Documente Academic
Documente Profesional
Documente Cultură
2
Título: Un paso de fe
Autora: Iva Kirilova Krasteva
Diseño y desarrollo del proyecto: Iva Kirilova Krasteva
ISBN: 978-84-09-04738-3
Depósito legal: V-2681-2018
3
A ti, mi amor, la perfecta mitad que Dios creó para que
mi vida fuera maravillosa.
4
5
Intro
Un paso de fe. Este es el título que el Señor me
mostró cuando comenzó a hablarme sobre este libro.
Ya hacía tiempo que se estaba formando en mi
cabeza y en mi corazón la idea de un libro de
devocionales y siempre que pensaba en ello, había
una buena excusa para pensar “en otro momento”.
“Tal vez cuando tenga más conocimientos bíblicos”,
“cuando sepa manejar bien un programa de
maquetación”, “cuando tenga los fondos económicos
para publicar la primera tirada”. Y así se sucedían los
motivos que me hacían retrasar este proyecto. Hasta
que hace unos días, mientras estaba orando, vino la
determinación “ahora es el momento, ya basta de
excusas”.
Mi cabeza de nuevo empezó a lanzar mensajes a
Dios: “pero Señor, no creo que esté preparada, si no
sé siquiera cómo voy a empezar, no sé sobre qué voy
a escribir, y aunque lo escriba, no sé maquetar…”. Y,
¿sabes qué me respondió Él? “Yo sí”. Ahí lo tuve
claro, no se trata de mí, de mis capacidades o mis
circunstancias, se trata de Él, de lo que quiere hacer a
6
través de mí. Además Él ya lo tiene todo planeado,
solamente espera que yo decida confiar y empezar.
Así que este es mi propio y personal “paso de fe”.
Y si estás leyendo esto, es la prueba tangible de que
Dios es fiel y que Él es nuestro proveedor.
¡Empecemos!
8
9
Día 1: ¿Por que esperar?
Una cosa que me llama la atención en muchas
personas, aún desde la perspectiva de alguien que
lleva poco en los caminos de Dios, es que veo
conformidad. Y más que conformidad, en muchos
casos tal vez sería más acertado decir resignación. Por
un lado cuando nos va bien, cuando nuestras
necesidades son cubiertas y nos comparamos con
otros que lo pasan mal, pensamos ¿de qué me puedo
quejar? Así que nos conformamos con lo que
tenemos. Y por otro lado, cuando las cosas no van
tan bien como nos gustaría, aceptamos que es lo que
nos ha “tocado vivir” y pensamos en la esperanza
futura de lo que ha de llegar. Pero no llega. Parece
que las bendiciones de Dios nos estén esperando sólo
al otro lado.
Y yo me pregunto, ¿por qué esperar a la eternidad
si Dios nos ofrece sus bendiciones en esta tierra y en
esta vida?
Si bien es cierto que nadie nos habla de una vida
sin pruebas y sin dificultades, adoramos a un Dios de
lo imposible, aquel que puede cambiar toda
10
situación; un Dios de abundancia, aquel que llena
nuestras copas de bendición. Así que extiende tus
manos y disponte a recibir aquello que el Señor tiene
para ti. Y esa es la clave, la disposición. Esto implica
estar dispuesto a hacer todo aquello que Dios te
mande hacer. Aún cuando no entiendas el por qué.
Estar dispuesto a asumir los cambios y salir de tu
zona de confort, porque una cosa es segura, los
cambios con Dios son siempre a mejor.
12
13
Día 2: Falta de fe
Una de las frases que más escucho cuando hablo de
Jesús con personas que todavía no tienen una
relación con Él es “yo no tengo fe”. Y me encanta,
porque la primera cosa que debemos hacer para
poder recibir algo es reconocer que no lo tenemos.
La fe no es un don innato que algunos tienen y
otros no. No puede ser una excusa para decir que ‘no
creo en Dios porque no tengo la suficiente, o de
hecho no tengo ni una pizca’. Se trata de un regalo
que Dios nos da y “viene por oír la Buena Noticia
acerca de Cristo” (ver Romanos 10:17). Es una de las
bendiciones de las que hablábamos ayer, que el Señor
nos ofrece sin límite alguno. Veamos qué le dice el
apóstol Pablo a la iglesia de Galacia en su carta, que
es igual de aplicable para nosotros hoy en día:
14
Estas son las bien conocidas manifestaciones del
Espíritu a través de su fruto. Aquí Pablo nos trata de
decir que cuando abrimos nuestro corazón a Jesús y
le aceptamos como Señor y Salvador, la obra
espontánea del Espíritu Santo es la que produce en
nosotros estas características, que reflejan la
naturaleza de Cristo. Son las virtudes que recibimos
como resultado de vivir para Dios. Y vemos que la fe,
es una de estas maravillosas virtudes.
En la Biblia leemos que la fe es “la confianza de
que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da
la certeza de las cosas que no podemos ver.” [Hebreos
11:1] NTV. Es creer en la verdad de Dios. Y además
el origen hebreo de fe, emunah, implica fidelidad a
aquello en lo que crees y firmeza en tus convicciones.
Entonces surge la pregunta ¿cómo voy a creer en
Jesús si no tengo fe? Y esta es la respuesta que el
mismo Jesús nos da:
15
Esto ya no es una respuesta solo para los que no
creen en Dios. Tal vez tú como creyente, al igual que
me ha pasado a mí muchas veces, has sentido que
tienes falta de fe. Si es así, pide y se te dará. Yo lo
hago cada día, le pido a Dios fe ilimitada; la clase de
fe que me permita creer en cada una de las promesas
que el Señor me da en su Palabra; la clase de fe que
me mantenga firme en tiempos de dificultad y
aquella que me ayude a ser fiel a Dios en toda
circunstancia. Así que si no crees, tan solo pide la fe
para creer.
