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36. CENTINELA DE DOS OCEANOS: URABA (1900-1940)1

CLAUDIA STEINER
Profesora
Departamento de Historia
Investigadora Centro de Estudios Sociales,
CES,
Facultad de Ciencias Humanas
Universidad Nacional de Colombia

ISTMINA
Fotografía Diego Arango

Las fronteras que aparecen en los mapas son por lo general caprichosas. Las líneas oscuras
que dividen los departamentos difícilmente podrían reflejar la historia de las regiones y de
sus habitantes, que por exceso de guerras, violencia y pobreza, se han visto obligados desde
el siglo pasado a desarrollar una característica habilidad para recorrer el país de un lado al
otro.

Es el caso de Urabá, en donde a pesar de las actuales diferencias económicas entre los dos
lados del golfo, la hist
siempre unidas por una permanente relación entre sus habitantes a través del mar, sus ríos y
selvas.

En los primeros años del presente siglo, Urabá tenía muy poco que ver con el interior del
país. En efecto, para sus habitantes este nombre identificaba al golfo y a las poblaciones
cercanas a los ríos que desembocaban en el Atrato hasta Mutatá. De hecho, incluso en
épocas precolombinas, tal como se anota en los informes arqueológicos, se deduce hoy en
día una continuidad cultural aborigen desde Acandí, en las costas de Urabá, hasta
Chigorodó y Mutatá. (Informe, 1953).

Si bien, como consecuencia de la Guerra de los Mil Días, una cantidad considerable de
campesinos de Bolívar y del Sinú habían salido de sus tierras devastadas en dirección hacia

1
Este trabajo forma parte de una investigación más amplia sobre la historia de Urabá en el presente siglo, la
cual ha sido financiada en parte por el Fondo para la Promoción de la Investigación y la Tecnología del Banco
de la República. Las referencias sin mención bibliográfica corresponden a personas entrevistadas en Urabá,
Córdoba y Cartagena desde 1988 hasta el presente año. Han sido igualmente importantes los aportes del
profesor Jaime Arocha.

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el golfo de Urabá, fueron pocos los que llegaron del interior. Para aquellos que se habían
atrevido a entrar a la región, la experiencia no había sido del todo positiva. Conviene
recordar lo sucedido a un grupo de patriotas colombianos que intentaron, después de la
separación de Panamá, entrar nuevamente en este territorio, por entonces en manos de
Estados Unidos.

..... tres expediciones, compuestas de tres mil valientes patriotas colombianos al mando de
los generales Daniel Ortiz, Juan C. Ramírez y José D. Monsalve, lograron desembocar, en
diciembre de 1903 y enero de 1904, en los puertos de Acandí y Titumate, sobre el golfo de
Urabá, y procedieron animosos a abrir un camino o trocha que los condujera a Colón, por
regiones pantanosas e insalubres, donde sucumbieron tales expedicionarios, víctimas de
las enfermedades y las plagas. Las desoladas aguas que bañan la costa de San Blas
(Otero, 1926:50).

De igual manera, la participación de los indios cholos de Panamá, durante la Guerra de los
Mil Días, había sido ampliamente demeritada por la prensa del interior. Tanto por el
desconocimiento de su historia como de su cultura, las formas que tomó el apoyo de esta
comunidad al partido liberal fueron presentadas en el interior como actos de barbarie y
salvajismo. Posteriormente cuando los jefes de los partidos pactaron la paz en las ciudades,
el dirigente de los cholos, Victoriano Lorenzo, quien no había participado en los últimos
actos de guerra de su comunidad, fue fusilado en 1903. (Jaramillo, 1991: 98-100).

Urabá visto desde Antioquia

Pisisí era el centro urbano donde se desarrollaba el comercio y desde allí partían los barcos
hacia Cartagena y Quibdó. Ni los indios cuna de Caimán Nuevo, ni sus pobladores
provenientes de las islas de Barú, de Bolívar, del Chocó, ni del Sinú se imaginaban que,
algún día, Pisisí se llamaría Turbo, ni que los barcos que traían las mercancías de Cartagena
serían remplazados por camiones y buses procedentes de Medellín.

Mientras tanto, en el interior del país se buscaba la forma de acercarse al golfo.


