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LA ÚLTIMA MODA
La última moda
Gaceta del mundo y de la familia
Primera entrega
6 de septiembre de 1874
Número de muestra
I
TEXTO
TAPA
Nota importante
El título de la revista, los subtítulos, etc., así como la disposición del texto y de
los anuncios le pertenecen exclusivamente, habiendo sido debidamente patentados,
toda falsificación o imitación será perseguida en los países que han firmado con
Francia un tratado literario.
LA MODA
Joyas
Marguerite de Ponty
I
Litografía a la acuarela
La litografía a la acuarela de este Número de muestra, que aparece con un mes
de anticipación, no puede mostrar desde ahora las modas de septiembre: por lo tanto
está tomada al azar dentro de la rica colección publicada este verano por la Revista
(edición sin texto). Presentamos al público siete u ocho tipos diversos de conjuntos.
Véase en la Correspondencia (interior de la cubierta), la Explicación de los conjuntos de
mayo, junio, julio y de principios de agosto.
II
Grabados en blanco y negro
Primera página
1. – Falda de seda azul marino. Túnica de cachemira del mismo tono, con
plisado y forro de seda azul turquesa. Pequeñas franjas de seda azul marino sobre el
plisado y alrededor. La blusa de dos puntas es de cachemira con adornos de seda en dos
tonos. Todo revestido de encaje negro perlado.
Páginas centrales
2. – Traje de niño de ocho a diez años. Chaqueta, pantalón y chaleco de paño
azul oscuro, bordados con cinta de seda negra, pequeñas bocamangas de seda negra en
el pantalón, en los puños y en los bolsillos.
3. – Traje beige para nena de ocho a diez años. Falda plisada con aplicaciones de
terciopelo marrón. Abrigo corto ajustado atrás y no adelante. La falda, ahuecada
adelante, es más larga a los costados y atrás; muy corta en el reverso. Bolsillos a los
costados con botones de madera marrón.
III
Molde cortado de tamaño natural
Este Número de muestra no puede contener un Molde cortado puesto que los
conjuntos de verano ofrecidos por nuestras litografías a la acuarela varían en cada
ejemplar. No obstante, con la litografía a la acuarela especial, entregada a las abonadas
el domingo 6 de septiembre, se publicará un Molde cortado: ambos con su explicación
en la Tapa del día.
CRÓNICA DE PARÍS
Teatros, libros, bellas artes;
Noticias de los salones y de la playa
Crónica: ¿pero sin pasado? Porque llegamos sólo con nuestro futuro,
desconocido. El número preliminar de La última moda tiene como objeto principal
permanecer ante los ojos del público casi de julio a septiembre; y con París, todo un mes
¿no es un período más vago y menos definido de lo que es la misma eternidad?
Aprovechemos esta fase de existencia muy poco actual, atravesada por nosotros hoy,
para asumir un tono general, que no le siente mal al comienzo de nuestras Charlas. Lo
que pretende cada una de estas breves conversaciones lo señala bastante bien su lugar en
la revista, escogido entre la Columna de Moda y nuestra sección literaria: hablar, por
cierto, de las obras intelectuales, pero siempre según el gusto del momento. Veremos
pues un nuevo libro de poesía donde se encuentra el Poema publicado por nuestro
número; o un conjunto de relatos cuyas primicias les brinda el Cuento de la quincena:
estos productos de última hora (y otros más), ¿están a la Moda o deben estarlo? ¿Crítica
aparentemente frívola? No, porque parte del punto absoluto de que a todas las mujeres
les gustan los versos tanto como los perfumes y las joyas o también los personajes de un
relato al igual que ellas mismas. Gustarles entonces verdaderamente o merecerlo: no
conozco una ambición, convertida en triunfo si se logra, que le convenga más a una
obra en prosa o en verso. Se anda repitiendo, con algo de verdad, que ya no hay
lectores; creo que más bien son lectoras. Solamente una dama, en su aislamiento de la
Política y de las tareas pesadas, tiene el ocio requerido para que de allí se desprenda,
una vez que terminó de arreglarse, una necesidad de adornarse también el alma. Que tal
volumen permanezca ocho días entreabierto, como un perfumero, sobre las sederías,
ornadas de quimeras, de los almohadones; y que aquel otro pase de ese lugar de prueba
a los laqueados de un tocador estable, no lejos de los estuches cerrados hasta la próxima
fiesta: es nuestra manera muy simple de juzgar. Agreguémosle: ¿por qué?, si se quiere,
pero con una palabra; esa palabra difícil de encontrar que se inscribe con el título de un
libro para siempre en nuestra memoria, breve y completo. A veces una sonrisa, que
acompaña el regalo de un libro por un amigo, reemplaza todos los comentarios de su
parte, tácita: y las grandes amistades inolvidables de la vida surgen habitualmente de
allí. Seré ese amigo ignorado que presta libros. ¡Y tanto peor o tanto mejor cuando su
número aumente hasta el punto de que las pocas líneas empleadas para nombrarlos
imiten el catálogo de una biblioteca! El caso se producirá con frecuencia: porque la
sorpresa magnífica y encantadora que le guardo a quien me escuche, incluso
distraídamente, consiste en mostrar que ninguna época, tanto como la nuestra, produce
obras hechas para ser leídas en las horas de silencio; desinteresadas, lo que para la élite
quiere decir interesantes.
Tarea amable: pero en lo que concierne, por ejemplo, a los Espectáculos, más
grave. Un libro se cierra pronto, fastidioso, y se deja descansar la mirada en esa nube de
impresiones que desprende a voluntad, como los antiguos dioses, la persona moderna
para interponerla entre las aventuras banales y ella misma. Qué inevitable traición, en
cambio, en el hecho de una velada de nuestra existencia perdida en ese antro de cartón y
de tela pintada, o de genio: ¡un Teatro!, si nada vale que le prestemos interés. Nada de
nubes de las que nos podamos rodear bajo la luz real del gas, aparte del vestido de telas
vaporosas arrugado en la impaciencia. Vanas, espléndidas, incomprensibles marionetas
vivas proclaman ante nosotros y en voz alta su estupidez, contra un fondo de
aburrimiento intenso y exasperado; y que las convierte en actores de una pesadilla
especial, muy rara, felizmente. Nada, el Decorado, paisaje del norte o del sur, interior de
palacio grandioso, captará siempre algo de nuestra atención, tan sólo con que evoque
esos sitios; y nos divertiremos con trajes antiguos o extranjeros, contemporáneos
incluso de los nuestros y transfigurados. Sí, dado esto, que el arte dramático de nuestra
Época, vasto, sublime, religioso, debe encontrarse (y que nada nos autoriza en estas
conversaciones prolongadas durante una media hora a formular su ideal), nos queda
señalarlo con el dedo simplemente a los Directores, a cuyas puertas se forma la cola
donde estacionan las hileras numerosas de coches. Tendremos que hacer ese gesto en
todo momento del año, porque si la pura curiosidad no descansa nunca, París en verdad,
cuyos teatros copia el mundo entero, siempre tiene con qué mantenerla despierta. A los
folletines tradicionales de los lunes o de los días que siguen a los ensayos generales,
enviados, bajo la banda de los grandes diarios políticos, a cada interior mucho tiempo
antes de que nos recibieran, dejemos (para no hacer con nadie un doble uso) la función
de clasificar o de analizar la obra, juzgarla, definirla con habilidad. Toda nuestra estética
cabe en estas palabras: ¿Es posible divertirse en tal sala?, y: Ahí se ríe; allá se llora, o:
La verdadera representación, en esa noche de gala, no es lo que iluminan las candilejas,
sino la araña; o bien: (según el orden) pasa en el escenario y no en los palcos. Una o dos
veces por año, sin embargo, el folleto, que contiene la obra impresa, puede apasionarnos
como a todo el mundo: entonces también discutiremos.
Solemnidades totalmente íntimas, una: colocar el cuchillo de marfil en la sombra
que forman dos páginas juntas de un volumen; otra, lujosa, altiva y tan particularmente
parisina: un Estreno en cualquier lugar. ¿No hay otras fechas acaso? La inauguración de
la Exposición de obras de los Artistas vivos brinda una ceremonia que no es inferior,
para el mundo intelectual; y tanto como el Salón, esas Ventas de Bibelots y las
Exhibiciones de la Obra particular de un Maestro, señaladas ahora con lápiz o
simplemente con la uña en el almanaque de la moda. En todas partes apareceremos del
mismo modo: atentos a la suma de placer que puede extraer una persona contemporánea
de todos esos usos nuevos. Ejemplos: “Este género en Pintura parece hecho para la
decoración de los muros o del techo de nuestros departamentos. A tal talento, el único
capaz de dotar a un rostro de su carácter exclusivamente moderno, le pediremos
nuestros retratos. ¿Quién quiere soñar y no puede? Aquí tenemos, crepúsculo o follaje,
soñadores: rincones de soledad que hacen olvidar los arbustos verdaderos de bellos
jardines donde se mostraría una estatua, admirada, este verano, en los Champs-Élysées
en el patio de la Escultura. Interesar en los hábitos de lo bello ordinario es un poco
nuestro objeto; pero más aún la utilización directa para delicados goces de toda
aspiración manifestada por un artista.”
–“Libros, teatro y simulacros obtenidos con el color o los mármoles: el Arte
siempre, pero la vida inmediata, querida y múltiple, la nuestra con sus naderías serias,
¿no se habrá de mencionar en su discurso?” Qué importa, Señora, que en el salón testigo
de su éxito el espejo entreventanas tradicional reivindique una máscara trágica o bufa,
acompañada por una flauta mezclada entre pinceles, mientras se desenrolla a medias un
manuscrito: si todo ese viejo estilo francés (¡todavía de moda!) adorna simplemente el
marco de un espejo, en el que usted se reconoció. Usted y otros echarán un vistazo allí
cuando el ritmo de las danzas de invierno la devuelva a su turno delante de ese espejo
imparcial, todos ustedes buscarán a la reina de la fiesta con una mirada, que irá directo a
su imagen; porque de hecho ¿qué mujer, que siempre es esa reina para alguien, no lo es
un poco para sí misma? Mil secretos (historia voluble de una velada), que se desprenden
del bullicio elegante, encontrarán aquí un eco, antes de confundirse con el estrépito de la
orquesta: listas de bailarinas perdidas con las flores deshojadas, programa de concierto o
menú de cenas componen por cierto una literatura particular, que tiene en sí la
inmortalidad de una semana o dos. Nada debe desdeñarse de la existencia de una época:
todo en ella les pertenece a todos. ¡Una sonrisa!, pero ya circula, apenas formada, en las
salas de pesadas puertas, esperada, detestada, bendita, agradecida, envidiada;
extasiando, crispando o apaciguando las almas; y es en vano que el abanico, que en
principio creyó esconderla, ahora extraviado, intente recuperarla o disipar su vuelo.
¡Perdón!, señalaré la gracia del florecimiento de sus dos labios, y que otros labios, que
siguen en voz baja la lectura de esta crónica, ya intentan. Así son las cosas, justamente:
¿no tiene el mundo casi un derecho de reposición sobre la manifestación más profunda
de nuestros instintos? La provoca, la refina. Todo se aprende en el acto, incluso la
belleza, y el porte de la cabeza se obtiene de alguien, es decir, de cada uno, como el
porte de un vestido. ¿Huir de este mundo? Estamos en él; ¿por la naturaleza? Como
quien la atraviesa a todo vapor en su realidad externa, con sus paisajes, sus lejanías, para
llegar a otra parte: ¡moderna imagen de su insuficiencia para nosotros! Sí, si los placeres
conocidos bajo los plafones le han cedido su temporada a juegos al aire libre: carreras
en el bosque y regatas en el río, ustedes dejan de nuevo el bosque y el río, ávidas de
descansar de todos modos sus ojos en el olvido causado por un horizonte amplio y
despojado; ¿no es acaso, por cierto, para encontrar una novedad de la mirada hábil en
degustar la paradoja de toilettes ingenuas y sabias, que el Océano, abajo, borda con su
espuma? Sin el menor remordimiento, aparecido en esta temporada de vacaciones como
en la hora exacta para surgir, este Periódico se interpone entre su fantasía y el doble azul
marítimo y celeste: el tiempo como para hojearlo, y probablemente no leer en él la
Presentación
de Su Servidor,
Ix.
EL CUADERNO DORADO
Primera página
Menú de un almuerzo a la orilla del mar
Segunda página
Una canasta de jardín en agosto
¡Una canasta de agosto!, un deseo cuya ejecución parece difícil. El sol, que hizo
florecer el jardín, lo marchitó. ¿Qué hacer? Lo siguiente: simplemente aprovechar el
color mismo y los defectos de la estación para revestir los patios. Idea muy precisa y
muy exacta que no se le ocurrió a nadie antes de ser puesta en práctica por el Jardinero
de la Ciudad de París. Una verdadera canasta de pleno verano será la que extraiga de la
misma naturaleza, de sus plantas, el aspecto polvoriento, derrotado y palidecido por el
calor que debe tener toda cosa en este momento.
Tal como lo revela el primer cantero de la derecha a quien entra al Parque por la
Avenida de la Reina Hortensia.
La lasitud completa de la hora es expresada por la Centaurea Candidissima, de
follaje pálido y mate, casi blanco de polvo, y descuidadamente igual en sus dos caras
arrugadas. Todo el efecto de la canasta se da entre esta planta y otra: la Obelia erineus
que, seca y delicada, con sus florcitas de azul duro va a perderse por intersticios del
ribete oval hacia la cima del montículo. Tono principal: apagado; a reavivarlo ahora.
Algunas manchas, brusca y simplemente rojas y de fuego, son necesarias: ahí está el
Pelargonium Diógenes (rojo), cuyos cinco pétalos, consumidos y un tanto deshechos,
también le dejan lugar a la hoja decorativa del Coleus Belleza de Vilemore, vinosa y
verde y como alcanzada ya por el otoño.
Todo esto vertido sin un diseño preciso encuentra una armonía que se forma por
sí sola y que desafía, hábilmente ataviada por su mismo tono, los mediodías y las siestas
de agosto. El pleno sol de Touraine o de Provenza, bajo cualquier cielo francés donde
uno se complazca en reproducir este motivo de horticultura, le sienta bien: cerca de una
balaustrada de piedra seca o de una escalinata, en medio de un césped inglés, si se
pretende una oposición con la frescura.
Cuatro plantas casi ordinarias (porque el cantero llega, según el tamaño, al costo
de un luis o dos): y un aspecto extravagante y nuevo en nuestros jardines; ya
vislumbrado entre los ingleses, sin que no obstante su impresión, creo, haya sido
todavía explicada como aquí.
(En el parque Monceau.)
RELATOS Y POEMAS
[“El último pensamiento de Weber”,2 poema de Théodore de Banville.]
[“La confesión”, relato (que continuará) de François Coppée.]
Agosto de 1874.
Algunas notas solamente, en letras cursivas; un mes, más todavía incluso, está en
la página concedida habitualmente a algunos días; es el Programa y Gaceta de la
Temporada que habría que decir esta vez.
París abre sus puertas a todos los horizontes y sale: el extranjero y las provincias
aprovechan esta apertura de puertas para venir, en grupos, a admirar algunos vestigios
del esplendor parisino, que luchan con el sol de agosto.
Tal es este instante, y nuestra tarea es simple.
Nada de informaciones mundanas, orientar la mirada hacia los Teatros y las
Estaciones. El Drama, la Comedia fantástica y la Farsa; luego las Estaciones Marítimas
solamente (pues aunque fuese un bebedor muy vago, no se da ninguna vacilación sobre
la elección de una Ciudad de Aguas, mientras que el mar en todas partes es el mar).
Más que nunca, es el momento de leer; en tren, en la hamaca del jardín, en las
reposeras de playa. Los libros nuevos son relativamente raros; pero el libro del invierno
se retoma en verano. Dos libreros, sin embargo, que siguen y que anticipan el
movimiento literario contemporáneo, pusieron o pondrán a la venta en esta temporada
los siguientes volúmenes.
Biblioteca Alphonse Lemerre (Libros publicados): Tres novelas, Las mujeres
de artistas (1 vol.), por Alphonse Daudet; Una semejanza (1 vol.), por Louis Gualdo;
Una antigua amante (1 vol.), de Barbey d’Aurevilly. –Viajes: Un verano en el Sahara
(1 vol.) y Un año en el Sahel (1 vol.), del pintor Fromentin. –Poesía (la “especialidad”
de la casa): El libro de los sonetos (1 vol.), La rebelión de las flores (1 vol.), y Francia
(1 vol.), por Sully Prudhomme; A media cuesta (1 vol.), por Léon Valade, y El harén (1
vol.), por Ernest d’Hervilly; finalmente, La sangre de la copa (1 vol.), de Théodore de
Banville.
De próxima aparición: El cuaderno rojo, poemas, Un idilio durante el asedio,
novela, por François Coppée; Cuatro octavos de sonetos, por Claudius Popelin.
Biblioteca Charpentier (Libros publicados): La conquista de Plassans (1 vol.),
Cuentos para las grandes personas (1 vol.), por nuestros dos colaboradores, los señores
Zola y d’Hervilly.
Aguardemos, para hablar de las publicaciones realizadas por la casa Hachette, el
regreso de las mentes estudiosas a París: Las guías Joanne todavía están en todas las
manos.
Para los Bailes de París y los alrededores y los Cafés-Concerts iluminados por
el gas y las estrellas, consultar las Guías políglotas que no se sustraen al deber de
conducir allí a los jóvenes extranjeros
II
En tren
La Estación del Oeste es la más estrictamente parisina de todas: situada en plena
ciudad y en un barrio muy moderno, dirige sus expresos a todo el litoral elegante de
Normandía y de Bretaña. Una vez llegado el verano, al mar; así como en la primavera, a
la vegetación de Ville-d’Avray, Bougival, Chatou y Saint-Germain, bosquecillos o
parques de los alrededores de París.
Las estaciones de Normandía son demasiado célebres, todas ellas, sus pueblos y
sus caseríos poblados de chalets millonarios, como para que hagamos algo más que
presentar a las personas, retenidas hasta el comienzo de agosto por unas vacaciones
tardías, una lista de nombres, en uno de los cuales puede fijarse su indecisión.
Balnearios de Normandía. – Dieppe: Le Tréport, Criel. – Motteville: Saint-
Valéry-en-Caux, Veules. – Yvetot: Veulettes. – Le Havre: Saint-Adresse. – Les Ifs:
Étretat. – Fécamp: Yport, Étretat, las Petites Dalles. – Trouville-Deauville: Villerville,
Villers-sur-Mer, Houlgate, Beuzeval, Cabourg, el Home-Varaville. – Honfleur. – Caen:
Lion-sur-Mer, Luc, Langrune, Saint-Aubin, Bernières, Courseulles. – Bayeux:
Arromanches, Port-en-Bessin, Asnelles. – Isigny: Grandcamp, Sainte-Marie-du-Mont. –
Valognes: Port-Bail, Carteret, Quinéville, Saint-Vaast. – Cherbourg. – Granville: Saint-
Pair. – Saint-Malo-Saint-Servan: Dinard-Saint-Énogat, Paramé.
Son conocidos los trenes del sábado y el domingo (ida), del domingo y el lunes
(vuelta): la Compañía, durante la temporada, ofrece a precios reducidos boletos de ida y
vuelta válidos para cualquier horario del final y del principio de la semana.
*
Un viaje redondo por las costas de Bretaña, que combina la línea férrea anterior
con la Línea de Orléans, nos hace ver, de paso, los principales Balnearios situados al
Norte del Loire: como Audienne, Concarneau, Le Croisic, Pornichet, etc.
En cuanto a los Balnearios del Sur del Loire, es decir: Pornic, las Sables-
d’Olonne, La Rochelle, Royan, Arcachon, St-Jean-de-Luz, Biarritz, etc., dependen de la
gran Línea férrea de Orléans y del Mediodía.
La Mancha después del Océano; o ya que una parte de Le Détroit baña el litoral
normando, el norte de La Mancha al menos:
Balnearios de Tréport (que tiene una conexión especial desde Amiens), y
además Boulogne, Saint-Valéry (con coches hacia Cayeux), Berck-sur-Mer, Calais,
Dunkerque.
Todo este vasto rincón de mar corresponde a la Línea del Norte, que tiene
boletos de primera clase para cada playa, válidos por diez días.
Enviar todos los Libros, al igual que toda información referida a Teatro,
Viajes, Vida social o Bellas Artes, al señor Stéphane Mallarmé, calle de Moscou 29.
Gerente: David.
París, Imp. Richard-Berthier,
pasaje de la Ópera, 18-19.
En cuanto a las cartas que nos enviaron hasta el momento, que contienen
principalmente el pedido de un texto adjunto a nuestra publicación anterior de un
grabado aislado, no tenemos una mejor respuesta que darles a todas las personas que
manifestaron algún interés en la Revista que el envío de este Número de muestra. Por
esta vez, entonces, la Correspondencia le cede su lugar a la descripción de las
Litografías a la acuarela publicadas por nosotros de abril a julio; y que tanto unas como
las otras reemplazan en esta entrega el conjunto desconocido de septiembre. Revista de
Modas del verano, al igual que muestrario de los Conjuntos ofrecidos por nosotros, ¿no
sale al paso lo que sigue de toda pregunta planteada por las lectoras?
Marguerite de P.
LA ÚLTIMA MODA
GACETA DEL MUNDO Y DE LA FAMILIA
Publicada con el apoyo de las grandes creadoras de París
y de los tapiceros, decoradores, chefs, jardineros, aficionados al arte y al deporte
Ocho páginas de texto con cubierta de lujo, con grabados en blanco y negro que
ilustran conjuntos de damas y trajes para niños; un figurín litografiado a dos tintas con
el mayor cuidado, coloreado y retocado a la acuarela. Con un molde cortado de
tamaño natural, adjuntado a la primera entrega del mes.
-
Precio del abono:
París……. Un año……24 fr. Con litografía coloreada 11 fr. Sin la litografía
coloreada
Seis meses………..13 fr. 6
Departamentos….. Un año………….26 fr. 13
Seis meses………. 14 7
En el extranjero:
Inglaterra, Bélgica y Suiza, Alsacia-Lorena.. Un año…. 30 Con|Sin la litografía
coloreada 14
Seis meses …………………16
Holanda, Italia, España, Portugal, Austria, Alemania y Dinamarca……. Un año..
32
Seis meses…………………..17
Turquía, Moldavia-Valaquia, Rusia, Suecia, Noruega, Grecia, Colonias
Francesas, Españolas e Inglesas, Australia, Estados Unidos…………Un año……. 34
Seis meses……………… 18
México, Bolivia, Chile, Ecuador, Uruguay, Río de la Plata,3 Perú, Brasil, Costa
Rica, Venezuela, Guatemala, Nueva Granada, Honduras, Nicaragua…. Un
año………….36 Con!Sin la litografía coloreada. Un año…19
Seis meses…….17……………..Seis meses…………….9
(La Dirección le enviará una Lista de Precios distinta a los aquí arriba
anunciados a toda persona que haga el pedido.)
-
Se hacen varias Ediciones de la Revista LA ÚLTIMA MODA
En especial, una mensual con texto para las vendedoras de modas; y otra sin
texto, brindándoles simplemente la lámina de sombreros
-
Enviar un giro postal a la orden del señor Marasquin, Director, calle de
Châteaudun 9
-
La Administración no hace abonos por menos de seis meses
-
Aviso. – La Administración de la Revista se encarga de realizar para las
Abonadas toda adquisición en París: en Vestuario, Amoblamiento, Libros, etc., y
3
En el original, luego de “Uruguay” dice simplemente “Plata”, en español, que suponemos se refiere al
Río de la Plata y por metonimia a la Argentina, un nombre olvidado [T.].
de enviársela en veinticuatro horas, sin otros gastos más que los del envío. (Envío
contra reembolso.)
-
VENTA DE CLICHÉS DE LA ÚLTIMA MODA Y SERVICIO DE
GRABADOS EN ACERO PARA REVISTAS DE MODAS EXTRANJERAS
PRIMERA ENTREGA
6 DE SEPTIEMBRE DE 1874
II
SUPLEMENTOS
Aviso
Marguerite de P.
LA ÚLTIMA MODA
Gaceta del mundo y de la familia
SEGUNDA ENTREGA
20 DE SEPTIEMBRE DE 1874
SUMARIO
(Primer año con texto y segundo año sin texto)
I
TEXTO
II
SUPLEMENTOS
III
TAPA
El título de la revista, los subtítulos, etc., así como la disposición del texto y de
los anuncios le pertenecen exclusivamente, habiendo sido debidamente patentados,
toda falsificación o imitación será perseguida en los países que han firmado con
Francia un tratado literario.
LA MODA
Indiscreción – El sombrero Berger y el sombrero Valois; un tercer sombrero de este
otoño – Cotas de malla y Corazas para 1874 y tal vez 1875, con la falda de la temporada
– Elogios concedidos por nosotras a nosotras mismas y algunas reiteraciones.
París, 20 de septiembre de 1874.
Cuántas cosas lindas se han entrevisto esta Quincena: digo entrevisto porque
sólo estamos en los preparativos del otoño; pero al no estar aún todo terminado, los
grandes creadores de la Moda apenas dejan ver esbozos. Por mi parte, confieso que
gracias a una indiscreción flagrante voy a darles a mis lectoras dentro de un momento
algunas informaciones precisas.
Lo que requiere el máximo cuidado, por cierto, en un Conjunto de mujer son las
botas y los guantes: después viene el sombrero, cuyo único deber es ser siempre
encantador. Verdades que no tengo que probar: pie pequeño y mano fina, aunque la
mano antaño hubiese cosechado racimos, el pie los hubiese aplastado a la hora de volver
de la vendimia, son los indicios seguros de buena raza. Pero extremidades de duquesa
mal calzadas y mal enguantadas no podrán ni el pie arquearse y mostrar la nobleza de
sus articulaciones, ni tampoco esa mano dejarse ver desnuda. El botín, de todos los
calzados, es el que más forma el pie; y veremos que la tela, variada al infinito por los
conjuntos de playa, le dará paso al cuero. Nada de zapatos salvo los de bailes futuros: se
camina con botines, se baila de zapatos. ¿Por qué todo esto? Porque queremos (excepto
la lencería cuya moda varía de una manera más general según la Temporada), en este
momento de renovación, vestir por completo a nuestra lectora. Digo que el Sombrero
tiene como única regla la siguiente: tiene que encantar, prescripción vaga, aunque no
difícil, ahora que las Modas son tan hermosas; y además, todo el saber que solamente
posee la buena modista, ¿no consiste en mezclar levemente las flores, las plumas y los
encajes, este invierno más que nunca, dado que se usará esa mezcla? Mis visitas a varias
de las principales tiendas de Modas esta Quincena (porque existen de verdad en este
París admirable muchas casas que pueden aspirar, cada una de ellas, a ser la principal, y
todas lo son) hacen que crea estar en condiciones de asegurarles, señoras, que el
Sombrero Berger y el Sombrero Valois se dividirán estar en boga. Ambos son muy
sentadores; aunque mis simpatías están con el Sombrero Berger, que se pone totalmente
en la cima del rodete, dejando ver el peinado completo. La parte superior está
guarnecida con una trenza de terciopelo y con algunas plumas, mientras que una
guirnalda de flores forma la inferior. Describo también el Sombrero Valois, que tiene la
visera detrás en lugar de tenerla adelante; se lo cubre de terciopelo o de un bordado con
pedrería, un ramo de flores con cola y adorno de puntilla se coloca detrás sobre el
bonete, mientras que por delante un muy bello follaje forma el ribete y cae sobre los
cabellos. Para hablar de manera general, mucha pedrería al igual que acero azulado debe
adornar los sombreros: he visto plumas de gallo con lentejuelas de cristal o de acero
azulado y follajes enteros de uno y de otro, finalmente alas de fantasía mitad de pluma y
mitad de cristales y bordados espléndidos en tul, estos últimos de un precio
relativamente muy elevado. Una cantidad de hermosas sedas para adornos, una de ellas
de la que todavía ignoro el nombre (tal vez aguarde que una de mis lectoras se lo
ponga); y que es brillante de un lado, y de rayón por el otro. Añadiré a nuestros dos
sombreros de otoño, el Berger, el Valois, un muy lindo modelo de bonete redondo y con
reborde inmenso, un reborde que a su vez puede ser redondo o se levanta de un solo
lado: hecho de fieltro y el borde, si permanece redondo, guarnecido por debajo con una
guirnalda de flores; o con una trenza de tela fijada por un ala en un lazo de terciopelo, si
se levanta de un solo lado.