16
17
Día 3: Decidir orando
El año pasado me apunté a clases de guitarra con mi
hija. Yo en realidad quería apuntarme a piano, pero
Noa prefería guitarra. Así que cedí y me apunté con
ella, por aquella imagen de estar tocando las dos
juntas un mismo instrumento. Cuando llevábamos
varios meses y ya había empezado a coger soltura con
los acordes, empezó a complicarse mi horario y ya no
me era ni tan cómodo ni tan fácil ir a clase. Por lo
que, de un día para el otro, llamé a la academia y dije
que quería desapuntarme. De hecho, llegué a hablar
con el profesor y despedirme de él.
Cuál fue mi sorpresa al decirme la dueña de la
academia que ya me habían cobrado el mes completo
y sólo estábamos a principios. Así que decidí al
menos, terminarlo. Al día siguiente de clase mi
profesor me trajo las partituras de la canción de
alabanza “Tu fidelidad es grande”. Él sabía que yo era
cristiana aunque muy pocas veces hablábamos del
tema. Todavía siento la emoción al recordar el
momento en el que Josué, mi profesor, cantó la
18
canción y sentí que ahí estaba Dios, mostrándome
que Él es fiel y que las casualidades no existen.
Resultó que Josué era (y es) pastor en una iglesia
de Gandía, donde dos semanas después de esa clase
empecé a congregarme y donde he encontrado la
familia en Cristo que tanto anhelaba. Me sorprendió
de tal manera toda la situación, que sólo pude dar
gracias a Dios por su paciencia y pedir perdón por
tomar a la ligera lo que parecen decisiones de poca
importancia, sin consultar con Él.
Esto es tan solo un ejemplo de algo que sí salió
bien a pesar de mi falta, pero no puedo evitar pensar
en todo lo que me he perdido por tomar decisiones
por mi cuenta. En esa ocasión aprendí a consultar
todo con mi Padre Celestial, poner cada decisión en
sus manos, dejando que Él me guíe por el camino
correcto, confiando en Él y no en mí. Porque a veces
el primer paso de fe que nos pide el Señor es poner
en oración aquello que nos ronda la cabeza o el
corazón.
El libro de Timothy Keller, La oración, plantea
que la oración es una conversación con Dios en la
que a nosotros se nos habló primero. Por lo que
nuestra oración es la respuesta a lo que Dios ya nos
19
ha hablado. Es Él quien nos llama a orar, a pedir, a
consultar, al haber generado con antelación el deseo
en nosotros. Luego espera nuestro paso de fe de
ponerlo en oración, para poder mostrarnos el camino
o concedernos aquello que pedimos.
Si nos fijamos, es lo mismo que hacemos nosotros
con nuestros hijos. Yo le hablaba a Noa de lo bonita
que es la música, lo que me gustaría que tocáramos
un instrumento juntas. Ella se entusiasma con la idea
y me pide que nos apuntemos a clase de guitarra.
Entonces yo le concedo lo que me pide. Aunque
ahora tengo mis dudas sobre quién puso qué en el
corazón de quién. ¡Qué grande es Dios y qué
perfectos son sus planes!
20
Ponlas en oración pidiéndole a Dios que te
muestre cuál es el mejor camino en cada caso.
Después de orar, tómate unos minutos para escuchar
lo que el Señor tiene que decir.
21
Día 4: Sus tiempos
Recuerdo cuando era pequeña y el tiempo parecía
que no pasaba, los veranos eran interminables, los
meses de clase más todavía y no podía creer cuando
me decían que cuando me hiciera mayor todo
cambiaría. Justo hablaba de esto con mi marido el
otro día porque llevamos unos años en los que parece
que alguien apretó el botón de rebobinado hacia
adelante y se le olvidó soltarlo.
Las semanas pasan sin darnos cuenta, cambiamos
de estación tan rápido que me parece que hasta las
plantas se están preguntando qué ocurre. Y es que no
solo va rápido el tiempo, sino la vida en sí misma. El
estrés está a la orden del día, la frase “no tengo
tiempo” está en boca de muchos y la impaciencia
empieza a ser consecuencia de toda esta situación.
Ya no nos sirve la frase “todo lo bueno se hace
esperar”. Lo queremos todo ahora. La conexión a
internet tiene que ser la más rápida porque si la web
tarda cero coma dos segundos en cargar ya nos
molesta. Los envíos de las cosas que compramos por
internet tienen que ser de envío 24 horas porque “lo
22
quiero tener ya”. Si queremos algo nos lo compramos
sin demora aunque sea a plazos, ya veremos cómo
hacemos para pagarlo luego. ¡Hasta en la cocina! En
mi caso, desde que he aprendido a utilizar la olla a
presión, sólo cocino con ella. ¿Quién quiere esperar
hora y media para cocer las legumbres si pueden
estar en quince minutos? Y la lista podría continuar.
Y de repente, empezamos a ser igual de exigentes
con Dios. Oramos pidiendo algo y le añadimos el
ahora. Cuando el Señor en su inmensa sabiduría no
nos da enseguida lo que queremos, empezamos a
plantearnos si de verdad nos escuchó, si no se habrá
olvidado, “qué hice mal para que no atienda mis
peticiones”, etc. En lugar de eso, debemos recordar
que tener fe en Dios es confiar en sus tiempos.
24
Ahora puedes orar dándole gracias a Dios por
estar al control de todo. Que te ayude a ver si lo que
estás pidiendo forma parte de su voluntad. Pídele
paciencia si lo necesitas. Dile que confías en Él. Pero
sobre todo agradécele por hacer que las cosas
sucedan en el mejor momento. Él conoce tu corazón
y te responderá porque te ama inmensamente.
25
Día 5: El poder del testimonio
A menudo escucho en la iglesia, en conferencias y
eventos cristianos esta pregunta: ¿ha hecho Dios algo
por ti? Y la respuesta que viene a mi mente, es otra
pregunta: ¿por dónde empiezo? Dios no ha hecho
algo por mí, lo ha hecho todo.
26
Ahora yo tengo una pregunta para ti: ¿a cuántas
personas le cuentas al día lo que Dios ha hecho y
sigue haciendo por ti?
1.
2.
3.
29
Una vez que tengas los nombres, anímate a
quedar con esas personas y contarles tu relación con
Dios y cómo Él obra en tu vida.
