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Juicio de Amparo 21/2016

Vistos, para resolver los autos del juicio de amparo **,


promovido por *** ***; y,

R E S U L T A N D O:

PRIMERO. Admisión, trámite e integración.

Ante la Oficina de Correspondencia Común de los Juzgados


de Distrito en León, Guanajuato, el siete de enero de dos mil
dieciséis, ** **presentó demanda de amparo, la cual por razón de
turno correspondió conocer a este Juzgado Federal; el ocho de
enero siguiente se admitió a trámite; se requirió a las autoridades
responsables su informe justificado, se dio intervención al agente del
Ministerio Público de la Federación de la adscripción y se señaló
fecha para la celebración de la celebración de la audiencia
constitucional, desahogada al tenor del acta que antecede.

SEGUNDO. Jurisprudencia aplicable.

En el Diario Oficial de la Federación, de dos de abril del año


dos mil trece, se publicó el decreto mediante el cual se expidió la
Ley de Amparo, reglamentaria de los artículos 103 y 107 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Por tanto, atendiendo a la fecha de la presentación de la


demanda que dio origen al presente juicio, es aplicable le legislación
referida.

Además, el artículo sexto transitorio del decreto indicado,


establece que la jurisprudencia integrada conforme a la ley anterior
continuará en vigor en lo que no se oponga a la nueva ley.

De ahí que, los criterios jurisprudenciales que se citen en el


presente asunto, no se contraponen al contenido de dicho
ordenamiento, por ello resultan aplicables.
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CONSIDERANDO:

PRIMERO. Competencia del órgano jurisdiccional que


pronuncia esta resolución.
Este Juzgado Séptimo de Distrito en el Estado de
Guanajuato, con residencia en León, es legalmente competente
para conocer y resolver el presente juicio de amparo, con
fundamento en lo dispuesto por los artículos 94, párrafo sexto; 100,
párrafo octavo, 103 fracción I, 107 fracción V, de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos; 107 fracción II de la Ley
de Amparo; 48, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación y Acuerdo General 3/2013, del Pleno del Consejo de la
Judicatura Federal, relativo a la determinación del número y límites
territoriales de los Circuitos Judiciales en que se divide la República
Mexicana; y al número, a la jurisdicción territorial y especialización
por Materia de los Tribunales de Circuito y de los Juzgados de
Distrito, en atención a que el acto reclamado se ejecuta dentro de la
jurisdicción territorial de este juzgado federal.

SEGUNDO. Precisión de los actos de autoridad que se


reclaman.
En términos de lo dispuesto en el artículo 74, fracción I, de
la Ley de Amparo, se precisa que los actos reclamados se hacen
consistir en:
1. La negativa para que se le haga entrega de
un par de tenis de suela blanda que afirma le fueron
prescritos y que encuentran en resguardo de la autoridad
carcelaria.
2. La negativa a permitirle ingresar al área de
resguardo, donde se localizan objetos de su propiedad,
con la finalidad de obtener direcciones y números
telefónicos de sus familiares.
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3. La negativa para que se le proporcione


atención médica para tratar una lesión en sus tobillos y
rodilla izquierda.
4. La prohibición de permitirle usar barba
conforme a su orientación religiosa y dejar de rasurarse.

TERCERO. Inexistencia de los actos reclamados


identificados como 1 y 2 del segundo considerando.
Una vez que se llevó a cabo la fijación clara y precisa de los
actos reclamados, este juzgador de amparo, procede al análisis de
la certeza o inexistencia de éstos, en observancia a la
jurisprudencia XVII.2o. J/10, sustentada por el Segundo Tribunal
Colegiado del Décimo Séptimo Circuito, visible en la página 68,
tomo 76, abril de 1994, octava época, publicada en la Gaceta del
Semanario Judicial de la Federación, de rubro “ACTOS
RECLAMADOS, CERTEZA O INEXISTENCIA DE LOS. TÉCNICA
EN EL JUICIO DE AMPARO.”

El director general del Centro Federal de Readaptación


Social número Doce “CPS-Guanajuato”, en su carácter también de
presidente del entonces Consejo Técnico Interdisciplinario, al
rendir su informe con justificación negó la existencia de los actos
reclamados, al sostener que en ningún momento se ha ordenado
y/o ejecutado acto alguno tendente a restringir los derechos
fundamentales del quejoso; agregando, que en ningún momento
han incurrido en omisión de sus obligaciones.

