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Caracas, 29.11.1781 _ Santiago de Chile, 15.10.1865
Humanista, poeta, legislador, filósofo, educador, crítico y filólogo; en suma,
autor de una obra poligráfica, que constituye la base más sólida de la
civilización hispanoamericana. Vivió en Venezuela las 3 últimas décadas de la
dominación española y en otros lugares algo más de la mitad del primer siglo
de vida independiente de las repúblicas americanas hispanohablantes. De este
segundo período, los 20 primeros años corresponden al tiempo de lucha por la
emancipación nacional, cuyo desarrollo, vicisitudes y triunfo, observó desde
Londres. Los últimos 36 años de su vida, pasados en Chile, son los de
consolidación de la existencia política y cultural de los nuevos estados. Tal fue
el tiempo de Bello; Colonia (Caracas, 1781-1810); Guerra de Independencia
(Londres, 1810-1829); gobierno y fijación de las nacionalidades
hispanoamericanas (Chile, 1829-1865). Su pensamiento y su labor están
determinadas por dichas circunstancias, a las cuales debemos siempre referir
lo que produjo, para llegar a entender el alcance de su obra. Hijo primogénito
de Bartolomé Bello y de Ana Antonia López. Andrés, vivió su infancia,
mocedades y juventud hasta los 29 años en Caracas. Cursó las primeras letras
en la «Academia» de Ramón Vanlosten. Desde niño tuvo pasión por la lectura,
particularmente de los clásicos del Siglo de Oro español. Frecuenta el
convento de las Mercedes, donde aprende latín con el padre Cristóbal de
Quesada. A la muerte de éste (1796) traducía Bello el libro V de la Eneida.
Estudia, desde 1797, en la Real y Pontificia Universidad de Caracas y se
gradúa de bachiller en artes, el 14 de junio de 1800. En enero conoce y
acompaña a Alejandro de Humboldt en la ascención a la cima del monte Ávila.
Comienza la carrera de derecho y luego la de medicina. Durante sus estudios
ha dado clases particulares, entre otros a Simón Bolívar; y ha comenzado a
manifestarse como literato, principalmente en la tertulia de los Ustáriz. Los
versos de Bello (traducciones del latín, del francés, adaptaciones de poemas
clásicos, junto a poesías originales) le han ganado prestigio entre sus
coetáneos, y además, un título específico: El Cisne del Anauco. Estudiaba por
su propia iniciativa francés e inglés. En 1802 es nombrado oficial segundo de la
secretaría de la capitanía general de Venezuela, en cuyo desempeño mereció
honores, como el de comisario de guerra, otorgado en 1807, año en que es
nombrado secretario civil (en lo político) de la Junta de la Vacuna. En 1810 es
ascendido por la Junta de Caracas, a oficial primero de la Secretaría de
Relaciones Exteriores. En julio de 1806 solicita Bello en arrendamiento
perpetuo a su nombre y en el de su madre y hermanos unas tierras en las
laderas de la fila de Mariches, al este de Caracas, para dedicarlas al cultivo del
café; le fueron concedidas en el sitio denominado El Helechal, que recordará
siempre con añoranza hasta el fin de sus días. Las pocas obras juveniles de
Bello conservadas tienen fecha imprecisa. Compuso las siguientes: el poema
«A la vacuna», la oda «Al Anauco»; el soneto «A una artista»; la égloga «Tirsis
habitador del Tajo umbrío»; el romance «A un samán»; la oda «A la nave», y
los sonetos «A la victoria de Bailén» y «Mis deseos». Escribió también los
dramas Venezuela consolada y España restaurada, así como el Resumen de la
historia de Venezuela, la más antigua prosa que poseemos del gran
humanista. Tenemos noticias de otras obras desventuradamente perdidas,
como la égloga «Hace el Anauco un corto abrigo en donde...»; el estudio sobre
el «que» y un auto de Reyes, La infancia de Jesús, en endecasílabos. En 1808,
con la introducción de la imprenta de Mateo Gallagher y James Lamb, Bello se
convierte en el redactor de la Gaceta de Caracas, pero es difícil atribuir con
exactitud lo que se debe a su pluma. Emprendió una revista nonata: El Lucero,
con Francisco Isnardi. Corresponde a los días de Caracas la obra impresa en
1841, Análisis ideológica de los tiempos de la conjugación castellana, estudio
iniciado, según sus propias palabras, en su juventud. Lamentamos la pérdida
de la traducción y adaptación al castellano del Arte de escribir del abate
Condillac, que dejó escrita en 1810 y se imprimió, sin su anuencia, en 1824.
