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Radicación: 008-119131/2005
Sepredh: D0000282
Disciplinados: CORDOBA CACERES ANTONIO
LOPEZ GRANDA JAIME
GONGORA MOSQUERA EFRAIN
COSSIO ALVAREZ HEYLER
PALACIOS PALACIOS SALVADOR
MONCADA WILMAR HADISON
Cargo y Entidad: Agentes y patrullero de la Policía Nacional
Quejoso: Edgar Aristizabal Gómez
Fecha queja: Junio 10 de 2004
Fecha hechos: Junio 25 de 2002
Conducta: Ejecución extrajudicial
Asunto Auto de cargos
I. ASUNTO
II. HECHOS
2.5. Como consecuencia de los disparos que efectuaron los agentes de la Policía,
el vehículo en donde se transportaba al secuestrado colisionó con un bus que se
encontraba estacionado en la vía. Al parecer se produjo un intercambio de
disparos entre los ocupantes del vehículo con los agentes de la Policía, quienes
afirman fueron atacados con armas de fuego desde varios puntos aledaños al
lugar de la colisión, al parecer, por grupos armados ilegales acantonados en el
sector.
III. CONSIDERACIONES
3.3.3. Esa declaración coincide con la que rindió Henry Alonso Osorio Valencia,
ante el Juzgado Segundo Penal Municipal de La Dorada-Caldas, único de los
secuestradores que sobrevivió a los hechos del 25 de junio de 2002. Este testigo
señaló “… en la entrada del barrio 8 de marzo de Buenos Aires, nos encontramos
con unos oficiales de la Policía, los cuales nos hicieron el pare, corrijo, no nos
hicieron el PARE, sino que le dispararon al conductor que era Luís Emilio Aguirre
Calle, luego el carro chocó con un bus que estaba más adelante y los agentes
siguieron disparando, luego de unos minutos nos bajaron del carro a todos tres, y
allí en el suelo nos dispararon, se escuchaban voces de personas los cuales los
policiales le decían que no se acercaran, que se trataba de un enfrentamiento…”
(fls 169 a 172 c.o.).
De estos dos testimonios, surge para esta Delegada prueba seria sobre el
presunto ilícito que cometieron los investigados el día del operativo en que se
rescató al ciudadano Rubén Darío Ruiz Pérez, pues si bien es cierto hubo una
persecución y un posible cruce de disparos, acontecimientos que se ajustan al
deber funcional que la Constitución le asigna a la Policía Nacional, no sucede lo
mismo con la forma en que al parecer murió uno de los secuestradores y las
heridas recibidas por otro, pues los testimonios antes enunciados evidencian una
posible ejecución extrajudicial por parte de los funcionarios de la Policía Nacional
que participaron en el operativo, ejecución que nada tiene que ver con la función
constitucional de prevención que les asigna el artículo 218 de la Constitución
Política.
3.3.7. No existe duda para esta Delegada que los disciplinados CORDOBA
CACERES ANTONIO, LOPEZ GRANDA JAIME, GONGORA MOSQUERA
EFRAIN, COSSIO ALVAREZ HEYLER, PALACIOS PALACIOS SALVADOR y
MONCADA WILMAR HADISON, fueron los que participaron en el procedimiento
policial que terminó con la muerte de dos de los secuestradores y las heridas al
tercero, pues así quedó consignado en el informe que rindió el investigado
Palacios Palacios ante el Fiscal 55 Local de la Unidad de Reacción Inmediata de
Medellín el 25 de junio de 2002, en su calidad de Comandante de la Patrulla de
Reacción 11 (fls. 47 y 48 c. o.), documento público que es ratificado con las
diferentes indagatorias, versiones y testimonios rendidos por éstos ante el
Juzgado 187 de Instrucción Penal Militar, la Fiscalía Delegada ante los Jueces
Penales del Circuito-CTI de Medellín y esta Delegada.
4. Si bien es cierto no existe una experticia técnica que establezca con exactitud
de qué arma se hicieron los disparos que recibieron Aguirre Calle, Barrera Loaiza
y Osorio Valencia, se puede deducir que en el caso de Barrera Loaiza y Osorio
Valencia, las mismas fueron disparadas por armas diferentes a las de dotación
que portaban los señores CORDOBA CACERES ANTONIO, LOPEZ GRANDA
JAIME, GONGORA MOSQUERA EFRAIN, COSSIO ALVAREZ HEYLER,
PALACIOS PALACIOS SALVADOR y MONCADA WILMAR HADISON, pero
presuntamente accionadas por éstos, teniendo en cuenta que ni los testigos ya
referidos ni los disciplinados, señalan que en el lugar de los hechos se
presentaran personas distintas a los uniformados, ni mucho menos cerca del
vehículo impactado.
Sin embargo, el testimonio rendido en dos ocasiones por Javier Holguín Ocampo
(fls. 7 y 181 a 183 c. o.) es reiterativo en afirmar que observó cuando los
policiales disparaban al vehículo que se encontraba chocado contra el bus y que
bajaron a sus ocupantes para matarlos en el suelo con armas cortas. Declaración
que encuentra apoyo en la necropsia médico legal de LUIS E. BARRERA LOAIZA
(fls. 153 a 157 c. o.), la historia clínica y el dictamen médico legal practicado a
Osorio Velandia (fls 62 y 173 a 174 c.o.), en los que se concluye que armas
diferentes a las de dotación de la policía fueron accionadas el día de los hechos y
que fueron éstas las que cegaron e hirieron a los ocupantes del vehículo particular
en donde se transportaba al señor Rubén Darío Ruiz Pérez. Estas pruebas
incriminan a los investigados por cuanto, se repite, éstos fueron los únicos que
presuntamente tuvieron contacto directo con el vehículo, con los agresores y con
la víctima del secuestro.
6. Según los investigados fueron atacados a tiros por los ocupantes del vehículo
y por tanto hubo un intercambio de disparos que duró un lapso considerable. Sin
embargo, el estudio técnico practicado a la única arma encontrada a éstos,
dictamen AB No. 1266 del 25 de septiembre de 2002 (fls. 105 al 113 c.o.),
concluye que la prueba de residuos de disparo es positivo, pero que el proveedor
tenía una carga completa, es decir, 8 cartuchos. El Despacho se pregunta: ¿por
qué no se encontró otro proveedor? ¿Por qué las 7 vainillas sometidas a estudio
no fueron percutidas por el arma analizada si ésta fue la misma que se encontró
en la escena de los hechos?