En ese contexto, se procede analizar la existencia o


inexistencia de los actos reclamados, ya que el contenido negativo
de un informe justificado no es determinante para considerar
inexistentes aquellos.

Lo anterior, pues lo contrario puede demostrarse por las


partes, incluso puede ser advertido por el juez de amparo, de
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conformidad con los artículos 75, 117, y 119 de la Ley de


Amparo.

--En el caso, por lo que ve a la negativa de que se haga


entrega al quejoso de unos tenis de suela blanda que afirma le
fueron prescritos y que se encuentran en resguardo de la autoridad
carcelaria, no se advierte ni siquiera indiciariamente tal restricción
en su perjuicio, ya que fue omiso en aportar dato alguno para
acreditar tal extremo, pues se limitó a narrarlo bajo protesta de
decir verdad en su escrito de demanda, sin aportar algún otro
indicio que genere certeza de que dichos objetos se encuentren en
resguardo de la autoridad carcelaria, así como que le hayan sido
prescritos; luego entonces, tal manifestación no resulta suficiente
para tener por acreditado el acto reclamado.

Al caso, resulta aplicable el criterio sostenido por el


Primer Tribunal Colegiado del Noveno Circuito, bajo la tesis
IX.1º.83 K, visible en la página 1714, tomo XX, septiembre de
2004 del a novena época del Semanario Judicial de la Federación
y su Gaceta, de texto y rubro:

ACTO RECLAMADO. EL SOLO DICHO DEL


QUEJOSO BAJO PROTESTA DE DECIR VERDAD NO
DEMUESTRA SU EXISTENCIA. Ninguna eficacia probatoria
tiene, para demostrar la existencia del acto reclamado, la
circunstancia de que se promueva el juicio de amparo y que
bajo protesta de decir verdad se exprese en la demanda que
son ciertos los actos reclamados, pues ello no desvirtúa su
negativa por parte de las autoridades responsables.
IX.1o.

--En efecto, sin que se desconozca que la carga probatoria


respecto a la inexistencia del acto, en principio recae en las
autoridades responsables al tratarse de un acto negativo, lo cierto
es que en el caso concreto, el quejoso al menos, debió acreditar
que elevó petición a las autoridades penitenciarias para que le
entregaran el calzado que asegura se encuentra en resguardo, lo
que no se advierte haya hecho; en consecuencia, la negativa
destacada por el quejoso, en los términos planteados resulta
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inexistente, en la medida que se estima que las autoridades


responsables carecían de la obligación para atender la pretensión
del peticionario, precisamente ante la falta de conocimiento de la
necesidad de hacer uso del calzado destacado por el quejoso en
su escrito inicial de demanda.

Continuando con el estudio de los actos reclamados, el


precisado en el considerando que antecede con el número 2
(negativa a permitirle entrar al área donde se resguardan sus
pertenencias, para obtener datos de domicilios y números
telefónicos de sus familiares), también debe tenerse por
inexistente, pues al igual que el acto identificado con el número 1,
el quejoso fue omiso en acreditar tal extremo y se limitó a narrarlo
bajo protesta de decir verdad en su escrito de demanda, sin
aportar algún otro indicio que genere certeza al respecto.

Antes bien, de las constancias visibles a fojas 77 y 78, se


advierte que la petición contenida en la papeleta identificada con el
folio 37682/09/15, versó sobre que se le permitiera tener acceso a
todos los sobres, hojas, dibujos y papeles que se encontraban en
resguardo de la autoridad carcelaria para remitirlos por correo a su
casa, pero no para obtener de ellos los datos que menciona.

Luego entonces, al no quedar demostrada la existencia


de los actos reclamados precisados en el considerando que
antecede con los números 1 y 2, con apoyo en lo dispuesto en el
artículo 63, fracción IV de la Ley de Amparo, procede sobreseer
en el presente juicio de amparo, situación que por sí misma
imposibilita a esta potestad federal para ingresar al análisis de los
conceptos de violación planteados.