El 10 de junio de 1810, en la corbeta inglesa General Wellington, parte de
Venezuela hacia Londres acompañando a Simón Bolívar y a Luis López
Méndez en la misión diplomática nombrada por la Junta de Gobierno de
Caracas cerca del gobierno inglés. Permanecerá en Londres hasta 1829, con
grandes períodos de penuria y dificultades económicas. Los más importantes
acontecimientos de su vida en Londres, desde 1810 hasta 1829, son los
siguientes: encuentro con Francisco de Miranda, quien le permite el uso de la
biblioteca, en Grafton Street, que fue una auténtica revelación cultural para
Bello, en los libros de Miranda estudia griego; desempeña con acierto la
Secretaría de la Misión Diplomática; en 1813, solicita ser incluido en la
amnistía que había acordado España a los patriotas americanos; en 1814 se
casa con María Ana Boyland de la que enviuda en 1821, de este matrimonio
nacieron 3 hijos; se relaciona con intelectuales emigrados españoles y con
grandes personalidades inglesas políticas y científicas; en 1815 solicita un
puesto al gobierno de Cundinamarca, pero su petición no llega a destino, ya
que las tropas de Pablo Morillo interceptan el mensaje; se ofrece al gobierno de
las Provincias Unidas del Río de la Plata, pero no llega a trasladarse a Buenos
Aires, con todo y haber sido aceptado su ofrecimiento; gracias a José María
Blanco White, escritor y polemista español exiliado en la capital británica,
recibe auxilios del gobierno inglés y entra como preceptor de los hijos de
William Richard Hamilton, subsecretario de Estado; desempeña varias tareas
intelectuales, con las que puede sobrevivir en tantas adversidades; en 1822, es
nombrado secretario interino de la Legación de Chile en Londres a cargo de
Antonio José de Irisarri; participa en la fundación de la Sociedad de
Americanos, que promovió la publicación de 2 grandes revistas: la Biblioteca
Americana (1823) y El Repertorio Americano (1826-1827), en las que participó
activamente. En 1824, se casa con Isabel Antonia Dunn de cuyo matrimonio
nacerán 12 hijos; en 1825 se encarga de la Secretaría de la Legación de la
Gran Colombia, en cuyas funciones llegó en 1827, por unos meses, a
encargado de negocios. En 1826 es elegido miembro de número de la
Academia Nacional creada en Bogotá a fines de ese año. Se le nombra en
1828 cónsul general de Colombia en París, y se le previene que al concretarse
las relaciones con Portugal deberá pasar a esa Corte como ministro
plenipotenciario, funciones que no llega a ocupar, pues en 1829 decide
trasladarse a Santiago de Chile con su familia. Es asombrosa su actividad,
tanto en el estudio como en su obra escrita, durante los 19 años de su vida
londinense. Trabaja en los asuntos políticos, diplomáticos y hacendísticos
americanos a él confiados; investiga asiduamente en el Museo Británico;
completa sus conocimientos lingüísticos, filológicos y de historia literaria; se
prepara en experiencias diplomáticas y en estudios de derecho internacional;
se dedica a la enseñanza privada; dirige publicaciones; llena sus páginas con
escritos de carácter enciclopédico; crea sus más grandes poemas originales y
elabora estudios de crítica y de historia literaria y filológica. En una palabra,
completa y consolida su formación, ensancha sus conocimientos y comienza la
labor de publicista que habrá de darle renombre en todo el continente
americano y aun más allá de sus límites. En varios campos de conocimiento
manifiesta Bello su perfeccionamiento de la formación humanística que había
recibido en Caracas. En poesía elabora en sus días londinenses sus 2 poemas:
la silva Alocución a la poesía, que imprime en 1823 y la silva La agricultura de
