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Inty Gronneberg: ‘Vivimos en un oscurantismo científico’

Desde que el covid-19 comenzó a regarse por el planeta la sociedad, a escala mundial,
volteó su mirada al trabajo que se genera desde la ciencia para mitigar la emergencia
sanitaria. En esta entrevista el inventor ecuatoriano Inty Gronneberg reflexiona sobre el
desarrollo científico en las últimas décadas y los cambios que se deben generar después
de esta pandemia.
Con una tercera parte de la población mundial en cuarentena, ¿cree oportuno
preguntarse para qué ha servido todo el desarrollo científico de los últimos 50 años?
No creo que solo sea oportuno preguntarse para qué nos ha servido la ciencia sino hacia
dónde vamos como sociedad. Hace unos días la directora de la parte ambiental de las
Naciones Unidas dio un discurso en el que dijo que el 70% de todas las nuevas
enfermedades infecciosas vienen de la naturaleza, porque nosotros estamos arrasando
con la biodiversidad del planeta.

Uno de los puntales de la ciencia siempre ha sido su capacidad predictiva. ¿Qué o


quién ha mermado esa capacidad?

Mientras más evidencia se encuentra sobre algo más solidez se da a ese argumento.
Cada vez más grupos científicos, a escala internacional, están confirmando lo que es
evidente, que la humanidad está yendo a un punto que la puede llevar a la extinción. La
contrafuerza en este contexto es que hay grupos económicos que siguen buscando un
desarrollo indiscriminado, sin pensar en las consecuencias en el mediano plazo.

Se suponía que la inteligencia artificial iba a prevenir a la humanidad sobre


situaciones como la que estamos viviendo.¿Todavía hay una brecha muy grande
entre realidad y la ciencia ficción?

La inteligencia artificial todavía no está en la capacidad de presentar conclusiones por


sí sola. Todavía requiere de una gran asistencia de los humanos para poder operar. Bill
Gates, en 2015, dio una conferencia basado en los estudios de una de sus fundaciones y
habló sobre la necesidad de que la humanidad esté preparada frente a eventos como una
pandemia.

¿Después de esta pandemia la comunidad científica no tendría que trabajar desde


un nuevo paradigma?

Me parece que, en general, la comunidad científica está más avanzada en relación a la


conciencia colectiva, frente a la necesidad de construir sociedades más resilientes y
sostenibles. La ciencia, sin embargo, está relacionada con los gobiernos y los fondos
que estos dan para que se pueda trabajar. El reto es tratar de que los gobiernos entiendan
el valor de la ciencia.

Corea del Sur aparece como el gran ejemplo en el manejo de esta emergencia
sanitaria. ¿Cuál es la relación entre desarrollo científico y desarrollo económico y
cultural de una nación?

En Corea del Sur, su desarrollo científico les ha permitido tomar decisiones con base en
análisis estadísticos. Otro ejemplo es lo que sucedió acá. Un grupo de 42 investigadores
escribió un documento sobre el covid-19 y se lo entregó al gobierno británico. En el
‘paper’ se decía que si se aplicaban solo medidas de mitigación, el Reino Unido iba
tener 500 mil personas muertas por covid-19.

En la estructura de las revoluciones científicas, Thomas Kuhn afirmó que las


crisis son prerrequisitos de las revoluciones. ¿Qué revolución científica se avecina?

Por un lado está la visión de ciertos países por tratar de seguir desarrollándose sin que
les importe el lado humano y medioambiental. En este escenario los ricos serán más
ricos. Por otro lado, está la visión de personas que son conscientes de que el modelo
actual tiene una fecha de caducidad. Hay que buscar la generación de una sociedad más
circular y cooperativa.

En países como China el desarrollo científico apunta al biocontrol, ¿hacia dónde


se debería apuntar en países más democráticos?

China tiene un modelo muy lineal de desarrollo cuya premisa es generar recursos
económicos a toda costa, sacrificando a su propia sociedad y no solo su entorno sino el
medioambiente global. Tenemos solo 10 años para virar el timón de ese barco gigante
que es la humanidad, si no vamos a terminar encallando camino a la extinción.

¿Por qué debería convertirse en una prioridad para países como Ecuador invertir
en el desarrollo científico?

En Ecuador, cada vez que hay crisis lo primero que se corta son los recursos para
investigación científica. Hay que pensar que el país necesita una ciencia local. No
podemos ser dependientes de lo que se hace en otros países. Los ecuatorianos vivimos
en uno de los lugares de la Tierra más biodiversos, pero al mismo tiempo más
inequitativos.

No es lo mismo hablar de desarrollo científico en el Reino Unido que en el


Ecuador, ¿cuál es la brecha y cómo reducirla?

Para reducir esa brecha necesitamos una nueva clase política, que entienda la
importancia de la ciencia y la tecnología para el desarrollo de una sociedad. Con una
clase política que mira a la ciencia como la última rueda del coche el país va a seguir
siendo una nación en desarrollo. Necesitamos un cambio de mentalidad político y social
que nos haga ver el oscurantismo tecnológico y científico en el que viven sociedades
como la nuestra.

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