Resulta aplicable, el criterio de Jurisprudencia número 509,


sustentada por la Segunda Sala de la Suprema Corte de Justicia de
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la Nación, que obra a fojas 335, del Apéndice al Semanario Judicial


de la Federación de 1917-1995.
SOBRESEIMIENTO. NO PERMITE ENTRAR AL
ESTUDIO DE LAS CUESTIONES DE FONDO. No
causa agravio la sentencia que no se ocupa de los
razonamientos tendientes a demostrar la violación de
garantías individuales por los actos reclamados de las
autoridades responsables, que constituyen el problema
de fondo, si se decreta el sobreseimiento del juicio.

Cabe precisar que no obstante la naturaleza del juicio de


amparo, entendida como un recurso judicial efectivo, resolver en el
sentido en que se hace, no lo desnaturaliza, pues se insiste, el
quejoso en todo momento tuvo la oportunidad de alegar o probar lo
conducente en cuanto a la existencia e inconstitucionalidad del
acto que reclama.

Lo anterior, pues tal y como se establece en el artículo


117, párrafo segundo, de la Ley de Amparo, entre la fecha de
notificación al quejoso del informe justificado y la de celebración de
la audiencia constitucional mediaron más de ocho días, tiempo
considerado legalmente como suficiente para en su caso, alegar o
preparar las pruebas que se estimaran pertinentes para desvirtuar
lo afirmado por la autoridad responsable.

Por consiguiente, lo procedente es sobreseer en el


presente juicio de amparo de conformidad con lo dispuesto en el
artículo 63, fracción IV, de la Ley de Amparo, esto es, por
inexistencia del acto reclamado.

CUARTO. Certeza de los actos precisados con los


números 3 y 4 del segundo considerando.

Debe tenerse por ciertos los actos consistentes en la falta


de atención médica para tratar una lesión en sus tobillos y rodilla
izquierda del quejoso, así como la prohibición de que el quejoso
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omita rasurarse y pueda usar barba conforme a su orientación


religiosa.

Certeza que se obtiene luego de analizar las atribuciones a


cargo del Director General del Centro Federal de Readaptación
Social número 12 “CPS-Guanajuato”, con residencia en
Ocampo, Guanajuato, de acuerdo a la normatividad que la rige,
pues en el artículo 13, fracciones I, II y IV del Reglamento de los
Centros Federales de Readaptación Social, se establece que tiene
las siguientes:

“Artículo 13. Son atribuciones del Director General:

I. Administrar, organizar y operar el Centro Federal;

II. Aplicar las disposiciones y normas generales y especiales que


rijan al Centro Federal;

(…)

IV. Vigilar que se cumplan en el Centro Federal las leyes, el


Reglamento, los Manuales respectivos y demás disposiciones en materia
de ejecución de penas privativas de libertad y de prisión preventiva;

(…).”

Acorde a tal porción normativa, el director general del centro


de reclusión es el encargado de su administración, organización y
operación, de la aplicación de la normatividad que lo rige y vigilancia
de su cumplimiento, y por tanto, en cuanto superior jerárquico del
titular del área de Servicios Médicos del centro de reclusión
mencionado, es el directo responsable del acto reclamado en la
presente instancia constitucional.

Además, de las constancias que se allegaron al presente


sumario constitucional, a las que se otorga pleno valor probatorio
conforme a los artículos 129 y 202 del Código Federal de
Procedimientos Civiles, aplicados supletoriamente a la Ley de
Amparo por disposición de su numeral 2, se desprende que aunque
las responsables negaron la omisión que se les reclama, sobre la
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base de que ya se proporcionó atención médica al quejoso, tal


afirmación no resulta jurídicamente suficiente para tener por
inexistente la omisión que se les atribuye, pues considerando que tal
atención la recibió con posterioridad a la presentación de la
demanda, ello patentiza que efectivamente existió una omisión por
parte de las responsables para atenderlo; por tanto, se impone tener
como cierta la omisión reclamada.

Apoyan lo aquí expuesto, las Jurisprudencias 278 y 226,


emitidas por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación
en la Quinta Época, visibles en las páginas 231 y 153, del tomo VI,
publicadas en los Apéndices de 2000 y 1995, de consulta rápida en
los registros electrónicos números 917, 812 y 394, 182, de rubros:
“INFORME JUSTIFICADO AFIRMATIVO” y “DOCUMENTOS
PÚBLICOS, CONCEPTO DE, Y VALOR PROBATORIO”.