la zona tórrida, que ve la luz en 1826; creaciones que lo consagran como el
príncipe de la Literatura hispanoamericana. Compone, asimismo, otras
poesías menores, El himno a Colombia (1825); Carta de Londres a París por
un americano a otro (dirigida a José Joaquín Olmedo); Canción a la disolución
de Colombia (1829). Traduce del francés y del inglés al castellano (Delille y
Byron). Por otra parte, desarrolla su capacidad de crítico literario con estudios
sobre Álvarez de Cienfuegos, José Joaquín Olmedo, Diego Fernández de
Navarrete, Javier de Burgos, José María Heredia, Cruz Varela, etc. Las
investigaciones sobre el idioma castellano (ortografía, etimología) anuncian al
filólogo del lenguaje que habrá de ser en Chile, al escribir la Gramática de la
lengua castellana destinada al uso de los americanos (1847). Se adentra en los
temas de la crítica filológica y literaria histórica (Sismondi); versificación latina y
griega; sistema de asonancias; poesía medieval castellana con sus primeras
aportaciones al estudio del Poema del Mío Cid. Y además, su impresionante
labor de divulgación en temas geográficos, científicos, médicos, mineralógicos
y de historia natural, con el homenaje tributado a Humboldt. Todo ello nos
indica un amplio horizonte de intereses, tanto como una sólida formación, lo
cual habrá de dar frutos excelentes como maestro y humanista a su regreso a
América. Parte de Londres el 14 de febrero de 1829, llega a Valparaíso el 25
de junio, a bordo del bergantín inglés Grecian y permanecerá en Chile hasta su
muerte. Reside durante la casi totalidad de los 36 años en Santiago, pues salvo
cortos períodos en Valparaíso y en la hacienda de los Carrera, en San Miguel
del Monte, permaneció siempre en la capital chilena o en sus cercanías
(Peñalolén). Los sucesos que jalonan la vida de Bello en Chile son los
siguientes: en 1829, es nombrado oficial mayor del Ministerio de Hacienda; en
1830, se le designa rector del colegio de Santiago; el mismo año se inicia la
publicación de El Araucano, del que fue principal redactor hasta 1853; en 1831,
comienza su actividad como maestro en su propio domicilio; en 1832, publica la
primera edición de los Principios de derecho de jentes, transformado luego en
Principios de derecho internacional; es nombrado en 1832, miembro de la
Junta de Educación; el 15 de octubre de 1832, el Congreso de Chile lo declara
chileno legal, con la plenitud de derechos del ciudadano chileno; en 1834, pasa
a desempeñar hasta 1852, la Oficialía Mayor del Ministerio de Relaciones
Exteriores; en 1835, publica los Principios de ortología y métrica; en 1837, es
elegido senador de la República, cargo que desempeña hasta su muerte; en
1840, empieza sus trabajos que culminarán en el Código Civil; en 1841 publica
la obra Análisis ideológica de los tiempos de la conjugación castellana y el
poema «El incendio de la Compañía», que se estima como la primera
manifestación del romanticismo en Chile; en 1842, se decreta la fundación de
la Universidad de Chile, cuya inauguración en 1843 es el acto más
trascendental en la vida del maestro Bello, quien ejerce su rectorado; en abril
de 1847, publica la primera edición de la Gramática castellana destinada al
uso de los americanos; en 1848, publica la Cosmografía o descripción del
universo; en 1850, su Historia de la literatura; en 1851, es designado miembro
honorario de la Real Academia Española y en 1861, miembro correspondiente;
en 1852, termina la preparación del Código Civil, que es aprobado por el
Congreso chileno en 1855; en 1864, se le elige árbitro para dirimir una
diferencia internacional entre Ecuador y Estados Unidos; en 1865, se le escoge
