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I-Marco Teórico

A- Breve acercamiento metodológico al pensamiento Annalista y la Historia


Cultural.

La Nueva Historia Cultural ha representado al quehacer histórico un campo


fértil para el desarrollo de diversas perspectivas del conocimiento humano. El
estudio de espacios desplazados por la práctica histórica formal y académica,
como la historia de la mujer, la microhistoria y la vida cotidiana (indispensables
para el correcto abordaje de la siguiente investigación), han logrado un auge
significativo en este movimiento historiográfico que se consolidó a finales de los
años ochenta. Si bien el tema que nos apañe en esta investigación es justamente
la metodología y los postulados de La Nueva Historia Cultural, consideramos
pertinente e imprescindible abordar las perspectivas y los aportes de sus
precursores, estando divididos en dos ejes en primera instancia paralelos, el
pensamiento annalista como postura del estudio histórico formal y la historia
cultural que se gestaría fuera del departamento de historia.

a. La Escuela de los Annales: orígenes y aportes de la Primera Generación


para una nueva configuración histórica.

El pensamiento annalista es un referente indiscutible para la compresión de la


evolución historiográfica que nos conducirá al denominado "giro cultural". Por lo
que consideramos preciso incluir someramente los elementos más sustanciales de
la génesis e institucionalización, que “definen los rumbos esenciales por los que
transita la innovación historiográfica y la elaboración en curso de las formas
vigentes de ejercer el oficio de historiador” 1.

Como ya es bien conocido, para los que buscan estudiar y analizar el pasado,
es de gran importancia identificar y ubicar al objeto de estudio en un contexto
histórico determinado, dado que esto facilita el entendimiento de sus motivos y su
1
Carlos Aguirre, La “escuela” de los annales, p.5.
accionar, afirmación que hace Marc Bloch cuando escribe que “un fenómeno
histórico nunca se explica plenamente fuera del estudio de su momento” 2, y la
Escuela de los Annales no escapa a esta aseveración.

Partiendo de principios del siglo XX, bajo el seno de una Europa fragmentada
producto de una implacable “Gran Guerra”, la cual afectó a toda la sociedad en
general; académicos franceses reaccionaron a las consecuencias devastadoras
del conflicto bélico y a la fractura de la hegemonía historiográfica dominante hasta
el momento.

Se inicia un movimiento intelectual de la mano de entusiastas historiadores que


empezaron a cuestionar el alcance y la percepción metodológica del oficio, el cual
señala que la historia impartida en escuelas y universidades (1870-1920),
orientada exclusivamente a la beneficencia de la identidad nacional y a la figura de
grandes héroes, ya no se ajustaba a los nuevos intereses de estudio, Sánchez
Primitivo lo presenta como:

“La historia eurocentrista pierde su sentido con la pérdida de la


hegemonía europea, al igual que la historia política, nacionalista y
positivista, que no había hecho nada por evitar los desastres de la
conflagración mundial (…) La historia francesa del siglo XIX, imbuida y
dominada por el nacionalismo reinante, servirá para hacer la guerra. El
Estado francés financia numerosas investigaciones históricas, convierte
a los historiadores en funcionarios, asegurándoles estabilidad en su
empleo, e incluso dirige él mismo la investigación por medio de
instituciones intermedias, como el «Comité de trabajos histéricos»
creado por Guizot”3

Esta nueva corriente de profunda torsión sale a la luz pública en enero del año
1929, con la primera publicación de la revista Annales d’historie économique et
Sociale*, bajo la dirección de sus dos más importantes representantes Marc Bloch

2
Marc Bloch, Apología para la historia o el oficio de historiador, p. 64.
3
Primitivo Sánchez, Repercusiones de la escuela de annales en la enseñanza de la historia en España, pp.
326-327.
y Lucien Febvre. Sería este un espacio para el campo de la investigación histórica,
la introducción del pensamiento annalista que buscó cuestionar y desdibujar los
límites de la reproducción acrítica.

