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el adjetivo científico para marcar en primer lugar la psicología que se ubica dentro
del esquema tradicional científico, es decir aquella que se alejó de lo que en la
historia de la psicología se consideró como pura reflexión teórica acerca de la
psique e hizo uso del método científico tomado prestado de las ciencias naturales.
Bien, para desarrollar esta sección nos apoyaremos en los planteamientos que J.
R. Musso (1970) elabora en su libro titulado Falacias y mitos metodológicos de la
psicología, particularmente en la sección denominada el método científico es
analítico-sintético. Lo interesante de abordar este autor en particular es que la
argumentación sobre el método analítico-sintético busca negarles mayor verdad a
las perspectivas totalistas, aquí desde luego no se está haciendo referencia a
Hegel sino a formas que abordan lo psicológico desde la perspectiva de la
totalidad, pues estamos al interior de una ciencia empírica, pero aporta mucha
claridad sobre el tipo de “todo” que se puede manejar al interior de una ciencia
empírica, en este caso de la psicología, consideración que al final nos permitirá
caracterizar el método hegeliano.
Esta sección requiere de cierta formalización pero tomada con cuidado resulta
bastante sencilla. Según Musso, un científico en principio estudia o conoce
propiedades (Y) de los objetos (x), no importa qué área del conocimiento sea, en
principio el conocer es el mismo. Un objeto es una cosa concreta en el espacio y
en el tiempo, tomemos por ejemplo una piedra 2, y las propiedades son las
características predicables de ese objeto, por ejemplo la piedra es de granito, tiene
forma ovalada y es de color marrón. El análisis consiste en descomponer
conceptualmente el objeto o la situación (S) en que se encuentra el objeto en sus
partes o elementos discernibles, y en verificar qué cambios en Y se producen
como consecuencia de los cambios en las propiedades de esas partes. El objeto x
es una de las partes de la situación S en tanto pertenece espacialmente a S. Las
otras partes de S son espacialmente externas a x. Por ello, las partes de S
espacialmente externas a x, o las propiedades de esas partes, cuyas
modificaciones ocasionan cambios en la propiedad Y de x se denominan como
variables del campo externo de Y, y se indican con la notación X ( X 1 , X 2 … X n),
aclaramos de pasada que una variable es simplemente la variación de la
propiedad en cuestión. Por otra parte, Y, la propiedad que estamos estudiando de
un objeto x, se estudia en relación con otras propiedades de x, las cuales se
denominaran como variables del campo interno de Y, y se indicaran con la
notación (X '1 , X '2 … X 'r ). El campo total de y es el constituido por el conjunto de
variables X y X ' .
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El ejemplo es puesto también por Musso.
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Ilústrenos lo anterior con el ejemplo de la piedra. X, la piedra, se encuentra en una
situación S: una piedra de forma ovalada se encuentra apoyada sobre un extremo
de la tabla rectangular. La tabla, la temperatura y la humedad son las partes que
constituyen la situación (S) de x. Digamos que nos interesa saber si algunas de las
propiedades de la tabla ocasionan cambios en una de las propiedades de x, o sea
en Y, por ejemplo, su grado de inclinación, esta propiedad (relacional) de acuerdo
con nuestra notación es denominada como X 1 porque hace parte del campo
externo de X, ahora bien, digamos que aquello que nos interesa saber es la
velocidad de deslizamiento de x, es decir Y. Para saber la relación que guarda X 1
con Y, es decir el grado de inclinación de la tabla con la velocidad de
deslizamiento de la piedra debo neutralizar las demás variables, lo que significa
mantener las demás propiedades sin variaciones con el fin de que las
conclusiones solo se deban a X 1 . De esta forma la velocidad de deslizamiento de
la piedra estará determinada por los cambios que se realicen en el grado de
inclinación de la tabla. Por otro lado, podemos querer saber si las otras
propiedades de X influyen en la propiedad de X que estoy investigando (Y), por
ejemplo me interesa saber si la textura de la piedra, su grado de rugosidad ( X '1 ),
influye en su velocidad de deslizamiento. Realizando cambios en la rugosidad de
la piedra y controlando el resto de variables, puedo determinar la influencia de X '1
sobre Y. Como vemos en el primer caso la investigación versa sobre las variables
del campo externo de Y, y en el segundo caso la investigación versa sobre las
variables del campo interno de Y.
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El análisis para el objeto psicológico es de Musso nuevamente.
