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EXPLORANDO CONOCIMIENTOS SOBRE

INSTITUCIONES E INCERTIDUMBRE:
NUEVAS DIRECCIONES EN EL MANEJO DE RECURSOS NATURALES*

Lyla Mehta, Melissa Leach, Peter Newell,


Ian Scoones, K. Sivaramakrishnan y
Sally-Anne Way

INTRODUCCIÓN

La población que vive en las áreas rurales de los países en desarrollo enfrenta crecientes
incertidumbres que afectan sus formas de sustento. En la actualidad, una considerable
literatura enfatiza la importancia de las instituciones en el desarrollo y sostenibilidad de
formas de sustento, así como en el manejo y gestión de los recursos naturales que
contribuyen a ello. Sin embargo, gran parte de la discusión teórica sobre las instituciones
para el manejo de los recursos naturales, y ciertamente las perspectivas teóricas que han
influido mayormente en las políticas, no intenta ocuparse de estas incertidumbres,
dependiendo más bien de la imagen de un mundo predecible y de cálculos conocibles.
Además, en un mundo cada vez más globalizado es necesario analizar cómo las
instituciones se encargan del complejo engranaje de formas locales y globales de
incertidumbre que afectan las formas de sustento rurales.
En este artículo nos ocupamos de la naturaleza y amplitud de este problemático
vacío entre la teoría dominante y las realidades actuales. Exploramos variadas perspectivas
teóricas que ofrecen otras formas de conceptualizar las instituciones, formas que pueden
captar mejor el encuentro entre la gente y las incertidumbres, así como la manera en que
aquella les hace frente a través del despliegue de sus estrategias de sustento. Por ello, estas
formas de conceptualización pueden establecer las bases de investigaciones y políticas
mejor enfocadas.

*
Originalmente publicado como Exploring understandings of institutions and uncertainty: new directions in
natural resource management, IDS Discussion Paper No. 372, 2000, Institute of Development Studies,
University of Sussex, Brighton. Traducido por Danny Pinedo.

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Empezamos situando la escena, por un lado, delineando cómo las poblaciones
rurales hacen frente hoy a un nivel y una serie sin precedentes de incertidumbres en el
mantenimiento de sus métodos de sustento y, por el otro, considerando cómo estas
circunstancias se relacionan con las recientes tendencias en la gestión ambiental.
Continuamos, en la sección 3, resaltando la importancia de tres tipos particulares de
incertidumbre, los cuales denominamos respectivamente “incertidumbre ecológica”,
“incertidumbre del sustento” e “incertidumbre del conocimiento”.
En las siguientes secciones, exploramos cómo puede entenderse la influencia de
estos tres tipos de incertidumbre sobre los arreglos institucionales para el manejo del
ambiente y de los recursos naturales. La sección 4 examina cómo un amplio conjunto de
enfoques teóricos de las ciencias sociales entiende las instituciones, empezando con las
teorías de la Nueva Economía Institucional y de la Propiedad Común, que hasta la fecha
han dominado los debates sobre el manejo de recursos naturales. Esto se aplica tanto al
trabajo con un enfoque local y, con ciertas adaptaciones, al trabajo sobre relaciones
internacionales y temas de gestión global. Luego pasamos a diversos enfoques de la
antropología, la sociología y los estudios legales. La intención no es proporcionar una
revisión completa de la literatura, sino más bien resaltar las potencialidades y limitaciones
de cada enfoque, particularmente de su capacidad para dar cuenta del nexo entre las
instituciones y la incertidumbre. Continúa la sección 5 presentando tres breves estudios de
caso sobre formas de sustento, instituciones e incertidumbres rurales, ilustrando los tipos de
procesos e interrelaciones que un análisis fino del manejo ambiental y de recursos naturales
necesita en la actualidad comprender. En la sección 6, sacamos juntos lecciones tanto de la
revisión teórica como de los estudios de caso a fin de sugerir una perspectiva para la
investigación conceptual y de campo así como para la acción. Todo ello con el objetivo de
mejorar el análisis políticamente relevante de las dimensiones institucionales de las formas
de sustento rural y la gestión ambiental en el contexto de las incertidumbres.

GESTION AMBIENTAL EN UNA ERA DE INCERTIDUMBRE

La población rural ha empleado siempre arreglos institucionales y estrategias de sustento


flexibles para hacer frente a las variaciones ecológicas y estacionales, especialmente en
ambientes propensos al riesgo como las tierras áridas. Sin embargo, las fuerzas de la

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globalización generan hoy nuevas formas de incertidumbre y vulnerabilidad, mientras que
las prácticas e instituciones locales son alcanzados cada vez más por los procesos globales
de cambio1. Por ejemplo, actualmente el comercio internacional y los arreglos que lo
rodean vinculan a los pobres rurales y sus productos, mercados y recursos naturales, con
cadenas de mercancías globales, mercados del norte y flujos globales de capital. Resulta
más claro aún que los procesos de mantenimiento del sustento y del manejo de recursos
naturales en el ámbito rural están firmemente vinculados a regímenes económicos, políticos
y estéticos construidos en diversos lugares del mundo. Este vínculo engendra nuevas
formas de incertidumbre que se suman a los que ya afectan la vida de los pobres. También
subraya que, en forma creciente, los arreglos institucionales que median el acceso de los
pobres a los recursos deben entenderse como parte de un complejo conjunto de arreglos que
vinculan foros locales y globales.
Otras tendencias globales contemporáneas contribuyen a multiplicar la serie de
incertidumbres que en la actualidad afectan la vida de la gente. En primer lugar, el rápido
cambio tecnológico – por ejemplo, en el contexto del surgimiento de la biotecnología o de
la nueva tecnología de la información – ha ido de la mano de una difusión de riesgos
ambientales y de un cambio social sin precedentes. En respuesta, Ulrich Beck (1991) ha
presentado argumentos en favor del surgimiento de una “sociedad del riesgo”, la cual está
marcada por nuevas formas de riesgos y peligros que abarcan los dominios biofísico,
científico y del conocimiento. Estos riesgos no pueden ser confinados a fronteras espaciales
y temporales y no son estadísticamente calculables. Existe una incertidumbre fundamental
en la determinación y percepción de los riesgos. Es útil en este punto distinguir entre riesgo
e incertidumbre. El riesgo puede verse como una situación en la que se pueden calcular la
probabilidad o los resultados alternativos. En contraste, incertidumbre describe una
situación caracterizada por indeterminaciones en la que es imposible calcular
probabilidades (ver Knight 1921; Douglas 1985). La “sociedad del riesgo” – como un
concepto desarrollado en contextos industriales del Norte – es relevante para la vida rural
dado que las incertidumbres y percepciones del riesgo a nivel local están cada vez más
articuladas a la incertidumbre a una escala global debido al rápido cambio ambiental y
tecnológico. Se supone que los antiguos marcos institucionales del manejo ambiental y sus

1
La noción de globalización es en sí mismo algo indefinido. Nuestro propósito en este artículo es cuestionar
las dicotomías convencionales entre lo local y lo global. En realidad, puede argumentarse que la globalización
va de la mano con tendencias simultáneas de localización y regionalización (Appadurai, 1996; ver también el
número especial de Development and Change, 1998, Vol. 29, No. 4)

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supuestas relaciones entre el estado, los expertos científicos y el público son inadecuados
para la comprensión o gestión de estos procesos articulados. Por eso, se requiere mayores
cambios en el pensamiento acerca de las formas de gestión.
En segundo lugar, programas generales de reforma económica estructural,
privatización y descentralización, que emanan frecuentemente de instituciones
internacionales y de concepciones globalizadas sobre mercados efectivos o buena gestión,
interactúan ahora con los procesos locales que determinan las formas de sustento de la
gente. El entendimiento de los arreglos institucionales para el acceso a los recursos debe
abarcar estas interacciones y las incertidumbres que generan. Por ejemplo, la privatización
y los cambios en los regímenes de propiedad han dado origen a nuevos conflictos en torno a
los recursos naturales, vinculados a la cuestionada responsabilidad institucional entre reglas
formales e informales o entre grupos de usuarios en pugna.
A nivel mundial, el manejo de recursos ambientales tiende en la actualidad a estar
atrapado en dos procesos contradictorios que afectan, aunque en diferentes formas, la vida
de los pobres. Por un lado, es evidente una globalización de procesos a través de las
convenciones, leyes y estructuras de disciplina fiscal internacionales, mientras, a una escala
más local, están proliferando esquemas para incrementar la participación local en el manejo
de recursos naturales. Así, se sostienen discusiones en foros internacionales sobre nuevos
protocolos para la bioseguridad, alimentos genéticamente modificados y mecanismos de
regulación para la gestión de derechos de propiedad intelectual, las cuales se combinan con
iniciativas anteriores sobre los bosques, la desertificación, la biodiversidad, la fauna
silvestre y los océanos con el propósito de generar una formidable constelación
internacional de regulaciones. La armonización de los estándares ambientales y las
restricciones al comercio se han convertido también en una preocupación mayor para las
agencias internacionales que administran los aspectos económicos de la globalización (Esty
1994). Respaldadas por el peso de organizaciones internacionales como las Naciones
Unidas, las convenciones globales han engendrado también en su imagen una serie de
planes de acción nacional e iniciativas privadas tales como los programas de certificación
de tala sostenible de bosques dirigidos por organizaciones no-gubernamentales (ONGs).
Están proliferando también llamados a la participación local y la devolución en el
manejo de recursos naturales. La devolución ha surgido como la principal estrategia para
implementar las decisiones de la Agenda 21 sobre el ambiente, la promoción de la reforma
de la gestión y el fomento de la empresa económica. Ejemplos notables en el sector de los

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recursos naturales son las cooperativas de riego, el manejo forestal asociativo y las
iniciativas de manejo comunitario de fauna silvestre (Pimbert y Pretty 1995; Poffenburger y
McGean 1996; Madsen 1998). Por un lado, esta devolución – como los programas de
privatización – responde a ideas económicas globales de que los mercados y los gobiernos
locales deberían asumir más tareas de las que hasta ahora han sido desempeñadas por
maquinarias estatales grandes, ineficientes y centrales (Crook y Manor 1998). Por otro lado,
la difusión de las iniciativas de conservación y manejo comunitario de recursos naturales ha
buscado redescubrir las virtudes del conocimiento indígena, promover el manejo de
recursos locales y comunales a pequeña escala así como apoyar y empoderar las propias
iniciativas de la gente en la autogestión de los recursos naturales que son claves para las
formas de sustento locales. Iniciativas de devolución financiadas por el gobierno, donantes
u ONGs han seguido frecuentemente la identificación de comunidades bajo la presunción
de que éstas son estables y capaces de manejar ordenadamente los recursos de acervo
común. A estas comunidades se les ha conferido entonces cierto grado de responsabilidad
por una unidad específica de recursos territorialmente limitada. No obstante, la vasta
literatura sobre las instituciones locales en el manejo de recursos naturales sobre la cual este
interés político ha sido construido, y a la cual además contribuye, no ha podido dar cuenta
de la manera en que los programas de descentralización pueden por sí mismos multiplicar
las incertidumbres experimentadas localmente. Las incertidumbres ya presentes en el
interjuego de diversas demandas sobre los recursos de acervo común se articulan con
estructuras institucionales nuevas y superpuestas cuya intención es promover el
empoderamiento y la democratización locales, pero en la práctica involucran nuevas
relaciones con instituciones nacionales e internacionales.
Esta compleja e históricamente emergente estratificación de dominios
institucionales que resultan de las tentativas de gestión ambiental a través del tiempo,
complejiza aún más los arreglos institucionales para la sostenibilidad del manejo de
recursos naturales y del sustento en el mundo contemporáneo. Y la multiplicación de
formas institucionales y lugares para la gestión ambiental y el manejo de recursos naturales
mismo genera mayor incertidumbre en la medida que los individuos, grupos sociales y
organizaciones compiten por el control de los recursos y sus futuros. El resultado es, por un
lado, que la división convencional entre lo local y lo global así como entre lo formal y lo
informal se ha vuelto redundante y, por el otro, que la ambigüedad, la complejidad y la
incertidumbre caracterizan cada vez más las condiciones de gestión y manejo de recursos.

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Los arreglos institucionales a través de los cuales la gente desarrolla y da sostenibilidad a
sus formas de sustento deben entenderse en términos que tomen en cuenta adecuadamente
estas condiciones contemporáneas.
Antes de explorar la medida en que los actuales enfoques teóricos en el estudio de
las instituciones son capaces de dar cuenta de las incertidumbres en tanto éstas afectan las
formas de sustento en el ámbito rural, es útil para los propósitos analíticos delimitar con
más precisión el campo de las incertidumbres. De esta manera, la Sección 3 delinea los tres
tipos de incertidumbre en los que hemos decidido enfocarnos.

COMPRENDIENDO LA INCERTIDUMBRE

Los años que precedieron al nuevo milenio se han caracterizado por una creciente
conciencia sobre los numerosos riesgos, incertidumbres e indeterminaciones que
caracterizan al mundo natural y social que habitamos, al interior de los cuales se localizan y
funcionan las instituciones. Sin pretender abarcar todo, en esta sección destacamos tres
tipos de incertidumbre que parecen ser de particular significancia para la población rural
pobre: incertidumbres ecológicas, incertidumbres del sustento e incertidumbres del
conocimiento. Estos tipos de incertidumbre sugieren interesantes distinciones analíticas en
las formas en que funcionan y pueden relacionarse con las instituciones:
Nuevos conocimientos en la ecología han cuestionado las nociones de estabilidad y
equilibrio en la naturaleza (Zimmerer 1994; Scoones 1994). Por el contrario, los
ecosistemas se caracterizan cada vez más por su variabilidad e impredecibilidad en el
tiempo y el espacio y por el frecuente predominio de dinámicas en desequilibrio. Este
cambio de perspectiva ha apoyado la comprensión de la manera en que la población rural se
adapta continuamente a las diversas incertidumbres que surgen de las variaciones en el
clima y en la disponibilidad de recursos. Por ejemplo, ha alentado nuevas evaluaciones en
los campos de la ecología de pastos, manejo de bosques, pesquerías y control de plagas.
Comprender las incertidumbres ecológicas es, de esta manera, fundamental para la
comprensión de las dinámicas de los sistemas de manejo de recursos en una serie de
contextos ambientales.
Las condiciones de la era post-industrial y de la era moderna tardía han dado lugar a
otras formas de incertidumbre del sustento causadas por una serie de factores que abarcan

