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Los estudios más fiables de hoy en día, indican que lo que ingerimos en el desayuno
influye en los procesos ligados a la formación y la recuperación de recuerdos, así como
en la gestión de trabajos cerebrales complejos.
Así mismo, los estudiantes que no ingieren alimentos antes de examinarse, obtienen
peores resultados en las que quienes previamente comen algo.
"La capacidad intelectual también se ve afectada a largo plazo por la calidad nutritiva de
la dieta en general".
Parece ser que los efectos beneficiosos del desayuno se deben a que incrementa el
índice de glucosa en la sangre, que a su vez activa una hormona o transmisor cerebral
denominado acetilcolina.
Los investigadores que trabajan en esta área, consideran que este neurotransmisor está
relacionado con la memoria, pues está demostrado que las sustancias que frenan su
producción reducen, en particular, la capacidad de recordar nueva información.
Para producir acetilcolina, se requiere vitamina B1; por tanto, asegurándonos de que la
dieta contiene un gran aporte de este nutriente, podemos contribuir a optimizar la
actividad mental durante toda la mañana. Entre los alimentos a base de cereales que
contienen vitamina B1, cabe mencionar el pan integral o enriquecido y los cereales
enriquecidos.
Está comprobado que la insuficiencia de hierro tiene efectos negativos sobre la memoria
en adultos y niños, y que en los más pequeños y los bebés crea trastornos en el
aprendizaje y la atención. Los aceites omega 3, contenidos en pescado azul y nueces, se
demuestran extraordinariamente efectivos en la salud fetal.
Mientras que las mujeres son más propensas a la deficiencia de hierro, la carencia de
otro micronutriente, el yodo, afecta a ambos sexos.
La cafeína, por ejemplo, que tiene un suave efecto estimulante, actúa sobre el sistema
nervioso central y nos mantiene alerta. Ciertos experimentos indican que la cafeína es
capaz de acelerar en un diez por ciento el procesamiento rápido de información en el
cerebro, y que tomar un café después de la comida ayuda a contrarrestar la habitual
somnolencia tras llenar el estómago y a mantener la concentración.
No dejar de hacer pausas durante el día para beber, por ejemplo, cada cuatro horas, de
modo que el cerebro se mantenga siempre despejado.
Fuente: https://www.sanitas.es/sanitas/seguros/es/particulares/biblioteca-de-salud/dieta-
alimentacion/psicologia-alimentacion/san005124wr.html