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La enseñanza de la matemática

En el contexto actual, en Matemática, es necesario combinar la formación


disciplinar y la formación pedagógica.

Este espacio está orientado a ofrecer un lugar de encuentro para poder


intercambiar información, experiencias y vivencias sobre diversos temas vinculados
con la Enseñanza de la Matemática, presentar y recibir propuestas sobre las
dificultades que presentan los niños en su aprendizaje, e indagar sobre el por qué
de los fracasos.

Proponer e intercambiar actividades para los niveles primario, medio y terciario.

¿Cómo se enseña y cómo se aprende la


Matemática hoy?
Todos los años los ingresos a distintas facultades desnudan las falencias que los
alumnos presentan en torno a los conocimientos de Matemática. ¿Causas?

Los alumnos culpan a la mala enseñanza de la escuela media,. Los profesores al


poco interés y estudio por parte de los alumnos. La sociedad al Sistema educativo.
El Sistema educativo...

¿Será cierto que los alumnos no estudian lo suficiente?. ¿Los contenidos no se


adaptan a su edad?¿ Los profesores no enseñan en forma comprensiva sino que se
limitan a transferir conocimientos?

¿Qué tipo de errores comenten los alumnos?. ¿Por qué los cometen?

No es lo mismo no recordar las “tablas de multiplicar” que comprender el


comportamiento de las fracciones en distintos contextos de aplicación.

No es lo mismo repetir mecánicamente una regla a reconocer dónde, cuándo y por


qué se debe emplear.

El universo de interrogantes es muy amplio.


No creemos que la respuesta a estos interrogantes den solución al problema del
aprendizaje de la Matemática.. Pero si, hace que, desde nuestra perspectiva
docente debemos replantearnos ¿Cómo se enseña y cómo se aprende?.

Enseñar por medio de problemas


Trabajar en Matemática es resolver problemas ¿Cuáles?. La enseñanza
clásica propone enseñar primero los algoritmos y luego presentar problemas para
que los alumnos apliquen lo aprendido.

Observemos la respuesta de una niña de primer año EGB1 frente al problema


planteado por su maestra.

Mamá compró 12 muñequitos para darle uno a cada uno de los amigos de Tomás,
en su fiesta de cumpleaños. Si vinieron 8. amiguitos ¿Cuántos muñequitos le
sobraron ?

A -“ Sobraron cuatro?.

D - ¿Cómo sabes que sobraron cuatro?. (La niña pasa al pizarrón y escribe 8 + 4 =
12) y señalando el 4 dice; -“ Ves que sobraron cuatro.

La docente esperaba que la alumna restara. 12 - 8 = 4., ya que esta era la “cuenta”
que solucionaba el problema.

¿Era la única cuenta?.

Es evidente que descubrir que existen distintos procedimientos para resolver una
situación es más rico y productivo que “sólo hacer la cuenta”. Y si además
observamos que los niños descubren distintos "sentidos" de las operaciones, mejor
aún.

Observemos ahora un fragmento de una clase sobre la enseñanza del algoritmo


de la división (Aclaración: los chicos "bautizan" las ideas que tienen con los
nombres del que la generó. Tal como nosotros hemos conocido el teorema de
Pitágoras, el de Thales, etc).

D: ahora tienen que resolver las otras que están en el pizarrón (cuentas de dividir)

A mí no me sale.

D: ¿por qué?
A: seño. 583 : 33 te da cerca de 20. (El alumno calcula en forma aproximada el
cociente).

D: Primero decime por qué el cociente tiene dos cifras.

A: Yo hice cuentas y vi.

D:¿Qué cuentas?.

A: 10 x 33 = 330 y después hice 15.

D: ¿Y por qué llegaste a 15?:

A Porque tengo que ir acercándome a 583

A Si 10 x 33 = 330, el cociente tiene que se mayor a 10 y probé con 15.. 15 x 33 =


495. El cociente es 17 y sobran 22.

D ¿Qué hiciste?

A: Resté 583 - 495 = 88 , Dividí 88 por 33, me dio 2. Entonces el cociente es 17 y el


resto 22.

D: Ahora vean la otra cuenta.

A: Si haces 845 : 41 el cociente tiene dos cifras . D:¿por qué?.

A: Porque 41 x 10 = 410

D: ¿Por qué está bien?.

A(Karen): Porque tiene que dar la misma cantidad de cifras que el divisor (La
alumna concluye que, como es todas las cuentas anteriores, el cociente tenía dos
cifras, siempre tiene que tener la misma cantidad el divisor y el cociente.)

A(Yamila): NO, no es cierto, Karen, dijo que el cociente tiene que tener la misma
cantidad de cifras que el divisor y si haces 100: 100 te da 1 y no tiene la misma
cantidad de cifras (Nace la Teoría Yamila)(Emplea un contraejemplo)

A: Seño,. a 41 lo multiplico por 20 y da 840

D: ¿Cuál está más cerca del resultado, el número cuya decena es 1 o 2?.

A: El que es 2 . D: ¿Hay otro más cerca?.


A:Es el más cercano porque si lo multiplicas por 21 te da mayor.

D: ¿Entonces el 20 es el más cercano?.

Todos: Si

A: La teoría de la seño es que multiplicando, dividís, obviando dividir.

A3: Tarea vacacional. Una carátula con todas las teorías. La de Alexis, la de Rodrigo,

D: Estaría muy bien hacerlo . Todos : Uh, uh.uh

(Instituto Mons. Aneiros de San José - 4to. Año EGB2 - Docente: Alicia Cansell
Fecha:15 /7/ 2004)

¿Será cierto que enseñando las “cuentas” los niños aprenden a razonar?.