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los mundos ecológico, económico y social. Estos incluyen, por ejemplo, eventos
ambientales impredecibles y riesgos que se originan extralocalmente (por ejemplo, riesgos
nucleares, crecientes residuos y polución industriales, ver Beck 1991). De manera creciente,
los sistemas económicos se caracterizan también por ser inciertos y estar en constante flujo,
presentando flujos de capital que no conocen fronteras y mercados financieros que a
menudo se comportan de una manera impredecible. El mundo social se caracteriza también
por la incertidumbre y la complejidad en términos de actores heterogéneos y pluralismo
institucional.
¿Cómo se vinculan estas incertidumbres con las formas de sustento de las
poblaciones rurales pobres? A pesar que muchos riegos se han generalizado, el panorama
refleja inevitablemente la distribución existente de poder y estatus, dejando más vulnerables
las formas de sustento de la población pobre. Ya sea que tales riesgos surjan de fuentes
biofísicas (por ejemplo terremotos, sequía), ya sea que se trate de riesgos “manufacturados”
(ver Giddens 1995) que se deben a intervenciones humanas (por ejemplo, polución o
cambios en los precios de las mercancías), representan realidades a las cuales la gente debe
responder. La bien documentada variedad de estrategias del sustento, tanto las adaptativas
como las que hacen frente a las incertidumbres, y de los arreglos institucionales asociados a
ellas, es testigo de la importancia, para la resiliencia y sostenibilidad de las formas de
sustento, de los mecanismos que permiten responder a la incertidumbre (Davies 1996;
Chambers 1989; Scoones 1994). Si embargo, dados los nuevos contextos creados por la
globalización, incluyendo las nuevas formas de incertidumbres del sustento que afectan a
otras vastas poblaciones además de aquellas que viven en ambientes propensos al riesgo, se
requieren nuevos conocimientos sobre la manera en que la gente y las instituciones hacen
frente a estas incertidumbres del sustento.
Las incertidumbres son también una rasgo característico del conocimiento acerca
del fenómeno y cambio ambientales. Muchos estudios destacan ahora cómo los supuestos
científicos están enraizados en particulares compromisos, necesidades y tendencias sociales
y políticos. Por lo tanto, el conocimiento científico es siempre parcial y no tiene absolutas o
ciertas pretensiones de verdad. De manera similar, el conocimiento que las personas
“profanas” tienen acerca del mundo ecológico y social nunca es completo, sino más bien
plural, parcial, contingente, situado y objetable (por ejemplo, Funtowics y Ravetz 1993;
Wynne 1990; Harding 1987). Las incertidumbres surgen, en primer lugar, debido a que el
conocimiento de cualquier persona es incompleto e incapaz de dar cuenta de los riesgos y

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peligros que son invisibles desde su perspectiva parcial. Así, las decisiones se toman
inevitablemente en ausencia de un conocimiento completo. En segundo lugar, la misma
pluralidad de conocimientos y perspectivas sobre cualquier tema dado genera
incertidumbres: se torna imposible predecir el comportamiento de otros que pueden ver las
cosas de diferente manera y se dificulta el entendimiento de las consecuencias
impredecibles allí donde las conexiones causales están sujetas a debate y la ciencia es vista
también como enraizada en diferentes perspectivas. Nos referimos a toda esta variedad de
incertidumbres como incertidumbres del conocimiento.
En la Sección 4 exploramos cómo los diversos trabajos sobre instituciones ven estas
diferentes formas de incertidumbre que abarcan los campos ecológico, social y económico.
Al tomar este enfoque integrativo, esperamos captar las complejidades e incertidumbres
tanto en el mundo social como en el natural. Por un lado, si bien las instituciones sociales
en el manejo de recursos naturales han sido a veces estudiadas en forma sofisticada, con
frecuencia estos análisis han interpretado al ambiente como una caja negra indiferenciada o
usando inapropiados conceptos estáticos. Por otro lado, a menudo los enfoques que captan
en forma efectiva las dinámicas e incertidumbres ambientales y ecológicas no han
considerado la naturaleza dinámica y diferenciada de las instituciones y organizaciones
sociales. Uno de nuestros propósitos es mostrar cómo los conocimientos de las recientes
teorías sociales y ecológicas pueden combinarse mejor.

COMPRENDIENDO LAS INSTITUCIONES Y LA INCERTIDUMBRE

Una amplia literatura de las ciencias sociales se ha enfocado en la comprensión del riesgo
y, en una medida algo menor, en la incertidumbre. En el Reino Unido, los debates en torno
al riesgo han hecho una clara distinción entre aquellas formas de entender el riesgo que se
basan en una comprensión positiva de la ciencia y aquellas que se centran más en los
aspectos culturales y sociológicos del riesgo2. En forma general, el riesgo es definido en
términos biofísicos como culturales. Cualquiera sea el enfoque, se destaca cada vez más la

2
Sin embargo, gran parte de estos debates se han centrado en lo que definimos como incertidumbres del
conocimiento. De acuerdo a Mary Douglas, “cada elección que hacemos está plagada de incertidumbre. Esa
es la condición básica del conocimiento humano. Gran parte del análisis de riesgos es acerca de tratar de
convertir las incertidumbres en probabilidades” (Douglas 1985: 42). Un gran número de trabajos sobre el
riesgo se ha centrado en las percepciones del riesgo, algunos de los cuales hacen uso de la teoría cultural de
Douglas (ver, por ejemplo, Douglas y Wildavsky 1982; O’Riordan y Jordan 1999).

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importancia de las instituciones en dos formas: (1) como elemento clave para el manejo del
riesgo en términos de facilitar las adaptaciones a nivel local (Batterbury y Forsyth 1999); y
(2) en la construcción discursiva de lo que entendemos por riesgo (ver, por ejemplo, Wynne
1990). Los análisis más sociológicos y culturales han inspirado discursos con respecto a la
evaluación del riesgo, las percepciones sobre el mismo y sus vínculos con los contextos
histórico, político e institucional. Sin embargo, ha habido una tendencia a que estas
perspectivas centren su enfoque en el norte, ignorando los conocimientos sobre las formas
de sustento rural y las diversas maneras en las que la gente hace frente a las diferentes
formas de incertidumbre en varios contextos institucionales.
En la literatura sobre el manejo de recursos naturales, las instituciones son
consideradas como claves para la adaptación de formas de sustento sostenibles y el manejo
de recursos naturales. Al mismo tiempo, el entendimiento de las instituciones es
considerado en la actualidad como un factor central para el éxito de las políticas en esta
área. En el campo de las políticas sobre recursos naturales, estos análisis han mostrado una
tendencia a basarse, ya sea explícita o implícitamente, en enfoques inspirados en la
perspectiva teórica de los Recursos de Propiedad Común (RPC), la cual tiene vínculos
cercanos con la de la Nueva Economía Institucional (NEI). Estos enfoques han establecido
firmemente que las instituciones son importantes y que la población local, así como los
gobiernos estatales, pueden manejar exitosamente los recursos a través de regímenes de
propiedad que varían en escala y espacio.
Estos enfoques han tenido un éxito admirable en dirigir la atención lejos de las
simplistas ecuaciones neo-malthusianas sobre la población, la disponibilidad de recursos y
la degradación ambiental. Han ofrecido también un conjunto de factores fuertes y basados
en la teoría que conllevan a una acción colectiva efectiva en el manejo de recursos
naturales. Sin embargo, al mismo tiempo resulta claro que ahora a menudo las formas en
que estas perspectivas conciben las instituciones y su funcionamiento no coinciden con la
realidad. En primer lugar, las teorías institucionales formales que especifican derechos,
reglas y regulaciones son inadecuadas para tratar situaciones de manejo de recursos
caracterizadas por relaciones y prácticas complejas, superpuestas y ambiguas. En segundo
lugar, estos enfoques han mostrado una tendencia a asumir una división no-interactiva entre
instituciones formales e informales y entre arreglos locales, nacionales e internacionales.
Sin embargo, la evidencia sugiere que los recursos naturales son en realidad manejados en
medio de una mezcla de tipos y arreglos institucionales que trascienden estas divisiones y

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tienden a ser confusos, superpuestos y cargados de intereses de poder. Finalmente, algunos
de los enfoques más convencionales han tendido a ver las instituciones como estáticas y
ahistóricas, siendo incapaces de dar cuenta de cómo responden dinámicamente a los riesgos
e incertidumbres.
No hay una definición estándar de instituciones y, como lo mostrarán las siguientes
sub-secciones, éstas son definidas en diferentes formas por diferentes analistas y dentro de
diferentes tradiciones teóricas. En general, las instituciones son entendidas ya sea como
autorización (en términos de proveer a la gente de formas a través de las cuales pueden
negociar su paso por la vida) o como restricción (en el sentido de proporcionar reglas para
la acción). La mayoría de las principales corrientes teóricas sobre las instituciones y las
tradiciones teóricas que hasta la fecha han influido más en los trabajos sobre el manejo de
recursos naturales, tienden a ver las instituciones como reglas, regulaciones o convenciones
que imponen restricciones al comportamiento humano a fin de facilitar la acción colectiva
(por ejemplo, North 1990). Estos enfoques tienden a ver las instituciones en términos
funcionalistas y administrativos. Otros enfoques ofrecen alternativas que ven a las
instituciones en términos más procesales y dinámicos (por ejemplo, Cleaver 1998); como el
producto de prácticas sociales y políticas; como lugares donde la producción, la autoridad y
la obligación son cuestionados y negociados (Berry 1989) o como parte de la interacción
entre el conocimiento y el poder. Antes que meras reglas o regulaciones, las instituciones
son vistas como lo que la gente “hace” o como la manera en que la gente “se comporta”;
dichos enfoques confieren así a los actores de un mayor rol como agentes. Y, por lo menos
en algunas perspectivas, las instituciones son vistas como inseparables de lo que la gente
sabe y cree.
Un número de trabajos y tradiciones analíticas se ha ocupado de las instituciones
desde este conjunto de perspectivas. Algunos de estos enfoques sólo han sido escasamente
aplicados al contexto de las políticas de manejo de recursos naturales. Sin embargo, una
reflexión sobre algunos de estos trabajos más amplios ofrece potencialmente algunas pistas
para un análisis más sofisticado de las relaciones entre instituciones e incertidumbre en el
contexto de globalización descrito antes. Por lo tanto, las siguientes secciones remarcan un
conjunto de diferentes enfoques teóricos y ofrecen una discusión de sus particulares
potencialidades y limitaciones para la comprensión de la forma en que las instituciones
funcionan.

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La Nueva Economía Institucional, acción colectiva y la teoría de la propiedad común

Los enfoques del costo de transacción y de la acción colectiva son los dos enfoques claves
en la literatura de la Nueva Economía Institucional (NEI). Ambos enfoques conciben a las
instituciones en formas ligeramente diferentes, a pesar de compartir varios principios
centrales. Las instituciones son concebidas generalmente como “las reglas del juego de la
sociedad” (ver Ostrom 1990) que proporcionan restricciones a la acción. North (1990) ve a
las instituciones como reglas y convenciones formales, que incluyen códigos informales de
comportamiento o normas, que emergen para regular el comportamiento y la interacción
humanos. Esto, en el contexto de la perspectiva de los costos de transacción, sugiere que la
función de la institución es minimizar los costos de un constante monitoreo y respuesta al
comportamiento de motivación individual. Las instituciones importantes para el manejo de
recursos naturales pueden ser tanto deliberadas (por ejemplo, las reglas de tenencia de la
tierra) o no-deliberadas (por ejemplo, el mercado). Otros han conceptualizado a las
instituciones más en términos de redes, incluyendo aquellas redes descritas con el término
capital social, o en términos de organizaciones más formales que son las expresiones
formales, jerárquicas y geográficamente concentradas de estructuras de gestión basadas en
reglas para la conducta de las relaciones sociales (por ejemplo, entidades corporativas,
burocracias, federaciones, comités de manejo de recursos).
En contraste, los analistas del enfoque de los recursos de propiedad común (RPC)
como Ostrom (1990), tienden a basar sus teorías en la teoría de juegos, ocupándose de los
dilemas de la acción colectiva y centrándose en las formas en que las instituciones o reglas
pueden ser deliberadamente diseñadas para producir acción colectiva. La ahora abundante
literatura sobre el manejo de RPC ha sido clave para establecer la significancia de las
instituciones locales, particularmente en el manejo de recursos naturales. Inicialmente
formulada en respuesta a la pesimista “tragedia de los bienes comunes” de Hardin (1968),
esta literatura enfatizaba en sus inicios la distinción entre situaciones de acceso abierto (a
las que la tesis de Hardin se aplica mejor) y las verdaderas situaciones de bienes comunes
en las que las instituciones regulan el uso y manejo de los recursos (por ejemplo, Bromley y
Cernea 1989). Gran parte de la literatura sobre RPC se ha enfocado en situaciones locales y
el establecimiento de las condiciones bajo las cuales la acción colectiva en el manejo de
recursos funciona en forma efectiva, incluyendo límites claros para los recursos y relativa
homogeneidad socioeconómica entre los usuarios (Ostrom 1990; Wade 1988).

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El análisis de los RPC ha hecho también importantes contribuciones al centrar su
atención en la importancia de las instituciones informales para el manejo de recursos
naturales. En el campo del manejo de recursos hídricos, por ejemplo, las instituciones
formales incluyen comités de riego organizados por el estado que manejan canales y
sistemas de riego e imponen multas y cobros. Instituciones informales podrían incluir la
autoridad del sacerdote local y una tradición de mantenimiento de un sistema particular de
canales que tiene siglos de antigüedad. Estas instituciones informales son legitimadas por la
ley consuetudinaria, normas sociales y religiosas y patrones de comportamiento. Desde la
perspectiva de las políticas, los analistas de los RPC han mostrado cómo los planificadores
han ignorado y a menudo deslegitimado erróneamente las instituciones indígenas para la
gestión de recursos (Bromley y Cernea 1989).
No obstante, los enfoques de los RPC se han centrado mayormente en las
instituciones “deliberadas”, asumiendo frecuentemente que las instituciones son diseñadas
(o “construidas” en términos de Ostrom) específicamente para desempeñar ciertas
funciones de manejo de recursos naturales. Por eso, el énfasis es puesto en asociar
instituciones particulares a temas particulares como comités de manejo de agua, grupos de
pesca, etcétera. Esto contrasta con el énfasis en gran parte de los trabajos sociológicos y
antropológicos (y algunas perspectivas de los RPC más recientes que se han ampliado para
incorporar estos enfoques) que, como discutiremos más adelante, examinan la compleja
matriz de instituciones en las que la gente desarrolla sus vidas y el manejo de recursos
naturales puede comprometer muchas instituciones sociales diferentes.
Adicionalmente, los trabajos iniciales sobre la propiedad común en el manejo de
recursos han asumido y contribuido a la reproducción de nociones particulares de la
comunidad como una entidad relativamente homogénea y con límites claros. El énfasis en
la comunidad tiende a llevar hacia una conceptualización particular de las relaciones con
los actores e instituciones no-locales. Éstos últimos tampoco han sido vistos como la causa
de presiones externas (la inadecuada intervención del estado ha sido vista de esta manera
como causante de la “quiebra” de sistemas de RPC) o – en una vertiente más positiva – se
argumenta que “ambientes externos permisivos” y apropiados niveles de “concatenación”
de instituciones locales con instituciones de un nivel más alto, permiten una autogestión
efectiva por las instituciones de RPC (Ostrom 1990). A menudo, el resultado es ignorar las
ambigüedades que resultan de la superposición de instituciones y la compleja interacción
entre formas institucionales locales y no-locales.

