he inspirado a otros a obedecer. Hasta
aquí es hasta donde yo sé. A saber de qué más
maneras maravillosas puede usar el Señor nuestras
oraciones en público para tocar los corazones de
otras personas.

¿Has pensado alguna vez en la obediencia como


una de las formas de obtener bendiciones de Dios?
¿Hay algo en tu día a día que te esté alejando del
Señor en lugar de acercándote a la obediencia? Si es
así, escríbelo debajo y piensa en formas de hacer un
cambio.

79
Día 17: Cuando Dios nos
transforma
Todos los sentidos que Dios nos ha dado son
magníficos. La vista, para poder ver su creación; el
tacto con el que percibimos las cualidades de las
cosas y personas que nos rodean (yo no puedo evitar
tocar todo aquello que parece suave); el oído, que nos
hace gozar de la música de alabanza.
¿Qué me dices del olfato? Las personas tenemos
entre 10 y 100 millones de receptores olfatorios que
nos permiten distinguir innumerables olores, tanto
agradables como desagradables. Hay algunos olores
que directamente nos transportan a lugares, como a
mí el de hierba recién cortada, que me lleva a la
montaña; o el olor de determinadas especias, que me
llevan a casa de mi abuela en Bulgaria. Eso es debido
a la memoria olfativa; una vez que olemos algo nuevo
siempre reconoceremos que ya lo hemos olido con
anterioridad. También me encanta ir por la calle

80
notando los perfumes que lleva la gente. Cada
fragancia es una experiencia.
Me llama la atención este sentido en concreto,
porque si yo no quiero tocar una cosa, no la toco, si
no quiero ver, cierro los ojos, pero es difícil dejar de
oler. Puedes tapar tu nariz y respirar por la boca y
enseguida sientes que no es natural. Además el olor
que querías evitar, parece estar dentro de tu cerebro,
porque una vez que entra, deja huella.
Pues bien, la fragancia de Dios es el amor, porque
“Dios es amor” [1 Juan 4:16]. Y cuando le entregamos
nuestra vida en fe y obediencia, nosotros mismos
transpiramos el amor de Dios. A mi me pasa que
cuando veo a un hermano o una hermana que
caminan al lado de Dios, pienso “Esta persona huele
al Señor”. Si dejamos que Dios invada nuestra vida,
nosotros también oleremos a Dios y llevaremos su
fragancia allá donde vayamos. Y aunque los demás
traten de “taparse la nariz” para no oler, el Señor ya
habrá dejado huella.

“Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se


salvan, y en los que se pierden.” [2 Corintios 2:15]
RVR 1960.
81
Con esto ilustramos de alguna manera la trans-
formación que el Señor hace en nosotros cuando
abrimos nuestro corazón a Él. Es precisamente con
su amor, que somos transformados. Y una de las
primeras cosas que transforma Dios es nuestra
mente.

“Dejen que Dios los transforme en personas nuevas al


cambiarles la manera de pensar.” [Romanos 12:2]
NTV.

Nuestra manera de pensar y ver las cosas, puede


alejarnos de Dios si no dejamos que Él la transforme
a su manera, ya que de nuevo es una lucha entre
nuestra propia voluntad y la suya. Pero cuando nos
transforma, ¡es tan hermoso! De repente, aquello que
considerábamos una carga, como por ejemplo
cumplir con los mandatos del Señor, se convierte en
un privilegio, en una oportunidad de agradar a Dios
con nuestros actos y devolverle de alguna forma el
amor que Él nos muestra cada día.
El problema está en que por ese amor que Dios
nos tiene, nos respecta tanto que nunca va a imponer
esa transformación. No puede (bueno en realidad sí
82
puede pero no quiere) hacer que ocurra si nosotros
no lo permitimos, si no decidimos exponernos a ese
cambio. Por eso te animo a que hagas conmigo esta
oración:

“Señor ayúdame a abrir mi corazón totalmente a ti para


que puedas obrar en mí, porque yo sí quiero ser
transformado/a, llenarme de tu amor y desprender tu
fragancia allá donde vaya. Te pido con humildad que
transformes mi mente y mi manera de pensar. Gracias
Padre. En el nombre de Jesús. Amén.”

83
Día 18: Haciendo sonreír a
Dios
“ Yo te he amado, pueblo mío, con un amor eterno. Con
amor inagotable te acerqué a mí.” [ Jeremías 31:3]
NTV.