Ahora bien, la crisis de la historia que se presenta en ese momento, y que es el


punto central de críticas, sugerencias y aportes de los annalistas ya mencionados,
surge debido a las limitaciones predispuestas en la historia metódica, que aislaba
el sistema de pensamiento de una basta y orquestada red, donde los hechos
sociales aportaban un soporte para sí mismo. Chartier contempla que:

“La crítica se duplica: porque aísla las ideas o los sistemas de


pensamiento de las condiciones que han autorizado su producción, y
porque separa radicalmente de las formas de la vida social, esta historia
deshumanizada instituye un universo de abstracciones donde el
pensamiento parece no tener límite al no tener dependencia"4

Podemos decir entonces que la historia metódica, la cual era la encargada de


dirigir el oficio histórico, se ajustaba a una específica agenda (defendida por los
discípulos de Ranke); la extracción de hechos de los documentos para ordenarlos
cronológicamente, pretendiendo alejar la producción de conocimiento histórico de
métodos subjetivos, y así afirmando que el rigor de la práctica reposaba en el
registro y la observación objetiva, por lo que "no se propone más que describir las
cosas tal como sucedieron"5. En otras palabras, el historiador debía evitar
exhaustivamente la interacción crítica con la fuente.

Ante este escenario Lucien Febvre presentó una serie de postulados con el fin
de avanzar hacia la cientificidad de la historia, afirmando que el papel del
historiador no podía limitarse a recoger y comprobar los hechos; el manejo de las
fuentes requería de mayor flexibilidad, no planteando la historia como una ciencia,
sino de estudios científicamente elaborados. Febvre afirma:

4
Roger Chartier, El mundo como representación, p.17.
5
Marc Bloch, Ob. Cit., p.139.
"La formula implica dos operaciones, las mismas que se encuentran en la
base de todo trabajo científico moderno. Plantear problemas y formular
hipótesis. Dos operaciones que a los hombres de mi edad se nos
denunciaban como las más peligrosas. Porque plantear problemas o
formular hipótesis era simplemente traicionar. Hacer penetrar en la ciudad
de la objetividad el caballo de Troya de la subjetividad." 6

Así, Marc Block, continuando con la idea de su colega Febvre, advierte la


necesidad de alcanzar un mayor grado de certidumbre, aceptando la inviabilidad
de verdades absolutas; afirma que se ha de superar el mito de la inefabilidad de la
ciencia "…de aquí en adelante, estamos mucho mejor preparados para admitir
que un conocimiento puede pretender el nombre de científico aunque no se revele
capaz de hacer demostraciones euclidianas o leyes de repetición inmutables" 7 .
También presenta que este avance a la cientificidad requiere de una mayor
comprensión del documento y de lo que se pretende investigar. El conocimiento
previo y acumulado facilita la interacción entre ambos, el historiador debe saber
qué preguntas realizarle al documento y lo que él contiene se mostrará con más
claridad:

"En otros términos, cualquier investigación histórica supone, desde sus


primeros pasos, que la encuesta tenga ya una dirección (...) nunca, en
ninguna ciencia, la observación pasiva ha producido algo fecundo, si es
que ésta es posible." 8

Una vez reflexionada la idea de que la relación entre el historiador y los


documentos requiere de una cercanía e interacción más compleja que la exclusiva
compilación y reproducción de los acontecimientos, Febvre compromete el sesgo
del empleo único de archivos oficiales o documentos escritos, asegurando que en
una realidad tan cambiante y orientada al progreso como la que se enfrentan a
principios del siglo XX, exige al oficio histórico un paso más arriesgado, una
perspectiva más amplia que se puede obtener de otras fuentes materiales más

6
Lucien Febvre, Combates por la historia, p.43.
7
Marc Bloch, Ob. Cit., p.51.
8
Ídem, pp. 86-87.
que las que se consideran tradicionales, inclinando a la historia a una perspectiva
más humana. Febvre asegura que:

"Hay que utilizar lo textos, sin duda. Pero todos los textos. Y no
solamente los documentos de archivo en favor de los cuales se ha creado
un privilegio: el privilegio de extraer de ellos, como decía el otro, un
momento, un lugar, una fecha, un nombre, todo el saber positivo,
concluía, de un historiador despreocupado por lo real. También un
poema, un cuadro, un drama son para nosotros documentos, testimonios
de una historia viva y humana."9

Estas ideas están influenciadas en gran medida a la evolución científica y


social que alentaba la transición e innovación de nuevas formas de percibir la
realidad10, por lo que Febvre advirtió el peligro que suponía permanecer en ese
aislamiento ante las disciplinas emergentes, ya que las mismas ejercían de forma
paralela al estudio histórico formal (como podremos desarrollar con mayor
precisión en la historia cultural), nuevos temas y nuevas perspectivas ignoradas
por los historiadores académicos. Referente a esto, Febvre declaró que