Paso del Sombrero al Vestido, para obtener el Conjunto. El gran éxito de la
Temporada se concederá a la túnica gris metalizado o acero azulado. Esta prenda,
verdadera cota de malla femenina, se hace al tricot, de seda negra, gris o azul, trabajada
con perlas. Tricot elástico que se amolda perfectamente al busto, que continúa la túnica:
un tanto más larga adelante y muy corta atrás, hecha de una sola pieza con la blusa, no
del todo levantada y que se remata con una franja de seda de puntas anudadas con perlas
combinadas con las otras. Sin cinturón y sin mangas, esta coraza se usa sobre un vestido
de rayón o de pul de seda. Nada es más novedoso, nada más feliz: aunque a decir
verdad, para nosotras, haya algunas razones para no prodigar en el presente caso ni uno
ni otro de esos epítetos, pues nuestras abonadas de larga data pueden recordar, por
cierto, que en primer lugar la Blusa acorazada, propiamente dicha, fue instaurada hace
un año y que por último lo fue precisamente por una de las Acuarelas de La última
moda. Pero no es para constatar eso, tampoco para hacer gala de una falsa modestia que
agregamos a nuestra imagen un texto: pasemos a otra cosa, tanto más porque adelantar
la Moda de varias temporadas puede ser considerado por algunos como una infracción a
nuestro verdadero deber, que consiste en hacerla al día. Pongamos la vista en el
presente, y en lugar de prever, observemos: por ejemplo, el adorno dominante para el
vestido, que será la pluma; nada más lindo ni más iridiscente para el ojo, ¿no es así?,
como este ornamento, ya sea que los extremos sean enrulados o que sean relucientes y
lisos. No nos exponemos ahora, como hace un momento, al reproche de haber visto las
cosas demasiado pronto porque no hemos mostrado la Pluma, sucesivamente y en casi
cada uno de nuestros conjuntos pintados y descriptos, sino este mismo verano, es decir,
tres meses, dos meses, un mes, antes de que ese atavío pareciera generalizarse
absolutamente (y aún no es general sino entre nuestras muy raras elegantes o en los
talleres, a quienes les corresponde el honor de decidir, por una temporada, la Moda).
Antes de concluir, ¿hay necesidad de agregar (y lo hago solamente para borrar un poco
la impresión de algunas palabras personales que se escaparon en mi charla) que la
pasamanería centelleante de perlas estará aún más en boga este año que el año pasado?
Puesto que va a revestir, debido a lo que se dijo antes, el envoltorio de una guerrera o de
una deidad marina. No obstante, la Moda no se repite, y si semejante ornamentación,
nítida, dura y ya conocida, va a alternar con la pluma suave, blanda y totalmente nueva,
insistimos por cierto en un punto, y es que en determinados trajes queda verdaderamente
tan poca seda al descubierto que ese adorno casi antiguo requiere el hallazgo de diseños
y de un modo totalmente diferente de aplicarlo. ¿Qué falta decir para no evitar por
completo las reiteraciones? Esto, que la túnica echarpe sigue siendo muy pegada al
cuerpo, el relleno del vestido muy bajo, el talle muy largo; pero terminando la charla del
comienzo de este mes, estos dos últimos detalles corresponden ahora a la calle, donde el
ojo del paseante los verifica en todo momento.
Marguerite de Ponty.
I
Litografía a la acuarela
Conjunto de fines de septiembre de 1874. – Primera falda de rayón granate,
adornada en la cola, en la parte baja, con tres pequeños volados de grandes pliegues, con
cimas ribeteadas de satín a cada lado; el cuarto volado, mucho más alto, se frunce y
sostiene a su vez un muy pequeño volado al sesgo. La sobrefalda está formada por un
volado de un solo pliegue triple y muy grueso; y los ensanches a cada lado de la
sobrefalda por pequeños frunces y tres pliegues a lo largo, reiterados tres veces: por
encima de todo, un enorme volado en forma de hojas lanceoladas. Falda plisada de
cachemira del mismo tono, levantada excesivamente atrás por un ceñidor con
ornamentación de pasamanería: parece abotonarse todo a lo largo mediante ceñidores
con capas y borlas de pasamanería. Mangas con decoración o volado de rayón, montado
con un triple pliegue y fijado al medio por una cinta de rayón. La espalda con lazos.
II
Grabados en blanco y negro del texto
Primera página
1. – Traje granate. Primera falda, guarnecida con cuatro volados fruncidos,
debajo de los cuales está ubicado un pequeño plisado de tono más claro, de diez
centímetros de altura. Segunda falda, entallada por delante en un tableado cuadrado y
que va a unirse atrás con una echarpe anudada con borlas y largos paños guarnecidos de
plisados. Casaca Luis XV sin mangas, adornada toda alrededor, en los hombros y en
torno al cuello, con un plisado más claro. Sombrero Valois.
2. – Traje gris acero. La parte delantera de la falda está plisada en toda su
amplitud; la parte trasera está guarnecida con dos grandes volados de pliegues huecos,
ribeteados de modo similar: dos gruesos lazos con paños recogen adelante esos volados.
Un leve relleno se toma en la campana de la falda. – Confección de otoño en seda
siciliana negra bordada con perlas de metal: ceñida por detrás con faldones muy cortos,
mientras que los paños son muy largos por delante, esta confección tiene todo a su
alrededor como ornamento un volado de seda negra recortada. Mangas con forro
mosquetero. Sombrero Berger.
Páginas centrales
1. – Chica de quince a dieciséis años: Conjunto. Falda de terciopelo negro,
túnica de cachemira celeste guarnecida, todo alrededor, con una ancha banda de
terciopelo negro. La blusa con faldón está abierta completamente sobre una camisola de
pliegues suizos, guarnecida con detalles de terciopelo negro, al igual que las mangas:
por detrás se cierra mediante un lazo de seda. Cinta de terciopelo que cae sobre la
espalda.
2. – Chica de quince a dieciséis años: Vestido. Impermeable azul o gris, forrado
solamente en la parte delantera con una tela rayada, que combina con el tono del
vestido. Dos gruesos pliegues en la espalda, sostenidos por una pestaña con dos
botones; en el costado, lindo bolsillo, doble hilera de botones por delante, y cuello con
solapa, forrada de la tela rayada. La parte baja del vestido forma un doblez, con un
botón y una botonera móvil, en caso de lluvia. – El viejo modelo, con esclavina
solamente adelante y capucha detrás, se sigue usando mucho, muy buscado debido a su
amplitud.
III
Molde cortado de tamaño natural
El molde cortado de tamaño natural es opcional para la Segunda Entrega del
mes; es brindado de oficio y gratuitamente en la primera. Se lo puede procurar
actualmente, correspondiente al Conjunto de fines de septiembre, en las condiciones
enunciadas al final de la Correspondencia con las Abonadas.
CRÓNICA DE PARÍS
Teatros, Libros, Bellas Artes;
Noticias de los salones y de la playa
Roma ya no está en Roma… ¿Han pasado estos días que convierten la ciudad en
desierto, qué digo, en ciudad antigua del desierto, semejante a Ecbatana, Tiro, Menfis,
sin las ruinas? Porque ya no llamo Ruinas a esos frontones que alojan desde hace tres
años sus estatuillas ennegrecidas por el fuego, y que visitan ahora la luna y personas
jóvenes con velo blanco que cae de un sombrero del Tirol: coquetería de una metrópoli
audazmente nueva, rica y espléndida. El Hotel de Ville por el piso, las Tuileries vacías,
por más que se vean fotografías y se describan cuidadosamente en todas las guías de
ultramar; no, en verdad, ni siquiera están habitadas sus ventanas, ayer u hoy, por el
cielo, y atraen de golpe, de julio a septiembre, a la multitud con ropas gastadas por las
vías férreas y el Atlántico, que llega para invadir París; es el mismo París y está vivo.
¡Espectáculo lamentable! Me gustarían más esas parejas singulares, que ostentan barbas
patriarcales y cabelleras desatadas, viéndolos contemplar a través de sus telescopios de
viaje la disolución completa de la gran ciudad, eclipsada, muerta, abolida, hecha de
cenizas y de yuyos, antes que instalándose, como en su casa, en un París vacante y
cedido enteramente a los excursionistas por sus habitantes ávidos de olas y de follaje.
Pero el sueño grandioso, predicho por el poema de Los rayos y las sombras4 que los
niños saben de memoria, aún no se ha cumplido: la capital del mundo, devastada,
desnuda y polvorienta, con el doble fantasma de su Arco y de su Columna.5 El Arco de
Triunfo se restauró hace mucho tiempo y la Columna apenas se ha vuelto a levantar;
finalmente, la Nueva Ópera, terminada mañana y que ninguna voz había predicho, eleva
entre las tormentas de un final de verano y los primeros vahos del otoño su Apolo de
oro, que parece atraer, desde algún punto invisible o desde todos los puntos del
horizonte a la vez, la luz hacia su persona divina. No más tarde que el otro día sin
embargo, y que la víspera de este mismo día, en la plaza que precede a ese edificio,
grande, monumental y orgullosa, lugar famoso del París futuro, se trataban, como en un
país ocupado y conquistado, familias y tribus fieles a las citas concertadas, antes de
partir, en las orillas del Misisipi o del Marne. Bulevar des Italiens, calle de la Paix o
Champs-Élysées, tales nombres habían sido proferidos no hace más de tres o cuatro
semanas en idiomas, dialectos y simples jergas al igual que se dicen Walhalla, Edén,
Eldorado; y qué aventura extraordinaria, quienes habían proferido esos nombres no hace
más de tres o cuatro semanas se reconocían, el otro día, entre ellos en el bulevar des
Italiens, la calle de la Paix y en los Champs-Élysées. Triunfantes, tranquilos, seguros, y
como diciéndose unos a otros, con el gesto de su encuentro: –¡Y bueno, lo sabíamos,
todo esto existe! –detallaban con la punta de sus sombrillas las menores particularidades
de nuestra gloria, un ornamento arquitectónico o el cartel de una famosa modista;
después regresaban hacia el espacio desierto y entre las perspectivas desnudas, como en
sus casas, totalmente cómodos y vestidos como a la mañana.
¡Qué horror! O más bien no, ¡qué alegría! No podemos más que alegrarnos con
esas invasiones cuya despreocupación pareció en un principio herirnos: porque no
asistíamos a ellas. ¿Dónde estábamos? Ahí está lo maravilloso. Mientras que desde los
cuatro puntos cardinales, olvidando Alpes y Saharas, ávido y subyugado por la idea fija
de ver la ciudad, llega el Viajero; nosotros que de nacimiento conocemos todas las
mentiras exóticas y la decepción de las vueltas al mundo (tras haber visto todo, en un
espacio de varias leguas de obras maestras, con los ojos de nuestra mente y con los ojos
de nuestro rostro), vamos simplemente a la orilla del Océano, donde ya no queda sino
una línea pálida y confusa, a mirar lo que hay más allá de nuestra residencia habitual, es
decir, el infinito y nada. Las sillas de la antigua escalinata de Tortoni alineadas en un
4
Libro de Victor Hugo de 1840 [T.].
5
Según el editor de La Pléiade, Bertrand Marchal, aquí Mallarmé evoca un poema de Victor Hugo “Al
Arco de triunfo”, que integraba el libro Voces interiores y no Los rayos y las sombras [T.].
centenar de playas al Oeste, le sonreímos al mar, inútil y moribundo a nuestros pies,
desdeñosos de franquearlo.
¡Objeto de una alegría sin límites y no uno de los hechos menos paradójicos de
la comedia de ese universo! ¿Qué conocen esos nómades, hombres y mujeres, incluso
una vez levantado su velo blanco para enrollarse alrededor de su sombrero, como una
tienda portátil y liviana o sus gemelos, recuerdo del pastor astrónomo de Caldea, vueltos
a guardar cuidadosamente en un estuche de cuero: sí, qué conocen ellos de París,
ausentes nosotros? Desesperados por haber vagado todo un día sobre el asfalto
abandonado, y preguntándose si en verdad no hay de parte nuestra en el hecho de
exiliarnos en el momento exacto de su llegada algo de ese espíritu parisino, que están
condenados a no saber, resulta pues que a la tarde, por desgracia, todos se siguen
encontrando en la sala de un teatro reacio a la clausura, entre la expectativa que causa su
telón bajado. ¡Sorpresa! El telón se levanta por centésima vez, pero se levanta ante ojos
inmediatamente colmados de lágrimas o presas de un deslumbramiento. Se trata de Los
dos huérfanos en el Châtelet; es El pie de cordero en la Porte-St-Martin, que consienten
en hacer perdurar su éxito exento de vejez. Pero la gentileza absoluta y acorde al
Maestro que, tan famoso en París como en los confines de la tierra, logra no hacer
diferencias entre los hijos de ninguna raza, no obstante, la vemos aquí pues completa,
incomparable: en el Reino de Neptuno, tercer acto nuevo de Orfeo en los infiernos. Un
Estreno, dedicada al público cosmopolita, y que todos nosotros, asombrados por el
relato de un diario llegado esta mañana de Sudamérica, aunque despechados y furiosos,
querremos ver, uno después de otro, en su esplendor perpetuo hasta la mitad del
invierno.
Nunca cerraron tampoco esos sitios nobles, la Ópera, con su Esclava de la
víspera y sus obras maestras de siempre; el Teatro Francés, donde se montó Polieucto,
para mostrar que frente a los esfuerzos del drama contemporáneo están los logros
eternos y donde después de Corneille se repone a Voltaire, para dejar que se luzca
Mademoiselle Sarah Bernhardt, que fue Zaïre ella misma, y a Mounet-Sully. Gracias a
esta costumbre, los extranjeros se llevan toda la pureza del gusto francés y nuestra vieja
sublimidad cada año como un tesoro tradicional y local; y otra cosa, la única verdadera
risa, sonora, joven, completa, del único teatro que no desdeña desfilar ante la puerta de
Molière, sabiendo que después de la Comedia no queda sino la Farsa, llamada
indistintamente La sensitiva, Bobinette o Los zonzos del amor, etc., el repertorio de
estas vacaciones en el Palais-Royal.
Que partan ahora los extranjeros, que ya no son extranjeros, desprovistos de toda
inquietud referida a esta mistificación: París sin su espíritu, es decir, sin parisinos; y
volvamos a nuestro hogar sin el remordimiento de una hospitalidad estrafalaria que
consistiría en dejarles a esos huéspedes, para todo uso, nuestros cuatro o cinco mil
muros. A nuestro Teatro, glorioso o absurdo, le toca el honor de metamorfosear a
quienes no habían visto y a los que vieron ahora, ¿qué cosa?, La hija de Mme. Angot,
con un tenor joven y una sala nueva: la voz de uno que va a encontrar en la tertulia, en
los palcos, en el techo y entre las lámparas, el oro prodigado en todas partes, para el cual
está hecha la voz de los tenores.
Sin embargo, la existencia ordinaria ya sigue su curso; nombres que las gacetas
del mar y de las termas inscribían en sus listas, mezclados con los títulos de personajes
lejanos y singulares, se dejan ver, libres de esa alianza, en su lugar habitual: las reseñas
esbozadas de los estrenos teatrales.
Y ahora, por desgracia, tenemos que detenernos, porque no solamente la Crónica
de esta Revista, sino la Revista entera pasarían así, si se tratara de mencionar las noches
de estos últimos días, que han vuelto a ser veladas. Un mes y más todavía estaba detrás
de nosotros, con su vasta nada que había que contar: pues ¿de qué manera, sin hacer
esto primero y sin posponer finalmente para la quincena futura el cuadro de lo que
despunta hoy y brillará entonces con un resplandor muy intenso, relacionar nuestras
palabras actuales con el eco de una charla remota, al mismo tiempo que con las que
haya dentro de poco; y por primera vez, fijar una fecha? Todo el pasado, esta vez; por
otro lado, el presente mezclado con el porvenir: el Teatro de vacaciones que se acaba de
leer; luego el de la reapertura, anunciado ya por nuestra Gaceta y programa. Tal es
nuestro plan, regulado además en esta misma página en la que nos leen, con sus
márgenes y sus medallones de jóvenes señoritas. Solamente es todo eso, mucho más que
la prolongación de las vacaciones largas, lo que me obliga a esperar que vuelvan
definitivamente, ya ni siquiera de esa emigración suprema y encantadora de la moda,
durante una semana, hacia el oleaje más tibio de Biarritz, sino de sus castillos, las damas
ocupadas en ilustrar, dorar y blasonar el lujoso papel de cartas blanco del invierno, que
constituye, en esta final de verano de 1874, así como también apuntar el cañón de
coquetos fusiles hacia los senderos de bosques señoriales por donde pasará el ciervo, el
gran pasatiempo aristocrático de manos a las que les faltó en todas partes, en los
Franceses, en la Ópera Cómica, en la Porte-Saint-Martin, en l’Ambigu, en el Château-
d’Eau y (cuando hayan pasado esta hoja) en Cluny o en los Gitanos húngaros del Folies-
Bergère, la ocasión de aplaudir con la punta de sus dedos enguantados o con el abanico
cosas buenas y no tan buenas.
Nada de lamentos (causados por el simple atraso de esta Crónica), que no
superaría ciertamente, y por todo un mundo, nuestro remordimiento si omitiéramos
señalar la inauguración ya vieja de la Exposición de Telas Decorativas pintadas por
Baudry para la nueva Ópera, invocada tanto por el final como por el comienzo de la
conversación: porque durante unos meses será casi por sí sola todo París. Reconocen la
importancia de ese Templo no Nilsson y la marquesa de Caux, que ensayarán sus
vocalizaciones, sino las paredes mismas, vestidas de viajeras estos últimos días, y él,
Faure; no obstante, las pinturas antes de los cantos por un momento más. Ya todo se
dijo sobre el largo trabajo, inspirado del verdadero héroe del día, el pintor: no hay una
de las apreciaciones de la Crítica que no le resulte familiar a quienquiera que vaya a
juzgar la obra, así como el título mismo de cada una de las secciones de su conjunto,
inscriptas en un catálogo. No añado a tantos fuertes gritos, lanzados por la admiración o
la enemistad, claro, más que este leve susurro, mezclado alrededor mío con el
estremecimiento de telas y con el ruido de joyas por el vaivén de todas las damas
asombradas. –¡“Esa cabeza es la señora” y el nombre! –“Querida, ¿lo presumió acaso
por los rasgos de esa otra?” –“¿Qué rasgos; pero y usted? Por la boca y la pera que se
ven.” –“Esa frente o esa mirada, ¿de quién me dice entonces que son? Las conozco,
nobles, puras, sin que me puedan recordar a alguien.” Etc., etc., porque paso por alto a
las visitantes que mentalmente se reconocían a sí mismas en la Tragedia o la Comedia,
en la Melodía, en Salomé danzante, figuras. Elogio no banal, el más justo y el más
nuevo, otorgado por las mujeres a un constructor de techos que, si bien escolar, supo
sustituir el modelo general y casi abstracto de la Belleza tradicional por los Tipos que
vemos surgir a cada momento de un palco o de un coche así como la perfección variada
asomándose al baile, sobre un hombro, pero siempre proyectando muy lejos esa mirada
que sueña, ¿con qué?, con la perpetuidad en algún cielo superior e ideal: voto que esta
vez cumplió el Arte, por el talento de un artista audaz hasta no vacilar ante la apoteosis
del rostro contemporáneo. Para todas las mujeres, es la auténtica fiesta de la Temporada.
Ix.
EL CUADERNO DORADO
Página tres
Menú de un almuerzo de caza
Otro menú
Lengua a la escarlata
Salsa de mayonesa y mostaza con apio
Manteca de la zona
-
Costeletas de ternera picadas y braseadas, frías en su gelatina
Trucha asalmonada a la manteca de Montpellier
Faisanes trozados en guiso con gelatina
-
Ensalada de legumbres a la rusa
Pancitos rellenos a la duquesa
-
Queso de Brie o de la región y frutas o gelatina
-
Vinos
Pouilly blanco
(Agua de Saint-Galmier)
Médoc y Richebourg 1859
Crema de Bouzy rosada
Página cuatro
Adaptación del gas a las lámparas judías de Holanda
6
Según la ingeniosa nota del editor de La Pléiade, la palabra gas tiene el mismo origen que la alemana
Geist, “espíritu” [T.].
conducir continuamente el gas a la cavidad donde se alojaba el aceite de una velada. En
cuanto a los antiguos picos, se fijan en ellos sencillamente unos quemadores de sílex,
indestructibles por el gas.
En todas partes, en una sala pequeña en donde se desea una luz relativamente
intensa, reinando sobre la mesa del comedor o en la mesa de trabajo, este objeto, seis
lenguas de fuego unidas por el metal, cuelga un jovial Pentecostés: no, una estrella,
porque verdaderamente toda impresión judaica y ritual ha desaparecido.
Diferentes aplicaciones de esta luminaria: por ejemplo, en el comedor de diario o
en el estudio de un chalet a la orilla del mar, donde se demoraría el dueño durante las
veladas prematuras de septiembre.
Según Marliani,
Tapicero Decorador.
RELATOS Y POEMAS
I
Las librerías y las exposiciones
II
Los teatros
Teatro francés: Zaïre, con Sarah Bernhardt y Mounet-Sully, uno de los
bellos y grandes éxitos de la temporada; además de obras del repertorio, principalmente
Una cadena, reposición con Favart y Got.
Ópera: Primeras representaciones de La esclava de Membrée, y el repertorio,
principalmente Los hugonotes y Robert-le-Diable; La favorita, para los inicios de
Manoury.
Odeón: Continuación de La juventud de Luis XIV, con Léonide Leblanc,
Hélène Petit y el actor Gil Naza; la aparición en escena de una verdadera jauría de
perros se vuelve uno de los espectáculos más comentados de la temporada.
Ópera cómica: El perdón de Ploërmel, Zina Dalti y Lina Bell; Bouhy, Lhérie.
El repertorio.
Vaudeville: Los tarados, reposición. Delannoy, Saint-Germain.
Gymnase: La dama de las camelias, reposición, Blanche Pierson alternando
con Séraphine, reposición, luego Gilberte, obra nueva de Gondinet. Gilberte:
Mademoiselle Delaporte.
Variétés: La vida parisina, reposición: Mademoiselle Vaughel; Dupuis;
Grenier; Berthelier; luego Las manzanas del vecino y el acto de Meilhac y Halévy: La
ingenua, novedad.
Palais-Royal: Los zonzos del amor, reposición, Geoffroy, Hyacinthe,
Lhéritier, Lassouche, etc., nombres propios para hacer reír a ciento cincuenta leguas de
París a un viajero moroso y despistado. Entremeses.
Gaîté: Continuación de Orfeo en los infiernos, con un acto nuevo: el Reino de
Neptuno, breve partitura del maestro de aquí, decorados de Fromont, vestuario de
Grévin, bailarinas italianas: Christine Roselli y Fontabello, en el ballet de las
Océanides, dirigido por Fuchs. El Lago, la Inundación, la Tormenta, la Cueva
encantada, el Fondo del mar, Desfile de peces, Despertar de Anfitrite, la Atlántida (una
ciudad submarina): ¡y pensar que cada una de estas palabras, hechas para abrir por sí
mismas perspectivas mágicas, representa un Cuadro completo, con montaje, decorado,
etc.!
Porte-Saint-Martin: Continuación del ballet de fantasía tradicional El pie de
cordero, usando muselina, seda y piel nuevas, con los vestuarios diseñados por Grévin
acordes al año 1874.
Châtelet: Continuación de Los dos huérfanos que, hasta tanto este teatro no
cambie su nombre por el de Ópera Popular, harán mojarse los últimos pañuelos de
encaje y de tela.
Ambigu: El oficial temporario, cinco actos nuevos, en un teatro renovado; éxito
en todas partes, en la sala, en el escenario y entre bambalinas donde se maneja un truco
destinado ya a volverse célebre.
Bouffes-Parisiens: Continuación de La linda perfumista, Théo, ¡y es decirlo
todo! No, porque se destaca incluso a su lado Madame Grivot; además de Daubray y
Bonnet.
Renaissance: Thérésa y Paulin-Ménier (¡bravo y bravo!) en La familia
Trouillat, que aunque sea una obra maestra (pero es divertida) debería incluso en el
afiche conceder todo el espacio a los nombres de estos dos famosos intérpretes.
Folies-Dramatiques: Una conferencia de Milher: El teatro archimoral, tema de
moda; luego, La hija de Madame Angot. Tras haber olvidado París por dos meses su
opereta, ¿la volverá a ver toda la ciudad? Las damas, cuya función es comparar a los
tenores entre sí, conocerán en el Folies al señor Mario Widmer, como nosotros los
caballeros iremos a no comparar con nadie más que con ella a Desclauzas, que
permaneció fiel a su rol.
Cluny: Las bestias negras del capitán, una comedia nueva de Paul Cellières,
con Madame Lacressonnière; antes, un acto en verso de Dreyfus: El medallón de
Colombina, algo exquisito.
Teatro de las Artes (antiguo Menus-Plaisirs): Los jóvenes, prólogo en verso;
Reivindicación; tres actos: novedad.
Teatro Scribe (antiguo Athénée): Los colegiales del amor, un acto en verso, por
Pierre Elzéar, y El viñedo de Madame viuda de Pichois, cuatro actos; cinco actos
nuevos.
Château-d’Eau: Una novedad, El tercer golpe de medianoche, leyenda lírica,
con verdadera música, por Debillemont, trucos y decorados exquisitos. Madames
Jeanne Bressoles y Suzanne Vial.
Délassements-Comiques (antiguo Nouveautés): El rinoceronte y su hijo, un
libro de los más locos, por Saint-Fargeau; la partitura de un delicioso y verdadero
músico, el señor de Sivry.
Folies-Bergères: Especialmente los gitanos húngaros, una orquesta admirable
con pocos instrumentos; una pantomima inglesa, a pesar de este título: Madame
Benoiton se quedará en casa; gimnastas ingleses, un Ballet inglés de boxeadoras,
espectáculo raro y encantador.
Finalmente, en el teatro Déjazet: Introducción en Las mujeres de Paul de Kock,
obra fantástica, de un nuevo cuadro, con entremés; Beaumarchais: El cadete de
Gascogne, primeras representaciones; y en el Folies-Marigny: continuación de La hija
del aire, que no se disipará en los Champs-Élysées sino con los vientos de otoño.
III
Las estaciones
Tales son nuestros placeres resucitados; pero mientras se obstinen en brillar bajo
las primeras nubes el sol y el verdor y no se vayan con las primeras ráfagas, hay
ciudadanos refractarios a todo proyecto de retorno. Libres, con muchas salas cerradas,
aprovechan los que quedan entre los Trenes de Excursión inaugurados durante el verano
por nuestras vías férreas; y van a llenarse los ojos para el año de montañas, campos o
bosques, a ver lagos y glaciares. ¡Viajar! Les hace falta eso después de la playa, antes de
la calle. Señalemos, cuando la temporada va a cerrarse, algunos de esos viajes pero
rápidamente y al azar, sin tener la pretensión, debido a nuestro poco espacio, de
indicarlos a todos ni a casi todos.
Dejemos la Línea del Norte sola para aprovechar su fusión con la del Este.
Viaje circular a precio reducido a las orillas del Rin y a Bélgica, temporada
de 1874: boletos válidos por un mes, 1ª clase, 140 fr. 40 c.; sin olvidar la patriótica
peregrinación a Alsacia señalada por nosotros en la primera entrega.
Enviar todos los Libros, al igual que toda información referida a Teatro,
Viajes, Vida social o Bellas Artes, al señor Stéphane Mallarmé, rue de Moscou, 29.
Gerente: David.
París, Imp. Richard-Berthier,
pasaje de la Ópera, 18-19.
LAS OFERTAS
de Adornos, Bagatelas, y hasta incluso Mansiones y Castillos durante las
temporadas de baños; Ofertas en las Tiendas o en la Sala de Subastas, o Intercambios
entre gente de mundo. No obstante, para darle a este capítulo todo su interés, hay que
aguardar el regreso de los aficionados, Señoras y Señores, a la ciudad y el brillo súbito
que adquieren los escaparates de lujo apenas llega el mal tiempo.
TERCERA ENTREGA
4 DE OCTUBRE DE 1874
SUMARIO
(Primer Año con Texto y segundo Año sin Texto)
TEXTO
LA MODA. – Fantasías para este otoño: Chalinas, Corbatas, Lazos para el pelo
y el Collar-Bagatela, erróneamente llamado Collar de Perro. – Los Sombreros, antes;
ahora el Peinado. – Siempre la Túnica: recomendaciones. – Telas pesadas y
ornamentadas, labradas incluso… Madame Marguerite de Ponty.
Explicación de cinco conjuntos……. (Marguerite de P.)
CRÓNICA DE PARÍS (Teatros, Libros, Bellas Artes, Noticas de los salones y
de la playa)…………………. Ix.
EL CUADERNO DORADO (La mesa, el amoblamiento hecho por las damas,
el jardín y los juegos).
Página cinco: Menú de una Cena de vuelta a París, íntima, para doce personas…
Chef principal de Le Brébant.
Página seis: Caza de alondras con red………………. Según Toussenel.
RELATOS Y POEMAS.
Poema: Inquietud……………. Léon Valade.
Relato: Las vías de hecho…………. Alphonse Daudet.
GACETA Y PROGRAMA DE LA QUINCENA (Distracciones o
solemnidades del mundo)……………….
TAPA
El título de la revista, los subtítulos, etc., así como la disposición del texto y de
los anuncios le pertenecen exclusivamente, habiendo sido debidamente patentados,
toda falsificación o imitación será perseguida en los países que han firmado con
Francia un tratado literario.