Acercamiento que para Antioquia adquiría un significado particular: con la segregación y
posterior creación del departamento de Caldas, en 1905 el gobierno nacional anexó en
compensación a Antioquia la banda oriental del golfo. En las múltiples divisiones,
creaciones de estados independientes y guerras civiles del siglo pasado, a través de diversos
decretos, Turbo le había pertenecido ya una vez a Antioquia, así como también al Cauca y
al Chocó.

Ante la imposibilidad de Antioquia de tener una presencia efectiva en el golfo, el gobierno


departamental creó la Provincia de Urabá, cuya capital hasta 1911 fue Frontino. Este
a de

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departamento se hiciera cargo de las inmensas riquezas que, según los promotores de la
colonización, aguardaban a los antioqueños una vez cruzaran las exuberantes selvas y los
caudalosos ríos que los separaban de la tierra prometida. Pocos colonos se atrevieron a
lanzarse a tan incierta empresa, que por otro lado significó el inicio del desplazamiento de
los indígenas habitantes de las zonas de Frontino y Dabeiba, quienes sí se vieron obligados
a marchar hacia el Sinú, Chocó y Urabá.

Las discusiones en el departamento giraban en torno a las propuestas que diferentes


ingenieros antioqueños presentaron al gobierno y que tenían que ver, principalmente, con la
decisión de construir un ferrocarril o una carretera. Para la construcción del ferrocarril del
Darién, que cruzaría las llanuras del río León, el gobierno firmó un contrato con Henry D.

una expedición de ingenieros en las minas del alto Andágueda. Por el fracaso de esa
empresa, volvió a su país para regresar luego a explorar placeres auríferos en los ríos de
Urabá, habiendo denunciado cerca de 200 minas de oro. Sin embargo, el proyecto del
ferrocarril del Darién nunca llegó a realizarse, tanto por sus costos, como por la dificultad
de realizar la obra debido a las inmensas barreras geográficas que separaban a Medellín de
Turbo. Los esfuerzos se concentraron, entonces, con mayor o menor intensidad,
dependiendo de las políticas y de las finanzas departamentales, en la construcción de una
carretera que, finalmente, llegó a la costa en 1956.

La preocupación antioqueña por llegar a Urabá no tenía, sin embargo, mayor eco en la vida
del golfo. Finalmente eran muy pocos los habitantes de la región que tenían algún contacto
con Medellín. Solamente algunos funcionarios enviados por el gobierno departamental y
que, generalmente, aceptaban vivir allí porque el desempleo en la capital los obligaba a
desplazarse a tierras que, a pesar de la propaganda sostenida por algunos periódicos,
seguían siendo para los del interior inhóspitas y peligrosas, representando más un castigo

editorial sobre seguridad pública en el país, (febrero de 1905), en el cual planteaba como
solución al problema, enviar a los vagos y a los ladrones a territorios lejanos, como

las personas ociosas y malas a la región del Atrato, si se realiza el proyecto de abrir allí

En ocasiones, algún diario aceptaba que, a pesar dé los esfuerzos del gobierno por
convencer a los campesinos acerca de los beneficios de la colonización, esta era una
empresa difícil para los antioqueños. Generalmente se hacía referencia a las dificultades de

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los terrenos bajos, húmedos y plagosos, y que sólo puede existir allí la raza negra ocupando
los ríos navegables, transitando en sus canoas las aguas como caminos...

frontera interna que tenía Antioquia sobre Urabá. Es así como en el departamento, Urabá,
ya desde esta época, sería visto de manera ambigua. De un lado, como la despensa de

la tutela espiritual de este pueblo colonizador, por el camino seguro del desarrollo. Del otro,
representaba el lugar lejano, donde podía enviarse todo lo que pudiera alterar el
funcionamiento de ese centro de orden y tradición que debería ser Medellín.

