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T1 “Sólo por eso, porque éramos mujeres”

T2 “Violemos a sus caballos, huyamos en sus mujeres”


POR QUÉ LOS CRÍMENES SEXUALES HAN SIDO CONSIDERADOS EFECTOS COLATERALES DE LAS GUERRAS Y
POR QUÉ ES NECESARIO CONSTRUIR JUSTICIA DESDE LOS FEMINISMOS

“Después de los golpes, vendada y atada me pasaron a la sala de tortura, me desnudaron, me manosearon,
eran varios hombres que todo el tiempo decían que me iban a violar, luego me pasaron la picana eléctrica
por el cuerpo, con especial ensañamiento en la vagina, los pezones, la boca y por si eso no alcanzaba
después me violaron. En los años de la dictadura había un trato degradante con las mujeres. Sólo por eso,
porque éramos mujeres”, decía una de las testigos el libro Grietas en el Silencio1, una investigación sobre la
violencia sexual en el marco del terrorismo de Estado en Argentina.

Corrían los años setenta en el cono sur latinoamericano. El terrorismo de Estado secuestraba, torturaba y
hacía desaparecer personas —enemigos internos los llamaban. En un proceso sin precedentes a nivel
mundial, Argentina se propuso juzgar a los torturadores que habían sembrado el terror de la Doctrina de
Seguridad Nacional. Fueron juzgados más de 900 personas, sin embargo, según la Procuraduría de
Crímenes Contra la Humanidad2 sólo el 13% de esas sentencias abordan los delitos sexuales y de género de
manera autónoma. Durante casi tres décadas estos crímenes han quedado bajo la figura penal de
“tormentos”, cuando las investigaciones han demostrado que las prácticas de abuso, violación,
tocamientos, violencia obstétrica y abortos forzados entre otros vejámenes y humillaciones, fueron
prácticas extendidas en todo el territorio argentino y de forma sistemática.

“¡Violemos a sus caballos y huyamos en sus mujeres!", decían los Monty Pythons en un guiño a esa parte
del imaginario colectivo que sabe que la frase está al revés. Históricamente, la violencia sexual y de género
se ha considerado como una consecuencia de la guerra más. Como la destrucción de un puente. O una
crisis económica. Nunca como un delito en sí mismo que debe ser enjuiciado. Estos crímenes han sido
entendidos tradicionalmente como un efecto colateral. No se les ha dado la misma visibilidad ni el mismo
nivel de importancia que se ha otorgado a otras violaciones de los derechos humanos en estos contextos
como las torturas, desapariciones forzadas, asesinatos y masacres. Las desigualdades de género
estructurales hacen que los conflictos armados tengan repercusiones desproporcionadas en las mujeres y
las niñas, pero también hombres y niños, aunque en menor medida, también víctimas de este tipo de
violencia.

1 https://amsafe.org.ar/wp-content/uploads/PDFs/2017_8M/Grietas_en_el_silencio.pdf
2 https://www.fiscales.gob.ar/lesa-humanidad/8m-de-las-241-sentencias-dictadas-en-causas-de-lesa-
humanidad-31-contemplan-delitos-por-violencia-sexual/
EL BOTÍN DE GUERRA

FOTO: En las últimas décadas algunos de los ejemplos de violencia sexual masiva hacia mujeres en
contextos de guerra: Kuwait, Bosnia, Colombia, Yugoslavia, República Centroafricana, República
Democrática del Congo, Mali, Siria y Ruanda.

Los méritos viriles de los guerreros vencedores, como la fuerza, el vigor corporal, el ímpetu o la potencia
sexual son reconocidos y fortalecidos a través de la violación de las mujeres de los vencidos. Las mujeres
han sido eso en todo el mundo y a lo largo de la mayor parte de la Historia: un botín de guerra. La Relatora
Especial sobre violencia contra la mujer de Naciones Unidas, Rad-hika Coomaraswamy, señaló que asociar
la violencia contra la mujer en los conflictos armados a la “protección” y el “honor”, refuerza los
estereotipos de feminidad. Pues el paradigma del honor está vinculado a las “las ideas de castidad, pureza y
virginidad”.

