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Mise-en-scéne de agarrando pueblo.

Si hay una película donde podemos caer en el lugar común de decir que el lente son los
ojos del espectador, es esta cinta; ya que a través de una cámara omnisciente seguimos
una segunda cámara protagonista, dirigida por Carlos Mayolo quien se parodia así mismo
como director, que según la diégesis, trata de filmar la película documental ¿el futuro para
quién? Para ser enviada a los Alemanes. A partir de este punto empieza un dualismo
donde dos puestas en escena se confrontan y se yuxtaponen para formar este manifiesto
que critica y satiriza el modo en que la porno miseria, término acuñado para referirse a
una manera en que Latinoamérica hacia cine en búsqueda del reconocimiento del primer
mundo, en el cual el ser humano se convierte en objeto mercantil.

Le mise-en-scéne tiene una influencia del cinema vérité, donde la libertad creativa del
autor se explota al máximo, es así que nuestros ojos viajan en la cámara en mano tanto
del operador de la cámara protagonista como la cámara omnisciente, juntas se rigen por
ese estilo donde los encuadres son desprolijos y los movimientos toscos impropios de los
cánones marcados por la industria hegemónica, pero que resulta un discurso verosímil
con la realidad ¿cuantas veces con nuestra mirada hemos sido esa cámara que retrata
una situación morbosa? Donde nuestra indiferencia no nos permite actuar pero que
nuestra curiosidad exacerbada nos invita a mirar, esa mirada se retrata en esos planos
donde las personas se agolpan por los resquicios de la casa de madera para ver la
escena final de la película en donde se entrevista a la familia “pobre”. Pero no solo somos
espectadores pasivos porque el artificio de usar dos cámaras, una para retratar el
reportaje de la miseria de Cali y Bogotá y la otra como denuncia de ese mismo reportaje,
nos convierte en cómplices de Mayolo y Luis Ospina y su sobre explotación de la miseria;
pero a la vez somos jueces morales de la crítica que nos colocan los autores de la
película. Esa ambivalencia se enriquece cuando se enfrenta la cámara de color y la
cámara en blanco y negro, todo lo que queda a color es lo que se muestra al mundo es
esa realidad filtrada por el documentalista mientras que la cámara en blanco y negro es lo
que no queda en registro comercial pero si es la manera más profunda de objetualizar al
ser humano.
Además hay otros aspectos formales que hacen que el discurso tome más fuerza, el
hecho de que no haya actores sino que sean naturales, Mayolo como director es una
especie de Woody Allen actuando en su obra, se pueden ver vestigios de un neorrealismo
al grabar en exteriores y con la iluminación naturalista que provee el sol, la mayoría de
cortes ocurren en el montaje que se da cuando cambiamos de perspectivas, es decir
pasamos de la cámara omnisciente a la denunciante, pero en general se hacen planos
secuencia que hacen que el relato no se sienta tan manipulado aunque desde el montaje
hay manipulación de la puesta en escena; desde el punto de vista de planimetría la gran
mayoría son planos abiertos y los detalles suelen ser muy pocos, debido a que tratan de
hacer pasar este film como documental y en los documentales hay cierta tendencia a
grabar todo tal y como sucede en el momento, casi como una improvisación, esto queda
demostrado en la película cuando Carlos se va encontrando con habitantes de la calle de
manera aleatoria y sugiere grabarlos, como si se encontrase un santo grial de la miseria
en cada esquina.
Con respecto al sonido debemos destacar la ausencia de música y de una edición de
audio como tal, puesto que es al natural, escuchamos lo que escucha la cámara que en
momentos parece tener poca inteligibilidad. Pero son artificios que están hechos a
propósito para que sintamos este relato como un documental cosa que no es, pero que
tampoco podemos identificar como un falso documental, aun así no es algo que me
corresponde responder en esta crítica pero que si quiero dejar planteado. ¿Qué es
agarrando pueblo?
Lo que si podemos decir es que resulta una suerte de metacine donde se hace una crítica
del cine dentro del cine, donde la puesta en escena más evidente se hace cuando Mayolo
como el director manipula la realidad, dirigiendo a los habitantes de la calle, contratando
actores para que se hagan pasar como gente de escasos recursos, maneja los diálogos
con el fin de poder hacer esta película más miserable de lo que puede ser; donde el
menosprecio de sus paisanos son el sobreprecio de su película. Sin embargo, no
podemos pasar por alto la otra puesta en escena que se hace con la denuncia, porque
aquí es evidente que Mayolo solo es un significante de los documentalistas de la época,
esta segunda puesta en escena de crítica, muestra sin vergüenza la falta de pudor que
tienen los realizadores por explotar la imagen del otro, el otro que es por de bajeado, el
otro que no es visto como un par sino como miserable. Estas dos puestas en escena
confluyen en ese discurso que termina siendo aprehendido porque es hecho de manera
eficaz y brillante por los autores.
Podría asegurar que es una película que en Colombia nunca antes se ha hecho, que vale
la pena reconocernos en ésta como nación y que usted no puede dejar pasar porque
además puede vivenciar el proceso de hacer una película y sobre todo tener más
conciencia de como “el otro” en este caso los directores, nos ven y se aprovechan de
nuestra imagen para enriquecerse. Es un llamado también a que abra los ojos, que la
pobreza no le cause indiferencia. Al final quisiera dejar un interrogante abierto que tuve al
ver agarrando pueblo, porque la moral y el cine de nuevo se enfrentan, al momento de
imitar la porno miseria y ponerlas en una puesta en escena ¿exime a Luis Ospina y
Mayolo como perpetuadores de la práctica? porque igual están haciendo lo que critican
entonces donde queda la moral como realizadores o peor aún el hecho de que es una
representación de lo real ¿legitima sus acciones dentro de la película? Son cosas que
quizá nunca tendremos respuesta pero que merecen también ser mencionadas.
Sugiero verla, es corta dinámica y cercana.

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