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Con una visión corporativa y homogénea de la comunidad, gran parte de las
principales corrientes de trabajo sobre instituciones ha ignorado cuestiones que tienen que
ver con las diferencias sociales y los intereses diversos y a veces conflictivos de los
usuarios de los recursos. El enfoque en la acción colectiva ha tendido a desviar la atención
lejos del hecho de que así como las instituciones pueden aumentar la cooperación, también
pueden estar llenos de conflictos, divisiones faccionales y relaciones de poder. Trabajos
recientes sobre RPC han reconocido que los trabajos iniciales sobre acción colectiva
asumieron actores homogéneos a fin de que el análisis sea más manejable (Keohane y
Ostrom 1995). Los trabajos recientes han prestado mayor atención a las diferencias en las
capacidades (concebidas mayormente en términos de sus recursos), preferencias (sobre
políticas y resultados) y conocimiento (concebido como acceso a información y
“creencias”) de la gente. Sin embargo, este trabajo está aún abierto a crítica por descuidar
las dimensiones socio-culturales de las creencias y la información, así como las asimetrías
de poder. El análisis también se enfoca en gran parte sobre la posibilidad de que las
instituciones faciliten la acción colectiva a pesar de la heterogeneidad, pasando por alto que
las instituciones per se son heterogéneas, se asientan sobre el poder, son exclusivas y
pueden reforzar de esta manera patrones heterogéneos de uso de recursos basados en la
dominación y la dependencia.
La sobredependencia de los trabajos iniciales sobre recursos de propiedad colectiva
con respecto a las visiones economicistas del comportamiento humano y a la noción de una
racionalidad universal, de una actor maximizador, ha sido también una fuente de crítica
para estos enfoques. Los teóricos socioeconómicos (por ejemplo, Etzione 1985) y los
sociólogos económicos (por ejemplo, Granovetter 1985; Granovetter y Swedberg 1992)
argumentan en contra del individualismo metodológico. Ellos enfatizan el enraizamiento de
la acción económica en redes sociales y personales en curso, así como la naturaleza
socialmente construida de las instituciones económicas.
Los antropólogos y sociólogos que se ocupan del manejo de recursos han
argumentado que, en la visión de la NEI, las instituciones son representadas en términos
funcionalistas y estáticos, ignorando su enraizamiento en la especificidad de la historia
local y la socialidad (Mosse 1997; Mehta 1997; Cleaver 1998). Hay un sobreénfasis en las
perspectivas evolucionistas que ven a las instituciones como si se dirigieran hacia la
eficiencia, ignorando cuestiones concernientes a la economía política y la historia, como
también al hecho que lo que es eficiente para unos puede no serlo para otros. North (1990),

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por ejemplo, usa un análisis histórico para argumentar porqué instituciones ineficientes
persisten a pesar de altos costos de transacción. Sin embargo, hay una tendencia a usar
modelos deterministas para dibujar un alto grado de causalidad entre instituciones, culturas
y economías eficientes o “correctas”, sugiriendo que algunos países y culturas son
propensos a la ineficiencia debido a instituciones “equivocadas”. Por lo tanto, las
instituciones son vistas en términos administrativos o intervencionistas, incluso como
formas de vida e historias de la gente foránea. Enfoques alternativos, basados en la
antropología y la sociología, sugieren que las instituciones pueden ser vistas en formas
menos estáticas y más procesales y dinámicas (ver más adelante).
En un intento por salir del enfoque local que caracteriza a gran parte de la
investigación sobre RPC, se han realizado recientemente varios intentos de usar la teoría de
los RPC para analizar los problemas ambientales globales (Keohane y Ostrom 1995). Estas
aplicaciones explícitas complementan otros trabajos sobre temas de gestión global del
ambiente que discutimos en la Sección 4.4. Las aplicaciones de la teoría de los RPC han
comparado los dominios local e internacional usando el concepto de “escala”, que se refiere
a las diferencias entre estos dominios, omitiendo así la posibilidad de verlos como
articulados. Aplicando este mismo marco analítico, este trabajo repite por lo tanto muchos
de los problemas del análisis más local. Sin las herramientas conceptuales para examinar en
forma más dinámica las relaciones entre lo local y lo global en el manejo de recursos
naturales, las oportunidades para examinar cómo las incertidumbres locales se vinculan a
los procesos globales no pueden aprovecharse. Además, los enfoques de la NEI asumen
sistemas económicos y sociales con límites claros y cerrados, así como ambientes en
equilibrio, en lugar de ver los mundos social, económico y ecológico como abiertos y
sujetos constantemente al cambio y a la incertidumbre. En consecuencia, las estrategias del
sustento no son vistas como cambiantes y diversas.
Los enfoques de los RPC y de la NEI también presuponen en general una división
no-interactiva entre instituciones formales e informales. En consecuencia, la tendencia de
las prescripciones políticas ha sido centrarse ya sea en recomendaciones a nivel del estado,
ya sea en instituciones (informales) a nivel local. Esta dicotomía no logra captar las
realidades empíricas en las que las interrelaciones y las superposiciones se vinculan a varios
dominios institucionales, refutando la existencia de una hermética separación formal-
informal. En este “intermedio confuso”, los arreglos institucionales pueden ser altamente
cuestionados y estar plagados de ambigüedad y apertura a interpretaciones divergentes.

122
Aún así, al interior de la teoría de la NEI y de los RPC, no ha habido virtualmente ningún
intento de conceptualizar este confuso espacio medio; de hecho, el privilegio tanto del
ámbito formal como del informal ha disminuido la importancia de este terreno como un
área de investigación.
En efecto, la corriente principal en la literatura de la NEI y de los RPC tiende a ver a
las instituciones como elementos claves para eliminar la incertidumbre, en términos de
costos de transacción e información. El supuesto básico es que las instituciones compartidas
colectivamente ahorran los costos de monitoreo e imponen determinado tipo de
comportamiento. En la mayoría de casos, las instituciones son vistas como formas
eficientes de reducir la incertidumbre (por ejemplo, Williamson 1985). La teoría de la
acción colectiva presenta también las instituciones como “reglas del juego” (Ostrom 1990)
y sugiere que la acción colectiva funcionará allí donde persisten las expectativas de que la
gente y las organizaciones se comporten de acuerdo a las reglas. La acción colectiva y la
obediencia pueden verse como opciones racionales en la medida en que producen
resultados beneficiosos para todos y, a veces, incluso cuando la acción egoísta produce
resultados colectivamente subóptimos.
Por lo tanto, las instituciones tienden a ser vistas como una forma de regular la
acción con el objeto de eliminar la incertidumbre, usualmente en términos de
comportamiento de la gente (por ejemplo, el Dilema del Prisionero). Muchos de estos
análisis no son lo suficientemente amplios para incluir las incertidumbres ecológicas o las
incertidumbres creadas por los eventos económicos y ambientales globales, los que aquí
denominamos incertidumbres del sustento. Esto sucede incluso donde el dilema de la
acción colectiva subyacente es conceptualizado en términos de impactos exógenos sobre el
sustento, como la escasez de recursos (por ejemplo, Wade 1988). De esta manera, las
sugerencias de políticas a menudo resultan en un enfoque de ‘escoger la institución
correcta’ a fin de garantizar o estabilizar el comportamiento humano incierto, mediante el
establecimiento, por ejemplo, de un sistema legal formal y derechos de propiedad o normas
de comportamiento acordados. Los comportamientos oportunistas e impredecibles son
vistos como pasivos, a pesar del hecho que la investigación empírica enfatiza el valor de las
estrategias oportunistas para enfrentar las incertidumbres ecológicas y del sustento (ver el
Caso 1, discutido en la Sección 5).
No pretendemos desechar los numerosos logros de la teoría de la NEI y de los RPC.
Por el contrario, estas perspectivas han establecido satisfactoriamente una tradición de

123
interés en la relevancia de las instituciones locales para el manejo de recursos naturales,
sostenida por una teoría aparentemente robusta y de especial atractivo para planificadores
con visión económica. Sin embargo, las crecientes críticas que hemos resumido brevemente
aquí sugieren la cada vez mayor incapacidad de estas perspectivas teóricas para comprender
los complejos arreglos institucionales en los que vive la gente, en el contexto de las
incertidumbres de hoy.
En alguna medida, estas perspectivas y sus defectos tienen eco en la literatura sobre
temas de gestión ambiental en contextos internacionales, los cuales examinaremos ahora.
Nuestro interés en la siguiente sección es cómo la literatura conceptualiza el complejo
engranaje de realidades globales y locales. Esto es importante dadas las formas en las que el
escenario internacional se caracteriza cada vez más por negociaciones que tienen impactos
directos sobre el sustento a nivel local. La Sección 4.2 continúa con la revisión de si los
debates alrededor de la gestión global en la literatura sobre relaciones internacionales
conceptualiza las instituciones y la incertidumbre y cómo.

El contexto internacional y las cuestiones de la gestión global

Las últimas décadas han visto un crecimiento en la influencia de las instituciones supra-
nacionales e internacionales de gestión – organizaciones de tratados, bloques comerciales,
convenciones, organizaciones para establecer y monitorear normas, consorcios de donantes
– que están cada vez más enraizados en un conjunto mayor de procesos económicos y
políticos globalizados. Dichas instituciones globales influyen cada vez más en el control de
recursos y su manejo e intercambio, articulándose así directa e indirectamente a las
prácticas locales de manejo de recursos. El crecimiento de dichas instituciones es validado
por el ámbito de los problemas ambientales, particularmente de aquellos que son
considerados de alcance global y por lo tanto sobrepasan la jurisdicción de soberanía de los
estados-nación. La política de provisión de soluciones a estos problemas involucra la
transferencia de recursos y tecnología, la elaboración de arreglos financieros y sistemas
internacionales de vigilancia para informar y reclamar. Se asume a menudo que las
organizaciones internacionales son los vehículos apropiados para poner en marcha dichos
mecanismos.

124
Para los estudiosos de las relaciones internacionales (RRII), la cuestión crucial en lo
que a gestión se refiere se centra en la relación entre estas instituciones internacionales y los
gobiernos cuyo comportamiento intentan regular. Ciertos enfoques sobre las RRII han
tendido a usar argumentos similares a los encontrados en la literatura de los RPC,
observando el escenario internacional como un “bien común global”. Muchos de tales
enfoques, centrados en el escenario de la “tragedia de los bienes comunes” de Hardin
(1968), consideran la cooperación entre estados “egoístas” como algo difícil de alcanzar en
ausencia de instituciones regulatorias de amplia cobertura. De esta forma, la incertidumbre
es entendida, en su mayor parte, en términos de una anarquía hobbesiana de la cual se dice
que caracteriza a un sistema internacional que carece de una autoridad central (Bull 1977),
sugiriendo la necesidad de establecer instituciones globales que regulen el comportamiento
de los estados y desalienten el comportamiento oportunista. En el terreno ambiental, este
entendimiento conduce, por ejemplo, a esfuerzos de parte de los estados para imponer
mecanismos políticos tecnocráticos de “dominio y control” que aplican objetivos de
polución a todos los participantes de acuerdos globales sobre bases iguales.
En general, esta literatura tiende a centrarse en los problemas de acción colectiva,
conceptualizando las instituciones como las organizaciones formales que regularán la
acción. Si bien la escala de análisis es diferente, muchas de las críticas de este enfoque en
relación a instituciones locales, resumidas en la Sección 4.1, también se aplican aquí. Así,
gran parte del análisis conceptual de la gestión global se centra en un único tipo de
organización formal, el estado, que es visto como algo homogéneo, adoptando una visión
de las instituciones más bien estática y ahistórica (Young 1994; Gordenker y Weiss 1995;
Haas et al. 1993). La teoría del régimen, que es el marco dominante para reflexionar acerca
de cómo el sistema internacional puede dar cuenta de temas relacionados al cambio
ambiental (Rittberger 1995; Haas et al. 1993; Vogler 1995; Smith 1993), tiene una visión
limitada de las instituciones y se centra en áreas temáticas particulares, arreglos
institucionales formales y las configuraciones de los intereses de estado. La preocupación
por las relaciones entre los estados ha ayudado a reforzar la distinción entre la política
internacional y la política doméstica, entre lo global y lo local, a pesar del reconocimiento
de que la permeabilidad de la distinción entre los dos es tal que la oposición binaria sirve
más para añadir confusión analítica que para disminuirla (Putnam 1988; Keohane y Milner
1996). Debido a esto, ni el “terreno confuso” entre lo nacional y lo internacional
(representado por los vínculos entre secciones particulares del estado e intereses de

125
negocios o donantes foráneos) ni la miríada de capilares del poder político y económico que
conectan a los sistemas de manejo de recursos naturales a través del globo, han recibido una
atención sistemática en el estudio de las políticas ambientales globales.
El trabajo reciente en la literatura de las RRII sobre gestión está explorando formas
útiles de reflexionar acerca de la pluralidad de las instituciones involucradas en estas redes
de gestión ambiental, incluso a pesar que aún existe la tendencia a definir a las instituciones
en términos de organizaciones formales. El término gestión en los estudios de RRII se ha
convertido en algo así como un “atrapa todo” que describe las formas en que las actividades
de una multitud de actores, que incluye a los gobiernos, las ONGs y las organizaciones
internacionales, se superponen cada vez más (Rosenau y Czesmpiel 1992). El término
describe un complejo tapiz de demandas de autoridad en competencia. Para muchos, los
modelos pluralistas de gestión local son los medios más apropiados, eficientes y legítimos
de manejar los problemas que rebasan la habilidad de cualquier actor para abordarlos
(Gordenker y Weiss 1995). El sistema internacional de gestión ambiental se caracteriza por
instituciones en competencia y jurisdicciones superpuestas del estado y de grupos de interés
privado. Esto ha producido una compleja mezcla institucional, que incluye exclusivamente
regímenes privados (Haufler 1995), asociaciones entre el sector público y privado
(Glabergen 1998) y regímenes no-estatales como el Consejo Asesor Forestal y Marino (ver
Newell 1996). Lo que estas cambiantes alianzas de autoridad indican es una dispersión del
poder de regulación en el sistema global, en parte como respuesta al impacto de la
globalización sobre las estructuras de autoridad tradicionales. Estos nuevos enfoques
consideran que las redes de gestión funcionan tanto horizontalmente – involucrando la
cooperación de una plétora de actores relevante para el proceso de cambio ambiental –
como verticalmente – que busca involucrar la participación y cooperación de los actores a
nivel nacional y local.
Cada vez se reconoce más que las instituciones para la gestión global del ambiente
deben enfrentar los problemas de la incertidumbre del conocimiento. Una significativa
literatura sobre las “comunidades epistémicas” (ver Haas 1992) argumenta que, bajo
condiciones de incertidumbre del conocimiento, cuando los gobiernos se enfrentan a un
nuevo desafío ambiental ceden la palabra a los científicos para que éstos definan los riesgos
y proporcionen a los gobiernos una evaluación de los tipos de respuesta institucional que
son apropiados. Si bien estos argumentos reconocen la existencia de las incertidumbres del
conocimiento, tienden a privilegiar el conocimiento de una elite minoritaria antes que

126
aceptar definiciones plurales de riesgo e incertidumbre tal como son entendidos en otros
sistemas de conocimiento. La ciencia es considerada neutral, objetiva y por encima de la
lucha política. La percepción que entre los planificadores y el público se tiene sobre la
ciencia como la forma más alta de conocimiento, sirve para marginar otras formas de
conocimiento en la toma de decisiones sobre cuestiones ambientales. Inputs políticamente
relevantes se convierten en inputs de orientación técnica y base científica. Estos privilegios
organizaban lobbys e institutos científicos en el Norte, minimizando la importancia de otras
formas de conocimiento (por ejemplo, conocimientos “profanos”, indígenas y no
occidentales). El hecho que todas las formas de conocimiento, incluyendo la de los
científicos, sean inciertas, raramente es problematizado, a pesar de que algunos hilos
recientes en la literatura sobre las relaciones internacionales del cambio ambiental se basan
en los trabajos de la sociología de la ciencia para dar una explicación más matizada del rol
de la ciencia en las relaciones internacionales. Litfin (1993) y otros, por ejemplo, han
mostrado cómo la ciencia es usada como un mecanismo de validación en la competencia
por autoridad para definir lo que es conocimiento relevante para las políticas.
En resumen, dada la naturaleza multiescalonada y de varios niveles de la toma de
decisiones en los procesos ambientales, la literatura sobre gestión internacional ofrece
ciertos medios novedosos para conceptualizar la cada vez más compleja mezcla
institucional. Sin embargo, como en los trabajos sobre RPC, gran parte de la literatura aún
se basa en las nociones de acción colectiva que están sujetas a serias críticas. Además, el
interés central es en gran parte las instituciones formales, manteniéndose a menudo agudas
distinciones entre escenarios locales, nacionales y globales. A pesar que la noción del
estado como actor clave en la gestión ambiental ha sido problematizada, esto no se ha
extendido hacia la naturaleza compleja, articulada y confusa de las instituciones, excepto en
los recientes trabajos sobre redes. En la reflexión sobre las formas de sustento rural,
necesitamos ser más conscientes de las jurisdicciones superpuestas que cortan las divisiones
formal-informal y global-local e involucran conocimientos en discusión. Continuamos
ahora con la exploración de otros enfoques, que incluyen los de la antropología, la
sociología y el pluralismo legal, los cuales han empezado a escudriñar formas de romper
estas dicotomías. Estas perspectivas ofrecen un conjunto de orientaciones teóricas
alternativas que abren la posibilidad de repensar los enfoques convencionales de las
instituciones en el contexto de la incertidumbre.