Mientras que respecto del acto identificado con el número 4,


se tiene por presuntivamente cierto, en términos del artículo 117,
tercer párrafo de la Ley de Amparo, ante la falta de pronunciamiento
de las autoridades responsables en relación con la existencia de tal
acto.

QUINTO. Análisis de causa de improcedencia respecto


del acto precisado en el apartado 3 del segundo considerando.

Como se evidenciará, se estima actualizada la causal de


improcedencia prevista en la fracción XXI del artículo 61 de la Ley de
Amparo, que dice:

“Artículo 61. El juicio de amparo es improcedente:


(…)
XXI. Cuando hayan cesado los efectos del acto reclamado;
(…)”

Se actualiza la referida hipótesis de improcedencia, por


las razones que a continuación se exponen:
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La cesación de los efectos del acto reclamado implica que


éste ha dejado de afectar la esfera jurídica del quejoso; lo cual debe
entenderse también como la desaparición total de los efectos del acto,
que pueden verse acompañados o no de la insubsistencia misma de
éste.
La hipótesis en cuestión se surte cuando, ante la existencia o
insubsistencia del acto reclamado, sus efectos han desaparecido o
han quedado destruidos en forma total o incondicional; como si se
hubiese otorgado el amparo. Es decir, como si el acto no hubiere
invadido la esfera jurídica del particular, o habiéndola irrumpido la
cesación no deja huella alguna.
En el presente asunto, el reclamo constitucional se hace
consistir en la falta de atención médica y suministro de medicamentos.

Ahora bien, de las constancias que anexó al informe


justificado la autoridad responsable, se advierte que el quejoso fue
atendido por el médico penitenciario el cuatro de febrero del año en
curso, esto es, con fecha posterior a la elaboración de su demanda y
que, derivado de ello, se obtuvo como diagnóstico artralgia de rodilla
izquierda y mialguia de MPI (miembro pélvico izquierdo); por lo cual se
le prescribieron como medicamentos para atender sus padecimientos
ketorolaco y dolocartigen, los cuales se le suministraron a partir del
cinco de febrero del año en curso.

Por estas razones, se concluye que todos los efectos del acto
han desaparecido o se han destruido en forma total e incondicional,
de manera que las cosas han vuelto al estado que tenían antes de la
violación constitucional, tal y como si se hubiera otorgado el amparo.

Por ello, resultaría ocioso examinar la constitucionalidad de un


acto que ya no está surtiendo sus efectos ni los surtirá, puesto que no
dejó huella alguna en la esfera jurídica del quejoso que amerite ser
subsanada con el otorgamiento de la protección de la Justicia Federal.
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Es aplicable la Jurisprudencia 2a./J. 205/2008, de la Segunda


Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en la Novena
Época, Materia Común, página 605, tomo XXIX, enero de 2009,
visible en el Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, de
consulta rápida en el ius o registro electrónico número 168,189, de
rubro y texto:

“CESACIÓN DE EFECTOS DEL ACTO RECLAMADO POR


VIOLACIÓN AL ARTÍCULO 8o. DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE
LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS. OPERA CUANDO LA
AUTORIDAD RESPONSABLE AL RENDIR SU INFORME JUSTIFICADO
EXHIBE LA CONTESTACIÓN A LA PETICIÓN FORMULADA,
QUEDANDO EXPEDITOS LOS DERECHOS DEL QUEJOSO PARA
AMPLIAR SU DEMANDA INICIAL, PROMOVER OTRO JUICIO DE
AMPARO O EL MEDIO ORDINARIO DE DEFENSA QUE PROCEDA. De
la interpretación de los artículos 73, fracción XVI y 80 de la Ley de Amparo,
se concluye que la causa de improcedencia del juicio de garantías
consistente en la cesación de efectos del acto reclamado, se actualiza
cuando ante la insubsistencia del mismo, todos sus efectos desaparecen o
se destruyen de forma inmediata, total e incondicionalmente, de manera
que las cosas vuelvan al estado que tenían antes de la violación
constitucional. Ahora bien, el hecho de que la autoridad responsable al
rendir su informe justificado exhiba la respuesta expresa a la petición de la
parte quejosa, producida durante la tramitación del juicio de amparo,
significa, por una parte, que los efectos de la falta de contestación
desaparecieron, de manera que las cosas volvieron al estado que tenían
antes de la violación al artículo 8o. de la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, y por otra, que respecto del contenido de dicha
contestación, el quejoso puede ampliar su demanda inicial, promover otro
juicio de amparo o el medio ordinario de defensa que proceda, toda vez que
se trata de un nuevo acto”.