El gobierno departamental, por tanto, insistía en la necesidad de que pobladores


antioqueños comenzaran a ocupar estas tierras. La colonización se presentaba como el
llamado de una nueva gesta conquistadora, la cual finalmente acometería exitosamente los
propósitos no alcanzados por los españoles, al tiempo que se constituía en un acto de
patriotismo. Es por esto por lo que don J. H. White recomendaba en un diario de Frontino

inmensas riquezas que guarda su privilegiado suelo. En el Chocó todo es fabuloso; sus
bosques están cuajados de las más valiosas resinas, de maderas inapreciables, de tagua, de
tintes de todas clases; el algodón y la caña de azúcar crecen allí de un modo
verdaderamente increíble (...) Es un campo inmenso para todas las industrias, es el porvenir

Al argumentar el patriotismo de la colonización, varias razones se esgrimían al respecto. La


de más peso indicaba que la región del Darién, después de la secesión de Panamá, tan sólo
un par de años antes, se había convertido en la frontera que había que defender contra los
yanquis invasores. Esta defensa de la soberanía se sustentaba, por lo general, con noticias
sobre posibles invasiones al territorio patrio. El fantasma de la codicia yanqui aparecía con
fuerza en todos los discursos sobre la colonización. Había que evitar a toda costa que los
usurpadores se apropiaran también del Chocó.

El Chocó sin embargo, a pesar de lo que pudiera pensarse en el interior, asumía de manera
inequívoca su condición colombiana. En los diarios de Quibdó se hacía énfasis en que, no

publicado en Quibdó, traía el siguiente recuadro en su primera


página:

El Chocó reemplaza a Panamá en todo sentido, menos en que jamás será traidor a la patria.
Y la desidia (sic) del gobierno nos dejará morir pero, ¡antes la tumba que dejar de cubrirnos
con el pabellón glorioso de la Patria Colombiana!

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La vida en el golfo

Fotografía Diego Arango

Pero si los chocoanos consideraban que el reconocimiento de su orgullo patrio por parte del
gobierno nacional era escaso, el del departamento de Antioquia lo veían como inexistente,
por decir lo menos. De hecho, en el discurso antioqueño de la colonización, al tiempo que
se desconocía la historia de la región, se excluía a sus habitantes de cualquier participación
en el anhelado desarrollo. Esta situación sería, durante las primeras décadas del siglo, la
causa principal de los conflictos que se vivieron en la región, los cuales no se manifestarían
de manera violenta sino hasta la época de la violencia partidista. Sin embargo, durante este
periodo es posible observar algunas formas de resistencia a la colonización antioqueña que
tienen que ver entre otras, con el rechazo de los valores del interior, la reafirmación de
identidades étnicas a través de la política y el comercio, al tiempo que se mantuvieron
actividades que, de vieja data, estaban por fuera del control estatal.

Este discurso generaba en los habitantes del golfo un soterrado rechazo hacia lo que, desde
entonces, ya percibían como una expansión antioqueña en su territorio. En octubre de 1907,
el intendente del Chocó viajó desde Quibdó a Titumate, acompañado por el señor Carlos

experiencia. De su paso por Turbo comentó:

cos momentos, en los caseríos ribereños del


Guayabal, Curvaradó y Riosucio, así como también en la población de Turbo que está
situada en el fondo de la bahía de Pisisí, caseríos que hacen hoy parte del departamento de
Antioquia, y fue más que desagradable la impresión que recibió el Sr. intendente viendo la

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decadencia de estos poblados y la desmoralización que de ellos se ha apoderado,(...),
debido a la larga distancia que los separa de los centros administrativos del departamento
a que hoy pertenecen y las ningunas vías de comunicación, las notas oficiales llegan a su

En efecto, las gestiones municipales se veían permanentemente entorpecidas por la lejanía


de la administración central. El correo se hacía por vía marítima o fluvial desde Cartagena y
una carta se demoraba dos meses desde Bogotá. A pesar de que las comunicaciones y el
comercio se realizaban a través de Cartagena y de que sus habitantes se desplazaban a esa
capital o hacia Montería, las actividades administrativas dependían de Medellín.

