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SICARIO
El neoliberalismo menemista y la profundización de la crisis
La década menemista: neoliberalismo y globalización
El gobierno presidido por Menem tomo como propio el programa neoliberal. La
apertura de la economía, la desregulación y las privatizaciones de las empresas
publicas fueron los ejes de la etapa inicial que incluyo la hiperinflación de 1990.
La apertura importadora de la economía al comercio mundial y el deficiente
funcionamiento del control aduanero, que impedía el cobro de los impuestos que
debían aplicarse a las importaciones, fueron algunas características del Estado.
La desregulación de la economía conocio excepciones a favor de determinadas
actividades con actores en mejor posición para influir en defensa de sus intereses
(grandes empresarios o nuevos inversionistas).
Las privatizaciones de empresas publicas suprimieron mecanismos estatales para
orientar actividades económicas y sociales, mientras que los nuevos propietarios se
convirtieron en poderosos empresarios. Los hechos de corrupción suelen ser
frecuentes en las privatizaciones de empresas públicas.
A comienzos de 1991, la política económica neoliberal se completó con la
convertibilidad en la relación uno a uno del peso con el dólar, mecanismo que resulto
muy eficaz para detener la desvalorización de la moneda nacional.
La privatización sirvió para atraer inversiones extranjeras que se sumaron al flujo
general de entrada de capitales que mejoraron algunos indicadores económicos. Para
el gobierno menemista, recurrir al endeudamiento externo para emitir moneda
nacional manteniendo el respaldo en dólares no pareció plantear un problema. El
control del valor de la moneda fue exaltado como un éxito por el neoliberalismo y
considerado el comienzo de la inserción en el primer mundo.
Durante la década del 90 el crecimiento de la deuda externa contribuyo a licuar aún
más la capacidad del Estado para tomar decisiones distintas a las impuestas por los
poderosos factores que operaban sobre la realidad nacional.
Los mercados desprotegidos, las privatizaciones de los servicios públicos, el flujo de
capitales no controlado, y el retiro del aparato estatal permitieron que actuar en el
país poderosos inversionistas mundiales, respaldados por sus propios estados lo cual
redujo los poderes de los grandes propietarios argentinos.
Los empresarios absentistas que llegan al país con el libre mercado global se
convierten en participantes precarios o inestables de las relaciones de poder
argentinas. También con la apertura económica neoliberal llegaron los capitales
financieros que buscaban altos rendimientos e introducían la incertidumbre propia de
su volatilidad.
La legitimidad de la clase política y de las instituciones democráticas se debilita ante el
reconocimiento casi explícito de la existencia de poderes ajenos al orden legal formal.
BASUALDO
Tercera etapa.
El nuevo gobierno establece relaciones con los grupos económicos locales,
demostrando la relación entre los empresarios y el sistema político. Como resultado, la
primera gestión económica es ejercida por integrantes de la firma Bunge y Born. El
enfrentamiento con los acreedores se institucionaliza mediante medidas como
intentar estabilizar las cuentas públicas y la situación del sector externo, sin prever la
implementación de reformas estructurales.
Sin embargo, tienen lugar reformas a favor de éstos. Primeramente, la Ley de
Emergencia Económica, destinada a eliminar los subsidios y reintegros impositivos.
Otra medida fue la Ley de Reforma del Estado que dispuso la intervención de las
empresas estatales, fijando el cronograma y los criterios para la transferencia de los
activos públicos al poder privado. También acompañó la reforma tributaria, que
generalizaba la aplicación del impuesto al valor agregado, gravando patrimonios y
reduciendo el impuesto a las ganancias.
La consecuencia es el aumento del tipo de cambio y de las tarifas públicas, provocando
al hiperinflación. En 1991, se lanza el Plan de Convertibilidad y el plan Brandy, los
cuales establecen un cronograma de pagos para la deuda externa. Se accede
nuevamente a un endeudamiento externo que se incrementa por ambos sectores.
El sistema político impulsa la privatización de empresas, preservando monopolios con
garantías de internacionalización de rentas extraordinarias, la transferencia de activos
de un poder decisivo en los precios y la concentración del capital.
El avance de los sectores dominantes fue posible debido a la consolidación del
transformismo como sistema de dominación.
De esta manera, la consolidación del transformismo modela a la política en torno a los
sectores dominantes, abandonando su identidad histórica e ideologica y adquiriendo
un formato y una dinámica empresarial. Así, el sistema político se desvincula de los
sectores sociales, que se ven impedidos de enfrentar su explotación y exclusión social
porque sus intelectuales orgánicos se integraron a los sectores dominantes, pero
siguen apareciendo como supuestas conducciones. A medida que se profundiza el
sistema de dominación se hace cada vez más nítida la existencia de un partido político
principal (peronismo) y de otro auxiliar (radicalismo). La corrupción se trata de una
característica estructural y permanente del sistema de dominación.
En la convergencia de las reformas estructurales, la convertibilidad cambiaria y la
negociación se registra un período de crecimiento con dos procesos complementarios
y decisivos:
a) los sectores dominantes superan las contradicciones y el establishment adquiere
una homogeneidad inédita ya que constituyeron una comunidad de negocios sobre la
base de su asociación en la propiedad de los consorcios privatizados.
b) A partir de la superación de la inflación, el nuevo endeudamiento externo y la
expansión del crédito interno, se genera un nuevo ciclo expansivo del consumo interno
que incorpora a los sectores sociales, dando mayor consenso social.
Con la crisis hiperinflacionaria de 1989, los grupos económicos no pudieron seguir
excluyendo a los capitales extranjeros y éstos no pudieron negar la presencia de los
primeros.
La privatización de las empresas estatales puso en juego la transferencia de activos
superiores a los montos pagados por el secto
r privado, a lo que hay que agregarle los elevados beneficios potenciales garantizados
por los monopolios y la formulación de marco regulatorio que lo convalida. Al mismo
tiempo, el proceso de desregulación abre el mercado comercial y financiero.
Los recursos no solo estuvieron destinados a controlar la propiedad de un conjunto de
empresas estatales privatizadas sino también se diversificaron hacia otras actividades
con alta rentabilidad garantizadas desde el Estado.
Sobre estas bases, se firma el Pacto de Olivos, el cual permitía la reelección de Menem,
quien reforma la Corte Suprema al tiempo que ubica al peronismo como el partido de
mayor jerarquía orgánica y al radicalismo como su rueda auxiliar.