Por las razones antes expuestas, si el acto reclamado es la


falta de atención médica y suministro de medicamentos, y el director
del Centro Federal de Readaptación Social número 12 CPS-
Guanajuato, acreditó haberle brindado dicha atención conforme al
diagnóstico emitido por el médico tratante y suministrarle los
medicamentos prescritos, es dable concluir que cesó en sus efectos la
conducta materia de reclamo; máxime cuando el propio quejoso
reconoció en diligencia de catorce de abril de dos mil dieciséis, que ya
lo habían atendido médicamente (foja 56).
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En consecuencia, al actualizarse la causa de improcedencia,


se impone sobreseer este juicio, de conformidad con lo previsto por
el artículo 63, fracción V, en relación con el diverso 61, fracción XXI,
ambos de la Ley de Amparo.

SEXTO. Análisis de fondo respecto del acto identificado


en el apartado 4 del segundo considerando.
En sus conceptos de violación el quejoso refiere que de
conformidad con la Constitución Federal, se contempla como
derecho individual el de la libertad de culto religioso, por lo que en
uso de tal derecho pretende realizar una “manda”, que implica el
dejarse crecer el vello facial durante un determinado tiempo,
conforme a su orientación religiosa (judía); sin embargo, las
autoridades carcelarias le han negado autorización para no
rasurarse, lo cual contraviene sus garantías.

Los citados conceptos, se estiman infundados, en


atención a las consideraciones siguientes.

El artículo 24 de la Constitución Política de los Estados


Unidos Mexicanos, establece:

Artículo 24. Toda persona tiene derecho a la


libertad de convicciones éticas, de conciencia y de
religión, y a tener o adoptar, en su caso, la de su
agrado. Esta libertad incluye el derecho de participar,
individual o colectivamente, tanto en público como
en privado, en las ceremonias, devociones o actos
del culto respectivo, siempre que no constituyan un
delito o falta penados por la ley. Nadie podrá utilizar
los actos públicos de expresión de esta libertad con
fines políticos, de proselitismo o de propaganda
política.

El Congreso no puede dictar leyes que establezcan


o prohíban religión alguna.

Los actos religiosos de culto público se celebrarán


ordinariamente en los templos. Los que
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extraordinariamente se celebren fuera de éstos se


sujetarán a la ley reglamentaria.”.

Por otro lado, el artículo 12 de la Convención Americana


sobre Derechos Humanos, también conocida como “Pacto de
San José de Costa Rica”, dispone:

“Artículo 12. Libertad de Conciencia y de Religión.

1. Toda persona tiene derecho a la libertad de


conciencia y de religión. Este derecho implica la
libertad de conservar su religión o sus creencias, o
de cambiar de religión o de creencias, así como la
libertad de profesar y divulgar su religión o sus
creencias, individual o colectivamente, tanto en
público como en privado.

2. Nadie puede ser objeto de medidas restrictivas


que puedan menoscabar la libertad de conservar su
religión o sus creencias o de cambiar de religión o de
creencias.

3. La libertad de manifestar la propia religión y las


propias creencias está sujeta únicamente a las
limitaciones prescritas por la ley y que sean
necesarias para proteger la seguridad, el orden, la
salud o la moral públicos o los derechos o libertades
de los demás.

4. Los padres, y en su caso los tutores, tienen


derecho a que sus hijos o pupilos reciban la
educación religiosa y moral que esté de acuerdo con
sus propias convicciones.”.

La Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la


Nación, al interpretar el numeral primeramente citado determinó
que la libertad religiosa tiene una vertiente interna que atiende
a la capacidad de los individuos para desarrollarse y actuar de
conformidad con una particular visión del mundo en la que
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quede definida la relación del hombre con lo divino; y una


vertiente externa a la que alude particularmente dicho precepto
constitucional al establecer que “…toda persona tiene derecho
a la libertad de convicciones éticas, de conciencia y de religión,
y a tener o adoptar, en su caso, la de su agrado. Esta libertad
incluye el derecho de participar, individual o colectivamente,
tanto en público como en privado, en las ceremonias,
devociones o actos del culto respectivo, siempre que no
constituyan un delito o falta penados por la ley.”.