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y la estimación subjetiva del individuo, aquí sabemos que estamos determinando
las variables internas del campo de Y. Dado que estas variables no son
observables ni directamente manipulables como sí lo es la rugosidad de la piedra,
podemos hacer uso de test o estimulaciones verbales.
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de los choques eléctricos. La ley general que se deriva de esta consideración es
que el comportamiento es causado por variables externas o ambientales, y las
leyes específicas son el reforzamiento positivo y el castigo. El primero de ellos
establece que si una forma de comportamiento es recompensada con un estímulo
reforzador para el individuo, como la comida, la probabilidad de que esta ocurra
aumenta; y el segundo establece que si una forma de comportamiento es
castigada con un estímulo aversivo para el individuo, como un choque eléctrico, la
probabilidad de que esta ocurra disminuye.
Bien, recorrido este largo camino parece hasta aquí que el método analítico-
sintético del conocimiento científico cumple a cabalidad con su única meta: nos
dice cosas verdaderas sobre el mundo, nos otorga leyes que podemos comprobar
con un sencillo experimento, el que quiera saber de qué depende la conducta de
los organismos que ponga una rata en una caja y descubrirá las leyes que la rigen.
El caso del conductismo instrumental, es decir el skinneriano, resulta
completamente intuitivo en tanto en nuestra vida diaria es fácil comprobar la ley
del placer y el dolor, y entonces parece que todo está resuelto y vía el conocer
científico, vía su método analítico-sintético damos con las leyes de la realidad,
entre ellas las leyes que rigen el comportamiento de los organismos, y entre ellas
a su vez las leyes que rigen al humano en tanto organismo. No obstante, ¿Qué
sabemos realmente de lo humano?, ¿Qué se ha comprobado con el experimento
clásico de la caja de Skinner?, si uno le muestra el experimento de la caja de
Skinner a un hombre común, ¿qué podría concluir de allí? Lo mismo que en parte
ya sabe, que si lo tratan bien él se comporta, y si lo tratan mal no hace nada. A
parte de eso ¿qué más estamos diciendo?, si uno lo pone en esos términos, la
verdad, no estamos diciendo mucho, porque justamente lo que hay que decir
permanece en la más absurda oscuridad, ¿por qué la comida refuerza? y ¿Por
qué el choque eléctrico castiga? Es decir ¿por qué el reforzador refuerza? Y ¿por
qué el castigo castiga? Estas preguntas no pueden ser resueltas mediante el
experimento mismo, para responderlas tenemos que ir al andamiaje teórico
Skinneriano, y desde allí comprender el valor evolutivo que tienen ciertas variables
ambientales en tanto aumentan la probabilidad de supervivencia de la especie: si
un organismo no come, no se aparea y no evita el dolor es más probable que
muera y la especie se debilite. Bajo este contexto teórico, ahí sí el experimento
cobra sentido, no entraremos en detalle en dichos postulados puesto que no es el
propósito de este escrito. Lo que queremos destacar acá es que no se puede
aceptar la ley general de Skinner según la cual el comportamiento es resultado de
factores ambientales, sin antes presuponer toda la teoría evolutiva que le dé
sentido al axioma mismo: los organismos buscan el placer y evitan el dolor.
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Si el conocimiento científico no nos arroja la verdad sobre el mundo, puesto que
como vimos anteriormente debemos creer ciegamente en varios presupuestos
para tomar como universales y necesarias las leyes que nos arroja, como ocurrió
con la ley de la recompensa y el castigo en relación con el conocimiento
psicológico, ¿Qué le queda entonces al conocer humano? ¿Está condenado al
escepticismo? ¿Está condenado a la ilusión del conocer, en tanto proceso
puramente tautológico? ¿Estamos condenados a la empírea? ¿A las leyes sin
carne? Queda entonces el impulso del conocimiento como una necesidad creada,
sin pizca de objetividad: encontrar la realidad es encontrarse con la necesidad
caprichosa de uno u otro científico, de uno u otro marco teórico.
“Lo que antes se llamaba metafísica, fue, por así decirlo, totalmente
arrancado de raíz y ha desaparecido del conjunto de las ciencias. ¿Dónde se
oyen o pueden oírse todavía las voces de la antigua ontología, de la
psicología racional, de la cosmología e incluso de la antigua teología natural?
