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CIENCIAS RELIGIOSAS GRADO: 9 DOCENTE: IVIS FIGUEROA

ACTIVIDAD NUMERO DOS

LA LIBERTAD DE CONCIENCIA

Siempre han distinguido los estudiosos de la ética entre la conciencia verdadera y la conciencia
invenciblemente errónea. La primera es la que actúa de conformidad con la verdadera moral objetiva. La
segunda, en cambio, es la yerra, sobre dicha verdad, al equivocarse a cerca de la formulación obligante del
valor o sobre el mismo enjuiciado. Esta distinción no tiene relevancia en el sentimiento jurídico de la libertad
de conciencia. La libertad se aprecia aun de quien actúa con una conciencia minada por la ignorancia
invencible…, mientras su conducta no resuelve, en justicia, merecedora de reproche y castigo. En ejercicio
de la libertad de conciencia nadie puede culpablemente, matar, lesionar, torturar o incidir al suicidio. Pero
mientras el seguimiento de la voz interior no se traduzca en hechos claramente lesivos de los derechos
ajenos o de la convivencia social, toda persona es libre y autónoma para guiarse por sus juicios de moralidad.

Así, por ejemplo, aunque muchos de nosotros creamos moralmente equivocados a quienes por razones de
conciencia rehúsan someterse a las transfusiones de sangre, debemos admitir que tal rehusamiento ni
perturba el orden público, ni lesiona o pone en peligro los bienes jurídicos de otros. Aunque dentro de la
mayoría de nuestra sociedad esa negativa sea juzgada como un erro moral, ella no esta descrita en la ley
como hecho justamente merecedor de presión penal o corrección policiva. Por lo tanto, las personas que
por reparos de moralidad se niegan a recibir una transfusión sanguínea deben estar amparadas por la tutela
constitucional del derecho a la libertad de conciencia.

Por el contrario, la libertad de conciencia no es invocable para la realización de un hecho legalmente


prohibido, porque “resulta del modo incompatible con los presupuestos de una vida en común pacifica, libre
y materialmente asegurada”. Quienes lleguen a incurrir en homicidio, incesto o corrupción de menores por
juzgar moralmente lícitas y justas estas conductas (lo cual solo se dará, de ordinario, como fruto de grave
perturbación mental), no podrán alegar que tales hechos se justifican por haberse cometido “en legitimo
ejercicio de un derecho”, dentro de las causal de exclusión de la antijuridicidad prevista en el numeral 3 del
artículo 29 del código penal. Debe tenerse en cuenta que esta causal opera solamente cuando el hecho se
haya desenvuelto dentro de los marcos normativos del respectivo derecho, y que la libertad de conciencia
tiene límites al trazado por el respeto al derecho ajeno.

ÁMBITOS DEL EJERCICIO DE LA LIBERTAD DE CONCIENCIA.


La libertad de conciencia se ejerce en todos aquellos casos los cuales la persona obra mediante actos que
expresan sus actitudes morales. Si la conciencia es la aplicación concreta y singular de las formulaciones
normativas del valor moral, su radio de actuación ésta circunscrito al campo de la moralidad. Se pone en
práctica la libertad de conciencia solo en las situaciones en el que el ser humano se ve precisado a discernir
la calidad moral de una conducta personal positiva o negativa. En la esfera del derecho tal discernimiento
se impone por lo general frente a conductas no adoptadas la cuestión de conciencia surge-es una
experiencia universal en el momento en que a una persona se ofrece la posibilidad de hacer u omitir algo,
en conformidad o disconformidad con el código moral aceptado.
También se establece que nadie será obligado a actuar contra su conciencia. Queda prohibido así tanto al
estado como a los particulares, cualquier acto de acción dirigido a obtener que alguien se aparte de su juicio
de moralidad sobre un acto singular y concreto. Ni las autoridades ni los ciudadanos de condición privada
pueden coaccionar a una persona para que haga lo que su conciencia le prohíbe, o deje de hacer lo que su
conciencia le manda. Esto, como ahora se estudiara, siempre y cuando el titular del derecho no traspase
los debidos límites.

