Sunteți pe pagina 1din 1

21

El Nuevo Testamento habla en varias ocasiones de quienes lo siguen de más cerca. Setenta y
dos son enviados en misión para predicar y curar14. Entre los seguidores hay mujeres – así María, la
Madre de Jesús – que sirven al grupo de diferentes modos15. Hay también muchos hombres ―que
han estado en nuestra compañía durante todo el tiempo que el Señor Jesús permaneció con nosotros,
desde el bautismo de Juan hasta el día de la ascensión‖.16
En el interior de este grupo relativamente grande, existe el círculo concéntrico más pequeño
de los más allegados al Maestro: los Doce, a los que Jesús eligió como sus discípulos más íntimos.
Los llama ―apóstoles‖17 para indicar ―que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder
de expulsar a los demonios‖.18 Reciben instrucciones especiales para convertirse, después de
Pentecostés, con Pedro como jefe, en los sucesores de Jesús en su enseñanza y su ministerio
respecto de los fieles, individualmente y como comunidad e Iglesia 19. Así ―gracias al don del
Espíritu, se constituyó en torno de los Apóstoles una comunidad fraterna reunida en la alabanza de
Dios y en una experiencia concreta de comunión. La vida de esta comunidad y, más aún, la
experiencia de los Doce, que habían compartido todo con Cristo, han sido constantemente el modelo
en el cual se ha inspirado la Iglesia‖20.
El título ―hijos de la resurrección‖, que Jesús utiliza para designar a los que ―no se
casarán‖21, puede designar a esta comunidad fraterna que se forma en torno de los Apóstoles. A lo
largo de la historia de la Iglesia se han empleado diversos vocablos para referirse a ella. En los
primeros siglos, su género de vida frecuentemente era calificado como ―apostólico‖, no en razón del
apostolado que con frecuencia ejercían, sino porque adoptaban la forma de vida de los Apóstoles.
En la primitiva Iglesia siria, se llamaba a estos discípulos, como a veces a todos los bautizados,
―hijos e hijas de la Alianza‖. Más tarde, la tradición de los anacoretas egipcios los describió como
―los que han renunciado a los lazos terrenos‖. A fines del siglo IV devienen ―los que siguen los
consejos evangélicos‖ o ―los soldados de Cristo‖ en la tradición monástica occidental; desde el siglo
XIII: ―religiosos‖; y por último ―los que profesan los consejos evangélicos‖ a partir del Vaticano
II22, o los que imitan ―aquella forma de vida que el Hijo de Dios eligió‖23.
El resultado final de estos tres diferentes estilos de vivir el único Evangelio, es la
coexistencia, incluso durante la vida pública de Cristo, de tres grupos de fieles, grupos distintos

13
Jn 20,28.
14
Ver Lc 10,1.
15
Ver Mt 27,55; Lc 8,2-3; Hch 1,14.
16
Hch 1,21-22.
17
Mt 10,2.
18
Mc 3,14-15.
19
Hch 2, 42; 6, 2.
20
VC 41.
21
Lc 20, 35-36.
22
LG 46.
23
LG 44 y VC 22.

S-ar putea să vă placă și