LA MODA
Fantasías para este otoño: Chalinas, corbatas, lazos para el pelo y el collar-
bagatela erróneamente llamado collar de perro. – Los sombreros, antes; ahora, el
peinado. – Siempre la túnica: recomendaciones. – Telas pesadas y ornamentadas,
labradas incluso.
Marguerite de Ponty.
II
Grabados en blanco y negro del texto
Primera página
1. – Traje de pul de seda y terciopelo castaño, en dos tonos. La campana de la
túnica se encuentra muy atrás, sostenida por un lazo de terciopelo del mismo motivo.
Chaleco y bocamanga de terciopelo.
2. – Vestido de cachemira azul claro, guarnecido adelante con un tableado de
satín del mismo tono, con pequeños frunces. Bolsillos y mangas de cachemira,
guarnecidos con un frunce de satín. Grandes lazos de terciopelo negro se apoyan sobre
la falda así como en las mangas.
Páginas centrales
3. – Nena de cinco a seis años. Traje de cheviot color habano, forma de princesa
adelante y con faldones atrás (aunque formando una sola prenda). A partir del lado
angosto delantero, la falda sube a la cintura con pliegues chatos; el primer pliegue está
adornado, en cada costado, con lazos de rayón marrón, los botones están recubiertos con
rayón marrón y las botoneras están confeccionadas en cordón marrón. Al borde de la
chaqueta, una franja también del mismo rayón marrón, que corona el ruedo plegado al
derecho, que forma un cordoncillo. – Sombrero tirolés de fieltro color habano, con
pluma de faisán y trenza de terciopelo marrón.
4. – Nene de cinco a seis años. Blusa de terciopelo negro, lisa por delante y con
pliegue al costado y atrás. El faldón bastante corto, el cinturón ancho, no apretado y
colocado muy bajo de manera de hacer largo el talle. – Sombrero de fieltro gris claro
con alas anchas muy poco levantadas; tiene el bonete redondo y muy estrecho,
guarnecido con una pluma de fantasía.
Marguerite de P.
CRÓNICA DE PARÍS
Teatros, Libros, Bellas Artes;
Noticias de los salones y de la playa
¡No! La luz eléctrica que azulea los follajes de Éclimont, el castillo francés
visitado por el príncipe de Gales, no desviarán ahora mi atención del claro de luna que
roza la tela y el cartón de nuestros escenarios parisinos: suponiendo que una de las obras
del momento requiera alguna fantasía de esa iluminación romántica. No es el caso de
Una cadena, comedia de Scribe, que exige antes que nada las luces artificiales de las
candilejas; e incluso, durante la velada del estreno en el Teatro Francés, me preguntaba
por qué su título, largo tiempo discutido por el mismo autor, no dejaba su lugar, para
que el arte de la obra fuese aún más manifiesto, al audaz y normal de Una cuerda:
mientras que la crítica unánime se dedica a observar que cada uno de los personajes
baila allí sobre la cuerda tensa de la pasión. Por mi parte, esta figura retórica siempre
me perturbará, porque de esas cuerdas de hecho sólo me gustan las verdaderas cuerdas
de las bailarinas y de los funámbulos; y porque pienso en esa otra pasión, sublime,
grandiosa y real que mostró en tiempos contemporáneos del vaudeville y de su lengua
miserable Mme. Saqui, despojándose en el éter del firmamento de un vestido tosco de
mendiga para aparecer como un genio centelleante, desnudo y satisfecho. Sí, ¿cuándo
entonces la pedantería teatral (porque existe a pesar de los esfuerzos hechos para
ocultarla aquí también mediante asombrosos intérpretes, Favart y Got, Coquelin, Febvre
y Berton) habrá de caer, trapo absurdo y vano, desdeñado al fin por la habilitad flexible,
verdadera, brillante, llegada a sus alturas? Quisiera en verdad admitir tres minutos a la
troupe consagrada recientemente por la crítica: están, claro, los que se aventuran con
paso firme, un fuego puro en los pómulos y el blanco en las suelas, sobre una soga tensa
(y Scribe no es de ellos); pero ¿qué decir de los otros que se divierten primero en
deshilachar la soga en mil hebras sutiles, redes a lo sumo apropiadas para no captar
ideas, y después, cumplida esa tarea, no hacen nada con tantos hilos? En esto se
divierten un poco los autores de Gilberte, Deslandes y Gondinet, esos habilidosos: y es
preciso ver su obra, aunque sólo sea para convencerse de que nunca fue más que los
conjuntos demasiado pronto llevados por Mademoiselle Delaporte hasta el fondo de
Rusia, junto al rumor de aplausos entusiastas, y los conjuntos de Mesdames Fromentin,
Helmont, Angelo, estaban hechos para durar casi un invierno; porque en el mundo
paradójico del teatro, donde toda la historia de un imperio puede durar el lapso de un
verso bien dicho, se ve a un simple vestido enfrentar varias temporadas.
Veamos ahora dos de los éxitos del momento, y podríamos decir indistintamente
de los Estrenos o de las reposiciones, ya sea que pensemos en el brillo parisino de la
sala aquí y allá, o bien en la igual falta de novedad en las situaciones desarrolladas por
una obra y por otra. Sin embargo, no suelto las metáforas, cuando son malas, tuvimos la
cuerda y tuvimos el resto; quiero decir la estopa, apreciada por los payasos que la
encienden con sus mejillas heroicas y que con el viento de la inspiración la expulsan
como humo: sabiendo que no son más que los mismos hilos, deshechos y vanos.
¡Rápido!, la farsa simple y jovial de las tablas compuesta en un lenguaje perfecto, para
hacernos olvidar la Comedia burguesa y moderna, que no tiene lugar salvo si no es
burguesa y si no es de todos los tiempos; ¿es incluso necesario que exista en tanto que
comedia? Celebremos El tricornio encantado, esa maravilla de hermosas rimas y de
elocuencia, que repone el Odeón junto a La escuela de maridos, para enmarcar entre
estas dos obras maestras perdurables, excelsas, la reposición anticuada, desleída y como
atolondrada de El soltero y el hombre casado, comedia burguesa de Wafflard y
Fulgence: ¡está bien!, pero exhumada a su vez cincuenta años después, es decir, en el
momento en que ese género desconocido por Racine y por Esquilo empieza a tener
verdaderamente lugar, y resulta entonces postizo, excéntrico y antiguo; ¡qué adorables
resultan los trajes de 1821 para hombres y para mujeres, exhibidos por Porel, por
Richard, por François, o por Mme. Gravier! No obstante, esas estampas de Pigalle y de
Carle Vernet ¿no van a invadir todos los escenarios de París a la vez, como para darme
demasiado ampliamente la razón, porque los vuelvo a ver casi en el Renaissance con La
familia Trouillat, sin Paulin Ménier que hizo bien en retirarse valerosamente a su
soledad y a su casi genialidad, fuera de todo ese ámbito de alegría, de buen humor, de
chacota magistral que instaura a su alrededor, aunque sin que la comparta con nadie, esa
mujer siempre sorprendente, Thérésa? Por mi parte, me gustan semejantes cuadros
inverosímiles y retrospectivos; o bien entonces la Vida Parisina como La vida parisina,
hablo de la que representaban, desde su reinauguración, en el Variétés: loca, incoherente
y bizarra, aun sin Mademoiselle Van-Ghel, Dupuis, Grenier, Berthelier, que la hacen
más loca, más incoherente y más bizarra. O también, por cierto, La ingenua, que hace
menos de ocho noches miraban, entre ellas, Hortense Schneider, Marie Legault,
Peschard, Grandville, Silly, Paola Marié, Zulma Bouffar, Blanche Méry, Thèse,
Delphine de Lizy, y unos señores cuyos trajes negros habrían desaparecido bajo el
centelleo de las cruces y cuyas corbatas blancas bajo la cinta de comendador, si toda esa
gente no asistiera allí a una fiesta familiar. Sin embargo cuando, ante la melodía de
Alcestis murmurada por su garganta de ingenua todavía en el convento, Céline
Chaumont dice que prefiere uno de los ritornelos menos eruditos de Orfeo en los
infiernos, la mitad de la sala se dejó apresar por esa frase conservando un resto de ironía
en el espíritu de los señores Meilhac y Halévy, y de buena fe saludó a Offenbach que,
animado, no observó la torpeza. Es que tal vez hace falta no jugar con las cosas
ordinarias, porque nadie sabe bien adónde va el juego ni dónde deja de ser ordinario: o
por lo menos quitarles, mediante las perfidias, las villanías y el drama, como Dumas,
toda semejanza con los usos cotidianos, si se retrocede ante la franca caricatura.
Superioridad que tiene la arlequinada lisa y llana, cuando la arlequinada lisa y llana no
experimenta un eclipse: pero ya es su hora, porque vemos a Pierrot y al matamoros
Pánfilo, la careta de Colombina y al mismo Arlequín, recordados sobre las tablas por
Maurice Dreyfus y por su fantasía, pero sobre todo por el Verso que, bufón excelso y
siempre sonoro, abre como luna hasta las orejas o vuelve sobre sí como pimpollo de
rosa con la sonrisa, con la risa contenidas en sus puras sílabas, la boca de unos Mimos
dichosos de hablar; y de hablar en un ritmo. Por más encantadora que sea, sobre las
mismas tablas, otra obra, Las bestias negras del capitán, de Cellières, por supuesto, yo
tengo el gusto de preferir a una joya de esa manera, aunque fuese de treinta y nueve
francos, de cincuenta y nueve francos e incluso de sesenta francos, serias y compradas a
los joyeros del Palais-Royal, este objeto de latón que se disputa la banda loca de los
fantoches y que es El medallón de Colombina. Tales son los dos Estrenos en Cluny.
¿Adónde voy? Aquí hace falta una resolución, y con la vista fija en lo poco que
dije, no continuar; pero aun sabiendo que lo que se contó en la charla anterior sobre esta
temporada teatral se vuela ahora lejos con el viento que arrastra las hojas, añadir para mí
mismo que a pesar de ese inconveniente le destino a otra charla demasiadas cosas como
para terminar de inmediato. Fingir, sea cual sea su inanidad desde un punto de vista
cualquiera, que se corta en tres pedazos dispersos una Conversación única sobre un
tema cuyas partes están estrechamente ligadas, y decir: Estos tres trozos se unirán por sí
solos, como los de una víbora del bosque de Fontainebleau; tal es entonces mi
obligación irrisoria, porque no quiero omitir nada de la resurrección anual de París por
el Drama, la Comedia, la Farsa y la Fantasía, aunque tenga que volver a empezar más de
tres veces todavía.
¿Diserté sin embargo, durante un minuto, sobre otra cosa? De ningún modo, y el
nombre del perdigón a su vez no fue pronunciado en mi discurso, como tampoco el de
la jauría y el de los ciervos. Que Chantilly y que París suenen con mil cornos, yo sólo
pienso en este punto: es decir que mientras narro sobre Libros, éstos también me
aguardan, ciertamente, para ocuparme más despóticamente al comienzo del invierno:
porque tendrán su turno especial y prolongado al igual que la Escena. Pero las
admirables cosas hechas en prosa y en verso que, no obstante, se amontonan sobre mi
mesa, ¡no!, pero viven en nuestra memoria, Reminiscencias dispuestas a convertirse en
Remordimientos.
Ni la naturaleza, que para nosotros no es ya nada desde hace ocho días sin
Croisette encontrada estas últimas tardes, cuando ella inauguraba para 1874 y 1875 la
Vuelta al lago; ni los adornos maravillosos de la Exposición de Bellas Artes aplicadas a
la Industria (nombre ingrato dado a tantas ilustres cosas y a un esfuerzo tan noble); ni
Mignonnette, ganador del Royal Oak, ni Perplexe, del Grand-Critérium; ni el lebrel
Blue-Boy, rey de las carreras futuras de perros; ni las sillas de posta de favor que por
una ficción mental parecen desembocar de las residencias del Poitou y de la Touraine
directamente en la entrada de la avenida de los Champs-Élysées, pudieron apartarme de
mi deber austero, que era decir ante todo, en París y en Nevers, que la sala de los
Délassements-Comiques [Distracciones cómicas] se denomina, después de haberse
llamado ya Nouveautés, el Teatro más Elegante de París (y que se representa allí,
además, algo adorable, que tiene el siguiente título: El rinoceronte y su hijo, y por autor
al músico, el señor de Sivry).
Pero más bien es momento, y sería para terminar dignamente semejante crónica,
de hablar incluso después de una semana de esa representación inaudita, organizada en
la Ópera en honor a Déjazet: con Faure, con Tamberlick, con el Olimpo y la tierra, ¡con
Déjazet!, y donde las actrices más famosas se disputaron, todas ellas, el papel de
coristas y de figurantes, como para mostrar entonces que cuando la Canción en sí
misma, alada y casi secular, parece resignar su voz, no queda más, para las mejores de
las cantantes, que mezclar su canto al murmullo confuso de la multitud o incluso
callarse. No, porque si esa joven princesa eterna, a través de quien parece finalmente
haberse desarrollado el hada antigua que la dotó en la cuna, renuncia a imitar fácilmente
la edad de las rosas recogidas esa mañana, es porque en algún lugar desconocido por
nosotros y sabido por ella se aprestan las misteriosas eclosiones de talentos futuros, que
ella debe en su momento tocar con su varita hábil para todo, incluso para ordenar en
pocas horas una noche de gala, digna de la mirada de Europa.
Ix.
EL CUADERNO DORADO
La mesa, el amoblamiento hecho por las damas, el jardín y los juegos
Página cinco
Menú de una cena de regreso a París
Íntima, para doce personas
Consomé a la Sévigné
Saint-Hubert
-
Truchas a la Chambord
Filé de cordero con puré de alcaucil
Codornices en su nido
Pollo braseado Saint-Lambert
_
Helado de mousse
-
Faisán
Rascón de retama asado
Ensalada a la italiana
Setas frescas bordelesas
Cazuelitas a la parmesana
Cangrejos a la Colbert
_
Helado con caramelo
Pan de la Mecque
-
Postre escogido por la Señora de la Casa
Café, Licores de Francia y de las Islas
(Cigarrillos rusos y cigarros del Grand Hôtel)
-
Vinos
Como Grand Ordinaire:8 el Fleury y el Pommard (1865)
Rudesheim (1857)
(Aguas de Desaigne o de Saint-Galmier)
Málaga
Un Champagne frío
Las Damas, esta temporada más que nunca, cazan en la llanura y con el fusil en
la mano, antes que perseguir la presa mayor en el bosque. Varias pueden no mostrarse a
gusto con un disparo o con galopes forzados; tenemos ahí un tipo de caza, mundana o
familiar, cuyo modo, aunque original, no difiere de una partida de placer habitual.
Una llanura o porción de llanura situada en un paso de alondras se cierra en
alguna parte entre dos montículos o dos arboledas: tender de pie, a menos de la altura de
un hombre, la larga franja de una red entre uno y otro de esos obstáculos ofreciendo un
refugio a la presa. El día señalado luego de cenar, temprano, levantarse de la mesa,
Damas y Caballeros, después ir algo así como a mil pasos del lugar: donde se fija la
vista. Los grupos se alinean y, dándose las manos, todo el mundo avanza, formando una
cadena de damas al igual que en el baile, pero más amplia. Roce contra el piso de los
vestidos, convertido en medio de caza, y el choque precipitado de los pasos, todo esto
puede aumentarse con el ruido hecho por piedras o cañas arrastradas en el extremo de
cuerdas mientras esa caminata general va directo al artilugio; y mientras salen del suelo,
con su vuelo vespertino, horizontal y bajo, las alondras, para desembocar con la cabeza
y las alas en las amplias mallas de la red de cazar aves9(tal es su nombre) parecida a las
nasas de río y que transforma la pesca en cacería milagrosa. Botín considerable, a fin de
cuentas; y una vez entregados los canastos a los guardias y a las domésticas, se vuelve
con las primeras estrellas al Salón, donde pueden comenzar las verdaderas evoluciones
de la danza.
Tejer la red, en una sala con plantas del parque, ¿no es acaso una ocupación para
todas las manos durante algunas siestas?
Tenemos pues la encantadora partida después de cenar, factible hoy incluso para
nuestras castellanas y sus invitadas: que destinado a esas lectoras nos indicaba, hace un
rato, uno de los humoristas más exquisitos y también un viejo cazador, cuyo nombre,
para nuestra generación, no pierde nada de su encanto; porque tenemos la buena fortuna
de añadirlo a esta descripción de un Deporte poco conocido como la que acaba de
realizarse.
9
En el original: pantière, nombre técnico de una red para cazar pájaros, que deriva de antiguos aparejos y
denominaciones grecolatinas; su singularidad motiva el paréntesis aclaratorio de Mallarmé [T.].
Según Toussenel.10
RELATOS Y POEMAS
I
Las librerías y las exposiciones
Para leer o releer junto a los primeros fuegos de castillos y villas y en el tren, de
regreso a París:
Biblioteca Alphonse Lemerre (Libros publicados): Montaigne (t. II); Molière (t.
I a VI), con treinta y cinco Aguafuertes, según las figuras de Boucher; Racine (t. I a III):
magníficas ediciones para bibliófilos, en 8° oblongo o en pequeño formato in-12°
(formato elzeviriano). –Poesía moderna: El libro de los sonetos (1 vol.), La rebelión de
las flores (1 vol.) y Francia (1 vol.), por Sully Prudhomme; A media cuesta (1 vol.), por
Léon Valade, y El harén (1 vol.), por Ernest d’Hervilly; finalmente, La sangre de la
copa (1 vol.), de Théodore de Banville.
Biblioteca Charpentier (Libros publicados): La tentación de San Antonio (1
vol.) y El candidato (1 vol.), por Gustave Flaubert; La conquista de Plassans (1 vol.); y
los Cuentos a Ninon (1 vol.), además de los Cuentos para las personas grandes (1 vol.),
por nuestros dos colaboradores, Zola y d’Hervilly; Retratos contemporáneos, por
Théophile Gautier (volumen perteneciente a las Obras completas de ese maestro, cuyo
último tomo publicado era la Historia del Romanticismo).
10
Alphonse Toussenel, a quien Mallarmé se encontró en Valvins en casa de su vecino el grabador Alfred
Prunaire [T.].
Dedicada totalmente a sus magníficas publicaciones de año nuevo preparadas
con mucha antelación y a sus libros de estudios perfectos que expone en las vidrieras de
las librerías, la Casa Hachette no ofrece ahora ninguno de sus libros eruditos o
literarios que son éxitos de la temporada y del año.
II
Los teatros
Nuestra Revista que, tanto como una Colección de Modas, pretende ser la
colección de moda, tiene su sitio habitual en las mesas de salones: levantar la tapa y
mirar al azar esta página se volverá casi un acto habitual para toda lectora en busca de
proyectos. Esta página tiene por objeto reunir para cubrir de un solo vistazo un cuadro
de todos los placeres que ofrece París, presente o lejano, durante la Quincena, y decidir
con algunas palabras más íntimas entremezcladas en el afiche la elección que se debe
hacer referida a varias veladas o a una tarde: pero todavía hace falta comprobar si no ha
ocurrido ningún cambio en un Programa que, en su fecha de publicación, a menudo
tiene la tarea de agregar pronósticos a la constatación de actualidades.
Abrir simplemente, en ese caso, un gran diario y consultar los Teatros del día.
Teatro Francés: El repertorio, principalmente Una cadena, reposición, con
Favart, Got, Delaunay y Coquelin.
Ópera: Inauguración de la temporada de Representaciones extraordinarias del
Domingo; los días clásicos de ópera, el repertorio: Los hugonotes, Robert-le-Diable, La
favorita; y Guillermo Tell para la reapertura de Faure.
Odeón: Continuación de La juventud de Luis XIV, con Léonide Leblanc,
Hélène Petit y Gil Naza, un éxito que alterna con otro: La escuela de maridos, donde
Isabelle es Mlle. Blanche Baretta, El soltero y el hombre casado de Wafflard y
Fulgence, exhibiendo sus fantásticos trajes de 1821, velada de repertorio terminada con
la maravillosa El tricornio encantado de Gautier.
Ópera cómica: El perdón de Ploërmel (Zina Dalti y Lina Bell; Bouhy,
Lhérie), va a ceder unas buenas veladas a Mireille. Repertorio: especialmente El prado
de los clérigos con Mme. Carvalho, Duchesne, Melchissédec.
Vaudeville: La novela de un joven pobre, el último, ¡esperemos!, de la serie de
Los zonzos, va a brindarnos a Jane Essler para la nueva obra de Ennery, Marcelle.
Gymnase: Gilberte, obra nueva de Godinet. Gilberte, Mlle. Delaporte, por
desgracia hasta el 10 de octubre; los otros roles, Angelo, Fromentin, Helmont, con
conjuntos admirables, todos; y Lesueur, Landrol y Ravel, la troupe finalmente.
Variétés: Espectáculo variado hasta el estreno (se dice que el 10 de octubre) de
Los prados Saint-Gervais, de Sardou, Gille y Lecocq; el acto de Meilhac y Halévy: La
ingenua, además de Las manzanas del vecino, grandes novedades.
Palais-Royal: Reposición, todas las noches, de bufonadas viejas y de la risa
siempre nueva que ofrece al ánimo del lector de afiches o de diarios este nombre ilustre:
Labiche, o sea el repertorio.
Gaîté: Continuación de Orfeo en los infiernos, con el acto nuevo: El reino de
Neptuno, partitura del maestro de la casa, decorados de Fromont, vestuario de Grévin,
bailarinas italianas: Christine Roselli y Fontabello, en el ballet de las Océanides,
dirigido por M. Fuchs. El Lago, la Inundación, la Tormenta, la Cueva encantada, el
Fondo del mar, Desfile de peces, Despertar de Anfitrite, la Atlántida (una Ciudad
submarina): ¡y pensar que cada una de estas palabras, que abren por sí mismas
perspectivas mágicas, representa un Cuadro completo: telas, trajes, efectos, etc.!
Porte Saint-Martin: Don Juan de Austria, el drama de Casimir Delavigne, con
el soberbio reparto de Dumaine, Taillade, René Didier y Fraisier, etc.; Mme. Patry, etc.,
y no menos soberbia es la puesta en escena.
Châtelet: Continuación de Los dos huérfanos que, hasta tanto este teatro no
cambie su nombre por el de Ópera Popular, hará mojar los últimos pañuelos de encaje y
de tela.
Ambigu: El oficial de fortuna, cinco actos nuevos, de Jules Adenis y Jules
Rostaing, en un teatro renovado, por M. Fischer: éxito en todas partes, en la sala, en el
escenario y entre bambalinas donde se maneja un truco que se ha vuelto célebre.
Bouffes-Parisiens: Continuación de La linda perfumista, Théo, ¡es decirlo
todo!, no, ya que se destaca incluso a su lado Mme. Grivot; hasta Madame del
Archiduque, esta función de todo el invierno.
Renaissance: Thérésa en La familia Trouillat que, aunque sea una obra maestra
(pero es graciosa), debería dejar también en el afiche un lugar inmenso para el nombre
de la diva junto al título de cinco o seis payasadas que asumen grandes aires.
Folies-dramatiques: La hija de Madame Angot. Tras haber olvidado dos meses
su opereta, París quiere volver a verla antes que nada. Las damas, cuya función es
comparar los tenores entre sí, conocen en el Folies a Mario Widmer, así como vamos,
nosotros los caballeros, a comparar allí con nadie más que ella a Desclauzas, que
permaneció fiel a su rol, o para aplaudir a Rose-Marie.
Cluny: Las bestias negras del capitán, una linda comedia nueva de Paul
Cellières con Lacressonnière; antes, un acto en verso de Dreyfus: El medallón de
Colombina, una verdadera joya.
Teatro de las Artes (antiguo Menus-Plaisirs): Mi abonado, un acto;
Reivindicación, tres actos; y Treinta y cinco años de contrato, otra comedia de Paul
Cellières: cinco actos, tres novedades.
Teatro Scribe (antiguo Athénée): Hélène y Marcelle el primer día.
Château-d’Eau: Reposición de París de noche, con los hermanos corsos que
nos muestran la Cuadrilla de Bailarines.
Délassements-Comiques (antiguo Nouveautés): El rinoceronte y su hijo, libreto
de los más locos, por Saint-Fargeau y partitura de un músico fascinante, el señor de
Sivry, antes de El vizconde de hojalata, un lindo acto de Dharmenon y Escudier con
música de E. Ettling.
Folies-Bergères: Una pantomima inglesa, a pesar del título: Madame Benoiton
se quedará en casa; acróbatas ingleses, un ballet inglés de boxeadoras, espectáculo raro
y encantador, digno marco para la exhibición del Hombre Tatuado: ¿para cuándo el
caniche gimnasta?
Finalmente, en los teatros Déjazet: Las horas diabólicas, primeras
representaciones en una sala, para no interrumpir el último éxito, renovada durante las
horas de la noche; Beaumarchais: El cadete de Gascogne, primeras funciones, con
Donato y la sala toda dorada; y Folies-Marigny: Mimí Chiffon, primeras funciones, con
el verano de Bougival trasladado al otoño de los Champs-Élysées.
III
Las estaciones
Tales son nuestros placeres resucitados; además de la Caza lejana, hay
ciudadanos todavía reacios a todo proyecto de retorno: más que aquellos a los que
retiene la gran vida de un castillo, los que simplemente vagan para no volver. ¡Viajar!,
les hace falta después de la playa y antes de la calle. Señalemos, rápidamente y al azar,
dos o tres apenas de los hermosos viajes hechos entre las brumas y los frondosos
follajes de octubre: pero sin tener la pretensión, debido a nuestro poco espacio, de
indicarlos a todos ni a casi todos.
La línea de Orléans se une con la del Mediodía para ofrecer una hermosa y
extensa Excursión a precios reducidos, de París al centro de Francia y a los Pirineos:
1ª clase, 225 fr., 2ª clase, 170 fr., boletos válidos durante un mes: que nos permite
visitar todos los sitios balnearios de invierno y ver cumbres y espectáculos.
Enviar todos los Libros, así como toda información concerniente a Teatro,
Viajes, Vida social o Bellas Artes, al señor Stéphane Mallarmé, rue de Moscou 29.
Gerente: David.
LAS OFERTAS
CUARTA ENTREGA
18 DE OCTUBRE DE 1874
SUMARIO Y TÍTULOS
TÍTULO Y PORTADA DE MORIN
TEXTO
LA MODA. – Las fiestas. Tres trajes de caza y un Conjunto de Novia:
Tratativas entre la Costurera y las Cancillerías, luego una etiqueta en la orilla derecha y
una costumbre en la orilla izquierda. – La mariposa, ¿emblema? No, accesorio……….
Madame Marguerite de Ponty.
Gaceta de la Fashion……………….. Miss Satin.
CRÓNICA DE PARÍS (Teatros, Libros, Bellas Artes, Noticias de los salones y
de la playa)…………………………………Ix.
EL CUADERNO DORADO (La mesa, el amoblamiento hecho por las damas,
el jardín y los juegos).
Página siete: Menú de una Cena familiar……. Chef principal de Le Brébant.
Página ocho: Receta del Gombo (Plato picante)…………. Una dama criolla.
Página nueve: Techo móvil de un departamento en alquiler……..según Marliani.
RELATOS Y POEMAS.
Poema: At Home (soneto)……….. Ernest d’Hervilly.
Relato y traducción: Las vías de hecho (continuación y final)…… Alphonse
Daudet.
Figuras de álbum: I. Mariana, traducido del inglés de Tennyson…… Stéphane
Mallarmé.
PROGRAMA DE LA QUINCENA (Distracciones o solemnidades del
mundo).
II
TAPA
Tarjetas de presentación de Grandes Tiendas, etc. – Correspondencia con las
Abonadas. Las obras de caridad, Consejos sobre Educación, por Mme. de P.
El título de la Revista, los subtítulos, etc., así como la disposición del texto y de
los anuncios le pertenecen exclusivamente, habiendo sido registrados, toda
falsificación o imitación será penada en los países que tienen un tratado literario con
Francia.
LA MODA
Empezó el otoño y la Revista de verdad con esta temporada: las dos últimas
Columnas trazaron a grandes rasgos y con algunos detalles la transformación más o
menos impactante realizada por la Moda en su momento. Seguir la existencia parisina
en sus placeres y sus obligaciones en todas partes, ceremoniosa o íntima, tal es también
un objetivo que muestra una lectura incluso desatenta de la Revista. Las fiestas: ¿por las
fiestas? Sí, y porque son el pretexto y la oportunidad para vestirse. “Vamos allá” y
“Veamos cómo van a ir”, frases habituales de nuestras Columnas, cuando no sea
“Señora, con aquel otro Vestido podrá usted cuidar la casa, abrigada contra la extensión
de las horas por esa seda o esos encajes, arrobada y a medias nueva para usted misma”.
Conjuntos y más conjuntos, a color o en blanco y negro, imágenes colocadas fuera del
texto y dentro del texto y varios escritos incluso con la pluma; helos aquí: encargados
ayer y mañana a nuestras costureras para las Invitadas en las semanas prolongadas de la
vida castellana.