para ser árbitro de la controversia entre Perú y Colombia, encargo que declina
por estar gravemente enfermo. En Chile publica la mayor parte de su obra y
moldea generaciones de discípulos. Da a las prensas de manera ininterrumpida
los frutos de su ingenio desde sus 48 hasta los 84 años de edad. No es fácil
reducir a breve esquema la acción, tan vasta y rica de una larga, silenciosa y
paciente vida de trabajo. El propósito fundamental de Bello podría sintetizarse
en el «proyecto civilizador» en pro de los países llegados a la independencia
nacional, después de la dura lucha por conseguirla. Humanista integral, nos
ofrece una personalidad diferente del humanista del Renacimiento, erudito, que
se complacía en descifrar cuestiones filológicas o de hermenéutica, hasta cierto
punto preciosistas; está más lejos todavía del tipo del pensador que busca
únicamente el goce íntimo en la aprehensión de la belleza intelectual en las
creaciones humanas. La finalidad que persigue es distinta: se propone asentar
las bases de civilización y cultura, requeridas por las sociedades
hispanoamericanas, al advenir a la situación de pueblos emancipados. O sea,
que todo lo que hace presenta un profundo contenido político, educativo.
Invoca el ejemplo de las civilizaciones precedentes en la historia de la
humanidad, obra de pueblos «...que han trabajado para nosotros...»; que
formaron naciones ricas de conocimientos, de que «...podemos participar, con
solo quererlo...» Fija, entonces, las líneas fundamentales de la educación que
por su propio esfuerzo, mediante «...el proceder analítico...», debían conquistar
y asimilar las distintas porciones del vasto continente americano. Tales
admoniciones conforman la función básica de un maestro conductor. Visto
desde esta perspectiva, se iluminan y se refunden armoniosamente en
magnífica unidad los trabajos a que dedicó su poderosa inteligencia y su
preparación excepcional, pues todo converge a un mismo fin: civilizar a una
América liberada, que requería estudiar y hacer propio el saber universal para
adaptarlo a las peculiaridades de cada pueblo. La gran pregunta que Bello se
formula durante su residencia en Londres, cuando podía contemplar la América
en conjunto (en su historia y en su realidad) es, sin duda, cuál debía ser la
educación de cada pueblo para desarrollar la cultura peculiar, equilibrada,
sólida, totalizadora, a fin de construir el futuro. En Inglaterra concibió la
aplicación de su preparación humanística, perfeccionada respecto a sus días
juveniles. La organización político-social fue su primordial preocupación por
cuanto debían definirse «las bases jurídicas del Estado» (no era abogado y sin
embargo era el mayor jurista de su tiempo): la enseñanza del derecho romano
(nos queda el texto de sus lecciones) y la ordenación constitucional (su
participación en la Constitución de 1833, sus cursos de derecho político), son
sus primeras actividades docentes en Chile; la elaboración del Código Civil,
ardua empresa a la que dedica casi 20 años de tarea ininterrumpida; y lo que
ha llamado Guillermo Feliú Cruz «la creación de la administración pública»,
mediante sus dictámenes y la acción diaria en altos cargos de Gobierno y
asesoría en Chile. Aunque estuviese en la Secretaría de Relaciones Exteriores
sus advertencias y consejos abarcaron toda la gobernación del Estado. No hay
que olvidar su obra de legislador en el Senado. Con todo ello dejaba asentada
la base de la convivencia civil entre ciudadanos. «El papel del Estado en la
comunidad de naciones» lo atiende en sus Principios de derecho de jentes
(1832) (llamados luego, Principios de derecho internacional, a partir de la