“…se iban elaborando nuevas disciplinas. La psicología renovaba a la vez


sus métodos y su objeto bajo el impulso de Ribot, Janet, Dumas. La
sociología se convertía a la vez en ciencia en la escuela llamada de
Durkheim, Simiand y Mauss. La geografía humana, instaurada en la
Escuela Normal por Vidal (…) satisfacía una necesidad que nadie
encontraba en los estudios históricos.”11

La creciente importancia de la sociología suponía de cierta manera una


amenaza latente para los historiadores, ya que la misma buscaba arropar las
distintas disciplinas e instaurar a la sociología como la máxima propulsora de las
ciencias sociales, a lo que Primitivo sentencia:

“Creó una verdadera escuela de sociólogos que desde L’Année


sociologique defenderán el liderazgo de la sociología como disciplina

9
Lucien Febvre, Ob. Cit., pp. 29-30.
10
Estando estrechamente relacionados con los avances en las ciencias puras, los avances en la
microbiología, la tecnología, la física moderna.
11
Febvre Lucien, Ob. Cit., p.46.
capaz de conseguir la unificación de las ciencias sociales en torno al
concepto de causalidad social. En su pretensión de someter a todas las
demás ciencias sociales, le asignan a la historia la función meramente
ideográfica de recoger y ordenar datos individuales e irrepetibles, cuyo
tratamiento nomotético correspondería a la sociología.”12

Ante este panorama, Febvre sugiere una aproximación conciente a estas


especialidades “Tomando clara conciencia de los lazos que unen a la historia, lo
sepa o no, voluntaria o involuntariamente, con las disciplinas próximas.”13
Abandonando así definitivamente el ingenuo realismo de un Ranke desfasado, y
empleando las técnicas que ofrecen estas disciplinas próximas, que sin duda
enriquecieron las teorías, las interpretaciones y los análisis tanto económicos
como sociales.

Finalmente, y no menos importante, queremos señalar dos significativas


contribuciones de esta primera generación de annalistas al estudio histórico, que
tendrán gran impacto en la tercera generación. La primera, la introducción de
temas que serán el foco de una privilegiada atención en la historia de las
mentalidades, es decir, el campo de las mentalidades colectivas. Bloch advirtió a
sus colegas que es importante no olvidar que al momento de escudriñar las
fuentes, sean de textos oficiales o testimonios de otra procedencia, hay que tener
en cuenta que estas pueden mentir, dado que quien las elaboró fue un individuo
sujeto a sus propias intenciones, y estas pueden pasar desapercibidas a los
instrumentos más precisos del historiador. Pero el margen de error se minimiza
cuando se basa en aspectos y prácticas colectivas, cuando no solo se detiene a
interrogar lo que dice el texto en sí, sino tambíen cuando se cuestiona aquello que
no expresa directamente. Bloch lo expone como:

"No solo eso, sino hasta en los testimonios más decididamente


voluntarios, lo que los textos nos dicen explicitamente ha dejado de ser,
hoy en día, el objeto preferido de nuestra atención. Por lo general, nos
apasiona más lo que nos dejan entender sin haberlo querido decir (...)

12
Primitivo Sánchez, Ob. Cit., p.334.
13
Febvre Lucien, Ob. Cit, p.47.
Pero desde el momento en que ya no nos resignamos más a regitrar pura
y llanamente las palabras de nuestros testigos, desde el momento en que
nos proponemos hacerlos hablar, aun contra su voluntad, mas que nunca
se impone un cuestionario."14

La segunda, es la contribución por parte de Febvre del concepto de "utillaje


mental", la parte de los estudios biográficos para arribar a un análisis del universo
mental y psíquico de los individuos. Esta lleva a superar el relato ordenado
cronológicamente, haciendo énfasis en la reconstrucción de los diversos
fundamentos que conectan a una determinada sociedad con una determinada
época, por lo que Febvre menciona que:

“A cada civilización corresponde su utillaje mental, más aún, a cada


época de una misma civilización, a cada progreso, ya sea de técnicas, de
ciencias que la caracterice: una máquina renovada, un poco más
desarrollada para ciertos empleos, un poco menos para otros"15

b. De la cultura tradicional a la historia cultural

14
Marc Bloch, Ob. Cit., pp. 85-86.
15
Citado por Roger Chartier, Ob. Cit., p.19, perteneciente a la obra Rabelais, 1942.

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