¿Son Vestidos de gala? No, Trajes de caza; y para juzgarlos, en lugar de un salón
o de la calle, hace falta evocar con la imaginación el verdor de un parque como el fondo
apropiado para mostrar su aspecto. Dos bosquejos: uno tomado de la casa de una de
nuestras grandes creadoras, mientras la ropa partía, con el nombre de una dama ilustre,
rumbo a la cita de una cacería principesca y casi regia: Falda corta, lo suficiente como
para mostrar un botín alto de piel color marrón claro, anudado con una cinta verde.
Blusa que forma un traje muy adherente y que realza el busto. Pequeño sombrero de
fieltro marrón claro, atravesado por una pluma verde. ¿La tela? Paño de color otoñal,
verde oscuro también o casi castaño. ¿Compararemos la ropa imaginada por nosotras
con este traje auténtico? Pantalón bretón cerrado y fruncido en la rodilla por un elástico;
botas blandas de piel de gamuza natural. Falda corta de paño azul marino con adornos
de trenzas de seda: es levantada detrás de la cintura mediante pliegues planos y
superpuestos, pero queda lisa por delante. Chaqueta de paño azul marino cruzada y
abotonada sobre un chaleco similar; las bocamangas de la chaqueta, los bolsillos y las
mangas, de seda. Un sombrero tirolés de fieltro gris natural con terciopelo azul marino y
alas de fantasía. ¿Qué prefieren, Señoras, mientras todavía hay tiempo, y las grandes
cacerías casi no han hecho sonar la fanfarria de un lanzamiento? El primero de estos
Trajes, relativamente simple y tan práctico como el otro, tiene la ventaja de que se
modela sobre el porte de una de las bellezas del momento; pero el último, la de no haber
sido usado nunca por nadie. Creo que es lo que ahora debo brindar, principalmente para
mostrar por una vez la diferencia que hay entre el brillo obligatorio en el Teatro y la
sobriedad que sienta mejor a la Ciudad, ¡aun cuando la ciudad sea el Bosque! El Traje
de caza que los nobles ausentes no aplaudieron hace ocho días entre los de una actriz,
ahora dispuesta a exhibirlos en San Petersburgo (era en Philiberte, en el Variétés,
mademoiselle Delaporte). Falda de seda color bronce con voladitos. Túnica de paño gris
claro a rayas con trencillas doradas, plateadas y broncíneas. Sombrero de fieltro gris
guarnecido de plumas grises con echarpe color bronce; en el extremo de ésta última una
borla dorada y plateada. Esta ropa no puede afrontar el aire libre, pues necesita de la luz
especial de las candilejas. Pero lo que la misma Diana de las Tuileries no obtendría, por
completo diosa, bajando de su pedestal de mármol para ir, antes que a lo del vestuarista,
a casa de uno de los modistos o una de las costureras de renombre y convertirse de
cazadora en deportista; es el adorno casi indispensable hoy de la ropa de caza. ¿Acero?
¿Azabache? No, ¿ámbar o corales? Tampoco; sino Cruces de Órdenes otorgadas por las
Cortes extranjeras a las mujeres de embajadores o a las damas de genealogía
inmemorial, que es reglamentario llevar completamente en el pecho: es decir, Cruz
Estrellada de Austria, Santa Isabel de Portugal y María Luisa de España, Santa Ana de
Munich y la otra Santa Ana de Wurzburgo con una Santa Isabel también de Baviera, o
el Cordón de Santa Catalina de Rusia.
A esta paradoja encantadora del traje masculino y de las insignias al mérito
oficiales vestidas, en un momento, por la belleza y por la nobleza, opongamos la
costumbre antigua del vestido femenino por excelencia, blanco y vaporoso, tal como se
lleva en el Casamiento. ¿Hay un contraste más completo? Una visión excelsa que acabo
de observar en la iglesia de la Trinidad me invita a unir a un croquis rápido de puntillas
y de flores algunas notas referidas a la etiqueta contemporánea que regula nuestra
presencia en la ceremonia. Que no crea un Conjunto de Novia: lo destaca, tal como
aparece, misterioso, siguiendo la moda y no, sin arriesgarse al gusto del momento más
que atemperado por reminiscencias vagas y eternas, con detalles muy nuevos envueltos
de generalidad como por el velo. Así era: Enagua de satín blanco cubierta de una falda
de algodón donde cada volado termina en un tul irregular; pero había al menos veinte en
la cola, mientras que en la parte de adelante no conté más de cuatro. Túnica plisada en
diagonal y fijada sobre la falda; en la parte baja de la túnica, franja con perlas blancas.
Amplio cinturón de satín que se ajusta al costado, y baja contra la túnica anudándose en
la cola: ese nudo se fija a su vez sobre la falda mediante una corona de flores de naranjo
con red. La blusa era ascendente y con faldón, forrada enteramente de satín así como las
mangas; y toda la decoración del faldón consistía en un tul bien presentado y en un
ramo de flores de naranjo, situado de costado hacia el hombro. Velo de tul de ilusión y
flores de naranjo hábilmente entremezclados en la cabellera. Todo esto, mundano y
virginal: y sin dar en absoluto la impresión de un Vestido de Baile, defecto grave: no,
sino la de algo pleno y liviano con cierto recogimiento. En cuanto a los Invitados a esa
fiesta, la Moda conserva sobre ellos todo su imperio de un día, sometidos sin embargo a
usos variables que varios años habitualmente hacen aparecer y desvanecerse. En tanto
que la Sociedad no ha retomado definitivamente posesión de la Ciudad (y en el
momento actual, en especial, los matrimonios aristocráticos se celebran todavía en la
capilla de los castillos), la ley de este invierno experimenta algunas vacilaciones; no
obstante, estamos verdaderamente de acuerdo con la práctica de este verano; ¿la
conocen?, doble, como París dividida por su río. A la orilla izquierda, ninguna
derogación al Ceremonial de la tradición y el Conjunto es especial: sombrero blanco,
vestidos claros con cola, realzados con chalinas de encaje. A la orilla derecha, conjunto
de visita que varía según el momento: la regla común es una, sin embargo, aquí y allá en
este punto, que los pendientes maravillosos usados durante el día dejen su lugar y lo
dejan, en esta circunstancia, a los aros de diamantes.
Una Columna casi excepcional la presente: porque dedicada primero a las
fiestas, no se relaciona finalmente sino con solemnidades o con placeres
verdaderamente muy raros. Aunque su papel real sea muy real dentro del conjunto de
los de la temporada, y consiste en llevar el verdadero sello de la Fantasía. Sello que será
brindado sobre todo por una noticia que completa las informaciones precedentes: ¿cuál
es?, el anuncio de una emblemática Mariposa, vasta, soberbia, tallada en los géneros
livianos y fascinantes, que alzará su vuelo inmóvil a la altura, señoras, de una o la otra
de sus mejillas, reemplazando con su capricho la gola histórica de estos últimos años.
Sus rizos dejarán caer sus anillos en el intervalo de las dos alas. Brillante imaginación,
¿no es cierto?, que recuerda las metamorfosis que mezclan con gasas de insectos un
rostro de mujer en los viejos álbumes de Grandville: no, le pertenece al genio de ese
mago extraordinario también, aunque de un modo distinto a las viñetas, organizador de
la fiesta sublime y cotidiana de París, de Viena, de Londres y de San Petersburgo, el
gran Worth.11
Marguerite de Ponty.
GACETA DE LA FASHION
¡Una primera conversación! Tres palabras muy sencillas y resulta que sin
embargo hay cientos de abonadas ya muy agitadas. Son aquellas de ustedes, señoras, a
las que no les gustan las novedades. “¿Una primera conversación?”, preguntan.
“Entonces ¿habrá varias?” Y después amonestan: “¡Ay, qué lástima! ¡Nuestra revista
era tan completa, tan artística, tan bien redactada!” –La última moda, en fin, se les cae
de las manos, cuando después de haber echado un vistazo al pie de página ven un
nombre extranjero y ustedes exclaman: “¡Una inglesa!”.
11
Charles Frederick Worth (1825-1895) fue un famoso diseñador de modas inglés, pionero en firmar sus
diseños como lo hacían pintores y escritores. Su casa central estaba en París desde 1858 [T.].
Para decirles toda la verdad, señoras, esta recepción estaba prevista. La palabra
“Fashion”, la firma, esta media página que llega como una intrusión a ocupar el lugar de
la descripción de los cinco conjuntos, todo eso no iba a concederle al nuevo artículo una
recepción entusiasta; y sin embargo, en el propio interés de ustedes, es preciso que me
entregue a ello.
La dirección me impone la tarea de hacerles una confesión. El mea culpa será
corto y leal.
Habían olvidado en su revista a las Damas de la colonia extranjera en París, y a
las Damas extranjeras en el mundo entero; a todas.
Preocupadas como estaban sólo por ustedes, señoras, era como si las fiestas de
Londres, Moscú, Viena no existieran. Por tal motivo, qué lluvia de cartas con sus
estampillas raras, todo adornado con pequeños comentarios que escondían
susceptibilidades ofendidas.
Y esto no es todo: Las damas parisinas nos enviaron igual de pronto cartas para
pedir informaciones nuevas. Veamos una, abierta al azar, en la cual se expresa el deseo
de saber de dónde sale el sombrero estilo Rubens al que se llama Helena Fourment, y se
añade: ¿Quién era Helena Fourment? Para guiarnos en nuestras investigaciones se nos
informa que el tan notable sombrero fue llevado por primera vez por Lady*** en una
reunión de otoño.
Una segunda carta nos pregunta dónde se puede conseguir la Peineta Virgilio
que destaca a las mil maravillas las trenzas rubias de la Honorable Mrs. P***.
En esto se pretende imitar a las damas norteamericanas: es de no creer; pero
finalmente estas comunicaciones revelan de pronto que hay una necesidad de
acercamiento entre todos los miembros de la high-life, ya sea que pertenezcan al foco
mismo de todas las elegancias, París, o sea que estén diseminados en los diferentes
centros de la vida elegante.
La dirección de La última moda, deseosa de satisfacer esta necesidad, quiso salir
al paso de todo nuevo reclamo, y anuncia una Gaceta de la Fashion, destinada a
mantener al tanto a las damas francesas de lo que pasa en el extranjero.
Solamente me queda responder a las preguntas acerca del sombrero Helena
Fourment y la Peineta Virgilio.
Helena Fourment era la segunda mujer del gran Rubens, y el sombrero que éste
más admiraba era precisamente el que suscita el éxito en el mundo de Lady***. Sale de
los talleres de Mmes. Moreau-Didsbury (bulevar de los Capuchinos 23), y estas damas
son también las creadoras del nuevo modelo que se encuentra representado al dorso de
esta página enfrente del peinado de moda hecho con la Peineta Virgilio (calle de la
Chaussée-d’Antin 24).
Sombrero Helena Fourment, peinado Virgilio: arte y naturaleza.
Para terminar de reconciliarlas, señoras, con la Gaceta de la Fashion, estén
seguras de que tendrá a menudo la ocasión de rogarles que den vuelta la hoja,
remitiéndonos así a las ilustraciones que reproducirán, con la mayor frecuencia posible,
la última creación de las principales casas de la capital; porque Fashion quiere decir
Moda, y es de lo que la Gaceta tiene la misión de ocuparse.
Miss Satin.
CRÓNICA DE PARÍS
Teatros, Libros, Bellas Artes;
Noticias de los salones y de la playa
No soy de los que creen que la producción de buenos libros o de obras de teatro
sea el privilegio exclusivo de una profesión; y si se dividiera a los literatos de todos los
tiempos en aficionados y en hombres del oficio, en el número de los primeros tendrían
su lugar algunos de los genios que han entusiasmado al planeta, desde el rey Salomón
hasta el barón Cuatro o Siete Estrellas. No obstante, dado que ignoro los manuscritos
actuales, firmados por nombres ilustres por el nacimiento o la fortuna antes de serlo por
una obra maestra, objeto de conversaciones a la orilla del mar en las terrazas cubiertas
de hojas de los parques, espero que las obras maestras y sus tapas de cuero con
quimeras de Japón labradas con blasones no menos fabulosos hasta ahora por las
papelerías de la calle de la Paix se abran finalmente para mí; y me contento con hablar
del drama, cuando no de la partitura, distribuidos antes del invierno por simples
hombres de letras a las actrices, a los actores y al apuntador. ¡Qué valioso intercambio
de información si ante la lectura hecha por ella de los títulos que acumulo, una lectora
tuviese la amabilidad de escribirme algunos de los que mantiene todavía como secretos
su memoria! E impregnado de semejante interés, a esta tercera Crónica que trata sobre
la Temporada Teatral, juro que agregaré una o incluso varias. ¿Qué digo? Olvido que ni
una mujer tiene el tiempo de escribir una carta aunque sea de pequeño formato,
considerando que el tono de la Temporada, cuando los salones oficiales hayan dado en
vano, primero que nadie, fervientemente la señal de divertirse, se oirá tarde, muy tarde,
después del ensayo consagrado, al día siguiente de la cacería y en toda Francia, a esa
clase de entretenimiento: los Cuadros vivientes, y quizás incluso los Cuadros parlantes,
injerencia del encanto y del espíritu mundano en las ocupaciones habituales de la
escena. Vemos entonces cómo los hombres con sus alturas y con los arpegios ocultos a
las miradas y las mujeres con sus frentes, con gestos, con una sonrisa o con los ojos, van
a volver para siempre inútil la presencia antigua del poeta y del histrión: ¡pero no sin
luchar! Porque si la reinauguración teatral este año brilló por un impuso notable y
tradicional, más aún que por la abundancia de conceptos sublimes, nada está perdido.
En el Teatro Francés, donde una leve indisposición de Sarah Bernhardt, excelsa,
interrumpe momentáneamente Zaïre, se dará El medio mundo de Alexandre Dumas y tal
vez, más adelante, El hijo natural del mismo Alexandre Dumas: resurrecciones, claro,
pero Joseph Balsamo, ese gran drama apenas escrito hoy, moderno y ni siquiera
traducido del libro de los Jueces o del Deuteronomio, ¿sabemos acaso si no lo veremos?
Monsieur Nicole, El rey de los pretenciosos, Trampas para lobos, tres títulos, una obra
de Augier: acontecimiento en el hogar de los actores no menos que en el hogar del
público, atentos ambos a la reposición de Philiberte del mismo autor dramático, que
servirá de debut para la encantadora Mademoiselle Broisat. ¿Es todo? No: ni siquiera
allí, porque se puede ver también La abuela de Cadol, aunque por otra parte, ¿qué
habrá?, El odio de Sardou en el Gaîté, por Lafontaine, por las señoras Marie Laurent y
Lia Félix: por Rubé, Chapron, Cambon, Chéret, Lavastre y Despléchin, con sus sueños
magníficos que evocan sitios en cinco actos, mientras que seiscientos trajes diseñados
por el señor Thomas evocarán para animarlos a personas singulares y muy bellas y
también voces emocionadas: porque hay un drama en todo eso, palpitante. Sin contar
que el organizador de las pompas del lugar, el músico, olvidando el número de días
ciertamente contenido por la mitad del almanaque que se llama invierno, por una
deslumbrante ironía, piensa montar después del éxito y al nivel de su Orfeo, su
Genoveva de Brabante. Pero no hablemos de Música, aun con Patti presente en la Ópera
francesa, triste privación de un día: olvidemos todo y también la otra Ópera, la italiana y
su escalinata tradicional. La viuda de Meilhac y Halévy, leída por ellos en el Gymnase,
aunque Desclée ya no esté, sino Blanche Pierson con un vestido por acto, negro y gris y
exagerado, matices que sabrá atravesar, múltiple, el talento de la actriz: ¿cuándo es?
Antes aguarden el regreso de La Princesa Georges, donde tampoco está más Desclée,
sino Mademoiselle Tallandiera; puesto que se pretende a toda costa reemplazar a
Desclée, cuando sería más simple llorar su genio y aplaudir a una actriz célebre y a una
joven de gran originalidad, dispuesta a convertirse en una. Ignoramos la fecha, aunque
no el estreno de La parisina, de Barrière, en el Vaudeville, que intentará con ella, como
intentó estos últimos días con Marcelle de Dennery y Brésil, desgarrar por segunda vez
el velo de somnolencia y de olvido detrás del cual se agitaron estos cuatro meses tantos
personajes usados hasta parecer fantasmas; y esto, ¡en la más adorablemente moderna
de las salas! Todo el mundo se obstina en no dormirse, incluso sobre una caja llena de
oro: porque en pleno éxito de El oficial de fortuna, el Ambigu, a pesar de la persecución
en los espejos y la evasión fuera del pabellón que gira, grandes hallazgos, y a pesar
sencillamente del valor propio del drama, comenzará los ensayos activos de Jauja, de
Ferdinand Dugué y Anicet Bourgeois, ese muerto de tanto talento; luego de lo cual ya se
piensa en Cromwell, la obra de Victor Séjour quien, a su reciente corona de inmortales,
verá también añadirse flores vivas y tres o cuatro hojas de laurel verde. Así, en el
momento en que París observa, con verdadero interés, que sacan del desuso para
hacerlas regresar deliberadamente las obras repuestas por la Porte-Sainte-Martin del
noble Casimir Delavigne, empezando por Don Juan de Austria, no ignora el
extraordinario, verdaderamente sólo por la cifra de gastos mencionada, 150000 francos,
Viaje alrededor del mundo, esa fantasía, ese drama, ese atlas viviente de geografía, y
junto a todo lo demás los nombres populares de Dennery y del muy curioso Jules Verne,
porque cada cita nueva nos hace notar cien olvidos, y nuestra meta no era sino mostrar,
para atraer otras revelaciones, que exceptuando el ballet de los Djinns estudiado por la
Ópera popular casi no hablamos de la Danza, cuya música es del príncipe Jean
Troubetzkoi, agregado de la embajada de Rusia en París, y además, la única
indiscreción que supimos, la recepción en uno de los grandes teatros dramáticos de una
obra histórica, El deber (que sería el deber cívico), firmada con el nombre no de un
noble, sino de su castillo; no hemos captado, en la presunción susurrada detrás de
algunos abanicos (o sea lo siguiente, el Memorial nobiliario o la lista de agentes de
cambio cerca de la Bolsa de París simplemente copiados por los encargados de afiches
de los teatros), nada más que un murmullo encantador, totalmente nuevo y frívolo, pero
insuficiente para la Historia. Mientras que ustedes quieren otros nombres más, para
cerrar un informe ya muy amplio; y para consolidar mi victoria de Cronista exacto,
guardé los que me resultan más queridos: algunos de los colaboradores de aquí y de
otros amigos. Catulle Mendès ofrece en el Teatro Lírico convertido en Teatro dramático
un vasto drama potente y claro, Las madres enemigas, luego de la inauguración con La
juventud del rey Enrique, y en el Teatro de las Artes, Justicia, otro drama veloz, sellado
con no menor maestría, tras las representaciones de Mademoiselle Rousseil; y el Cluny
prepara la obra de Gustave Flaubert, en colaboración con Louis Bouilhet; y el Odeón, si
alguna vez cesa el éxito de La juventud de Luis XIV, por Dumas padre y Dumas hijo y
Gil Naza, actor, y Léonide Leblanc, dará el adorable sainete japonés de Ernest
d’Hervilly, del que París conoce el éxito obtenido este verano con algunos cientos de
alejandrinos y un romance de Armand Gouzien, en la editorial Charpentier, ante una
platea de príncipes del espíritu: La bella Saïnara. De modo que es posible, aun para el
olvidadizo que desatienda igualmente El ilota, ese lindo acto en verso, en el Teatro
Francés, de Charles Monselet y Arène, al igual que una bufonada admirable del señor
Zola en el Cluny ya mencionado, y todo lo que no quiero decir: están también, ¡Musas,
díganme que no!, los autores dramáticos y los músicos que escriben, en este caso,
versos y notas; que todo sea como en el pasado (el futuro de nuestro invierno revelado);
y que en verdad no sea en el rey de los aficionados, cualquiera sea, sino en el más
incansable de los inspirados, que lo fue hasta los setenta años en sus plaquetas y sus
reediciones, en el que pensó el señor Falguière al erigir una bella estatua de Lamartine,
ayer aprobada por un jurado de artistas y de compatriotas.
Ix.
EL CUADERNO DORADO
La mesa, el amoblamiento hecho por las damas, el jardín y los juegos
Página siete
MENÚ DE UNA CENA EN FAMILIA
Potage Germiny
-
Manteca, Camarones, Anchoas y Aceitunas
-
Bacalao a la holandesa
Muslo de cordero de la costa a la bretona – Molleja de ternera con salsa de
tomate
-
Perdices asadas – Ensalada de escarola
-
Pepinos frescos a la crema
Potecitos de suflés de chocolate
-
Postre elegido por la Dueña de casa – Masas finas
-
Café y buenos destilados, Licores auténticos de la Viuda Amphoux
Cigarrillos rusos aromáticos de Dubèque y de la Habana
Cigarros: Partagas o Cabañas (Grand Hôtel)
-
VINO
De mesa: Île Verte y Côte Rôtie
Chef principal de Le Brébant.
Página ocho
El Gombo fevis
(Biscus excellentus)12 plato especiado
12
Como se hace notar en la edición de la Pléiade, debería decir “Hibiscus esculentus”, nombre científico
del gombo, también llamado quimbombó, ocra y candia en distintos países [T.].
degustación de frutos, licores y platos exóticos que se va a abrir en el bulevar
Haussmann 56 con el patrocinio de las Colonias parisinas de Sudamérica y de Oriente.
Toda la clientela mundana del lugar se apresta para aportar, y difundir, sus tradiciones
originarias; y más de una de esas damas acudirá en persona por diversión a vigilar la
elaboración de los platos y poner manos a la obra: señalemos, por ejemplo, a las dueñas
de casa deseosas de probar antes de intentarlo, que este gombo se realizará el jueves 22
de octubre.
De allí que esta preparación, al igual que las próximas, debida a la amabilidad
del Promotor de los productos y la cocina exóticos, sea acompaña de esta firma.
Página nueve
Techo móvil de un departamento en alquiler
No todo el mundo, aun entre las personas dotadas de buen gusto, posee una
mansión, y conocemos a más de un aficionado al arte condenado a la miseria de los
departamentos. El obstáculo impuesto a la realización de muchas fantasías en tales
lugares es inevitablemente el techo: porque las paredes se ocultan con el papel; las
puertas se pintan. Blanco como una hoja de papel sin poema y más vasto, o velado por
una nube sobre un azul a tanto el metro, tal es el CIELO ofrecido a la mirada del
anfitrión, con la vista alzada y hundido en su sillón: en lugar de una Alegoría de la
escuela francesa o de algún hermoso techo con molduras traído de las provincias.
Se podría recordar en algo esta última clase de techos con pocos gastos.
Un amplio panel de madera de abeto ocultará la superficie de yeso y su rosetón,
colocado en toda la extensión: longitudinalmente, o sea de las puertas a las ventanas,
como planchas planas de madera, en ángulos rectos, adornadas en el medio y siguiendo
el sentido por una vigueta insertada en una muesca curva, que pasan a distancia de unas
tres veces su ancho; transversalmente, más espaciadas, tres veces, cinco veces, siete
veces, a gusto, vigas esbeltas con el mismo ornamento (sin embargo, en este caso, más
pronunciadas). ¿El fondo que forma el panel? Se pinta, en el intervalo de las viguetas,
de bermellón apagado y mate; y el armazón completo, con laca negra (barniz japonés o
de coche), excepto las varillas en dorado. ¿Vemos ese techo, rico, exquisito, raro: y que
se yuxtapone por sus bordes y por el extremo curvado de su entrecruzamiento de
viguetas al borde vulgar del muro alto (disimulado, los planos con el negro y las
molduras con el dorado)? Puertas, madera de las ventanas y marco del espejo, junto a la
chimenea, todo desaparece bajo la misma pintura o debajo de telas de los dos tonos,
paños negro y granate resaltados uno por el otro; al igual que los marcos del papel de
pared, laqueados y que contienen finalmente grandes piezas de tapicería antigua. Salón
comedor, en continuidad con el dorado o lo negro de arriba proporcionada por el cuero
labrado de los asientos; o más bien, para completar el efecto, Estudio y Biblioteca, con
muchos libros de lomo negro impresos con títulos dorados, el Sitio, iluminado por una
araña holandesa (y gracias a la poca elevación de nuestras moradas), es sencillo, bello,
cerrado y solitario: casi como un lujoso camarote de barco.
Tenemos allí una decoración cuyo costo módico, veinte luises o la mitad, nos
permite, si no llevarlo a otra parte, quedar como un propietario, en compensación por el
perjuicio que le causa el revestimiento oscuro y el insólito dorado aplicados a los
diseños de cartón y de mezcla.
Según Marliani,
Tapicero-Decorador.
RELATO Y POEMA
FIGURAS DE ÁLBUM
MARIANA
13
Copiamos de un manuscrito del poeta este soneto, una de las exquisiteces extranjeras con las cuales
Ernest d’Hervilly se midió en El harén; demasiado largas, por desgracia, para el poco espacio dedicado
por nuestra publicación a los versos. Se hará una reseña de ese libro publicado por Lemerre, así como de
Las mujeres de artistas de Alphonse Daudet, en una de las próximas Crónicas.
14
Traducimos la versión en prosa francesa de Mallarmé, el único escrito firmado con su nombre en La
última moda, que la edición de La Pléiade incluye en la sección de Traducciones, indicando que luego de
su primera publicación y con algunas correcciones el autor se la entregó a Rémy de Gourmont, quien la
incluyó en Le Mercure de France de junio de 1890 [T.].
Los canteros de flores tenían una costra espesa de musgo muy oscuro, todos
iguales. Los clavos oxidados colgaban de las ataduras que sostuvieron el durazno en los
muros del jardín. Los aleros rotos, extraños y abatidos; la ruidosa aldaba estaba sin
levantarse: dispersa y gastada, la vieja paja sobre el granero solitario de la zanja. Ella
únicamente dijo: “Mi vida es triste y él no viene”, dijo; ella dijo: “Estoy cansada,
cansada, quisiera estar muerta”.
Sus lágrimas cayeron con el rocío de la tarde; sus lágrimas caían antes de que el
rocío se hubiera secado: ella no podía mirar el cielo suave a la mañana ni el momento de
la tarde. Después del vuelo de los murciélagos, cuando la sombra más densa provocó
una somnolencia en el cielo, ella corrió la cortina de su ventana y miró a través de las
tinieblas planas. Únicamente dijo: “La noche es triste y él no viene”, dijo; ella dijo:
“Estoy cansada, cansada, quisiera estar muerta”.
En medio de la noche, escuchó gritar al ave nocturna, en vela; el gallo cantó una
hora antes de la luz; desde el pantano oscuro, llegó a ella la voz de las vacas: sin
esperanza de cambio en el sueño, le pareció que caminaba abandonada hasta que unas
ráfagas frías despertaron los ojos grises del amanecer cerca del granero solitario de la
zanja. Únicamente dijo: “El día es triste y él no viene”, dijo; ella dijo: “Estoy cansada,
cansada, quisiera estar muerta”.
Casi a un tiro de piedra del muro dormía una esclusa de agua ennegrecida; y
encima, numerosas, redondas y pequeñas, trepaban en racimos los musgos del pantano.
Un álamo, muy cerca, se agitaba siempre, todo verde y plateado de corteza nudosa. A
kilómetros, ningún otro árbol señalaba el espacio nivelado, los alrededores grises.
Únicamente dijo: “Mi vida es triste y él nunca llega”, dijo; ella dijo: “Estoy cansada,
cansada, quisiera estar muerta”.
El gorrión piaba en el techo, el lento tictac del reloj y el ruido que hacía el álamo
al viento confundían todos sus sentidos; pero más maldijo la hora en que el rayo del sol
yacía a través de las habitaciones, cuando el día se inclinó hacia el bosque occidental.
Entonces ella dijo: “Estoy muy triste, él no vendrá”, dijo; ella lloró: “Estoy cansada,
cansada, por Dios”.
PROGRAMA DE LA QUINCESA
Distracciones o solemnidades del mundo
I
Las librerías y las exposiciones
Varios libros que pueden aguardar en la mesa del tocador a las últimas viajeras
que pronto regresarán, primicias literarias de la temporada.
Biblioteca Alphonse Lemerre (Libros publicados): Novelas: Una semejanza (1
vol.), por Louis Gualdo; Las mujeres de artistas (1 vol.), por Alphonse Daudet: y
próximamente Un idilio durante el asedio, por François Coppée. –Poesía: El libro de
los sonetos (1 vol.), La rebelión de las flores (1 vol.) y Francia (1 vol.), por Sully
Prudhomme; A media cuesta (1 vol.) por Léon Valade, El harén (1 vol.) por Ernest
d’Hervilly; La sangre de la copa (1 vol.), de Théodore de Banville, y Las elevaciones
de Emmanuel des Essarts: próximamente, por último, El cuaderno rojo, por François
Coppée.
