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Se trata de términos sinónimos que subrayan (o enfatizan, como se dice ahora)

diversos aspectos de las ceremonias y de las funciones que se ejercen en ellas. Le doy
unas aplicaciones prácticas.

Propiamente hablando el ministro celebra un sacramento, y en particular el sacerdote


celebra el Santo Sacrificio de la Misa.

Se oficia una función litúrgica. Los ministros sagrados ofician el servicio divino
ejerciendo las funciones propias del ministerio ordenado, ya sea el sacerdote
celebrando misa, el diácono y el subdiácono durante la misma, o bien oficiando una
boda, un bautizo, un funeral, la bendición eucarística, etc.

Preside un oficio el celebrante de la misa, el canónigo, clérigo, religioso o religiosa que


dirige el canto o rezo de una hora canónica como Laudes o Vísperas, preside el
prelado que asiste con cierta solemnidad a una función litúrgica, se preside una
procesión, etc.

Términos todos ellos aceptables y a menudo permutables.

El problema aparece cuando la ambivalencia vehicula una falsa noción, que puede ser
hasta herética, por aquello de que verbum significat definitionem et definitio declarat
essentiam. 

Al socaire de las nuevas corrientes en teología sacramental, han proliferado


expresiones equívocas que, mal empleadas, pueden llegar a evacuar la esencia misma
del sacerdocio ministerial y hasta del sacrificio propiciatorio. Sirva como ejemplo la
malhadada definición de la misa que hubo que corregir en la Institutio Generalis del
misal de 1969. 

La primera versión rezaba así: "La cena del Señor o Misa es la sagrada sinaxis o
asamblea del pueblo de Dios reunido en común, bajo la presidencia del sacerdote,
para celebrar el memorial del Señor. Por lo tanto, para la asamblea local de la santa
Iglesia vale en grado eminente la promesa de Cristo: 'Donde hay dos o tres reunidos
en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos' (Mt. 18, 20)." Protestantismo puro y
duro.

La corrección, debida a la intervención -entre muchos otros- de los cardenales


Ottaviani y Bacci, aplicó paños calientes a la definición bugniniesca: "En la Misa, o
Cena del Señor, el pueblo de Dios es convocado y reunido, bajo la presidencia del
sacerdote, quien obra en la persona de Cristo para celebrar el memorial del Señor o
sacrificio eucarístico. De manera que para esta reunión local de la santa Iglesia vale
eminentemente la promesa de Cristo: 'Donde dos o tres están reunidos en mi nombre,
allí estoy yo en medio de ellos' (Mt. 18, 20). Pues en la celebración de la Misa, en la
cual se perpetúa el sacrificio de la cruz, Cristo está realmente presente en la misma
asamblea congregada en su nombre, en la persona del ministro, en su palabra y, más
aún, de manera sustancial y permanente en las especies eucarísticas."

Pues menos mal, qué alivio. Clarísimo, oiga usté, señá Baltasara.
De aquellos polvos estos lodos.

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