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La vida en familia es común a todos los seres humanos. Nacemos, crecemos, nos
desarrollamos en familia. La vida de familia, nos marca profundamente. Como las
realidades vivientes y cambiantes, la vida de familia también ésta conformada por errores,
fallas y limitaciones, que toda familia debe transformar y corregir. Algunas de estas
limitaciones son culpa nuestra porque con nuestros comportamientos y actitudes no
favorecen la convivencia familiar.
Para mi bien o `para mi mal, mi familia ésta ahí. Lo quiera o no. No la escogí yo, pero ésta
ahí. En fin, todo lo que es y ha sido mi familia, me afecta. Ante esta realidad, yo puedo
asumir actitudes diferentes.
Huir del reto que supone el amor familiar: constatar los valores y dificultades de la familia,
pero preferir hacer mi vida por fuera. Quedarme como espectador y huir de los problemas.
Asumir el hogar como el lugar en el cual duermo y como; pero no comprometo mi vida.
Ser uno más: no cuestionar, no exigir, no buscar una mejor vida familiar; pactar con lo que
existe, con lo bueno y también con lo malo, con los valores profundos y también con los
falsos valores.
Intentar transformar la familia: intentar llevar a ellas los auténticos valores, intentar
mostrarme como soy y dar los mejor que tengo, intentar ofrecer mi aporte, mi palabra
cuestionadora, mi vida comprometida.
Para asumir mi familia, para poder hacer algo en ella y algo por ella, de nada sirven las
posturas inmaduras como el déjame aplastar por los problemas o refugiarme en un
complejo. Es necesario un inconformismo esperanzado que asuma la vida familiar con
criticidad y comprensión. Esta manera de asumir la realidad familiar debe tener actitudes
como éstas.
Descubrir como es mi vida familiar y, por ende, como soy yo. Tener en cuenta que si la
desunión, la falta de la fe, la agresividad, la búsqueda del dinero o el placer, golpean a mi
familia, también me golpean a mi. Amar a mi familia, amarla mucho, pero tener también
coraje para descubrir lo que está bien en mi casa y sobre todo, para ser distinto.
Analicemos los valores y cualidades de la familia, hemos centrado nuestra atención ahora
en sus problemas. También en este sentido la Iglesia Católica se ha pronunciado
identificándolos. Pero ella no se limita a señalar los principales problemas de la familia en
la actualidad, también indica la forma de corregirlos.
En la base de estos fenómenos negativos esta muchas veces una corrupción de las ideas
y de la experiencia de la libertad, concebida no como capacidad de realizar la verdad del
proyecto de Dios sobre el matrimonio y la familia, sin como una fuerza autónoma de
autoafirmación, no raramente contra los demás, en orden al propio bienestar egoísta.
Merece también nuestra atención el hecho de que en los países del llamado tercer mundo,
a las familias les faltan muchas veces bien sea los medios fundamentales para la
supervivencia como son los alimentos, el trabajo, la vivienda, las medicinas; o bien la
libertades más elementales.
2.- ¿Explique los acontecimientos y las marcas que ha dejado mi vida familiar?