Otro ejemplo:

María tiene 20 figuritas y quiere repartirlas en partes iguales entre 4 amigos.


¿Cuántas figuritas debe darle a cada uno?.

María tiene 20 figuritas y quiere darle 4 figuritas a cada uno de sus amigos. ¿Para
cuántos amigos le alcanzan?.

Ambos problemas se resuelven con la cuenta 20 dividido 4. Pero, ¿son iguales?. El


primero la acción indica repartir en partes iguales; el segundo implica una partición
en 5 conjuntos de 4 caramelos cada uno.

En general, un niño que ha aprendido que “dividir” es repartir en partes iguales no


reconoce el segundo problema como un problema de división.

Con esto se no se propone no presentar problemas de aplicación de algún


concepto aprendido. Pero, no sería mejor presentar problemas que representen
verdaderos desafíos para nuestro alumnos y,, a partir de ellos enseñar los
conceptos nuevos.

Todo alumno debe comprender


 Cuáles son las herramientas necesarias para resolver ciertos problemas y
distinguirlos de otros que emplean otras herramientas..

 Que pueden variar los procedimientos y todos ser válidos.


 Que los problemas pueden presentar datos de más, o de menos.

 Que los problemas pueden tener una, ninguna o varias soluciones posibles.

 Qué cada uno tiene la posibilidad de buscar, crear y validar un


procedimiento. Nada está hecho.

rendimiento

En otras palabras, el rendimiento académico es una medida de las capacidades del alumno, que
expresa lo que éste ha aprendido a lo largo del proceso formativo. También supone la capacidad
del alumno para responder a los estímulos educativos. En este sentido, el rendimiento académico
está vinculado a la aptitud.

Existen distintos factores que inciden en el rendimiento académico. Desde la dificultad propia de
algunas asignaturas, hasta la gran cantidad de exámenes que pueden coincidir en una fecha,
pasando por la amplia extensión de ciertos programas educativos, son muchos los motivos que
pueden llevar a un alumno a mostrar un pobre rendimiento académico.

Otras cuestiones están directamente relacionadas al factor psicológico, como la poca motivación,
el desinterés o las distracciones en clase, que dificultan la comprensión de los conocimientos
impartidos por el docente y termina afectando al rendimiento académico a la hora de las
evaluaciones.

Por otra parte, el rendimiento académico puede estar asociado a la subjetividad del docente
cuando corrige. Ciertas materias, en especial aquéllas que pertenecen a las ciencias sociales,
pueden generar distintas interpretaciones o explicaciones, que el profesor debe saber analizar en
la corrección para determinar si el estudiante ha comprendido o no los conceptos.

En todos los casos, los especialistas recomiendan la adopción de hábitos de estudio saludables
para mejorar el rendimiento escolar; por ejemplo, no estudiar muchas horas seguidas en la noche
previa al examen, sino repartir el tiempo dedicado al estudio.

Bajo rendimiento no es sinónimo de poca capacidad


Se ha comprobado muchas veces que la mente humana es muy compleja y que nuestras
reacciones y conductas no deben ser analizadas superficialmente. Es de público conocimiento que
Albert Einstein tenía un pobre desempeño escolar y que se llegó a dudar de su capacidad
intelectual. Pero casos como el suyo se dan constantemente en todas partes del mundo, al menos
en cuanto a la incomprensión por parte de los docentes de una conducta académica reprobable.

Shigeru Miyamoto, considerado por muchos el padre de los videojuegos, llegó a preocupar a su
familia por su falta de apego a los estudios; se cuenta que mientras cursaba su carrera
universitaria, pasaba mucho tiempo tocando música y dibujando, entre otros pasatiempos
artísticos, y que esto repercutía en que no consiguiera prepararse adecuadamente para los
exámenes. Hoy en día, este genio del entretenimiento digital está pensando en su jubilación, luego
de haber ofrecido al mundo un legado incomparable, que en más de una ocasión sentó las bases
del diseño de juegos.

¿Podría decirse entonces que Einstein y Miyamoto no eran lo suficientemente inteligentes como
para cursar sus estudios? Dado que esta posibilidad es absurda, la respuesta debe necesariamente
residir en otro componente de la ecuación. En ambos casos, se trataba de personas que tenían un
potencial creativo fuera de lo común y que se encontraba activo, cual un volcán a punto de entrar
en erupción. Un individuo que siente el impulso de crear, de encontrar su propio camino ante la
insatisfacción que le provoca su entorno, es muy propenso a rebelarse antes las imposiciones de
un sistema educativo cerrado, que lo obliga a memorizar fechas y nombres en lugar de ayudarlo a
encausar su capacidad inventiva.

Por otro lado, son muchos los países que denuncian el uso cada vez más pobre del idioma por
parte de la juventud, la falta de vocación, y la sensación generalizada de infelicidad una vez
alcanzada la vida adulta. Los sistemas educativos están configurados de manera tal que la misma
persona que aprueba satisfactoriamente Lengua termine cometiendo terribles faltas de ortografía,
y que quien consigue superar todas las materias relacionadas con los números sea incapaz de
realizar una simple división sin la ayuda de una calculadora.

En pocas palabras, basarse en el rendimiento académico para evaluar las capacidades


intelectuales de una persona es absolutamente incorrecto. Si la educación se adaptara a las
necesidades de cada individuo, si no se forzara el conocimiento sino que se incentivara a aprender
e investigar, es muy probable que nadie prefiriera el ocio al estudio.

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