127
Perspectivas antropológicas y sociológicas sobre las instituciones

Gran parte de la antropología social ha estado interesada, en un sentido amplio, en el


estudio de las instituciones. Ciertamente, el interés antropológico en las instituciones no
surgió del contexto del manejo de recursos naturales; más bien analizó la
institucionalización de un conjunto mucho más amplio de asuntos sociales, económicos y
políticos, incluyendo el parentesco, la descendencia y la herencia; temas religiosos;
producción, reproducción y distribución; y (como se discutirá en la Sección 4.4) orden
social y justicia. En consecuencia, los enfoques antropológicos del manejo de recursos
naturales han sido menos una investigación sobre instituciones deliberadas de manejo de
recursos naturales (o se han basado en el supuesto de que éstos existen o existieron) y más
una reflexión sobre cómo el manejo de recursos naturales tiene lugar a través y en el
contexto de instituciones sociales que no se han formado para dicho propósito. Sin
embargo, las perspectivas han diferido y cada cambio en las tradiciones teóricas trata a las
instituciones en forma diferente.
Por lo tanto, el estudio antropológico de las instituciones para el uso y manejo de
recursos naturales tuvo lugar a lo largo de líneas de debate inscritas en discusiones
antropológicas más amplias sobre la cultura y la sociedad. Para aquellos que entendían las
culturas como sistemas simbólicos, construcciones ideales y la expresión pública de
profundas estructuras mentales que caracterizan a sociedades específicas, las instituciones
sociales eran la manifestación de estas lógicas de construcción de ideas. Para otros, todo se
explicaba en términos de propósitos prácticos: principios funcionales o instrumentales de
acción social cuya función era mantener la estructura y el orden social o satisfacer
necesidades sociales básicas. Ambos enfoques, ya sea el cultural-profundo o el pragmático-
racional, eran ahistóricos y estáticos. Se enfocaban en las instituciones existentes y asumían
que éstas buscaban el equilibrio estable ya sea a través del desarrollo de
complementariedades funcionales o de la competencia regulada. Ninguno de estos enfoques
examinaba la formación dinámica y el cambio en las instituciones sociales en el tiempo y el
espacio. Esto significaba que, visto desde una de estas perspectivas, la incertidumbre
siempre tenía una influencia disruptiva sobre las sociedades. Los enfoques históricos del
desarrollo y el cambio en las instituciones provienen en gran parte de la teoría marxista, que
tiene sus propios debates internos. Estos llamaron la atención sobre el cambio social y
provocaron un conjunto de debates ligeramente diferentes sobre las causas primarias del

128
cambio: ¿los individuos inician cambios que son significativos y últimos o las
transformaciones sociales surgen siempre de las contradicciones presentes en las relaciones
sociales que determinan lo que los actores realmente hacen?
El “espacio medio” ha estado habitado en gran parte por una teoría social más
reciente y ecléctica, que ha lanzado una combinación de perspectivas sobre las relaciones
entre instituciones e incertidumbre. En resumen, sociólogos del “espacio medio” como
Giddens (1984) y Bourdieu (1977) argumentan que la estructura y la acción se refuerzan
mutuamente, concibiendo así las instituciones menos en términos de reglas fijas y más en
términos de prácticas sociales. Algunas acciones y prácticas sirven para reproducir
estructuras, mientras que otras acciones tienen agencia, subvirtiendo normas establecidas y
tal vez cambiándolas a través del tiempo. Este interjuego de agencia y estructura se hace
visible sólo a través de la sociología histórica, aunque tal vez a través de una microhistoria
de períodos cortos de tiempo. De esta perspectiva surge una visión de las instituciones
como aquello que la gente hace, sus prácticas, aunque se trata de aquellas prácticas que son
relativamente reguladas durante un período de tiempo. Las instituciones existen sólo en la
medida que sean continuamente practicadas o en tanto se invierta en ellas, mientras que las
reglas y normas no pueden ser consideradas fuera de su constante diseño y rediseño a través
de las prácticas de la gente.
En este sentido, es necesario ver la formalización misma de una institución como
una práctica que regula otras prácticas; por ejemplo, la constitución de un comité que
incluye un secretario y un tesorero puede verse como una sujeción a las formas y normas
legales del estado. De manera similar, plantear algo como una institución, (re)inventar la
tradición y presentar algo como “la forma en que siempre hemos hecho esto” o como una
cuestión de interés colectivo, puede en forma similar ser entendido como una práctica
social para encubrir complejidades, conflictos y ambigüedades no deseados (por ejemplo,
Li 1996; Nuitjen 1992). En este sentido, un enfoque de las instituciones basado en la
práctica ayuda a deconstruir la distinción entre instituciones formales e informales que,
como hemos mostrado, caracterizan a los enfoques centrales de instituciones en el manejo
de recursos.
La perspectiva estructuracionista de Giddens ofrece una concepción de las
dinámicas institucionales que acomoda la estructuración del poder y la influencia en un
marco que está abierto tanto a la agencia como a la incertidumbre. Esta perspectiva podría
dar luces sobre cómo las incertidumbres engendran rápidas dinámicas institucionales: por

129
ejemplo, nuevas condiciones o eventos repentinos provocan una agencia creativa que puede
llevar rápidamente a nuevos conjuntos de prácticas más o menos regulares sólo para que
éstos cambien otra vez en tanto cambian una vez más las condiciones. En la medida que las
condiciones del pasado dejan un legado sobre el que dependen las respuestas futuras, esta
perspectiva sobre la dinámica institucional reconoce una dependencia con respecto a una
ruta establecida. Esta perspectiva da cabida a la articulación de las regularidades en la
actividad local con las que se dan en el mundo más amplio, tal como enfatizaban los
neomarxistas, a la vez que observa la articulación a través de los cristales de las prácticas de
la gente y de las formas en que ésta reflexiona sobre sus actividades y ejerce control sobre
ellas.
Los trabajos que aplican esta perspectiva al análisis de los impactos de las políticas
de desarrollo, muestran claramente cómo las intervenciones planificadas tienen resultados
impredecibles en la medida que los proyectos y prácticas estatales se llevan a cabo en
relación a los proyectos y prácticas de la propia población y las relaciones de poder en que
están estructurados (Long y Van der Ploeg 1994; Long y Long 1992). Al prestar atención a
la articulación de los diferentes grupos de interés y sus prácticas que emanan de diferentes
escenarios, este enfoque del análisis interfacial permite centrarnos en los procesos que
tienen lugar en el “espacio medio y confuso” entre la comunidad y el estado, el cual, como
lo hemos discutido anteriormente, ha sido pobremente conceptualizado por los principales
enfoques de los RPC.
Un cuerpo creciente de trabajos hechos por antropólogos, geógrafos e historiadores
sociales está usando y desarrollando esta amplia perspectiva sobre las instituciones como
práctica social en relación a los temas de manejo de recursos naturales (por ejemplo, Leach
1994; Berry 1993; Li 1996). La atención es puesta sobre las experiencias socialmente
diferenciadas de la gente en relación a la estructuración de instituciones particulares y en
cómo la gente puede recurrir diferencialmente a un amplio rango de instituciones sociales y
políticas a fin de obtener o defender el acceso al mismo recurso; por ejemplo, el acceso a la
tierra y los derechos sobre ésta pueden defenderse a través de apelaciones a la descendencia
patrilineal, relaciones matrilaterales, matrimonio, préstamo, mercados o relaciones con
agentes del estado, dependiendo del género, edad, identidad, orígenes, etc. Estos
conocimientos son similares a aquellos formalizados en base al “forum shopping” de la
antropología legal (ver Sección 4.4). Al mismo tiempo, Berry (1993) observa cómo la gente
puede activamente “invertir en” instituciones sociales que pueden ser significativas para

130
defender sus demandas de manejo y uso futuro de los recursos, por ejemplo, al ofrecer
donaciones o contribuir a las ceremonias, incluso al grado de sacrificar la inversión
productiva en el manejo de recursos naturales en el presente.
Antropólogos y sociólogos han defendido también la tesis de la necesidad de
incorporar las dimensiones simbólicas que la gente acuerda sobre los recursos. Desde esta
perspectiva, las luchas por los recursos son vistos simultáneamente como luchas por
significados (Agarwal 1994), donde el uso y control de los recursos pueden ser medios
tanto materiales como simbólicos de renegociación de la posición social al interior de redes
sociales más amplias. Cada vez se reconoce más que las personas son siempre miembros de
diversas instituciones y que el acceso a los recursos es influido por la posición de la gente
en una amplia variedad de redes sociales, no necesariamente vinculadas al manejo de
recursos naturales (por ejemplo, el acceso de una mujer a los recursos puede depender de su
posición en su unidad doméstica que a su vez está vinculada con el estatus de su familia
natal en instituciones de descendencia).
La noción de inversión en diversas instituciones con diferentes significados puede
ayudar a comprender los aspectos de las instituciones que empoderan. Al mantenerse
abiertas diversas opciones y oportunidades, la gente se enfrenta a incertidumbres ecológicas
o a las incertidumbres que los caprichos en los mercados nacionales e internacionales o los
cambios políticos generan sobre las formas de sustento. Si bien las formas de sustento que
están en cambio continuo pueden basarse sólo periódicamente en alguna institución social
para el manejo de recursos naturales, su persistencia podría ser amortiguada por la
inversión de la gente en dicha institución con otros propósitos sociales.
Una segunda forma en que el enfoque sobre la práctica ayuda a aclarar el “espacio
medio y confuso” es a través de su trascendencia de las distinciones entre lo local versus lo
nacional o global en los conceptos e ideales. El trabajo antropológico ha mostrado
ampliamente cómo los conceptos de la vida cotidiana de la gente proyectan los conceptos
más amplios usados para la comprensión de su mundo. En forma inversa, el trabajo
antropológico ha mostrado cómo la reflexión masiva sobre la sociedad en su conjunto (por
ejemplo, en los medios de comunicación masiva) influye en las propias relaciones
cotidianas de la gente. Estos enfoques han sido importantes en diversos campos, ya sea en
la comprensión de la manera en que la gente reflexiona sobre su economía (por ejemplo,
Parry y Bloch 1989) o sobre sus ambientes (por ejemplo, Croll y Parkin 1992; Fairhead
1992). Los trabajos sobre la sociología del conocimiento, y en particular sobre las críticas

131
feministas de la ciencia, han mostrado explícitamente cómo las perspectivas de la gente
sobre el mundo y las preguntas que sobre él se hace la ciencia reflejan su posición más
amplia en las instituciones sociales (ver, por ejemplo, Harding 1987; Haraway 1989). En
realidad, la existencia de perspectivas plurales y parciales es una de las fuentes de lo que
hemos denominado incertidumbres del conocimiento. Complementando el trabajo de la
sociología de la ciencia, el trabajo antropológico sobre el conocimiento en la población
rural (por ejemplo, Jasanoff y Wynne 1995) muestra cómo diversos conocimientos reflejan
diversos compromisos sociales y posiciones de poder al interior de las sociedades rurales,
así como entre ciudadanos y científicos o administradores.
Estos conocimientos sugieren importantes, y aún poco investigadas, preguntas con
respecto a las categorías a través de las cuales las personas entienden las incertidumbres
ecológicas y del sustento que deben enfrentar. Si bien algunos trabajos han explorado cómo
el público entiende las incertidumbres y riesgos ambientales en el Norte (por ejemplo, Irwin
y Wynne 1996; Irwin 1995), incluyendo aquellas incertidumbres relacionadas al cambio
ambiental global, ha habido poca investigación, si es que algo, en relación a las
incertidumbres que afectan las formas de sustento rural. En la gran literatura antropológica
sobre el conocimiento de la población rural (por ejemplo, Scoones y Thompson 1994), sólo
unos pocos trabajos han examinado la manera en que la gente concibe las incertidumbres
(por ejemplo, Richards 1989), pero este examen no se ha extendido hacia las diferentes
percepciones de las incertidumbres y los riesgos vinculados a los procesos ambientales y
económicos globales.
Han habido intentos recientes de ir más allá de lo local en la antropología e incluir
lo global sin establecer dicotomías (por ejemplo, la etnografía “multisituada” de Marcus,
1995, y el reciente trabajo de Appadurai, 1996). Algunos trabajos de este género han
aplicado una perspectiva estructuracionista a la manera en que las formas de sustento rural
se vinculan con procesos nacionales e internacionales (por ejemplo, el trabajo enfocado en
el actor de Long y Long 1992). Sin embargo, una tradición teórica bastante diferente se ha
basado en la obra de Foucault y su concepto de discurso (por ejemplo, Ferguson 1990). En
lugar de enfocarse en la estructuración de las instituciones a través de la interacción de
agencia y estructura, donde tanto los agentes y las estructuras “tienen poder”,3 Foucault

3
Estas visiones siguen puntos de vista convencionales del poder en la sociología (ver Lukes 1974),
incluyendo poder para – poder como la motivación para alcanzar fines que incluyen acción colectiva; poder
sobre – poder como influencia y fuerza; y poder como ideología y hegemonía que sirve para obscurecer
intereses reales o mantener ciertos temas fuera de la agenda.