segunda edición, 1844). Por otra parte, el dominio de la teoría del Derecho
internacional le permite dictaminar cada caso concreto, desde la Oficialía
Mayor de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Se requería además, atender
al «lenguaje», como medio providencial de relación entre las naciones del
mundo hispánico, por lo que fue también objeto de atención, desde las
Advertencias sobre el uso del castellano (1833-1834) hasta culminar en su
Gramática (1847). Por otra parte sus investigaciones sobre el castellano en su
historia: Poema del Cid, la Gramática latina (1846), y todos los trabajos sobre
la edad media literaria, o estudios sobre el griego y el latín, pertenecen a esta
preocupación por preservar el idioma ante cualquier deterioro. La gran urgencia
era la «educación», finalidad que persigue no sólo en su decisiva función de
rector de la Universidad de Chile (1843), sino en la acción diaria en las aulas o
en su propio domicilio. La dedicación a los temas de la enseñanza desde la
docencia superior hasta la escuela primaria, fue constante en su vida. Desde el
estudio de las bases del raciocinio, que es su Filosofía del entendimiento
(edición póstuma, 1881) hasta la definición de los conceptos fundamentales de
la educación en su discurso inaugural de la Universidad de Chile (1843) hasta
los manuales de estudio que preparó y publicó Cosmografía (1848), Historia de
la literatura (1850), Compendio de gramática castellana para uso de las
escuelas primarias (1851) y sus advertencias orientadoras sobre la
historiografía: Modo de escribir la historia (1848), Modo de estudiar la historia
(1848), etc. En esta finalidad docente debe incluirse su constante preocupación
por divulgar el conocimiento de las ciencias. «El buen gusto» entra, plenamente
en el campo de su acción civilizadora. Además del goce íntimo que
experimenta quien está favorecido por las musas («...adornaron de celajes
alegres la mañana de mi vida...», dijo Bello), cultivó la poesía, que le acompaña
siempre desde su juventud. Hay que situar en el propósito de la educación del
gusto, su labor de traductor de poesía y teatro (francés, inglés, italiano, latín),
así como su labor continuada en la crítica literaria. Sobre estos firmes pilares
(organización del Estado, vida internacional, lenguaje, educación y formación
del buen gusto) edifica su obra ingente. Todo cuanto hace converge a este
elevado propósito: definir la civilización hispanoamericana. Para ello, utiliza los
medios que tiene a su alcance: el libro, las lecciones, el teatro, el periódico (El
Araucano, principalmente). Si contemplamos la personalidad de Bello
comprometido a transmitir el concepto de civilización para Hispanoamérica,
todas las partes de su amplísima y variada actividad se ensamblan
perfectamente. Y se ratifica la interpretación que la historia de la cultura ha
dado a su persona: la de fundador de la cultura americana que habla español,
como primer humanista del continente.
Pedro Grases
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ICONOGRAFÍA: No se conocen interpretaciones pictóricas de Andrés Bello
ejecutadas durante su permanencia en Venezuela (1781-1810) y en Londres
(1810-1829); las circunstancias de su vida durante esos dos períodos no eran
las más propicias para ello. El más antiguo retrato suyo conocido es el pintado
en Santiago de Chile en 1844 por el francés Raymond Quinsac Monvoisin,
cuando Bello contaba 63 años de edad, el cual lo representa en su condición
de rector de la Universidad de Chile; este óleo, que perteneció a Belisario Prats
Bello, se halla en la sala de sesiones del Consejo de dicha institución.