Biblioteca Charpentier (Libros publicados): La conquista de Plassans (1 vol.),
segunda edición (1 vol.) por Zola, y los Cuentos a Ninon por Zola, además de los
Cuentos para las personas grandes (1 vol.), por Ernest d’Hervilly; Retratos
contemporáneos, por Théophile Gautier (volumen perteneciente a las Obras completas
de este maestro, cuyo primer tomo publicado fue la Historia del Romanticismo).
Dedicada a sus magníficas publicaciones de año nuevo preparadas con mucha
antelación y a sus libros de estudios perfectos que expone en las vidrieras de las
librerías, la Casa Hachette no ofrece hoy uno de esos libros eruditos o literarios que
son el éxito de la temporada y del año.
*
En los Champs-Élysées se prolonga el éxito de la Exposición de la Unión de las
Bellas Artes aplicadas a la Industria, muebles, adornos, etc., etc., y donde un grupo
de objetos interesa especialmente a nuestras lectoras, a saber: la Historia del Traje
desde los tiempos más antiguos hasta el siglo XVII, representado por todas las artes
gráficas y plásticas contemporáneas.
Visitas al Museo Carnavalet, con sus tesoros, y Venta anunciada de la curiosa
biblioteca Charles Asselineau.
II
Los Teatros
Nuestra Revista, al igual que una Colección de Modas, pretende ser la colección
de moda, tiene su lugar usual en las mesas de salones: levantar la tapa y mirar al azar
esta página se volverá un acto habitual para toda lectora en busca de planes. Esta página
tiene por objeto reunir, en un solo vistazo, un cuadro de todos los placeres que ofrece
París, presente o distante, durante la Quincena, y así decidir con pocas palabras rápidas
combinadas con el afiche la elección que hay que hacer en relación con varias veladas o
con una tarde: aunque también es preciso verificar si no ha ocurrido ningún cambio en
algún Programa, que en su fecha de publicación frecuentemente debió añadir
pronósticos a la constatación de hechos.
(En tal caso, ábrase simplemente un gran diario y consúltense los Teatros del
Día.)
Teatro Francés: El Repertorio, principalmente Una cadena, reposición, con
Favart, Got, Delaunay y Coquelin; a la espera de que reaparezca Sarah Bernhardt o
Zaïre.
Sala Ventadour: Ópera. Tras haber cantado Los hugonotes en nuestra lengua,
la marquesa de Caux no puede separarse del público que aclamó antes a la Patti sin
cantar también Fausto el domingo 18 y el miércoles 21; y en Italiens: Inauguración de
la temporada con Lucrezia Borgia, con Mme. Pozzoni, debutante en París famosa en
todas las regiones que bordea el Mediterráneo: el París elegante y diletante está
cautivado por el arco levantado por primera vez del señor Vianesi.
Odeón: Las centésimas representaciones de La juventud de Luis XIV, con
Léonide Leblanc, Hélène Petit y Gil Naza, un éxito que alterna con otro: La escuela
de maridos, donde Isabelle es Mlle. Blanche Baretta, El soltero y el hombre casado de
Wafflard y Fulgence que exhibe espléndidos trajes de 1821; velada de Repertorio que
termina con esta maravilla, El tricornio encantado, de Gautier.
Ópera Cómica: El perdón de Ploërmel (Zina Dalti y Lina Bell; Bouhy,
Lhérie), va a ceder unas buenas veladas a Mireille representada con los fragmentos
antes cortados en el Teatro Lírico y siempre, muy felizmente, con Mme. Carvalho.
Repertorio, en especial Mignon, para el retorno de Mignon, no de Mme. Galli-Marié,
que son una sola.
Ópera Popular: Los parias de Membrée, opera desconocida, después Los
amores del diablo de Grisar, ópera olvidada, luego un nuevo ballet de Massenet;
agréguese al director de orquesta Maton, los cantantes Nicot, Mme. Reboux, el lujo
inédito y el costo prudente de estas veladas: en resumen, un éxito.
Vaudeville: Jeanne Essler en la obra nueva de d’Ennery y Brésil, junto a Mlle.
Barthet son, ciertamente, dignas de ver, una cerca de la otra: vamos a Marcelle, aunque
sólo sea para demorar una aparición de la Novela de un joven pobre y de toda la serie de
los Tarados.
Gymnase: A Gilberte, llevada a San Petersburgo con los conjuntos de Mlle.
Delaporte que exilia allí, sobre todo, su talento, le sucede La Princesa Georges,
repuesta, por desgracia, sin Desclée, con Mlle. Tallandiera, muy bella.
Variétés: Dejemos en el Programa de hoy, aunque sólo sea para apresurarlo, el
Estreno de Los prados Saint-Gervais, de Sardou, Gille y Lecocq, anunciado por
nosotros la vez pasada; ¡y sin embargo Schneider sigue en cartel y en La Périchole!
Palais-Royal: Muy bellas veladas con una cosa loca, El Rey Candaule, y una
cosa alegre, ¿Debemos decirlo?, Meilhac y Halévy, Labiche y Duru; Brasseur,
Hyacinthe, Geo-Vroy, Gil-Pérès y Lhéritier.
Gaîté: Orfeo en los infiernos, con el acto nuevo: El Reino de Neptuno, se
eterniza con los trenes de placer llegados, para poder verla, desde los siete rincones de
Europa; y ahora son los parisinos quienes asisten al deslumbrante Estreno ofrecido en su
ausencia.
Porte-Saint-Martin: Don Juan de Austria, comedia histórica de Casimir
Delavigne, con un soberbio reparto de Dumaine, Taillade, René Didier y Fraisier, etc.;
Mme. Patry, etc., y no menos soberbiamente puesta en escena.
Ambigu: El oficial de fortuna, de Jules Adenis y Jules Rostaing, en un teatro
renovado, por el señor Fischer: merecido éxito por todos lados: en la sala, en el
escenario y entre bambalinas donde se manipula un truco célebre.
Bouffes-Parisiens: Continuación de La linda perfumista, con Théo, ¡y ya es
decirlo todo! No, porque aun a su lado se destaca Mme. Grivot; hasta Madame del
Archiduque, la función de todo el invierno.
Renaissance: Thérésa en La familia Trouillat que, aunque sea una obra
maestra, y es raro, le deja un espacio inmenso en el afiche al nombre de la diva, que
convierte cinco o seis estribillos en grandes arias.
Folies-Dramatiques: La hija de Madame Angot. Tras haber olvidado París por
dos meses su opereta, quiere ante todo volver a verla: pero Mario Widmer, Desclauzas
y la nueva Clairette, Mlle. Perani, no engañarán hasta que llegue el frío nuestra
impaciencia por ver La novia del rey de Garbe, de Litolff, donde aparecerá Mlle. Van-
Ghel.
Cluny: Las bestias negras del capitán, una linda comedia nueva de Paul
Cellières con Lacréssonnière; antes, un acto cedido por el Teatro de las Artes, 35 años
de alquiler.
Teatro de las Artes (antiguo Menus-Plaisirs): El cerco de retamas, buen drama
antiguo antes de El ídolo y Mlle. Rousseil.
Château-d’Eau: Reposición de La hija del diablo, con los hermanos Dorst,
esos clowns, no, esos convulsivos, no, esos bailarines de una cuadrilla extraña, llamada
con un nombre calmo y exasperado: Los Bulliciosos.
Délassements-Comiques (antiguo Nouveautés): El rinoceronte y su hijo, un
libreto de los más locos, de Saint-Fargeau y partitura de un excelso músico, el señor de
Sivry, antes El vizconde de hojalata, un lindo acto de Dharmenon y Escudier con
música del señor de Sivry.
Folies-Bergères: Todo: Los pájaros, el Tatuado, Lira y Nénia, los Martillos, los
Gitanos y el Caniche gimnasta; ¿qué digo? Una opereta, un equilibrista; los elementos
de una obra en cinco actos, pero, ¡qué alegría!, dejados en el estado de elementos.
Finalmente, en los teatros Déjazet: Las horas diabólicas, primeras funciones en
una sala, para no interrumpir el último éxito, repuesto durante las horas de la noche;
Beaumarchais: donde se da El abismo y la sala toda dorada; y el Folies-Marigny:
Mimí Chiffon, con el verano de Bougival trasladado al otoño de los Champs-Élysées.
*
Matinés literarias en todas partes, en la Porte-Saint-Martin, en el Gaîté (se
habla incluso del Ambigu y del Renaissance); y tanto allá como aquí unas troupes
hábiles reunidas la víspera y conferencistas elocuentes en el momento.
Los Conciertos Populares, con coros junto a la orquesta, cada octavo Concierto
dedicado a la audición de un Oratorio; los Conciertos del Châtelet, también en la
jornada del domingo, clásicos y modernos, finalmente los de Litolff en Frascati.
Música en todas partes y música de maestros, a veces dirigida por un maestro. Cuando
no nos falten tres líneas, brindaremos el programa de cada uno de estos festivales tan
seguidos por la aristocracia del gusto, así como el de las Matinés dramáticas y literarias.
III
Las Estaciones
Enviar todos los Libros, al igual que toda información concerniente a Teatro,
Viajes, Vida social o Bellas Artes, al señor Stéphane Mallarmé, calle de Moscou 29.
Gerente: David.
11 de octubre de 1874.
OBRAS DE CARIDAD
Un Profesor de uno de los Liceos de París nos presta su pericia esclarecida todas
las veces que se trata de recomendar un nuevo Libro de Educación, digno de los votos
maternales, un método, etc., o incluso un Maestro y una Maestra; debido a esta buena
fortuna, disponemos de verdaderas consultas universitarias.
Muy sucintamente, hasta tanto haya aquí algo que encomiar o que elegir,
instamos a las madres de familia a que den un paseo, instructivo para ellas mismas, de
una jornada por nuestras grandes Editoriales de Educación: que en este momento del
inicio de clases se vuelven una de las citas parisinas. Las ediciones Hachette, sobre
todo, y luego Delagrave; de donde más de un coche se lleva, junto a los clásicos que
corresponden a los niños, magníficos diccionarios hallados por los padres para sí
mismos: el de Lengua Francesa por Littré en un caso, y en otro, el de Historia y
Geografía por Dezobry. Los libros de lectura tampoco deben ser olvidados, y en ese
mismo barrio, Furne y Hetzel, en el barrio de los Italianos, Lemerre, también ofrecen,
junto a volúmenes estrictamente escolares, los libros recreativos o serios de los jueves y
los domingos o de las horas que terminan el estudio en los Colegios y los Internados.
Madame de P.
LA ÚLTIMA MODA
Gaceta del mundo y de la familia
QUINTA ENTREGA
1° DE NOVIEMBRE DE 1874
SUMARIO Y TÍTULOS
TEXTO
II
Grabados en blanco y negro del texto
Primera Página
Páginas centrales
1. – Nena de siete a ocho años. Traje de terciopelo negro. – Falda plisada
polonesa levantada muy atrás y guarnecida de pequeñas tiras azules. – Botines de
cabritilla brillante y chaleco y mangas de batista.
2. – Varón de siete a ocho años. Traje de cheviot. – Saco y chaleco, ambos con
bolsillos. – Faldón plisado salvo adelante donde queda un espacio liso con pequeños
lazos fijos, del mismo tono que la tela. – Cuello marinero de tela irlandesa, botitas de
cabritilla lustrada.
III
Molde cortado de tamaño natural
No hay nada en el Molde de hoy (el de la Entrega del primer domingo del mes,
entregado de oficio y gratuitamente a las abonadas) que requiera una explicación aparte
del Conjunto de Visita, N° 1: éste reproduce, cortada con una claridad que sabremos
agradecer y casi ya lista, la Túnica guarnecida de plumas.
TAPA
Tarjetas de presentación de Grandes Tiendas, etc. – Correspondencia con las
Abonadas. Consejos sobre Educación, por Mme. de P.
El título de la revista, los subtítulos, etc., así como la disposición del texto y de
los anuncios le pertenecen exclusivamente, habiendo sido debidamente patentados,
toda falsificación o imitación será perseguida en los países que han firmado con
Francia un tratado literario.
LA MODA
Marguerite de Ponty.
GACETA DE LA FASHION
¿En cuál de los dos hay que creer, señoras, en el testimonio de sus ojos o en el
de sus oídos? Se trata de decir con precisión si hay muchos compradores en París, o si
es cierto que los negocios no funcionan en absoluto. Según las multitudes que se
amontonan en este momento en las galerías del Louvre y en el Bon Marché de la calle
Sèvres, se diría que todo París se puso de acuerdo para favorecer a las tiendas de
novedades. Cada cual se encarga de esa tarea, además con un entusiasmo que no deja
nada que desear.
Ya sea que vayamos a la casa Worth en carruaje de dos caballos, atraídos por los
tres nuevos vestidos del afamado creador, o que vayamos al Baúl de la India por las
cachemiras de color tomillo, nutria y garza, en todas partes la misma aglomeración con
un deseo inmenso de gastar dinero.
Sin embargo, hay personas a las que esa manera de hacer vivir a los fabricantes
les molesta mucho, y que dicen obstinadamente que ya nada funciona en nuestra capital.
Lo que indigna a las gaceteras, pero hay que saber escuchar a los descontentos: no todo
el mundo es feliz; no todo el mundo puede comprar vestidos azul sueño, caos e infante,
ni túnicas color nutria de pura lana del Tibet.
Nombré esos tres famosos vestidos, y aunque deba ganarme el enojo de los
envidiosos, quisiera describir al menos el vestido azul sueño.
Todas hemos soñado con ese vestido sin saberlo. Sólo el señor Worth supo crear
un conjunto tan fugaz como nuestros pensamientos.
Sólo tenemos que quererlo para imaginarnos una larga falda con cola de reps, de
seda del azul más ideal, ese azul tan pálido, con reflejos de ópalo, que enguirnalda a
veces las nubes plateadas. El frente de la falda es de rayón y bien provisto de pliegues,
los paños laterales están adornados de arriba abajo con moños, pompones forrados de
seda color paja; y de un lado al otro, debajo de un puf revestido, pasa una echarpe que
dibuja meandros con trazos de color prímula y azul. La blusa es medieval, con aberturas
también color paja, las mangas están guarnecidas de lazos con pompones. La pañoleta
de pliegues opulentos tiene tonos primaverales. Vemos pues un conjunto de mujer joven
y de gran pompa, como todas las mujeres jóvenes deben usar preferentemente a esos
atavíos rojos o de tonos amarillo huevo que otros grandes modistos han inaugurado.
Para los vestidos de cachemira y para todas esas telas gruesas de moda, de pelo
de camello o de pelo de cabra de la India, La última moda acaba de sellar un acuerdo
con la principal casa de París, que le permitirá a nuestra revista enviar directamente a
sus abonadas muestras a libre demanda dirigida a La última moda: se recibirá entonces
toda la colección a vuelta de correo.
Miss Satin.
CRÓNICA DE PARÍS
Teatros, Libros, Bellas Artes; Noticias de los Salones y de la Playa
EL CUADERNO DORADO
La mesa, el amueblamiento hecho por las damas, el jardín y los juegos
Página diez
Menú de cena importante
Sopas
Puré de perdices a la cazadora
Cebada perlada a la princesa
-
Ostras de Marennes, Ostende, Imperiales
-
Aperitivo
Camarones, Canapé de caviar
Arenque a la rusa, Salmón ahumado
-
Plato fuerte
Truchas a la Regencia
Bife a la Godard
-
Budín de conejo a la Lucullus
-
Entradas
Pollo a la escocesa
Cazuelita de ternera a la mariscal
Timbal de ravioles a la Monglas
-
Helado con champagne
Asado de piezas de caza a la Véron
(Perdices, codornices, hortelanos, gallinetas)
-
Cardos al tuétano
Puntas de espárragos a la crema
-
Helados de avellana en barquillo
-
Postre elegido por la Dueña de Casa
Café, Licores: Cognac Martel, Viuda Amphoux
y otros genuinos de origen
Cigarrillos rusos, habanitos rusos aromáticos de Dubèque
Cigarros Régalias de la Reina Fígaro (Grand Hôtel)
-
Vinos
Madera Pichon Longueville
Grand-Soussans y Thorins en Jarra
Romanée-Conti Piper helado, Latour blanco
Madera Imperial
St-Julien, Larose, Richebourg
Viuda Clicquot frío
Página once
Aplicación de cuero sobre cuero: labor de siesta
RELATOS Y POEMAS
[“El vigilante nocturno”, poema de Emmanuel des Essarts.15]
[“La pequeña sirvienta”, cuento de Catulle Mendès.]
PROGRAMA DE LA QUINCENA
Distracciones o solemnidades del mundo
TEATROS
15
Fiel a su costumbre de tener la primicia de todos los buenos libros, la Revista brinda en esta entrega: en
poesía, unos versos extraídos de la nueva edición, con supresiones y agregados, de Las elevaciones de
Emmanuel des Essarts; y en narrativa, un relato solicitado como adelanto al conjunto de cuentos que
prepara Catulle Mendès.
Odeón: El auge de las primeras funciones de La amante legítima, de Poupart
Dayvi, alternará con el éxito de: La escuela de maridos, donde Isabelle es Mlle.
Blanche Baretta, El soltero y el hombre casado de Wafflard y Fulgence que exhibe
espléndidos trajes de 1821, velada de Repertorio terminada con esta maravilla, El
tricornio encantado de Gautier.
Ópera Cómica: El perdón de Ploërmel (Zina Dalti y Lina Bell; Bouhy,
Lhérie), va a cederle unas buenas veladas a Mireille ofrecida con los fragmentos antes
cortados en el Teatro Lírico y siempre y muy felizmente con Mme. Carvalho.
Repertorio, especialmente Romeo y Julieta.
Ópera Popular: Apertura (insisto en creerlo) con Los parias de Membrée,
ópera nueva, después Los amores del diablo de Grisar, ópera olvidada, luego un ballet
inédito de Massenet; agreguen el director de orquesta Maton, los cantantes Nicot, Mme.
Reboux, el lujo inaudito y el costo prudente de estas funciones: en suma, un éxito.
Vaudeville: Los fracasos no son menos interesantes para los amantes del teatro
que los éxitos: porque se tiene tiempo de esperar con éstos y hay que apurarse con
aquéllos. Véase Berthe d’Estrée como se ha visto Marcelle y a Mlle. Barthet luchando
como Jeanne Essler contra la mala suerte, sobre todo después de Entre dos trenes, esa
novedad, y antes de otros actos destacados que proporcionan un lindo espectáculo.
Gymnase: A Gilberte llevada a San Petersburgo con los vestuarios de Mlle.
Delaporte que exilia allá sobre todo su talento, le sucede Gilberte, que quedó con Mlle.
Délia, quien tiene el material de muy bellos vestidos y de un encantador talento.
Próximamente: La viuda, de Meilhac y Halévy, y con Fargueil y sus tres vestidos, y
todo su talento tan variado como ellos. La Princesa Georges: reposición, por desgracia,
sin Desclée; con Mlle. Tallandiera, muy curiosa.
Variétés: Dejemos en el Programa de hoy Los prados Saint-Gervais, de Sardou,
Gille y Lecocq, anunciado por nosotros la última vez y la penúltima vez; para
permanecer mucho tiempo más de dos quincenas, incluso más de dos meses. El nombre
de Mlle. Z. Bouffar, reemplazado por el de Peschard: ésta es toda la modificación que
aportamos en nuestro anuncio de un éxito casi popular.
Palais-Royal: Hay dos risas, la de las cien representaciones del Palais-Royal,
donde se escapa, acumulada, toda la hilaridad antigua, y la de sus primeras
representaciones: por lo tanto, a El Rey Candaule le sucede La bola, para agotar los dos
modos de la alegría parisina.
Gaîté: Orfeo en los infiernos, con el acto nuevo: El Reino de Neptuno, se
eterniza luego de los trenes de placer llegados, para contemplarlo, de los siete rincones
de Europa; y ahora son los parisinos quienes asisten al deslumbrante Estreno ofrecido
en su ausencia.
Porte-Saint-Martin: La vuelta al mundo en 80 días dará la Vuelta del Año
parisina: de Suez a Liverpool y de octubre a julio. ¡Qué decir!, hay que verlo: La Cueva
de las Serpientes, un Sutty en la India, la Explosión y el hundimiento de un barco a
vapor, el Ataque a un tren por los indios dawnies: títulos prestigiosos pero vanos al lado
de la realidad, en este caso la fantasía. Dumaine, Lacressonnière, Alexandre y
Vannoy, Mlles. Angèle Moreau y Patry: porque hay un drama en este espectáculo de
Ennery y Jules Verne.
Teatro Lírico: La juventud del rey Enrique, que debe inaugurar la sala, y donde
el señor Castellano introdujo muchas mejoras interesantes para el público, aunque
permaneciendo fiel a las tradiciones escénicas del drama, que él mismo ha mantenido
muy elevadas hace mucho tiempo.
Ambigu: ¿Por qué discontinuar en pleno éxito El oficial de fortuna? Excepto
para ofrecer Jauja, de Ferdinand Dugué, de la que habla nuestra última Crónica; pero lo
que ésta no decía era la actuación soberbia de Fargueil.
Bouffes-Parisiens: Madame del Archiduque, Théo se va, llega Judic: ¿hay que
suspirar, hay que alegrarse? Ovaciones, ramos (que en esa bombonera podrían ser de
flores azucaradas), diamantes a la vista y en los hombros: un Estreno inaudito que va a
durar todo el invierno. Todavía no nombro a nadie deslumbrado, fascinado: pero sí, al
lado del maestro, el otro encantador, Grévin, por sus trajes de los Trompetas del Gran
Duque.
Renaissance: Thérésa en La familia Trouillat que aunque sea una obra maestra,
y es raro, le deja en el afiche un lugar inmenso al nombre de la diva, que hace con cinco
o seis estribillos sus grandes arias.
Folies-Dramatiques: Estreno de La novia del Rey de Garbe, por Litolff; nada
parecido a la inspiración bufa de un artista serio o sublime. Quisiera no tener siempre
ante los ojos la aparición de Mlle. Van-Ghel, magnífica, para tener en los oídos más
reminiscencias de la partitura, maravillosa; pero quién sabe, si así fueran las cosas, si no
quisiera volver a cambiar.
Cluny: Madame Mascarilla, el Mago, actos agradables por jóvenes; y la
maravilla de abundante risa, Los herederos de Rabourdin, cuatro actos de Zola, que hay
que escuchar, que hace falta leer: una de las pocas obras maestras de la época.
Teatro de las Artes (antiguo Menus-Plaisirs): El drama nuevo de Crisafulli y
Stapleaux posee grandes cualidades, en primer lugar, ser interesante: qué decir que no
haya sido repetido por los periódicos del día siguiente o del lunes, sobre la intérprete
trágica, ardiente y noble, Mlle. Rousseil.
Château-d’Eau: Reposición de París de noche, con los hermanos Dorst, esos
clowns, no, esos convulsivos, no, esos bailarines de una cuadrilla extraña, llamada con
un nombre calmo y exasperado: Los Bulliciosos. Su lugar está en la Revista, en primer
lugar porque aparecen como una de las rarezas del año: pero ¿sabrán imitarse ellos
mismos?
Folies-Bergères: Los Pájaros, el Tatuado, Lira y Nénia, los Martillos, Ka-kin-
ha y las Falsas Odaliscas, el Caniche gimnasta; ¿qué digo?, una opereta, y las 3 Barras
fijas: esto es lo que exhiben en París mil afiches, azules, verdes, rojos y amarillos,
pegados en las paredes. Tres primeras funciones por semana (martes, jueves y sábados):
es el motivo de esa cartelería hecha por Arlequín, dispensador de la felicidad pública.
Enviar todos los Libros, al igual que toda información referida a Teatro,
Viajes, Vida social o Bellas Artes, al señor Stéphane Mallarmé, calle de Moscou 29.
Gerente: David.
Nos enteramos con una verdadera satisfacción de que el autor del interesante
Diccionario ilustrado inglés, alemán y francés, editado por la Casa Furne y Jouvet y
elogiado por nosotras en una de nuestras columnas, el señor Armand Lebrun, debido a
esta publicación, ha sido nombrado por el Ministro de Instrucción Pública como Oficial
de la Academia. Ante esa consagración otorgada por la Universidad, es oportuno
recomendar de nuevo una obra excelente, libro al igual que álbum, a la que el público
internacional ya le había dado el primero de los premios, el éxito.
Todas las Editoriales Clásicas, además, cito en primer lugar la casa Hachette,
luego a Delagrave, Delalain y Belin, rivalizan en buen gusto y en inteligencia en la
producción de libros escolares ingleses y alemanes, desprovistos de todo aspecto
demodé o tedioso así como de notas superfluas o pedantes, que en otra época
acompañaban la introducción de semejantes volúmenes en los colegios, los internados y
las familias. Los nuevos programas, hay que decirlo, casi han trazado su catálogo en esa
biblioteca extranjera: los grandes autores clásicos, por cierto, pero por fragmentos, lo
que alivia en gran medida la memoria frágil de los principiantes; y también por
fragmentos los autores modernos, como Walter Scott, seleccionado por el señor Battier,
y Miss Edgeworth por el señor Motheré, o bien la Recopilación de Fragmentos
Escogidos Ingleses del señor Sévrette, juvenil y literaria a la vez, una alianza tan rara.
Todas estas lecturas excitan primero el interés, gracias al tono familiar del diálogo o del
relato. Tal es una de las felices novedades del momento en cuanto a libros para la
juventud de la época.
Hoy hablamos de Libros más que de Maestros, y sin embargo todos los cursos se
renuevan, todas las lecciones particulares comienzan. Citemos, a pesar de que no haya
necesidad de recomendación y simplemente a fin de anunciarla, la enseñanza de francés,
lengua y literatura, de griego y de latín, que va a inaugurar, para todas las personas
jóvenes, un antiguo laureado del Gran Concurso, hombre de mundo y escritor. Ya sea
que quieran agrupar a sus jóvenes familias alrededor del conferencista, ya sea que
prefieran recibir en la casa las visitas del maestro, insto a nuestras abonadas a que se
dirijan, para obtener toda la información, a uno de nuestros amigos, el señor Wiener,
Profesor en el Liceo Fontanes, calle Saint-Lazare 11, que patrocina y se encarga de
organizar esos cursos o esas lecciones.
Ésta es una verdadera buena noticia en la instancia de la educación que La
última moda es la primera en dar.
Madame de P.
LA ÚLTIMA MODA
Gaceta del mundo y de la familia
SEXTA ENTREGA
15 DE NOVIEMBRE DE 1874
SUMARIOS Y TÍTULOS
TÍTULO Y PORTADA DE MORIN
TEXTO
I
Litografía a la acuarela con o sin molde cortado de tamaño natural
Conjunto de Visita. – Primera falda de satín violeta, abullonada adelante y
guarnecida de volados al costado y en la cola; Túnica de terciopelo del mismo tono que
forma el echarpe y se levanta de un solo lado sobre el hombro; se decora con una franja
de fantasía de seda con botones y red. Sobre esa túnica, muy bella pasamanería que
imita en relieve peras y sus follajes: todo en acero. – Mangas de satín.
II
Grabados en blanco y negro dentro del texto
Primera página
1. – Conjunto de Paseo color ciruela (sombrero Lamballe). – Primera falda de
cachemira, volados similares alternando con volados de rayón. Túnica redondeada
adelante, con faldones cuadrados atrás: está guarnecida de un volado de rayón con
plumas de gallo que lo rematan. – Blusa con faldones redondos, abotonada adelante. –
Confección ajustada, larga adelante y corta atrás. – Sombrero Lamballe.
2. – Conjunto de Visita en satín y terciopelo granate. – La sobrefalda de satín,
que se prolonga muy hacia atrás, está abullonada en lo alto, mientras que en su parte
baja la decoran volados de terciopelo y encaje: Un triple pliegue, muy profundo, forma
la cola. – Confección de terciopelo granate con borde forrado (forro a elección). –
Sombrero Flor de té.
Páginas centrales
1. – Chica de catorce años. – Vestido de terciopelo azul, guarnecido con tiras de
satín. – Sombrero de fieltro gris.
2. – Chica de catorce años. – Traje de cheviot: el fondo es liso y todas las
franjas, al igual que el cinturón, son de cheviot rayado. La túnica se forma con tres
sobrefaldas encimadas. – Sombrero al tono con decoración de plumas (plumas a
elección).
TAPA
Tarjetas de presentación de Grandes Tiendas, etc. – Correspondencia con las
Abonadas: Nuestras seis primeras Entregas, por Marasquin.
El título de la revista, los subtítulos, etc., así como la disposición del texto y de
los anuncios le pertenecen exclusivamente, habiendo sido debidamente patentados,
toda falsificación o imitación será perseguida en los países que han firmado con
Francia un tratado literario.
LA MODA
Conjuntos de baile: vaporosos pero muy ajustados, con un ejemplo. – Sus telas,
para las chicas, para las mujeres jóvenes; y algunos accesorios y arreglos (entre todos,
uno extraño). – Confusión de oro y de pedrerías; luego vestidos oscuros o matizados.
París, 15 de noviembre de 1874.