132
enfatiza la producción mutua de instituciones y conocimientos, que incorpora y reproduce
relaciones de poder (Foucault 1980). En fuerte contraste con la teoría de la estructuración,
la manifiesta agencia de la gente, e incluso su fe en ella, es en última instancia un producto
de estas relaciones y analíticamente menos relevante para la creatividad que lleva a la vida
social que para la forma en que es estructurada y restringida por el discurso dominante.
Esta perspectiva sirve para destacar cómo los discursos de desarrollo o gestión
ambiental global o estatal son incorporados en políticas, en la racionalidad de las políticas y
en la implementación de burocracias. El trabajo en esta vertiente explora los efectos que
estos discursos pueden tener sobre la vida de la población rural, como por ejemplo, la
introducción de incertidumbres cuando la gente hace frente a estos efectos políticos y
burocráticos (por ejemplo, Ferguson 1990). Podría concebirse que las formas de sustento
rural y las instituciones locales para el manejo de recursos naturales ofrecen discursos
alternativos de resistencia que se encuentran con los discursos de desarrollo o que pueden
llegar a manifestarse como nuevos movimientos sociales (por ejemplo, Peer y Watts 1996;
Escobar 1995).
Sin embargo, numerosos antropólogos han expresado una vez más su interés en la
incorporación de las dinámicas institucionales y la agencia en el juego de los discursos, por
lo menos en tanto son incorporados en la literatura sobre el desarrollo. Las burocracias han
sido caracterizadas como demasiado monolíticas; la incorporación de la práctica en el
discurso parece absolver a los actores de toda conciencia, intencionalidad y, en particular,
de responsabilidad, mientras que obscurece los dilemas y las situaciones de interacción
cotidianos que enfrenta la población y los administradores rurales (Grillo y Stirrat 1997;
Sivaramakrishnan y Agrawal 1998).
No obstante, la teoría del discurso ha enfocado la atención, en primer lugar, en la
relación entre las instituciones y los conocimientos que éstas proveen, mostrando la
importancia de las relaciones de poder para explorar las incertidumbres del conocimiento.
En segundo lugar, enfatiza que un análisis de las instituciones, incluyendo aquellas
implicadas en la gestión ambiental, debe incluir los regímenes conceptuales de sus
públicos, puesto que parte del poder de una institución es la creencia pública en las
categorías, conceptos y problemas de la institución.
La teoría del discurso dirige también la atención a la manera en que los discursos de
las instituciones poderosas, y los “regímenes de la verdad” más amplios que promulgan,
presentan a los procesos como ciertos y predecibles, los que en realidad podrían ser

133
inciertos e impredecibles. En relación a las incertidumbres ecológicas, este argumento ha
estado en la base del enmarcamiento del conocimiento científico y político alrededor del
cambio climático global (Wynne 1990) y, por ejemplo, de las dinámicas forestales globales
(Fairhead y Leach 1998). En relación a las incertidumbres del sustento, Carter (1977)
explora cómo la teorización económica y el diseño de políticas han estado dominados por
imágenes de economías nacionales y globales en equilibrio.
En medio de la diversidad de tradiciones y contribuciones, entonces, el trabajo
antropológico y sociológico sobre las instituciones sugiere por lo menos tres importantes
énfasis que se destacan por ofrecer útiles avances al considerar a las instituciones y al
manejo de recursos naturales en relación a las incertidumbres. El primero es una
concepción de las instituciones en términos de prácticas y su estructuración social, cultural
y política, es decir, de lo que la gente hace y su capacidad estructurada para responder a
eventos que moldean sus propias historias. El segundo es un enfoque etnográfico de los
procesos y relaciones que tienen lugar en y entre diversos escenarios, el cual trasciende las
divisiones local-global y formal-informal. Y el tercero es un vínculo conceptual de
instituciones, conocimiento y poder, que sugiere la importancia de analizar las instituciones
y las incertidumbres como parte de lo que la gente sabe o cree, así como de lo que hace.
Algunos de estos temas se vuelven a tratar cuando nos ocupemos de los estudios
sobre ley y sociedad y las formas en que éstos conceptualizan las instituciones y la
incertidumbre.

Ley, instituciones y sociedad

Con facilidad, las reglas son discutidas como instituciones, pero determinar si las reglas
particulares caen en el dominio de lo formal o lo informal puede ser a menudo una cuestión
difícil. La ley no presenta tal problema. Las leyes generalmente son los principios
generativos de instituciones formales. Ellas también gobiernan la conducta de dichas
instituciones. En la mayoría de situaciones, el cambio institucional requiere una previa
enmienda de la ley o por lo menos la reinterpretación del saber legal existente.
Las instituciones legales que tienen que ver con la definición y mantenimiento de la
justicia, el orden social y las fronteras de la conducta legítima, exhiben diversas e
interesantes relaciones con la incertidumbre. En el nivel normativo, las instituciones

134
formales son diseñadas para minimizar la incertidumbre (en términos de estandarizar las
interpretaciones de la ley) y concentrar los poderes judiciales en estructuras autorizadas.
Esto contrasta con realidades en el nivel práctico, donde existen una multiplicidad de
instituciones legales. La función de estas instituciones puede ser proporcionar
oportunidades para la negociación o acentuar la incertidumbre, especialmente en los grupos
socialmente menos privilegiados. Somos testigos de tales procesos cuando los principios de
la ley consuetudinaria, la justicia natural y los derechos universales son introducidos en
escenarios gobernados por sistemas legales nacionales.
La investigación sobre la ley y la sociedad ha buscado generalmente describir, en
términos evolucionistas o en otros, el surgimiento de la racionalidad legal y el conjunto
establecido de consideraciones normativas que ejemplifica a la jurisprudencia (Moore
1978). En forma más frecuente, la investigación legal, ya sea desde la escuela de la elección
racional o de la estructural-funcionalista, ha asumido también que la ley sirve como un
pegamento social y mecanismo de ordenamiento. Cuando discernimos los patrones que
describen el demonio de la ley en una sociedad, se asume que estamos haciendo visibles los
contornos de las reglas autorizadas y relativamente estables que son impuestas por
procedimientos legítimos para el mantenimiento del orden social. La creencia en que las
sociedades tienen un único marco legal dominante ha sido la piedra angular de aquellos
enfoques teóricos que asocian la ley con el poder estatal legitimado y con la racionalidad
compartida en la que se sustenta la justicia administrada socialmente (Humphrey 1985).
Cuando el estudio de la ley y la sociedad admitió por primera vez la existencia del
pluralismo legal, empezó a entender que había una sensibilidad legal occidental y diversas
racionalidades legales no-occidentales. El pluralismo, y el flujo institucional que lo
acompaña, fue descrito como el conflicto y la coexistencia entre la jurisprudencia y la
costumbre occidentales. Desde la década de 1980, se ha dejado a los estudios legales,
especialmente a la antropología legal, la tarea de proponer una comprensión más dinámica
y procesal de la ley y la sociedad (Merry 1988). En este nuevo trabajo se considera que los
ámbitos definidos por diferentes racionalidades legales son en sí mismos diferentes
internamente, cambian en el tiempo y, en su interacción, constituyen otros ámbitos que no
calzan claramente en las categorías moderno y consuetudinario, local y nacional, formal e
informal.
Max Gluckman, un pionero de la antropología legal, ha expresado estas ideas muy
bien:

135
Tenemos que ver a las sociedades no como enteramente diferentes en naturaleza, sino en su
variación con respecto a las formas de las disputas entre los individuos que están
relacionados en alguna forma específica, lo cual provoca importantes enfrentamientos en la
sociedad política más amplia ... debemos analizar también los tipos de escenarios públicos
en los que las batallas pueden ser libradas sin recurrir a las armas (Gluckman 1975: 337).

Numerosos estudios han demostrado el valor de este enfoque (Moore 1986; Starr y Collier
1989; Lazarus-Black y Hirsch 1994). Este trabajo ha documentado la proliferación de
instituciones legales que ha acompañado a la creciente complejidad de los encuentros
culturales. Ha mostrado también que la gente busca activamente, y por lo tanto mantiene,
formas legales que, funcionando bajo principios diferentes, constituyen una forma de
enfrentar la incertidumbre.
En la medida que la ley del estado-nación e incluso las regulaciones internacionales
han penetrado y configurado los escenarios locales, los contextos nacional e internacional
son cada vez más importantes para la comprensión de las situaciones locales. El
colonialismo introdujo sistemas legales enteros a través de fronteras nacionales y los
impuso en sistemas socio-culturales muy diferentes (Merry 1991; Chanock 1985). El
proceso de formación del estado-nación ha producido sociedades multiétnicas en las que los
grupos locales luchan por mantener sistemas legales autónomos, mientras que los intereses
nacionales se esfuerzan en unificar y estandarizar estos sistemas diversos. Análisis recientes
enfatizan también los contextos transnacionales que circunscriben e influyen los sistemas
locales (Merry 1992). Por ejemplo, los pueblos indígenas usan a menudo discursos
transnacionales de derechos humanos o de autodeterminación para apoyar sus demandas
legales locales (Wilson 1997). Otra vez, se están produciendo cambios globales y locales en
la identidad y soberanía en la medida que la autodeterminación local es legitimada por un
orden legal cada vez más global y multinacional4. El énfasis en el pluralismo y en los
dominios institucionales múltiples centra así la atención en cómo diferentes formas locales
e informales de ordenamiento aún persisten en el contexto de la globalización.
Estudios recientes de pluralismo legal se han enfocado en la naturaleza mutuamente
constitutiva de los sistemas legales coexistentes. Esto incluye el estudio de la relación entre
la ley estatal y otros órdenes normativos. Hay cuatro nuevos ingredientes en la antropología

4
Esto está sucediendo, por ejemplo, en foros y procesos de disputa locales, a pesar que Merry (1992) sugiere
que esto puede rechazar las instituciones legales que son en gran parte transnacionales en inspiración: por

136
de la ley contemporánea: primero, un cambio hacia los contextos nacionales e
internacionales; segundo, un mayor interés en el análisis cultural, en la forma en que las
instituciones y actores legales crean significados, el impacto de los significados sobre las
relaciones sociales y el efecto de los marcos culturales sobre los procedimientos legales;
tercero, un renovado interés en el pluralismo legal libre de perspectivas estáticas –
situaciones de pluralismo legal son ahora definidos a menudo como relaciones entre
diferentes conjuntos de prácticas y discursos culturales; y cuarto, una mayor atención en el
poder y la manera en que la ley construye y deconstruye las relaciones de poder.
La ley misma es conceptualizada cada vez más como plural, abierta a una variedad
de interpretaciones y por lo tanto indeterminada o incoherente (Merry 1992). Las
incertidumbres surgen inevitablemente de los procesos de negociación sobre derechos,
reglas y orden. La variedad de formas en que éstos son interpretados puede incrementar las
incertidumbres del conocimiento. Dada esta negociación, las relaciones de poder se
convierten en importantes para todo. Esto tiene implicancias significativas para las
nociones de gestión. Una visión convencional ve el dominio de la ley como lo único cierto
en un mundo incierto, donde las reglas constituyen el árbitro y garantizador final de la
acción efectiva. La creación de un sistema legal y regulatorio unificador es visto por lo
tanto como una tarea central mediante la cual se eliminan las incertidumbres que se
producen debido a los diversos sistemas legales formales e informales sobrepuestos y se
impone el orden.
Sin embargo, en la práctica tales sistemas plurales pueden ofrecer rutas más efectivas
para la negociación de resultados y compromisos en escenarios complejos e inciertos, como
lo muestran los ejemplos de estudios de pluralismo legal y forum shopping (Benda-
Beckmann et al. 1981, 1997; Meizen-Dick y Bruns 2000). Recurrir a diferentes escenarios
para la negociación en diferentes niveles ofrece oportunidades para respuestas, más
adaptativas y ajustadas al contexto local, a las inevitables consecuencias de las
incertidumbres ecológicas, del sustento y del conocimiento. Si bien la ley formal puede
ayudar a especificar un marco amplio y común, siempre existirá una pluralidad de
interpretaciones. Las nuevas ideas sobre la naturaleza superpuesta de las instituciones en el
pluralismo legal nos ayudan a comprender cómo las interpretaciones son negociadas a
través de escenarios institucionales en los que la ley surge menos como reglas fijas que

ejemplo, la policía, las prisiones, los abogados, las regulaciones administrativas, los impuestos y los sistemas
de seguridad social

137
como prácticas establecidas según el contexto. Así, los procesos de mediación, regateo,
conflicto y poder se convierten en claves en los paisajes institucionales donde predomina la
incertidumbre.

INCERTIDUMBRE E INSTITUCIONES: TRES ESTUDIOS DE CASO

Esta sección ofrece tres estudios de caso breves que examinan las interrelaciones entre las
formas institucionales y las incertidumbres ecológicas, del sustento y del conocimiento. Los
tres estudios se ocupan de diferentes aspectos de los vínculos entre las instituciones y la
incertidumbre. El caso 1 se propone ilustrar los aspectos cruciales de las incertidumbres
ecológicas a las que las instituciones rurales se adaptan y responden. El caso 2 toma el caso
del agua para ilustrar cómo los enfoques convencionales del manejo del agua no han podido
reconocer el carácter dinámico, ad hoc y confuso de las instituciones que gobiernan las
formas de sustento de la gente y cómo éstas responden a las incertidumbres del sustento
causadas por la escasez del agua. Finalmente, el caso 3 usa el ejemplo de la biotecnología
para argumentar que las divisiones locales y globales son cada vez más redundantes, a la
vez que examina las interrelaciones entre las instituciones, las formas del conocimiento y la
incertidumbre.

Caso 1. Incertidumbres ecológicas: manejo de pastos y tenencia en áreas pastoriles de


Africa5

Las incertidumbres ecológicas dominan los altamente variables sistemas pastoriles de


Africa. La variación espacial en los recursos, desde los pastizales de zonas áridas de pobre
calidad y baja productividad hasta los “recursos claves” de mayor valor de las tierras bajas,
se combina con las variaciones estacionales e interanuales temporales, donde la lluvia es la
variable independiente clave. El resultado es un sistema que a menudo puede ser
caracterizado por dinámicas ecológicas en desequilibrio (Behnke et al. 1993; Ellis y Swift
1988), donde los rasgos de regulación del equilibrio, capacidades de carga estáticas y
unidades fijas de recursos, a menudo asumidos en la planificación y desarrollo de áreas de

5
Esta sección está basada en gran parte en Scoones (1994; 1999).

138
pastoreo, son inapropiados (Scoones 1994). Las estrategias pastoriles basadas en el
oportunismo, enfocadas en el movimiento flexible y la adaptación de las formas de
sustento, son por lo tanto centrales para los sistemas pastoriles en las tierras áridas de
Africa (Sandford 1983).
En el contexto de estas incertidumbres ecológicas, las instituciones de manejo de
recursos pastoriles deben responder y adaptarse. Donde deben ocurrir negociaciones en
respuesta al cambio súbito en la situación local y donde deben formarse contratos nuevos y
flexibles como consecuencia de circunstancias inesperadas, es probable que las
instituciones derivadas del complejo interjuego de la interacción entre el individuo y el
grupo, basado en la negociación de derechos al interior y entre redes sociales, sean más
efectivas en el manejo del acceso a los recursos en dichos escenarios ecológicos dinámicos.
Estructuras organizacionales formalizadas, basadas en fronteras territoriales, pueden ser
demasiado inflexibles para adaptarse a dicha incertidumbre ecológica y demasiado
voluminosas y difíciles de manejar como consecuencia de las restricciones de los enfoques
del procedimiento, de la burocracia y legalísticos. El resultado pueden ser costos de
transacción excesivamente altos, así como la imposibilidad de responder rápida y
oportunamente. Como observa Roy Behnke:

En los sistemas de tenencia del Africa pastoril el paisaje natural rara vez está repartido en
claros paquetes territoriales poseídos por grupos o individuos distintos. Por el contrario, es
probable que toda área sea usada por una miríada de diferentes grupos propietarios de
tamaño y composición variable, con demandas superpuestas de territorios que se derivan de
demandas particulares sobre diferentes categorías de recursos al interior de ellos (Behnke
1994: 7).

Por lo tanto, con una visión desagregada del paisaje pastoril y los procesos sociales que
gobiernan su manejo, se observa un patrón complejo de instituciones de tenencia, con
algunas porciones que son manejadas en forma exclusiva, mientras que otras lo son en
forma intermitente como recursos exclusivos y en otras ocasiones más flexiblemente. Es
probable, por lo tanto, que los regímenes de propiedad se superpongan tanto en el tiempo
como en el espacio con una variedad de instituciones diferentes, que funcionan a escalas
diferentes y con diferentes grados de intensidad y que están involucradas en el manejo de
diferentes porciones del paisaje.