Al respecto es de invocar la tesis 1a. LXI/2007 emitida por


la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
visible en la página 654 del Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo XXV, Febrero de 2007, Novena
Época, que dice:

“LIBERTAD RELIGIOSA Y LIBERTAD DE CULTO. SUS


DIFERENCIAS. La libertad religiosa tutelada por el
artículo 24 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos tiene una vertiente interna que atiende
a la capacidad de los individuos para desarrollarse y
actuar de conformidad con una particular visión del mundo
en la que quede definida la relación del hombre con lo
divino; y una vertiente externa a la que alude
particularmente dicho precepto constitucional al
establecer que "todo hombre es libre para profesar la
creencia religiosa que más le agrade y para practicar las
ceremonias, devociones o actos del culto respectivo,
siempre que no constituyan un delito o falta penados por
la ley.". Así, la regla específica del párrafo tercero del
citado artículo, según la cual los actos religiosos de culto
público se celebrarán ordinariamente en los templos y los
que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se
sujetarán a la ley reglamentaria, se aplica a un
subconjunto muy preciso de manifestaciones externas de
la libertad religiosa, pues por actos de culto público hay
que entender no sólo los externos sino también los
colectivos o grupales, y además pertenecientes al ámbito
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de la expresión institucionalizada de la religión. En efecto,


no todo acto de expresión externa de una creencia
religiosa es un acto de "culto público", ya que, por
ejemplo, llevar la kipá o una medalla de la Virgen en el
cuello, es símbolo y expresión de la filiación religiosa judía
o católica, respectivamente, de la persona que los lleva, y
en esa medida son una manifestación externa de la
libertad religiosa, pero no constituyen actos de culto
público. Análogamente, el hecho de que varias personas
lleven dichos símbolos conjuntamente no convierte a esa
coincidencia en un acto de culto público, como tampoco lo
serían otras expresiones o vivencias colectivas de ciertas
creencias religiosas, como fundar una escuela privada
con orientación religiosa u organizar una excursión
privada a un lugar sagrado; sino que los actos de culto
público son los específicamente orientados a desarrollar
de manera colectiva los ritos, ceremonias y prácticas que
las diferentes religiones reconocen como manifestaciones
institucionalizadas o formalizadas de su fe religiosa,
definidas y gobernadas por reglas preestablecidas por
ellas.”.

Asimismo, es aplicable la tesis 1a. LX/2007 emitida por la


Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
visible en la página 654 del Semanario Judicial de la
Federación y su Gaceta, Tomo XXV, Febrero de 2007, Novena
Época, que dice:

“LIBERTAD RELIGIOSA. SUS DIFERENTES FACETAS.


El primer párrafo del artículo 24 de la Constitución Federal
consagra en sus términos nucleares la libertad religiosa,
esto es, la libertad de sostener y cultivar las creencias
religiosas que cada uno considere, libertad que también
incluye la de cambiar de creencias religiosas. El precepto
encierra, además, tanto una referencia a la dimensión
interna de la libertad religiosa como a su dimensión
externa. La faceta interna de la libertad religiosa se
relaciona íntimamente con la libertad ideológica y, aunque
es difícil de definir de un modo que sea general y a la vez
útil, atiende a la capacidad de los individuos para
desarrollar y actuar de conformidad con una particular
visión del mundo en la que quede definida la relación del
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hombre con lo divino. Ello no significa que nuestro texto


constitucional proteja sólo el desarrollo de ideas, actitudes
y planes de vida religiosos, en contraposición a ideas y
actitudes ateas o agnósticas; así como los derechos de
reunión, asociación o expresión protegen tanto la
posibilidad de reunirse, fundar y pertenecer a
asociaciones y expresarse como la opción de los que
prefieren no hacerlo, la Constitución protege la opción de
no desarrollar los contenidos del derecho a la libertad
religiosa, lo cual por otro lado viene asegurado por la
prohibición de discriminación contenida en el artículo 1o.
En esta vertiente interna, la libertad religiosa es de algún
modo ilimitada, puesto que el Estado no tiene medios
directos para cambiar, imponer o eliminar lo que el
individuo desarrolla en su más irreductible ámbito de
intimidad: su pensamiento. Sin embargo, existen medios
por los cuales el Estado y los particulares moldean de
hecho las creencias de las personas y, en los casos en
los que, por el tipo de fines perseguidos o por los medios
usados el impacto sobre esta dimensión sea
empíricamente ostensible y sobrepase los niveles
ordinarios, no puede descartarse que la dimensión interna
cobre relevancia para el control de constitucionalidad de
normas y actos. La dimensión o proyección externa de la
libertad religiosa es múltiple y se entrelaza de modo
estrecho, en muchas ocasiones, con el ejercicio de otros
derechos individuales, como la libertad de expresión, la
libertad de reunión o la libertad de enseñanza. Una
proyección típica y específica, pero en modo alguno
única, que la Constitución menciona expresamente es la
libertad de culto, que se refiere a la libertad para practicar
las ceremonias, ritos y reuniones que se asocian con el
cultivo de determinadas creencias religiosas.”.