Como dos hilos, uno de seda o incluso de lana y el otro de oro, que se intersectan
y se anudan entre sí, mezclados en su dibujo anual, alternan aquí la evolución de la
moda durante la Temporada y las fiestas. Ninguna transformación muy notoria en el
Atuendo que se haya manifestado desde hace quince días o que no muestren por sí
mismos los Conjuntos de Baile, objeto de nuestro estudio. Los Vestidos de estas
solemnidades mundanas son la fantasía misma, a veces aventurada, audaz y casi futura,
que sale a la luz a través de las costumbres antiguas. Quien mire puede ver allí,
mezclados con el satín, síntomas en los que se revela ya el secreto, bajo la gasa, bajo el
tul o bajo los encajes.
Defino pues la tradición a la que obedecen más o menos todos los Conjuntos de
Baile: volver ligera, vaporosa, aérea por esa manera superior de caminar que se llama
bailar, la divinidad aparecida en su nube.
En cuanto a los rasgos particulares que parecen imponerse al comienzo del
invierno, todavía desprovisto de grandes reuniones de placer salvo en la postemporada
castellana o en las primicias de las regiones oficiales, veamos lo siguiente (lo que al
menos he captado un poco entre nosotras, un poco en casa ajena, y mucho cerca de las
grandes modistas o de sus rivales los modistos).
Artículo primero y único:
Si las telas clásicas de baile se complacen en envolvernos como de una bruma
volátil y hecha de todas las blancuras, el vestido en sí mismo, por el contrario, blusa y
falda, ciñe más que nunca el cuerpo: oposición deliciosa y sabia entre lo vago y lo que
debe acentuarse.
Ejemplo de esta regla, que proviene de soberanos demasiado absolutos de la
Moda como para no ser seguida dentro de poco por mil súbditas encantadas, es: Blusa
ajustada de arriba abajo, ciñendo las caderas y falda lisa adelante, y ésta va a atarse con
aquella a medio cuerpo, además el echarpe; ¿no aprendió Europa este gusto nuevo de
Oriente?
Al artículo único o por lo menos el primero que hay que anotar, para pensarlo,
en el cuaderno de nácar y borrar, con los últimos nombres de bailarines que quedaron
del año pasado, solamente en la tarde anterior al baile: agrego dos detalles o tres, a
veces diversos, nunca contradictorios.
I. Las faldas de seda ya no se hacen con pufs para la noche, sino que se fruncen
desde arriba; y el frunce se reitera cinco o seis veces (de manera que cubra un espacio
de alrededor de treinta centímetros de altura). En cuanto a la decoración, en la parte
baja, son volados o abullonados, y arriba o muy arriba, echarpes de gasa colocados
muy alto en la sobrefalda y anudándose sobre la cola.
II. Los talles se forman con pequeños faldones todos redondeados o bien en
puntas muy redondeadas que forman una suerte de cola.
Tales son algunas de las novedades introducidas por el comienzo de la
temporada: apreciables particularmente en las fiestas principescas de fines de octubre.
Mil combinaciones exquisitas, ya conocidas o aún nuevas, pueden surgir de la
imaginación de una lectora impaciente por el primer baile del invierno, pero la misma
elección de la tela enviada a la modista se inmiscuye demasiado íntimamente en ello
como para que nosotras las aislemos.
Telas y accesorios e incluso algunos arreglos fundamentales que diseñan el
atuendo cuando no lo embellecen simplemente, escuchen todo a la vez. A estos consejos
totalmente prácticos se impone la única distinción que hay que hacer: entre los vestidos
destinados a las chicas y los vestidos destinados a las mujeres jóvenes.
Señoritas, hablo por ustedes.
Sus vestidos serán de tul ilusión de todos los tonos, pero sobre todo blancos; con
echarpes plisadas o abullonadas, atadas sobre la cola o al costado mediante un pompón
o un ramo de flores, o mediante una guirnalda, lo que es de última moda. Las enaguas
de satín son generalmente preferibles a las de rayón o de pul de seda, ya que son más
brillantes bajo el tul o la gasa: porque una muy linda gasa de Chambéry se desgarra
poco con el envión de la danza, pero creo que forma más bien un conjunto de cena que
de baile. ¿La usan ustedes? Se decorará con mucha puntilla irregular parecida,
apoyándose en un plisado desflecado de cada lado; este deshilachado imita la pluma
muy hermosamente.
Ahora es su turno, señoras.
Vestidos de baile de satín o de rayón velados con tul ilusión blanco levantado de
un lado graciosamente mediante matas de flores, luego otros completamente
guarnecidos de plumas verdaderas y de encajes, ya sea de punto de Alençon o bien de
aplicaciones de Bruselas. Agrego: siempre, muchas puntillas blancas perladas de
pedrerías blancas, así como bordados de seda lisa sobre tul. Hay mil efectos cautivantes
que surgen de estas decoraciones que reproducen la flora del sueño o bien de nuestros
jardines, a veces como escarchados y completamente blancos.
Cerrando los ojos a adorables motivos cuya descripción me tienta, prosigo,
estricta y breve.
Que los moños se dispongan con una feliz falta de simetría para completar unos
volados espaciados y plisados muy finamente; que los adornos florales vayan en
racimos y como enredaderas: éste es un lujo habitual y casi fácil. El genio que
metamorfoseó tejidos en mariposas y en flores cede incluso ante el esplendor puro y
simple de las mismas telas, tul blanco laminado en plata junto a bandas de satín blanco,
o espolvoreado de oro al igual que con el polvo de gemas multicolores. Nada de
ornamentación inútil en este caso, ni sobrecargas vanas, aparte de las mil
complicaciones obtenidas por la mera confección de la falda, volados, abullonados,
colocados más o menos arriba, abajo: nada más que ese prestigio esparcido y luminoso.
Es suficiente, y a riesgo de asombrarlas, queridas lectoras, no les daré ideas (lo
que se busca, con razón, en una Columna de Modas, pero solamente después de que
siguió e indicó el rumbo del gusto). Pero no estamos en las primeras palabras: y no
citaremos sino como una suprema excentricidad la siguiente, divisada en lo de un
famoso sastre para damas: Vestido de tul blanco, guarnecido de pliegues de puntillas
perladas, todo realzado por un follaje de los más singulares: alcauciles, con el tallo y la
verdura inclusive, ornamental en arquitectura y, al parecer, en moda. ¿Barroco? No, no
lo era; era incluso bello; pero ¿emblemático de qué (si es cierto, como dicen los poetas,
que un vestido quiere decir algo)? ¡Verdaderamente el jardín o la sierra están ahí,
recurran a la huerta!
Muy bien, para aquellas entre ustedes, queridas lectoras, que se preparan para
bailar, pero conozco a otras, madres en más de un rubro, cuya satisfacción benévola
consistirá en asistir al éxito de una hija, de una nuera, ¿quién sabe?, tal vez al de una
nieta, lo que es encantador. Hay que repetir un lugar común parecido: que el tono, ya
que entramos ahora en los colores, obedece a la edad, al aspecto de la persona, ¡no!, ni
tampoco recordar algo mucho más frecuentemente olvidado: que hay que contar
también con el color o el matiz de las cortinas, es decir, de los fondos a los que una se
adosa en cada salón. Después de mi nomenclatura de telas por pieza hecha hace quince
días, no puedo más que citar una tela privilegiada o dos: o sea, todavía cerca de los
deslumbramientos de hace un momento, el tul gris plata y (si obviamos todos los
colores), el tul negro enteramente bordado en azabache. Todos los tonos son: malva
claro, reseda, crepúsculo, gris zarina, azul escamoso, esmeralda, marrón dorado…, y me
detengo.
Marguerite de Ponty.
GACETA DE LA FASHION
Los Vestidos, muy bien: conviene que un Correo de la Moda los describa hasta
la cola. Todo el mundo, desde la costurera hasta la mucama hábil, una vez leídas
nuestras descripciones, puede cortar prácticamente una blusa, una túnica; una falda, una
sobrefalda. El Sombrero es totalmente distinto, hay de terciopelo o de seda, hay de
fieltro o con forma (que a menudo no es sino la ausencia misma de forma), y puedo
hablarles una hora: hagan con todo eso algo, aun con flores de plumas y mis frases.
Inevitablemente, salvo por una imaginación muy especial, cada una de ustedes,
Lectoras, toma el camino de la Modista de renombre.
Hay todavía mil accesorios que las damas deben comprar con confianza, el
corsé, los guantes, los zapatos: y estas pocas líneas deben tratar sobre ellos.
De todos los modelos entrevistos los últimos días, en el parque, en el teatro, en
todas partes, ninguno es más encantador que los de Marie Baillet; difícilmente se puede
igualar a esta modista, pero no se la puede superar. Sabe combinar con arte las
tonalidades que para cualquier otra serían arriesgadas con las flores habituales o raras, y
adorna así formas mejor que excéntricas, parisinas: e igual que parisinas, grandes damas
de todos los países. Las capitales extranjeras tomaron de nosotras su sombrero
Lamballe, coqueto y que les queda bien a todas las jóvenes, ¡aun a las que no son lindas,
si fuera el caso!, porque compone por sí solo un rostro. En cuanto al sombrero Fígaro,
es de una deliciosa originalidad: demasiado conocido como para que lo describamos
aquí, y ya brindado por uno de nuestros grabados de hace quince días.
Puedo y debo alabar también el contenido de los cartones de Louise y Lucie: son
maravillosas flores hechas por ellas, con las cuales crean además maravillosos peinados.
Podríamos decir de esas damas que tienen los dedos de rosas matinales, pero de una
mañana artificial, que hace eclosionar cálices y pistilos de tela. A propósito de rosas,
observo sobre todo, en esa colección nueva, una guirnalda de esta flor hoy demasiado
desestimada, que rodea un follaje con reflejos dorados: luego un adorno de geranio
púrpura, con un espléndido follaje también de terciopelo que forma una cola.
Guantes, zapatos, etc., ¿decíamos? No, simplemente por esta vez será el Corsé.
Elijan el Corsé Elegante que realiza Madame Gibert (calle du Bac 187). Con una copa
especial (es de una sola pieza) y un trabajo tan perfecto que da pena esconderlo bajo el
vestido, este objeto es indispensable para usar un conjunto ajustado, como los de ahora.
Toda la Fashion reconoce el talento, y mencionaré la amabilidad de Madame Gibert
como un punto que hay que destacar: porque ella misma se dirige a casa de sus clientas,
prepara, ve, prueba, etc. Con unas palabras mandadas por correo unas horas antes.
Una de nuestras Tarjetas de presentación en la Tapa y que aquí solamente
desarrollamos a gusto, al igual que en el caso de Mademoiselle Baillet, brinda ya estos
detalles muy sucintamente.
Miss Satin.
CRÓNICA DE PARÍS
Teatros, Libros, Bellas Artes;
Noticias de los Salones y de la Playa
Hacer que en estas líneas, trazadas antes de que el péndulo de un pequeño reloj
rococó que las escande haya marcado hasta cien o incluso el doble, quepa una semana y
encima una semana de París: quimera. Sería sabio olvidarse de la ciudad y su invierno,
y hablar de otra cosa; pero ¿existe otra cosa? Todos los estrenos de obras sin música (a
la Música, anunciada por la admirable melodía de Mlle. Holmès en la entrega de hoy,
será dedicada la próxima Crónica completa) conspiran en vano contra nuestro deseo de
abrir en un momento libros, leerlos y nombrarlos simplemente; nada nos perturbará.
¿La viuda?, pero hace ya un mes habíamos anunciado su éxito de ayer en el Gymnase,
así como la magnificencia de La vuelta al mundo, decorados inauditos, drama, elenco; y
todas las felicidades fueron anheladas por nosotros de antemano en el Teatro Lírico que
acaba de levantar por primera vez su telón con La juventud del rey Enrique, por
inspiración de Ponson du Terrail. En nuestra mesa esperan, desde la aparición de la
revista, diversos volúmenes apilados y con las páginas todavía pegadas; usemos el
cuchillo de nácar y los ojos, sin dejarnos distraer por nada.
Mlle. Rousseil en El ídolo, en las Artes, mostrándose todas las noches como la
mayor trágica de la época no nos arrebatará dos palabras: y para expulsar de nuestro
pensamiento toda la obsesión de su actuación sublime, no hay otro medio que desplegar
el lujoso papel gris de una nota amistosa donde nos describen la totalidad de su traje.
¡Oh, desesperaciones entonces! Copio: “Una larga cola de rayón marrón tostado,
forrada de tafeta color pajizo; la parte delantera de la falda con mil volados pajizos muy
apretados alrededor del cuerpo con bandas puestas al sesgo, que representan enormes
flores naranja oscuro; el chaleco sin mangas, marrón como la cola, deja ver mangas
color pajizo”.16 En Cluny, otra casa simpática del señor Weinksheink, Los herederos de
Rabourdin a su vez nos dejan mudos; y sin embargo, qué tentación verdaderamente
irresistible sería contribuir al malentendido que parece establecerse entre el público y el
admirable novelista, autor de la obra, el señor Zola, en nuestra humilde opinión (al
contrario de una parte de los grandes diarios que lo agravaron todo, pudiendo disiparlo
todo). Una obra de tal importancia exige un comentario que sobrepasaría la Revista y
sus tapas: porque resulta que entonces vuelve a empezar la cuestión del Candidato, por
Flaubert, en el Vaudeville, la temporada pasada, quizá para nunca acabar.
A los libros.
La piadosa ofrenda que en las jornadas fúnebres de recuerdos y flores el genio
hecho hombre de este siglo consagró a la memoria de seres queridos perdidos es un
libro. Victor Hugo depositó en la doble tumba parisina de sus dos hijos unas páginas
16
La descripción entre comillas, según informa la edición de La Pléiade, está tomada de una carta de Nina
de Villars a Mallarmé [T.].
justas, serenas, afectivas, luminosas, que también van a servir como prólogo a su obra
pronto reeditada. Nuestra emoción nueva, para nosotros como para todos, reside
primero en haber oído hablar una vez más a Victor Hugo: pero también en haberlo oído
hablar de Charles y de François-Victor Hugo. Sólo él tenía el derecho de proferir en voz
bien alta, acerca de esos dos jóvenes ilustrados distintos a todos y distintos también por
algo más que la muerte, lo que de ellos por mucho tiempo pensamos en voz baja. Pero
involuntariamente además mezclábamos su brillo con el esplendor paterno; ahora el
padre vino a separar la gloria de ellos de la suya y dijo con autoridad: “No, este es el
rayo de Charles, no, aquel es el fulgor de François-Victor”. Todas las madres, con una
admiración triste, comprenderán ese gesto y lo seguirán con los ojos.
Del pasado solemne e inolvidable, fábula, leyenda, historia, pero que ahora está
cerrado a la eclosión de esos tipos milagrosos, Théodore de Banville, con la colección
de las Princesas, resucitó el alma y el cuerpo de Semíramis, Ariadna, Helena, Cleopatra,
Herodías, la reina de Saba, María Estuardo, la princesa de Lamballe y la princesa
Borghèse. Toda la parte de crueldad, de orgullo, de lujo y de candor inherentes a la
Mujer misma, que se perpetuó a través de largas eras en ejemplos preciosos hasta su
llegada, como el único capaz de aceptar semejante tesoro, el poeta la hace vivir en una
galería de unos cuantos Sonetos extraordinarios. Su verso, que desafía a los pinceles,
que desafía a la escultura, realizó ese prodigio de evocación; y nunca ostentó en las
manos de quienes lo perfeccionaron hasta ahora así como en las de quienes lo crearon
un mayor dominio, más energía vital y facilidad divina. A ustedes les toca sumergir sus
ojos, señoras, en esos cuadros profundos semejantes a espejos, donde siempre creerán
un poco estar contemplándose: porque no hay una chica sentada en los bancos de un
internado que no tenga en ella una gota de esa sangre eterna y regia que hizo a las
grandes princesas de antaño.
Armonioso, ferviente y sabio, obra de una edad entusiasta que se bañó en la
corriente antigua y de una edad erudita que planea por los cielos superiores, el libro de
Emmanuel des Essarts, poeta y uno de los profesores elocuentes del momento, se abre
con este conjunto de composiciones: los Buscadores del Ideal, y termina con otro
situado bajo la invocación: Excelsior. Melancolías o alegrías extraídas solamente del
ensueño y la imaginación, tal es además la parte media y vívida de Las elevaciones:
Símbolos y Cuadros. Las horas graves de la existencia, aunque audaces, de impulsos ya
atemperados por el recuerdo, son las que va a encantar esta lectura.
El harén: título un tanto fuerte quizás para algunas damas francesas, puesto por
el señor d’Hervilly a su último libro de poesía. Pero que ningún abanico se agite,
espantado: porque ese gineceo, mientras el tomo que lo aprisiona en sus estancias
permanece cerrado en su estante, va y viene, ríe y charla en climas variados, libre entre
las agujas de hielo, los bananeros o los obeliscos rosados. Por una ley superior a la que
en los pueblos bárbaros encierra de verdad a la mujer entre paredes de cedro o de
porcelana, el Poeta (cuya autoridad en materia de visión no es menor a la de un príncipe
absoluto) dispone sólo con el pensamiento de todas las damas terrestres. Amarilla o
blanca o negra o cobriza, su gracia es súbitamente requerida por él cuando se pone a
trabajar; va a formar las flotantes figuras que animan los libros, y en especial este álbum
cosmopolita de versos debido a un viajero (que sobre todo lo fue desde la plaza de la
Nueva Ópera hasta el primer lago del Bois de Boulogne). Secreto, oh mis amables
lectoras, ahora divulgado, de esas horas de golpe vacías y sin causa, y de esas casi
ausencias de ustedes mismas, a las que a veces sucumben durante la siesta; un poeta en
alguna parte piensa en ustedes o en su género de belleza.
A este volumen, que data de antes del regreso a la Ciudad (pero ¿era en verdad
su momento y hacía algo más que estar listo para el comienzo de la Temporada?),
habría que agregar El cuaderno rojo, no publicado todavía mientras escribo esto, y tal
vez ya colocado en todas las bibliotecas en el momento en que me lean. Muchos
fragmentos que componen esa próxima compilación de François Coppée fueron
aplaudidos por manos aristocráticas o caritativas en las reuniones de beneficencia,
verdaderos clubes de damas, antes de cautivar, impresos, la mirada bajo la claridad
familiar de una lámpara de tocador. La simpatía sigue siendo la misma; porque el verso
del joven poeta popular, si impresiona de inmediato y para siempre por la justeza de su
entonación, sostiene la fantasía y exhala, para quien se detenga o se deje llevar, toda una
atmósfera de sentimientos raros: doble regalo casi contradictorio de las obras
decididamente perfectas, tanto la ovación inmediata como la predilección duradera.
Tengo encantadoras reminiscencias de playas y de fiestas mundanas, sitios brindados a
poemas nuevos que este amigo me leía una noche de mayo pasado: ¡y estaban en verdad
en un cuaderno de tapas color rojo! Totalmente íntimo y dado por el azar, este detalle
explica la causa de un título, que sorprenderá primero a varias de ustedes, y que todos
llamarán enseguida, sin pensarlo más, como “las Intimidades”, como “las Humildes”,
con el hábito pronto adquirido del encanto de la obra.
Tal como fue la adorable costumbre de algunas personas muy ricas y muy
delicadas atar, en torno a su brazo, gracias a un engaste del siglo diecinueve y
mezclándola con las piedras preciosas, alguna hilera admirable de medallas antiguas o
de camafeos, de igual modo se dejaron desde siempre junto a piezas absolutas y
definitivas de André Chénier algunos versos inacabados, toscos a veces, divinos
siempre, exhibiendo el perfil de una idea naciente. Joya por sí sola, la reimpresión en un
tomo de formato elzeviriano que hace de su obra junto a la familia de dicho maestro el
editor Lemerre (a quien le debemos las obras de poesía comentadas por nosotros hace
un momento) saca a la luz muchos de esos pequeños fragmentos desconocidos: lo que
tiene la importancia de un verdadero acontecimiento literario.
¡Bueno!, terminamos, aunque el reloj de péndulo rococó mencionado por
nosotros al comienzo de este ensayo solamente haya dado una de esas horas anómalas
hasta las que ya se prolongan los primeros bailes del invierno. Detenidos por el papel,
¡solamente el papel!, no hemos hablado más que de versos (excepto por Mis hijos, las
páginas de prosa del maestro de maestros); ¡está bien!, reanudaremos con las novelas.
Ix.
EL CUADERNO DORADO
La mesa, el amoblamiento hecho por las damas, el jardín y los juegos
Página doce
MENÚ DE UN ALMUERZO DIARIO
Página trece
Dulce de coco
No hay nadie que no se haya visto tentado alguna vez de llevarse un coco de una
tienda; y ya comprado, no haya sabido qué hacer con él. El fruto clásico de la lejanía,
junto a las granadas, las naranjas o los ananás, sigue estando para el parisino en el rango
de una curiosidad inútil: veamos pues una de las más finas golosinas de las islas y las
playas, de la cual es el ingrediente principal:
“Colocar 500 gramos de azúcar y medio vaso de agua en un recipiente de cobre;
cuando ya esté hecho el almíbar, agregar 1 coco rallado en el azúcar revolviendo con
una espátula de madera. Quince minutos después, agregar 2 yemas de huevo y unas
gotas de agua fría en otro recipiente; introducir el coco cocinado revolviendo siempre en
el mismo sentido. Aromatizar con vainilla, con canela o con esencia de naranja; volver a
poner al fuego cinco minutos y luego de haberlo dejado enfriar otros cinco minutos,
verterlo en una compotera y servirlo frío, acompañado de masas de arrurruz.”
(El coco fresco, proveniente de partidas casi diarias, al igual que las esencias o
las especies y las masas de arrurruz, se venden en el Puesto de degustación de
productos y de comidas criollas u orientales, Bulevar Haussmann 56, adonde se puede
escribir, por ejemplo, desde el interior.)
Totalmente desconocida, esta segunda receta exótica se debe, así como la
primera, al incansable Promotor ya presentado por nosotros. Agreguemos que nuestro
colaborador está dispuesto a brindar esta delicia, ya preparada, a la hora del lunch,
mediante un simple mensaje matinal enviado por nuestras lectoras: tal como se presenta
aquí y tal como lo obtiene de
RELATOS Y POEMAS17
ANUNCIO
TEXTO
SEIS COLUMNAS DE MODA (la primera dedicada a las Joyas), con la firma
de una mujer de mundo que también es una escritora destacada: Madame de Ponty,
reprodujeron en su momento las consultas de las principales modistas sobre: el Traje y
sus Accesorios a comienzos del otoño y del invierno (dos artículos), las Telas para el
año (un artículo), las Fiestas en el campo y en la Ciudad, Trajes de caza y Conjuntos de
Baile, la etiqueta en los Casamientos, etc. (dos artículos).
No hay Revista que tenga cuidado, más que La última moda, por una publicidad
leal y de buen gusto: la inauguramos justamente mediante el anuncio de TARJETAS
DE PRESENTACIÓN pertenecientes ya a las principales casas de París. La Columna de
la Moda seguía siendo un análisis, completamente desinteresado, de las variaciones del
gusto, donde no aparecía el nombre de ningún negocio ni de ninguna modista (detalle
valioso); y para librar a esa Primicia de París, particular de nuestra Publicación, de toda
preocupación ajena y comercial al igual que para desplegar las Tarjetas, muy breves,
publicamos ahora un artículo especial, la GACETA DE LA FASHION, que ofrece a
nuestras Lectoras todas las informaciones cotidianas, lujosas y prácticas. Ustedes,
señoras, tendrán que prestarle toda su confianza a ese pseudónimo extranjero de una
conocida parisina: Miss Satin.
La CORRESPONDENCIA con las Abonadas, donde se dio cuenta de todas las
compras hechas, en su nombre, por medio de la Administración, sigue siendo además
una fuente inagotable de información de esa índole.
IMÁGENES
Litografías a la acuarela (fuera del texto)
(Con su Leyenda en la segunda página tras la Portada, y todos los meses Moldes
cortados (en papel) de tamaño natural ya tan apreciados que insertamos en la Revista:
un plus hecho para alternar con una sorpresa nueva reservada por la Dirección a las
abonadas.)
Esas imágenes lujosas, a las que un procedimiento rápido de ejecución permite
brindar las modas de ayer y casi las de mañana, presentan una doble impronta de
riqueza y de actualidad: causa de su gran éxito. Recordemos: los Conjuntos de fines de
septiembre de 1874, de Otoño, de Paseo, de Visita y de Baile y también de Ciudad.
Grabados en madera
(Dentro del texto)
Exquisitos dibujos en blanco y negro, sellados por una gracia y un talento muy
femeninos, terminan de hacerle decir a La última moda la última palabra en materia de
publicaciones de moda:
CONJUNTOS DE DAMAS, dos damas reunidas debajo de los títulos, en
primera página, mostraron sucesivamente: unos Conjuntos de paseo, de diario, de visita
y de recepción, de ciudad y de visita importante.
TRAJES PARA CHICAS Y NIÑOS, dos figuras separadas en las dos páginas
centrales, nos hicieron ver:
CHICAS, Conjuntos de departamento, Impermeables, Conjuntos de
departamento o de salir.
NIÑAS, Tres trajes de departamento y de salir.
NIÑOS, Tres trajes de departamento y de salir.
Agreguemos estos modelos: Sombrero y Peinado.
A las seis primeras entregas del segundo año (el primero fue sin texto), de las
que cuenta nuestra publicación con un lujo material e intelectual, no les faltó nada, ni
siquiera el éxito. Este interés del público, del que no dudamos un instante cuando
planeamos la transformación de la pasada revista de Moda en una Gaceta de Conjuntos
y de Fiestas de París, así como de todos los gustos refinados, decorativo, literario, etc.,
no puede sino comprometernos a perseverar en nuestro nuevo designio. Revista de
kioscos a la vez y ornamento de las mesas de Salón, La última moda se ofrecerá siempre
a ustedes, señoras, como su guía, tanto parisina como familiar: desde su portada
diseñada por Morin (para no hablar más de sus textos y de sus suplementos) hasta este
resumen trimestral que firma por primera vez
Su servidor,
Marasquin.
LA ÚLTIMA MODA
Gaceta del mundo y de la familia
SÉPTIMA ENTREGA
6 DE DICIEMBRE DE 1874
SUMARIO Y TÍTULOS
TÍTULO Y PORTADA DE MORIN
TEXTO
I
Litografía a la acuarela
Conjunto de visita importante en satín y matelassé (N° 29). – Primera falda de
satín azul; los volados con pliegues triples ribeteados de satín color maíz y los frunces
(que separan cada volado) también de satín. Segunda falda, con cola, tomada en la
cintura mediante pliegues planos superpuestos: tiene reversos de satín pero atados al
costado con lazos de satín maíz. – Casaca ajustada que adornan unas plumas de pavo
real. Las mangas se adornan en la parte inferior con un volado plisado con ribete maíz y
lazo de satín que sostiene el volado.
II
Grabados en blanco y negro dentro del texto
Segunda página
1. – Conjuntos de Baile. – Vestido de abajo en tafetán o satín blanco liso, velado
por una segunda falda muy larga en tul ilusión. Volado puesto como drapeado encima
del cual se mezclan una guirnalda de rosas rosas y un follaje color bronce. – Corsage de
satín blanco atado por detrás en toda su longitud: el drapeado de la blusa, al igual que la
segunda falda en tul ilusión, está sostenido de tanto en tanto por una rosa y follaje.
2. – Conjunto de Teatro o de Concierto. – Falda de rayón azul claro, Túnica y
puntilla negra completamente perlada de azabache; en la parte delantera se apoyan
nudos de rayón pero que reúnen las dos partes de la Túnica.
Páginas centrales
1. – Nene de cinco a seis años. – Traje de cachemira clara, azul, con adornos de
lazos de seda blanca. – Faldón plisado solamente atrás y liso adelante. – Blusa lisa
sostenida en el talle con un ancho cinturón atado atrás. – Cuello azul marino con dos
tiras de seda blanca.
2. – Niña de siete a ocho años. – Vestido de princesa en matelassé azul claro; los
volados cortados irregularmente en rayón azul claro tienen una cintita, colocada todo
alrededor y por encima, dispuesta en placas puntudas y sostenida por un botón.
III
Molde cortado de tamaño natural
El Molde de hoy (el que es brindado directa y gratuitamente a las abonadas con
la primera Entrega del mes) no reproduce el detalle de uno de los Cinco conjuntos
precedentes: es por lo tanto un modelo más ofrecido por la Revista.
Desplegado, representa de inmediato (sin que sea necesario siquiera leer esto)
una encantadora Confección de invierno para cortar en terciopelo y adornar con marta
cibelina.
TAPA
El título de la revista, los subtítulos, etc., así como la disposición del texto y de
los anuncios le pertenecen exclusivamente, habiendo sido debidamente patentados,
toda falsificación o imitación será perseguida en los países que han firmado con
Francia un tratado literario.