¿Dónde encontrarían todavía interés, por ejemplo, indagaciones sobre la
inmaterialidad del alma, sobre las causas mecánicas y finales? Asimismo las
pruebas de antaño en favor de la existencia de Dios sólo se citan ahora por
su interés histórico o para edificación y elevación del espíritu. Esto
demuestra que se ha perdido el interés ya por el contenido, ya por la forma
de la metafísica anterior o por ambos. Si es asombroso que, por ejemplo,
hayan llegado a ser inservibles para un pueblo su ciencia del derecho, sus
principios, sus costumbres morales y virtudes, del mismo modo debe ser no
menos asombroso que un pueblo pierda su metafísica, y que el espíritu, que
se ocupaba de su esencia pura, ya no tenga una existencia real en él” (p.27)
Con esta larga cita damos inicio a la exposición del método absoluto filosófico,
porque de acuerdo con Hegel la filosofía se ocupa justamente de lo verdadero, de
aquello que Kant puso como infranqueable para el entendimiento humano. No
obstante, la verdad no será la verdad del conocer científico: pura correspondencia
con lo empírico. Por lo tanto pasemos a considerar cuál será la verdad del conocer
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filosófico, pasemos a considerar de echo cuál es la verdad pues no puede haber
otra, y desde allí por qué razón las ciencias están condenadas a lo finito, lo
perecedero, esto desde luego se ilustro anteriormente pero ahora lo veremos
desde el método absoluto. Para esta sección nos serviremos de la última sección
de la tercera parte de la ciencia de la lógica: la idea absoluta.
Lo primero que hay que decir es que la filosofía hegeliana se ocupa entonces del
ser, el sentido del ser puede parecer muy obvio para los filósofos pero considero
que siempre es importante la aclaración, especialmente para nosotros como
estudiosos de las ciencias sociales quienes en términos hegelianos
permanecemos sumergidos en lo empírico. El ser es en términos muy simples
aquello que permite que se pueda decir que lo que es sea o exista: una mesa, un
pensamiento, una cultura o un libro. A las ciencias naturales y sociales les
antecede una presuposición: todo lo que estudian antes de que sea químico,
social, físico, psicológico, en primera instancia es. Del ser como se sabe se ha
ocupado la metafísica antigua, sin embargo, fue dejada de lado, en tanto la
reflexión acerca del ejercicio activo del pensamiento en la determinación del ser,
termino negando justamente la posibilidad de acceder a lo real mismo y en cambio
se posicionó el entendimiento mismo como fundamento de lo real arrojando como
producto una realidad aparente, es decir se ubicó al entendimiento como
fundamento de lo objetivo pero no de lo verdadero e incondicionado: el ser. Pues
Hegel se ocupa entonces del ser, del ser que se supone el entendimiento no
puede alcanzar, a él le interesa reivindicarle a la filosofía la verdad, por ello inicia
la lógica llamando la atención sobre la metafísica, o más bien sobre el
cuestionamiento metafísico: las causas últimas y finales de todo lo que es.
Bien, la manera en que de acuerdo con Hegel de la filosofía brota la verdad, el ser,
es de lo que se ocupa la ciencia de la lógica. Hemos introducido la filosofía
hegeliana en oposición a la Kantiana en cuanto esta última le niega la posibilidad
al entendimiento humano del conocimiento de lo incondicionado, o de lo infinito, o
de lo verdadero. No obstante, de acuerdo con Noël (1995), si el idealismo
kantiano no parte de un sujeto particular, sino de un sujeto universal e impersonal,
de un espíritu absoluto, llegara a ser Hegelianismo. En breve, Kant lo que hizo fue
mostrar como la objetividad está fundamentada en el conocimiento humano y
relegó al ámbito de la razón práctica el pensamiento de lo verdadero, como fe y no
como verdad, y de allí el escepticismo filosófico; Hegel se va apoyar justamente en
este mérito Kantiano, el de considerar el sujeto como fundamento de la
objetividad y lo va llevar hasta sus últimas consecuencias: considerar al sujeto no
como sujeto particular, ni como humano, sino como absoluto, es decir, demostrar
que la razón humana no es humana sino que es la razón absoluta y el ser humano
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puede dar cuenta de ésta porque él participa de ella. En consecuencia, en la
ciencia de la lógica Hegel se propondrá mostrar dialécticamente como las
categorías o determinaciones del pensamiento se engendran unas a otras solo
porque son momentos de una categoría mayor la idea absoluta o la razón. Este
proceder busca asegurar la unidad entre el entendimiento y la razón kantiana, y
cerrar el abismo en el que Kant nos había dejado sumergidos, para con ello
demostrar la verdad: que el ser es lo real en tanto racional.