Esto nos declara el Señor. Su amor por nosotros ha


estado siempre, y siempre permanecerá porque no
tiene fin. Y es su amor el que nos llama a una
relación personal con Él. ¿Por qué? Porque fuimos
creados para ser amados y Dios desea que le amemos
nosotros también. Anhela el amor correspondido, a
pesar de que nuestro amor no es ni digno de
compararse siquiera con el del Señor. Pero todos
estos días hemos estado viendo y hablando sobre
diferentes formas de agradar a Dios, y poder así
demostrarle nuestro amor. Hagamos un repaso.
Dios sonríe cuando confiamos en Él. La manera de
demostrarle esta confianza es cuando le obedecemos,

84
es decir, cuando hacemos cualquier cosa que Él nos
pide, sin reservas y sin demora.
También sonríe cuando le alabamos y le agradecemos,
reconociendo todo lo que Él es y todo lo que ha
hecho, hace y hará por nosotros. La Biblia está llena
de sus promesas y Dios es fiel, por tanto digno de
toda alabanza. Vivamos en una manifestación de
gratitud continua, porque toda la vida, todo lo que
somos, lo que tenemos, lo que hacemos, todo es
gracias a Dios. Y cada situación o circunstancia que
disfrutemos, se convertirá en un acto de adoración si
le damos gracias a Dios por ella, porque Dios se
complace al vernos disfrutar de su creación.
Hay todavía una cosa más. El Señor se regocija al
vernos utilizar las habilidades que Él nos da, para su
servicio. Porque cuando las ponemos a su servicio es
cuando realmente las estamos utilizando para el
propósito para el que nos fueron dadas.
Como dice el Pastor Rick Warren en su libro Una
vida con propósito, “las aptitudes no espirituales no
existen, solo existe el uso indebido de ellas”. Todo lo
que somos, todo lo que sabemos y podemos hacer
puede ser puesto al servicio de Dios, porque nuestro

85
ser, nuestras capacidades y habilidades forman parte
del plan perfecto de Dios.
¿Cómo podemos ponerlas al servicio del Señor?
Muy sencillo, poniéndolas al servicio de los demás.

“Les digo la verdad, cuando hicieron alguna de estas cosas


al más insignificante de estos, mis hermanos, ¡me lo
hicieron a mí!” [Mateo 25:40] NTV.

Ya vimos hace unos días cuando hablábamos


sobre el amor al prójimo, que si amamos a los demás
estamos amando a Dios. Esto es igual. Si servimos a
los demás, estamos sirviendo a Dios y de nuevo
demostrándole nuestro amor. Porque todo lo que
hacemos a una persona, todo lo que hacemos por una
persona, se lo hacemos directamente a Jesús. Por
tanto, sigamos el consejo del Apóstol Pablo:

“Trabajen de buena gana en todo lo que hagan, como si


fuera para el Señor y no para la gente.” [Colosenses
3:23] NTV.

Nuestra mayor meta a diario debe ser hacer


sonreír a Dios.
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De las tres cosas comentadas que hacen sonreír a
Dios (confianza, alabanza y gratitud, servicio), ¿cuál
piensas que te sale con mayor naturalidad?¿En cuál
de ellas te ves menos reflejado/a?
Piensa y escribe tres formas en las que puedes
empezar a practicar en ésta última.

1.
2.
3.

87
Día 19: Tienes un don
¿Has leído bien el título del texto de hoy? Vuelve a
hacerlo.

“Él nos ha dado a cada uno de nosotros un don especial


mediante la generosidad de Cristo.” [Efesios 4:7] NTV.

Sí, tú tienes un don, de hecho tienes al menos un


don, es decir, es muy probable que tengas más de
uno. Esto lo podemos ver en la traducción Dios habla
hoy:

“Pero cada uno de nosotros ha recibido los dones que


Cristo le ha querido dar.” [Efesios 4:7] DHH
(énfasis añadido).

Desde mi punto de vista, hay una diferencia entre


lo que solemos llamar habilidades o talentos y los
dones, que aunque sea pequeña, es de gran
importancia. Se trata de con qué fin utilizamos lo
que tenemos. Las habilidades son aquellas cosas que

88
se nos da bien hacer y que habitualmente
disfrutamos haciendo. A uno se le puede dar bien la
música, a otro las artes manuales, a otro el deporte, o
incluso varias cosas a la vez. De hecho hay tantas
habilidades como personas en el mundo.
Últimamente están muy de moda programas
como Factor X o Got talent, donde personas de todo
el planeta exhiben las más extrañas habilidades. Y
aunque en casa no somos muy aficionados a verlo, de
vez en cuando nos ponemos algún resumen de las
actuaciones más llamativas. Y os aseguro que es muy
sorprendente lo creativo que es Dios con los talentos
que reparte.
Ahora bien, para que una habilidad o talento sea
considerado un don hay un requisito: debe edificar a
otros. Si utilizas lo que se te da bien para tu propio
gozo y disfrute se tratará de un hobby, una afición.
Mientras que si tu talento lo pones al servicio de
otros, será considerado un don. Y más que eso, será
un don utilizado para el propósito para el que Dios
te lo dio.