En esta página puedes anotar cómo fueron los
encuentros y cómo el Señor ha utilizado tu
testimonio en la vida de estas personas.
30
31
Día 6: ¡Acción!
Hace unos días hablábamos sobre el paso de fe como
el hecho de orar por aquello que Dios ha puesto en
nuestro corazón, o cuando queremos tomar una
decisión, para que el Señor nos muestre el camino
correcto. Hoy vamos a ver el paso de fe como una
acción, dando el paso de ponernos manos a la obra.
Recuerdo que cuando estaba en quinto de
Educación Primaria (en aquel entonces conocido
como E.G.B.), una de las cosas que más me gustaba
eran las redacciones que teníamos que hacer para la
asignatura de Lengua. Un día una profesora de otro
curso entró en clase para consultar algo con mi
profesora de lengua. Justo en ese momento ella
estaba entregando unas redacciones corregidas, iba
diciendo los nombres de los alumnos y nosotros nos
levantábamos a recoger la nuestra. Dijo mi nombre,
me acerqué a su mesa y, dirigiéndose a la profesora
que había entrado, dijo: “esta niña va a ser escritora”.
Es evidente que mi autoestima de niña de once años
se multiplicó y fue algo que siempre guardé en mi
32
corazón. Años después en el instituto, mis
compañeros me acusaban de que mis trabajos eran
copiados de internet y ya en la universidad, me pasé
los años de carrera redactando los trabajos en grupo
que teníamos que hacer. Éramos más maduros, ya no
me acusaban de copiar sino que todos sacábamos
provecho de aquello que se me daba bien.
Tal vez te estés preguntando por qué te cuento
todo esto. Pues bien, hace un año que el Señor puso
en mi corazón escribir para Él. Y hace un año que yo
estoy orando por esto. Mi oración se podría resumir
en algo así como “Señor, dame la capacidad”. Y ahí
estaba Dios, con toda su paciencia, respondiendo
cada vez: “¿cómo vas a saber si tienes o no la
capacidad si no te pones a ello?”.
¿Cuántas veces le pedimos a Dios cosas que Él ya
nos ha dado la capacidad de hacer? Él espera que nos
pongamos en marcha, que empecemos a actuar. De
esta manera es como le damos la oportunidad de que
coloque todas las cosas para nuestro bien. Y tenemos
su promesa.
33
“Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de
quienes lo aman y son llamados según el propósito que él
tiene para ellos.” [Romanos 9:28] NTV.
1.
2.
3.
35
Día 7: Fe pequeña y fe grande
A comienzos del año 2018 mi marido y yo
comenzamos a ser vir en el Ministerio de
Matrimonios de nuestra iglesia, donde organizamos
eventos para familias tanto de la iglesia como de
fuera, con la intención de servirles, que conozcan a
Dios y así fomentar el estilo de familia tradicional
bíblica.
Cada pareja se responsabiliza de una sección del
ministerio y una de las cosas que tuvo más relevancia
en las primeras reuniones fue el hecho de aprender a
delegar en otros. Esto se debe a que por experiencia
es sabido que tratamos de hacernos cargo hasta de
las cosas más pequeñas y el resultado no suele ser
bueno, ya que acabamos agotados y las cosas que son
más importantes pueden quedar desatendidas.
Con Dios nos pasa algo similar. En muchas
ocasiones no sabemos delegar en Él. Las cosas que
consideramos fáciles tratamos de hacerlas por
nuestras propias fuerzas y tan sólo recurrimos al
Señor cuando la cosa se pone fea o nos damos cuenta
36
que “aquí hace falta un milagro”. Por lo que
podríamos decir que tratamos de ejercer una fe
grande, cuando no somos capaces de ejercer una fe
pequeña.
El problema es que muchas veces esto no da
resultado porque, por decirlo de alguna manera, no
estamos entrenados para la fe grande. Venimos
cansados de la carga de las pequeñas cosas y cuando
viene la cosa grande nos falta confianza en que Dios
proveerá, nos entran dudas de si nos escuchará, no
somos capaces de esperar los tiempos del Señor, etc.
Si ejercemos fe en las pequeñas cosas y las
dejamos en manos de Dios, nos estamos entrenando
para ejercerla en las cosas mayores que están por
venir.
38
“Si Dios no se guardó ni a su propio hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros, ¿no nos dará también todo lo
demás?” [Romanos 8:32] NTV.
39
Día 8: Dependiendo de Dios
Mi hijo Luca acaba de cumplir cuatro años. Estos
últimos meses ha dado un estirón importante y su
capacidad comunicativa ha mejorado mucho. Habla
sin parar, razona, entiende lo que se le dice y además
con lo grande que está no puedo evitar pensar con
pena, que ya no tengo bebé sino un niño que cada
día está más mayor. Y aún así tanto él como Noa, mi
hija de siete años, siguen siendo pequeños y me doy
cuenta cómo, en muchas ocasiones, espero de ellos
comportamientos y acciones que no les corresponden
a su edad.
Hace unos días por la noche estábamos con la
sesión de ducha. Se nos había hecho un poco tarde,
yo estaba bastante cansada y ellos un poco revoltosos.
Ahí fui consciente de las ganas que tenía que
crecieran y fueran un poco más independientes con
las cosas del día a día. Hasta llegué a decirle a Noa,
mientras le estaba ayudando a secarse y peinarse, que
eso lo tendría que hacer sola cuando tuviera ocho
años. Su respuesta fue: “Entonces ya no seré tu niña
40
pequeña”. Y como madre, mi corazón se rompió en
dos.
Dios nos ha dado la capacidad de ser padres para
poder entender el amor que Él siente por nosotros
como Padre Celestial. El Apóstol Juan nos dice:
“Miren con cuanto amor nos ama nuestro Padre que nos
llama sus hijos, ¡y eso es lo que somos!” [1 Juan 3:1]
NTV. Pero entre su paternidad y la nuestra, es obvio
que hay muchas diferencias por salvar. Una de ellas
es la independencia. Como padres esperamos que
nuestros hijos crezcan, se desarrollen y se
independicen. Lo consideramos ley de vida y
necesario para que la sociedad crezca. Nuestro error
está en pensar que como hijos e hijas de Dios,
nuestro Padre también espera que crezcamos, nos
independicemos y empecemos a hacer las cosas por
nuestras propias fuerzas. Y esto no es así. Dios es
nuestro Padre Eterno y a sus ojos nosotros siempre
seguiremos siendo niños que necesitan de Él hasta
para las cosas más sencillas. Y si bien Él nos equipa y
nos da capacidades para actuar, espera que lo
hagamos cogidos de su mano, dependientes de Él en
cada nuevo desafío, una vez que sepamos “peinarnos”
como Él nos enseñó.