139
¿Pero son los complejos y superpuestos regímenes de tenencia, regulados por vagos
o ambiguos derechos y gobernados por instituciones flexibles con demandas en pugna, una
respuesta efectiva a las inherentes incertidumbres ecológicas? En situaciones donde varios
recursos coexisten al interior del paisaje – las tierras de pastoreo están yuxtapuestas con
tierras arables; puntos de agua y lamederos de sal están dispersos a través del paisaje; y
recursos claves de alto valor se hallan al lado de amplios recursos de bajo valor – no es
sorprendente que surja un complejo sistema de múltiples derechos de uso. Si se sobreponen
a esto la dimensión temporal de los cambios en los valores relativos de diferentes recursos y
la necesidad de respuestas flexibles a la escasez de recursos locales, la probabilidad de
demandas en competencia se incrementa. Así, en ambientes de pastoreo locales altamente
variables, las instituciones flexibles y ad hoc, con bajos costos de transacción y enraizados
en las redes sociales existentes, parecen una forma efectiva de hacer frente a las
incertidumbres ecológicas (Sylla 1994).
Para algunos observadores, esta complejidad de formas institucionales puede
parecer caótico e inherentemente ineficiente. En realidad, durante la era colonial y desde
entonces muchos intentos han sido enfocados en “racionalizar” de algún modo este
aparente desorden (Chanock 1991). De esta manera, los jefes, cabecillas, concejales y
miembros de comités son a menudo creaciones de un estado que desea intervenir, organizar
y desarrollar. La búsqueda de una tradición en la cual basar estas intervenciones ha sido un
poderoso principio guía. Se ha argumentado que detrás del aparente desorden de las
instituciones conflictivas, superpuestas y cuestionadas, debe haber una forma original,
legítima y tradicional. El llamado a “resucitar instituciones tradicionales”, que de alguna
manera se han deteriorado o desintegrado, se ha convertido por supuesto en un lema para
las agencias que hoy buscan soluciones de desarrollo sostenible.
Por ejemplo, a lo largo de Africa se han impulsado diferentes tipos de intervención
– como los planes de manejo, reservas y asociaciones de pastoreo – basados en la noción de
una comunidad de manejo corporativo vinculada a un recurso pasto definido
territorialmente. Por varias razones, no se han producido éxitos rotundos. Las variaciones
ecológicas en la productividad y calidad del recurso significan que fronteras fijas y a veces
cercadas restringen la habilidad de los pastores para mover flexiblemente sus rebaños. El
resultado ha sido frecuentemente un incremento de los conflictos y una disminución en los
arreglos institucionales ad hoc regulares pero informales para el manejo de pastos (Scoones
1999). Además, al conferírseles nueva autoridad y recursos mediante la recreación de

140
formas institucionales consuetudinarias, ciertos individuos pueden sacar ventaja del
detrimento de otros. De esta forma, al reflexionar sobre un plan de manejo de pastos en
Zimbabwe, Ben Cousins observa:

El “plan de manejo de pastos” ... denotaba mucho más que un proyecto para manejar forraje
y ganado; estaba en el centro de una imagen o representación cuidadosamente nutrida de
una “comunidad de manejo de recursos” autónoma y dinámica. Esta imagen estuvo siendo
usada como un vehículo para el establecimiento de empresas económicas puramente
privadas llevadas a cabo por la elite chamatamba (Cousins 1993: 30).

Por eso, el reconocimiento de incertidumbres ecológicas en áreas de pastoreo requiere


comprender la efectividad de arreglos institucionales informales, ad hoc y con frecuencia
ambiguos y superpuestos, para el manejo de recursos. Dicho reconocimiento apunta
también hacia las limitaciones de un modelo corporativo estándar de manejo de recursos
basado en el territorio. Aunque, hay límites claros para los arreglos exclusivamente locales
e informales en las áreas de pastoreo. En la medida que las incertidumbres ecológicas y
otras extienden su alcance espacial y la competencia por los recursos en áreas pastoriles se
intensifica, se hace necesario el surgimiento de otros arreglos institucionales para la
asignación de recursos, que definan los regímenes de propiedad y resuelvan los conflictos.
Planes de uso de la tierra o estipulaciones legales estrictamente definidos no pueden ser lo
suficientemente sensibles a las incertidumbres ecológicas que predominan en dichas áreas.
Antes bien, se requiere un enfoque más procesal de los marcos institucionales permisivos
más amplios. En lugar de centrarse en los territorios, las fronteras y las regulaciones sobre
los recursos, esto enfatizaría más bien los procesos por los cuales pueden tener lugar las
negociaciones a este nivel más amplio, por ejemplo entre pastores y agricultores en el Sahel
o entre administradores de áreas protegidas y pastores al este y sur de Africa (Vedeld
1993). Esto requiere nuevas formas de gestión, basadas en marcos legales flexibles y
plurales e instituciones que están enraizadas en la comprensión de las consecuencias de la
incertidumbre ecológica en áreas de pastoreo.

141
Caso 2. Incertidumbres del sustento: instituciones para el manejo de agua como
instituciones enraizadas en la práctica social, la historia y la cultura

Hacer frente a la escasez de agua y a la variabilidad en su oferta constituye un elemento


intrínseco de las incertidumbres del sustento que muchas poblaciones rurales enfrentan. Un
vasto conjunto de trabajos ha documentado los numerosos arreglos institucionales
empleados por las poblaciones rurales en el manejo de sus ofertas de agua, frecuentemente
bajo condiciones de escasez de agua6. Por ejemplo, los antiguos trabajos pioneros sobre el
riego de Coward (1985) y Uphoff (1992) destacaban las diversas potencialidades de los
sistemas indígenas y las falacias cometidas por planificadores que asumían estar trabajando
de novo, en lugar de investigar y construir sobre las estructuras de planes de manejo de
agua existentes. De manera similar, el trabajo de autores como Wade (1988) y Ostrom
(1990), basado en la teoría de la acción colectiva (ver Sección 4.1), ha analizado los
factores que mejoran la acción colectiva en los sistemas de irrigación y las condiciones bajo
las cuales se emplean las instituciones locales para manejar los recursos hídricos locales.
Otra vertiente de trabajo ha dirigido su atención a los defectos y fracasos de los sistemas y
procesos de manejo de agua pública; consecuentemente, ha propuesto un cambio para
descentralizar el manejo en favor de los agricultores locales, incrementando así la eficiencia
económica y transfiriendo la responsabilidad del manejo de los recursos a los usuarios
locales (ver Sengupta 1991; Meinzen-Dick et al. 1994).
A pesar de las diferencias en el enfoque y las disciplinas, la mayor parte de este
trabajo ha tenido un claro mensaje político, como por ejemplo que el manejo comunitario es
posible y deseable y que las instituciones locales son importantes. Esto ha convertido al
manejo comunitario en una frase cliché en el sector hídrico. Al interior de los círculos
políticos, se están promoviendo los sistemas de riego participativos, descentralizados y
manejados por agricultores, conjuntamente con técnicas indígenas de manejo de agua y
comités locales de usuarios de agua, como las mejores alternativas a los fallidos sistemas de
manejo de agua verticales y centralizados del pasado.
Sin embargo, en años recientes un creciente cúmulo de trabajos ha empleado
enfoques históricos, antropológicos y sociológicos que apuntan hacia algunas de las
limitaciones del enfoque económico y de los RPC en el estudio y promoción de

6
Ver, por ejemplo, Coward (1985); Uphoff (1992); Lansing (1987); Wade (1988); Mosse (1997); Cleaver en
prensa; Mehta (1997); y Meinzen-Dick y Bruns 2000. Esta lista es por ningún motivo exhaustiva.

142
instituciones relacionadas con el agua (por ejemplo, Mosse 1997; Mehta 1997; Cleaver
1998; Potkanski y Adams 1998). Basados en gran parte en las críticas antropológicas de la
teoría de los RPC discutidas en la sección 4.3, este trabajo ha criticado la tendencia a
valorar las virtudes de los arreglos institucionales indígenas sin entender su complejidad.
Las críticas también están dirigidas al uso de análisis ahistóricos y apolíticos de las
instituciones locales, a nociones estáticas de la relación dinámica entre individuos e
instituciones y a ignorar las superposiciones entre las instituciones del estado y las locales.
Además, los enfoques convencionales del manejo comunitario han basado sus análisis en
nociones simplistas de comunidad y manejo comunitario. Los casos presentados en
adelante destacan algunos de los temas que ahora están siendo enfatizados.
El trabajo de Mehta (1998) en el distrito Kutch de la India, caracterizado por su
escasez de agua, sugiere que las instituciones que gobiernan el uso del agua están altamente
diferenciadas y con frecuencia sirven para reforzar las relaciones sociales y de poder
dominantes. En Kutch, que se caracteriza por precipitaciones inciertas y erráticas, los
reservorios son a menudo las únicas fuentes de agua, siendo cruciales para la vida de la
gente. Los reservorios son usados para el baño, el consumo humano y animal y, en algunos
casos, para el riego. Hasta épocas recientes, el manejo de los reservorios de agua era
responsabilidad de los ricos y poderosos, que pagaban por su mantenimiento. El manejo de
los reservorios de agua iba de la mano con las nociones de bendecir y bendiciones. Por lo
tanto, se considera que las actividades de limpieza y manejo de los reservorios generan una
importante forma de capital simbólico (ver Bourdieu 1977) en la comunidad. Por lo tanto,
los beneficios que surgen del manejo del reservorio de agua no son sólo materiales sino
también simbólicos, como retribución en la otra vida y prosperidad de los descendientes. Al
incrementar el poder y el estatus de los benefactores de los reservorios, las instituciones
indígenas refuerzan el poder y prestigio de los ricos y poderosos de la comunidad. En las
dos décadas pasadas, los programas financiados por el estado para el alivio de los efectos
de las sequías han asumido de manera creciente la responsabilidad por el mantenimiento de
los reservorios con el propósito de impermeabilizar el área contra las sequías y eliminar la
escasez de agua. Contrario a la visión popular de que éstos han desplazado a las iniciativas
locales, los arreglos informales para el manejo de los reservorios aún existen. Cuando se
hace necesario, se inician las colecciones locales de agua y se remueven los sedimentos de
los reservorios. Estas actividades no proceden de acuerdo a reglas fijas, sino que más bien
tienen un carácter ad hoc. En la práctica, los reservorios son manejados tanto a través del

143
estado como de iniciativas locales, pese a que estas últimas no son abiertamente
reconocidas. En ambos casos, son los ricos y poderosos, generalmente hombres de las
castas más altas, quienes tienden a beneficiarse de su control sobre la tierra y otros recursos.
En una corriente similar, la investigación de Mosse (1997) ha mostrado que las
instituciones comunitarias que tienen que ver con el manejo de riego mediante reservorios
en el Sur de la India, no pueden ser vistas aisladamente de las estructuras políticas de la
región, del estado y del conjunto más amplio de intercambios entre los diferentes aldeanos.
Es necesario también que el manejo de reservorios sea visto en la especificidad de formas
socio-culturales y la particularidad histórica. Los sistemas se sostienen no sólo por un
sistema de reglas acordadas (Mosse 1997: 481) para el beneficio de todos; más bien, las
reglas codifican generalmente los intereses de la elite y con facilidad sirven para establecer
relaciones de dominación y control. Cuando son vistos de esa forma, los reservorios para el
riego en Tamil Nadu no son “simplemente recursos de inputs físicos (agua de riego). Son
también repositorios de recursos simbólicos” (Mosse 1997: 474). Al igual que los templos
de la aldea, los reservorios son instituciones públicas caracterizadas por relaciones sociales,
estatus, honor y prestigio. Por lo tanto, las instituciones que los gobiernan no pueden ser
vistas solamente en términos de costos y beneficios económicos individuales tal como
sostiene gran parte de la teoría institucional convencional. Tales visiones no dan cabida al
hecho que los intereses materiales no pueden ser separados de las relaciones sociales o al
hecho que el manejo de recursos naturales procede de supuestos compartidos con respecto a
temas como la justicia y la reciprocidad (Douglas 1985; Mosse 1997).
La investigación de Cleaver (1998) en el distrito Nkayi de Zimbabwe refuerza la
visión de que las instituciones que gobiernan el manejo del agua son opacas, flexibles y
contingentes. La teoría institucional convencional nos habría hecho creer que las prácticas
de manejo de agua tienen lugar a través de cuerpos formales como los comités de agua. Los
hallazgos de la investigación de Cleaver sugieren, sin embargo, que la mayor parte de la
acción con respecto al agua tiene lugar fuera del ámbito formal, en el contexto de las
prácticas cotidianas y a través de formas regulares de interacción social mediatizadas por
las redes sociales existentes. Esto contradice la noción de instituciones “robustas” que
hacen frente a los problemas colectivamente cuando surge un problema en torno a reglas
fijas que tienen que ver con obediencia y desobediencia. A pesar de estar en un área con
escasez de agua, Cleaver registró reglas flexibles sobre el racionamiento de agua en
períodos de sequía. El agua era considerada un derecho moral; por lo tanto, el robo era

144
tolerado y los aldeanos tendían a evadir la sanción, a menudo optando en su lugar por la
negociación y evitando el conflicto. Aquí también vemos que la incertidumbre es
enfrentada por medio de respuestas institucionales variables que carecen de reglas o
regulaciones explícitas o racionales.
Estos tres ejemplos muestran cómo – en contraste con los supuestos de gran parte de
la teoría institucional convencional – las instituciones son encarnaciones de la práctica
social y son moldeadas por las relaciones sociales y de poder (tal como fue argumentado en
la Sección 4.3). Las instituciones no sirven meramente a fines racionales o económicos,
sino que están también enraizados en construcciones o significados simbólicos y por lo
tanto no pueden ser vistos solamente en términos utilitarios. En muchos aspectos, las
instituciones y prácticas de manejo de recursos naturales son sinónimos de las prácticas y
formas cotidianas de ver el mundo. Las instituciones responden a la incertidumbre del
sustento en formas flexibles, sin un despliegue de reglas rígidas, con frecuencia dotando a
las reglas de un carácter ad hoc. Frecuentemente, las distinciones entre los arreglos
formales e informales son borradas. Los intentos de los donantes por eliminar las
incertidumbres del sustento causadas por la escasez de agua, descuidan con frecuencia estos
aspectos cruciales que tienen que ver con el enfrentamiento a la incertidumbre del sustento.
En consecuencia, hemos sido testigos de la proliferación de intervenciones simplistas en el
manejo comunitario, crecientemente promovidas en los discursos de los donantes, que
ignoran las realidades locales y socavan el carácter flexible y dinámico de los arreglos
institucionales locales, sus respuestas dinámicas a la incertidumbre y los contextos
sociocultural, económico y político en los cuales están enraizados.