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La constitución dispone que nadie “será obligado a actuar contra su conciencia”, reconoce de manera tácita
el derecho básico de toda persona a repudiar derechos y a objetar deberes si racionalmente estima que el
ejercicio de los primeros o el cumplimiento de los segundo le ésta prohibido por norma Universal y objetiva
de la moralidad. Quien para obedecer su conciencia no acepta una terapia, por juzgarla moralmente ilícita,
repudia aunque en forma parcial-el derecho de la mediación. Quien dentro de la misma obediencia rehúsa
prestar el juramento judicial, rendir homenaje a la bandera patria o alistarse en la fuerza pública, objeta un
deber. Rechaza la obligación impuesta por un imperativo del ordenamiento estatal. Los que por razones de
moralidad repudian derechos y objetan deberes, actúan en ejercicio de su libertad de conciencia.

LOS LÍMITES DE LA LIBERTAD DE CONCIENCIA


El ejercicio de la libertad de conciencia se desarrolla dentro del ámbito constitucional democrático que
determina la hoy llamada por la doctrina norma de clausura de libertades. Esta norma “que hace de la libertad
la regla de los mandatos y prohibiciones la excepción se colige de lo que en materia de libertad enuncian el
preámbulo de la constitución, normas que reconocen, respectivamente el derecho al libre desarrollo de la
personalidad y el derecho a la libertad de conciencia. Si la carta política incluye la libertad entre los bienes
eminentes que busca asegurar a la comunidad nacional, protege tanto la autonomía personal como el juicio
del deber con respeto a un comportamiento concreto debe admitirse en nuestro ordenamiento constitucional
la existencia de un derecho general a la libertad; derecho general a la libertad este derecho de alcance
común faculta a los ciudadanos para considerar permitido-y consecuencia para hacer todo cuanto a la luz
de la preceptiva fundamental no debe ser objeto de prohibición.

En este orden de ideas el ejercicio del derecho a la libertad de conciencia solo puede ser legítimamente
limitado por la necesidad de proteger valores y derechos ciertos y prevalentes que el legislador ampara con
la consagración de aquellos deberes cuya observancia impone a los gobernadores conductas de justificada
abstención. El derecho reconoce que no solo crea la posibilidad de formar libremente la conciencia sino
también la posibilidad de atacarla sin coacción ni impedimentos en las actuaciones morales no – no puede
limitarse sin violar la normativa constitucional con leyes que ya no busquen impedir el quebranto del justo
orden público o la realización de hechos socialmente dañosos sino imponer exigencias inspiradas en el
perfeccionamiento o en el paternalismo. Recuérdese que no es lícito al Estado, invocando el propio bienestar
de la persona afectada “inferir la libertad de un hombre para impedir que obre de acuerdo con sus legitimas
opciones y preferencias. Las limitaciones que en Colombia pueden imponerse al derecho a la libertad de
conciencia de actuar según dicha conciencia son las previstas en el artículo 29 de la declaración universal
de Derechos Humanos: aquellas limitaciones “establecidas por la ley con el único fin de asegurar el
reconocimiento y el respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer las justas exigencias
de la moral, del orden público y del bienestar general en una sociedad democrática. Así pues, las únicas
limitaciones imposibles por el legislador colombiano al goce y el disfrute del derecho a la libertad de
conciencia son las que buscan:
1º. Proteger y preservar las condiciones públicas de seguridad, tranquilidad, salubridad y moralidad que
integran el orden público.

2º. Tutelar los intereses jurídicos de los coasociados.

3º. Impedir el abuso del derecho.

En consecuencia, la libertad constitucional de seguir el propio dictamen interior de moralidad no puede ser
ejercida ni para introducir el desorden y perturbar la convivencia pacífica, ni para ponerse en contradicciones
con el orden jurídico penal, ni para infringir el genérico deber de no usar antisocialmente el derecho dentro
una situación jurídica subjetiva.
Lee y responde en tu cuaderno las siguientes preguntas:
1.- ¿Explique la libertad de conciencia?
2.- ¿Explique el ámbito del ejercicio de la libertad de conciencia?
3.- ¿Explique los límites de la libertad de conciencia?
4.- ¿Explique las limitaciones imposibles para el goce y disfrute del derecho a la libertad de
conciencia?

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