41
“Esperaba con anhelo que me llamaran ‘Padre’, y quise
que nunca se alejaran de mí.” [ Jeremías 3:19] NTV.
42
43
Día 9: Corazón agradecido
A la hora del desayuno: “Mamá, no me has calentado
la leche como a mi me gusta”. A la hora de la ducha:
“mamá, se te ha olvidado dejarme preparada la ropa”.
Cuando vuelvo de algún sitio: “¿por qué no me has
traído algo?”. Este tipo de frases son bastante usuales
en boca de mis hijos y me hacen pensar que cuando
uno se acostumbra a lo bueno, no sólo nota su
ausencia cuando no lo recibe, sino que también lo
exige porque lo ha asimilado como un derecho, algo
que le corresponde como parte de su identidad.
Podríamos decir que esto para los hijos es
comprensible; al fin y al cabo son nuestros hijos y
esperan todo eso y mucho más de nosotros. Sin
mencionar el hecho de que es nuestra respon-
sabilidad suplir sus necesidades. Además si saben que
reciben de sus padres determinadas cosas, y de
repente les falta algo de lo habitual, lo reclaman. El
problema viene cuando lo cotidiano (o aquello
aceptado como derecho) pierde valor o no se aprecia
porque se han acostumbrado. Y nosotros como hijos,
44
tendemos a hacer lo mismo con nuestro Padre
Celestial.
Llevamos dos días hablando sobre depender de
Dios y esperar en Él hasta para las cosas más
minúsculas; de ejercer la fe en las pequeñas cosas y
confiar en la provisión del Padre. Por eso hoy
tenemos que hacer hincapié en la importancia de
darle gracias por todo.
Cuando aprendemos a esperar en el Señor y Él
responde, corremos el riesgo de confiarnos y
comenzar a recibir las bendiciones como algo seguro,
algo que tiene que ocurrir, o como comentábamos
más arriba, un derecho. Esto nos hace, en muchas
ocasiones, dejar de dar gracias e incluso adoptar una
actitud arrogante, como niños caprichosos y
exigentes.
Cuando mis hijos toman esa actitud me da mucha
pena, porque siento que no se dan cuenta que eso
que me reclaman, son los actos que yo hago movida
por mi amor por ellos y que va mucho más allá de mi
responsabilidad de cubrir sus necesidades o derechos
como hijos míos. Pero cuando recibo un simple
“gracias mami”, te puedo asegurar que el gozo que
45
siento inunda mi corazón de una manera muy
especial y me hace sonreír de oreja a oreja.
Por eso, por pequeña que pueda parecer la
bendición recibida, incluso cuando no es lo que
esperabas o habías pedido, carga tu corazón de
gratitud a Dios, porque de esta forma le estarás
glorificando, le estarás honrando, reconociendo su
amor por ti y además cumpliendo su voluntad.
1.
2.
3
46
47
Día 10: Legado de fe
Una de las principales preocupaciones cuando
tenemos familia es qué les vamos a dejar cuando nos
vayamos de este mundo. En muchas ocasiones
pensamos más en la herencia que dejaremos que en el
legado. Y es que hay una gran diferencia. Cuando se
habla de herencia, se hace referencia a los bienes
materiales: dinero, casa, terrenos y demás cosas de
este mundo. Mientras que el legado es inmaterial e
intangible y a la vez, mucho más importante que
cualquier bien material que podamos proporcionar a
las generaciones venideras. Porque dejar un legado
nos da la posibilidad de establecer la base y el
fundamento que puede mantener a nuestra familia
en el camino correcto hacia el Señor.
Igual que pasamos la vida trabajando para ofrecer
un futuro próspero a nuestros hijos y una buena
herencia, es igual o más importante trabajar para
dejar también un gran legado.
Ahora bien, ¿qué sucede si nos vamos sin dejar
herencia material? ¿Quiere decir que nuestra familia
48
vaya a ser pobre toda la vida? Probablemente no
porque según la Biblia, cada uno tenemos la
capacidad de producir y obtener riquezas:
51
Día 11: Caminando por fe y no
por vista
A medida que vamos ejerciendo la fe, nos vamos
acostumbrando poco a poco a ver la mano de Dios
en nuestro día a día. Tanto en cosas que hemos
pedido en oración, como otras que forman parte del
cuidado de nuestro Padre, sin que hayamos pedido
nada al respecto. Me vienen a la mente esas
situaciones en las que te das cuenta que había un
peligro del que has sido protegido cuando éste ya ha
pasado y sólo de pensar en lo que podría haber
ocurrido, se te ponen los pelos de punta.
Hace unas semanas, por ejemplo, estábamos
teniendo problemas con la puerta del garaje que una
vez abierta se volvía a cerrar. Era un peligro porque
no tenía todavía el detector de presencia instalado y
allá iban los 300 kilos de madera maciza sin importar
lo que hubiera en medio. El truco era esperar unos
segundos que se quedara abierta y si no se cerraba, ya
52
podíamos pasar. Pues bien, en una ocasión esperé
esos segundos de cortesía y empecé a sacar el coche
con la vista fija en la parte delantera para no golpear
el lateral del copiloto, cuando de repente vi que la
puerta del garaje estaba cerrándose y se encontraba
ya a tan sólo unos centímetros de mi ventanilla.
Cerré los ojos esperando lo inevitable, pero nada
ocurrió. Ahí estaba yo, con el coche a mitad sacar y
ahí estaba Dios, con la puerta detenida a mitad
cerrar. Estoy segura que no podemos ni imaginar las
veces que el Señor se manifiesta en nuestras vidas y
ni siquiera nos damos cuenta, pero ¡qué bonito es
cuando somos conscientes y podemos dar gloria a
Dios!