Caso 3. Incertidumbres del conocimiento: el caso de la biotecnología

Las incertidumbres del sustento han caracterizado siempre la vida de la población rural en
relación al manejo de recursos naturales. Sin embargo, la creciente importancia de las
nuevas tecnologías como la biotecnología es indicativo de las varias formas en que, por un
lado, el conjunto de incertidumbres que afecta la vida de los pobres se está incrementando
y, por el otro, los arreglos institucionales que median el acceso y control sobre los recursos
naturales se están complejizando cada vez más. Los actuales debates alrededor de la
biotecnología ilustran bien la interacción entre las incertidumbres ecológicas, del sustento y

145
del conocimiento. A través de procesos de ingeniería genética, se están manufacturando
nuevas formas de incertidumbre ecológica, como es el caso de la alteración y
recombinación de materiales genéticos para producir organismos que no surgirían bajo una
recombinación natural. Los debates en la ciencia sobre estos procesos son altamente
cuestionables, incrementando las incertidumbres del conocimiento que enfrentan tanto los
planificadores como los consumidores. Y, en la medida que estos procesos caen bajo un
control tecnológico cada vez mayor, los recursos naturales locales son incorporados a
circuitos globales de comercio, un desarrollo que tiene implicancias para el control que los
pobres ejercen sobre sus fuentes de sustento.
Los temas de propiedad y control sobre los recursos, así como la mercantilización
del conocimiento local, están siendo definidos en términos de regímenes económicos,
políticos y estéticos construidos y cuestionados a un nivel global, llevando las prácticas e
instituciones locales a una lucha por el acceso y uso de los recursos y produciendo nuevas
formas de incertidumbre y resistencia. Las tendencias contradictorias en el manejo de
recursos naturales atrapado entre estructuras de gestión global y participación local se
hacen evidentes. Por un lado, está el reconocimiento del uso cada vez más monopólico y
exclusivo de recursos por convenciones globales de patentes y derechos de propiedad
intelectual, lo cual devalúa el conocimiento local y privilegia la tecnología de corporaciones
globales. Por otro lado, el conocimiento indígena y los productos locales están siendo
revalorados al mismo tiempo y como parte del mismo proceso, a pesar que las relaciones de
poder moldean las relaciones entre las estructuras institucionales locales y globales.
El trabajo de Miller (1999), que se centra en el caso del árbol del neem de la India,
analiza el proceso de privatización y mercantilización del conocimiento y recursos locales
por corporaciones globales. Ella describe la transformación de los sistemas locales de
conocimiento, o propiedad intelectual compartida colectivamente, en propiedad privada a
través del uso de patentes; luego traza paralelos con el despojo que ocurrió como resultado
de la transformación de los bienes comunes compartidos en propiedad privada. Ella sugiere
que la controversia en la India con respecto al árbol del neem ilustra el proceso de
privatización del conocimiento local por corporaciones globales, las que a menudo se
benefician de una amplia experimentación indígena y de la investigación científica local.
Los productos del árbol del neem han sido usados durante siglos por sus propiedades
medicinales y pesticidas, habiéndose convertido en los últimos quince años en “una
celebridad agro-industrial”. Desde 1985, firmas norteamericanas y japonesas han sacado

146
más de una docena de patentes norteamericanas para una variedad de compuestos del neem.
El proceso de patentación cambia el control y otorga derechos de monopolio a
corporaciones transnacionales sobre recursos que por mucho tiempo han sido identificados
localmente. El conocimiento colectivo de la naturaleza es privatizado y transformado en un
recurso para la producción nacional y global, sin embargo las comunidades locales no son
retribuidas y las semillas de neem se vuelven demasiado caras para que los agricultores
puedan comprarlas, amenazando las formas de sustento local.
En muchas formas, la actual revolución genética encuentra ecos en los debates más
tempranos acerca de la revolución verde, particularmente en relación a la pérdida de control
sobre las fuentes del sustento allí donde los agricultores no pueden guardar sus propias
semillas. Shiva (1995), por ejemplo, destaca cómo la biotecnología cambia los sistemas
biológicos para producir semillas que no pueden reproducirse a sí mismas, despojando así
al agricultor de las semillas como un medio de producción. El cambio de control es
escuetamente ilustrado por la “tecnología terminator” de la compañía transnacional
Monsanto. Este es un método para incorporar ciertos genes que producen una semilla que
muere en las primeras etapas de la germinación si es plantado por un segundo año. Por lo
tanto, los agricultores no pueden producir alimentos con las semillas guardadas, no
teniendo más opción que comprar cada año semillas a la corporación (Cornerhouse 1997).
La subsistencia se vuelve cada vez más incierta y los arreglos institucionales más complejos
en la medida que las instituciones globales, como las patentes y la Organización Mundial
del Comercio, afectan e intersectan instituciones locales al mediar el acceso y el control
sobre los recursos naturales. Las distinciones entre lo local y lo global son así considerados
cada vez más indistintos.
Los estudios sobre la armonización del régimen de derechos de propiedad
intelectual bajo el acuerdo de los TRIPs (Trade Related Intellectual Property)* de la
Organización Mundial del Comercio, han mostrado cómo se ha presionado para que las
leyes nacionales se ajusten a las leyes de patentes globalizadas que cumplen con los
estándares norteamericanos (Miller 1999; Shiva 1995). Cláusulas sui generis permitidas
bajo la OMC han permitido la localización simultánea de leyes de patentes, en tanto los
países desarrollan sus propios sistemas de derechos de propiedad, pero estas cláusulas han
recibido una enérgica oposición por parte de los proponentes de los estándares globales de
los Estados Unidos (Cornerhouse 1997). Miller (1999) muestra cómo las leyes de patentes

*
N. del T. Propiedad Intelectual Relacionada al Comercio

147
de la India se están ajustando a las demandas de la OMC, incluso donde las leyes locales
prohibían previamente patentar formas de vida. Como señalan Shiva y Holl-Bahr (1993), en
el caso de los productos del árbol del neem de la India, el conocimiento y uso común del
neem estaba entre las principales razones dadas por el Concejo Directivo Central de
Insecticidas para no registrar productos del neem en 1968. Así, las instituciones informales,
tales como normas y prácticas, e instituciones formales, tales como leyes globales, se
vuelven intrínsecamente articulados en la medida que redefinen y son redefinidos entre sí a
través de procesos de resistencia y negociación cargados de poder.
Como Fowler ha argumentado, “las patentes son un medio para asignar propiedad y
control, así como regular el acceso y distribuir beneficios” (1995: 224). Las patentes son
instituciones socialmente construidas que reflejan relaciones de poder y, como tales, están
abiertas a la resistencia y al cambio. Mucha gente está ahora tratando de resistir la
“biopiratería” y la privatización del conocimiento que previamente era de propiedad
común. La resistencia produce sus propias formas de incertidumbre en la medida en que la
propiedad y la definición del conocimiento son cuestionados en una variedad de escenarios
institucionales. Las instituciones locales terminan involucradas en el cuestionamiento de las
formas en que instituciones internacionales de gestión, tales como la OMC, están
privilegiando ciertas formas de conocimiento y regulando los derechos de acceso a los
bienes comunes globales. Las definiciones culturales de los recursos naturales entendidos
en términos locales empiezan a competir con definiciones de recursos formalizadas y
estándar: por ejemplo, en un escenario institucional formal el neem puede ser una
mercancía, mientras que en las prácticas institucionales informales tiene una variedad de
significados culturales7.
Una preocupación cada vez mayor sobre las incertidumbres científicas así como
diferentes percepciones del riesgo, o lo que hemos llamado incertidumbres del
conocimiento, se añaden a las presiones para que las innovaciones biotecnológicas se
sujeten al debate público y a una estricta regulación. Las corporaciones están tratando de
definir el debate en términos estrictamente tecnológicos, privilegiando la ciencia en formas
que tienden a excluir los intereses sociales sobre las formas de sustento e ignorar otras

7
Recientemente, la controversia en la India alrededor de Monsanto y sus productos de ingeniería genética ha
resultado en la acción de instituciones indígenas, que se están involucrando cada vez más en redes globales.
Uno de tales ejemplos son los 400 hindúes que visitaron Europa como parte de la Caravana Inter-Continental
99 (CIC 99) para protestar en las oficinas de Monsanto y vincularse con ONGs del Norte ocupados en luchas
similares por el reconocimiento de las incertidumbres del sustento y ecológicas que están siendo producidas
por la revolución biotecnológica.

148
incertidumbres del conocimiento y de la ciencia. Levidow y Tait (1995) muestran cómo se
han desplegado metáforas que representan a la biotecnología en términos de control de
precisión y selección natural en un intento de calmar los miedos públicos. De acuerdo a
Levidow y Tait, algunos científicos argumentan que los cambios genéticos precisos que se
están ensayando en la ingeniería genética no garantizan la predicción precisa de
características ecológicas: por lo tanto, los resultados son ecológicamente inciertos.
Las incertidumbres del conocimiento determinan la forma en que los debates en
torno a las políticas sobre la biotecnología se están llevando a cabo. Las instituciones que
median las relaciones entre la ciencia, el público, el estado y las corporaciones del sector
privado están estrechamente ligadas a las relaciones del conocimiento y el poder, que son
centrales para las disputas en torno a las inciertas demandas del conocimiento. Si han de
esperarse y en realidad alentarse perspectivas plurales, aunque necesariamente parciales,
sobre las inciertas y objetables áreas del conocimiento tales como la biotecnología,
entonces se requieren urgentemente nuevas formas institucionales que fomenten un diálogo
y debate abiertos, reflexión, negociación y la construcción de relaciones de confianza a
través de posiciones a menudo altamente divididas.

LECCIONES Y NUEVAS DIRECCIONES A PARTIR DE LOS ESTUDIOS DE


CASO

Los estudios de caso presentados en la Sección 5 destacan las variadas respuestas a las
diferentes formas de incertidumbre que enfrentan las formas de sustento rural. El Caso 1
enfatizó los inherentes componentes adaptativos y flexibles de las instituciones que ayudan
a enfrentar las perennes incertidumbres ecológicas. El Caso 2 argumentó que las
instituciones para la gestión del uso del agua están enraizadas en interacciones y prácticas
sociales. Por lo tanto, la incertidumbre del sustento no puede ser aislada de las relaciones
sociales que gobiernan la vida cotidiana. Finalmente, el Caso 3 mostró cómo las
incertidumbres del conocimiento que surgen de la biotecnología están volviendo
redundantes las divisiones convencionales entre los problemas locales y globales en el
ámbito del manejo de recursos naturales. El reconocimiento de los diferentes tipos de
incertidumbre y de cómo éstos afectan las formas de sustento y las instituciones instan a

149
una reevaluación de la forma en que concebimos un número de temas claves y superpuestos
del ambiente y el desarrollo. Permítasenos discutirlos brevemente.

Los recursos tienen dimensiones materiales y simbólicas

Los estudios de caso muestran que en lugar de considerar a los recursos solamente como
productos físicos, materiales o tangibles, éstos deben verse en términos simbólicos,
provistos de significados y valores construidos histórica y culturalmente. Por ejemplo, el
neem tiene atributos físicos útiles para propósitos agrícolas y medicinales. Al mismo
tiempo, es un recurso simbólico que tiene profunda significancia cultural y religiosa (Caso
3). Sin embargo, el generalizado desconocimiento de los significados y construcciones
sociales de los recursos naturales, que son designados local e históricamente, empiezan a
destacar cuando se ve el énfasis económico y de valor de uso de los TRIPs y otras
convenciones y discursos internacionales. Dados los varios y a menudo conflictivos usos y
significados que los recursos tienen para diferentes grupos de interés, es importante
entender que estos procesos implican luchas sobre los significados y la distribución de los
recursos, así como es vital reconocer y analizar los procesos cargados de poder a través de
los cuales estos procesos son negociados y cuestionados en diferentes escenarios
institucionales.

Las formas de sustento y el manejo de recursos en medio de la incertidumbre

El saber convencional propone a menudo vínculos unidimensionales entre los recursos y los
usuarios. Así, por ejemplo, las intervenciones de los forestales tienden a enfocarse sólo en
los usuarios directos del bosque, olvidando las instituciones indígenas que, por ejemplo,
permiten los derechos de uso de otros usuarios como los pastores. Los estudios de caso han
mostrado que las estrategias de sustento son flexibles, cambiantes y adaptativas y que un
recurso particular es usado por diferentes usuarios en múltiples formas. La gente desarrolla
sus vidas entre varias incertidumbres, sean éstas incertidumbres ecológicas, científicas o del
conocimiento. La gente también invierte en diversas instituciones provistas de diferentes
significados. Por lo tanto, es urgente intervenir para encapsular también esta pluralidad.

150
Esto sugiere la necesidad de intervenciones para alejarnos de una orientación demasiado
sectorista y en su lugar dirigir los esfuerzos hacia una cooperación intersectorial que apoye
la diversificación del sustento.

Las comunidades como entidades diferenciadas

Los tres estudios de caso han puesto de relieve los defectos en las formas en que los
enfoques convencionales ven a la comunidad en el manejo de recursos naturales. El Caso 2
reveló la naturaleza diferenciada de los miembros de la comunidad en los arreglos
institucionales que gobiernan el uso del agua y la tendencia de los discursos políticos tanto
a asumir la homogeneidad antes que la heterogeneidad entre los miembros de la comunidad
como a minimizar la importancia de las luchas por el poder y los fines y resultados
heterogéneos en las comunidades. El Caso 3 indicó que los actores involucrados en las
luchas por la subsistencia no tienen límites espaciales ni están restringidos por una
localidad particular. El surgimiento de alianzas transnacionales y de lo que ha sido
denominado “comunidades epistémicas” muestra que las comunidades están localizadas en
varios escenarios con conflictivos sistemas de conocimientos y prioridades en el manejo de
recursos naturales. La tendencia ha sido a que las instituciones globales privilegien los
discursos dominantes (generalmente del Norte); hay todavía una urgente necesidad de
entender y captar los variados intereses de los grupos de interés al interior de las
comunidades a fin de tratar los temas que conciernen a la justicia y la equidad. Hay también
lecciones que deben aprenderse del pluralismo legal en los diferentes escenarios
institucionales en la medida en que diferentes demandas y significados son negociados en
los procesos de disputas. Las directivas de las políticas necesitan enfocarse en estas
variadas voces y prioridades, lo cual a veces puede suponer la necesidad de ser
agresivamente partidista (ver Mehta 1997). Las políticas pueden requerir también una
ampliación de los enfoques, empleando la “democracia deliberativa” tal como es usada en
las discusiones de la incertidumbre científica y otras formas de procesos inclusivos de toma
de decisiones que intentan ocuparse de las incertidumbres del conocimiento y los diversos
usos y significados.

151
Las instituciones como escenarios de interacción social y negociación

Cuando las instituciones son analizadas juntamente con la incertidumbre, es necesario


verlas no como meras reglas del juego u organizaciones rígidas, sino más bien como
lugares de interacción social, negociaciones y cuestionamiento que incluyen actores
heterogéneos provistos de diversas metas (de las cuales no todas son de naturaleza material
o económica). Las instituciones en el manejo de recursos naturales no son únicamente
utilitarias y no pueden ser fácilmente separadas de las vidas, creencias y prácticas
cotidianas. La gente también recurre a comportamientos oportunistas cuando crea arreglos
ad hoc y diseña instituciones que pueden dejarse de usar en momentos normales, aunque tal
vez amortiguados por su otra significancia social (Caso 1). Finalmente, los diversos
arreglos institucionales en el manejo de recursos naturales están caracterizados por puntos
de intersección y con frecuencia por una marcada ausencia de la distinción entre lo formal y
lo informal o lo local y lo estatal, algo que Cleaver (1998) denomina “bricolage
institucional”. Claramente, se requiere más investigación para entender la naturaleza de este
“caos institucional” o “desorden” que, como ha sido demostrado, no es realmente
desordenado o caótico, sino que ilustra las complejas formas en que las prácticas, sistemas
de conocimiento y prioridades se despliegan. Por lo tanto, antes que enfatizar ya sea los
arreglos informales o los formales, las intervenciones pueden necesitar tener un carácter
procesal más que un carácter orientado al producto, fomentando la flexibilidad institucional
en lugar de socavarla.