89
Vemos en el mismo pasaje de la Carta a los
Efesios cómo continúa Pablo hablando acerca de los
dones repartidos:

“Así preparó a los del pueblo Santo para un trabajo de


s e r v ic i o s pa ra la e di fic a ción del cue r po de
Cristo.” [Efesios 4:12] NTV.

De este modo estaremos también sirviendo al


Señor. ¿Lo ves? Dios te da las herramientas
necesarias para cumplir con lo que se espera de ti:
amar a Dios sobre todas las cosas y amar al prójimo
como a ti mismo, sirviendo a Dios mientras sirves a
otros, con los dones que Él te da.
Por tanto, todos y cada uno de nosotros tenemos
algo especial para poner al servicio de los demás y
poder así edificarles. Es nuestra responsabilidad
identificar nuestro don (o dones) y comenzar a
utilizarlo/s sin demora.
Quizás tengas muy claro cuál o cuáles sean tus
dones, o tal vez a penas identifiques hoy una pequeña
cosa que se te da bien. No importa, ¡úsala! Úsala para
la gloria de Dios y le estarás demostrando que eres
fiel en lo poco. Y ya lo dice la Palabra:
90
“Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has
sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu
señor.” [Marcos 25:23] RVR1960.

El Señor nos promete que si administramos bien


lo que se nos ha dado, ya sea poco o mucho, se nos
dará más todavía. Poner al servicio de Dios los dones
recibidos es la activación, la puesta en marcha de
mucho más que el Señor tiene para ti.
¡Traigamos el Reino de los Cielos a la tierra, con
lo que Dios nos ha dado!

Escribe debajo cuáles son los dones que puedes


identificar en ti. A continuación pídele a Dios que te
muestre qué más dones te ha dado (porque es
habitual que nos cueste a veces idenficarlos) y
escríbelos también. Dedica un tiempo a orar durante
el día para que el Señor te muestre cómo puedes
poner tus dones al servicio de los demás.

91
Día 20: El llamado
Cuando echamos la vista atrás y vemos cómo vivían
las personas hace unos años, es impactante lo mucho
que ha avanzado la sociedad en los países
desarrollados. No hace falta mirar muy atrás, tan solo
comparando cómo vivían nuestros padres a cómo lo
hacemos nosotros hoy en día, nos damos cuenta la
cantidad de comodidades que tenemos. Desde los
medios de transporte a los electrodomésticos más
modernos, pasando por las mejoras en sanidad,
internet, los pañales, la alimentación y mil cosas más.
Cada día se crea algo nuevo para que tengamos
una vida más cómoda. Pero aunque todo parezca
para nuestro bien, debemos tener cuidado porque
una de las cosas que más nos aleja de Dios, son
precisamente las comodidades.
Cuando empezamos a acomodarnos a nuestra
vida, comenzamos también a aferramos a lo que
tenemos como si fuera la única fuente de nuestra
felicidad o bienestar. Por un lado eso va en nuestra
contra porque en lugar de disfrutar de lo que

92
tenemos y dar gracias a Dios, comenzamos a
preocuparnos de perderlo. Es ahí cuando pasamos a
vivir para mantener lo que tenemos en lugar de vivir
para Dios.
Y por otro lado, está la situación en la que sin
darnos cuenta nos separamos de Dios porque
nuestras necesidades están cubiertas y nos dejamos
llevar por el día a día. Pero Dios nos llama a
permanecer en Él, no en las cosas del mundo y
buscarle primeramente a Él de modo que todo lo
demás nos será añadido.

“Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes.”


[ Juan 15:4] NTV.

“Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y


lleven una vida justa, y él les dará todo lo que
necesiten.” [Mateo 6:33] NTV.