Posteriormente, el profesor, también francés, Teodoro Blondeau, hizo un dibujo
de Bello, durante una de las tertulias que se llevaban a cabo en casa de la
artista Isidora Zegers de Huneeus, en 1846. Entre los pocos retratos de Bello
realizados del natural destaca igualmente el óleo de autor desconocido que
hizo pintar en Santiago de Chile el viajero venezolano Francisco Michelena y
Rojas, terminado el 23 de septiembre de 1850; a su regreso a Venezuela dicho
viajero lo donó en marzo de 1851 a la Universidad de Caracas; hoy se
conserva en la Biblioteca Nacional. Existe también un daguerrotipo donde Bello
aparece sentado al lado de su esposa en la biblioteca de su casa, tomado en
1861; fue reproducido por el escritor chileno Eugenio Orrego Vicuña en la
segunda edición de su libro titulado Don Andrés Bello, publicado en 1935. El
último retrato ejecutado durante su vida es un óleo para el cual posó en
Santiago a instancias del general venezolano Francisco Iriarte a fines de
diciembre de 1864, unos 10 meses antes de su muerte; este retrato, cuyo autor
se desconoce, fue traído a Venezuela por Iriarte, quien lo ofreció en marzo de
1865 al Concejo Municipal de Caracas para que fuese colocado en su salón de
sesiones; la donación no fue aceptada por los ediles de la época e Iriarte lo
obsequió al gobierno nacional, a la cabeza del cual se hallaba entonces el
general Antonio Guzmán Blanco, quien lo destinó al Ministerio de Relaciones
Exteriores, donde se conserva. Después de fallecido el sabio se erigieron
estatuas en diversos lugares; 2 de las más conocidas son: la que se halla
frente a la Universidad de Chile, en Santiago, y la colocada en la avenida que
lleva su nombre en Caracas. Entre las interpretaciones pictóricas de Bello
debidas a artistas del siglo XX destaca el lienzo titulado Una lección de Andrés
Bello, donde es representado en compañía de Simón Bolívar, por el pintor Tito
Salas, obra ejecutada hacia 1921 que se halla en la Casa Natal del Libertador
en Caracas.
FUENTE: Fundación Polar, Diccionario de Historia de Venezuela, 2ª Edición,
Caracas: Fundación Polar, 1997.
www.ivic.ve/memoria/bios/bello_andres.htm
ANDRES BELLO
Este insigne poeta, filólogo, ensayista, historiador, crítico, periodista, jurista y
traductor, nacido en Caracas el 29 de noviembre de 1781, fue masón. Se inició
en la Logia "Los Caballeros Racionales", que funcionaba en Londres, en 1811.
Años más tarde fue Venerable Maestro de esa Logia.
Sobre la identidad masónica de Andrés Bello hay abundante documentación.
La prueba más concluyente puede encontrarse en el famoso libro de Bartolomé
Mitre, "Los Caballeros Racionales". Como se sabe Bartolomé Mitre, fue
presidente de Argentina y un destacado dirigente masón de ese país.
Acerca de la vida masónica en Londres, de Andrés Bello, hay otros libros. En
ellos se afirma que se inició en la masonería con Luis López Méndez, su
compañero de viaje, en la misión diplomática encargada por la Junta de
Gobierno de Caracas.
Andrés Bello, permaneció en Londres hasta el 14 de febrero de 1829. En Chile,
país donde desarrolló toda su gran obra cultural, también hizo activa labor
masónica en Santiago.
Este gigante de la cultura hispanoamericana, maestro ejemplar, jurista creador
y revolucionario del idioma castellano, nació en Caracas, hijo de don Bartolomé
Bello y de doña Ana Antonia López. Se graduó de bachiller el 14 de junio de
1800. Estudió derecho y medicina, pero tuvo que abandonar esas carreras por
motivos económicos.
Durante sus estudios daba clases a particulares, entre otros al niño Simón
Bolívar. En 1802 fue nombrado Oficial de Secretaría de la Capitanía General de
Venezuela. Fue ascendido a Comisario de Guerra en 1807.
Su talento literario comenzó a demostrar en 1804, con el poema "A la Vacuna".
Entre 1806 y 1808, publicó la oda "Al Anauco", el soneto "A una Artista", la
égloga "Tirsis habitador del Tajo umbrío", y el romance "A un samán", También
escribió la égloga “Hace el Anauco un corto abrigo en donde," en 1808, fue
redactor de la "Gazeta de Caracas".
En junio de 1810, en la corbeta inglesa "General Wellington", viajó a Londres
junto con Simón Bolívar y Luis López Méndez, para cumplir con la misión que
les encomendó la Junta de Gobierno de Caracas.
http://www.constitucion.ve/08_heroes_bello.html
Andrés Bello
Uno de los aspectos más notorios de la vida de Andrés Bello es su obra escrita,
que casi en su totalidad ha llegado hasta nosotros. De su etapa caraqueña
tenemos las siguientes: los poemas A la vacuna y Al Anauco; El romance a un
samán; los sonetos a la victoria de Bailén, A un artista, Mis deseos, Venezuela
consolada y España restaurada y Resumen de la historia de Venezuela, entre
otros.
