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Los pacientes quemados pueden ser tratados a nivel hospitalario, en servicios de Cirugía Plástica o
Unidades de Quemados, o bien, de forma ambulatoria.
Para valorar qué paciente es candidato a tratamiento ambulatorio es necesario considerar una
serie de factores: edad del paciente, extensión de la quemadura, profundidad, enfermedades
previas, lesiones asociadas, situación social.
Hay que recordar que el 85–90% de las quemaduras pueden ser catalogadas como quemaduras
menores, pudiendo ser abordadas mediante tratamiento ambulatorio bien en el mismo domicilio del
afectado (quemaduras más leves) o bien a nivel de atención primaria en una consulta de
enfermería (quemaduras menos leves).
Todo tratamiento ambulatorio se inicia con una historia clínica detallada (fecha y hora de accidente,
fecha y hora de la consulta, agente etiológico, etc.). Durante la exploración física se valorarán las
lesiones, su localización y grado de afectación cutánea, el estado general del afectado y el registro
de las constantes vitales. A continuación se procederá al tratamiento local de la quemadura en sí.
Se debe tener en cuenta una serie de prioridades:
∙ Lavar la quemadura con solución salina al 0.9%. Puede realizarse una lavado a chorro con una
jeringuilla.
∙ Secar la quemadura con gasas estériles, aplicando posteriormente una solución antiséptica
(povidona yodada) diluida con suero fisiológico.
∙ Quemaduras de 1º grado.
∙ Quemaduras de 2º y 3º grado.
Suele ser intenso al inicio, para moderarse de forma espontánea pasadas unas horas. La
manipulación durante las curas lo intensifica. La mayoría de los pacientes ambulatorios requieren
analgésicos, normalmente V.O. En caso de necesitar analgesia I.V, hay que proceder al ingreso
hospitalario. Si el dolor es leve, suele ser suficiente: AINES, AAS o analgésicos menores. Si es
moderado, puede utilizarse dihidrocodeína V.O de absorción lenta. Para procedimientos más
dolorosos, como las curas, hay que administrar bolos de MST oral (0.25–0.5 mg/Kg.) 60 minutos
antes de la cura o morfina subcutánea o intramuscular (0.1–0.3 mg/Kg.) 15–30 minutos antes.
Muchos pacientes requieren analgesia–sedación extra para dormir.
Todas las quemaduras deben limpiarse cuidadosamente, usando agua y jabón antiséptico. El que
la demostrado más eficacia es la clorhexidina. La ampolla es típica en quemaduras de 2º grado.
Son acúmulos de líquido plasmático bajo la piel desvitalizada. Se tratan según su tamaño y
localización:
∙ Las que se rompan se deben desbridar con el uso de material quirúrgico estéril (tijeras, pinzas,
etc.).
∙ Las de pequeño tamaño (2–3 cm de diámetro) que se encuentren intactas no se deben pinchar.
Se evita la desecación de la herida, lográndose una rápida epitelización y buena cicatriz.
∙ Las > 5 cm y las localizadas en palmas de las manos o plantas de los pies, podrían pincharse y
aspirarse su contenido al ser zonas bastante dolorosas.
Existen tres agentes antimicrobianos tópicos de eficacia contrastada (sulfadiacina argéntica, nitrato
de plata y acetato de mafenida), aunque cada uno de ellos tenga sus propias ventajas y
desventajas. El más utilizado es la sulfadiazina argéntica.
Evitar su uso en pacientes alérgicos a las sulfamidas o que hayan desarrollado resistencia
bacteriana a su acción. Tras limpiar y desbridar la herida se debe aplicar por ejemplo Silvederma®
(sulfadiazina argéntica al 1%), con un espesor aproximado de 1 mm. Se protege con un tul graso
para evitar que las gasas estériles se peguen a la herida. Suele formarse una materia grisácea y
apergaminada pálida sobre la herida, que aunque tiene mal aspecto es inocua y no debe ser
removida. No tiene olor, a diferencia del pus. Puede evitarse removiendo la crema de sulfadiazina
en cada curación.