La naturaleza incierta del conocimiento

Las incertidumbres del conocimiento son claves para las áreas cuestionadas del manejo de
recursos naturales, especialmente donde predominan las incertidumbres científicas que
rodean a los riesgos y resultados (Caso 3). Las diferentes fuentes del conocimiento,
enraizadas en comprensiones particulares y necesariamente parciales del complejo
fenómeno ambiental, resultan en diferentes percepciones del cambio ambiental y en
diferentes construcciones del riesgo. Aún privilegiando una fuente particular del
conocimiento, en la mayoría de casos la ciencia convencional, las políticas nacionales y
globales y los marcos regulatorios actúan para enmascarar las incertidumbres del

152
conocimiento y excluir las perspectivas y percepciones alternativas. Esto indica la
necesidad no sólo de procesos de toma de decisiones inclusivos y participativos, sino
también de enfoques del aprendizaje institucional que reflexionen sobre la pluralidad de
perspectivas disponibles y hagan un mejor uso de ellas. A través de éstos, las perspectivas
alternativas sobre el ambiente, que van más allá de las nociones estáticas de equilibrio y
balance y que incorporan las incertidumbres antes que intentar eliminarlas, pueden llegar a
ser más importantes.

Poder y control sobre los recursos

En un mundo caracterizado por una creciente incertidumbre, el poder resulta crucial cuando
el centro del análisis lo constituyen los discursos en pugna de los sistemas del conocimiento
con respecto al cambio ambiental o al manejo (Caso 3). Nuestra discusión ha demostrado
también la falacia de los enfoques tradicionales que minimizan la importancia de la
dimensión del poder al asumir la homogeneidad social en las comunidades e instituciones y
al asumir intereses comunes a través de las divisiones local y global. Los análisis no se han
enfocado en las formas en que el poder moldea y atraviesa los arreglos institucionales y da
lugar a un acceso y control diferenciado sobre los recursos. En visiones recientes, las
relaciones de poder son importantes para el análisis de la manera en que las instituciones
gobiernan el uso de los recursos naturales (por ejemplo, como vimos en el Caso 2, en el Sur
de la India los reservorios deben ser vistos como repositorios de poder y prestigio) o de la
manera en que ciertos discursos o sistemas de conocimiento surgen como dominantes y
claves. A menos que los temas que atañen al poder y al control sean adecuadamente
tratados, la comprensión de las relaciones entre las instituciones y la incertidumbre
permanecerá parcial y la equidad se mantendrá fuera de la atención en el manejo de
recursos naturales.

Los regímenes de propiedad como resultado de procesos sociales

En contraste con el típico análisis ahistórico y asocial de los enfoques institucionales más
convencionales, las interpretaciones basadas más efectivamente en la complejidad del

153
campo reconocen la importancia de la naturaleza enraizada de los regímenes de propiedad
(Casos 1 y 2). Como observa Sara Berry (1993: 104): “La habilidad de la gente para ejercer
demandas sobre la tierra permanece cercanamente vinculada a la pertenencia a redes
sociales y la participación tanto en procesos formales como informales”. Esta negociación
social y política sobre los derechos a los recursos significa que las personas no actúan
simplemente como individuos independientes del contexto; ellos son actores sociales que
participan en procesos de negociación con un amplio conjunto de implicancias sociales y
políticas. Así, los regímenes de propiedad y las instituciones rurales asociadas a ellos
pueden no reflejar simplemente el resultado de juegos repetidos entre actores racionales
individuales que buscan maximizar su utilidad. Por el contrario, son el resultado de
complejos procesos sociales que con frecuencia son pobremente explicados por los modelos
simples basados en actores racionales, particularmente dado el conjunto de incertidumbres
experimentadas. Como consecuencia de la continua inversión de la gente en “medios de
negociación así como en medios de producción” (Berry 1993: 15) “las instituciones rurales
funcionan a menudo como escenarios de negociación y lucha antes que como unidades
corporativas y cerradas de acumulación y manejo de recursos” (Berry 1993: 20-21), tal
como convencionalmente se asume. Por lo tanto, los regímenes de propiedad se
caracterizan por reglas a menudo ambiguas, pertenencia flexible a organizaciones así como
fronteras superpuestas y cuestionadas. Asimismo, los regímenes de propiedad están
sostenidos en tales formas por procesos sociales en curso.

Los sistemas legales son plurales y se superponen

Los estudios de caso han demostrado que los enfoques e intervenciones convencionales han
tendido a centrarse mayormente en los sistemas legales formales, ignorando las formas de
ordenamiento social informales tales como las normas o redes sociales que en gran parte
son reguladas por la reciprocidad y conocimientos tácitos compartidos (Merry 1988). El
pluralismo legal y la antropología legal son disciplinas que mejoran nuestro entendimiento
de la naturaleza histórica, dinámica e interactiva de los diferentes y a menudo no-
mensurables sistemas de leyes y su superposición con instituciones y formas de
ordenamiento social menos formales (por ejemplo, Meinzen-Dick y Bruns 2000). El
entendimiento de la superposición de instituciones es importante porque estos arreglos

154
informales que acuerdan los individuos son una variedad de medios para mejorar y proteger
sus derechos a nivel local (aunque, como hemos mostrado, estas instituciones informales
están cada vez más articuladas a procesos globales). Es importante tener conciencia de que
estas instituciones pueden acordar derechos para ciertos grupos marginados (por ejemplo,
pastores o mujeres) cuyos derechos no están codificados en sistemas legales formales y que
estas instituciones informales corren el riesgo de ser socavadas por reglas o arreglos más
formales. Por otro lado, es también importante darse cuenta de dónde estas instituciones
informales codifican estructuras de desigualdad. Tampoco debemos ignorar la naturaleza
cambiante y procesal de estas instituciones en el tiempo.

Contradicciones en la gestión ambiental

Empezamos este artículo argumentando que el manejo ambiental está actualmente siendo
confrontado por una serie de contradicciones. Por un lado, la tendencia hacia la devolución
está dando lugar a una oleada de proyectos comunitarios participativos (Caso 2). Por otro
lado, las regulaciones formales definidas globalmente como los TRIPs etcétera están
minando el control que los productores locales y los usuarios de los recursos tienen sobre
sus ambientes y sistemas de conocimiento (Caso 3). El retiro del estado ha llevado a formas
más complejas de gestión con la creciente influencia no sólo de actores de ONGs sino
también de corporaciones privadas y transnacionales sobre temas ambientales. Los usuarios
de recursos locales son confrontados a menudo por diferentes formas de manejo y gestión
ambiental y las interacciones entre estos niveles son cada vez más confusos. La
globalización ha procedido con un proceso simultáneo de localización (ver, por ejemplo, el
número especial de Development and Change 1998). Como lo demuestra el Caso 3, las
divisiones convencionales entre lo local y lo global son cada vez más redundantes allí
donde las realidades locales están vinculadas a cambios globales y viceversa. El desafío,
por lo tanto, es alejarse de estas divisiones convencionales y explorar nuevas formas de
gestión que salvaguarden los derechos y formas de sustento de los usuarios de los recursos
locales que confrontan rápidos e inciertos cambios y procesos globales.

155
NUEVAS DIRECCIONES

Esta sección ha puesto de relieve nueve escenarios claves donde tanto nuestros estudios de
caso como nuestras reflexiones sobre los nuevos debates en la literatura más amplia
sugieren nuevas perspectivas en la conceptualización de nuestro entendimiento de las
relaciones entre instituciones e incertidumbre. Estos temas están resumidos en la Tabla 1,
que ofrece una caracterización condensada de los elementos claves de nuestra evaluación
de los nuevos pensamientos en esta área. Sin el deseo de establecer nuevas dicotomías,
sugerimos que estas nuevas perspectivas complementan y amplían nuestra comprensión de
las principales perspectivas.
Entonces, ¿a dónde nos lleva esto? ¿Cuáles son las consecuencias prácticas y
políticas de este nuevo pensamiento? Al identificar diversas clases de incertidumbre que
actúan en diversas escalas sociales, hemos destacado cómo ya no es posible proponer una
relación simple entre instituciones e incertidumbre. Esta relación, sin tomar en cuenta el
enfoque teórico, ha sido vista generalmente como una relación en donde la función de las
instituciones es mitigar la incertidumbre y regular, disciplinar y expresar respuestas
gestionarias a la incertidumbre en conformidad con un conjunto dominante de ideas acerca
de la definición del problema y la política requerida. En contraste, este artículo ha
argumentado que las instituciones surgen históricamente, que pueden actuar para abarcar,
moderar o exacerbar la incertidumbre y que están enraizadas en relaciones sociales que
abarcan escalas temporales y espaciales que no son manifiestas. Sugerimos por lo tanto que
es necesario hacer un trabajo analítico clave para entender lo que media entre las
localidades producidas y las fuerzas globales percibidas y cómo ocurre esta mediación.

156
Tabla 1. Resumen de las nuevas visiones que complementan y/o contrastan con las
perspectivas principales

Tema Visiones principales Visiones emergentes

Recursos Material, económico, valor de uso También como simbólico, con


directo, propiedad significados que están enraizados
local e históricamente y
construidos socialmente
Formas de Sustento y manejo de Vínculos entre un recurso y el uso Múltiples usuarios, sistemas de
recursos (p.e., tierras de pastoreo, bosques, sustento complejos y diversos
pesquerías)
Comunidad Local, grupos de usuarios Locaciones diversas, difuso,
específicos, homogéneo, con heterogéneo, diverso, identidades
fronteras sociales diversas
Instituciones Estáticas, reglas, enfoque Interacción social y proceso,
funcionalista, formales enraizadas en la práctica, luchas
sobre el significado; formales e
informales; interrelacionadas con
el conocimiento y el poder
Conocimiento Transferencia lineal; la ciencia Diversas fuentes; conocimientos
como la única fuente de destreza plurales y parciales;
entendimientos negociados
Poder y control Enfoque en los costos de Actores diferenciados; conflicto,
transacción; elites; líderes regateo, negociación y relaciones
comunitarios de poder centrales
Regímenes de propiedad Recursos de Propiedad Común Práctica no determinada por la
como un conjunto de reglas regla; estratégico, táctico; derechos
basadas en los resultados de la y responsabilidades superpuestos;
acción colectiva; fronteras claras ambigüedad, inconsistencia,
flexibilidad
Sistemas legales Legislación formal Ley y práctica; diferentes sistemas
coexistentes
Gestión Niveles separados – internacional, Enfoques de gestión de varios
nacional, local niveles; interacciones
borrosas/confusas; interconexión
entre lo local y lo global

Este trabajo también necesita examinar la proliferación de medios y significados en la


manera en que las instituciones nacen, cambian y se articulan a través de fronteras asumidas
convencionalmente. Es necesario dirigir la investigación no sólo a las manifestaciones
explícitas de las estrategias, luchas, reglas y comportamientos, sino también a sus
significados implícitos. Esto se torna especialmente importante allí donde encontramos
ambivalencias, conflictos y negociaciones que indican un estado institucional algo fluido o
una constelación flexible de instituciones.
Por citar un ejemplo: los argumentos que hemos expuesto desde la perspectiva de la
antropología de las instituciones sugerirían que es importante empezar desde una

157
concepción de las instituciones en términos de prácticas y su estructuración social, cultural
y política; desde una concepción de lo que la gente hace y su capacidad estructurada para
responder a eventos que determinan sus propias historias. La investigación antropológica ha
mostrado que la gente a menudo invierte en diversas instituciones sociales, pudiéndose
encontrar ejemplos de tal multiplicación de vínculos sociales en el manejo de recursos, la
resolución de disputas o en contextos de seguridad del sustento. Los enfoques etnográficos
del estudio de los procesos y relaciones que tienen lugar en y entre diversos escenarios, que
trascienden las divisiones local-global y formal-informal, se vuelven importantes no sólo
porque destacan el ámbito formal-racional de los arreglos sino también porque
desenmarañan el contenido cultural y simbólico de las instituciones que se desarrollan,
cambian y se debilitan a niveles intermedios.
Así, con una reconceptualización de la manera en que vemos los recursos, su
manejo e interacción con las formas locales de sustento en el contexto de la incertidumbre,
surgen una serie de preguntas fundamentales acerca de las dinámicas institucionales. Como
ya se discutió (ver Tabla 1), éstas tocan temas de derechos de propiedad, sistemas legales y
preguntas más amplias sobre el conocimiento, el poder y el control. Con la creciente
importancia de las interconexiones entre lo local y lo global, las divisiones simples se
quebrantan, alentándonos a explorar nuevas formas de pensamiento sobre temas
institucionales y de gestión.
Por lo tanto, los nexos de interacción entre los temas de gestión, instituciones y
formas de sustento en un mundo globalizado e incierto, sugiere algunos retos mayores para
la investigación y acción futuros en el campo del ambiente y el desarrollo. En este contexto,
los procesos duales de localización y globalización necesitan ser vinculados: ¿cómo
deberían las soluciones locales participativas y descentralizadas del manejo de recursos
naturales articularse a los cambios en los marcos regulatorios internacionales, el
crecimiento de la intervención del sector privado y el rápido desarrollo de la economía
globalizada? ¿Qué nuevos arreglos institucionales y de gestión se requieren?
El tema de la incertidumbre, ya sea ecológica, del sustento o del conocimiento,
sugiere algunas preguntas particularmente importantes acerca de cómo los conocimientos
de diferentes actores están articulados en los procesos de planificación y políticas del
desarrollo. Por ejemplo, ¿cómo la población rural, los actores del estado, los diseñadores
internacionales de políticas y otros conciben las particulares incertidumbres ecológicas y
del sustento y cómo estos conocimientos se relacionan con sus posiciones sociales e

158
institucionales? ¿Cómo la incertidumbre es entendida, conceptualizada o representada
como certidumbre por diferentes actores y por qué? ¿Qué opciones existen para procesos de
políticas más inclusivas y deliberativas que reconozcan las incertidumbres y fomenten una
interacción más abierta y confiable entre los actores claves? ¿Cuáles son las perspectivas
para las formas globales de regulación y manejo ambiental cuando éstas son mediadas por
una compleja articulación con las instituciones locales y cuando no pueden conocerse ni
garantizarse certidumbres ecológicas?
La investigación y acción futuras requerirán un enfoque más multisituacional que
aquellos usados actualmente para entender las cuestiones del manejo de recursos naturales
y que se base en los conocimientos sobre las relaciones y procesos precisos que operan en
escenarios locales, nacionales e internacionales y a través de ellos. Sería útil enfocar la
investigación y la acción en casos que exploran los diversos tipos de gestión ambiental (por
ejemplo, la coexistencia de enfoques de privatización y descentralización en el manejo del
agua y sus implicancias institucionales o el impacto de la devolución y la regulación
internacional en el manejo de bosques locales).
Se requieren también estudios que se ocupen de las formas en que los actores
rurales, estatales e internacionales conciben las particulares incertidumbres ecológicas, del
sustento y del conocimiento y cómo estas percepciones se vinculan a sus posiciones
sociales e institucionales. Por ejemplo, ¿cómo los diferentes actores sociales entienden,
conceptualizan y presentan las nociones de incertidumbre y por qué? Dicho trabajo
coincidiría con el trabajo que se ha hecho en el “sur” en torno a las comprensiones del
público acerca de la ciencia y el riesgo, trabajo realizado por sociólogos de la ciencia como
Wynne (1990) y otros. Este trabajo no sólo mejoraría nuestro entendimiento de las
incertidumbres del conocimiento, sino que ayudaría también a desarrollar conocimientos
teóricamente afinados del conocimiento y las instituciones en relación a las formas de
sustento rural. El reto sería también perseguir dicho trabajo en asociación con diseñadores
de políticas que implementen y formulen políticas de manejo de recursos naturales (por
ejemplo, en la forma de investigación de la acción participativa). Dado que en el pasado la
teoría ha obscurecido muchas de estas interacciones y que poco se conoce sobre la manera
en que la gente desarrolla sus formas de sustento y crea instituciones en medio de las
incertidumbres, dicho trabajo multidisciplinario podría llevar a la generación de nuevos
modelos empíricos que generen debates teóricos y proporcionen futuras direcciones para las
políticas.

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