LA MODA
GACETA DE LA FASHION
No pasa un día sin que una de nuestras abonadas no nos pregunte: ¿dónde elegir
tal tela?, ¿dónde encontrar su decoración? Respuesta (dada aquí y ahora para que no
invada nuestra Correspondencia): hay dos maneras de vestirse, ya sea entregándose
plenamente a una gran modista o a un diseñador, ya sea dictándole el atuendo a una
doméstica. La tela, con la decoración, es suministrada por completo, y el elevado gusto
parisino en uno de los casos; en el otro, hay que encontrar los elementos del propio
deseo de inventar en uno de los cuatro o cinco grandes negocios de París, porque
podemos decir ahora que algunos establecimientos generales, por sí solos, contienen
todo el sueño, en piezas y en cajas e inclusive ya confeccionado, de una parisina.
Lugares de citas inevitables que hay, gracias a esas casas famosas, en París ahora casi
igual que en una ciudad del interior: donde sabemos que es aquí, que es allá (y eso es
todo) donde hace falta salir a mostrar la propia elección y satisfacerla.
¡Adiós a las búsquedas agotadoras de mucho tiempo detrás de una cinta
inhallable!
El azar no es lo único que nos hace escribir, antes que cualquier otro, el nombre
del Bon-Marché; pero obedecemos a una íntima convicción de que nunca la lectora que,
al subir al carro, haya proferido estas palabras: calle du Bac o calle de Sèvres, volverá a
su casa contrariada por nuestro consejo o por su propio movimiento. Recordar incluso
en cada una de sus ampliaciones este noble bazar, agrandado en cada temporada (a tal
punto que terminaremos encontrando allí todas las riquezas del mundo a la manera
oriental), puede parecer en principio superfluo: no, y será en adelante para nosotras el
único medio de satisfacer a la vez a tantas amables inquisidoras, usted señora, usted
señorita, y todas ustedes, señoritas y señoras.
Es muy importante recordar a nuestras lectoras, ¿qué digo?, indicarles por
primera vez (porque el otro día dos cifras de cada tres completamente erróneas se
deslizaron en las pocas líneas dedicadas aquí a los Corsés elegantes) el nuevo taller de
Madame Gibert: es efectivamente a la calle du Bac, pero en el 106 (y no en el 187)
adonde hay que escribir a propósito de encargos enviados la víspera a la hábil y grácil
corsetera.
Consúltese, por lo demás, nuestras Tarjetas de presentación de Tapa, que a
menudo (dos veces de dos, por ejemplo, hoy) la Gaceta de la Fashion, cuando no es el
complemento del Correo de la Moda, recuerda, sanciona y desarrolla: tan cierta es la
unidad que preside la revista, y leal y completa.
Miss Satin.
CRÓNICA DE PARÍS
Teatros, Libros, Bellas Artes, Noticias de los salones y de la playa
¿Habrán visto El odio, señoras, al abrir esta revista? Hablo sin embargo, como si
la demora fuera eterna, de lo que es el objeto prometido de nuestra charla: ¿cuál?
Con apenas un siglo de edad, la Música hoy reina en todas las almas: culto para
varias de ustedes, apasionadas, y placer para otras, tiene catecúmenos y diletantes. Su
asombrosa ventaja consiste en conmover mediante artificios que se pretende creer
vedados a la palabra, muy profundamente, las fantasías más sutiles o las más
grandiosas; y además permitir a quien la escucha fijar la vista largo rato en un punto del
techo desprovisto incluso de pinturas, abriendo una boca feliz de expandirse de su
silencio ordinario. Toda la existencia mundana está allí: ocultar las bellas emociones
superiores para las que está hecha la imaginación, e incluso a menudo fingir tenerlas.
¿Quién se atrevería a quejarse de que esa deidad, Musa incorpórea, hecha de sonidos y
de temblores, la Música, no, esa desnuda, dotada de la penetración de una adorable
plaga, invada ahora uno por uno los teatros de la ciudad, puesto que evoca alrededor de
esos focos mundanos de su gloria, en las plateas, en los palcos, vivientes, los tipos más
maravillosos y los ejemplares más adornados de la belleza femenina? Deslumbrantes,
semejantes fiestas se ofrecen en todas partes a la vez y siempre: para no decir nada del
Teatro Italiano, resucitado con su esplendor tradicional, tanto detrás de las candilejas
como bajo la araña, gracias al único hombre capaz de tal milagro, el señor Bagier: que
llamó desde la costa del mar de África a la audaz, intrépida, brillante Mme. Pozzoni,
que debuta cada noche frente a flores y ovaciones; que restituyó las más puras fuentes
del arte clásico (donde vemos, en las apoteosis pintadas, abrevar el coro de las ninfas),
con Vianesi, el maestro impecable; finalmente, magia suprema, tras una interrupción de
tres años, y desde el primer día, supo devolverle a las escalinatas, tan magnífico como
nunca lo fue, el torrente de telas, pedrerías, cabelleras y actitudes que es la salida del
Italiens antes de llamar a los carros. Suficiente: no, ese dispensador hábil de una de las
grandes alegrías parisinas espera, para continuar la obra, francesa y contemporánea,
realizada por el antiguo Teatro Lírico y tal vez, por desgracia, abandonada por la
reciente Ópera Popular, que el héroe del momento, Halanzier, de la sala Ventadour
donde gracias a un prodigio de cada instante, gracias a la Marquesa de Caux, gracias a
Faure, pudo perpetuarse un año la Academia Imperial de Música, se mude hacia el
Palais, hacia el Temple, hacia el nuevo Teatro inaugurado con 1875. Sería una suerte
(oh, queridos amigos compositores) que el Châtelet del señor Fischer reencontrara, para
afirmarse, una de las partituras ya magistrales sepultadas bajo el polvo o entre sus
desalientos: y que otra partitura, confiada al director de orquesta Colonne tal como
aquélla al director de orquesta Maton, surgiera para consagrar la tercera Ópera parisina.
En cuanto a las estrellas, van a aparecer con sus primeras notas, como se ilumina el
firmamento, al atardecer, con el sonido de flauta del joven pastor. Tema de todas las
conversaciones del momento, como lo fueron hace pocos meses las idas y venidas
misteriosas a través de Europa que se traducían en palabras impresas o susurradas: “El
señor Halazier viene de Nápoles, de Londres, de Viena o tal vez de San Petersburgo”,
resulta que después de la cuestión de las virtuosas se agita la de una partitura. A Faure
(¿y a Nilsson?) lo veo, o la adivino, y estará la Sangalli; pero ¿en qué: en una ópera
extranjera antaño aceptada por los sufragios parisinos? No: por más cosmopolita que sea
el espíritu que preside la erección de un monumento heteróclito, esta solución, relativa
al hecho de inaugurarlo, falla en algún punto; o entonces no se podía hacer más que una
sola cosa, tomar absolutamente el Tannhäuser y, con un despliegue de gloria
extraordinaria, vengarlo del ultraje causado antaño en nombre de Francia por un
centenar de maleducados: ¡solución más imposible aún, después de las armas, después
de Alsacia, después de la sangre! Imaginada en la colocación de la primera piedra tal
como una de las solemnidades más sublimes del siglo, esta simple toma de posesión de
un local no puede hoy prestarse para un regocijo universal como las Exposiciones que le
señalaron su aspecto al porvenir: no es solamente con un cielo velado por el invierno
que el Apolo de bronce eleva su lira de oro, sino también en medio de cierta tristeza.
Una vasta fantasía, buena para probar la escena mientras el público observe la sala, tal
es la idea última que hace tiempo legara a quien la explotara, una vez terminada su obra,
el genio perspicaz del Arquitecto: la pieza de circunstancia, construida por Armand
Silvestre y que reprodujeron los diarios, respondía a ese designio, con algo menos de
magnificencia, pero con el lujo inaudito, paradójico y además desconocido de versos
muy bien hechos que brotan bajo la cúpula de un teatro donde se canta. Las mismas
hojas anuncian (como si no fuesen más que nuestro pensamiento de noches junto al
fuego maliciosamente captado, durante las horas de sueño, por indiscretos demonios
para divulgarlo al mundo a la mañana), en el preciso momento en que escribimos, como
una decisión obtenida de la Administración, la misma tesis que queríamos desarrollar
aquí. A falta de una obra francesa, excepcional y que subyugue a toda Europa, y dado
que es preciso que el programa sea sobre todo nacional, ¿por qué no ofrecer un extracto
de algunos de nuestros maestros raros, a lo cual yo añadiría sin embargo un acto italiano
y un acto alemán: dado que fue nuestra genialidad hacerles comprender a Italia, a
Alemania y al mundo las músicas alemana, italiana y francesa? Gluck, Auber y Gounod,
Meyerbeer y Rossini; un concierto magnificado por los encantos del lugar y no una
representación (excepto el ballet): es verdaderamente esa velada de gala. ¿Quién sabe
incluso si para producir realmente el florecimiento de nuestro gusto, la Ópera Cómica,
tan rica en bellas reposiciones desde hace poco, no podría y no debería (ciertamente
mucho más cercana a la Gran Ópera de lo que está de los teatros de Ópera bufa
aclamada por la Moda) prestarle al monumento ilustre uno de sus actos: viejo, cantado
por las generaciones, o nuevo, puesto en escena con mayor amplitud aún? Imprudentes,
hablamos de la Ópera bufa, que se llama también opereta: forzosamente, con este
término debían aparecer ante nuestros ojos, para sacarnos de nuestra disertación, Judic y
Peschard y Alphonsine, cuando no el Bouffes, el Variétés, el Renaissance (que son tres
nombres de actrices sustraídas, debido a su omnipotente seducción, de nuestro proyecto
de escribir a lo largo de esta Conversación general y destinada a abarcar uno de los
aspectos de la Temporada), ningún título en particular, siquiera de una obra. ¿Y para
qué? ¿Para qué jefe de una tribu remota de los mares polares, vestido todavía con pieles
de pescado, sería necesario indicar de nuevo tres obras rivales, donde reina este trío
divino; ahora que los mismos grandes duques de Rusia las aplaudieron al conocer las
melodías a través de las actuaciones? La escena que le dio una hija a Mme. Angot, sola,
a pesar de su noble audacia al hacer afirmar esa verdad por Litolff de que el genio en
todas partes es genio, aun en la cascada y si canta un tarareo, vacila en este momento
entre dos reposiciones, que a decir verdad no son más que las reposiciones del éxito. Sin
dudarlo siquiera, el Vaudeville va a renunciar a su vieja denominación que consideró al
francés maligno de nacimiento18 para afrontar también un género que después de todo
no muestre tal vez en el futuro que el francés haya sabido morir igualmente maligno: y
el Ateneo, que no logró pedirles versos a los poetas, aguarda para reabrir como teatro de
operetas las etiquetas de los bombones servidos en la Inauguración del edificio vecino,
que coincide con el año nuevo. Llorar por ese estado de cosas y al mismo tiempo reírse
18
Alusión a un verso de la Poética de Boileau, que dice: Le Français, né malin, forma le vaudeville (“El
francés, maligno nato, creó el vaudeville” [T.].
de ello: yo lo hago. ¿Qué mal hay en esos juegos? Para el Drama, histórico o burgués y
para la Comedia (al respecto, omito, ¡perdón!, para señalarlas mejor en nuestro
PROGRAMA, las renovaciones de cartel en el Palais-Royal, en el Ambigu, en Cluny),
pronto quedarán tres o cuatro teatros serios, estables, antiguos. ¿Hay más de tres o
cuatro obras de teatro literarias al año? ¡Lo digo yo, que de todo el Teatro
contemporáneo no conozco tal vez (junto a Diana en el bosque de Théodore de
Banville) más que una sola gran comedia, casi heroica, y completamente bufa,
Tragaldabas, por Auguste Vacquerie! Ridiculizada, exaltada, famosa e incluso
desconocida, esta maravilla de jovialidad ideal aparece ahora como lo que fue para todo
juicio sano desde el primer momento, una obra maestra; y lamentaría precisamente que
el maestro no la entregara de nuevo al esplendor de la escena, si no existiera la
satisfacción experimentada al ver una cosa bella entrando ya, en forma de libro, en su
calma, natural y serena inmortalidad. ¡Qué música en esos cuatro actos, excelsa y
soñadora o brillante, por poco que una de ustedes, señoras, quiera oír, con el piano
cerrado, al ritmo solamente de los versos, la pasión que anima sus diálogos y se
desprende de ellos! Las hojas blancas y discretas del tomo atraen a un poeta,
acostumbrado a la emoción de las representaciones tempestuosas; como otro solicita
ante todo los murmullos amigables de un salón: era un canto también, y por la
sonoridad de las sílabas y los entrelazamientos formados con la melodía sentimental,
ese orgulloso dúo, El encuentro, adorablemente repetido, la otra noche, en casa de
Madame de Villars ante un público de artistas por la dueña de casa y el señor Fraisier de
la Porte-Saint-Martin. Ni un nombre en la audiencia que no fuese notable por algún
motivo, y en cuanto al del autor, aclamado y festejado por nosotros, recuérdenlo para
aplaudirlo un día en el último escenario fiel a la poesía: Léon Dierx.
Ix.
EL CUADERNO DORADO
La mesa, el amoblamiento hecho por las damas, el jardín y los juegos
Página dieciséis
MENÚ DE CENA IMPORTANTE
SOPAS
Consomé de ave Sévigné
Sopa de tortuga
-
Ostras de Marennes, Ostende, Imperiales
-
ENTRADAS
Pato ahumado, Camarones, Arenques a la rusa
Manteca de la Prévalaye
-
PRIMEROS PLATOS
Filetes de lenguado Montgolfier
Ciervo
Gallina piamontesa de Le Mans
Budín de Foie gras con trufas
-
Helado al oporto
-
PLATOS PRINCIPALES
Perdiz a las brasas
Jamón glaseado con gelatina
Ensalada Emperatriz
-
Cazuelitas a la parmesana
-
Helado Victoria a la Bressanne
Brioche muselina
-
Postre elegido por la Dueña de casa
Café, Licores de la Charente y de las Islas
Cigarrillos rusos, cañoncitos rosas al aroma de Dubèque (Selección especial)
Cigarros: Regalia-Limeña-Príncipe de Gales y Partagas (Grand Hôtel)
-
VINOS
Madera helado
-
Château-Yquem 1861
Château-Léoville 1864
Château-Montrose 1858 (Retour)
Château-Margaux 1858
-
Johannisberg 1858
Viuda Clicquot
Página diecisiete
PANEL DE UN COMEDOR NUEVO
Según Marliani,
Tapicero decorador.
RELATOS Y POEMAS20
19
Ríos desde los que se construyeron acueductos para el sistema de agua de París en el siglo XIX [T.].
20
Poesía: El fragmento que hace ya tiempo debíamos ofrecer como un extracto anticipado de El
cuaderno rojo, si otros versos muy bellos no hubiesen ocupado su turno, ahora es recitado ya por todas
nuestras lectoras, ¿qué digo?, cantado incluso en el piano con la exquisita música de Saint-Saëns.
Del 6 al 20 de diciembre de 1874.
I
Los libros
Cuando el mal tiempo prolonga la hora ya pasada de la Vuelta al Lago casi hasta
las del Teatro o el Baile, no hay que maldecir esa tarde lenta ante el fuego; sino más
bien llamar y mandar a pedir: a la casa Michel Lévy, Mis hijos, por Victor Hugo (1
vol.). Teatro (en verso): Tragaldabas, por Auguste Vacquerie (1 vol.); a la Biblioteca
A. Lemerre: Poesía, El harén, por E. d’Hervilly (1 vol.); Las elevaciones, por
Emmanuel des Essarts (1 vol.); Las princesas, por Théodore de Banville (1 vol.); El
cuaderno rojo, por François Coppée (1 vol.). Novela: Un idilio normando, por André
Lemoyne (1 vol.). Reimpresiones de autores clásicos: Molière, tomos 7 y 8, los últimos;
Racine, tomos 3 y 4, los últimos; André Chénier, dos tomos (formato elzeviriano); a la
Biblioteca Charpentier: Novela, Fromont joven y Risler mayor, por Alphonse Daudet
(1 vol.); Nuevos cuentos a Ninon, por Émile Zola (1 vol.). Crítica, Retratos
contemporáneos, por Théophile Gautier, último volumen publicado de las Obras
completas de este gran escritor. –En la casa Dentu: Novela, Las diabólicas, por Barbey
d’Aurevilly (1 vol.).
Estas son las primicias entre las obras célebres que, junto a las entregas de La
última moda, permanecerán, abiertas o cerradas, sobre la marquetería antigua o las
sedas orientales de las mesas de salón.
II
Los teatros
Con una especie de respeto, no cambiamos en nada el anuncio hecho aquí por
nosotros hace ya un mes sobre los grandes estrenos que inauguraron la segunda fase
teatral de la Temporada; y que parecen desafiar el invierno. ¿Clichés? Sí, cada una de
estas notas puede resultar un cliché: en cuanto a las recientes, reina cierta vacilación
antes de que se diseñe totalmente la tercera fase (que comienzo con El odio); el
Programa acusa recibo del momento. Hoy más que nunca, hay que servirse de nuestras
predicciones para hacer planes; y llegado el momento, claudicar; sólo hay que consultar
un Diario del día.
Teatro Francés: Todavía y por largo tiempo El medio mundo de Alexandre
Dumas hijo, ambientado a lo Molière y a lo Beaumarchais: Delaunay, Got, Febvre,
Thiron; Croizette; Nathalie, Tholet y Broizat, lo que pone de manifiesto el prestigio
de esas magníficas veladas. Repertorio: en especial Tabarin, reposición, y además el
Duque Job y Adrienne Lecouvreur.
Sala Ventadour: Ópera. Representaciones de Faure en Don Juan; Ottavio, el
tenor Vergnet, Zerline, Mlle. Lory. ¿Para cuándo el ballet (se dice que Sylvia o la
Ninfa del Diablo) anunciado y el Conde Ory? Habitualmente, Repertorio: Fausto y La
favorita y Rosine Bloch.
Italiens: Nada más que estrenos: A Lucrezia Borgia, La traviata, Il trovatore, Il
ballo in maschera, Il barbiere, Martha, Violetta, Crispino e la Comare, La somnanbula,
agreguemos Othello, Il trovarore y Poliuto, seguros de pasar por allí, y con el mayor
brillo. Tantos nombres y semejantes reunidos, ¿no producen aquí el mismo
deslumbramiento que cada noche, en la sala, causan tantos diamantes en los pechos?
Odeón: Las primeras representaciones de La amante legítima, obra elevada y
seria, revelan al señor Davyl, ya adivinado por todos, y muestran a Mlle. Léonide
Leblanc perfecta una vez más. En cuanto al Repertorio: Las mujeres sabias, que tiene
como Chrysale a Dalis, y Los herederos de Duval, que rejuvenece a Mlle. Baretta.
Ópera Cómica: El perdón de Ploërmel (Zina Dalti y Lina Bell; Bouhy,
Lhérie), cedió unas cuantas funciones a Mireille, ofrecida con los fragmentos antes
cortados en el Teatro Lírico y siempre y muy felizmente con Mme. Carvalho: y este
magnífico éxito cederá algunos días venideros a un espectáculo acortado, con Beppo, un
acto encantador, del señor Comte.
Ópera Popular: Los parias, que arregla el maestro, Los amores del diablo, que
aplaude incluso la multitud de los domingos, que pretendo, luego de haberlos visto,
olvidar por un momento: pero El capitán Fracasse (de Émile Pessard y de Catulle
Mendès), La parada del rey, el Anfitrión, Los amantes de Verona y tantas cosas
solamente prometidas; ¡la Ópera Popular le debe a todo parisino durar uno, dos, tres y
cien inviernos!
Vaudeville: Con El camino de Damasco, con la irrupción enceguecedora de luz
que lo afectó según la leyenda, aparece ahora Pluto, el dios del oro: alegoría que nos
hace esperar que más de un éxito en simple prosa o en versos simples sucederá además
a una y a otra de estas obras ofrecidas juntas por el Vaudeville (literario y no musical).
Gymnase: La viuda, de Meilhac y Halévy, y con Fargueil y sus tres vestuarios y
todo su talento tan variado como ellos; La princesa Georges, reposición, por desgracia
sin Desclée, con Mlle. Tallandiera, muy curiosa: una velada doble donde un
espectador, penetrante y delicado, puede comparar entre sí algunas escenas análogas, en
un caso encantadoras, en el otro trágicas.
Variétés: Los prados Saint-Gervais, letra de Sardou (y de Gille), música de
Lecocq; Mmes. Peschard, Paola Marié, A. Duval y B. Legrand, ellos, Dupuys,
Christian, Baron, Cooper, y además todo París, y basta: ¡no es cuestión de copiar
simplemente un afiche de teatro, que sería como hacer un folletín milagroso!
Palais-Royal: Hay dos risas, la de las centésimas representaciones del Palais-
Royal, donde se libera, acumulada, toda la antigua hilaridad, y la de sus primeras
funciones: por lo tanto, a las reposiciones de este otoño, les sucede La bola, esta
sorpresa de invierno para agotar uno y otro modo de la alegría parisina. Inútil comentar
esta firma: Meilhac y Halévy.
Gaîté: El odio, de Sardou, que apenas habremos visto en el momento en que
salga este Programa; pero sobre la que escribimos desde ahora, con los ojos cerrados,
como hace un mes, con la mirada entonces puesta en el futuro: “He aquí un triunfo para
el Gaîté, para Lafontaine, para las señoras Marie Laurent y Lia Félix; para Rubé,
Chapron, Cambon, Lavastre y Despléchin, con sus sueños magníficos que evocan sitios
en cinco actos, mientras que seiscientos trajes diseñados por el señor Thomas evocarán,
para animarlos, a personas singulares y muy bellas y también a voces emocionadas:
porque hay un drama en todo eso, palpitante”.
Porte-Saint-Martin: La vuelta al mundo en 80 días, dará la Vuelta al Año
parisino: de Suez a Liverpool y de octubre a julio. ¡Qué decir! Hay que ver: La cueva de
las serpientes, un Sutty en la India, La explosión y el hundimiento de un vapor, El
ataque a un tren por los indios dawnies: títulos asombrosos pero vanos junto a la
realidad, en este caso a la fantasía. Dumaine, Lacressonière, Alexandre y Vannoy,
Mlles. Angèle Moreau y Patry: porque hay un drama en este espectáculo de Ennery y
Jules Verne.
Teatro Lírico: La juventud del rey Enrique, que inaugura por muchos inviernos
la sala, y donde el señor Castellano introdujo mejoras que interesan al público, aunque
permaneciendo fiel a las tradiciones escénicas del drama, que hace mucho tiempo él
mismo mantuvo muy altas.
Ambigu: ¿Por qué, en pleno éxito, interrumpir El oficial de fortuna? Si no es
para ofrecer Jauja, de Ferdinand Dugué, de la que habló una de nuestras Crónicas; pero
lo que ésta no mencionaba era la actuación soberbia de Fargueil, y todos esos Van Dyck
y esos Callot, aguafuertes, y este cuadro: Anna de Austria confía a Luis XIV dormido al
cuidado de los parisinos.
Bouffes-Parisiens: Madame del Archiduque, Théo se va, Judic llega: ¿hay que
suspirar, hay que alegrarse? Ovaciones, ramos de flores (que en esa bombonera
parecieran ser flores de azúcar), diamantes en las miradas y en los hombros: un Estreno
inaudito que va a durar todo el invierno. No nombro a nadie más, deslumbrado,
fascinado; ¡sí! No obstante, junto al maestro, ese otro cautivador, Grévin, por sus trajes
de las Trompetas del Gran Duque.
Rennaisance: Unas veces rosa y otras veces azul, Giroflé es Mlle. Garnier, que
es Giroflá: en cuanto a Alphonsine, o Aurora de Alcarazas, esta diva sigue siendo ante
todo Alphonsine, única e incomparable. Con todo lo demás, una auténtica ópera bufa; y
todo París tararea: Se terminó el matrimonio, Frente a frente, hacer la comidita, Entre
cosas delicadas, Matamoros, gran capitán… ¡Suficiente! ¡Porque tenemos doce meses
para conocer todo!
Folies-Dramatiques: Heloísa y Abelardo (Milher, Emmanuel; Desclauzas,
Vaughel) renacen de los siglos que son tres años, recordados por manos que están listas
para aplaudir por adelantado.
Folies-Bergères: ¡Los gitanos!, que escuchan los caballeros y que miran las
damas: porque hay que verlos y escucharlos, su música, como ellos mismos, ardiente,
entusiasta, exquisita. Ni Daras Miszka ni Sari (quien también es un maravilloso
nómade en sus gustos) harán cesar el asombro de París. Qué espectáculo de aspecto
variado, múltiple, cambiante, conocido por mil afiches cotidianos: sólo el espacio me
impide transcribirlo.
Otros lugares de distracción y de placer, de día o de noche, son en primer lugar
el Jardín de Aclimatación (animales, los renos del norte y los pequeños cebúes de
Ceylán; además de las flores prolongadas y la orquesta continuada), un paseo que
aclimatará el sol en invierno.
El Circo de Invierno, con un septeto de prodigios, los montañeses de los
Apeninos que sacan de vasijas de terracota voces de palomas y de mujeres; gran
atracción de la temporada que parece, una vez llegado el frío, seguir siendo también la
de los extraordinarios patinadores Curtis y Goodrich. No olvidemos a la familia
Davenne (los gimnastas ingleses) que es aclamada todas las noches y que no está, diga
lo que diga el afiche, en sus inicios.
El Teatro Miniatura, a su vez, no satisface la fantasía sólo con El pie de
cordero, decorados, vestuario, todo, mostrando una magnificencia que no es restringida
más que en las dimensiones. Trae de Hungría al señor Vielle, y lo hace evocar todas las
noches los Espectros y milagros hechos con sus dedos y el espíritu del momento. Pero
lo que es seguro es que nunca aparecerá, en la fantástica sala renovada, la sombre de
Polichinela difunto, que goza allí los jueves y domingos de una vida indestructible y
encantadora.
El Panorama, en los Champs-Élysées, con la pesadilla: El asedio de París,
magníficamente recordado por un pintor, Philippoteaux, nos atrae en las bellas tardes de
la temporada.
Robert-Houdin: El nido rosa, uno de los grandes éxitos del momento, ¡y
cuántas otras maravillas en el bulevar des Italiens! Mientras que las del bulevar Saint-
Denis son a la misma hora, realizadas por el señor Litsonn en el Círculo fantástico (son
ante todo las siguientes: reparto de flores y de caramelos y reducción de precios a la
vez, lo que es cosa de magia).
También para los niños, en Frascati, excelentes Matinés, los domingos; ya pasó
la estación de las amistades hechas en las plazas y los parques, y resulta entonces que un
Jardín de Invierno les permite a los niños aislados volver a verse entre sí, una
oportunidad preciosa, o poder conocer a los aztecas.
Nada hoy acerca de las Matinés literarias, de las cuales dimos hasta ahora y
seguiremos dando el Programa: pero puede leerse en todas partes, anunciando la
continuación de la serie iniciada hace un mes por la Porte-Saint-Martin, y la
inauguración anunciada para mañana por el Gaîté (con un prólogo en verso, una joya de
Coppée). Nada sobre la sala de los Capuchinos y sobre el Folletín hablado del señor
de la Pommeraye, que todo el mundo, de lunes a lunes, casi repite al charlar de teatro.
Nada de los Conciertos Populares, usualmente detallados aquí, ni de los Conciertos
Nacionales, en el Châtelet, ni de los de Litolff, en Frascati y en el Circo de Verano,
seguidos por nuestras lectoras, porque en esta ocasión se trata de hablar de los viajes de
invierno, que desde este momento nos transportan hacia otro ideal. París brillante
retiene, pero el mar y el cielo cálido atraen, al espíritu que aprecia por igual el gas y el
sol.
III
Los viajes
(Líneas del Oeste)
A menos que Londres, por sus nieblas de noviembre, no nos atraiga, así como el
Atlántico que azota, con un estrépito desconocido para los bañistas, las costas de
Bretaña y Normandía, la Línea del Oeste no ejerce ahora sobre París sus tentaciones,
reservadas al verano. Por esos fríos blancos, grises o negros, sin embargo, conviene
visitar los países del invierno, si queremos haberlos visto en su aspecto verdadero; sería
bueno también volver a ver, librado a sí mismo, el océano que reflejó nuestros bellos
días de julio, de agosto e incluso de septiembre.
Expresos que van de la plaza de Le Havre, o sea del bulevar, en pocas horas, al
muelle de Dieppe, de donde parten bellos vapores hacia Newhaven, donde los recibe el
South Western Railway, enseguida en Victoria Station; están los Trenes de mar
(olvidaba anotar el precio, menos de dos luises). ¿Por qué no hay también Trenes de
tormenta (con el viaje terminando en la costa, peñascos de Penmark o acantilados de
Etretat)? A la primera señal de tempestad mostrada por el mar con el largavista de los
semáforos, un telegrama a París; donde los muros se cubren de afiches avisando del
espectáculo sublime y próximo a los parisinos que no conocen su magnificencia.
Todos los excursionistas no eligen invadir Londres, claro y banal, en los días de
sol, pero casi todo el mundo, grandes y pequeños veraneantes, visita en esas horas
tranquilas el mar, desprovisto de su más grandioso y salvaje aspecto.
