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Punto de vista psicológico

El smiley o carita risueña es uno de los más conocidos símbolos de actitud positiva.

La expectativa psicológica formula que los asuntos humanos irán bien a pesar de los
contratiempos y de las frustraciones, que suelen ser salvadas por procedimientos como el
humor y la resiliencia. Como valor ético, es la idea que tiene el ser humano de siempre
alcanzar lo mejor y conseguirlo de igual manera, a pesar de la dificultad que para ello
presentan algunas situaciones o encontrar el lado bueno y lograr los mejores resultados.
Asimismo, es bastante difícil obtener una definición universal de la idea de bien, concepto por
lo general asociado a la felicidad o a la satisfacción de todas las necesidades materiales y
espirituales, que el epicureísmo identifica con el placer físico, emocional e intelectual.

Desde el punto de vista de la inteligencia emocional, el optimismo es una actitud que impide
caer en la apatía, la desesperación o la depresión frente a las adversidades. La noción de
optimismo se opone al concepto filosófico de pesimismo. Por lo general, lo corriente es que las
personas no se decanten única y exclusivamente por optimismo o pesimismo, sino que ambas
pueden encontrarse alternativamente en un único individuo o aplicadas a distintos ámbitos, ya
que la identificación con una u otra de ellas de forma excluyente raya en la patología o la
enfermedad psiquiátrica. Igualmente si se pasa de un optimismo exagerado (hipertimia y
euforia) a un pesimismo asimismo extremo (hipomanía, tristeza) sin pasar por un largo estado
intermedio, esto indica trastorno bipolar o algún tipo de ciclotimia.

Según el psiquiatra Luis Rojas Marcos,2 los venenos del optimismo son la indefensión crónica y
el pesimismo maligno. Contra ellos se levantan además algunos filósofos. Blas Pascal, creador
del cálculo de probabilidades, señaló que apostar por la esperanza da posibilidades de
encontrar lo que se busca, pero no lo contrario, ya que en ese caso se pierde de todas formas
(la llamada apuesta de Pascal):

Usted tiene dos cosas que perder: la verdad y el bien, y dos cosas que comprometer: su razón
y su voluntad, su conocimiento y su bienaventuranza; y su naturaleza posee dos cosas de las
que debe huir: el error y la miseria. Su razón no resulta más perjudicada al elegir la una o la
otra, puesto que es necesario elegir. Ésta es una cuestión vacía. Pero ¿su bienaventuranza?
Vamos a sopesar la ganancia y la pérdida al eligir cruz (de cara o cruz) acerca del hecho de que
Dios existe. Tomemos en consideración estos dos casos: si gana, lo gana todo; si pierde, no
pierde nada. Apueste a que existe sin dudar.3

Así que no elegir es ya una elección, y es una elección negativa. Miguel de Unamuno, un
depresivo,4 propone los remedios del coraje y de la esperanza. Bertrand Russell, en La
conquista de la felicidad (1930), propuso el entusiasmo, el humor, el rechazo del negativismo y
la apertura a los demás. Señaló además que los optimistas poseen una mayor capacidad de
adaptación y supervivencia (y el caso es que vivió hasta los 98 años). Helen Keller, ciega, sorda
y muda, escribió que:
Ningún pesimista ha descubierto el secreto de las estrellas, ni ha navegado por mares
desconocidos, ni ha abierto una nueva puerta al espíritu humano.5

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