Por ejemplo, en Argentina los abusos sexuales se incluían dentro de las torturas que padecían los
secuestrados y secuestradas en los centros clandestinos de detención. Esto fue hasta 2010 cuando por
primera vez un tribunal enunció “que los tormentos padecidos por las mujeres eran específicos y dirigidos
contra ellas por su condición de mujer, en una clara intencionalidad discriminatoria”.

“Nuestros cuerpos fueron considerados como botín de guerra. Eso es algo bastante habitual, por no decir
muy habitual, en la violencia sexual. Y utilizar o considerar a las mujeres como parte del botín es un clásico
en todas las historias represivas de las guerras. Son innumerables los casos, forman parte de la cultura de la
guerra y en esto no fue una excepción. Hubo muchas variedades. Y sí hubo un tratamiento diferencial entre
secuestrados hombres y secuestradas mujeres, evidentemente”, dijo Silvia Labayrú, en 2013, en su
testimonio en uno de los Juicios del centro de detención clandestina más importante de la Argentina.

LO SIMBÓLICO DE LO FEMENINO

“La violación sexual la usaron para humillarnos. Hacerme saber que estaban violando a mi mujer a un
metro y medio de la puerta de mi celda era para humillarme, era para que yo escuchara, al punto que uno
de esos días me hacen tocarla para ver que estaba colgada o atada, desnuda absolutamente, y juegan y
hacen obscenidades y las relatan”, relata uno de los testigos —marido de una de las víctimas— que
colaboró con la investigación argentina Grietas del silencio.

Los cuerpos de las mujeres se posicionaron como el espacio sobre el que es posible castigar a los hombres.
Un medio intencional sobre el que disciplinarlos. Distintas legislaciones tanto a nivel internacional como
nacional han tratado —y tratan— las violaciones como perjuicio del honor y nombre de la familia, en lugar
de la mujer como individuo de derecho.
Niños y hombres, aunque en menor medida, también han sido —son— víctimas de estos abusos sexuales.
El robusto aparato teórico y crítico que aportan los feminismos, nos ayuda a entender el simbolismo y la
subjetividad que pretenden estas tácticas practicadas también contra hombres. Derribar el patriarcado
tiene muchos vértices. Uno de ellos es reflexionar sobre los pactos centrales de esta cultura hegemónica: la
solidaridad elemental entre hombres. Otro punto interesante que mencionan las investigadoras del libro
Grietas del Silencio, son los valores del prototipo de héroe. En la tradición occidental un enemigo es un
igual, hay que respetarlo. Quien degrada al otro, se degrada a sí mismo; por lo que violar hombres es
deshumanizar al enemigo. Es tratarles “como si fueran mujeres”. Destruir a los hombres “feminizándolos”.
Como parte de los efectos de esa misma moneda, las violaciones masculinas rara vez se denuncian. Quizás
porque serían relegados al lugar de las mujeres o a ser “sospechosos de homosexualidad”.

La filósofa india Gayatri Spivak afirma que la violación sexual es perpetrada por el grupo de los vencedores
como “una celebración metonímica de la adquisición territorial”. Rita Segato, antropóloga argentina,
continúa esa idea de la extensión territorial: apropiarse del cuerpo de las mujeres para usarlo, para abusar
de él, es una expresión clara del poder de dominación que el agresor busca ejercer sobre el cuerpo de las
mujeres.

Sin embargo, la mayoría de las víctimas sufre en silencio. Las dificultades que experimentan las disuaden de
denunciar o de buscar ayuda. Regularmente, marginadas y estigmatizadas, las posibilidades de que sus
atacantes sean llevados ante la justicia son mínimas. En el libro “Putas y guerrilleras”, que escribieron las
argentinas Olga Wornat y Miriam Lewin se puso en evidencia el doble castigo patriarcal que pesaba sobre
las víctimas de crímenes sexuales: sobre el “algo habrán hecho” para estar cautivas, se puso el “algo habrán
hecho” para sobrevivir.