Si hay algo que somos incapaces de dejar o a lo


que renunciar, ya sea algún tipo de comida, las redes
sociales, el trabajo, o cualquier posesión, significa que
eso tiene mayor poder que Dios en nuestra vida y
eso, se llama idolatría.
93
Piensa por un momento a qué te estás aferrando
en tu vida. Dios nos ha creado para anhelar, para
desear, pero no las cosas de este mundo sino para
anhelarle y desearle a Él sobre todas las cosas. Quiere
saber si estamos dispuestos a renunciar a aquello que
amamos, por Él que nos ama más.
Si has llegado hasta aquí y sientes que Dios te
llama a amarle y servirle y es lo que de verdad deseas,
es muy probable que sea necesario ir puliendo tu
corazón para purificarlo y entrenarlo para el llamado
que tiene el Señor para ti. Porque todos fuimos
creados con un propósito. Todos somos parte del
cuerpo de Cristo, parte del perfecto plan de Dios. Y
como suele decir mi pastor, Daniel Barabaschi, “Dios
no da puntadas sin hilo”, si te creó fue por algo.
Jesús arroja luz a nuestro propósito:

“Vayan por todo el mundo y prediquen la Buena Noticia


a todos.” [Marcos 16:15] NTV.

Dispongámonos a soltar las cosas de este mundo


para abrazar nuestro llamado y entregarnos a Dios.
¿Aceptas tu llamado? Si es así, te invito a orar
conmigo:
94
“Señor hoy como el profeta Isaías, vengo a decirte ‘heme
aquí, envíame a mí’. Hoy vengo a declarar que sólo tú
eres mi Dios y mi Señor. Te doy gracias por tu amor
inagotable y por el privilegio de poder amarte y servirte,
cumpliendo con el propósito que tienes para mí. Hoy
renuncio a aquello que me ata a este mundo y te entrego
mi vida para que tú la uses conforme a tu voluntad, que
es agradable y perfecta. Te pido que me reveles tu
propósito para mí, que tu Espíritu Santo me guíe por tus
caminos y me mantenga bajo tu protección cada día de
mi vida. En el nombre de Jesús, Amén.”

95
Día 21: Cuando no todo sale
bien
Llevamos tres semanas hablando sobre lo
maravilloso que es confiar en Dios y tener una
relación personal con Él; sobre la cantidad de
bendiciones que nos tiene preparadas si sólo
actuamos con fe; sobre el amor que nos llega de su
parte y cómo podemos transmitirlo a los demás. Y es
inevitable que surja una pregunta: ¿qué ocurre
cuando atravesamos dificultades?¿qué sucede cuando
obedecemos y las cosas no van bien?
En primer lugar, no debemos perder de vista que
vivimos en un mundo caído, un mundo de oscuridad
gobernado por el enemigo. Él va a tratar de ponernos
la zancadilla a cada paso que nos acerque al Señor.
Pero con Dios ya tenemos la victoria asegurada.

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“Pues todo hijo de Dios vence a este mundo de maldad, y
logramos esa victoria por medio de nuestra fe.” [1 Juan
5:4] NTV.

En segundo lugar, debemos tener en cuenta que


cuando decimos “las cosas no van bien” en realidad
tendríamos que decir “nosotros no vemos que vayan
bien”. Nuestra existencia es como una película que
nosotros vivimos en primera persona, donde el único
que es omnisciente es el director, es decir, Dios.
Nosotros sólo vemos el fotograma en el que nos
encontramos hoy y recordamos de dónde venimos,
pero el Señor no sólo conoce cada detalle de la
película sino que también la dirige a nuestro favor.
Tal vez hoy estés viviendo en un fotograma negro,
de esos de cambio de escena y aunque tú no veas más
que la oscuridad, Dios está orquestando lo nuevo que
llega. Y déjame decirte que la peli, con Dios, siempre
acaba bien.

“Entonces su salvación llegará como el amanecer, y sus


heridas sanarán con rapidez; su justicia los guiará hacia
delante y atrás los protegerá la gloria del Señor.” [Isaías
58:8] NTV.
97
Por otro lado tenemos el consejo del Apóstol
Santiago:

“Cuando tengan que enfrentar cualquier tipo de


problemas, considérenlo como un tiempo para alegrarse
mucho.” [Santiago 1:2] NTV.

Es curiosa la expresión que utiliza. Fíjate que dice


“cuando tengan”, no dice “si tienen”. No es un
condicional, es una afirmación de que vamos a tener
que enfrentar problemas. Pero también nos dice que
es un tiempo para alegrarse mucho, y en los
siguientes versículos explica por qué:

“Porque ustedes saben que, siempre que se pone a prueba


la fe, la constancia tiene una oportunidad para
desarrollarse. Así que dejen que crezca, pues una vez que
su constancia se haya desarrollado plenamente, serán
perfectos y completos, y no les faltará nada.” [Santiago
1:3-4] NTV.