En otras ocasiones ocurre lo contrario.
Necesitamos de su protección, oramos, esperamos,
volvemos a orar y aquello que representa un peligro
se sigue acercando amenazante. La mano de Dios no
se ve por ningún lado y parece (tan sólo parece) que
se haya olvidado de nosotros. De esta sensación
hablábamos unos días atrás, en relación a los tiempos
del Señor. La única diferencia es que aquello era un
deseo no cumplido y ahora estamos hablando de una
necesidad.
53
En ocasiones así, debemos ser conscientes que a
veces Dios, como soberano, no abre nuestros ojos a lo
que está haciendo porque quiere que confiemos, sin
importar las circunstancias. Ya que una cosa es
segura, lo veas o no, Él está actuando siempre a tu
favor.
La decisión está en tus manos. Puedes dudar y
preferir actuar por tu cuenta ante su supuesta
ausencia. O puedes disponer en tu corazón elegir una
relación de amor y confianza hacia Dios, caminando
por fe y no por vista, esperando en Él.
54
¿Hay alguna circunstancia a día de hoy en la que
estés empezando a dudar de la protección de Dios?
Anótala debajo y deja espacio para escribir más
adelante cómo intervino Él.
Hoy puedes comenzar a confiar en el Señor. Él
sabe el esfuerzo que supone y la fe que requiere, por
ello su recompensa será grande.
Decide caminar por fe.
55
Día 12: Amando a Dios
Dios te ama. Hagas lo que hagas, seas como seas,
Dios te ama. Y lo hace sin límites, sin condiciones,
de una manera que nuestra mente humana es
incapaz de comprender sin su ayuda. Y no sólo eso,
sino que además lo que busca Dios es que tú
también lo ames y estés en perfecta relación con Él,
como estaban Adán y Eva antes de pecar. Pero las
personas estamos creadas de forma que no podemos
amar aquello que no conocemos, por eso se trata de
una decisión personal, el querer conocer a Dios y
recibir así el entendimiento que necesitamos, para
estar en una relación de amor con Él.
56
el paso que debemos dar? Veamos qué nos dice el
Apóstol Pablo:
57
Jesús nos dice que este es el mandamiento más
importante, pero que todavía hay un segundo
mandamiento que es igual de importante:
59
Día 13: Intimidad con Dios
¿Quién no se ha enamorado alguna vez? Forma parte
de nuestro ser: te fijas en alguien, empieza a gustarte
y cuando te quieres dar cuenta has caído en ese
estado de embriaguez de amor, que te lleva a hacer
locuras que no son nada propias de ti. Con razón se
dice aquello de “¿qué estarías dispuesto a hacer por
amor?”.
A veces es algo que va creciendo poco a poco,
otras veces es algo instantáneo, como cuando conocí
a mi marido, Andrés. La primera vez que le vi sentí
un vuelco en mi corazón y tuve claro que ya estaba
hecho: enamorada hasta la médula.
Alguna de las características del amor es que
cambia vidas, abre nuevos caminos y te lleva a nuevas
situaciones; te da un nuevo enfoque bajo el que
tomar decisiones, te puede llegar hasta a transformar.
En definitiva, altera totalmente tu vida.
Recuerdo los primeros meses de relación con
Andrés. Vivíamos a 150km de distancia y había días
en los que cogía un autobús y dos trenes para llegar a
60
su ciudad, verle quince minutos y volver donde yo
vivía. Íbamos al cine y nos perdíamos la película
porque no podíamos dejar de mirarnos.
Yo estaba en plena edad universitaria donde se
salía de noche “día sí y día también”, pero todo eso
dejó de importarme porque si no lo podía compartir
con él ya no me interesaba. Me pasaba los días y las
noches en casa escribiéndole correos electrónicos
(todavía no había Whatsapp) y contando las horas
que faltaban para vernos. Nada suponía un sacrificio,
cualquier cosa era válida y hecha con alegría, si me
permitía pasar tiempo con él o cultivar nuestra
relación.
Esto mismo ocurre con Dios. Cuando decidimos
dar el paso y comenzar una relación con el Señor, el
amor que despierta Él en nosotros es capaz de
remover nuestra vida entera, con el objetivo de
profundizar más en nuestra relación de amor,
conocerle más, intimar con Él.
A mi siempre me ha gustado leer. He devorado
libros de todo tipo de géneros. Pero desde que conocí
a Dios, no recuerdo haber leído más que una o dos
novelas. Todo el tiempo que tengo para la lectura lo
dedico a leer la Biblia y libros cristianos que me
61
hablen de Él. Le escribo cartas, madrugo para tener
momentos de paz con Él, y durante el día, allá donde
miro me recuerda que Él está conmigo.
El problema es que igual que el enamoramiento
es común en la relación con nuestra pareja y la
relación con Dios, también lo es caer en la rutina.
Cuando ya tenemos establecida la relación, hay un
punto en el que hacer que la llama de la pasión del
amor siga encendida, es una decisión que debemos
hacer y actuar en consecuencia. Porque si nos
dejamos llevar, la llama se apaga, el día a día nos
consume y en lugar de vivir el amor cada día,
recordamos con cariño lo bonito que fue cuando nos
conocimos.
Con Dios nos pasa que caemos en las costumbres
y tradiciones, oramos para bendecir la comida o antes
de dormir (si no nos quedamos dormidos), vamos a
la iglesia una vez por semana, leemos algún pasaje
bíblico para tacharlo de la lista de tareas y decimos
de vez en cuando “Que Dios te bendiga”. Poco más.
Para cuando nos queremos dar cuenta el amor se fue
y quedó la rutina.
Yo llevo diez años con mi marido y cada día elijo
que nuestra relación siga siendo una historia de
62
amor. Para ello hace falta dedicación, tiempo
compartido de calidad, demostrarle que le amo con
hechos, no solo con palabras. Es evidente que es cosa
de dos y si la otra persona no hace lo mismo, es fácil
que la cosa acabe mal. Pero con Dios no tenemos ese
obstáculo, porque Él nos ama y está ansioso por
demostrarlo cada día, sólo espera que nosotros
estemos dispuestos a corresponderle, para mantener
la llama encendida. Y la única manera de hacerlo es
pasando tiempo con el Señor, teniendo intimidad
con Él.