A pesar de lo que pudiera pensarse en Medellín, la región del Atrato tenía una vida propia,
ciertamente desconocida por el interior. Y mientras ésta transcurría en el golfo, en
Antioquia se hac

celebración llevada a cabo el día de la fundación de la provincia de Urabá, el juez primero


del Circuito, Dr. Tomás María Silva, anunciando la esperada visita algún día, de naves de
naciones amigas, dijo:

"... Ya me imagino que surge populosa y floreciente de este movimiento apenas iniciado, la
futura Ciudad Reyes con sus edificios artísticamente decorados, sus altas torres, sus
elevados faros; rodeada de jardines, retratándose como Nápoles, en la superficie de las

Estos planes y diseños, que poco tenían que ver con el paisaje de Urabá ni con sus
habitantes, no alteraban mayormente el poblamiento de la región. Mientras en el interior del
departamento se llevaban a cabo las campañas de colonización y se hacían esfuerzos por

región continuaba configurándose con pobladores procedentes del Chocó, de la costa


Atlántica y de los valles del Sinú.

Con respecto al Chocó, sin embargo, no se podría decir que se iniciaba un proceso de
desplazamiento hacia la parte antioqueña del golfo. La relación entre las dos costas existía
desde la colonia y la navegación de un lado al otro del golfo era permanente. Igual se
podría decir de las comunidades cuna de Caimán Nuevo y de Unguía, para quienes las
selvas de las costas del golfo, tanto de su parte oriental como occidental, constituían el
Darién que habían habitado desde antes de la Conquista española 2 . Durante los primeros
años de existencia de la Provincia de Urabá, la prefectura eclesiástica tenía su sede en

2
En un oficio enviado en 1875 al señor Director de la Oficina de Estadística nacional por el jefe municipal
del Atrato en el Estado soberano del Cauca, refiriéndose a la región del Darién y
Si el gobierno nacional mirara con algo de fraternidad esta tribu votando anualmente en el presupuesto una
partida para reducirlos completamente a la vida civil es seguro que tendrá en los cunas un centinela avanzado
en los océanos Atlántico y Pacífico (Anuario, 1875:149).

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Quibdó y, por tanto, en materias religiosas los habitantes de Urabá dependían del Chocó.
En Turbo existían algunas escuelas que daban educación primaria. Si los estudiantes
tuto del

Cartagena. Los padres carmelitas también habían fundado una escuela especial para los
indios llamada Riogrande.

Procedentes de Lorica llegaron también, en aquellos años, algunas familias sirio-libanesas


que se dedicaron al comercio y a la ganadería. Los almacenes y las casas de comercio de
Turbo y Quibdó se vinculaban, por lo general, con los apellidos de estos pobladores. Los
sirio-libaneses fueron junto con un grupo de alemanes, que intentaron sembrar banano para
exportación en Turbo - intento que fracasó en 1914-, los primeros empresarios de la región.
La industria azucarera que estableció la familia Abuchar en la margen occidental del golfo
con el nombre de Ingenio Sautatá, es recordada como uno de los principales estímulos para
el desarrollo chocoano durante las primeras décadas del siglo. Este ingenio fue desmontado
en 1946, siendo su fracaso la frustración de muchos trabajadores procedentes tanto del
Chocó como de Bolívar. (Valencia, 1983:31-35). Políticamente, las familias sirio-libanesas
fueron importantes representantes del partido conservador en una región que siempre se ha
definido como liberal. Esto lo explican por su llegada al país durante un gobierno
conservador al cual consideraban, le debían agradecimiento y lealtad.

Actividades económicas

Las selvas de la región eran ricas en todo tipo de maderas finas y especialmente de tagua.
Esta, junto con las maderas y la raicilla de ipecacuana, constituyeron las principales
actividades extractivas de la región. Si bien se hicieron algunos intentos en el golfo por
sembrar banano para la exportación, éstos nunca tuvieron resultados exitosos. Es así como
la depredación de los bosques se convirtió en la única actividad económica de importancia.
Generalmente, las ganancias iban a parar a manos de los comerciantes cartageneros o de
casas extranjeras. Los campesinos vivieron durante las primeras décadas del siglo como
recolectores o como peones de las compañías madereras. La recolección de la nuez de
tagua junto con la raicilla de ipecacuana era, desde comienzos de siglo, una de las
principales razones por las cuales llegaban inmigrantes de las sabanas del Sinú y de la costa
Atlántica. En el artículo ya

una población pintoresca. Diariamente va tomando incremento, pues llegan con frecuencia
emigrados de tod

de 3 a 6 metros y a veces 9. (..) Sus semillas van secándose y endureciéndose hasta llegar a
convertirse en el producto conocido en el comercio con el nombre de tagua, cabeza de

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de vida
aproximado de cien años, al secarse y cortarse en láminas se convertía en la materia prima
básica para la fabricación de botones. Europa y Estados Unidos eran grandes compradores
de tagua a comienzos del siglo. Colombia, hacia finales del siglo pasado y comienzos del
presente, contaba a la tagua entre sus exportaciones importantes.