En ese orden, es dable afirmar que el Estado Mexicano, en


congruencia con los instrumentos internacionales, garantiza en favor
de las personas el derecho y la libertad de tener o adoptar la
creencia religiosa que más le agrade, así como de practicar, de
forma individual o colectiva, los actos de culto o ritos de su
preferencia y no ser objeto de ninguna inquisición judicial o
administrativa por la manifestación de ideas religiosas, entre otras.

Lo cual no significa que una persona privada de su libertad,


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esté exenta de cumplir con las reglas de orden y seguridad previstas


en el lugar en que se encuentre recluido, con el pretexto de
manifestar libremente su religión, pues dada la particular situación
en la que se encuentra, sus manifestaciones religiosas externas,
deben ajustarse a las reglas mencionadas, sin que ello implique que
se le obligue a cambiar su ideología o religión.

Por consiguiente, es infundado que la negativa de conceder


autorización al quejoso para no rasurarse durante un tiempo, pueda
ser considerado como un acto que viole la garantía de libertad de
creencia religiosa o culto que tutela el artículo 24 Constitucional.

Es decir, la citada garantía no implica que se exima al


quejoso de cumplir con la normatividad del Centro de reclusión en el
que se encuentra, pues la libertad de profesar determinada religión,
está sujeta a las limitaciones que prescriba la norma y que sean
necesarias para proteger la seguridad, el orden, salud o la moral
públicos o los derechos y libertades fundamentales de los demás,
en el contexto de un centro penitenciario.

Al respecto los numerales 1°, 16, 27, 35. 1), 36, 57 y 60. 1),
de las Reglas Mínimas para el Tratamiento de los Reclusos
disponen, lo siguiente:
“1. El objeto de las reglas siguientes no es de describir
en forma detallada un sistema penitenciario modelo, sino
únicamente establecer, inspirándose en conceptos
generalmente admitidos en nuestro tiempo y en los elementos
esenciales de los sistemas contemporáneos más adecuados,
los principios y las reglas de una buena organización
penitenciaria y de la práctica relativa al tratamiento de los
reclusos…”

“…16. Se facilitará a los reclusos medios para el


cuidado del cabello y de la barba, a fin de que se presenten de
un modo correcto y conserven el respeto de sí mismos; los
hombres deberán poder afeitarse con regularidad…”

“…27. El orden y la disciplina se mantendrán con


firmeza, pero sin imponer más restricciones de las necesarias
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para mantener la seguridad y la buena organización de la vida


en común….”
…”35. 1) A su ingreso cada recluso recibirá una
información escrita sobre el régimen de los reclusos de la
categoría en la cual se le haya incluido, sobre las reglas
disciplinarias del establecimiento y los medios autorizados
para informarse y formular quejas; y cualquiera otra
información necesaria para conocer sus derechos y
obligaciones, que le permita su adaptación a la vida del
establecimiento…”

“…36. 1) Todo recluso deberá tener en cada día


laborable la oportunidad de presentar peticiones o quejas al
director del establecimiento o al funcionario autorizado para
representarle. 2) Las peticiones o quejas podrán ser
presentadas al inspector de prisiones durante su inspección.
El recluso podrá hablar con el inspector o con cualquier otro
funcionario encargado de inspeccionar, sin que el director o
cualquier otro recluso miembro del personal del
establecimiento se hallen presentes. 3) Todo recluso estará
autorizado para dirigir por la vía prescrita sin censura en
cuanto al fondo, pero en debida forma, una petición o queja a
la administración penitenciaria central, a la autoridad judicial o
a cualquier otra autoridad competente. 4) A menos que una
solicitud o queja sea evidentemente temeraria o desprovista
de fundamento, la misma deberá ser examinada sin demora,
dándose respuesta al recluso en su debido tiempo…”