***

Guatemala

FOTO3

“Las Abuelas de Sepur Zarco” a la espera del veredicto.

Foto: Mujeres Transformando el Mundo/Rocizela Pérez.

3 https://www.unwomen.org/es/news/stories/2017/10/feature-guatemala-sepur-zarco-in-pursuit-of-truth-
justice-and-now-reparations
Demecia Yat de Xol tenía 28 años cuando fue forzada a esclavitud sexual y doméstica por los militares
durante el conflicto armado guatemalteco. Eran los años 80. La pequeña aldea de Sepur Zarco fue
considerado sospechosa de ayudar a la guerrilla. Fueron ferozmente atacados por el ejército del General
Ríos Montt. Masacres y desapariciones. Los soldados se llevaron a sus esposos, quemaron las casas. Se
quedaron sin nada y fueron llevadas al destacamento militar donde harían tareas sexuales y domésticas. Un
soldado declaró ante la Comisión cómo los oficiales les daban directrices : “Hoy van a degollar o a guindar
con alambres, hoy violan a todas las mujeres. (...) Las ponían a cuatro patas, luego les disparaban metiendo
el arma en el recto o en la vagina”.

A la edad de 61 años, Doña Demecia se presentó ante el Tribunal de Mayor Riesgo de Guatemala, a la
espera de un veredicto. Iba acompañada por otras diez supervivientes q’eqchi’es: “las Abuelas de Sepur
Zarco”. Después de más de treinta años tendrían justicia. El Tribunal en 2016 condenó a dos de los ex-
oficiales que habían participado en su tormento a 120 y 240 años de cárcel. La fiscalía también ordenó que
continúen las exhumaciones hasta encontrar los restos de sus esposos.

Mercedes Hernández, directora de la asociación Mujeres de Guatemala, destaca que “la esclavitud sexual,
como tal, no había sido juzgada en ningún tribunal local del mundo y no había sido juzgada tampoco en un
contexto de conflicto armado, como ocurrió en el caso de Sepur Zarco”.

***

Bosnia

La guerra de Bosnia estaba en sus primeras etapas, allá por 1992. Elma tenía poco más de 20 años, estaba
recién casada y embarazada de cuatro meses. “Los vi llevarse a mi padre y a mi hermano pequeño”, cuenta
para Amnistía Internacional4 en el relato de cómo sus vecinos mataron brutalmente a su familia. Ese fue el
principio del terror. Después la llevaron a lo que se conocía como “campo de violación”. Un lugar donde los
grupos de paramilitares que volvían de sus misiones violaban cada día de manera colectiva. “Me pegaban y
me violaban, a mí y a otras jóvenes”, añade. Como consecuencia de la brutalidad perdió a su bebé y sufrió
lesiones en la columna vertebral de las que nunca se ha recuperado.

Las estadísticas calculan que entre 20.000 y 30.000 mujeres sufrieron abusos sexuales durante el conflicto.
Después de más de veinte años, el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, en la Haya, sólo ha
condenado a 33 personas por estas violaciones. Ahora son los Estados nacionales los que deberían juzgar
estos crímenes. Sólo un 1% de los casos juzgados en Bosnia responden a violencia sexual.

***

Irak

4 https://www.amnesty.org/en/latest/news/2017/09/they-cannot-forget-neither-should-we/
Nadia Murad Basee y cientos de mujeres yazidíes —una minoría religiosa que el Estado Islámico considera
infiel— fueron secuestradas de Sinjar, una región en el norte de Irak. Después vendidas y pasadas de mano
en mano por hombres que las violaron en grupo. “A esa práctica la llaman yihad sexual”, contaba Nadia en
2018 cuando recibió el Premio nobel de la Paz 5. En el grupo había unas 150 niñas, algunas de 10 y 12 años.