Nuestro propósito en este escrito como dijimos era comparar el método analítico
sintético científico con el método absoluto y ya hemos hecho bastante de eso:
hemos visto en la primera sección la razón de que el primero sea visto como finito,
en tanto las leyes son capricho del investigador, hemos dicho que en cuanto el
conocer se toma como entendimiento trascendental el escepticismo aplica a toda
forma de conocer humano, y hemos mostrado como la filosofía hegeliana se le
opone en tanto pretende acabar con este escepticismo mostrando en la lógica
como el pensar y el ser son dos aspectos de la idea absoluta. Pasamos a
considerar entonces el método absoluto, el cual debe dejar clara la diferencia
entre filosofía y ciencia, método analítico-sintético y método absoluto, conocer
finito y conocer infinito.
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hemos dicho que Hegel le interesaba volver a las causas finales, restablecerle la
verdad al conocer humano, para la cual se mostraban impedidos el proceder
científico y kantiano, entonces ¿de qué se trata exactamente el final de este
recorrido por las determinaciones del pensamiento? ¿Otro escepticismo? en
absoluto, porque ya estamos en ella: en la reflexión acerca de las determinaciones
del pensamiento la reflexión humana al final de la lógica está pensando
justamente la razón absoluta. En efecto, como afirma Diaz (1986) “la intención
hegeliana es mostrarnos que la humanización de Dios, llevada a cabo por la
ilustración, conlleva dialécticamente la divinización del hombre, al precio de negar
su abstracta particularidad y abrirse a un sentido que, si bien le es dado
comprender, no está bajo su caprichosa disposición” (p.138).
El comienzo del pensar, del método, es decir del pensar filosófico, es entonces un
inmediato, un inmediato que tiene la forma de una universalidad abstracta, el
comienzo siempre es algo asumido, hallado. Sin embargo, como unidad que es la
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idea absoluta este universal abstracto tiene el valor de un universal objetivo, pero
antes debe desarrollarse, tomado en sí, permanece como pura potencialidad.
Como universal objetivo en sí este comienzo es defectuoso y debe determinarse,
esto no debe sorprender dado que hemos dicho que al nivel de la totalidad que es
la idea absoluta, que es la razón misma, estamos al nivel máximo de
compenetración, por lo tanto, lo que se espera que suceda es que este universal
se torne concreto, se particularice o mejor dicho se determine y se despliegue a sí
mismo. Esto no significa la aplicación del universal en un mundo previsto como
sustancial y ajeno, es justamente el universal mismo el que tiene que
particularizarse, para que de esta forma brote la diferencia que esta de suya en él.
En consecuencia, lo universal como objetivo y no como abstracto en el método
absoluto, no es aquello que espera o lucha por rellenarse con lo objetivo, sino más
bien algo que como impulso espera determinarse y dar lugar a lo particular como
momento interno de él en tanto totalidad concreta.
En consecuencia este momento de ser distinto del concepto, de ser otro, pero
superarse en su otro y conservarse de nuevo en la unidad, es la vuelta a la
totalidad inicial, sin embargo, no es propiamente una vuelta, sino más bien un
reencontrarse del concepto consigo mismo, en tanto se había puesto como otro.
Esta unidad de la diferencia o esta unidad negativa, es la eliminación de la
mediación, del ser otro, es la eliminación de la diferencia, es “el concepto que se
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realiza mediante el ser-otro, y que, mediante la eliminación de esta realidad, se ha
fundido consigo mismo y ha restablecido su absoluta realidad, su simple referencia
a sí mismo” (Hegel, p.730, p.736).
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cambio tiene lugar en los tres movimientos y en eso consiste justamente el ser, en
este movimiento. Por ello, hemos dicho que el movimiento del concepto es un
movimiento ontológico pero como movimiento rebasa el sentido del tipo de
metafísica que pretende asir lo permanente y lo eterno, y se empieza a delinear la
idea de una filosofía que le devuelve la verdad al conocimiento humano, solo si
por ello entendemos que la verdad es cambio permanente. De lo contrario, no
podríamos hallarle un verdadero sentido al conocer filosófico, si no fuera más que
un volver a lo mismo, justamente el filósofo en tanto su conocer es un permanente
acceder a la razón absoluta, es un conocer inacabado, y es en ese sentido en que
la estructura ontológica que es de suya el concepto es interminable, puesto que
cada vez que el filósofo intenta comprender un ámbito de la realidad significa que
volver a pensar el concepto mismo e integrar lo que parece extraño en este
movimiento absoluto que en sentido estricto es robustecer más y más el concepto,
hacerlo más determinado y más concreto, y por lo tanto esta resulta una labor
interminable.
REFERENCIAS
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