De la época de la tagua en Urabá quedaría el recuerdo del primer colapso económico de la


además de
comerciante del producto, fue el personaje más influyente en la vida política de la zona. Sin
embargo, aún hoy, los nietos de los primeros colonos procedentes de Bolívar bailan el
bullerengue, al ritmo de la décima compuesta por la abuela de Raquel Miranda.

tagua se va a acabar y se acabará la plata del golfo de Urabá. Se acabaron la plata del
golfo de Urabá, oye mujeres lloren la tagua, la tagua se va a acabar y de San Juan vengo a
llamar la tagua se va la tagua y la tagua se va a acabar. Mujeres, lloren la tagua, la tagua
se va a acabar porque dicen los tamboreros, se acabaron las monedas para mantener
nuestro pueblo, que la tagua se va a acabar. Mujeres, lloren la novedad, la tagua se va a

La tala parece haber sido intensa al iniciarse el siglo a juzgar por la preocupación que,
desde 1905, se traduce en algunos artículos periodísticos y en informes oficiales. Tanto así,
que el presidente Reyes, en 1907, expidió el decreto 1540 en donde se reglamentaba la
explotación de la tagua en los bosques nacionales ubicados en las hoyas de los ríos Atrato y
León y en las costas del golfo de Urabá. Esta podrían llevarla a cabo individuos o entidades
particulares sin necesidad de permiso ni concesiones, siempre y cuando cumplieran con una
serie de requisitos, como el pago de derechos de exportación y pagos de aduana, además de
cumplir con una explotación cuidadosa, que permitiera la conservación de los taguales. El
decreto, al menos en cuanto a la conservación de los bosques se refiere, no tuvo ninguna
aplicación.

Los recolectores de tagua dependían de los contratistas, quienes la vendían a los


comerciantes que la transportaban a Cartagena, los cuales dependían a su vez de las
fluctuaciones del comercio exterior. Una vez en Cartagena era vendida a las grandes
compañías exportadoras, que se encargaban también de comprar los demás productos
recolectados en las selvas, tales como, la raicilla de ipecacuana, el caucho, el bálsamo
canime, la zarzaparrilla, la resma de algarrobo, el carey y el dividivi.

En cuanto a la raicilla de ipecacuana, otro producto de exportación utilizado en medicina,


parece haber sido mucho menos importante que la tagua. Su comercio era más reducido y
en la historia de la región no figuran grandes negociantes del producto, aunque existían
compradores ubicados en ciertos sitios a donde llegaban los recolectores. Aun así, algunos

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viejos habitantes de la región aseguran que con la raicilla se hicieron grandes fortunas. Los

años del siglo, principalmente por la apertura de trochas y de caminos que unían al golfo
con el Sinú. En la margen occidental del golfo también se fundaron, durante algunos
períodos de comienzos del siglo, asentamientos de recolectores de tagua y de raicilla.
(Valencia, 1983).

La importancia de los caminos de raicilleros y del producto, fue sugerida en 1931 por el
visitador fiscal Carlos Muñoz, quien se refería a la trocha de los raicilleros, que iba por la
laguna de El Salado (cerca de Necoclí) hasta Mulatos. Anotaba, además, que la raicilla se
podría convertir en un recurso extra para explotar, en una eventual colonia agrícola en
Necoclí, ya qu
entre esa población y la sierra de Mulatos. (1931:81). La recolección de la raicilla parece
haber durado casi hasta finales de los años cincuenta. Algunas poblaciones fueron fundadas
por recolectores de la planta que llegaron a la región cuando todavía estaba cubierta de

Pueblo Nuevo, corregimiento situado a media hora de Necoclí y fundado por él en 1957.