“…57. La prisión y las demás medidas cuyo efecto es


separar a un delincuente del mundo exterior son aflictivas por
el hecho mismo de que despojan al individuo de su derecho a
disponer de su persona al privarle de su libertad. Por lo tanto,
a reserva de las mediadas de separación justificadas o del
mantenimiento de la disciplina, el sistema penitenciario no
debe agravar los sufrimientos inherentes a tal situación…”

“…60. 1) El régimen del establecimiento debe tratar


de reducir las diferencias que puedan existir entre la vida en
prisión y la vida libre en cuanto éstas contribuyan a debilitar el
sentido de responsabilidad del recluso o el respeto a la
dignidad de su persona…”

Conforme a dichos preceptos, los hombres deberán


afeitarse con regularidad, lo que evidencia que la orden de que se
rasuren la barba y el bigote, es una medida de seguridad e higiene
aceptada para los centros de reclusión, desde el punto de vista de
los derechos fundamentales, pues con ello se evita, por ejemplo, el
Juicio de Amparo 21/2016

surgimiento de diversas plagas que pudieran causar un menoscabo


en la salud de los internos, de las visitas, así como del personal de
vigilancia que ahí labora, las cuales quedan enmarcadas dentro del
contexto de facultades y obligaciones que corresponden a las
autoridades responsables, entre las que se incluyen, el de
supervisar el debido funcionamiento y operación de los dispositivos
de seguridad en las diversas zonas e instalaciones del interior del
Centro Federal, ejercer la custodia de los internos, e imponer
medidas que permitan mantener la higiene, la seguridad, el orden y
la disciplina en el Centro Federal.

Por tanto, es de concluir que tal medida no contraviene el


derecho fundamental que el quejoso reclama, pues es
consecuencia, únicamente, de la privación legítima de la libertad a
que está sujeto el quejoso y del ejercicio de una facultad del
Ejecutivo para el debido cumplimiento de los fines de reinserción
que en el diverso arábigo 18 de la propia Constitución subyace.

En consecuencia, lo procedente es negar el amparo y


protección de la justicia federal solicitado, sin que la obligación de
suplir la deficiencia de la queja, permita arribar a diversa
determinación, en el entendido que concluir lo contrario, implicaría
que se vulnere el orden y la seguridad interna del Centro Federal de
Readaptación Social número 12 CPS-Guanajuato; máxime cuando
como en el caso, el marco normativo expuesto justifica la actuación
de las autoridades responsables.

Cabe agregar que permitir que el quejoso disfrute de la


prerrogativa en cuestión, provocaría que se le colocara en una
situación de privilegio respecto del resto de la población
penitenciaria, situación que resulta jurídicamente inadmisible, e
inclusive, no resulta prudente por la inequidad de trato que
generaría respecto del resto de la población carcelaria.
Juicio de Amparo 21/2016

Por lo expuesto y fundado, con apoyo además en los


artículos 73, 74 y 75 de la Ley de Amparo, se resuelve:

PRIMERO. Se SOBRESEE en el juicio, en atención a las


consideraciones expuestas en los considerandos tercero y quinto de
esta sentencia.

SEGUNDO. La Justicia de la Unión NO AMPARA ni


PROTEGE a*, en términos de lo dispuesto en el considerando sexto
de la presente resolución.

NOTIFÍQUESE PERSONALMENTE.

Así lo resolvió y firma Carlos Ernesto Farías Flores Juez


Séptimo de Distrito en el Estado de Guanajuato, hasta el día de
hoy treinta de septiembre de dos mil dieciséis, fecha en que lo
permitieron las labores del juzgado, asistido de María de Lourdes
Jiménez Arias, secretaria que autoriza y da fe.
El licenciado(a) María de Lourdes Jiménez Arias, hago constar y certifico que en
términos de lo previsto en los artículos 8, 13, 14, 18 y demás conducentes en lo
relativo de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública
Gubernamental, en esta versión pública se suprime la información considerada
legalmente como reservada o confidencial que encuadra en el ordenamiento
mencionado. Conste.

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