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En este caso, como vemos, esta concepción de las enfermedades como causadas
completamente por aspectos emocionales deja fuera de la formación del cáncer de
pulmón al tabaco, reconocido indudablemente como factor de riesgo para este tipo de
enfermedad. De hecho, Corbera se atreve a decir afirmaciones tan graves como la
siguiente: «Si me permiten, fume si quiere pero cuando fume siéntase que está
respirando a dios y ya verá. Porque la comida más maravillosa se puede convertir en
un veneno y el veneno se puede convertir en la comida más maravillosa solamente por
el estado emocional con el que te lo comas. Tenemos el poder de transformar la
materia porque la materia no existe, es energía” (Méndez, 2017). Sería interesante
pedir que lo demuestre, no sé, por ejemplo tomando cianuro en dosis letales pero de
manera feliz y con un estado emocional muy positivo, a ver qué tal.
En el caso por ejemplo del cáncer, los conocimientos científicos disponibles contradicen
el origen traumático emocional que proponen estas pseudociencias. Se sabe que son
múltiples los factores de riesgo que influyen en la enfermedad (genética, sustancias
químicas diversas como el tabaco, estilos de vida, uso de drogas, envejecimiento y
muchos otros). Como hemos venido diciendo, no existe ningún estudio científico que
relacione el origen del cáncer con conflictos internos o experiencias traumáticas no
resueltas (APETP, s.f.).
Uno de los problemas de estas corrientes es que todos tenemos emociones y muy
probablemente hayamos pasado por algún conflicto emocional de mayor o menor
magnitud, así que todos podemos llegar a reconocernos como supuestos causantes de
nuestras enfermedades. Y se nos plantea la duda: Si mi cáncer está producida por
determinado conflicto psicológico ¿entonces yo me he creado mi enfermedad? Y si
modifico esto y resuelvo dicho conflicto, ¿entonces yo mismo/a puedo curarme?. En
relación con esto escribía de manera directa y honesta una paciente (y amiga) hace un
tiempo.
Enric Corbera, por ejemplo, se ha atrevido a decir en algunos de sus vídeos subidos a
YouTube frases tan culpabilizadoras como «Siempre se mueren los buenos, y yo digo:
‘No, los gilipollas» (Cedeira, 2017; Garrido, Núñez y Hernández, s.f.; Méndez, 2017).
Muchos de estos vídeos no se pueden consultar actualmente en YouTube porque
Corbera ha reclamado derechos de autor. También han sido retirados y relegados al
ostracismo vídeos donde se hablaba de casos tratados con BNE que habían llegado a
una supuesta «sanación«; su retirada ha ocurrido después de que estas personas
fallecieran a causa de su enfermedad.
EL PODER DE LA CHARLATARNERÍA
Muchos pueden ser los factores, que pueden depender tanto del individuo (p.e. la
desesperanza, haber sido desahuciados por la medicina convencional, las creencias
mágicas). Pero también hay un aspecto a tener en cuenta, el poder de la charlatanería.
Los individuos que profesan estas pseudoterapias están convencidos de su poder
curativo y son muy persuasivos con los pacientes que se acercan a conocerlas. Las
presentan como terapias alternativas a las tradicionales, con altos porcentajes de
curaciones. Además, plantean sencillos mecanismos tanto en la producción de
enfermedades como en su curación, que son fácilmente entendibles por personas sin
conocimientos sanitarios, lo que resulta en un principio muy simple y atrayente.