› Profilaxis antimicrobiana.
Todos los quemados deben recibir profilaxis antitetánica. Si no han sido vacunados en los últimos 5
años, hay que administrar toxoide y gammaglobulina antitetánica. El uso de antibióticos sistémicos
en pacientes ambulatorios no es necesario si no existen signos evidentes de infección.
Será muy importante vigilar periódicamente la quemadura por si aparecen fiebre, malestar general
y cambios atípicos en su aspecto o evolución (pus, cambios de color, etc.).
En un principio se realiza una cura diaria y a medida que vaya cicatrizando podrán espaciarse. Se
deben seguir siempre las mismas pautas: 1º Lavado con suero fisiológico. 2º Retirar el tejido
desvitalizado. 3º Solución antiséptica. 4º Crema antibacteriana y tul graso. 5º Nuevo vendaje.
Normalmente suelen curar y cicatrizar entre 2 y 3 semanas. Es necesario evitar la luz solar y la
aplicación de sustancias fuertes sobre la herida durante un tiempo para evitar la resecación, el
prurito o la descamación de la piel regenerada. Todas estas normas o pautas serían las correctas
para el tratamiento ambulatorio de la quemadura. Ahora bien, como primera intervención en el
lugar del accidente (casa, trabajo, escuela, etc.) se podrían tomar una serie de medidas:
∙ Eliminar la causa de la quemadura (retirar la fuente de calor, desprender las prendas quemadas
no adheridas, etc.).
∙ Lavado a chorro de la herida con agua natural durante 10–15 minutos. Para atenuar el dolor y la
progresión de la quemadura hacia otros grados mayores. En quemaduras químicas se realiza un
mínimo de 20 minutos.
∙ Cubrir la zona con una gasa estéril o con un paño limpio y seco (salvo en las de 1º grado). A
continuación, traslado hospitalario en caso necesario.
∙ Evitar poner cualquier crema sobre la herida. Podría no ser la correcta y además puede dificultar
la evaluación posterior por el personal sanitario.
∙ Evitar usar ungüentos o remedios caseros (aceite, mantequilla, pasta de dientes). Puede
aumentar el riesgo de infección de la quemadura.
– Tratamiento pre-hospitalario en el lugar del accidente
La intervención del personal sanitario es muy importante. En quemaduras menores, una mala
actuación puede agravar la lesión y aumentar el sufrimiento del quemado. En quemaduras
mayores, una actuación desacertada puede poner en peligro la vida del paciente.
∙ Medidas iniciales. Hay una serie de normas que se deben tener presentes:
› Mantener la serenidad.
› Valorar el entorno del siniestro.
› Solicitar ayuda en caso necesario: más ambulancias, bomberos, policía local, empresas
suministradoras de gas y o/electricidad, etc.
› No realizar actuaciones arriesgadas. (P.A.S.: proteger, alertar, socorrer).
› Separar el paciente del agente causal. Mientras dure el contacto, continúa avanzando la lesión.
Aunque ahora estamos tratando las quemaduras térmicas por calor; de forma general y según el
agente etiológico:
∙ Líquido caliente: retirar la ropa y enfriar con agua a chorro o baño (agua a temperatura ambiente,
¡no helada!) durante 10 / 15 minutos. Atención, en superficies extensas se puede provocar
hipotermia.
∙ Llama: apagar el fuego con agua, manta o haciendo rodar al paciente por tierra. Evitar que corra,
pues esto aviva las llamas y el humo sube hacia la cara (inhalación de humo). Enfriar la zona
afectada (igual al caso anterior).
∙ Líquidos inflamables (gasolina, alcohol, etc.). Sofocar las llamas con una manta no sintética,
haciendo rodar por el suelo al sujeto y controlando que el líquido no se extienda.
∙ Sólidos incandescentes. Retirar rápidamente el material responsable.