Su enorme circulación en toda la red provincial destacada en este esquema le
sigue correspondiendo a la Línea del Oeste, para satisfacer la moda, con sus trenes de
los alrededores, sitios sin hojas, animados por las últimas carreras de Vésinet y de
Lamarche; y sobre todo su tren de los diputados: lo que hace que después de haber
paseado nuestros sueños, en la época de vacaciones, escolte además a los personajes
encargados de realizarlos durante el resto del año.
Siempre espiritual, la estación Saint-Lazare: y como decía hace tres meses, la
más parisina de todas.
Enviar todos los Libros, al igual que toda información referida a Teatro,
Viajes, Vida social o Bellas Artes, al señor Stéphane Mallarmé, calle de Moscou 29.
Gerente: David.
París. – Imp. Jules Le Clere y Cia., calle Cassette 29.
Retomamos nuestra Tapa habitual, cuyo tono fue un día cambiado por nosotros,
con el fin de darle un aspecto especial a la Entrega de final del Trimestre (que contiene
la Música escrita para nuestras lectoras); y en la página azul y no gris, reiniciamos no la
constatación de esfuerzos ya olvidados por la Dirección lista para intentar otros, sino en
verdad la Correspondencia regular con las Abonadas, seguida o bien de Obras de
Caridad o bien de Consejos sobre Educación.
Guiada por un Profesor de uno de los liceos de París, cuyos juicios seguros y
competentes se reproducen aquí, se sabe el esmero que ponemos en indicar a las
familias todos los buenos libros educativos que nos señala ese maestro. La enseñanza de
las lenguas extranjeras (tratada hace poco tiempo) ya no se incluye entre las artes de
esparcimiento (que trataremos prontamente): tiene sus libros escolares, prácticos y
elegantes; y tiene casi las mismas cualidades que nos gusta encontrar en el triste libro de
clase ordinaria, renovado por algunas editoriales para el gusto actual.
¡Cómo! ¡La misma Gramática puede ser interesante! Si quieren convencerse,
señoras, hojeen, antes de ponerlas en manos de sus chicos, la Nueva Gramática
Francesa o incluso la Pequeña Gramática Francesa del señor Brachet, publicadas por
la casa Hachette, para las cuales no dudo en pronunciar el término de obras maestras:
¡cuánta coherencia, cuánta claridad! La más completa o la más elemental de esas obras,
monumento pedagógico desde ahora (como lo fue por cincuenta años el viejo tomo
empírico de Lhomod)21, brinda casi un libro de lectura. Exento de toda abstracta aridez
para la mente delicada y lógica del niño, les muestra a ustedes que una lengua, lejos de
dejar su formación al azar, está compuesta a semejanza de una maravillosa labor de
bordado y de puntilla: ni un hilo de la idea se pierde, sino que se oculta para reaparecer
un poco más allá unido a otro; todos se reúnen en un diseño, complejo o simple, ideal, y
que retiene para siempre la memoria, ¡no!, el instinto de armonía que uno, sea grande o
chico, tiene dentro de sí.
Impregnados del método de ese excelente tratado, la Gramática histórica, que
ofreció del mismo autor la casa Hetzel con un Diccionario Etimológico de la Lengua
Francesa, libros cercanos al gran Diccionario de la Lengua Francesa de Littré en toda
biblioteca seria, pronto nos será permitido estudiar dos manuales de la literatura
francesa en las épocas primitivas de la lengua, complementos de la obra precedente.
Títulos: Fragmentos escogidos de grandes escritores del siglo XVI, acompañados de
una gramática y un diccionario del siglo XVI, y Compendio de fragmentos escogidos de
escritores franceses desde el siglo IX hasta finales del siglo XV, por A. Brachet, París,
Hachette, 1874.
Las flores en primer lugar; luego, aunque sean de retórica, el ramo: las palabras
del idioma y su literatura.
Mme. de P.
21
El abad Lhomond (1727-1794), autor de un célebre tratado, De viris illustribus Urbis Romae a Romulo
ad Augustum (1779), que sirvió como manual de latín a muchas generaciones de escolares [T.].
LA ÚLTIMA MODA
Gaceta del mundo y de la familia
OCTAVA ENTREGA
20 DE DICIEMBRE DE 1874
SUMARIO Y TÍTULOS
TÍTULO Y PORTADA DE MORIN
TEXTO
II
Grabados en blanco y negro dentro del texto
Primera página
1. – Conjunto de recepción. – De satín gris ruso; el corsé es de terciopelo del
mismo tono y guarnecido con lentejuelas de acero.
2. – Conjunto de visita. – Falda de rayón color ciruela con volados similares,
guarnecidos de cintas de terciopelo del mismo tono. Túnica de matelassé también del
mismo tono; con grandes cintas de terciopelo puestas a lo largo; en la parte de abajo,
está decorada con tiras de plumas de gallo.
III
Páginas centrales
1. – Varoncito de ocho a nueve años. – Saco, chaleco y pantalón corto de paño
azul marino; el sobretodo de la misma tela, guarnecido de astracán.
2. – Niña de ocho a nueve años. – Traje de terciopelo azul: falda lisa.
TAPA
Tarjetas de presentación de grandes tiendas, etc. – Correspondencia con las
abonadas, Consejos sobre Educación, por Mme. de P.
El título de la revista, los subtítulos, etc., así como la disposición del texto y de
los anuncios le pertenecen exclusivamente, habiendo sido debidamente patentados,
toda falsificación o imitación será perseguida en los países que han firmado con
Francia un tratado literario.
LA MODA
Nos arengan y respondemos. – Mantilla friolenta y velo largo y sombrero a la
mariscala y cuello alto. – Guerra declarada por las plumas y las pieles al azabache o al
acero, ¿con quién estamos? – Noticias de la alta sociedad: conjunto de una princesa o de
una parisina. Noticias en casa de las grandes modistas: la mujer, más que nunca, se hace
notar bajo el velo incluso denso de las telas.
22
Le Sport y La Vie Parisienne son revistas de la época, cuyos textos en algunas ocasiones parafrasea
también La última moda [T.].
completar una nueva armonía, adoptada por todas nosotras en materia de vestuario; sino
también de dónde proviene ésta y adónde nos conducirá, su origen, sus resultados, y
sobre todo las transiciones que la acompañaron. A una publicación que pretende
estudiar la Moda como un arte, no le basta, ¡no!, con exclamar: Tal cosa se usa; sino que
tiene que decir: Esta es la causa, y: ¡Lo previmos! No hay nada brusco ni inmediato en
el gusto: atrasada, no; yo estaba adelantada, como verán dentro de un momento.
Distanciada sin embargo en cuanto a particularidades, no me resisto al placer de citar, al
respecto, como un texto inalterable, el doble recorte hecho por su impaciencia en una y
otra de nuestras excelentes colegas, que proclamo, junto a ustedes, informadas de
primera mano: “La mantilla friolenta, fantasía inaugurada en el Palacio del Elíseo por
todas las mujeres elegantes de nuestra alta sociedad, está además en la gracia
incomparable de su primicia de buen acompañamiento. Se hace de tul blanco, liviano,
vaporoso, se coloca alrededor del rostro y se ata debajo del mentón; luego el sombrero
cerrado se pone sobre esa nube de tul, dejando ver el gran moño que deja unas cintas.”
“¿Qué más hay? Sigilosamente sobre la cara; un gran velo que desciende sobre el
pecho, aprisiona los hombros, se ata en medio de la espalda.” Prosigo entonces: “El
sombrero a la mariscala, destino a ser primicia este invierno, se hace de fieltro, o de
terciopelo, o de tul. Es de una forma bastante estudiada, apretando un poco la cabeza a
la manera de las formas de la época del Directorio. Sobre esa forma, se arroja y se
dispone una gran chalina de encaje atada a un costado por un cúmulo de rosas. Este
encapucharse es bonito en lo posible, y lo es idealmente. El gran velo de encaje no
siempre está exclusivamente sostenido por flores, también se lo ata con un hermoso
pájaro o una larga pluma.” Es todo: no, me olvidaba: “Nada de voladitos alrededor del
cuello; un gran cuello cerrado recto y que se dobla sobre sí mismo, como el cuello de
los dandis. Está hecho de tela similar en los vestidos y con pieles para los abrigos.”
Nada más que perfecto, preciso y absoluto.
Ahora nos toca hablar a nosotras, si nos atrevemos.
¿Qué decía una de nuestras Entregas, publicada a comienzos de este otoño? Que
el miriñaque se va y que el polisón desaparece: planteado esto como punto de partida de
toda modificación probable en la Moda durante el invierno. Una, posterior, y la tercera,
distinta, todas finalmente unas veces siguieron, otras veces precedieron y desprendieron
siempre esa lenta eliminación de todo que desemboca en el vestido adherente, que
triunfa y las convertirá, señoras, más o menos en ninfas levantadas por Jean Goujon.23
23
Notorio escultor francés del siglo XVI [T.].
No: nada de miriñaque, o sea que desaparece todo lo que fue solamente un abullonado,
y la túnica finalmente; y que a la sobrefalda totalmente lisa, que sigue estando tensa y
muy sobria salvo por un solo lazo debajo, le sucedieron en efecto cinturones anudados
muy abajo también, dos ajustados en cada costado de la cadera, cuya función es
soportar la parte delantera del vestido. ¿Y el vestido? Se decora; pero todos los
ornamentos usuales, ya sean los frunces, los plisados, los volados se escalonan en una
ascensión cautivante hacia lo alto de la falda: y ésta se empieza a despojar, o por delante
o por detrás, terminando por hacer que baje la blusa muy por debajo del talle (para no
pedirles sus términos técnicos a la estatuaria). ¡Culminación finalmente, o cúlmine!,
porque los hilos de seda mezclan más que nunca sus vapores densos al brillo de los
cabellos, la pluma, que parece querer borrar bajo su alocada invasión ligera el azabache
centelleante y duro: pero ¡y si se añadiera la piel!, cuando esto ocurre (la pluma,
dispuesta en guirnaldas, y la piel dejando los bordes para repartirse en adelante sobre la
tela en anchas bandas), ni una ni otra lograrán además rechazar a ese rival. Corsés,
armazones, etc., todos esos aparejos defensivos y encantadores, mezclados por mucho
tiempo con el vestuario femenino, no dejarán irse el azabache con sus destellos
metálicos, como tampoco al mismo metal. Aun dejándole la mayor abundancia a las
plumas: naturales, de gallo, de pavo real, de faisán, y a veces teñidas de azul y de
rosado, de avestruz, hasta ahora creímos (en este caso nuestras previsiones difieren
incluso de constataciones hechas por otras) que lo mismo que el invierno durará la
lentejuela, o de cristales o acero.
Una sola prueba, no quiero más que una, pero absoluta; y se la pido al conjunto
admirable que llevaba, hace no más que unos pocos días, la parisina por excelencia:
porque lo fue en el extranjero tanto como lo es ahora en su hotel del Bois de Boulogne,
Madame Rattazzi,24 siempre reina aclamada de la Moda. “Acabo de brindarle el
decorado”: nos dice un encantador mensaje firmado con iniciales muy conocidas (¡oh,
qué desgracia no poder copiar aquí toda esa descripción de un mágico departamento,
pero pasemos a la maga!), “y aquí está el traje de la princesa. Un vestido, con cola y
adherente, en encaje negro, constelado estrafalariamente de acero azul con reflejos de
espada: luego, en los cabellos levantados con una diadema, cuatro hileras de enormes
diamantes combinados con su sombra, perdidos en el negro esplendor.”
24
La edición de La Pléiade nos informa que Mallarmé frecuentó el salón de Mme. Rattazzi, hermana de
su amigo William Bonaparte-Wyse [T.].
Qué visión milagrosa, un cuadro para soñar más aún que para pintarlo: porque su
belleza sugiere algunas impresiones análogas a las del poeta, profundas y fugaces.
Podrán comprobar, señoras (la que me arengó y también todas ustedes, que le
hicieron eco), que nuestra información no proviene solamente de las grandes modistas,
como se dijo en varios lugares de la Revista, sino también del gran mundo. Hasta
pronto, y gracias por habernos ofrecido, al comienzo, esta ocasión de copiar dos
publicaciones elegantes y raras, a cuyo lado ambicionamos alojarnos sobre las mesas de
salón: sitio desconocido para la antigua Revista de Modas. El programa de esta
Columna, tanto después como antes de las amables interrupciones a las cuales fue un
placer responder, no era sin embargo hablar de sí misma o de nosotras: sólo debía
presentar un conjunto de gran señora escogido entre más de uno, y también resumir
rápidamente el resultado definitivo de la metamorfosis en el Traje, cuyos síntomas aquí
mismo, día tras día, se revelaron.
En suma, jamás reinarán más soberbiamente los tejidos opulentos y aun pesados,
el terciopelo y hasta los brocados plateados o dorados, no menos que la nueva
cachemira, liviana, suave, clara, que se usa de noche; pero a través de esta envoltura,
suntuosa o simple, más que en ninguna época se va a traslucir la Mujer, visible,
dibujada a su vez con toda la gracia de su contorno o las principales líneas de su persona
(mientras que por detrás la vasta magnificencia de la cola atrae todos los pliegues y la
amplitud masiva de la tela).
Marguerite de Ponty.
GACETA DE LA FASHION
Miss Satin.
CRÓNICA DE PARÍS
Teatros, Libros, Bellas Artes, Noticias de los salones y de la playa
El invierno, el largo invierno de diciembre y enero no tiene, como los meses que
contiene el otoño o que anuncian la primavera, un aclarado de un día, azul y luminoso,
ganado a las nubes: sus horas de fiesta se las pedirá a los cielos cristianos y superiores, y
al almanaque. Emblema de ese deseo que nos hace encontrar un gusto delicioso en toda
claridad, esa fruta, las naranjas, a montones en la puerta de los negocios o a lo largo de
un paseo por las calles: su aparición clásica le recuerda al espíritu de todo parisino una
fecha, Navidad, y otra fecha, el Año Nuevo. Ambas solemnidades de inmediato
prefieren, para instalar sus cultos distintos, diferentes vitrinas, aunque igualmente
adornadas para la boca y los ojos: de un lado el antiguo asador convertido en
comerciante internacional de comestibles, del otro, el confitero dispuesto a confitar,
luego de sus violetas de Niza, unos hijos de la Virgen o monedas de veinte francos.
Dichoso el comerciante de juguetes, si existe verdaderamente en algún rincón escondido
a las miradas: o desdichado ese personaje ingenuo, porque nadie lo conoce, ¿y dónde
encontraría más juguetes para sobrecargar su estantería cubierta de papel picado? Todos
los negocios a los cuales los niños de hoy, hábiles en engaños ignorados por la antigua
diplomacia europea, arrastran de la mano a un papá o una mamá para indicarles
tácitamente que determinado objeto representa el regalo navideño que esperan, y no tal
otro, me producen espanto. En las estanterías, Damas quizás vestidas por Madame
Laferrière en persona miran de arriba abajo, con un visible desdén, al maleducado que
utilice, al preguntar su precio, la denominación habitual de muñecas; mientras que unos
Caballeros de cuellos doblados como tarjetas de presentación observan el buque
cercano, listo para probar su auténtica máquina de vapor impulsada por alcohol etílico,
o conversan sobre las probabilidades de éxito que muestra un pequeño telégrafo
eléctrico completo dentro de una caja de cartón verde, como los de los burócratas; pero
nada más que insinuar con respecto a ellos esta idea nos parece irrespetuosa: “¿Son
acaso marionetas?” La vieja fabricación inmemorial de los entretenimientos, rotos el
mismo día de su adquisición o del regalo (para ver lo que había adentro), ¿en dónde se
refugia?, ¡en esos galpones de madera cubiertos de lonas impermeables, que simulan
una feria a lo largo de los bulevares asombrados! ¡Qué decepción! Aquí reina, como en
los famosos negocios con los que este bazar multiplicado improvisa un enfrentamiento,
el artículo de París, aunque tasado al precio accesible de trece y de veintinueve
moneditas. Así están las calles; y cuando mi mirada sigue, desde el umbral de un
famoso proveedor hasta la puerta de su berlina, a un paseante o una paseante a los que
precede un paquete amplio y misterioso, lo hace guiada por la curiosidad, claro, de
saber si uno o la otra pudo casualmente adueñarse de una invención ingenua y
admirable, digna de reemplazar a Polichinela o a todo el desfile del Arca de Noé, desde
el elefante hasta la mosca. Desilusión casi en todos los casos y que me obliga a pensar:
“Pero ¿qué haré entonces, cronista pasado de moda, para darles a las caritas de tres a
doce años esa felicidad de buena ley que sigue siendo adorable?” Las cosas han
cambiado, eso es todo; y nada se pierde, ni siquiera la risa de la infancia… De modo
completamente íntimo en la familia, con el pino alsaciano, que hay que aceptar sin
excluir el budín borgoñés en forma de tronco, acumulando las tradiciones; y al exterior,
ruidosa, compartida en mil lugares de reunión donde, por una encantadora innovación
de esta época, los niños ponen su alegría en común: por cierto, igual en el fondo, aunque
diferente, seguirá reinando la Navidad, así como siempre triunfará el Año Nuevo.
Conmigo, ustedes, las madres, a quienes habitualmente esta página importante de la
Revista les enseña los Trajes que vestirán Yves o Jeanne durante una Quincena, echen
un vistazo al Cuaderno Dorado; y junto a los detalles que se aprovecharán en la cena de
nochebuena, observen, satisfechas, ese otro menú donde, pieza tras pieza, se adorna, se
anima, se ilumina el abeto solemne.
El rápido vistazo con el cual aparecen en la última página (la del Programa
habitual) los nombres de teatros, de actores y los títulos de obras, podrá leer también la
indicación de muchas funciones, más de una por la tarde, exclusivamente infantiles.
Qué sorpresa inventar más hermosa y mejor recibida que un cupón de ingreso (a nombre
de Mademoiselle o de Monsieur Baby) que mezcla entre los ramajes verdes, los brillos,
los regalos, con todo el árbol, uno de esos nombres mágicos ya por sí mismos: Teatro
Miniatura, y el de las Familias, Robert-Houdin, los Bailes de Frascati, el Circo de
Invierno o el Châtelet que volvió a ser el Châtelet de las Pastillas. En un sobre
perfumado y serio, regalos inteligentes, se plegará además un abono para la Temporada
de las Matinés maravillosas del Gaîté y las tradicionales de la Porte-Saint-Martin, para
los Conciertos Pasdeloup o Colonne, porque tantos domingos destinados a la
certidumbre de nobles alegrías, ¿no es también el regalo más deseable?
Quise dedicar sólo el comienzo de esta Crónica a nuestros pequeños seres
rosados y rubios o morochos, reyes del momento actual, aunque su felicidad configura
un tema demasiado amplio para ello; y me doy cuenta de que ni una noticia mundana
me distrae, listo para terminar. Llegado hasta aquí, sólo me queda entonces seguir en el
mismo tono: ¡mala suerte o buena suerte! Qué importa, por ejemplo, que el deber
absoluto de reportero parisino me obligue a mencionar para el extranjero, las provincias
y para el mismo París que una melodía espléndida con una letra (brindada por la
presente Entrega como Poema del día) se repite ahora en todos los pianos agotados por
los estribillos de operetas o los ritornelos de la danza, y anuncio este acontecimiento
musical en el rubro de los Salones o en el otro de Las fiestas actuales: puesto que se
trata de La Navidad de Alphonse Daudet y de Émile Pessard. Una Navidad lo bastante
ingenua y fresca como para continuar la suave impresión de las canciones antiguas y lo
bastante, ¿cómo decirlo?, teñida de diletantismo, casi parisino e ingenioso, como para
revolotear sin molestias en el aire agitado por los abanicos de 1875, verdadero logro y
buen augurio: y cuando esa felicidad se presente, ¡a no desatenderla! Cuántos años tiene
atrás suyo la graciosa nuez de Adán y cuántos adelante suyo tiene la Virgen de Belén:
un número igual; lo que no quiere decir a lectoras ya demoradas que aguarden todavía,
para tener la obra, a que haya sido desde hace rato encuadernada en álbumes, porque no
conozco emoción más excelsa para una mujer, lista para abrir la boca y lanzar la nota
inicial, que este súbito pensamiento: ¡Soy una de las primeras en el mundo en cantar
esta melodía!
También relacionada con las solemnidades de invierno, contaremos de antemano
(ya que la fecha anunciada para esa fiesta es el 19, la noche misma en que esto se
imprime) una representación mundana, ofrecida en los salones del espléndido hotel de
Aquila, en honor de la Guardería del Pesebre Saint-Joseph: todos los pesebres recuerdan
aquel donde se detuvo la estrella y bajaron los ángeles. A propósito y dado el caso, ¿no
hay cierto encanto en dar cuenta el día antes de un goce que solamente puede ser
exquisito al día siguiente, e implica todas las certidumbres de éxito? Ataviada de satín y
ornada de diamantes, que nuestra Fantasía suba pues los peldaños de la escalera
suntuosa (que rememora la del hotel construido por Arsène Houssaye); que con los ojos
despegados del magnífico retrato de la dueña del lugar, expuesto en Viena por Carolus
Duran, atraviese el salón de música con el gran piano de Herz, para reconocer el salón
de recepción que da a un jardín de invierno tropical, una fuente de agua y unas jaulas
brillantes de pedrerías que son la riqueza o el canto de mil pájaros, y que luego se
detenga en torno a un busto de mármol blanco de Clésinger, que representa a la dama
pintada en la entrada. ¡No!, totalmente distinta y transformada, brillará sin dudas la
habitación con las llamas de mil velas; y la Persona, invisible, que se disputan para
reproducir la pintura y la escultura, a su vez intenta allí, esa noche, con nuevas artes,
aparecer ya no como Madame Ratazzi, sino como la figura ideal de un sainete o de una
comedia. Estética de la Moda o Crónica de la Quincena, nada, estudio y relato del día,
puede escapar, para ser exacto, a la deliciosa tiranía de esta Emperatriz.
Pero ¿adónde voy? Rompan todo (la primera palabra de mi charla escrita y no la
última), porque mi deber era hoy principalmente transmitirles, como lo hice
recientemente con la Poesía, las nuevas obras maestras de la Novela. La segunda
edición de La conquista de Plassans por Zola, con sus Cuentos a Ninon (y agrego Los
herederos Rabourdin, teatro); la segunda edición también de Fromont joven y Risler
mayor por Alphonse Daudet, tales son los libros que, por desgracia, les ofrezco no
recortados, como quien entrega los regalos de fin de año: no hay seductores más
certeros de las veladas íntimas de estos días en casa, una vez dormidos los niños, y
cuando a los estallidos de su fiesta les suceda, por una hora o dos, la lámpara tranquila.
Gracias a ellos, a esos volúmenes, mi ofrenda desde hoy (para que más adelante
conversemos sobre ellos) colocada en la laca de sus bibliotecas, puedo hablarles,
señoras, como un amigo que se ausenta, diez días antes del primero de enero, sin temor
a mezclar mis anhelos llegados demasiado pronto con los que formulan ya el aguador, el
cartero o el proveedor de pan bendito de la parroquia.
Ix.
EL CUADERNO DORADO
La mesa, el amoblamiento hecho por las damas, el jardín y los juegos
Página dieciocho
Menú de cena navideña
Página diecinueve
Moulongtani para una cena navideña
Sigue nuestra doble preocupación: difundir en Europa y más lejos el gusto único
que preside la mesa parisina y francesa; adaptar entre nosotros los productos y las
preparaciones de cualquier lugar del mundo. Hoy también se trataba de agregar a la
antigua festividad familiar de Navidad algo en cierto modo extranjero y moderno.
Y aquí está:
“Hacer rehogar una cebolla en manteca con curry y azafrán amarillo de la Isla de
la Reunión, introducir un pollo trozado después de haberlo dorado simplemente. Verter
encima de todo la leche sacada del interior de un coco rallado, machacado con el
mortero y remojado con agua caliente.
“Déjese cocinar a fuego lento y sírvase con ‘Arroz a la criolla’.”
Curry, azafrán de la Isla de la Reunión, todo esto y otras especies se encuentran
en Bulevar Haussmann 5, en casa de un viejo conocido ya por nuestras lectoras, el
Propagador, a cuya amabilidad le debemos todas nuestras RECETAS EXÓTICAS.
Mejor aún, este colaborador se ofrece, en la velada que precede a la comida
sacramental, a tener a su disposición este plato raro que se podrá ubicar muy bien entre
el “Lomo de cordero de Nîmes” y las “Perdices griegas” dentro del Menú admirable de
Le Brébant, como plato de entrada o plato principal.
La receta es proporcionada a esta Casa y será realizada por
Olympe, Negra.
Página veinte
El árbol de Navidad tradicional
RELATOS Y POEMAS25
25
Nota para la Biblioteca: Poema extraído del libro antiguo y siempre joven, Las enamoradas, de
Alphonse Daudet: a la pertinencia habitual debido a la época, se le añade el atractivo, musicalizado ayer
por Émile Pessard, de prestar sus palabras a una melodía cantada por todo el mundo este año (Véase al
respecto la Crónica, y adviértase que el editor de esta pieza es Alphonse Leduc). –Con el tercer fragmento
de Eudore Cléaz, aparecerá la nota bibliográfica referida a este excelso relato, que añade un interés de
actualidad a nuestra próxima entrega del 1° de enero.
GACETA Y PROGRAMA DE LA QUINCENA
Distracciones o solemnidades del mundo
I
Los libros
(Regalos)
Quienquiera, lectora o solamente curiosa, que haya mirado atentamente esta lista
de algunos libros brindada aquí por nosotros cada Quincena, pudo darse cuenta de que
sólo aparecían en ella los títulos de obras notables sobre todo por su alto valor literario:
novelas, poemas, siempre de los maestros de esta época, es decir, a menudo de nuestros
colaboradores. En la víspera de Año Nuevo inclusive, la falta de espacio y la idea que
habitualmente preside nuestra selección nos impiden actuar de modo distinto que en el
pasado. Aparte de La India bajo los rajás, libro magníficamente ilustrado y estrella de
la temporada (que publica la casa Hachette), sólo les indicaremos a nuestras lectoras,
como regalos para hacer a hijos, hermanos, maridos, las ediciones preciosas para
bibliófilos, en continente y contenido, que edita Lemerre: los nobles volúmenes sobre
China, livianos y de aspecto antiguo, que son a los libros usuales de librería lo que son
los cristales de Bohemia a los pesados o fríos vidrios del hogar. Señalemos: Poesía:
Poesía y Teatro (2 vol.) por François Coppée; Poesías (2 vol.) por Sully-Prudhomme;
Poesías (2 vol.) por Soulary; Antología de los poetas, de los prosistas (2 vol.): todos
estos tomos, que pertenecen a la célebre colección elzeviriana, fueron encuadernados en
tela con franjas rojas en ocasión del Año Nuevo. Obras de Molière (8 vol.); de Racine
(4 vol.); de Shakespeare, traducción de François-Victor Hugo (el 1er. vol.): también en
el pequeño formato elzeviriano, en símil de pergamino.
Álbumes: Los doce trabajos de Hércules (in-4°), las 35 Aguafuertes de Boucher,
para ilustrar las Obras de Molière.
En cuanto a los bellos libros para niños, nos causa una gran pena no ponderar
aquí sus imágenes, sus textos ni siquiera sus tapas, que ya no tienen nada en común con
los envoltorios de manzanas azucaradas. Hachette y Hetzel tienen como especialidad
los álbumes y los volúmenes espléndidos y serios, que inventaron: y la Biblioteca de las
Maravillas de una o la Biblioteca rosa además de la Biblioteca de Educación y
Recreación de la otra incrementan todos los años, en esta época, sus colecciones con
algún volumen nuevo, destinado a doce meses de éxito.
En esas dos series, elegir con los ojos cerrados y luego muy bien abiertos.
II
Teatros
(Los éxitos)
III
Los viajes
(La línea de Lyon, de París al Mediterráneo)
Gerente: Albert.
Aviso
Aparte de los libros hechos para ser ante todo libros, hay volúmenes compuestos
de líneas a menudo perfectas que la inspiración diseminó a lo largo de una existencia:
quebrantada la existencia, las líneas sobreviven recopiladas por una piadosa simpatía.
Tales son los volúmenes de Diario, Pensamientos y Correspondencia de Joséphine
Sazerac de Limagne, muerta en 1873. Esta alma, que me parece aún más superior a los
breves fragmentos dejados por escrito de su pensamiento, retorna sin embargo casi
entera ante los ojos de quien los lea atentamente, no menos en los blancos que dividen
el texto que en el texto mismo. Alta, noble y muy religiosa en el sentido más estricto del
término, la figura de muchacha que aquí podemos conocer no se borra fácilmente de la
memoria, sino que se relaciona de inmediato con más de un tipo de mujeres de la
antigua nobleza francesa. Excelente lectura la de esta recopilación durante los años que
siguen a la primera Comunión; y por la cual más de una muchacha agradecerá al autor
anónimo de la noticia biográfica, interesante e incluso, en dos o tres momentos,
brillante.
Mme. de P.