¿De qué manera? La Biblia, como siempre, nos da
las claves.
63
“Pero que se alegren todos los que en ti se refugian; que
canten alegres alabanzas por siempre.” [Salmos
5:11-12] NTV.
64
Alaba al Señor. Cuéntale a los demás lo que Dios
hace por ti, escucha música de alabanza, cántale,
escríbele poemas, cartas, lo que se te ocurra con el
propósito de alabarle. Porque Él merece eso y mucho
más.
Haz esto y comenzarás a vivir una nueva historia
de amor con el Señor, en una luna de miel
interminable, de viaje por los lugares más preciosos
de la vida.
65
Día 14: La sabiduría que trae
la intimidad
Me impresiona mucho cómo el Señor ha ido
creando las relaciones y los vínculos en las personas
para que nos ayuden a entender la relación que
podemos tener con Él. Ayer hablábamos del proceso
de enamoramiento y cómo mantener intimidad con
Dios, mientras veíamos que esto es igual en nuestra
relación de pareja.
¿Qué es lo siguiente que ocurre en una relación?
Cuanto más conocemos a la persona que tenemos al
lado, por lo general mayor es la amistad que se
genera. De hecho, debiera ser que nuestra pareja
fuera también nuestro mejor amigo.
¿Recuerdas que ayer te decía que me pasaba los
días escribiendo correos electrónicos a mi marido?
En esos correos le contaba todo lo que me pasaba
durante los días que no nos veíamos, porque él se
había convertido en mi amigo y confidente. Me daba
66
la impresión que si no le contaba algo era como si no
hubiera ocurrido. Todo lo quería compartir con él,
incluso en la distancia. Hoy día seguimos igual,
contándonos todo aquello que no hemos podido
compartir juntos. De nuevo, lo mismo ocurre en
nuestra relación con Dios.
67
intimidad con Dios, una de las consecuencias es la
sabiduría que recibimos.
69
Día 15: Obedecer de todo corazón
Pierdo la cuenta de las veces que le digo a mis hijos
que hagan algo concreto durante el día. De hecho,
los padres tendemos a hacer eso, ¿cierto? “Termínate
el desayuno”, “recoge la mesa”, “no hagas eso que te
vas a hacer daño”, y podríamos seguir con un largo
etcétera de órdenes que damos para educar a
nuestros hijos. Mientras los niños son pequeños
reciben órdenes sencillas y a medida que se van
haciendo mayores éstas se van complicando.
Cuando les digo a mis hijos que hagan algo, no
espero que lo cumplan por temor a las consecuencias
si no lo hacen, o sólo porque soy su madre. Espero
que lo hagan por amor a mí, y digo esto de manera
algo egoísta porque si ellos están bien yo estoy bien.
Y sin duda ellos estarán mejor si hacen lo que les
digo que si hacen lo que ellos quieren, por lo menos
hasta que alcancen la madurez necesaria para tomar
sus propias decisiones.
Tal vez hay muchas órdenes pequeñas que no son
tan trascendentales y aún así deben ser cumplidas,
70
porque es un entrenamiento para ellos. Si aprenden a
obedecer en las pequeñas cosas, obedecerán también
en las grandes.
Además espero que obedezcan sabiendo que todo
lo que yo les pida va a ser bueno para ellos. Cuando
obedecen de buena gana, no solamente reciben la
bendición (el buen resultado de su acto) sino que me
demuestran que me aman, que confían en mí y que
saben que es por su bien. Un ejemplo sencillo es
cuando les pido que se laven los dientes. Cuando lo
hacen, están recibiendo la bendición de tener unos
dientes sanos y limpios, mientras que a la vez me
están obedeciendo.
Nuestra obediencia a Dios debe ser igual.
Obedecer lo que Dios nos dice, nos abre las puertas a
la bendición de ese acto, a la vez que le honramos a
Él, porque la obediencia es una preciosa manera de
demostrarle cuánto le amamos. Como hijos suyos, Él
quiere que estemos bien y quiere cubrirnos de sus
bendiciones, pero se espera algo de nosotros. Jesús
dijo:
73
Camina en los mandatos de Dios y te estarás
asegurando que andas en su voluntad, con el mejor
resultado posible para ti, honrando al Señor.
74
75
Día 16: ¿Cómo usa el Señor la
obediencia?
Nada de lo que hagamos es en vano cuando lo
hacemos para el Señor. Y todo es utilizado por Él
para más de lo que nos podemos imaginar.
Ayer hablábamos sobre las buenas consecuencias
que acarrea obedecer a Dios, ya que todo aquello que
Él nos dice que hagamos es para nuestro bien. Es
más, es lo perfecto para nosotros en cada situación.
Nosotros por nuestra cuenta seríamos incapaces de
acertar lo que más nos conviene porque lo pensamos
y evaluamos con un conocimiento limitado, mientas
que Dios es omnisciente. Todo lo sabe y su plan está
perfectamente trazado para ti y para mí. Sólo
debemos confiar y obedecer.
Además el Señor en su bondad, utiliza la
obediencia para algo más, de nuevo para nuestro
beneficio. A través de la obediencia nos ayuda a pulir
76
asperezas de nuestra forma de ser. Y con esto me
refiero a cómo somos, no las cosas que hacemos.
Esto es debido a que obedecer implica tener que
escoger entre nuestra voluntad y su voluntad para
nosotros, sabiendo que la suya siempre es mucho
mejor. Nos enseña a ser humildes, dejando nuestro
orgullo de lado. Nos educa a no cuestionar al Señor.
Y cada vez que obedecemos, hacemos un pequeño
ejercicio, un pequeño entrenamiento que nos hace
más fácil este acto que tanto honra a Dios y además
nos beneficia. Y la humildad que vamos haciendo
nuestra, no sólo nos aleja del pecado del orgullo, sino
que además nos hace ser un poco más como Cristo.