Las podían retener más, pero normalmente las vendían después de un día. Nadia estuvo tres meses con el
hombre que la secuestró. "Les pregunté ¿por qué hacían eso con nosotras? ¿Por qué mataron a nuestros
hombres? ¿Por qué nos violan violentamente? Me contestaron: 'Los yazidíes son infieles, no son un pueblo
de las escrituras. Ahora ustedes son botín de guerra. Se merecen esto, ustedes son infieles. Los yazidíes
deben ser destruidos’”, decía Nadia mientras denunciaba que esta situación continúa sucediendo. Ella
consiguió escapar.

***

Colombia

En la amazonía colombiana dos hermanas de 22 y 23 años fueron secuestradas. “En la noche teníamos
relaciones con civiles, a veces hasta con 12 hombres y en el día llegaban ellos (los paramilitares) del monte
y nos encerraban. Nos daban almuerzo y agua, y no nos pagaban nada”, relatan su pesadilla de prostitución
forzada y esclavitud sexual que duró aproximadamente un mes. Ante la falta de comida y atención médica,
enfermaron.Los paramilitares, entonces, “ordenaron que se fueran a otra zona, porque ya estaban muy
feas”. Las llevaron a otro negocio donde además de
prostituirse eran obligadas a realizar servicios domésticos.
Fueron liberadas en junio de 2001 cuando cayó una
granada en el nuevo lugar y tuvieron que transladarlas a
urgencias donde pudieron contactar con la familia.

Grupo de personas en la puerta del mercado del pueblo de


San Agustín, Putumayo, Colombia.

FOTO: Beatriz Hernánpino

Durante el conflicto armado colombiano “se impartían directrices orientadas a aleccionar, creando
vergüenza y humillación, como barrer las calles, cortarles el cabello e imponerles horarios” 6. En los retenes

5 https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-45759696
6 https://www.eltiempo.com/justicia/conflicto-y-narcotrafico/testimonios-de-victimas-de-violencia-sexual-
de-paramilitares-del-bloque-central-bolivar-148104
de carretera separaban a las mujeres de los hombres y aprovechaban para violarlas. O se metían
violentamente en las casas y se justificaban diciendo que aquellas mujeres que violaban estaban “ayudando
a la guerrilla”.

Estos fueron algunos de los testimonios que permitieron al Tribunal de Justicia y Paz reconstruir episodios
de la guerra que vive Colombia hace más de 50 años. Sin embargo, muchas de las víctimas se han
mantenido en silencio por miedo a represalias.

***

LA LEGISLACIÓN INTERNACIONAL

Los crímenes de lesa humanidad son aquellos delitos especialmente atroces e inhumanos que forman parte
de un plan de ataque generalizado o sistemático contra la población civil. Son cometidos por un Estado o
una organización. En 1968 se aprobó la imprescriptibilidad de estos crímenes, es decir, no importaba el
tiempo que pasase, siempre podrían ser denunciados. Varios países también establecieron que no podían
ser objeto de amnistía o cualquier otra forma de atenuación de las responsabilidades establecidas por ley.
Para su enjuiciamiento existe el principio de jurisdicción universal, por el que cualquier Estado puede
enjuiciar y condenar a sus autores independientemente del lugar donde los crímenes fueron cometidos.
Por ejemplo, bajo estas características fueron juzgados los delitos cometidos durante la dictadura en Chile
de Pinochet, o los intentos de la dictadura franquista por la Querella Argentina.

La primera mención incluyendo la violación en estos crímenes nos lleva hasta la Cuarta Convención de
Ginebra en 1949: no fue considerado un crimen de guerra grave. Los Tribunales Militares Internacionales
de Nuremberg y Tokio, por ejemplo, no reconocían explicitamente los delitos sexuales ni de género. No fue
hasta después de las guerras de los Balcanes y Ruanda casi cincuenta años después (en 1998), que el
Derecho Internacional definió mejor estos crímenes incluyendo prostitución forzada, embarazo forzado o
esclavitud sexual. La primera sentencia que consideró la violación sexual como delito de lesa humanidad
fue el caso Akayesu, en Ruanda, por las violaciones a las mujeres Tutsi.