∙ Producto químico: retirar la ropa y limpiar a chorro con agua abundante durante 10–15 minutos o
más. Procurar no desplazar el líquido corrosivo hacia otras zonas delicadas del organismo (ojos,
genitales...). Atención, manipulación con guantes para evitar lesionarnos. Desbridar flictenas si
sospechamos que puedan estar contaminadas de producto químico.
∙ Electricidad: aislar el paciente antes de tocarlo. Podríamos electrocutarnos nosotros (desconectar
la corriente eléctrica). Comprobar inmediatamente si ha habido parada cardiorrespiratoria y si es
así iniciar las maniobras de R.C.P. Es frecuente que estos pacientes presentan lesiones
traumáticas asociadas, extremar medidas para no agravar estas lesiones.
› Valorar el estado general del paciente. Cuando el equipo de emergencias llega al lugar del
accidente, el afectado suele estar retirado de la fuente de calor habiéndose adoptado alguna de las
medidas previamente enumeradas. A partir de aquí es necesario realizar una evaluación inicial del
herido (ABC): vía aérea. Ventilación y circulación; y a continuación evaluación secundaria: historia
clínica, examen físico completo y tratamiento inicial básico.
› Aplicar medidas de apoyo vital si es preciso (RCP, Cánula orofaríngea, intubación endotraqueal,
traqueotomía, etc.).
› La primera medida para mantener la circulación es colocar dos vías venosas periféricas (dos
catéteres cortos y gruesos de 14G) en el brazo no quemado. Si están afectadas las dos
extremidades, debe colocarse a través de la región quemada mediante un catéter más largo. Si no
se encuentran encontraran las vías periféricas, se utilizará una vía central subclavia o yugular
interna.
› Reposición de líquidos. Teóricamente: Suero Ringer Lactato o Fisiológico según la siguiente
fórmula: 3 X kg. de peso X % de SCQ. (Regla de los nueves). En la práctica: 1.000 ml/hora en
adultos con quemaduras entre un 20–50% de SCQ. En quemaduras eléctricas por alto voltaje o
quemaduras profundas >50% de SCQ, de 1000 a 1.500 ml/hora en adultos.
› Si el paciente precisa analgésicos, en quemaduras extensas, sólo se deben administrar por vía
IV. (metamizol, morfina, fentanilo, etc.).
› Monitorizar al paciente (T.A y F.C), registrando constantes vitales, junto al volumen y tipo de
soluciones administradas.
› Si se disponen de medios de asepsia y se prevé un traslado de >1 hora, sondar al paciente
(Sonda de Foley) y controlar la diuresis, sólo en pacientes que lo precisen. En traslados de menor
duración, o no se dispone de medios y material adecuado, es preferible no sondar, por el elevado
riesgo de infección.
› Retirar los anillos, joyas y otros objetos que dificulten la circulación sanguínea.
› Cubrir las lesiones con apósitos de gel de agua, gasas, o ropa limpia, empapadas con suero
fisiológico o agua limpia. Para evitar una hipotermia grave, sólo se debe utilizar para cubrir un 10%
de la SCQ y solamente durante 10–15 minutos. El método elegido a la hora de cubrir las
quemaduras es la utilización de vendajes estériles secos.
› Tapar al paciente para evitar la hipotermia. Mantener el ambiente caldeado.
› No limpiar las heridas, no reventar las flictenas ni aplicar pomadas. No es el lugar indicado por
hacerlo, salvo en el caso de las quemaduras químicas.
› En grandes quemados (SCQ>15/20%) no dar ningún fármaco por vía I.M., S.C. ni V.O. No dar de
beber, ya que no se absorbe por el íleo paralítico secundario a la quemadura. Además, existe
riesgo de vómito y broncoaspiración. › Si ha habido inhalación de humos, administrar O2
humedecido al 50–100%, en función de la clínica. En cualquier otro caso, administrar O2 al 28–
30% para contrarrestar la hipoxia secundaria a la vasoconstricción.
› Procurar un medio de transporte adecuado. No precipitarse pero tampoco demorar
innecesariamente el traslado. Avisar al centro dónde vaya destinado (unidad de urgencias, unidad
de quemados, etc.).