Las situaciones difíciles ponen a prueba nuestra


fe, son oportunidades para desarrollar nuestra
constancia. Y para mí el ser constante en este
98
contexto es la capacidad de permanecer firme en
Dios. Y cuando seamos capaces de permanecer en
Dios ante cualquier circunstancia, no nos faltará
nada, porque con Cristo lo tenemos todo.
El pastor y misionero V. Raymond Edman dijo:
“Nunca dudes en la oscuridad de lo que Dios te dijo
en la luz.” Recuerda y confía en las promesas del
Señor, sabiendo que Él utiliza las pruebas para
conformar nuestro carácter y tú las puedes utilizar
para alabarle y afirmar así tu fe, sabiendo que Dios
está de tu lado.

“No temas ni te desalientes, porque el propio Señor irá


delante de ti. Él estará contigo; no te fallará ni te
abandonará.” [Deuteronómio 31:8] NTV.

Pon un marcapáginas en el devocional de hoy y


acude a él cada vez que enfrentes dificultades. Es mi
oración que este recordatorio te ayude a mantenerte
firme en la fe, sabiendo que Dios está al control y
usará cada circunstancia (por mala que sea) en tu
beneficio. Porque Él está contigo, no te fallará ni te
abandonará.


99
Conclusión
Un paso de fe. Así comenzábamos y así terminamos.
Has dado un paso de fe terminando este libro y yo te
quiero dar mi enhorabuena. Aunque esto más que un
fin es un principio. Es el principio de una nueva vida
en la que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu
Santo toman su lugar en tu vida y comienzan a guiar
tus pasos por la senda que el Señor preparó para ti ya
en el comienzo de los tiempos.
Para despedirme quiero contarte algo. Llevo un
mes más o menos escribiendo este libro y para ello
he estado madrugando mucho más que en toda mi
vida, encontrándome cada mañana antes del
amanecer con el Señor, con la emoción de descubrir
qué tenía preparado para ti y para mí a través de
estas páginas. Ha sido un tiempo de mucha
bendición, y Dios me ha enseñado algo que ahora
mismo considero vital y quiero compartir contigo.
Las primeras horas del día, antes del alba, son las que
Jesús espera para encontrarse contigo en intimidad.

100
“ Yo amo a los que me aman, y me hallan los que
temprano me buscan.” [Proverbios 8:17]

¿Quieres cultivar una relación profunda con Dios?


Encuéntrate con Él antes que con el mundo cada día
y tu vida comenzará a cambiar como lo ha hecho la
mía.

“Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi


alma tiene sed de ti, mi carne te anhela.” [Salmo 63:1]

Gracias, sólo puedo darte gracias por haberme


abierto las puertas a tu día a día estas semanas, por
haber compartido estos momentos conmigo. Y ahora
levanto una oración al Padre en nombre de Jesús
para que tu vida sea bendecida hoy y cada día, para
que seas luz en un mundo de oscuridad e ilumines
cada rincón de tu entorno y más allá. Que el Señor
transforme tu corazón, te fortalezca y te guíe con su
Espíritu, hacia el cumplimiento del propósito que
tiene para ti.
Alabado sea el nombre del Señor, el que nos creó
y que ahora extiende su mano para que estemos en
perfecta relación con Él, disfrutando de su amor, su
101
protección y un sinfín de bendiciones. Toma su mano
y vive el Cielo en la Tierra.

102
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Agradecimientos
Quiero agradecer a mi Pastor, Daniel Barabaschi,
su apoyo en este proyecto, con sus oraciones y su
ayuda con la corrección del manuscrito.
También doy gracias a mi querida amiga Gloria
Rodriguez Moreira, del Ministerio Focum
(www.enciendefocum.com) por sus inestimables
consejos, por arrojar luz a tantos aspectos en mi vida
espiritual y ayudarme en mi crecimiento.
Muy en especial doy gracias a mi marido, Andrés,
por amarme, animarme y apoyarme en cada uno de
mis locos emprendimientos. Por ser mi “toma tierra”
y porque su mano siempre ha sido mi sostén.
Pero sobre todas las cosas, doy gracias a Dios, por
su amor y por el enorme privilegio de ser usada por
Él para su obra. A Él sea toda la honra y la gloria
hoy y para siempre.


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Contacta conmigo
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