Cartagena abastecía a Urabá de mercancías. Algunas personas aún recuerdan los nombres

Descargaban la mercancía en Turbo y continuaban hacia Quibdó. En su viaje de regreso,


llevaban a Cartagena grandes cantidades de madera, semillas de tagua, raicilla de
ipecacuana, el cacao sembrado por los indios cuna en Caimán Nuevo y en Unguía, manteca
de cerdo y arroz. En Cartagena, las casas comerciales se encargaban, entonces, de enviar la
tagua para Alemania y la raicilla para Inglaterra. Estos países devolvían dichos productos

Otra actividad comercial: el contrabando

La actividad comercial con Cartagena era quizás tan importante como la del contrabando,
cuyo principal centro abastecedor era Panamá. A esta actividad se dedicaron también
algunos extranjeros que llegaron durante estos años al golfo. La especial ubicación
geográfica de Urabá y su gran distancia de los controles administrativos y policiales
hicieron que el contrabando continuara siendo una actividad altamente rentable durante las
primeras décadas del siglo. En octubre de 1930, la prensa informó de manera detallada la
forma en que se produjo la captura de dos veleros cargados de mercancías de contrabando
en el golfo. Este contrabando, procedente de Panamá, se componía de grandes cargamentos
de sedas y de mercancías de otras clases. El cargamento, según la prensa, iba dirigido a
comerciantes sirios radicados en Quibdó. La información anotaba que las mercancías eran

negro por la poco frecuentada vía Upica-Napiquí en las selvas chocoanas. Después saldrían
del Chocó hacia el interior del país.

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Esta actividad, aunque en escala muy pequeña, también contribuyó a que en algunos casos,
antiguos contrabandistas se establecieran en Urabá como colonos. Pero más importantes
aún fueron los caminos abiertos, especialmente hacia el interior del departamento, por
aquellos aventureros que se dedicaron a dicho negocio. En parte, aprovecharon los
ancestrales circuitos comerciales utilizados por los cunas, quienes siempre han mantenido
vínculos familiares y de intercambio con las islas panameñas.

los personajes más conocidos de Apartadó, en 1935, desde Santa Fe de Antioquia llevaban
entre el café, la panela y el cacao que vendían en Urabá, algunos barriles de aguardiente o
tapetusa. Por trochas, lodazales y ríos crecidos, se demoraban desde Antioquia Viejo cinco
o seis días hasta Turbo en el verano. Durante el invierno se demoraban aproximadamente
veinte días. De regreso de Turbo llevaban sedas y porcelanas chinas y japonesas para
venderlas de nuevo en Antioquia.

Los contrabandistas de los años treinta en Urabá, aprovecharon y ellos mismos se


identificaron, con una región alejada de los centros de poder en donde la autoridad, más que
una institución ordenadora, significaba una limitación a la libertad. Porque en la Colombia
tradicional y conservadora de las primeras décadas del siglo, para algunos Urabá representó
no solamente una posibilidad económica, sino también un cierto escape de los rígidos
controles sociales. Es por esto que, aún hoy día, algunos ancianos habitantes de la región
aparte de proclamarse políticamente como verdaderos liberales, relatan con orgullo sus
épocas de contrabandistas. En este sentido vale la pena resaltar de nuevo la diferencia entre
el Urabá de la gente de la región y el Urabá visto desde el interior del país. El contrabando
formaba parte de la vida social y económica de la región. A pesar de los esfuerzos y de los
decretos enviados desde el interior, la realidad del comercio era otra: la cercanía de Panamá
al golfo abarataba los costos y permitía tener un comercio permanente y más fácil que aquel
que se daba con Cartagena. Hoy en día algunos habitantes de Urabá recuerdan con emoción

El Atrato era la vía a través de la cual se entraba el contrabando a Antioquia. Según escribía
don Juan Henrique White en 1905, el Atrato quiere decir el río

río en el comercio, legal o ilegal, que ha permitido unir al interior del país con las aguas de
los dos océanos. Porque es precisamente el Atrato en su recorrido hasta el golfo el que une
a la región del Pacífico con el Caribe. Y es también este río el que permite la entrada del
Caribe hasta el otro océano a través del río San Juan. Desde comienzos del presente siglo,
en el interior del país se c

Atrato.