En 2008, el Consejo de Seguridad de la ONU afirmó por primera vez que las formas de violencia sexual
como crímenes de guerra, de genocidio y de lesa humanidad. Por esta resolución se reconoce la violencia
sexual como táctica de guerra y como parte del impedimento para el restablecimiento de la paz y la
seguridad. Pero no fue hasta finales del año 2010, y en los años sucesivos, cuando se elaboró un plan
concreto para acabar con la violencia sexual asociada a las situaciones de conflicto.

EL PAPEL DE VÍCTIMAS

El papel de las mujeres en la guerra ha sido perfilado en la dicotomía de víctimas y actoras sociales. Sobre
todo por miedo a que situarlas sólo como víctimas perpetuase su indefensión y vulneración. Como si ser
víctima fuese lo contrario a tener un rol activo en el tejido social o incluso ser agentes del conflicto en sí
mismo.

Para la investigadora Luz Piedad Caicedo7, el reconocimiento de víctimas de violencia sexual en el marco del
conflicto armado es además de un derecho ciudadano, una oportunidad para redefinir los arreglos de
género en la sociedad desde la lógica de la igualdad. “Ser víctima no es, desde una perspectiva de derechos,
una minusvalía”, expresaba en una ponencia sobre el proyecto “Estrategias para la incidencia en
judicialización de crímenes de violencia sexual contra mujeres en el marco del conflicto armado
colombiano”.

Para pensar los crímenes de lesa humanidad confluyen tres puntos: una persona con derechos, otra
persona que los vulnera y un Estado con responsabilidades sobre la acción de vulneración que se cometió.
Desde una perspectiva feminista, para que haya justicia, es necesario que los delitos cometidos contra las
mujeres sean valorados en “igualdad de gravedad” que los perpetrados contra los hombres: que obtengan
la misma atención y celo investigativo y que sean del mismo interés para toda la sociedad. 8

El primer paso para que las supervivientes de delitos sexuales y de género puedan obtener justicia son las
investigaciones imparciales, oportunas y profesionales. Tienen derecho a contar su historia en un entorno
seguro y propicio para su empoderamiento. Para que esto suceda las personas encargadas de investigar
debe contar con las herramientas necesarias, como entender eufemismos, frases hechas o expresiones.
Este análisis de contexto ayudará a resignificar política, histórica y jurídicamente los crímenes sexuales de
los conflictos armados como parte de un plan y no como hechos aislados.

ESTAMOS EN CAMINO, PERO NO ES SUFICIENTE

Una mujer víctima de abusos sexuales durante la dictadura argentina, que no quiso hacer público su
nombre, dijo que el tribunal provincial en el que estaba declarando no aceptó el delito que estaba
denunciando. “No lo aceptaron como un ataque de violación”, explicaba como demostración de la poca
predisposición judicial sobre el asunto.

El objetivo de juzgar estos crímenes contra la humanidad es la reparación. Por un lado la reparación
institucional formal (material como una ayuda económica o simbólica como un reconocimiento público) y
por otro lado, y dependiente de esta primera, de reparación psicológica. Es necesario que el sistema
jurídico y la sociedad les den la suficiente credibilidad a la víctimas.

7
https://www.humanas.org.co/alfa/dat_particular/ar/humanas_documento_pon_48Ponencia_Gravedad_penal_
de_la_Violencia_Sexual.pdf
8
https://www.humanas.org.co/alfa/dat_particular/ar/humanas_documento_pon_48Ponencia_Gravedad_penal_
de_la_Violencia_Sexual.pdf
Para este año está previsto que se realice el juicio específico ESMA-Delitos sexuales donde se juzgarán a
represores que violaron o abusaron de mujeres detenidas en ese centro clandestino de detención
argentino. Ese juicio debía comenzar en el mes de marzo de este año pero se suspendió debido a la
pandemia del COVID-19.

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