Por otro lado la obediencia nos enseña a estar bajo
autoridad. En este caso bajo la autoridad de Dios,
que se puede extrapolar a nuestra vida diaria y ser
beneficioso para nuestras relaciones con personas de
autoridad superior a nosotros, ya sean padres, jefes,
cuerpos de seguridad, etc. De hecho, un líder sólo
puede llegar a serlo si sabe primero estar bajo
autoridad.
Esto lo podemos ver en las iglesias. Un líder de
jóvenes será buen líder si está bajo la autoridad del
Pastor. El Pastor será buen líder si permanece bajo la
77
autoridad de Dios. Y Cristo mismo nos dejó el mejor
ejemplo. ¿Por qué todos le seguían? Porque
primeramente estuvo bajo la autoridad del Padre.
Ten en cuenta una cosa: todos estamos llamados a
ser líderes. Porque líder es aquel que lidera, o dirige a
otros hacia algún lugar. Jesús nos llama a liderar a
otros a sus pies. Y para conseguirlo debemos estar
alineados con la voluntad del Padre. ¿Cómo?
Obedeciendo.
Y aún hay algo más. Nuestra obediencia puede
inspirar a otros a obedecer también. No solamente en
nuestra familia, sino en nuestro entorno.
Recuerdo al principio de comenzar a caminar con
Jesús, sólo bendecíamos los alimentos cuando
estábamos en casa. Si salíamos a comer o cenar fuera,
la oración desaparecía de escena. Hasta que el Señor
me hizo darme cuenta de que parecía que nos
estuviéramos avergonzando. En ese momento sí que
me avergoncé delante del Señor por actuar de esa
manera y desde ese día en adelante oramos y
bendecimos la mesa allá donde estemos. Al principio
mi marido se sentía incómodo, pero mi acto de
obediencia le inspiró y ahora es él el que toma la
iniciativa. Además, orar en público es muestra directa
78
sobre nuestra identidad en Cristo, lo que nos ha
abierto muchas puertas para hablar sobre el Señor
con otras personas.
Un pequeño acto de obediencia. ¿Qué obtengo a
cambio? Ahora siempre consumimos alimentos
bendecidos, con este acto exaltamos al Señor y le
honramos poniéndole a Él por encima del mundo (el
qué dirán, la vergüenza, etc.), surgen oportunidades
para cumplir con el llamado de liderar a otros hacia
Dios y además he inspirado a otros a obedecer. Hasta
aquí es hasta donde yo sé. A saber de qué más
maneras maravillosas puede usar el Señor nuestras
oraciones en público para tocar los corazones de
otras personas.
79
Día 17: Cuando Dios nos
transforma
Todos los sentidos que Dios nos ha dado son
magníficos. La vista, para poder ver su creación; el
tacto con el que percibimos las cualidades de las
cosas y personas que nos rodean (yo no puedo evitar
tocar todo aquello que parece suave); el oído, que nos
hace gozar de la música de alabanza.
¿Qué me dices del olfato? Las personas tenemos
entre 10 y 100 millones de receptores olfatorios que
nos permiten distinguir innumerables olores, tanto
agradables como desagradables. Hay algunos olores
que directamente nos transportan a lugares, como a
mí el de hierba recién cortada, que me lleva a la
montaña; o el olor de determinadas especias, que me
llevan a casa de mi abuela en Bulgaria. Eso es debido
a la memoria olfativa; una vez que olemos algo nuevo
siempre reconoceremos que ya lo hemos olido con
anterioridad. También me encanta ir por la calle
80
notando los perfumes que lleva la gente. Cada
fragancia es una experiencia.
Me llama la atención este sentido en concreto,
porque si yo no quiero tocar una cosa, no la toco, si
no quiero ver, cierro los ojos, pero es difícil dejar de
oler. Puedes tapar tu nariz y respirar por la boca y
enseguida sientes que no es natural. Además el olor
que querías evitar, parece estar dentro de tu cerebro,
porque una vez que entra, deja huella.
Pues bien, la fragancia de Dios es el amor, porque
“Dios es amor” [1 Juan 4:16]. Y cuando le entregamos
nuestra vida en fe y obediencia, nosotros mismos
transpiramos el amor de Dios. A mi me pasa que
cuando veo a un hermano o una hermana que
caminan al lado de Dios, pienso “Esta persona huele
al Señor”. Si dejamos que Dios invada nuestra vida,
nosotros también oleremos a Dios y llevaremos su
fragancia allá donde vayamos. Y aunque los demás
traten de “taparse la nariz” para no oler, el Señor ya
habrá dejado huella.
83
Día 18: Haciendo sonreír a
Dios
“ Yo te he amado, pueblo mío, con un amor eterno. Con
amor inagotable te acerqué a mí.” [ Jeremías 31:3]
NTV.
84
es decir, cuando hacemos cualquier cosa que Él nos
pide, sin reservas y sin demora.
También sonríe cuando le alabamos y le agradecemos,
reconociendo todo lo que Él es y todo lo que ha
hecho, hace y hará por nosotros. La Biblia está llena
de sus promesas y Dios es fiel, por tanto digno de
toda alabanza. Vivamos en una manifestación de
gratitud continua, porque toda la vida, todo lo que
somos, lo que tenemos, lo que hacemos, todo es
gracias a Dios. Y cada situación o circunstancia que
disfrutemos, se convertirá en un acto de adoración si
le damos gracias a Dios por ella, porque Dios se
complace al vernos disfrutar de su creación.
Hay todavía una cosa más. El Señor se regocija al
vernos utilizar las habilidades que Él nos da, para su
servicio. Porque cuando las ponemos a su servicio es
cuando realmente las estamos utilizando para el
propósito para el que nos fueron dadas.
Como dice el Pastor Rick Warren en su libro Una
vida con propósito, “las aptitudes no espirituales no
existen, solo existe el uso indebido de ellas”. Todo lo
que somos, todo lo que sabemos y podemos hacer
puede ser puesto al servicio de Dios, porque nuestro
85
ser, nuestras capacidades y habilidades forman parte
del plan perfecto de Dios.