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Fotografía Diego Arango.

Este río era, precisamente, el centro de operaciones del español Luis Vicente Gómez,

región hasta los años cuarenta. La admiración que producía su enigmática vida entre los
jóvenes de aquella época en la región permite ver hasta qué punto este personaje y su
actividad son una típica representación del comercio ilícito durante las primeras décadas del
siglo en Urabá.

La imposibilidad de las autoridades para aprehenderlo y su enorme capacidad de


escabullirse, lo hicieron merecedor de un curioso honor: fue la primera persona que hizo

Cartagena se dirigieron, el 5 de octubre de 1938, hacia Urabá con el objeto de apoyar al


resguardo de Turbo
días antes de la llegada de los destroyers, según relata la noticia, en un encuentro sostenido

vigilancia en el Atrato, especialmente en Puerto Arquía, punto de parada de los barcos que
hacían la travesía Quibdó-Cartagena; distante ocho horas de Quibdó y sitio obligatorio para

dos nacionales pidió


ayuda al ministerio de guerra el cual, además de los destroyers, suministró dos
ametralladoras al resguardo de Turbo para hacer frente a la cuadrilla de contrabandistas.

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como noticia al año siguiente

de un efectivo golpe, propiciado por las autoridades, contra el contrabandista en Mutatá.

ino hasta 1945. Irónicamente, no en una


batalla contra la policía sino a manos de un muchacho de catorce años, mientras tomaba el
sol en una playa de Bahía Solano. Cuentan que el muchacho estaba vengando la muerte de

Pero si l
aduanas y el Estado legítimo, para aquellos que lo conocieron recorriendo caminos y
llevando mercancías, era el prototipo del gran aventurero que ponía en jaque a las
autoridades. Dicen que su éxito en el contrabando se debía, además de a su audacia, al gran
conocimiento que tenía de las bocas del Atrato y al aprovechamiento que hacía del río en
época de invierno cuando éste se asemeja a una inmensa laguna. Esta situación no es de
extrañar ya que, aún hoy, las barcazas que unen al Pacífico con el Atlántico aprovechan el
invierno para viajar a través de algunos pequeños ríos de la región. Es el caso de un cierto
comercio que llega desde Buenaventura a través del río Baudó, el cual al encontrarse con
algunos de sus afluentes entra en el Atrato para trasladarse con sus aguas hasta el Atlántico.
Aunque sería difícil aseverar la no existencia del contrabando en el golfo después de los
años cuarenta, lo cierto es que en la medida en que la región comenzó a vincularse con el
interior, los ríos y los caminos del Atrato fueron cada vez menos importantes en la vida
social de Urabá. Cuando, finalmente, la Carretera al Mar llegó a Turbo, acompañada de
miles de colonos del interior, los barcos a Cartagena y los viajes a Montería fueron
reemplazados por camiones, buses y aviones, que se dirigían a otros rumbos. Las ciudades
del interior, enclavadas entre las montañas, se convirtieron en los centros de desarrollo más
cercanos para los habitantes de Urabá. Y el golfo, que recibía al Atrato con aguas del
Pacífico, y a los campesinos de la costa Atlántica y del Sinú, se convirtió también en el
refugio de los desplazados del interior. La violencia partidista de los años cincuenta estuvo
también presente durante varios años y cedería el campo a la otra violencia que
acompañaría al rápido desarrollo económico estimulado por el establecimiento de las

se había logrado.

BIBLIOGRAFIA

Anuario Estadístico de Colombia. 1875. Imprenta de Medardo Rivas, Bogotá.

Informe de las investigaciones realizadas en Dabeiba, Chigorodó y Acandí. 1953. En:

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departamento por el visitador fiscal Carlos Muñoz. Medellín: Imprenta Oficial.

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Prensa: El Colono de Occidente, El Antioqueño, El Diario, Ecos del Chocó, El Chocó, Ecos
Republicanos.

Entrevistas: Ramón Jaramillo, Apartadó; Célimo Romaña. Turbo; Raquel Miranda, Pueblo
Nuevo; Domingo Rivero, Pueblo Nuevo; Luis y Alfredo Eljach, Cartagena.

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