A su etapa londinense: Alocución a la Poesía, La agricultura de la Zona Tórrida
(quizá la obra más conocida de Bello), el Himno a Colombia, Carta de Londres
a París por un americano a otro, y Canción a la disolución de Colombia.
De su estadía en Chile son: Gramática de la lengua castellana destinada al uso
de los americanos, Principios de Derecho de gentes, Principios de Derecho
Internacional, Principios de Ortología y Métrica, Código Civil, Análisis ideológico
de los tiempos de la conjugación castellana, El incendio de la compañía,
Geografía o descripción del universo, Historia de la Literatura, Filosofía del
entendimiento, Compendio de gramática castellana para uso de las escuelas
primarias y Modo de escribir la Historia.
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Fuentes consultadas:
Obras Mayores.
1.- Creacion de la Universidad de Chile.
El 19 de noviembre de 1842 se dicta la ley orgánica que crea la Universidad de
Chile. Bello le dió a esta Corporación su fisonomía y doctrina singulares.
Aun cuando tomó como modelos a las universidades inglesas, a la de Berlín y
a la napole6nica, Bello creó un nuevo paradigma de Universidad "ajustado a
las condiciones especiales de Chile y, en general, a las necesidades comunes
de los países latinoamericanos en trance de desarrollo", como lo señala el
filósofo de la educaci6n Roberto Munizaga.
La gestión rectoral de Andrés Bello, que se extiende desde 1843 a 1865, fue
extraordinariamente fecunda, no sólo para la Universidad, sino para la cultura y
el desarrollo integral del país.
2.- Aportes a las Ciencias del Lenguaje.
La conservación del idioma castellano como un "medio providencial de
comunicación" entre los pueblos americanos, fue una de las preocupaciones
fundamentales de Bello. El sabio temía que se reprodujera acá "la confusión de
idiomas, dialectos y jerigonzas, el caos babilónico de la Edad Media. "
Para preservar el lenguaje preparó su " Gramática de la Lengua Castellana
destinada al uso de los americanos ". Amado Alonso y Pedro Henríquez Ureña
coinciden en que esta obra no sólo es la mejor gramática de la lengua
castellana, sino una de las mejores de los tiempos modernos en cualquier
idioma.
3.- Obra Jurídica.
3.1. El Código Civil
En los modernos estados europeos, se había demostrado las ventajas de la
codificación, que generaba cuerpos de leyes coherentes, preparados en forma
racional y sistemática, por sobre el derecho común, lleno de vacíos y de leyes
contradictorias.
Partidario de esta modernización, Bello sostenía la idea de respetar las
peculiaridades del derecho vigente, ordenándolo con técnicas de codificación.
Inició este arduo trabajo en 1840. El Código entró en vigencia en 1857. Por su
claridad, exactitud y coherencia fue fácil de aplicar. Asimismo, se adopt6 en
otros países hispanoamericanos. Ecuador y Colombia lo promulgaron con muy
pocas modificaciones y sirvió de fuente para los códigos de otras naciones del
continente.
3. 2. Derecho Internacional
Se considera que Bello es el primer tratadista de Derecho Internacional Público
en lengua española. En efecto, sus "Principios del Derecho de Jentes" es la
primera obra de esta calidad escrita en idioma castellano.
En este libro se encuentran ya los conceptos relativos a la protección de una
zona marítima exclusiva. Sobre la base de estos conceptos, Chile fue el primer
país del mundo en proclamar, en 1947, su soberanía y jurisdicción sobre una
zona marítima de 200 millas. Posteriormente, estos mismos conceptos dieron
origen a la Comisión Permanente del Pacífico Sur.
http://www.geocities.com/Athens/9505/andresbello.html