¿Cómo podemos ponerlas al servicio del Señor?
Muy sencillo, poniéndolas al servicio de los demás.
1.
2.
3.
87
Día 19: Tienes un don
¿Has leído bien el título del texto de hoy? Vuelve a
hacerlo.
88
se nos da bien hacer y que habitualmente
disfrutamos haciendo. A uno se le puede dar bien la
música, a otro las artes manuales, a otro el deporte, o
incluso varias cosas a la vez. De hecho hay tantas
habilidades como personas en el mundo.
Últimamente están muy de moda programas
como Factor X o Got talent, donde personas de todo
el planeta exhiben las más extrañas habilidades. Y
aunque en casa no somos muy aficionados a verlo, de
vez en cuando nos ponemos algún resumen de las
actuaciones más llamativas. Y os aseguro que es muy
sorprendente lo creativo que es Dios con los talentos
que reparte.
Ahora bien, para que una habilidad o talento sea
considerado un don hay un requisito: debe edificar a
otros. Si utilizas lo que se te da bien para tu propio
gozo y disfrute se tratará de un hobby, una afición.
Mientras que si tu talento lo pones al servicio de
otros, será considerado un don. Y más que eso, será
un don utilizado para el propósito para el que Dios
te lo dio.
89
Vemos en el mismo pasaje de la Carta a los
Efesios cómo continúa Pablo hablando acerca de los
dones repartidos:
91
Día 20: El llamado
Cuando echamos la vista atrás y vemos cómo vivían
las personas hace unos años, es impactante lo mucho
que ha avanzado la sociedad en los países
desarrollados. No hace falta mirar muy atrás, tan solo
comparando cómo vivían nuestros padres a cómo lo
hacemos nosotros hoy en día, nos damos cuenta la
cantidad de comodidades que tenemos. Desde los
medios de transporte a los electrodomésticos más
modernos, pasando por las mejoras en sanidad,
internet, los pañales, la alimentación y mil cosas más.
Cada día se crea algo nuevo para que tengamos
una vida más cómoda. Pero aunque todo parezca
para nuestro bien, debemos tener cuidado porque
una de las cosas que más nos aleja de Dios, son
precisamente las comodidades.
Cuando empezamos a acomodarnos a nuestra
vida, comenzamos también a aferramos a lo que
tenemos como si fuera la única fuente de nuestra
felicidad o bienestar. Por un lado eso va en nuestra
contra porque en lugar de disfrutar de lo que
92
tenemos y dar gracias a Dios, comenzamos a
preocuparnos de perderlo. Es ahí cuando pasamos a
vivir para mantener lo que tenemos en lugar de vivir
para Dios.
Y por otro lado, está la situación en la que sin
darnos cuenta nos separamos de Dios porque
nuestras necesidades están cubiertas y nos dejamos
llevar por el día a día. Pero Dios nos llama a
permanecer en Él, no en las cosas del mundo y
buscarle primeramente a Él de modo que todo lo
demás nos será añadido.
95
Día 21: Cuando no todo sale
bien
Llevamos tres semanas hablando sobre lo
maravilloso que es confiar en Dios y tener una
relación personal con Él; sobre la cantidad de
bendiciones que nos tiene preparadas si sólo
actuamos con fe; sobre el amor que nos llega de su
parte y cómo podemos transmitirlo a los demás. Y es
inevitable que surja una pregunta: ¿qué ocurre
cuando atravesamos dificultades?¿qué sucede cuando
obedecemos y las cosas no van bien?
En primer lugar, no debemos perder de vista que
vivimos en un mundo caído, un mundo de oscuridad
gobernado por el enemigo. Él va a tratar de ponernos
la zancadilla a cada paso que nos acerque al Señor.
Pero con Dios ya tenemos la victoria asegurada.
96
“Pues todo hijo de Dios vence a este mundo de maldad, y
logramos esa victoria por medio de nuestra fe.” [1 Juan
5:4] NTV.
99
Conclusión
Un paso de fe. Así comenzábamos y así terminamos.
Has dado un paso de fe terminando este libro y yo te
quiero dar mi enhorabuena. Aunque esto más que un
fin es un principio. Es el principio de una nueva vida
en la que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu
Santo toman su lugar en tu vida y comienzan a guiar
tus pasos por la senda que el Señor preparó para ti ya
en el comienzo de los tiempos.
Para despedirme quiero contarte algo. Llevo un
mes más o menos escribiendo este libro y para ello
he estado madrugando mucho más que en toda mi
vida, encontrándome cada mañana antes del
amanecer con el Señor, con la emoción de descubrir
qué tenía preparado para ti y para mí a través de
estas páginas. Ha sido un tiempo de mucha
bendición, y Dios me ha enseñado algo que ahora
mismo considero vital y quiero compartir contigo.
Las primeras horas del día, antes del alba, son las que
Jesús espera para encontrarse contigo en intimidad.
100
“ Yo amo a los que me aman, y me hallan los que
temprano me buscan.” [Proverbios 8:17]
102
103
Agradecimientos
Quiero agradecer a mi Pastor, Daniel Barabaschi,
su apoyo en este proyecto, con sus oraciones y su
ayuda con la corrección del manuscrito.
También doy gracias a mi querida amiga Gloria
Rodriguez Moreira, del Ministerio Focum
(www.enciendefocum.com) por sus inestimables
consejos, por arrojar luz a tantos aspectos en mi vida
espiritual y ayudarme en mi crecimiento.
Muy en especial doy gracias a mi marido, Andrés,
por amarme, animarme y apoyarme en cada uno de
mis locos emprendimientos. Por ser mi “toma tierra”
y porque su mano siempre ha sido mi sostén.
Pero sobre todas las cosas, doy gracias a Dios, por
su amor y por el enorme privilegio de ser usada por
Él para su obra. A Él sea toda la honra y la gloria
hoy y para siempre.
104
105
Contacta conmigo
Web: www.caminandojuntoael.com
Instagram: @caminandojuntoael
Youtube: http://bit.ly/caminandoYT
Mail: iva@caminandojuntoael.com
106
107